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Tabaquismo-y-ansiedad-adolescente

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respectivo titular de los Derechos de Autor. 
 
 
 
A todas aquellas personas que de alguna u otra manera me apoyaron en la 
culminación de esta tesis. 
María Fernanda 
ÍNDICE 
Resumen……………………………………………………………………………… 1 
Introducción…………………………………………………………………………... 2 
CAPÍTULO I Tabaquismo………………………………………………………… 10 
1.1. Antecedentes históricos ………………………………………………....... 10 
1.2. Definición de tabaquismo …………………………………………………. 13 
1.3. Tabaco……………………………………………………………………...... 15 
1.4. Costos: Impacto del Tabaquismo…………………………………………. 21 
1.5. Tabaquismo como problema de salud pública…………………………. 22 
1.6. Epidemiología del consumo de tabaco…………………………………… 24 
1.7. Publicidad y Tabaquismo………………………………………………….. 27 
1.8. Ley Antitabaco……………………………………………………………… 30 
CAPÍTULO II Ansiedad……………………………………………………………. 32 
2.1. Definición de Ansiedad…………………………………………………….. 32 
2.2. Antecedentes históricos de la Ansiedad…………………………………. 35 
2.3. Ansiedad en el contexto del consumo de sustancias…………………… 37 
2.4. Ansiedad y síndrome de abstinencia a la nicotina……………………… 40 
2.5. Conceptos cognitivos de la ansiedad…………………………………….. 43 
2.6. Ansiedad en la Adolescencia……………………………………………… 48 
2.7. Correlatos……………………………………………………………………. 50 
2.8. Efectos del tabaco a nivel cognitivo………………………………………. 53 
CAPÍTULO III Adolescencia………………………………………………………57 
3.1. Pubertad y Adolescencia……………………………………………………57 
3.2. Búsqueda de la Identidad………………………………………………….. 61 
3.3. Adolescencia y adicciones………………………………………………… 63 
3.4. Epidemiología del consumo de tabaco en adolescentes………………..64 
3.5. Adolescencia y Tabaco…………………………………………………….. 65 
3.6. La adquisición: prueba inicial y experimentación……………………….. 67 
CAPÍTULO IV Método……………………………………………………………...74 
4.1. Planteamiento del problema……………………………………………….. 74 
4.2. Pregunta(s) de investigación………………………………………………. 74 
4.3. Hipótesis………………………………………………………………………74 
4.3.1. Hipótesis de trabajo………………………………………………………….74 
4.3.2. Hipótesis estadísticas………………………………………………………..74 
4.4. Variables……………………………………………………………………... 74 
4.4.1. Variables independientes……………………………………………………74 
4.4.2. Variable dependiente………………………………………………………...75 
4.5. Definición conceptual de variables…………………………………………75 
4.5.1. Tabaquismo…………………………………………………………………..75 
4.5.2. Ansiedad……………………………………………………………………... 75 
4.5.3. Adolescencia………………………………………………………………….75 
4.6. Definición operacional de variables………………………………………..76 
4.6.1. Tabaquismo…………………………………………………………………..76 
4.6.2. Ansiedad………………………………………………………………………76 
4.6.3. Adolescencia………………………………………………………………….76 
4.7. Sujetos………………………………………………………………………...76 
4.7.1. Criterios de inclusión…………………………………………………………76 
4.7.2. Criterios de exclusión………………………………………………………..76 
4.8. Muestreo………………………………………………………………………76 
4.9. Tipo de estudio……………………………………………………………….77 
4.10. Diseño…………………………………………………………………………77 
4.11. Instrumento(s) y/o material(es)……………………………………………..78 
4.12. Procedimiento………………………………………………………………...80 
4.13. Análisis estadístico de datos………………………………………………..81 
CAPÍTULO V Resultados………………………………………………………….82 
CAPÍTULO VI Discusión……………………………………………………….. 112 
6.1. Conclusiones………………………………………………………………..117 
6.2. Sugerencias y limitaciones………………………………………………...118 
Referencias Bibliohemerográficas………………………………………………..120 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
RESUMEN 
 
La presente investigación abordó la relación entre el tabaquismo y ansiedad en 
adolescentes. El objetivo del estudio es explorar qué ocurre con la variable 
ansiedad, en una población de adolescentes que consumen tabaco, así como 
identificar la motivación al comienzo y mantenimiento de la conducta tabáquica, 
determinando las características sociodemográficas de los adolescentes 
fumadores. 
Participaron 250 estudiantes de nivel preparatoria, todos fumadores, quienes 
fueron evaluados a través de un cuestionario sociodemográfico, un inventario 
de ansiedad (IDARE), un test para Dependencia a la Nicotina (Fogerström) y 
un cuestionario para evaluar el motivo por el cual la persona fuma (Motivos de 
fumar de Russell). Los resultados muestran que la relación entre tabaquismo y 
ansiedad no es estadísticamente significativa. 
Se concluyó que los adolescentes exhiben niveles bajos de Ansiedad, no 
presentan Dependencia a la Nicotina, además se observó que la relación entre 
disponibilidad y un ambiente familiar tabáquico, facilitan el consumo. 
Palabras clave: Tabaquismo, Ansiedad y Adolescencia. 
 
 
 
 
 
 
INTRODUCCIÓN 
 
Justificación: interés de la problemática. 
En los últimos años las drogas no solo se convirtieron en un asunto de 
seguridad nacional, sino que su expansión ha dado inicio a una verdadera 
amenaza de salud tanto pública como social. 
El fumar tabaco es relativamente común entre la población joven y el abuso se 
está convirtiendo en un problema creciente. Agregando a ello el hecho que la 
edad de inicio en el consumo se ha reducido notoriamente. 
La iniciación al consumo de tabaco, en la mayoría de los casos, se realiza en 
edad escolar ya que es la etapa de la vida que se caracteriza por la búsqueda y 
experimentación de nuevas sensaciones. 
Del mismo modo, una de las principales causas que los fumadores refieren 
cuando se les cuestiona el por qué fuman, se asocia con el incremento de la 
atención que el cigarro les brinda o simplemente para reducir su ansiedad. 
La difusión de la idea que fumar reduce la ansiedad, parece una constante, por 
lo que en muchas circunstancias en la que los adolescentes presentan 
síntomas de ansiedad, comienzan a relacionarlo con el consumo de tabaco y 
así depositan en un factor externo la reducción de sentimientos negativos, 
dejando de lado que dichos efectos son a corto plazo y casi instantáneos, en su 
mayoría como un alivio ante los síntomas de abstinencia. 
Descripción del problema y datos estadísticos que den cuenta del 
impacto social o de la consideración de un problema de Salud pública. 
El tabaquismo se ha convertido en uno de los problemas principales a nivel 
mundial de salud pública. Según la Organización Mundial de la Salud (OMS), 
fumar tabaco es causa directa o indirecta de más de cinco millones de muertes 
al año en el mundo cantidad que muy probablemente sobrepase los diez 
millones por año hacia el 2020; siendo la primera causa de muerte evitable en 
el mundo. En México, los cálculos más recientes estiman 165 muertes diarias, 
y más de 60 mil anuales. Estas defunciones representan el 10% de las muertes 
nacionales. 
Los adolescentes son considerados como un grupo de alto riesgo debidoa los 
cambios psicológicos y conductuales por los que atraviesan relacionados con el 
periodo de transición hacia la madurez; además de que gran parte de los 
hábitos nocivos para la salud son adquiridos durante esta etapa, motivo por el 
cual son el blanco de todas las estrategias de la industria tabacalera. Los 
adolescentes son el grupo de la población más susceptible de desarrollar 
conductas de riesgo, esto se explica por su tendencia antagónica a las reglas y 
por la curiosidad de experimentar nuevas conductas, entre ellas el uso de 
tabaco. 
Casi un millón de adolescentes de 12 a 17 años que viven en zonas urbanas 
son fumadores (10.1% de este grupo de población). En las áreas rurales, la 
proporción es de 232 mil (6.1%). 
Por lo que puede verse a la adolescencia como una etapa turbulenta, donde 
hay un confusionismo de los roles que se deben adoptar. Por un lado dejan de 
ser niños pero al mismo tiempo no se ajustan con una vida adulta. Estas 
ambigüedades dificultan al adolescente la formación de imágenes claras de sí 
mismos y la manera en cómo deben actuar. 
La adolescencia es un periodo crítico para el desarrollo humano. Se caracteriza 
por una gran cantidad de cambios de tipo fisiológico, formas de pensar, de ver 
y entender el mundo, así como de confrontación y ajuste con el medio social. 
La transición de niño a joven implica una serie de cambios drásticos para los 
que el menor ni sus padres están preparados. El adolescente encuentra difícil 
adaptarse a su nuevo aspecto físico y, al mismo tiempo, debe encontrar un 
lugar en su entorno familiar y social con su nueva identidad en pleno proceso 
de evolución, por tanto para empezar el mundo adulto los jóvenes van 
ensayando múltiples comportamientos que tienden a imitar la edad adulta, 
antes de encontrar el que resulte más adecuado para él. 
Por otra parte, las identidades múltiples para lograr definir el tipo de adulto que 
quieren ser les lleva a experimentar ansiedad en diversas etapas de la vida es 
una función adaptativa inherente a algunas etapas de desarrollo. Pero también 
existen algunas situaciones en las que los adolescentes experimentan un 
elevado nivel de ansiedad que interrumpe con el desarrollo normal y saludable 
y que, por el contrario, pueden representar un riesgo para la salud. 
Sin embargo, la ansiedad ha de permanecer siempre entre unos límites, para 
no interferir de manera negativa en la vida del adolescente. Los adolescentes 
con niveles altos de ansiedad, suelen mostrarse inseguros, perfeccionistas, con 
gran necesidad de recibir la aprobación de los demás para que les aseguren la 
calidad de lo que hacen. Confían poco en sí mismos, les da miedo cualquier 
situación y requieren la constante presencia del adulto para enfrentarse a sus 
temores. 
Los trastornos de ansiedad constituyen una problemática frecuente entre los 
adolescentes y jóvenes, que se ha incrementado en las últimas décadas. Así, 
del 3 al 5% de los adolescentes padece trastornos de ansiedad diagnosticables 
en clínica. 
La ansiedad es uno de los temas más extensos en la psicología, se ha 
relacionado con muchas variables, sin embargo cuando se asocia con el 
consumo de alguna sustancia toxica, lo más común es pensar en una ansiedad 
inducida por el uso o abuso de la misma; por lo tanto, en un síndrome de 
abstinencia. 
El tabaquismo condiciona no solamente la adicción y la dependencia física 
ocasionada por la nicotina, sino también la dependencia psicológica, debido a 
las asociaciones entre situaciones agradables y fumar, como son las 
tradicionales reuniones sociales en la adolescencia. 
La prevalencia del consumo de tabaco en adolescentes en el continente 
americano es de 14,3%. Siendo la edad promedio de consumo de tabaco por 
primera vez en la población adolescente en México, de 13.7 años (ENA, 2008). 
Los adolescentes empiezan a fumar porque lo hacen muchos de sus amigos. 
Otros adolescentes empiezan a fumar como forma de rebelarse contra sus 
padres, la escuela o la sociedad en general, por lo que la aceptación dentro de 
los distintos grupos en los que se ve inmerso el adolescente es de suma 
importancia, ya que les brinda seguridad en la transición de esta etapa, 
haciéndolos susceptibles de acceder a iniciarse en prácticas que pueden 
fácilmente convertirse en un habito o en dependencia. 
Así fumar es un comportamiento aprendido y favorecido por la propia sociedad, 
donde predominan determinados tipos de influencias como la familiar, grupo de 
amigos, ídolos, publicidad, etc. 
En la presente tesis se explora el nivel de ansiedad de los adolescentes 
fumadores y aunque aún no muestren dependencia a la nicotina, experimentan 
efectos adversos a su consumo. 
Impacto social en términos de consecuencias. 
Sería imposible concebir la vida sin estar hasta cierto punto preocupado por la 
seguridad y el bienestar, ya que daría como resultado un estado de ansiedad 
constante. En consecuencia el tabaquismo podría asociarse como un defecto 
poco adaptativo, que conduce a su ingesta como un medio para la evitación al 
daño, impidiendo así un afrontamiento eficaz. 
Por lo cual se puede ver al tabaquismo no como una costumbre, gusto o un mal 
hábito, sino como una enfermedad que afecta a las personas a nivel físico y 
psicológico, siendo ésta favorecida por el entorno social. 
El tabaquismo se encuentra dentro de los diez problemas de Salud Pública, 
que, de no establecer medidas integrales para su control, rebasará la 
capacidad sanitaria que se requiere para su atención. 
El sector salud destina al año aproximadamente 30 mil millones de pesos 
(el 0.3 % del producto interno bruto) en la atención y tratamiento de pacientes 
que presentan enfermedades relacionadas al tabaco. Esto representa recursos 
económicos que podrían ser de utilidad para construir aproximadamente 
50.000 viviendas de interés social en nuestro país. Además que el peso 
económico que impone a la sociedad se vincula con los gastos médicos debido 
a sus complicaciones, reduce los años de vida productiva por incapacidad o 
muerte prematura, lo cual genera pérdidas económicas al reducir la fuerza 
laboral por enfermedad y absentismo, problemas económicos familiares por 
muerte prematura de los padres, afecta el rendimiento académico y produce 
ausentismo escolar por enfermedad repetitiva de las vías respiratorias. 
El costo del tratamiento médico de cualquier enfermedad relacionada con el 
consumo de tabaco durante un año supera significativamente cualquier 
contribución hecha por un comprador de este producto en el mismo período. 
Dentro del área de la salud, la prevención primaria busca evitar que los no 
fumadores adquieran la adicción y los daños a la salud asociados, así se 
encamina a la reducción de la incidencia o aparición de nuevos casos de 
adicción a la nicotina, de ahí la importancia que los profesionales de la salud y 
educadores se dirijan a distintos grupos que conforman la sociedad, como son 
los adolescentes. 
El propósito del presente proyecto de tesis es explorar qué ocurre con la 
variable ansiedad, en una población de estudiantes preparatorianos que 
consumen tabaco, con la intención de contribuir al trabajo que realizan las 
instituciones que se dedican a tratar con fumadores. 
En la investigación se describen las características sociodemográficas de los 
adolescentes, el nivel de ansiedad tanto Rasgo como Estado, así como el nivel 
de nicotina de los fumadores y los motivos de mantenimiento. 
Cubriendo los siguientes objetivos: Identificar el nivel de ansiedad en los 
adolescentes preparatorianos fumadores, determinar si existe una relación 
entre consumo de tabaco y un nivel de ansiedad elevado, describir el patrón 
de consumo de tabaco, evaluar los factores que inciden en el tabaquismo 
adolescente, identificar la motivación al comienzo y mantenimiento de la 
conducta tabáquica y determinar las característicassociodemográficas de los 
adolescentes fumadores. 
Por lo anterior, para el éxito de la lucha contra el tabaquismo en adolescentes 
es necesario contar con la información pertinente que permita orientar las 
medidas de prevención y control del tabaco, proporcionar información de forma 
permanente a la población sobre los daños ocasionados por su consumo y 
ofrecer opciones de tratamiento a los ya fumadores. 
La tesis está conformada por 6 capítulos. En primer capítulo “Tabaquismo”, se 
exponen los antecedentes históricos, se define el tabaco y tabaquismo, los 
principales componentes, el impacto del tabaquismo en término de costos, el 
tabaquismo como problema de salud pública, la epidemiología de su consumo 
tanto a nivel mundial como en México. También la publicidad en torno al 
tabaquismo y la ley anti tabaco. 
En el segundo capítulo “Ansiedad” se define ansiedad, se presentan los 
antecedentes históricos, se describe la ansiedad en el contexto del consumo de 
sustancias y el síndrome de abstinencia a la nicotina, los conceptos cognitivos 
y por último la ansiedad en la adolescencia. 
El capítulo tres “Adolescencia” se define pubertad y adolescencia, adolescencia 
en América latina, búsqueda de la identidad, se describe las adicciones en la 
adolescencia, el tabaquismo adolecente así como su epidemiologia, finalmente 
se detalla la forma en la que los adolescentes por medio de la prueba inicial y 
la experimentación comienzan la adquisición del tabaquismo. 
En el capítulo cuatro se hace el planteamiento del problema, se especifican las 
hipótesis de estudio. Del mismo modo se describe la metodología del estudio. 
En el capítulo quinto “Resultados” se reportan los hallazgos encontrados en la 
investigación. Finalmente en el sexto capítulo se discuten los datos, se 
presentan las conclusiones así como las sugerencias y limitaciones de la 
investigación. 
 
CAPÍTULO 1 
TABAQUISMO 
1.1.- Antecedentes históricos 
El tabaco es una planta originaria de América. Existen dos interpretaciones 
sobre su origen, una de ellas, considerada la más creíble, sostiene que 
proviene de la provincia de Tabasco, México de donde se originó el nombre 
actual de la hierba. En México antiguo se le conoció con el nombre náhuatl de 
Piecetl (Nicotina tabacum) y su uso fue para fines curativos, como uno de los 
aspectos mágicos en los conjuros de esa época, para expulsar a los malos 
espíritus que aquejaban a los enfermos (Gutiérrez y Rubio 1994). 
El tabaco era una planta de uso común como droga psicoactiva en gran parte 
del continente americano cuando arribaron los europeos, y sus formas de 
consumo recogían todas las variedades hoy conocidas. 
Representantes de diversos países, que entraron en contacto diferencialmente 
con cada una de las culturas que componían el continente americano, 
trasladaron a Europa el consumo de tabaco en todas sus formas y variedades. 
Los españoles difundieron su consumo fumando, los franceses en forma de 
rape y los ingleses y holandeses en pipa y mascando. 
Europa reaccionó violentamente a la invasión de la nueva sustancia. La droga 
psicoactiva por excelencia era el alcohol, y de la nueva sustancia no sólo se 
desconocía todo, sino que además se producía en otro lugar, lo que añadía 
intereses económicos a los de carácter moral. 
La mayoría de los países de Europa y Asia, prohibieron su consumo y lo 
castigaron con penas tan severas que en muchos casos incluían la perdida de 
la vida. 
Su empleo era ritual, ceremonial, medicinal o simplemente placentero, 
sobresaliendo sus empleos rituales y medicinales. 
Los mayas llegaron a emplearlo como remedio universal, para calmar la sed y 
proporcionar fuerza, tomándolo en forma de polvo de tabaco que se mascaba 
mezclado con cal. En este pueblo también se empleaba como vehículo en 
rituales de adivinación, ya que para interrogar al espíritu que según las 
creencias mayas habitaba en la pantorrilla derecha, se frotaba la pierna con la 
saliva obtenida masticando tabaco; si los músculos de la pantorrilla se movían 
indicaba una respuesta afirmativa. (Chapa y Gerardo Rico 1990). 
Los mayas además son los primeros fabricantes de cigarros, para lo que 
seguían un complejo y elaborado proceso en el que incluían la elaboración de 
una pasta de varios vegetales con la que recubrían las hojas que servían de 
envoltorio al tabaco. 
Los aztecas utilizaban el tabaco como medicina casi universal, empleada 
contra el asma, la fiebre, las convulsiones, heridas producidas por mordeduras 
de animales, problemas digestivos, enfermedades de la piel y de los ojos; y 
masticando (el polvo y mezclado con cal) para combatir el cansancio y los 
dolores de muelas y parto. 
En Centroamérica el tabaco era consumido en forma de polvo de tabaco, 
fumado en cigarrillos y en pipa. Europa simplemente tuvo que recoger y refinar 
el proceso de consumo, desvinculándolo de todo ceremonial, proceso ritual o 
significado social que no fuera el puro placer de tomarlo. 
El tabaco viajó a España a principios del siglo XVI, y más tarde llegó a otros 
países de Europa como Países Bajos, Francia e Inglaterra. El siglo XVII 
muestra un enorme interés por el tabaco, en especial por sus poderes 
medicinales. La leyenda creada al respecto sirvió como base, junto a su 
capacidad como droga psicoactiva, para su rápida expansión. Hacia la mitad 
del siglo XVIII el tabaco era conocido y muy utilizado en toda Europa y en el 
resto del mundo. 
La oposición contra su uso, por considerarlo un vicio amoral, la inició el rey de 
Inglaterra Jaime I y fue secundada por los dirigentes de la mayoría de los 
países europeos y asiáticos. De este modo, la historia del tabaco se llenó de 
intentos tan crueles como inútiles por frenar su expansión. En Rusia, en 
tiempos del zar Miguel Fedorovitch, hacia la mitad del siglo XVII, dispuso que 
los fumadores debían ser torturados hasta que confesaran el nombre de su 
proveedor (traficante, diríamos hoy), cortándoles la nariz a ambos. En Turquía, 
los fumadores sorprendidos en el acto eran ejecutados, o como mal menor 
arrastrados por el suelo a través de las calles de Constantinopla con su pipa 
atravesada en la nariz (Proosdij, 1960). En el año 1638 se decretó en China 
que todos los individuos sorprendidos fumando o traficando con tabaco serían 
decapitados. 
 En el siglo XVIII viene una paulatina caída de la persecución de los fumadores 
o consumidores de tabaco, regulando estrictamente su producción y 
comercialización, delimitando así la cantidad que se podía tener y las zonas 
permitidas para su cultivo. Dando inicio a opiniones favorables de su consumo 
y descripciones de sus múltiples bondades. 
Diversos avances tecnológicos abrieron el camino para el uso masivo del 
cigarrillo (Goldstein, 2003). En primer lugar, un nuevo procedimiento de 
curación a través del tabaco hizo que el humo fuera menos irritante para las 
vías respiratorias, de tal manera que su inhalación profunda resultara tolerable. 
En segundo lugar, la mecanización en la fabricación de cigarrillos aumentó su 
capacidad productiva, facilitando una gran expansión del mercado. En tercer 
lugar, los cerillos de seguridad, inventados a mitad del siglo XIX y fabricados 
masivamente a partir de 1890, constituyeron un requisito indispensable para el 
éxito de la expansión del cigarro. En cuarto lugar, se fueron perfeccionando 
nuevas técnicas publicitarias y el “marketing” masivo, sistemas que fueron 
aplicados rápidamente a este producto comercial (Goldstein 2003). 
1.2.-Definición de tabaquismo 
Si bien no hay un acuerdo total sobre los límites del consumo necesarios para 
hablar de tabaquismo como adicción, y aunque tampoco la Organización 
Mundial de la Salud sea excesivamente explícita cuando define la dependencia 
como “una pauta de conducta en la que el uso de una sustancia psicoactiva 
tiene una absoluta prioridad sobre otras actividades que tuvieron anteriormenteun valor significativamente alto”, usualmente se considera adicción tabáquica o 
tabaquismo al consumo habitual de productos elaborados del tabaco, 
especialmente cigarrillos, en forma que supone un riesgo para la salud a 
mediano o largo plazo. A esto habría que añadir el riesgo para la salud 
provocado para otras personas presentes (fumadores pasivos) como 
consecuencia de la inhalación del humo generado por la combustión de 
cigarrillos consumidos por el fumador. (Gil, 1994). 
Según el Manual Diagnóstico y estadístico de los Trastornos Mentales, DSM-
IV-R (APA, 2000), la dependencia a la nicotina es un patrón desadaptativo de 
consumo de tabaco que conlleva un deterioro o malestar clínicamente 
significativos, expresados por 3 o más de los siguientes apartados: 
1) Tolerancia 
2) Abstinencia 
3) Consumir tabaco con frecuencia en cantidades mayores o durante un 
período más largo del que inicialmente se pretendía 
4) Deseo persistente de controlar o interrumpir el consumo 
5) Se emplea mucho tiempo en actividades relacionadas con la obtención, 
consumo o recuperación del tabaco 
6) Se continúa consumiendo tabaco a pesar de estar consciente de los 
problemas físicos y psicológicos asociados. 
El concepto de tabaquismo ha variado en las últimas décadas. En los 60´s se 
consideraba un hábito, ya en los 70´s se habla de dependencia, 
reconociéndose a mediados de los 80´s la nicotina como una sustancia 
altamente adictiva y, en los 90´s, se avanza en los procesos diagnósticos y 
terapéuticos. (Calero, 2002). 
Como droga legal que es, el consumo de tabaco sólo llama la atención a los 
profesionales clínicos, por sus consecuencias a la salud ampliamente 
demostradas, y por el hecho especial de ser la única forma de conducta 
adictiva que lleva consigo el consumo involuntario de otras personas que estén 
en presencia del consumidor. De este modo, aún cuando se debe reconocer a 
los consumidores de tabaco fumado el derecho a seguir consumiendo un 
producto al margen del riesgo que se tiene para su propia salud, resulta 
también obvio que su consumo público debe ser controlado para impedir que 
otras personas se vean expuestas a tales riesgos contra su voluntad. 
Benowitz (1988) ha señalado que el fumar es una forma única de 
administración sistemática de una droga, dado que la misma llega al torrente 
sanguíneo a través de la circulación pulmonar y no por la vía sistémica o porta. 
El tiempo que pasa entre el fumar y la llegada de la nicotina al cerebro es 
menor que el que se ha registrado inyectando nicotina por vía intravenosa. La 
nicotina entra rápidamente al cerebro, pero los niveles de nicotina en el cerebro 
también decaen rápidamente dada su distribución a otros tejidos corporales 
(Lanzagorta, 2007). 
Fumar tabaco se considera comúnmente como un proceso de dosificación 
intermitente de nicotina, que a su vez es rápidamente eliminada por el cuerpo. 
Sin embargo, a pesar de que la vida media de la nicotina es en promedio de 2 
horas, en un fumador regular la nicotina se acumula por 6 y 8 horas y 
permanece en el cuerpo durante la noche, mientras el fumador duerme. Así, 
fumar no es un sistema de dosificación intermitente dado que la exposición a la 
nicotina se da durante las 24 horas del día (Benowitz, 1988). 
1.3. Tabaco 
El tabaco es un producto transformado y elaborado, obtenido a partir de las 
hojas curadas y fermentadas de la especie vegetal Nicotina tabacum. Fue 
nombrada así en honor a Jean Nicot, quien la promovió con fines medicinales, 
en el año de 1559 (Brailowsky, 2003). 
De origen americano, importada a Europa por los españoles, se extendió 
simultáneamente por Filipinas, China y Japón. 
Su principio activo más importante es la NICOTINA distribuida en toda la 
planta, salvo en la semilla. En las hojas que se destinan a fumar se encuentra 
en cantidades variables, normalmente entre 1-2%, otras variedades contienen 
altas proporciones, hasta 12%. 
Desde que se recoge la planta hasta la obtención de las labores comerciales, la 
hojas del tabaco pasa por una serie de fases que modifican progresivamente 
sus características, y que se denominan; curado (la hoja se deseca), 
fermentación (se transforma en producto fumable) en industrialización (se 
somete a diversos procesos que mejoran sus cualidades organolépticas y 
sanitarias). Finalmente se preparan las formas comerciales habituales. 
Las sustancias químicas presentes en el tabaco al someterse a la temperatura 
de combustión del cigarrillo (800ºC) en presencia de aire experimentan 
transformaciones muy profundas dando lugar a moléculas diversas. De aquí 
que muchas de las sustancias presentes en el humo, no se encuentren en la 
hoja o lo estén en proporciones mínimas, como el benzopireno, principal 
agente cancerígeno del tabaco. 
Al fumar cigarrillos, parte de la nicotina se deposita en el último tercio del 
mismo, de donde puede ser liberada si se apura éste. El ritmo y la intensidad 
de la fumada tienen influencia en la composición del humo. 
1.3.1. Principales componentes del tabaco 
El fumar un cigarrillo produce diversas sustancias químicas que son inhaladas 
a través del tabaco como corriente principal de humo o emitidas al aire como 
corriente secundaria. Contiene sustancias muy diversas, se han identificado 
4,722 de las cuales más de 60 son dañinas para la salud. 
El conocimiento de la composición exacta del humo todavía no se conoce. 
Diversos estudios han llegado a la conclusión de que puede haber más de 
10,000 sustancias diferentes en el humo, aunque su concentración es tan baja 
que difícilmente podrían identificarse todas ellas. 
De los componentes tóxicos del tabaco se destacan tres principales sustancias, 
por su capacidad para producir patología: la Nicotina, el Alquitrán y el Monóxido 
de carbono. 
1.3.2. Nicotina 
La Nicotina es un líquido aceitoso, incoloro en estado puro, pero en contacto 
con el aire amarillea y oscurece. Su punto de ebullición es de 247ºC; un 
cigarrillo (1g de tabaco) tiene generalmente de 10 a 25 mg de nicotina. Sin 
embargo, no toda esta cantidad penetra en el organismo, ya que como media 
se inhala del 8% al 15% del humo y el resto pasa al aire del ambiente. 
La dosis letal es de 5 mg por kilo de peso; hay suficiente nicotina en un cigarro 
como para matar a un niño si esta fuera consumida directamente en vez de ser 
inhalada. 
La vida media de la nicotina es de dos a tres horas, pero en los fumadores 
puede llegar a las seis u ocho horas por la tasa de acumulación, razón por la 
cual durante la noche consiguen dormir. 
Actividad Principal: La nicotina es estimulante ganglionar, a pequeñas dosis. A 
dosis elevadas, primeramente es excitante, pero después bloquea la 
transmisión nerviosa a nivel de los ganglios del Sistema Nervioso Vegetativo 
(gangliopléjico). 
Desde el punto de vista neurofisiológico, el potencial adictivo de la nicotina es 
comprensible dado que altera distintos mecanismos en el sistema nervioso 
central afectando los niveles de ansiedad, cognición y la conducta alimenticia. 
Se ha descrito que la abstinencia a la nicotina en seres humanos produce 
incremento de peso, irritabilidad, insomnio, depresión y dificultad de 
concentración, así como ansiedad, impaciencia, inquietud, hambre excesiva y 
búsqueda de tabaco (Lanzagorta, 2007). 
Usos: No se utiliza en terapéutica, a causa de su acción irregular, excitante o 
paralizante, normalmente desfavorables. 
Consumo: Como habito se practica principalmente fumando, y más raro 
masticando las hojas de tabaco. La conducta de fumar es la única toxicofilia 
que convierte en consumidores “forzosos” a otras personas, durante años ha 
existido despreocupación por estos; actualmente se ha vuelto a respetar a los 
no fumadores estableciéndose en numerosos lugares públicos la prohibición de 
fumar. 
Absorción: Todas las sustancias componentes del tabaco con importancia 
toxicológica se absorbenpor vía inhalatoria al fumarla. Solo el 30% del 
contenido de nicotina de un cigarro pasa con el humo a la boca del fumador; el 
70% se pierde en el aire. 
La máxima absorción de la nicotina se da cuanto más fuerte es la inhalación, 
mayor sea el ritmo y la velocidad de fumar; también influye la clase de tabaco. 
Metabolismo: Aproximadamente del 80% al 90% de nicotina se metaboliza 
principalmente en el hígado, pero también en riñón y pulmón. La vida media de 
la nicotina es de 2 horas, aunque existe una variabilidad considerable entre los 
individuos (rango de 1 a 4 horas). 
Excreción: Los componentes del tabaco se eliminan por vía urinaria, el aliento y 
el sudor; la nicotina también se elimina en la leche de las mujeres lactantes que 
fuman. El nivel de excreción renal de la nicotina depende del pH y flujo de la 
orina, y corresponde entre el 2 y 35% del total de la eliminación. 
Intoxicación aguda: Por vía oral, en la forma menos grave produce: cefaleas, 
vértigos, vómitos, diarreas y aceleración del ritmo cardiaco y respiratorio 
(taquicardia taquipnea). En la forma más grave provoca ansiedad, 
convulsiones, sudoración, dilatación anormal de la pupila (midriasis), tendencia 
al colapso y paro respiratorio, la dosis letal para el adulto es de 50 mg. 
Tolerancia: Se desarrolla tolerancia a la nicotina, que hace incrementar el 
consumo al doble o triple, aunque desciende rápidamente con la interrupción; 
por ello hace más efecto el primer cigarrillo de la mañana. 
Dependencia: El tabaquismo desarrolla una dependencia de carácter tanto 
psicológico como físico, que no solo se debe a la nicotina y a los demás 
compuestos activos del humo, sino también al ritual y actitudes sociales del 
fumador. 
Síndrome de Abstinencia: Aunque no de carácter grave, se presenta con 
diferente intensidad según los individuos, en forma de alteraciones psicológicas 
como intranquilidad, falta de concentración, aumento de apetito; de carácter 
orgánico como alteración en las secreciones, estreñimiento, hipotensión etc. 
El fumador habitual que interrumpe el consumo suele experimentar en los 3-4 
primeros días: alteraciones neurovegetativas como sudoración, palpitaciones y 
mareos, intranquilidad, excitación, ansiedad, crisis de mal humor con 
irritabilidad y agresividad; que le producen problemas en las relaciones por falta 
de control, depresión y aumento de peso. 
Dado que la nicotina puede servir tanto para reducir la ansiedad como para 
producir euforia, mejorar la vigilancia para ciertas tareas cognitivas, regular el 
peso corporal y modular el humor, son un modo útil de regular la relación del 
individuo fumador con el ambiente. Este efecto de la nicotina junto con otros 
factores de aprendizaje hace que se convierta pronto en una conducta bien 
consolidada. 
1.3.3. Alquitrán 
Los alquitranes del cigarro son los productos que componen la fracción solida 
del humo, es una sustancia untuosa, de color oscuro, olor fuerte y sabor 
amargo, muy nocivo para la salud y uno de los principales componentes sólidos 
del cigarrillo. Este se va a cumulando en los pulmones de los fumadores, 
dificultando la entrada del oxígeno. 
Cada vez que se absorbe el cigarrillo, se deposita una capa de sustancia 
alquitranada en todas las zonas en que el humo entra en contacto con los 
tejidos que revisten la boca, garganta y pulmones. Estas sustancias 
alquitranadas tienen la misma composición química que provoca cáncer. 
1.3.4. Monóxido de Carbono 
El Monóxido de Carbono es un gas incoloro muy tóxico que se desprende de la 
combustión del tabaco y del papel del cigarrillo. Cada cigarro produce de 10 a 
20 mg de monóxido de carbono. En la sangre se combina con la hemoglobina y 
forma carboxihemohlobina, la cual al aspirarse por vía pulmonar desplaza al 
oxigeno de los hematíes e impide un adecuado abastecimiento de oxigeno a 
los distintos tejidos y órganos. Trabajos recientes indican que es el factor de 
mayor responsabilidad en la aparición de infarto, muerte súbita, 
arteriosclerosis, enfermedades respiratorias crónicas y daños al feto (Becoña, 
2000). 
1.4. Costos: Impacto del Tabaquismo 
Los gastos resultantes a las patologías derivadas del tabaquismo, según la 
Organización Mundial de la Salud (OMS) la atención medica cuesta 
anualmente a las instituciones de salud en el mundo más de 200 mil millones 
de dólares, en México se gastan alrededor de 30 mil millones de pesos al año 
en la atención de estos pacientes. 
 
El peso económico que estas enfermedades imponen a la sociedad se 
relaciona con los gastos médicos de la enfermedad y sus complicaciones, las 
pérdidas de productividad y los años potenciales de vida perdidos por 
incapacidad o muerte prematura. Estimaciones realizadas en los países 
desarrollados refieren que los costos de atención médica atribuibles al 
consumo de tabaco oscilan entre 0.10 y 1.1% del Producto Interno Bruto (PIB), 
siendo el PIB de México al año 600 mil millones de dólares. En los países de 
bajos y medianos ingresos, aunque con datos muy limitados, las estimaciones 
sugieren que dichos costos podrían ser mayores que en los países 
desarrollados. 
1.5. Tabaquismo como problema de salud pública 
El tabaquismo se ha convertido en uno de los principales problemas 
emergentes de la salud pública a escala mundial. Según la Organización 
Mundial de la Salud (OMS), fumar tabaco es causa directa o indirecta de más 
de cinco millones de muertes al año en todo el mundo, cantidad que muy 
probablemente sobrepase los diez millones por año hacia el 2020. Por lo 
anterior el tabaquismo se encuentra dentro de los diez problemas de Salud 
Pública, y se pronostica como una enfermedad no transmisible que, de no 
establecer medidas integrales para su control, rebasará la capacidad sanitaria 
que se requiere para su atención. 
Además de la magnitud de la epidemia deben agregarse los costos elevados 
consecutivos al consumo de tabaco, en particular en países en vías de 
desarrollo. Estos costos incluyen los de la atención de las enfermedades 
secundarias al tabaquismo, la muerte en edades productivas y la disminución 
de la productividad en los enfermos, entre otros. Sin embargo, el panorama es 
aún más sombrío al considerar la relación estrecha entre el tabaquismo y la 
pobreza, ya que de acuerdo con la OMS, las familias de escasos recursos 
ocupan hasta 10% del gasto familiar para adquirir tabaco, lo que a su vez 
modifica la dinámica familiar al disponer de menores recursos para la 
alimentación, la educación y la atención a la salud. 
Los problemas de salud relacionados con el tabaco pasan a primer plano 
cuando la industrialización de la manufactura de tabaco lleva a la fabricación y 
consumo masivo de cigarrillos. Pese a que la evolución del tabaquismo tiene 
un patrón propio en cada sociedad. 
Dentro del área de la salud, la prevención primaria va de la mano con el 
tratamiento de las diversas enfermedades. Mientras que la prevención 
secundaria y la terciaria trabajan cuando ya ha aparecido el desorden 
(buscando disminuir los daños o rehabilitar al afectado); la prevención primaria 
se encamina a reducir la incidencia o la aparición de nuevos casos de un 
desorden o enfermedad, de ahí la importancia de que los profesionales de la 
salud y los educadores se impliquen en la Educación para la Salud y se dirijan 
a los distintos grupos que conforman nuestra sociedad. 
Así mismo, se reconoce como un logro sin precedentes el establecimiento por 
la OMS del Convenio Marco para el Control del Tabaco, que permite a los 
países suscritos conjuntar políticas, directrices, esfuerzos y recursos para 
combatir el tabaco en todo el mundo. México fue el primer país en América 
Latina en refrendar el Convenio Marco para el Control del Tabaco tras 
reconocer la magnitud del problema que ocasiona el consumo de tabaco, tanto 
en adultos como en menores de edad. Este convenio entró en vigor el 27 defebrero de 2005, luego de que lo ratificaron más de 40 países. Mediante esta 
firma se demuestra que los gobiernos de los países del mundo están 
comprometidos con la disminución del tabaquismo y sus efectos sobre la salud 
de sus poblaciones (Valdés-Salgado R., 2005). 
Para el éxito de la lucha contra el tabaquismo es indispensable contar con 
información y análisis permanentes, con objeto de orientar las medidas de 
prevención y control que fortalezcan la política fiscal del tabaco, eliminar la 
publicidad de los productos, crear ambientes y espacios libres de humo, evitar 
el acceso de los adolescentes al producto, suministrar información de manera 
permanente a la población sobre los daños, ofrecer opciones de tratamiento a 
los fumadores y propiciar la sustitución de cultivos. 
1.6. Epidemiología del consumo de tabaco 
El Consejo Nacional Contra las Adicciones informa que estudios recientes 
revelan que día a día, de 14 a 15 mil jóvenes comienzan a fumar en los países 
de altos ingresos, mientras que en los de bajos y medios ingresos la cantidad 
de jóvenes que comienzan a fumar es de 68 a 84 mil (CONADIC, 2003). 
Las tendencias de la epidemia del tabaquismo muestran una disminución de la 
edad promedio de inicio, mayor consumo entre menores de edad e incremento 
en el número de fumadores. 
1.6.1. En el mundo 
El tabaquismo es la causa prevenible de muerte y enfermedad más importante 
a nivel mundial. 
Se estima que existen alrededor de 1200 millones de fumadores en el mundo, 
de los cuales 300 millones se localizan en países desarrollados, 800 millones 
en países en vías de desarrollo. 
El tabaquismo es la drogodependencia mundialmente más extendida. La 
Organización Mundial de la Salud considera al tabaquismo como una creciente 
epidemia en los países en vías de desarrollo, en donde se localizan 800 
millones de fumadores, es decir, 75% del total del mundo; esta epidemia pasa 
inadvertida al convertirse en parte de lo cotidiano. 
Cada minuto mueren 7 personas por enfermedades asociadas al tabaquismo; 
al año mueren cerca de 5 millones de personas por enfermedades asociadas al 
tabaquismo (enfermedades cardiovasculares, pulmonares, cerebro-vasculares, 
etc.). La Organización Mundial de la Salud estima que de continuar la 
tendencia actual, causará aproximadamente 10 millones de muertes anuales 
hacia el año 2025, de las cuales el 70% serán en países en desarrollo. La 
mitad de la gente que actualmente fuma (aproximadamente 650 millones de 
personas) tarde o temprano morirá por causa del tabaco. (OMS, 2004). Se 
afirma que los fumadores pierden entre 20 y 25 años de vida. 
Para 2020, la OMS estima que el tabaco causará más muertes alrededor del 
mundo que el VIH, la tuberculosis, la mortalidad materna, los accidentes de 
vehículos, el suicidio y el homicidio, combinados (OMS, 2005). 
1.6.2. En México 
En México, el tabaquismo ya es considerado como una adicción de fuerte 
impacto social y económico. Se afirma que las enfermedades asociadas al 
consumo de tabaco aumentan el ausentismo laboral y por ende se relacionan 
con una menor productividad (Gutiérrez, y Rubio 1994). 
La Encuesta Nacional de Adiciones (2008), señala que de 2002 a 2008 
aumentó en 50 por ciento la cifra de adictos crónicos en México al pasar de 158 
mil a 307 mil. 
Los cálculos más recientes estiman 165 muertes diarias, mas de 60 mil 
anuales. Estas muertes se relacionan directamente con el 26.4% fumador; esto 
corresponde a una población de 14 millones de mexicanos fumadores, de la 
población entre 12 y 65 años, estas defunciones representan un 10% de las 
muertes nacionales. 
En México, el 3.5% de la población comenzó a fumar antes de los 10 años de 
edad, y uno de cada tres fumadores morirá antes de tiempo a causa de alguna 
enfermedad asociada al consumo de tabaco. 
Las consecuencias de este hábito, también se refleja dentro del ámbito familiar, 
en donde la presencia de enfermedades a edades tempranas conlleva a una 
mayor utilización de los servicios de salud, un incremento en los gastos de 
atención medica como consecuencia, una visible reducción en el orden 
adquisitivo familiar y un crecimiento en el gasto social. (Gutiérrez, y Rubio 
1994). 
En México, 70% de los fumadores quieren dejar de fumar pero no han podido. 
Adicionalmente, de los individuos que se someten a un tratamiento para dejar 
de fumar en la Clínica de Ayuda para Dejar de Fumar del Instituto Nacional de 
Enfermedades Respiratorias, aproximadamente el 89% lo logra al término del 
mismo, sin embargo, solo el 35% sigue sin fumar un año después de haberse 
tratado (CONADIC, 2003). 
Entre la población de 12 a 65 años el 18.5% corresponde a fumadores activos 
(haber fumado durante el último año), lo cual representa cerca de 14 millones 
de mexicanos fumadores; 17.1% corresponde a ex fumadores (haber dejado de 
fumar hace más de un año) y 64.4% no había fumado. (ENA, 2008). 
Los adolescentes fumadores activos fuman, cinco cigarrillos al día promedio y 
los adultos, siete. La duración promedio del hábito de fumar diariamente en los 
adolescentes (12 – 17 años) es de 2.2 años y de 11.4 años en los adultos (18 – 
65 años) El 85.3% de los fumadores activos consume menos de 16 cigarrillos 
al día; 11.7%, de 16 a 25 cigarrillos, y cerca de 3%, más de 25 cigarrillos. 
(ENA, 2008). 
Sólo el, 17.1%, cerca de 13 millones, de los mexicanos corresponde a ex 
fumadores. 
1.7. Publicidad y Tabaquismo 
En todo el mundo la publicidad del tabaco apunta más a las mujeres, los niños 
los países de bajos recursos que es la franja de población por la cual puede 
seguir aumentando sus ventas. La estrategia central de las empresas 
tabacaleras es el consumo de tabaco por parte de los menores. 
Los enormes beneficios obtenidos por la industria del tabaco son mantenidos 
en virtud de la capacidad de las compañías tabacaleras. Son los gobiernos, las 
familias y los particulares quienes han de soportar el peso de los costos 
generados por el tabaquismo, mientras que las compañías tabacaleras se 
limitan a retener los beneficios. 
Desde el inicio de la producción industrial de cigarrillos manufacturados, éstos 
se han convertido en uno de los productos más accesibles del mercado. La red 
de distribución con decenas de miles de puntos de venta y del bajo precio del 
producto facilita su adquisición inmediata en cualquier sitio y a cualquier hora, 
día o noche, superando la accesibilidad de otros productos básicos como 
alimentos, medicamentos, productos de limpieza, libros y otros artículos de 
ocio. Es por mucho la sustancia adictiva más disponible para todos los 
ciudadanos, adultos, jóvenes o adolescentes. 
La industria del tabaco mantiene una decisiva y continuada presión para 
cuestionar o negar las evidencias científicas acumuladas en las últimas 
décadas sobre los efectos del consumo de tabaco sobre la salud, de las 
características adictivas de la nicotina y de los efectos de la exposición al humo 
de tabaco. Las compañías tabacaleras mantienen artificialmente la confusión 
sobre estos aspectos y tratan de desviar el debate público alertando sobre la 
restricción de la libertad individual. 
Otros de los recursos que las tabacaleras han utilizado para proteger su 
mercado han sido alegar que la nueva legislación quebranta el derecho a la 
libertad de expresión, al atacar su publicidad, y que provocará grandes 
pérdidas a la industria. 
El objetivo de la publicidad y promoción de los productos del tabaco no es 
informar adecuadamente a los consumidores sino mantener la fidelidad a cada 
marca e incrementar el consumo de los productos de cada compañía, 
fundamentalmente incorporando a nuevos sectores de la población al consumo 
de tacaco, que luego la capacidad adictiva de la nicotina mantiene. Así, nuevos 
grupos sociales, entre ellos los adolescentes, constituyen la bolsa de donde se 
puede generar nueva demanda de forma constante.La industria del tabaco siempre ha negado que las enormes inversiones que 
dedica a publicidad directa e indirecta estén dirigidas a captar nuevos clientes. 
Cada nuevo adolescente o joven que se inicia en el consumo representa para 
las compañías años de productos de tabaco y aprenden que el tabaco es algo 
aceptado y tolerado socialmente. 
La publicidad dirigida a adolescentes utiliza símbolos de liberación, rebeldía, 
iniciación y simulación de la vida adulta, señas de madurez, capacidad de 
seducción y éxito sexual, rendimiento deportivo, sociabilidad y desinhibición. 
Estos contenidos se adaptan al proceso de transición vivido por los 
adolescentes. 
La estrategia promocional de la industria del tabaco se centra en dos objetivos 
generales: 
1) Incrementar la disponibilidad y accesibilidad del tabaco, haciéndolo 
apetecible para los nuevos clientes: los jóvenes, mantener contenidos 
altos de nicotina, diversificar el tamaño de los paquetes de cigarrillos, 
promover la proliferación de máquinas expendedoras, mantener precios 
bajos, tolerar o participar en el contrabando internacional, luchar contra 
la armonización legislativa, retrasar la aplicación y el seguimiento de las 
leyes, buscar vacios legales, reunir datos de clientes mediante 
concursos y como identificación de cadenas comerciales. 
2) Promover una imagen positiva de la industria tabaquera en la sociedad, 
mediante el estrechamiento de vínculos con aliados poderosos como: 
 Propietarios de medios de comunicación 
 Políticos y responsables de decisiones políticas 
 Realización de actividades culturales y benéficas 
 Patrocinio de grupos de presión cuya imagen corporativa pretende 
ser la independencia, la tolerancia y la defensa de las libertades 
civiles 
 Oferta a los gobiernos de educación para la salud en las escuelas 
que pretenden transmitir a los alumnos el mensaje de “ahora no 
fumes, ya podrás hacerlo cuando seas mayor”. (López, 1999; 
Jiménez, 2006). 
La publicidad facilita conocer el producto, identificarse con lo que le rodea y 
crear la conciencia de que fumar es normal. 
1.8. Ley Antitabaco 
En lugar de evitar que fumen los menores de edad lo que hace la publicidad es 
seguir reclutando nuevos clientes, los cuales no observan las consecuencias a 
largo o mediano plazo sino que más bien lo único que observan son las 
consecuencias inmediatas que le ofrece el consumo de tabaco ante su grupo 
social o bien a su estado emocional. 
Es por esto que en México el 10 de diciembre de 2007, la Cámara de 
Diputados aprobó la Ley General para el Control del Tabaco, la cual incluye 
severas sanciones para los fumadores y establecimientos que no cumplan con 
esa legislación, crea zonas “libres de humo” y prevé un programa de apoyo 
para los fumadores. 
El Gobierno basa estas prohibiciones en ciertos estudios que consideran 
fundamental la influencia de la publicidad en el inicio del tabaquismo, por lo que 
queda prohibido que las empresas tabacaleras realicen patrocinio de eventos 
deportivos o de otra índole, que la publicidad y la promoción del tabaco esté 
dirigida a mayores de edad y que se empleen incentivos que fomenten la 
compra de cigarros. Así mismo será obligatorio etiquetar las cajetillas para 
informar al consumidor de que el producto que adquiere es nocivo para la 
salud. 
Establece la clausura y multas de hasta 10 mil salarios mínimos para los 
establecimientos que la desobedezcan, así como a las tabacaleras que 
empleen a menores en la producción de tabaco o realicen publicidad no 
limitada a adultos. 
La persona que esté en una zona “libre de humo” y fume, podrá ser sancionada 
con arresto de 36 horas y una multa de 100 salarios mínimos, 6 mil pesos 
aproximadamente. 
La nueva ley prohíbe fumar en espacios o establecimientos de acceso al 
público que no tengan una zona al aire libre. Tampoco se podrán vender 
cigarros sueltos en tiendas y para ello habrá un control de la Secretaría de 
Salud. 
De manera adicional se subirá un 10% los impuestos sobre las ventas del 
tabaco y destinará estos ingresos a campañas y acciones destinadas a 
combatir esta adicción para sensibilizar a los jóvenes de los efectos del 
tabaquismo. 
CAPÍTULO 2 
ANSIEDAD 
2.1. Definición de Ansiedad 
La ansiedad tiene multitud de definiciones. Los elementos comunes a la 
experiencia de ansiedad abarca: un estado emocional tenso caracterizado por 
una diversidad de síntomas, como dolor torácico, palpitaciones, disnea, un 
estado mental de anticipación a algún mal; la aprensión o miedo patológicos; 
las dudas propias sobre la naturaleza del peligro; la creencia en la realidad de 
la amenaza, y periodos con menor capacidad de afrontamiento. 
Más del 15 % de la población general llega a presentar un trastorno de 
ansiedad alguna vez en su vida. 
La ansiedad por definición es un sentimiento subjetivo que implica la presencia 
de aprensión, tensión, inquietud, temor indefinido, inseguridad o miedo, a modo 
de anticipación indefinida de un peligro no aclarado u objetivo, miedo ante la 
“nada” en contraposición al “miedo” ante un peligro o amenaza real; puede ser 
más o menos intensa; todos la experimentamos (DSM IV, 2002; Webster y 
Stanford, 2002; De la Gándara y Fuentes, 1999; Contreras, 2006). 
Tobal (1990) define la Ansiedad como una respuesta emocional o patrón de 
respuestas (triple sistema de respuestas) que engloba aspectos cognitivos 
displacenteros, de tensión y aprensión; aspectos fisiológicos, caracterizados 
por un alto grado de activación del sistema nervioso autónomo y aspectos 
motores que suelen implicar comportamientos poco ajustados y escasamente 
adaptativos. 
La respuesta de ansiedad puede ser emitida tanto por estímulos externos o 
situacionales como por estímulos internos al sujeto (respuestas anticipatorias), 
tales como pensamientos, ideas, imágenes, etc, que son percibidos por el 
individuo como peligrosos o amenazantes. 
2.1.1. Triple sistema de respuestas 
1- Cognitivo: Se refieren a pensamientos, ideas o imágenes de carácter 
subjetivo, así como a su influencia sobre las funciones superiores: 
• Preocupación 
• Miedo o temor 
• Inseguridad 
• Pensamientos negativos: inferioridad, incapacidad 
• Anticipación de peligro o amenaza 
• Dificultad para concentrarse 
• Dificultad para tomar decisiones 
• Sensación general de desorganización o pérdida de control sobre el 
ambiente, acompañada por dificultad para pensar con claridad. 
2- Fisiológico: Son consecuencia de la actividad de los diferentes sistemas 
orgánicos del cuerpo humano: 
• Síntomas cardiovasculares: palpitaciones, pulso rápido, tensión arterial 
elevada, accesos de calor. 
• Síntomas respiratorios: sensación de sofoco, ahogo, respiración rápida y 
superficial, opresión torácica. 
• Síntomas gastrointestinales: vómitos, náuseas, diarrea, aerofagia, 
molestias digestivas. 
• Síntomas genitourinarios: micciones frecuentes, enuresis, eyaculación 
precoz, frigidez, impotencia. 
• Síntomas neuromusculares: tensión muscular, temblores, hormigueo, 
dolor de cabeza, fatiga excesiva. 
• Síntomas neurovegetativos: sequedad de boca, sudoración excesiva, 
mareo y lipotimia. 
3- Motor: 
• Hiperactividad 
• Paralización motora 
• Movimientos repetitivos 
• Movimientos torpes y desorganizados 
• Tartamudeo y otras dificultades de expresión verbal 
• Conductas de evitación 
En circunstancias normales, el sistema nerviosos humano se encuentra 
preparado para advertir y movilizar al individuo en una de tres direcciones 
frente a una amenaza objetiva y físicamente peligrosa. Podemos luchar (atacar 
o defendernos de la fuerza o del objeto temido), huir (abandonar el campo) o 
quedarnos bloqueados (paralizados). Sin embargo, el rasgo característico del 
paciente ansioso es la percepción de una amenaza poderosa y la activación de 
los elementos fisiológicos asociados cuando no existe un peligro real. En otras 
palabras la personacon un trastorno de ansiedad ve la amenaza y reacciona a 
ella, pese a su inexistencia. 
2.2. Antecedentes históricos de la Ansiedad 
La ansiedad se remonta a los orígenes de la humanidad. Quizá por este 
carácter tan universal como parte de la condición humana, los médicos de la 
antigüedad la omitían de la lista de enfermedades mentales. 
La ansiedad, tal como la entendemos, solía unirse al concepto de melancolía 
en la época medieval y en el Renacimiento, al mismo tiempo, estos trastornos 
de ansiedad, como los denominamos hoy, no solían motivar la asistencia 
dentro de ninguna institución sanitaria. 
El termino ansiedad se incorporo al léxico médico de las enfermedades 
mentales en los inicios del siglo XVIII (es imposible precisar el momento 
exacto). Es casi imposible hablar de “psiquiatría” por entonces, porque esta 
palabra no formo parte del vocabulario médico hasta que Johann Reil la acuñó 
en 1880. El primer tratado sobre psiquiatría en ingles corresponde a William 
Battie (1703-1776), él separaba la “locura” de la “ansiedad”; defendía la idea 
que la ansiedad debía entenderse sobre todo con un sentido corporal, más que 
mental, pues representaba un “exceso de sensación” (Sterin, D. Hollander, E., 
2004). 
Era una visión muy biológica de los trastornos mentales. Da la impresión que la 
gente concedía menos importancia al estrés psicológico, que subyacía a sus 
enfermedades y tendía a somatizar, en parte por lo que podían ver y otra 
porque las enfermedades somáticas eran las únicas que los médicos estaban 
dispuestos a escuchar y tratar. 
Los primeros años del siglo XIX hubo un cambio dentro del campo de la salud 
mental: de la atención sólo a lo corporal, o lo que podían observar se pasó al 
estudio de las posibles causas psicológicas. 
Landre-Beauvais en 1813 empleó, en Francia, el término agnoisse para 
nombrar a los estados de ansiedad y lo definió como “cierto malestar, inquietud 
o agitación excesiva” que podía acompañar a trastornos agudos o crónicos y a 
expresiones psicológicas o somáticas de ansiedad (Berrios y Link, 1995; citado 
en Sterin, D. J. Hollander, E., 2004). 
En la segunda mitad del siglo XIX se extendió la idea de que la ansiedad, en 
sus formas más intensas o persistentes, merecía ocupar un lugar propio dentro 
de la psiquiatría. 
Sigmund Freud en 1895 acuñó por primera vez el término “Neurosis de 
Ansiedad” usándolo para describir al conjunto sintomático que presentaba: 
irritabilidad general, vértigo, parestesias, sudoración palmar y excesiva en 
general y dificultad para respirar. Mencionó que el síndrome podía ser de 
carácter crónico o podía también desarrollarse como crisis menores (Sterin, D. 
J. Hollander, E., 2004). 
Tras la modificación por Freud de su teoría, la ansiedad se consideraba más 
bien como una señal de alarma indicativa de un peligro para el equilibrio y el 
bienestar. 
Durante la segunda guerra mundial, se transfirió por primera vez a los soldados 
que presentaban éstos síntomas a un psiquiatra y no a un internista, 
considerándose la reacción de ansiedad como diagnóstico. (Pinedo Rivas, H. 
1997). 
Frederick Skinner en 1938, explicó la ansiedad como una manifestación de la 
respuesta condicionada a una situación temida. 
En el año 1980 con la llegada del DSM III (Diagnostic and Statistical Manual of 
Mental Disorders) se separó la neurosis de angustia en categorías diagnósticas 
diferentes: el trastorno por ansiedad, y el trastorno de ansiedad generalizada. 
Actualmente, La DSM-IV-TR separa a los trastornos de angustia en: Trastorno 
por angustia con o sin agorafobia, Agorafobia sin historia de trastorno por 
angustia, Fobia específica, Fobia Social, Trastorno Obsesivo-Compulsivo, 
Trastorno por Estrés Post-Traumático, Trastorno de estrés agudo, Trastorno de 
Ansiedad Generalizada, Trastorno de ansiedad debido a enfermedad médica, 
Trastorno de ansiedad inducido por sustancias y Trastornos por Ansiedad No 
Especificado (Massana Ronquillo, J. 2005). 
2.3. Ansiedad en el contexto del consumo de sustancias 
Los trastornos de ansiedad no justifican la mayoría de las quejas sobre los 
sentimientos de ansiedad de las personas con abuso de sustancias. La gran 
mayoría de estas quejas depende de la intoxicación o de estados de 
abstinencia. Sustancias tan diversas como la cocaína, el alcohol, cafeína y el 
tabaco pueden inducir sentimientos ansiosos, signos somáticos de ansiedad o 
incluso alguna angustia manifiesta. 
La abstinencia tras la exposición prolongada a prácticamente cualquier 
sustancia adictiva, como es la Nicotina, puede generar ansiedad. 
Cuando los síntomas de ansiedad adoptan el patrón de un trastorno de 
ansiedad durante la fase de intoxicación o abstinencia y traspasan los límites 
normales de la intoxicación o abstinencia, se clasifica como trastorno de 
ansiedad inducidos por sustancias y a su vez se clasifica según la sustancia 
concreta. 
La intoxicación y el abuso de nicotina no se incluyen en el DSM-IV; la 
intoxicación por nicotina aparece rara vez y no ha sido bien estudiada, y el 
abuso de nicotina no se observa en ausencia de dependencia. 
El trastorno de ansiedad inducido por sustancias puede diferenciarse de un 
trastorno de ansiedad primario por su inicio, curso y otros factores. En el caso 
de las drogas deben existir pruebas a partir de la historia clínica, de la 
exploración física y de las pruebas de laboratorio de que existe el antecedente 
de intoxicación o abstinencia. Los trastornos de ansiedad inducidos por 
sustancias sólo aparecen coincidiendo con estados de intoxicación o 
abstinencia, mientras que los trastornos de ansiedad primarios pueden 
preexistir al inicio del consumo de la sustancia o tener lugar en períodos de 
abstinencia mantenida. 
Debido a que el síndrome de abstinencia para diversas sustancias puede 
resultar relativamente largo, la aparición de los síntomas de ansiedad puede 
tener lugar hasta 4 semanas después de abandonar su uso. 
Otro dato a considerar es la presencia de características atípicas de un 
trastorno de ansiedad primario (p. ej., edad de inicio o curso atípicos). Por 
ejemplo, el inicio de un trastorno de angustia a partir de los 45 años de edad (lo 
cual es bastante raro) o la presencia de síntomas atípicos durante una crisis de 
angustia (p. ej., vértigo verdadero; pérdida del equilibrio, de la conciencia o del 
control esfinteriano; dolores de cabeza; olvido de palabras, y amnesia) pueden 
sugerir una etiología relacionada con el consumo de sustancias. 
En cambio, factores como la persistencia de síntomas de ansiedad durante un 
período considerable de tiempo (p. ej., durante 1 mes) tras haber remitido la 
fase aguda de una intoxicación o una abstinencia; la aparición de síntomas 
claramente excesivos en comparación con lo que cabría esperar teniendo en 
cuenta el tipo o cantidad de sustancia usada o la duración de este uso; o una 
historia previa de trastornos de ansiedad primarios recidivantes, sugieren que 
los síntomas de ansiedad podrían corresponder más probablemente a un 
trastorno de ansiedad primario. 
El trastorno de ansiedad, inducido por sustancias se diferencia a su vez del 
trastorno de ansiedad primario por el hecho de que una sustancia en concreto 
se considera etiológicamente relacionada con los síntomas 
2.3.1. Características diagnósticas 
Criterio A.- La característica esencial de este trastorno es la existencia de 
síntomas predominantes de ansiedad que se consideran secundarios a los 
efectos fisiológicos directos de una sustancia. 
Criterio B.- A partir de la historia clínica, de la exploración física o de las 
pruebas de laboratorio se demuestra que (1) o (2): 
(1) los síntomas del Criterio A aparecen durante la intoxicación o abstinencia o 
en el primer mes siguiente 
(2) el consumo del medicamento está relacionado etiológicamente con la 
alteración 
Criterio C.- Estas alteraciones no se explican mejor porla presencia de un 
trastorno mental (p. ej., otro trastorno de ansiedad) no secundario al consumo 
de una sustancia. 
Criterio D.- No debe efectuarse el diagnóstico de trastorno de ansiedad 
relacionado con sustancias si los síntomas de ansiedad aparecen 
exclusivamente en el transcurso de un delirium. 
Criterio E.- Los síntomas provocan malestar clínicamente significativo o 
deterioro social, laboral o de otras áreas importantes de la actividad del 
individuo. 
Sólo debe establecerse este diagnóstico en vez del de intoxicación por o 
abstinencia de una sustancia cuando los síntomas de ansiedad sean excesivos 
en comparación con los que habitualmente se asocian a estos dos trastornos o 
cuando los síntomas de ansiedad son de suficiente gravedad como para 
merecer atención clínica independiente. 
2.4. Ansiedad y síndrome de abstinencia a la nicotina 
La característica esencial del cese de nicotina es la presencia de un síndrome 
de abstinencia particular que se desarrolla después de la brusca interrupción 
del consumo de productos que contienen nicotina tras su consumo diario 
durante períodos prolongados. 
En el año 1940 fue reconocido que dejar de fumar abruptamente producía 
señales de abstinencia, llamado ahora síndrome de abstinencia. Como parte de 
la sintomatología de este síndrome se encuentran los cambios bruscos de 
humor, irritabilidad, frustración, dificultad para concentrarse, tensión, fatiga, 
depresión y ansiedad (Ward, et al., 2001; Contreras, 2006). 
Según el DSM-IV-TR, los más reportados del síndrome de abstinencia son los 
siguientes: enojo, ansiedad, depresión, dificultad para concentrarse, irritabilidad 
e insomnio. Esos aumentan conforme pasa más tiempo sin fumar, y 
disminuyen conforme el período de abstinencia se va a reduciendo a más de 4 
semanas, ya que todos los síntomas de éste síndrome son transitorios, debido 
a que el cuerpo se desintoxica de nicotina. Los reportes dicen que durante los 
primeros 4 días de abstinencia de nicotina, el 50% de los que dejan de fumar 
presentan un sentimiento de depresión, el 60% reporta enojo, el 66% dificultad 
para concentrarse, el 80% ansiedad, el 86% insomnio y el 88% irritabilidad. 
(Ward, et al., 2001; Contreras, 2006). 
La dependencia y la abstinencia de nicotina se pueden presentar con el 
consumo de cualquier modalidad de tabaco (cigarrillos, chicles, polvo, pipa y 
puros) y con la toma de medicamentos (parches y chicle de nicotina). La 
capacidad relativa de estos productos para provocar dependencia o inducir 
abstinencia está en función de la rapidez de la vía de administración (fumada, 
oral o transdérmica) y del contenido en nicotina del producto consumido. 
Los síntomas de abstinencia pueden provocar un malestar clínicamente 
significativo o deterioro laboral, social o de otras áreas importantes de la 
actividad del individuo. Estos síntomas son debidos en gran parte a la privación 
de nicotina y son más intensos entre los sujetos que fuman cigarrillos que 
entre los que consumen otros productos que contienen nicotina. 
La hipótesis que la acción de fumar se mantiene por las consecuencias 
reforzantes del ciclo de la adicción a la nicotina, así como por el hecho de 
escapar o evadir los síntomas de la abstinencia a esta sustancia, es muy 
posible, ya que la nicotina activa muchas áreas y afecta al sujeto que la 
consume. 
Junto con las propiedades reforzantes de la nicotina se ha reportado también 
que produce ansiedad en humanos al dejar de consumirla y así mismo tiene un 
efecto ansiolítico cuando vuelve a ser consumida tanto por animales como por 
humanos. Es decir, la nicotina puede incrementar el sentimiento o sensación de 
ansiedad y el nerviosismo en humanos, y el hecho que se autoadministre da 
como resultado un efecto ansiolítico (File, et al., 2002; Contreras, 2006). 
Algunos síntomas asociados con la dependencia de nicotina parecen predecir 
mayores dificultades para interrumpir su uso: fumar al levantarse, fumar cuando 
se está enfermo, dificultad para dejar de fumar, cuando el primer cigarrillo del 
día es el más difícil de dejar y fumar más por las mañanas que por la tarde. 
También se relacionan con la probabilidad de dejar de fumar el número de 
cigarrillos que se fuman por día, el contenido de nicotina de los cigarrillos y el 
número de paquetes consumidos por año. 
La dependencia de nicotina es más frecuente en sujetos con otros trastornos 
mentales. Dependiendo de la población estudiada, entre el 55% y el 90 % de 
los sujetos con otros trastornos mentales fuman en comparación con el 30 % 
de la población general. Los trastornos del estado de ánimo, los trastornos de 
ansiedad y otros trastornos relacionados con sustancias son más frecuentes 
entre los fumadores que entre los ex fumadores o en quienes nunca han 
fumado. 
Muchos fumadores identifican la reducción de la sensación negativa de 
ansiedad o a la producción de un estado de relajación como motivo de su 
adicción. (Pomerleau, et al., 1992). La ansiedad que presentan las personas 
que dejan de fumar es del tipo reactivo, porque se adapta a las circunstancias 
por las que pasan los pacientes, siendo producido por el consumo de 
sustancias adictivas. 
Los síntomas de abstinencia pueden empezar a las pocas horas de dejar de 
fumar; el punto máximo se presenta típicamente a los 1-4 días y los síntomas 
duran 3-4 semanas. A los 6 meses de haber dejado de fumar, el 50 % de los 
fumadores que lo han dejado indica haber tenido deseos de fumar un cigarrillo 
en las últimas 24 horas. 
2.5. Conceptos cognitivos de la ansiedad 
Sería imposible concebir la vida sin estar, hasta cierto punto, preocupado por la 
seguridad, el bienestar y la protección. 
La percepción de seguridad desempeña una misión crítica porque, sin ella, el 
organismo estaría en un estado de ansiedad o vigilia constante, dispuesto a la 
respuesta de huída o ataque. 
2.5.1. Supuestos básicos 
El modelo cognitivo de la ansiedad establece varios supuestos básicos acerca 
de la ansiedad, su evocación, su mediación y su importancia (Beck, et al., 
1985; Wells, 1997; Sterin, D. J. Hollander, E., 2004). 
1) El miedo, cuando se evoca ante un peligro objetivo, es una respuesta 
emocional con un significado adaptativo para la especie humana. Se 
trata de un mecanismo de supervivencia. 
2) La evocación de la ansiedad en respuesta a una percepción errónea o 
exagerada de peligro, cuando no hay tal, se considera un defecto de 
adaptación. 
3) Las personas con trastornos de ansiedad tienden a emitir falsas alarmas 
que crean un estado relativamente constante de activación emocional, 
tensión y malestar subjetivo. Estas falsas alarmas mantienen al 
organismo en un estado de alerta. 
4) El sistema cognitivo desempeña una misión vital y esencial en la 
evaluación de peligro y de los recursos y en la activación de los sistemas 
fisiológico, motivacional, afectivo y conductual. 
5) El sistema cognitivo influye a través de pensamientos involuntarios 
repetitivos, no premeditados y rápidos o de imágenes que pasan 
inadvertidas para el sujeto. 
Los pensamientos automáticos provienen de estructuras cognitivas más 
profundas denominadas esquemas. 
6) Las reacciones y los trastornos de ansiedad se pueden entender de 
forma más completa, esclareciendo los pensamientos automáticos, las 
distorsiones cognitivas y los supuestos de partida del sujeto. 
7) Las personas con trastornos de ansiedad pierden la objetividad y la 
capacidad para evaluar las cogniciones asociadas al peligro de una 
forma racional y realista. 
8) Las personas con trastornos de ansiedad cometen errores sistemáticos 
al procesar la información. 
2.5.2. Factores predisponentes 
De acuerdo con el modelo cognitivo de la ansiedad (Beck, et al., 1985), son 
cinco los factores que pueden predisponer a la ansiedad: 
1) Genética: La herencia puede manifestar su influencia a través de la 
existencia de un sistemanervioso vegetativo fácil de activar o lábil. En 
otras palabras, los antecedentes familiares del trastorno podrían explicar 
que bajo las condiciones oportunas, un paciente manifestará síntomas 
de ansiedad. Así pues, la importancia de la vulnerabilidad genética no se 
puede valorar del todo sin considerar el rol interactivo de los factores 
ambientales, psicológicos y sociales (Barlow y Cerney, 1988; Sterin, D. 
J. Hollander, E., 2004). 
2) Enfermedades somáticas: Al estudiar los trastornos de ansiedad hay que 
descartar posibles causas somáticas que imiten la ansiedad. Muchas 
veces los síntomas remiten tratando el problema somático. A su vez la 
existencia de un problema somático no descarta necesariamente la 
presencia del problema de ansiedad. Los problemas somáticos pueden 
coexistir con los trastornos de ansiedad y en ocasiones, ambos 
requieren tratamiento. 
3) Trauma psicológico: Los traumas mentales durante la época del 
desarrollo aumentan la vulnerabilidad individual frente a la ansiedad ante 
situaciones parecidas a la del trauma original (Beck, et al., 1985; Sterin, 
D. J. Hollander, E., 2004). 
4) Ausencia de mecanismos de afrontamiento: Quizá, los pacientes con 
ansiedad no hayan aprendido estrategias adecuadas de afrontamiento, o 
por el contrario, hayan aprendido a utilizar respuestas como la evitación, 
que solo refuerzan la ansiedad e impiden el afrontamiento eficaz. 
5) Pensamientos, creencias, supuestos y procesamiento cognitivo 
distorsionado: Las creencias poco realistas acerca de la amenaza o del 
peligro que tienen los sujetos con trastornos de ansiedad son 
presuntamente activadas por acontecimientos o situaciones que en 
opinión al sujeto, contienen elementos semejantes a los de las 
situaciones en que se aprendieron esos esquemas. 
2.5.3. Factores precipitantes 
1) Enfermedades somáticas o sustancias toxicas: El comienzo de un 
problema somático, remede o no la ansiedad, puede precipitarla. Los 
problemas somáticos causan a veces síntomas como fatiga o depresión 
que pueden mermar o limitar la capacidad del individuo para tolerar o 
superar incluso dificultades normales y cotidianas. El resultado es que 
factores generadores de estrés, que antes se vencían, desbordan los 
recursos individuales. 
Las dificultades respiratorias pueden alterar el equilibrio entre oxígeno y el 
dióxido de carbono, lo que se manifiesta a veces por síntomas parecidos a la 
ansiedad. 
En ocasiones, las personas ingieren una sustancia como la nicotina que ejerce 
el mismo efecto somático, interpretado como peligroso. Otra fuente 
farmacológica de síntomas parecidos a la ansiedad es el uso de medicamentos 
de carácter estimulante que se prescriben con receta. Algunos anticongestivos 
y broncodilatadores poseen la propiedad de aumentar la frecuencia cardiaca y 
producen aturdimiento. Estos síntomas también se pueden tomar como una 
amenaza y provocan ansiedad, estableciendo un círculo vicioso. Muchas 
sustancias se pueden clasificar como elementos biogénicos estresantes, pues 
evitan el sistema de percepción cognitiva y actúan directamente sobre el 
sistema nervioso (Everly, 1989; Sterin, D. J. Hollander, E., 2004). 
2) Factores estresantes externos e intensos: Cualquier factor estresante o 
acontecimiento vital grave, como la pérdida de un ser querido, o un 
trabajo, es otro posible precipitante de ansiedad (Last, et al., 1984). 
3) Estrés de larga duración: Los factores estresantes se pueden acumular 
durante mucho tiempo. El resultado es una situación en la que se agotan 
y desbordan los recursos de afrontamiento de la persona. 
4) Factores estresantes que afectan a la vulnerabilidad y el umbral de 
exigencias: Ante la presencia de un único factor o ante el efecto 
acumulativo de varios factores juntos, la persona puede tomar en cuanto 
a sus acciones, sentimientos o pensamientos; el resultado es una 
sensación de amenaza. 
Los factores de vulnerabilidad sirven para reducir el umbral o la tolerancia del 
paciente frente a las dificultades de la vida, de modo que experiencias que 
antes se toleraban bien o que se encaraban sin problemas, resultan ahora 
insuperables. El grado mayor de vulnerabilidad, solo o combinado, aumenta las 
dificultades del paciente en diversos campos como el consumo de tabaco. 
Algunas personas ven mermada su capacidad para resolver los problemas, 
hecho que solo se manifiesta en ocasiones cuando la situación es muy difícil. 
Las nuevas circunstancias vitales como el cambio de escuela, entrar a un 
grupo social, reprobar un examen, etc, representan también elementos 
estresantes y son factores de vulnerabilidad. Del mismo modo se puede decir 
que aquello que precipita ansiedad en un caso puede no hacerlo en otro. 
2.6. Ansiedad en la Adolescencia 
La importancia clínica de cualquier síntoma conductual debe evaluarse en 
relación con la presencia o ausencia de limitación funcional asociada y, más 
importante, en relación con el impacto sobre el desarrollo del adolescente. 
Los problemas emocionales breves forman parte del desarrollo normal, pero las 
dificultades emocionales o conductuales asociadas a una distorsión prolongada 
o a un retraso en el proceso de desarrollo indican la presencia de patología o 
de un trastorno bien definido. 
La ansiedad es un sentimiento que se presenta en todas las personas porque 
es, principalmente, una respuesta emocional. En consecuencia, se puede decir 
que existe un trastorno de ansiedad para adultos, y que los niños y 
adolescentes comparten muchos de los síntomas, pero con características 
propias de las distintas fases de su etapa de desarrollo. 
Para el tiempo en que los niños llegan a la adolescencia ya exhiben patrones 
bien desarrollados de respuestas emocionales a los acontecimientos y a las 
personas. Entonces, el patrón de respuesta emocional que se muestra durante 
la adolescencia es sólo la continuación del que ha ido apareciendo lentamente 
durante la niñez. 
En las diferentes edades y etapas existen ajustes y desajustes que crean un 
desequilibrio constante que varía en función de la naturaleza, cantidad y 
calidad de los factores psicosociales causantes de ansiedad. 
La perspectiva del desarrollo ayuda a entender cómo la frecuencia de 
trastornos mentales en niños y adolescentes varía, en relación con el grado de 
disfunción que el niño experimenta, asociado a un patrón específico de 
síntomas. En esta línea de ideas, el abuso o dependencia de sustancias se 
considera como trastornos de la salud mental. 
Aunque el malestar en la adolescencia puede ser soportable y los contactos 
sociales se toleren adecuadamente, el comportamiento de muchos 
adolescentes exige un gran consumo de esfuerzo y energía, mismo que genera 
mayor ansiedad. 
Dado el proceso de desarrollo no sorprende que la ansiedad cruce con 
altibajos, de tal manera que se nota una mejoría cono resultado de inf luencias 
benéficas o factores protectores que actúen sobre ellos. Así algunos 
adolescentes ansiosos pueden abusar del tabaco por cierto tiempo como parte 
de su crisis de adolescencia y posteriormente abandonar el consumo. 
Asimismo, otros jóvenes que antes sólo estaban en riesgo de consumir pueden 
desarrollar un trastorno por dependencia a la nicotina, con un impacto tan 
grave y devastador sobre ellos y sus familias, como sucedería en condiciones 
similares en adultos. 
Así, al considerar que los adolescentes ansiosos que consumen tabaco son 
víctimas únicamente de influencias negativas, se corre el riesgo de subestimar 
la gravedad de estas condiciones y la necesidad de la intervención terapéutica. 
De la misma forma, los factores de riesgo o estresores pueden tener un gran 
impacto, poco o ninguno, dependiendo de la edad en la que ocurren o si 
aparecen solos o asociados a otros factores de riesgo. 
Experimentar una carga de ansiedad es un tema de preocupación en la 
adolescencia, pero puede ser de gran ayuda