Uncas había apoyado el cuerpo contra la pared de la vivienda, cerrando los ojos como si quisiera así desterrar tan repugnante imagen de su presenci...
Uncas había apoyado el cuerpo contra la pared de la vivienda, cerrando los ojos como si quisiera así desterrar tan repugnante imagen de su presencia. Pero cuando oyó el sonido de la serpiente, se incorporó y miró a ambos lados, moviendo su cabeza en todas direcciones hasta que se fijó de nuevo en el rostro del monstruo peludo, mirándole extasiado, como si estuviera bajo el influjo de un hechizo. Nuevamente se repitieron los sonidos, que evidentemente procedían de la boca de la bestia. De nuevo el joven cubrió toda la habitación con la vista, para mirar otra vez al oso y decir en voz baja y susurrante:
Compartir