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7 Textos Selectos de Geopolítica Facultad de Ciencias Políticas y Sociales Universidad Nacional Autónoma de México NÚMERO 1 LA ORGANIZACIÓN DEL ESPACIO EN LA SUPERFICIE DEL GLOBO Y SU FUNCIÓN EN EL DESARROLLO HISTÓRICO Karl Ritter Examinemos un globo terrestre. Por muy grande que sea, no puede parecernos más que como una miniaturización y una representación imperfecta del modelado externo de nuestro planeta. Sin embargo, su perfecta esfericidad, que contiene tanta diversidad, no deja de ejercer una profunda influencia sobre nuestra imaginación y nuestro espíritu. Lo que nos sorprende al observar un globo terrestre es la arbitrariedad que preside la distribución de las extensiones de agua y tierra. No hay espacios matemáticos, ninguna construcción lineal o geométrica, ninguna sucesión de líneas rectas, ningún punto; solo la red matemática establecida a partir de la bóveda celeste nos permite medir artificialmente una realidad inaprensible: los polos no son más que puntos matemáticos definidos en función de la en función de la rotación de la tierra y cuya realidad se nos escapa todavía. No hay simetría en el conjunto arquitectónico de este todo Terrestre, nada que lo emparente en este sentido con los edificios construidos por la mano del hombre o con el mundo vegetal o animales, cuyos organismos presentan , tanto en los vegetales como en los animales y en el hombre, una base y una cúspide, una derecha y una izquierda. Si, este todo terrestre perfectamente asimétrico, al no obedecer aparentemente a ninguna regla y ser difícil de captar como un conjunto, nos deja una impresión extraña y nos vemos obligados a utilizar diversos métodos de clasificación para borrar la idea de caos que de él se desprende: por eso han interesado más hasta ahora sus partes constitutivas que su apariencia global, y los compendios de geografía se han dedicado fundamentalmente a describir sus partes. Habiéndose contentado hasta ahora con describir y clasificar someramente las diferentes partes del Todo, la geografía no ha podido, en consecuencia, ocuparse de las relaciones y de las leyes generales, que son las que únicamente pueden convertirla en una ciencia y darle su unidad. Aunque la Tierra, como planeta, sea muy diferente de las representaciones a escala reducida que de ella conocemos u que no nos da más que una idea simbólica de su modelado, hemos tenido que acudir a esas miniaturizaciones artificiales del globo terrestre para crear un lenguaje abstracto que nos permitiese hablar de ella como un todo. Así es, en efecto, y no inspirándonos directamente en la realidad terrestre, como hemos podido elaborar la terminología de las relaciones especiales. Sin embargo, teniendo en cuenta que la red matemática proyectada sobre la Tierra a partir de la bóveda celeste se ha convertido así en el elemento determinante, esa terminología ha permanecido hasta ahora incompleta y nos permite actualmente una aproximación científica a un conjunto estructurado considerado en sus extensiones horizontales y verticales o en sus funciones. Existe una diferencia fundamental entre las obras de la naturaleza y las creaciones del hombre: por bellas, simétricas o acabadas que estas últimas puedan parecer, un examen atento revelará su falta de cohesión y su tosca trama. El tejido más fino, el reloj más elegante, el más hermoso cuadro, el pulido más liso de mármol o de los metales nos reservaría, visto al microscopio, 8 Textos Selectos de Geopolítica Facultad de Ciencias Políticas y Sociales Universidad Nacional Autónoma de México NÚMERO 1 semejante sorpresa. Inversamente, la simetría y la apariencia informe de las obras de la naturaleza desaparecen con un examen profundo. La lupa del microscopio hace surgir en tela de una araña, en la estructura de una célula vegetal, en el aparato circulatorio de los animales, en la estructura cristalina y molecular de los minerales, elementos y conjuntos de una textura siempre más fina. Pero las obras de la naturaleza y las creaciones del hombre difieren también en la amplitud y el carácter que se trasluce en su composición y en sus funciones. En efecto, las investigaciones efectuadas en fisiología han revelado la existencia de una relación entre las fuerzas de la naturaleza; han permitido descubrir sistemas y leyes naturales a los que la química, la física la óptica y la mecánica deben especialmente su existencia. ¿No deberíamos volver a encontrar esta diferencia en el caso del mayor cuerpo natural que conocemos, es decir, nuestro planeta, aunque es cierto que no lo conocemos más que superficialmente… y su superficie modelada por las fuerzas ciegas de la naturaleza parece deber su apariencia actual y tan extraña al desarrollo arbitrario de las aguas y de las tierras? Pero ¿Cómo conciliar esta aprehensión global de nuestro gomal de nuestro planeta con lo que sabemos de todo lo que en él vive, pueblo y demás; con lo que conocemos de la aventura humana que en él se ha desarrollado, y como conseguirlo si concebimos en globo como el lugar y la morada que ha ofrecido al hombre, durante el tiempo de su paso por la Tierra, el marco necesario para desarrollarse? Toda planta quiere tener y encuentra un suelo propicio para florecer y dar sus frutos. Toda criatura, para prosperar, ha de vivir en su elemento. ¿Será el hombre una excepción y será el único en vivir en un medio modelado por fuerzas ciegas que acosan la tierra, las aguas y los aires, teniendo en cuenta que ha asegurado su supervivencia durante milenios? Aún reconociendo su gran riqueza y diversidad formal, por considerar la Tierra, ese cuerpo inorgánico, como un todo rígido que ha a parecido en nuestro sistema para permanecer inmutable ¿habría que inducir que está en condiciones de procurar a nuestra especie lo que necesita para desarrollarse; abría que admitir que, contrariamente a todas las criaturas que alberga, sólo la Tierra esta desprovista de esa fuerza creadora que engendra una fuerte estructura interna? Todo nos lleva no buscar en el presente la imagen de la eternidad, a no confundir apariencia y esencia, las impresiones que obtenemos de una cosa o de un fenómeno, a no interpretar las leyes naturales establecidas como construcciones lógicas de nuestro intelecto, sino a considerarlas como un feliz descubrimiento de un mundo fenoménico que nos rodea y que todavía no habíamos logrado dilucidar. La génesis de ese enjambre de estrellas que constituyen las nebulosas planetarias, el estudio de la formación de los vientos se cuentan entre las cosas que nos han enseñado a no tachar de incoherente el desorden aparente del mundo que nos rodea. En efecto, cuanto más avanzamos en el conocimiento de la distribución espacial en la superficie del globo terrestre y cuanto más nos internamos, más allá de su desorden aparente, en la relación interna de sus partes, más simetría y armonía descubrimos en él, y en mayor medida las ciencias naturales y la historia pueden ayudarnos a comprender la evolución de las relaciones espaciales. Si, gracias a la determinación astronómica de los lugares, de la geodesia, a la hidrografía, a la geología, a la Karl Ritter 9 Textos Selectos de Geopolítica Facultad de Ciencias Políticas y Sociales UniversidadNacional Autónoma de México NÚMERO 1 meteorología y a la física, han podido realizarse hasta ahora grandes procesos en materia de orden espacial, queda todavía mucho por hacer y podemos esperar conseguirlo mediante las intervención del estudio de las relaciones espaciales de nuestros conocimientos relativos a la historia del los hombres y de los pueblos y a la distribución local de los productos de los tres reinos de la naturaleza. (…) Los comentarios que hemos hecho anteriormente sobre las dimensiones horizontales de los continentes nos dispensan de estudiar más detenidamente los detalles de sus relaciones. Basta con recordar aquí que, en los tres continentes del Viejo Mundo, la forma oval de África, romboédrica de Asia y triangular de Europa han determinado para cada uno de ellos tres tipos de relaciones dimensionales, El carácter uniforme que adquiere en África ( el mismo ancho en longitud y en latitud) se opone fundamentalmente al que asumen en Europa. Aquí, en efecto, la longitud este‐oeste del continente equivale a dos o tres veces su anchura, que decrece sucesivamente desde la base del triangulo adosada a Asia hasta su vértice orientado hacia el Atlántico. Si África, ese cuerpo compacto y replegado sobre si mismo, está desprovista de toda articulación, el corazón del continente asiático, igual de macizo pero más potente, es menos penetrable; al este y al sur se encuentran muy finamente articulado. Europa, por su parte, se abra en todas las direcciones; no sólo al sur y al oeste, si no hacia en norte y hacia el interior mismo de las tierras cuyas ramificaciones han tenido tanta importancia como la que tuvo el núcleo central respecto al desarrollo del proceso de civilización. Teniendo en cuenta la menor superficie de las tierras y la mayor riqueza natural de los miembros aislados, en este caso la civilización ha podido penetrar, en efecto, en el interior de las tierras. El cuerpo más recogido de Asia no se abre en todas partes a los mares como el de Europa. Los mares no penetran allí en el interior de las tierras, aunque las hienden profundamente al este y al sur. No consiguen, pues, como en Europa, instaurar un equilibrio entre diferentes formas que interpretan. Así es como el amplio núcleo central de este individuo terrestre que es Asia (y que se asemeja desde este punto de vista a la masa compacta de del conjunto de África) se ha encontrado privado de las ventajas inherentes a sus articulaciones y de sus efectos. Si es hacia el sur donde la periferia de Asia está mejor articulada, es hacia el norte donde lo está menos, con las ventajas y los inconvenientes que esto implica. Aunque abarque una superficie igual a la mitad de la de Europa, los miembros siguen siendo aquí mucho menos importantes que el cuerpo compacto y potente que ha conseguido frenar la evolución de la civilización en el conjunto del continente. Los pueblos de la periferia que habían alcanzado un desarrollo superior han permanecido, en efecto, aislados en sus sistemas peninsulares. Si el núcleo central del continente asiático se ha mantenido, por tanto, como la patria monótona de los pueblos nómadas, sus antepaíses, sus penínsulas articuladas y privilegiadas por la naturaleza – pensamos ahora en China, en Indochina, las Indias, Arabia, Asia Menor y sus subdivisiones – han constituido individualidades físicas y humanas. Estas, sin embargo, no han sido capaces de propagar su civilización en el interior del continente. Al ser las costas africanas periféricas poco articuladas, son más cortas que las de los demás continentes. De ahí la pobreza de los contactos entre el mar y el interior de las tierras y la dificultad de acceso al corazón del continente. Las condiciones naturales y humanas han negado al cuerpo inarticulado de África toda individualización. Teniendo en cuenta que aquí los diversos extremos se sitúan a igual distancia del interior de las tierras, como la situación astronómica del continente a un lado y al otro del ecuador hace que los contraste climáticos se repartan regularmente en las zonas tropicales y subtropicales, todos los fenómenos 10 Textos Selectos de Geopolítica Facultad de Ciencias Políticas y Sociales Universidad Nacional Autónoma de México NÚMERO 1 característicos de este individuo terrestre, que constituye el verdadero Sur de la Tierra y donde culmina el mundo tropical, han conservado un carácter uniforme y sin embargo particular. Esto es lo que explica que el estado primitivo y patriarcal en el que viven los pueblos de esta continente haya permitido al margen de los progresos y del tiempo, que África parezca obligada a ofrecer todavía durante milenios asilo hacia la elaboración de un futuro desconocido. Esta tierra presa del inmovilismo no conoce efectivamente más que desarrollos colectivos. Las plantas, los animales, los pueblos y los hombres no evolucionan individualmente. Se encuentran palmeras y camellos en los extremos norte y sur, este y oeste de la tierra africana. La raza negra que constituye aquí la principal población autóctona, esta dispersa en todas las direcciones. Al igual que el continente, no ha conocido más que una evolución colectiva y somera que no ha favorecido en absoluto la aparición de culturas, de Estados, de pueblos y de seres fuertemente individualizados. Los diversos dialectos hablados por estas poblaciones negras convergen finalmente en una fuente lingüística común. En este sentido, solo estrechas bandas costeras repartidas discontinuamente en las regiones más favorecidas del continente constituyen una excepción. Pero esta situación privilegiada procede la mayor parte de las veces de aportaciones exteriores. Aunque no es más que parcialmente esférico, el extraordinario desarrollo costero de Asia ha engendrado un mundo de fenómenos completamente diferentes. Los miembros articulados del continente poseen aquí, en todas partes, una individualidad propia. Aislados del resto del continente, pero comunicados entre sí por el mar, han sido diversamente configurados en su totalidad por la naturaleza, sus montañas, sus valles, sus ríos, sus mares, sus vientos y sus productos. Sus propios pueblos y sus culturas los convierten en mundos aparte. Esto es lo que explica por lo demás el carácter fuertemente diferenciado de las individualidades constituidas por el mundo chino, malayo, hindú, persa, árabe, sirio y próximo oriental. Sin embargo, contrastado de forma sorprendente con el cuerpo del continente que ha permanecido replegado entre sí mismo, los progresos llevados a cabo por su civilización no han podido todavía influir o modificar la vida de los nómadas que circulan por aquél desde hace milenios, esos pueblos cuyos antepasados debieron dispersarse en amplios espacios occidentales y que llamamos hoy mongoles, turcomanos, kirguises, bukaros (uzbekos), kalmukos y demás. Menos aún han podido alcanzar el norte del continente, que a pesar del aspecto espectacular de los fenómenos típicamente orientales que se manifiestan en su inmenso territorio, se encuentra desprovisto de esa armoniosa unidad que proporciona una civilización adquirida en común. Este estado de cosas se debe además igualmente al carácter gigantesco de las formas naturales orientales, tanto más difícilmente comprensibles cuanto que no secuenta con ningún dato histórico sobre ellas. Y depende, finalmente, de la riqueza de los dones y de los productos naturales que, debido a las variaciones climáticas, aparecen en este caso fuertemente contrastados. Extendiéndose desde el ecuador hasta las tierras polares, este continente, posee, en efecto, sobre su suelo las plantas y los animales más diversos. Se les encuentra no solo a lo largo de las diferentes latitudes, si no, debido a su formidable extensión de oeste a este, a lo largo de los meridianos que se reparten entre un mundo oriental y un mundo occidental con caracteres fuertemente contrastados. Para ilustrar esta oposición bastará comparar entre sí la civilización china y la civilización del Próximo Oriente. Para ilustrarla en el terreno de los resultados naturales, basta apuntar la presencia del cocotero, del sagú, de la palmera, del tigre en el este, y de la palmera datilera y del león al oeste; poner en paralelo en lo que se refiere a Asia septentrional y meridional, una vegetación alpina, el bosque de confieras, el reno, y por otra parte, el árbol del 11 Textos Selectos de Geopolítica Facultad de Ciencias Políticas y Sociales Universidad Nacional Autónoma de México NÚMERO 1 pan, la caña de azúcar, el pisang de anchas hojas, el elefante, el rinoceronte, el tapir y el mono. A la riqueza inagotable de las relaciones naturales en esta parte del Globo, corresponde la diversidad de las relaciones humanas. Auque desde el comienzo de las grandes migraciones este continente haya suministrado a sus vecinos contingentes de población, nunca ha agotado sus recursos humanos. Al contrario, siempre ha estado abundante provisto de pueblos de raza, de talla y de solo diferente, con modos de vida, nacionalidades, religiones, organización política, castas, Estados, civilizaciones, leguas y etnias propias. Comparativamente y desde el comienzo de la historia de la humanidad, ningún otro continente ha podido mostrar semejante diversidad. Por eso Asia se encuentra en el origen de todas las civilizaciones humanas. Europa es la amplia prolongación de Asia media. Según va, al alejarse, progresando hacia el oeste, desarrolla, sus superficies con una autonomía creciente. Así y con miembros proporcionalmente más importantes que el cuerpo, supera a su vecina oriental, precisamente en el sentido de que, no constituyendo obstáculo ni en altura, ni en anchura, el núcleo central no consigue aislar a los miembros. Este individuo terrestre fuertemente compartimentado que es Europa ha podido, pues, conocer un desarrollo armónico y unificado que ha condicionada desde el comienzo de su carácter civilizador y ha antepuesto la armonía de las fuerzas de la materia. El menor de los continentes estaba así destinado a dominar a los más grandes. Así como Asia, continente que se extiende sobre las tres zonas climáticas, beneficiándose de notables dones naturales y con esencial predominio de las pesadas masas de la tierra, estaba abocada desde su configuración a beneficiar con sus riquezas a los continentes vecinos sin empobrecerse con ello, Europa, continente circunscrito a la zona templada, finamente articulado, dotado de un relieve a escala humana y de formas continentales y marítimas se interpenetran, estaba particularmente predispuesta, por no disponer ni de los extremos ni de las riquezas de aquella, a acoger lo que le era extraño. La energía desplegada por sus pueblos industriosos para ordenar las condiciones lo cales la han hecho apta para utilizar sus dones planetarios de forma que ha producido una civilización humana caracterizada por la armonía misma que le confiere el hecho de ser un lugar de paso que garantiza a todos lo demás pueblos del Globo la mejor de las acogidas. Si se sabe que la vocación que se ha unido a la infinita riqueza de las formas a lo largo de la historia de esta parte del mundo que es Europa, se ha encontrado confirmada en la historia universal, es menos sabido que estaba en cierta forma inscrita en ella, en este caso el europeo, cuando solo lo merece en parte. Para ser concisos, no destacaremos en la estructura básica de Europa más que tres de sus relaciones características: el desarrollo de sus costas, la articulación de sus tierras septentrionales, las islas que la rodea. Desde el punto de vista de la relación de su desarrollo costero con su superficie, Europa es indiscutiblemente el mayor de los continentes. Si Asia, suya superficie es cinco veces la de Europa, posee 7000 millas (52000 km) de costas, África con su superficie tres veces superior a la de Europa, no posee más que 3800 (28000 km). Las 5400 millas (40000 km) del litoral europeo alcanzan, por el contrario, una longitud igual a la del ecuador. Aunque situada en el corazón del universo terrestre, Europa, al dejar sus articulaciones que penetren todos los mares del viejo mundo, se beneficia con el más rico contacto posible con el mundo marino. A esta cualidad de contacto se añaden una situación marítima privilegiada respecto al movimiento general de los mares y de los vientos, y una abundancia de golfos y puertos naturales cuya configuración, consecuencia lógica de la articulación del continente, ha favorecido el desarrollo del arte de navegación, asegurándole así el dominio de los mares. 12 Textos Selectos de Geopolítica Facultad de Ciencias Políticas y Sociales Universidad Nacional Autónoma de México NÚMERO 1 Desde este punto de vista el archipiélago británico, con sus numeroso puertos y sus costas bien recortadas, el que actualmente ocupa el lugar que tuvo en el Mediterráneo y durante la antigüedad la Grecia peninsular en su época de plenitud. Las costas árticas de Europa, bañadas por el Báltico y el mar del norte, profundamente hendidas por el mar Blanco, que se extienden por los distintos antepaíses, islas y penínsulas escandinavas, han asegurando a esta parte septentrional un desarrollo tan rico como el que proporcionan a la parte meridional las tres notables penínsulas de Grecia, Italia y España. El mundo escandinavo confiere a Europa del norte una gran superioridad sobre la vecina Asia. Por no estar tan bien articuladas, por estar separadas de la parte meridional y mejor desarrollada de Asia, por padecer, encontrándose encajadas en las tierras polares y la alta Asia central de los nómadas, una situación doblemente desfavorable, por estar finalmente, insuficientemente, dotadas por la naturaleza, las tierras llanas de Liberia han sido tributarias de la Europa del noreste en materia de progreso y civilización. Finalmente, y en comparación con los demás continentes, las islas que rodean a Europa se distinguen por varios aspectos. Integradas , en tanto que las islas coteras, al territorio continental, enriquecen, como verdaderas estaciones marítimas, las extensiones oceánicas satélites y dan más amplitud al Todo, manteniendo con el cuerpo y los miembro del continente una relación de amplitud relativamente importante, han ofrecido grandes superficies favorables al establecimiento de conexiones entre los pueblos y las civilizaciones que han contribuido mucho no solo a doblar la superficie de los espacios considerados, si no a intensificar su desarrollo. No son, sin embargo, pequeñas islas, aisladas, archipiélagos rocosos alineados en los océanos promontorios áridos y de difícil acceso;en efecto, Inglaterra meridional es una prolongación natural del norte de Francia, igual que Sicilia de Calabria y Candía (Creta) de Morea. ¡Imaginemos sencillamente cuál seria el empobrecimiento de la Historia, del desarrollo local y de las relaciones marítimas de Europa del norte provocado por la súbita desaparición del archipiélago británico!, privada de Seeland y de Fionia, la península de Jutlandia no sería más que una simple lengua de arena; en la antigüedad, sin el granero de trigo siciliano la historia de Roma y de Italia hubiera sido muy diferente; finalmente, y gracias a Creta, el archipiélago egeo y las islas Jónicas han servido de puente a las civilizaciones jónicas e indoeuropeas en Grecia y en Hesperia ( Magna Grecia). No tenesmo la intención de analizar aquí las consecuencias de la ausencia total de islas a lo largo de las costas africanas, a las que ni saquera pertenece la gran isla de Madagascar, aislada y rechazada hacia el mundo oceánico. por las corrientes y los espacios marinos también está fuera del lugar intentar comprender las especificidades de la gigantesca extensión insular, en el sudeste asiático, del mundo malayo marítimo, es decir, del grupo indochino y de sus prolongaciones de la Sonda hacia Australia: el mayor y más rico en individualidades del planeta, puesto que su superficie triangular es igual al de Europa. Este istmo asiático ofrece por lo demás, a causa de su posición entre dos continentes una cierta analogía con en istmo de Panamá entre las dos Américas. Señalaremos simplemente el hecho de que la densidad demasiado elevada de estas islas tan extendidas y ricamente dotadas les ha permitido constituir un Universo autónomo con su propia población insular los malayos. En efecto, no se pueden considerar estas islas como miembros desgajados y dependientes del continente vecino y de su litoral si no como miembros autónomos que, independientemente de esta proximidad han sido menos enriquecidos por el continente vecino de lo que han sido otras islas costeras del resto del mundo. La observación del Estrabón a propósito de Sicilia, esto es, que las articulaciones dirigidas hacia los continentes y sobre todo las islas son las partes del mundo más, ricamente dotadas se 13 Textos Selectos de Geopolítica Facultad de Ciencias Políticas y Sociales Universidad Nacional Autónoma de México NÚMERO 1 confirman tan completamente en el archipiélago que se extiende de Ceilán a Nueva Guinea que cada una de sus islas parece haber recibido un capital específico de dones naturales que incluyen en el proceso de desarrollo del comercio universal en la zona ecuatorial. Así se encuentra, en Ceilán, el elefante blanco, perlas, canela y rubíes; en Sumatra rinocerontes, tapires, orangutanes, tintes naturales y maderas preciosas; en Bangka los yacimientos de estaño más ricos del mundo; en Borneo oro, diamantes y mil riquezas más; en Java el alimento más nutritivo, la cebada, cocinada desde la época de Tolomeo, el árbol del pan y la caña de azúcar. Las pequeñas islas de la Sonda tienen, cada una, especies particulares; en la Molucas y en Nueva Guinea, finalmente, las autenticas maderas preciosas, el sagú, las palmeras de aceite muy rico en sustancias nutritivas, las aves del paraíso y numerosas producciones de los tres reinos de la Naturaleza han encontrado su patria sin tener que instalarse en el continente. Aquí, en la más estrecha unión de los mundos terrestres, oceánicos y tropicales, dotados de las más ricas producciones de los tres reinos del la Naturaleza la vida física del globo terrestre aparece con toda su intensidad y su potencia. Si el grado más alto de desarrollo y de civilización hubiera debido coincidir con una posición planetaria muy favorable, aquí es donde debiera haberse producido. La ley que dirige el mundo del espíritu es, sin embargo, diferente de la que gobierna el mundo físico. Si el desmenuzamiento en las islas separadas del continente hubiera sido el principio general de estructura de la Tierra, lo que vemos aquí realizado en el más alto grado el continente Europeo, que tiene 150 000 leguas cuadradas (8 282 000 km²), hubiera podido dividirse en quince grandes islas como Borneo, Sumatra, Las Cébeles, o comparables en su superficie a Anatolia y a España; los pueblos de la Tierra hubieran estado perfectamente aislados en una falta total de cohesión. En la forma de Europa encontramos realizado, por el contrario, el contado y la penetración reciproca mías favorables así como el más perfecto equilibrio entre las oposiciones de las formas sólidas y fluidlas en el globo terrestre. No encontramos por eso, en este caso, los inconvenientes de la excesiva articulación y del desmenuzamiento del archipiélago Indonesio tan opuesto a las más grandes masas continentales inarticuladas. En la fragmentación de la corteza terrestre en ese archipiélago y en su concentración de las masas terrestres compactas de África tenemos dos formas extremas que actúan diferentemente, incluso de forma opuesta, sobre las relaciones naturales y humanas. Han debido ejercer ambas influencias negativas e inhibidoras sobre el desarrollo de sus primeros habitantes. En un caso en la máxima parcelación, la etnia más dividida y más desgarrada de la Tierra: los pueblos malayos del archipiélago indonesio; en otro, en la máxima compactibilidad de las tierras, los diferentes grupos de los pueblos negros se encuentran en el entorno natural más monótono, más uniforme y menos desarrollado que existe. Estas dos formas terrestres resultan bastante poco favorables a la evolución que hace salir a los pueblos del estado de barbarie primitiva. Entre estos dos extremos, Europa, lejos de inhibir, estimula. Su superficie, menos importante a escala humana y por tanto, más rápidamente dominada en el tiempo, su desarrollo costero, sus articulaciones, sus islas, son otros tantos dones que, en comparación con las formas insulares precedentes la han provisto de condiciones espaciales naturales más propicias para la realización precoz de su vocación planetaria inscrita desde el origen en su estructura. Como individuo terrestre quizá aparentemente menos provisto de dones naturales, Europa estaba efectivamente destinada a convertirse en el crisol de las riquezas y de las tradiciones del Viejo Mundo al mismo tiempo que en el lugar privilegiado para el desarrollo de la actividad intelectual y espiritual apropiada para absorber y organizar el conjunto de la humanidad posteriormente, esta vocación se ha extendido al conjunto más amplio constituido por el Viejo y el Nuevo Mundo, que, respectivos a todo han 14 Textos Selectos de Geopolítica Facultad de Ciencias Políticas y Sociales Universidad Nacional Autónoma de México NÚMERO 1 Karl Ritter (Alemania, 1779‐1859) Considerado (junto con Humbolt) creador de la Geografía Moderna, fue uno de los fundadores de la Sociedad Berlinesa de Geografía fundamental para el estudio de la geografía comparada; su empeño en considerar a esta disciplina no sólo como una sucesión continua de enumeraciones y listados de nombres, sino como una herramienta para establecer todo un conjunto de interrelaciones entre el medio físico y los seres vivos que sobre él habitan, influyendo positivamente en el perfeccionamiento de la ciencia geográfica y en la gestación de la geopolítica. La obra maestra de Ritterse titula: Los conocimientos actuales en relación a la naturaleza y a la historia de los hombres o conjunto y comparación de dichos conocimientos como bases seguras para el estudio y enseñanza de las ciencias físicas o históricas, que se conoce por el nombre abreviado: Geografía comparada Karl Ritter (1779‐1859). KARL RITTER podido librarse mejor de las coacciones naturales locales, permitiendo así a sus pueblos alcanzar su pleno desarrollo humano. En los encadenamientos de causa a efecto que la Naturaleza y la Historia nos muestran se puede prever puesto que el planeta parece tener una vocación más noble rebelada por la continuidad histórica, una organización superior y que por lo demás no sería de naturaleza puramente física. Esta organización debe ser fundamentalmente diferente de la de los organismos naturales sustentados por el planeta que se mueven en él y dotados de una existencia forzosamente más breve pues si los pensadores que contemplan la superficie aparentemente disimétrica y caótica de la Tierra se encuentran turbados por los resultados de su contemplación, ello no se debe a la ausencia de organización de la relaciones espaciales que pueden ser analizadas gracias a estudios más profundos. A pesar del desorden aparente en que se encuentra inmerso el Globo para un ojo inexperto, es en las diferencias entre superficies y formas donde reside el secreto del sistema interno y superior de organización planetaria que expresa una infinidad de fuerzas cuyos efectos invisibles están en interacción. Estas fuerzas, que influyen en la Naturaleza y en la Historia, actúan de una forma análoga a la actividad fisiológica que determina la vida de los organismos vegetales y animales. Es precisamente en la repartición diferencial y el la amplitud irregular de las extensiones de tierra y agua, así como en la temperaturas variables que las acompañan necesariamente y en los movimientos aparentemente desordenados de los vientos, donde reside la razón fundamental de su ubicuidad y de su interacción general. Así, el hecho de que los continentes tengas superficies diferentes explica el poderío de los pueblos y la posibilidad que les es dada de dominarlas. El aparente azar que preside la disposición relativa de las masas de tierra refleja una ley cósmica superior que ha determinado necesariamente todo el proceso de desarrollo de la humanidad, la separación a primera vista puramente física del Viejo y Nuevo Mundo, de los continentes y de las islas resulta ser la esencia de la relación espacial universal. La desigual distribución de los dones naturales es el estimulante fundamental del desarrollo de los intercambios universales. La débil superficie de Europa y la armonía de sus formas limitadas es la condición de su libertad y de su capacidad de dominación. (…) Tomado de: Ritter, C. (1850): «De l'organisation de l'espace a la surfacedu globe et de son role dans le cours de l'histoire» (Discurso pronunciado el 1 de abril de 1850), en Ritter, C. (1852): Introduction a la géographie géneérale comparée. Traducción de D. Nicolas‐Obadia. Introduction et notes de G. G. Nicolas‐Obadia, París, Les Belles Lettres, 1974, pp. 166‐ 189. Traducción de Isabel Pérez‐Villanueva Tovar. En: Gómez Mendoza, Josefina et. al.; El pensamiento geográfico: estudio interpretativo y antología de textos. Madrid, Alianza, 1998, pp. 545. Geopolitika. [en línea], Dirección URL: www.geopolitika.com.mx, [Consultado: 8 de Diciembre 2009]
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