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La mitología noruega y alemana hace una fuerte conexión entre el trabajo del herrero y el sonido, y todavía decimos «machacar una canción», algo qu...

La mitología noruega y alemana hace una fuerte conexión entre el trabajo del herrero y el sonido, y todavía decimos «machacar una canción», algo que Wagner ilustra literalmente en la forja subterránea de Alberich en El oro del Rin. Otras asociaciones sensoriales son típicas del estaño, a pesar del frustrante resultado de Laughlin con el diapasón. Algunas están conectadas físicamente con las propiedades materiales, pero otras profundizan figurativamente más en el mundo auditivo. Los más majestuosos y resonantes de todos, los tubos de órgano están hechos tradicionalmente de estaño amalgamado con plomo, en proporciones variables según el tono que se desee. En el otro extremo del espectro, los silbatos y los tambores de hojalata no tienen por qué estar hechos de estaño, pero ciertamente tienen el sonido que caracterizamos como metálico o agudo. Tin Pan Alley, el distrito de Nueva York, recibió este nombre por el ruido que hacían los pianos de los compositores (de canciones) al aporrear melodías populares. Incluso el tinnitus (acúfeno), la sensación de zumbido en el oído, se une a esta familia retumbante. Dejemos este elemento para ocuparnos del sonido de las campanas, o tintineo. Las campanas pueden hacerse de cualquier material sonoro (mi amigo Andrea Sella incluso tiene una hecha de mercurio, en ultracongelación en el departamento de química del University College de Londres, a la espera del día muy frío en el que pueda ser tañida). Pero ya hace tiempo que se sabe que una aleación de cobre y estaño en las proporciones de tres o cuatro a uno produce el mejor tono. Este bronce especial es quebradizo y notoriamente difícil de moldear, y existe toda una serie de leyendas antiguas acerca de la fortuna de la persona que posee el secreto de la confección de campanas. Muchas campanas se han resquebrajado, entre ellas la Campana de la Libertad, que después de haber atravesado sin contratiempo el Atlántico en 1752 se rajó desde la boca a la cintura la primera vez que se tañó en Filadelfia. También el Big Ben se cuarteó poco después de ser instalado en 1859 en el edificio del Parlamento, recién construido. El pomposo bronce de las estatuas puede ser respetable por excelencia, tal como sugiere Levi; el metal de las campanas, con su mayor proporción de estaño, resuena con las felices imperfecciones de la humanidad. La verdad gris del apagado plomo. Durante la década de 1880, Auguste Rodin, el artista más famoso y polémico de su época, creó lo que resultaría ser su obra más popular, El pensador. Tenía que ser la figura central de una composición mucho mayor, Las puertas del infierno, que iba a servir como pórtico monumental del nuevo museo de las artes decorativas de París. La obra enorme, de casi siete metros de altura y plena de humanidad, nunca se acabó a satisfacción del artista, pero partes de la misma, que incluían El pensador (que originalmente se pensó como una figura de Dante), acabaron por terminarse por separado a una escala incluso mayor. La postura (la mano que sostiene la mejilla, el codo que descansa sobre la rodilla) puede resultar ahora muy familiar, pero la escultura tiene todavía el poder de elevarse por encima de la parodia. La figura se inclina hacia adelante, a una distancia imposible. La ménsula (que todavía hubiera sido más espectacular vista desde abajo, al pasar la gente bajo el dintel de la entrada del museo) es crucial para la proeza de Rodin. Este bloque estático de bronce es animado incluso para el estándar usual de Rodin, y produce no un aspecto de movimiento hacia delante, como a menudo buscan hacer los escultores, sino una proyección de actividad interna. Desea urgentemente que conozcamos algo, que conozcamos de hecho el poder mismo del pensamiento. Estudios recientes de rayos X han demostrado que la escultura sólo puede hacer esto en un grado tan extraordinario porque oculta bajo su base un contrapeso enorme hecho de plomo. El plomo es la materialización de la gravedad, tanto física como intelectual, y es el elemento químico que está más estrechamente asociado a la muerte. Cuando hablamos de un cielo plomizo, no nos referimos sólo al color; la imposibilidad gravitacional de la imagen presagia algo peor que la lluvia: el final de un mundo vuelto del revés. Tradicionalmente se emplean sarcófagos de plomo para conservar el cuerpo de papas y reyes y asegurar que el alma no escape. El corazón del rey de Escocia Roberto I Bruce descansa en un ataúd de plomo en la abadía de Melrose, al igual que ocurre con el cuerpo larguirucho de su enemigo, el rey inglés Eduardo I, en Westminster. El «Martillo de los escoceses» dio instrucciones de que el ataúd tenía que cambiarse por oro real sólo cuando aconteciera la derrota final de Escocia; el ataúd sigue siendo de plomo en nuestros días. El plomo no se corroe, y así conserva lo que contiene, porque forma una capa superficial que impide el ataque químico ulterior. Es esta fina capa (la misma sustancia que el blanco de plomo de los artistas) la que en último término conserva los techos de muchas de las catedrales e iglesias de Europa, así como el cuerpo de sus prelados. Este compuesto también extrae del metal el poco lustre que pueda tener cuando es acabado de cortar, dejándolo con un color gris de elefante que apenas refleja la luz solar. Esto también parece hacer que el plomo sea más adecuado que otros metales para los rituales de muerte y enterramiento. La pesada relación del plomo con la gravedad y sus connotaciones de hundimiento final (en la tumba) no son más que las asociaciones más extremas de las diversas que tiene con el destino y la caída. Cuando acordamos dejar una cosa al azar, dejamos que «las fichas caigan donde puedan», regidas no por nosotros, sino únicamente por las leyes de la física. Uno de los significados secundarios del nombre alemán Fall es simplemente acontecimiento, algo que

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La Tabla Periodica La curiosa historia de los elementos
722 pag.

Biologia Universidad Nacional Autónoma De MéxicoUniversidad Nacional Autónoma De México

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