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1 UNIVERSIDAD NACIONAL AUTÓNOMA DE MÉXICO Facultad de Ciencias Políticas y Sociales La literatura Post-Muro: análisis de la conformación identitaria alemana a partir de la caída del Muro de Berlín TESIS QUE PARA OBTENER EL GRADO DE LICENCIADO EN RELACIONES INTERNACIONALES PRESENTA Pamela Gómez Bañuelos Director: Doctor Alfonso Sánchez Mugica Ciudad Universitaria, noviembre 2014 UNAM – Dirección General de Bibliotecas Tesis Digitales Restricciones de uso DERECHOS RESERVADOS © PROHIBIDA SU REPRODUCCIÓN TOTAL O PARCIAL Todo el material contenido en esta tesis esta protegido por la Ley Federal del Derecho de Autor (LFDA) de los Estados Unidos Mexicanos (México). El uso de imágenes, fragmentos de videos, y demás material que sea objeto de protección de los derechos de autor, será exclusivamente para fines educativos e informativos y deberá citar la fuente donde la obtuvo mencionando el autor o autores. Cualquier uso distinto como el lucro, reproducción, edición o modificación, será perseguido y sancionado por el respectivo titular de los Derechos de Autor. 2 Agradecimientos Gracias a mis padres, por su amor y apoyo incondicional. Este trabajo se lo dedico a mi mamá, quien ha dedicado su vida a nuestra familia, y a mi papá, cuyas enseñanzas me han hecho una mejor persona. Lo dedico también a mi hermana, quien ha sido mi compañera de toda la vida, alguien que me quiere y me apoya cuando lo he necesitado. A Marian, die Liebe meines Lebens. Por enseñarme que aun cuando todo parezca ir mal, siempre hay razones para alegrarse y ser feliz. Por amarme, motivarme y hacerme soñar. A Gisel, por ser la mejor amiga que alguien puede tener. Por estar conmigo en las buenas y en las malas, por quererme, hacerme reír, apoyarme y escucharme. A mis amigos de la universidad: Juan Carlos y Rodrigo. Por acompañarme y haber crecido conmigo, por haberse convertido en amigos para toda la vida. A mis profesores Alfonso Sánchez Mugica y Laura Gasparyan. Por recordarme que existen profesores con pasión por enseñar y transmitir sus conocimientos a las nuevas generaciones. A Lucy Conger, por haber sido un gran apoyo no sólo en lo laboral, sino también en lo personal. A la UNAM, por ser una excelente institución. Es para mí un orgullo saberla mi alma mater. 3 Había una vez un país Günter Grass Había una vez un país, cuyo nombre era Alemán. Era hermoso ondulado y llano y no sabía que hacer de sí mismo. Entonces hizo una guerra, porque quería estar en el mundo entero y así se hizo pequeño. Tuvo una idea que calzaba botas, y se fue, con sus botas de guerra, a ver mundo, volvió como guerra, se hizo el inocente y se calló, como si llevara zapatillas de fieltro, como si por ahí fuera no hubiera visto nada malo. Sin embargo, leyendo hacia atrás, esa idea con botas podía reconocerse como crimen: tantos muertos. Entonces el país, llamado Alemán, fue dividido. Ahora se llamaba así dos veces y, por hermosamente ondulado y llano que fuera, seguía sin saber qué hacer de sí mismo. Tras corta reflexión, ambas partes se ofrecieron para una tercera guerra. Desde entonces ni una palabra más, Paz en la Tierra.1 1 Günter Grass, “Había una vez un país” en La ratesa, Madrid, Alfaguara, 1988, pp. 107-108. 4 Índice 1. Introducción ……………………………………………………………………….5 2. Del germanismo al nacionalismo alemán ……………………………………10 2.1 Kultur, Identidad y Literatura ………………………………………10 2.2 Goethe ……………………………………………………………….13 2.3 Bismarck …………………………………………………………….16 2.4 Hitler ……………………………………………………………….…21 3. Alemania dividida ……………………………………………………………..…25 3.1 Ein Volk, ein Reich, ein Führer ……………………………………25 3.2 Niemand hat die Absicht, eine Mauer zu errichten! ....................32 3.3 Tear this Wall down! ………………………………………………..37 4. Alemania reunificada ……………………………………………………………41 4.1 Wir sind ein Volk! …………………………………………………...41 4.2 Wendeliteratur ………………………………………………………48 5. Análisis de la Wendeliteratur …………………………………………………..56 5.1 Nazismo ……………………………………………………………...56 5.2 Capitalismo vs. Socialismo ………………………………………..59 5.3 La vida en la RDA …………………………………………………..61 5.3.1 Situación económica ……………………………………….62 5.3.2 El omnipresente SED ………………………………………65 5.3.3 La Stasi ………………………………………………………66 5.3.4 Neues Forum ………………………………………………..69 5.4. Berliner Mauer ……………………………………………………...71 5.5 Sociedad de consumo. In langen Spaziergängen, die im Frei Bad enden: endlich allein mit dem Markt …………………………………..72 5.6 Ossis – Wessis ……………………………………………………...74 6. Conclusiones …………………………………………………………………….79 7. Fuentes de consulta …………………………………………………………….86 5 1. Introducción La caída del Muro de Berlín, el 10 de noviembre de 1989, marcó el fin de la Guerra Fría, ello modificó la organización del sistema internacional y, en consecuencia, se convirtió en un momento paradigmático para las Ciencias Sociales. A partir de entonces, y como en efecto dominó, Europa experimentó una sucesión de cambios vertiginosos: las revoluciones pacíficas de Europa del Este, la desintegración de la Unión Soviética y la subsecuente creación de nuevos Estados, la rápida ampliación de la Unión Europea y un largo etcétera. Sin embargo, pocas veces se detienen los estudiosos de las relaciones internacionales a analizar las consecuencias que la caída del Muro tuvo para la propia Alemania. La reunificación, que se concretó casi un año después, el 3 de octubre de 1990, se asume como un proceso concluido exitosamente y se le da un carpetazo. Y quizás ello ocurra debido a la fortaleza económica de Alemania, pues es bien sabido que a veinticinco años de la reunificación, “Alemania es la principal potencia económica de la Unión Europea y la cuarta economía del mundo. Tiene el PIB y la cifra de población más altos de la Unión Europea, lo que la convierte en el mercado más importante de Europa.”2 Y si uno piensa en las problemáticas que aquejan actualmente a Alemania, se remite a los grandes flujos migratorios provenientes del sureste de Europa (que generan gasto público, aumentan los índices de criminalidad, suponen retos de integración, reavivan sentimientos de discriminación, etc.) o quizás a los bajos índices de natalidad y en el constante envejecimiento de la población. Pero difícilmente se piensa en la reunificación como un problema de la sociedad alemana contemporánea. ¿Por qué dedicar entonces un trabajo de investigación a inquirir sobre las consecuencias de la reunificación alemana? En primer lugar, se pretenden evaluar las formas de convivencia de las dos sociedades alemanas –separadas durante cuarenta años– tras casi veinticinco años de convivencia. Además, se busca 2 Peter Hintereder (ed.) La actualidad de Alemania, 2014, URL: http://www.tatsachen-ueber- deutschland.de/index.php?L=3 Consultado el 21 de abril del 2014. 6 esclarecer y comprender las críticas que, a finales de los años ochenta, mostraban su abierta oposición al proceso de reunificación. Finalmente, se pretende elaborar un breve esbozo de la sociedad alemana contemporánea en términos de identidad. Todo ello partiendo de la siguiente hipótesis: La división de Alemania tras la Segunda Guerra Mundial propició que en cada Estado (la República Democrática Alemana y la República Federal Alemana) surgieran nociones diferenciadas de identidad que, en el momento de la reunificación, se enfrentaron e hicieron germinar un conflicto de identidad. Hablar en términos de identidad supone ciertas dificultades metodológicas. Tradicionalmente, el concepto „identidad‟ se asocia con procesos del Yo individual. Por ello, en el primer capítulo de la presente investigación se esclarecen lascategorías de análisis que serán utilizadas para estudiar el caso de la reunificación alemana. En ese sentido, el concepto „cultura‟ es el que mejor sirve para explicar los procesos de identidad colectiva. Desde la cosmovisión alemana, son Kultur todas aquellas expresiones artísticas, religiosas o espirituales producidas por el hombre. Esta categoría contiene a la música, al cine, a las artes plásticas, al teatro, a la danza, a la literatura e incluso a la comida. La literatura, no obstante, aventaja al resto de las formas de expresión cultural por poseer el don de la palabra. Las obras literarias son recursos materiales susceptibles de analizarse con recursos metodológicos semejantes a los que los estudiosos de las Ciencias Sociales conocen. Y es cierto, las obras literarias, así como la identidad, surgen desde una individualidad influida y determinada socialmente, sin embargo, en tanto que el individuo creador está imbuido en el ser colectivo y usa un lenguaje común para hablar de una realidad (o un contexto) que le es coetánea, el producto literario se vuelve un reflejo del ser colectivo. Este trabajo de investigación busca explicar los cambios en la identidad de la Alemania reunificada a través del análisis de las obras de los literatos de un movimiento literario surgido durante el último tercio del siglo XX: la literatura Post- Muro. Todo movimiento político-social abona al surgimiento de expresiones 7 culturales y viceversa. Es decir, la reunificación alemana inspiró a que nuevas formas de literatura se desarrollaran, a la vez que la literatura previa a noviembre de 1989 contribuyó al surgimiento de movimientos políticos y sociales que, eventualmente, devinieron en el proceso de reunificación. Y es este proceso dialéctico lo que genera identidad. Sin embargo, para poder explicar y comprender los cambios que la identidad del pueblo alemán pudo haber sufrido tras la desaparición de la República Democrática Alemana, es preciso comprender en qué consiste, en principio, lo alemán. Para ello, a partir del primer capítulo se presenta un breve recuento de aquellos autores y obras literarias que, desde el siglo XVIII, empezaron a conformar el espíritu alemán. Ello llevará al lector por un recorrido casi monográfico que inicia con Goethe y que, conforme avanza temporalmente, ofrece al lector la contextualización sociopolítica de Alemania al momento en que cada expresión literaria surgió. Así, el primer capítulo finaliza con la derrota del Tercer Reich: un momento crucial en la historia de Alemania que, además de tener considerables repercusiones en el plano literario, cambió el destino del pueblo alemán, al ser éste dividido en dos Estados. Las consecuencias para Alemania tras haber sido derrotada en la Segunda Guerra Mundial, son analizadas en el segundo capítulo de esta investigación. Además de la ignominia del pueblo alemán por haber perpetrado el Holocausto, se explican las formas de control que los Estados Unidos, la Unión Soviética, la Gran Bretaña y Francia ejercieron sobre Alemania. La expresión cúspide de este control externo fue la división del pueblo alemán. Por ello, en el capítulo titulado Alemania dividida se ofrece un panorama de lo acontecido en los dos Estados alemanes durante los 45 años de separación. Se explican las formas de organización política, social y económica, así como las nuevas formas de expresión literaria que surgieron de ambos lados del Muro de Berlín. En términos generales, la división del pueblo alemán propició en los literatos de aquella época una búsqueda por la redefinición. Esto es, comprender en qué consistía el ser alemán –después de haber sido derrotados, culpados, divididos y reorganizados– para posteriormente 8 reconstruir lo que sería ser alemán, se convirtió en uno de los leit motiv de la literatura alemana durante los años de división. Acontecimientos internos e influencias externas ocasionaron el derrumbe de la República Democrática Alemana. La caída del Muro y el posterior proceso de reunificación cambiaron el rumbo de la historia moderna de Alemania. De cómo se llevó a cabo dicho proceso de reunificación, es de lo que trata el tercer capítulo de la presente investigación. En ese apartado se analizan las manifestaciones políticas a favor de la democratización en la Alemania del Este, los procesos electorales, los tratados que sellaron la reunificación, la oposición europea a ésta, etc. Además, se hace una breve revisión de las opiniones de aquellos literatos –particularmente de Günter Grass– opuestas o en favor de la reunificación. Esta sucesión de eventos propició el surgimiento de un nuevo movimiento literario, mismo que es el objeto central de análisis de esta investigación: la literatura Post- Muro. La literatura Post-Muro, o en alemán Wendeliteratur (Literatura del cambio), se dedicó a ilustrar las consecuencias políticas, económicas, sociales y culturales en la sociedad de la Alemania reunificada. Se trata pues, de una literatura que contiene miradas múltiples, que es crítica pero también reconciliadora con el pasado, que busca entender el presente y, sobre todo, trazar rutas para el futuro del pueblo alemán: es una literatura de carácter contradictorio como la identidad misma y, por esa razón, fundamental para comprender la naturaleza de la identidad en la actual Alemania. Para facilitarle al lector la comprensión de ésta, la segunda parte del tercer capítulo contiene un cuadro que compila la información básica (datos biográficos, obras publicadas en alemán, obras traducidas al español y una breve reseña de las obras consultadas) de aquellos escritores pertenecientes a la Wendeliteratur que fueron consultados para elaborar el presente trabajo de investigación. Finalmente, es en el cuarto capítulo en donde se analizan específicamente las temáticas que aborda la literatura Post-Muro. Se eligieron seis temas centrales: reflexiones sobre el pasado nazi de Alemania, las diferencias entre la sociedad 9 alemana capitalista y la sociedad alemana socialista, la vida cotidiana en la Alemania del Este (el contexto económico, el partido político único que gobernaba, el sistema de seguridad y espionaje, las formas de protesta y democratización, entre otros), los significados del Muro de Berlín, la adhesión de los ciudadanos de la RDA a la sociedad basada en el consumo de la RFA y las diferencias que persisten entre el Este y el Oeste de Alemania. A partir de los elementos extraídos de las novelas, se reflexiona, en el último apartado, sobre la validez de la hipótesis planteada. 10 2. Del germanismo al nacionalismo alemán Kultur, Identidad y Literatura Un espacio y lenguaje comunes, así como tradiciones y costumbres compartidas, son los elementos referenciales para un individuo o un grupo de individuos que busca identificarse con lo propio y diferenciarse de lo ajeno. De la interacción de los individuos con esos elementos referenciales surge una identidad colectiva que, invariablemente, se modifica en función de los acontecimientos al interior o al exterior del grupo. Así, por su esencial vinculación con los grupos humanos, la identidad es de carácter dinámico. Posee una condición inmanentemente histórica y variable, mutable. Por ello, para conocer y entender cualquier proceso identitario es necesario analizar el contexto espacio-temporal en el que éste se desenvuelve.1 Una identidad entonces, no es el resultado de una serie de interacciones, sino un proceso en constante renovación. En ese sentido, la teórica alemana Heidrun Friese propone renovar el concepto de identidad y comprenderla como “algo que nunca llega a realizarse por completo, que nunca puede finalizarse y que está permanentemente abierta respecto al futuro y los potenciales sucesos que éste pudiera albergar.”2 Siendo así, la identidad colectivase entiende como un proceso que no sólo se lleva a cabo dentro del Yo individual, sino también dentro del Nosotros colectivo. Los individuos, engullidos por una realidad social, participan en las conductas, costumbres, usos y creencias del grupo al que pertenecen. En palabras del filósofo Luis Villoro, la identidad es una realidad intersubjetiva que Está constituida por un sistema de creencias, actitudes y comportamientos que le son comunicados a cada miembro del grupo por su pertenencia a él. Esa realidad colectiva 1 Por ello Bauman menciona que “Uno se conciencia de que la „pertenencia‟ o la „identidad‟ no están talladas en la roca, de que no están protegidas con garantía de por vida, de que son eminentemente negociables y revocables.” En Zygmunt Bauman. Identidad. Buenos Aires, Losada, 2005, p. 32. 2 Andrea Kottow, “Identidad – crisis – depresión y esquizofrenia: aproximación a la problemática de la identidad en algunas novelas de la Europa contemporánea”, en Christian Wentzlaff- Eggebert (comp.). Europa como espacio cultural: la identidad y las instituciones europeas. Colonia, Universidad de Colonia-Centro de Estudios sobre España, Portugal y América Latina, 2006, p. 56. 11 no consiste, por ende, en un cuerpo, ni en un sujeto de conciencia, sino en un modo de sentir, comprender y actuar en el mundo y en formas de vida compartidas, que se expresan en instituciones, comportamientos regulados, artefactos, objetos artísticos, saberes transmitidos, en suma, en lo que entendemos por una „cultura‟.3 El concepto „cultura‟ está profundamente arraigado a la idea que el pueblo alemán tiene de sí mismo, a diferencia del concepto francés „civilización‟ que tiene una connotación más bien universal, o de reconocimiento a las aportaciones de las civilizaciones occidentales.4 „Cultura‟ es “la palabra con la que los alemanes se interpretan a sí mismos, la palabra con la que se expresa el orgullo por la contribución propia y por la propia esencia.” 5 La Kultur entonces, se refiere a los productos espirituales, artísticos y religiosos que dotan de peculiaridad (o identidad propia) a un grupo o colectividad. El sociólogo Norbert Elias considera que el concepto Kultur tiene sus orígenes en la tardía unidad y consolidación política de Alemania respecto a otros pueblos occidentales.6 En ese sentido, la noción Kultur funcionó como un ámbito de expresión espiritual dado que “en la base misma del concepto […] se encontraba una orientación apolítica, quizá incluso antipolítica, que resultó sintomática del sentimiento recurrente de las elites de la clase media alemana de que, mientras la política y el Estado representaban el escenario de su dependencia y humillación, la cultura constituía el de su libertad y orgullo.”7 Se entiende así, que la cultura es un entramado intersubjetivo que provee a las identidades colectivas de referencias y significados comunes, a la vez que éstas nutren a la cultura también. 3 Luis Villoro. Estado plural, pluralidad de culturas. Paidós, Facultad de Filosofía y Letras, UNAM, México, 2002, pp. 65 – 66. 4 “El concepto [civilización] resume todo aquello que la sociedad occidental de los últimos dos o tres siglos cree llevar de ventaja a las sociedades anteriores o a las contemporáneas „más primitivas‟. Con el término de civilización trata la sociedad occidental de caracterizar aquello que expresa su peculiaridad y de lo que se siente orgullosa: el grado alcanzado por su técnica, sus modales, el desarrollo de sus conocimientos científicos, su concepción del mundo y muchas otras cosas.” En Norbert Elias. El proceso de la civilización. Investigaciones sociogenéticas y psicogenéticas. FCE, España, 1979, p. 57. 5 Ídem. 6 Ibídem, p. 59. 7 Norbert Elias. Los alemanes. Instituto Mora, México, 1994, p. 155. 12 Considerando lo anterior, la literatura vendría a representar el mejor elemento para indagar en la composición de una identidad colectiva en un momento determinado. Ello debido a que las obras literarias son productos culturales que, si bien están elaboradas a partir de reflexiones individuales, tienen como base una lengua común y están inspiradas en acontecimientos de la vida social.8 Son pues, manifestaciones culturales en las que se refleja la conciencia colectiva a través de la reflexión individual, en donde los hechos sociales son experimentados a partir del sujeto y en donde las creencias y costumbres grupales son analizadas desde la participación de uno de sus miembros. Además, sobre la literatura “recae una responsabilidad de singular trascendencia: interpretar el pasado, otorgarle un sentido, y con ello mantener vivo el recuerdo y coadyuvar a la configuración de una memoria y una identidad.”9 De esa manera, la literatura se convierte en un espacio para la compilación de imaginarios colectivos, de la conciencia de pueblos y de individuos. En palabras del historiador y economista alemán Jürgen Kuczynski: “Willst du etwas über unsere Menschen im Alltag erfahren, dann lies Romane, die bei uns erschienen sind.”10 Para el caso alemán, la literatura llegó a ser representativa de una conciencia colectiva a partir de las obras de Johann Wolfgang Goethe (1749 – 1832) y de Johann Christoph Friedrich Schiller (1759 – 1805). 8 Es preciso diferenciar la literatura alemana de la literatura en lengua alemana. Esta última está compuesta por literatos perteneciente a otros Estados (Francia, Suiza, Austria, República Checa, etcétera) en donde existe población de habla alemana. Sin embargo, para efectos de este trabajo de investigación, las obras analizadas se circunscriben a la „literatura alemana‟. 9 Manuel Maldonado Alemán (coord.). Literatura e identidad cultural. Representaciones del pasado en la narrativa alemana a partir de 1945. Peter Lang, Bern, 2009, p. 9. 10 “Si quieres aprender algo sobre la vida cotidiana de nuestra gente, entonces lee las novelas que han sido escritas / publicadas por nosotros” [Traducción propia] Jürgen Kuczynski citado por Manuel Maldonado Alemán, “La narrativa de la unificación alemana. Presupuestos, temas y tendencias” en Revista de Filología Alemana, numero 28, 2005, p. 109. 13 Goethe Ya desde las aportaciones del filósofo y teólogo Johann Gottfried Herder11 y el movimiento Sturm und Drang12 se reconocían elementos que conferirían cierta peculiaridad a la literatura alemana, pero no es sino hasta el Clasicismo de J. W. Goethe y Friedrich Schiller cuando las letras alemanas tomaron rumbo propio y se volvieron representativas del espíritu alemán. El Sturm und Drang fue un movimiento literario que inició con el Götz de Goethe y que se nutrió de “las ideas progresistas de Lessing, la exaltación de la creación de Klopstock, la búsqueda de la armonía de Wieland, el irracionalismo de Hamann, la conciencia de humanidad de Herder o el ideal estético de Winckelmann.”13 La obra que dio fin a este movimiento es Kabale und Liebe (Intriga y amor) de Schiller. De esta corriente literaria surgieron los dos grandes literatos alemanes, Goethe y Schiller, cuyas obras componen el periodo literario alemán conocido como Clasicismo. Llamado así no por representar un retorno a los modelos artísticos de la Antigüedad clásica, sino por suponer el momento de mayor genialidad poética, el momento en el que las letras alemanas alcanzaron la perfección literaria. De acuerdo con el filólogo Manuel Maldonado Alemán: “el Werther [de Goethe] consiguió acabar de una vez con una literatura alemana basada en modelos de literaturas vecinas, pues aunque Goethe tomara como punto de partida […] las novelas epistolares de Rousseau o de Richardson […] supo hacerlo en un tono acorde con las necesidadesdel alma alemana en aquellos momentos.”14 11 “Herder estudió la poesía popular de los pueblos europeos en diferentes momentos de su historia y tradujo al alemán su colección titulada Stimmen der Völker in Liedern [Las voces del pueblo en canciones] (1779). Al estudiar la poesía y el lenguaje, Herder pretendía la consecución de una poesía nacional, en un intento de superar las fronteras que determinaba la situación política de los territorios alemanes […].” En Manuel Maldonado Alemán & Isabel Hernández. Literatura alemana. Épocas y movimientos desde los orígenes hasta nuestros días. Alianza Editorial, Madrid, 2003, p. 90. 12 La traducción literal es Tormenta e Impulso, sin embargo, se trata de una “Expresión en realidad intraducible, significa algo así como „ímpetu y ataque‟, que concretaba una rebelión contra todo lo institucionalmente establecido (leyes, sociedad, civilización, autoridad) y, desde el lado opuesto, abría cauce al sentimiento que la Ilustración había refrenado.” En Rodolfo E. Modern. Historia de la literatura alemana. Fondo de Cultura Económica, México, 1986, p. 138. 13 Manuel Maldonado Alemán & Isabel Hernández, óp. cit., p. 96. 14 Ibídem, p. 93. 14 En efecto, la obra de Schiller, pero sobre todo la de Goethe, logró reflejar el sentimiento, las ideas y la conciencia del pueblo alemán. En estos trabajos literarios finalmente se expresaban elementos culturales comunes al pueblo alemán,15 sin que ello significara una exclusión de los ideales universalistas y humanistas que la Aufklärung (Ilustración) había sembrado en la reflexión de ambos escritores. Goethe es entronizado como la máxima representación de die deutsche Kultur. El autor de Werther y Fausto se convirtió en el homo faber, homo pictor que crea y manifiesta cultura. Cultura, entendida en su concepción más primigenia, es decir, considerada como un ámbito en donde es posible educar y cultivar el espíritu, un espacio que ofrece “todas las oportunidades compensatorias de la creatividad, el interés y el disfrute de la vida, además de dejarle a uno la posibilidad de preservar su „libertad interior‟, su integridad como persona y su propia autoestima.” 16 Aclaración necesaria puesto que, como veremos después, a finales del siglo XIX y principios del XX, el concepto cultura será despojado totalmente de sus connotaciones humanistas para ser utilizado como mero elemento de propaganda nacionalista. Pero volviendo a la importancia que tiene la obra y la figura de Goethe para el pueblo alemán, basta con prestar atención al nombre del actual instituto promotor de la lengua y cultura alemanas, con representación en 136 países del mundo:17 Goethe Institut. Éste es el equivalente al Instituto Cervantes, creado por España para promover la enseñanza de la lengua española. El Clasicismo, entonces, se convirtió en una suerte de escuela literaria, en una especie de referencia que los movimientos literarios posteriores tomarían como base para construir expresiones literarias bien imitándolo o bien elaborando propuestas novedosas opuestas a éste. Ello por considerar al Clasicismo como un momento con “cierto grado de perfección y madurez ejemplares y no repetidos, una culminación de la capacidad poética.”18 Así, a finales del siglo XVIII y principios del XIX surge el Romanticismo como 15 En la obra Fausto, Goethe presenta su interpretación de la vida del Dr. Georgius Faustus, misma que estaba fuertemente arraigada en el imaginario colectivo alemán. 16 Norbert Elias. Los alemanes, óp. cit., p. 157. 17 Goethe Institut, Institutes Worldwide, 2013, URL: http://www.goethe.de/uun/adr/wwt/est/enindex.htm Consultado el 8 de mayo de 2013. 18 Rodolfo E. Modern, óp. cit., p. 150. http://www.goethe.de/uun/adr/wwt/est/enindex.htm 15 respuesta al Clasicismo. El Romanticismo se oponía a la racionalidad de la Aufklärung y consideraba que ya no bastaba la literatura inspirada en la época clásica para expresar el espíritu de su época. Sin embargo, pese a oponerse en sus criterios de manifestación literaria, ambos movimientos lograron su propósito de reflejar en sus obras el sentimiento de unificación del pueblo alemán. En palabras de Manuel Maldonado: Al contrario de lo que ocurría en Francia, en Inglaterra o en España, el periodo del Clasicismo y el Romanticismo se desarrollaron en los territorios alemanes bajo el signo del desgarramiento de un pueblo que sentía la necesidad de una unión nacional, algo que los alemanes, en especial los románticos, experimentaron con gran dolor y que dio lugar a una relación muy especial del escritor con su entorno inmediato.19 Dentro de la literatura romántica, Johann Christian Friedrich Hölderlin (1770 – 1843) fue el poeta más representativo. En principio, sus obras estaban creadas bajo la tradición clásica y posteriormente volcaron hacia lo dictado por el Romanticismo. Después, en 1815, surgió en el mundo literario alemán una reacción conservadora conocida como Biedermeier, misma que coincidió con el proceso de Restauración en Europa y que se caracterizó por su defensa del tradicionalismo, la religión y la organización patriarcal. Nuevamente los cánones goethianos sirvieron como el punto central de referencia. Karl Leberecht, en su novela Die Epigonen (Los epígonos de 1836), manifestó cómo él y los demás autores coetáneos eran meros continuadores del Clasicismo, representantes de la herencia literaria de Goethe. Como menciona Rodolfo E. Modern: De nuevo es Goethe el punto de partida, esta vez con Wilhelm Meister [segunda obra de Goethe]. Además de la reproducción, de románticos personales goetheanos, como Mignon, que aquí se llama Fiammetta, la novela [del autor Leberecht] entra de lleno en el tratamiento de la transformación crucial que la época trae consigo, vale decir, con el advenimiento de la burguesía rica y la gran industria como los nuevos factores de poder dominantes.20 19 Manuel Maldonado Alemán & Isabel Hernández. óp. cit., p. 118. 20 Rodolfo E. Modern. óp. cit., p. 233. 16 De 1800 a 1835, coincidiendo temporalmente con la Biedermeier, se desarrolló la literatura de la Joven Alemania y, de 1838 a 1848 aproximadamente, surgió el movimiento literario Vormärz (Antes de marzo). Ambos fueron críticos de la situación social, se opusieron a la Restauración y a la censura y, en contraste, apoyaron las libertades y derechos individuales. La Vormärz en particular se vinculó con las corrientes democrático-liberales que prepararían la Revolución de 1848. Heinrich Heine, el mayor representante de ésta época obtuvo la inspiración para sus obras de “la tradición del petrarquismo, de la canción popular, de la lírica de Goethe y, en parte, del Romanticismo.”21 Es decir, las pautas literarias del Clasicismo goethiano fueron aún respetadas por los exponentes literarios del periodo revolucionario. Dentro de este conflicto “el pueblo alemán en varios Estados se levanta en una revolución armada que quería lograr una constitución democrática y unir políticamente a toda Alemania. Hubo dos proposiciones: „la gran Alemania‟ con Austria como Estado dominante y „la pequeña Alemania‟ con Prusia como Estado dominante.”22 Revolución que finalmente, fracasó. Concluido el proceso revolucionario y hasta 1897 cobró importancia el Realismo poético, corriente literaria que, para desvincularse del radicalismo político del proletariado y del egoísmo de la aristocracia, se refugió en los ideales del humanismo clásico. Bismarck Los ímpetus de unión nacional que se manifestaron en la revolución de 1848 se materializaron con la creación del Segundo Imperio en 1871. Otto von Bismarck consiguió la unificación de los Estados alemanes tras derrotar aFrancia y anexarse los territorios de Alsacia y Lorena. Se trató de un esfuerzo de centralización política y administrativa (basada en la Unión Aduanera de la Confederación Germánica, Zollverein), sustentado además, en la modernización del Ejército prusiano. Esta unificación permitió que Alemania se 21 Manuel Maldonado Alemán & Isabel Hernández. óp. cit., p. 141. 22 A. M. Schultz. Hacia la reunificación: la cuestión alemana en la década de los ochenta. Fondo de Cultura Económica, México, 1990, p. 22. 17 convirtiera en “la primera potencia militar y económica del continente europeo, y la segunda del mundo, después de Gran Bretaña.”23 Sin embargo, lo que Bismarck logró fue una unificación “desde arriba con acuerdos entre los príncipes, pero no […] una unificación desde abajo por medio del pueblo, como se quería realizar en la revolución de 1848.”24 Por ello, para los exponentes literarios, la unificación significó un acontecimiento poco atractivo. A decir del filólogo Rodolfo E. Modern: “la Alemania del Imperio de Bismarck, que había alcanzado una prosperidad económica y social envidiable, ofrece entre 1860 y 1885, más o menos, un chato panorama literario.”25 La Unificación de Alemania es un proceso sociopolítico tan amplio y significativo que, por sí mismo, alcanza para un trabajo de investigación. Sin embargo, aquí se menciona de manera tangencial, poniendo mayor atención en las expresiones literarias que ésta motivó. De forma breve se dirá, que la Unificación de Bismarck fue, en realidad, un proceso tardío comparado con otros procesos similares en Europa. Ésta se dio en un ambiente de modernización e industrialización. Y consecuentemente, una poderosa Alemania unificada se unió rápidamente al gran flujo industrial que reinaba en Europa. Esta rápida y extensa industrialización incidió enérgicamente en el plano literario. La supremacía de la industria sobre el resto de los aspectos de la vida diaria propició reflexiones novedosas que, hacia las últimas décadas del siglo XIX, se convertirían en un movimiento conocido como Naturalismo, mismo que centró su atención en las manifestaciones más oscuras de la nueva realidad social y convierte en tema literario lo feo, lo abyecto, la miseria, la marginación, la prostitución o el alcoholismo, que hasta entonces, habitualmente, habían sido excluidos de la literatura por considerarse que no eran dignos de la representación estética. Su intención es reflejar un fragmento de la realidad social de manera inmediata, fiel y exacta.26 23 Manuel Maldonado Alemán. El Expresionismo y las vanguardias en la literatura alemana. Editorial Síntesis, Madrid, 2010, p. 17. 24 A. M. Schultz. óp. cit., p. 24. 25 Rodolfo E. Modern. óp. cit., p. 255. 26 Manuel Maldonado Alemán & Isabel Hernández. óp. cit., p. 158. 18 Es decir, el Naturalismo, desde su perspectiva positivista, exhibió aquello en lo que la Alemania industrializada había transformado al individuo, presentó los estragos que esta nueva forma de vida había ocasionado a la sociedad alemana y presenció el surgimiento de las masas.27 En oposición a la forma objetiva y científica del Naturalismo de exhibir los problemas sociales, surgió el Impresionismo y el Simbolismo. En estas manifestaciones artísticas se reflejaba que, pese al “entusiasmo de corte imperialista, […] no [se] podía ocultar la grave crisis espiritual que se centra sobre la sociedad de fin de siglo. En ella se extiende un sentimiento de decadencia y de profundo pesimismo, incluso de melancolía, en el que la influencia de Schopenhauer y Nietzsche es manifiesta.”28 En este contexto melancólico y decadente, surgieron -aunque sin adscribirse propiamente a dichas corrientes literarias- voces críticas de la falsa moral de la era guillermina, tales como la de Heinrich Mann (1871 – 1950), en cuya trilogía Das Kaiserreich (El imperio 1916) satirizó las estructuras jerárquicas y autoritarias de la sociedad alemana en tiempos de Guillermo II. El hermano de Heinrich, Thomas (1875 – 1955), en su obra Die Buddenbrocks (escrita en 1901) también analizó la vida de tres generaciones de una ilustre familia en Lubeck, pero lo hace de forma distinta a Heinrich, menos satírica y más en observancia de la psique de sus personajes. Quizás esa es la razón por la que R. E. Modern considera que hay una afinidad “entre él [Thomas Mann] y Goethe, [quien] da su propio Fausto en la mejor novela que escribió, Doktor Faustus (1947). Es síntesis y madurez, y significa para la novela alemana, en su manejo del tiempo interior, lo que el Ulises de Joyce o el ciclo novelístico de Proust.”29 En 1910 Alemania se deja llevar por el flujo vanguardista que venía renovando el espíritu artístico en Europa desde el fauvismo francés. Influido fuertemente por el Futurismo, el Expresionismo alemán: 27 A propósito de las masas, menciona Rodolfo E. Modern que “Los grandes sectores de un vasto público urbano, que ahora tiene acceso a la literatura debido al bienestar económico y social que sigue al imperio creado por Bismarck, piden, como toda masa, entretenimiento, cultura superficial, lectura fácil y sin problemas.” En Rodolfo E. Modern. óp. cit., p. 242. . 28 Manuel Maldonado Alemán & Isabel Hernández. óp. cit., p. 165. 29 Rodolfo E. Modern. óp. cit., p. 292. 19 impone una nueva sensibilidad frente al mundo y la vida, caracterizada por la concentración, la abstracción, la precisión, la emotividad, las fuertes pasiones, el activismo, el inconformismo, la libertad, la intensidad del sentimiento, el impulso creativo y la autenticidad. Los jóvenes escritores se orientan en una estética de lo feo: con extrema crudeza persiguen captar la verdad de lo existente a través de la presentación artística de lo macabro, lo siniestro, lo disonante, lo extraño y lo grotesco. El núcleo temático de sus creaciones literarias lo constituyen la degradación, la decadencia y la muerte del individuo en la realidad presente, la visión del fin del mundo, que se concreta en la representación artística de la guerra, el diluvio universal o el Juicio Final, pero también la esperanza optimista del nacimiento de una nueva época y de un nuevo ser humano.30 La Primera Guerra Mundial (1914 – 1918) desató bríos revolucionarios en los artistas expresionistas, convulsionó la literatura e incitó a muchos de estos exponentes a enlistarse y pelear en la guerra, no tanto por un llamado nacionalista sino como un acto de rebeldía contra la sociedad guillermina.31 Tras la desaparición del Dadaísmo, el Expresionismo entró en proceso de extinción y el Surrealismo en Francia se convirtió en el estandarte del vanguardismo. Finalmente, es en este periodo cuando Rainer Maria Rilke (1875 – 1926) y Herman Hesse (1877 – 1962) incursionaron en la producción literaria alemana, sin embargo, como se mencionó, la obra de estos autores no siempre encaja dentro de los movimientos literarios de sus épocas. No obstante, lo que interesa es reconocer que en sus obras, ya sea “a partir de la sociedad o desde el fondo del individuo, coincidían los mensajes de […], de George, Hesse y Thomas Mann […]. La crisis del espíritu era una realidad cuya negación resultaba absurda, pero todo eso sería barrido por los cañonazos de la primera Guerra Mundial, y correspondía otra vez a la literatura ser luz y testimonio, al mismo tiempo.”32 Alemania resultó derrotada en la Primera Guerra Mundial. El 28 de junio de 1919 se firmó un Tratado de Paz en el Palacio de Versalles. En éste se acordó la nueva división geopolítica de Alemania. A Francia se le restituyó Alsacia y Lorena, además de que obtuvo la propiedad de las minas en el Sarre.30 Manuel Maldonado Alemán. óp. cit., p. 35. 31 Cfr. Ibídem, pp. 36 – 37. 32 Rodolfo E. Modern., óp. cit., p. 300. 20 A Bélgica se le restituyeron los territorios de Malmédy y Eupen, mientras que Dinamarca recuperó una parte de Schleswig. A Polonia se le reconocieron las fronteras de 1872, que incluían la Alta Silesia. En conjunto, “las clausulas territoriales del Tratado de Versalles quitaban a Alemania una séptima parte de su superficie y una décima parte de su población.”33 Con la Paz de Versalles desapareció el Segundo Imperio y el 11 de agosto de 1919 se instauró la República de Weimar. Ésta, pese a ser un intento de renovación de la política alemana tuvo que enfrentar las duras repercusiones que el Tratado de Versalles imputó al pueblo alemán.34 La crisis económica de 1929 aumentó la debilidad de la República, millones de trabajadores padecieron el paro y se radicalizaron las pugnas políticas, hechos que, a la postre, alimentarían el frenesí fascista que llevó a Adolfo Hitler al poder. Pero durante la República de Weimar, en la literatura surge un nuevo modo de representación artística, la Neue Sachlichkeit, que impuso criterios de actualidad, realismo e imparcialidad para las creaciones literarias. Esta Nueva Objetividad exigía “[…] que la obra de arte se enraíce en la realidad misma, y no en el mundo especulativo de las visiones o de las ideas, y que registre de manera sobria y distanciada, o sea, con objetividad y exactitud.”35 En este contexto toma fuerza la voz de Erich María Remarque (1898 – 1970) quien en su obra Im Westen nicht Neues (Sin Novedad en el Frente de 1929) representa la destrucción y la masacre vivida durante la guerra desde la perspectiva objetiva del soldado anónimo. A decir del autor: “Ese libro […] no hilvana cosas vividas por mí, sino que reúne las experiencias del frente de una generación sacrificada.” 36 Hesse, Thomas Mann y otros autores también reflexionan en sus obras sobre la decadencia de la época, así como sobre la 33 Jacques Pirenne, Historia Universal. Las grandes corrientes de la historia, Tomo VII, México, Editorial Cumbre, 1983, p. 170. 34 “En el Tratado de Versalles […] las potencias vencedoras imponen al pueblo alemán unas condiciones humillantes. Alemania es considerada nación culpable de la guerra y condenada a una amplia serie de reparaciones territoriales y económicas. Se le impone el desarme y la reducción de su ejército, la rectificación de sus fronteras en beneficio de Francia, Bélgica, Dinamarca, Polonia y Lituania, la perdida de las colonias, la desmilitarización del margen izquierdo del Rin y el pago de una indemnización de guerra que en 1921 se fijó en ciento treinta y dos mil millones de marcos, una cantidad que el país no estaba en condiciones de satisfacer.” En Manuel Maldonado Alemán. óp. cit., p. 21. 35 Manuel Maldonado Alemán & Isabel Hernández. óp. cit., p. 195. 36 Günter Grass da voz a Erich Maria Remarque en Günter Grass. Mi siglo. Punto de Lectura, España, 2001, p. 75. 21 búsqueda del individuo por su propio destino. En suma, exploran las consecuencias individuales y sociales de la guerra, la humillación posterior del pueblo alemán y las carencias económicas durante la República de Weimar. Hitler A fines de 1932 y principios de 1933 el pueblo alemán tenía ocho millones de desempleados, además, debía luchar “[…] por la supervivencia de la familia, la desesperación y la apatía provocadas por la miseria del desempleo permanente.”37 Esta crisis económica y el desempleo masivo son las razones más aceptadas para explicar el éxito electoral del Nationalsozialistische deutsche Arbeiterpartei (NSDAP o, en español, Partido Obrero Alemán Nacionalsocialista, Partido Nazi) y la llegada de Hitler al poder. Si bien el pueblo empobrecido, las masas eligieron al NSDAP para representarlo, el mundo de la literatura reaccionó de manera opuesta debido, principalmente, a las políticas de supresión de libertad de expresión, de prensa, de reunión y de manifestación política que Tercer Reich declaró. Günter Grass lo relata así: La noticia del nombramiento nos sorprendió a las doce, cuando, con Bernd, mi joven colaborador, tomaba un tentempié en la Galería, mientras escuchaba distraídamente la radio. Quiero decir que no me sorprendió: tras la renuncia de Schleicher, todo apuntaba a Él, sólo Él entraba en consideración y hasta el anciano presidente del Reich [Hindenburg] tuvo que someterse a su Voluntad de Poder. Traté de reaccionar con una chirigota: „Ahora tendremos a un pintor de brocha gorda como artista, pero Bernd, a quien normalmente la política, como dice, no le interesa „un comino‟, se consideraba personalmente amenazado: -¡Largarse! ¡Hay que largarse!- exclamó.38 De modo que durante el Tercer Reich se vivió una intervención sin precedentes en el mundo de las artes, razón por la cual un grueso de los artistas buscó espacios de expresión fuera de Alemania. El NSDAP persiguió cualquier tipo de disidencia: comunistas, socialdemócratas y, por supuesto, 37 Jürgen W. Falter. El extremismo político en Alemania. Editorial Gedisa, Barcelona, 1997, p.11. 38 Günter Grass. óp. cit., p. 158. 22 escritores críticos de las directrices oficiales. Esta intolerancia alcanzó su momento más álgido el 10 de mayo de 1933 con la masiva quema de libros en todo el territorio alemán. Erich Maria Remarque, en voz de Günter Grass, relata lo que ocurrió con su obra Im Westen nichts Neues en la Alemania de Hitler: “–Es verdad […] resultó ser un éxito de ventas. Sin embargo, mi libro, después del treinta y tres, en que fue quemado públicamente, tuvo que esperar sus doce años para llegar al mercado alemán, y lo mismo sus traducciones, mientras que el himno a la guerra, al parecer, estuvo siempre disponible.”39 Por esa razón, durante este periodo, la literatura alemana se desarrolló desde dos frentes: por un lado, los emigrados, aquellos que no pudieron o no quisieron permanecer en su patria y, por otro lado, aquellos que se quedaron y que, por lo tanto, optaron por silenciar sus opiniones soslayando las actividades políticas o bien volviéndose cómplices del régimen. Entre los exiliados se encuentran escritores como Heinrich Mann, Thomas Mann, Anna Seghers (1900 – 1983), el dramaturgo Bertolt Brecht (1898 – 1956), entre muchos otros.40 Éstos, desde sus trincheras, se dedicaron a denunciar los excesos del fascismo. En resumen, el fascismo en Alemania fue un motivo de empobrecimiento en el plano literario. “Desde 1933 hasta el fin de la Segunda Guerra Mundial, Alemania carece de una figura nueva que pueda paragonarse con sus clásicos contemporáneos.”41 Acabada la guerra, la situación no mejoró. Alemania fue nuevamente derrotada y, por si fuera poco, ahora el pueblo llevaba a cuestas la carga del Holocausto. Los campos de concentración y las demás locaciones que daban cuenta del genocidio perpetrado por el Tercer Reich fueron descubiertos durante los últimos meses de la Segunda Guerra Mundial, razón por la cual fueron los literatos de la Alemania dividida los que lidiaron y reflexionaron sobre las secuelas del fascismo en la identidad del pueblo alemán. Este momento de la historia alemana –el fin del Tercer Reich– es la conclusión de una etapa en la historia moderna de Alemana, que va de la 39 Ibídem, pp. 77 – 78. 40 Manuel Maldonado Alemán & Isabel Hernández. óp. cit., pp. 208 – 219. 41 Rodolfo E. Modern. óp. cit., p. 349. 23 construcción de una Alemania cultural hasta la aparición y caída del régimen fascista. Este periodo comienza con el pueblo alemán dividido políticamente pero unificado a través de la Kultur y, particularmente, por las aportaciones de Goethe.Él se convirtió en el referente cultural por antonomasia, para los alemanes él es símbolo de su mejor esencia, la vida y la obra de este autor, íntimamente compenetradas, integran el patrimonio de los escasos conductores de la humanidad toda. […] Poseer a Goethe es el gran orgullo justificado de los alemanes, y no sólo de ellos. En Goethe encontramos al intérprete de su época, […] el amor al mundo de las cosas y el cultivo de toda la gama emocional, la compenetración con la naturaleza y el ejercicio de la cortesanía más exquisita, la afirmación de una cultura superior. 42 Esa unificación e identidad cultural fue manipulada en dos momentos históricos distintos: durante la unificación económica-política orquestada por Otto von Bismarck en 1897 y durante el nacionalsocialismo del Tercer Reich. Se observa que “el concepto cultura es utilizado, de manera creciente, con el sentido de „cultura nacional‟, sus anteriores connotaciones humanistas y morales pasan a segundo plano, hasta desaparecer por completo.”43 Como se dijo anteriormente, una identidad cultural se crea a partir de un proceso dialéctico, en donde la cultura nutre a la identidad y viceversa, la identidad genera referentes culturales. ¿Qué ocurre entonces cuando esa identidad cultural se utiliza, se explota, con fines políticos, como sucedió en el proceso de unificación de Bismarck o durante la Alemania de Hitler? Se rompe ese proceso dialéctico y la identidad cambia de naturaleza, deja de ser una identidad cultural y se vuelve de tipo nacionalista, propaganda del Estado (o de cualquier entidad que la promueva). Por ello, para comprender el verdadero sentido de una identidad cultural es preciso emprender un análisis de los productos culturales, tales como las obras literarias, las novelas. El filólogo Sergio Mansilla lo explica de mejor manera al decir que “la literatura no sólo representa la identidad cultural de la comunidad o colectividad desde donde emerge como escritura artística 42 Ibídem., p. 150. 43 Norbert Elias. Los alemanes, óp. cit., p. 165. 24 institucionalmente aceptada y legitimada cuanto tal, sino que produce identidad; incluso más: ella misma […] sería identidad.”44 44 Sergio Mansilla Torres, “Literatura e identidad cultural” en Estudios filológicos, número 41, Valdivia, Chile, septiembre del 2006. Disponible en línea, URL: http://www.scielo.cl/scielo.php?pid=S0071-17132006000100010&script=sci_arttext, Consultado el 8 de mayo de 2013. 25 3. Alemania dividida Ein Volk, ein Reich, ein Führer La capitulación del Tercer Reich el 8 de mayo de 1945 marcó el fin del dominio nazi en Alemania. El país se encontraba destruido y derrotado. Además de las incontables pérdidas humanas, la Segunda Guerra Mundial había devastado la industria, atrofiado las comunicaciones, invalidado la infraestructura y truncado la producción alimentaria. En enero de 1945, en Yalta, los Aliados habían trazado el futuro de una Alemania que ya se veía derrotada. Los „tres grandes‟, Churchill, Stalin y Roosevelt, llegaron fácilmente al acuerdo de desmembrar a Alemania. En esa ocasión, Churchill impuso la participación de Francia, cediéndole una zona de ocupación en Alemania aunque negándole participar en la Comisión de Control Interaliado.1 Para el verano de ese mismo año, los vencedores ya tenían ocupado el territorio alemán y del 17 de julio al 2 de agosto llevaron a cabo una serie de Conferencias en la ciudad de Potsdam. Desmilitarizar, desnazificar y democratizar fueron los objetivos que los Estados Unidos, la Unión Soviética, Gran Bretaña y Francia se propusieron efectuar en Alemania. En esa ocasión, los vencedores también “se pusieron de acuerdo para que se juzgase a los criminales de guerra por un tribunal internacional, […] exigir el pago de las reparaciones en especie y […] establecer en Paris la Sede de la Comisión de Reparaciones. También decidieron el envío a Alemania de los alemanes de Polonia, Rumania, Hungría y Checoslovaquia.”2 En un principio, se planteó la posibilidad de preservar la unidad económica en Alemania y de trabajar en una reunificación de „pronta‟ llegada.3 Sin embargo, “las decisiones de la conferencia de Potsdam, por las cuales los aliados deberían 1 Cfr. Jacques Pirenne, Historia Universal. Las grandes corrientes de la historia, Tomo VIII, México, Editorial Cumbre, 1983, p. 412. 2 Ibíd., p. 452. 3 Cfr. Hans-Hermann Hertle, The Berlin Wall Story, Bonn, Bundeszentrale für politische Bildung, 2011, p. 26. 26 someter a Alemania a una administración central y considerar a la economía alemana como una entidad, ni siquiera se pusieron en principio de ejecución. El día 1º de septiembre, el general [de la Unión Soviética] Zhukov, sin informar previamente a los altos mandos aliados, instaló en Berlín un gobierno central para la administración de la zona soviética, cuya frontera quedó rigurosamente cerrada.”4 Para democratizar a Alemania cada Estado ocupante marcó sus propias pautas. La Unión Soviética promovió la reanudación de las actividades de los partidos políticos de corte socialista y, bajo su tutela, surgió el Sozialistische Einheitspartei Deutschlands (SED; o en español, el Partido Socialista Unificado de Alemania, PSUA). Y, a decir de las autoridades socialistas, este partido representó debidamente las aspiraciones de los ciudadanos que vivían en el Este de Alemania: “El recién constituido PSUA era el partido alemán más poderoso e influyente. En las elecciones a los parlamentos municipales, distritales y de las regionales, celebradas en la zona de ocupación soviética en el otoño de 1946, conquistó más del 50 por ciento de los votos.”5 Francia siguió el ejemplo de la URSS y permitió la continuidad de los partidos políticos existentes. Los alemanes de las zonas ocupadas por los Estados Unidos participaron en las elecciones organizadas por la potencia americana, en las cuales los socialdemócratas y los demócratas-cristianos resultaron electos. En cuanto a la desnazificación, comenta el historiador belga Jacques Pirenne que “en todas partes resultó dificilísimo de conseguir. De los 8 millones de afiliados al partido nazi, 6 millones, considerados como „no activos‟, se inscribieron inmediatamente en los partidos políticos que habían sido autorizados.”6 En realidad, la desnazificación de Alemania fue un aspecto que los aliados resolvieron juzgando a los criminales de guerra. Los procesos jurisdiccionales se llevaron a cabo del 20 de noviembre de 1945 al 1º de octubre de 1946 en la ciudad bávara de Núremberg. El tercer objetivo formulado en Potsdam, la desmilitarización de 4 Jacques Pirenne, óp. cit., p. 455. 5 Panorama DDR, Esta es la RDA, Dresden, Zeit im Bild, 1982, p. 46. 6 Jacques Pirenne, óp. cit., p. 455. 27 Alemania, fue planeado por Hans Morgenthau en el marco de la Comisión de Reparaciones de Paris y se llevó a cabo limitando la producción alemana de carbón y acero. Así como reduciendo la actividad industrial a niveles inferiores de los que se habían alcanzado en 1938. El rediseño de Alemania estaba en marcha. En lo económico, en junio de 1948 el Reichsmark fue sustituido por el Deutsche Mark en aquellas zonas ocupadas por las potencias occidentales. Ese mismo año, la Alemania ocupada por los Estados Unidos fue admitida como beneficiaria del Plan Marshall, creado en 1947 por el secretario de Estado del presidente Truman, George Marshall, y que tenía por objetivo “la reconstrucción, tanto política como económica, de Europa Occidental después de la guerra. La idea era eliminar, lo más rápido posible, las condiciones económicas que provocaron la inestabilidadpolítica y el extremismo dentro de las naciones, así como la dura competición económica entre ellas.”7 En septiembre de ese año se estableció en Bonn un Consejo Parlamentario. Ocho meses después, en mayo de 1949, se aprobó la Ley Fundamental de la República Federal de Alemania (RFA), una constitución que trazaba la organización política de la parte occidental de Alemania. Meses después Konrad Adenauer fue electo Canciller Federal. Estos hechos supusieron un cambio en el desarrollo político de Alemania: La constitución de la República Federal de Bonn puso punto final al régimen de ocupación de Alemania, tal como se había previsto en un principio. Desde entonces, la zona occidental se sustrajo a la supervisión soviética. En tal situación, la presencia de la Comisión Interaliada en Berlín perdía toda justificación y la URSS retiró sus representantes del Consejo de control de los „cuatro‟. Sin embargo, las potencias occidentales manifestaron su intención de permanecer en Berlín y administrar las zonas sujetas a 7 Ian Budge, et al. La política de la nueva Europa del Atlántico a los Urales, Madrid, AKAL, 2001, p. 39. 28 vigilancia. Incluso llegaron a implantar en ellas la reforma monetaria que se había llevado a cabo en Alemania Occidental.8 Estas situaciones ocasionaron un conflicto en Berlín que puso de manifiesto la naturaleza bipolar del sistema internacional que perduraría durante las cuatro décadas posteriores. Por su ubicación geográfica, Berlín quedó automáticamente en la zona soviética de ocupación. Para obligar la evacuación de los Estados Unidos, Gran Bretaña y Francia de Berlín, la Unión Soviética dispuso un bloqueo riguroso al que las potencias occidentales evadieron mediante un efectivo puente aéreo. Después de casi un año, el sitio terminó, pero la ciudad quedó dividida: “Extraño destino el de esta capital, convertida en el símbolo de la trágica dualidad del Reich, que, después de llevar a Alemania de catástrofe en catástrofe, terminó despedazada por la atracción de los polos del comunismo soviético y del liberalismo en Occidente."9 El 7 de octubre de 1949 se proclamó la fundación de la República Democrática Alemana (RDA) en el territorio ocupado por la Unión Soviética y, con ello, Alemania quedó verdaderamente dividida. La República Federal Alemana se asumió como la auténtica representante de los alemanes y desconoció a la República Democrática Alemana, ésta por su parte buscó que la unidad alemana se efectuara sólo bajo la bandera del socialismo. Esta actitud de la RFA corresponde a la doctrina Hallstein, misma que el Secretario de Asuntos Exteriores de Adenauer, Warter Hallstein, desarrolló. Dicha doctrina “promovía que todos aquellos países que reconociesen a la RDA dejarían de recibir ayuda y finalizarían las relaciones diplomáticas con la entonces República Federal. […] Según esta doctrina, […] a excepción de la URSS, Alemania [Federal] no establecería o mantendría relaciones diplomáticas con ningún estado que reconociese a la Alemania Oriental.”10 8 Jacques Pirenne, Historia Universal. Las grandes corrientes de la historia, Tomo IX, México, Editorial Cumbre, 1983, p. 212. 9 Ibíd., p. 214. 10 Heike Pintor Pirzkall, “La política exterior alemana, 1949-1989: la Alemania del Muro” en Revista Intellector, Rio de Janeiro, año VI, vol. VI, número 12, enero – junio 2010, p. 6. 29 Como contrapeso al Plan Marshall, en 1950 la RDA ingresó al Consejo de Ayuda Económica Mutua (CAEM), organismo “que operaba en régimen de intercambio canjeando por ejemplo, aceite ruso por bienes de consumo de Europa Central. Estos acuerdos contrastaron con los mecanismos que intentaba ensanchar y profundizar las operaciones de libre mercado en el Oeste.”11 En lo militar, para mediados de los cincuenta la RFA ya formaba parte de la Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN) y la RDA del Pacto de Varsovia. Este reacomodo institucional selló la división de Alemania. De un lado y del otro surgieron voces que, desde el mundo literario, buscaron reflexionar y dar explicación al momento histórico que vivía el pueblo de Goethe, de Schiller, de Hölderlin, pueblo que había sido nuevamente derrotado en una conflagración mundial. Los aliados, aquellos que derrotaron al régimen nazi, desnazificaron a Alemania ejecutando a los culpables tras haberlos procesado en los juicios de Núremberg, dinamitando los monumentos que exaltaban al nazismo y liberando a los prisioneros de los campos de concentración. Sin embargo, aquella fue una desnazificación desde fuera, externa, ¿cómo podían los alemanes desnazificar su pasado, su historia? Tres palabras fueron recurrentemente utilizadas por la propaganda goebbeliana: ein Volk, ein Reich, ein Führer (un Pueblo, una Patria, un Dirigente) Durante los 13 años de dominio nazi, esos conceptos aparecían como disgregables dentro del imaginario colectivo alemán. Heinrich Böll, escritor alemán y máximo representante de la literatura „de los escombros‟, además de ganador en 1972 del premio Nobel de Literatura, en su novela Haus ohne Hüter (Casa sin amo) lo expresa así: A su oído acudían rumores de épocas pasadas: -ürer, -ueblo, -atria: mentira decapitada que caía sobre ella como una maldición. Aquel eco parecía remontarse a mil años atrás. Generaciones extinguidas desde hacía tiempo habían ofrecido sacrificios a aquellas 11 Ian Budge, óp. cit., p. 23. 30 divinidades. Hombres quemados, pisoteados, asfixiados en las cámaras de gas, ametrallados… por seis sílabas incompletas. 12 ¿Cómo concebir lo alemán después de que el Führer fue derrotado, el pueblo dividido y la patria desmantelada? Justamente, repensar sobre el significado del concepto patria fue uno de los primeros temas de reflexión de los literatos de ambos lados de Alemania. Günter Grass, una voz literaria del lado occidental de Alemania escribía: Nuestra patria está desgarrada. El dominio extranjero lo ha querido así. Sólo cabe esperar que, en día no muy lejano, vuelva a ser cierta la unidad alemana. […] Y unidos, nuestros soldados podrán llevar el casco que, en el curso de dos guerras mundiales se ha desarrollado hasta adquirir una forma que permite la máxima desviación de los disparos pero, al mismo tiempo, se ajusta a la tradición alemana.13 En el capítulo anterior se mencionó cómo el régimen nazi provocó una serie de persecuciones y exilios de aquellas voces literarias opuestas al régimen. Terminada la guerra, esas voces emprendieron su búsqueda y regreso a la patria. Y “la RDA fue vista como oportunidad de crear una patria, en años en que se buscaba una salida a la tenebrosa historia de Alemania en el siglo XX.”14 Por ese motivo, escritores antifascistas como Anna Seghers, Bertolt Brecht, Arnold Zweig, Friedrich Wolf y otros más se establecieron en la República Democrática Alemana, tras haber vivido en el exilio. Además, “Thomas Mann y Lion Feuchteanger manifestaron su simpatía por la RDA, el primero, sobre todo durante su permanencia en la RDA con motivo de las celebraciones del Año Goethe en 1949.”15 Desde su perspectiva, su tarea como literatos debía ser corregir el rumbo de la historia alemana, partiendo de las expresiones artísticas antifascistas. A partir de entonces, la literatura de la RDA tendría al exilio y a la (re)construcción de la patria como sus temas centrales. 12 Heinrich Böll. Casa sin amo, Barcelona, Seix Barral, 1972, p. 313 13 Günter Grass. Mi Siglo, óp. cit., pp. 272 – 273. 14 Ursula Heukenkamp, “Lo que queda, el discurso sobre la patria y región en la literatura de la RDA” en León E. Bieber, Regionalismo y federalismo. Aspectos históricosy desafíos actuales en México, Alemania y otros países europeos, México, UNAM – El Colegio de México, DAAD, 2004, p. 289. 15 Panorama DDR. La creación cultural en la RDA, Dresden, Zeit im Bild, 1982, p. 24. 31 Por el contrario, en la RFA se popularizó rápidamente en la literatura la idea de la Stunde Nüll (Hora cero), que aludía a un nuevo comienzo y a un distanciamiento del pasado reciente. Fue una corriente literaria que quería reflejar la situación en ruinas de Alemania, en el ámbito material, pero también en el psicológico y en lo moral. Es oportuno mencionar que durante la ocupación en la parte occidental de Alemania, surgió el Grupo del 47, un círculo literario que se opuso a las políticas de prohibición literaria de los Estados Unidos. A este grupo pertenecieron Günter Grass, Heinrich Böll, Uwe Johnson, Paul Celan, Hans Magnus Enzensberger, entre otros importantes literatos. Dividida la nación alemana en dos Estados, la literatura quedó igualmente dividida y a partir de entonces, evolucionó por caminos distintos. Cuando la maquinaria institucional de la RDA ya estaba en marcha, se atribuyó a las artes y a la literatura la función de ayudar en la construcción del socialismo, por lo que empezaron a ser reguladas institucionalmente. Es decir, la literatura se concibió como “un instrumento imprescindible al servicio de la lucha de clases y se espera[ba] de los escritores un compromiso ideológico con la tesis oficial de que el nuevo Estado socialista es el único representante de la tradición humanista e ilustrada del pueblo alemán.”16 En contraste, la literatura del lado occidental se volvió crítica de la sociedad de consumo y planteó “la necesidad de un compromiso ético y social. [Fueron] […] obras que busca[ba]n una respuesta moral, así como la vinculación con la modernidad.”17 1959 fue un año de enorme importancia en el ámbito literario de las dos Alemanias. Para la República Federal es considerado el año de la Nueva Novela, pues El tambor de Hojalata de Günter Grass, Billar a las nueve y media de Heinrich Böll y Conjeturas sobre Jakob de Uwe Johnson fueron publicadas. Se trata de novelas y novelistas que marcaron la pauta literaria de los años venideros en la Alemania Occidental. Günter Grass en Mi Siglo, lo relata así: “aquel murmullo de los salones de la Feria –„Billar, Conjeturas, Tambor de hojalata…’– y 16 Manuel Maldonado Alemán, “La narrativa de la unificación alemana. Presupuestos, temas y tendencias” en Revista de filología alemana, número 28, 2005, pp. 91 – 92. 17 Ibíd., p. 91. 32 el susurro de aquella fiesta –„por fin ha nacido la literata alemana de la posguerra‟– o bien partes militares –„a pesar de Friedrich Sieburg [crítico literario] y el Frankfurter Allgemeine Zeitung hemos logrado romper el frente‟– […].”18 Ese año, en la República Democrática, se celebró en Bitterfeld una conferencia de escritores que concluyó con la divulgación de la Sozialistische Kulturrevolution (Revolución cultural socialista), misma que debía “desarrollarse en dos frentes: por una parte, los escritores se integrarían durante una larga temporada en las fábricas y centros de producción para conocer directamente el mundo del trabajo; y, por otra, los propios trabajadores tomarían la pluma y escribirían sobre sus experiencias y su vida cotidiana.”19 Este programa generó la Ankunftsliteratur (Literatura de la llegada), misma que, efectivamente, tenía como tema principal la vida colectiva bajo el régimen socialista. Niemand hat die Absicht, eine Mauer zu errichten! En 1961, transcurridos 12 años de división, las diferencias entre los sistemas económicos y políticos de las Alemanias eran cada vez más pronunciadas. La economía de planificación estatal de la RDA enfrentaba los bloqueos comerciales que la RFA, de economía de libre mercado, le imponía. Las acciones y el sistema de partido único de la RDA eran constantemente criticados por los medios de comunicación de masas de la RFA y, particularmente, de Berlín Occidental. Para las autoridades de la RDA, esas acciones sembraban intranquilidad y confusión entre sus habitantes y propiciaban el escape de los habitantes hacia Occidente. No obstante, fueron las crecientes restricciones y las prohibiciones del SED las causantes del grueso de las huidas. Los 3.5 millones de escapes de la República Democrática Alemana que ocurrieron de 1945 a 1961 se debieron “a que [los alemanes orientales] tenían parientes en Occidente, porque sus propiedades les fueron arrebatadas, porque fueron discriminados y perseguidos por practicar el 18 Günter Grass. óp. cit., p. 280. 19 Manuel Maldonado Alemán & Isabel Hernández, óp. cit., p. 249. 33 cristianismo, porque el abastecimiento de comida y otros bienes era deficiente y porque no existía libertad política.”20 Niemand hat die Absicht, eine Mauer zu errichten! (¡Nadie tiene la intención de construir un muro!) sentenciaba Walter Ulbricht, presidente de la RDA en junio de 1961. Sin embargo, el 13 de agosto, diez mil efectivos de las fuerzas armadas de la RDA en colaboración con elementos armados de la URSS y de otros Estados del Pacto de Varsovia, fueron dispuestos para resguardar y vigilar la frontera de Berlín Occidental, el Muro de Berlín empezó a ser construido. A decir de las autoridades de la Alemania del Este, “estas medidas de seguridad salvaron la paz tan gravemente amenazada. Al poner fin a los permanentes efectos perturbadores directos, [se] originaron condiciones más favorables para la construcción socialista […].”21 A finales de 1961 miles de personas habían sido arrestadas por oponerse a la construcción del muro o por intentar cruzarlo y escapar. Pese a la oposición, el Muro de Berlín se levantaba y la división alemana se profundizaba. En palabras del lingüista Harald Weydt: “a partir de 1961, los alemanes vivían definitivamente en dos frentes hostiles entre sí, en dos hemisferios diferentes. Se hallaban enfrentados un sistema socialista dominado por la Unión Soviética […] y un sistema capitalista dominado por Estados Unidos […]. Y Berlín se hallaba siempre en el foco de los acontecimientos. En Berlín se enfrentaban las potencias vencedoras […].”22 En efecto, el muro representaba más que sólo una división geográfica. Dividía a un modo de vida que se basaba en el libre mercado –que orillaba a sus habitantes al consumismo y al culto de lo material–, de un modo de vida en donde todo era planificado desde las cúpulas de poder y en donde la escasez era la regla de supervivencia para los ciudadanos. De un lado del muro la Stasi 20 Hans-Hermann Hertle, [Traducción propia] óp. cit, p. 32. 21 Panorama DDR. Esta es la RDA, óp. cit., p. 54. 22 Harald Weydt, “Divergencia y convergencia en la lengua de los alemanes del Este y del Oeste, o las no consecuencias de la división alemana” en León E. Bieber, Regionalismo y federalismo. Aspectos históricos y desafíos actuales en México, Alemania y otros países europeos, México, UNAM – El Colegio de México, DAAD, 2004, p. 253. 34 (Staatssicherheit, Seguridad del Estado) vigilaba y controlaba todas las actividades de los ciudadanos23 mientras que del otro lado el individualismo exacerbado mermaba la vida en sociedad. Realidades distintas que, no obstante, compartían un pasado común. Ese pasado, sobre todo en términos culturales, estaba siendo amenazado por la división, a decir de las autoridades de la RFA: Con la división política amenaza también desgarrarse la unidad espiritual de Alemania. Weimar la ciudad de Goethe y de Schiller; Leipzig, un día centro editorial y la principal ciudad de Ferias de Europa; Dresde, la joya del arte alemán; Naumburgo, con la famosa escultura románica de la mujer,la Uta, en la catedral, son unos cuantos ejemplos de una lista que puede proseguirse y ampliarse por Brandemburgo, Mecklemburgo y Pomerania hacia el Norte. El Berlín que está dividido, el que las Universidades de Rostock, Greifswald, Jena y Leipzig y los demás centros de enseñanza superior, sobre todo la Universidad de Berlín, fundada en 1809 por Wilhelm von Humboldt, no puedan participar en libertad en el desarrollo de la cultura alemana todo esto oprime y acongoja a los alemanes de la República Federal. 24 Para cuando inició la construcción del Muro en Berlín, la vida cultural de la Alemania Federal y la de la Alemania Democrática ya llevaban años desarrollándose por distintos rumbos. Incluso, el germanista Hugo Moser llegó a plantear la posibilidad de que un cisma lingüístico ocurriese como resultado de esa división.25 Durante los sesenta, la literatura en la RFA vivió un periodo de crisis, desencadenada por conflictos de índole político y social, tales como “la guerra de 23 “La seguridad del estado tenía acceso a todos los aspectos de la vida en la RDA, aunque ello no siempre fue directamente reconocible. Irrumpía en la vida privada de los ciudadanos, podía vigilar, intervenir teléfonos, espiar, detener, interrogar. Para desarrollar su política de control total, el MfS [Ministerio para la Seguridad del Estado] se apoyó en la cooperación estrecha con la policía popular, la aduana, la oficina de empleo y otras instituciones de la RDA. Podía disponer de casi todas las informaciones y documentos.” En STASI. Exposición sobre la Seguridad el Estado de la RDA. Folleto de la Exposición, Berlín, Delegado del Gobierno Federal para los archivos del Servicio de Seguridad del Estado de la antigua República Democrática de Alemania, 2011, p. 17. 24 Helmut Arntz. La realidad alemana, München, Edición de la Oficina de Prensa e Información del Gobierno Federal, 1962, p. 29. 25 “Dos ejemplos de ello: en el oeste se habla de Antike (la Antigüedad), un concepto que despierta asociaciones positivas y que designa una época considerada como el origen de la cultura occidental. Por el contrario, en la ideología comunista, el nombre que se asigna a esta época es el de Zeitalter der Sklavenhalterschaft (lit.: época de la manutención de escalvos). Y lo que en el Oeste se llamaba Mittelalter (Edad Media) se conocía como Feudalismus (época feudal) en los libros de textos de la RDA, etc. Y la verdad es que, aún hoy día, muchos alemanes del este que se formaron en las escuelas y universidades de la RDA, tienen dificultades a la hora de orientarse dentro del esquema occidental de las épocas históricas.” En Harald Weydt, óp.cit., pp. 253 – 254. 35 Vietnam, las luchas de liberación del Tercer Mundo, la dimisión del canciller Konrad Adenauer en 1963, la crisis económica de los años 1966-1967, […] las revueltas estudiantiles de 1968 y la formación de una oposición extraparlamentaria.”26 Durante esa década la literatura de Günter Grass se politizó y tomaron fuerza las voces de Hans Magnus Enzensberger, Martin Walser y Dieter Wellershoff. En 1964 se llevó a cabo la segunda conferencia de Bitterfeld en la República Democrática Alemana. En ésta se refrendaron los principios creativos del realismo socialista, basados en el modelo del Clasicismo alemán. Debido a la creciente injerencia de las autoridades en el mundo de las artes, numerosos artistas abandonaron la RDA. Entre ellos estaban Uwe Johnson, Christa Reinig, Manfred Bieler y otros. A finales de los sesenta quedó superada la Ankunftsliteratur y surgió la Literatur des Anwesendseins (Literatura de la Presencia) como nueva tendencia. De ésta destacan autores como Hermann Kant, Christa Wolf, Günter de Bruyn y Fritz Rudolf Fries. Este movimiento buscaba ¨la realización del individuo como persona y [reflexionaba sobre] su relación con la sociedad socialista, por su felicidad subjetiva y por las contradicciones existentes en la RDA.”27 La Doctrina Hollstein de política exterior de la RFA finalizó junto con la década de los sesenta. Los setena iniciaron y con ellos la Ostpolitik, una doctrina impulsada por el canciller Willy Brandt, que buscó normalizar las relaciones entre la RFA y el bloque socialista,28 en particular con la RDA. En 1972, un año después de que Erich Honecker supliera a Walter Ulbricht en la presidencia de la RDA, se firmó el Tratado Básico entre la RFA y la RDA, el cual versaba sobre el reconocimiento mutuo de los dos Estados alemanes. El reconocimiento 26 Manuel Maldonado Alemán & Isabel Hernández, óp. cit., p. 233. 27 Manuel Maldonado Alemán, “La narrativa de la unificación alemana. Presupuestos, temas y tendencias”, óp. cit., p. 92. 28 “En 1970 se firmó el Tratado de Moscú entre la RFA y la URSS en el cual ambas partes renunciaron al uso de la fuerza e inviolabilidad de las fronteras existentes. En el mismo año, Alemania firmó con Polonia el tratado de Varsovia, aceptando la línea Oder-Neisse como frontera entre la RDA y Polonia. […] En 1971 se firmó el Acuerdo cuadripartito sobre Berlín, conformándose la autoridad de las cuatro potencias ocupantes sobre Berlín y la flexibilización de las comunicaciones entre las dos partes de la ciudad.” En Heike Pintor Pirzkall, óp. cit., p. 7. 36 internacional de la RDA alcanzó su punto máximo cuanto ésta fue aceptada como miembro de la ONU y con su participación en la Conferencia de Helsinki sobre Seguridad y Cooperación Europea en 1975. Los años setenta fueron tiempos de oposición de los literatos alemanes, en ambos lados del Muro, a los sistemas políticos que los gobernaban. La autoridad de la RFA promulgó una serie de decretos para salvaguardar la seguridad del Estado, mismos que derivaron en “medidas de censura y de control excesivas, que se dirigieron en especial contra los críticos del sistema. Algunos escritores reaccionaron con la publicación de unas obras que denunciaban los abusos cometidos por el poder.”29 También fueron tiempos de revueltas estudiantiles, de movilizaciones en contra del autoritarismo del Estado y en contra de la manipulación informativa de los medios de comunicación, así como de expresiones de anarquismo. En el filme Was tun, wenn's brennt? (¿Qué hacer en caso de incendio? del año 2001) del director Gregor Schnitzler se retrata humorísticamente la lucha que los jóvenes anarquistas de la Alemania Federal emprendieron contra ese gobierno que consideraban autoritario. Como consecuencia de esta situación política, la literatura tomó un nuevo rumbo, surgieron obras que experimentaban con formas de expresión sensible centradas en lo individual y alejada del compromiso político, esta corriente se llamó Nueva Interioridad o Nueva Subjetividad. En 1976 fue expulsado de la Alemania Oriental Wolf Biermann, cantautor crítico del desarrollo político de la RDA. Tras una gira por la Alemania Occidental, el SED le retiró la ciudadanía y le prohibió reingresar al país. Esta acción desencadenó un enfrentamiento abierto entre los artistas y el gobierno. Como explica Manuel Maldonado, Muchos de esos autores deseaban un socialismo democrático, aceptaban el Estado pero también lo criticaban, para que de la crítica surgiera un sistema más tolerante. Para otros, en cambio, la expatriación de Biermann supuso una autentica crisis de identidad que les impulsó a abandonar el Estado en el que habían creído. Entre 1976 y 1989 más de cien 29 Manuel Maldonado Alemán & Isabel Hernández, óp. cit., p. 236. 37 artistas abandonaron la RDA; ésta perdió a muchos de sus mejores poetas y el gobierno reaccionó con la aplicación de medidas coercitivas y de intimidación.30 A finales de los setenta y principios de los ochenta crecieron las tensiones entre la Unión Soviética
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