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Resumen Texto Fetichismo - S Freud

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Fetichismo (1927)
Sigmund Freud
Nota introductoria por James Strachey. 
Sigmund Freud escribió varias veces sobre una variante sexual que roza lo patológico y que se origina en una impresión sexual recibida en la primera infancia. Aquella es llamada fetichismo y se refiere precisamente al hecho de que el niño se da cuenta del pene faltante de la mujer. Ante esto el niño busca un sustito del miembro masculino, que corresponderá al fetiche.
Freud tomó particular atención al origen del fetichismo del pie, explicando que la pulsión del niño de ver los genitales de su madre que comienza observándola desde abajo, es decir “desde sus pies”, queda detenida allí por la represión, transformando así al pie en el fetiche. 
 El artículo “Fetichismo” escrito por Freud, sintetiza y amplía sus anteriores concepciones acerca del fetichismo. Por ejemplo, el concepto <<desmentida>> usado para referir a las reacciones de los niños al notar la distinción anatómica entre los sexos, es desarrollado, indicando que esta <<desmentida>> implica necesariamente una escisión en el yo del sujeto, que también puede observarse en otra situaciones que involucran la represión.
A continuación se presenta un resumen de dicho texto.
La aproximación de Freud al fetichismo se produjo porque el psicoanalista tuvo la oportunidad de estudiar a hombres cuya elección de objeto era regida por un fetiche. Sin embargo, ellos no recurrían al análisis necesariamente por el fetiche, pues aunque se percataban de que aquello era considerado una anormalidad, rara vez lo sentían como un síntoma lamentable, por el contrario, se mostraban felices con él, pues facilitaba su vida amorosa. Es por esto, que el fetichismo era más bien un diagnóstico secundario de la terapia.
El caso más asombroso al que se enfrentó Freud, fue el de un joven que había elevado a la condición fetichista cierto <<brillo en la nariz>>. El psicoanalista esclareció la situación al descubrir que el joven había sido criado en Inglaterra y posteriormente en Alemania, pero recordando muy poco su lengua primera. Entonces, ese fetiche, que provenía de su primera infancia, no debía leerse en alemán, sino en inglés: el <<brillo {Glanz} en la nariz >> era más bien una <<mirada en la nariz>>, pues<<glance>>
 equivale a <<mirada>>. 
De este modo la nariz se convirtió en fetiche, poseedora de un brillo que sólo el joven podía percibir.
Como se mencionó, el origen del fetiche se encuentra en la primera infancia. 
En esta etapa el niño está convencido de que la mujer, particularmente su madre, posee pene. Es por esto, que cuando logra darse cuenta de que no es así, atribuye dicha falta a la aparente “extracción de pene” que habría sufrido su madre. Pero el niño se rehúsa a creerlo y más aún, no quiere admitir que se ha enterado de aquel hecho, pues al ver a su madre sin pene, el niño siente amenazada la posesión de su propio pene. Esto afecta al niño, pues en esa etapa se distingue el narcisismo primario que reviste a ese órgano
. Es por esto que se ve en la necesidad de buscar un objeto sustituto: el fetiche.
Esta percepción de la falta de pene en la mujer, sería según Laforgue, <<escotomizada>> por el niño, pero según Freud, dicho término es inapropiado porque evoca la idea de que la percepción se borraría por completo y no es así. Tras la observación de la mujer, el niño no salva para sí, ileso, su creencia en el falo de aquella, sino que la percepción permanece y permite que se actúe enérgicamente para mantener la desmentida. Entonces la ha conservado, pero también la ha resignado. Establece un compromiso
 entre la percepción indeseada y el deseo contrario. En lo psíquico la mujer sigue teniendo un pene, pero este pene ya no es lo mismo que era antes, ha sido reemplazado por un sustituto que ahora recibe el interés que antes recibía el primero. 
De ese modo, el fetiche es el signo de triunfo sobre la amenaza de castración, es el que protege al niño de ella y el que le ahorra un devenir homosexual, pues permite tolerar a la mujer como objeto sexual.
Posteriormente, el fetiche continúa proporcionando ventajas al sujeto respecto a su vida sexual, pues dicho objeto es accesible con facilidad y resulta cómodo obtener la satisfacción ligada a él
Freud señala, que la instauración del fetiche parece, más bien, la suspensión de un proceso. Es similar a la detención del recuerdo en la amnesia traumática, pues “el interés se detiene a mitad de camino”, se fija en la última impresión anterior a la productora del trauma. Antes de que el niño vea la imagen traumática de la falta de pene en su madre, ve cierto objeto sobre el cual se detiene su interés, el fetiche.
Así por ejemplo, si el niño vio los genitales femeninos comenzando la mirada desde abajo, la impresión ‘a mitad de camino’ pudo transformar en fetiches al pie, al zapato, a las prendas interiores, etc. 
Ahora bien, como se manifestó en la nota introductoria, la desmentida necesariamente implica una escisión en el yo del sujeto, que también ocurre en otras situaciones en que el yo necesita defenderse.
Freud se percató de esto al analizar a dos jóvenes que no se habían dado por enterados de la muerte de su padre, es decir, ambos habían <<escotomizado>> el suceso. A pesar de que aquello podría ser producto de una psicosis, pues al sufrir ésta el yo “se deja arrastrar por el ello, desprendiéndose de un fragmento de la realidad” (pp)
, tal como hacían los sujetos, ninguno de ellos había desarrollado dicho trastorno.
Aquella << escotomización>> era más similar a la realizada por los fetichistas respecto a la castración de la mujer.
Tal como propuso Freud, aquella <<escotomización>> no tenía un carácter radical como señalaba Laforgue, sino que sólo una parte del individuo no había reconocido la muerte del padre, pero existía otra que sí lo hacía, por lo que coexistían dos actitudes: una acorde al deseo y otra acorde a la realidad.
En uno de los dos casos, esa escisión pasó a ser la base de una neurosis obsesiva; el joven oscilaba siempre entre dos premisas: una, que el padre seguía con vida y estorbaba su actividad, y la contrapuesta, que tenía derecho a considerarse el heredero del padre fallecido. 
En el fetichismo sucede algo similar, el individuo tiene una bi-escindida actitud frente al problema de la castración de la mujer. Pues al construir el fetiche ha ocurrido tanto la desmentida, como la aseveración de la castración.
Sin embargo, este fetiche construido a partir de opuestos se sostiene bien y en ciertas ocasiones, dicha escisión se ve reflejada en lo que el fetichista hace con su fetiche (en la fantasía o en la realidad). Pues venera al fetiche, que representa al falo de la madre y al mismo tiempo lo trata como una figuración de la castración. Esto pasa cuando se ha desarrollado una fuerte identificación con el padre; por lo que el fetichista desempeña el mismo papel paterno: el “castrador”.
A pesar de que coexistan esas dos corrientes, siempre hay una que se presenta con mayor nitidez: o la desmentida o la admisión de la castración. 
A partir de aquí se puede comprender que un individuo desarrolle la perversión consistente en obtener placer de cortar el cabello a las mujeres, quien a través de esa conducta, llamada “conducta del cortador de trenzas” tiene la necesidad de escenificar la castración que él desconoce. Su acción reúne en sí las dos aseveraciones incompatibles entre sí: la mujer ha conservado su pene, y el padre ha castrado a la mujer. 
En conclusión, el individuo siempre encuentra su yo escindido, experimentando dos actitudes contrapuestas, por una parte, se rehúsa a creer la castración de la mujer, intentando mantener el modelo normal que debió haber encontrado en ella, es decir el pene masculino. Y por otro lado, está la actitud contraria: la admisión de la castración y por ende, la aceptación de que la mujer no posee dicho órgano, sino más bien, un pene pequeño: el clítoris.
�	 “Glance” y “Glanz” se pronuncian igual.
�	 En el narcisismo primario no hay un yo constituido y predomina el autoerotismo,es decir, la libido se dirige hacia uno mismo.
�	 Compromiso regido por las leyes del pensamiento inconsciente- de los procesos primarios-.
�	 A diferencia de la psicosis, en la neurosis el yo sofoca un fragmento del ello, al servicio de la realidad
�	 En el caso de la psicosis, una de esas corrientes faltaría.

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