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Texto Cap 5 Actividad, Conciencia y Personalidad - Leontiev

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ACTIVIDAD CONCIENCIA Y PERSONALIDAD
Leontiev
Capitulo V
Actividad y Personalidad
	III - La actividad como base de la personalidad
El principal problema consiste en desvelar cuáles son los verdaderos "formadores" de la personalidad, esta unidad superior del hombre, mutable como su propia vida, sin embargo que preserva en sí una estabilidad, suda auto-identidad. Al final de las cuentas, independientemente de la experiencia, el ser humano acumula los acontecimientos que modifican su situación de vida, y, finalmente, independientemente de las modificaciones físicas pela cual pasa mientras personalidad, él permanece el mismo a los ojos de otras personas, así como a sus propios ojos. Él es identificado, no solamente por su nombre; hasta la ley lo identifica, al menos dentro de los límites de la responsabilidad por sus actos.
Así, existe una obvia contradicción entre la mutabilidad aparente, física, psicofisiológica del ser humano y su estabilidad mientras personalidad. Este hecho trajo a la tona el problema de lo "yo" como un problema especial de la psicología de la personalidad. Esto surge porque los trazos que son incluidos en la caracterización psicológica de la personalidad expresaron claramente el mutable y "intermitente" en el ser humano, es decir, aquello que se contrasta exactamente con la estabilidad y la continuidad de suyo "yo". Lo que forma esta estabilidad y continuidad? El personalismo, en todas sus variantes, responde esta cuestión, al postular la existencia de algún tipo de principio especial, que formaría el núcleo de la personalidad. Este, entonces, es encubierto por las incontables adquisiciones en el transcurrir de la vida, que son capaces de cambiar, sin embargo no de afectar esencialmente este núcleo.
En otro abordaje de la personalidad, la base es la categoría de la actividad humana objetiva, el análisis de su estructura integral, su mediación y las formas de reflejo psíquico que genera.
Ese tipo de abordaje permite, desde el inicio, una resolución preliminar de la cuestión acerca de lo que forma una base estable para la personalidad; exactamente lo que entra y lo que no entra en la caracterización del ser humano, especialmente mientras personalidad, también depende de eso. Esa decisión es hecha con base en la suposición de que la base real para la personalidad humana es el agregado de sus relaciones con el mundo, que son sociales por naturaleza, sin embargo relaciones que son realizadas, y son realizadas a través de su actividad, o, más precisamente, por el agregado de sus actividades multifacéticos.
Tenemos, aquí, en mente especialmente las actividades del sujeto que son "unidades" originales del análisis psicológico de la personalidad, y no acciones, no operaciones, no funciones psicofisiológicas o bloques de esas funciones; estas últimas caracterizan la actividad, y no la personalidad directamente. A la primera vista, esta posición parece contradictoria en relación a las representaciones empíricas de la personalidad y, además de eso, parece empobrecerlas. Sin embargo, sólo desvela el camino para la comprensión de la personalidad en su real concretud psicológica.
La conclusión general a partir de lo que se dijo es que la investigación de la personalidad no debe limitarse la una explanación de requisitos, pero debe proceder a partir de un desarrollo de la actividad, de sus tipos y formas hormigones, y de aquellas conexiones que traban entre sí, en la medida en que su desarrollo modifica radicalmente el significado de los propios requisitos. Así, el sentido de la investigación no se da a partir de hábitos, habilidades y conocimientos adquiridos para la actividad caracterizada por ellos, pero, sí, a partir del contenido y de las conexiones de las actividades, en dirección a cuáles y que tipo de procesos los realizan y los hace posibles.
Aún los primeros pasos en la dirección indicada conducen a la posibilidad de aislar un hecho muy importante. Es el hecho de que, en el curso del desarrollo del sujeto, sus actividades aisladas aparecen dentro de una relación jerárquica. En el nivel de la personalidad, de manera alguna forman un aglomerado simple, cuyos rayos tuvieran inicio y centro en el sujeto. Una representación de las conexiones entre las actividades enraizadas en la individualidad y en la totalidad de su sujeto sólo es confirmada en el nivel del individuo. En este nivel (en animales y en niños), el escopo de las actividades y sus intra-conexiones son directamente determinados por las propiedades del sujeto - generales e individuales, innatas y adquiridas. Por ejemplo, un cambio en la selectividad y un cambio en la actividad dependen, directamente, de la composición, en marcha, de las necesidades del organismo y de un cambio de su dominante biológico.
Las relaciones jerárquicas de la actividad que caracterizan la personalidad son otro asunto. Su característica es su "desprendimiento" con respecto a la condición del organismo. Esas jerarquías de la actividad son generadas por su propio desarrollo, y son ellas que forman el núcleo de la personalidad.
 En otras palabras, los "nosotros" que conectan las actividades aisladas son atados, no por la acción de fuerzas biológicas o espirituales del sujeto, que residen dentro de él, pero por el sistema de relaciones en lo cual el sujeto entra.
La observación revela fácilmente esos primeros "nosotros" a partir de cuya formación se inicia el primerísimo práctica de la formación de la personalidad en el niño. Dentro de una forma muy bien expresa, este fenómeno fue observado con niños preescolares. El experimentador que estaba conduciendo las pruebas presentó al niño un problema: coger un objeto que estaba fuera de su alcance sin salir del lugar. Así que el niño comenzó a resolver el problema, el experimentador entró en una sala contigua, de la cual continuó su observación, usando el aparato ótico que usualmente es utilizado para tales observaciones. Después de una serie de tentativas fallidas, el niño levantó, se aproximó del objeto, lo cogió, y, silenciosamente, volvió hacia su lugar. El experimentador vino inmediatamente hasta el niño, la elogió por el éxito y le ofreció un pedazo de chocolate como recompensa. El niño, sin embargo, lo rechazó y, cuando el experimentador comenzó a cuestionarla, la pequeña comenzó a llorar en silencio.
Lo que reside por detrás de ese fenómeno? En el proceso que observamos, es posible aislar tres momentos: primero, la conversación del niño con el experimentador, que explica el problema; segundo, la solución del problema; tercero, la conversación con el experimentador después que el niño cogió el objeto. Así, las acciones del niño fueron una respuesta la dos motivos diferentes, es decir, realizaron dos tipos de actividad: uno, en relación al experimentador; otro, en relación al objeto (recompensa). Como la observación indica, en el momento en que el niño estaba cogiendo el objeto, no experimentó la situación como conflicto, como una situación de "colisión". La conexión jerárquica entre las dos actividades sólo se quedó evidente en el momento de la renovación de la conversación con el experimentador, por así decir, post factum: el dulce pareció amargo, amargo en el sentido personal, subjetivo.
El fenómeno descrito pertenencia a una práctica transicional muy precoz. A despecho de toda la simplicidad de estas primeras coordinaciones de las varias relaciones de vida de un niño, son precisamente esas relaciones que evidencian el proceso inicial de la formación de esta formación específica que llamamos de personalidad.
El desarrollo y la multiplicación de los tipos de actividad de un individuo no conducen, simplemente, la una expansión de su "catálogo". Simultáneamente, ocurre un centramento de ellas en torno a varias actividades principales a las cuáles las otras son subordinadas. Este proceso largo y complejo de desarrollo de la personalidad tiene sus prácticas y sus límites. No vamos a separar este proceso del desarrollo de la conciencia y de la auto-conciencia, pero la conciencia no constituyesu inicio: sólo lo medía y es, por así decir, un resumen de él.
	IV - Motivos, emociones y personalidad
En la psicología contemporánea, el término "motivo" (motivación, factores motivadores) puede decir respeto a fenómenos completamente diferentes. Impulsos instintivos, inclinaciones y apetitos biológicos, así como la experiencia de emociones, de intereses y de antojos son todos denominados "motivos"; dentro de esta enumeración mixta de motivos, pueden ser encontradas ciertas cosas, tales como objetivos o ideales de vida, pero, también, cosas del tipo de un choque eléctrico. No hay necesidad de investigarse todos esos conceptos y términos confusos que caracterizan la condición actual del problema que envuelve los motivos. El problema del análisis psicológico de la personalidad requiere la consideración sólo de las cuestiones principales.
Fundamentalmente, se trata de una cuestión que dice respeto a las relaciones entre motivos y necesidades. Yo ya dijo que la necesidad real es siempre una necesidad de alguna cosa, que, en el nivel psicológico, las necesidades son mediadas por la reflexión psíquica, y de dos maneras. Por un lado, los objetos que responden a las necesidades del sujeto aparecen delante de él dentro de sus características sensoriales objetivas. Por otro lado, las condiciones de la necesidad, en los casos más simples, se señalan y son sensorialmente reflejadas por el sujeto como resultado de las acciones de estímulos de recepción interna. Aquí, el cambio más importante que caracteriza la transición para el nivel psicológico consiste en el comienzo de la conexión activa de las necesidades con los objetos que las satisfacen.
Acontece que, en la propia condición de necesidad del sujeto, el objeto que es capaz de satisfacer la necesidad no es claramente delineado. Hasta el momento de su primera satisfacción, la necesidad "no conoce" su objeto; él aún necesita ser revelado. Sólo como resultado de esa revelación, es que la necesidad adquiere su objetividad y el objeto percibido (representado, imaginado) viene a adquirir su actividad provocativa y directiva como función; es decir, se hace un motivo
Este modo de entender los motivos parece hasta cierto punto limitado, y las necesidades parecen estar siendo eliminadas de la psicología. Pero no es lo que acontece. No son las necesidades que desaparecen de la psicología, pero solamente sus abstracciones - las necesidades "desnudas" del sujeto, no objetivamente satisfechas. Esas abstracciones vienen a la tona como resultado del hecho de que se aíslen las necesidades de la actividad objetiva del sujeto, con lo que ellas adquieren, solas, su concretidad psicológica.
Se comprende que el sujeto, mientras individuo, nace con una porción de necesidades. Pero déjeme repetir más una vez: las necesidades, mientras fuerza interna, sólo pueden ser realizadas en la actividad. En otras palabras, la necesidad aparece, en principio, sólo como una condición, un requisito para la actividad, sin embargo, así que el sujeto comienza a actuar, ocurre inmediatamente su transformación, y la necesidad deja de ser aquello que era virtualmente, "en sí misma". Mientras más prosigue el desarrollo de la actividad, más ese requisito es convertido en su resultado.
La transformación de las necesidades se da de forma distinguida aún en el nivel de evolución de los animales: como resultado de la ocurrencia de un cambio y con la ampliación del círculo de objetos que responden a las necesidades y de los métodos de su satisfacción, las propias necesidades se desarrollan. Esto acontece porque las necesidades tienen la capacidad de que sean concretizadas dentro de una variedad potencialmente bastante amplia de objetos, los cuales se hacen estímulos de actividad para un animal, proporcionando a la actividad una dirección determinada. Por ejemplo, cuando aparecen en el ambiente nuevos tipos de alimento y viejos tipos son eliminados, la necesidad de alimento continúa a ser satisfecha y, adicionalmente, pasa a incorporar en sí un nuevo contenido, o sea, se hace diferente. De esa forma, el desarrollo de las necesidades de los animales ocurre por medio del desarrollo de sus actividades en relación a un círculo de objetos cada vez mayor; se comprende que el cambio en el contenido objetivo hormigón de las necesidades conduce la un cambio en los métodos de su satisfacción, también.
Ciertamente, esta afirmación general requiere muchas estipulaciones y muchas explicaciones, particularmente en lo que concierne a las cuestiones que envuelven las llamadas necesidades funcionales. Pero, en el momento, no estamos hablando de eso. El punto principal, aquí, es el aislamiento de la ocurrencia de la transformación de las necesidades a través de los objetos dentro del proceso de su consumo. Y esto tiene un significado primordial para la comprensión de la naturaleza de las necesidades humanas.
De forma distinguida del desarrollo de las necesidades en los animales, lo cual depende de una ampliación del círculo de los objetos naturales que ellos consumen, las necesidades humanas son generadas por el desarrollo de la producción. Finalmente, la producción es también directamente consumo, lo cual crea la necesidad. En otras palabras, el consumo es mediado por la necesidad de un objeto, su percepción o su presentación mental. En esta, en su forma reflejada, el objeto aparece como el motivo ideal, internamente generado
Sin embargo, en la psicología, los motivos son muy frecuentemente considerados de forma separada del elemento principal, que es la dualidad implícita en la producción del consumidor, la cual los genera; esto lleva a la explicación unilateral de las acciones humanas basadas directamente en las necesidades humanas. En este caso, muy frecuentemente, la afirmación de Engels es citada como fundamento, sin embargo fuera de su contexto, que lidia sólo con el papel del trabajo en la formación del hombre, incluyendo, naturalmente, también sus necesidades. La comprensión marxista está lejos de considerar las necesidades como el punto inicial y principal. He ahí lo que Marx escribe con relación a eso: "Como una necesidad, la necesidad en sí es el momento interno de la actividad productiva. Pero la actividad productiva (énfasis del autor) es el punto inicial de la realización y, por lo tanto, también su momento dominante, el acto en lo cual todo el proceso vuelve a ocurrir nuevamente. El individuo produce un objeto y, a través de su consumo, lo retorna de nuevo para sí...."
De esta manera, estamos delante de dos esquemas básicos que expresan la conexión entre necesidad y actividad. El primero produce la idea de que el punto inicial es la necesidad y, por esa razón, el proceso como uno todo es expreso dentro del ciclo: necesidad>actividad>necesidad. En él, como nota L.Seve, se realiza el "materialismo de las necesidades", que corresponde a la representación pre-marxista en que la esfera del consumo es básica. El otro esquema, que contradice el primero, es un esquema cíclico: actividad>necesidad>actividad. Este esquema, que corresponde al concepto marxista de necesidad, también es fundamental para la psicología, una vez que "ninguna concepción basada en la idea de un único mueble, que en esencia precediera la actividad en sí, puede ejercer un papel inicial capaz de servir como una base adecuada para la teoría científica de la personalidad humana."
La idea de que las necesidades humanas son producidas ha, naturalmente, un sentido materialista-histórico. Además de eso, es extremadamente importante para la psicología. Esto necesita ser enfatizado, pues, a las veces, especialmente para la psicología, el abordaje del problema es sólo considerada en explicaciones que se originan de las necesidades en sí, más precisamente en las experiencias emocionales que las necesidades evocan, que parecen explicar por qué el hombre establece objetivos para sí mismo y crea nuevos objetos. Ciertamente, esto contiene alguna verdad, y sería posible concordar con todo, si no fuera por una condición: al final de las cuentas,como determinantes de la actividad concreta, las necesidades sólo pueden aparecer en su contenido objetivo, y este contenido no es directamente incorporado en ellas y, consecuentemente, no puede ser aislado de ellas.
Una otra dificultad básica surge como resultado de una aceptación parcial de la naturaleza socio-histórica de las necesidades humanas, lo que se manifiesta en el hecho de que algunas necesidades son consideradas sociales en sus orígenes, mientras otras son tenidas como puramente biológicas y comunes a los seres humanos y a los animales. De hecho, no es necesaria ninguna proeza de raciocinio para que nos demos cuenta de los puntos en común entre ciertas necesidades humanas y animales. Finalmente, el ser humano, así como los animales, tiene un estómago y siente hambre - una necesidad que él necesita satisfacer para poder sobrevivir. Pero el ser humano he, también, otras necesidades, que no son determinadas biológicamente y, sí, socialmente. Son "funcionalmente automáticas" o "anastáticas". Así, la esfera de las necesidades humanas parece estar dividida en dos partes. Esto surge como resultado ineludible de la consideración de las "necesidades en sí", aisladas de las condiciones objetivas y de los medios de su satisfacción, y, consecuentemente, aisladas de la actividad en la cual ocurre su transformación. Sin embargo, la transformación de las necesidades en el nivel humano también envuelve (y sobre todo) las necesidades que parecen ser, en el hombre, homólogas a las necesidades animales. "Hambre, Marx observa, es hambre, sin embargo el hambre que es saciada a través de alimento cocido comido con tenedor y cuchillo es diferente de aquel hambre en la cual la carne cruda es comida con las manos, las uñas y los dientes."
Naturalmente, el pensamiento positivista no ve en este hecho nada más que una diferencia superficial. Sea como que sea, un hombre esfomeado parece ser un ejemplo suficiente para mostrar la "profunda" semejanza entre la necesidad de alimento en el hombre y en el animal. Sin embargo, eso no pasa de un sofisma. Para un hombre que pasa hambre, la comida en la realidad deja de existir en su forma humana y, consecuentemente, la necesidad de comida pasa a ser "desumanizada"; sin embargo, si esto prueba alguna cosa, entonces es sólo que el hombre puede ser reducido, por el hambre, la una condición animal, y no dice exactamente nada sobre la naturaleza de sus necesidades humanas.
Aunque las necesidades humanas cuya satisfacción constituye una condición necesaria para mantener la existencia física difieran de las necesidades humanas que no tienen homólogos en los animales, este desarrollo no se da de forma absoluta, y la transformación histórica envuelve toda la esfera de necesidades.
Además de la transformación y enriquecimiento del contenido objetivo de las necesidades humanas, también ocurre cambio en la forma de su reflejo psíquico. Como consecuencia, ellas pueden venir a adquirir un carácter ideacional y, debido a eso, se hacen psicológicamente invariantes: de esta forma, la comida continúa siendo comida para la persona hambrienta, así como para quien no está en esa condición. Además de eso, el desarrollo de la producción mental genera ciertas necesidades que sólo pueden existir en la presencia de un "plan de conciencia". Finalmente, se forma un tipo especial de necesidades - necesidades que son objetivo-funcionales, como la necesidad de trabajo, de creación artística etc. El factor principal es que, en el hombre, las necesidades entran en nuevas relaciones recíprocas.
Aunque la satisfacción de necesidades vitales continúe siendo una cuestión "de primera orden" para el hombre y una condición innegable de su vida, necesidades superiores, específicamente humanas, no constituyen, absolutamente, sólo formaciones superficiales asentadas sobre esas necesidades vitales. Por esa razón, puede acontecer que, si pusiéramos en uno de los platos de la balanza las necesidades vitales humanas fundamentales y, en el otro, sus necesidades superiores, entonces sus necesidades superiores pueden muy bien pesar más que las necesidades vitales. Esto ya es bien conocido y no necesita de evidencia.
Es hecho que el curso general del desarrollo de las necesidades humanas comienza por la acción humana con vistas a satisfacer sus necesidades vitales elementales; sin embargo, más tarde esto se modifica, y el ser humano pasa a satisfacer sus necesidades vitales para poder actuar. Esta es la principal dirección del desarrollo de las necesidades humanas. Sin embargo, esta dirección no puede ser deducida directamente a partir del movimiento de las propias necesidades, pues, por detrás de ese movimiento se esconde el desarrollo de su contenido objetivo, es decir, los motivos concretos para la actividad humana.
Así siendo, el análisis psicológico de las necesidades se hace, necesariamente, un análisis de los motivos. Para eso, sin embargo, es necesario superar la comprensión subjetiva tradicional de los motivos que conduce la una confusión de fenómenos absolutamente dispares y de niveles completamente diferentes de la regulación de la actividad. Nos encontramos, aquí, con una contradicción genuina: no está claro, dicen, que el hombre actúa porque así lo desea? Pero las experiencias subjetivas, las ganas, los antojos etc. no constituyen motivos, una vez que, por sí mismos, no son capaces de generar la actividad directa y, consecuentemente, el problema psicológico principal reside en comprender cual es el objeto de dato antojo, gana o pasión
Naturalmente, hay mucho menos base, aún, para llamar de motivos para la acción ciertos factores como tendencias para producir estereotipos de comportamiento, la tendencia para concluir una acción comenzada etc. En el proceso de realización de la actividad, emergen, naturalmente, una multitud de "fuerzas dinámicas". Esas fuerzas, sin embargo, pueden ser relegadas a la categoría de motivos con un fundamento nada más consistente que, por ejemplo, la inercia del movimiento del cuerpo humano cuya acción se revela de pronto, cuando, por ejemplo, un hombre que está corriendo muy rápido da de encuentro con un obstáculo que aparece inesperadamente.
Un lugar especial en la teoría de los motivos de la actividad pertenencia a las concepciones francamente hedonistas, cuya esencia reside en el hecho de que toda la actividad del hombre está, de alguna forma, subordinada al principio de maximizar las emociones positivas y minimizar las negativas. A partir de eso, la conquista de la satisfacción y de la libertad del sufrimiento comprenden los motivos subyacentes que movilizan el ser humano. Específicamente, en la concepción hedonista, así como en el foco de una lente, son recolectadas todas las representaciones ideologicamente pervertidas acerca del sentido de existencia del ser humano y acerca de su personalidad. Como acontece con todas las grandes mentiras, esas concepciones se basan en una verdad que ellas falsificaron. Esa verdad consiste en el hecho de que el ser humano de hecho lucha para ser feliz. Pero el hedonismo psicológico entra inmediatamente en contradicción con esa gran verdad, intercambiándola por la moneda pequeña del "refuerzo" y del "auto-refuerzo" dentro del espíritu del behaviorismo skinneriano.
La actividad humana no es, de forma alguna, generada y no es dirigida, como el comportamiento de ratones de laboratorio, con electrodos implantados en los "centros de satisfacción" en el cerebro. Cuando los ratones son entrenados para conectar la fuerza y estimular esos centros, ellos permanecen eternamente en esa actividad. Es claro que es posible citar fenómenos semejantes en el ser humano también, como la necesidad de narcóticos o la hiperbolizacion del sexo, por ejemplo; sin embargo, esos fenómenos no dicen absolutamente nada acerca de la naturaleza real de los motivos, acerca de la confirmación de la vida humana. Al contrario, esas acciones arruinan la vida.
Comprendemos que la insustentabilidad de las concepciones hedonistas de la motivación reside, no en el hechode que exageran el papel de las experiencias emocionales en la regulación de la actividad, pero en el hecho de que reducen y pervierten las relaciones reales. Las emociones no están subordinadas a la actividad, pero parecen ser su resultado y el "mecanismo" de su movimiento.
En su época, John Stuat Mill escribió: "Yo entendí que, para ser feliz, el ser humano debe colocar delante de sí algún tipo de objetivo; entonces, al luchar por él, él va a sentir felicidad sin que se preocupe con eso." Esa es la estrategia "astuta" de la felicidad. Según él, esa es la ley psicológica
Las emociones llenan las funciones de señales internas, internos en el sentido de que no aparecen directamente como un reflejo psíquico de la propia actividad psíquica. La característica especial de las emociones reside en el hecho de que reflejan relaciones entre los motivos (necesidades) y el éxito, o la posibilidad de éxito, de realizar la acción del sujeto que responde a esos motivos. No estamos hablando, aquí, sobre el reflejo de esas relaciones, pero sobre un reflejo suyo que se da de forma directa y sensorial, sobre la experiencia. Así, ellos aparecen como resultado de la actualización de un motivo (necesidad), y antes de una evaluación racional por parte del sujeto acerca de su actividad.
No puedo detenerme, aquí, en un análisis de las varias hipótesis que, de una forma o de otra, expresan la forma con que las emociones dependen de inter-relaciones entre la "realidad objetiva y aquello que debe ser". Voy sólo notar que el hecho a ser considerado en primer lugar es que las emociones dicen respeto a la actividad, y no a las acciones u operaciones que la realizan. Por esta razón, el mismo proceso que realiza varias actividades puede adquirir varias coloraciones emocionales, incluso contradictorias. En otras palabras, el papel de "sanción" positiva o negativa es desempeñado por las emociones con relación a los afectos atribuidos a los motivos. Aún la realización bien sucedida de una acción u otra no lleva necesariamente la emociones positivas; puede engendrar una experiencia fuertemente negativa, señalizando que, en lo que concierne al motivo principal, el éxito obtenido es psicológicamente una derrota para la personalidad. Esto también se revela verdadero en el nivel de reacciones adaptativas más simples. El acto de estornudar en sí, o sea, independientemente de cualquier tipo de relación que pudiera existir, evoca satisfacción, así dicen; sin embargo, una sensación enteramente diferente se da en la experiencia de uno de los héroes de Chekov, que estornudó en el teatro: este hecho le evocó una emoción de horror y él realizó una serie de acciones que resultaron en su muerte.
La variedad y la complejidad de los estados emocionales es el resultado de la quiebra de la sensitividad primaria en la cual los momentos cognitivos y sensitivos se unen. No debemos, naturalmente, pensar en esa ruptura como si los estados emocionales adquirieran una existencia independiente del mundo objetivo. A partir de condiciones objetivas, ellos "marcan" marcas emocionales con relación a las cosas en sí o a las personas, de modo a formar los así llamados complejos afectivos etc. Aquí estamos hablando de otra cosa, específicamente, acerca de la diferenciación que resulta en la forma de contenido objetivo y de coloración emocional. Las condiciones de la mediación compleja de la actividad humana y la influencia de objetos pueden cambiar (un encuentro inesperado con un oso normalmente causa miedo, pero surgirse un motivo especial, por ejemplo en la situación de caza, el encuentro puede generar alegría). El punto principal es que los procesos y estados emocionales tienen su propio desarrollo en el hombre, de forma especial. Esto debe ser especialmente enfatizado en la medida en que las concepciones clásicas de las emociones humanas como "rudimentos", con base en Darwin, consideran su transformación en el hombre con una involución, lo que genera un ideal falso de educación, conduciendo a la exigencia de "subordinar los sentimientos a la razón fría".
Ellos tienen su propia historia y su propio desarrollo. Esto lleva la un cambio de niveles y clases. Son afectos que ocurren súbita e involuntariamente (decimos: "me quedé tomado por la rabia, pero me quedé contenta"); en segundo lugar, las emociones son propiamente esos estados - predominantemente ideaciones y situaciones - y los sentimientos objetivos conectados a ellos, es decir, firmes y "cristalizados", de acuerdo con la expresión figurativa de Stendahl, en el objeto de la experiencia emocional; finalmente, son actitudes - fenómenos subjetivos muy importantes con su función de "personalidad". Sin profundizar en el análisis de esas varias clases de estados emocionales, voy sólo observar que ellos traban relaciones complejas entre sí: el joven Rostov siente miedo antes de la batalla (y es decir una emoción) de que será vencido por el pavor (afecto); una madre puede quedarse realmente brava con su hijo arteiro sin, ni por un minuto, dejar de amarlo (sentimiento).
La variedad de los fenómenos emocionales y la complejidad de sus inter-relaciones y fuentes son muy bien comprendidas subjetivamente. Sin embargo, así que la psicología deja el plan de la fenomenologia, inmediatamente parece que sólo le es permitido investigar los estados más obvios. Fue de esa forma que el asunto fue tratado en las teorías periféricas (James dijo explícitamente que su teoría no decía respeto a las emociones superiores); también es de esa manera que el asunto ha continuado a ser tratado en las concepciones psicofisiológicas contemporáneas.
Una otra forma de abordar la emoción envuelve la investigación de las relaciones "inter-motivacionales" que, en conjunto, caracterizan la estructura de la personalidad y, simultáneamente, la esfera de las experiencias emocionales que reflejan y medían su funcionamiento.
Genéticamente, el punto de partida para la actividad humana reside en la no-coincidencia entre motivos y objetivos. Su coincidencia es un fenómeno secundario: sea como resultado de la adquisición de un objetivo de fuerza de estimulación independiente, sea como resultado del reconocimiento de motivos y de su conversión en motivos-objetivos. Distinguidos de los objetivos, los motivos no son, de hecho, reconocidos por el sujeto: cuando ejecutamos una acción u otra, en aquel momento usualmente no nos damos cuenta de los motivos que evocan la acción. Es correcto que no es difícil para nosotros atribuir motivación a ellas, pero la motivación ni siempre contiene en sí una indicación de su motivo verdadero.
Los motivos, sin embargo, no están separados de la conciencia. Aún cuando los motivos no son reconocidos, es decir, cuando el ser humano no se da cuenta de lo que lo hace realizar una acción u otra, ellos aún encuentran su reflejo psíquico, pero de una forma especial - en la forma de la coloración emocional de la acción. Esta coloración emocional (su intensidad, su marca y su carácter cualitativo) ejerce una función específica, que también requiere la distinción entre el concepto de emoción y el concepto de sentido personal. Su no-coincidencia no se da, sin embargo, por naturaleza; evidentemente, en los niveles inferiores, los objetos de la necesidad son exacta y directamente "marcados" por la emoción. La no-conformidad sólo aparece como resultado de la quiebra de la función de los motivos que ocurre en el curso del desarrollo de la actividad humana.
Esa quiebra es resultado del hecho de que la actividad necesariamente se hace multi-motivacional, es decir, responde, simultáneamente, la dos o más motivos. Finalmente, las acciones humanas prácticamente siempre realizan un cierto conjunto de relaciones: vueltas a la sociedad y vueltas a la propia persona. Así, la actividad del trabajo es socialmente motivada, pero también es dirigida a motivos, como, digamos, a recompensa material. Aunque coexistan, es como si esos dos motivos ocuparan planes diferentes. En las condiciones de las relaciones socialistas, el sentido de trabajo esengendrado para el trabajador por motivos sociales; en lo que concierne a la recompensa material, este motivo, naturalmente, también existe para él, sin embargo solamente como una función de la actividad estimuladora, aunque también a induzca, haciéndola "dinámica", pero a recompensa material, mientras motivo, pasa a privarse de su principal función, la función de la formación de sentido.
De esta forma, ciertos motivos que inducen la actividad también le dan sentido personal; vamos a llamarlos de motivos formadores de sentido. Otros que coexisten con ellos y ejercen el papel de factores de estimulación (positiva o negativa), a las veces fuertemente emocionales y afectivos, no tienen la función de la formación de sentido; llamaremos esos motivos literalmente de motivos-estímulos. Característicamente, cuando una actividad, importante en su propio sentido personal para el hombre, encuentra, en el curso de su realización, un estímulo negativo que elicita, incluso, una experiencia emocional fuerte, entonces su sentido personal no se altera a causa de eso; muy frecuentemente, una otra cosa acontece: específicamente, ocurre, de forma única, un rápido descrédito de la emoción elicitada. Este fenómeno bien conocido nos lleva a pensar, más una vez, en el problema de las relaciones entre las experiencias emocionales y el sentido personal.
Una separación con respecto a la función de la formación de sentido y a la estimulación simple entre los motivos de una sólo actividad hace posible entender las principales relaciones que caracterizan la esfera motivacional: las relaciones de jerarquía de los motivos. Esta jerarquía no es mínimamente construida dentro de una escala que estuviera de acuerdo con su proximidad con relación a las necesidades vitales (biológicas), de la forma con que Maslow, por ejemplo, imagina: la necesidad de mantener homeostasis fisiológica es la base para la jerarquía; los motivos de auto-preservación son superiores; enseguida, confianza y prestigio; finalmente, en lo alto de la jerarquía, los motivos de conocimiento y estética. El problema principal que surge aquí no reside en establecer hasta que punto a escala dada (u otra semejante a ella) está correcta, pero en que medida el principio que rige esa escala es adecuado. El hecho es que ni el grado de proximidad con relación a las necesidades biológicas, ni el grado de capacidad de estimulación, ni la influencia de un motivo u otro determina la relación jerárquica entre ellos. Esas relaciones son determinadas por las conexiones que la actividad del sujeto provoca, por sus mediaciones y, por esa razón, son relativas. Eso dice respeto, también, a la correlación principal - a la correlación entre los motivos formadores de sentido y los motivos-estímulos. En la estructura de una actividad, dato motivo puede llenar la función de formación de sentido; en una otra, la función de estimulación suplementaria. Los motivos formadores de sentido, sin embargo, siempre ocupan una posición jerárquica superior, aún cuando no gobiernan a afecto-génesis directa. Pareciendo ser dominantes en la vida de la personalidad, para el propio sujeto pueden permanecer "en las alas", con respeto, tanto a la conciencia, cuanto a la afectividad directa.
El hecho de la existencia de motivos realmente inconscientes no expresa, en sí, un inicio especial escondido en las profundidades de la psique. Los motivos inconscientes tienen la misma determinación que todo reflejo psíquico: una existencia real, la actividad del hombre dentro de un mundo objetivo. Inconsciente y consciente no se oponen; son sólo formas y niveles diferentes de reflejo psíquico en estricta relación con el lugar que aquel que es reflejado ocupa en la estructura de la actividad, en el movimiento de su sistema. Si los objetivos y acciones que responden a ellos son por necesidad reconocidos, el asunto es otro en lo que concierne al reconocimiento de sus motivos, de aquello la que se debe la selección y realización de determinados objetivos. El contenido objetivo de los motivos siempre, es claro, de una forma o de otra, se presenta y es percibido. En lo que concierne a eso, el objeto que estimula la acción y el objeto que actúa como implemento u obstáculo son, por así decir, equivalentes. Si el objeto es reconocido como motivo, ya es un asunto diferente. La paradoja reside en el hecho de que los motivos son revelados a la conciencia sólo objetivamente, por medio del análisis de la actividad y de su dinámica. Subjetivamente, ellos sólo aparecen en su expresión oblicua, en la forma de la experiencia de ganas, de antojos, o en la lucha por un objetivo. Cuando uno u otro objetivo aparece en mi frente, entonces yo no solamente lo reconozco, presento su condicionalidad objetiva para mi persona, los medios de su realización y los resultados eventuales a los cuáles él conduce, pero yo quiero alcanzarlo (o, al contrario, puede causarme aversión). Esas experiencias directas llenan el papel de señales internas por medio de los cuáles los procesos son regulados en el curso de su realización. Expresándose subjetivamente en esas señales internas, el motivo no está directamente contenido en ellos. Eso crea la impresión de que surgen endógenamente y de que son las fuerzas que movilizan el comportamiento.
El reconocimiento de los motivos es un fenómeno secundario que surge sólo en el nivel de la personalidad y es continuamente producido en el curso de su desarrollo. Para los niños muy pequeños, este problema simplemente no existe. Aún en la práctica de transición para la edad escolar, cuando un antojo de ir hacia la escuela aparece en el niño, el motivo subyacente, lo cual está por detrás de ese antojo, no es claro para ella, aunque no tenga dificultad con motivaciones que usualmente producen algo de familiar para ella. Sólo es posible explicar ese motivo subyacente estudiando objetivamente (oblicuamente), por ejemplo, los juegos de los niños que juguetean de "ir hacia la escuela", de modo que, en el juego de hace-de-cuenta, es fácil de verse el sentido personal de las acciones del juego y, correspondientemente, su motivo. Para reconocer los motivos reales de su actividad, el sujeto también necesita proceder de forma indirecta, con esta diferencia, sin embargo, de que al largo de ese camino él será orientado por señales - experiencias, "marcas" emocionales de la vida.
Un día llenado con una multitud de acciones, aparentemente totalmente bien sucedidas, puede, a pesar de eso, estropear el humor de una persona, dejándola con una especie de residuo emocional desagradable. Por detrás de las preocupaciones del día, ese residuo casi no es percibido. Pero, entonces, llega un minuto en lo cual la persona mira para tras y mentalmente evalúa el día que pasó; en ese momento, viene a la su memoria una dada experiencia, y su humor adquiere la referencia objetiva: surge una señal afectiva, que indica que particularmente esa experiencia a dejó con el residuo emocional. Puede acontecer, por ejemplo, que sea su reacción negativa al éxito de alguien que alcanzó un objetivo común simplemente porque parecía para ella que aquello le pertenecía; y, aquí, parece que no fue exactamente así, y que, realmente, el principal motivo para ella era alcanzar el éxito para sí. Ella se confronta con un "problema de sentido personal" que no se resuelve por sí, porque ahora se hizo un problema de la correlación de los motivos que la caracterizan como una personalidad.
Es necesario un trabajo interno específico para resolver un problema como ese y tal vez para erradicar lo que se hizo expuesto. Finalmente, es muy ruim, conforme Pirogov, si usted no percibe eso a tiempo y no da fin a eso. Herzen también escribió a ese respeto, y toda la vida de Tolstoi es un gran ejemplo de un trabajo interno de ese tipo.
El proceso de penetrar en la personalidad aparece, aquí, del punto de vista del sujeto, fenomenicamente. Pero, aún en este caso, en su apariencia fenomenica, se queda claro que consiste en un esclarecimiento de las relaciones jerárquicas de los motivos.Subjetivamente, parecen expresar una "valencia" psicológica que pertenencia a los propios motivos. El análisis científico, sin embargo, necesita ir además, una vez que la formación de esas relaciones necesariamente presupone una transformación de los propios motivos, la cual ocurre en el movimiento de este sistema entero de actividad del sujeto en lo cual su personalidad es formada.
	V - La formación de la personalidad
La situación del desarrollo del individuo humano revela sus trazos especiales mismo en las prácticas más precoces. Su principio reside en el carácter de mediación de las conexiones del niño con el mundo circundante. En el inicio, las conexiones biológicas directas, niño-madre, son inmediatamente mediadas por objetos: la madre alimenta el niño con un tazón, la viste con ropas y, para la divertís, manipula juguetes. Por otro lado, las conexiones del niño con las cosas son mediadas por las personas que la circundan: la madre coloca el niño cerca de las cosas que le son atractivas, procura para que se queden cerca de ella, o, tal vez, las quita de ella. En una palabra, la actividad del niño aparece, cada vez más, como la realización de sus conexiones con los seres humanos a través de las cosas, y conexiones con las cosas a través de los seres humanos.
El resultado de este desarrollo es que las cosas aparecen para el niño no sólo en sus propiedades físicas, pero, también, por medio de aquella calidad especial que adquieren en la actividad humana - en su significado funcional (un vaso es algo con que se bebe, un banco es donde se sienta, un reloj es algo que las personas usan en el pulso etc.) - y las personas parecen estar "encargadas" de las cosas de las cuáles depende su relación con las personas. La actividad objetiva del niño adquiere una estructura implementada y la comunicación se hace oral, mediada por el lenguaje.
En esta situación inicial del desarrollo del niño, hay también el núcleo de esas relaciones, cuyo desdoblamiento ulterior constituye una cadena de experiencias que lleva su formación mientras personalidad. En el principio, las relaciones con el mundo de las cosas y con las personas alrededor fúndense para el niño, sin embargo, más tarde, se separan y forman líneas de desarrollo, variadas aunque interconectadas, las cuales se unen unas a las otras.
En la ontogenia, estas transiciones se expresan en fases alternantes: la fase de la predominancia del desarrollo de la actividad objetiva (práctica y cognitiva) con fases del desarrollo de inter-relaciones con las personas y con la sociedad. El mismo tipo de transición caracteriza el movimiento de los motivos dentro de cada fase. Como resultado, aparecen aquellas conexiones jerárquicas de motivos que forman los "nosotros" de la personalidad.
La anudacion de esos nosotros representa un proceso oculto que es expreso de formas diferentes en prácticas diferentes del desarrollo. Yo describí arriba uno de los fenómenos que caracterizan el mecanismo de este proceso en la práctica en que se combinan la acción objetiva de un niño y su relación con un adulto que está ausente en cierto momento; aunque modifique el sentido del resultado obtenido, aún así permite que la acción en sí continúe siendo completamente una acción "de campo". Como ocurren los cambios posteriores? Hechos obtenidos en la investigación con niños preescolares de varias edades indican que esos cambios están sujetas la reglas definidas.
Una de ellas es que, en una situación en que se da la motivación en varias direcciones, hay primero una subordinación de la acción a las exigencias del ser humano y, entonces, una subordinación objetiva de conexiones inter-objetos. Una otra regla que se descubrió en el transcurrir de los experimentos parece un poco paradoxal: parece que bajo condiciones de actividad doblemente motivada, el motivo material-objetivo puede llenar una función, tiendo anteriormente subordinado un otro motivo, cuando es presentado para un niño en la forma de sólo una representación, mentalmente, y sólo más tarde aparece en el campo real de percepción.
Aunque estas reglas expresen hereditariedaded genética, ellas también tienen un significado general. El hecho es que, al hacer con que una situación como la descrita se haga más necesita, el fenómeno de desplazamiento ("décalage") aparece como aquel de cuyo resultado son reveladas estas relaciones más simples y direcionadoras; se sabe, por ejemplo, que es más fácil atacar después de una orden directa del comandante, que cuando se es auto-dirigido. En lo que concierne a la forma en la cual aparecen los motivos, en circunstancias complejas de actividad voluntaria se queda muy claramente revelado que sólo un motivo ideal, es decir, un motivo que reside dentro de los vetores del campo interno, es capaz de subordinar a sí acciones provindas de motivos exteriores y dirigidas en dirección opuesta. Hablando figurativamente, el mecanismo psicológico de los hechos de la vida deben ser encontrados en la imaginación humana.
Del punto de vista de los cambios de las cuáles estamos hablando, el proceso de formación de la personalidad puede ser representado como un desarrollo de la gana, y esto no es accidental. La acción impulsiva, involuntaria, es una acción impersonal, aunque se pueda hablar de la pérdida de la gana sólo con relación a la personalidad (finalmente, no es posible perderse lo que no se ha). Por esa razón, los autores que consideran la gana como el trazo más importante de la personalidad del punto de vista empírico están correctos.
La gana, sin embargo, no parece ser, ni el comienzo, ni aún el "pivô" de la personalidad: es sólo una de sus expresiones. La base real de la personalidad es aquella estructura especial de la actividad entera del sujeto la cual ocurre en dato práctica del desarrollo de sus conexiones humanas con el mundo.
El ser humano vive como se fuera en un círculo cada vez más amplio de actividad para sí. En el comienzo, es un pequeño círculo de personas y objetos que directamente lo circundan: él desarrolla interacción con ellos, una percepción sensorial de ellos, un aprendizaje de lo que puede ser conocido sobre ellos, un aprendizaje de su significado. Sin embargo, más para frente, delante de sí comienza a abrirse una actividad que se encuentra muy además de los límites de su actividad práctica y de su contacto directo: los límites ampliados de aquello que él puede conocer y que es presentado para él por el mundo. El "campo" real que ahora determina sus acciones no es aquel que está simplemente presente, pero aquel que existe para él, existe objetivamente o, a las veces, sólo como una ilusión.
El conocimiento del sujeto acerca de aquello que existe es siempre mayor que su conversión en alguna cosa que determine su actividad. Ese conocimiento ejerce un papel muy importante en la formación de los motivos. En cierto nivel de desarrollo, los motivos primero aparecen como sólo "conocidos", como posibles, sin aún estimular realmente cualquier tipo de acción. Para entender el proceso de la formación de la personalidad, es necesario no dejar de considerar esto, aunque, en sí, la extensión de conocimiento no aparezca como determinante de la personalidad; por ese motivo, de hecho, el cultivo de la personalidad no puede ser reducido al entrenamiento, a la acumulación de conocimiento.
La formación de la personalidad presupone un desarrollo del proceso de la formación de objetivos y, correspondientemente, el desarrollo de las acciones del sujeto. Las acciones, haciéndose cada vez más ricas, superan aquel círculo de actividad que ellas realizan, y entran en contradicción con los motivos que las generan. Los fenómenos de tal superación son muy bien conocidos y seguidamente descritos en la literatura que trata de la psicología del crecimiento, aunque en términos diferentes; estos fenómenos forman las así llamadas crisis de desarrollo, las crisis de los tres años, de los siete años, de la adolescencia, y aquellas crisis de la madurez, mucho menos frecuentemente estudiadas. Como resultado, ocurre undesplazamiento de los motivos para objetivos, un cambio en su jerarquía, y la generación de nuevos motivos, de nuevos tipos de actividad; los objetivos anteriores son psicológicamente desacreditados y las acciones que respondían a ellos, o dejan completamente de existir, o son convertidas en operaciones impersonales.
Las fuerzas internamente motivadoras de este proceso residen en la conexión dual original del sujeto con el mundo y en su mediación dual, la actividad con objetos y el contacto social. Su desarrollo genera, no sólo una dualidad de motivación de acciones, pero, debido a eso, también su subordinación, dependiendo de las relaciones objetivas que se abren para el sujeto y en las cuáles él entra. El desarrollo y la multiplicación de esas subordinaciones, que son especiales en su naturaleza y aparecen solamente en condiciones de vida del hombre en sociedad, ocupan un largo periodo que puede ser llamado de práctica espontánea del desarrollo de la personalidad, no dirigido pela auto-conciencia. En esta práctica, que continúa casi hasta el comienzo de la adolescencia, el proceso de la formación de la personalidad, sin embargo, no está concluido; es sólo una preparación para la venida de la personalidad auto-consciente.
En la literatura acerca de pedagogía y de psicología, tanto el primer periodo preescolar, cuanto el periodo pre-adolescente son indicados como puntos de mutación con relación a eso. La personalidad, de hecho, nace dos veces; en la primera vez, cuando aparecen en un niño, en formas claras, a pulí-motivación y la subordinación de sus acciones (vamos a acordar el fenómeno de los "dulces amargos" y otros semejantes a ese), y, en la segunda vez, cuando su personalidad consciente aparece. En este último caso, tenemos en mente algún tipo de reconstrucción especial de la conciencia. El problema surge con respecto a la comprensión de la necesidad para esa reconstrucción y de que consiste específicamente.
Esta necesidad es creada por la circunstancia de que, mientras más amplias las conexiones del sujeto con el mundo, más ellas son entrelazadas entre sí. Sus acciones, al realizar una de sus actividades, una relación, objetivamente parecen realizar, al mismo tiempo, un otro tipo de relación que también le es propia. Una posible no-conformidad o contradicción como esas no crea, sin embargo, alternativas que sean resueltas, simplemente, por una "aritmética de motivos". Una situación psicológica real, generada por el cruce de liames del sujeto con el mundo, nos cuáles son introducidos, independientemente de su gana, cada una de sus acciones y cada uno de sus actos de contacto con otras personas, requiere de él una orientación en el sistema de estas conexiones. En otras palabras, el reflejo psíquico o la conciencia no puede, la esas alturas, hacerse una orientación sólo de algunas acciones del sujeto; necesita, también, reflejar activamente la jerarquía de sus conexiones, el proceso de desarrollo de la subordinación y del cruce de subordinaciones de sus motivos. Y esto requiere un movimiento interno especial de la conciencia.
En los movimientos de la conciencia individual, descritos anteriormente como un proceso de transición mutua entre contenidos directamente sensoriales y significados que adquieren un sentido u otro, dependiendo de los motivos de la actividad, se desvela ahora, también, un movimiento en una dimensión. Si el movimiento descrito que anteriormente fuera presentado figurativamente como un movimiento en el plan horizontal, entonces el nuevo movimiento ocurre como que verticalmente. Consiste en correlacionar los motivos entre sí. Algunos ocupan un lugar de tal forma que subordinan otros a sí y se comportan como se elevaran; otros, al contrario, se caen para la posición de subordinación o, hasta, pierden completamente su función de formación de sentido. La formación de ese movimiento expresa, en sí, la formación de un sistema conectivo de sentidos personales, la formación de la personalidad.
Naturalmente, la formación de la personalidad representa, en sí, un proceso continuo que consiste de una serie de prácticas que cambian secuencialmente, cuyas características cualitativas dependen de las condiciones y de las circunstancias concretas. Por esta razón, al observar su curso secuencial, notamos, sólo, desplazamientos separados. Pero, si fuéramos mirarlo la cierta distancia, entonces la transición que marca el nacimiento genuino de la personalidad aparecería como un acontecimiento que cambia el curso de todo el desarrollo psíquico subsecuente.
Existen muchos fenómenos que marcan ese pasaje. De entrada, es una reconstrucción de la esfera de relaciones con otras personas y con la sociedad. Si, en las prácticas iniciales, la sociedad es descubierta a través de contactos crecientes con aquellos que están alrededor de la persona y, por esa razón, predominantemente en sus formas personificadas, entonces, en este momento, esta situación se revierte: las personas alrededor comienzan, cada vez más, a actuar a través de relaciones sociales objetivas. La transición acerca de la cual estamos hablando también provoca cambios que determinan el punto principal en el desarrollo de la personalidad, en su destino.
La necesidad del sujeto orientarse en el sistema en ampliación de sus conexiones con el mundo se revela, ahora, en su nuevo significado: como aquel que da lugar para el proceso de desdoblamiento de la esencia social del sujeto. En toda su complitud, este desdoblamiento constituye una perspectiva de proceso histórico. En conformidad con la formación de la personalidad en uno o en otra práctica del desarrollo de la sociedad y dependiendo del lugar que el sujeto ocupa en el sistema de las relaciones sociales en marcha, esta perspectiva aparece como si sólo eventualmente contuviera en sí el "punto terminal" ideal.
Una de los cambios por atrás de las cuáles se esconde la nueva reconstrucción de la jerarquía de motivos se muestra en una pérdida, para el adolescente, del valor intrínseco de las relaciones en el círculo íntimo de sus contactos. Así, los pedidos venidos de los adultos más próximos ahora sólo preservan sus funciones en la formación del sentido si fueran incluidos dentro de una esfera social y motivacional más amplia; en otras circunstancias, evocan "revuelta psicológica". Sin embargo, esta entrada del adolescente en un círculo más amplio de contactos no significa, absolutamente, que el íntimo y el personal sean, ahora, relegados a un segundo plano. Al contrario, es justamente en ese periodo y justamente por esa razón que ocurre un desarrollo intenso de la vida interna: codo con codo con una amistad casual, se desarrolla la amistad real nutrida por la confianza mutua; el contenido de las cartas muda, ellas pierden su carácter descriptivo estereotipado y aparecen en ellas relatos de experiencias; son hechas tentativas para tener diarios íntimos y aparece el primer amor.
Cambios aún más profundas marcan los niveles subsecuentes de desarrollo hasta el nivel en que el sistema de relaciones sociales objetivas y su expresión adquieren un sentido personal propio. Naturalmente, los fenómenos que ocurren en este nivel son aún más complejos y pueden ser verdaderamente trágicos, pero aún aquí la misma cosa acontece: mientras más la sociedad se revela para la personalidad, tanto más completo se hace su mundo interno.
El proceso de desarrollo de la personalidad siempre continúa siendo profundamente individual, único. Él produce desplazamientos más significativos al largo de la abscisa de crecimiento y, a las veces, evoca degradación social de la personalidad. El punto principal es que sigue de forma completamente individual y depende de las condiciones históricas concretas, del hecho del individuo pertenecer la uno o a otro ambiente social. Es particularmente dramático bajo las condiciones de una sociedad de clases, con su ineludible alienación y parcialización de la personalidad, con sus alternativas entre trabajo braçal y ejecutivo. Se comprende que las circunstancias concretas de lavida dejan su marca en el proceso de desarrollo de la personalidad aún dentro de una sociedad socialista. Al eliminar las condiciones objetivas que forman una barrera para lo retorno de su verdadera esencia para el ser humano, para un desarrollo suave y armonioso de su personalidad, hace con que esto venga a ser, por primera vez, un prospecto real, pero no reconstruye automáticamente una personalidad. El cambio fundamental reside en otra cosa, en la aparición de un nuevo movimiento: de una lucha de la sociedad en favor de la personalidad humana. Cuando decimos "en nombre del hombre, por el hombre", esto no significa, sólo, para su uso, pero para su personalidad, aunque aquí se comprenda, naturalmente, que al hombre deben ser asegurados bienes materiales y alimento mental.
Si volviéramos, más una vez, para los fenómenos que marcan la transición del periodo de preparación de la personalidad para el periodo de su desarrollo, entonces necesitaremos, aún, indicar una otra transformación transicional. Se trata de la transformación de la expresión de características de clase de la personalidad y, hablando más ampliamente, de las características que dependen de la diferenciación social de la sociedad. El hecho de un sujeto pertenecer la una clase condiciona, inmediatamente de inicio, el desarrollo de sus conexiones con el mundo circundante, un segmento mayor o menor de su actividad práctica, sus contactos, su conocimiento, y su adquisición de normas de comportamiento. Son todas adquisiciones a partir de las cuáles la personalidad es constituida en la práctica de su formación inicial. Es posible y es necesario, de acuerdo con eso, que hablemos del carácter de clase de la personalidad? Sí, si lleváramos en consideración aquello que el niño asimila del ambiente; no, porque en esta práctica ella es sólo un objeto, se podemos hablar así, de su clase, de su grupo social. Más tarde, la situación se modifica y ella se hace el sujeto de clase y grupo. Entonces, y sólo entonces, su personalidad comienza a formarse como una personalidad de clase dentro de un sentido diferente y verdadero de la palabra: en el comienzo, tal vez inconscientemente, después conscientemente, sin embargo, a la corta o a la larga, él va a asumir su posición - más o menos activa, decisiva o vacilante. Por esta razón, bajo condiciones de enfrentamiento de clases, él no sólo "se muestra", pero asume su posición de un lado o de otro de la barricada. Una otra cosa se hace evidente, específicamente, el hecho de que, en cada volcada en su forma de vida, él necesita librarse de algo, confirmar algo en sí, y él debe hacer todo eso, y no simplemente "que se someta al efecto del ambiente".
Finalmente, al largo de esa línea, aún acontece una otro cambio, la cual también altera el propio "mecanismo" que forma la personalidad. Hablé antes de la actividad real del sujeto, la cual cada vez va ampliándose más. Sin embargo, ella existe también dentro del tiempo - en la forma de su pasado y en la forma del futuro que ve delante de sí. Es claro que tenemos en mente, en primer lugar, el primer punto: la experiencia individual del sujeto, cuya función parece ser, por así decir, su personalidad. Y este hecho hace resurgir, nuevamente, la fórmula acerca de la personalidad como un producto resultante de propiedades innatas y de la adquisición de experiencia. En las primeras prácticas del desarrollo, esa fórmula puede aún parecer confiable, especialmente si no fuera simplificada y que se sea considerada toda la complejidad de los mecanismos que participan de la formación de la experiencia. Bajo las condiciones de la jerarquización de los motivos, sin embargo, continuamente pierde su significado y, en el nivel de la personalidad, parece ir a la suspensión de pagos.
El hecho es que, en este nivel, las impresiones pasadas, las experiencias y las acciones reales del sujeto no aparecen para él, de forma alguna, como capas entumecidas de su experiencia. Son el tema de sus relaciones y de sus acciones y, por esa razón, su contribución se transforma en la personalidad. Una cosa en el pasado muere, pierde su significado, y se convierte en simple condición y medio para su actividad: las actitudes, habilidades y estereotipos de comportamiento desarrollados; todo el resto aparece para el sujeto la una luz completamente nueva y adquiere un nuevo significado, lo cual él no percibió antes; finalmente, algo en el pasado puede ser activamente rechazado por el sujeto y psicológicamente cesa de existir para él, aunque permanezca en el compendio de su memoria. Estos cambios ocurren gradualmente, pero pueden concentrarse y pueden comprender quiebras morales. La reválida resultante del pasado, la cual se establece durante la vida, conduce al hecho de que el hombre descarga de sí el fardo de su biografía. Esto por sí sólo no indica que las contribuciones de la experiencia pasada para la personalidad dependieron de la propia personalidad y se hicieron su función?
Esto parece ser posible a causa del nuevo movimiento interno que surgió en el sistema de la conciencia individual, lo cual llamé figurativamente de movimiento "al largo de la vertical". Pero no podemos pensar que los cambios importantes de la personalidad en el pasado fueron producidas por la conciencia; la conciencia no las produce, pero simplemente las mediatiza; son producidas por las acciones del sujeto, a las veces hasta acciones externas, quiebras de contactos previos, un cambio en la profesión, una entrada práctica en nuevas circunstancias. Esto fue bellamente descrito por Makarenko: la ropa vieja trajada por huérfanos en un orfanato es quemada en público en una hoguera.
A pesar de su predominio, la consideración de la personalidad como producto de la biografía del ser humano es insatisfactoria, confirmando, como acontece, una comprensión fatalista de su destino (un ciudadano piensa así: el niño robó, por lo tanto va a ser un ladrón!). Este punto de vista, naturalmente, permite la posibilidad de cambiar alguna cosa en el hombre, pero solamente al precio de la interferencia externa, cuya fuerza supera la acumulación de experiencia. Se trata de una concepción de la primacía de la punición y no del arrepentimiento, de la recompensa y no de la acción que es recompensada. El hecho psicológico principal es negligenciado, específicamente, el hecho de que el hombre entra en relación con su pasado, lo cual entra de forma varia en su presente - en la memoria de su personalidad. Tolstoi aconsejó: Note aquello de que usted se acuerda y aquello de que usted no se acuerda, a través de estas señales usted irá a reconocerse.
Este abordaje es aún incorrecto porque ocurre una expansión en la actividad del hombre, no sólo en la dirección del pasado, pero también en dirección al futuro. Así como el pasado, el futuro está también presente en la personalidad. La perspectiva de vida que se abre delante del hombre no es simplemente un producto de una "reflejo dejado para tras", pero también su propiedad. En eso reside la fuerza y la verdad de lo que Makarenko escribió sobre el significado de las perspectivas próximas y de las perspectivas más distantes y de su contribución para el desarrollo. Esto vale también para los adultos. Sigue una parábola que oí una vez de un creador de caballos en Urals: Cuando un caballo, en un camino difícil, comienza a tropezar, entonces es necesario, no chicoteá-lo, pero levantar su cabeza más alto de modo que pueda entrever más lejos.
Una personalidad es creada por circunstancias objetivas, sin embargo no de otra forma, sino a través de todo el agregado de la actividad que efectúa sus relaciones con el mundo. Las características de la actividad también forman aquello que determina el tipo de personalidad. Aunque las cuestiones de la psicología diferencial no sean parte de nuestro problema, el análisis de la formación de la personalidad acaba llevando al problema de un abordaje general de la investigación de esas cuestiones.
La primera base de la personalidad que ninguna concepción de la psicología diferencialpuede ignorar reside en las riquezas de las conexiones del individuo con el mundo. Estas riquezas también trazan la distinción entre un hombre cuya vida comprende un amplio círculo de actividades varias y aquel profesor de Berlín cuyo "mundo se extiende de Moabite la Kyonenik y que está cerrado firmemente atrás de los portones de Hamburgo, siendo sus relaciones con ese mundo reducidas a un mínimo, en función de su posición deplorable en la vida". Se comprende que estamos hablando de relaciones reales, y no de relaciones alienadas del hombre, las cuales lo desafían o lo subordinan a sí. Psicológicamente, expresamos esas relaciones reales a través de una comprensión de la actividad, sus motivos formadores de sentido, y no en el lenguaje de estímulos y de operaciones ejecutadas. Debemos añadir aquí que las actividades que forman la base de la personalidad incluyen en sí actividades teóricas también, y que, en el curso del desarrollo, su círculo puede, no sólo expandirse, pero también contraerse; en la psicología empírica, esto se llama "una contracción de intereses". Algunas personas no perciben esa contracción; otros, como Darwin, reclaman de eso como de una calamidad.
Las diferencias que existen aquí no son sólo cuantitativas, expresando el grado de extensión con que el mundo se abre delante del hombre en el espacio y en el tiempo, en su futuro. Atrás de ellas, residen las diferencias de contenido de estas relaciones objetivas y sociales que son comandadas por las condiciones objetivas de la época, de la nación y de la clase. Por esta razón, el abordaje de la tipología de las personalidades, aún cuando considera sólo uno de esos parámetros, dentro de la terminología corriente, no puede ser otra cosa, sino socio-histórica. Sin embargo, el análisis psicológico no para ahí, pues las conexiones de la personalidad con el mundo pueden ser, o más pobres que aquellas que presentan las condiciones objetivas, o poden substancialmente ultrapasarlas.
Un segundo parámetro igualmente importante de la personalidad es el grado con que las actividades y sus motivos son arreglados jerárquicamente. Este grado puede ser muy diferente independientemente del hecho de la base de la personalidad que forma las conexiones del sujeto con el medio ser angosta o amplia. Las jerarquías de motivos existen siempre en todos los niveles de desarrollo. Son esos motivos que forman unidades relativamente independientes de la vida de la personalidad, y ellos pueden ser menores o mayores, estar separados unos de los otros o que se presenten dentro de una esfera motivacional única. La quiebra de esas unidades de vida que son arregladas entre sí jerárquicamente crea la constitución psicológica de una persona que vive fragmentariamente, primero en un "campo", después noutro. Por otro lado, un grado superior de jerarquización de motivos es expresa en el hecho de que el ser humano parece medir sus acciones con base en sus principales motivos, objetivos y, entonces, percibe que algunos de esos están en contradicción directa con un dato motivo, y otros responden directamente a él, y otros aún se distancian de él.
Cuando el motivo principal que estimula la persona es llevado en consideración, entonces estaremos hablando, usualmente, de objetivo de vida. Sin embargo, será que este motivo es siempre adecuadamente revelado para la conciencia? Esta pregunta no puede ser respondida livianamente, una vez que su percepción en la forma de la comprensión de la idea no ocurre por sí misma, pero en aquel movimiento de la percepción individual por medio de lo cuál sólo el sujeto es capaz de interpretar lo que le es interno a través de un sistema de significados o de conceptos asimilados. Ya hablamos a ese respeto y acerca de la lucha que es trabada en la sociedad por la conciencia del ser humano.
Las unidades de significado de la vida pueden juntarse como se formaran un río, pero esta es una caracterización figurativa. La cuestión que continúa siendo de más importante dice respeto al lugar que es ocupado por aquel punto en el espacio extensivo que constituye la realidad genuina, aunque no sea siempre aparente para el individuo. La vida entera del Rey Ambicioso estuvo dirigida para un objetivo: adquirir el "poder del oro". Este propósito fue alcanzado ("Quien sabe cuantas abstenciones amargas, pasiones contenidas, pensamientos pesados, días de tormento, noches apenas dormidas, todo a ese precio?"), sin embargo la vida acabó en nada y el objetivo pareció sin sentido. Pushkin termina la tragedia del Rey Ambicioso con las palabras: "Una época preocupante! Corazones preocupantes!"
Una personalidad diferente con un destino diferente es creada cuando el motivo-objetivo principal es elevado a un nivel verdaderamente humano y no enflaquece el hombre, pero junta su vida con la vida de las personas, con su bien. Dependiendo de las circunstancias que estén determinadas al ser humano, esos motivos de vida pueden adquirir un contenido muy diferente y un significado objetivo diferente, sin embargo sólo ellos son capaces de crear una justificación psicológica ingresa para su existencia, que envuelve el sentido y la felicidad de la vida. El punto culminante de este camino se da cuando el hombre se hace, en las palabras de Gorki, un hombre del Hombre.
Aquí nos aproximamos del parámetro más complejo de la personalidad: el tipo general de su estructura. La esfera motivacional del hombre, aún en su desarrollo superior, nunca se asemeja la una pirámide rígida. Puede ser desplazada, excéntrica con respecto al espacio real de la realidad histórica, y, entonces, a describimos como una personalidad unilateral. Puede, por otro lado, desarrollarse como una personalidad multifacética incluye un círculo amplio de relaciones. Sin embargo, tanto en un como en el otro caso, necesariamente refleja la no-conformidad objetiva de esas relaciones, las contradicciones entre ellas, y el cambio de lugar que ocupan dentro de ella.
La estructura de la personalidad representa, en sí, una configuración relativamente estable de líneas principales de motivación arregladas jerárquicamente dentro de ella. Estamos hablando, aquí, acerca del hecho de que la "dirección de la personalidad" es descrita incompletamente - incompletamente, porque aún en la presencia de una línea de vida predominante y distinguida en un hombre, aun así no puede ser la única línea. El hecho de servir el objetivo o el ideal seleccionado no excluye, ni extingue, absolutamente, otras relaciones de vida del hombre, los cuales, por su parte, constituyen motivos formadores de sentido. Hablando figurativamente, la esfera motivacional de la personalidad aparece, siempre, de forma multihistoriada, exactamente como aquel sistema objetivo de conceptos axiológicos que caracteriza la ideología de una dada sociedad, una dada clase o estrato social que es dividido y asimilado (o rechazado) por el hombre.
Las relaciones internas de líneas motivacionales centrales en la actividad agregada del hombre forman como se fuera un "perfil psicológico" general de la personalidad. A las veces, él asume la configuración de una uniformidad, desproveída de picos reales; entonces, aquello que es pequeño en la vida el hombre transforma en algo grande, y las cosas grandes él no ve de forma alguna. Tal pobreza de personalidad puede, bajo ciertas condiciones sociales, combinarse con una satisfacción de un círculo bastante amplio de necesidades cotidianas. En este hecho, accidentalmente, reside aquel peligro que la moderna sociedad de consumo presenta para la personalidad del ser humano.
Una estructura diferente de perfil psicológico de personalidad es creada por el paralelismo de motivos de vida, frecuentemente combinados con el surgimiento de picos imaginarios formados sólo por "motivos familiares" - estereotipos de ideales, desproveídos de sentido personal. Ese tipo de estructura es, sin embargo, pasajero: desde el inicio, el paralelismo de líneas de varias relaciones de vida entra, subsecuentemente, en conexiones internas. Esto ocurre ineludiblemente,sin embargo no por sí sólo: es un resultado del trabajo interno de lo cual hablé antes, y que aparece en la forma de un movimiento específico de la conciencia.
Las relaciones multifacéticos que el ser humano traba con la realidad son objetivamente contradictorias. Sus contradicciones generan conflictos que, bajo ciertas circunstancias, se fijan y entran en la estructura de la personalidad. Así, una separación de la actividad teórica interna, que viene dándose históricamente, no sólo provoca un desarrollo unilateral de la personalidad, como puede conducir la desórdenes psicológicos, a la escisión de la personalidad en dos esferas, una extraña a la otra - la esfera de su apariencia en la vida real y la esfera de su apariencia en la vida que sólo existe como una ilusión, sólo en el pensamiento autístico.
Es imposible describir tal perturbación psicológica más penetrantemente que hizo Dostoievski: a partir de una existencia desgraciada, llenada con asuntos sin sentido, su héroe escapa para una vida de la imaginación, para los sueños; delante de nosotros, se presentan como se fueran dos personalidades: una, la personalidad de un hombre que es humillantemente cobarde, un excéntrico que se cierra en su madriguera; la otra, una personalidad romántica y hasta heroica, abierta a todas las alegrías de la vida. Y esta es la vida del mismo hombre; por esa razón, ineludiblemente llega el momento en que los sueños se disipan y se siguen años de soledad deprimente, de melancolía, de desesperación.
La personalidad del héroe de "Blancas Noches" es, también, un fenómeno especial, sino único. Sin embargo, a través de esa especificidad se queda clara una verdad psicológica general. Esta verdad es que la estructura de la personalidad no se debe, ni a las riquezas de conexiones entre el hombre y el mundo, ni al grado en que estas estén arregladas en jerarquías; su caracterización reside, esto sí, en la correlación de los diversos sistemas desarrollados por las relaciones de vida que generan conflicto entre ellas. A las veces, este conflicto ocurre en formas externamente imperceptibles, ordinariamente dramáticas, por así decir, y no perturba la armonía de la personalidad o su desarrollo; finalmente, una personalidad armoniosa no es, de forma alguna, una personalidad que no conoce ningún tipo de lucha interna. A las veces, sin embargo, esa lucha ingresa se hace la cosa principal que determina toda la constitución del hombre. Esa es la estructura de la personalidad trágica.
Así, el análisis teórico permite un aislamiento de, por lo menos, tres parámetros básicos de la personalidad: la cantidad de conexiones del hombre con el mundo, el grado con que estas son arregladas en jerarquías, y su estructura general. Naturalmente, esos parámetros no suministran la tipología psicológica diferencial; sólo pueden servir como un esqueleto, lo cual aún necesita ser labrado con un contenido vivo, hormigón-histórico. Sin embargo, ese es un problema para una investigación especial. No ocurrirá, sin embargo, bajo esas circunstancias, una sustitución en favor de la psicología sociológica, no se perderá el "psicológico" de la personalidad?
Esta cuestión es levantada porque el abordaje de la cual hablamos difiere del abordaje convencional, de viés antropológico (o cultural- antropológico), de la psicología de la personalidad, la cual considera la personalidad como siendo un individuo cuyos trazos psicofisiológicos y psicológicos son transformados en el proceso de su adaptación al ambiente social. Nuestro análisis, al contrario de eso, requiere la consideración de la personalidad como una nueva calidad generada por el movimiento de los sistemas de las relaciones sociales objetivas para las cuales su actividad es atraída. Así, la personalidad ya no parece ser el resultado de una acomodación directa de influencias externas; se presenta cómo aquello que el hombre hace de sí mismo, confirmando su vida humana. Él a confirma en los quehaceres y contactos cotidianos, así como en las personas a quienes ofrece algo de sí aún en medio a las barricadas de las luchas de clases; también en los campos de la batalla por su país, y, a las veces, él conscientemente a confirma hasta por el precio de su vida física.
En lo que concierne a las "subestruturas psicológicas de la personalidad", tales como el temperamento, necesidades e inclinaciones, experiencias e intereses emocionales, objetivos, hábitos, costumbres, características morales etc., se entiende que de forma alguna desaparecen. Sólo se manifiestan de formas diferentes: o como condiciones, o en sus orígenes y transformaciones, en cambios de su lugar en la personalidad, las cuales ocurren en el proceso de su desarrollo.
De esa forma, las características del sistema nervioso a buen seguro representan trazos al mismo tiempo individuales y bastante estables; esos trazos, sin embargo, no forman, de ninguna manera, la personalidad humana. En sus acciones, el ser humano, consciente e inconscientemente, lidia con los trazos de su constitución, de igual manera con que lidia con las condiciones externas de sus acciones y con los medios que tiene para realizarlas. A lo que caractericen el hombre como un ser natural, sin embargo, los trazos no pueden ejercer el papel de fuerzas que determinan la motivación de la actividad y de la formación de objetivos que están formándose en él. El único problema real - aunque surja aquí secundariamente -, el problema de la psicología de la personalidad, es un problema de la formación de acciones del sujeto dirigida para sus propias características innatas o adquiridas, las cuales no entran directamente en la caracterización psicológica de su esfera de la personalidad.
Menos aún poden aquellos factores o "modos" de personalidad, tales como necesidades y propósitos, ser considerados subestruturas. Ellos sólo aparecen cuando abstraídos de la actividad del sujeto en la cual sus metamorfosis ocurren; sin embargo, no son esas metamorfosis que crean la personalidad; al contrario, ellas es que son engendradas por el movimiento del desarrollo de la personalidad. Este movimiento está sujeto a la misma fórmula que describe la transformación de las necesidades humanas. Comienza con la acción del sujeto en el sentido de sostener su existencia; lleva a la situación en que el sujeto sostiene su existencia con el fin de actuar, de llevar adelante los quehaceres de su vida, de realizar su propósito humano. Esa transformación, que concluye la práctica del establecimiento de la personalidad, también revela las perspectivas ilimitadas para su desarrollo.
Una vez satisfechas las necesidades objeto-materiales "para sí", su satisfacción conduce su reducción al nivel de condiciones de vida, que son tanto menos percibidas por el hombre, mientras más se hagan habituales. Por esa razón, la personalidad no puede desarrollarse dentro del cuadro de la necesidad; su desarrollo, necesariamente, presupone una sustitución de las necesidades por la creación, la cual, sola, no conoce límites.
Este hecho necesita ser enfatizado? Claro que necesita, una vez que la tendencia ingenua y, en la esencia, vestigial a las veces representa una transición para el principio "de acuerdo con la necesidad" , casi como una transición para la sociedad de consumo superpróspera. Se pierde de vista, aquí, el hecho de que es necesario, también, atravesar una transformación del consumo material, el hecho de que la posibilidad de todos que satisfagan esas necesidades agota el valor intrínseco de las cosas que los satisfacen y elimina aquella función artificial que llenan en la sociedad de la propiedad privada - una función de confirmar, a través de ellas, el propio hombre, su propio prestigio.
La última cuestión teórica que voy a considerar es la cuestión de percibirse como una personalidad. En psicología, se trata de una cuestión de autoconsciencia, una cuestión del proceso de su desarrollo. Hay un gran número de trabajos dedicados la una investigación de este proceso. Ellos contienen datos detallados que caracterizan las prácticas

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