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UUNNIIVVEERRSSIIDDAADD NNAACCIIOONNAALL AAUUTTÓÓNNOOMMAA DDEE MMÉÉXXIICCOO FFaaccuullttaadd ddee PPssiiccoollooggííaa TTAABBAAQQUUIISSMMOO YY AANNSSIIEEDDAADD AADDOOLLEESSCCEENNTTEE TTEESSIISS QQuuee ppaarraa oobbtteenneerr eell ttííttuulloo ddee:: LLIICCEENNCCIIAADDAA EENN PPSSIICCOOLLOOGGÍÍAA PPrreesseennttaa MMAARRÍÍAA FFEERRNNAANNDDAA LLUUNNAA JJIIMMÉÉNNEEZZ DDiirreeccttoorr ddee TTeessiiss:: MMttrroo.. SSootteerroo MMoorreennoo CCaammaacchhoo RReevviissoorraa:: LLiicc.. EEnnaa EErréénnddiirraa NNiiññoo CCaalliixxttoo MMééxxiiccoo,, DD.. FF.. AAbbrriill 22001100 UNAM – Dirección General de Bibliotecas Tesis Digitales Restricciones de uso DERECHOS RESERVADOS © PROHIBIDA SU REPRODUCCIÓN TOTAL O PARCIAL Todo el material contenido en esta tesis esta protegido por la Ley Federal del Derecho de Autor (LFDA) de los Estados Unidos Mexicanos (México). El uso de imágenes, fragmentos de videos, y demás material que sea objeto de protección de los derechos de autor, será exclusivamente para fines educativos e informativos y deberá citar la fuente donde la obtuvo mencionando el autor o autores. Cualquier uso distinto como el lucro, reproducción, edición o modificación, será perseguido y sancionado por el respectivo titular de los Derechos de Autor. A todas aquellas personas que de alguna u otra manera me apoyaron en la culminación de esta tesis. María Fernanda ÍNDICE Resumen……………………………………………………………………………… 1 Introducción…………………………………………………………………………... 2 CAPÍTULO I Tabaquismo………………………………………………………… 10 1.1. Antecedentes históricos ………………………………………………....... 10 1.2. Definición de tabaquismo …………………………………………………. 13 1.3. Tabaco……………………………………………………………………...... 15 1.4. Costos: Impacto del Tabaquismo…………………………………………. 21 1.5. Tabaquismo como problema de salud pública…………………………. 22 1.6. Epidemiología del consumo de tabaco…………………………………… 24 1.7. Publicidad y Tabaquismo………………………………………………….. 27 1.8. Ley Antitabaco……………………………………………………………… 30 CAPÍTULO II Ansiedad……………………………………………………………. 32 2.1. Definición de Ansiedad…………………………………………………….. 32 2.2. Antecedentes históricos de la Ansiedad…………………………………. 35 2.3. Ansiedad en el contexto del consumo de sustancias…………………… 37 2.4. Ansiedad y síndrome de abstinencia a la nicotina……………………… 40 2.5. Conceptos cognitivos de la ansiedad…………………………………….. 43 2.6. Ansiedad en la Adolescencia……………………………………………… 48 2.7. Correlatos……………………………………………………………………. 50 2.8. Efectos del tabaco a nivel cognitivo………………………………………. 53 CAPÍTULO III Adolescencia………………………………………………………57 3.1. Pubertad y Adolescencia……………………………………………………57 3.2. Búsqueda de la Identidad………………………………………………….. 61 3.3. Adolescencia y adicciones………………………………………………… 63 3.4. Epidemiología del consumo de tabaco en adolescentes………………..64 3.5. Adolescencia y Tabaco…………………………………………………….. 65 3.6. La adquisición: prueba inicial y experimentación……………………….. 67 CAPÍTULO IV Método……………………………………………………………...74 4.1. Planteamiento del problema……………………………………………….. 74 4.2. Pregunta(s) de investigación………………………………………………. 74 4.3. Hipótesis………………………………………………………………………74 4.3.1. Hipótesis de trabajo………………………………………………………….74 4.3.2. Hipótesis estadísticas………………………………………………………..74 4.4. Variables……………………………………………………………………... 74 4.4.1. Variables independientes……………………………………………………74 4.4.2. Variable dependiente………………………………………………………...75 4.5. Definición conceptual de variables…………………………………………75 4.5.1. Tabaquismo…………………………………………………………………..75 4.5.2. Ansiedad……………………………………………………………………... 75 4.5.3. Adolescencia………………………………………………………………….75 4.6. Definición operacional de variables………………………………………..76 4.6.1. Tabaquismo…………………………………………………………………..76 4.6.2. Ansiedad………………………………………………………………………76 4.6.3. Adolescencia………………………………………………………………….76 4.7. Sujetos………………………………………………………………………...76 4.7.1. Criterios de inclusión…………………………………………………………76 4.7.2. Criterios de exclusión………………………………………………………..76 4.8. Muestreo………………………………………………………………………76 4.9. Tipo de estudio……………………………………………………………….77 4.10. Diseño…………………………………………………………………………77 4.11. Instrumento(s) y/o material(es)……………………………………………..78 4.12. Procedimiento………………………………………………………………...80 4.13. Análisis estadístico de datos………………………………………………..81 CAPÍTULO V Resultados………………………………………………………….82 CAPÍTULO VI Discusión……………………………………………………….. 112 6.1. Conclusiones………………………………………………………………..117 6.2. Sugerencias y limitaciones………………………………………………...118 Referencias Bibliohemerográficas………………………………………………..120 RESUMEN La presente investigación abordó la relación entre el tabaquismo y ansiedad en adolescentes. El objetivo del estudio es explorar qué ocurre con la variable ansiedad, en una población de adolescentes que consumen tabaco, así como identificar la motivación al comienzo y mantenimiento de la conducta tabáquica, determinando las características sociodemográficas de los adolescentes fumadores. Participaron 250 estudiantes de nivel preparatoria, todos fumadores, quienes fueron evaluados a través de un cuestionario sociodemográfico, un inventario de ansiedad (IDARE), un test para Dependencia a la Nicotina (Fogerström) y un cuestionario para evaluar el motivo por el cual la persona fuma (Motivos de fumar de Russell). Los resultados muestran que la relación entre tabaquismo y ansiedad no es estadísticamente significativa. Se concluyó que los adolescentes exhiben niveles bajos de Ansiedad, no presentan Dependencia a la Nicotina, además se observó que la relación entre disponibilidad y un ambiente familiar tabáquico, facilitan el consumo. Palabras clave: Tabaquismo, Ansiedad y Adolescencia. INTRODUCCIÓN Justificación: interés de la problemática. En los últimos años las drogas no solo se convirtieron en un asunto de seguridad nacional, sino que su expansión ha dado inicio a una verdadera amenaza de salud tanto pública como social. El fumar tabaco es relativamente común entre la población joven y el abuso se está convirtiendo en un problema creciente. Agregando a ello el hecho que la edad de inicio en el consumo se ha reducido notoriamente. La iniciación al consumo de tabaco, en la mayoría de los casos, se realiza en edad escolar ya que es la etapa de la vida que se caracteriza por la búsqueda y experimentación de nuevas sensaciones. Del mismo modo, una de las principales causas que los fumadores refieren cuando se les cuestiona el por qué fuman, se asocia con el incremento de la atención que el cigarro les brinda o simplemente para reducir su ansiedad. La difusión de la idea que fumar reduce la ansiedad, parece una constante, por lo que en muchas circunstancias en la que los adolescentes presentan síntomas de ansiedad, comienzan a relacionarlo con el consumo de tabaco y así depositan en un factor externo la reducción de sentimientos negativos, dejando de lado que dichos efectos son a corto plazo y casi instantáneos, en su mayoría como un alivio ante los síntomas de abstinencia. Descripción del problema y datos estadísticos que den cuenta del impacto social o de la consideración de un problema de Salud pública. El tabaquismo se ha convertido en uno de los problemas principales a nivel mundial de salud pública. Según la Organización Mundial de la Salud (OMS), fumar tabaco es causa directa o indirecta de más de cinco millones de muertes al año en el mundo cantidad que muy probablemente sobrepase los diez millones por año hacia el 2020; siendo la primera causa de muerte evitable en el mundo. En México, los cálculos más recientes estiman 165 muertes diarias, y más de 60 mil anuales. Estas defunciones representan el 10% de las muertes nacionales. Los adolescentes son considerados como un grupo de alto riesgo debidoa los cambios psicológicos y conductuales por los que atraviesan relacionados con el periodo de transición hacia la madurez; además de que gran parte de los hábitos nocivos para la salud son adquiridos durante esta etapa, motivo por el cual son el blanco de todas las estrategias de la industria tabacalera. Los adolescentes son el grupo de la población más susceptible de desarrollar conductas de riesgo, esto se explica por su tendencia antagónica a las reglas y por la curiosidad de experimentar nuevas conductas, entre ellas el uso de tabaco. Casi un millón de adolescentes de 12 a 17 años que viven en zonas urbanas son fumadores (10.1% de este grupo de población). En las áreas rurales, la proporción es de 232 mil (6.1%). Por lo que puede verse a la adolescencia como una etapa turbulenta, donde hay un confusionismo de los roles que se deben adoptar. Por un lado dejan de ser niños pero al mismo tiempo no se ajustan con una vida adulta. Estas ambigüedades dificultan al adolescente la formación de imágenes claras de sí mismos y la manera en cómo deben actuar. La adolescencia es un periodo crítico para el desarrollo humano. Se caracteriza por una gran cantidad de cambios de tipo fisiológico, formas de pensar, de ver y entender el mundo, así como de confrontación y ajuste con el medio social. La transición de niño a joven implica una serie de cambios drásticos para los que el menor ni sus padres están preparados. El adolescente encuentra difícil adaptarse a su nuevo aspecto físico y, al mismo tiempo, debe encontrar un lugar en su entorno familiar y social con su nueva identidad en pleno proceso de evolución, por tanto para empezar el mundo adulto los jóvenes van ensayando múltiples comportamientos que tienden a imitar la edad adulta, antes de encontrar el que resulte más adecuado para él. Por otra parte, las identidades múltiples para lograr definir el tipo de adulto que quieren ser les lleva a experimentar ansiedad en diversas etapas de la vida es una función adaptativa inherente a algunas etapas de desarrollo. Pero también existen algunas situaciones en las que los adolescentes experimentan un elevado nivel de ansiedad que interrumpe con el desarrollo normal y saludable y que, por el contrario, pueden representar un riesgo para la salud. Sin embargo, la ansiedad ha de permanecer siempre entre unos límites, para no interferir de manera negativa en la vida del adolescente. Los adolescentes con niveles altos de ansiedad, suelen mostrarse inseguros, perfeccionistas, con gran necesidad de recibir la aprobación de los demás para que les aseguren la calidad de lo que hacen. Confían poco en sí mismos, les da miedo cualquier situación y requieren la constante presencia del adulto para enfrentarse a sus temores. Los trastornos de ansiedad constituyen una problemática frecuente entre los adolescentes y jóvenes, que se ha incrementado en las últimas décadas. Así, del 3 al 5% de los adolescentes padece trastornos de ansiedad diagnosticables en clínica. La ansiedad es uno de los temas más extensos en la psicología, se ha relacionado con muchas variables, sin embargo cuando se asocia con el consumo de alguna sustancia toxica, lo más común es pensar en una ansiedad inducida por el uso o abuso de la misma; por lo tanto, en un síndrome de abstinencia. El tabaquismo condiciona no solamente la adicción y la dependencia física ocasionada por la nicotina, sino también la dependencia psicológica, debido a las asociaciones entre situaciones agradables y fumar, como son las tradicionales reuniones sociales en la adolescencia. La prevalencia del consumo de tabaco en adolescentes en el continente americano es de 14,3%. Siendo la edad promedio de consumo de tabaco por primera vez en la población adolescente en México, de 13.7 años (ENA, 2008). Los adolescentes empiezan a fumar porque lo hacen muchos de sus amigos. Otros adolescentes empiezan a fumar como forma de rebelarse contra sus padres, la escuela o la sociedad en general, por lo que la aceptación dentro de los distintos grupos en los que se ve inmerso el adolescente es de suma importancia, ya que les brinda seguridad en la transición de esta etapa, haciéndolos susceptibles de acceder a iniciarse en prácticas que pueden fácilmente convertirse en un habito o en dependencia. Así fumar es un comportamiento aprendido y favorecido por la propia sociedad, donde predominan determinados tipos de influencias como la familiar, grupo de amigos, ídolos, publicidad, etc. En la presente tesis se explora el nivel de ansiedad de los adolescentes fumadores y aunque aún no muestren dependencia a la nicotina, experimentan efectos adversos a su consumo. Impacto social en términos de consecuencias. Sería imposible concebir la vida sin estar hasta cierto punto preocupado por la seguridad y el bienestar, ya que daría como resultado un estado de ansiedad constante. En consecuencia el tabaquismo podría asociarse como un defecto poco adaptativo, que conduce a su ingesta como un medio para la evitación al daño, impidiendo así un afrontamiento eficaz. Por lo cual se puede ver al tabaquismo no como una costumbre, gusto o un mal hábito, sino como una enfermedad que afecta a las personas a nivel físico y psicológico, siendo ésta favorecida por el entorno social. El tabaquismo se encuentra dentro de los diez problemas de Salud Pública, que, de no establecer medidas integrales para su control, rebasará la capacidad sanitaria que se requiere para su atención. El sector salud destina al año aproximadamente 30 mil millones de pesos (el 0.3 % del producto interno bruto) en la atención y tratamiento de pacientes que presentan enfermedades relacionadas al tabaco. Esto representa recursos económicos que podrían ser de utilidad para construir aproximadamente 50.000 viviendas de interés social en nuestro país. Además que el peso económico que impone a la sociedad se vincula con los gastos médicos debido a sus complicaciones, reduce los años de vida productiva por incapacidad o muerte prematura, lo cual genera pérdidas económicas al reducir la fuerza laboral por enfermedad y absentismo, problemas económicos familiares por muerte prematura de los padres, afecta el rendimiento académico y produce ausentismo escolar por enfermedad repetitiva de las vías respiratorias. El costo del tratamiento médico de cualquier enfermedad relacionada con el consumo de tabaco durante un año supera significativamente cualquier contribución hecha por un comprador de este producto en el mismo período. Dentro del área de la salud, la prevención primaria busca evitar que los no fumadores adquieran la adicción y los daños a la salud asociados, así se encamina a la reducción de la incidencia o aparición de nuevos casos de adicción a la nicotina, de ahí la importancia que los profesionales de la salud y educadores se dirijan a distintos grupos que conforman la sociedad, como son los adolescentes. El propósito del presente proyecto de tesis es explorar qué ocurre con la variable ansiedad, en una población de estudiantes preparatorianos que consumen tabaco, con la intención de contribuir al trabajo que realizan las instituciones que se dedican a tratar con fumadores. En la investigación se describen las características sociodemográficas de los adolescentes, el nivel de ansiedad tanto Rasgo como Estado, así como el nivel de nicotina de los fumadores y los motivos de mantenimiento. Cubriendo los siguientes objetivos: Identificar el nivel de ansiedad en los adolescentes preparatorianos fumadores, determinar si existe una relación entre consumo de tabaco y un nivel de ansiedad elevado, describir el patrón de consumo de tabaco, evaluar los factores que inciden en el tabaquismo adolescente, identificar la motivación al comienzo y mantenimiento de la conducta tabáquica y determinar las característicassociodemográficas de los adolescentes fumadores. Por lo anterior, para el éxito de la lucha contra el tabaquismo en adolescentes es necesario contar con la información pertinente que permita orientar las medidas de prevención y control del tabaco, proporcionar información de forma permanente a la población sobre los daños ocasionados por su consumo y ofrecer opciones de tratamiento a los ya fumadores. La tesis está conformada por 6 capítulos. En primer capítulo “Tabaquismo”, se exponen los antecedentes históricos, se define el tabaco y tabaquismo, los principales componentes, el impacto del tabaquismo en término de costos, el tabaquismo como problema de salud pública, la epidemiología de su consumo tanto a nivel mundial como en México. También la publicidad en torno al tabaquismo y la ley anti tabaco. En el segundo capítulo “Ansiedad” se define ansiedad, se presentan los antecedentes históricos, se describe la ansiedad en el contexto del consumo de sustancias y el síndrome de abstinencia a la nicotina, los conceptos cognitivos y por último la ansiedad en la adolescencia. El capítulo tres “Adolescencia” se define pubertad y adolescencia, adolescencia en América latina, búsqueda de la identidad, se describe las adicciones en la adolescencia, el tabaquismo adolecente así como su epidemiologia, finalmente se detalla la forma en la que los adolescentes por medio de la prueba inicial y la experimentación comienzan la adquisición del tabaquismo. En el capítulo cuatro se hace el planteamiento del problema, se especifican las hipótesis de estudio. Del mismo modo se describe la metodología del estudio. En el capítulo quinto “Resultados” se reportan los hallazgos encontrados en la investigación. Finalmente en el sexto capítulo se discuten los datos, se presentan las conclusiones así como las sugerencias y limitaciones de la investigación. CAPÍTULO 1 TABAQUISMO 1.1.- Antecedentes históricos El tabaco es una planta originaria de América. Existen dos interpretaciones sobre su origen, una de ellas, considerada la más creíble, sostiene que proviene de la provincia de Tabasco, México de donde se originó el nombre actual de la hierba. En México antiguo se le conoció con el nombre náhuatl de Piecetl (Nicotina tabacum) y su uso fue para fines curativos, como uno de los aspectos mágicos en los conjuros de esa época, para expulsar a los malos espíritus que aquejaban a los enfermos (Gutiérrez y Rubio 1994). El tabaco era una planta de uso común como droga psicoactiva en gran parte del continente americano cuando arribaron los europeos, y sus formas de consumo recogían todas las variedades hoy conocidas. Representantes de diversos países, que entraron en contacto diferencialmente con cada una de las culturas que componían el continente americano, trasladaron a Europa el consumo de tabaco en todas sus formas y variedades. Los españoles difundieron su consumo fumando, los franceses en forma de rape y los ingleses y holandeses en pipa y mascando. Europa reaccionó violentamente a la invasión de la nueva sustancia. La droga psicoactiva por excelencia era el alcohol, y de la nueva sustancia no sólo se desconocía todo, sino que además se producía en otro lugar, lo que añadía intereses económicos a los de carácter moral. La mayoría de los países de Europa y Asia, prohibieron su consumo y lo castigaron con penas tan severas que en muchos casos incluían la perdida de la vida. Su empleo era ritual, ceremonial, medicinal o simplemente placentero, sobresaliendo sus empleos rituales y medicinales. Los mayas llegaron a emplearlo como remedio universal, para calmar la sed y proporcionar fuerza, tomándolo en forma de polvo de tabaco que se mascaba mezclado con cal. En este pueblo también se empleaba como vehículo en rituales de adivinación, ya que para interrogar al espíritu que según las creencias mayas habitaba en la pantorrilla derecha, se frotaba la pierna con la saliva obtenida masticando tabaco; si los músculos de la pantorrilla se movían indicaba una respuesta afirmativa. (Chapa y Gerardo Rico 1990). Los mayas además son los primeros fabricantes de cigarros, para lo que seguían un complejo y elaborado proceso en el que incluían la elaboración de una pasta de varios vegetales con la que recubrían las hojas que servían de envoltorio al tabaco. Los aztecas utilizaban el tabaco como medicina casi universal, empleada contra el asma, la fiebre, las convulsiones, heridas producidas por mordeduras de animales, problemas digestivos, enfermedades de la piel y de los ojos; y masticando (el polvo y mezclado con cal) para combatir el cansancio y los dolores de muelas y parto. En Centroamérica el tabaco era consumido en forma de polvo de tabaco, fumado en cigarrillos y en pipa. Europa simplemente tuvo que recoger y refinar el proceso de consumo, desvinculándolo de todo ceremonial, proceso ritual o significado social que no fuera el puro placer de tomarlo. El tabaco viajó a España a principios del siglo XVI, y más tarde llegó a otros países de Europa como Países Bajos, Francia e Inglaterra. El siglo XVII muestra un enorme interés por el tabaco, en especial por sus poderes medicinales. La leyenda creada al respecto sirvió como base, junto a su capacidad como droga psicoactiva, para su rápida expansión. Hacia la mitad del siglo XVIII el tabaco era conocido y muy utilizado en toda Europa y en el resto del mundo. La oposición contra su uso, por considerarlo un vicio amoral, la inició el rey de Inglaterra Jaime I y fue secundada por los dirigentes de la mayoría de los países europeos y asiáticos. De este modo, la historia del tabaco se llenó de intentos tan crueles como inútiles por frenar su expansión. En Rusia, en tiempos del zar Miguel Fedorovitch, hacia la mitad del siglo XVII, dispuso que los fumadores debían ser torturados hasta que confesaran el nombre de su proveedor (traficante, diríamos hoy), cortándoles la nariz a ambos. En Turquía, los fumadores sorprendidos en el acto eran ejecutados, o como mal menor arrastrados por el suelo a través de las calles de Constantinopla con su pipa atravesada en la nariz (Proosdij, 1960). En el año 1638 se decretó en China que todos los individuos sorprendidos fumando o traficando con tabaco serían decapitados. En el siglo XVIII viene una paulatina caída de la persecución de los fumadores o consumidores de tabaco, regulando estrictamente su producción y comercialización, delimitando así la cantidad que se podía tener y las zonas permitidas para su cultivo. Dando inicio a opiniones favorables de su consumo y descripciones de sus múltiples bondades. Diversos avances tecnológicos abrieron el camino para el uso masivo del cigarrillo (Goldstein, 2003). En primer lugar, un nuevo procedimiento de curación a través del tabaco hizo que el humo fuera menos irritante para las vías respiratorias, de tal manera que su inhalación profunda resultara tolerable. En segundo lugar, la mecanización en la fabricación de cigarrillos aumentó su capacidad productiva, facilitando una gran expansión del mercado. En tercer lugar, los cerillos de seguridad, inventados a mitad del siglo XIX y fabricados masivamente a partir de 1890, constituyeron un requisito indispensable para el éxito de la expansión del cigarro. En cuarto lugar, se fueron perfeccionando nuevas técnicas publicitarias y el “marketing” masivo, sistemas que fueron aplicados rápidamente a este producto comercial (Goldstein 2003). 1.2.-Definición de tabaquismo Si bien no hay un acuerdo total sobre los límites del consumo necesarios para hablar de tabaquismo como adicción, y aunque tampoco la Organización Mundial de la Salud sea excesivamente explícita cuando define la dependencia como “una pauta de conducta en la que el uso de una sustancia psicoactiva tiene una absoluta prioridad sobre otras actividades que tuvieron anteriormenteun valor significativamente alto”, usualmente se considera adicción tabáquica o tabaquismo al consumo habitual de productos elaborados del tabaco, especialmente cigarrillos, en forma que supone un riesgo para la salud a mediano o largo plazo. A esto habría que añadir el riesgo para la salud provocado para otras personas presentes (fumadores pasivos) como consecuencia de la inhalación del humo generado por la combustión de cigarrillos consumidos por el fumador. (Gil, 1994). Según el Manual Diagnóstico y estadístico de los Trastornos Mentales, DSM- IV-R (APA, 2000), la dependencia a la nicotina es un patrón desadaptativo de consumo de tabaco que conlleva un deterioro o malestar clínicamente significativos, expresados por 3 o más de los siguientes apartados: 1) Tolerancia 2) Abstinencia 3) Consumir tabaco con frecuencia en cantidades mayores o durante un período más largo del que inicialmente se pretendía 4) Deseo persistente de controlar o interrumpir el consumo 5) Se emplea mucho tiempo en actividades relacionadas con la obtención, consumo o recuperación del tabaco 6) Se continúa consumiendo tabaco a pesar de estar consciente de los problemas físicos y psicológicos asociados. El concepto de tabaquismo ha variado en las últimas décadas. En los 60´s se consideraba un hábito, ya en los 70´s se habla de dependencia, reconociéndose a mediados de los 80´s la nicotina como una sustancia altamente adictiva y, en los 90´s, se avanza en los procesos diagnósticos y terapéuticos. (Calero, 2002). Como droga legal que es, el consumo de tabaco sólo llama la atención a los profesionales clínicos, por sus consecuencias a la salud ampliamente demostradas, y por el hecho especial de ser la única forma de conducta adictiva que lleva consigo el consumo involuntario de otras personas que estén en presencia del consumidor. De este modo, aún cuando se debe reconocer a los consumidores de tabaco fumado el derecho a seguir consumiendo un producto al margen del riesgo que se tiene para su propia salud, resulta también obvio que su consumo público debe ser controlado para impedir que otras personas se vean expuestas a tales riesgos contra su voluntad. Benowitz (1988) ha señalado que el fumar es una forma única de administración sistemática de una droga, dado que la misma llega al torrente sanguíneo a través de la circulación pulmonar y no por la vía sistémica o porta. El tiempo que pasa entre el fumar y la llegada de la nicotina al cerebro es menor que el que se ha registrado inyectando nicotina por vía intravenosa. La nicotina entra rápidamente al cerebro, pero los niveles de nicotina en el cerebro también decaen rápidamente dada su distribución a otros tejidos corporales (Lanzagorta, 2007). Fumar tabaco se considera comúnmente como un proceso de dosificación intermitente de nicotina, que a su vez es rápidamente eliminada por el cuerpo. Sin embargo, a pesar de que la vida media de la nicotina es en promedio de 2 horas, en un fumador regular la nicotina se acumula por 6 y 8 horas y permanece en el cuerpo durante la noche, mientras el fumador duerme. Así, fumar no es un sistema de dosificación intermitente dado que la exposición a la nicotina se da durante las 24 horas del día (Benowitz, 1988). 1.3. Tabaco El tabaco es un producto transformado y elaborado, obtenido a partir de las hojas curadas y fermentadas de la especie vegetal Nicotina tabacum. Fue nombrada así en honor a Jean Nicot, quien la promovió con fines medicinales, en el año de 1559 (Brailowsky, 2003). De origen americano, importada a Europa por los españoles, se extendió simultáneamente por Filipinas, China y Japón. Su principio activo más importante es la NICOTINA distribuida en toda la planta, salvo en la semilla. En las hojas que se destinan a fumar se encuentra en cantidades variables, normalmente entre 1-2%, otras variedades contienen altas proporciones, hasta 12%. Desde que se recoge la planta hasta la obtención de las labores comerciales, la hojas del tabaco pasa por una serie de fases que modifican progresivamente sus características, y que se denominan; curado (la hoja se deseca), fermentación (se transforma en producto fumable) en industrialización (se somete a diversos procesos que mejoran sus cualidades organolépticas y sanitarias). Finalmente se preparan las formas comerciales habituales. Las sustancias químicas presentes en el tabaco al someterse a la temperatura de combustión del cigarrillo (800ºC) en presencia de aire experimentan transformaciones muy profundas dando lugar a moléculas diversas. De aquí que muchas de las sustancias presentes en el humo, no se encuentren en la hoja o lo estén en proporciones mínimas, como el benzopireno, principal agente cancerígeno del tabaco. Al fumar cigarrillos, parte de la nicotina se deposita en el último tercio del mismo, de donde puede ser liberada si se apura éste. El ritmo y la intensidad de la fumada tienen influencia en la composición del humo. 1.3.1. Principales componentes del tabaco El fumar un cigarrillo produce diversas sustancias químicas que son inhaladas a través del tabaco como corriente principal de humo o emitidas al aire como corriente secundaria. Contiene sustancias muy diversas, se han identificado 4,722 de las cuales más de 60 son dañinas para la salud. El conocimiento de la composición exacta del humo todavía no se conoce. Diversos estudios han llegado a la conclusión de que puede haber más de 10,000 sustancias diferentes en el humo, aunque su concentración es tan baja que difícilmente podrían identificarse todas ellas. De los componentes tóxicos del tabaco se destacan tres principales sustancias, por su capacidad para producir patología: la Nicotina, el Alquitrán y el Monóxido de carbono. 1.3.2. Nicotina La Nicotina es un líquido aceitoso, incoloro en estado puro, pero en contacto con el aire amarillea y oscurece. Su punto de ebullición es de 247ºC; un cigarrillo (1g de tabaco) tiene generalmente de 10 a 25 mg de nicotina. Sin embargo, no toda esta cantidad penetra en el organismo, ya que como media se inhala del 8% al 15% del humo y el resto pasa al aire del ambiente. La dosis letal es de 5 mg por kilo de peso; hay suficiente nicotina en un cigarro como para matar a un niño si esta fuera consumida directamente en vez de ser inhalada. La vida media de la nicotina es de dos a tres horas, pero en los fumadores puede llegar a las seis u ocho horas por la tasa de acumulación, razón por la cual durante la noche consiguen dormir. Actividad Principal: La nicotina es estimulante ganglionar, a pequeñas dosis. A dosis elevadas, primeramente es excitante, pero después bloquea la transmisión nerviosa a nivel de los ganglios del Sistema Nervioso Vegetativo (gangliopléjico). Desde el punto de vista neurofisiológico, el potencial adictivo de la nicotina es comprensible dado que altera distintos mecanismos en el sistema nervioso central afectando los niveles de ansiedad, cognición y la conducta alimenticia. Se ha descrito que la abstinencia a la nicotina en seres humanos produce incremento de peso, irritabilidad, insomnio, depresión y dificultad de concentración, así como ansiedad, impaciencia, inquietud, hambre excesiva y búsqueda de tabaco (Lanzagorta, 2007). Usos: No se utiliza en terapéutica, a causa de su acción irregular, excitante o paralizante, normalmente desfavorables. Consumo: Como habito se practica principalmente fumando, y más raro masticando las hojas de tabaco. La conducta de fumar es la única toxicofilia que convierte en consumidores “forzosos” a otras personas, durante años ha existido despreocupación por estos; actualmente se ha vuelto a respetar a los no fumadores estableciéndose en numerosos lugares públicos la prohibición de fumar. Absorción: Todas las sustancias componentes del tabaco con importancia toxicológica se absorbenpor vía inhalatoria al fumarla. Solo el 30% del contenido de nicotina de un cigarro pasa con el humo a la boca del fumador; el 70% se pierde en el aire. La máxima absorción de la nicotina se da cuanto más fuerte es la inhalación, mayor sea el ritmo y la velocidad de fumar; también influye la clase de tabaco. Metabolismo: Aproximadamente del 80% al 90% de nicotina se metaboliza principalmente en el hígado, pero también en riñón y pulmón. La vida media de la nicotina es de 2 horas, aunque existe una variabilidad considerable entre los individuos (rango de 1 a 4 horas). Excreción: Los componentes del tabaco se eliminan por vía urinaria, el aliento y el sudor; la nicotina también se elimina en la leche de las mujeres lactantes que fuman. El nivel de excreción renal de la nicotina depende del pH y flujo de la orina, y corresponde entre el 2 y 35% del total de la eliminación. Intoxicación aguda: Por vía oral, en la forma menos grave produce: cefaleas, vértigos, vómitos, diarreas y aceleración del ritmo cardiaco y respiratorio (taquicardia taquipnea). En la forma más grave provoca ansiedad, convulsiones, sudoración, dilatación anormal de la pupila (midriasis), tendencia al colapso y paro respiratorio, la dosis letal para el adulto es de 50 mg. Tolerancia: Se desarrolla tolerancia a la nicotina, que hace incrementar el consumo al doble o triple, aunque desciende rápidamente con la interrupción; por ello hace más efecto el primer cigarrillo de la mañana. Dependencia: El tabaquismo desarrolla una dependencia de carácter tanto psicológico como físico, que no solo se debe a la nicotina y a los demás compuestos activos del humo, sino también al ritual y actitudes sociales del fumador. Síndrome de Abstinencia: Aunque no de carácter grave, se presenta con diferente intensidad según los individuos, en forma de alteraciones psicológicas como intranquilidad, falta de concentración, aumento de apetito; de carácter orgánico como alteración en las secreciones, estreñimiento, hipotensión etc. El fumador habitual que interrumpe el consumo suele experimentar en los 3-4 primeros días: alteraciones neurovegetativas como sudoración, palpitaciones y mareos, intranquilidad, excitación, ansiedad, crisis de mal humor con irritabilidad y agresividad; que le producen problemas en las relaciones por falta de control, depresión y aumento de peso. Dado que la nicotina puede servir tanto para reducir la ansiedad como para producir euforia, mejorar la vigilancia para ciertas tareas cognitivas, regular el peso corporal y modular el humor, son un modo útil de regular la relación del individuo fumador con el ambiente. Este efecto de la nicotina junto con otros factores de aprendizaje hace que se convierta pronto en una conducta bien consolidada. 1.3.3. Alquitrán Los alquitranes del cigarro son los productos que componen la fracción solida del humo, es una sustancia untuosa, de color oscuro, olor fuerte y sabor amargo, muy nocivo para la salud y uno de los principales componentes sólidos del cigarrillo. Este se va a cumulando en los pulmones de los fumadores, dificultando la entrada del oxígeno. Cada vez que se absorbe el cigarrillo, se deposita una capa de sustancia alquitranada en todas las zonas en que el humo entra en contacto con los tejidos que revisten la boca, garganta y pulmones. Estas sustancias alquitranadas tienen la misma composición química que provoca cáncer. 1.3.4. Monóxido de Carbono El Monóxido de Carbono es un gas incoloro muy tóxico que se desprende de la combustión del tabaco y del papel del cigarrillo. Cada cigarro produce de 10 a 20 mg de monóxido de carbono. En la sangre se combina con la hemoglobina y forma carboxihemohlobina, la cual al aspirarse por vía pulmonar desplaza al oxigeno de los hematíes e impide un adecuado abastecimiento de oxigeno a los distintos tejidos y órganos. Trabajos recientes indican que es el factor de mayor responsabilidad en la aparición de infarto, muerte súbita, arteriosclerosis, enfermedades respiratorias crónicas y daños al feto (Becoña, 2000). 1.4. Costos: Impacto del Tabaquismo Los gastos resultantes a las patologías derivadas del tabaquismo, según la Organización Mundial de la Salud (OMS) la atención medica cuesta anualmente a las instituciones de salud en el mundo más de 200 mil millones de dólares, en México se gastan alrededor de 30 mil millones de pesos al año en la atención de estos pacientes. El peso económico que estas enfermedades imponen a la sociedad se relaciona con los gastos médicos de la enfermedad y sus complicaciones, las pérdidas de productividad y los años potenciales de vida perdidos por incapacidad o muerte prematura. Estimaciones realizadas en los países desarrollados refieren que los costos de atención médica atribuibles al consumo de tabaco oscilan entre 0.10 y 1.1% del Producto Interno Bruto (PIB), siendo el PIB de México al año 600 mil millones de dólares. En los países de bajos y medianos ingresos, aunque con datos muy limitados, las estimaciones sugieren que dichos costos podrían ser mayores que en los países desarrollados. 1.5. Tabaquismo como problema de salud pública El tabaquismo se ha convertido en uno de los principales problemas emergentes de la salud pública a escala mundial. Según la Organización Mundial de la Salud (OMS), fumar tabaco es causa directa o indirecta de más de cinco millones de muertes al año en todo el mundo, cantidad que muy probablemente sobrepase los diez millones por año hacia el 2020. Por lo anterior el tabaquismo se encuentra dentro de los diez problemas de Salud Pública, y se pronostica como una enfermedad no transmisible que, de no establecer medidas integrales para su control, rebasará la capacidad sanitaria que se requiere para su atención. Además de la magnitud de la epidemia deben agregarse los costos elevados consecutivos al consumo de tabaco, en particular en países en vías de desarrollo. Estos costos incluyen los de la atención de las enfermedades secundarias al tabaquismo, la muerte en edades productivas y la disminución de la productividad en los enfermos, entre otros. Sin embargo, el panorama es aún más sombrío al considerar la relación estrecha entre el tabaquismo y la pobreza, ya que de acuerdo con la OMS, las familias de escasos recursos ocupan hasta 10% del gasto familiar para adquirir tabaco, lo que a su vez modifica la dinámica familiar al disponer de menores recursos para la alimentación, la educación y la atención a la salud. Los problemas de salud relacionados con el tabaco pasan a primer plano cuando la industrialización de la manufactura de tabaco lleva a la fabricación y consumo masivo de cigarrillos. Pese a que la evolución del tabaquismo tiene un patrón propio en cada sociedad. Dentro del área de la salud, la prevención primaria va de la mano con el tratamiento de las diversas enfermedades. Mientras que la prevención secundaria y la terciaria trabajan cuando ya ha aparecido el desorden (buscando disminuir los daños o rehabilitar al afectado); la prevención primaria se encamina a reducir la incidencia o la aparición de nuevos casos de un desorden o enfermedad, de ahí la importancia de que los profesionales de la salud y los educadores se impliquen en la Educación para la Salud y se dirijan a los distintos grupos que conforman nuestra sociedad. Así mismo, se reconoce como un logro sin precedentes el establecimiento por la OMS del Convenio Marco para el Control del Tabaco, que permite a los países suscritos conjuntar políticas, directrices, esfuerzos y recursos para combatir el tabaco en todo el mundo. México fue el primer país en América Latina en refrendar el Convenio Marco para el Control del Tabaco tras reconocer la magnitud del problema que ocasiona el consumo de tabaco, tanto en adultos como en menores de edad. Este convenio entró en vigor el 27 defebrero de 2005, luego de que lo ratificaron más de 40 países. Mediante esta firma se demuestra que los gobiernos de los países del mundo están comprometidos con la disminución del tabaquismo y sus efectos sobre la salud de sus poblaciones (Valdés-Salgado R., 2005). Para el éxito de la lucha contra el tabaquismo es indispensable contar con información y análisis permanentes, con objeto de orientar las medidas de prevención y control que fortalezcan la política fiscal del tabaco, eliminar la publicidad de los productos, crear ambientes y espacios libres de humo, evitar el acceso de los adolescentes al producto, suministrar información de manera permanente a la población sobre los daños, ofrecer opciones de tratamiento a los fumadores y propiciar la sustitución de cultivos. 1.6. Epidemiología del consumo de tabaco El Consejo Nacional Contra las Adicciones informa que estudios recientes revelan que día a día, de 14 a 15 mil jóvenes comienzan a fumar en los países de altos ingresos, mientras que en los de bajos y medios ingresos la cantidad de jóvenes que comienzan a fumar es de 68 a 84 mil (CONADIC, 2003). Las tendencias de la epidemia del tabaquismo muestran una disminución de la edad promedio de inicio, mayor consumo entre menores de edad e incremento en el número de fumadores. 1.6.1. En el mundo El tabaquismo es la causa prevenible de muerte y enfermedad más importante a nivel mundial. Se estima que existen alrededor de 1200 millones de fumadores en el mundo, de los cuales 300 millones se localizan en países desarrollados, 800 millones en países en vías de desarrollo. El tabaquismo es la drogodependencia mundialmente más extendida. La Organización Mundial de la Salud considera al tabaquismo como una creciente epidemia en los países en vías de desarrollo, en donde se localizan 800 millones de fumadores, es decir, 75% del total del mundo; esta epidemia pasa inadvertida al convertirse en parte de lo cotidiano. Cada minuto mueren 7 personas por enfermedades asociadas al tabaquismo; al año mueren cerca de 5 millones de personas por enfermedades asociadas al tabaquismo (enfermedades cardiovasculares, pulmonares, cerebro-vasculares, etc.). La Organización Mundial de la Salud estima que de continuar la tendencia actual, causará aproximadamente 10 millones de muertes anuales hacia el año 2025, de las cuales el 70% serán en países en desarrollo. La mitad de la gente que actualmente fuma (aproximadamente 650 millones de personas) tarde o temprano morirá por causa del tabaco. (OMS, 2004). Se afirma que los fumadores pierden entre 20 y 25 años de vida. Para 2020, la OMS estima que el tabaco causará más muertes alrededor del mundo que el VIH, la tuberculosis, la mortalidad materna, los accidentes de vehículos, el suicidio y el homicidio, combinados (OMS, 2005). 1.6.2. En México En México, el tabaquismo ya es considerado como una adicción de fuerte impacto social y económico. Se afirma que las enfermedades asociadas al consumo de tabaco aumentan el ausentismo laboral y por ende se relacionan con una menor productividad (Gutiérrez, y Rubio 1994). La Encuesta Nacional de Adiciones (2008), señala que de 2002 a 2008 aumentó en 50 por ciento la cifra de adictos crónicos en México al pasar de 158 mil a 307 mil. Los cálculos más recientes estiman 165 muertes diarias, mas de 60 mil anuales. Estas muertes se relacionan directamente con el 26.4% fumador; esto corresponde a una población de 14 millones de mexicanos fumadores, de la población entre 12 y 65 años, estas defunciones representan un 10% de las muertes nacionales. En México, el 3.5% de la población comenzó a fumar antes de los 10 años de edad, y uno de cada tres fumadores morirá antes de tiempo a causa de alguna enfermedad asociada al consumo de tabaco. Las consecuencias de este hábito, también se refleja dentro del ámbito familiar, en donde la presencia de enfermedades a edades tempranas conlleva a una mayor utilización de los servicios de salud, un incremento en los gastos de atención medica como consecuencia, una visible reducción en el orden adquisitivo familiar y un crecimiento en el gasto social. (Gutiérrez, y Rubio 1994). En México, 70% de los fumadores quieren dejar de fumar pero no han podido. Adicionalmente, de los individuos que se someten a un tratamiento para dejar de fumar en la Clínica de Ayuda para Dejar de Fumar del Instituto Nacional de Enfermedades Respiratorias, aproximadamente el 89% lo logra al término del mismo, sin embargo, solo el 35% sigue sin fumar un año después de haberse tratado (CONADIC, 2003). Entre la población de 12 a 65 años el 18.5% corresponde a fumadores activos (haber fumado durante el último año), lo cual representa cerca de 14 millones de mexicanos fumadores; 17.1% corresponde a ex fumadores (haber dejado de fumar hace más de un año) y 64.4% no había fumado. (ENA, 2008). Los adolescentes fumadores activos fuman, cinco cigarrillos al día promedio y los adultos, siete. La duración promedio del hábito de fumar diariamente en los adolescentes (12 – 17 años) es de 2.2 años y de 11.4 años en los adultos (18 – 65 años) El 85.3% de los fumadores activos consume menos de 16 cigarrillos al día; 11.7%, de 16 a 25 cigarrillos, y cerca de 3%, más de 25 cigarrillos. (ENA, 2008). Sólo el, 17.1%, cerca de 13 millones, de los mexicanos corresponde a ex fumadores. 1.7. Publicidad y Tabaquismo En todo el mundo la publicidad del tabaco apunta más a las mujeres, los niños los países de bajos recursos que es la franja de población por la cual puede seguir aumentando sus ventas. La estrategia central de las empresas tabacaleras es el consumo de tabaco por parte de los menores. Los enormes beneficios obtenidos por la industria del tabaco son mantenidos en virtud de la capacidad de las compañías tabacaleras. Son los gobiernos, las familias y los particulares quienes han de soportar el peso de los costos generados por el tabaquismo, mientras que las compañías tabacaleras se limitan a retener los beneficios. Desde el inicio de la producción industrial de cigarrillos manufacturados, éstos se han convertido en uno de los productos más accesibles del mercado. La red de distribución con decenas de miles de puntos de venta y del bajo precio del producto facilita su adquisición inmediata en cualquier sitio y a cualquier hora, día o noche, superando la accesibilidad de otros productos básicos como alimentos, medicamentos, productos de limpieza, libros y otros artículos de ocio. Es por mucho la sustancia adictiva más disponible para todos los ciudadanos, adultos, jóvenes o adolescentes. La industria del tabaco mantiene una decisiva y continuada presión para cuestionar o negar las evidencias científicas acumuladas en las últimas décadas sobre los efectos del consumo de tabaco sobre la salud, de las características adictivas de la nicotina y de los efectos de la exposición al humo de tabaco. Las compañías tabacaleras mantienen artificialmente la confusión sobre estos aspectos y tratan de desviar el debate público alertando sobre la restricción de la libertad individual. Otros de los recursos que las tabacaleras han utilizado para proteger su mercado han sido alegar que la nueva legislación quebranta el derecho a la libertad de expresión, al atacar su publicidad, y que provocará grandes pérdidas a la industria. El objetivo de la publicidad y promoción de los productos del tabaco no es informar adecuadamente a los consumidores sino mantener la fidelidad a cada marca e incrementar el consumo de los productos de cada compañía, fundamentalmente incorporando a nuevos sectores de la población al consumo de tacaco, que luego la capacidad adictiva de la nicotina mantiene. Así, nuevos grupos sociales, entre ellos los adolescentes, constituyen la bolsa de donde se puede generar nueva demanda de forma constante.La industria del tabaco siempre ha negado que las enormes inversiones que dedica a publicidad directa e indirecta estén dirigidas a captar nuevos clientes. Cada nuevo adolescente o joven que se inicia en el consumo representa para las compañías años de productos de tabaco y aprenden que el tabaco es algo aceptado y tolerado socialmente. La publicidad dirigida a adolescentes utiliza símbolos de liberación, rebeldía, iniciación y simulación de la vida adulta, señas de madurez, capacidad de seducción y éxito sexual, rendimiento deportivo, sociabilidad y desinhibición. Estos contenidos se adaptan al proceso de transición vivido por los adolescentes. La estrategia promocional de la industria del tabaco se centra en dos objetivos generales: 1) Incrementar la disponibilidad y accesibilidad del tabaco, haciéndolo apetecible para los nuevos clientes: los jóvenes, mantener contenidos altos de nicotina, diversificar el tamaño de los paquetes de cigarrillos, promover la proliferación de máquinas expendedoras, mantener precios bajos, tolerar o participar en el contrabando internacional, luchar contra la armonización legislativa, retrasar la aplicación y el seguimiento de las leyes, buscar vacios legales, reunir datos de clientes mediante concursos y como identificación de cadenas comerciales. 2) Promover una imagen positiva de la industria tabaquera en la sociedad, mediante el estrechamiento de vínculos con aliados poderosos como: Propietarios de medios de comunicación Políticos y responsables de decisiones políticas Realización de actividades culturales y benéficas Patrocinio de grupos de presión cuya imagen corporativa pretende ser la independencia, la tolerancia y la defensa de las libertades civiles Oferta a los gobiernos de educación para la salud en las escuelas que pretenden transmitir a los alumnos el mensaje de “ahora no fumes, ya podrás hacerlo cuando seas mayor”. (López, 1999; Jiménez, 2006). La publicidad facilita conocer el producto, identificarse con lo que le rodea y crear la conciencia de que fumar es normal. 1.8. Ley Antitabaco En lugar de evitar que fumen los menores de edad lo que hace la publicidad es seguir reclutando nuevos clientes, los cuales no observan las consecuencias a largo o mediano plazo sino que más bien lo único que observan son las consecuencias inmediatas que le ofrece el consumo de tabaco ante su grupo social o bien a su estado emocional. Es por esto que en México el 10 de diciembre de 2007, la Cámara de Diputados aprobó la Ley General para el Control del Tabaco, la cual incluye severas sanciones para los fumadores y establecimientos que no cumplan con esa legislación, crea zonas “libres de humo” y prevé un programa de apoyo para los fumadores. El Gobierno basa estas prohibiciones en ciertos estudios que consideran fundamental la influencia de la publicidad en el inicio del tabaquismo, por lo que queda prohibido que las empresas tabacaleras realicen patrocinio de eventos deportivos o de otra índole, que la publicidad y la promoción del tabaco esté dirigida a mayores de edad y que se empleen incentivos que fomenten la compra de cigarros. Así mismo será obligatorio etiquetar las cajetillas para informar al consumidor de que el producto que adquiere es nocivo para la salud. Establece la clausura y multas de hasta 10 mil salarios mínimos para los establecimientos que la desobedezcan, así como a las tabacaleras que empleen a menores en la producción de tabaco o realicen publicidad no limitada a adultos. La persona que esté en una zona “libre de humo” y fume, podrá ser sancionada con arresto de 36 horas y una multa de 100 salarios mínimos, 6 mil pesos aproximadamente. La nueva ley prohíbe fumar en espacios o establecimientos de acceso al público que no tengan una zona al aire libre. Tampoco se podrán vender cigarros sueltos en tiendas y para ello habrá un control de la Secretaría de Salud. De manera adicional se subirá un 10% los impuestos sobre las ventas del tabaco y destinará estos ingresos a campañas y acciones destinadas a combatir esta adicción para sensibilizar a los jóvenes de los efectos del tabaquismo. CAPÍTULO 2 ANSIEDAD 2.1. Definición de Ansiedad La ansiedad tiene multitud de definiciones. Los elementos comunes a la experiencia de ansiedad abarca: un estado emocional tenso caracterizado por una diversidad de síntomas, como dolor torácico, palpitaciones, disnea, un estado mental de anticipación a algún mal; la aprensión o miedo patológicos; las dudas propias sobre la naturaleza del peligro; la creencia en la realidad de la amenaza, y periodos con menor capacidad de afrontamiento. Más del 15 % de la población general llega a presentar un trastorno de ansiedad alguna vez en su vida. La ansiedad por definición es un sentimiento subjetivo que implica la presencia de aprensión, tensión, inquietud, temor indefinido, inseguridad o miedo, a modo de anticipación indefinida de un peligro no aclarado u objetivo, miedo ante la “nada” en contraposición al “miedo” ante un peligro o amenaza real; puede ser más o menos intensa; todos la experimentamos (DSM IV, 2002; Webster y Stanford, 2002; De la Gándara y Fuentes, 1999; Contreras, 2006). Tobal (1990) define la Ansiedad como una respuesta emocional o patrón de respuestas (triple sistema de respuestas) que engloba aspectos cognitivos displacenteros, de tensión y aprensión; aspectos fisiológicos, caracterizados por un alto grado de activación del sistema nervioso autónomo y aspectos motores que suelen implicar comportamientos poco ajustados y escasamente adaptativos. La respuesta de ansiedad puede ser emitida tanto por estímulos externos o situacionales como por estímulos internos al sujeto (respuestas anticipatorias), tales como pensamientos, ideas, imágenes, etc, que son percibidos por el individuo como peligrosos o amenazantes. 2.1.1. Triple sistema de respuestas 1- Cognitivo: Se refieren a pensamientos, ideas o imágenes de carácter subjetivo, así como a su influencia sobre las funciones superiores: • Preocupación • Miedo o temor • Inseguridad • Pensamientos negativos: inferioridad, incapacidad • Anticipación de peligro o amenaza • Dificultad para concentrarse • Dificultad para tomar decisiones • Sensación general de desorganización o pérdida de control sobre el ambiente, acompañada por dificultad para pensar con claridad. 2- Fisiológico: Son consecuencia de la actividad de los diferentes sistemas orgánicos del cuerpo humano: • Síntomas cardiovasculares: palpitaciones, pulso rápido, tensión arterial elevada, accesos de calor. • Síntomas respiratorios: sensación de sofoco, ahogo, respiración rápida y superficial, opresión torácica. • Síntomas gastrointestinales: vómitos, náuseas, diarrea, aerofagia, molestias digestivas. • Síntomas genitourinarios: micciones frecuentes, enuresis, eyaculación precoz, frigidez, impotencia. • Síntomas neuromusculares: tensión muscular, temblores, hormigueo, dolor de cabeza, fatiga excesiva. • Síntomas neurovegetativos: sequedad de boca, sudoración excesiva, mareo y lipotimia. 3- Motor: • Hiperactividad • Paralización motora • Movimientos repetitivos • Movimientos torpes y desorganizados • Tartamudeo y otras dificultades de expresión verbal • Conductas de evitación En circunstancias normales, el sistema nerviosos humano se encuentra preparado para advertir y movilizar al individuo en una de tres direcciones frente a una amenaza objetiva y físicamente peligrosa. Podemos luchar (atacar o defendernos de la fuerza o del objeto temido), huir (abandonar el campo) o quedarnos bloqueados (paralizados). Sin embargo, el rasgo característico del paciente ansioso es la percepción de una amenaza poderosa y la activación de los elementos fisiológicos asociados cuando no existe un peligro real. En otras palabras la personacon un trastorno de ansiedad ve la amenaza y reacciona a ella, pese a su inexistencia. 2.2. Antecedentes históricos de la Ansiedad La ansiedad se remonta a los orígenes de la humanidad. Quizá por este carácter tan universal como parte de la condición humana, los médicos de la antigüedad la omitían de la lista de enfermedades mentales. La ansiedad, tal como la entendemos, solía unirse al concepto de melancolía en la época medieval y en el Renacimiento, al mismo tiempo, estos trastornos de ansiedad, como los denominamos hoy, no solían motivar la asistencia dentro de ninguna institución sanitaria. El termino ansiedad se incorporo al léxico médico de las enfermedades mentales en los inicios del siglo XVIII (es imposible precisar el momento exacto). Es casi imposible hablar de “psiquiatría” por entonces, porque esta palabra no formo parte del vocabulario médico hasta que Johann Reil la acuñó en 1880. El primer tratado sobre psiquiatría en ingles corresponde a William Battie (1703-1776), él separaba la “locura” de la “ansiedad”; defendía la idea que la ansiedad debía entenderse sobre todo con un sentido corporal, más que mental, pues representaba un “exceso de sensación” (Sterin, D. Hollander, E., 2004). Era una visión muy biológica de los trastornos mentales. Da la impresión que la gente concedía menos importancia al estrés psicológico, que subyacía a sus enfermedades y tendía a somatizar, en parte por lo que podían ver y otra porque las enfermedades somáticas eran las únicas que los médicos estaban dispuestos a escuchar y tratar. Los primeros años del siglo XIX hubo un cambio dentro del campo de la salud mental: de la atención sólo a lo corporal, o lo que podían observar se pasó al estudio de las posibles causas psicológicas. Landre-Beauvais en 1813 empleó, en Francia, el término agnoisse para nombrar a los estados de ansiedad y lo definió como “cierto malestar, inquietud o agitación excesiva” que podía acompañar a trastornos agudos o crónicos y a expresiones psicológicas o somáticas de ansiedad (Berrios y Link, 1995; citado en Sterin, D. J. Hollander, E., 2004). En la segunda mitad del siglo XIX se extendió la idea de que la ansiedad, en sus formas más intensas o persistentes, merecía ocupar un lugar propio dentro de la psiquiatría. Sigmund Freud en 1895 acuñó por primera vez el término “Neurosis de Ansiedad” usándolo para describir al conjunto sintomático que presentaba: irritabilidad general, vértigo, parestesias, sudoración palmar y excesiva en general y dificultad para respirar. Mencionó que el síndrome podía ser de carácter crónico o podía también desarrollarse como crisis menores (Sterin, D. J. Hollander, E., 2004). Tras la modificación por Freud de su teoría, la ansiedad se consideraba más bien como una señal de alarma indicativa de un peligro para el equilibrio y el bienestar. Durante la segunda guerra mundial, se transfirió por primera vez a los soldados que presentaban éstos síntomas a un psiquiatra y no a un internista, considerándose la reacción de ansiedad como diagnóstico. (Pinedo Rivas, H. 1997). Frederick Skinner en 1938, explicó la ansiedad como una manifestación de la respuesta condicionada a una situación temida. En el año 1980 con la llegada del DSM III (Diagnostic and Statistical Manual of Mental Disorders) se separó la neurosis de angustia en categorías diagnósticas diferentes: el trastorno por ansiedad, y el trastorno de ansiedad generalizada. Actualmente, La DSM-IV-TR separa a los trastornos de angustia en: Trastorno por angustia con o sin agorafobia, Agorafobia sin historia de trastorno por angustia, Fobia específica, Fobia Social, Trastorno Obsesivo-Compulsivo, Trastorno por Estrés Post-Traumático, Trastorno de estrés agudo, Trastorno de Ansiedad Generalizada, Trastorno de ansiedad debido a enfermedad médica, Trastorno de ansiedad inducido por sustancias y Trastornos por Ansiedad No Especificado (Massana Ronquillo, J. 2005). 2.3. Ansiedad en el contexto del consumo de sustancias Los trastornos de ansiedad no justifican la mayoría de las quejas sobre los sentimientos de ansiedad de las personas con abuso de sustancias. La gran mayoría de estas quejas depende de la intoxicación o de estados de abstinencia. Sustancias tan diversas como la cocaína, el alcohol, cafeína y el tabaco pueden inducir sentimientos ansiosos, signos somáticos de ansiedad o incluso alguna angustia manifiesta. La abstinencia tras la exposición prolongada a prácticamente cualquier sustancia adictiva, como es la Nicotina, puede generar ansiedad. Cuando los síntomas de ansiedad adoptan el patrón de un trastorno de ansiedad durante la fase de intoxicación o abstinencia y traspasan los límites normales de la intoxicación o abstinencia, se clasifica como trastorno de ansiedad inducidos por sustancias y a su vez se clasifica según la sustancia concreta. La intoxicación y el abuso de nicotina no se incluyen en el DSM-IV; la intoxicación por nicotina aparece rara vez y no ha sido bien estudiada, y el abuso de nicotina no se observa en ausencia de dependencia. El trastorno de ansiedad inducido por sustancias puede diferenciarse de un trastorno de ansiedad primario por su inicio, curso y otros factores. En el caso de las drogas deben existir pruebas a partir de la historia clínica, de la exploración física y de las pruebas de laboratorio de que existe el antecedente de intoxicación o abstinencia. Los trastornos de ansiedad inducidos por sustancias sólo aparecen coincidiendo con estados de intoxicación o abstinencia, mientras que los trastornos de ansiedad primarios pueden preexistir al inicio del consumo de la sustancia o tener lugar en períodos de abstinencia mantenida. Debido a que el síndrome de abstinencia para diversas sustancias puede resultar relativamente largo, la aparición de los síntomas de ansiedad puede tener lugar hasta 4 semanas después de abandonar su uso. Otro dato a considerar es la presencia de características atípicas de un trastorno de ansiedad primario (p. ej., edad de inicio o curso atípicos). Por ejemplo, el inicio de un trastorno de angustia a partir de los 45 años de edad (lo cual es bastante raro) o la presencia de síntomas atípicos durante una crisis de angustia (p. ej., vértigo verdadero; pérdida del equilibrio, de la conciencia o del control esfinteriano; dolores de cabeza; olvido de palabras, y amnesia) pueden sugerir una etiología relacionada con el consumo de sustancias. En cambio, factores como la persistencia de síntomas de ansiedad durante un período considerable de tiempo (p. ej., durante 1 mes) tras haber remitido la fase aguda de una intoxicación o una abstinencia; la aparición de síntomas claramente excesivos en comparación con lo que cabría esperar teniendo en cuenta el tipo o cantidad de sustancia usada o la duración de este uso; o una historia previa de trastornos de ansiedad primarios recidivantes, sugieren que los síntomas de ansiedad podrían corresponder más probablemente a un trastorno de ansiedad primario. El trastorno de ansiedad, inducido por sustancias se diferencia a su vez del trastorno de ansiedad primario por el hecho de que una sustancia en concreto se considera etiológicamente relacionada con los síntomas 2.3.1. Características diagnósticas Criterio A.- La característica esencial de este trastorno es la existencia de síntomas predominantes de ansiedad que se consideran secundarios a los efectos fisiológicos directos de una sustancia. Criterio B.- A partir de la historia clínica, de la exploración física o de las pruebas de laboratorio se demuestra que (1) o (2): (1) los síntomas del Criterio A aparecen durante la intoxicación o abstinencia o en el primer mes siguiente (2) el consumo del medicamento está relacionado etiológicamente con la alteración Criterio C.- Estas alteraciones no se explican mejor porla presencia de un trastorno mental (p. ej., otro trastorno de ansiedad) no secundario al consumo de una sustancia. Criterio D.- No debe efectuarse el diagnóstico de trastorno de ansiedad relacionado con sustancias si los síntomas de ansiedad aparecen exclusivamente en el transcurso de un delirium. Criterio E.- Los síntomas provocan malestar clínicamente significativo o deterioro social, laboral o de otras áreas importantes de la actividad del individuo. Sólo debe establecerse este diagnóstico en vez del de intoxicación por o abstinencia de una sustancia cuando los síntomas de ansiedad sean excesivos en comparación con los que habitualmente se asocian a estos dos trastornos o cuando los síntomas de ansiedad son de suficiente gravedad como para merecer atención clínica independiente. 2.4. Ansiedad y síndrome de abstinencia a la nicotina La característica esencial del cese de nicotina es la presencia de un síndrome de abstinencia particular que se desarrolla después de la brusca interrupción del consumo de productos que contienen nicotina tras su consumo diario durante períodos prolongados. En el año 1940 fue reconocido que dejar de fumar abruptamente producía señales de abstinencia, llamado ahora síndrome de abstinencia. Como parte de la sintomatología de este síndrome se encuentran los cambios bruscos de humor, irritabilidad, frustración, dificultad para concentrarse, tensión, fatiga, depresión y ansiedad (Ward, et al., 2001; Contreras, 2006). Según el DSM-IV-TR, los más reportados del síndrome de abstinencia son los siguientes: enojo, ansiedad, depresión, dificultad para concentrarse, irritabilidad e insomnio. Esos aumentan conforme pasa más tiempo sin fumar, y disminuyen conforme el período de abstinencia se va a reduciendo a más de 4 semanas, ya que todos los síntomas de éste síndrome son transitorios, debido a que el cuerpo se desintoxica de nicotina. Los reportes dicen que durante los primeros 4 días de abstinencia de nicotina, el 50% de los que dejan de fumar presentan un sentimiento de depresión, el 60% reporta enojo, el 66% dificultad para concentrarse, el 80% ansiedad, el 86% insomnio y el 88% irritabilidad. (Ward, et al., 2001; Contreras, 2006). La dependencia y la abstinencia de nicotina se pueden presentar con el consumo de cualquier modalidad de tabaco (cigarrillos, chicles, polvo, pipa y puros) y con la toma de medicamentos (parches y chicle de nicotina). La capacidad relativa de estos productos para provocar dependencia o inducir abstinencia está en función de la rapidez de la vía de administración (fumada, oral o transdérmica) y del contenido en nicotina del producto consumido. Los síntomas de abstinencia pueden provocar un malestar clínicamente significativo o deterioro laboral, social o de otras áreas importantes de la actividad del individuo. Estos síntomas son debidos en gran parte a la privación de nicotina y son más intensos entre los sujetos que fuman cigarrillos que entre los que consumen otros productos que contienen nicotina. La hipótesis que la acción de fumar se mantiene por las consecuencias reforzantes del ciclo de la adicción a la nicotina, así como por el hecho de escapar o evadir los síntomas de la abstinencia a esta sustancia, es muy posible, ya que la nicotina activa muchas áreas y afecta al sujeto que la consume. Junto con las propiedades reforzantes de la nicotina se ha reportado también que produce ansiedad en humanos al dejar de consumirla y así mismo tiene un efecto ansiolítico cuando vuelve a ser consumida tanto por animales como por humanos. Es decir, la nicotina puede incrementar el sentimiento o sensación de ansiedad y el nerviosismo en humanos, y el hecho que se autoadministre da como resultado un efecto ansiolítico (File, et al., 2002; Contreras, 2006). Algunos síntomas asociados con la dependencia de nicotina parecen predecir mayores dificultades para interrumpir su uso: fumar al levantarse, fumar cuando se está enfermo, dificultad para dejar de fumar, cuando el primer cigarrillo del día es el más difícil de dejar y fumar más por las mañanas que por la tarde. También se relacionan con la probabilidad de dejar de fumar el número de cigarrillos que se fuman por día, el contenido de nicotina de los cigarrillos y el número de paquetes consumidos por año. La dependencia de nicotina es más frecuente en sujetos con otros trastornos mentales. Dependiendo de la población estudiada, entre el 55% y el 90 % de los sujetos con otros trastornos mentales fuman en comparación con el 30 % de la población general. Los trastornos del estado de ánimo, los trastornos de ansiedad y otros trastornos relacionados con sustancias son más frecuentes entre los fumadores que entre los ex fumadores o en quienes nunca han fumado. Muchos fumadores identifican la reducción de la sensación negativa de ansiedad o a la producción de un estado de relajación como motivo de su adicción. (Pomerleau, et al., 1992). La ansiedad que presentan las personas que dejan de fumar es del tipo reactivo, porque se adapta a las circunstancias por las que pasan los pacientes, siendo producido por el consumo de sustancias adictivas. Los síntomas de abstinencia pueden empezar a las pocas horas de dejar de fumar; el punto máximo se presenta típicamente a los 1-4 días y los síntomas duran 3-4 semanas. A los 6 meses de haber dejado de fumar, el 50 % de los fumadores que lo han dejado indica haber tenido deseos de fumar un cigarrillo en las últimas 24 horas. 2.5. Conceptos cognitivos de la ansiedad Sería imposible concebir la vida sin estar, hasta cierto punto, preocupado por la seguridad, el bienestar y la protección. La percepción de seguridad desempeña una misión crítica porque, sin ella, el organismo estaría en un estado de ansiedad o vigilia constante, dispuesto a la respuesta de huída o ataque. 2.5.1. Supuestos básicos El modelo cognitivo de la ansiedad establece varios supuestos básicos acerca de la ansiedad, su evocación, su mediación y su importancia (Beck, et al., 1985; Wells, 1997; Sterin, D. J. Hollander, E., 2004). 1) El miedo, cuando se evoca ante un peligro objetivo, es una respuesta emocional con un significado adaptativo para la especie humana. Se trata de un mecanismo de supervivencia. 2) La evocación de la ansiedad en respuesta a una percepción errónea o exagerada de peligro, cuando no hay tal, se considera un defecto de adaptación. 3) Las personas con trastornos de ansiedad tienden a emitir falsas alarmas que crean un estado relativamente constante de activación emocional, tensión y malestar subjetivo. Estas falsas alarmas mantienen al organismo en un estado de alerta. 4) El sistema cognitivo desempeña una misión vital y esencial en la evaluación de peligro y de los recursos y en la activación de los sistemas fisiológico, motivacional, afectivo y conductual. 5) El sistema cognitivo influye a través de pensamientos involuntarios repetitivos, no premeditados y rápidos o de imágenes que pasan inadvertidas para el sujeto. Los pensamientos automáticos provienen de estructuras cognitivas más profundas denominadas esquemas. 6) Las reacciones y los trastornos de ansiedad se pueden entender de forma más completa, esclareciendo los pensamientos automáticos, las distorsiones cognitivas y los supuestos de partida del sujeto. 7) Las personas con trastornos de ansiedad pierden la objetividad y la capacidad para evaluar las cogniciones asociadas al peligro de una forma racional y realista. 8) Las personas con trastornos de ansiedad cometen errores sistemáticos al procesar la información. 2.5.2. Factores predisponentes De acuerdo con el modelo cognitivo de la ansiedad (Beck, et al., 1985), son cinco los factores que pueden predisponer a la ansiedad: 1) Genética: La herencia puede manifestar su influencia a través de la existencia de un sistemanervioso vegetativo fácil de activar o lábil. En otras palabras, los antecedentes familiares del trastorno podrían explicar que bajo las condiciones oportunas, un paciente manifestará síntomas de ansiedad. Así pues, la importancia de la vulnerabilidad genética no se puede valorar del todo sin considerar el rol interactivo de los factores ambientales, psicológicos y sociales (Barlow y Cerney, 1988; Sterin, D. J. Hollander, E., 2004). 2) Enfermedades somáticas: Al estudiar los trastornos de ansiedad hay que descartar posibles causas somáticas que imiten la ansiedad. Muchas veces los síntomas remiten tratando el problema somático. A su vez la existencia de un problema somático no descarta necesariamente la presencia del problema de ansiedad. Los problemas somáticos pueden coexistir con los trastornos de ansiedad y en ocasiones, ambos requieren tratamiento. 3) Trauma psicológico: Los traumas mentales durante la época del desarrollo aumentan la vulnerabilidad individual frente a la ansiedad ante situaciones parecidas a la del trauma original (Beck, et al., 1985; Sterin, D. J. Hollander, E., 2004). 4) Ausencia de mecanismos de afrontamiento: Quizá, los pacientes con ansiedad no hayan aprendido estrategias adecuadas de afrontamiento, o por el contrario, hayan aprendido a utilizar respuestas como la evitación, que solo refuerzan la ansiedad e impiden el afrontamiento eficaz. 5) Pensamientos, creencias, supuestos y procesamiento cognitivo distorsionado: Las creencias poco realistas acerca de la amenaza o del peligro que tienen los sujetos con trastornos de ansiedad son presuntamente activadas por acontecimientos o situaciones que en opinión al sujeto, contienen elementos semejantes a los de las situaciones en que se aprendieron esos esquemas. 2.5.3. Factores precipitantes 1) Enfermedades somáticas o sustancias toxicas: El comienzo de un problema somático, remede o no la ansiedad, puede precipitarla. Los problemas somáticos causan a veces síntomas como fatiga o depresión que pueden mermar o limitar la capacidad del individuo para tolerar o superar incluso dificultades normales y cotidianas. El resultado es que factores generadores de estrés, que antes se vencían, desbordan los recursos individuales. Las dificultades respiratorias pueden alterar el equilibrio entre oxígeno y el dióxido de carbono, lo que se manifiesta a veces por síntomas parecidos a la ansiedad. En ocasiones, las personas ingieren una sustancia como la nicotina que ejerce el mismo efecto somático, interpretado como peligroso. Otra fuente farmacológica de síntomas parecidos a la ansiedad es el uso de medicamentos de carácter estimulante que se prescriben con receta. Algunos anticongestivos y broncodilatadores poseen la propiedad de aumentar la frecuencia cardiaca y producen aturdimiento. Estos síntomas también se pueden tomar como una amenaza y provocan ansiedad, estableciendo un círculo vicioso. Muchas sustancias se pueden clasificar como elementos biogénicos estresantes, pues evitan el sistema de percepción cognitiva y actúan directamente sobre el sistema nervioso (Everly, 1989; Sterin, D. J. Hollander, E., 2004). 2) Factores estresantes externos e intensos: Cualquier factor estresante o acontecimiento vital grave, como la pérdida de un ser querido, o un trabajo, es otro posible precipitante de ansiedad (Last, et al., 1984). 3) Estrés de larga duración: Los factores estresantes se pueden acumular durante mucho tiempo. El resultado es una situación en la que se agotan y desbordan los recursos de afrontamiento de la persona. 4) Factores estresantes que afectan a la vulnerabilidad y el umbral de exigencias: Ante la presencia de un único factor o ante el efecto acumulativo de varios factores juntos, la persona puede tomar en cuanto a sus acciones, sentimientos o pensamientos; el resultado es una sensación de amenaza. Los factores de vulnerabilidad sirven para reducir el umbral o la tolerancia del paciente frente a las dificultades de la vida, de modo que experiencias que antes se toleraban bien o que se encaraban sin problemas, resultan ahora insuperables. El grado mayor de vulnerabilidad, solo o combinado, aumenta las dificultades del paciente en diversos campos como el consumo de tabaco. Algunas personas ven mermada su capacidad para resolver los problemas, hecho que solo se manifiesta en ocasiones cuando la situación es muy difícil. Las nuevas circunstancias vitales como el cambio de escuela, entrar a un grupo social, reprobar un examen, etc, representan también elementos estresantes y son factores de vulnerabilidad. Del mismo modo se puede decir que aquello que precipita ansiedad en un caso puede no hacerlo en otro. 2.6. Ansiedad en la Adolescencia La importancia clínica de cualquier síntoma conductual debe evaluarse en relación con la presencia o ausencia de limitación funcional asociada y, más importante, en relación con el impacto sobre el desarrollo del adolescente. Los problemas emocionales breves forman parte del desarrollo normal, pero las dificultades emocionales o conductuales asociadas a una distorsión prolongada o a un retraso en el proceso de desarrollo indican la presencia de patología o de un trastorno bien definido. La ansiedad es un sentimiento que se presenta en todas las personas porque es, principalmente, una respuesta emocional. En consecuencia, se puede decir que existe un trastorno de ansiedad para adultos, y que los niños y adolescentes comparten muchos de los síntomas, pero con características propias de las distintas fases de su etapa de desarrollo. Para el tiempo en que los niños llegan a la adolescencia ya exhiben patrones bien desarrollados de respuestas emocionales a los acontecimientos y a las personas. Entonces, el patrón de respuesta emocional que se muestra durante la adolescencia es sólo la continuación del que ha ido apareciendo lentamente durante la niñez. En las diferentes edades y etapas existen ajustes y desajustes que crean un desequilibrio constante que varía en función de la naturaleza, cantidad y calidad de los factores psicosociales causantes de ansiedad. La perspectiva del desarrollo ayuda a entender cómo la frecuencia de trastornos mentales en niños y adolescentes varía, en relación con el grado de disfunción que el niño experimenta, asociado a un patrón específico de síntomas. En esta línea de ideas, el abuso o dependencia de sustancias se considera como trastornos de la salud mental. Aunque el malestar en la adolescencia puede ser soportable y los contactos sociales se toleren adecuadamente, el comportamiento de muchos adolescentes exige un gran consumo de esfuerzo y energía, mismo que genera mayor ansiedad. Dado el proceso de desarrollo no sorprende que la ansiedad cruce con altibajos, de tal manera que se nota una mejoría cono resultado de inf luencias benéficas o factores protectores que actúen sobre ellos. Así algunos adolescentes ansiosos pueden abusar del tabaco por cierto tiempo como parte de su crisis de adolescencia y posteriormente abandonar el consumo. Asimismo, otros jóvenes que antes sólo estaban en riesgo de consumir pueden desarrollar un trastorno por dependencia a la nicotina, con un impacto tan grave y devastador sobre ellos y sus familias, como sucedería en condiciones similares en adultos. Así, al considerar que los adolescentes ansiosos que consumen tabaco son víctimas únicamente de influencias negativas, se corre el riesgo de subestimar la gravedad de estas condiciones y la necesidad de la intervención terapéutica. De la misma forma, los factores de riesgo o estresores pueden tener un gran impacto, poco o ninguno, dependiendo de la edad en la que ocurren o si aparecen solos o asociados a otros factores de riesgo. Experimentar una carga de ansiedad es un tema de preocupación en la adolescencia, pero puede ser de gran ayuda