Descarga la aplicación para disfrutar aún más
Vista previa del material en texto
UNIVERSIDAD NACIONAL AUTÓNOMA DE MÉXICO FACULTAD DE ESTUDIOS SUPERIORES ZARAGOZA CARRERA DE PSICOLOGÍA LA PARTICIPACIÓN DEL PSICÓLOGO EN NIÑOS CON CÁNCER DESDE UNA PERSPECTIVA COGNITIVA CONDUCTUAL MÉXICO D.F. ABRIL 2015 T E S I S QUE PARA OBTENER EL TÍTULO DE: LICENCIADA EN PSICOLOGÍA P R E S E N T A: ABIGAIL JIMÉNEZ VELÁZQUEZ JURADO DEL EXAMEN DIRECTOR: LIC. JESÚS BARROSO OCHOA COMITÉ: LIC. EDUARDO ARTURO CONTRERAS RAMÍREZ MTRO. SERGIO RODRÍGUEZ ARRIETA MTRA. GUADALUPE MENDOZA RODRÍGUEZ LIC. JAVIER RIVERA CONTRERAS UNAM – Dirección General de Bibliotecas Tesis Digitales Restricciones de uso DERECHOS RESERVADOS © PROHIBIDA SU REPRODUCCIÓN TOTAL O PARCIAL Todo el material contenido en esta tesis esta protegido por la Ley Federal del Derecho de Autor (LFDA) de los Estados Unidos Mexicanos (México). El uso de imágenes, fragmentos de videos, y demás material que sea objeto de protección de los derechos de autor, será exclusivamente para fines educativos e informativos y deberá citar la fuente donde la obtuvo mencionando el autor o autores. Cualquier uso distinto como el lucro, reproducción, edición o modificación, será perseguido y sancionado por el respectivo titular de los Derechos de Autor. Agradecimientos Agradezco a la máxima casa de estudios, la Universidad Nacional Autónoma de México, por la oportunidad de formar parte de ella. En la cual transcurrieron los mejores años de mi vida, permitiéndome adquirir grandes conocimientos y lograr formarme como psicóloga. Hoy puedo decir “Soy orgullosamente UNAM” A mi familia Que día a día me brindó su apoyo, paciencia, confianza y amor para lograr ser la persona que soy. Agradezco especialmente a mi madre que ha dado todo por verme triunfar, mi madre que no se rindió para darme una vida digna y llena de amor. Gracias por ser madre y padre a la vez, gracias por todas las noches de enfermedad que pasaste a mi lado, por los eventos festejados, por estar en momentos de tristeza y de alegría, gracias por darme la dicha de decirte mamá y ser llamada hija. A mis abuelitos que lucharon por darme lo mejor, aquellos que sin importarles me recibieron con las manos abiertas. A ustedes abuelitos que me enseñaron el valor de tener una familia unida y llena de amor. Gracias abuelito por cada una de las risas que sacaste de mis labios, por quererme como una hija. Abuelita, gracias por tu apoyo, por tu amor incondicional, gracias por la confianza depositada en mí, gracias por demostrarme que lo más importante es la bondad y la humildad. Gracias a ambos por el privilegio que me dieron de llamarles abuelitos. A mi tío Chuchin que sin dudar se volvió mi padre y sin esperar nada a cambio me dio su amor incondicional, tío que me enseño el verdadero significado de amor de padre. Gracias tío por tu cariño, por tu protección, por compartir a mi lado los momentos más gratos e incluso los más devastadores, gracias por la confianza depositada en mí y gracias por la oportunidad de decir “Él es Chuchin y no es mi tío, es mi padre”. A mis profesores Quienes tienen gran pasión por lo que hacen. Gracias por su profesionalismo dentro y fuera de las aulas. Agradezco especialmente al Lic. Jesús Barroso Ochoa, por todo el apoyo brindado en la realización de esta investigación, gracias por aceptar ser director de este proyecto, gracias por el tiempo dedicado en el cumplimiento de esta gran meta. Gracias a la Mtra. Guadalupe Mendoza por impulsarme a cumplir con mis objetivos, gracias por su exigencia dentro del salón de clases y gracias por la pasión puesta en este proyecto. Gracias al Lic. Eduardo Contreras, por su profesionalismo, por ser parte de esta meta, por todo su apoyo brindado durante la carrera y durante este proyecto, gracias por recorrer a mi lado este camino y ubicarme en los momentos de desorientación. Gracias al Lic. Javier Rivera por su paciencia, exigencia y sinceridad, gracias por el interés mostrado en este proyecto. Agradezco al Mtro. Sergio Rodríguez por la dedicación y compromiso mostrado en esta investigación, gracias por su profesionalismo. A mis compañeros de vida Gracias por los momentos compartidos, por su apoyo en las situaciones más complicadas, por estar a mi lado en momentos de dicha, gracias por su apoyo incondicional, por las aventuras vividas, por las horas dentro del salón de clases, gracias por impulsarme a ser mejor, gracias por su amistad Ale, Edy, Oscar, Hess, Amanda y Aby. Gracias José Luis por caminar conmigo hombro a hombro, por permitirme compartir contigo lo que soy, gracias por coincidir en mi camino. A la fundación Luz de Vida Gracias por el apoyo brindado para la elaboración de este proyecto y por permitirme ejecutarlo en sus instalaciones, gracias por la confianza depositada en mí. Gracias a cada uno de los niños de la fundación y a sus padres por su confianza y colaboración. Dedicatorias A mi madre que día a día ha luchado por ser la mejor y que ningún obstáculo ha valido para frenarse, a mis dos ángeles (Elvirita y Ponchito) que estoy segura se sentirían muy orgullosos de este logro, a mi tío que con dedicación y amor ha sido un héroe en mi vida. A los niños con cáncer, como reconocimiento a la fortaleza y valentía que tienen, a cada uno de los padres como admiración de su fortaleza y amor brindado a sus hijos. En memoria de cada uno de los niños que han cerrado sus ojos en este arduo camino. Vive de tal forma que al mirar hacia atrás no lamentes haber desperdiciado la existencia. Vive de tal forma que no lamentes las cosas que has hecho ni desees haber actuado de otra manera. Vive con sinceridad y plenamente ¡vive, hasta morir! Elisabeth Kubler Ross ÍNDICE Introducción 1. Antecedentes Históricos del Cáncer 3 2. Cáncer 6 2.1. Factores desencadenantes del cáncer 7 2.2. Ciclo celular y el cáncer 9 2.3. Tipos de cáncer 11 3. Cáncer Infantil 13 a) Linfoma 14 Enfermedad de Hodgkin 14 Linfoma no Hodgkin 15 b) Tumor de Wilms 16 c) Neuroblastoma 17 d) Sarcoma de tejidos blandos (rabdomiosarcoma) 18 e) Osteosarcoma 18 f) Leucemia 19 Leucemia mieloide aguda 19 Leucemia mieloide crónica 20 Leucemia linfoblástica aguda 21 Cuadro clínico22 a) Síntomas y signos iniciales 22 b) Diagnóstico 23 4. Tratamiento 25 4.1. Quimioterapia 26 4.1.1. Efectos de la quimioterapia 30 4.2. Radioterapia 31 4.2.1. Efectos de la radioterapia 33 4.3. Trasplante de células progenitoras hematopoyéticas 33 4.4. Cuidados paliativos en el paciente con cáncer 34 5. Psicología 37 5.1. Aspectos psicológico del paciente con cáncer 39 5.2. Intervención interdisciplinar 50 5.3. Psicooncología 52 5.3.1. Áreas de trabajo de la psicooncología 57 5.3.2. Evaluación y diagnóstico 62 5.3.3. Psicooncología infantil 63 5.4. Terapia cognitivo conductual 65 Metodología Planteamiento del problema 88 88 Hipótesis 88 Definición de variables 88 Objetivo general 89 Método Participantes Escenario Procedimiento 89 89 90 90 Análisis de resultados 94 Conclusión 114 Referencias bibliográficas Anexos 1. Programa de Intervención Psicológico Cognitivo Conductual INTRODUCCIÓN En la actualidad el cáncer infantil en México se ha vuelto un problema de salud importante, impactando no solo de manera fisiológica sino también, psicológica. La importancia de esta investigación recae en el impacto que tiene la participación de la psicología desde la terapia cognitivo conductual para el bienestar del menor oncológico. Es así como en el contenido de esta investigación inicia hablando del cáncer, desde su surgimiento (como podrá leerse en el capítulo 1), para posteriormente describir los factores que desencadenan esta enfermedad y los tipos de cáncer existentes (véase en capítulo 2). El tema de interés es lo que sucede en la población infantil, así que en el capítulo 3 se describen los tipos de cáncer más representativos en la población infantil y las manifestaciones de estos. No se puede dejar de lado el tratamiento, ya que muchas de las consecuencias físicas y psicológicas se presentan a razón de este, en el capítulo 4 se habla de los diferentes tipos de tratamiento como lo son la quimioterapia, radioterapia, trasplante de células progenitoras hematopoyéticas y cuidados paliativos. Una vez familiarizado con los aspectos centrales del cáncer y sobre todo en la población infantil, el punto central de la investigación es el impacto psicológico en el menor oncológico, el cual está inmerso en una serie de cambios y adaptación contante, ante lo cual la participación de la psicología es fundamental para lograr que la enfermedad sea lo más llevadera posible y que la calidad de vida del menor será más óptima. Es así como el capítulo 5 está enfocado a los aspectos psicológicos del menor oncológico y cómo es que la psicología se va adentrando a esta área donde queda claro que no es solo una problemática médica y que la participación del psicólogo es fundamental. Dando paso a desarrollo de la psicosociología, sobre todo en el área infantil. La investigación se enfoca en la participación del psicólogo desde una perspectiva cognitivo conductual ya que ha sido la terapia más efectiva en el tratamiento de niños con cáncer. Se resalta la forma de trabajar desde este enfoque, describiendo cada una de las técnicas empleadas y los resultados que pueden obtenerse. El cáncer es un problema de salud severo en la población infantil, el menor atraviesa por diversas situaciones que interfieren en su bienestar psicológico y fisiológico. Es así como la razón de ser de la investigación, surge bajo la necesidad de lograr mejorar la calidad de vida del menor oncológico, la cual no es tomada en cuenta en muchas ocasiones ya que los hospitales y fundaciones se concentran más en aspectos médicos olvidando un bienestar psicológico. El objetivo principal de la investigación es lograr mejorar la calidad de vida del menor oncológico, incrementando su autoestima, disminuyendo la ansiedad y desaparecer los pensamientos erróneos que tienen. Todo esto mediante la implementación de un programa de intervención cognitivo conductual. Se trabajó con cuatro niños inscritos en la fundación “Luz de Vida”, todos con leucemia linfoblástica aguda, con una edad de fluctuó de 10 a trece años. Seleccionados mediante un muestreo no probabilístico intencional. La investigación fue cualitativa de tipo descriptivo, mediante un estudio de caso y el análisis de resultados es narrativo. Una vez implementado el programa de intervención se lograron ver cambios con respecto a los pensamientos erróneos (desaparecieron), disminución de ansiedad e incremento de su autoestima. Es así como se ha desarrollado esta investigación y que se espera pueda ser útil para futuras investigaciones e intervenciones con menores oncológicos. 3 1. Antecedentes Históricos del Cáncer En los últimos 50 años se han observado en México cambios en el panorama epidemiológico relacionados con la disminución de las enfermedades infecciosas y la aparición de nuevas prioridades en salud. Entre las causas que explican estos cambios podemos mencionar el acelerado proceso de urbanización, el aumento de la esperanza de vida, con el consiguiente envejecimiento de la población, cambios en el estilo de vida y finalmente el mejoramiento en el acceso a los servicios de salud y en la efectividad de estos. Como resultado de lo anterior, el aumento progresivo de las enfermedades crónico-degenerativas, entre las que destaca el cáncer, son ahora las principales causas de muerte y lo seguirán siendo en el futuro (Pérez, 2003). Desde el surgimiento del cáncer hasta la fecha, se han visto reflejados infinidad de cambios, ya sea de las características de los diversos tipos de cáncer, como de su tratamiento. En 1845 el medico JohnHughes Benett describió en la revista Edimburgh Medical Journal el caso de un paciente con hepatoesplenomegalia y trastornos hematológicos, el cual representa el primer caso de la enfermedad. Casi simultáneamente en Berlín el doctor Rudolph Virchow describió un caso similar, con niveles anormalmente elevados de células blancas, por lo que llamaron a la enfermedad sangre blanca. En 1913 cuatro tipos de leucemia se describieron oficialmente: linfoide crónica, mieloide crónica, linfoide aguda, mieloide aguda (Bonadonna y Robustelli, 1983). Hasta fines de la década de los 1940s el tratamiento del cáncer era únicamente locorregional, es decir, a base de cirugía y radioterapia, los pacientes eran tratados exclusivamente de esta manera. El primer intento de tratamiento con quimioterapia se llevó a 4 cabo después de la Segunda Guerra Mundial (Pérez, 2003). En el año de 1948 el clínico S. Farber descubrió por primera vez que un fármaco quimioterapéutico, la ametopterina (metotrexate) era capaz de producir una remisión en la leucemia linfoblástica aguda del niño (Bonadonna y Robustelli, 1983). Es así como, desde el avenimiento de la quimioterapia en 1948, el pronóstico para los niños con leucemia linfoblástica aguda (LLA) ha mejorado mucho, puesto que la tasa de curación es ahora del 90%. El desenlace clínico a largo plazo de los pacientes con cáncer ha mejorado drásticamente en los últimos 40 años. Mediante la implementación de estudios clínicos aleatorizados y la atención multidisciplinaria, la identificación de terapias efectivas, desarrollo de nuevos agentes quimioterapéuticos, a nuevos y mejores usos de los antibióticos para las complicaciones infecciosas. Es así como el pronóstico de los niños con neoplasia maligna sigue mejorando (Bernstein y Shelov, 2012). En 1956 Horn y Enterline unificaron el concepto de rabdomiosarcoma al definirlo como un tumor que presenta rabdomioblastos entre sus células malignas, al tiempo que establecían 4 subtipos fundamentales: embrionario, alveolar, botrioides y pleomórfico (Sierrasesumaga, Calvo, Villa & Cañadell, 1992). En el decenio de 1970 se incorpora a los psicólogos y psiquiatras como parte del grupo multidisciplinario para el tratamiento del paciente con cáncer que presenta dolor crónico. La psicoterapia debe empezar por aclarar las ideas de culpa y agresividad. Posteriormente debe tratar de desviar la atención que pone el paciente en el dolor físico hacia las causas emocionales. Después se intenta solucionar los sentimientos de culpa y hostilidad y recuperar la estimación y confianza en sí mismo. El dolor es una experiencia multidimensional, es una experiencia de índoles física, psicológica, afectiva y conductual (Medina y Martínez, 2009). 5 Durante 1970 y 1980 se ven reflejados diversos cambios con respecto al cáncer y el tratamiento. Se desarrolla el concepto de enfermedad residual y se comienza a hablar de una estrategia terapéutica multidisciplinaria. Se dan los primeros resultados favorables con quimioterapia coadyuvante, sobre todo en los tumores infantiles, en los linfomas y carcinoma de mama. También se logra una constatación de efectos tóxicos tardíos tras la quimioterapia y radioterapia: en particular la aparición de segundos tumores en pacientes con largas supervivencias y tratados con alquilantes. Se trabaja en el perfeccionamiento de una terapia de soporte (antiinfecciosa, analgésica, dietética, psicológica y de rehabilitación). Y por último comienza a formarse el personal paramédico especializado en oncología (Bonadonna y Robustelli, 1983). 6 1. CÁNCER Primeramente, es necesario comprender lo que es el cáncer y una vez hecho esto conocer su desarrollo. Es así como el término cáncer se aplica a una entidad patológica caracterizada por un crecimiento anormal de las células del organismo. Las células normales crecen, se dividen y mueren de manera secuencial. El cáncer se desarrolla cuando una célula escapa al control del crecimiento, proliferación y muerte y, como resultado, se divide y prolifera anormalmente. Es así como las células cancerosas pierden su dependencia de los factores de crecimiento y con ello adquieren autonomía respecto al microambiente que las rodea. Estas células no responden a señales que, en condiciones normales, conducirían a su muerte después de cierto número de divisiones (Herrera y Granados, 2013). Otra propiedad de las células cancerosas es la disminución para inhibir la proliferación, que en células normales se activa en cuanto dos o más células entran en contacto. Las células malignas tienden a perder esa inhibición por contacto y por lo tanto, pueden crecer invadiendo los tejidos. El cáncer en la actualidad, como lo mencionan Herrera y Granados (2013) y González, Bello y Jiménez (2001) constituye un problema de salud pública, puesto que existe un enorme número de pérdidas humanas y económicas. El cáncer ocupa el 2° lugar como causa de muerte en la mayoría de los países en vía de desarrollo y a pesar de los tratamientos aplicados para combatirlo, aproximadamente el 50% de los individuos con este diagnóstico morirá como consecuencia de la enfermedad (Chabner, Lynch y Longo, 2009). 7 1.1. Factores desencadenantes del cáncer Existen diversos factores de riesgo a los que el enfermo de cáncer ha estado expuesto para enfermar. El cáncer no tiene una causa única, más bien, es el efecto de la interacción de varios factores de riesgo. Pueden agruparse los factores de riesgo para desarrollar cáncer en: factores relacionados con el estilo de vida, antecedentes familiares y factores hereditarios, infecciones crónicas y exposición a agentes químicos o físicos (Herrera y Granados, 2013). Con respecto al estilo de vida, es bien sabido que fumar cigarros por tiempo prolongado se asocia con cáncer de pulmón, de colon o páncreas. El alcohol y el tabaco son los agentes etiológicos más importantes para cáncer de cabeza y cuello, esófago y se ha implicado en cáncer de páncreas (Pérez, 2003). Una alimentación baja en fibra y rica en grasas se relaciona con cáncer de colon, dieta alta en grasas con cáncer de mama, la dieta con deficiencia en vitamina A y C se relacionan con cáncer de pulmón y estómago. El consumo de alimentos ahumados o salados se relaciona con la mayor probabilidad de sufrir cáncer gástrico y de esófago. Mientras que la ingesta excesiva de edulcorantes artificiales (sacarina y aspartame) es factor de riesgo para cáncer de vejiga (Medina y Martínez, 2009). Aunque el cáncer no se considera una enfermedad hereditaria, si pueden favorecerlo cierto tipos de alteraciones genéticas transmitidas y dichas alteraciones tienden a incrementar la susceptibilidad del individuo a desarrollar cáncer. Las mutaciones que bloquean la muerte celular asociada con una proliferación inadecuada, promueven el desarrollo de cáncer. Por ejemplo, se sabe que el gen p53 se encuentra mutado en la mitad de los canceres humanos. Las leucemias mieloides son parte del otro 50% donde no hay mutaciones de este gen. La pérdida de la función 8 del par53 deja a las células sin un mecanismo para inhibir el desarrollo de tumores y, por lo tanto, frente a un daño al ADN (ácido desoxirribonucleico) que active un oncogén no podrían detener su ciclo proliferativo y corregir el daño o morir por apoptosis (Quezada, 2007). Es posible que el cáncer sea causado por alteraciones en protooncogenes y genes supresores de tumores (evita que la célula se divida muy rápidamente) de las cuales, se requiere la acumulación de varias alteraciones para generar la neoplasia. Cuando un protooncogen sufre mutaciones se llama oncogén. Es importante resaltar que lo que se hereda no es el cáncer, es el gen anormal que puede dar lugar al cáncer. Al cambio anormal en un gen se le llama mutación. Losdos tipos de mutaciones son las heredadas y las adquiridas (American Cancer Society, 2014). Las mutaciones adquiridas (somáticas) se adquieren en algún momento en la vida de la persona, y son más comunes que las mutaciones heredadas. Este tipo de mutación ocurre en una célula, y luego pasa a cualesquiera otras células nuevas que sean células hijas de ésta (Bernstein y Shelov, 2012). Defectos en la replicación y reparación del ADN parecen jugar papel significante en estos desordenes (Correa, Gómez y Posada, 2012). Se sabe que determinados tumores de la infancia se asocian a mutaciones de la línea germinal, es así como los sujetos con una mutación del gen p53 en la línea germinal tiene un riesgo significativamente mayor de sufrir cierto tipo de tumores (Behrman y Kliegman, 2002). En lo que respecta a infecciones crónicas, la hepatitis viral tipo B y C se asocian con carcinoma hepatocelular. La infección crónica de samonella typhi es factor de riesgo para cáncer de la vía biliar. La infección del virus del papiloma humano en la mujer se asocia fuertemente con el carcinoma cervicouterino. El sarcoma de Kaposi y linfomas de tipo B pueden desarrollarse en pacientes con síndrome de inmunodeficiencia adquirida (SIDA), (Pérez, 2003). Con respecto a 9 la exposición a agentes físicos y químicos, encontramos que la exposición prolongada a la radiación solar se relaciona con cáncer de piel. La exposición de radiaciones se relaciona con cáncer de tiroides, de glándulas salivales, sarcoma, cáncer de pulmón y páncreas. Como es posible notar son diversos los factores que pueden desencadenar algún tipo de cáncer pero no todo termina con el hecho de tener cáncer ya que este ha tenido una evolución durante muchos años, tanto en el tratamiento como en el desarrollo de la enfermedad (Pérez, 2003). 1.2. Ciclo celular y el cáncer El ciclo celular es el conjunto de eventos que van desde el nacimiento y el crecimiento hasta la división de una célula cualquiera; es decir, la proliferación celular propiamente dicha. Cada fase del ciclo celular está bajo el control de proteínas reguladoras como las ciclinas y cinasas (González, Ordoñez y García de Paredes, 1992). Lo que sucede con en el ciclo celular cuando hablamos de cáncer es que, la proliferación celular se ve alterada. La mayoría de las células deben entrar en su ciclo celular para poder ser destruidas por la quimioterapia o la radioterapia. a) Fase G0: las células están generalmente programadas para realizar funciones especializadas. b) En la fase G1 (interfase): se sintetizan proteínas y ácido ribonucleico (ARN) para algunas funciones específicas de la célula. Al final de la fase se produce un estallido de la síntesis de ADN. La L-asparaginasa es un fármaco activo en esta fase. En esta fase las células detienen la proliferación. c) Fase S (síntesis de ADN): se duplica el contenido celular del ADN, para heredar a cada célula hija la misma carga genética. En esta fase actúan los antimetabolitos. 10 d) Fase G2 (fase 2): se interrumpe la síntesis del ADN, continúa la de las proteínas y el ARN. La bleomicina y los alcaloides vegetales son fármacos activos en esta fase. e) Fase M (mitosis): la velocidad de la síntesis de las proteínas y el ARN disminuye bruscamente, mientras que el material genético se agrega en las células hijas (división celular). Tras completarse la mitosis, las nuevas células entran en la fase G0, esto sucede cuando la célula no está en actividad de proliferación, ha salido del ciclo celular. Los alcaloides vegetales son activos en esta fase (véase en figura 1). Figura1. Efectividad de los fármacos en el ciclo celular Antraciclinas Mitomicina Asparaginasa Fluoruracilo Methotrexate Actinomicina Alcaloides Adriamicina Fluoruracilo Alquilantes Asparaginasa Methotrexate Fluoruracilo Actinomicina Methotrexate Alquilantes Vinblastina Cisplatino Se muestra la fase en la que actúan y tienen mayor efectividad los fármacos dentro del ciclo celular. En la fase G0, los fármacos que tienen mayor efectividad son el fluoruracilo, methotrexata y la vinblastina. Durante la interfase (G1) actúan los alquilantes y el cisplatino, cuando esta la interfase está por concluir actúan la asparaginasa y el methotrexate. Durante la síntesis (S) los fármacos activos son las antraciclinas, asparaginasa, methotrexate y los alcaloides. En la fase 2 (G2) actúan la mitomicina y el fluoruracilo. En la mitosis actúan con efectividad la actinomicina, adriamicina, fluoruracilo y los alquilantes (González, Ordoñez y García de Paredes, 1992). G2 S M G1 11 1.3. Tipos de cáncer El desarrollo del cáncer sin duda es muy complejo, cada vez resulta más increíble cómo puede manifestarse y la gran variedad que existe. Cada tejido y órgano es distinto, así que el desarrollo del cáncer tiene características propias dependiendo de su lugar de origen (De Castro, 2008). La neoplasia mejor conocida como cáncer, es la entidad patológica caracterizada por una división y proliferación anormal de las células Herrera y Granados, 2013). En general se clasifican en dos clases: a) Benignas: se conocen así cuando crecen en forma lenta, con bordes bien delimitados y no se diseminan a distancia. En general los tumores benignos se designan con la adición del sufijo oma al radical de la célula de origen. No obstante existen excepciones a esta regla, como el caso de linfoma, que es un tumor maligno de linfocitos y melanoma que es una neoplasia maligna de melanocitos. Se designan como adenomas los tumores benignos de células epiteliales que forman estructuras glandulares o los tumores derivados de glándulas, algunos de estos se acompañan del nombre de la glándula u órgano de los que se originan, como adenoma sebáceo, adenoma hepático, etc. Los tumores que tienen origen en epitelio de revestimiento se les conoce como papiloma. Los tumores benignos de ovario y otras localizaciones que conforman estructuras glandulares se llaman cistadenomas. b) Malignas: se conocen así cuando crecen en forma rápida, sus bordes están mal delimitados, infiltran tejidos vecinos y desarrollan metástasis (Herrera y Granados, 2013). Por debajo de epitelio se encuentra la estructura de soporte, formada por grasa, músculos, 12 nervios, vasos sanguíneos, que tienen como origen la capa mesenquimal. A los tumores malignos mesenquimatosos se les agrega el sufijo sarcoma. Es así como los tumores derivados de este tejido de soporte se denominan sarcomas. También existen excepciones a esta regla, por ejemplo, un tumor maligno de linfocitos se conoce como linfoma (De Castro, 2008: Herrera y Granados, 2013). Los tumoresmalignos de células epiteliales, procedentes de cualquiera de las tres capas blastodérmicas, se designan con el término carcinoma. El epitelio puede tener células productoras de diversas hormonas que forman parte del sistema neuroendocrino, por lo que los tumores derivados de estas células se denominan carcinomas neuroendocrinos (De Castro, 2008). Las neoplasias originadas en la medula ósea y los ganglios linfáticos se llaman leucemias y linfomas. La leucemia es una enfermedad sistemática que procede de los órganos hematopoyéticos. La leucemia es en ocasiones descrita como un cáncer en la sangre, término que aporta confusión a un tema lo suficientemente complejo (Bodley, 1979). Por el contrario, el linfoma es una afección primaria en los ganglios linfáticos o el tejido linfoide en extraganglionar. Existen neoplasias de cabeza y cuello, neoplasias torácicas, neoplasias gastrointestinales, neoplasias, neoplasias ginecológicas, neoplasias urológicas, neoplasias de la piel y neoplasias hematológicas (Herrera y Granados, 2013). Existen varias modalidades del cáncer y es importante resaltar que no es una enfermedad particular de los adultos, sino que muchas de estas neoplasias tienen una gran incidencia en los infantes. Lo cual está representando una gran problemática de salud y no solo a nivel físico sino también, a nivel psicológico. 13 2. CÁNCER INFANTIL El cáncer infantil representa la 2ª causa de muerte en los niños de 5 a 14 años de edad y la 4ª en la población de 1 a 4 años (Instituto de Salud del Estado de México: Secretaría de Salud, 2014). A pesar de la gran variedad de los tipos de cáncer que se han desarrollado en el humano los tipos de cáncer que aparecen en la infancia son distintos a los que afectan a los adultos. Los tipos más frecuentes de cáncer en un menor son: leucemias, linfomas, sarcomas y tumores neurales, siendo estos últimos los tumores sólidos que más ocurren durante la niñez, cada uno de ellos con una prevalencia diferente determinada por la edad, el sexo, la raza y la distribución. En México sólo existen 135 oncólogos pediatras para los cerca de 7,500 casos de cáncer infantil que se registran anualmente. Leucemia es el cáncer infantil más común teniendo una incidencia del 31%, los tumores cerebrales se presentan en un 16%, mientras que el linfoma se presenta en un 15%. En México durante 2011, de cada 100 personas menores de 20 años con tumores malignos, 59 lo tienen en los órganos hematopoyéticos, siendo principalmente por leucemia (CANICA: Centro de apoyo a niños con cáncer). La Sociedad Americana del Cáncer en 2013 reportó la tasa global de curación del cáncer infantil cercana al 80%, en donde el porcentaje aproximado de la tasa de supervivencia discriminada para cada uno de los tumores más frecuentes en los menores de 20 años es: leucemia linfoblástica aguda 85%, linfoma Hodgkin 92%, linfoma no Hodgkin 72% y tumores neurales 67%. La leucemia y varios tumores embrionarios como el tumor de Wilms y el neuroblastoma son más comunes en la lactancia y al comienzo de la infancia, mientras que la enfermedad de Hodgkin, los tumores óseos y las neoplasias malignas de las gónadas predominan en la 14 adolescencia, aunque también pueden llegar a presentarse en infantes pero no es predominante en estos ya que, el sistema óseo en los niños aun no entra en un proceso de maduración (Behrman y Kliegman, 2002). En un niño puede presentarse gran variedad de neoplasias, pero en las siguientes líneas solo se describirán las que se presentan con mayor frecuencia, no por ello se le resta importancia a las demás neoplasias. a) Linfoma Son la tercera causa de cáncer en menores de 15 años después de la leucemia y los tumores del sistema nervioso central. Se distinguen el linfoma de Hodgkin y linfoma no Hodgkin (Correa, Gómez y Posada, 2012). Enfermedad de Hodgkin Al comienzo de la infancia predomina entre los varones, alrededor del 85% de los niños con linfoma de Hodgkin son varones (Casciato y Territo, 2013). Se desconoce tu etiología pero se ha descubierto datos que indican una asociación con un agente infeccioso. Probablemente el virus de Epstein-Barr, también se ha demostrado un ligero incremento de la incidencia en la infección por VIH (Casciato y Territo, 2013: American Cancer Society, 2014). Se manifiesta como una adenopatía dura e indolora que suele limitarse a una o dos regiones ganglionares. El 30% de los niños presenta fiebre alta, sudoración nocturna y adelgazamiento. Los exámenes recomendados para el diagnóstico son un hemograma, radiografía de tórax, biopsia ganglionar, biopsia de médula ósea bilateral, radiografía simple y gammagrafía ósea en caso de sospecha de compromiso óseo, resonancia magnética del hueso afectado demostrado por radiografía simple, ecocardiograma (Correa, Gómez y Posada, 2012). 15 La enfermedad de Hodgkin comprende de una clasificación de 4 estadios. Estadio I: afectación de una sola región ganglionar. Estadio II: afectación de dos o más regiones linfáticas en el mismo lado del diafragma. Estadio III: afectación de regiones ganglionares en ambos lados del diafragma. Estadio IV: afectación difusa o diseminada de uno o más órganos extralinfáticos con o sin afectación de regiones ganglionares (Sierrasesumaga, Calvo, Villa & Cañadell, 1992). El tratamiento consiste en una combinación de quimioterapia y radioterapia del campo afectado en dosis bajas. El índice de curación infantil supera el 90% (Sierrasesumaga, Calvo, Villa & Cañadell, 1992). Linfoma no Hodgkin El linfoma no Hodgkin (LNH) se divide en tres grupos: linfoblásticos, de células B Burkitt y no Burkitt y linfoma de células grandes (Correa, Gómez y Posada, 2012). Casi todos los casos de LNH son muy malignos y agresivos. Tiene una incidencia tres veces mayor en los niños que en las niñas. La incidencia máxima se da entre los 7 y 11 años. Síndromes genéticos pueden causar que niños nazcan con un sistema inmunológico deficiente, aumentando el riesgo de padecer este linfoma. Estos síndromes son: síndrome de Wiskott-Aldrich, síndrome de Bloom, Chediak-Higashi y Ataxia-telangiectasia. El VIH también es un factor de riesgo para el linfoma no Hodgkin (Sierrasesumaga, Calvo, Villa & Cañadell, 1992: American Cancer Society, 2014). Se pueden detectar síntomas generales como fiebre, anorexia y adelgazamiento (Sierrasesumaga, Calvo, Villa & Cañadell, 1992). Para llegar a un diagnostico se recomiendan un hemograma, radiografía de tórax, biopsia ganglionar, citología de líquido pleural, citología de líquido cefalorraquídeo y radiografía de 16 hueso. Con respecto a su tratamiento, la quimioterapia es parte fundamental de tratamiento, sus enfoques terapéuticos son parecidos a los utilizados en el tratamiento de las leucemias. Los fármacos para el tratamiento del LNH son la ciclofosfamida, metotrexato, la citarabina, la doxorubicina y la ifosfamida (Bernstein y Shelov, 2012). b) Tumor de Wilms Constituye el tumor maligno renal más común de la infancia. El promedio de edad en el momento del diagnóstico es de 3 a 4. Existe un mayor riesgo del tumor de Wilms en síndromes caracterizados por gigantismo corporal (Sindrome de Beckwith-Wiedemann y Sindrome de Perlman), también existe un riesgo en presencia del Sindrome de Denys-Drash y Frasier (Sierrasesumaga, Calvo, Villa & Cañadell, 1992: Sondheimer, 2009). Más del 80% de los niños presenta una masa abdominal que los padres suelen descubrir de manera casual. Los síntomas asociados a este tumor consisten en dolor abdominal, fiebre, hipertensión, retención urinaria y pérdida de peso (Williams, 1976: Gigante, 2007). El primer paso para el diagnóstico es realizar la ecografía abdominal, es necesaria la evaluación de la vena cava inferior pues el tumor puede extenderse a esta vena. También es conveniente efectuar una radiografíade tórax para buscar posibles metástasis pulmonares. Es necesaria una hematimetría completa, pruebas de función hepática y función renal y análisis de orina. El tumor de Wilms se divide en 5 grupos o estadios. Grupo I: tumor limitado al riñón y completamente extirpado. Grupo II: tumor que se extiende más allá del riñón, pero es totalmente extirpado. Grupo III: tumor residual con diseminación no hematógena, confinada en el abdomen. Grupo IV: metástasis hematógenas. Grupo V: afectación renal bilateral en el momento del 17 diagnóstico (Sierrasesumaga, Calvo, Villa & Cañadell, 1992). Se recomienda iniciar el tratamiento con quimioterapia o radioterapia preoperatorias que reduzcan el tamaño tumoral y faciliten la extirpación. Para su tratamiento, los pacientes reciben vincristina y dactinomicina doxorubicina (Bernstein y Shelov, 2012). c) Neuroblastoma Es la neoplasia solida extracraneal más frecuente en niños. La localización más frecuente de los tumores neuroblásticos es el abdomen (Pérez, 2003). Constituye el tumor maligno más común en la lactancia y aparece a una mediana de edad de 20 meses. En la infancia ocupa el cuarto lugar tras la leucemia, el linfoma y los tumores del SNC. El neuroblastoma ocupa el 15% de las causas de muerte por cáncer en la infancia. Parece que existe cierta predisposición genética a padecer un neuroblastoma. Está asociado también al síndrome de Wiedemann-Beckwith. Aunque no se han descrito anomalías congénitas especificas asociadas a este tumor (Sierrasesumaga, Calvo, Villa & Cañadell, 1992). La presentación más habitual es la de una masa abdominal dura, uniforme y dolorosa. Los síntomas iniciales en niños mayores son la fiebre y adelgazamiento o dolores generalizados (Williams, 1976). Para su diagnóstico es necesario: TC de tórax, abdomen, pelvis, aspirado y biopsia bilateral de médula ósea, un análisis de orina (Gigante, 2007). Con respecto a su tratamiento, una cirugía puede tener finalidad diagnostica o terapéutica. Esta última puede ser paliativa o dirigida a obtener la curación del paciente (Sierrasesumaga, Calvo, Villa & Cañadell, 1992). En presencia de enfermedad avanzada, lo normal es administrar quimioterapia (Sondheimer, 2009). Los fármacos que se usan regularmente son la vincristina, ciclofosfamida, doxorubicina (adriamicina) y cisplatino (Casciato y Territo, 2013). 18 d) Sarcoma de tejidos blandos (rabdomiosarcoma) El tumor afecta principalmente al musculo esquelético, pero puede darse en cualquier tejido derivado del mesénquima. El rabdomiosarcoma constituye el sarcoma de los tejidos blandos más común en la infancia. Alcanza su primer pico en entre los niños de 2 a 6 años y el segundo en la adolescencia. Es más frecuente en varones. Se ha descrito la presencia de este tumor en pacientes afectados por el síndrome de Rubinstein-Taybi, síndrome de alcohol fetal y malformación quística pulmonar (Sierrasesumaga, Calvo, Villa & Cañadell, 1992). Su diagnóstico exige una biopsia tisular, es necesario también una TC del tórax, el abdomen y la pelvis y un aspirado y biopsia de médula ósea. Para su tratamiento, se emplea una cirugía radical siempre que el tumor primario sea extirpable. Se administra radiación a pacientes con enfermedad residual tras la intervención quirúrgica inicial y aquellos sometidos a biopsia de tumor primario. Para la quimioterapia, los antineoplásicos más comunes son la ciclofosfamida, la vincristina y actinomicina. Pacientes con tumor localizado en un lugar favorable reciben tratamiento con vincristina y dactinomicina (González, Ordoñez y García de Paredes, 1992). e) Osteosarcoma Tumor óseo maligno más frecuente en la infancia y adolescencia. Esta caracterizado por la formación directa de hueso o tejido esteoide por las células tumorales. La localización primaria habitual se da en los huesos largos. Las radiaciones ionizantes son un factor ambiental con capacidad de inducir osteosarcomas. Las displasias óseas congénitas predisponen al desarrollo de tumores malignos, ya que el osteosarcoma se puede presentar en pacientes con la enfermedad de 19 Ollier, síndrome de Maffucci, síndrome Albright, encodroma solitario y osteoblastoma (Sierrasesumaga, Calvo, Villa & Cañadell, 1992). Se presenta un dolor e inflamación en la zona afectada, tumoración palpable de consistencia dura y finalmente se produce una impotencia funcional. Para su diagnóstico debe hacerse un estudio anatomopatológico de una muestra representativa de la lesión, obtenida mediante biopsia. La evaluación previa a la biopsia incluye historia clínica, exámenes de laboratorio que incluyen una hematimetría, fosfatasa alcalina, test de función hepática y renal. Es necesario también un estudio radiológico convencional del hueso afectado y una gammagrafía. Para su tratamiento la radiación suele ser utilizada antes y después de la cirugía, sola o combinada con quimioterapia. Para la quimioterapia se utiliza methotrexate, ifosfamida, cisplatino y adriamicina. f) Leucemia La leucemia aguda es la enfermedad maligna más común en la niñez. En la edad pediátrica la leucemia linfoblástica aguda (LLA) representa el 75%, la leucemia mieloide aguda (LMA) el 20%, mientras que la leucemia mieloide crónica (LMC) 3% (Correa, Gómez y Posada, 2012). Leucemia mieloide aguda Este tipo de leucemia representa del 15 al 20% de los casos de leucemia en la población pediátrica (Zorc, 2013). El pronóstico de la leucemia mieloide aguda (LMA) es notablemente 20 peor que el de los pacientes con LLA (Behrman y Kliegman, 2002). El síndrome de Bloom es un factor de riesgo para desarrollar LMA, existe también un mayor riesgo en anemia de Diamond- Blackfan, síndrome de Down, de Kostmann (Sondheimer, 2009). La radiación es un factor leucemógeno, las sustancias químicas por su capacidad de producir una mutación de las células madre de la médula ósea (Casciato y Territo, 2013). Las manifestaciones son similares al momento del diagnóstico a los de la LLA, se presente palidez, fatiga, fiebre, equimosis y hemorragias. El diagnóstico definitivo depende de aspirado de médula ósea, se debe analizar el líquido cefalorraquídeo. Al hacer el diagnostico, hasta el 15% de los pacientes presenta evidencias de blastos en el líquido cefalorraquídeo. Su tratamiento consiste en quimioterapia, incluido tratamiento preventivo para el sistema nervioso central. Se recomienda que el paciente permanezca hospitalizado durante todo el periodo de inducción (Correa, Gómez y Posada, 2012). En la LMA se utiliza citarabina, una antraciclina y etopósido. Pero dada la evolución desfavorable que sigue a la quimioterapia habitual, se recomienda practicar un trasplante de médula ósea a todos los niños con LMA con un hermano compatible en cuanto se complete el tratamiento de inducción y consolidación (Behrman y Kliegman, 2002). Leucemia mieloide crónica La leucemia mieloide crónica (LMC) representa alrededor del 3% de los casos pediátricos de leucemia y la mayoría de los casos se presentan en la infancia tardía. Esta leucemia es relativamente indolora comparada con las leucemias agudas. Son tres las fases de la LMC: crónica, acelerada y crisis blástica (Zorc, 2013). La causa de la mayoría de los casos de LMC se 21 desconoce, aunque la exposición a la radiación es un factor de riesgo identificado (Casciato y Territo, 2013). Se presenta a partir de los 4 años de edad del niño. En la fase crónica los síntomas presentes son fiebre, sudoración nocturna, dolor abdominal y dolor óseo. En la fase acelerada se presentan síntomas similares a la fase crónica, la pérdida de peso es común. En la fase blástica hay palidez marcada, dolor óseo, fiebre (Correa, Gómez y Posada, 2012). El tratamiento para esta fase es de tipo molecular dirigido con inhibidores de la tirosincinasa (ITC). La fase acelerada es unafase intermedia y la fase blástica es la más agresiva. Pero el único tratamiento que ha demostrado que es curativo en la LMC es el trasplante de médula ósea, aunque el inconveniente del trasplante es que existe un riesgo del 15-20% de mortalidad al cabo de 1 año en pacientes jóvenes (Casciato y Territo, 2013). Leucemia linfoblástica aguda Es una neoplasia agresiva de las células hematopoyéticas pertenecientes al linaje linfoide. Se caracteriza por una proliferación descontrolada de células linfoides inmaduras, que invaden la medula ósea bloqueando la hematopoyesis normal. Los linfoblastos leucémicos tienen un crecimiento exagerado y sin control, no para dar una respuesta inmune normal sino para causar una caída en la producción de células normales de la medula ósea (Herrera y Granados, 2013). Es así como la expansión clonal aberrante de linfoblastos T (célula tímica y madura) o B se manifiestan en la medula ósea, sangre periférica y otros sitios extramedulares. Todo esto conduce a una deficiencia de glóbulos rojos (anemia), plaquetas (trombocitopenia). La leucemia linfoblástica aguda (LLA) es la neoplasia más común en la edad pediátrica, el 60% de los pacientes con LLA son niños con mayor incidencia en los primeros 5 años de vida 22 (Skeel y Khlief, 2012; Zorc, 2013). Es importante mencionar que el Síndrome de Down y la ataxia telangiectasia se asocian a un mayor riesgo de sufrir LLA. La radiación también es un factor que puede aumentar el riesgo de presentar este cáncer, las sustancias químicas por su capacidad de producir una mutación de las células madre de la médula ósea (Casciato y Territo, 2013). A pesar de su elevada incidencia, la LLA es curable en más del 80% de los niños debido a los avances en la quimioterapia. La leucemia abarca el 32% de las enfermedades malignas en menores de 15 años y es 30% más común en niños que en niñas (Chabner, Lynch & Longo, 2009: Correa, Gómez y Posada, 2012). De acuerdo con el French-American-British (FAB) Coorperative Group, la LLA se clasifica en tres subtipos, subgrupos (L1-L3) con base en criterios morfológicos (tamaño de célula, cromatina nuclear, cantidad, la forma nuclear y vacuolización) (Herrera y Granados, 2013). Aproximadamente el 75% de los pacientes tienen linfoblastos con fenotipos correspondientes a precursores de células B (Chabner, Lynch & Longo, 2009). La LLA con precursores T se ha clasificado como de riesgo alto para recaída. De acuerdo a la clasificación EGIL la LLA-T se clasifica en: T1= pro-T LLA, TII= pre-T LLA, TIII= cortical LLA, TIV= T madura (Medina y Martínez, 2009). Cuadro clínico a) Síntomas y signos iniciales El cáncer en sus diversas variedades, inicialmente es asintomático, de tal forma que cuando presenta manifestaciones clínicas ya tiene tiempo en su evolución (Medina y Martínez, 2009). Se presenta falla medular condicionada por la invasión de células leucémicas, con la 23 consiguiente disminución de hematíes (anemia, palidez, disnea), de leucocitos (infecciones, fiebre) y de plaquetas (púrpura, manifestaciones hemorrágicas), adenomegalia, dolores osteoarticulares causados por la expansión masiva de los blastos, el crecimiento de la medula ósea causa dolor óseo y los niños pueden presentar resistencia para caminar. Cerca del 8 al 10% de los pacientes al momento del diagnóstico refieren manifestaciones como cefalea, vomito, alteración en el estado de consciencia (Bonadonna, 1983: Chabner, Lynch & Longo, 2009: Zorc, 2013: Gigante, 2007). b) Diagnóstico Es necesario realizar una biopsia, un estudio citológico no permite distinguir con precisión el tipo de linfoma. Cuando se sospecha de la presencia de la LLA, el trabajo diagnostico consiste en solicitar una batería completa de pruebas sanguíneas, de estudio de imagen, aspiración y biopsia de medula ósea y punción lumbar. El aspirado medular debe realizarse cuando hay sospecha de LLA, se habla de la presencia de leucemia si exhibe cuando menos 25% de linfoblastos (Gigante, 2007: Zorc, 2013). La biometría hemática de rutina puede revelar diversas alteraciones. La presencia de anemia se detecta en la mayor parte de los pacientes, también pueden observarse alteraciones en los leucocitos o leucocitosis dependiente de blastos. La pulsión lumbar se realiza al momento del diagnóstico para poder analizar el líquido cefalorraquídeo, se puede identificar la infiltración a SNC ya para hacer el diagnostico de infiltración a el SNC se requiere la presencia de más de 5 leucocitos en el líquido cefalorraquídeo con blastos en la diferencial (Medina y Martínez, 2009). 24 La química sérica refleja el grado de carga tumoral, la aspiración de medula ósea revela un campo homogéneo de linfoblastos con medula hipercelular (Chabner, Lynch & Longo, 2009). Los pacientes con LLA se dividen en dos grupos de riesgo general, basados en la edad y el recuento inicial de leucocitos. Los pacientes de grupo de riesgo normal son niños de 1-9 años. Los demás se encuadran en el grupo de alto riesgo (Behrman y Kliegman, 2002). En todo tipo de cáncer se presenta cierto grado de dolor, ya sea como consecuencia del cáncer como tal o como efectos del tratamiento. En los estadios avanzados del cáncer del 55% al 95% de los pacientes presentan dolor (González, Bello & Jiménez, 2001). En el enfermo con cáncer, en 70% de los pacientes su dolor es causado por infiltración tumoral directa de tejidos blandos, huesos, nervios y vísceras; en 20% se relaciona con la terapéutica antineoplásica y solo en 10% tiene una causa ajena al cáncer (González, Bello & Jiménez, 2001). El tratamiento del dolor está conformado básicamente por medicación vía oral, también existen métodos no farmacológicos para el tratamiento del dolor como lo son la hipnosis, psicoterapia y radioterapia. La Organización Mundial de la Salud estableció la siguiente escala para el tratamiento del dolor relacionado al cáncer (González, Bello & Jiménez, 2001): El primer escalón (dolor leve): se utilizan analgésicos no opiáceos, adyuvantes y psicoterapia. Los analgésicos no opiáceos tienen efectos analgésicos, antiinflamatorios y antipiréticos. Segundo escalón (dolor moderado): se utiliza la combinación de analgésicos (antiinflamatorios no esteroides), adyuvantes y opiáceos débiles. Tercer escalón (dolor grave): se basa en el uso de los agonistas puros de opiáceos, antiinflamatorios esteroides, adyuvantes y psicoterapia. Incluyen sulfato de morfina, hidromorfona, oximorfona, metadona, meperidina y fentanil de uso transdérmico. 25 3. TRATAMIENTO Un tratamiento no solo busca la eliminación de células leucémicas de modo más eficaz y permanente, en realidad el problema suele ir más allá dadas las características que rodean este tipo de enfermedades en las que se conjugan el daño imputable a la invasión y sustitución del tejido sano por las células neoplásicas, las complicaciones derivadas de las alteraciones inmunológicas que frecuentemente los acompañan, el resquebrajamiento moral y psicológico tanto del enfermo como de sus seres queridos, factores que varían de intensidad que van de un caso a otro y que no deben pasar por desapercibidos (Medina y Martínez, 2009). El tratamiento debe ser dirigido a la destrucción de células leucémicas en todas las localizaciones afectadas o de afectación potencial. Para lograr la curación es necesario destruir todas las células leucémicas existentes en el organismo. Para conseguir la destrucción total de las células, el primer paso consiste en obtener la remisión completa (desaparición total de los signos y síntomas de enfermedad, ausencia de blastos en sangre periférica y linfoblastos en uno o varios aspirados medulares) (Bonadonna, 1983). Los tipos de tratamiento ante una neoplasia varían dependiendo la neoplasia y la fase en la que se encuentre. El tratamiento común para el cáncerrecae en quimioterapia, radiación, trasplante de medula ósea o bien, cuidados paliativos. En caso de LLA, esta es considerada muy sensible a la quimioterapia y radioterapia, por lo que estas constituyen los pilares de su tratamiento. La duración total del tratamiento oscila entre 2 y 3 años, aproximadamente el 10% de los pacientes recaen durante el año siguiente a la suspensión del tratamiento (Sierrasesumaga, Calvo, Villa & Cañadell, 1992). 26 3.1. Quimioterapia La quimioterapia es el uso de medicamentos para tratar una enfermedad, como el cáncer. Surte su efecto a través de todo el cuerpo, puede destruir las células cancerosas que han hecho metástasis o se han propagado a otras partes del cuerpo alejadas del tumor primario (original). La mayoría de los medicamentos de quimioterapia se administran directamente al torrente sanguíneo a través de un catéter. Otro medio de administrarla es oralmente, el medicamento es en forma de pastilla, cápsula o en forma líquida. Intratecal es cuando el medicamento se inyecta en el canal espinal y llega hasta el líquido que rodea su cerebro y médula espinal. Intramuscular, el medicamento se administra en un músculo a través de una aguja (como una inyección), (American Cancer Society, 2014). En presencia de tumores sólidos infantiles el tratamiento inicial suele ser quimioterapia, cuando esta se aplica a pacientes después de extirpar el tumor recibe el nombre de tratamiento adyuvante. Mientras que la quimioterapia administrada sin haber extirpado aun el tumor recibe el nombre de quimioterapia neoadyuvante (Behrman y Kliegman, 2002). Hay datos que indican que los niños con LLA consiguen la remisión en 98% de los casos, con 80% de sobrevida a los 5 años del diagnóstico. Ensayos clínicos han demostrado que adultos tratados con protocolos de tratamiento para adultos obtuvieron un resultado poco favorable que los adultos que son sometidos a un protocolo infantil (Skeel y Khlief, 2012). El tratamiento de inducción suele iniciarse en cuanto ha terminado el estudio diagnóstico (Skeel y Khlief, 2012). 27 Con la quimioterapia se busca reconstruir la hematopoyesis normal, proporcionar profilaxis adecuada de los sitios de refugio y eliminar la enfermedad mínima residual mediante la consolidación posterior a la remisión y el tratamiento de mantenimiento. Se emplean seis grupos farmacológicamente diferentes: alcaloides que suspenden la duplicación celular, alquilantes los cuales suspenden el crecimiento celular alterando la cadena de DNA, antibióticos que se dividen en antraciclicos y no antraciclicos y alteran la duplicación del DNA y su transcripción, antimetabolitos indispensables para la síntesis de ácidos nucleicos y proteínas, misceláneos y esteroides (Games, 2002). El proceso de la quimioterapia se describe a continuación. Inducción a la remisión: el objetivo es la eliminación de cerca del 99% de todas las células leucémicas y restaurar una hematopoyesis normal (Medina y Martínez, 2009). Tiene una duración de 4 a 5 semanas. Con respecto a la LLA, el esquema terapéutico consiste en vincristina, prednisona, L-asparaginasa, solo en caso de riesgo alto se usa daunorubicina, suelen añadir citarabina intratecal el primer día y metotrexato intratecal el octavo día (Behrman y Kliegman, 2002; Correa, Gómez y Posada, 2012). La L-asparaginasa se utiliza especialmente en el tratamiento de inducción para la LLA (Skeel y Khlief, 2012). Intensificación o consolidación: ayuda a eliminar la leucemia residual que no es detectable por métodos habituales de laboratorio, también previene recaídas. Pueden administrarse medicamentos diferentes empleados en la inducción o incluso utilizar nuevamente el mismo esquema de inducción. En niños es común usar metotrexato en dosis altas con mercaptopurina. Ciclofosfamida y citarabina para pacientes de alto riesgo (Behrman y Kliegman, 2002). 28 Profilaxis del sistema nervioso central: el SNC puede albergar LLA y ser nido de una recurrencia si no se trata al principio. La profilaxis estándar del SNC puede incluir la radiación, la quimioterapia sistémica e intratecal o una combinación. Esta combinación puede reducir la tasa de recaída del SNC en pacientes con LLA. Consiste en la administración intrarraquídea por vía lumbar. También la terapia incluye citarabina y tiotepa. El número de inyecciones intratecal administradas depende del riesgo de recaída del SNC (Herrera y Granados, 2013). Reinducción: se denomina también intensificación retardada, en esta etapa se usan medicamentos comparables a los usados en la inducción y consolidación. Es de gran importancia la reinducción ya que ha demostrado reducir el riesgo de recaída (Correa, Gómez y Posada, 2012). Mantenimiento: preserva la remisión, en niños se requieren 2 años de mantenimiento. Prolongar el mantenimiento por más de 3 años no ofrece ventajas, no refuerza o crea mayores cambios (Medina y Martínez, 2009: Skeel y Khlief, 2012: Bernstein y Shelov, 2012). El esquema de mantenimiento consta en 6-mercaptopurina, metotrexato, ciclofosfamida, vincristina y prednisona. Con el mantenimiento aumenta la duración de la remisión completa (Behrman y Kliegman, 2002). Quimioterapia de salvamento: los pacientes que recaen son sometidos a reinducción mediante el uso repetido de los agentes utilizados para la inducción. En pacientes de riesgo alto, si se consigue la remisión y cuando es posible, el tratamiento anterior va seguido del trasplante alogénico (Chabner, Lynch & Longo, 2009). Si la recidiva aparece mientras el paciente sigue en tratamiento, el pronóstico es más desfavorable (Behrman y Kliegman, 2002). 29 Fármaco Acción Indicaciones Toxicidad Metotrexato Inhibe la reductasa de dihidrofolato LLA, linfoma, osteosarcoma Mielodepresión, mucositis, dermatitis, hepatitis renal y del SCN 6-Mercaptopurina Inhibe biosíntesis de DNA y RNA LLA Mielodepresión, mucositis Citarabina Inhibe la polimerasa del ADN LLA, linfoma, sarcoma Mielodepresión, conjuntivitis, mucositis, disfunción del SNC Ciclofosfamida Inhibe la síntesis del ADN LLa, linfoma, sarcoma Mielodepresión, cistitis hemorrágica, fibrosis pulmonar Doxorubicina Se unen al ADN LLA, LMA, linfoma, neuroblastoma, osteosarcoma Miocardiopatía, orina roja, mielodepresión, conjuntivitis Dactinomicina Se unen al ADN, inhiben la transcripción Tumor de Wilms, sarcoma de Ewing Mielodepresión, estomatitis Vincristina Inhibe la formación de microtúbulos LLA, linfoma, tumor de Wilms, enfermedad de Hodgkin, neuroblastoma, sarcoma de Ewing Celulitis local, estreñimiento, dolor mandibular, convulsiones, mielodepresión L-Asparraginasa Disminución de la asparragina LLA Reacción alérgica, pancreatitis, hiperglucemia, encefalopatía Prednisona Citotoxicidad linfocítica directa LLA, enfermedad de Hodgkin Sindrome de Cushing, cataratas, diabetes, hipertensión, psicosis, miopatía Cisplatino Inhibe la síntesis del ADN Tumores gonadales, osteosarcoma, neuroblastoma, tumores del SNC Mielodepresión, tetania, neurotoxicidad Carboplatino Inhibe la síntesis del ADN Tumores gonadales, osteosarcoma, neuroblastoma, tumores del SNC Mielodepresión Etopósido Inhibidor de la topoisomerasa LLA, linfoma, tumor de las células germinales Mielodepresión, leucemia secundaria Behrman y Kliegman, 2002 30 3.1.1. Efectos de la quimioterapia La quimioterapia produce diversos efectos secundarios, por ejemplo: sobre la medula ósea se produce mielodepresión, pues las células hematopoyéticas están en constante reproducción y eso las hace muy vulnerables a los citostáticos. La medula ósea cuenta con unas reservas de precursores de leucocitos que duran 10 días, por tal razón la leucopenia no se observa en sangre periférica hasta el décimo día tras laaplicación de la dosis de tratamiento y dura hasta los 14 a 21 días (Estapé y Burgos, 1991). El efecto secundario más frecuente en la piel es el eritema pigmentario fijo por bleomicina que afecta a codos y rodillas y en ocasiones puede ser doloroso. Algunos citostáticos como el metotrexato producen fotosensibilización. La alopecia es uno de los efectos más notables e indeseables de la quimioterapia. Se produce por el freno del crecimiento celular de la raíz del folículo piloso y ocasiona una caída parcial o total del cabello. Se observa sobre todo con adriamicina, ciclofosfamida, vincristina y nitrosoureas. Con metotrexato se puede presentar alopecia leve (Skeel y Khlief, 2012; Games, 2002). La caída de cabello se da a las tres semanas de la primera dosis. En lo que respecta a las mucosas, están tienen células en constante reproducción y se ven afectadas por la quimioterapia. En la boca se origina de los 4 a 7 días un eritema algo doloroso que desafortunadamente por el trauma del alimento se lacera y aparecen ulceras que duran de 14 a 21 días muy dolorosas que llegan a impedir la ingestión de alimentos. Esto ocurre con los antimetabolitos como metotrexato, pero también con un antibiótico antitumoral como la adriamicina (Estapé y Burgos, 1991). Por la acción sobre la mucosa gástrica fármacos como 31 prednisona, ciclofosfamida, vincristina, metotrexato o mercaptopurina producen náuseas y vómitos (Games, 2002). Cuando las náuseas y el vómito son inducidos por la quimioterapia se clasifican como anticipatorios, agudos y retrasados. Donde las náuseas y vomito anticipatorio ocurren antes de la quimioterapia como respuesta condicionada por estímulos ambientales específicos (objetos, olores, sabores). Los olores constituyen los estímulos ambientales desencadenantes más importantes en la náusea anticipatoria, mientras que en el vómito anticipatorio el estímulo condicionado puede ser la contemplación del tratamiento (González, Bello & Jiménez, 2001). Las náuseas y vomito retrasados se presentan después de la etapa aguda, más de 24 hora después de haberse administrado la quimioterapia (Skeel y Khlief, 2012). Sobre el riñón puede actuar el cisplatino y ocasionar nefritis intersticial. En las vías urinarias, ciertos citostáticos como la ifosfamida o la ciclofosfamida pueden producir cistitis hemorrágica. Sobre el sistema nervioso central el fluorouracilo produce ocasionalmente un cuadro de ataxia cerebelar. Fármacos como el cisplatino, la vincristina o la vindesina pueden producir polineuritis (Estapé y Burgos, 1991; Bonadonna, 1983). 3.2. Radioterapia Como ya se mencionó en líneas anteriores, la radioterapia también juega un papel de suma importancia en el tratamiento del cáncer. El factor tiempo en radioterapia es un elemento fundamental y lo conforma el fraccionamiento, el tiempo total de la irradiación y la tasa de dosis. Donde el fraccionamiento consta de la administración de la radiación en varias sesiones, ya que 32 permite la reparación de algunas lesiones reparables, que sean subletales o potencialmente letales, no aquellas que presentan fenómenos letales irreversibles y la restauración de los sistemas de reparación durante el intervalo de las sesiones. En radioterapia clásica, las sesiones son de 4 a 5 veces por semana. La radioterapia hiperfraccionada corresponde a una radiación administrada en varias sesiones en un mismo día, con la condición de que entre una y otra haya un intervalo de 4 a 8 horas, que permite la reparación de lesiones reparables de los tejidos sanos. Mientras que el hiperfraccionamiento acelerado consiste en administrar una dosis total más elevada y una duración clásica para lograr un mayor índice terapéutico (Herrera y Granados, 2013). El hipofraccionamiento es la aplicación de la radiación ionizante en un número reducido de sesiones, cada una con dosis mayor que en radioterapia clásica. La finalidad es obtener resultados rápidos y evitar los desplazamientos inútiles en pacientes en los que la diseminación tumoral determina la urgencia en primer término y el riesgo de secuelas a largo plazo, debido a las dosis elevadas administradas, pasa a segundo plano (Herrera y Granados, 2013). Es importante mencionar que se recomienda la aplicación de una radioterapia clásica o modificada para los tratamientos con intención curativa o con esperanza de vida larga y, una radioterapia hipofraccionada para todos los tratamientos paliativos. Por otro lado, la irradiación corporal total se efectúa para la erradicación de células tumorales que persisten después de la quimioterapia con el fin de preparar un trasplante de medula ósea, la destrucción de tejido inmunocompetente o ambas cosas. 33 3.2.1. Efectos de la radioterapia Los efectos secundarios de la radioterapia son bien conocidos y deben valorarse antes de planificar el tratamiento multidisciplinar del enfermo oncológico. Los efectos de la radiación sobre los tejidos vivos pueden ser agudos y crónicos. La clínica de la toxicidad aguada se expresa por astenia, cansancio, anorexia, nauseas, vómitos y cefaleas. En el aparato digestivo se da un espesamiento de saliva, esofagitis. Hay diarrea asociada a nauseas, anorexia y vómito (Sierrasesumaga, Calvo, Villa & Cañadell, 1992). La radiación tiene una función determinante en la aparición de náuseas y de vomito. Es así como entre más alta sea la dosis diaria fraccionada y mayor la cantidad de tejido irradiado mayor será el potencial para inducir nausea y vomito (González, Bello & Jiménez, 2001). Los pacientes informan que los síntomas se reducen de modo espontaneo con el paso de los días y habitualmente no requiere tratamiento. En cuanto al sistema nervioso, la radiación en la médula espinal puede dar lugar a un cuadro de mielopatía aguda que es transitoria y que se manifiesta como síndrome de Lhermitte. Con respecto a la piel, esta puede reaccionar desde pocas horas después de comenzar el tratamiento presentando desde eritema, hasta hiperpigmentación. El cabello suele caerse a partir de la 3ª semana y desarrollarse nuevamente 3 a 4 meses después del tratamiento. 3.3. Trasplante de células progenitoras hematopoyéticas El término médula ósea es aplicado al campo, sin embargo, el trasplante de células madre puede ser un término más apropiado ya que la sangre periférica, la sangre del cordón umbilical, e 34 incluso el hígado fetal también se utilizan como fuentes de células madre hematopoyéticas para el trasplante humano. El objetivo es restaurar la hematopoyesis del enfermo, la cual se encuentra afectada por una enfermedad incurable (Herrera y Granados, 2013). La aparición de una recidiva medular cuando el paciente se halla en tratamiento o durante los 6 meses siguientes, implica casi siempre un pronóstico desfavorable. Ante esto es necesario un tratamiento similar al de la inducción inicial para obtener una segunda remisión y después se opta por un trasplante de médula ósea (Sierrasesumaga, Calvo, Villa & Cañadell, 1992). La aplicabilidad del trasplante de médula ósea está limitada por la disponibilidad de un donante relacionado HLA-compatible (antígenos leucocitarios humanos). Entre hermanos hay 1 entre 4 posibilidades de ser HLA-idéntico; por tal motivo la probabilidad de que un paciente tenga como donante un hermano HLA-idéntico varía con el tamaño de la familia. El porcentaje de complicación de los trasplantes utilizando donante compatible no relacionado por lo general es mucho más alto que en los trasplantes entre hermanos compatibles. Ante esto, se espera que con las continuas mejoras en técnicas de compatibilidad, los porcentajes de complicación se reduzcan hasta niveles aceptables. 3.4. Cuidados paliativos en el paciente con cáncer En el comienzo de la vida humana todos deben ser tratados con respeto, de la misma maneraese respeto debe prevalecer hasta el último momento. Es por esto que a un moribundo se le debe brindar una supervivencia digna, con calidad de vida útil para sí y para sus semejantes. En el contexto de un paciente con una enfermedad terminal se entrelazan todos los esfuerzos de un equipo multi e interdisciplinario de salud con miras de aliviar el sufrimiento y a lograr una 35 mejoría en los estándares de vida del moribundo, palpando de forma objetiva el bienestar físico, psicológico, social, ocupacional y espiritual del individuo. A todo esto le llamamos cuidados paliativos (Medina y Martínez, 2009). En México, la Ley de Cuidados Paliativos define a estos, como los cuidados integrales para aquellas enfermedades que no responden a tratamiento curativo e incluyen, pero no se limitan al control del dolor y otros síntomas asociados a la enfermedad, así como la atención de aspectos psicológicos, sociales y espirituales de los pacientes y la familia. Mientras que, la Organización Mundial de la Salud define los cuidados paliativos como aquellas intervenciones que mejoran la calidad de vida de los pacientes y sus familias que enfrentan una enfermedad potencialmente mortal. Donde se considera la muerte como un proceso natural, no busca prolongar la vida ni acelerar la muerte, ofrece apoyo para que los pacientes vivan lo más activos posibles hasta su muerte, ofrece apoyo a la familia para enfrentar la enfermedad del paciente y su propia tristeza (Herrera y Granados, 2013). Cuidados paliativos sugiere una filosofía de cuidados al paciente terminal. La medicina paliativa pasa a ocupar hoy el día un lugar preponderante dentro de los campos de la especialidad médica y la psicología del moribundo. Finalmente, lo que se pretende obtener con esto es que la muerte llegue de la mejor manera y en su momento justo, alcanzando así quien la sufre el grado de ser humano (Medina y Martínez, 2009). Se considera que un paciente es candidato a recibir apoyo paliativo para el manejo de dolor, problemas de comunicación con el paciente, o su familia y tiene uno o más de los siguientes datos: disminución en sus capacidades físicas para desempeñar sus actividades de rutina, presencia de una enfermedad crónica grave, pérdida de 36 peso, múltiples ingresos hospitalarios, dificultad para el manejo de síntomas relacionados con la enfermedad, conflicto con las órdenes de no reanimar (Herrera y Granados, 2013). Cuando hablamos de paciente terminal se hace alusión a cuando el proceso es crónico y previsiblemente progresivo; se cambian las opciones terapéuticas de curativas a paliativas, esto debido a la necesidad de controlar los síntomas que derivan de la progresión de la enfermedad, ya que la muerte es cierta y previsible en un espacio de tiempo breve (Estapé y Burgos, 1991). Para que el cuidado paliativo sea exitoso es necesario atender todos los aspectos que ocasionan sufrimiento en el enfermo, deben ser abordados por un equipo multidisciplinario de médicos, psicólogos, psiquiatras, nutriólogos, etc., en donde el paciente y su familia son parte importante del equipo. Ya que los pacientes en cuidados paliativos deben tomar decisiones en conjunto con su familia, y es importante mencionar que un paciente bien informado habitualmente acepta las recomendaciones del equipo de salud (Herrera y Granados, 2013). Algunas características que identifican a las personas en agonía son: aumento de cansancio, debilidad, disnea, anorexia, boca seca, somnolencia matutina e insomnio nocturno, menor interés por levantarse de la cama o recibir visitas, apatía por lo que sucede a su alrededor, periodos de confusión frecuente, alternando con periodos de irritabilidad, angustia, agitación, alucinaciones visuales y miedo a estar a solas. Y aunque en ocasiones pueda resultar difícil para los profesionales aceptar que el paciente ha entrado en agonía, el reconocimiento de esta etapa resulta esencial para poder apoyar al paciente y a su familia a superar esta etapa. Dada la situación, los aspectos principales a tomar en cuenta en esta fase son: cuidados físicos, en donde es necesario reevaluar al paciente, suspender todo tratamiento innecesario, asegurara una vía para administración de medicamentos, mantener al paciente cómodo. 37 4. PSICOLOGÍA Los problemas de salud-enfermedad están estrechamente vinculados con diversos factores físicos, conductuales y ambientales, cada uno de los cuales contribuye a las diferentes situaciones que enfrenta el manejo médico. El equipo de salud actual cuenta con un modelo de intervención que intenta comprender, explicar y tratar a la enfermedad con una combinación de estrategias, y no solo como un problema orgánico. En este contexto, el desarrollo de la psicología ha demostrado importantes avances y ha dado especial importancia a los componentes conductuales asociados a los diferentes problemas que plantea la enfermedad (Rodríguez, 2004). Existe una mayor concientización acerca de la importancia que juegan los factores psicológicos en la vida diaria, aumentando significativamente los conocimientos populares acerca del papel de un psicólogo en la adaptación de las demandas del día a día. Ellos han influido para que la psicología tome mayor fuerza en los diferentes ámbitos sociales, laborales, médicos y personales. Es así como la psicología tiene un papel fundamental en el tratamiento del cáncer. Su participación es inevitable y lo ha hecho apoyado en diversas corrientes psicológicas. Dada la complejidad del cáncer ha sido necesaria la participación de la psicología día a día (Remor, Arranz y Ulla 2003). Desde el punto de vista del psicólogo de la salud, resulta esencial enfocar la problemática del cáncer desde una perspectiva integral, implica reconocer la importancia de la dimensión biológica en la etiología de la enfermedad, la rehabilitación y la adaptación psicológica pero, además, aceptar que existe una interacción importante entre los factores biológicos y psicológicos, con lo que se resalta la importancia de las variables psicológicas y sociales y su 38 contribución para entender el problema, buscar formas de enfrentar el mismo y coadyuvar en la rehabilitación (Reynoso y Seligson, 2005). El estado anímico tanto del paciente como de sus seres queridos es de suma importancia para el desarrollo del tratamiento. En efecto, el miedo que despierta la sola sospecha de ser portador de un proceso oncológico se agrega al desequilibrio familiar que habitualmente producen los cambios de diversa índole impuestos por el nuevo estado de uno de sus componentes (Medina y Martínez, 2009). El psicólogo de la salud se encuentra con diversas situaciones donde existen altos niveles de estrés y experiencias de sufrimiento, derivados de la impredecibilidad, incontrolabilidad e incertidumbre asociadas a la enfermedad. El hecho de enfermar supone, en muchos casos, una ruptura del equilibrio personal al tener que hacer frente a diversas amenazas. La pérdida de salud supone una crisis situacional en la que las personas sufren reacciones emocionales de una intensidad significativa y requieren unos recursos específicos para restaurar el propio equilibrio (Remor, Arranz y Ulla 2003). Las habilidades de comunicación con el enfermo y la ayuda psicológica como parte integral de la rehabilitación del enfermo durante y después de la administración de los tratamientos antineoplásicos, ocupan un lugar privilegiado. Por ello, además del apoyo que deben brindar tanto los médicos como las enfermeras encargados de paciente oncológicos, debe contarse con el auxilio de psicólogos y trabajadoras sociales que ayuden a sobrellevar la carga emocional y económica al enfermo y a los suyos ganando con esto su confianza y cooperación para un mayor éxito del tratamiento buscando, en la medida de lo posible, su reincorporación a la vida normal.
Compartir