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_ ¿qué es el líquido cefalorraquídeo? El líquido cefalorraquídeo es una sustancia similar al plasma sanguíneo en el sentido que es un medio líquido encargado tanto de transportar nutrientes como de recoger las sustancias de desecho para su posterior eliminación del cuerpo. De todos modos, en este caso es incoloro y no fluye por los vasos sanguíneos tradicionales. El líquido cefalorraquídeo fluye por el conocido como espacio subaracnoideo, una capa que se encuentra entre las meninges. Estas meninges son unas membranas de tejido conectivo que recubren todo el sistema nervioso central, formando una especie de envoltura que cumple con, además de la protección mecánica, la función de hacer llegar el líquido cefalorraquídeo a todas las células del cerebro y la médula espinal. En lo que respecta a su composición, el líquido cefalorraquídeo es básicamente agua con distintos elementos disueltos en ella. Destaca su contenido más bajo de proteínas respecto a la sangre, además de por la ausencia de pigmentos hemoglobínicos, cosa que explica que no sea rojo como la sangre. El líquido cefalorraquídeo es rico en glucosa (el “combustible” del cerebro), vitaminas, hormonas, aminoácidos, ácidos nucleicos, electrolitos, glóbulos blancos… Todos estos componentes permiten tanto que el líquido cefalorraquídeo cumpla con sus funciones como que todas las estructuras del sistema nervioso central estén siempre bien oxigenadas y nutridas. Y es que aunque después profundizaremos en ello, el líquido cefalorraquídeo es imprescindible para proteger el cerebro y la médula espinal de golpes, mantener la presión interna estable, nutrir a las células del sistema nervioso central, transportar hormonas, desechar residuos y, en definitiva, garantizar que nuestro “centro de mandos” funcione adecuadamente. Porque cuando hay problemas en el sistema nervioso central, las consecuencias son fatales, incluyendo parálisis e incluso la muerte. El líquido cefalorraquídeo es rico en glucosa (el “combustible” del cerebro), vitaminas, hormonas, aminoácidos, ácidos nucleicos, electrolitos, glóbulos blancos… Todos estos componentes permiten tanto que el líquido cefalorraquídeo cumpla con sus funciones como que todas las estructuras del sistema nervioso central estén siempre bien oxigenadas y nutridas. el líquido cefalorraquídeo es imprescindible para proteger el cerebro y la médula espinal de golpes, mantener la presión interna estable, nutrir a las células del sistema nervioso central, transportar hormonas, desechar residuos y, en definitiva, garantizar que nuestro “centro de mandos” funcione adecuadamente. El líquido cefalorraquídeo tiene una esperanza de vida de entre 3 y 4 horas. Su vida es relativamente corta porque hay que garantizar que absolutamente siempre esté en buenas condiciones, porque sino es posible que no cumpla adecuadamente con sus funciones. Sea como sea, el organismo consigue que a todas horas, un adulto tenga unos 150 mililitros de este líquido fluyendo por las meninges. ¿Cuáles son sus funciones principales? El líquido cefalorraquídeo es más importante de lo que parece. Que podamos sentir todo lo que sentimos, tanto a nivel físico como emocional, y que nuestros órganos vitales nos mantengan con vida es gracias al sistema nervioso central. Y para que este sistema nervioso central esté en un buen estado de salud, el líquido cefalorraquídeo es imprescindible. Por lo tanto, sin él no podríamos vivir. A continuación las principales funciones que el líquido cefalorraquídeo desempeña mientras fluye por las meninges y recubre el cerebro y la médula espinal 1. Nutrición del sistema nervioso central Igual que hace la sangre a través de las arterias con prácticamente todos los órganos y tejidos del cuerpo, el líquido cefalorraquídeo es el medio encargado de hacer llegar el oxígeno y los nutrientes a las células del cerebro y la médula espinal. Permite que el sistema nervioso central se alimente y respire. 2. Mantenimiento de la presión interna El cerebro y la médula espinal son muy sensibles a los cambios de presión. Y es que si bien la protección mecánica frente a golpes y traumatismos es más responsabilidad de las meninges en sí, el líquido cefalorraquídeo es muy importante para garantizar que la presión dentro del sistema nervioso central sea siempre la misma, independientemente de los cambios que haya en el exterior. 3. Regulación de la homeostasis Del mismo modo que hace con la presión a un nivel más físico, el líquido cefalorraquídeo también se encarga de garantizar que las concentraciones de los distintos elementos químicos dentro del cerebro y la médula espinal sea siempre la misma. El término de homeostasis hace referencia a que el líquido cefalorraquídeo hace llegar unas sustancias en unas cantidades más o menos grandes en función de las características del medio. De este modo, el cerebro y la médula espinal no sufren las consecuencias de las alteraciones que hay fuera. Viven en su “burbuja”. 4. Eliminación de sustancias de desecho Igual que pasa en la sangre con las venas, el líquido cefalorraquídeo también recoge las sustancias de desecho generadas por las células después de que estas respiren y también todos aquellos posibles tóxicos que haya en el sistema nervioso central y se los “lleva consigo” cuando es eliminado de la circulación a través de la barrera aracnoidea. Es decir, atrapa todo aquello que pueda ser dañino y lo envía fuera de las meninges para que sea eliminado del organismo. SUS FUNCIONES PRINCIPALES 5. Flotación del cerebro El cerebro es un órgano que pesa, de media, 1’3 kilogramos. El hecho de que no notemos su peso y que esté constantemente lubricado y sin darse golpes con el propio cráneo es gracias al líquido cefalorraquídeo. Al recubrirlo, esta sustancia consigue que el cerebro esté constantemente “flotando”, es decir, reduce la sensación de peso y asegura que, a pesar de nuestros movimientos, esté siempre en la misma posición. 6. Acción del sistema inmunitario El sistema nervioso central también es susceptible de sufrir ataques por parte de bacterias, virus e incluso hongos y parásitos. A pesar de ser una estructura semicerrada, también puede ser infectado, como es el caso de una meningitis. Si sufrimos pocas infecciones en el cerebro y la médula espinal es gracias no solo a que esté bastante aislado, sino a que por el líquido cefalorraquídeo fluyen también células inmunitarias que van “patrullando” las meninges en busca de patógenos y eliminándolos en caso de que hayan conseguido llegar. 7. Transporte de hormonas Para asegurar un correcto desarrollo y funcionalidad tanto del cerebro como de la médula espinal es imprescindible que estos reciban las hormonas necesarias y en las cantidades justas. De lo contrario, es imposible que estas estructuras maduren y se mantengan en un buen estado de salud. De nuevo, es el líquido cefalorraquídeo el encargado de hacer llegar a todas las regiones del sistema nervioso central las hormonas necesarias.
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