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UNIVERSIDAD NACIONAL AUTÓNOMA DE MÉXICO UNIVERSIDAD NACIONAL AUTÓNOMA DE MÉXICO 
 
 
 
 
 
 
 FACULTAD DE CIENCIAS POLÍTICAS Y SOCIALES 
 
 
 
 
 
 
 ELABORACIÓN DE INSTRUMENTOS DE CONSULTA 
 GUÍA DEL ÍNDICE DESCRIPTIVO DE LA REVISTA 
 EL LEGIONARIO 1951- 1982 
 
 
 
 
 
 T E S I N A 
 EN LA MODALIDAD DE PRÁCTICA PROFESIONAL 
 PARA OBTENER EL TÍTULO DE 
 LICENCIADO EN SOCIOLOGÍA 
 P R E S E N T A : 
 ALEJANDRA AGUIRRE HERRERA 
 
 
 
 
 ASESOR: MTRO. SALVADOR MORA VELÁZQUEZ 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 CIUDAD UNIVERSITARIA, MÉXICO, D.F. NOVIEMBRE 2006 
 
 
UNAM – Dirección General de Bibliotecas 
Tesis Digitales 
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fines educativos e informativos y deberá citar la fuente donde la obtuvo 
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respectivo titular de los Derechos de Autor. 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
A mi familia 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
Agradecimientos 
 
 
Este trabajo es la culminación de un logro personal que no podría entenderse 
sin el apoyo y aliento que tuve de familiares, amigos y compañeros; por ello, 
me emociona dedicar estas breves pero sentidas líneas de agradecimiento: 
 
A Salvador Mora Velázquez por haber aceptado dirigir mi tesina. Gracias a su 
enseñanza, disposición y orientación se fue desarrollando el texto. Sin 
embargo, el resultado más importante de esa colaboración fue que me haya 
honrado con su amistad. 
 
A Alejandro Labrador Sánchez, coordinador del Centro de Estudios 
Sociológicos (CES) de la Facultad de Ciencias Políticas y Sociales (FCPyS) de la 
UNAM, por su constante apoyo y guía metodológica, indispensables para la 
conclusión de mi trabajo. 
 
A Juan Carlos León y Ramírez, coordinador del Centro de Estudios en 
Administración Pública de la FCPyS de la UNAM, quien siempre estuvo dispuesto 
a leer mi texto, combinando la exigencia académica con el buen humor que lo 
caracteriza. 
 
A Jerónimo Hernández Vaca, profesor íntegro y socialmente comprometido, 
cuya enseñanza y comentarios perduran más allá de mi trabajo. 
 
A Alejandro Blanco Lerín por el apoyo académico y profesional que me otorgó. 
 
A Eduardo Gómez Ochoa, secretario académico del CES de la FCPyS de la 
UNAM, por su profesionalismo y apoyo a la comunidad estudiantil del Centro. 
 
A todos mis profesores y compañeros de la Facultad de Ciencias Políticas y 
Sociales de la UNAM, por sus enseñanzas, así como por la amistad que ha 
perdurado a lo largo del tiempo. 
 
A Pedro Salmerón Sanguinés y a Rafael Hernández Ángeles, por la lectura y 
las valiosas observaciones que hicieron al manuscrito preliminar, 
enriqueciendo, como historiadores, el texto. 
 
A Javier Garciadiego, maestro sagaz, jefe exigente, a la vez que con 
sensibilidad humanista, que en la convivencia diaria me permitió aprender 
siempre algo que nunca se olvida. 
 
A María del Rayo González, por su amistad y entusiasmo contagioso para 
concluir esta meta. 
 
A mis queridos y leales colaboradores de la Biblioteca de las Revoluciones de 
México del INEHRM, de quienes me preocupo y se preocupan por mí: Miriam 
Lardinois Alanís, Dulce Liliana Cruz Rivera, Guadalupe Ramírez Lídes, Erik de 
Jesús Hernández Domínguez y Rafael Hernández Ángeles. 
 
A mis compañeros del INEHRM, por su apoyo y solidaridad durante estos nueve 
años de labor continua. 
 
Al personal de la Hemeroteca Nacional de la UNAM y de la Biblioteca “Daniel 
Cosío Villegas” de El Colegio de México. 
 
Al general de División del Estado Mayor retirado, comandante Alfredo 
Hernández Pimentel, quien desinteresadamente me proporcionó información 
valiosa sobre la Legión de Honor Mexicana, y sobre la revista El Legionario, 
cuya colección se encuentra resguardada en la Biblioteca de la Legión dentro 
de las instalaciones del Antiguo H. Colegio Militar, en Popotla, de la Ciudad de 
México. 
 
A la familia Hernández Nares, Citlalitl, Rafael, Lorena y Rafael, por su amistad 
sincera. 
 
A Rocío y Eliam López Segundo, por su trabajo cotidiano que me permitió 
llegar a este punto. Agradezco el afecto y las atenciones invaluables que han 
tenido conmigo y mi familia. 
 
A Carolina Ruiz Monsalvo, por la revisión y pulimento final realizado al texto. 
 
 
 
 
 
Índice 
 
 
 
Introducción……………………………………………………………………… 1 
 
 
 
 
 
I. Historia y sociología………………………………………………………….. 7 
 
 
 
 
 
II. El INEHRM y la BRM…………………………………………………………….. 24 
 
 
 
 
 
III. La Revolución mexicana y sus fuentes………………………………….. 38 
 
 
 
 
 
IV. La relación del Ejército mexicano y la revista El Legionario………... 52 
 
 
 
 
 
V. Presentación del índice……………………………………………………... 60 
 
 
 
 
 
VI. Conclusiones………………………………………………………………… 61 
 
 
 
 
 
VII. Bibliografía…………………………………………………………………… 64 
 
 
 
 
 
 
Introducción 
 
Toda investigación social o histórica se basa en la recopilación de fuentes 
documentales, bibliográficas y hemerográficas con el fin de sustentar sus 
juicios sobre un determinado tema. La investigación de archivo y la búsqueda 
de notas en publicaciones periódicas son labores exhaustivas que realiza todo 
investigador y que le pueden llevar años; sus resultados, en ocasiones, pueden 
resultar frustrantes, ya que la información no siempre es abundante. 
 
Por ello, es importante contar con guías que faciliten la búsqueda al 
investigador. Estos instrumentos de consulta son herramientas indispensables 
para el estudioso, son mapas que le permitirán encontrar en un corto tiempo los 
datos que indaga. Los archivos públicos y privados han generado guías de 
consulta de los acervos que resguardan. Por su parte, diversos investigadores 
han elaborado guías bibliográficas sobre diferentes tópicos, material que auxilia 
al investigador para saber qué se ha publicado acerca de un determinado tema. 
 
Sin embargo, en materia de guías de publicaciones periódicas, los índices o 
instrumentos de consulta son más escasos, debido a lo laborioso que implica 
construir un catálogo de todo lo publicado en una revista, aunque su 
periodicidad sea quincenal o mensual, con mayor razón si es diaria y su tiempo 
de circulación abarca varios años. 
 
Por ello, para cualquier ramo de la investigación social es importante que se 
elaboren índices de publicaciones de información a fin de agilizar la consulta en 
las diferentes hemerotecas con que cuenta el país. No obstante, fuera de 
algunos esfuerzos personales y, por qué no decirlo, aislados, las instituciones 
no se han preocupado de proponer proyectos interdisciplinarios que permitan 
elaborar estos instrumentos de consulta como opción de titulación de 
estudiantes de diversas carreras de las áreas de las ciencias sociales y las 
humanidades. De esta manera, además de dejar testimonio de su trabajo en 
guías, se aprovecharía para que los estudiantes de diversas universidades 
alcancen el título universitario por medio de la realización de guías 
documentales o catálogos. 
 
La labor del sociólogo no se limita a la actividad de investigar la sociedad 
contemporánea o a la docencia; también, como parte de suformación, debe 
dedicarse a indagar, comprender y difundir las diferentes etapas históricas de 
la sociedad. Hoy en día, debido a las necesidades del saber humano, no puede 
considerarse que las ciencias sociales tengan campos muy delimitados o 
específicos de investigación. Grandes sociólogos-historiadores, como 
Immanuel Wallerstein y Jürgen Habermas, entre otros, proponen que las 
ciencias sociales deben ser una multidisciplina, en donde sus diferentes 
ciencias colaboren para alcanzar un conocimiento más completo de las 
diferentes actividades del saber humano. 
 
Por lo anterior, considero que no es ajeno a nuestra labor como sociólogos 
proponer el proyecto Guía del índice descriptivo de la revista El Legionario, 
1951- 1982 como trabajo para alcanzar el título de Licenciado en Sociología 
por la Facultad de Ciencias Políticas y Sociales de la UNAM. El presente texto 
que se pone a consideración es un Informe de Práctica Profesional, debido a 
que refleja parte de mi labor de ocho años al frente de la Biblioteca de las 
Revoluciones de México del Instituto Nacional de Estudios Históricos de las 
Revoluciones de México, antes Biblioteca de la Revolución Mexicana del 
Instituto Nacional de Estudios Históricos de la Revolución Mexicana. 
 
Durante mi desempeño profesional, he utilizado la formación en el área de la 
sociología para presentar tanto proyectos de investigación como propuestas de 
trabajo que se han realizado durante este tiempo. Largo sería enumerar aquí 
todas estas labores, pero sí debo hacer mención de que durante este tiempo, 
comprendí lo necesario que es contar con instrumentos de consulta de 
publicaciones periódicas a fin de reducir el tiempo de investigación que realizan 
los científicos sociales, independientemente de la carrera que hayan cursado. 
 
Parte de los trabajos de historiar radican en la organización, catalogación y 
producción de guías de archivos para que otros estudiosos puedan consultarlos 
lo más lógica y ordenadamente posible; esto no significa que el historiador sea 
el único investigador beneficiado por la producción de un índice descriptivo de 
una revista especializada en testimonios sobre historia de la Revolución 
mexicana, por ejemplo, como es el caso que me ocupará. También se beneficia 
el antropólogo social al ver en las páginas de esa revista costumbres y 
creencias de los pueblos que vivieron durante ese periodo histórico; lo hace 
también el economista al conocer detalles cotidianos del manejo de las 
finanzas durante la lucha armada y el sociólogo al leer en dicha fuente 
hemerográfica los aspectos sociales de organización y permanencia a través 
del tiempo de esa sociedad que precede a la actual. 
 
Soy de la idea de que el científico social, en especial el sociólogo, no debe 
estar al margen de los estudios multidisciplinarios, ya que el campo de estudio 
de la sociología es parte del análisis de otras carreras, por lo que tratar de 
encasillar cada una de ellas sería una acción retrógrada. El conocimiento 
humano no tiene divisiones, tal y como lo proponen los estructuralistas, sino 
acotaciones de uso metodológico y casos de trato específico, sin que esto 
conlleve aislar cada una de las aportaciones que puedan ofrecer las ciencias 
sociales y las humanidades. 
 
Como ya se mencionó, mi actividad profesional me permitió observar las 
necesidades de consulta dentro del Instituto Nacional de Estudios Históricos de 
las Revoluciones de México, cuyos trabajos académicos están enfocados a 
tratar este periodo histórico. Cuando se proporciona el servicio de consulta, se 
sabe cuáles son los temas específicos solicitados y las fuentes que se 
requieren; sin embargo, la consulta se complica cuando las fuentes son 
periódicas, ya que, muchas de las veces, los temas específicos que se quiere 
localizar tienen que ser rastreados a través de los diferentes números de una 
publicación; se, por experiencia, que dicha labor puede tomar días, meses y 
hasta años. 
 
Es por ello que, a fin de contribuir con una pequeña aportación a las guías, 
índices y obras de consulta, presento el siguiente trabajo. 
 
Para construir la siguiente guía se escogió la revista El Legionario por las 
siguientes razones: no existe en la actualidad una guía, catálogo o índice de 
esta fuente hemerográfica; por otro lado, los investigadores sociales no se han 
detenido a revisar minuciosamente este tipo de fuentes de procedencia 
castrense, debido a que consideran que las referencias que proporcionan no 
son confiables o que sus tópicos son repetitivos (descripción de combates, de 
cuestiones técnicas como el armamento, ingeniería militar, etc.). Sin embargo, 
si se revisan los trabajos de carácter histórico que se han publicado, se podrá 
ver el uso recurrente de este tipo de fuentes, en especial del Archivo Histórico 
de la Defensa Nacional. El objetivo central por el cual se creó El Legionario fue 
recoger los testimonios de los veteranos que participaron en la lucha armada 
de 1910 a 1920, además de unificar los criterios ideológicos dentro de la 
Secretaría de la Defensa Nacional acerca de lo que fue la Revolución 
mexicana. Por ello, los temas centrales de la publicación son de carácter 
histórico. 
 
Por otro lado, son pocos los trabajos de índole social que se ocupan del 
análisis de este sector importante de la sociedad, el ejército, y de su labor de 
difusión, registro y análisis de hechos históricos. Sea pues este trabajo una 
invitación a conocer una de las fuentes hemerográficas hechas por nuestras 
Fuerzas Armadas, una invitación a los futuros sociólogos a consultarlas y a 
generar trabajos de investigación más profundos sobre este tema. Sea 
también, para los historiadores y otros científicos sociales, una guía que 
describa de manera general la riqueza documental de esta fuente. 
 
Como primer paso para desarrollar este trabajo, presento la Guía del índice 
descriptivo de la revista El Legionario, 1951-1982, la cual se divide en varios 
apartados: 
 
I. Historia y sociología. En este punto se presentará la relación que tiene la 
sociología con otras ciencias y en específico con la historia, por ser ésta la 
ciencia que echa mano de catálogos como herramientas para el desarrollo de 
sus investigaciones. 
 
II. El INEHRM y la BRM. En breves palabras, hablaré sobre la historia de la 
institución y de la Biblioteca de las Revoluciones de México (BRM), en donde 
actualmente laboro, y las necesidades de servicio que detecté y que me 
impulsaron a realizar este índice. 
 
III. La Revolución mexicana y sus fuentes. Desde el momento mismo que la 
revolución maderista lanzó sus primeros disparos, se comenzó a historiar sobre 
ella y, también desde un principio, se empezaron a recopilar catálogos y guías 
para su estudio. Por ello, en este apartado haré una revisión rápida de esos 
trabajos que se encargaron de elaborar guías e instrumentos de consulta de las 
fuentes sobre la Revolución mexicana. En este capítulo se presentará una 
breve historia de la revista El Legionario. 
 
IV. Presentación del índice. En este punto se describirán cuáles son los 
elementos que utilicé para hacer la ficha de cada artículo y cuál es el sustento 
metodológico. 
 
V. Conclusiones. Aquí se expondrán las conclusiones de mi proyecto. 
 
VI. Bibliografía. Reportaré los libros consultados para el sustento teórico y 
metodológico de este trabajo. 
 
VII. Catálogo. La Guía Descriptiva de la Revista El Legionario, se encuentra 
integrado en el CD-rom anexo en la guarda interior de este trabajo impreso. El 
catálogo consta de 606 páginas, se incluyen los índices temático, onomástico y 
de autores. Esta herramienta facilitará la consulta de la guía. 
 
 
 
 
El presente trabajo tiene por objeto contribuir a la consulta de importante 
fuentes hemerográficas que permitan al investigador social dar profundidad a 
los contenidos de su información, así como una visión másincluyente de los 
problemas sociales e históricos de nuestro país. 
 
I. Historia y sociología 
 
Observar a la sociología como una ciencia interdisciplinaria no es una 
propuesta nueva. A finales del siglo XIX, Émile Durkheim ya la visualizaba como 
una ciencia global, que abarcaría, entre los escritos realizados por los 
científicos sociales, todo el conocimiento social humano. Considera Durkheim 
que: 
 
el hecho social es todo modo de hacer, fijo o no, que puede ejercer 
una coerción exterior sobre el individuo; o, también, que es general 
en todo el ámbito de una sociedad dada y que, al mismo tiempo, 
tiene una existencia propia, independiente de sus manifestaciones 
individuales.1 
 
Por otro lado, Max Weber considera que las ciencias sociales se pueden 
dedicar al estudio de fenómenos “espirituales” o “ideales”, sin perder por ello su 
objetividad científica ni basar el conocimiento social sólo en la intuición. Para 
Weber, las ciencias sociales se originaron por la preocupación de resolver 
problemas prácticos del interés de los hombres y por realizar los cambios 
sociales deseados.2 En su artículo “La objetividad del conocimiento en las 
ciencias y la política sociales”, Weber profundiza sobre este tema, al señalar 
que en el campo de las ciencias sociales toda afirmación debe tener una 
demostración científica para ser considerada metodológicamente correcta. 
Para Weber, debe tenerse en cuenta que: 
 
el hecho básico del que dependen todos los fenómenos “socio-
económicos”, en el sentido más amplio, es que nuestra existencia 
física, al igual que la satisfacción de nuestras necesidades más 
ideales, choca en todas partes con la limitación cuantitativa de los 
medios externos precisos para ello; que para su satisfacción se 
 
1 Émile Durkheim, Las reglas del método sociológico y otros escritos sobre filosofía de las 
ciencias sociales, México, Alianza Editorial, 1989, p. 68. 
2 Anthony Giddens, “Teoría del desarrollo capitalista”, en Capitalismo y la moderna teoría 
social. Un análisis de los escritos de Marx, Durkheim y Max Weber, España, Idea Books, 1998. 
“Los ensayos metodológicos de Weber”, en op. cit., p. 227. 
necesita una previsión planificada, trabajo, la lucha contra la 
naturaleza y la socialización con otras personas”.3 
 
Con ello, el autor muestra cómo está interrelacionada la condición humana con 
la sociedad de la que es producto. 
 
Sin embargo, en la medida en que se desarrolla el saber humano, cada ciencia 
se vuelve más técnica en sí misma y, muchas veces, parece estar aislada de 
las demás ramas del conocimiento. 
 
La necesidad de presentar cada día más veraces los resultados de las 
investigaciones entre los científicos sociales obliga a que se eche mano de 
todos los recursos del pensamiento que se tengan, y esto incluye utilizar 
herramientas de todas las ciencias sociales. 
 
Después de la Segunda Guerra Mundial, el objetivo de las ciencias sociales era 
discernir leyes de cobertura universal4 para las sociedades modernas, afines a 
la física. Sin embargo, esta posición científica no podía demostrar dentro de las 
leyes sociales las manifestaciones de la sociedad en su conjunto, por lo que se 
registraban excepciones. No obstante, conforme estas reglas de excepción se 
hicieron cada vez más comunes, las leyes sociales se volvieron insostenibles. 
 
Para el científico social Immanuel Wallerstein, la respuesta ante esta 
problemática es simple: debe estudiarse el sistema social histórico que impera 
y, a partir de ahí, realizar análisis sobre la relación entre el pasado y el 
presente, y agrega: 
 
3 Max Weber, Sobre la teoría de las ciencias sociales, Estados Unidos, Editorial Futura, 1976, 
p. 24. 
4 Max Weber, en 1905, había ya trabajado en el enfoque de estos nuevos objetivos de las 
ciencias sociales. En su introducción a su libro La ética protestante y el espíritu del capitalismo, 
planteó el problema de la universalidad en la cuestión del conocimiento humano: “Si alguien 
pertenece a la civilización moderna europea y se propone indagar alguna cuestión que 
concierne a la historia universal, es lógico e inevitable que trate de considerar el asunto de este 
modo: ¿Qué serie de circunstancias ha determinado que sólo sea en Occidente donde hayan 
surgido ciertos sorprendentes hechos culturales, los cuales parecen señalar un rumbo evolutivo 
de validez y alcance universal?”. También en la antropología, por esas fechas, se estaba 
desechando el modelo eurocentrista, presentando alternativamente un método de investigación 
más incluyente para el conocimiento humano. Ver Weber, Ética protestante y el espíritu del 
capitalismo, México, Premia Editora, 1981, p. 7. 
 
 la mayor parte de la ciencia social que se escribe trata de lo que 
sucede en los sistemas históricos durante sus operaciones 
actuales... en algunos de los casos, esto implica la plena conciencia 
del hecho de que la aparición y el ocaso de un sistema histórico son 
momentos especiales y diferentes [...] en muchos de los casos, el 
hecho de que los sistemas históricos tengan una duración temporal 
finita se pierde de vista y los investigadores utilizan datos para 
comparar situaciones en diversos ejemplos [...] Sin embargo, si los 
análisis se mantienen dentro de un mismo sistema histórico, 
podemos también, con relativa facilidad, obtener conjuntos de 
generalizaciones que parecen plausibles y replicables. 5
 
 La relación entre la sociología y otras ciencias sociales es muy estrecha 
debido a la gran cantidad de temas y derroteros que maneja nuestra ciencia 
social, pero da la impresión de que es con la historia con la que se tiene más 
semejanzas y coincidencias. 
 
No obstante, ¿es la sociología la ciencia social dominante? La utilización de 
este término puede resultar a simple vista un barbarismo, e incluso puede herir 
la susceptibilidad de algunos colegas de otras ciencias sociales quienes, con 
justa razón, consideran sus ramas de estudio como las más importantes, más 
allá de la sociología. Sin embargo, con este planteamiento no quiero decir que 
tal o cual ciencia es más importante que otra. Para este caso, el concepto 
dominante tiene el siguiente sentido: la sociología, en un carácter incluyente, es 
la rama del saber humano que más uso hace de las otras ciencias para 
fomentar sus estudios. 
 
Si se hiciera esta pregunta a varios científicos sociales, por obviedad, las 
respuestas variarían. Pero concentrémonos en la respuesta que daría un 
historiador. 
 
Para Fernand Braudel, 
 
5 Immanuel Wallerstein, El fin de las certidumbres en ciencias sociales, México, UNAM, 1999, p. 
19. 
 
la historia ha pretendido ser y se ha hecho economista, socióloga, 
antropóloga, demógrafa, psicóloga, lingüista [...] esas nuevas 
relaciones espirituales han sido al mismo tiempo relaciones de 
amistad y de corazón. Los amigos de Lucian Febvre y de Marc Bloch, 
fundadores y también ellos animadores de los Annales, constituyeron 
un coloquio permanente de las ciencias del hombre; de Albert 
Demangeon y Jules Sion, los geógrafos, a Maurice Halbwachs, el 
sociólogo; de Charles Blondel y Heri Wallon, los psicólogos, a 
François Simiand, el filósofo-sociólogo-economista. Con ellos, la 
historia se ha apoderado, bien o mal, pero de manera decisiva, de 
todas las ciencias de lo humano; ha pretendido volverse, con sus 
jefes de primera línea, una imposible ciencia global del hombre. Al 
hacer eso, se ha dejado ir a un imperialismo juvenil, pero con el 
mismo título y de la misma manera que todas las ciencias humanas 
entonces, pequeñas naciones en verdad que, cada una por su 
cuenta, soñaban con devorar todo, trastocar todo, dominar todo. 
Desde entonces, la historia ha continuado en esta misma línea 
nutriéndose de las otras ciencias del hombre. 6
 
Pero si la historiaomnipresente se ocupa de lo social por completo, ¿en dónde 
quedan las demás ciencias? La historia es una dialéctica de la duración; por 
ello, es un estudio de lo social, de todo lo social, y por lo tanto del pasado, y 
también del presente, ya que ambos tiempos —pasado y presente— son 
inseparables. 
 
Cuando las demás ciencias suelen ocuparse de una investigación, la vinculan 
con lo inmediato, ya que la sociedad actual requiere los resultados de 
inmediato; en cambio, la historia puede hacer uso de ellos pasado el tiempo, 
puesto que estos estudios se vuelven fuentes históricas; cuando un científico 
social toma como punto de estudio el pasado, no hace economía, sociología o 
psicología (sólo por nombrar algunos); hace historia. 
 
 
6 Fernand Braudel, Escritos sobre historia, México, FCE, 1991, p. 90. 
Con ello, no se pretende decir que la historia domina todo el estudio en pos del 
conocimiento social. Creo que la historia es una dimensión de la ciencia social, 
forma cuerpo con ella. 
 
El tiempo, la duración, la historia se imponen de hecho, o deberían imponerse a 
todas las ciencias del hombre. Sus tendencias no son oposición, sino 
convergentes.7
 
Sin embargo, no ayuda en el desarrollo de ambas ciencias saber quién domina 
a cuál; lo cierto es que ambas están ubicadas en un mismo sentido, no son 
anverso y reverso de una moneda ni contraponen sus proyectos. No puede 
negarse que, frecuentemente, historia y sociología se reúnen, se identifican, se 
confunden. La razón es simple, tal y como lo expone Braudel: 
 
historia y sociología son las únicas ciencias sociales globales, 
susceptibles de extender su curiosidad a no importa cual aspecto de 
lo social. La historia, en la medida en la que constituye [parte de] 
todas las ciencias del hombre en el inmenso dominio del pasado, es 
síntesis, es orquesta. Y si la extensión de la duración bajo todas sus 
formas le abre, como pienso, la puerta de lo actual, entonces se 
encuentra en todos los lugares el festín. Y se encuentra allí, por lo 
regular, al lado de la sociología, que también por vocación es 
síntesis, y a la que la dialéctica de la duración obliga a mirar hacia el 
pasado, quiéranlo o no.8
 
Para entender a la sociedad en su conjunto, deben estudiarse los fenómenos 
sociales desde diferentes perspectivas históricas separadas, y 
complementarlas entre sí. Vilar veía la necesidad de interpretar desde el punto 
de vista social e histórico los hechos humanos: 
 
 
7 Para el antropólogo Claude Lévi-Strauss, todo es historia: “Pues todo es historia, lo que se ha 
dicho ayer es historia, lo que se ha dicho o pensado o actuado, lo que se ha dicho ayer es 
historia”. Es evidente que el autor de Antropología estructural no lo manifestaba con ironía; por 
el contrario, estaba consciente del carácter científico de la historia, como ciencia que estudia 
todas las manifestaciones sociales del ser humano. Idem, p. 91. 
8 Idem, p. 92. 
La necesidad de un conocimiento histórico-sociológico es tan antigua 
y tan universal como la necesidad de un conocimiento de la 
naturaleza. Una humanidad —global o parcial— que no tuviera 
ninguna conciencia de su pasado sería tan anormal como un 
individuo amnésico. Existe, pues, un campo de conocimiento —por 
otra parte con una función práctica— al que debe arrancarse de su 
estado primitivo. 9
 
La diferencia entre ambas ciencias es el método con que tratan los temas que 
investigan. Otra diferencia fundamental son los estilos personales, tanto de los 
historiadores como de los sociólogos, que se reflejan obviamente en sus 
escritos. 
 
Por otro lado, el tiempo de los sociólogos no es el tiempo de los historiadores: 
 
El tiempo social es simplemente una dimensión particular de una 
realidad social contemplada; el tiempo histórico no puede imaginar la 
vida como un mecanismo del que se puede detener el movimiento 
para presentar una sociedad en su totalidad. No es a la historia a la 
que se apegan, al final, los sociólogos, sino al tiempo de la historia.10
 
Se acepta la estrecha relación entre sociología e historia dentro del ámbito del 
estudio del ser humano en sociedad. Sin embargo, la forma en que ha sido 
tratado el tema se sitúa en el marco de una discusión metodológica. Para 
Immanuel Wallerstein, las ciencias sociales son más que un pensamiento 
social o filosofía social, y agrega: 
 
Las ciencias sociales no fueron el producto de pensadores sociales 
solitarios, sino la creación de un grupo de personas dentro de 
estructuras específicas para alcanzar fines específicos. Implicó una 
 
9 Pierre Vilar, Iniciación al vocabulario del análisis histórico, España, Editorial Crítica, 1980, p. 
28. 
10 “Se descubre finalmente que entre historiadores y sociólogos no se trata de objetos 
específicamente diferentes sino de objetos iguales vistos desde aspectos distintos; diferencia 
de punto de vista —y con todo, diferencia capital— cuando se trata de construir la ciencia 
histórica”. Ver Pierre Lacombe, La historia considerada como ciencia, Argentina, Espasa-Calpe, 
1948, p. 19. 
inversión social importante, que nunca antes había sucedido con el 
pensamiento social. 11
 
Con este resultado, tanto la historia como la sociología se institucionalizaron, 
se habían vuelto ideográficas de manera rigurosa,12 de ahí que su bifurcación 
sea constante. Es cierto que sólo podemos conocer al mundo a través de 
nuestra visión del mismo, una visión colectiva, sin duda, y humana, a pesar de 
todo.13 En este sentido, el saber humano depende de la visión que le puedan 
ofrecer las ciencias sociales en su conjunto; por ello, la colaboración entre la 
sociología y la historia deben alentarse, más allá de las pasiones humanas o 
los celos profesionales entre las áreas. Tal y como concluye el propio 
Wallerstein: 
 
...la evaluación seria de las alternativas históricas, el ejercicio de 
nuestro juicio en cuanto a la racionalidad material de los posibles 
sistemas históricos alternativos. Es la evaluación sobria, racional y 
realista de los sistemas sociales humanos y sus limitaciones, así 
como los ámbitos abiertos de la creatividad humana. 14
 
Como ya hemos visto, el estudio de las ciencias sociales, en los últimos años, 
ha diversificado sus temas de investigación, ampliando el conocimiento sobre 
el pasado de la sociedad.15 Para documentar estos nuevos tópicos, los 
 
11 El principal modo de institucionalizar las ciencias sociales fue por medio de las 
universidades, quienes empezaron a “dividir” las disciplinas y asignarles sus respectivos 
campos de estudio. Ver Immanuel Wallerstein, Impensar las ciencias sociales, México, UNAM, 
Siglo Veintiuno editores, 1998, p. 21. 
12 Por ideográfico entenderemos una representación de ideas, palabras, morfemas o frases por 
medio de ideogramas. Un ideograma es la imagen convencional o símbolo que representa un 
ser o una idea, pero no palabras o frases fijas que los signifiquen. 
13 Immanuel Wallerstein, El legado de la sociología, la promesa de la ciencia social, Venezuela, 
Unidad Regional de Ciencias Sociales y Humanas para América Latina y el Caribe, Oficina 
UNESCO, Universidad Central de Venezuela, Editorial Nueva Sociedad, 1999, p. 51. 
14 Immanuel Wallerstein, Utopística o las opciones históricas del siglo XX, México, UNAM, Siglo 
Veintiuno editores, 1998, pp. 3-4. 
15 “Y a tono con esta reorganización total del sistema de las ‘ciencias’ y de los saberes 
humanos, que han revalorado la importancia y la centralidad de la historia al reintroducir las 
implicaciones esenciales de la variable del tiempo, tanto en la física y la termodinámica o en la 
estética contemporánea, como en la sociología, la economía, la ciencia política o los estudios 
de cultura y la literatura más actuales, la historiografía contemporáneaha comenzado a 
moverse cada vez más en la línea de superar las limitadas visiones o promover [...] la 
interdisciplinariedad [...], para acceder a la reivindicación de la necesidad de una nueva visión, 
otra vez unidisciplinaria”. Carlos Aguirre Rojas, Corrientes, temas y autores de la historiografía 
investigadores han echado mano de testimonios sociales e históricos poco 
convencionales, como imágenes, testimonios orales, películas, además de 
otras fuentes audiovisuales y documentales con el fin de reconstruir, sobre 
todo, la historia social contemporánea, la del pasado inmediato. 
 
Esta inquietud de nuevos estudios que permitan innovar en el conocimiento 
social de nuestro país ha obligado a los investigadores a proponer la consulta 
de todas las fuentes documentales disponibles. En ciencias como la historia y 
la sociología, se requiere que sus estudiosos agoten la consulta de los 
materiales para crear nuevos estudios que, a su vez, aporten nuevos 
conocimientos. 
 
Ahora bien, no es punto de discusión dentro de este dilema metodológico si las 
ciencias sociales se unificarán en una misma rama, sino cómo diferenciar los 
ámbitos de estudio de estas ciencias, puesto que, como dice Wallerstein, ya no 
es posible sostener que lo económico, lo político y lo sociocultural son esferas 
separadas. 
 
Es necesario que: los cuentistas sociales históricos incorporen la 
tensión entre lo particular y lo universal como aspecto central de su 
trabajo y sometan a todas las regiones, a todos los grupos y a todos 
los estratos al mismo tipo de análisis crítico.16
 
Es evidente que las ciencias sociales han entrado en una crisis de método por 
lo complejo de los nuevos temas que han surgido después de la Segunda 
Guerra Mundial. Por lo tanto, historia y sociología sufrirán transformaciones de 
 
del siglo XX, México, Universidad Juárez Autónoma de Tabasco, 2002, p. 210. Es clara la 
necesidad de que cada ciencia social trabaje conforme a sus bases que la sustentan, pero 
también que no puede concebirse el saber humano sin la colaboración de estas ciencias. 
16 Es evidente que lo que se necesita es una verdadera transformación de la ciencia social a 
escala mundial, debido a que los métodos que se crearon, integraron y fomentaron han sido 
rebasados por los objetos de estudio que en la actualidad imperan; si bien los científicos 
sociales han tratado de modernizar su aparato crítico, la comprensión de los temas actuales 
requiere una nueva estructura metodológica. Este tema ha sido tratado constantemente por 
Wallerstein en diversas conferencias, entrevistas y libros. Es notorio que este autor se ha dado 
cuenta de las crisis de método y estudia la que pasan las ciencias sociales, lo que ha 
provocado crisis e incertidumbre. Es esta nueva obra, Wallerstein no quita el dedo del renglón y 
vuelve a evidenciar este conflicto metodológico. Sobre este tema en particular, ver su libro Las 
incertidumbres del saber, España, Gedisa, 2004, p. 139. 
su aparato crítico, fruto de nuevas corrientes sistemáticas, que vendrán a 
desechar o a confirmar viejas teorías y aparentes dogmas epistemológicos. El 
trabajo intelectual de los nuevos teóricos será producto de análisis, influidos por 
su propio mundo intelectual que los rodea y que impacta directamente en sus 
obras. Con la reformulación de normas, técnicas y métodos, traerá como 
consecuencia la multidisciplinidad entre las ciencias, no sólo las sociales, sino 
las humanidades, exactas, químicas y biológicas, que no únicamente serán 
lógicas, sino necesarias, tal y como opina el misma Wallerstein: 
 
La linealidad de los procesos es sólo temporaria, ya que llegan a 
puntos de su historia en los que se bifurcan, se tornan caóticos y 
luego se reorganizan y forman nuevos sistemas. Esos procesos son 
indeterminados en el sentido de que es imposible predecir qué 
resultará de ellos, en tanto el resultado es una función del material 
histórico real, complejo, que ingresa en el proceso de bifurcación. 
Nuestra respuesta a la pregunta de si estamos llegando a la cima de 
la modernidad o si, por el contrario, nos acercamos a su colapso (y, 
por ende, a su bifurcación) dependerá de cuán acertadas nos 
parezcan esas nuevas ideas.17
 
Particularmente, en algunos casos, estos historiadores han sido verdaderos 
pioneros no sólo en la investigación de nuevos temas, sino en la recopilación 
documental (no nos atrevemos a decir que el historiador efectúa una “creación 
de las fuentes” con la finalidad de sustentar su trabajo, ya que esto sería una 
construcción de ficciones, lo cual no concuerda con el trabajo académico y 
riguroso de estos pioneros) por medio de entrevistas, testimonios y rescate de 
acervos gráficos; esta tarea se ha puesto a consulta de nuevos investigadores, 
escuchando y viendo, además, a quienes la historia oficial siempre habría 
ignorado. Tan loable labor ha provocado que nuevas generaciones de 
investigadores se atrevan a estudiar otros tópicos, ampliando generosamente 
el conocimiento de la historia, en nuestro caso de México, más allá del pedestal 
de la historia de bronce. 
 
 
17 Idem, pp. 133-134. 
Como dice Wallerstein, la tendencia general de la escritura historiográfica y de 
las ciencias sociales de los últimos 25 años ha sido ignorar en la práctica los 
límites de esas esferas supuestamente independientes y hacer hincapié en 
formular interpretaciones, mientras en teoría se les reafirma. Y agrega: 
 
La crisis intelectual actual es un reflejo de la crisis estructural del 
sistema. Y eso nos ofrece una oportunidad pero nos impone también 
una imperiosa obligación: la construcción de una nueva visión 
científica que vuelva a poner en el centro el “reencantamiento del 
mundo”; será un factor fundamental a la hora de definir si, después 
de este punto de inflexión en nuestra evolución, el sistema cambia 
para mejor o para peor.18
 
Otras fuentes a las que recurre el investigador social son las hemerográficas, 
consulta que es compleja, ya que, de no tener un límite espacial y temporal en 
la búsqueda de información en diarios y revistas, el estudioso puede pasar 
meses sentado en la hemeroteca antes de encontrar alguna nota que le sirva 
para su investigación. 
 
Ante esta carencia, algunas instituciones han fomentado la elaboración de 
guías para que la consulta de estas fuentes sea más útil y fácil, pero la labor es 
titánica y requiere la participación no sólo de estas instituciones, sino de otros 
elementos que puedan aportar un grano de arena para la solución de este 
problema. 
 
El presente trabajo es un ejemplo de ello. Si bien al concluir el índice de la 
revista El Legionario no se resuelve en su totalidad el problema de la lenta 
consulta de las fuentes bibliohemerográficas (sería irreal y pretencioso 
pensarlo), sí se auxiliará con esta pequeña aportación y fomentar con ello la 
consulta de fuentes hemerográficas poco citadas o escasamente consultadas 
por los investigadores. 
 
El sociólogo frente a los documentos históricos 
 
18 Idem. p. 106. 
 
En 1998 tome posesión del cargo de subdirectora de la Subdirección de la 
Biblioteca de la Revolución Mexicana (BRM) del Instituto Nacional de Estudios 
Históricos de la Revolución Mexicana (INEHRM), hoy Biblioteca de las 
Revoluciones de México del Instituto Nacional de Estudios Históricos de las 
Revoluciones de México de la Secretaría de Gobernación, mismo que 
desempeño actualmente. 
 
Esta biblioteca tiene la finalidad de rescatar, reunir y divulgar obras de 
investigación de índole histórica para la formación de estudiantes y en general 
para quien requiera información sobre ese periodo de la historia nacional. El 
INEHRM fue alojado en una vieja casona de SanÁngel denominada La Casa de 
los dos patios, en la calle de Francisco I. Madero número 1. En el área principal 
de la casa quedó instalada la BRM; su entrada principal se ubica en la Plaza del 
Carmen número 27. 
 
Su objetivo general es: Preservar y conservar el patrimonio y acervo 
documental, bibliográfico, fotográfico y hemerográfico relativo a las 
Revoluciones de México de los siglos XIX y XX. 
 
La BRM inició sus actividades con un fondo de 8 mil volúmenes. Hasta 
noviembre de 2006, cuenta con 44 963 ejemplares, entre libros, folletos y 
revistas que se encuentran a disposición de investigadores y público en 
general, gracias a la labor de recopilación de material bibliohemerográfico por 
medio de canje, donaciones y compra. En este último apartado, de 2002 a la 
fecha se han agregado al acervo más de 16 mil libros, que han sido adquiridos 
a diez prestigiados libreros anticuarios de la Ciudad de México. Estos 
ejemplares son anunciados a través de boletines de adquisiciones, para que el 
usuario pueda acceder a la nueva información de manera inmediata. 
 
La BRM resguarda el Archivo Fotográfico del INEHRM, que cuenta con las 
siguientes colecciones: Archivo Gráfico El Nacional, Colección Gráfica y de 
Sonido del INEHRM, Archivo “Fernando López Portillo”, Colección Fotográfica 
“David Gris”, Colección de microfichas con documentos relativos al Estado de 
Colima, Archivo documental y de rollos de microfilmes de William D. Raat para 
la investigación titulada: “Revoltosos, rebeldes mexicanos en los Estados 
Unidos 1903-1923” y material fotocopiado del Archivo del general Benito 
Zamora Bravo, de 1918-1920, lo que suma más de 177 700 piezas, entre 
fotografías, gráficos, fotomecánicos, microfilmes, películas, videocasetes, 
audiocasetes y discos compactos. Para preservar estos materiales, se han 
puesto en marcha programas permanentes de conservación, limpieza, 
fumigación y encuadernación, capacitando al personal encargado de custodiar 
los acervos. 
 
Una parte importante de las funciones de la BRM es difundir al público usuario 
algunos aspectos de la historia de nuestro país, por medio de muestras y 
exposiciones fotográficas. Del año 2000 a la fecha se han realizado 21 
exposiciones fotográficas dentro de la Sala de Lectura de la BRM, entre las 
cuales se destacan: Dispersión de poderes, de septiembre a diciembre de 
2000; Francisco I. Madero: su herencia democrática, del 7 de noviembre de 
2001 al 28 de febrero de 2002; La imagen más allá de la fotografía: dibujos y 
grabados de El Nacional, del 15 de marzo al 3 de junio de 2002; Entre el poder 
y las masas. Lázaro Cárdenas, síntesis iconográfica, del 18 de junio al 30 de 
septiembre de 2002; Tiempos de Zapata, de noviembre de 2002 a febrero de 
2003; 1913. El año que convulsionó a México, de marzo a junio de 2003. Entre 
Villa y Obregón. Los combates de Celaya y Trinidad, del 18 de junio al 30 de 
octubre. En mayo de 2004 se presentó la muestra fotográfica Los pasos del 
exilio en la Revolución mexicana. En septiembre de 2004, Los presidentes de 
México, que se mantuvo expuesta al público hasta octubre de 2005. De octubre 
de 2005 a febrero de 2006 se montó la exposición...Y vino el remolino y nos 
alevantó..., aspectos de la vida cotidiana durante la Revolución mexicana. 
Actualmente se expone Los pasos de la Nación, Benito Juárez: 1854-1972, 
fotografías y dibujos alusivos al Benemérito de las Américas, en celebración del 
bicentenario de su natalicio, por lo que permanecerá en la Sala de Lectura 
durante todo 2006. 
 
En todas estas actividades, he utilizado los conocimientos adquiridos a lo largo 
de la carrera de sociología. La sociología ha sido una herramienta 
indispensable en nuestra labor al frente de la citada biblioteca, ya que el 
conocimiento social me ha permitido interactuar con otras disciplinas sociales, 
sobre todo para ubicar materiales de utilidad para los investigadores y usuarios 
de la BRM. 
 
¿Cómo se enfrenta el sociólogo a los documentos históricos? Para Wallerstein, 
la respuesta a esta pregunta no es nada fácil, pero ayuda a comprender el 
análisis específico de un sistema social histórico: 
 
Sin embargo, el hecho que se produjeran controversias sobre la 
validez y confiabilidad de los datos presentados no invalida el modelo 
teórico ni significa que podamos eludir la responsabilidad de intentar 
obtener esos datos. El hecho de que los datos que se obtengan, o 
sean proporcionados por diversas fuentes, puedan dar origen a muy 
distintas interpretaciones por parte de personas situadas 
diferentemente en la estructura social histórica, no significa que sea 
imposible llegar a acuerdos relativos y temporales sobre la mayor 
capacidad de persuasión de algunas interpretaciones sobre otras. 
Significa sencillamente que debemos estar bien conscientes de las 
inevitables e imprescindibles influencias sociales de todos los 
intérpretes, e introducir en nuestras operaciones mentales correctivos 
que rectifiquen los resultados para reducir el efecto de las múltiples 
influencias. En resumen, lo que necesitamos es un mapa 
metodológico, lleno él mismo de incertidumbres, con el fin de obtener 
interpretaciones plausibles de realidades sociales inciertas.19
 
En otras palabras, el sociólogo debe ser riguroso en el trato que da a las 
fuentes históricas; debe analizarlas, comprenderlas en su contexto, para 
trabajar con ellas e insertarlas en el contexto de su investigación. 
 
Wallerstein es muy crítico sobre el uso de las fuentes por parte de la historia. 
Considera que esta disciplina ha estado en busca de la ciencia; además, 
analiza y critica el uso de las fuentes por parte de los historiadores, sobre todo 
las secundarias: 
 
19 Wallerstein, El fin de las…, op. cit., pp. 17-18. 
 
Los documentos secundarios se consideraban la evidencia dudosa 
debido a la intrusión en el circuito del saber de alguien que no había 
participado en el hecho, un intruso cuyos motivos eran inciertos.20
 
Este mismo trato riguroso debe ser considerado por el sociólogo, para que no 
conceda veracidad total a los materiales hemerográficos consultados. Sin 
embargo, no debe perder de vista sus objetivos de estudio, porque corre el 
riesgo de hacer historia, no sociología. 
 
Para Bloch, 
 
todo conocimiento de la humanidad en el tiempo, 
independientemente de su punto de aplicación, sacará siempre de 
los testimonios de otros gran parte de sus sustancias. A este 
respecto, el investigador del presente (el sociólogo) no está mucho 
más favorecido que el historiador del pasado.21
 
Por otra parte, como mencioné en un inicio, la labor del sociólogo no se reduce 
a investigar o a enseñar, sino también, como parte de su formación, investiga, 
comprende y difunde las diferentes etapas históricas de la sociedad, por lo que 
no puede considerarse que las ciencias sociales tengan campos bien 
delimitados o específicos de investigación. 
 
Entender a la sociedad en su conjunto como objeto de estudio de la sociología 
implica tener una serie de conocimientos teóricos presentados por los 
científicos sociales. Por ello, conocer y comprender los textos clásicos de la 
sociología me ayudó a en la comprensión del desarrollo de la sociedad actual. 
El estudio de los clásicos no implica, de ninguna forma, un estancamiento en el 
conocimiento o una estática del pensamiento contemporáneo. Por el contrario, 
los razonamientos realizados por los grandes dogmáticos de la sociología 
ofrecen una herencia intelectual de inmensa riqueza para la comprensión de la 
 
20 Wallerstein, Las incertidumbres del saber, op.cit., p. 98. 
21 Marc Bloch, Apología para la historia o el oficio de historiador, México, FCE, 2001, p. 76. 
sociedad contemporánea. Estos antecedentes me permitieron conocer las 
novedades sobre nuestra carrera, a la vez que impulsar la adquisicióny 
consulta de la Revista Mexicana de Sociología, que se ha convertido en 
instrumento indispensable para la labor académica del INEHRM. 
 
En el momento de hacer la selección de materiales bibliohemerográficos en las 
diferentes librerías de viejo de la ciudad, tener conocimientos históricos me 
permitió discernir acerca del periodo específico que la biblioteca debe tener en 
sus acervos, pero también integrar estudios contemporáneos que permitan no 
sólo conocer la sociedad en su pasado, sino el estudio de su presente; por ello, 
a lo largo de mi gestión, hemos integrado esos materiales bibliográficos que no 
sólo serán material de apoyo para el sociólogo, sino también para otros 
científicos sociales, como el antropólogo, el historiador, el economista, etc. 
 
La labor no ha sido fácil. Sin recursos para adquirir novedades bibliográficas o 
libros antiguos, de alto valor histórico, la BRM se estaba estancando y quedando 
a la zaga de otras bibliotecas públicas especializadas en historia de México. 
Esta falta de actualización y enriquecimiento bibliohemerográfico del acervo se 
reflejaba en el poco impacto que tenía la biblioteca dentro del ámbito 
académico. 
 
Entre 2001 y 2005, la Dirección General del INEHRM logró sensibilizar a las 
autoridades de la Secretaría de Gobernación sobre la importancia de adquirir 
material bibliohemerográfico que le hacia falta a la biblioteca, no sólo con la 
intención de hacer crecer su acervo de forma numérica, sino también en 
calidad. Una vez obtenidos los recursos, el equipo de la biblioteca inició una 
ardua labor de selección de los materiales, que implicó varios pasos: se 
ubicaron las librerías de libro viejo y de ocasión que tuviesen material 
bibliohemerográfico sobre la historia de nuestro país, en especial sobre la 
Revolución mexicana, sus antecedentes y consecuencias, así como las que 
tuvieran material de nula circulación comercial por ser ediciones agotadas o de 
difícil ubicación dentro de otras librerías, y que cumplieran con los requisitos 
administrativos pedidos por la Dirección General de Recursos Materiales de la 
Segob. 
 
El siguiente paso fue seleccionar el material en cada librería, tanto en su 
estantería abierta como en sus áreas restringidas. La selección se hizo con una 
visión plural e incluyente. 
 
Por último, y tras cubrir una serie de pasos administrativos, los lotes de libros 
fueron llegando a la BRM para iniciar su catalogación y puesta al servicio de los 
usuarios de la biblioteca. 
 
Con este incremento del acervo de la BRM, se mejoró la calidad de los 
materiales que ofrece para consulta y se incrementó su prestigio en el ámbito 
académico. Hasta agosto de 2005, se han adquirido por medio de compra 16 
mil 220 títulos referentes a la Revolución mexicana, sus antecedentes y sus 
consecuencias, con lo que el acervo ha alcanzado la cifra total de 43 mil 397 
ejemplares, entre libros y revistas, es decir, un crecimiento de casi 65 por 
ciento. El número de usuarios ha aumentado progresivamente. 
 
Por otra parte, la formación en el campo de la sociología me permitió, en los 
años 1999 y 2000, proponer, planear y coordinar el proyecto de rescate del 
Archivo fotográfico del periódico El Nacional, para ser integrado al acervo de la 
BMR. 
 
Considero que el análisis histórico de la imagen o la utilización de ésta como 
fuente histórica son recursos que el investigador social debe utilizar para una 
mejor comprensión del pasado. Poco a poco se ha visto que ambos usos de la 
fotografía son parecidos y a la vez diferentes. Ya no basta utilizar la imagen 
como simple objeto decorativo para los trabajos históricos o explicar lo obvio, 
que es describir la fotografía misma. De ahí la importancia de rescatar acervos 
iconográficos para ponerlos a consulta del público interesado y, desde la 
administración de la biblioteca, coadyuvar en la formación de especialistas en 
el tema y promover nuevos estudios sobre el particular. 
 
Por otro lado, conocer los fundamentos del estudio social me ha permitido 
sensibilizarme acerca de la prestación del servicio de consulta. Escuchar las 
necesidades del usuario promedio, facilitar el acceso a los materiales, 
concienciar a mis colaboradores para entender que el usuario es la parte más 
importante del servicio de la biblioteca, ya que sin él no es posible que ésta 
funcione. 
 
Esta óptica me ha permitido conocer la función social y la responsabilidad, de 
ahí que utilicemos estos valores en nuestras otras funciones, como 
responsable de dar respuesta a las peticiones ciudadanas de información con 
base en la Ley Federal de Acceso a la Información Pública Gubernamental. 
 
Por último, la preparación académica ha sido valiosa en la formación como 
profesionista, ya que me ha otorgado una visión humanista, que trato de aplicar 
día a día con el personal a mi cargo y con los usuarios de la BMR. 
 
II. El INEHRM y la BRM 
 
Durante las décadas de los cuarenta y cincuenta, se hicieron algunos intentos 
de concentrar el abundante y disperso material historiográfico sobre la 
Revolución. Entre los esfuerzos más importantes está el de la Biblioteca de 
México, que adquirió el acervo del ingeniero Carlos Basave del Castillo 
Negrete. Asimismo, a principios de los años cincuenta, un grupo de militares 
historiadores, coordinados por el general Rubén García, recopiló información 
sobre el proceso revolucionario, misma que se puede consultar en el Archivo 
Histórico de la Defensa Nacional. Otro esfuerzo, al concentrar y publicar 
material histórico, lo realizó el Patronato de la Historia de Sonora, auspiciado 
por don Aarón Sáenz y coordinado por Manuel González Ramírez. 
 
En enero de 1953, Rafael García Granados y José María Luján, director y 
colaborador, respectivamente, del Instituto de Investigaciones Históricas de la 
UNAM, le propusieron al presidente de México, Adolfo Ruiz Cortines, crear el 
Archivo de la Revolución Mexicana, con la intención de conformar un acervo 
especializado. La Presidencia encargó al Lic. Salvador Azuela estudiar e 
impulsar este proyecto.1
 
Después de analizar el proyecto de creación del Archivo de la Revolución 
Mexicana, don Salvador Azuela le planteó al presidente cambios importantes, 
que se plasmaron en el decreto de creación del INEHRM, del 29 de agosto de 
1953, el cual establece que 
 
funcionará como órgano de la Secretaría de Gobernación, para 
adquirir [...] los documentos que se refieran a dicha Revolución [y 
para] publicar trabajos de investigación histórica sistemática, 
promoviendo las medidas adecuadas para el mejor conocimiento de 
esta época.2
 
1 Javier Rico Moreno, Pasado y futuro en la historiografía de la Revolución Mexicana, México, 
CONACULTA/ INAH/UAM-Azcapotzalco, 2000, pp. 142-146. 
2 Diario Oficial de la Federación, México, 29 de agosto de 1953. pp. 1-2. 
 
 
El Instituto Nacional de Estudios Históricos de la Revolución Mexicana (INEHRM) 
fue creado el 29 de agosto de 1953, mediante decreto del presidente Adolfo 
Ruiz Cortines. 
 
Durante cinco décadas de labor ininterrumpida, el INEHRM se ha dedicado a la 
difusión del conocimiento sobre la Revolución mexicana y sus consecuencias. 
 
Pocas etapas históricas de nuestro país han sido tan ampliamente 
documentadas como la Revolución mexicana. Para estudiar este periodo, el 
investigador cuenta con importantes archivos de los principales actores 
militares y políticos de la gesta revolucionaria. Al mismo tiempo, vencedores y 
vencidos produjeron una considerable bibliohemerografía sobre su experiencia 
en este movimiento social: se publicaron memorias, se imprimieron 
documentos, se escribieron biografías, se describieron batallas; en los 
principales diarios del país aparecieron artículos, ensayos y crónicas sobre el 
tema. Fue éste el inicio de la historiografía de la Revolución mexicana. 
 
Por instruccionesdel presidente Ruiz Cortines y por acuerdo del entonces 
secretario de Gobernación, Lic. Ángel Carvajal, Salvador Azuela fue nombrado 
vocal ejecutivo del INEHRM, quedando integrado el Patronato por los señores 
Pedro de Alba, Luis Cabrera, Antonio Díaz Soto y Gama, Diego Arenas 
Guzmán, Jesús Romero Flores y Francisco L. Urquizo. 
 
Salvador Azuela, forjador y animador de instituciones, fue un hombre 
comprometido con la docencia, la cultura y la divulgación de la historia. 
Abogado de profesión e historiador por vocación, fue defensor del liberalismo 
nacionalista. 
 
Hijo del gran novelista de la Revolución mexicana, don Mariano Azuela, nació 
el 4 de septiembre de 1902 en Lagos de Moreno, Jalisco. Estudió en la 
Universidad Michoacana de San Nicolás de Hidalgo, titulándose como abogado 
en 1933. Entre otras actividades, colaboró como secretario particular del 
gobernador michoacano Enrique Ramírez y fue director de la Facultad de 
Filosofía y Letras de la UNAM entre 1954 y 1958, periodo en el que instituyó la 
cátedra sobre Revolución mexicana, impartida por él mismo.3
 
Entre 1955 y 1983 fue presidente, en distintos periodos, del Seminario de 
Cultura Mexicana, institución que integraba a distinguidos intelectuales para la 
mejor difusión de nuestra cultura, y de 1964 a 1970 fungió como director de 
una de las más grandes editoriales del país, el Fondo de Cultura Económica. 
 
Una de las labores más importantes de Salvador Azuela fue la realizada a lo 
largo de 30 años como vocal ejecutivo del Instituto Nacional de Estudios 
Históricos de la Revolución Mexicana. Gracias a esta responsabilidad, 
acrecentó y fomentó el conocimiento histórico del proceso revolucionario, 
dejando una huella importante dentro de la historiografía nacional. 
 
Las primeras instalaciones del INEHRM se ubicaron en Plaza de la Ciudadela 
número 6, en la Ciudad de México. Las razones por las cuales se eligió ese 
inmueble fue el carácter histórico del edificio, que durante el cuartelazo militar 
de Victoriano Huerta, en febrero de 1913, jugó un papel fundamental; 
asimismo, se eligió por la facilidad de acceso a la Biblioteca de México, ubicada 
en la misma plaza.4
 
En el decreto de creación se estableció que el INEHRM sería administrado por 
un Patronato, que se reunió por primera vez el 8 de septiembre de 1953.5 Este 
patronato tuvo como proyecto inmediato preparar los trabajos académicos que 
coadyuvaran en la conmemoración del cincuentenario del inicio de la 
Revolución mexicana. Con el objetivo de cumplir con la labor sustantiva del 
instituto, se contrató a un grupo de investigadores: Leopoldo Zea, Florencio 
Barrera Fuentes, Eduardo Blanquel, Genaro Fernández MacGregor y Lucio 
Mendieta y Núñez, entre otros, para que desarrollaran trabajos académicos 
 
3 Javier Garciadiego, “Salvador Azuela: aproximación biográfica”, en Salvador Azuela, La 
Revolución Mexicana. Estudios Históricos, México, INEHRM, 1988, p. XXVI. 
4 “¿Qué es el INEHRM?”, en separata de la revista Sólo historia número 1, México, INEHRM, 
noviembre-diciembre de 1998, p. 1. 
5 “Acta original de la sesión celebrada el ocho de septiembre de 1953 por el Patronato del 
INEHRM”, México, Secretaría de Gobernación, 1953, inédito. 
sobre la Revolución mexicana. Fue Barrera Fuentes quien encabezó la larga 
lista de autores de la Colección “Biblioteca”, del Instituto Nacional de Estudios 
Históricos de la Revolución Mexicana, con la publicación de su libro Historia de 
la Revolución mexicana. La etapa precursora, aparecido en julio de 1955. 
 
Durante sus primeros años de existencia, el INEHRM consolidó su presencia 
dentro del ámbito historiográfico de nuestro país, impulsando varias 
investigaciones sobre la Revolución mexicana. Además de sus publicaciones 
de carácter testimonial, puede decirse que en el INEHRM nació la historiografía 
regional relativa a este episodio de nuestra historia. Otra de las labores que 
realizó fue el rescate de archivos de actores de ese movimiento social, como el 
del general Lucio Blanco, el de Alfredo Robles Domínguez, la correspondencia 
de Nicolás T. Bernal, la correspondencia familiar de Venustiano Carranza (1901 
a 1920), documentos del general Pablo González, de la Convención de 
Aguascalientes y los recopilados por la maestra Guadalupe Narváez sobre 
Carmen Serdán. Todo este material fue entregado al Archivo General de la 
Nación, para su consulta y resguardo, en 1976.6
 
Aunado a lo anterior, el órgano de gobierno del INEHRM experimentó algunos 
cambios; en enero de 1959, se incorporó al Patronato el escritor revolucionario 
Martín Luis Guzmán, que con su trabajo contribuyó a la consolidación de este 
proyecto. Durante este periodo, el instituto sufrió la pérdida de varios miembros 
de su Patronato: Pedro de Alba (1960), Antonio Díaz Soto y Gama (1967), 
Francisco L. Urquizo (1969), Martín Luis Guzmán (1976) y Diego Arenas 
Guzmán (1977). Las vacantes fueron ocupadas por Florencio Barrera Fuentes, 
Miguel Ángel Sánchez Lamego y Mauricio Magdaleno. 
 
En septiembre de 1983, luego de cumplirse el trigésimo aniversario del INEHRM, 
murió su vocal ejecutivo y fundador, Salvador Azuela.7
 
 
6 Victoria San Vicente y Juan Manuel Herrera, Guía general del Archivo General de la Nación, 
México, AGN, 1990, p. 387. 
7 Garciadiego, op. cit., p. XXVII. 
Tras la muerte de su fundador, Fernando Pérez Correa asumió temporalmente 
la vocalía del INEHRM, cuya sede se trasladó a la calle de General Prim. Poco 
después, en 1984, Juan Rebolledo Gout asumió tal responsabilidad. Durante 
su gestión se desarrollaron los festejos por la celebración del 75 aniversario de 
la Revolución mexicana y del 175 de nuestra Independencia. En 1984 se formó 
la Comisión Nacional para estas celebraciones, que promovió varias 
actividades cívico-culturales, como el recorrido de los símbolos patrios por todo 
el país. El INEHRM tuvo una destacada participación en esta comisión al 
promover las ediciones facsimilares de muchas obras fundamentales sobre la 
Revolución mexicana y la Independencia. 
 
El 26 de marzo de 1987, un nuevo decreto presidencial, firmado por Miguel de 
la Madrid, dio al INEHRM mayores atribuciones. 
 
Ese año, el Instituto ocupó su tercera sede, en la calle de Donceles número 39, 
edificio que albergó durante la Colonia el Real Hospital del Divino Salvador, 
llamado popularmente “de la Canoa” y dedicado a la atención de mujeres 
dementes. De ahí el INEHRM saldría a principios de 1989 para trasladarse a 
Louisiana 113, en la colonia Nápoles. 
 
En 1988 fue nombrado vocal ejecutivo José Luis Barros Horcasitas. Durante su 
gestión, el INEHRM publicó la colección “Obras Fundamentales de la República 
Liberal”, para completar así el principal acervo bibliográfico de nuestra 
historiografía nacional. 
 
En 1989, la sucesora de Barros Horcasitas, Guadalupe Rivera Marín, 
estableció el Consejo Técnico del INEHRM, el cual fue integrado por Gastón 
García Cantú, María del Refugio González, Álvaro Matute, Santiago Portilla, 
Berta Ulloa, Fausto Zerón-Medina y, como secretaria técnica, María Teresa 
Franco. 
 
Ese mismo año se establecieron los premios Salvador Azuela, mediante los 
cuales son dadas a conocer obras originales de investigación; igualmente, se 
inició el Programa Anual de Becas, para impulsar a investigadores jóvenes. Un 
proyecto significativo fue el que dio como fruto el Diccionario histórico y 
biográfico de la Revolución mexicana, único en su género. 
 
Otro más de los proyectos relevantes de aquellos años fue la publicación de las 
nuevas ediciones de la colección “Biografías para niños”, labor que se había 
iniciado durante la dirección de Rebolledo Gout y que ha continuado hasta 
nuestros días. 
 
En 1991, la Secretaría de Gobernación adquirió el inmueble de Plaza del 
Carmen 27, en San Ángel, e inició los trabajosde restauración para albergar al 
instituto, que tomó posesión del lugar el 6 de mayo de 1994.8 Más tarde, por 
acuerdo publicado el 22 de noviembre del mismo año, se creó la Biblioteca de 
la Revolución Mexicana. 
 
En 1999 fue nombrado director general del INEHRM Jaime Bailón Corres. 
Durante su gestión, se organizó un gran coloquio con motivo del nonagésimo 
aniversario de la Revolución mexicana. Este evento se llamó El Siglo de la 
Revolución.9 Las ponencias presentadas se editaron en un libro de dos 
tomos.10
 
En enero de 2001, asumió la dirección Francisco Valdés Ugalde, quien dedicó 
parte de su gestión a realizar estudios, foros y coloquios sobre las posibles 
reformas del Estado y sobre los cambios a la Constitución del país. Los Foros 
para la Revisión Integral de la Constitución se llevaron a cabo del 26 de marzo 
al 28 de agosto de 2001. Estos foros estuvieron divididos en cinco mesas de 
discusión: Foro I: Autonomías indígenas; Foro II: Derechos fundamentales; 
 
8 El edificio en donde actualmente se encuentran las instalaciones del INEHRM es una casona 
de finales del siglo XIX que perteneció a Francisco de Urquiaga. Esta construcción tuvo 
modificaciones en su estructura de 1991 a 1994, las cuales quedaron bajo el mando del 
arquitecto Ricardo Prado Núñez. Ver Lucio Ernesto Maldonado (coord.), ...y la Revolución 
volvió a San Ángel, México, Delegación Álvaro Obregón/ INEHRM, 1995, pp. 71-77. 
9 INEHRM, Guión de la exposición “50 años del INEHRM”, México, 2003, inédito. 
10 Coordinado por destacados historiadores, el evento y la posterior publicación estuvo dividida 
temáticamente, interviniendo en ellas destacados estudiosos tanto internacionales como 
extranjeros. Ver: Jaime Bailón Corres y otros (Coordinadores) El Siglo de la Revolución 
Mexicana, Tomo I y II, México, INEHRM, 2000. 
Foro III: Órganos electorales e instituciones democráticas; Foro IV: División de 
poderes; y Foro V: Federalismo. 
 
Las mesas de discusión se llevaron a cabo dentro de la Sala de Lectura de la 
BRM; además, se realizaron foros estatales en las ciudades de Querétaro, 
Hermosillo y Monterrey. 
 
La participación de la BRM en los Foros no se limitó a ceder su espacio de 
lectura para que se desarrollara ahí el evento; también tuvo a su cargo las 
siguientes actividades: 
 
– Se mantuvo el servicio de consulta en la Biblioteca de la Revolución 
Mexicana y en el Archivo fotográfico. 
 
– Se cedió el espacio de trabajo del Archivo fotográfico como sala de lectura 
provisional mientras se desarrollaban los Foros dentro del instituto. 
 
– Fueron digitalizados y guardados en disquetes alrededor de 2 000 
documentos para una rápida captura del material de apoyo de los Foros. 
 
– Se elaboraron archivos electrónicos de los materiales generados en los Foros 
(versiones estenográficas, materiales de apoyo y entrevistas) para ser enviados 
a la página de internet de la Secretaría de Gobernación. 
 
– Se resguardó copia de los materiales generados en los Foros (versiones 
estenográficas, materiales de apoyo y entrevistas) en un lugar específico de la 
biblioteca para su rápida localización en caso de que se requieran. De igual 
forma, se resguardaron los audiocasetes y disquetes dentro de la bóveda del 
Archivo fotográfico. 
 
– Se apoyó el trabajo de los Foros, dando informes y recibiendo comentarios y 
quejas de los participantes y observadores de las diversas mesas. 
 
– Se asistió a las Conferencias Magistrales de los Foros. 
 
La memoria documental y gráfica de estos Foros para la Revisión Integral de la 
Constitución se puede consultar en el acervo de la Biblioteca de la Revolución 
Mexicana. 
 
En octubre de 2001, la dirección del INEHRM fue asumida por Javier 
Garciadiego. Bajo su administración, el INEHRM reorganizó su producción 
editorial. El primer paso fue su reordenamiento mediante nuevas y claramente 
perfiladas colecciones que abarcan prácticamente a la historia del México 
actual desde todas sus perspectivas. Así, hoy existen las siguientes 
colecciones: “Periodismo y política”, “Textos clandestinos”, “Biblioteca INEHRM”; 
“Pensamiento político”, “Clásicos de la historiografía mexicana del siglo XX”, 
“Visiones ajenas”, “Memorias y testimonios”, “Fuentes y documentos” y 
“Homenajes”. En estas colecciones se agrupan ya 37 títulos. 
 
Durante el periodo de la dirección de Javier Garciadiego, el INEHRM desarrolló 
programas de trabajo ampliamente difundidos entre la población: 
 
1. Programa de radio Conversaciones sobre historia. 
2. Reordenamiento y crecimiento de la producción editorial. 
3. Rescate e incremento del acervo de la Biblioteca de la Revolución 
Mexicana. 
4. Campaña de apoyo a la investigación mediante donaciones de libros. 
5. Divulgación de la historia a través de foros temáticos de análisis. 
 
 
Los foros académicos organizados por el INEHRM, obtuvieron gran prestigio 
entre la población estudiantil y académica, además del público interesado. 
Hasta entonces, las actividades públicas que se organizaban en ese recinto 
nunca superaban unas cuantas decenas de asistentes. 
 Lo que parecía un simple éxito pasajero debido al reconocido nivel del 
conferencista se mostró pronto como el inicio de una historia de éxito más del 
nuevo INEHRM. Hasta septiembre de 2005, ningún foro académico, 
presentación de libro u otra actividad pública contaba con menos de 200 
asistentes. Hoy en día, la Sala de Lectura del Instituto es solicitada por otras 
instituciones gubernamentales y universitarias, públicas y privadas, para 
organizar sus actividades, pues se ha vuelto un foro cada vez más reconocido. 
 
Javier Garciadiego dejó el cargo el 15 de septiembre de 2005. Durante su 
gestión se logró incrementar casi en 65 por ciento el acervo de la Biblioteca de 
la Revolución Mexicana. 
El 19 de mayo de 2006, se publicó en el Diario Oficial de la Federación el 
Decreto por el que se cambia la denominación del Instituto Nacional de 
Estudios Históricos de la Revolución Mexicana por Instituto Nacional de 
Estudios Históricos de las Revoluciones de México, y se reforman los artículos 
1º, 2º, 3º y 4º., fracción II del Decreto por el que el Instituto Nacional de 
Estudios Históricos de la Revolución Mexicana amplía sus atribuciones y 
objetivos. Además del cambio de denominación, el INEHRM amplió su campo 
de estudio, rescate bibliográfico y fomento de las transformaciones históricas 
que han definido al páis: la Independencia, la Reforma Liberal, la Revolución 
Mexicana y la transición democrática.11
 
Gracias a estas acciones, la imagen del INEHRM en el gremio de los 
historiadores y entre el público estudiantil y universitario en general es otra: se 
reconoce el crecimiento inteligente del acervo de la biblioteca, así como sus 
títulos por su sello editorial y se rinde una justa valoración al hecho de que, sin 
las ataduras del mercado editorial, el INEHRM cumple con su misión de divulgar 
la historia nacional, en muchas ocasiones con textos que ninguna otra editorial 
estaría interesada en integrar a sus catálogos, pero que son de lectura y 
estudio obligados.12
 
Actualmente, el INEHRM cuenta con un encargado del despacho de la Dirección 
General. 
 
 
11 Diario Oficial de la Federación, México, 19 de mayo de 2006. pp. 2 – 4. 
12 “Material informativo sobre los ‘Programas de éxito’ del Instituto Nacional de Estudios 
Históricos de la Revolución Mexicana (INEHRM)”, agosto de 2005, inédito. 
 
 
Biblioteca de la Revolución Mexicana 
 
La Biblioteca de la Revolución Mexicana, como ya se mencionó, fue creada en 
1994. En su labor institucional tiene las siguientes atribuciones: Preservar y 
conservar el patrimonio y acervo documental, bibliográfico, fotográfico y 
hemerográfico relativo a la Revolución mexicana. 
 
Su fundamento jurídico se encuentra en el “Acuerdo por el quese crea la 
Biblioteca de la Revolución Mexicana del Instituto Nacional de Estudios 
Históricos de la Revolución Mexicana”, publicado en el Diario Oficial de la 
Federación el 22 de noviembre de 1994, que señala: 
 
Que para el mejor aprovechamiento de la documentación 
bibliográfica con la que cuenta el INEHRM, se hace necesaria la 
creación de una biblioteca con el propósito de reunir y divulgar obras 
de investigación de índole histórica. 
 
Que resulta indispensable para la formación de estudiantes y en 
general para el pueblo mexicano contar con un acervo de esta 
naturaleza que proporcione la información de ese periodo de la 
historia nacional. 
 
Artículo único. Se crea la Biblioteca de la Revolución Mexicana del 
Instituto Nacional de Estudios Históricos de la Revolución Mexicana. 
Lo anterior para dar cumplimiento a las funciones mencionadas en el 
artículo 1º del Decreto por el que el Instituto Nacional de Estudios 
Históricos de la Revolución Mexicana amplía sus atribuciones y 
objetivos, publicado en el Diario Oficial de la Federación el 26 de 
marzo de 1987.13
 
El Decreto de ampliación de las funciones del INEHRM textualmente dice: 
 
 
13 Diario Oficial de la Federación, 22 de noviembre de 1994. 
Decreto por el que el Instituto Nacional de Estudios Históricos 
de la Revolución Mexicana amplía sus atribuciones y objetivos, 
publicado en el Diario Oficial de la Federación el 26 de marzo de 
1987. 
 
Artículo 1º. El Instituto Nacional de Estudios Históricos de la 
Revolución Mexicana como órgano desconcentrado de la Secretaría 
de Gobernación, tendrá por objeto el fortalecimiento de la vida 
cultural nacional, mediante la investigación y el conocimiento de la 
historia, la institucionalización y la vigencia de la Revolución 
Mexicana, coadyuvar en la formación de especialistas en este 
campo, y rescatar y conservar y acrecentar el acervo documental 
bibliográfico sobre dicho movimiento histórico y difundirlo 
ampliamente a toda la población.14
 
 
Como consecuencia de la publicación del decreto del cambio de denominación 
del INEHRM, a la Biblioteca se modificó su nombre, tal y como dice el artículo 
Terecero transitorio de este decreto: 
 
Tercero: La denominación de la Biblioteca de la Revolución Mexicana 
del Instituto Nacional de Estudios Históricos de la Revolución, cambia 
por Biblioteca de las Revoluciones de México del Instituto Nacional de 
Estudios Históricos de las Revoluciones de México, y se ampliará se 
acervo bibliográfico para el efecto correspondiente, de acuerdo con su 
presupuesto autorizado.15 
 
La Biblioteca de las Revoluciones de México tiene las siguientes colecciones: 
 
Colección general. Integrada por publicaciones tanto editadas por el INEHRM 
como por otras editoriales, materiales adquiridos a particulares y donaciones de 
diversas instituciones. 
 
 
14 Diario Oficial de la Federación, 26 de marzo de 1887. 
15 DOF. 19 de mayo de 2006. p. 4 
Colección de consulta. Formada por diccionarios especializados, enciclopedias, 
atlas, manuales, anuarios y directorios entre otras obras. 
 
Colección Blanquel. Esta colección de libros fue reunida por el historiador 
mexicano Eduardo Blanquel a lo largo de su vida profesional (1955-1987) y fue 
adquirida por el INEHRM, dada su riqueza histórica. Está formada por, 
aproximadamente, 5 mil volúmenes, entre monografías, estudios, tesis, 
diccionarios y enciclopedias. 
 
Colección Manuel González Ramírez. Reunida por el historiador Manuel 
González Ramírez durante su vida profesional y donada por su hijo Alejandro 
González Prieto, está formada por material bibliográfico sobre la historia de 
México y por fichas de trabajo reunidas por el historiador. 
 
Colección Azuela. Contiene los trabajos que han participado en el Premio 
Salvador Azuela, convocado anualmente por el INEHRM. 
 
Colección de trabajos inéditos. Está conformada por investigaciones realizadas 
en el área de investigación del INEHRM, las cuales no han sido publicadas. 
 
Colección infantil. Está integrada principalmente por la serie de “Biografías para 
niños” publicadas por el INEHRM, además de material de otras editoriales. 
 
Tesis. Reúne trabajos hechos por estudiantes de los tres grados académicos: 
licenciatura, maestría y doctorado, cuyos temas están relacionados con la 
Revolución mexicana. 
 
Publicaciones periódicas. Agrupa revistas y boletines relacionados con la 
historia de México, en específico sobre la Revolución mexicana. 
 
Archivo vertical. Está conformado por folletos, recortes, volantes, trípticos y 
documentos que proporcionan información breve y precisa acerca de la 
Revolución mexicana, sus antecedentes y consecuencias. 
 
Archivo fotográfico. El Archivo fotográfico cuenta con más de 180 000 piezas, 
entre fotografías, gráficos, fotomecánicos, microfilmes, películas, videocasetes, 
audiocasetes y discos compactos, para consulta del público usuario.16
 
Los servicios que ofrece la BRM son los siguientes: 
 
• Consulta 
• Préstamo de material en la Sala de Lectura 
• Préstamo interbibliotecario 
• Préstamo a domicilio a investigadores, becarios y personal de Servicio 
Social 
 del INEHRM 
• Búsqueda bibliográfica en la base de datos 
• Búsqueda bibliohemerográfica por internet 
• Orientación a usuarios 
• Fotocopiado 
• Reprografía digital de imágenes 
• Visitas guiadas. 
 
El horario de servicio de la BRM es de lunes a viernes de 9 a 18 horas, en Plaza 
del Carmen 27, en San Ángel, Delegación Álvaro Obregón, Código postal 
01000, en la Ciudad de México. 
 
 
16 “Informe presentado por Alejandra Aguirre Herrera en septiembre de 2005”. México, INEHRM, 
fojas 1- 3. 
III. La Revolución mexicana y sus fuentes 
 
Las primeras obras 
 
La historiografía de la Revolución mexicana nació casi a la par de la Revolución 
misma. Primero fueron los periodistas de la época quienes escribieron notas de 
corte narrativo para informar a sus lectores. Ejemplos de ello son los libros y 
folletos Madero sin máscara, La sucesión presidencial de 1911. Los problemas 
que planteó y resolvió a medias la Revolución y las nuevas necesidades de la 
República, Democracia y personalismo. Relatos y comentarios sobre la política 
actual, La Revolución y sus héroes; crónica de los sucesos políticos ocurridos 
en México desde octubre de 1910 a mayo de 1911 y El Antiguo Régimen y la 
Revolución, publicados todos en 1911.1 
 
Evidentemente, en ese año se editaron muchas más obras, pero que son 
simples crónicas de lo sucedido durante la revolución maderista, o bien análisis 
sobre la caída de Porfirio Díaz y su gobierno, que muestran incertidumbre 
acerca de la Revolución; por el momento en que fueron escritos, estos textos 
no tienen aún elementos de análisis y comparación con el nuevo gobierno 
revolucionario; por ello se consideran trabajos precursores de la historiografía 
de la Revolución.2
 
Posteriormente, fueron los intelectuales de la época quienes plasmaron sus 
juicios sobre este movimiento social en páginas de diarios o en libros. El 
 
1 Rafael Aguilar, Madero sin máscara, México, Editorial Nuevo México; Antonio Enríquez, La 
sucesión presidencial de 1911. Los problemas que planteó y resolvió a medias la Revolución y 
las nuevas necesidades de la República. México, Imprenta de Antonio Enríquez; Toribio 
Esquivel Obregón, Democracia y personalismo. Relatos y comentarios sobre la política actual, 
México, Imprenta de A. Carranza e hijos; Antonio P. González y Doménech Figueroa, La 
Revolución y sus héroes; crónica de los sucesos políticos ocurridos en México desde octubre 
de 1910 a mayo de 1911, México, Herrero Hermanos sucesores; Antonio Manero, El Antiguo 
Régimen y la Revolución, México, Tipografía “La Europea”. Todos estos ejemplares publicados

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