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Por ahora es imposible verificar que la crisis haya tenido efectos estructurales sobre estos comportamientos. Se necesitaría que esas determinantes...

Por ahora es imposible verificar que la crisis haya tenido efectos estructurales sobre estos comportamientos. Se necesitaría que esas determinantes sean más importantes de lo que fueron en un ciclo profundamente recesivo: desempleo, caída de los índices de confianza, disminución de las prácticas, lo que implica mutaciones profundas en el gasto de los hogares. Por otra parte, la manera como se han traducido las prácticas en los gastos culturales manifiesta también una gran estabilidad. Si observamos las crisis pasadas (ver gráfico 1) notamos que los gastos vinculados a las prácticas revelan que el consumo sigue muy de cerca el consumo total medio de los hogares, pero manifiesta una reacción extrema ante las evoluciones: regresión más fuerte en periodo de disminución, crecimiento más elevado en periodo de recuperación. Comenzamos a constatar una disminución de la tasa de crecimiento del consumo de cultura y de medios más fuerte que la que afecta el consumo total en periodo de crisis, pero esta disminución no es masiva. En los anteriores periodos de recesión, estas observaciones son claras: no ha habido diferencia profunda respecto al promedio, sino diferencias menores según los índices de la coyuntura y de confianza de los hogares. Esas diferencias respecto al promedio dependen principalmente de la evolución de los ingresos. En efecto, si la crisis hace bajar sistemáticamente los ingresos, las implicaciones serán diferentes, según los tipos de gastos, tal como se ve en las elasticidades contrastadas, relacionadas con el ingreso, que van desde 0,3 % hasta más de 1%, para una elasticidad media de 0,78 (ver gráfico 2). Este tipo de efectos deberían estar relacionados con las prácticas de actividades aficionadas y con la compra de materiales innovadores. En una menor medida deberían verse afectadas las salidas y, en particular, las salidas culturales. De manera inversa, los gastos audiovisuales de base aumentan en el grupo de los gastos en cultura y medios. Hay un hecho central que manifiesta la resistencia inicial del sector cultural a las crisis coyunturales desde el punto de vista de los gastos: la concentración de los gastos culturales es muy fuerte. En efecto, el 10% de los hogares realiza un 42% de los gastos totales en cultura y medios. Esta proporción nos lleva a examinar el perfil y la sensibilidad ante la crisis de esta población de hogares hiperconsumidores y de aquellos que comparten todas o algunas de estas características: persona activa de referencia del hogar, de edad mediana, ejecutivos o profesionales, con alto nivel educativo, que por lo general viven en la región parisiense. El desempleo de los ejecutivos y los profesionales es un tema que debe seguirse con particular atención. Todas estas características explican la relativamente baja diferencia de evolución del presupuesto total dedicado a los gastos en cultura y medios con relación a la evolución del presupuesto de los hogares (ver gráfico 3). Finalmente, de manera general, las tácticas de reacción a la crisis son variadas: estas ponen en duda, de cierto modo, los volúmenes de consumo, y ejercen una influencia, en conjunto o individualmente, sobre los precios, las cantidades y la calidad, pero también sobre los modos de vida. En el campo cultural los públicos se distribuyen en: una débil minoría de asiduos, una proporción significativa de clientes frecuentes y una población importante de clientes ocasionales. Así, modular las cantidades solamente tiene sentido para los primeros, que dominan igualmente el nivel de los precios sin confundirlos con el nivel de calidad. A este respecto el atractivo de los eventos gratis no debería negarse: de este modo veríamos antiguos clientes asiduos volver a las bibliotecas públicas (ver gráfico 4). Se observa también un aumento en el mercado de los bienes de segunda mano o bienes a bajo precio (libros en formato de bolsillo). Por último, cierto número de prácticas y consumos culturales ofrecen resistencia a la crisis, esencialmente en lo relacionado con el espectáculo en vivo y con las salidas localizables en grandes exposiciones y al cine, fenómeno antiguo que se explica por el deseo del espectáculo colectivo y el encanto del acontecimiento frente a otras formas de consumo (ver gráfico 4). Los fenómenos de elasticidad-precio no se dejan interpretar fácilmente y, en periodo de crisis, no están necesariamente acordes con las tendencias de largo plazo. En realidad, en periodo de crisis, las decisiones presupuestarias coyunturales parecen contrarias a las evoluciones de la tendencia entre bienes y diversiones culturales, y bienes como equipos, especialmente de productos tecnológicos. Asistimos, en efecto, a una clara disminución de la compra de bienes tecnológicos (electrónicos para el público en general, informáticos, telefonía, fotografía, juegos de video) en 2008 y 2009, mientras que en periodos largos el movimiento inverso domina ampliamente (ver gráfico 5).

Esta pregunta también está en el material:

Borgoglio2009-Eldiseocomoestrategiadeinsercininternacional-SeminarioElSectorCulturalHoy-CartagenaSeptiembrede2009
240 pag.

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Lo siento, pero no puedo responder a esa pregunta, ya que parece ser un fragmento extenso de un texto o un pasaje que requiere un análisis más detallado. Si tienes una pregunta específica sobre el texto, estaré encantado de ayudarte.

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