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cesantemente. Mefistófeles. No se negará a recibirme, pues soy hombre capaz de asegurar su empresa. (Sale el criado y Mefistófeles se sienta con gr...

cesantemente. Mefistófeles. No se negará a recibirme, pues soy hombre capaz de asegurar su empresa. (Sale el criado y Mefistófeles se sienta con gravedad.) Apenas en mi puesto, veo ya un huésped que no me es desconocido; pero por esta vez pertenece a los más furiosos. Un Bachiller, (entra impetuosamente por el corredor.) ¡Abierta hallo las puertas! Hace esto esperar que el viviente no permite se le entierre como un muerto en el polvo, ni que consienta en consumirse y morir en plena vida. Estas paredes tiemblan y se inclinan hacia la ruina: estemos atentos parque no nos aplasten en su caída. Soy tan audaz como pueda serlo otro hombre en el mundo, pero no me atrevería a dar un paso más. ¿Qué puedo aprender más? ¿No fue aquí donde hace tantos años, cándido barbilampiño, vine a oír con la mayor confianza las lucubraciones de aquel viejo para ilustrarme con sus fábulas? A su antojo podíase hacer un tráfico con la ciencia de sus antiguos librotes desperdiciando su vida y la nuestra. Es posible que aún vea sentado en el sofá del fondo a uno de aquellos hombres engañadores. A medida que voy acercándome su aspecto me asombra; él es, sentado y envuelto en su ropón de pieles, como cuando le vi la última vez. En verdad me parecía entonces mucho más robusto; no podía aún comprenderle pero hoy ya no me cogerá; alerta pues. Antiguo dueño, si las turbias ondas del Leteo no han sumergido enteramente vuestra cabeza calva, reconoced en mí al discípulo de otro tiempo, al escolar que ha pasado de la disciplina académica. Os encuentro como os vi, mientras que yo soy otro hombre. Mefistófeles. Celebro que os haya traído aquí mi campanillazo. Había formado de vos un gran juicio, que no creo haya sido desmentido; la oruga y la crisálida dejan entrever la brillante mariposa que está por nacer. Entonces fijabais vuestra gloria infantil en el pelo rizado y en la gorguera. A no engañarme, nunca os vi llevar el pelo largo. El gorro sueco con que hoy os veo, os da un aire resuelto que no os permite hablarme con el respeto de otro tiempo. El Bachiller. Mi antiguo maestro, es verdad que estamos en el mismo sitio, pero no debéis olvidar que los tiempos han cambiado; así que evitad las palabras de doble sentido, porque somos mucho más corteses que antes. ¡Cuánto os complacíais entonces en burlar la credulidad de aquellos jóvenes francos y leales! Pero lo que no tenía entonces gran mérito, nadie se atrevería a intentarlo ahora. Mefistófeles. Siempre que se dice a los jóvenes la verdad pura, se indispone con ellos: luego, pasados algunos años, cuando la han aprendido duramente a sus espensas, creen haberla inventado y deciden que era el maestro un estúpido. El Bachiller. Quizá un taimado, porque ¿dónde encontraras un maestro que os diga la verdad desnuda? Cada cual la aumenta o disminuye. Mefistófeles. En verdad no hay para aprender más que una edad; al paso que para enseñar, hasta vos mismo me parecéis estar dispuesto a ello; os han bastado algunas lunas y varios soles para daros la plenitud del saber. El Bachiller. ¡La hora de la experiencia sólo es espuma y humo! Y ¿quién no nace como nace el genio? Confesad que todo cuanto se ha llegado a saber hasta aquí no vale la pena que ha costado aprenderlo. Mefistófeles. Tiempo ha que soy de la misma opinión; antes era un loco y ahora me considero ser imbécil y tonto. El Bachiller. Mucho me alegra oír hablar tan acertadamente, pues sois el primer viejo ingenuo que veo dotado de sentido común. Mefistófeles. Iba en busca de un montón de oro oculto, y no he recogido más que escombros. El Bachiller. Confesad que vuestra cabeza calva no vale mucho más que los cráneos vacíos que veo allí. Mefistófeles, (con aire franco y cordial.) En verdad, amigo mío, que eres rudo. El Bachiller. La cortesía es considerada en Alemania como una mentira. Es para mí una presunción ridícula el que después de haberse llegado a la edad miserable en que el hombre no vale nada, se quiera aún ser algo. La vida está en la sangre, y ¿puede ésta circular ahora como en la juventud? Entonces está en toda su fuerza y hace de la vida misma brotar nueva vida; todo en aquella edad se agita, y sólo entonces se puede hacer algo. La debilidad sucumbe y la fuerza adelanta; mientras nosotros hemos conquistado medio mundo, ¿Qué es lo que habéis hecho vosotros? Concebir planes que habían de quedar siempre en proyecto por irrealizables. Es la vejez una calentura lenta y fría. Pasados los treinta años, más le valdría al hombre morir. Mefistófeles. Nada puede el diablo replicar a esto. El Bachiller. No hay otro diablo que el que yo admito. Mefistófeles, (aparte.) ¡Procura que no te dé en breve una zancadilla! El Bachiller. ¡Invocación santa de la juventud! El mundo no existía antes de que yo le formase; soy yo el que hice brotar el sol del seno de las ondas, y comenzaron conmigo su curso las revoluciones de la tierra. El día empezó a brillar en mi camino, a mi llegada se cubrió la tierra de flores, y a una señal mía apareció en la primer noche el cielo tachonado de estrellas. ¿Quién, sino yo, os libró de las tristes preocupaciones en que vivíais? Libre sigo los impulsos de mi fantasía, recorro alegre el camino que me traza una luz interior, viendo la claridad ante mí, y detrás las tinieblas. (Vase.) Mefistófeles. ¡Hombre único en tu orgullo! Cuál sería tu desencanto si pudieses hacerte esta sencilla pregunta: ¿Quién puede tener una idea, sabia o necia, que no haya sido concebida en lo pasado? Un laboratorio Al estilo de la Edad Media; aparatos confusos y deformes para experimentos fantásticos. Wagner, (junto al hornillo.) Un fuerte campanillazo hace temblar las paredes ennegrecidas por el hollín; no podía durar la certidumbre acerca de un resultado tan solemne. Empiezan a dispersarse las sombras; comienza a brillar algo en el fondo de la redoma, que parece un cabrón viviente o un carbúnculo magnífico del que brotan mil brillantes colores en medio de la oscuridad. Aparece una luz pura y blanquecina, ¡ojalá que esta vez no se extinga! Dios mío ¡qué estruendo en la puerta! Mefistófeles, (entrando.) Salud; vengo como amigo. Wagner, (con ansiedad.) Salud al que se presenta tan oportunamente. (En voz baja.) Procurad retener hasta el aliento porque próxima está a cumplirse la grande obra. Mefistófeles, (en voz más baja.) ¿De qué se trata? Wagner, (en el mismo tono.) Va a formarse un hombre... Mefistófeles. ¿Un hombre? ¿Luego tenéis una tierna pareja encerrada en vuestra chimenea? Wagner. ¡Dios me libre de ello! El antiguo modo de engendrar es reconocido por nosotros como una broma. El punto de donde brotaba la vida, la fuerza que se exhalaba de su interior que recibía y trasmitía, destinada a alimentarse primero de sustancias próximas, y luego de sustancias extrañas, ha perdido ya desde ahora toda su importancia y toda su dignidad. Si el animal encuentra aún en ello el parecer, el hombre dotado de nobles cualidades debe tener un origen más noble y más puro. (Volviéndose hacia el hornillo.) ¡Ved cómo ya brilla! Preciso es convenir en que si, con la mezcla de cien materias distintas, logramos componer fácilmente la materia humana, encerrarla en un alambique, destilarla debidamente, es innegable que podrá la obra consumase en secreto. (Volviéndose de nuevo hacia la lumbre.) Tratamos de hacer un experimento acerca de los hasta aquí llamados misterios de la naturaleza y de operar por medio de la cristalización lo que ella antes realizaba. Mefistófeles. La experiencia es debida a la edad y nada hay nuevo en la tierra para el que ha vivido largos años; de mí sé decir que encontrado en mis viajes hombres cristalizados. Wagner, (sin perder de vista a su redoma.) Esto sube y brilla y en breve quedará la obra consumada. No hay gran proyecto que en un principio no parezca insensato; obrando de este modo, es imposible que el hombre pensador no pueda formar en lo sucesivo un cerebro bien organizado. (Contemplando la redoma con amor.) El cristal ya vibra agitado por fuerza admirable; el conjunto

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Fausto de J. W. Goethe
131 pag.

Literatura e Ensino de Literatura Universidad Bolivariana de VenezuelaUniversidad Bolivariana de Venezuela

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