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Desenvolvimento de uma colônia industrial em Puebla

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El desarrollo de una colonia industrial 
en Puebla: el Estanque de los 
Pescaditos (1883-1913)
The development of an industrial colony in Puebla: el 
Estanque de los Pescaditos (1883-1913)
Sergio Francisco Rosas Salas*
María Teresa Ventura Rodríguez**
Resumen
El objetivo de este artículo es analizar los mecanismos de inversión y los cam-
bios en los sistemas de aprovechamiento del agua que permitieron que entre 
1883 y 1913 el Estanque de los Pescaditos pasara de ser una finca rústica a una 
colonia industrial en la ciudad de Puebla. Pretendemos mostrar que lo que per-
mitió el desarrollo fabril en el Estanque fue una doble disponibilidad de agua, 
una superficial y otra subterránea. La primera llegaba a través del río de San 
Francisco y su afluente, el arroyo de Xonaca. La segunda provenía de manan-
tiales en el terreno, los cuales empezaron a utilizarse a partir de 1891, con la 
construcción de pozos artesianos, aprovechando para la industria lo que hasta 
entonces había sido una desventaja del terreno. Buscamos demostrar que, con-
trario a lo que ocurrió en el otro gran desarrollo fabril de la región, el corredor 
industrial del Atoyac –el cual dependió por entero del río–, en el desarrollo in-
dustrial del Estanque de los Pescaditos fue más importante el agua subterrá-
nea que la fluvial.
Palabras clave: Agua, industrialización, Puebla, Estanque de los Pescaditos, po-
zos artesianos, río de San Francisco. 
Abstract
This paper analyzes the investment and the water exploitation systems at El 
Estanque de los Pescaditos, Puebla, between 1883 and 1913. Doing so, it shows 
the changes that allowed that this city portion became an industrial colony in 
Puebla city. The paper shows that the industrialization in the Estanque was 
the result of having two water fountains: the San Francisco river and the Xona-
ca stream, and the springs that became important in 1891, when the first arte-
sian wells were built. We proved that the industrialization of the Estanque de 
los Pescaditos and the San Francisco river was the result of the disposition of 
groundwater —as well as the river.
Keywords: Water, industrialization, artesianwells, Puebla, Estanque de los Pes-
caditos, San Francisco river.
* El Colegio de Michoacán
**Instituto de Ciencias Sociales y Humanidades “Alfonso Vélez Pliego”, BUAP
Número 18 enero-junio 2014
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Introducción 
El Estanque de los Pescaditos, el primer sitio industrial en la ribera del río de 
San Francisco, en Puebla, aún se conserva como parte de un corredor turístico 
integrado por áreas verdes, una galería de arte, un centro de convenciones y un 
centro comercial, además de hoteles y restaurantes, en las esquinas del boule-
vard 5 de mayo y la 4 oriente. El objetivo de este artículo es analizar los meca-
nismos de inversión y los cambios en los sistemas de aprovechamiento del agua 
que permitieron que entre 1883 y 1913 el Estanque de los Pescaditos pasara de 
ser una finca rústica a una colonia industrial en la ciudad de Puebla. Preten-
demos mostrar que lo que permitió el desarrollo fabril en el Estanque fue una 
doble disponibilidad de agua, una superficial y otra subterránea. La primera 
llegaba a través del río de San Francisco y su afluente, el arroyo de Xonaca. La 
segunda provenía de manantiales en el terreno, los cuales empezaron a utili-
zarse a partir de 1891, con la construcción de pozos artesianos, aprovechando 
para la industria lo que hasta entonces había sido una desventaja del terreno. 
Buscamos demostrar que, contrario a lo que ocurrió en el otro gran desarrollo 
fabril de la región, el corredor industrial del Atoyac —el cual dependió mucho 
más del río—, en el desarrollo industrial del Estanque de los Pescaditos fue más 
importante el agua subterránea que la fluvial.
La reciente historiografía sobre los usos sociales del agua ha mostrado que 
el estudio de los aprovechamientos hidráulicos permite comprender diversos 
procesos sociales que van más allá del líquido y su aprovechamiento. En ese 
sentido, pretendemos dialogar con estos avances, a partir del proceso de indus-
trialización en la ciudad de Puebla. Nuestro trabajo, así, pretende contribuir 
al debate en torno al papel del agua en la industrialización durante los siglos 
xix y xx, aspecto que ha recibido menor atención que, por ejemplo, el estudio 
del agua potable o bien, del agua y la irrigación (Cf. Aboites, 1997; Castañeda, 
1995; Valladares, 2003; Escobar y Butler (coords.), 2013). De hecho, una contri-
bución de este trabajo es enfatizar la relación entre agua e industria, uno de los 
aspectos menos atendidos en la historia de los usos sociales del agua en Méxi-
co. Si bien Dawn Keremitsis (1973) había ya señalado la importancia del líqui-
do como fuerza motriz en las industrias textiles del siglo xix, no fue sino hasta 
la década de los noventa cuando los trabajos de Blanca Estela Suárez Cortez 
(1997; 1998) mostraron la íntima relación entre agua e industria, por lo menos 
en el centro del país. En ellos, Suárez mostró que el establecimiento de la in-
dustria textil a partir de 1835 dependió del agua, pues la nueva maquinaria era 
impulsada por fuerza hidráulica, por lo que los ríos fueron los lugares prefe-
ridos para el establecimiento de factorías o maquinaria agroindustrial. Esto, a 
su vez, generó un mayor conflicto por el control del agua fluvial, pues los in-
dustriales, necesitados de mayores recursos hídricos, debieron enfrentarse en-
tre ellos mismos, a ayuntamientos y a agricultores para tener acceso a la mayor 
explotación del recurso. Por su parte, Diana Birrichaga (2008: 13-15), al insis-
tir en que el agua devino un “recurso estratégico” para la industrialización del 
país entre los siglos xix y xx, mostró el impacto ambiental que tuvo la indus-
trialización en México, sea por el incremento en la demanda del agua o por la 
contaminación del líquido.
A partir del Estanque de los Pescaditos, buscamos demostrar que la indus-
trialización en Puebla produjo una mayor presión sobre el recurso hídrico du-
rante la segunda mitad del siglo xix. Ello produjo una serie de negociaciones 
que, unidas al proceso de privatización de la tierra y el agua, permitieron el 
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aprovechamiento industrial del predio. Si bien el terreno fue valioso por situar-
se junto al río San Francisco, el cual se utilizó como fuerza motriz y como desa-
güe, fue el agua potable subterránea la que hizo posible el establecimiento, el 
desarrollo y el éxito de la industria en el Estanque de los Pescaditos. Los apro-
vechamientos industriales de la zona se valieron del agua potable extraída del 
subsuelo para impulsar empresas alimenticias o bien, procesos textiles como 
el blanqueado y el estampado. El aprovechamiento combinado del río de San 
Francisco con el agua que brotaba en la zona del Paseo Viejo en las riberas del 
afluente, y que se utilizó en el periodo analizado a través de pozos artesianos, 
fue aprovechada para la producción artesanal local desde el primer tercio del 
siglo xix. Ello, claro está, condujo a una temprana industrialización de la pro-
ducción en la década de 1850 (Loreto López, 2009: 69-72). Durante el porfiria-
to, los establecimientos se extendieron a lo largo de San Francisco: además de 
La Guía —de la que nos ocupamos adelante— fueron importantes, entre otras 
factorías, Los Ángeles, San Francisco y San Juan de Amandi, que combinaron el 
aprovechamiento fluvial en la producción de energía hidráulica y los manantia-
les en procesos como el blanqueado, además de permitir el desarrollo de otras 
industrias alimenticias como aguas gaseosas o la existencia de curtidurías en 
los terrenos mismos del Estanque (Ventura Rodríguez, 2002: 11).
El artículo está estructurado en tres partes. En la primera se esboza una bre-
ve historia del Estanque de los Pescaditos, haciendo énfasis en que aún a media-
dos del siglo xix era considerada una problemática tierra de sembradíos, pues el 
agua que manaba a los terrenos impedía la producción agrícola. En la segunda 
describirálos primeros establecimientos mecanizados de la zona, que iniciaron 
en 1883. Por último, estudiará el establecimiento de las dos grandes fábricas de 
la zona: la fábrica textil “La Guía”; y la fábrica de aguas minerales “Latisnère”, 
fundadas en 1896 y 1910, respectivamente. La base documental de este artícu-
lo son las partidas de compra-venta de los terrenos analizados, resguardados 
en el Archivo General de Notarías del Estado de Puebla. Ellos permiten recons-
truir los cambios no sólo de la propiedad, sino de uso y aprovechamientos de 
la tierra y el agua. Estas fuentes se confrontaron con los registros del Archivo 
del Registro Público de la Propiedad, y se cruzaron los datos con materiales del 
Archivo Histórico del Ayuntamiento de Puebla. También fueron útiles para la 
ubicación de los terrenos la revisión de los mapas del periodo y un recorrido 
de campo realizado en el segundo semestre de 2013.
El Estanque de los Pescaditos: finca rústica
Al hacer su testamento la mañana del 28 de julio de 1850, Felipe Vázquez de-
claró que la única de sus propiedades que valía la pena mencionar era el Estan-
que de los Pescaditos. El testamento ofrece una buena cantidad de información 
sobre la situación de la finca: se ubicaba “en la cuchilla que forman los ríos de 
San Francisco y el que pasa por el puente de noche buena”, y estaba conforma-
da por “un solar, unos veneros de agua dulce, unos lavaderos y dos piezas de 
habitación” (mapa 1).1
1 Archivo General de Notarías de Puebla (en adelante, AGNEP), notaría 1, notario José Mariano Torres, 20 de febrero 
de 1852, f. 142v. 
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Mapa 1, El Estanque de los Pescaditos, 1863
Fuente: Anónimo, Plano de la ciudad de Puebla, 1863, en Francisco Manuel Vélez Pliego y 
Ambrosio Guzmán Álvarez, [s.p.i], mapa 9.
Se trataba de “buena clase de tierra”: de los 37,669 metros cuadrados, dos 
terceras partes podían regarse con agua del San Francisco, pero el resto era “un 
pedazo fangoso, a causa, según parece, de las filtraciones del depósito que se 
forma de agua para el riego y de los veneros”. Los veneros “de agua dulce” es-
taban abandonados, e incluso hubo intentos de cerrarlos, sin éxito. Lo único 
que se había logrado era contener la expulsión de agua al formar “un tanque 
en toda su longitud (que es de treinta varas [25.2 metros]) teniendo a cada uno 
de sus lados veinte y una piedras con un pequeño depósito al lado de cada una 
para poner la ropa todo construido de cal y canto y en muy buen estado”.2 El 
valor asignado entonces al Estanque de los Pescaditos fue de 3,166 pesos. A su 
producción, maíz y trigo, se le asignó el valor de 37 pesos. Como se ve, si bien 
la tierra se consideraba bien ubicada, los afloramientos de agua impedían una 
buena producción agrícola. 
El Estanque de los Pescaditos no había cambiado en nada durante poco 
más de 300 años. Según anotó Hugo Leicht (1999: 25-28), hay noticias de la fin-
ca desde 1550, cuando se le menciona como propiedad de García de Aguilar, 
uno de los fundadores de la ciudad y alcalde mayor en 1534, 1535 y 1537. Des-
de entonces los límites del Estanque fueron los mismos: además de hallarse 
naturalmente limitado por los ríos San Francisco y de Nochebuena o Xonaca, 
colindaba con el convento de San Francisco. Si bien en la ribera del río de San 
Francisco se establecieron molinos y obrajes que utilizaban el agua como fuer-
za motriz desde 1531, el Estanque de los Pescaditos permaneció como terreno 
agrícola (Carabarín Gracia, 2000: 100-109). Esto se debió a un proyecto del Ca-
2 Ibid., f. 143.
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bildo civil: visto que la vocación de los primeros habitantes de la Angelópolis 
debía ser la agricultura, en 1534 el Ayuntamiento decidió que en las riberas del 
San Francisco colindantes con la ciudad se establecieran una serie de huertas 
dedicadas a la producción triguera. El Estanque de los Pescaditos, pues, for-
mó parte de este proyecto agrícola de sustento de la población española. Hacia 
1575 la finca pasó a manos del yerno de García de Aguilar, Felipe Ramírez de 
Arellano. En manos de su familia permaneció hasta el siglo xviii.
Según noticias de Mariano Fernández de Echeverría y Veytia, hacia 1768 el 
Estanque de los Pescaditos seguía siendo un terreno agrícola, pero ya no sólo 
aprovechaba el río, sino que regaba sus huertas trigueras con el “agua potable” 
que manaba en él. El excedente se llevó entre 1745 y 1776 al cuartel de Drago-
nes, al otro lado del río, como abastecimiento de agua dulce, lo que permitió 
un mejor aprovechamiento de la finca. ¿Porqué decreció la importancia del San 
Francisco? Porque para entonces, había siete molinos utilizando el agua del río a 
lo largo de su cauce, lo que hacía que tuviera poco caudal (Fernández de Eche-
verría y Veytia, 1991: I, 242-271; sobre los molinos, cf. Prieto, 2013). En síntesis 
entre 1550 y 1850 el Estanque de los Pescaditos no había tenido cambio algu-
no en su uso. La finca permanecía como zona agrícola dedicada al cultivo del 
trigo y del maíz único cambio en esos tres siglos se dio en el aprovechamiento 
del río. Si bien aún era importante la ubicación junto al San Francisco, a partir 
del siglo xviii, a causa de la disminución y contaminación del cauce, se prefirió 
irrigar con el agua de los manantiales, que se concentraban en su mayor parte 
en un estanque natural al interior de la finca. 
Hay además otro uso del Estanque, ya señalado por Veytia desde el siglo 
xviii pero que parece un elemento central para 1831: el aprovechamiento del 
agua subterránea como potable. Según una vista de ojos de aquel año, “el vecin-
dario para proveer de agua a sus más comunes necesidades, tiene que buscarla 
en el tanque de los pescaditos”; empero, ya no se conducía el agua al Puente de 
Toro debido a que la cañería para tal efecto estaba rota. Esto sólo hacía difícil el 
acceso al agua por parte de los habitantes de los barrios, que debían cruzar lo-
dazales para acceder a ella.3 Lo mismo ocurría con los lavaderos instalados en 
el predio: para 1852, estaban casi destruidos y al aire libre.
Con estos elementos desaprovechados por las condiciones del terreno, el 
agua subterránea de la finca, que brotaba sin cesar e impedía la práctica de la 
agricultura a pequeña escala, era vista como una desventaja. Los veneros se 
consideraban un problema para el aprovechamiento agrícola, pues causaban 
que más de un tercio del terreno fuera inútil para el cultivo de granos, debi-
do a la humedad permanente y al lodo resultante. El hecho de que una buena 
parte del lugar estuviera permanentemente bajo el fango disminuía su valor. 
Para los propietarios, el agua subterránea era más una desventaja que un va-
lor agregado.Esto fue evidente cuando se quiso vender el terreno en almoneda, 
tras la muerte de Felipe Vázquez. Las ofertas no alcanzaron los 3,203 pesos que 
cubrían el terreno y la producción agrícola. Se terminó rematando a Apolonio 
Hernández como “hortaliza del Estanque de los Pescaditos”, el 21 de enero de 
1852. El nuevo dueño pagó 3,000 pesos.4
Ese mismo año se habría establecido la primera actividad novedosa en la 
zona, al fundarse la Curtiduría que años después sería conocida como del Ti-
3 Archivo Histórico del Ayuntamiento de Puebla (en adelante, AHAP), Documentos de Cabildo, volumen 119, año de 
1852, f. 187. “Sobre dominio del agua del San Francisco por el Molino del Carmen, dado en 31 de marzo de 1831”. 
4 AGNEP, notaría 1, notario José Mariano Torres, libro de 1852, f. 159. 
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gre (Allende, 2007: 10). Al año siguiente, en mayo de 1853, Apolonio Hernán-
dez revendió el terreno con “sus tierras, aguas, lavaderos, arboledas, verjas, 
usos, costumbres, servidumbres y cuanto le pertenezca” en 5,000 pesos a An-
tonio López, “comerciante del Parián”. El alto costo no correspondió a una me-
jora de la propiedad, sino a que incluyó la cosecha de trigo de aquel año, y al 
pago de 1,600 pesos por obras pías a favor del curato de Analco, fundadas por 
FelipeVázquez.5 Descontando ambos elementos, el terreno seguía valuado en 
unos 3,000 pesos. 
Así, en los primeros años de la década de 1850 inició el aprovechamiento de 
las aguas subterráneas de la zona en un aspecto no agrícola, con la curtiduría y 
con el establecimiento de unos baños en torno al Estanque. El caso es valioso por-
que, hallándose apenas a unos metros, mostró a los dueños de los terrenos ale-
daños el potencial de los veneros, considerados hasta entonces un estorbo. Aquel 
año, el cuidador del paseo de San Francisco, Antonio Infante, levantó “un peque-
ño cuarto de tablones y petates para que sin mengua de la decencia, se bañasen 
algunos pobres aprovechando el agua del paseo que constantemente se está de-
rramando en el río”.6 El Ayuntamiento acordó concederle el permiso para la ex-
plotación del agua a través de unos “baños de agua fría”, pidiéndole solamente 
que mejorara la construcción, haciéndola de ladrillo, y separara los sexos, para 
cuidar el pudor y la privacidad de los bañistas. Antonio López siguió el ejemplo 
de aprovechar el agua subterránea en usos no agrícolas ni potables. En 1856, dos 
años después, estableció en el terreno un bebedero de caballos. 
Con la ley Lerdo, del 25 de junio de 1856, el Estanque de los Pescaditos tuvo 
modificaciones en sus linderos por primera vez desde el siglo xvi. López apro-
vechó la legislación liberal para expandir su finca hacia lo que hasta entonces 
había sido propiedad de los franciscanos. El 7 de julio de 1862 consiguió que 
el Gobierno del Estado le vendiera la hortaliza de San Francisco, incluyéndose 
“los bajos del Hospital Militar establecido en el convento de San Francisco”.7 
La hortaliza había sido cedida por los franciscanos al Hospital de San Pedro, 
para que ahí se estableciera un Jardín Botánico. Con la ley de 1856 el proyecto 
no se llevó a cabo, y el terreno pasó a manos de Antonio López. Años más tar-
de, en 1874, López permutó al Gobierno del Estado este terreno por “todos los 
bajos del Tercer Orden del mismo convento y la parte alta”, que colindaban al 
norte con el Convento, y al sur, este y oeste con el Estanque de los Pescaditos. 
El terreno ahora propiedad de López incluía “parte de los derrames del ma-
nantial situado dentro de la Capilla del mismo nombre [del tercer orden de San 
Francisco]”.8 Así, los límites del Estanque se expandieron hasta el convento, y 
se incrementó su dotación de agua subterránea. 
Hay dos elementos a destacarse en este proceso de crecimiento del Estan-
que bajo el dominio de Antonio López. En primer lugar, que los comerciantes 
propietarios de Puebla aprovecharon la legislación de 1856 para acrecentar sus 
posesiones, confirmarse como grupo propietario e iniciar la venta y fracciona-
miento del terreno. Se ve que la propiedad privada promovida con la legisla-
ción liberal permitirá en los años siguientes un mayor y mejor aprovechamiento 
de los recursos hídricos disponibles.9 El segundo elemento es que, a partir de 
5 AGNEP, notaría 1, notario José Mariano Torres, libro de 1853, 25 de mayo, ff. 442-445. 
6 AHAP, Documentos de Cabildo, volumen 121, año de 1854, f. 453. 
7 AGNEP, notaría 6, libro de 1862, 7 de julio, f. 53v. 
8 AGNEP, notaría 2, notario Francisco de Paula Fuentes, libro de 1874, 10 de marzo.
9 Además del terreno arriba descrito, Antonio López adquirió en julio de 1856, bajo el amparo de la ley Lerdo, la casa 
número 1 de la calle del Puente del Toro, que pertenecía a las monjas del Convento de la Concepción, por 5,900 
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1852-1854, con el establecimiento de la curtiduría y los baños de agua fría de 
Infante, se inició el aprovechamiento no agrícola del agua subterránea que bro-
taba en la ribera oriente del río de San Francisco, justo donde se localizaba el Es-
tanque de los Pescaditos. El cambio del patrón agrícola que había durado poco 
más de tres siglos detonó el aprovechamiento del agua subterránea del Estan-
que de los Pescaditos en actividades productivas ligadas a la producción me-
canizada: la industrialización. 
En la finca que nos ocupa, el cambio no se debió ya a Antonio López, sino a 
su hijo Ygnacio López Sáenz, quien a través del fraccionamiento y venta de los 
terrenos del Estanque impulsó la industrialización de la zona a partir del apro-
vechamiento del agua subterránea y, en menor medida, del río de San Francis-
co a partir de 1883. 
Primeros establecimientos tecnológicos, 1883-1891
Antonio López había cedido el dominio del Estanque de los Pescaditos a su hijo 
Ygnacio López Sáenz hacia 1885. Según estableció en su testamento, el Estanque 
de los Pescaditos estaba considerado aún como finca rústica, y valuado en 10,250 
pesos.10 Los límites eran, según un documento de 1887, “por el norte y oriente las 
calles de la cerca de San Francisco y la de la puerta falsa de ese Convento, y por 
el sur y poniente con los ríos, de San Francisco y de Nochebuena”.11 Como se ve, 
salvo la extensión a la huerta de San Francisco, no hubo cambios en el terreno, ni 
había iniciado su fraccionamiento. 
Por el estado del río de San Francisco aquellos años, parecería que la fin-
ca estaba destinada a devaluarse. Según Miguel Ángel Cuenya (2008: 30-38), a 
partir de la década de 1880 se hizo evidente que el río de San Francisco era “un 
torrente de aguas negras”, lo que lo convertía en “un lugar abandonado e igno-
rado” por las autoridades, los empresarios y los habitantes de la Angelópolis. 
En 1884 se prohibió arrojar basura y cualquier objeto al cauce del río, que era 
considerado el principal foco de contaminación de la ciudad. A pesar de estos 
antecedentes, a partir de 1883 inició el desarrollo tecnológico del Estanque de 
los Pescaditos, que llevaría a la conformación de la Colonia Industrial de Pue-
bla. Esto se debió al impulso de Ygnacio López Sáenz, quien consiguió revalorar 
y vender el Estanque a partir del aprovechamiento de sus aguas subterráneas. 
En 1883 empezó el fraccionamiento de la finca con la venta de lotes y, gra-
cias a ello, empezó el establecimiento de maquinaria dedicada a diversas ac-
tividades productivas en la antigua finca rústica. Aquel año, Antonio López 
arrendó a los hermanos Jesús y Modesto Villafuerte un área para establecer 
baños de agua fría, aprovechando el estanque de agua que se producía por un 
afloramiento superficial. Además del local dedicado a ambos sexos, los Villa-
fuerte podrían construir otro estanque grande y un bebedero para caballos; 
también podrían abrir lavaderos públicos. El costo de la renta eran 100 pesos 
mensuales (Robles Galindo, 2001: 153). Los baños se instalaron casi de inme-
diato, pero como“rusos” –es decir, calientes– y no de agua fría, lo que repre-
sentó un primer momento de cambio tecnológico en el Estanque: fue necesario 
instalar calderas. 
pesos, y la casa número 10 de la calle de San Cristóbal, perteneciente al Convento de Santa Rosa, por 6,250 pesos. 
Cf. AGNEP, notaría 3, notario Juan Pedro Necoechea, libro de 1856, 29 de julio, f. 84v, y AGNEP, notaría 3, notario 
Juan Pedro Necoechea, libro de 1856, 29 de julio, f. 87. 
10 AGNEP, Notaría 3, notario Juan Pedro Necoechea, libro de 1885, 10 de octubre, f. 143 y anexos, carpeta 91, f.s.n. 
11 Archivo del Registro Público del municipio de Puebla (en adelante, ARPP), libro 1 auxiliar de Comercio, tomo 15, f. 
67, 5 de septiembre de 1887. 
Número 18 enero-junio 2014
141E S T U D I O
En 1885, Ygnacio López Sáenz prestó 1,500 pesos a los hermanos Villafuer-
te para “la compra de una maquinaria de vapor que van a establecer en esta 
ciudad, en el edificio conocido por el Estanque de los Pescaditos”, para mo-
ler maíz. En estos primeros momentos de introducción de maquinaria ésta de-
pendía del río como fuerza motriz, pues el agua subterránea se destinaba a los 
baños y al vapor. Según declaró Villafuerte, en los baños había una “máquina 
de vapor de fuerza de diez caballos”, una caldera y el motor, dependientes del 
río, además de una máquina para cernir tabaco, cinco molinos para maíz co-
cido, un molino para trigo y una bombade vapor.12 Ese mismo año se instaló 
una maquinaria similar: Juan Pedro Necoechea —quien era el encargado de la 
notaría 3, donde se realizaba la mayor parte de los contratos de compra-venta, 
y quien por tanto pudo saber de primera mano las nuevas condiciones del te-
rreno y beneficiarse de ellas— estableció un molino de pan, que aprovechaba 
el agua subterránea para el motor.13
En 1887 López Sáenz fue de nueva cuenta prestamista de aquellos a quie-
nes había vendido sus terrenos. En aquella ocasión otorgó a Eusebio Aguilera 
1,100 pesos para la compra de “un motor de vapor con fuerza de 15 caballos de 
fuerza marcado con una placa que dice ‘Corlis Stean Enquie Ca. Builders. -Pro-
vidence, R. I.’”. El motor fue utilizado en la tintorería que Aguilera había esta-
blecido en el Estanque de los Pescaditos un año antes, aprovechando, como los 
Villafuerte, el manantial establecido desde mediados del siglo xix.14
Los pozos artesianos y la diversificación productiva, 1891-1896
El aprovechamiento del Estanque a partir del manantial natural y de los vene-
ros tuvo un cambio drástico a partir de 1891. A partir de ese año Ygnacio López 
Sáenz empezó a construir pozos artesianos en el Estanque. Según una defini-
ción de la época, eran “orificios practicados verticalmente [...] partiendo desde 
la superficie del suelo en un terreno estratificado hasta encontrar una capa de 
agua subterránea y comprendida entre dos capas impermeables por lo común 
arcillosas”. Cuando el agua se elevaba por el orificio hasta la superficie de for-
ma continua, al orificio se le daba el nombre de pozo artesiano, debiendo ele-
varse el líquido por medio de bombas hidráulicas, y que solían encontrarse a 
poca profundidad —como los del propio Estanque (Mellado, 1856: I, 912). A 
inicios de la década de 1890, la finca que nos ocupa tenía 13,264 metros cuadra-
dos y un valor de 15,000 pesos, toda vez que además de la Capilla del Tercer 
Orden, los baños y las antiguas habitaciones del Estanque, “no hay más cons-
trucciones que unas ruinas en el fondo de la huerta”.15 A partir de aquel 1891 
inició de manera sistemática el aprovechamiento del agua subterránea del Es-
tanque de los Pescaditos.
Al parecer, el objeto inmediato de López Sáenz para abrir pozos artesianos 
fue establecer otros baños en el Estanque, ahora de su propiedad. Sin embar-
go, aquel mismo año los vendió a Armand Saller e Hipólito Naude, quienes a 
partir de entonces explotaron la negociación.16 Del mismo modo, López arren-
dó a Marcelino Cautli la ladrillera establecida en el Estanque de los Pescaditos, 
12 AGNEP, notaría 3, notario Juan Pedro Necoechea, libro de 1885, 17 de septiembre, [f.s.n]
13 AGNEP, notaría 3, notario Juan Pedro Necoechea, libro de 1885, 23 de marzo, f. 83. 
14 AGNEP, notaría 3, notario Juan Pedro Necoechea, libro de 1887, 16 de marzo, f. 28v. 
15 AGNEP, notaria 3, notario Juan Pedro Necoechea, libro de 1891, 6 de mayo, anexos, [f.s.n.] Anexos del mutuo con 
hipoteca otorgada por el señor Ygnacio López Saénz a favor de los Señores ArmaundSaller e Hipólito Naude sobre 
los Baños de Neptuno y la Huerta de San Francisco. 
16 Ibídem. 
142
a razón de 42 pesos mensuales, permitiendo el uso del agua necesaria, pero re-
servándose el arrendador la explotación de los pozos artesianos recientemen-
te instalados.17
La posibilidad de industrializar la zona a partir del agua subterránea ob-
tenida a través de pozos artesianos fue aprovechada pronto. El proceso tenía 
tres aspectos, interdependientes entre sí: el uso de agua pura de manantial en el 
proceso productivo —lo que abría la puerta a empresas dedicadas a la alimen-
tación—, el aprovechamiento del río e incluso de los pozos como fuerza motriz, 
y el uso de la corriente del San Francisco como desagüe. De ser una finca afec-
tada por la contaminación del río y la improductividad del terreno por los ve-
neros incesantes, el Estanque de los Pescaditos se halló a partir de 1891 en una 
condición inmejorable para el establecimiento de nuevos centros productivos. 
Un claro ejemplo de lo anterior fue la panadería “Latisnère y Bouvet”. La 
sociedad fue establecida entre el aquitano Esteban Latisnère y Adrián Bouvet, 
inmigrante barcelonette establecido en Puebla, “con el objeto de establecer y 
fundar una fábrica de pan en la casa conocida por antigua finca de San Francis-
co o Estanque de los Pescaditos”, que se fundó el 13 de mayo de 1892.18 Según 
se dejaba ver en la escritura, se aprovechó un pozo artesiano para garantizar 
el abasto de agua necesaria en la producción panera, al mismo tiempo que se 
aprovechaba para generar vapor para los hornos. Al parecer, el río servía para 
arrojar los desechos de la fábrica.19
Considerando los elementos anteriores, tenemos que si bien a partir de 1883 
empezó a explotarse el Estanque de los Pescaditos en actividades no agrícolas, 
como baños fríos, molinos de maíz y en la producción casi artesanal de taba-
co, no fue sino hasta 1891 cuando fue posible el cambio radical de uso de suelo 
en el terreno. A partir de aquel año se hizo posible considerar a la hasta enton-
ces finca rústica como un enclave valioso para el establecimiento de centros de 
producción industrial gracias a la construcción de pozos artesianos, que apro-
vechaban el agua subterránea del lugar. 
Como el agua obtenida a través de los pozos era potable, en esta etapa sa-
tisfizo las necesidades de industrias relacionadas con la higiene y el confort, 
como los baños calientes, o con la alimentación, como las panaderías. El agua 
subterránea, pues, fue utilizada como motor hidráulico del proceso producti-
vo tanto como parte integrante de éste. Con la disponibilidad de agua potable, 
ahora la ubicación junto al San Francisco resultó una ventaja, pues el desagüe 
era inmediato, y no requería de mayor inversión. Trabajos arqueológicos en la 
zona han mostrado la existencia de una red de canales que puede datarse alre-
dedor de 1885, y que tenían como objeto el uso del agua en los procesos pro-
ductivos (Allende, 2007: 11). Esto generó la privatización del agua y el fin del 
aprovechamiento del manantial en la zona por los vecinos. El control del líqui-
do estaba ahora en manos de los empresarios que podían adquirir fracciones 
de la propiedad de Ygnacio López Sáenz e invertir en tecnología industrial y 
en infraestructura hidráulica. 
Sin embargo, y dado que los contratos eran con un solo dueño, en la ribe-
ra del San Francisco la incipiente industrialización no provocó conflictos: sólo 
generó una cada vez mayor inversión por parte de los propietarios. Esto fue 
17 AGNEP, notaría 3, notario Juan Pedro Necoechea, libro de 1891, 29 de septiembre, f. 43v. 
18 ARPP, libro 3 de comercio, volumen 2, 23 de mayo de 1892, f. 114v. 
19 AGNEP, notaría 5, notario Patricio Carrasco, libro I de 1892, 14 de mayo, f. 298v. Seis meses después Latisnère se 
retiró de la sociedad, quedando Bouvet como dueño único. Cf. AGNEP, notaría 5, notario Patricio Carrasco, libro II 
de 1892, 28 de julio, f. 111. 
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evidente a partir de 1896. Fue entonces cuando la etapa de pequeñas inversio-
nes llegó a su fin, y empezó el momento de las grandes fábricas en el Estanque 
de los Pescaditos. Como en esta primera etapa de diversificación productiva, 
esto fue posible gracias a la relación entre el agua subterránea y el agua fluvial.
Las grandes fábricas, 1896-1913
La combinación de agua subterránea y agua fluvial en el Estanque de los Pes-
caditos hizo posible que en él se establecieran grandes fábricas a partir de 1896. 
Estos grandes centros productivos sumaron el agua obtenida por pozos artesia-
nos al proceso productivo, y aprovecharon el río de San Francisco como fuerza 
motriz y como desagüe. De hecho, a partir de entonces también lo utilizaron 
como fuente de energía hidroeléctrica, lo que fue posible gracias a la innova-
ción tecnológica que llegó a Puebla hacia 1888, según ha apuntado Teresa Ven-
tura Rodríguez (2009: 46).
La primera gran fábrica establecidaen el Estanque de los Pescaditos fue La 
Guía, dedicada al blanqueo y estampado textil. Seguir su establecimiento per-
mite observar cómo el líquido subterráneo fue fundamental en la fundación de 
grandes factorías en la zona que requerían agua potable para sus procesos pro-
ductivos. Asimismo, permite mostrar los pasos dados por los industriales para 
establecerse en el Estanque. El 17 de junio de 1896 la sociedad Sota y Compa-
ñía compró a Ygnacio López Sáenz una parte del Estanque de los Pescaditos, 
“con objeto de establecer y explotar una fábrica de blancos y estampe”.20 López 
vendió a la sociedad una fracción de 4,261 metros cuadrados, junto al río de San 
Francisco, con un surco de agua potable que daba seis y medio litros por segun-
do sin interrupción, y que se tomaría del manantial y de dos pozos artesianos 
también incluidos en la venta.21 Los compradores insistieron que el agua debía 
tener la calidad “de pozo artesiano”, y se anotó que la cantidad de 390 litros por 
minuto debía garantizarse. En caso de que en los primeros seis meses después 
de la venta el agua escaseara, la cantidad estipulada debía ser completada por 
López con el agua que manaba en otros puntos de su propiedad. Por su parte, 
el vendedor estableció en el contrato que no podrían abrirse más pozos artesia-
nos, pues ésta era facultad exclusiva suya. Por su parte, los existentes debían 
ser limpiados cada tres meses por los compradores. A cambio, López cuida-
ría y repondría los caños de desagüe de la fábrica en caso de que hubiera pro-
blemas con ellos, para garantizar la expulsión del líquido usado en la fábrica.
Unos meses después, el 7 de noviembre de 1896, la sociedad Sota y Com-
pañía compró “unas fracciones del terreno de la finca llamada “Estanque de 
los Pescaditos”, situada en la ribera del Río de San Francisco de esta ciudad, las 
cuales fracciones [son] contiguas al terreno que ya tienen adquirido de la propia 
finca los compradores”, por 800 pesos.22 Según se deja ver de la conformación 
de la sociedad de Sota, Gavito y Villar, en aquel diciembre de 1896, la fábrica ya 
estaba instalada cuando esta compra, y funcionaba con normalidad en el blan-
queo y estampado de tejidos de algodón.23 Años más tarde, en 1899, los propie-
tarios de La Guía adquirieron otra fracción del Estanque de los Pescaditos, “a 
20 AGNEP, notaría 5, notario Patricio Carrasco, I libro de 1896, 17 de junio, f. 152v – 154. La sociedad Sota y Villar se 
estableció por los asturianos Paulino de la Sota y Ortíz, Nicasio de la Sota y Helguera y Ramón Gavito Noriega –el 
único habitante de Puebla– para la explotación de las pequeñas fábricas textiles “de Recogidas Viejas” y “La Inde-
pendencia Mexicana”, el 13 de enero de 1894. Cf. AGNEP, notaría 9, notario Ángel Genero Figueroa, libro de 1894, 
13 de enero, f. 4. 
21 AGNEP, notaría 5, notario Patricio Carrasco, I libro de 1896, 17 de junio, f. 154v.
22 AGNEP, notaría 5, notario Patricio Carrasco, II libro de 1896, 7 de noviembre, f. 237. 
23 AGNEP, notaría 5, notario Patricio Carrasco, II libro de 1896, 26 de diciembre, f. 299v. 
144
orillas del río de San Francisco”, que tenía una extensión de 750 metros. En esta 
venta Ygnacio López no incluía ningún agua del Estanque y prohibía explícita-
mente, de nueva cuenta, abrir más pozos artesianos ni alterar los existentes.24
En conjunto, el caso de La Guía permite mostrar los elementos que hicie-
ron posible el establecimiento de una gran fábrica textil en el Estanque de los 
Pescaditos. Como he señalado, resulta notorio que al establecerse en la Colo-
nia Industrial, como después se le llamó a la finca, los empresarios no cayeron 
en conflicto con otros propietarios fabriles a orillas del río. Esto se debió a que 
no dependían del caudal del San Francisco, sino del agua subterránea del Es-
tanque de los Pescaditos, abundante y obtenida por pozos artesianos en los te-
rrenos adquiridos como propiedades privadas. 
El Estanque resultó así el lugar idóneo para establecer una mediana fábri-
ca textil debido a la doble disponibilidad de recursos hídricos. Por un lado, te-
ner colindancias con el río de San Francisco era importante por ser el desagüe 
principal de la factoría, como era usual desde 1883, pero además de eso, porque 
ya entonces también se utilizaba el San Francisco como una fuente de energía 
hidroeléctrica, combinando el agua del río con el vapor generado en los depó-
sitos de agua subterránea (Fenochio, 1899: 1). La tecnología hidroeléctrica de 
La Guía, exportada de Inglaterra, garantizaba una producción de 3500 watts, 
planta que si bien era de modestas proporciones en relación con las estableci-
das en el Atoyac, permitía abastecer la necesidad de la fábrica. Al ser produc-
tora de energía, necesitaba que el agua tuviera flujo continuo, por lo que el uso 
del San Francisco no representó ningún conflicto con otros dueños interesados 
en su corriente. Aún más: la finca siguiente de importancia era el molino de San 
Francisco, que utilizaba el agua para fines agrícolas. 
Por su parte, la insistencia en las primeras compras en el dominio de los 
pozos artesianos y en la calidad del líquido se debía a que el agua potable era 
necesaria para el blanqueo de telas, giro principal de La Guía. Según Jesús Ri-
vero Quijano, a finales del siglo xix este método dependía del agua limpia, pues 
al combinarse y hervirse con sosa cáustica y blanqueol (tratamiento de sosas y 
cenizas), se podría blanquear la ropa sin impregnarla del mal olor producido 
por el método usual: el lavado con sebo. Si lo mínimo necesario eran 110 litros 
de agua por minuto, es evidente que con las compras a López La Guía tenía ga-
rantizada una buena producción textil.25 Como se ve, el agua subterránea del 
Estanque de los Pescaditos se insertó como una parte fundamental al proceso 
productivo de la fábrica en cuestión. 
El mismo patrón puede verse en el establecimiento de la curtiduría “La Piel 
del Tigre”, por León Armenta, dedicado al curtido de cuero de res y de carne-
ro desde la década de 1850, y a la producción zapatera. La primera venta de la 
que tenemos noticia de López Sáenz a Armenta data de 1897, cuando vendió 
una parte del Estanque con un pozo artesiano por 7,000 pesos.26 En 1900 se ex-
pandió el terreno de Armenta, pagando por él a López 1,000 pesos.27 La terce-
ra compra garantizó la salida de la curtiduría al arroyo de Xonaca, en 1902.28
El establecimiento de otro centro productivo grande para el contexto del 
Estanque: la fábrica “Manantial de Aguas Minerales”, de los hermanos barce-
24 AGNEP, notaría 5, notario Patricio Carrasco, I libro de 1899, 8 de mayo, f. 282v. 
25 Jesús Rivero Quijano, La revolución industrial y la industria textil en México, volumen II, México, Joaquín Porrúa, 
Cámara Nacional de la Industria Textil, 1990, ff. 315-316. 
26 AGNEP, notario Patricio Carrasco, libro I de 1897, 5 de abril, f. 97. 
27 AGNEP, notario Patricio Carrasco, libro I de 1900, 18 de junio, f. 324v. 
28 AGNEP, notario Patricio Carrasco, libro II de 1902, 5 de julio, f. 10v. 
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lonettes Latisnère, ya referido, sigue el mismo patrón. En ella se producía agua 
embotellada y “aguas gaseosas”, las actuales bebidas carbonatadas. La mecá-
nica de dominio del agua y de aprovechamiento de la fuente subterránea es 
similar al caso textil de La Guía, con la ventaja de que este caso muestra más 
claramente la incorporación del agua de los pozos artesianos a la producción 
industrial. Si bien la evidencia arqueológica apunta 1884 como el año de fun-
dación, la documental refiere un establecimiento más tardío.29
La primera venta que se tiene registrada data de 1899. Aquel año Juan Es-
teban Latisnére compró 1,600 metros cuadrados de terreno del Estanque de los 
Pescaditos. Al parecer, el proyecto del establecimiento de la fábrica utilizaba 
algo del pozo artesiano de Bouvet, que había adquirido Latisnère desde 1892. 
En 1903 Ygnacio López Sáenz vendió a Latisnère 287 metros cuadrados, anexos 
al terreno adquiridocuatro años antes, y que, ahora sí, poseían tres pozos arte-
sianos. El objetivo del industrial barcelonette era incrementar la productividad 
de su fábrica de aguas. La última venta se concretó el 7 de julio de 1910, cuando 
Mercedes López, hija de su recién fallecido padre Ygnacio López Sáenz, vendió 
a la sociedad “J. Latisnère y Compañía” “un terreno llamado “Estanque de los 
Pescaditos”, ubicado en esta ciudad, donde hay siete piezas y un pozo artesia-
no”, por 6,000 pesos.30 En 1912 se estipuló que la sociedad no podía cavar más 
pozos artesianos en sus terrenos.31 Así, la fábrica de los hermanos Latisnère es 
el caso más palpable del aprovechamiento del agua subterránea del Estanque 
de los Pescaditos en el proceso productivo industrial. 
Por último, el establecimiento de la fábrica La Violeta cerró el ciclo de ven-
tas del antiguo Estanque. A las once de la mañana del 27 de agosto de 1911, 
Mercedes e Ygnacio López y Toquero anunciaron al notario Mariano Bonilla la 
muerte de su padre, Ygnacio López Sáenz.32 Tras cancelar la deuda con la com-
pañía Latisnère, Mercedes procedió, el 30 de abril de 1913, a realizar la venta 
de la última parte del Estanque de los Pescaditos conservada como tal. El te-
rreno tenía una superficie de 11,032 metros.33 Aunque el precio valuado era de 
poco más de seis mil pesos, se pagaron diez mil. El comprador era José Gonzá-
lez Soto. En la venta se incluyó el acceso al estanque de agua producto de los 
veneros del Estanque. El objetivo de la compra era el establecimiento de la fá-
brica “La Violeta”, que completó en 1914 el establecimiento de las fábricas tex-
tiles en lo que había sido el Estanque de los Pescaditos, aprovechando como La 
Guía los antiguos veneros de agua (mapa 2).
29 La epigrafía del hotel “La Purificadora” apunta que la fábrica se fundó en 1884. 
30 AGNEP, notaría 3, notario Mariano Bonilla, libro de 1911, 21 de diciembre, f. 100. 
31 ARPP, libro 1 auxiliar de comercio, tomo 53, f. 53, 29 de marzo de 1912. 
32 AGNEP, notaría 3, notario Mariano Bonilla, libro de 1911, 21 de diciembre, f. 100. 
33 AGNEP, notaría 3, notario Mariano Bonilla, libro de 1913, 30 de abril, [f.s.n.]∫
146
Mapa 2, El Estanque de los Pescaditos, 1908
Fuente: Anónimo, Nuevo plano topográfico anunciador de la ciudad de Puebla, 1908, en Francis-
co Manuel Vélez Pliego y Ambrosio Guzmán Álvarez, [s.p.i], mapa 14.
En la escritura se le llamó al terreno por primera vez Colonia Industrial. 
Así sería conocida lo que alguna vez fue una finca rústica a lo largo del siglo 
xx, hasta su fin en aras de un sector turístico y comercial en el centro histórico 
de Puebla, en la década de 1990. 
Conclusiones
El desarrollo fabril en el Estanque de los Pescaditos fue una doble disponibi-
lidad de agua, una superficial y otra subterránea. El trabajo ha mostrado que 
en el Estanque de los Pescaditos, la importancia del agua subterránea como 
un factor productivo fue visible a partir del establecimiento de baños de agua 
fría en el colindante paseo de San Francisco, en 1854. Por supuesto, para esta 
perspectiva influyó el manejo de las aguas potables disponibles en la ribera 
del San Francisco, que mostraron a los propietarios e inversionistas del Estan-
que la importancia del líquido como factor productivo. A partir de ello, lo que 
hasta entonces había sido un elemento negativo merced a la utilización agríco-
la del Estanque, devino el factor central para la industrialización del terreno. 
Esto generó un cambio en el patrón de aprovechamiento de tierra y agua en 
esta zona de la ciudad tras tres siglos de un solo uso. Al mismo tiempo, mejo-
ró el valor de la finca.
Si bien la introducción de maquinaria industrial modesta inició desde 1883, 
no fue sino hasta 1891 cuando fue posible pensar en una gran industrializa-
ción del Estanque de los Pescaditos, gracias a la excavación y explotación de 
pozos artesianos. Se procedió desde entonces a industrializar la zona a partir 
del agua subterránea. 
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147E S T U D I O
Como hemos señalado, el proceso de industrialización a partir de la dispo-
nibilidad hídrica tenía tres aspectos, interdependientes entre sí: el uso de agua 
pura de manantial en el proceso productivo —lo que abría la puerta a empre-
sas dedicadas a la alimentación o a elementos novedosos de la industria textil 
como el blanqueo y el acabado—, el aprovechamiento del río e incluso de los 
pozos como fuerza motriz, y el uso de la corriente del San Francisco como des-
agüe. De ser una finca afectada por la contaminación del río y la improducti-
vidad del terreno por los veneros incesantes, el Estanque de los Pescaditos se 
halló a partir de 1891 en una condición inmejorable para el establecimiento de 
nuevos centros productivos. El agua subterránea obtenida en los pozos arte-
sianos garantizaba la calidad necesaria del líquido para ser aprovechado como 
vapor y como parte fundamental de la producción industrial.
El establecimiento de éstos no desembocó en conflictos, como en otras ex-
periencias de industrialización en el país. Antes bien, sólo generó una cada vez 
mayor inversión por parte de los propietarios. Esto se debió a que las nuevas 
factorías no dependían del caudal del San Francisco, sino, insistimos, del agua 
subterránea del Estanque de los Pescaditos, abundante y obtenida por pozos 
artesianos en los mismos terrenos. Las bonanzas del terreno y la facilidad del 
asentamiento abrieron la puerta a fábricas medianas, grandes para el contex-
to, a partir de 1896. Así, de la mano de la privatización de la tierra promovida 
a partir de la Reforma liberal, los dueños e inversionistas del Estanque de los 
Pescaditos, que habían sufrido por más de 300 años con el agua subterránea, en-
contraron en ella la clave para el desarrollo de uno de los centros fabriles más 
prósperos de la ciudad de Puebla en el tránsito del siglo xix al xx.
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