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Resumen Cap Estructuras y Normalidad, J Bergeret - V Navarro

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Universidad de Chile 
Por Víctor Navarro
Facultad de Ciencias Sociales
Psicología
Psicología de La Personalidad
 Resumen: Jean Bergeret, “Estructuras y normalidad” en “La personalidad Normal y Patológica” 
Para comenzar es recomendable hacer una pequeña introducción a la vida del autor. Jean Bergeret hace su tesis el año 1948 y logra obtener el título de pediatra. Luego se tiene aproximaciones a la psiquiatría, pero es René Laforgue quien lo introduce al psicoanálisis. Así presenta una tesis acerca de la normalidad social, la cual es guiada por Didier Anzeu. Se establece en Lyon, donde se vuelve profesor de Psicología clínica. 
También se nos hace necesario adecuarnos a la aproximación nosográfica –nominación de enfermedades- que tiene especialmente la escuela francesa del psicoanálisis, ésta admite tres estados alterados: La psicosis, la neurosis y la perversión. Esta corriente también admite que la estructura psíquica del individuo está seriada por estos tres estados, lo cual la haría nada modificable (Desde: http://www.clinicapsi.com).
Aceptando este supuesto, el autor comienza con la cuestión de la normalidad:
1-LA NOCION DE NORMALIDAD.
La noción de normalidad suele conllevar un juicio anticipado, y principalmente en contra del carácter normativo que conlleva el clasificar lo que será normal y aquello que escapa a lo típico – si es que queremos adherir a la definición de Emile Durkheim (1993). Pero a la vez se pueden identificar dos líneas principales que definen lo comúnmente denominado como normal. Una integra una dimensión cuantitativa, así observaremos normalidad en la repetición de lo observado, comúnmente representado en estadígrafos. Por otro lado está la dimensión ideal, con la regla consensuada, el ideal concebido. Es allí donde el autor expone el ejemplo del niño que imita al adulto, pues el niño ve en él una figura ya adaptada a la sociedad, encuentra en él una fuente segura de adaptación –Cabe mencionar que desde una postura conductista evolutiva, el niño, mediante aprendizaje vicario, aprenderá leyes de efecto que aseguran su adaptación al medio, idea que no dista mucho acerca de la función adaptativa que adjudica el autor a las estructuras psíquicas.
Por otro lado el Bergeret expone la pugna que se da entre la instauración de una definición, por asi decirlo, del vencedor. Así, de manera autoritaria, quien define crea “representaciones muy selectivas, en función de sus opciones personales” (Bergeret 1980). Por otro lado, el carecer de postura frente a la noción de normalidad puede provocar en los profesionales el perder “todo coraje científico o toda capacidad de investigación” (Bergeret 1980).
Luego se prosigue añadiendo nuevas características al concepto de normalidad. Este incluiría una funcionalidad específica, para el psique, ésta lograría una tarea de coordinación de necesidades pulsionales con las defensas y adaptaciones. También lo “normal” definiría una zona de eficiencia, es decir, configuraría la concepción de un bienestar solido y objetivo.
Luego avanzado el razonamiento presenta la idea central del texto: LAS NOCIONES DE NORMALIDAD Y ESTRUCTURA SON INDEPENDIENTES. Con esto el autor quiere recalcar que determinada estructura es incalificable como normal debido a que incluso al interior de aqullas configuraciones psíquicas podemos encontrar casos normales y anormales, debiendo cada una ser tratada por separado. Así hace una primera distinción entre una personalidad considerada “normal” que puede convertirse en patológica y una personalidad considerada “patológica” que aun tratada “conserva intactas sus oportunidades de retornar a una situación de normalidad” (Bergeret 1980). En momentos de la historia, el individuo fue catalogado arbitrariamente como “normal” o “enfermo mental”, hoy ya no existen aquellas categorías exclusivas de antaño y es el mismo Freud quien rompe con aquellas concepciones. Así, designando por su parte a la Psicosis, la Neurosis y la Perversión como estructuras elementales psíquicas, reconoce que estas están presentes en el individuo –aun en la más mínima expresión- solo de forma compuesta. 
2-PATOLOGÍA Y NORMALIDAD.
Aquí advienen definiciones de múltiples autores, de los que podemos rescatar a: 1) Minkowski planteaba que el problema estaba definido en torno a un alejamiento de la norma- teniendo en cuenta todo lo que el concepto “norma” conlleva. 2) Canguilhem se apoya en teóricos de la talla de Comte, y establece una línea basal por así decir, cualquier alejamiento de esa línea basal –tanto positiva como negativamente- constituye patología. 3) Leriche define el estado opuesto, la salud seria el silencio de los órganos – es decir, la ausencia de estados pulsionales, homeostasis perfecta. 4) Jackson plantea una resolución de estos estados mediante funciones mentales a partir de lo adquirido a base de la maduración ontogénica del individuo – esta idea es fácilmente asociable con la noción del área sin conflicto del yo planteada por Hartmann. 5) Canguilhem define secundariamente la patología como la incapacidad de lidiar con los requerimientos del medio, con la idea de inadaptabilidad. Así la Normalidad viene a constituir la adaptación del individuo al medio, aspecto fundamental para luego tratar la normalidad en estructuras psíquicas comúnmente catalogadas de anormales, pero no por eso menos adaptativas. 6) Freud por otra parte saca a la discusión su formación edípica, la cual sería definitoria de la producción y resolución de los futuros conflictos pulsionales. 7) Boutonier comienza a dibujar lo que después se tratará en el texto como personalidades “pseudo-normales” y lo ejemplifica con un caso semejante a la Anomía expuesta por Durkheim (1893), lo que constituye el “miedo a la libertad”. 8) Chiland por otra parte define la noción de normalidad en niños, aduce que estos solo son normales cuando existe un equilibrio entre el nivel de representación de lo real y el nivel de representación fantasmatico (imaginario y simbólico). 
Luego de la revisión de aquellos autores, Bergeret añade en palabras de Ajurtague una categoría Cualitativa, es decir, es necesario evaluar la naturaleza del estado para considerarlo incluso en el nivel de beneficioso o no, y por consiguiente si se quiere una presencia continua (normal) o considerarla como patología (anormalidad). Por ejemplo, la salud, la cual no hace caso a la definición cuantitativa de ocurrencia, pero su naturaleza la hace deseable en diferencia de su antípoda la enfermedad. 
Se hace referencia a Freud y sus concepciones de estructuras psíquicas, el cual plantea 3 tipos elementales: El psicótico, el neurótico y el narciso. Comúnmente estos tipos se dan pareados, así Freud plantea una “absoluta normalidad” mediante la existencia simultanea de los tres. Así, la configuración erotica-neurotica-narcisa correspondería al último grado de normalidad, a la no-supresión del ello. Se logra constituir un humano Instintivo y Dionisiaco. 
3- LA “NORMALIDAD PATOLÓGICA.
El autor también identifica la existencia de personalidades “pseudo-normales” las cuales tienen una función meramente adaptativa, pero que funcionan bajo una patología. Es así que el individuo se ve obligado a “jugar el rol de la gente normal, e incluso a veces hipernormal”, para “no descompensarse de la depresión” (Bergeret 1980). Así el narcisista, con su inmadurez estructural se aferra a una ilusión, resultando en una conducta totalmente adaptativa y si queremos, normal – mientras no se de carácter descompensatorio-. Consideremos que desde una perspectiva patológica, el narciso es anormal, pero desde una perspectiva adaptativa, la negación de realidad que se encuentra en una estructura Narcisa cuenta con la normalidad suficiente para constituir un narciso coherente con el medio. 
4- NORMALIDAD Y ESTANDARIZACIÓN.
Parte el razonamiento con la siguiente pregunta ¿El individuo tiende más hacia lo estándar o hacia lo normal? EL humano se va asegurando piso por piso –tal y como se sacrifica en pos de la seguridad- , solo paraasegurar una vida más práctica. 
Se ofrece el nexo con la cultura del Kibutz, de Israel. En esta etnia los procesos de formación temprana del niño están totalmente estandarizados, se elimina la figura de la madre, evitando la presencia de configuraciones psicóticas. Pero es observable una disminución de los límites tanto inferiores como superiores en lo que a desempeño refiere. Se estanca la experiencia en un punto medio, encasilla a quienes cuentan con mayor potencialidad y benefician a aquellos que carecen de esta. Es importante observar que el individuo que se ve exento de su grupo rápidamente se ve muy poco capaz. El ser demasiado estandarizados los lleva a “carecer de juicio y de flexibilidad, de capacidad de adaptación a las situaciones imprevistas y cambiantes” (Bergeret 1980). El control de la ausencia de la madre no permite al niño una organización del yo potencialmente psicótica, por ende, se mantiene en una relación objetal del modo anaclítico. Freud definía esta relación anaclítica como una de las tantas resoluciones incorrectas del Edipo, en donde- opuestamente al narcisismo- el ideal de yo se ve afectado, así el individuo atribuye y responsabiliza al otro acerca de sus propias carencias, privaciones y deficiencias (Freud, 1914). 
5- EDIPO Y NORMALIDAD.
Aceptaremos, previo razonamiento anterior, que son “Normales” todas aquellas estructuras que, psicóticas o neuróticas, resultan ser no descompensadas y por lo tanto adaptativas, exceptuando todo “estado limite”, es decir casos extremos. Y aquí es donde el autor comienza a hacer una predicción acerca de las configuraciones psíquicas que advendrán en el futuro. Con el mayor control de las fases edípicas se reducirá el número de psicóticos, por ende, aumentaran el número de disposiciones anaclíticas. También analiza la cuestión de un desarrollo equitativo y mediocre o de uno focalizado y mayor. Y con esta acepción se abre la discusión en torno al carácter normativo que puede tener la discriminación edípica, se expone a los autores Deleuze y Guattari.
Se acuña el término “capital edípico”, pues la manipulación apropiada de las fases del Edipo se convierte en un capital bursátil, debido a que se concibe que los valores apropiados solo pueden derivar de una configuración determinada por el Edipo. La segunda generación Freudiana constituye un desencuentro con esta burguesía edípica, mientras que declaran “no experimentar la preeminencia de esa especie de patrón afectivo-triangular, y hallarse en perfectas condiciones de prescindir de su aspecto relacional particular, que los girondinos del Edipo declaran obligatorio para acceder a la “normalidad” (Bergeret 1980). 
Absteniéndose de la discusión edípica, el autor valoriza las estructuras que presentan naturalidad aun en su naturaleza patológica “una estructura psicótica no descompensada es mucho mas verdadera, mucho más rica en potencial de creatividad”, reconoce “Agudezas o las creaciones artísticas propias de los psicóticos” (Bergeret 1980). Finalmente, y en relación a la cuestión de la formación estructural, reconoce que “se puede ser normal sin haber alcanzado el nivel edípico, pero a condición de haber realizado una estructura verdadera”.
REFERENCIAS
Bergeret, Jean (1980). Estructuras y Normalidad. Personalidad Normal y Patológica. Madrid: Editorial Gedisa, 1990.
Durkheim, Emile. (1893) “La División del Trabajo Social”. Libro Primero. La Función de la División del Trabajo. Capítulo Primero. Buenos Aires: Editorial Gorla, 2008
Durkheim, Emile (1993). Escritos Selectos. Introducción y selección de Anthony Giddens. Buenos Aires: Nueva Visión, 1993.
Freud, Sigmund. (1914). LXXXVII Introducción al Narcisismo [Versión electrónica], p6. Extraído el 9 de Noviembre de  2008 desde: http://mx.geocities.com/aguilera99/18.pdf.
Recurso Web: http://www.clinicapsi.com/neurosis.html. Consultado el 9 de Noviembre de 2008.
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