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Revision-del-concepto-de-accion-poltica-desde-la-sociologa-poltica-en-Weber

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UNIVERSIDAD NACIONAL AUTÓNOMA DE MÉXICO
FACULTAD DE CIENCIAS POLÍTICIAS Y SOCIALES
REVISIÓN DEL CONCEPTO DE 
“ACCIÓNPOLÍTICA” DESDE LA SOCIOLOGIA 
POLÍTICA EN WEBER
T E S I S
QUE PARA OBTENER EL TÍTULO DE:
LICENCIADO EN CIENCIA POLÍTICA
Y ADMINISTRACIÓN PÚBLICA
P R E S E N T A
HUGO ENRIQUE RAMÍREZ RAMÍREZ
ASESORA DE TESIS: DRA. MÓNICA GUITIÁN GALÁN
MÉXICO D.F. 2014
 
UNAM – Dirección General de Bibliotecas 
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A Elvia, el cimiento y
Erick, el gigante que arranca sonrisas.
-¡Ah! He aquí un súbdito –exclamó el rey cuando vio al principito.
Y el principito se preguntó:
-¿Cómo puede reconocerme si nunca me ha visto antes?
Antoine de Saint-Exupéry
Índice
Introducción .......................................................................................................................6
I. Sobre el concepto de acción social
Introducción...............................................................................................................................11
El método en las ciencias sociales. Del positivismo a la comprensión..............................12
 a. El positivismo..........................................................................................................13
 b. La comprensión......................................................................................................16
La acción social como categoría analítica..............................................................................21
La acción social en Weber........................................................................................................23
Los tipos ideales de la acción social........................................................................................28
Algunas Consideraciones para el estudio y comprensión de la acción social...................31
II. Sobre la acción política en Weber:
sociología política o de la dominación
Introducción...............................................................................................................................36
Weber en su contexto................................................................................................................37
a. Su interés en el Estado...........................................................................................38
La primacía de lo político sobre lo económico......................................................39
Sobre los conceptos de poder, dominación y legitimidad en Weber..................42
a. Poder.......................................................................................................................42
b. Dominación...........................................................................................................43
c. Legitimidad............................................................................................................46
Sobre los tipos de dominación en Weber...............................................................................48
a. Carisma...................................................................................................................49
b. Tradición.................................................................................................................51
c. Racional...................................................................................................................52
Sobre la acción política en Weber............................................................................................54
4
III. Sobre la acción política
Introducción..............................................................................................................................59
La ciencia de la política, sus objetos de conocimiento y una crítica..................................61
a. La ciencia política..................................................................................................61
b. Los objetos de estudio de la ciencia política......................................................63
c. Una breve crítica a la ciencia política..................................................................67
La acción política en la sociología, la filosofía y la ciencia política....................................72
a. La acción política en la sociología.......................................................................72
b. La acción política en la filosofía...........................................................................75
c. La acción política en la ciencia política...............................................................79
Revisión del concepto de acción política................................................................................83
Definición de la acción política...............................................................................................87
Conclusiones......................................................................................................................93
Bibliografía..........................................................................................................................96
5
Introducción
El presente trabajo se desarrolla alrededor del concepto de acción política con la pretensión de revitalizarlo frente a la realidad de nuestros días. Trabajar 
alrededor de dicho concepto fue el pretexto perfecto para realizar una reflexión 
que nos introdujo al entramado mundo de las ciencias sociales; a los debates 
metodológicos entre la visión naturalista y la comprensiva y a las diversas visiones 
que sobre la acción política tienen distintas disciplinas, como la sociología, la 
filosofía y, claro, la ciencia política; cada una de ellas según sus propias miradas 
e intereses.
Abordar el concepto de acción política desde lo que Weber expuso sobre él para 
redimensionarlo significa irremediablemente decidir qué método utilizar, pregun-
tarnos de dónde partir y cómo realizar dicha revisión de su significado. Además –y 
no menos importante– es tener claro que a diferencia del gran trabajo intelectual 
que existe sobre otros conceptos de la ciencia política (poder, Estado, gobierno, 
régimen político, partido político, sistema político, etc.) es menor el que sobre 
la acción política podemos encontrar, más aún si se trata de encontrar su concep-
tualización. Para citar un ejemplo: revisamos uno de los diccionarios especializa-
dos que sobre ciencia política existen, el realizado por Norberto Bobbio, Nicola 
Matteucci y Gianfranco Pasquino, ahí, entre las definiciones de acción católica 
y administración pública –donde se debería encontrar tanto el concepto como la 
definición de acción política–, hay un espacio vacío, tal vez por ser considerada 
una categoría menor o porque ni siquiera llego a la discusión sobre los tópicos a 
incluirse en el documento. En el presente trabajo encontraremos incursiones más 
sólidas para definir lo que es la acción política. Pasquino, por ejemplo, apuntará 
6
a comprenderla como una participación electoral y política, mientras que Sartori 
nos irá mostrando cómo la acción política lo es siempre y cuando en ella opere 
una racionalidad, lo que en Weber se entendía como una acción racional.
Aquéllos que se acerquen a este trabajo dudarán por momentos sobre si se trata 
de una reflexión de corte sociológico o politológico; otros tantos lo acercarán 
a la sociología-política.Siendo francos, creo que eso no tiene importancia; en 
todo caso, como lo expone Bernstein en La restructuración de la teoría social y 
política:
“Aquí y a lo largo de este estudio hablo de las ‘ciencias sociales’ y los 
‘estudios sociales’. Ya he prevenido contra los peligros de un esencialismo 
mal orientado que no haga justicia a la diversidad y complejidad de 
las investigaciones convencionalmente agrupadas bajo estos rubros. 
Para elucidar la superficialidad, me he concentrado en los campos de la 
sociología y la politología. Tradicionalmente se han planteado en estas 
disciplinas las cuestiones primordiales acerca de la naturaleza y la posición 
de las ciencia sociales y lo que significa el conocimiento de la sociedad y la 
política, pero en todo momento trataré de demostrar que lo que digo acerca 
de estas disciplinas se aplica a todo el conjunto de las ciencias sociales.” 
(Bernstein 1982, 21).
La apuesta por promover una interdisciplinariedad y no quedarnos anclados en 
explorar sin más la producción que desde nuestra disciplina se genera, sería como 
decidir quedar varados en una isla desierta de conocimiento. Lo que nos importa 
destacar es que los debates que otras ciencias contienen sobre los métodos y ob-
jetos de estudio sin duda son material útil para nuestro propósito.
En las siguientes líneas se encontrará una aproximación muy acentuada a la so-
ciología y particularmente al pensamiento sociopolítico de Max Weber. Es con él 
que entablamos un diálogo constante para lograr entender lo qué es una acción 
7
política. Es a través de su metodología comprensiva, su concepto de acción so-
cial y la sociología política que trabajó, que encontramos una ruta clara para ir 
dilucidando las características que creemos debe tener dicho concepto. No obvia-
mos de ninguna manera lo que la ciencia política ha dicho al respecto a través de 
algunos de sus autores y hacemos importantes referencias a sus aportaciones, al 
mismo tiempo recurrimos a la filosofía de Foucault y Villoro para enriquecer el 
entendimiento de la política.
De manera recurrente trataremos temas que nos parecen fundamentales en el 
estudio de las ciencias sociales: 
El primero de ellos tiene que ver con los debates intensos que se han dado sobre 
el mejor método para el estudio de su objeto a partir de dos grandes visiones: el 
positivismo y el método comprensivo. 
De dicho estudio se desprende el segundo tema y no menos fundamental: la re-
lación y tensión constantes que se encuentran entre las estructuras sociales y las 
acciones sociales, es decir, ¿hasta dónde la acción de los sujetos es libre y hasta 
dónde está determinada por las estructuras en las que vive? 
En tercer lugar, vemos la necesidad de trabajar con conceptos tales como Estado, 
poder, política y recurrir al mismo tiempo a los autores clásicos, de los cuales 
uno no debe desprenderse1. Consideramos que adentrarnos en dichos debates, 
reflexionar en torno a ellos y tomar posición dentro de la ciencia son algunas de 
las cosas que en este trabajo se encontrarán.
Como hipótesis principal, pretendemos demostrar que la acción política es una 
categoría de análisis que puede ayudarnos a entender y explicar las relaciones 
1De interesante lectura es el texto de Alexander, Jeffrey. La centralidad de los clásicos; en Giddens, A. y otros: La teoría social 
hoy. Madrid: Alianza Editorial, 1990. En dicho texto se expone la importancia de los clásicos, no sólo como precursores 
sino como constituyentes de una línea de continuidad de reinterpretaciones y desarrollos teóricos en permanente diálogo.
8
políticas no sólo desde el sistema político sino también a partir de las relaciones 
políticas que se dan en el mundo social y no sólo las que están determinadas por 
la estructura. La acción política también se encuentra en la relación cotidiana 
entre los sujetos. Lo que nos permite el estudio de la acción política es ampliar 
nuestro campo de explicación sobre las relaciones de poder que cotidianamente 
suceden; sobre las acciones que los sujetos operan para modificar el mundo polí-
tico en el que viven. Reconocer que los sujetos modifican las estructuras sociales 
en la misma medida que las estructuras determinan a los sujetos es una parte 
fundamental para revitalizar el concepto de acción política. 
A partir de lo anterior, buscaremos desarrollar la idea de la acción política, en la 
que una más de nuestras tesis principales radicará en sostener que toda acción 
política es ante todo una acción social –cosa que desarrollaremos en nuestro ter-
cer capítulo– pero para ello consideramos que debemos antes explicar qué es lo 
que debemos entender por acción social en el pensamiento weberiano, concepto 
con el que tendremos un diálogo constante. Espero que una vez que abordemos 
la idea de acción social, sea mucho más sencillo avanzar en la sociología política 
que él propuso y, desde luego, en su idea de acción política.
Para trabajar nuestro proyecto decidimos por principio hacer una tesis teórica, 
lo que significa que constantemente estaremos en medio de una suerte de de-
bates analíticos que se han dado en las ciencias sociales, comenzando por el de 
la visión naturalista ante la corriente comprensiva. Ya desde el primer capítulo, 
que se aboca a trabajar el concepto de acción social, se percibe la tensión que 
existe entre los métodos de investigación, por ello se trabajan allí tanto el método 
positivista como el comprensivo, para lograr entender con mayor claridad cómo 
se construye y lo que significa la acción social en Weber, como punto de partida 
para irnos acercando a la definición de acción política. Desde el primer capítulo 
definimos con claridad nuestra posición metodológica.
9
El segundo capítulo nos lleva a recorrer la sociología política weberiana y el con-
cepto de acción política que utiliza. Entablamos con él un diálogo en el que va-
mos descubriendo el porqué de los tipos ideales de dominación y a qué contexto 
histórico correspondió su propuesta teórica. Nos empaparemos de algunos de los 
conceptos fundamentales que acuñó, como los de política, poder, dominación, 
etc. No menos importante es enfatizar la importancia que le dio a la política como 
medio para estudiar el mundo social. Lo que para Marx significó el estudio de la 
economía en la sociedad, para Weber lo fue la política, de ahí que se le considere 
el fundador de la sociología política. Rematamos este capítulo con algunas re-
flexiones sobre ciertas carencias que encontramos en las definiciones de Weber y 
que procuraremos subsanar en el último apartado de nuestro trabajo.
En el tercer y último de nuestros capítulos es en donde trabajaremos nuestras opi-
niones de lo que hasta ahora hemos estudiado, pasando de la visión de Weber, es 
decir, aquí daremos nuestra propia definición de la acción política. Para ello antes 
vamos a definir a la ciencia política y los objetos de estudio de los que se ocupa. 
También nos centramos en tratar de definir qué es la acción política a partir de 
un previo acercamiento a definiciones hechas por la filosofía, la sociología y la 
ciencia política. El objetivo final es dotar de mayores y mejores características 
al concepto de acción política para una práctica y concreta utilización de dicha 
categoría en el futuro.
10
I. Sobre el concepto de acción social
Introducción
Sobre la definición del concepto acción social y lo que de dicho concepto se ha entendido, no es poco lo que se ha escrito2 . Son numerosos los autores –de 
muy diversas y variadas propuestas analíticas– que se han ocupado de abordarlo; 
tantos que sería inútil sino es que imposible pretender resumir las discusiones 
suscitadas en un trabajo como el que aquí se presenta, y más aún exponer las 
problematizaciones que cada propuesta plantea. Comprendamos que no es el 
fin de este proyecto. Lo que pretendemos es definir qué es una acción social 
en sus características fundamentales, pues de ello depende avanzar en nuestra 
investigación. Nos situamos en la propuestasociológica clásica de Max Weber 
y particularmente en su noción de la acción social. Esto no significa que antes 
de él no hayan existido aproximaciones que situaran al sujeto como centro de las 
relaciones y acciones sociales:
“Podemos distinguir a los hombre de los animales por la conciencia, por 
la religión o por lo que se quiera, pero el hombre mismo se diferencia 
de los animales a partir del momento en que comienza a producir sus 
medios de vida, paso éste que se haya condicionado por su organización 
corporal. Al producir sus medios de vida el hombre produce, indirecta-
mente, su propia vida material.” (Marx y Engels 2011, 12).
2Para hacer una revisión de los principales teóricos que han abordado la acción social y los debates actuales sobre dicho 
concepto ver (Castañeda y Guitián 2002).
11
Si bien Marx ya nos habla del sujeto como un tool making and using animal3 
(animal hacedor de herramientas), es decir, como un sujeto social que con su 
acción produce, es Weber en quien logramos encontrar de manera clara y precisa 
una definición y utilización del concepto como parte integral de su pensamien-
to teórico. La genial manera en que va hilando su conceptualización de ciencia 
social hace consistente su propuesta metodológica, de la que derivaron debates 
intensos que hasta el día de hoy son vigentes.
El método en las ciencias sociales. Del positivismo a la comprensión
Podríamos decir que, desde el surgimiento y desarrollo de la modernidad en el 
mundo, son dos las corrientes de pensamiento en las ciencias sociales que han 
dominado el estudio de la realidad social: la tendencia empirista o positivista y 
la visión comprensiva o hermenéutica de la sociedad. Ambas escuelas de pensa-
miento –una francesa, otra alemana– coinciden en lo que debe ser su objeto de 
estudio: el mundo de lo social. Su principal diferencia radica en el método por 
el cual se debe generar el conocimiento de la sociedad misma y los presupuestos 
teóricos de los cuales parten. 
En Durkheim la sociedad es vista desde la objetividad de considerar al hecho 
social como cosa; Marx la concibe como “el conjunto de relaciones sociales de 
producción”, y Weber ve cómo la acción social recibe su significado y sentido 
desde los sujetos sociales. Dicha diferencia no es menor, pues el método nos obli-
ga a pensar en toda una concepción de lo que debe o lo que se propone debería 
ser la ciencia, ya que:
3 Castañeda, F., 2002, p. 14
12
“ciencia y método no pueden analizarse separadamente porque cada no-
ción de método supone cierta concepción de lo que es la ciencia. Por 
ello, por ejemplo, cuando Durhkeim habla de ‘reglas del método’, está 
aludiendo a un concepto de racionalidad científica.” (Guitián 2010, 73)
En las líneas siguientes únicamente nos abocaremos a dar algunas característi-
cas de lo que cada una de las escuelas propone, sin entrar a un debate extenso 
sobre las diferentes posiciones, pues no es el tema de nuestro trabajo. Quedará 
claro también el por qué hemos decidido alejarnos de la visión naturalista de la 
sociedad para acercarnos más a lo que el sujeto hace con su actuar cotidiano y 
por qué consideramos, como Giddens, que la ciencia social, a diferencia de las 
ciencias naturales, “está en una relación sujeto-sujeto con su ‘campo de estudio’, 
no en una relación de sujeto-objeto, y [que] se ocupa de un mundo preinterpreta-
do, donde los sentidos elaborados por sujetos activos entran prácticamente en la 
constitución o producción real de ese mundo.” (Giddens 2001, 177)
a. El positivismo
Es en el Siglo XVIII –con la Revolución Industrial y la Revolución Francesa– 
que podemos situar históricamente el surgimiento del mundo moderno; es en él 
además donde comienza el nacimiento de las ciencias sociales como hasta hoy las 
conocemos. Obviamente, esto no significa que antes de la modernidad no haya 
existido pensamiento social pues, como sabemos, desde los griegos encontramos 
un fuerte apasionamiento por reflexionar sobre el ser humano y las relaciones de 
éste con sus semejantes. De la modernidad nos dice Giddens:
 “¿Qué es la modernidad? Como primera aproximación, digamos que 
la noción de “modernidad” se refiere a los modos de vida u organiza-
ción social que surgieron en Europa desde alrededor del siglo XVIII en 
adelante y cuya influencia, posteriormente los han convertido en más o 
13
menos mundiales. Esto asocia la modernidad a un periodo de tiempo y a 
una inicial localización geográfica pero, por el momento, deja a resguar-
do sus características más importantes.” (Giddens 2001, 15)
Con la llegada de la modernidad, los grandes avances tecnológicos y el gran desa-
rrollo de las ciencias naturales –al postular Newton la Ley de la Gravedad y con el 
planteamiento de la Teoría de la Evolución por Darwin–, el pensamiento social –ya 
como ciencia– comienza la búsqueda de su consolidación en el mundo.
La primera escuela de pensamiento social en afianzarse fue la visión positivista a 
través de Comte (1798-1857) y Spencer (1820-1903), quienes fueron precursores 
en adoptar el método que biólogos, físicos, químicos, etc. venían utilizando, que 
a todas luces rendía frutos dados los grandes descubrimientos que ya lo habían 
demostrado.
“Sabemos que la sociología surge de una analogía con las ciencias natura-
les en tanto que los modelos de la biología y la física sirvieron como refe-
rencias fundamentales a Comte, Spencer, Stuart Mill y Durkheim quienes, 
entre otros, inician una tradición intelectual que conecta a la sociología 
naciente con la tradición empirista o positivista.” (Guitián 2010, 72)
Marx se vio fuertemente influenciado por la visión naturalista de la vida social. 
Dicho asombro se ve reflejado, por poner un ejemplo, en su ensayo sobre El 
papel del trabajo en la transformación del mono en hombre, una parte impor-
tante del fundamento principal allí se basa en los trabajos realizados por Darwin 
referentes a la evolución de las especies: “Darwin nos ha dado una descripción 
aproximada de estos antepasados nuestros. Estaban totalmente cubiertos de pelo, 
tenían barba, orejas puntiagudas, vivían en los árboles y formaban manadas.” 
(Marx y Engels 2011, 166) Sin embargo es en Durkheim en quien se ve con 
mayor claridad una apuesta total por utilizar el método de las ciencias naturales 
como concepción del estudio de la sociedad:
14
“Nuestro principal objetivo es extender el racionalismo científico a la 
conducta humana, mostrando que considerada en el pasado puede ser 
reducida a relaciones de causa y efecto, relaciones que se pueden trans-
formar luego en reglas de acción para el futuro por medio de una opera-
ción no menos racional que la anterior. Lo que ha sido llamado nuestro 
positivismo no es más que una consecuencia de ese racionalismo.” (Dur-
kheim 2009, 34)
La idea primera de Durkheim es abordar el hecho social como cosa, y ya de ante-
mano nos condiciona a ver al ser social y sus construcciones en el mundo como 
externas a nosotros mismos, los investigadores sociales; como objetos exteriores 
que ahí están para ser analizados y aprehendidos con una metodología adecuada. 
Las Reglas del método sociológico es una de las obras que ponderan de manera 
clara que el método adecuado para abordar el estudio de los hechos sociales es, 
sin duda, la idea metodológica de las ciencias naturales. Bien lo señala Giddens:
 
“La tesis de que puede haber una ‘ciencia natural de la sociedad’ que –
cualesquiera que sean las diferencias entre una conducta humana y unas 
ocurrencias naturales– implicara esquemas explicativos de la misma 
forma lógica que los establecidos en la ciencias naturales, ha sido ela-
borada bajo distintas versiones. Las reglas del método sociológico, de 
Durkheim, sigue siendo la expresión más audaz de esa idea.” (Giddens 
2001, 159) 
Es de suma importancia reconocer a algunos teóricos sociales que se han visto 
influenciados por el esquema naturalista en las ciencias sociales, o que en su caso 
han sido precursores de esta idea4 , pues hastamediados del siglo pasado siguió 
4Para una idea más desarrollada de los autores que han sido predecesores y sucesores del modelo positivista en las ciencias 
sociales, revisar el “Debate interno” dentro del trabajo de Guitián 2010, y también La reestructuración de la teoría social y 
política de Bernstein, sobre todo el Capítulo I que habla sobre “La teoría empírica”.
15
existiendo una muy acentuada y fuerte corriente de pensamiento que pensaba 
que la sociedad y sus fenómenos deben ser estudiados a partir de los esquemas 
explicativos que se utilizan en las ciencias naturales, excluyendo la dimensión 
intencional.
“El positivismo inicial y sus planteamientos fundacionales se extienden 
por lo menos hasta los años setenta del Siglo XX con el empirismo lógico 
junto con sus tres principios básicos: 1) el monismo metodológico o uni-
dad del método científico (reciben también el nombre de naturalistas); 2) 
la tipificación del modelo físico-matemático a partir del cual se establece 
el canon o algoritmo que mide el grado de desarrollo y perfección de toda 
ciencia, incluidas las sociales, y 3) la relevancia de las leyes generales 
para la explicación causal (que consiste en la inclusión de casos indivi-
duales bajo leyes generales de naturaleza hipotética).” (Guitián 2010, 73)
Si bien con el paso del tiempo la visión naturalista de la sociedad ha matizado 
algunos de sus preceptos, en esencia sigue siendo la misma propuesta metodoló-
gica y sigue abordando los problemas sociales con el mismo rigor que su método 
demanda.
b. La comprensión
Para poder ubicar de dónde viene el método y la teoría que consolidó la obra de 
Max Weber, es necesario hablar sobre lo que se conoce como el “debate me-
todológico alemán”, que se dio en la última mitad del Siglo XIX. Este debate 
tiene como principales esgrimistas a Dilthey, Windelband y Rickert, el primero 
vinculado con la tradición del historicismo romántico alemán y los dos últimos 
pertenecientes a una corriente de pensamiento conocida como neocriticismo o 
neokantismo. El debate protagonizado por estos intelectuales fue una declaración 
de ruptura con lo que hasta ese momento había sido el estudio de las ciencias 
16
sociales y con el dominio de la visión positivista; de paso también sirvió como 
crítica a la corriente historicista, que hasta ese momento dominaba gran parte del 
pensamiento teórico alemán.
En contraposición a las premisas fundamentales que definen al positivismo, po-
demos decir que el método hermenéutico o comprensivo en autores como Weber, 
Dilthey, Rickert, Windelband entre otros, se define por:
“El rechazo a las pretenciones del positivismo, sería el primer elemento 
en común. Rechazo al monismo metodológico del positivismo; rechazo 
a la física como canon ideal regulador de toda explicación científica; 
rechazo del afán predictivo y causalista y de la reducción de la razón a 
razón instrumental.” (Mardones y Ursúa 1982, 22) 
El centro de dicho debate radicó en proponer para las ciencias sociales –ciencias 
del espíritu– un método de investigación propio y no asumir el utilizado por las 
ciencias naturales. Se buscó la independencia de las disciplinas sociales y superar 
la hegemonía que hasta el momento había ejercido el monismo metodológico, en 
tanto que los hombres imprimen a sus acciones un sentido -que como veremos más 
adelante con Weber lo que distingue a una acción de una acción social es el sentido 
que se le imprime a ésta última-, que para ser captado exige un método propio. 
Como ejemplo de las aportaciones previas a Weber retomamos la idea de Dilthey 
publicada en 1883 en su Introducción a las ciencias del espíritu, en la cual pro-
pone una línea en el campo de investigación distinta a la que hasta ese momento 
se había seguido. Por principio, el paradigma del positivismo –que sentencia la 
independencia del sujeto cognoscente frente al objeto de estudio– queda roto al 
proponerse que sujeto y objeto no son dicotómicos. A diferencia de lo que ocurre 
en las ciencias naturales donde el sujeto de conocimiento es externo a ese mundo, 
la comprensión del mundo social requiere superar la polaridad sujeto-objeto en 
tanto el sujeto que investiga está en el mundo; es decir, la sociedad forma cotidia-
17
namente parte del sujeto. La naturaleza ya está dada, es externa al hombre, pero 
la sociedad nunca será externa pues el hombre la va construyendo día a día y por 
tanto es comprensible para él:
“Según Dilthey, las ciencias histórico-sociales forman parte, junto con 
la psicología, de las ciencias del espíritu; y éstas se contraponen a las 
ciencias de la naturaleza en virtud de una diferencia originaria en cuan-
to al campo de investigación, que condiciona la diversidad del método 
empleado pero que, a su vez, sólo puede ser comprendida remontándose 
a la diversidad de la relación entre el sujeto que investiga y la realidad 
estudiada, la cual es, en un caso, el mundo de la naturaleza extraño al 
hombre, y en el otro el mundo humano al cual pertenece el sujeto” (Rossi 
1958, 13)
Aquí se presenta la idea principal del método comprensivo y la ruptura radical 
con la visión positivista. Al situar la relación del sujeto-sujeto en términos de 
Giddens y superar la visión clásica del sujeto/objeto (de considerar al hecho so-
cial como cosa en términos durkhemianos), se pasa a una identidad entre sujeto 
y objeto de conocimiento. De aquí se deriva la particularidad del método de la 
comprensión, en tanto y en cuanto 
“...es el reencuentro del yo en el tú: el espíritu se reencuentra a sí mismo 
en niveles siempre superiores de conexión; en el yo, en el tú, en cada 
sujeto de cada comunidad, en cada sistema de cultura y, finalmente, en 
la totalidad del espíritu de la historia universal. […] El sujeto de cono-
cimiento es aquí idéntico con su objeto y éste es el mismo de todos los 
grados de su objetivación.” (Aguilar Villanueva 1988, 158)
Al modificar Dilthey metodológicamente la relación sujeto/objeto, forma una 
nueva tesis fundamental para una nueva ciencia social, rompiendo además con el 
monismo metodológico.
18
Por su parte, los kantianos Windelband y Rickert criticaron a Dilthey en su posi-
ción sobre el método comprensivo y fundamentalmente en la propuesta que éste 
hace sobre la nueva identidad que debe reconocerse en la relación sujeto/objeto 
de estudio en las ciencias sociales. Windelband señalará que el problema del 
método en las ciencias sociales no radica en la relación sujeto/objeto de investi-
gación, sino en el objetivo de investigación que la ciencia se impone; en suma, 
las generalidades pertenecerán al campo de las ciencias nomotéticas (que buscan 
leyes de validez universal) y las individualidades o particularidades competerán 
a las ciencias ideográficas (sociales). En éste sentido, para Windelband será el 
objetivo cognoscitivo lo que determinará el método de investigación y no, como 
lo sugirió Dilthey, la relación sujeto/objeto en la investigación.
“La diferencia y autonomía de las ciencias históricas […] respecto a las 
naturales no reside en su supuesto objeto –Dilthey–, sino en el proce-
dimiento formal de la producción lógica del ‘objeto de conocimiento’ 
(conceptos y enunciados predicativos, analíticos o sintéticos) de acuerdo 
a la orientación o al interés cognoscitivo del sujeto teórico.” (Aguilar 
Villanueva 1988, 181)
Por su parte Rickert continuará las líneas generales de Windelband, agregando la 
importancia de la referencia al valor como posibilidad para ordenar y comprender 
la realidad. Para él, así como la ciencia natural tiene la característica de encontrar 
leyes que den cuenta de su generalidad, las ciencias del espíritu tienen a los valores 
como los motores de la historia, como aquello que da sentido a algo único, particu-
lar y que tiene conexión con otros valores, es decir, con otras culturas. El referente 
al valor se sitúa como un referente de identidad, de cultura, de particularidad, de 
cambio, de movimiento. Dicha categoría nos permite aprehender larealidad diver-
sa que se nos presenta en conceptos y nos permite distinguir aquellos sucesos que 
tienen “significación o sentido” en la vida social:
19
“La referencia al valor tiene la función de filtrar y seleccionar sólo aque-
llos datos que, por esta referencia, alcanzan ‘significación’ o ‘sentido’ 
cognoscitivo. En segundo lugar, tienen la función de ordenar los datos 
empíricos ofrecidos en la experiencia o cristalizados en fuentes docu-
mentales y de constituirlos en una unidad o totalidad (la unidad lógica 
del concepto), que ocupa un puesto preciso y peculiar en el desarrollo 
histórico de un valor o de una constelación de valores. Por ello, en tercer 
lugar, la relación al valor abre la realidad como proceso, como concate-
nación, desarrollo, como teleología; en suma, como historia.” (Aguilar 
Villanueva 1988, 196)
Al método que Rickert propuso para el estudio de las ciencias sociales lo de-
nominó trascendental, con él buscó darle validez a las ciencias sociales, no con 
las leyes ni las generalidades de las ciencias nomotéticas. También buscó la in-
dividualidad con referencia a los valores, entendidos éstos no como causas sino 
como fines en sí mismos. El objeto de conocimiento de las ciencias sociales será 
la cultura, cuyo concepto abarca a las que antes se conocían como ciencias del 
espíritu y que engloba a las disciplinas de las ciencias sociales. La historia es la 
ciencia de la cultura y el valor será el valor cultural. La naturaleza jamás tendrá 
una relación de valores a diferencia de las ciencias de la cultura.
La importancia del debate metodológico alemán radica principalmente en la ruptura 
que los discursos vertidos lograron ante el paradigma positivista en las ciencias socia-
les que desde Comte venía imponiéndose, aunada a la necesidad de superar la tradi-
cional escuela hegeliana y el materialismo histórico marxista. Las diversas apuestas 
metodológicas (la de Dilthey con su “comprensión”, la de Windelband con su idea de 
distinguir a las ciencias nomotéticas de las ideográficas, así como el “método trascen-
dental” de Rickert) serán sintetizadas y superadas por Weber, retomando algunos de 
sus conceptos básicos: comprensión, cultura, valor, causalidad, sentido, etc. Con ello 
Weber logró situar en una nueva línea de pensamiento a las ciencias sociales y sumar 
al acervo de nuestras ciencias nuevos derroteros que aprender.
20
La acción social como categoría analítica5 
La conceptualización es uno de los requisitos ineludibles que tiene la labor cientí-
fica, en tanto no existe una realidad independiente del sujeto que quiere conocer-
la. Es a través de los conceptos que damos cuenta de la realidad que pretendemos 
investigar. Por ello, cada investigador construye conceptos para comprender los 
problemas a los que se enfrenta; por ello la dimensión teórica es constitutiva del 
proceso de la producción de conocimientos, ya que es a través de los conceptos 
que aprehendemos la realidad y nos acercamos a su explicación. De ahí que la 
conceptualización haya sido una de las principales preocupaciones de sociólogos 
como Durkheim, al intentar mantener una separación entre los conceptos que se 
usan en la vida cotidiana y los que debe utilizar la ciencia. A eso apunta con la 
idea de las prenociones que retoma de Bacon:
“Las nociones […] son esas notiones vulgares o praenotiones que, se-
gún él (Bacon), se encuentran en el fundamento de todas las ciencias 
en las que ocupan el lugar de los hechos. Son esos ídola una especie de 
fantasmas que desfiguran el verdadero aspecto de las cosas y que sin em-
bargo tomamos por las cosas mismas.” (Durkheim 2009, 72)
Durkheim sabe que no hay observación pura; que nos acercamos a la realidad 
social conceptualmente. Señala atinadamente que los sujetos al vivir en sociedad 
construimos un conocimiento de la vida para movernos en ella. Este conocimien-
to común son las prenociones a las que se refiere Bacon; conceptos surgidos en la 
vida cotidiana y para la vida cotidiana, por ello la necesidad de romper o cautelar 
las nociones que surgen fuera de la ciencia –que “desfiguran el verdadero aspecto 
de las cosas” para que el investigador sepa y sepa bien a qué se refiere al acercar-
se al mundo social, construyendo nociones desde el proceder científico.
5Uno de los principales retos que ha tenido el quehacer de la ciencia es crear conceptos a través de los cuales pueda explicar 
de manera clara y precisa los fenómenos sociales y naturales a los que cotidianamente nos enfrentamos los seres humanos.
De ahí resulta que en las ciencias sociales podamos comprender y hacer uso de manera habitual de conceptos como los de 
modernidad, plusvalía, hecho social, poder, y Estado, entre muchos más. De la misma forma, las otras disciplinas científicas 
tienen conceptos, que sin ser especialistas podemos comprender pues se han vuelto de uso común: relatividad, gravedad, 
tiempo, energía. Para una mejor explicación revisar Giddens, 2001.
21
En este mismo sentido, reconociendo la necesidad de construir conceptos para 
comprender la realidad, Weber nos dice:
“El método de esta introductoria definición de conceptos –de la que no 
puede prescindirse fácilmente no obstante ser de modo inevitable abs-
tracta y lejana, al parecer, de la realidad– no pretende novedad en modo 
alguno. Al contrario, sólo desea formular […] en forma más conveniente 
y correcta […] lo que toda sociología entiende de hecho cuando habla de 
las mismas cosas.” (Weber 2002, 5)
Por ello es que consideramos que los conceptos son instrumentos analíticos que 
se encuentran en la tradición de la teoría social y que son una invención que nos 
permite acercarnos a la comprensión de las relaciones sociales y la construcción 
del mundo social; por ello en el concepto de acción social encontraremos carac-
terísticas particulares, límites y alcances del mundo social de los seres humanos 
que la componen y de las creaciones que de ella surgen.
La categoría de acción social, como cualquier otra incluida en el acervo de ca-
tegorías que utiliza Weber, son en resumen tipos ideales, conceptos que no son 
la realidad en sí misma –más no significa que no partan de dicha realidad–; son 
constructos teóricos que nos ayudan a orientar y clasificar lo que se nos presenta 
cotidianamente. 
“Los conceptos constructivos de la sociología son típico-ideales no sólo 
externa sino también internamente. La acción real sucede en la mayor 
parte de los casos con obscura semiconsciencia o plena inconsciencia de 
su ‘sentido mentado’. El agente más bien ‘siente’ de un modo indetermi-
nado que ‘sabe’ o tiene clara idea; actúa en la mayor parte de los casos 
por instinto o costumbre. […] Una acción con sentido efectivamente tal, 
es decir, clara y con absoluta consciencia es, en la realidad, un caso lími-
te. Toda consideración histórica o sociológica tiene que tener en cuenta 
22
este hecho en sus análisis de la realidad. Pero esto no debe impedir que 
la sociología construya sus conceptos mediante una clasificación de los 
‘sentidos mentados’ y como si la acción realmente transcurriera orienta-
da conscientemente según sentido.” (Weber 2002, 18)
Cada suceso en la vida, sea individual, colectivo o histórico tiene y ha tenido 
sus características particulares, sus propios contextos, eso es inevitable, pero la 
ciencia social –según nos conmina Weber– debe hacer de sus conceptos (tipos 
ideales) la herramienta que nos permita comprender y explicar la realidad pese a 
su diversidad.
La acción social en Weber
En el proceso de explicación de la realidad, el investigador recurre a la concep-
tualización de la misma con la intención de conocerla. Weber no escapa a ello y 
crea todo un andamiaje de conceptos que forman parte de la teoría social que pro-
pone; es en el concepto de acción social donde encontramos una de las categorías 
nodales de su propuesta para hacer de la sociología una ciencia. Podríamos decir 
que la acción social es uno de los cimientos de su propuesta teórica.
Por principioveamos cómo define Weber a la ciencia que lo ocupa. La sociolo-
gía, nos dice, es:
“una ciencia que pretende entender, interpretándola, la acción social para de 
esa manera explicarla causalmente en su desarrollo y efectos. Por ‘acción’ 
debe entenderse una conducta humana (bien consista en un hacer externo o 
interno, ya en un omitir o permitir) siempre que el sujeto o los sujetos de la 
acción enlacen a ella un sentido subjetivo. La ‘acción social’, por tanto, es una 
acción en donde el sentido mentado por su sujeto o sujetos está referido a la 
conducta de otros, orientándose por ésta en su desarrollo.” (Weber 2002, 5)
23
La cantidad de información y consecuencias que de este concepto de sociología 
se desprenden es impresionante. La nueva ciencia de la sociedad propuesta por 
Weber no busca encontrar las leyes sociales –como lo hicieran y propusieran 
Durkheim en sus Reglas del método sociológico y el mismo Marx en El capital–, 
más bien pretende “entender” –a partir de la interpretación de la acción social– 
sus causas y efectos, separándose de la regularidad (legalidad) de las relaciones 
sociales. Además, la perspectiva analítica weberiana nos permite darnos cuenta 
de cómo dota a los sujetos de un rol más decisivo en la construcción cotidiana de 
la sociedad, al reconocerle a éste un sentido en su acción, no circunscribiéndolo 
a ser un sujeto que se asume en el mundo como ya determinado.
“Una posibilidad de acercarse a la comprensión de la acción consiste en 
el hecho de describir al actor (o, en términos generales: el centro de la 
acción) como alguien que con sus acciones quiere modificar u ocasionar 
algo.” (Castañeda y Guitián 2002, 102)
Al orillarnos metodológicamente y teóricamente a situar al actor como el centro 
de las relaciones humanas –ya sea en la construcción de sus representaciones del 
mundo, de su hacer cotidiano, de la planificación de su vida o del devenir– nos 
damos la oportunidad de avanzar en aquello que nos hace ser humanos y de ha-
cer evidente cómo se forma la sociedad. Es importante señalar que no hay una 
acción social sino una red inacabable y constante de acciones sociales que se van 
entretejiendo hasta formar el mundo de lo social6 . Al hablar de la acción social lo 
hacemos como una categoría de análisis, como ya lo habíamos señalado, lo cual 
no significa que aislemos al sujeto de los otros y de las otras acciones sociales.
Cuando así lo versamos, únicamente lo hacemos como una apuesta metodológica.
6Ya en el apartado de éste trabajo titulado Algunas consideraciones para el estudio de la acción social, se dan algunas pistas 
de lo que se ha trabajado y estudiado en torno a la acción social. Al mismo tiempo el texto de (Castañeda y Guitián 2002) 
es un excelente trabajo para adentrar al lector en los diversos debates y autores que trabajan sobre dichas problemáticas.
24
En primer lugar, la acción social siempre tendrá su origen tomando como referen-
cia las acciones de otros sujetos. Nunca una acción social puede ser tal sino está 
relacionada con el actuar de otros sujetos. La llamada orientación de los sujetos 
en Weber no tiene espacio temporal determinado, puede ser por algo que ya se 
realizó hace un minuto, cinco días o diez años. Bien puede ser a partir de una ex-
pectativa de algo que sucederá y también algo que está sucediendo al momento. 
El sujeto o los sujetos ante los cuales las acciones sociales se orientan no necesa-
riamente son conocidos, pues un sinfín de actividades que realizamos de manera 
cotidiana no requieren que sepamos nombres, rostros o condiciones sociales de 
esos otros para su realización, sin embargo sabemos o damos por sentado que 
“los otros sujetos” actuarán a su vez con la orientación esperada.
“La acción social (incluyendo la tolerancia u omisión) se orienta por las 
acciones de otros, los cuales pueden ser pasados, presentes o esperados 
como futuros. […] “Los otros” pueden ser individualizados y conocidos 
o una pluralidad de individuos indeterminados y completamente desco-
nocidos.” (Weber 2002, 18)
Por ello y siguiendo a Weber podríamos decir que no todo lo que brilla es oro, en el 
sentido de que no todo aquello que parece una acción social necesariamente lo es. 
La multiplicidad de relaciones sociales que se dan en el mundo de vida cotidiana7 
(acciones externas) sólo tienen un carácter de acción social cuando se orientan ha-
cia los otros, así sea en objetos materiales (dinero, arte, edificaciones, etc.).
“El mundo de la vida es el resultado de la construcción y creación coti-
diana de actores que interactúan utilizando tipificaciones y simboliza-
ciones de ese bagaje de conocimiento a mano que es social. Las visiones 
7 El mundo de vida es el concepto central de la reflexión de Alfred Schütz, concepto que procede de Husserl. Dicho con-
cepto busca describir la naturaleza y la estructura del mundo de la vida, el mundo de la actitud natural, el mundo donde 
los sujetos establecemos un sistema de objetivos y planes, ese mundo que damos por supuesto. Para una mayor reflexión 
sobre el mundo de vida y la fenomenología revisar Shütz, Alfred. Fenomenología del mundo social. Buenos Aires: Paidós, 
1972.
25
estructurales de la sociedad aceptan ingenuamente el mundo social con 
todos sus alteregos e instituciones como un universo provisto de sentido, 
no muestran cómo la realidad social es construida y estructurada por los 
actores mismos, no toman en cuenta la forma en que los actores, en su 
pensamiento de sentido común, interpretan sus acciones y las acciones 
de los demás.” (Castañeda y Guitián 2002, 179)
Los sujetos que se dedican a las diferentes transacciones económicas realizarán 
una acción social, sí y sólo sí, consideran el beneficio o prejuicio que a terceros 
puedan ocasionar. Del clásico avaro que acumula dinero debajo de su colchón 
podríamos decir que de su actitud no se deriva una acción social. El arte, en 
un sentido amplio, sólo puede ser considerado así siempre y cuando el artista 
lo oriente hacia los otros en la expectativa de alguna emoción y su trabajo se 
muestre; de no ser así nadie sabría de la existencia de dicho trabajo y menos aún 
generaría sentido.
“No toda clase de acción social –incluida la acción externa– es ‘social’ 
en el sentido aquí admitido. Por lo pronto no lo es la acción exterior 
cuando sólo se orienta por la expectativa de determinadas reacciones de 
objetos materiales. La conducta íntima es acción social sólo cuando está 
orientada por las acciones de otros.” (Weber 2002, 18)
Al tratar de delimitar lo que es la acción social, podemos cometer el error de creer 
que todas las relaciones que entre los seres humanos se generan son de antemano 
acciones sociales, pero, como hemos estamos tratando de entender, esto no es 
así. Las relaciones humanas son acciones sociales en la medida en que existe un 
sentido dirigido a los otros sujetos. Por ello “no toda clase de contacto entre los 
hombres tiene carácter social; sino sólo cuando una acción con sentido propio es 
dirigida a la acción de otros.” (Weber 2002, 19)
26
En la acepción de Weber, sentido es la orientación o sentido que le da el sujeto 
a sus pensamientos, emociones o acciones de forma mentada, siempre referida a 
los pensamientos, emociones o a las acciones que hacen otros sujeto o sujetos. El 
sentido mentado o subjetivo es la delgada línea divisoria que nos permite ubicar 
una acción social de la que no lo es.
“Por ‘sentido’ entendemos el sentido mentado y subjetivo de los sujetos 
de la acción, bien a) existente de hecho: α) en un caso históricamente 
dado, β) como promedio y de un modo aproximado, en una determinada 
masa de casos; bien b) como construido en un tipo ideal con actores de este 
carácter.” (Weber 2002, 6)
Con lo recién dicho es más fácil comprender por qué ciertas conductas de la masa 
e influencias de las que somos objeto no necesariamente son acciones sociales. El 
ejemplo de la lluvia es bien conocido: si una multitud de personas se encuentran 
en un mismo lugary en ese momento comienza a llover, muchas de ellas sacarán 
al unísono un paraguas o algo semejante que les permita guarecerse de la lluvia. 
Vistos desde lejos podríamos hasta decir que es la imagen perfecta de una gran 
coreografía, pero lo cierto es que todos reaccionaron para protegerse de una in-
clemencia, lo que por ningún motivo podría ser tomado como una acción social, 
según lo que hasta ahora hemos tratado de dilucidar. Como vemos, “la acción 
social no es idéntica a) ni a una acción homogénea de muchos, b) ni a la acción 
de alguien influido por conductas de otros.” (Weber 2002, 19)
En la influencia que la masa puede tener en el sujeto existen todo el tiempo “oscila-
ciones” entre lo que puede ser una acción con sentido o una mera reacción. Como 
ya habíamos anotado, de manera continua en la realidad estamos yendo de acciones 
sociales a meras conductas que son muy difíciles de aprehender de no ser por la 
ayuda de las categorías o conceptos a los que siempre deben recurrir las ciencias. 
27
Los tipos ideales de la acción social
Los tipos ideales son una herramienta metodológica que nos permite ordenar la 
realidad para proceder a su comprensión explicativa. Nos permiten concentrar en 
una definición características fundamentales que hacen a un objeto de estudio ser 
lo que es y no otra cosa. Podríamos decir que el tipo ideal es el príncipe azul de 
los cuentos, en tanto que es el sujeto que cumple con todas las características que 
a más de una le ha arrancado un suspiro. Es el valiente héroe, desinteresado, in-
teligente, caballero, bello y cuyo mayor defecto está en luchar toda su vida por el 
bien común. La realidad es que los hombres no somos príncipes azules ni rojos, 
pero aquellos que logran tener el mayor número de características del tipo ideal 
son a los que delimitamos así. 
En su elaborado trabajo sobre la acción social y su significado, Weber recurre a 
las tipologías para encontrar algunas características fundamentales de la diversi-
dad que yace en la acción social. Son cuatro los tipos de acción social que Weber 
encuentra: 1) la racional con arreglo a fines; 2) racional con arreglo a valores; 3) 
la afectiva; y 4) la tradicional. 
Igual que lo hace con sus tipologías de la dominación –que veremos más ade-
lante– estos cuatro tipos nos permiten delimitar para su comprensión algunas de 
las manifestaciones más comunes de las relaciones humanas; en ellas podemos 
encontrar el sentido con el que los sujetos orientan su actuar cotidiano, sean cons-
cientes o no de ello. No está por demás aclarar que la propuesta weberiana de los 
tipos de acción social no pretende estar acabada o ser determinante; es una apues-
ta que bien puede variar, ampliarse o acotarse, precisamente por ser constructos 
teóricos los cuatro. Lo importante en todo caso es dotar a la ciencia social de un 
mínimo de tipos que nos permitan ir ordenando conceptualmente y de manera 
clara algunas de las diversas manifestaciones de las relaciones sociales.
28
La acción racional con arreglo a fines es en la que el sujeto posiblemente esté 
dotado de una mayor consciencia de lo que hace u omite. En la realización de su 
acción el sujeto tiene tres premisas fundamentales pensadas: 1) el fin que busca; 
2) los medios que necesita para alcanzar su fin, y 3) las consecuencias implicadas 
que de su acción se desprenden. La estrategia del ajedrecista para ganar una par-
tida; el actuar de aquellos que buscan detentar o retener el poder político en sus 
diversas manifestaciones y niveles; las guerras bélicas y sus múltiples estrategias 
son algunos de los ejemplos donde con mayor claridad se puede entender a qué 
se refiere esta tipología en torno a la acción racional. Estos ejemplos y los suje-
tos que imaginamos llevan a la práctica dichos ejercicios, cumplen y comparten 
una triada fundamental: tienen un fin determinado que pretenden alcanzar; para 
alcanzarlo se hacen de los medios necesarios, y al tiempo visualizan las conse-
cuencias que su actuar acarreará. Visto así es más fácil comprender a qué tipo 
de acción nos referimos, pero no está por demás anotar que estos son ejemplos 
extremos. En la vida cotidiana, en donde no buscamos ni detentar el poder políti-
co, ni ganar una partida de ajedrez ni menos aún avasallar y ganar una guerra, la 
acción racional también está presente. Lo fundamental en todo caso es no perder 
de vista las tres características fundamentales que envuelven a la racionalidad de 
una acción, citadas anteriormente.
Por su parte, en la acción racional con arreglo a valores el sujeto “obra en servi-
cio de sus convicciones sobre lo que el deber, la dignidad, la belleza, la sapien-
cia religiosa, la piedad o la trascendencia de una ‘causa’, cualquiera que sea su 
género, parecen ordenarle.” (Weber 2002, 21) Se distingue de la acción racional 
con arreglo a fines por la manera en la que opera en el sujeto. Para el sujeto que 
actúa guiado por sus valores, las consecuencias que de su acción se desprendan 
no son parte de la orientación que lo guía. Puede tener fines definidos y en algu-
nos casos hacerse de los medios para su realización, pero la diferencia sustancial 
está en sus motivaciones, pues bien pueden ser externas –como lo es un mandato 
religioso– o internas –como creer que está destinado a hacer cumplir una premisa 
fundamental–. Se asemeja demasiado a lo que es una acción racional con arreglo 
29
a fines, pero el sentido mentado (pensado) por el sujeto y la orientación que lo 
refiere a otros es la pauta que lo distingue: los valores.
De la acción afectiva podemos decir que son las motivaciones derivadas de las 
distintas emociones que comprenden a los sujetos las que orientan el curso de su 
actuar. Cuando decimos “emociones” nos referimos a sentimientos que pueden 
ser diametralmente opuestos, como lo son el odio y el amor, la venganza o la mi-
sericordia. Cualesquiera que sean los afectos que motiven al sujeto, lo alejan de 
tener consciencia plena de los motivos que lo orientan. 
Por último está la acción estrictamente tradicional, que es la que se encuentra 
en el límite de lo que se considera una acción social, de acuerdo con lo que hasta 
ahora hemos dicho. Los sujetos que actúan de acuerdo a la tradición pareciera 
ser que únicamente atienden a reacciones, no a un sentido mentado o subjetivo.
Las diferentes tipologías de la acción que presenta Weber nos permiten hacer –como 
científicos sociales– una conceptualización de algunas de las manifestaciones que 
tienen las relaciones sociales. Los sujetos irremediablemente oscilan entre unas y 
otras de estas tipologías y rara vez cumplen a cabalidad con las características que 
las definen. Pueden transcurrir de una a otra tipología de la acción casi al mismo 
tiempo, pero lo cierto también es que en algunas ocasiones sucesos históricos pue-
den definir de manera más clara el sentido que le imprimen a sus acciones; poder 
ubicar el sentido de dichas acciones es la labor del científico social. 
Sigamos el siguiente ejemplo: el ajedrecista tiene como fin ganar una partida, y 
seguramente estudió a su oponente en sus fortalezas y debilidades. Hizo un repaso 
de las estrategias que lo llevarían a ganar; tiene perfectamente planificadas las juga-
das con las que responderá a los ataques de su adversario. Éste, como ya habíamos 
expuesto, es un ejemplo de la acción racional con arreglo a fines, pero tal vez al 
final de dicha partida de ajedrez no gana necesariamente aquél que hizo las mejores 
estrategias, sino quien dominó mejor sus emociones, a diferencia del otro que se 
30
dejó llevar en mayor medida por ellas. Los sujetos transitan así entre unas y otras 
tipologías de la acción, lo importante en todo caso es que el científico social cuente 
con las herramientas de análisis que le permitan tener un lenguaje común y avanzar 
en el estudio de la sociedad. Sobre todo en la idea de los tipos ideales podemos or-
denar la realidad a partir de la observación, que a la vez nos permite saber qué tanto 
la realidadse aproxima o aleja de lo que es nuestro tipo ideal.
“Muy raras veces la acción, especialmente la social, está exclusiva-
mente orientada por uno u otro de estos tipos. Tampoco estas formas de 
orientación pueden considerarse en modo alguno como una clasificación 
exhaustiva, sino como puros tipos conceptuales, construidos para fines 
de la investigación sociológica respecto a los cuales la acción real se 
aproxima a más o menos o, lo que es más frecuente, de cuya mezcla se 
compone. Sólo los resultados que con ellos se obtengan pueden darnos 
la medida de su conveniencia.” (Weber 2002, 21)
Algunas consideraciones para el estudio y comprensión 
de la acción social
Una vez revisada la idea de acción social en Weber –como preámbulo para lo que 
será el estudio de la acción política– no queremos dejar pasar la oportunidad de 
ver algunas consideraciones que se deben tener hoy en día para poder acercarse 
su estudio, de modo que ahora mostraremos un breve resumen de los debates que 
hoy día se realizan alrededor de ella, y que sin duda se reproducen también en la 
ciencia política y en la idea de acción política.
Para abordar los aspectos que considero deben tomarse en cuenta para hacer un 
mejor estudio y acercamiento al concepto de acción social, nos basamos en un 
ensayo de Rodrigo Jokisch, incluido en el texto Instantáneas de la acción (2002), 
denominado “Observando la acción social”, pues creo que ahí logra el autor tocar 
31
algunos aspectos fundamentales que nos pueden permitir dos cosas: en primer 
lugar caracterizar a la acción social de manera clara, para en segundo lugar po-
dernos acercar al estudio de dicha categoría sin perder de vista algunas otras con-
sideraciones que en su estudio se deben tener, sobre todo lo referente a considerar 
dicho concepto como la panacea de las ciencias sociales8. 
El primero de los obstáculos que se le presentan al investigador para hacer un 
adecuado estudio del concepto de acción social se refiere a considerar que acción 
y pensamiento son aspectos que poco coinciden, “la acción debe ser comprendida 
como un aspecto parcial de la práctica…” (Castañeda y Guitián 2002) Al parecer, 
uno de los impedimentos para el buen uso y estudio de la acción social radica 
en considerar que la acción es parte de la práctica científica y no de la teoría. 
Esta idea se basa en la tradición que siempre nos ha dicho que teoría y práctica 
científicas son distintas, pues la primera se relaciona directamente con el pensa-
miento, mientras la segunda va directamente engarzada con la idea de acción. 
Dejarnos atrapar por estos supuestos nos impide realizar un mejor estudio de la 
acción social y deja de lado aspectos fundamentales que la componen, como los 
lingüísticos, los corporales, los afectivos, los valores y las ideas en sí mismas que 
representan acciones; debemos recordar que la acción social también existe como 
trabajo intelectual. 
Otro aspecto es el de considerar a la acción social como una actividad física. El 
cuerpo como tal es uno de los aspectos en donde con mayor evidencia se puede 
ver el desarrollo de una acción, pero no por ello es el único medio por el que ésta 
se desarrolla. La idea de que es necesaria la realización física de alguna actividad 
para que entonces pueda ser visualizada y comprendida es cierta, sin embargo, 
si nos quedáramos con esta visión de la acción social dejaríamos fuera incluso el 
6 Para una revisión puntual de lo que Jokisch nos dice, ver en el texto Instantáneas de la acción 2002 su ensayo “Observando 
la acción social” y particularmente el apartado `La comprensión de la acción social y los bloqueos de conocimiento” 
32
sentido mentado (pensado) y subjetivo (emociones) de la acción, tan importante 
en la propuesta weberiana. Recordemos que los cuatro tipos ideales de la acción 
pasan por el pensamiento y las emociones en mayor o en menor medida, inde-
pendientemente de que lleven a cabo su realización en un acto físico o material. 
Relacionar la acción estrechamente con el cuerpo no es errado, pero suponer que 
por ello la acción es únicamente el cuerpo y que el pensamiento y la teoría no lo 
son o no lo representan significa un obstáculo que sin duda impide avanzar en el 
estudio y comprensión de la acción misma. Por tanto, podemos asegurar que la 
acción social es práctica, movilidad física de los sujetos del hacer u omitir, pero 
que también debe ser considerada en su aspecto lingüístico, en el pensamiento, 
la reflexión, las emociones, la espiritualidad y otras tantas figuras que nos hacen 
referir nuestros actos hacia los otros.
Si bien nuestro trabajo está centrado en tratar el tema de la acción social, una 
tercera consideración que debemos tener al trabajar con dicho concepto es nunca 
olvidar que no es el único a considerar para comprender y estudiar a la sociedad, 
pues tiene alcances y límites. Desde el inicio, con el paso y avance de las ciencias 
sociales, los estudiosos de lo social somos más conscientes de cómo las estructu-
ras son determinantes en la forma en que la sociedad se conforma y/o cómo los 
aspectos lingüísticos van dictando también nuestro comportamiento y conductas. 
Podemos igualmente hacer una revisión de cómo el sujeto determina y modifica 
a las estructuras generando una tensión constante entre lo que se impone y el 
sujeto que busca modificarla constantemente. Utilizar el concepto de acción es 
importante para comprender a la sociedad; revitaliza la idea de que el sujeto está 
de antemano determinado por fuerzas que no controla y nos empuja a entender-
lo como un ser más activo. Cuando utilizamos el concepto de acción social, es 
importante siempre considerar las otras categorías de las ciencias sociales con el 
afán de no perder de vista otros aspectos que pueden ser importantes y fundamen-
tales también para el estudio de la sociedad.
33
Cuando decimos “sujeto” nos referimos al hombre, al ser humano sin importar su 
género, condición social, raza, credo u otras consideraciones. El sujeto es quien 
realiza la acción social. 
Un cuarto nivel a considerar es no confundir al sujeto y a la acción como cosas 
aisladas; es decir, no existe una acción social, lo que realmente sucede en la co-
tidianeidad es una red de acciones sociales sucediéndose constantemente unas 
detrás de otras y sobrepuestas al mismo tiempo. El sujeto es un sujeto social, son 
los diferentes sujetos quienes están actuando constantemente unos referidos a 
otros. Los sujetos siempre están operando con acciones pasadas, presentes o fu-
turas. Pareciera una obviedad decir que “no es una acción” sino “acciones”, pero 
es por ello que las disciplinas que se encargan de estudiar a la sociedad hacen uso 
de dicho concepto, de aquí que resulta falso suponer que el estudio de la acción 
supone el estudio del sujeto olvidándose de lo social. 
Un quinto nivel nos lleva a reflexionar en torno a que si bien las acciones sociales 
llegan a tener fines determinados que pueden conseguir o no, es necesario siem-
pre tener presente la existencia de las consecuencias no deseadas de la acción; 
“las consecuencias no intencionales de actos intencionales”, que pueden adoptar 
diversas formas. Una de ellas surge cuando el suceso buscado no se logra y en 
cambio la conducta del actor produce otro resultado, “que puede sobrevenir ya 
sea porque el ‘conocimiento’ que aplica como ‘medio’ es erróneo o inadecuado 
para tal resultado, o porque se equivoca acerca de las circunstancias que a su 
parecer reclaman el uso de este ‘medio’.” (Giddens 2001, 100) Esta última con-
sideración no es mínima, pues son demasiados y diversos los ejemplos que se 
pueden dar sobre catástrofes que la humanidad ha padecido por estos casos: crisis 
económicas, accidentes nucleares, guerras, entre otras, o en su defecto cuando las 
soluciones son más costosas que los padecimientos. Bernstein nos dice sobre las 
consecuencias no deseadas de la acción:
34
“Podemos descubrir que no hemos meditado sobre las consecuencias 
empíricas de nuestras eleccionesy acciones, o que ignoramos sus reper-
cusiones probables, o que cuando advirtamos algunas de las consecuen-
cias probables y no buscadas en los cursos de acción propuestos, estos 
descubrimientos puedan inducirnos a revisar nuestras evaluaciones prác-
ticas. Un entendimiento más detallado de las consecuencias probables de 
diversos cursos de acción puede llevarnos a abandonar o modificar los 
axiomas de valor existentes, o adoptar otros nuevos. Por ejemplo, pode-
mos dejar de estar a favor del reciclaje si descubrimos que la cantidad de 
energía requerida por el reciclaje es mayor que la que se produciría con 
tales medios.” (Bernstein 1982, 76)
En nuestra opinión, éstos son algunos de los preceptos mínimos que se deben 
tener en cuenta para acercarse al estudio y revisión de lo que es la acción social, 
sin bien, como ya hemos expresado, dicha categoría no es la panacea para el es-
tudio del mundo de lo social, en nuestro caso es de suma importancia, pues como 
hemos reiterado y lo seguiremos haciendo, la acción política es ante todo una 
acción social, por lo que su estudio y las consideraciones que sobre la misma [la 
acción social] debemos tener nos permitirán guiarnos en aspectos que la reflexión 
sobre la acción política no debe pasar por alto.
35
II. Sobre la acción política en Weber: 
Sociología política o de la dominación
Introducción
En el capítulo anterior procuramos abordar de manera general algunos de los aspectos más importantes de la teoría sociológica de Max Weber 9, tratando 
como tema central el concepto de acción social; a la vez se reivindicó la importan-
cia que tiene dicho concepto en el pensamiento de las ciencias sociales actuales, 
junto con los intensos debates que provoca. A partir de ello, es tiempo de abordar 
otra etapa no menos importante de la actividad intelectual weberiana, que tiene 
que ver sobre todo con su trabajo alrededor de las preocupaciones políticas, pues 
él también trabajó y se vio envuelto en la política como actividad. 
El trabajo teórico que realizó alrededor de la política lo ponen como uno de los 
fundadores más relevantes de lo que hoy día se conoce como sociología política; 
las ideas que desarrolló son tan importantes como las que devienen de su labor 
sociológica. Hoy en día, ocuparse de conceptos que él abordó y procuró sinteti-
zar, como son los de poder, dominación, acción política, Estado, burocracia, entre 
otros, es entrar a un debate que continúa en la ciencia política moderna y, claro 
está, en la sociología del Siglo XXI. 
Para él, lo que encierra el estudio de la sociología política o del poder es la acción 
 9Reiteramos la importancia de los clásicos en el pensamiento social (Alexander 1990)
36
política actuando todo el tiempo. Lo que la acción social es para las relaciones so-
ciales la acción política lo será para las relaciones de poder y dominación. Todo lo 
que se encuentra alrededor de su trabajo sociopolítico es una develación de qué es 
y cómo funciona la acción política.
Si en este capítulo logramos explicar y delimitar de manera puntual lo que es la 
acción política en la teoría weberiana, así como la relación que guarda con concep-
tos tales como los de poder, dominación, legitimidad, Estado y claro, con los tipos 
ideales de dominación, podremos entonces comprender la propuesta de sociología 
política que hizo Weber, los límites y alcances que encontramos en la aplicación de 
la acción política (tema central de nuestro trabajo) y tratar de superar las ausencias 
que ubiquemos (tarea que se realizará en la última parte de nuestro trabajo). 
Weber en su contexto
Al intentar definir la idea de sociología política o la de dominación es inevitable 
contextualizar el momento que le tocó vivir a Max Weber, pues las condiciones 
políticas y sociales en las que nos desenvolvemos cotidianamente son las 
que determinan lo que investigamos, el por qué lo investigamos y el lugar al 
que queremos llegar en dichas investigaciones: “En sociología, donde no es 
posible el tipo de formación acumulativa de la teoría abstracta característica de 
determinadas ciencias naturales, resulta igualmente importante ser consciente 
del contexto social y político en el que se formularon las teorías sociológicas.” 
(Giddens 2002, 12). 
Weber nació en 1864, desde su infancia estuvo rodeado de políticos y, por tanto, 
de la actividad política. Basta con mencionar que su padre fue miembro del Par-
tido Liberal Nacional. 
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En su infancia le tocó vivir uno de los períodos más importante de la historia ale-
mana: la consolidación del Estado alemán bajo el mando de Otto Von Bismarck. 
Este hecho estará presente a lo largo de su obra, sobre todo cuando argumenta 
que el tipo de dominación carismático es el mejor para la Alemania que le tocó 
vivir (tema éste del que hablaremos más adelante). 
“El conflicto entre conservadurismo y liberalismo en las posiciones polí-
ticas de la burguesía, Weber lo sufrió al interior de un hogar paterno que 
se debatía entre una familia materna inclinada por posiciones más pro-
gresivas y liberales, y un padre miembro de Reichtag e identificado con 
la política de Bismarck. Hermanado tempranamente con el ideal liberal 
que profesaba la familia materna, Weber viviría situaciones de conflicto 
con el padre que derivaron en una ruptura inicial, muerte paterna poste-
rior y una crisis nerviosa personal que lo aislaron de la producción aca-
démica y retardaron su iniciación al quehacer discursivo sociológico.” 
(Fleitas Ruiz 2012, 229)
En tal marasmo es que la mente de Weber trabajó. Su producción sobre diversos 
temas, que van desde la religión hasta la música, que cruzan por la sociedad y la 
política –dedicando gran parte de su tiempo a la docencia y preocupado al mismo 
tiempo por el futuro de Alemania–, los abordó al tiempo que procuró desmenu-
zarlos en pro de una ciencia que gracias a él se consolidó.
 
a. Su interés en el Estado 
En tan sólo 56 años de vida Weber coincidió con sucesos fundamentales de la 
historia alemana. A sus siete años de edad, en 1871, con la derrota de Francia a 
manos de Bismarck, comienza la consolidación de Alemania como Estado Nacio-
nal y se inicia su modernización y camino al mundo industrial y capitalista que 
en otras naciones ya se había dado; en su adolescencia y adultez asistió a dicha 
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transición. A la vez vivió la pérdida de liderazgo con la caída de Bismarck: “Tanto 
sus escritos sobre política como sobre sociología tienen su origen en un intento de 
analizar las condiciones que rigieron la expansión del capitalismo industrial en la 
Alemania de la era pos-Bismarck.” (Giddens 2002, 21)
Este contexto lo llevó a poner sus esfuerzos intelectuales en buscar explicar al 
Estado capitalista e industrial que ya se había dado en Inglaterra.
Adentrarse en el Estado moderno le implicó repensar las formas de organización 
social y las políticas surgieron de un nuevo orden que iba en camino de ser global 
y que en cada nación tuvo sus propias características y procesos de evolución. 
Podríamos decir que la sociología política weberiana es el producto de todo un 
análisis metodológico sobre el Estado moderno que derivó en sus conceptos más 
importantes: burocracia, tipos de dominación, partidos políticos, etc. Su sociolo-
gía política es un acercamiento a entender el Estado capitalista.
“El nacimiento de la sociología política se ubica en los años 40 del Siglo XIX 
y se explica, en principio, por una nueva manera de reflexionar sobre la política 
que intentaba distinguir esa esfera de lo social, buscar la relación recíproca 
entre ambas y operar con una definición mucho más moderna, capaz de reflejar 
las nuevas complejidades estructurales de la política capitalista.” (Fleitas Ruiz 
2012, 227)
Pero no debemos olvidar que si bien el Estado moderno es un tema central, lo es 
en tanto que Weber quiere comprender al Estado moderno alemán que va en vías 
del desarrollo. Él quiere una Alemania hegemónica e independiente en el mundo 
y ésta será una preocupación constantede su actividad política que, claro está, no de-
merita sus múltiples aportaciones a la teoría social.
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La primacía de lo político sobre lo económico
Ya la tradición alemana se había ocupado de estudiar el surgimiento del nuevo 
orden mundial que se iba imponiendo. Marx, como su principal exponente, se 
adentró a explicar el origen, proceso e implicaciones que el capitalismo traía 
consigo como sistema económico y social. A diferencia suya y de muchos de 
los intelectuales de la época, Weber se centró en la dimensión de lo político para 
explicar el estado de las cosas. Este aspecto es fundamental para entender todo el 
pensamiento que abarca la sociología política, pues es a través de la política que 
explica las nuevas formas de organización política y social.
“Un tema clave de los escritos de Weber es su énfasis en la influencia 
independiente de lo ‘político’ como algo opuesto a lo ‘económico’. Al 
llegar a este punto resulta importante reconocer que las dos modalidades 
más significativas de teoría sociopolítica en la primera mitad del Siglo 
XIX –el liberalismo y el marxismo– se muestran de acuerdo en minimi-
zar la influencia del Estado. Consideran a ‘lo político’ como secundario 
y derivado. El marxismo reconoce la importancia del Estado en el capi-
talismo, pero lo considera una expresión de la asimetría de los intereses 
de clase, y por tanto una modalidad social que ‘desaparecerá’ cuando la 
sociedad de clases sea superada por el socialismo.” (Giddens 2002, 47)
Este giro de lo económico a lo político lo separa de la doctrina marxista, abriendo 
un nuevo sendero que no ve ya en la “expropiación del trabajo” la característica 
fundamental del Estado, sino que se vuelca a explicarlo por la especialización del 
mismo y por el nacimiento de una burocracia que se arraigó cada día más. 
El Estado recién surgido fue sujeto de múltiples intentos de explicación; mientras 
Marx se centra en la idea de un Estado que sólo responde a intereses económicos 
del capital, valiéndose para ello de la expropiación tanto de la fuerza de trabajo 
como de los medios de producción, Durkheim se centra en la división del trabajo 
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como motor fundamental para explicar dicho desarrollo. Weber, por su parte, lo 
hace en la política para de ahí llegar a la burocracia especializada como caracte-
rística única del Estado moderno. Esto se pude leer en la Ética protestante y el 
espíritu del capitalismo, donde ya asevera:
“…el cultivo sistematizado y racional de las especialidades científicas y 
la formación del ‘especialista’ como elemento dominante de la cultura 
es algo que sólo en Occidente ha sido conocido. Producto occidental es 
también el funcionario especializado, piedra angular del Estado moderno 
y de la moderna economía europea. Fuera de occidente, el funciona-
rio especializado no ha tenido jamás una tan fundamental importancia 
para el orden social […]. Ningún país ni ninguna época se han visto tan 
inexorablemente condenados como el Occidente a encasillar toda nues-
tra existencia; todos los supuestos básicos de orden político, económico 
y técnico de nuestra vida en los estrechos moldes de una organización 
de funcionarios especializados, de los funcionarios estatales, técnicos, 
comerciales y especialmente jurídicos como titulares de las funciones 
más importantes de la vida social.” (Weber 1994, 7)
Es de dicha idea que se sustenta la sociología política de Weber, lo que derivará 
en toda una propuesta teórica que busca conceptualizar a la política y lo que de 
ella deviene. Partir de lo político hacia la organización de la sociedad es una 
visión que no debe menospreciarse y que nos aportó nuevas perspectivas de aná-
lisis para un estudio más completo del desarrollo del Estado moderno y de las 
relaciones sociales que en él se entrelazan. Más allá de ver posiciones encontra-
das de pensamiento entre el análisis que surge de lo económico y el que avanza 
por el lado de lo político, dichas posiciones permiten una reflexión más amplia y 
enriquecedora de la realidad social, reflexiones que no se excluyen, más bien que 
se complementan.
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Sobre los conceptos de poder, dominación y legitimidad en Weber
a. Poder
Ya señalamos que la sociología política weberiana está pensada para buscar las 
respuestas al desarrollo del Estado moderno. La línea de pensamiento utilizada 
para lograr dicha empresa será la misma que utilizó en todos sus estudios socio-
lógicos: el método comprensivo. Como lo revisamos en las primeras páginas 
de este estudio, la conceptualización es una de las etapas más importantes del 
quehacer científico y por ende de toda investigación, por ello nos tomaremos 
las líneas necesarias para tratar algunos de los conceptos fundamentales para 
comprender los tipos ideales de dominación y, en términos generales, la idea de 
acción política que Weber concibió. 
El concepto de poder no fue un tema central del trabajo weberiano, si bien se 
ocupó de definirlo, esto lo hizo más para poder distinguirlo y para especificar el 
de dominación, del que se ocupó con mayor ahínco. En nuestra opinión, resultó 
más práctico para sus fines de estudio no adentrarse demasiado en la reflexión 
del poder en sí mismo, y entonces volcarse de lleno a las formas de dominación 
que de las relaciones de poder se derivan. Sobre la distinción entre poder y do-
minación nos dirá: 
“El concepto de poder es sociológicamente amorfo. Todas las cualida-
des imaginables de un hombre y toda suerte de constelaciones posibles 
pueden colocar a alguien en la posición de imponer su voluntad en una 
situación dada. El concepto de dominación tiene, por eso, que ser más 
preciso y sólo puede significar la probabilidad de que un mandato sea 
obedecido.” (Weber 2002, 43)
Así, el poder como concepto queda relegado y superado. En su lugar entra la 
dominación como una idea que puede ser más maleable y de una utilización más 
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práctica. En ella es que Weber podrá sustentar las relaciones de dominación de 
unos sobre otros. Esta visión es antesala de la forma moderna en que unos son 
dominados en la sociedad; en otras palabras, se comienza a entrever el “monopo-
lio legítimo de la fuerza”.
b. Dominación
La dominación será el concepto medular que permitirá a Weber ir definiendo 
toda su sociología política hasta llegar a su definición de Estado. A diferencia del 
concepto de poder –que es “amorfo”–, la idea de dominación será perfectamente 
definida y se le dotará de características que servirán de sustento para, por ejem-
plo, afianzar lo que serán los tipos de dominación, “…la dominación es un caso 
especial del poder.” (Weber 2002, 695) Abundar en el tema de la dominación no 
es ocioso, es más bien fundamental para ir comprendiendo asuntos tan complejos 
como la obediencia o la legitimidad de la que los sujetos somos partícipes.
No se debe olvidar que el método de investigación que utiliza el sociólogo ale-
mán es el de la comprensión explicativa, y que lo llevó a cabo con la acción social 
igual que en sus preocupaciones de la sociología política; así comprendió tam-
bién el desarrollo de las diversas relaciones sociales, así fueran éstas políticas. Es 
importante anotar lo anterior, pues el concepto de dominación que él trabaja da 
por sentada la aceptación de los dominados sobre el dominio que se les ejerce. 
Si recordamos, la acción social se orienta por las acciones sociales de otros; los 
sujetos no hacemos simples reacciones, sino que nos guiamos por el sentido que 
le imprimen los otros a sus acciones y a su vez nuestras acciones van dotadas de 
sentido; ello está contenido en la idea de dominación: 
“Por dominación debe entenderse la probabilidad de encontrar obedien-
cia a un mandato de determinado contenido entre personas dadas; por 
disciplina debe entenderse la probabilidad de encontrar obediencia para 
un mandato por parte de un conjunto de personas que en virtud de actitu-
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des arraigadas sea pronta, simple y automática.” (Weber 2002, 43) 
Así, la dominación no sólo logra superar

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