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Resumen_ Sistema y entorno

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Sistema y entorno (pp. 172-198)
Niklas Luhmann
I
(pp. 172-176)
El paradigma central de la nueva teoría de sistemas se llama “sistema y entorno”. Desde esta perspectiva, el concepto de función remite siempre a la relación entre sistema y entorno. Es por esto que los sistemas que se refieren a esta diferencia pueden orientarse por equivalencias funcionales. Estas equivalencias son la contraparte operativa frente al gradiente de complejidad entre entorno y sistema.
	El entorno no debe entenderse como algo marginal. La relación con el entorno es constitutiva de la formación de los sistemas. Además, el entorno es relevante para la conservación del sistema, para el restablecimiento de energía e información (input/output). En la teoría de sistemas autorreferenciales, el entorno es más bien una condición previa de la identidad del sistema, ya que ésta es posible únicamente gracias a esa diferencia.
	De todo esto se sigue, para todas las investigaciones teóricas, que el punto de partida no es una identidad sino una diferencia. Esto conduce a una desontologización radical de la perspectiva hacia los objetos.. Todo lo que existe pertenece, a la vez, a un sistema y al entorno de otros sistemas (no hay ninguna referencia inequívoca). Asimismo, cada cambio en un sistema significa un cambio en el entorno de los otros sistemas. El sistema no es en ningún caso más importante que el entorno, ya que ambos son sólo en referencia con el otro. 
	En este sentido, decir que las personas constituyen el entorno de los sistemas sociales no implica ninguna afirmación valorativa con respecto a lo que la persona es para sí misma. Los sistemas sociales no tienen en la base “al sujeto” sino al entorno, y “tener en la base” sólo quiere decir que existen condiciones previas del proceso de diferenciación de los sistemas sociales que no pueden a su vez ser diferenciadas (p. 173). 
	Por otro lado, la diferencia sistema/entorno no es ontológica: no divide a la realidad en dos partes (aquí sistemas, allá entorno). Esta distinción es el correlato de la operación de observación, la cual no es una operación especializada de adquisición de conocimiento, no es un análisis. En este sentido todos los sistemas que trataremos disponen de la capacidad de autobservación. Al observar tales sistema es fácil comprender cómo aplican la distinción entre sistema y entorno en referencia a sí mismos. 
	La diferencia entre sistema y entorno practicada por un sistema se superpone a una realidad continua y la presupone. Así, un sistema social de comunicación ordena todos los temas de la propia comunicación en interno/externo, es decir, practica la propia distinción sistema/entorno como universalmente válida, mientras se trata de la propia comunicación.
En cuanto a la realidad de base, se puede decir que: todos los elementos están constituidos, sobre la base de una complejidad presupuesta, como unidades emergentes que para el sistema mismo ya no son sujetos de una descomposición ulterior. Y esta complejidad presupuesta debe ser tratada como entorno del sistema (ejemplo p. 174). 
Los análisis teórico-sistémicos no serían posibles si uno se siente obligado a optar entre diferencias sólo analíticas y diferencias sistema/entorno dadas concretamente. Las operaciones inmediatas del sistema pretenden obtener referencias de sentido cada vez más particulares en función de la situación actual de cada momento; como comunicación esclarecen un poco el tema y posibilitan más comunicación (ver ejemplo del análisis científico en la p. 175). 
En el caso de los sistemas sociales no es fácil dudar de que la diferencia entre sistema y entorno esté a disposición de los sistemas mismos y pueda utilizarse también para la regulación de sus operaciones. Por medio de la autobservación se utiliza la reducción de la comunicación sobre la acción. En este sentido, para las acciones es más fácil decidir si las comunicaciones pertenecen al sistema o no, siempre y cuando éstas incluyan información. La selección de la acción que está ubicada en el sistema, es dirigida por reglas propias del sistema, y en su responsabilidad es tratada de manera diferente que la acción del entorno. La acción comunicadora específica se instaura como una realización operativa de la diferencia entre sistema y entorno en el sistema (Ibíd).
Entonces, la elaboración de una descripción que reduzca al sistema social a un entramado de acciones, es, por lo tanto, condición previa de cualquier observación que ponga en juego la diferencia entre sistema y entorno. Esto es válido tanto para la observación interna como la externa. En relación a la primera (autobservación), sólo puede valer lo que en el proceso de comunicación se convierta en tema, ya que el sistema es accesible a sí mismo gracias a la comunicación. La distinción entre observación externa e interna presupone, por su parte, la diferencia sistema/entorno. 
Cuando se piensan a los sistemas sociales como sistemas de acción, entonces hay que imaginar al entorno como una prolongación de la secuencia de acción hacia el exterior, como contexto de las condiciones y de los resultados de las acciones en el sistema. 
II
(pp. 176- 179)
El entorno es un estado de cosas relativo al sistema. Por ello, el entorno de cada sistema es distinto. Por tanto, la unidad del entorno está constituida por el sistema, es un correlato negativo del sistema (todo lo que no es el sistema). El entorno es operativamente ineficaz para el sistema (clausura operativa). 
	Esto no quiere decir que el entorno sea una especie de ilusión. Hay que distinguir “el entorno” de los sistemas-en-el-entorno. En el primero se contiene una multiplicidad de sistemas más o menos complejos que pueden entablar relaciones con otros sistemas que conforman el entorno de los primeros (para un sistema, los otros sistemas forman parte de su entorno). Dicho esto, es importante distinguir lo que son operaciones sistema/entorno y las relaciones sistema-a-sistema. 
	Hay que comenzar por decir que el entorno es mucho más complejo que los sistemas. Por ejemplo, el sistema social se compone únicamente de comunicaciones, mientras que su entorno engloba muchas otras operaciones. La sociedad nunca podrá posibilitar la comunicación en los sistemas respecto de todo lo que existe en su entorno en todos los niveles de formación de sistemas (p. 177). 
	La diferencia entre entorno y sistema estabiliza la gradiente de complejidad (diferencia de complejidad). Por eso la relación entre entorno y sistema es necesariamente asimétrica. El gradiente corre en una sola dirección y es irreversible. Cada sistema tiene que afirmarse frente a la complejidad avasalladora de su entorno y cada operación vuelve más complejo el entorno para los otros sistemas.
	El gradiente de complejidad tiene una función muy importante: obliga a buscar distintas formas de tratamiento de la reducción de complejidad, segùn se trate de la complejidad del entorno o de la complejidad del sistema. Mientras los acontecimientos/procesos internos probablemente son relevantes para el sistema, es decir, desencadenan acciones de enlace, los acontecimientos/procesos del entorno probablemente son irrelevantes para el sistema. El sistema adquiere libertad y autonomía de regulación mediante la independencia frente al entorno. 
	Esto apunta a que la relación del sistema con el entorno es regulada por la estructura misma del sistema (el nivel de selección de la estructura sirve para compensar la inferioridad en la complejidad. Esto se puede aclarar con el concepto de causalidad. Se entiende por causal a los efectos que el entorno produce sobre el sistema que no están relacionados ni con el pasado ni con el futuro por medio de disposiciones estructurales (por eso la selección estructural deja mucho al azar) (Ibíd). 
El gradiente de complejidad es el fundamento que facilita el éxito de la diferencia entre entorno y sistema. La diferencia articula, a la vez, el gradiente de complejidad creado por ella, y hace importante introducir la diferencia entre entorno y sistema como estructurade orientación. 
En el nivel operativo, el gradiente de complejidad conduce a la selección de un entorno que adquiere relevancia según causas y efectos en el horizonte lejano del mundo de lo posible. En el nivel de formación de estructuras, el sistema se independiza de las coincidencias-punto-por-punto con este entorno relevante. Y en el nivel de reflexión, el sistema determina su propia identidad mediante la diferencia respecto de todo lo demás. 
Por otro lado, se sabe que la complejidad siempre produce coacción de selección y experiencia de contingencia. Si el entorno es concebido como recurso, el sistema experimenta la contingencia como dependencia; si el entorno es concebido como información, el sistema experimenta la contingencia como inseguridad (p. 178-179).
III
(pp. 179-181)
El gradiente de complejidad entre entorno y sistema sólo puede surgir y desarrollarse cuando el sistema está también diferenciado en la dimensión temporal. Hay un tiempo propio del sistema que, eso sí, debe “caber” en el tiempo del mundo. 
	El proceso de diferenciación temporal tiene que concebirse desde el proceso de diferenciación de los elementos propios del sistema (diferenciación interna). Si los elementos son definidos por referencia al tiempo, (1) no pueden existir atribuciones punto-por-punto entre sistema y entorno en el nivel de los elementos; y (2) es necesaria una identidad de los instantes y de sus relaciones en el sistema y el entorno, es decir, un flujo regular del tiempo. 
	La diferenciación entorno/sistema sólo puede establecerse como diferencia simultánea. Por lo tanto, en el enlace continuo entre entorno y sistema presupone una cronología común. Con esta necesidad de simultaneidad queda establecido que el presente respectivo debe ser utilizado como punto de diferencia entre futuro y pasado. Tal proceso parece consistir, sobre todo, en que los sistemas formen sus propios límites de relevancia en dirección al futuro y al pasado, así como sus propias reglas relativas al enlace de los acontecimientos futuros y pasados. 
IV
(pp. 181-186)
La investigación aquí se va a concentrar en una diferencia precedente que posibilita todos los matices y las variaciones: la diferencia entre diferenciaciones internas y externas. Las primeras resultan del proceso de reproducción autopoiética. Y por reproducción se entiende no una repetición idéntica, sino una reconstitución de acontecimientos enlazables. Así, reproducción siempre implica reproducción de posibilidades de reproducción (p. 182). Asimismo, este proceso puede ofrecer posibilidades de formar dentro del sistema un nuevo sistema (sistema-parcial) con su propia diferencia sistema/entorno. 
	Las diferenciaciones internas se añaden a los límites del sistema ya diferenciado y tratan al ámbito ya delimitado como un entorno especial en el que pueden acontecer otras formaciones del sistema. Por esto, en la formación posterior de sistemas se pueden presuponer ciertos rendimientos de regulación interna. La diferenciación de sistemas es, por lo tanto, la repetición de la formación de sistemas en los sistemas en dirección hacia el aumento y la normalización de la improbabilidad (p. 183). O en otras palabras, este proceso puede entenderse como el aumento reflexivo del proceso de diferenciación: el proceso de la formación del sistema se aplica a sí mismo y de esta manera aumenta la dirección de su función (por ejemplo, una vez diferenciado el sistema de la ciencia, este se diferencia internamente en distintas especialidades. Este proceso no necesita de ninguna coordinación con el sistema global, el cual sólo posibilita la autoselección del sistema parcial. 
Si bien no hay una “orden” en los procesos de diferenciación, parece ser que sólo se seleccionan aquellas formas que pueden tener permanencia (segmentaria, centro/periferia, estratificada y la funcional). Al parecer son preservables únicamente las formas de diferenciación que pueden movilizar a su favor los proceso del refuerzo en contra de las desviaciones (feedback positivo) y las que pueden impedir las renivelaciones. 
La diferenciación del sistema provoca el aumento de complejidad del sistema global y viceversa, la diferenciación del sistema sólo es posible si el sistema global está constituido por más y distintos elementos y si estos se pueden enlazar a través de relaciones seleccionadas con mayor agudeza (si es más complejo). 
Asimismo, la diferenciación no conlleva sólo aumento de complejidad, sino que además hace posible nuevas formas de reducción de complejidad. Se podría decir que cada sistema-parcial absorbe complejidad global y la orienta según su propia diferencia sistema/entorno. Así, su dependencia del sistema global es doble: (1) él mismo es parte del sistema global y (2) depende del entorno interno. 
	Ahora, que el entorno se experimente como la diferencia (externa), parece ser una de las necesidade de la formación de sistemas. Frente a un entorno experimentado de manera completamente indiferenciada no pueden desarrollarse estrategias de reducción. Para adquirir y trabar información, el sistema necesita diferencias en su entorno (la diferencia interna no es una necesidad para la constitución de un sistema). 
	La diferencia interna no puede concebirse como característica esencial de los sistemas sociales; pero es un momento importante del proceso de diferenciación de éstos. Mediante la diferenciación interna, los límites exteriores son adicionalmente percibidos y con ello se les refuerza. La diferencia con el entorno se refuerza si el esquema de diferenciación interno se selecciona de manera autónoma y no queda ligado a circunstancias del entorno (si el sistema está más clausurado). 
	En la medida que el sistema se independiza del entorno por medio de esquemas autorreferenciales fundados, puede proyectar también su diferenciación independientemente del fenómeno del entorno, no en el sentido de que ello resulte independiente de la diferenciación del entorno existente, pero sí en el sentido de que puede resumir y distinguir los fenómenos del entorno bajo aspectos autoseleccionados (p. 186).
V
(pp. 186-189)
Ahora se debe elaborar con más claridad cómo se ha de tratarse la gradiente de complejidad (diferencia de complejidad) entre sistema y entorno en el nivel de los sistemas sociales. Lo particular de estos sistemas es que se orientan hacia la complejidad bajo la forma de sentido. Esto significa que la diferencia entre entorno y sistema es medida exclusivamente por límites de sentido (el sentido es lo que permite enlazar una comunicación con otra: clase 19 de marzo). 
	Cada comunicación en el sistema social recurre a la diferencia respecto del entorno y contribuye así a la limitación, es decir, a la transformación de los límites del sistema. Por el contrario, la concepción de límites desempeña una función de orden para la constitución de los elementos, posibilita estimar qué elementos puede formar el sistema y qué comunicación puede arriesgarse en el mismo. La comunicación amplía los límites del sistema.
	Este proceso puede ser conducido por las expectativas de temas. En los temas aceptados se puede leer los límites del sistema. Por lo tanto, hay sistemas que como “organizaciones formales” han ganado en la sociedad moderna una gran importancia, y cuyos límites se regulan mediante la membresía: los temas se tratan como algo que se puede exigir a los miembros del sistema en virtud de su membresía,
VI
(pp. 189-192)
La diferenciación entre sistemas y entorno resulta de la importancia en la constitución de cada elemento de sentido. Sobre esta base puede constituirse un tema especial, el de aquellas disposiciones que aumentan la sensibilidad del sistema con respecto al entorno y liberan otras disposiciones para funciones internas. Así, el sistema reproduce la diferencia sistema/entorno que le orienta continuamente en el interior, bajo la forma de diferenciación estructural. Hay elementos del sistema que establecen relaciones especiales con el entorno (ojos y orejas, p.e.); sin embargo, no por esto estána disposición del entorno, sino que están conectados con la red de contacto autorreferencial del sistema y sólo pueden cumplir con su función de límite con base en procesos circularmente cerrados.
	El problema de esta especificación de contactos con el entorno es que significa un umbral en la evolución hacia una mayor complejidad del sistema. En el sistema social este problema se concentra en la capacidad de acción colectiva y en lo relacionado para que ésta se lleve a cabo. 
	Se destaca que el sistema social con capacidad de acción colectiva tiene que reestructurar las condiciones de poder internas e incluir nuevos niveles de decisión. La función de la colectivización de la acción como relación del sistema con el entorno es ahora un elemento central del análisis en la teoría sistema/entorno.
	Ahora bien, que un sistema social conste de acciones o que se constituya como sistema de acción, de ninguna manera da por resultado la capacidad para la acción colectiva. Que existan acciones de enlace no implica que la selección de ciertas acciones sean obligatorias para el sistema. No cualquier sistema social es capaz de actuar colectivamente, aunque cada sistema conste de acciones.
	Los sistemas sociales que no tienen ninguna posibilidad para desarrollar una capacidad de acción colectiva no sobrepasan un nivel de desarrollo menor; que el proceso de diferenciación de una disposición relativamente autónoma sobre la acción colectiva en los llamados centros políticos sigue siendo una adquisición problemática que siempre ha sido cuestionada (p. 192).
VII
(pp. 192-197)
Cuando se entiende la teoría de sistemas bajo el esquema de sistemas abiertos, se debe describir la relación exterior de los sistemas mediante los conceptos input/output. Este esquema presenta varias ventajas, por ejemplo (p. 193): 
(1) la función del sistema puede identificarse con los rendimientos de transformación y las condiciones internas de esta transformación se consideran como estructura.
(2) La reformulación de un tipo de teoría del equilibrio, en el sentido de que existe un equilibrio si tanto los inputs como los outputs son procesados sin sobrecarga y sin merma.
(3) Se pueden imaginar estructuras y estrategias internas del sistema que interrelacionan el input con el output y que trabajan con orientaciones de problemas cambiantes según aparezcan en el nivel de uno y otro, o según se puedan dar posibilidades de sustitución en sus respectivos campos. 
(4) Permite ver las cosas bajo una óptica estructural-funcionalista.
Así, las estructuras se podían entender como reglas de transformación con ayuda del esquema input/output; sin embargo, uno se veía obligado a orientar el análisis de los sistemas concretos mediante estructuras supuestamente invariantes. 
	El tema es que hay que cuestionarse cuáles son las condiciones previas para que el input y el output sean determinables para el sistema. Como se hace equivalente la apertura al entorno con input/output se oculta este problema. En cambio, si se acepta la teoría de la autopoiesis y la autorreferencialidad de los sistemas, no es sólo un problema de control de tránsito, sino un problema constitutivo de la reproducción de los elementos y la autoidentificación del sistema. Hay muchas relaciones entre sistema y entorno que no caben en este esquema de input/output. Por ejemplo, en los sistemas sociales existe una orientación hacia el entorno que no puede atribuirse a este esquema, ya que ésta hace parecer que el entorno es homogéneo y no diferenciado. 
	La pregunta por la relevancia del esquema input/output puede relacionarse con la pregunta por el significado de la reducción de la comunicación mediante la acción para la relación entre sistema y entorno. Desde la perspectiva del proceso de acción existen, por un lado, condiciones necesarias para que la acción pueda ponerse en marcha (esto tiene que quedar asegurado antes. Por otro lado, el proceso de la acción debe ubicarse bajo una estructura de expectativa que se dirige hacia resultados (se debe esperar algo similar después de la acción). Todo esto sucede como programación de la acción que consolida lo correcto de la acción mediante las condiciones (antes) que deben suponerse o las consecuencias (después) que deben alcanzarse. En este sentido, la diferencia entre sistema y entorno adquiere una forma operable para el sistema. Así, la relación con el entorno es demasiado compleja (p. 194). 
	No todos los sistemas sociales utilizan esta posibilidad de reconstruirse a sí mismos en su entorno mediante el esquema input/output. La sola reducción de la acción no obliga a ello, sólo lo posibilita. De ahí que la diferencia sistema/entorno sea llevada a un nivel de combinación en el que pueden actualizarse, a la vez, más dependencias y más independencias (el sistema se vuelve más dependiente/independiente de ciertos elementos de su entorno, sobre todo los que son más importantes para el input y para la recepción del output). El sistema puede variar su output (lo que entrega), de acuerdo con lo que tenga a disposición como input (lo que le entregan).
Autonomía quiere decir, entonces, poder seleccionar aquellos aspectos en los que el sistema establece lazos de dependencia con el entorno; y esta posibilidad de selección se amplía si el sistema puede organizar “un cambio de dirección” del input y del output de manera que se deje determinar en algunas ocasiones por los problemas y por los cuellos de botella del límite del input, y en otras ocasiones por los problemas y los cuellos de botella del output (p. 195).
Por otro lado, la disposición de esta especie de versión doble de la relación sistema/entorno mediante el esquema input/output posibilita regular, diferenciar y controlar los rendimientos que rebasan los límites. En el límite del output se desarrollan las tendencias para la colectivización de la acción. En tanto que en el límite del input se puede estipular los límites correspondientes, los cuales se encuentra en el proceso de diferenciación, en los lugares de recepción y suministro de los rendimientos de entornos especiales, por ejemplo, en las informaciones. 
	Mediante la diferenciación entre socialización y educación se puede aclarar el nexo entre aumento de proceso de diferenciación y autonomía. La primera se lleva a cabo al convivir en un contexto social, sin ninguna exigencia particular de atención. Presupone participación de comunicación. La educación, en cambio, utiliza la reducción de la acción con el propósito de alcanzar algo, lo que supone una multiplicidad de esfuerzos, es decir, no pueden dejarse al azar los acontecimientos socializados. Solo como educación, la socialización puede pertenecer a un esquema input/output (p. 196).

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