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De la corteza prefrontal, Ardila y Ostrosky (2008) llaman la atención respecto al hecho de que la sintomatología de Gage no era “puramente” cogniti...

De la corteza prefrontal, Ardila y Ostrosky (2008) llaman la atención respecto al hecho de que la sintomatología de Gage no era “puramente” cognitiva, sino que se trataba de un grupo de manifestaciones cognitivo-emocionales; la importancia de esto radica en que hoy se sabe que determinadas zonas de la corteza prefrontal, como la ventromedial, están implicadas en ciertos procesos emocionales, como la toma de decisiones emocionales, la propensión al riesgo y la impulsividad (Contreras et al., 2008).
El concepto de las FE es considerado un concepto “paraguas”, por cuanto incluye varios procesos cognitivos que subyacen en la conducta dirigida hacia un fin (Huizinga et al., 2006).
Se atribuye a Lezak (1982) la aparición del término funciones ejecutivas en la literatura científica. Él las definió como las capacidades mentales esenciales para llevar a cabo una conducta eficaz, creativa y socialmente aceptada.
Por su lado, para Marino (2010) el concepto de las FE abarca “un conjunto de funciones susceptibles de ser clasificadas de acuerdo con criterios conductuales, cognitivos y neuroanatómicos, tales como planificación, monitoreo y memoria de trabajo, cuya finalidad es permitir la adaptación de una persona a su medio ambiente y ajustar su comportamiento en torno a objetivos, seleccionando acciones y pensamientos que trascienden e integran temporalmente la información" (pp.35).
Para Ardila y Surloff (2007, en Ardila y Ostrosky, 2008), las FE comprenden una serie de “estrategias cognitivas, tales como la solución de problemas, formación de conceptos, planeación y memoria de trabajo" (pp.2).
Estevez et al. (2000), por su parte, resumen las concepciones de diversos autores y describen las FE como “aquellas que muestran la capacidad de transformar los pensamientos en acción y se manifiestan como la habilidad para iniciar, modular o inhibir la atención y la actividad mental; la habilidad para interactuar productivamente con otros en discusiones y conversaciones, y la habilidad para planificar y controlar la conducta dirigida al resultado" (pp. 572).
Burguess (1997, en Flores y Ostrosky, 2008) define las FE como “un proceso o una serie de procesos cuyo principal objetivo es facilitar la adaptación a situaciones nuevas, opera por medio de la modulación o el control de habilidades cognitivas más básicas" (pp. 52).
De su lado, Lopera (2008) plantea que las FE constituyen una “función directiva, gerencial y rectora del cerebro. Es el cerebro del cerebro”; en tanto, Knapp y Morton (2013) refieren que “son procesos que sustentan varias actividades, incluyendo la planeación, el pensamiento flexible, la atenta concentración y la inhibición de comportamientos indeseables, que muestra un desarrollo continuo hasta principios de la edad adulta" (pp. 60).
Tirapu (s.f.) resume el concepto de las FE como “un amplio conjunto de habilidades cognitivas que permiten la anticipación y el establecimiento de metas, la formación de planes, el inicio de las actividades, su autorregulación y la habilidad de llevarlas a cabo eficientemente" (pp. 10).
Climent et al. (2014) piensan las FE como aquellos “procesos implicados en el mantenimiento y la organización de información orientada hacia la formulación de planes y la acción prospectiva (‘escenario de simulación’)" (pp. 466).
Asimismo, para Zelazo et al. (2004) las FE consisten en la “capacidad de emplear el pensamiento dirigido a un objetivo deliberado y a una acción, lo cual depende del aumento de la eficacia de procesos tales como la atención selectiva, la memoria de trabajo y el control inhibitorio" (pp. 167).
Sería posible continuar apuntando concepciones de las FE, pero son tan diversas que resulta inútil tratar de arribar a un concepto unitario y unívoco, aunque sí es viable enlistar algunos de sus elementos comunes y más relevantes: 1) las FE comprenden una serie de procesos cognitivos que subyacen en la conducta dirigida a metas; 2) son vitales para la planeación y monitoreo de la conducta consciente (selección de acciones y pensamientos); 3) son procesos fundamentales para la adaptación al entorno; y 4) dependen de la integridad y adecuado funcionamiento de los lóbulos frontales.
La complejidad del concepto y, por lo tanto, de su abordaje tanto clínico como experimental, se puede constatar aún más cuando se analizan los procesos componentes de las FE.

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