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MÓDULO 2102- LA PSICOLOGÍA CIENTÍFICA Y SUS SISTEMAS TEÓRICOS 1 
 
 
Para profundizar en este tipo de contenidos consulte la obra: 
Marx, M.H. y Hillix (1987) Sistemas y teorías Psicológicas Contemporáneos. México. Paidos. 
 
 UNIDAD I LOS SISTEMAS DE LA PSICOLOGÍA CIENTÍFICA 
 
Lectura 2 
 
Marx, M.H. y Hillix (1987) Sistemas y teorías 
Psicológicas Contemporáneos. México D.F. 
Paidos p.p. 118-149 
Marx, M. H. y Hillix (1985) te darán a conocer la naturaleza de los sistemas 
psicológicos y cómo la psicología emergía de un trasfondo general científico 
y filosófico, temáticas propias de la segunda unidad mínima de aprendizaje, 
el Funcionalismo, de la Unidad I Los Sistemas de la Psicología Científica 
 
EELL FFUUNNCCIIOONNAALLIISSMMOO 
 
UU NN II DD AA DD II .. 
 
L O S S I S T E M A S D E L A P S I C O L O G Í A 
C I E N T Í F I C A 
 
 
El funcionalismo fue el primer sistema norteamericano de psicología. 
Su desarrollo comenzó con William James, considerado en el ámbito 
de la profesión como el más grande psicólogo norteamericano (Becker, 
1959), y llevó directamente al conductismo watsoniano. La fuerza 
original del funcionalismo provino en parte de su oposición al 
estructuralismo, situación que repetirían posteriormente los 
conductistas al oponerse a ambos sistemas. 
El funcionalismo nunca fue una posición sistemática muy 
diferenciada. En realidad, según Woodworth (1948): "Se llama 
psicología funcionalista una psicología que intenta dar una respuesta 
exacta y sistemática a las preguntas: `¿qué hacen los hombres?' y 
`¿por qué lo hacen?' " (pág. 13). Si aceptamos los términos de esta 
especificación tan débil, eI funcionalismo podría no morir hasta tanto 
nuestros hábitos lingüísticos de preguntar qué, cómo y por qué fueran 
reemplazados por otros. Pero probablemente ésta es una 
especificación inadecuada del funcionalismo. Aunque su definición 
debe conservar la laxitud del sistema, podemos por lo menos agregar 
que un funcionalista se interesa de una manera característica en la 
función de adaptación al medio que tienen la conducta y la conciencia 
del organismo. Es probable que también se interese en las relaciones 
funcionales, o de dependencia, entre antecedentes y consecuentes; 
aquí se emplea el término "función" en su acepción matemática. La 
psicología norteamericana, influida por la teoría de la evolución y por 
un espíritu práctico, se ha interesado en la utilidad de la conciencia y 
de la conducta. Por eso tendió a ser funcional. 
Tal como se muestra en el cuadro 9, tres grupos de psicólogos 
contribuyeron al desarrollo del funcionalismo. Los pioneros son los que 
pusieron los cimientos para el desarrollo ulterior del funcionalismo, 
abriendo una amplia variedad de nuevos campos de indagación, como 
por ejemplo la conducta infantil y animal. Los fundadores, John Dewey 
y James Angell, establecieron el funcionalismo como sistema. Y a los 
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Marx, M.H. y Hillix (1987) Sistemas y teorías Psicológicas Contemporáneos. México. Paidos. 
 
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desarrolladores, Harvey Carr y Robert S. Woodworth, se debe la maduración 
y elaboración ulterior del sistema. 
Se muestra también, a la izquierda del cuadro 9, tres influencias antecedentes 
primarias, todas de origen inglés. Charles Darwin (1872) comenzó el estudio de la 
conducta animal, así como el desarrollo de la teoría moderna de la evolución 
orgánica. Galton, que recibió la influencia de la teoría evolucionista, inició el 
estudio científico de la capacidad humana. Romanes y Morgan dieron un ímpetu 
adicional al estudio de la conducta animal. James, Hall y Baldwin fueron influidos 
de una manera directa por la teoría evolucionista, y Hall se ocupó también de los 
tests y las diferencias individuales. Carr se interesó por los estudios animales, 
más que su predecesor más directo: Angell. Se incluye a Baldwin, Ladd y 
Scripture porque participaron en el montaje de la escena para el desarrollo de 
la psicología funcionalista; no se los considera con importancia suficiente 
respecto de las aserciones básicas del funcionalismo, y por eso no se los trata 
en el texto.En los comienzos de su carrera E. L. Thorndike tuvo un marcado 
interés por la investigación animal, y estuvo estrechamente relacionado con 
James y Cattell. Su conexionismo podría haberse incluido en este capítulo, 
como un tipo especial de funcionalismo y no en el capítulo 3 sobre el 
asociacionismo. 
El cuadro 9 excluye a dos hombres que, aunque originalmente formados 
por funcionalistas, participaron después en el desarrollo de otras escuelas, 
John B. Watson se formé en el funcionalismo y luego se hizo conductista; se 
graduó con Angell. Bergmann (1956) llega a considerar a Watson como el 
último y más gran-de funcionalista. Walter S. Hunter es otro producto de la 
escuela de Chicago, aunque también él tendió a considerarse un conductista. 
Sin embargo, su desarrollo y guía de un laboratorio pequeño pero muy 
productivo, en la Universidad de Brown, justifica que por lo menos se lo 
mencione en este panorama general. La investigación producida durante 
muchos años en Brown tuvo un fuerte sabor funcionalista, y puede 
ciertamente comparársela en cuanto a excelencia general —no ya en cantidad 
o extensión— con las de Columbia y Chicago. 
En consecuencia, parece que casi tenemos una regla de la evolución 
sistemática: la mayor parte de los discípulos norteamericanos de Wundt —
sobre todo Cattell y Hall— regresaron a los Estados Unidos y se hicieron 
funcionalistas, o al menos avanzaron en esa dirección. Los discípulos de los 
funcionalistas, como Watson y Hunter, se movieron más en dirección al 
objetivismo y se convirtieron en conductistas o en casi conductistas. Por 
supuesto, en cualquier generación de organismos o de personas que trabajan 
de acuerdo con un sistema, la mayoría de los individuos no se alejará 
demasiado; pero, parecería haber una dirección clara del movimiento 
para aquellos que sí lo hacen. 
 
ANTECEDENTES DEL FUNCIONALISMO 
 
 
Charles Darwin (1809-1882) originó una de las controversias más 
grandes de la historia intelectual, una cuyos ecos todavía no se han 
extinguido en este año de Nuestro Señor. Y Nuestro Señor tuvo, por 
supuesto, mucho que ver en la polémica, por cuanto la evolución hizo 
estremecer los fundamentos de la religión. 
Irónicamente, Darwin era un científico tan cauteloso, por no decir un 
tímido y un solitario retraído, que jamás habría publicado sus ideas ni 
iniciado la controversia, de no haberle enviado Alfred Russell Wallace 
(1823-1913) un informe en el que bosquejaba exactamente la misma 
teoría de la evolución en la que Darwin había estado trabajando durante 
20 años. Según relata Irvine: 
 
La siguiente carta de Wallace, conteniendo el famoso 
trabajo sobre la evolución y la selección natural, tuvo el 
efecto de una bomba. En el curso de una sola semana, 
mientras un ataque de malaria lo mantenía postrado, en las 
junglas de la península malaya, Wallace había pasado 
súbitamente de su posición anterior a las conclusiones más 
avanzadas de Darwin. Todo lo que a Darwin le había 
costado dos décadas de perplejidad, indagación, 
preocupaciones, ansiedad, dolor e infinitos sacrificios, 
Wallace lo investigó y explicó —con mucha menos 
perfección pero exactamente con los mismos resultados— 
en unos tres años. Las ideas conocidas aparecían 
expresadas con una fuerza y claridad nada darvinianas, 
como éste no pudo evitar reconocerlo. (1963; pág. 98-99). 
 
Como era típico de él, Darwin fue incapaz de resolver por sí mismo el 
dilema que se le presentó al recibir el trabajo de Wallace. Dos de sus 
amigos, Lyell y Hooker, lo resolvieron por él mediante el recurso de leer, 
en una misma sesión de la Linnean Society, el informe de Wallace y un 
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Marx, M.H. y Hillix (1987) Sistemas y teorías Psicológicas Contemporáneos. México. Paidos. 
 
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esbozo de las ideas de Darwin. Es digno de destacar que tanto Darwin como 
Wallace fueron amigos toda su vida y que el respeto mutuo emergió incólume 
de una situación que podría haber llegado a ser áspera y amarga en extremo. 
Darwin no pudo responder personalmente a las iracundas críticas que 
desencadenó su trabajo y que llegaron a su punto culminante en 1859, con la 
publicación de The origin of species. La batalla le cupo en suerte a Thomas 
Henry Huxley (1825-1895), el biólogo que fue implacable y brillante amigo y 
colega de Darwin. El que Huxley terminara finalmente por ganar la victoria 
para la evolución (al menos dentro del marco de la comunidad científica) ya es 
historia. Cuando las cosas se ponían difíciles Darwin siempre sentía la 
necesidad de retirarse a un balneario por problemas de salud. 
A pesar de sus excentricidades, este perro de presa científico fue uno de los 
antecedentes más importantes del funcionalismo. Era un agudo observador de 
la conducta y también de la morfología animal. Su teoría establecía una 
continuidad entre los seres humanos y los animales que era necesaria para 
justificar el intenso estudio de la psicología animal. Finalmente, el acento 
evolucionista sobre la adaptación al medio fue introducido de modo directo 
como una "explicación" de la conducta por vía del instinto, y quizá de modo 
indirecto como principio de refuerzo. 
Sir Francis Galton (1822-1911), inspirado por su primo Darwin, estudió el 
problema de la herencia en los seres humanos. Su aristocrática aspiración era 
controlar la herencia, pero primero tenía que demostrar su eficacia como agen-
te de cambio. Esta necesidad lo condujo a estudiar la herencia de la 
inteligencia humana, justamente algo que, según se decía, él poseía en grado 
sumo (se le estimaba un Cl de 200; véase Boring, 1950, pág. 461). Por 
supuesto, estas estimaciones cuasi cuantitativas son una tontería. Sin 
embargo, mientras no se las tome demasiado en serio resultan divertidas y nos 
permiten recordar, una vez más, que al estudiar historia estamos estudiando 
las hazañas de personas brillantes. 
Hereditary genius (1869) de Galton contenía estudios sobre las diferencias 
individuales de inteligencia. Ya hemos observado, sintéticamente, de qué 
modo Cattell continuó las investigaciones en esta área, poco tiempo antes de 
que empezara a abrirse el campo de los tests mentales, para llegar a su 
plenitud durante la Primera Guerra Mundial, cuando se comenzaron a 
administrar tests a los reclutas del ejército de los Estados Unidos. Este 
campo ha hecho muchísimo para justificar ante el público la existencia de la 
psicología durante los años de su infancia, aunque ahora está comenzando a 
importunar nuestra madurez. Por alguna razón —y muy pronto expondremos 
una de las razones posibles— Galton no ha recibido un gran 
reconocimiento por sus logros. 
Romanes (1848-1894) y Morgan (1852-1936) son nombres 
importantes para la psicología debido a su trabajo en el campo de fa 
conducta animal. Cada uno de ellos representa una actitud hacia las 
relaciones entre el hombre y los anima-les inferiores. Darwin fue 
duramente reprobado por los teólogos porque opinaban que estaba 
haciendo descender a la humanidad al nivel de los animales, y sólo 
admitieron la ascendencia antropoide con una gran resistencia, no 
carente de arrogancia. Desde el punto de vista contemporáneo, sin 
embargo, parece que tanto Darwin como Romanes pecaron de 
excesiva generosidad en la dirección opuesta. Cada uno de ellos 
estaba conciliadoramente dispuesto a atribuir facultades humanas a los 
animales. Morgan, que no compartía para nada este entusiasmo 
infantil, exigía pruebas estrictas antes de acordar a los humanos o a 
los animales una facultad "superior" sobre la base de un determinado 
desempeño. Romanes y Morgan definieron así una polaridad que 
todavía se advierte, pero ambos dieron su apoyo al estudio de los 
animales. 
En la década de 1970, el interés por los animales parece haber 
alcanzado su punto más alto. Las series de televisión los muestran 
como si poseyesen ha bilidades que hacen parecer ultraconservadoras 
las afirmaciones de Romanes. En la dirección contraria tenemos 
multitud de libros que comparan a los humanos con los monos o los 
antílopes, y explican nuestros problemas atribuyendo los orígenes de 
nuestra agresión, de nuestra sexualidad o de nuestra territorialidad a 
nuestro pasado animal (Ardrey, 1966, 1970; Lorenz, 1966; Morris, 
1967). A pesar de lo cuestionables que puedan ser estos esfuerzos, 
ellos indican la profunda aceptación dentro de la conciencia popular de 
la perspectiva evolucionista. La teoría de la evolución parece haber 
sido el escalón intelectual necesario como preparación previa para 
vemos a nosotros mismos como parte de la naturaleza y empezar así a 
interesarnos seriamente en ella. 
Herbert Spencer (1820-1903) tenía una perspectiva algo diferente de 
la naturaleza; veía la evolución como una batalla permanente, con 
dientes y uñas, en la que la victoria era para el más fuerte. 
Consideraba que la sociedad no debía interferir con la parte humana 
de esta batalla auxiliando al débil; era ley de la naturaleza que el débil 
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tenía que desaparecer. Bajo una forma un tanto diferente, Spencer estaba 
expresando el interés eugenésico de Galton por el mejora-miento de la 
especie. Es probable que este aspecto de su pensamiento haya empeorado la 
reputación de ambos; ésta es la razón a la que aludirnos antes, al señalar que 
Galton no ha recibido el reconocimiento que aparentemente mere-ce. El 
concepto de eugenesia jamás fue popular en las sociedades democráticas, y 
mucho menos después del intento de Hitler de "mejorar la especie" ex-
terminando a millones de judíos. Por este motivo, es probable que, a la 
larga, tanto Spencer como Galton hayan hecho tanto para dificultar el 
desarrollo de la psicología funcionalista como lo hicieron para que 
progresara. 
Spencer se destacaría incluso en un catálogo de genios excéntricos. 
Anticipó a Darwin con una teoría de la evolución que tuvo la mala fortuna de 
ser lamarckiana y, en consecuencia, no tuvo influencia durante mucho 
tiempo. Infortunadamente también, Spencer no se inclinaba a basar sus 
opiniones en un examen minucioso de los datos. Según Irvine: 
 
Ningún pensador moderno ha leído tan poco a fin de escribir tanto. 
Se preparó para su Psychology primordialmente mediante una lectura 
cuidadosa de Prolegomena logicae de Mansel, y para su Biology, 
mediante un examen a fondo de los Principies of comparative 
physiology de Carpenter. Elaboró un tratado de sociología sin leer a 
Comte, y un tratado sobre ética aparentemente sin haber leído nada. 
...Había descubierto que sus "sensaciones de cabeza", con sus 
ramificaciones acompañantes, se debían a un deterioro en la 
irrigación sanguínea al cereb r o . . . por lo tanto. . . Algunos de los 
capítulos más profundos y difíciles de la Psychology fueron 
dictados... durante los intervalos de un partido de tenis jugado cerca 
de Londres. Su vida racional no se hizo menos excéntrica con el paso 
de los años (1963, págs. 287-288). 
 
A pesar de sus extravagancias, de las que lo que antecede es sólo un leve 
indicio, Spencer produjo la primera psicología completamente evolutiva. 
Darwin menciona expresamente The principies of psychology (1855) de 
Spencer y señala que trazó los lineamientos que debe seguir el desarrollo 
de la psicología evolutiva. Lo cual es un tantoextraño puesto que Darwin 
hace este comentario en The origin of species (1859), ¡que fue la primera 
exposición completa de la propia teoría darviniana! 
Además, como lo hemos visto, Spencer no titubeó, como el cauto 
Darwin, en hacer amplias caracterizaciones de la teoría evolucionista y 
en trazar analogías con la sociedad (véase Spencer, 1961; publicado 
por primera vez en 1863). En consecuencia, su influencia se hizo sentir 
—aunque no fue siempre favorablemente acogida— en el pensamiento 
social, la sociología y la psicología social (véase Hofstadter, 1955). 
Spencer vio con claridad que los tipos de cambios que se producen en 
la vida del individuo por medio del aprendizaje podrían ocurrir, 
mediante la selección, en la vida de las especies. Lamentablemente, 
decidió que las asociaciones adquiridas por el organismo individual se 
podían transmitir genéticamente; es decir, creía que Lamarck estaba 
en lo exacto. Se había persuadido de la exactitud de Lamarck leyendo 
los argumentos en contra de su teoría, lo cual indica que la testarudez 
de Spencer no siempre le dio resultado. Si Spencer hubiese rechazado 
a Lamarck, o siquiera no hubiese abierto juicio, podría haber sido 
considerado un gran psicólogo en lugar de ser uno más entre los 
muchos antecedentes del funcionalismo. Aun así, la idea de atribuir los 
cambios evolutivos y los cambios con el aprendizaje a un marco de 
referencia común, pero con una escala de tiempo diferente, es muy 
importante (véase en Fisher, 1966, un estudio del tema). Podemos 
esperar que la psicología y la biología modernas sean capaces de 
demostrar que incluso intervienen materiales comunes —quizá con la 
participación de materiales genéticos como el ADN (ácido 
desoxirribonucleico) o el ARN (ácido ribonucleico) en el proceso de 
aprendizaje. 
 
LA PSICOLOGÍA DE JAMES 
 
William James (1842-1910) fue el principal antecedente norteamericano 
del funcionalismo, si preferimos no considerarlo su fundador. Su obra en 
dos volúmenes, The principies of psychology (1890), era un clásico 
virtualmente antes de su publicación, ya que gran parte del libro había 
aparecido en forma periódica, a medida que se iban completando los 
capítulos. Watson (1968) figura entre los que han señalado que esta obra 
es todavía leída por quienes no tienen necesidad de hacerlo, ¡un raro 
tributo para un libro de texto! James fue también ungido como el más 
grande de los psicólogos norteamericanos por sus colegas en una 
encuesta realizada después de 1950. ¡Lo que no está nada mal para un 
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hombre que escribió un solo libro y que no hizo nada en psicología después de 
1890! 
Parte de la popularidad de James se debe a la personalidad amable y en-
tusiasta que aflora en sus escritos. Joncich (1968) afirma de James que "el 
último libre que leía era siempre una gran obra y la última persona que veía, 
un hombre maravilloso" (pág. 434). Considerando lo que James dijo con 
respecto al tipo de psicología fechneriana (algo que examinaremos con más 
detalle en un momento) hay que pensar que Joncich debe haber estado 
hablando de manera un tanto hiperbólica. James llegó incluso a llamar a 
Herbert Spencer ignoran-te, y dijo que no tenía habilidad para elaborar nada 
en detalle. Pero Joncich es-taba correcto en lo esencial; James tenía 
entusiasmo incluso por las cosas que le desagradaban, y sin duda era feliz 
toda vez que encontraba algo sobre lo cual podía entusiasmarse. 
Esta personalidad no le permitió a James ser un gran experimentalista. Su 
contribución al desarrollo de la psicología se debió a su capacidad para sinteti-
zar los principios psicológicos sugeridos por los experimentos de otros, para 
efectuar conjeturas intuitivas allí donde faltaba el conocimiento y para pre-
sentar los resultados en un envoltorio verbal increíblemente atractivo. Durante 
años, el dicho favorito de los psicólogos ha sido que William James era un psi-
cólogo que escribía como un novelista, en tanto que su hermano Henry era un 
novelista que escribía como un psicólogo. 
Cronológicamente, James está entre Wundt (diez años mayor) y Titchener 
(veinticinco años menor). Como ha señalado Heidbreder (1933), James prece-
de y sucede a Titchener, en el sentido de que sus ideas reconocen raíces 
meta-físicas más antiguas, y al mismo tiempo han perdido tan poco de su 
frescura que aún ahora no sólo es agradable leerlo sino que resulta 
sorprendentemente moderno, aunque necesariamente pasado de moda en 
muchos temas. James tenía un talento poco usual que lo hacía práctico, fácil 
de leer, interesante y popular, imponiendo al mismo tiempo respeto científico. 
De ninguna manera sus escritos fueron una mera divulgación; por el contrario, 
incluyeron mucho pensamiento e interpretación originales. 
James perteneció a una conocida familia de Nueva Inglaterra. Desde bastante 
temprano comenzó a manifestar su talento para descubrir lo que no era; estudió 
arte durante un año, y decidió que no era artista; recogió luego especímenes con 
el gran naturalista Louis Agassiz, y descubrió que no servía para eso, siguió 
después estudios de medicina, con muchas interrupciones a causa de su mala 
salud, para descubrir finalmente que no era médico. Lo que sí obtuvo fue un 
nombramiento para enseñar anatomía en Harvard, y en realidad enseñó 
psicología fisiológica, para lo cual estableció un pequeño laboratorio para 
demostraciones en 1875, exactamente en el momento en que Wundt 
estaba haciendo lo mismo en Leipzig. Poco después se embarcó en su 
última gran aventura para descubrir lo que no era: empezó a escribir su 
gran The principies of psychology (1890), que lo llevó, una vez 
completado, a decidir que no existía una ciencia-de la psicología. Se 
dedicó entonces cada vez más a la filosofía (fue un filósofo de alma toda 
su vida), y pronto tuvo éxito en lograr que Hugo Munsterberg fuera a 
Harvard y asumiera las responsabilidades relacionadas con el laboratorio 
de psicología. Después de la llegada de Munsterberg, en 1897, James 
siguió escribiendo prolíficamente, y tanto Talks to teachers en 1899 como 
Varieties of religious experiencie de 1901 v 1902, concitan el interés de 
los psicólogos. 
 
James como crítico 
 
James se rebeló contra lo que él consideraba la estrechez, artificialidad y 
falta de agudeza de la tradición alemana o wundtiana en psicología, 
ejemplificada por Titchener y la escuela de Cornell. James fue un factor 
muy importante, que llevó a la protesta más general formulada 
posteriormente por los funcionalistas. Es mejor que dejemos hablar a 
James, para mostrar la fuerza de su crítica al mismo tiempo que la fluidez 
y el carácter persuasivo de su estilo literario. Decía de Fechner, por 
ejemplo: 
Pero sería terrible que un anciano tan querido pudiera entristecer 
nuestra ciencia para siempre con sus pacientes extravagancias, y 
en un mundo tan lleno de objetos de atención más nutritivos 
forzara a todos los estudiosos futuros a transitar las dificultades, 
no sólo de sus propios trabajos, sino de los otros, más áridos aun, 
escritos para refutarle (1890, I, pág. 549). 
 
Y hablando en forma más general de la posterior psicología wundtiana: 
En el espacio de unos pocos años ha surgido en Alemania lo que 
puede llamarse una psicología microscópica, llevada a cabo con 
métodos experimentales, que exige en todo momento datos 
introspectivos, pero elimina la incertidumbre de éstos al operar en 
gran escala y extraer medias estadísticas. Este método exige al 
máximo a la paciencia, y difícilmente hubiera aparecido en un país 
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cuyos nativos pudieran aburrirse. Alemanes como Weber, Fechner, 
Vierordt y Wundt, evidente-mente no pueden; y su éxito ha arrastrado a 
un ejército de psicólogos experimentales más jóvenes, dedicados a 
estudiar los elementos de la vida mental, disociarlos de los resultados 
gruesos donde están incrusta-dos, y en lo posible reducirlos a escalas 
cuantitativas. Habiendo agota-do sus posibilidades el método simple y 
franco de ataque, se prueba el método de la paciencia, tratando de 
tomar la plaza por hambre y por cansancio; la mente debe soportar un 
sitio regular, en el cual las ventajas minúsculas ganadas día y noche 
por las fuerzas que la cercan se sumarán hasta obtener su rendición. 
Hay poco del gran estilo en estos nuevos filósofos del prisma, el 
péndulo y el cronómetro. Les interesan los negocios, no las proezas. Lo 
que no han hecho la generosa adivinación, y esa superioridad de virtud 
que, como enseñaba Cicerón, da a un hombre la mejor comprensión de 
la naturaleza, lo realizarán sin duda algún día su constante espiar y 
raspar, su tenacidad implacable y su destreza casi diabólica (1890, I , 
págs. 192 y sigs.). 
 
El programa positivo 
 
Sería erróneo suponer que James no fue más que un crítico inteligente del ele-
mentalismo y el introspeccionismo wundtiano. Por el contrario, formuló un 
extenso programa positivo para la psicología. Aunque personalmente prefería 
no experimentar, reconocía el valor y la necesidad del método experimental, 
tanto para la psicología como para las disciplinas más antiguas. Sin embargo, 
hablando en términos más amplios, la nota clave de su programa es su acento 
en el pragmatismo, que implica que la validación de cualquier conocimiento 
debe hacerse en términos de sus consecuencias, valores o utilidad. Según 
James, el conocimiento útil para la psicología provendría de estudiar por igual 
la conciencia, las diferencias individuales y los principios generalizados, la 
emoción y los impulsos irracionales, y las capacidades intelectuales. 
En el fundamento de todos estos tipos de estudio, estaba el supuesto gene-
ral de que la psicología debe estudiar funciones: que la psicología es una parte 
de la ciencia biológica y el hombre debe ser considerado en su adaptación y 
readaptación al ambiente. De acuerdo con la nueva e influyente teoría de la 
evolución, James opinaba que la conducta del hombre, y especialmente su 
mente, de-be tener alguna función que justifique su supervivencia. A lo largo 
de sus escritos, se hacen evidentes también los efectos de la formación 
médica de James, por ejemplo cuando acentúa la importancia de las 
condiciones de la mente y la conducta; para él, "condiciones" significaba 
"sistema nervioso". James mantuvo un activo interés, al menos en un 
nivel literario, por la teorización neurofisiológica. Su contribución original 
más famosa —su teoría de la emoción— es un buen ejemplo de esta 
tendencia, ya que James hace de la realimentación sensorial proveniente 
de las acciones corporales, el punto central del proceso emocional. 
 
La conciencia en James 
 
El contraste entre la amplitud de los puntos de vista de James sobre la 
conciencia, y los de Titchener, es especialmente instructivo como clave para 
comprender la diferencia entre los enfoques estructural y funcional. En 
primer lugar, James señaló las características de la conciencia, que son 
estudiadas sola-mente por la psicología: es personal, individualista —
pertenece a una sola persona; es siempre cambiante—, es esencialmente 
un proceso y debe ser estudiado ante todo como tal (su famosa expresión 
"corriente de la conciencia" fue acuñada para expresar esta propiedad); es 
sensiblemente continua —a pesar de las brechas se mantiene siempre la 
identidad individual—; es selectiva: elige, proveyendo la atención, la 
pertinacia y la continuidad de la elección; y ocurre tanto de una manera 
transitiva como de una manera sustantiva. 
Este último punto, la dicotomía entre el contenido claro y los llamados 
estados marginales de la conciencia, es uno de los puntos más dignos de 
atención en la posición de James. Este sostenía que los procesos 
conscientes transitivos no son notados con tanta facilidad, pero son muy 
importantes y no se les ha estudiado lo suficiente. Pensaba que todas las 
ideas ingresan en la conciencia como transitivas, marginales en cuanto a 
la atención y a menudo evanescentes, y pueden o no pasar a la forma 
sustantiva, en la cual la idea tiene más estabilidad, más "sustancia". En 
todo caso, las ideas transitivas marginales (como la falta de familiaridad, 
relación. y otras semejantes) explican muchos significados y conductas. 
En segundo lugar, James puso énfasis en la finalidad de la conciencia. 
Aquí, como se ha sugerido, recibió una gran influencia de la nueva teoría 
evolucionista; opinaba que la conciencia debe tener alguna utilidad 
biológica, o de lo contrario no hubiera sobrevivido. Su función es hacer 
del ser humano un animal mejor adaptado, capacitarlo para elegir. La 
elección consciente contrasta con el hábito, que se hace involuntario e 
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inconsciente. La conciencia tiende a entrar en juego cuando hay un problema 
nuevo, cuando se necesita una nueva adaptación. Su valor de supervivencia, 
de acuerdo con el razonamiento de James, se relaciona con el sistema 
nervioso (1890): "La distribución de la conciencia muestra que ésta es 
exactamente como podría esperarse de un órgano agregado con el objeto de 
gobernar un sistema nervioso que ha llegado a ser demasiado complejo para 
regularse a sí mismo" (pág. 144). 
En tercer lugar, James pensaba que la psicología debía estudiar las 
condiciones de la conciencia. A diferencia de Titchener, cuya posición al 
respecto era un paralelismo psicofísico, James opinaba que la conciencia no 
podía considerarse aparte del cuerpo. En los Principies of psychology, James 
examinó en detalle las soluciones de su época para el problema mente-cuerpo 
y encontró que debía rechazarlas en su totalidad. Sin embargo, su perspectiva 
funcional de la conciencia parecía implicar una interacción: ¿cómo podría la 
conciencia "controlar" el sistema nervioso si no pudieran influirse mutuamente? 
Las especulaciones de James sobre la acción ideomotriz parecen confirmar 
esta interpretación. James afirmaba que los procesos sensoriales tendían a 
expresarse en procesos motores a menos que algo los inhibiera; en 
consecuencia, es de suponer que una idea, a menos que otras la inhiban, 
conducirá más o menos directamente a la acción. El propio ejemplo que da 
James del valor de esta hipó-tesis es que si uno tiene problemas para 
levantarse a la mañana, lo que debe hacer es simplemente tener en mente el 
levantarse y desalojar todas las ideas que se le opongan. De acuerdo con esta 
hipótesis, no tardará uno en encontrarse levantado. 
Hemos mencionado ya que James experimentaba la clásica aversión del autor 
de manuales hacia su producto, cuando dijo, al finalizarlo, que su libro sólo 
probaba "que no existe una ciencia de la psicología" y que la psicología está 
todavía en "una condición anterior a la ciencia" (Boring, 1950, pág. 511). No obs-
tante, incluso en la actualidad James parece tener a veces una increíble 
modernidad. Hermstein y Boring (1965, págs. 483-495) presentan una selección 
de escritos de James en la que lo vemos refutar brillantemente los argumentos 
que unos veinticinco años después John B. Watson utilizaría como 
fundamentos de la psicología conductista. Esto demuestra que tales problemas 
ya estaban en el aire en 1890, pero sirve también para mostrar a un James 
incisivo como siempre, capaz de reconocer y exhibircon precisión quirúrgica 
los problemas metodológicos más críticos. ¡Volveremos a encontrar estas 
mismas características cuan-do exploremos los antecedentes de la psicología 
de la Gestalt! 
Examinaremos ahora brevemente a otro de los primeros psicólogos 
norteamericanos que desempeñaron una parte importante en la 
tradición funcionalista. Un rasgo peculiar de la historia de la psicología 
en los Estados Unidos es que, después de James, la psicología 
funcionalista mostró una tendencia a ser cada vez menos funcional a 
medida que se iba desarrollando. Nadie está seguro acerca de cuál es 
la causa de esto; sin embargo, podemos aventurar una hipótesis 
razonable. La psicología funcionalista es hija de la teoría de la 
evolución, y su foco central consistiría en la adaptación del organismo a 
su medio. Para mantener ese foco en el centro de nuestra atención es 
preciso que estudiemos el organismo en su medio. Sin embargo, la 
mayoría de los pioneros del funcionalismo norteamericano sufrieron, en 
cierta medida, la influencia de Wundt, con su énfasis sobre la ciencia 
pura y las virtudes casi exclusivas del enfoque experimental. Por 
consiguiente, en el período que va desde James hasta la época más 
reciente, el funcionalismo ha tendido a ser una unión bastante inestable 
entre una filosofía evolucionista y una metodología experimental. Toda 
vez que en este matrimonio se produjeron conflictos, se vio que el jefe 
de la familia era la metodología. 
 
PIONEROS DEL FUNCIONALISMO 
NORTEAMERICANO G. Stanley Hall 
 
Granville Stanley Hall (1844-1924) puede servir, en algunos aspectos, de 
prototipo de la clase de psicólogo híbrido que combina los rasgos de 
Wundt con los de James. En 1878, durante la época de James, obtuvo el 
primer doctorado norteamericano en psicología; viajó después a Leipzig 
para estudiar dos años más con Wundt, fue vecino de Fechner y estudió 
con Ludwig. Poco después de su regreso, en 1883, fundó en la 
Universidad de Johns Hopkins, uno de los primeros laboratorios 
psicológicos. Sin embargo, no debemos hacer a un lado el aspecto 
híbrido de Hall; no tenía demasiado de experimentalista y efectuó la 
mayor parte de su contribución a la psicología por vía de una ruta 
eminente-mente práctica y administrativa. Pero antes de proseguir con 
esa historia, echemos un vistazo a los primeros años de su vida. 
Hall nació en Ashfield, Massachusetts. Según se informa en el 
excelente libro de Dorothy Ross (1972), el padre de Hall se dedicó a las 
tareas agrícolas después del nacimiento de su hijo —aunque antes había 
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Para profundizar en este tipo de contenidos consulte la obra: 
Marx, M.H. y Hillix (1987) Sistemas y teorías Psicológicas Contemporáneos. México. Paidos. 
 
 UNIDAD I LOS SISTEMAS DE LA PSICOLOGÍA CIENTÍFICA 
trabajado durante un tiempo como maestro de escuela— y en su granja hacía 
hincapié en la inteligencia y la innovación. Los padres de Hall compartían 
fuertes convicciones religiosas, que tuvieron mucho que ver con el hecho de 
que él asistiera al Williams College para prepararse para el ministerio religioso. 
Pasó después al Union Theological Seminary para completar su preparación, 
pero allí se inclinó por la filosofía y no tardó en partir hacia Alemania, donde 
estudió en la Universidad de Berlín hasta que, al quedarse sin dinero, tuvo que 
regresar a los Estados Unidos, don-de concluyó sus estudios de teología. Sin 
embargo, su contacto con la filoso-fía lo había impregnado de un indeleble tinte 
liberal y alcanzó a predicar sólo durante diez semanas antes de resolver sus 
conflictos religiosos lo suficiente como para decidirse por un carrera 
académica. 
Hemos visto que pasó cierto tiempo antes de que terminara recibiendo su 
diploma de manos de James en Harvard, momento en el cual tenía alrededor 
de treinta y cuatro años. Tenía treinta y seis cuando regresó a Leipzig para 
embarcarse en la principal empresa de su vida. No obstante, la suya fue una 
de las carreras más sorprendentemente activas y variadas para cualquier 
psicólogo profesional. En 1887 fundó el American Journal of Psychology. En 
1888 se le llamó para presidir una nueva escuela para graduados, la 
Universidad de Clark, en Massachusetts. En 1891 fundó el Pedagogical 
Seminary (actualmente Journal of Genetic Psychology). En 1892, el mismo 
año en que Titchener llegó a Estados Unidos, se planeó, durante una 
conferencia en su estudio, la American Psychological Association, y él fue su 
primer presidente. 
El desarrollo de la psicología como disciplina académica científica, hecho 
por Hall en Clark, posee un considerable interés: su resultado fue la inusual 
situación de que la disciplina científica más nueva asumiera la parte más 
importante en esta institución, cuyo propósito primario era el entrenamiento 
científico. Hall trajo a E.C. Sanford, de Hopkins, para encabezar el 
laboratorio, y mantuvo un activo interés personal en la psicología. 
Fue también el responsable de la fotografía más famosa en la historia de la 
psicología. La Universidad de Clark iba a celebrar su vigésimo aniversario. 
Hall, siempre abierto y atento a los avances más modernos, logró que Freud, 
Jung y Ferenczi. tres psicoanalistas sobresalientes viajaran desde Europa 
para la celebración, en 1909. Naturalmente, con semejante cebo en el 
anzuelo, también asistieron muchos de los más famosos psicólogos de los 
Estados Unidos: William James, en el año anterior al de su muerte, el propio 
Hall y otros. El retrato que se tomó de este grupo es uno de los más 
conocidos por aquellos que sienten algún interés por la historia de la 
psicología. 
Hall continuó desarrollando nuevas áreas de la psicología, 
comenzando por la psicología infantil —donde popularizó el empleo del 
cuestionario como instrumento de investigación—, pasando por la 
psicología adolescente —sobre la cual escribió dos grandes volúmenes 
titulados Adolescence, probablemente sus publicaciones más 
influyentes— y tomando por fin la psicología de la vejez (publicó 
Senescence a una edad muy adecuada, ¡setenta y ocho años!). 
Además trabajó en diversos campos de la psicología aplicada: 
psicología educacional, psicología sexual (luego do descubrir a Freud, 
en quien se interesó tempranamente), psicología de la religión (su libro 
Jesus, the Christ, in the light of psychology representa un resurgimiento 
de sus intereses teológicos), ¡e incluso sensaciones alimentarias! 
La influencia de Hall se hizo sentir en su mayor parte de una manera in-
directa a través de la apertura de esta gran variedad de campos de interés 
y actividad. Todos ellos tenían un sabor utilitario o funcional, en contraste 
con el introspeccionismo estricto de Titchener. Aunque quienes alcanzaron 
el título de doctor en filosofía bajo la dirección de Hall en Clark fueron 
ochenta y uno (en contraste con los cuarenta y cinco que lograron en 
Cornell en época de Titchener), pocos de ellos llegaron a ser prominentes 
en psicología. Quizás el mejor conocido es Lewis Terman, quien durante 
mucho tiempo fue líder en el campo de los tests y de las diferencias 
individuales. Un dato sugestivo sobre la influencia personal de Hall, lo 
constituye el hecho de que un tercio de sus candidatos al doctorado hayan 
pasado finalmente a ocupar, como él mismo, posiciones administrativas. En 
todo caso, la carrera de este hombre notabilísimo tuvo mucho que ver con 
el matizado desarrollo de la psicología norteamericana de los primeros 
tiempos, y particularmente con la fuerza de la marea que llevaba hacia el 
funcionalismo. 
 
James McKeen Cattell 
 
Ya hemos presentado a James McKeen Cattell (1860-1944) como aquel 
impetuoso joven norteamericano que se autodesignó primer ayudante de 
Wundt. Eso ocurrió en 1883, el ano en el que Hall había iniciado el 
laboratorio en Johns Hopkins tras regresar de Leipzig. Cattell siguió 
mostrando su naturaleza agresiva, obstinada y enérgica negándose con 
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tesón a aceptar la definición de psicología de Wundt. 
Después de tres años, Cattell regresó a los Estados Unidos y fundó el 
laboratorio de psicología en la Universidad de Pennsylvania. En 1891, se trasladó 
a la Universidad de Columbia y volvió a fundar un laboratorio. Allí estaba cuando 
llegó Thorndike con su cesta llena de pelitos entrenados, empollados y educados 
en el sótano de James. 
Cattell fue despedido de Columbia en 1917 a causa de su manifiesto pacifismo; 
aparentemente recordaba demasiado bien a Wundt y sus colegas de Leipzig, aun 
cuando tampoco había aceptado nunca los pronunciamientos autoritarios de 
éstos. 
No tuvo necesidad de pasar hambre después de ser despedido del mundo 
académico. Simplemente dedicó su tiempo a administrar las lucrativas empresas 
que ya había fundado: la Psychological Corporation, la revista Science, que es 
toda-vía el órgano oficial de la American Association for the Advancement of 
Science; la publicación biográfica periódica, American Men of Science, y la 
Psychological Review, que fundó en 1894 junto con James Mark Baldwin. Todas 
estas empresas contribuyeron de una manera u otra al desarrollo de la psicología, 
y la Psychological Corporation en especial demostró que la psicología se podía 
aplicar fuera del aula y del consultorio. 
De importancia más directa para el desarrollo del funcionalismo fue la 
promoción de los tests mentales que hizo Cattell. En la década de 1890, antes de 
que apareciera la escala de Binet-Simon, Cattell administraba tests mentales y 
físicos, de un tipo relativamente simple, a los estudiantes de la Universidad de 
Columbia. Sin embargo, el éxito de aquella batería más amplia eclipsó el trabajo 
anterior en Columbia. Cattell continuó con su actividad en el campo de las 
diferencias y capacidades individuales (por ejemplo, en la percepción y la lectura, 
en asociación libre y controlada) y trabajó en años posteriores primordialmente a 
través de la Psychological Corporation. 
 
ESTABLECIMIENTO DEL FUNCIONALISMO 
 
El funcionalismo como escuela comenzó en la Universidad de Chicago, con John 
Dewey y James Angell, quienes llegaron en 1894, para enseñar en la nueva 
universidad. Angell había estudiado previamente con Dewey, en la Universidad de 
Michigan, con James en Havard y con Erdmann en Halle, Alemania. 
 
John Dewey 
 
John Dewey (1859-1952), filósofo, educador y psicólogo, fue uno de los 
norteamericanos más ilustres de los últimos tiempos. Estudió con Hall en 
Hopkins, se doctoró allí y enseñó en Michigan y Minnesota antes de ir a 
Chicago. Fue Dewey quien envió a Angell de Michigan a Harvard para que 
estudiara con James. Algunas veces nos sorprende la cantidad de 
interrelaciones que el estudio detallado revela entre las figuras prominentes 
de la historia de la psicología. Probable-mente no sea tanto así en lo que 
respecta a los hombres que acabamos de mencionar, que pertenecían a 
una tradición común, como lo es en el caso de Watson y Titchener, sobre 
los que hablamos en el capítulo anterior. Nuestras categorías conceptuales 
parecen hacernos visualizar las reuniones de la American Psychological 
Association en el pasado como si hubiesen tenido lugar en un enorme salón 
con carteles en los que se leyera: "Estructuralistas, inscribirse y reunirse 
aquí", "Funcionalistas, inscribirse y reunirse aquí", etcétera. Sin embargo, 
en seguida advertimos que si tal reunión se celebrara hoy, los psicólogos se 
harían visitas sin tomar en cuenta, para nada, sus convicciones 
sistemáticas. Así lo hacía la última generación; si bien los psicólogos se 
asociaban, hasta cierto punto, de manera selectiva, había mucha mezcla y 
los psicólogos conocidos estaban al tanto del trabajo de los demás. 
De todos modos, mantener separados a los grupos no habría ayudado a 
las relaciones personales. Titchener no habría podido encontrarse con su 
amigo Watson (dejando de lado el hecho de que Titchener no tuvo nada 
que ver con la American Psychological Association después de los primeros 
años y por lo tanto no habría asistido a esas reuniones que imaginamos). 
Dewey habría tenido que encontrarse con G. Stanley Hall, su maestro y 
colega funcionalista, pero ambos se tenían una profunda aversión. Dewey 
no habría tenido oportunidad de compartir sus sentimientos con Wundt, que 
estaba muy enojado con Hall pues éste había escrito una biografía sobre él, 
que Wundt calificaba de "una invención de cabo a rabo". ¡Por lo tanto 
parece justo que nunca nos hayamos segregado por razones de 
sistema! 
Volviendo a Dewey, en 1886 lo encontramos muy feliz por la 
publicación de su nueva obra, Psychology. Su felicidad estaba 
justificada, porque el libro fue muy popular desde el principio; aunque 
fue efímero, por cuanto, como sabemos, en 1890 James habría de 
publicar sus Principies, un libro contra el cual ningún otro podía 
competir. 
Diez años después de la aparición de su libro, Dewey hizo una 
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contribución más influyente, en un breve escrito titulado "El concepto del arco 
reflejo en psicología" (1896). El artículo se transformó en un clásico, y se lo 
considera el mojón más significativo en el comienzo del movimiento 
funcionalista. Dewey objetó el análisis del arco reflejo, que cortaba la 
conducta en unidades de estímulo y de respuesta separadas y por lo tanto 
suponía que los nervios sensoriales y motores que participaban en los 
reflejos actuaban de modo separado. Según el esquema del arco reflejo, la 
cadena conductal puede dividirse en: 1) un componente aferente, o 
sensorial, iniciado por el estímulo y mediatizado por los nervios sensoriales; 
2) un componente de control, o asociativo, mediatiza-do por la médula 
espinal y el cerebro, y 3) un componente eferente, o motor, mediatizado por 
los nervios motores y que culmina en una respuesta. 
Dewey tomó ejemplos de James y de Baldwin para mostrar el carácter 
inadecuado de sus formulaciones de la conducta en función de reflejos. 
Desarrolló una posición organísmica, entendiendo la conducta como una 
coordinación total que adapta el organismo a una situación. Siguió el 
espíritu de James cuando éste insistía en la continuidad de la conciencia, 
más que cuando hablaba sobre la acción refleja. Dewey consideraba que 
estímulo y respuesta eran abstracciones convenientes más que realidades, y 
señalaba la necesidad de tener una respuesta antes de que podamos decir 
con sentido que tenemos un estímulo; el reflejo total no es un compuesto 
formado por un estímulo y una respuesta sucesivos, porque no existe tal 
relación sucesiva. La distinción entre estímulo y respuesta es artificial; es un 
resultado de seguir sosteniendo el antiguo dualismo mente-cuerpo. ( ¡Dewey 
decía esto en 1896!) Los dos puntos principales de la formulación de Dewey 
son: a) que debe considerarse la conducta tal como funciona, y b) que deben 
emplearse unidades molares para prevenir un exceso de análisis 
elementalista. El primer punto marcó el comienzo de la psicología 
funcionalista, y el segundo fue una afirmación guestaltista formulada veinte 
años antes de que existiera la psicología de la Gestalt. 
El aspecto funcionalista del artículo de Dewey se revela en el siguiente 
párrafo: 
 
El hecho es que el estímulo y la respuesta no son distinciones 
de la existencia sino distinciones teleológicas, es decir, 
distinciones de la función, o parte desempeñada, con referencia 
a la consecución o conservación de un fin. . . Hay simplemente 
una secuencia de actos cuidadosamenteordenada, todos 
adaptados en sí mismos y en el orden de su secuencia, 
para alcanzar cierto fin objetivo, la reproducción de la 
especie, la preservación de la vida, la locomoción a cierto 
lugar. El fin se ha organizado completamente en los medios 
(1896, págs. 365-366 ). 
 
Infortunadamente, el trabajo sobre el arco reflejo fue la última contribu-
ción de Dewey a la psicología propiamente dicha. Durante su permanencia 
en Chicago trabajó sobre todo en educación y filosofía. Estableció el 
programa para el movimiento de la educación progresiva en una 
comunicación sobre "La psicología y la práctica social" (1900) leída al 
retirarse como presidente de la American Psychological Association. 
Dewey continuó siendo la cabeza titular de este movimiento hasta su 
muerte. Más que nadie fue responsable de la aplicación del pragmatismo 
a la educación: la noción de que la educación es la vida, aprender es 
hacer, -y que la enseñanza debe centrarse en el estudiante más que en el 
tema. No podemos hacer responsable a Dewey por los excesos oca-
sionales de sus seguidores en el movimiento de la educación progresiva. 
Rara vez los seguidores les piden a sus líderes que aprueben las nuevas 
interpretaciones y aplicaciones antes de ponerlas en práctica. Dewey 
simplemente tuvo que pagar el precio de la fama cargando con los errores 
de otros. En 1904, fue designado profesor de filosofía del Teachers 
College de la Universidad de Columbia, y permaneció allí el resto de su 
carrera. 
Dewey, al igual que William James, fue siempre en realidad un 
filósofo, no importa cuál fuera el cargo académico que estuviese 
ejerciendo en ese momento. En consecuencia, su importancia dentro 
de la psicología no proviene primordialmente de sus contribuciones al 
objeto de estudio. Se lo recuerda por su estímulo a los demás, sobre 
todo gracias al delineamiento por él efectuado de los fundamentos 
filosóficos del funcionalismo. 
 
James Rowland Angell 
 
Uno de los hombres sobre los que más influyó Dewey fue J. R. Angell 
(1869-1949). El interés de Angell en la vida académica se despertó por 
primera vez leyendo la Psychology de Dewey, y posteriormente fue 
discípulo de él en la Universidad de Michigan. El padre de Angel] era 
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presidente de esa institución y fue allí donde Angell recibió su master con 
especialización en filosofía. 
Después de estudiar con Dewey, fue a Harvard a estudiar durante algún 
tiempo con James, después de lo cual partió hacia Alemania. Esperaba 
estudiar con Wundt, pero el laboratorio estaba completo, por lo que cursó un 
semestre en Berlín e hizo después otro en Halle con Erdmann. Cuando su 
tesis en filosofía estaba casi concluida, recibió la oferta de asumir de 
inmediato una cátedra en la Universidad de Minnesota. Aceptar el cargo 
significaba para él poder casarse después de cuatro años de noviazgo. En 
este punto Angell demostró su herencia realmente evolucionista, por cuanto 
retornó a toda prisa a Minnesota; nunca tuvo tiempo en su vida turbulenta de 
volver por el doctorado en filoso-fía, aunque posteriormente recibió títulos 
honoris causa. Angell pasó un año en Minnesota antes de recibir una oferta 
de la Universidad de Chicago, donde volvería a reunirse con su amado 
maestro, John Dewey. Se trataba natural-mente de una oferta que no podía 
rechazar y una mudanza que daría por resultado una escuela de psicología. 
Angell llegó a Chicago en 1894. Su primer trabajo en colaboración con A. W 
Moore (1896) apareció en el mismo volumen de la Psychological Review que 
el artículo de Dewey sobre el arco reflejo. Era un estudio experimental de los 
tiempos de reacción. El trabajo de Angell y Moore intentaba resolver la 
controversia entre Titchener y Baldwin. Titchener sostenía que los tiempos de 
reacción eran más rápidos cuando el sujeto se concentraba en la respuesta 
(condición motriz); Baldwin sostenía que, por el contrario, eran más rápidos 
cuando el sujeto se concentraba en el estímulo (condición sensorial). Angell y 
Moore informaron que había amplias diferencias individuales en los tiempos 
de reacción entre sujetos principantes, siendo en algunos de éstos más 
rápidos los tiempos sensoriales, pero que con la práctica continuada 
generalmente se hacían más rápidos los tiempos motores. Esta solución 
señalaba la diferencia básica entre la posición estructuralista, con su énfasis 
en el observador muy entrenado, y la posición funcionalista en desarrollo, de 
Dewey sobre el arco reflejo. Era un estudio experimental de los artículo tiem-
pos de reacción. El trabajo de Angell y Moore intentaba resolver la 
controversia entre Titchener y Baldwin. Titchener sostenía que los tiempos de 
reacción eran más rápidos cuando el sujeto se concentraba en la respuesta 
(condición motriz); Baldwin sostenía que, por el contrario, eran más rápidos 
cuando el sujeto se concentraba en el estímulo (condición sensorial). Angell y 
Moore informaron que había amplias diferencias individuales en los tiempos 
de reacción entre sujetos principantes, siendo en algunos de éstos más 
rápidos los tiempos sensoriales, pero que con la con su aceptación de 
datos de observadores tanto principiantes como entrenados. 
En el escrito en que replicó a las críticas sobre su tipo de psicología, 
Titchener tomó prestado de James el término psicología estructuralista 
como opuesto a psicología funcionalista. Los términos estructural y 
funcional se emplearon como base para los recientemente definidos 
"ismos" en psicología. Titchener fue así el responsable de la 
denominación de ambos sistemas. 
Como ya hemos observado, Titchener estaba peleando y perdiendo la 
batalla. Al terminar el siglo, los desarrollos en psicología educacional, 
psicología animal, tests mentales y campos relacionados, ayudaban a 
fortalecer la posición funcionalista básica. Fue James Angell quien se 
transformó en el campeón de la nueva tendencia. Publicó un trabajo 
sobre las relaciones entre la psicología estructuralista y la funcionalista 
(1903), un manual (1904) y finalmente la ex-presión más clara de la 
posición funcionalista en su discurso (1906) como presidente de la 
American Psychological Association titulado "El campo de la psicología 
funcionalista": 
 
La psicología funcionalista es en la actualidad poco mas 
que un punto de vista, un programa, una ambición. Quizá 
su vitalidad provenga ante todo de su protesta contra las 
bondades exclusivas de otro punto de partida para el 
estudio de la mente, y por ahora disfruta al menos del 
peculiar vigor que por lo común acompaña al protestantismo 
de cualquier clase en sus primeros tiempos antes de 
hacerse respetable y ortodoxo. El momento parece propicio 
para intentar una caracterización algo más precisa del 
campo de la psicología funcionalista. (1907, págs. 61-94). 
 
En su discurso, Angell procedió a delinear tres concepciones distintas 
sobre la psicología funcionalista. En primer lugar, podría considerarse el 
funcionalismo como una psicología de las operaciones mentales, por 
contraste con una psicología de los elementos mentales. Este punto de vista 
presenta una antítesis directa entre las posiciones estructuralista y 
funcionalista. Desde el punto de vista funcionalista, señala Angell, la 
respuesta completa a la pregunta "¿qué?" con respecto a la mente, debe 
incluir respuesta a las preguntas corolarias "¿cómo?" y `¿por qué?" En 
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 UNIDAD I LOS SISTEMAS DE LA PSICOLOGÍA CIENTÍFICA 
segundo lugar, podría considerarse el funcionalismo como la psicologíade las 
utilidades fundamentales de la conciencia. En relación con esto, Angell presenta 
una perspectiva muy similar a la de James, donde la mente funciona como 
mediadora entre el organismo y su ambiente, y se hace activa sobre todo en la 
acomodación a una situación nueva. En tercer lugar, podría considerársela como 
la psicología de las relaciones psicofísicas. Aquí funcionalismo sería la psicología 
de la relación total entre el organismo y el ambiente, incluyendo todas las 
funciones mentales-corporales. Este tercer punto de vista abre la perspectiva del 
estudio de la conducta de hábito, no consciente. 
Angell creía que el primero y segundo puntos de vista eran demasiado es 
trechos; cada uno de ellos restringía el funcionalismo al estudio de la 
experiencia consciente, y el primero ponía demasiado énfasis en la oposición 
al estructuralismo. El tercer punto de vista era más satisfactorio, aunque 
Angell opinaba que las tres perspectivas del funcionalismo eran 
interdependientes. 
En Chicago, Angell logró que el departamento se separara del de filosofía, 
y se convirtió en su presidente cuando Dewey partió hacia Columbia. Hizo de 
este departamento un centro dedicado a los estudios funcionalistas, con la 
colaboración de estudiantes destacados como John B. Watson y Harvey Carr, 
entre otros. Después Angell dejó Chicago para presidir, tras muchas 
angustias, la Carnegie Corporation. Como había ocurrido en Minnesota, 
recibió de nuevo una oferta que no pudo rechazar: la presidencia de la 
Universidad de Yale, cargo que desempeñó con gran categoría desde 1921 
hasta su retiro, en 1937. Fue inevitable que durante estos años abandonara 
su intensa actividad en la psicología a causa de la presión de los asuntos 
administrativos. 
 
LA ESCUELA DE CHICAGO: HARVEY CARR 
 
También resultó inevitable que la psicología perdiera el liderazgo de un 
hombre como Angell, pero fue reemplazado por otro hombre capaz, tranquilo, 
modesto y subestimado, Harvey Carr (1873-1954). A Carr, un joven 
campesino proveniente de Indiana, no le resultó nada fácil abrirse camino en 
la Universidad de Chicago. Muy gradualmente fue desarrollando intereses 
intelectuales; asistió primero a un curso preparatorio y siguió luego dos años 
de estudios en la Universidad de DePauw. Posteriormente enfermó y tuvo que 
suspender su carrera mientras recuperaba su salud primero y su equilibrio 
financiero después, dando clases en una escuela rural cercana. Finalmente 
completó sus estudios en la Universidad de Colorado y prosiguió hasta 
obtener un master, antes de ir, a los 29 años, a Chicago a estudiar 
psicología experimental. En 1905, Can obtuvo el doctorado en filosofía, 
pero el título no llegó acompañado de ningún trabajo. Por fin, al concluir 
ese verano, consiguió empleo como profesor en una escuela secundaria 
de Texas; de allí pasó al Pratt Institute, donde estuvo dos años, y 
después volvió de nuevo a la Universidad de Chicago para tomar el 
lugar de Watson, que acababa de marcharse. Once años más tarde, 
sucedió de hecho a Angell como jefe del departamento de psicología, 
aunque su designación no se formalizó hasta dos años después. Harvey 
Carr había encontrado un lugar y se lo había ganado. Ya que fue con él 
que el funcionalismo de Chicago floreció y adquirió sus rasgos más 
definidos, hemos decidido examinar su sistema con cierto detalle, por 
considerarlo el representante más amplio y completo del funcionalismo. 
La actitud de Chicago mientras Carr estuvo allí fue tal que no alentó 
pequeñas disputas ni problemas con respecto a los sistemas. Se 
consideraba que lo que se hacía en Chicago era la psicología de la 
época, y aparentemente no se sentía la necesidad de una 
sistematización formal. Marx (1963, págs. 14 y sigs.) había ubicado la 
teorización funcionalista entre el enfoque deductivo en gran escala, en 
un-extremo y el enfoque puramente inductivo en el _otro. La tendencia 
funcionalista ha sido la de construir teorías muy limitadas y restringidas 
a los datos. A este respecto, los funcionalistas anticiparon la tendencia 
moderna hacia los sistemas matemáticos en miniatura. Puesto que los 
funcionalistas no intentaron elaborar un sistema cohesivo, no tuvieron 
necesidad de ignorar ningún dato en particular ni ningún enfoque de la 
psicología. 
Los funcionalistas tendían también a compartir el sentimiento de que 
las otras posiciones sistemáticas "nuevas", como el conductismo, la 
psicología de la Gestalt y el psicoanálisis, tenían poco que ofrecer. Se 
pensaba que estos movimientos eran desarrollos exagerados y muy 
dramatizados de aspectos relativa-mente limitados de la psicología. Así 
por ejemplo el conductista, con su insistencia en el empleo de 
mediciones de la conducta manifiesta, estaba meramente atacando allí 
donde ya los funcionalistas, de un modo más tranquilo, habían abierto 
las trincheras. El psicólogo de la Gestalt acentuaba las cuestiones rela-
tivas al campo de estimulación, que el funcionalista ya había estado 
investigan-do durante mucho tiempo. El psicoanalista señalaba la gran 
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Marx, M.H. y Hillix (1987) Sistemas y teorías Psicológicas Contemporáneos. México. Paidos. 
 
 UNIDAD I LOS SISTEMAS DE LA PSICOLOGÍA CIENTÍFICA 
importancia de la motivación, un concepto que había sido básico en todo 
momento para la insistencia funcionalista en la conducta intencional y 
adaptativa. Los funcionalistas opinaban que las nuevas escuelas agregaban 
poco a lo que su propia psicología omnicomprensiva había incluido siempre. 
Examinaremos sucintamente el funcionalismo de Carr tal como fue expues-
to en su libro Psychology, publicado en 1925, siguiendo una vez más el bos-
quejo derivado de los criterios de McGeoch para los sistemas de la psicología. 
El tema central de Carr es el de la adaptación del organismo, que lo define 
como a un funcionalista en el sentido más amplio de la palabra. 
 
 
Definición de la psicología 
 
La psicología es el estudio de la actividad mental, que a su vez es un término 
genérico para la conducta adaptativa. De acuerdo con Carr (1925, págs. 72 y 
sigs.), el acto adaptativo es el concepto clave en la psicología. Implica tres fases 
esenciales: 1) un estímulo motivador, 2) una situación sensorial, y 3) una 
respuesta que altera la situación para satisfacer las condiciones motivantes. El 
motivo es un estímulo que domina la conducta del organismo hasta que el 
organismo reacciona de manera tal que el estímulo deja de ser efectivo. 
Definidos así, los motivos no se consideran necesarios para la conducta, sino que 
se los concibe como fuerzas directivas que en general determinan lo que 
hacemos. Un acto adaptativo puede resolver un motivo de tres maneras distintas. 
El arto puede eliminar el estímulo, apartarlo mediante la introducción de un 
estímulo más fuerte, o resolverlo mediante una adaptación sensorial al estímulo. 
Carr opinaba que la conducta adaptativa era el objeto de estudio tanto de la 
psicología como de la fisiología. Sin embargo, las dos disciplinas debían 
distinguirse por los tipos de variables estudiados. Carr hizo la siguiente 
distinción: 
 
La psicología se interesa en todos los procesos que intervienen 
directamente en la adaptación del organismo a su ambiente, 
mientras que la fisiología sé- dedica á estudiar actividades vitales 
tales como la circulación, la digestión y el metabolismo, que 
concurren primordialmente al mantenimiento de la integridad 
estructural del organismo. (1925, pág. 7.) 
 
Carr adoptó una posición definida con respecto al papel de una psicología 
estrictamente introspectiva. Sostenía que la conciencia era una 
abstracción artificial, una reificación infortunada e innecesaria; se supone 
que existe algo, cuando todo lo que existe en la realidad es un conjunto 
de procesos. El concepto de conciencia es similar a otros conceptos 
abstractos como inteligencia, poder de lavoluntad y mente colectiva; 
ninguno de estos conceptos existe aparte de los actos y procesos que les 
dan significado, y ninguno puede servir di-rectamente como tema de 
investigación empírica. 
A este respecto, la posición de Can difiere de la de otros 
funcionalistas. Angell, por ejemplo, insistía en que era absolutamente 
necesario algún tipo de introspección para que los psicólogos llegasen a 
resultados significativos, y ya hemos visto el papel que James acordó a 
la conciencia en sus Principies. En este punto, Carr se aproximaba más a 
su condiscípulo John B. Watson, un hombre al que mucho admiraba. 
 
Postulados 
 
Al igual que en los otros sistemas psicológicos de los primeros tiempos, 
los postulados del funcionalismo no se enunciaron explícitamente. Sin 
embargo, se hacen evidentes varios supuestos: 1) La conducta es 
intrínsecamente adaptativa e intencional. 2) Todos los estímulos 
sensoriales afectan a la conducta, no sólo los motivos, tal como se los 
definió más arriba. Para Can, no había una diferencia absoluta entre un 
motivo y cualquier otro estímulo; un motivo podría volverse un estímulo 
ordinario después de haber sido resuelto como motivo. 3) Toda actividad 
es iniciada por algún tipo de estímulo sensorial; ninguna res-puesta 
ocurre sin su estímulo. 4) Cada respuesta modifica la situación estimu-
lante. Como lo señalara antes Dewey, la conducta es esencialmente un 
proceso continuo y coordinado. 
Como todos los demás sistemas, el funcionalismo tuvo también su cuota 
de preferencias metodológicas, a las que cabría considerar como cuasi 
postulados. Dos de las que parecían características de la escuela de 
Chicago —aunque al parecer no provienen de una perspectiva evolutiva— 
eran las que establecían que se debía claramente preferir el experimento a 
la observación naturalista y que el aprendizaje era el área clave para el 
estudio. Por consiguiente, el funcionalismo, tal como de hecho se 
desarrolló históricamente en los Estados Unidos, ten-día hacia el 
ambientalismo, cuando filosóficamente podríamos haber esperado que 
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Para profundizar en este tipo de contenidos consulte la obra: 
Marx, M.H. y Hillix (1987) Sistemas y teorías Psicológicas Contemporáneos. México. Paidos. 
 
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se inclinara hacia el lunatismo. 
 
Posición frente al problema mente-cuerpo 
 
Aquí Can siguió a Dewey más que a James, y minimizó el problema (véase 
en el cuadro 5 el resumen de las posiciones mente-cuerpo). Opinaba que no 
era necesaria una solución detallada, porque no existía un problema real. 
Simplemente se suponía la integridad psicofísica o integración del 
organismo. Así, el funcionalismo tiende a adoptar una posición monista o 
bien una posición de "doble-aspecto", pero no tiene una posición elaborada 
o sostenida con firmeza. Los primeros funcionalistas, como Angell, pueden 
haber tendido hacia un paralelismo, o quizá tomar una posición que 
implicara un aparente interaccionismo, como James; pero Carr opinaba que 
la psicología como ciencia empírica y natural no necesitaba preocuparse por 
problemas metafísicos. Can señaló la falta de adecuación del paralelismo 
psicofísico adoptado por Titchener, y la posición general funcionalista fue a 
su vez vigorosamente atacada por Watson, para quien en realidad era una 
posición interaccionista. Anteriormente, Angell había dicho que si se acepta 
la creencia funcionalista de que la conciencia tiene valor adaptativo, debe 
rechazarse una posición epifenomenista; aquella creencia parece realmente 
implicar un interaccionismo. 
 
Naturaleza de los datos 
 
A pesar de que en su énfasis en la adaptación del organismo al ambiente el 
funcionalismo tiene un sabor conductista, no elimina la introspección como 
método para obtener datos. Sus datos son tanto objetivos como subjetivos, 
con un acento cada vez mayor en el primer tipo, a medida que el funcionalis-
mo fue madurando como sistema. 
Hay amplios estudios de animales en la bibliografía experimental 
funcionalista, que ejemplifican el empleo de los datos objetivos. Por otra 
parte, los intereses de Can relacionados con la percepción y el pensamiento 
ejemplifican su utilización de conceptos que podrían no adecuarse a un 
marco de referencia con-duetista. Tal como la empleaba Carr, percepción se 
refería a la aprehensión del ambiente inmediato a través de estímulos 
espaciales presentes; pensamiento se refería a la aprehensión de una 
situación que no estaba inmediatamente presente en el ambiente. En el 
estudio de ambos se aceptaban los datos introspectivos. 
A este respecto, vemos a Can en una posición que ha desorientado 
a muchos psicólogos; está aceptando los datos introspectivos mientras 
niega la utilidad de la conciencia como concepto científico. Sin duda 
alguna, él resolvió la dificultad dando por sentado que la introspección 
no consistía realmente en el estudio de una "conciencia" reificada; 
simplemente daba parte de estados de cosas perfectamente objetivos, 
como las distancias de los objetos (en los estudios de percepción 
espacial) o las descargas de circuitos nerviosos (en los estudios del 
aprendizaje, pensamiento, etcétera). 
 
Principios de conexión 
 
Los principios de conexión son los principios del aprendizaje, y como 
tales eran el corazón del programa de investigación funcionalista. 
Básicamente el aprendizaje era un proceso de establecer conexiones 
asociativas o de organizar elementos de la conducta a través de la 
asociación en unidades nuevas y mayores. Muchos funcionalistas, 
como Can, se inclinaban a adoptar principios asociacionistas en sus 
explicaciones del aprendizaje. La mayor parte del trabajo que continuó 
la tradición de Chicago prácticamente no se diferenciaba del que siguió 
la tradición asociacionista. Notables ejemplos de esto son el trabajo 
sobre aprendizaje verbal hecho por McGeoch, Melton y Underwood 
(véase después). Su trabajo sobre las sílabas sin sentido es la 
consecuencia lógica del trabajo de Ebbinghaus, que militaba en las 
filas del asociacionismo. ¡Con frecuencia resulta difícil distinguir entre 
las difusas "escuelas" del asociacionismo y el funcionalismo! 
Por lo general, los funcionalistas preferían el enfoque relativo en la 
interpretación del aprendizaje. Evitaban lo que Can llamaba la 
búsqueda de constantes y destacaban en cambio un análisis 
dimensional, estructurando una situación de aprendizaje total en 
continuos específicos que eventualmente podían medirse. Underwood 
dice al respecto (1949): "Cuando se puede demostrar confiablemente 
(congruentemente) que cualquier fenómeno varía cuantitativamente 
con respecto a alguna característica específica, tenemos una 
dimensión" (pág. 7). Sus libros sobre psicología experimental (1957, 
1966) ejemplifican en general el enfoque funcionalista. Un discípulo y 
amigo de Can, J. A. McGeoch (McGeoch e Irion, 1952), proporciona 
también un excelente ejemplo del enfoque funcionalista de los 
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problemas del aprendizaje. Es representativa la posición adoptada ante el 
problema de la curva del aprendizaje, tema de controversia que 
evidentemente estimulaba a las primeras generaciones de psicólogos 
experimentales. El funcionalista se inclinaba a aceptar que mientras no se 
completara el análisis dimensional, ninguna curva podría llamarse la cueva 
del aprendizaje; los resultados de-penden demasiado de la influencia de la 
situación específica. 
En una carta inédita en la que responde a una pregunta sobre grafología 
(1934), McGeoch expresó una vez la voluntad funcionalista de suspender el 
juicio hasta conocer bien los hechos: 
 
Ante su ansia de información concernientea la grafología, confieso 
mi ignorancia... pero hasta que lo sepa, albergaré serias y francas 
dudas. En el ínterin, me aferraré a mi prejuicio de que, cuando haya 
transcurrido otro siglo de trabajo fundamental sobre las 
complejidades de esas funciones entrelazadas que llamamos mente, 
será tiempo de abordar las regiones apartadas donde moran la 
profecía molar y la nigromancia proximal. Pero para ese tiempo es 
más que probable que Robert se haya convertido ya en un santo y el 
señor Rhine, que hace poco esparció sal sobre la cola de la 
telepatía, sea un arcángel, mientras que yo estaré haciendo rodar 
los tambores de la memoria en el infierno, para diversión de ellos. 
 
La investigación funcionalista se ocupó de los factores que influyen en la 
velocidad y el curso del aprendizaje, más que de la naturaleza básica del 
proceso; también se estudiaron los problemas de la retención y la 
transferencia. La actitud de McGeoch (1942) es típica de la usual posición 
ateórica: acepta la ley empírica del efecto como un principio explicativo 
adecuado y rehúsa definirse sobre la necesidad teórica del efecto. Hilgard 
(1956) y Hilgard y Bower (1966, 1975) hacen un buen resumen de la teoría e 
investigación funcionalista reciente sobre el aprendizaje. 
 
Principios de selección 
 
Para Carr los principales agentes de la selección de conductas eran la 
atención, los motivos y el aprendizaje. La atención es concebida como un 
acto o adaptación sensoriomotriz preliminar, cuya principal función es facilitar 
la percepción. Los motivos, definidos como estímulos persistentes, dirigen la 
acción y desempeñan así un papel fundamental en la determinación de 
cuál conducta ocurre. El aprendizaje opera de tres maneras principales: 
1) ciertos mecanismos adaptativos deben adquirirse necesariamente 
para vivir; 2) adquiridos es-tos mecanismos adaptativos, otros aspectos 
de la situación estimulante se asocian con la respuesta (como el 
condicionamiento), y resultan así capaces de provocarla, y 3) ciertas 
asociaciones son impuestas por la sociedad (por ejemplo, el miedo a la 
oscuridad o a las tormentas, la aversión hacia grupos étnicos par-
ticulares). 
 
El programa experimental 
 
Como lo hemos sugerido, la experimentación de laboratorio fue la nota 
clave de la psicología funcionalista bajo la dirección de Carr en Chicago. 
Un ejemplo de los intereses de investigación del mismo Carr aparece 
como una importante contribución por derecho propio, y al mismo tiempo 
como una interesante indicación del modo en que se instrumentan 
activamente los principios funcionalistas en el programa de 
experimentación. La investigación sobre la orientación, o la tutoría en el 
aprendizaje, era un persistente problema de laboratorio. El problema 
principal era bajo qué condiciones y en qué momento debía introducirse 
la orientación. Se utilizaron investigaciones sobre el comportamiento de 
la rata en un laberinto, para desarrollar importantes principios de largo 
alcance. Por ejemplo, se concluyó que, en la medida de lo posible, debía 
utilizarse la iniciativa del animal, haciendo escaso empleo de la 
orientación activa, y que la orientación que se hiciera debía 
administrarse al comienzo del aprendizaje. El intento de Carr de aplicar 
esos principios a la enseñanza y aprendiza-je humanos (1930) 
representa un buen ejemplo de cómo, con cautela, los resultados 
obtenidos en animales pueden generalizarse a problemas humanos. 
Además de Carr, las dos figuras más importantes en el programa 
experimental de Chicago fueron K. S. Lashley, un temprano conductista 
cuya contribución mejor conocida fue su programa de extirpaciones 
cerebrales en relación con la eficiencia del aprendizaje (véase capítulo 11), 
y L. L. Thurstone, conocido más que nada por sus contribuciones al análisis 
factorial y al estudio de las habilidades humanas primarias. Además, 
prominentes psicólogos de todo el país fueron llevados a Chicago durante 
períodos breves, especialmente durante las sesiones de verano, de modo 
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 UNIDAD I LOS SISTEMAS DE LA PSICOLOGÍA CIENTÍFICA 
que durante la década de 1930 la universidad se desarrolló como uno de los 
centros rectores de psicología, si no el centro rector, en Estados Unidos. 
 
LA ESCUELA DE COLUMBIA: R. S. WOODWORTH 
 
Robert Sessions Woodworth (1869-1962) fue uno de de los hombres más 
notables de la psicología. Su carrera abarcó el período que va desde los 
primeros trabajos de Thorndike con gatos en cajas de truco hasta la era 
presente. Recibió la primera medalla de oro de la American Psychological 
Foundation, en 1956; publicó su libro Dynamics of behavior, en 1958, y 
comenzó a revisar su tan di-fundida obra Contemporary schools of 
psychology, sin duda en medio de un denso programa de otras actividades. 
En la convención que celebró la American Psychological Association en 
1956, se dijo en broma que Woodworth, que con-taba con 86 años por ese 
entonces, andaba en amoríos con su secretaria; aunque esta anécdota no es 
un reflejo fiel de la conducta de Woodworth, sí refleja con exactitud la 
admiración cordial y llena de afecto que se sentía por Woodworth y sus 
continuos logros. En este contexto, resulta gracioso que Murchison con-
siguiera que Woodworth escribiera su autobiografía para la edición 1932 de A 
history of psychology in autobiography; se supone que una autobiografía es 
una mirada retrospectiva, propia de un hombre que está ya en el final —o 
próximo al final— de su carrera profesional. Evidentemente, Woodworth era 
un hombre que dedicaba poco tiempo a mirar hacia atrás, y de hecho tenía 
casi la mitad de su carrera todavía por delante cuando escribió esa 
prematura autobiografía. ¡Quien escriba la biografía completa de él tendrá un 
buen trabajo! 
Woodworth nació en Massachusetts; era hijo de un ministro protestante y 
de una maestra. Pasó seis años de su infancia en Iowa, otros seis en un 
pequeño pueblo de Connecticut y el resto de su primera juventud en Boston. 
Estudió matemáticas y enseñó en una escuela secundaria; estudió psicología 
y filosofía con James y con Royce en Harvard, hizo el doctorado en filosofía 
con Cattell y estudió fisiología durante cinco años, por último con Sherrington 
en Liverpool, antes de decidirse finalmente por la psicología. Para esa época, 
1903, tenía 34 años. Hemos visto ya que Woodworth tenía casi 60 años de 
activa vida profesional por delante cuando regresó a la Universidad de 
Columbia y al departa-mento dirigido por James McKeen Cattell, su amado 
profesor. 
La primera expresión del punto de vista sistemático de Woodworth es su 
Dynamic psychology (1918). Hay muchas y estrechas semejanzas 
entre la posición de Woodworth y la de los funcionalistas de Chicago; 
sin embargo, en gran medida desarrolló su posición de manera 
independiente, y la psicología dinámica podría ser considerada una 
escuela independiente. Al incluirla como una rama del funcionalismo, 
seguiremos el ejemplo de Boring (1950) y de Hilgard (1956). 
Woodworth comparte antecedentes comunes con los funcionalistas de 
Chicago: James y Dewey, Hall y Cattell. Su sistema, como el de aquéllos, es 
modera-do y no presuntuoso; no pretende ser definitivo o completo. Ambos 
puntos de vista siguen una orientación experimental, restringiendo al máximo 
la superestructura teórica. Woodworth muestra el eclecticismo 
funcionalista en su forma extrema, tratando de adoptar los mejores rasgos 
de cada sistema. Mowrer cuenta una anécdota de Woodworth que 
ejemplifica esta actitud: 
 
Hay una anécdota, quizás apócrifa, sobre un colega que 
en cierta oportunidad regañó afablemente al profesor 
Woodworth por haber actuado como un mero espectador 
"sentado en la cerca" durante gran parte de su vida 
profesional, en lugar de bajarse y comprometerse en la 
controversia

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