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BENEMÉRITA UNIVERSIDAD 
AUTÓNOMA DE PUEBLA 
 
FACULTAD DE FILOSOFÍA Y LETRAS 
 
MAESTRÍA EN ANTROPOLOGÍA SOCIAL 
 
 
EL RITUAL DE ORACIÓN: 
Una estrategia de las Iglesias cristianas para 
enfrentar la violencia e inseguridad en Minatitlán, 
Veracruz. 
 
TESIS 
PARA OBTENER EL TITULO DE 
MAESTRIA EN ANTROPOLOGIA SOCIAL 
 
PRESENTA 
DANNA RUTH EUNICE RIVAS MARTÍNEZ. 
 
 
COMITÉ TUTORIAL 
DIRECTOR: Dr. LUIS ARTURO JIMÉNEZ MEDINA 
Dr. LUIS JESÚS MARTÍNEZ GÓMEZ 
Dr. ERNESTO LICONA VALENCIA 
 
 
Octubre, 2020. 
 
 
 
CONTENIDO 
INTRODUCCIÓN. 5 
Capítulo 1. RUTA ANTROPOLÓGICA PARA EL ESTUDIO Y ANÁLISIS DEL RITUAL DE 
ORACIÓN EN LA CIUDAD DE MINATITLÁN. 15 
1.1. Acercamientos al tema de estudio. 15 
1.2. El marco conceptual del ritual de oración. 23 
1.2.1. La oración como fenómeno esencial de la vida religiosa. 28 
1.2.2. El ritual. 34 
1.2.3. El modelo de análisis. 39 
1.3. Implicación etnográfica. 56 
Capítulo 2. CONTEXTO HISTORICO Y SOCIAL: MINATITLÁN ENCLAVADO EN EL SUR DE 
VERACRUZ. 65 
2.1. Un territorio de paso. 68 
2.2. Del auge al declive. 82 
2.3. Campo de tensión. 86 
Capítulo 3. HACIA UNA ETNOGRAFÍA SOCIORELIGIOSA: EL CONSEJO MINISTERIAL 
VERACRUZ SUR. 91 
3.1. El Concejo Ministerial Veracruz Sur un movimiento religioso. 93 
3.2. La oración como recurso cohesionador y de cooperación en las fases de Concejo 
Ministerial Veracruz Sur como drama social. 98 
3.3. Estructura y jerarquía del Conejo Ministerial Veracruz Sur. 113 
3.4. La escenificación del drama socioreligiosa. 118 
Capítulo 4. ACERCAMIENTO ETNOGRAFICO A LAS ORACIONES COLECTIVAS: EL RITUAL 
DE LA ORACIÓN. 135 
4.1. Performance una secuencia compleja de los actos simbólicos: “Marcha de oración 
por la paz de Minatitlán”. 137 
4.1.1. La marcha de oración un campo discursivo y performativo 145 
4.1.2. La marcha de oración como una protesta pacífica. 168 
4.1.3. Communitas religiosa de la oración. 177 
4.2. El ritual de oración un organismo multidimensional. 183 
4.2.1 El ciclo de las oraciones como el núcleo del ritual. 185 
4.2.2 La asamblea general como un órgano regulador del ritual de oración. 191 
4.2.3. Festividades y eventos anuales que marcan los tiempos del ritual. 196 
CONSIDERACIONES FINALES 202 
BIBLIOGRAFÍA. 209 
Referencias electrónicas. 217 
Anexo 1: MINATITLÁN. 219 
Mapa 1. Localización de Minatitlán en México. 220 
Mapa 2. Localización de Minatitlán, en el Estado de Veracruz. 220 
Mapa 3. Territorio de Minatitlán ubicado en la región olmeca. 221 
Mapa 4. Huella urbana del municipio de Minatitlán. 222 
Escudo de Minatitlán: significado y descripción. 223 
Anexo 2: CONCEJO MINISTERIAL VERACRUZ SUR. 224 
Figura 1. Estructura del Concejo Ministerial Veracruz Sur. 224 
Figura 2. Crecimiento y consolidación del Concejo Ministerial Veracruz Sur. 225 
Figura 3. Posicionamiento del otro en la estructura del Concejo Ministerial Veracruz Sur.
 226 
Anexo 3: RITUAL DE ORACIÓN 228 
Figura 4. La atmosfera liminal. 228 
Figura 5. Ubicación del actor social en su sistema de creencias. 229 
Figura 6. Temporalidad del communitas religioso. 230 
Figura 7. Inicio del trimestre y ciclo de oración. 231 
Figura 8. Cierre de oración. 232 
Figura 9. Ciclo de oraciones: el trimestre. 232 
Figura 10. Plan anual, vigente hasta junio del año 2019. 233 
Figura 11. Ajustes al ciclo de oración. 234 
Figura 12. Cierre ayuno y oración. 234 
Figura 13. Actividades de la asamblea general. 235 
Anexo 4: LOS DISCURSOS DE ORACIÓN 236 
Oración por las autoridades. 236 
Oración por las familias. 237 
Oración por la educación. 238 
Oración por la economía. 239 
Oración por las iglesias 240 
Oración por los medios de comunicación. 243 
Oración área de arte y entretenimiento 244 
Anexo 5: RUTAS DE LAS MARCHAS DE ORACIÓN. 246 
Ruta de la marcha de oración del año 1993 y 1994 246 
Ruta de la marcha de oración del año 2012 y 2014 247 
Ruta de la marcha de oración Minatitlán comprando por la sangre de Cristo, 2013 248 
Ruta de la marcha de oración por la ciudad del CMVS 2017 y 2018 249 
Anexo 6: GALERÍA. 250 
Foto 1. Marcha de iglesias 1993. 250 
Foto 2. Marcha de la comunidad evangélica, 2012 251 
Minatitlán comprado por la sangre de Cristo, 2013 252 
Foto 3. Mural: México eres libre. 252 
Foto 4. Lona: Unidos por la sangre de Cristo. 253 
Foto 5. Desfile de carros. 254 
Foto 6. Organizadores de la marcha. 255 
Foto 7. Evento de la marcha de oración. 255 
Foto 8. Pastores 256 
Foto 9. Pastores orando por el representante del municipal 256 
Marcha de las iglesias de Minatitlán, 2014 257 
Foto 10. Publicidad. 257 
Foto 11. Marcha del 2014, caminata sobre la avenida justo sierra 258 
Foto 12. Cierre de la marcha del 2014. 258 
Marcha por la vida y la familia Ciudad de México, 2016. 259 
Foto 13. Transporte. 259 
 Foto 14. El presidente de los concejales con pastores de otras ciudades. 259 
Foto 15. Pastoras concejales. 260 
Marchas del Concejo Ministerial Veracruz Sur. 261 
Foto 16. Megamarcha religiosa. 261 
Foto 17. Salen a orar a las calles. 262 
Marcha de oración por la ciudad 28 de julio 2018. 263 
Foto 18. Marcha sobre calle Hidalgo. 263 
Foto 19. Minatitlán sin violencia. 263 
Foto 20. El Shofar. 264 
Foto 21. Oración por las autoridades. 265 
Foto 22. Pastores orando frente palacio de gobierno municipal. 265 
Foto 23. Programa de oración en el parque Independencia. 266 
Foto 24. Oraciones en el parque Independencia. 266 
Foto 25. Mujer orando. 267 
Foto 26. Momentos de oración. 267 
Foto 27. Municipios participantes. 268 
Foto 28. Participación de las iglesias del municipio de Zaragoza. 268 
Foto 29. Participación de las iglesias del municipio 269 
Foto 30. Participación de las iglesias del municipio de Chinameca. 269 
Anexo 7: CRONOLOGÍA Y CONTEXTO DE LAS MARCHAS DE CORTE EVANGÉLICO EN LA 
CIUDAD DE MINATITLÁN. 270 
 
5 
 
INTRODUCCIÓN. 
 
Por el año 2014, en las redes sociales circulaba una nota de noviembre 
2013 del portal de internet de BBC mundo, el título, una interrogante con letras 
grandes, ¿Pudo una oración masiva hacer caer el Muro de Berlín?; movida por 
la curiosidad me detuve a leer. 
Aquella nota en su contenido describe los eventos que se desencadenaron 
a un mes, previo a la caída del muro de Berlín. Un pastor comenzó a organizar 
oraciones por la paz cada lunes por la tarde en la iglesia de San Nicolás en la 
ciudad de Leipzig, Alemania Oriental, para rezar por la paz. En muchas ocasiones 
acudieron docenas de personas a pesar de que, el gobierno incitaba al desánimo. 
La influencia de dicha actividad fue tan fuerte que siguieron las oraciones en 
comunidad sin alguna interrupción. 
El escritor de la nota periodística describió que “la influencia de las 
oraciones comunitarias había logrado la unificación de toda una nación1” debido 
a las múltiples diferencias ideológicas. Principalmente, porque la sociedad 
alemana se ha había caracterizado en las últimas generaciones de ser una 
sociedad atea. Mientras leí la nota, no pude dejar de pensar en un grupo de 
iglesias que a pesar de sus diferentes conflictos ideológicos y doctrinales se 
reunieron a orar como consecuencia de la fuerte ola de violencia que se había 
originado desde el año 2009. 
 
1 La nota no sugiere que la oración fue la causante de la caída del muro de Berlín, sino enfatiza 
que estas oraciones lograron la cohesión social a pesar de las múltiples diferencias. 
6 
 
Mi curiosidad por dicho fenómeno había despertado, comprendía la 
relación del contexto de violencia y la necesidad de rodearse de personas que 
comprendieran y empatizaran con la misma situación2. Cabe señalar que profeso 
las creencias entorno a la divinidad de Jesús como Dios, creo en el Padre, el Hijo 
y el Espíritu Santo, tal y como menciona Carlos Garma (2008) al describir al 
cristianismo. Creo en la autoridad y la revelación de las escrituras por medio de 
la Biblia, por lo tanto, no estoy afiliada a una religióncomo tal. Sin embargo, soy 
asistente o participante activa en una Iglesia en la ciudad de Minatitlán. También 
el hecho de tener una formación en Trabajo Social, al ver la realidad y las cifras 
de delincuencia me provocaban inquietud. 
Estas cifras desde el año 2011 siendo Javier Duarte gobernador del 
Estado de Veracruz eran críticas. Entre la población ya se escuchaba hablar 
acerca de los carteles y la injerencia en el comercio al pedir la famosa cuota de 
protección a los negocios de las medianas y pequeñas empresas. En aquel año 
los índices de delincuencia, extorsión y secuestro se vieron y se sintieron. Los 
periódicos de la región tenían grandes titulares con notas de desaparición de 
mujeres, niños y muertes de los taxistas. Para el año 2014, la situación de 
violencia ya era preocupante y alarmante. 
Por cuestiones laborales, me encontraba casi siempre fuera de la ciudad. 
Sin embargo, el proyecto social en el que me encontraba ejerciendo trabajo 
 
2 He de aclarar que mi comprensión respecto a la función de la oración desde una mirada bíblica 
y teológica es someter la voluntad humana a la soberanía de Dios. Como cristiana comprendo 
que la oración es un acto de dependencia. Mientras fui formada como antropóloga he 
comprendido que la oración es un fenómeno esencial en la vida religiosa que ayuda a interpretar 
dicha realidad en circunstancias que salen de nuestro control, tal y como lo menciona Marcel 
Mauss (…). 
7 
 
social, me ayudó a conocer el contexto de alrededor de cuarenta municipios del 
centro y sureste del estado de Veracruz. Por lo tanto, conocí el nivel 
socioeconómico y de decadencia de los municipios, así como los porcentajes de 
migración de la población a otros sectores en busca de una mejor calidad de vida; 
el porcentaje de deserción escolar de alumnos por buscar una oportunidad de 
trabajo; el abandono del padre de familia para ir a trabajar a otros sectores; entre 
otros tipos de problemas socioeconómicos. 
En este contexto, comprendiendo la situación delicada de la región acepté 
la invitación de familia y amigos para asistir a las primeras reuniones de oración 
en la ciudad de Minatitlán. Debo reconocer que en esta atmosfera de conflictos 
sociales al igual que otros, me sentía víctima de la violencia, por lo que participar 
en los grupos de oración me ayudaba a canalizar de entre todos los sentimientos, 
la frustración e impotencia de querer hacer algo por la ciudad y no poder. 
Quizás no lograba donde ubicar la preocupación y curiosidad. Sin 
embargo, comencé a escribir mis pequeñas experiencias personales y hacer 
registros generales de mi asistencia a las reuniones de oración, vivencias y 
experiencias en el contexto de violencia. Incluyendo el asalto que sufrí en el año 
2016 en el puerto de Veracruz, principalmente ese fue el detonante. 
Llegué a la conclusión que hacer investigación de un lugar caótico y hablar 
de ello es hacer protesta. Y para esto, necesitaba la mirada microscópica de la 
antropología social, y de sus herramientas para analizar el contexto social de la 
ciudad y del fenómeno religioso entorno a la oración. 
Al navegar con la brújula de la antropología social hubo un proceso de 
transformación en cuanto a mi forma de ver el fenómeno social con sus 
8 
 
contrastes religiosos, políticos y económicos. Y por supuesto la forma en cómo 
me veo yo – como profesional en Trabajo Social y como teólogo en el proceso 
del quehacer antropológico – y cómo veo y me ven los otros, un juego de miradas 
entre lo emic y etic, perfilando una postura de absoluto compromiso al desarrollo 
del quehacer científico dentro de la antropología de la religión. 
Indudablemente, cada hallazgo de la investigación me ha ayudado a tener 
una mirada más profunda y critica tanto de la religión como de la forma de 
proceder de la sociedad minatitleca. Cabe mencionar, que quizás algunas 
personas dentro del ámbito académico y religioso llegaron a sugerir la posibilidad 
de un debate ético entre mis creencias entorno a la divinidad de Jesús y la ciencia 
antropológica, como si tuviese que elegir a una y dejar la otra. 
Tal y como lo aprendí del tío John Stott3, creer es también pensar, razonar 
y cuestionar mis propias creencias y el entorno en el que me encuentro. La razón 
y el conocimiento se relaciona y tiene que ver con aspectos de mi fe en Dios y de 
cómo desarrollo mis relaciones académicas con los demás permitiéndome estar 
en constante proceso de usar el pensamiento crítico. La antropología ha dado 
evidencia que el hombre es un ser integral, impregnado por el ambiente en el que 
se encuentra, asimila su realidad y la transforma, es un ser pensante y sociable. 
Indudablemente existieron retos, desafíos y dificultades al momento de ser 
formado como un investigador etnográfico y del proceso intelectual de articular 
 
3El tío John Stott conocido de esta forma dentro de la comunidad evangélica de estudiantes 
universitarios IFES (International Fellowship of Evangelical Studentsifes), es un teólogo 
reconocido ha escrito 40 libros y cientos de artículos que enriquecen la literatura cristiana 
contemporánea y goza de gran reputación entre teólogos y eruditos cristianos de todo sabor 
denominacional. 
9 
 
todos los elementos. Lo propio de toda investigación, que incluye ubicar el objeto 
de estudio. Sin embargo, gracias a la orientación de la antropología y de los 
estudios entorno a la religión y ritual, la investigación emprendió el camino para 
dar cuenta del fenómeno a estudiar. 
De tal manera que esta investigación tiene como interés principal dar 
cuenta de un fenómeno religioso que se está produciendo en la ciudad de 
Minatitlán, en el contexto del ámbito cristiano. El propósito es abonar estudios 
antropológicos y científicos, que otorguen un marco de referencia ante este tipo 
de comportamiento religioso en contraste con la crisis y problema social que vive 
el Estado de Veracruz. A fin de ser un aporte a la antropología de la religión en 
México como precedente de los cambios religiosos, y el impacto que estos tienen 
en la sociedad. 
Por lo tanto, el objeto de estudio son las funciones y significados, que 
produce el ritual de oración organizado por las Iglesias cristianas 
interdenominacionales de Minatitlán. Dicho ritual de oración ha surgido como una 
respuesta a las necesidades sociales, y por lo tanto busca cumplir funciones 
sociales y culturales que ayude hacer frente, interpretar la realidad o dar un 
sentido a la vida ante el caos, donde el gobierno de Veracruz y las autoridades 
municipales de Minatitlán han tenido dificultades para lograr una estabilidad 
social. 
Este fenómeno al ser colectivo, amplia los estados anímicos y 
motivaciones, y por otro lado expresa las concepciones y significados culturales, 
en representaciones emotivos de la vida religiosa para el creyente. Por 
consiguiente, se presentan un análisis en respuesta a la pregunta de 
10 
 
investigación ¿Qué funciones y significados produce el ritual de la oración 
organizado por diversas asociaciones religiosas de enfoque cristiano en 
Minatitlán, Veracruz? 
El objetivo que acompaña la presente investigación es proponer un 
análisis de estudio sobre el ritual de oración, desde una dimensión interna y 
externa. Interna en cuanto al sistema de creencias, funciones, significados. 
Externa, en lo que concierne a su estructura organizativa y su impacto social. A 
partir del este objetivo general, lo objetivos específicos que ayudaron fijar el 
rumbo de la investigación. 
Primero, proponer desde la perspectiva antropológica, el estudio y análisis 
del Ritual de Oración. Segundo, describir los elementos históricos, sociales y 
culturales en el cual se realiza el ritual de oración, en Minatitlán, Veracruz. 
Tercero, Describir las funciones y significados que se producen de forma eficaz 
en el ritual de oración, así como mostrar la descripción de la estructura 
organizativade las Iglesias, que participan en dicho ritual. Por último, identificar 
el impacto social que tiene el Ritual de Oración en los demás campos de la vida 
social. 
La hipótesis que se planteó es el siguiente: el ritual de oración, fomentado 
por los líderes religiosos de las Iglesias cristianas en Minatitlán, tiene como 
función ayudar al sujeto a enfrentar y resolver en términos simbólicos, los 
conflictos sociales y el clima de violencia, pero también, produciendo significados 
que interpretan su realidad mediado por la vida comunitaria religiosa, en donde 
el ritual tiene un impacto social, cultural y político. 
11 
 
Por tal razón en esta investigación el ritual de oración se explica desde las 
teorías tradicionales y clásicas del ritual antropológico, las cuales brindan las 
herramientas para conocer los ritos que van surgiendo en la vida religiosa del 
hombre y que le dan un significado y función. Esto ha dado como resultado que 
puede ser visto desde una visión moderna, añadiendo conocimiento de nuevos 
rituales del aporte teórico de la antropología de la religión mexicana. 
Este estudio se abordó al fenómeno mencionado, por medio de dos rutas 
teóricas. La primera con una visión desde fuera al observarse como hecho social 
con base a la definición de Durkheim (1982); y la segunda vía de investigación 
con el enfoque desde dentro, como lo menciona Geertz (2005). Por lo que el ritual 
de oración se comprende como una dimensión religiosa que interpreta la vida. 
En esta primera ruta de investigación el fenómeno religioso se ha ubicado 
en el contexto conceptual de religión cristiana y comunidad evangélica. Aquellas 
asociaciones religiosas y denominaciones que no son católicas. De acuerdo, a la 
Enciclopedia de las Religiones en México (2014), tienen en común la declaración 
de fe y la autoridad normativa la Biblia, de la cual se desprenden la mayoría de 
sus prácticas rituales. Aunque cabe aclarar, que cada asociación religiosa ejerce 
de forma peculiar sus propias doctrinas rituales. 
Es en este contexto religioso, se encuentra la práctica del ritual de oración. 
El cual expresa ideas y sentimientos, puesto que están impregnados por la vida 
social diaria del individuo dentro de la colectividad. Así también, establece una 
estrategia para hacerle frente a esta realidad violenta desde un enfoque religioso 
cristiano, donde los integrantes se identifican por este sentimiento de miedo y 
desesperanza ante su panorama social. 
12 
 
Los miembros, creyentes o feligreses, sienten el apego de unirse al ritual 
que les promete seguridad y confianza como una respuesta a la situación 
problemática de inseguridad y violencia que viven puesto que se identifican con 
el contexto y con las creencias para efectuar el ritual de oración. Como una forma 
de ver la realidad o darle sentido a la vida, donde el ritual cumple un papel 
funcional a satisfacer necesidades culturales y sociológicas. 
La segunda ruta de investigación es el análisis de la oración como ritual. 
Porque con los rituales se puede conocer la actividad, creencias, el 
comportamiento y el impacto que tiene un ritual en la vida social del hombre 
moderno, ante un contexto de abusos, violencia y ultrajes de la inseguridad. En 
un acto ritual, se logra conocer los escenarios imaginarios y el mundo real de las 
personas a partir de los símbolos que van surgiendo en el ritual, puesto que 
abarca esta fusión simbólica de ethos y cosmovisión (Geertz 2005: 107), lo que 
modela la conciencia espiritual de un pueblo. 
Este camino de investigación ha dado como resultado conocer e 
interpretar el ritual de oración primero, dentro del contexto religioso y social, 
principalmente la influencia de los elementos históricos sociales y culturales en 
el cual se realiza el ritual. Segundo, en su dimensión interna y externa. La interna 
en cuanto al sistema de creencias, funciones, significados que produce de forma 
eficaz y la externa, en lo que concierne a su estructura organizativa y su impacto 
social. 
Siguiendo el curso de la investigación el contenido está configurado de la 
siguiente manera. En el primer capítulo se presenta la ruta teórica y metodológica 
que ayuda a la comprensión e interpretación del ritual de oración desde el 
13 
 
enfoque de la antropología social. Se exponen las teorías y estudios 
antropológicos que de forma directa o indirecta han estudiado y conceptualizado 
aspectos referentes a la oración, y que permite el análisis e interpretación de la 
oración como ritual. 
Además, se establece el marco conceptual religioso del ritual de oración 
recurriendo a Durkheim (1982), Geertz (2005) y Marzal (2002). La importancia de 
la oración como fenómeno religioso con las aportaciones de autores, como 
Marcel Mauss (1970), Xosé Chao Rego (1993) y a Alessandro Lupo (1995). Y 
también se propone el modelo de análisis siguiendo la ruta de Max Gluckman 
(2003) y Víctor Turner (1999), con las aportaciones y comentarios de Rodrigo 
Díaz Cruz (1998, 2008). 
El segundo capítulo expone la importancia contextual de la ciudad de 
Minatitlán como un territorio campo de tensión por tener una importancia desde 
tiempos antiguos por su riqueza natural y su ubicación estratégica por el fácil 
acceso. Se explica los factores que ayudaron al crecimiento económico de la 
ciudad, así como las situaciones que se desencadenaron para el declive 
económico, político y social de la ciudad. 
El tercer capítulo, presenta la etnografía del movimiento religioso del ritual 
de oración. Dar cuenta de los aspectos que describen, ubican y conciernen a la 
creación, consolidación y estructura del movimiento religioso como un drama 
social. Una representación que puede ser observable ubicada en el tiempo la cual 
puede ser analizado desde las fases del drama social. 
El cuarto capítulo es un acercamiento etnográfico al ritual de oración como 
un conjunto de actos religiosos, que por medio de mecanismo y elementos 
14 
 
construyen la realidad del actor ritual no tan sola religiosa sino de la vida diaria, 
hasta cierto punto profanas. Esta serie de acciones religiosas les ayuda a 
confirmar sus creencias y también adquirir otras. Transformados por el momento 
ritual y la interacción social, los actores sociales logran interpretar al mundo, 
interpretan su propia realidad frente a otros. Este capítulo se exponen aquellos 
componentes del ritual que les ayuda a crear vínculo de confianza y de 
solidaridad. 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
15 
 
Capítulo 1. RUTA ANTROPOLÓGICA PARA EL ESTUDIO Y ANÁLISIS DEL 
RITUAL DE ORACIÓN EN LA CIUDAD DE MINATITLÁN. 
 
En este apartado se exponen las teorías y estudios antropológicos que de forma 
directa o indirecta han estudiado y conceptualizado aspectos referentes a la 
oración y que permite el análisis e interpretación de la oración como ritual. Este 
recuento teórico amplía el panorama de ver el ritual en otras formas de expresión 
y contextos en contraste con el fenómeno religioso que se realiza en la ciudad de 
Minatitlán. 
 
1.1. Acercamientos al tema de estudio. 
La oración, ha sido objeto de estudio en otras disciplinas y campos de 
estudio, como, por ejemplo, la sociolingüística, la lingüística, la filosofía, y la 
teología, que son estudios diferentes a la antropología de la religión. Sin 
embargo, el interés que se presenta es mencionar trabajos antropológicos que 
han estudiado a la oración en otros aspectos. 
Desde la perspectiva antropológica, la oración, está considerado como un 
fenómeno religioso, el cual tiene una importancia dentro de la actividad y 
creencias religiosas al expresarse dentro de los rituales. Es necesario insistir, que 
las investigaciones que se mencionan, es porque sin duda, ayudan a comprender 
y ampliar la visión de las múltiples formas en que se puede analizar, interpretar y 
abordar un fenómeno como el ritual de la oración. 
Dichas investigacionestienen el objeto de mostrar los diferentes contextos 
y características, que pueden tener los rituales semejantes a la de oración. Y, por 
16 
 
si fuera poco, abonan al análisis teórico. Por lo tanto, para nutrir y abonar a la 
comprensión de la oración como fenómeno religioso y social, se ha recurrido a la 
búsqueda de trabajos antropológicos, en otros contextos para el enriquecimiento 
al aporte teórico. 
El profesor de los Departamento de Antropología en la Facultad de 
Ciencias Sociales de la Universidad de Chile, Gilberto Sánchez (2002), presenta 
un trabajo de investigación, Oraciones Rituales en Pewenche Chileno Ritos 
Ngillatun y Püntev, expresa que la oración no solo constituye un testimonio de las 
creencias de los miembros de la comunidad, sino también un rescate de una 
parte importante de la cultura. Por lo tanto, las oraciones más que ser un discurso 
dirigido a la deidad, expresa el sistema cultural de las personas (2002: 131), 
exhiben formas o aspectos del pasado de la comunidad, y por consiguiente las 
oraciones hablan de las inquietudes de su presente. 
Esto que plantea Sánchez (2002), son aspectos que se pueden encontrar 
de igual forma, en el ritual de oración de la ciudad de Minatitlán. Principalmente 
hablan de las inquietudes de un presente en sociedad en conflictos. Los discursos 
exponen claramente y de manera escenificada y performativa, los sufrimientos 
de las personas debido a la problemática de la ciudad, y las escasas soluciones 
de las instituciones gubernamentales para tomar acciones en contra de lo 
delictivo. 
En Buenos Aires, Argentina, la Fundación de Historia Natural “Félix de 
Azara” Instituto Nacional de Antropología y Pensamiento Latinoamericano 
Universidad CAECE, en una recopilación Mosaico Trabajos en Antropología 
Social y Arqueología (2004), se encuentra el trabajo e investigación de Paula G. 
17 
 
Cabrera, titulado Ideario Religioso y Ritual: en los Grupos de Oración de la 
Renovación Carismática Católica, quien menciona que los grupos de oración se 
pueden considerar como un conjunto de cosmovisión en práctica. Enseña 
cognitiva y emocionalmente, con el fin de transmitir una determinada visión y 
experiencia del mundo (2004: 51-64). 
De dicha investigación se recupera el carácter distintivo de la oración 
considerada como ritual, y el grado de importancia que tiene para el actor ritual, 
o en este caso para el creyente. Cabrera (2004), menciona que orar para los 
nativos, actores rituales o creyentes es: 
una experiencia profunda y personal del hombre con Dios, orar es dialogar con 
la deidad, es “estar ante su presencia”, en contacto con ella. Los fieles creen 
que la práctica oratoria es un medio por excelencia de comunicación con la 
divinidad, una instancia por medio de la cual pedirle y recibir respuesta por parte 
de ella, así como también un medio de conversión y crecimiento espiritual. Esta 
práctica es realizada en voz alta y conducida por los servidores. Durante esta 
etapa muchos fieles reciben algún mensaje de Dios que transmiten al resto del 
grupo repitiéndolo en voz alta (…) (2004: 53) 
 
Indudablemente el creyente al momento de orar fortalece sus creencias, lo que 
le permite seguir la práctica de la oración. Aun cuando - como en el caso del ritual 
de oración en Minatitlán- significa estar en medio de conflictos e inseguridad. 
Por tal razón, para el creyente, orar pase lo que pase, es tener la completa 
certeza de ser escuchado. Y posiblemente, dicho sentimiento esperanzador es 
lo que mueve a los participantes de las Iglesias a fomentar la práctica de oración 
colectiva. 
Otras investigaciones, que se puede considerar como un estudio que se 
acerca al ritual de oración, es el trabajo con enfoque en la antropología simbólica 
del Doctor en Filosofía y letras Gustavo Ludueña (2011). 
18 
 
En Discurso, performance e imaginación política en un ritual católico, el 
autor explora y analiza la discursividad, y la acción ritual en un vía crucis viviente 
celebrado durante Semana Santa en la localidad de Victoria, Entre Ríos, 
Argentina. De dicha investigación, se recupera la explicación de la función del 
discurso y el impacto en el actor ritual. 
Ludueña (2011), explica que el discurso, emitido por los actores rituales y 
por los líderes eclesiásticos, no se limita a lo verbal, sino que manifiesta una 
importante relación con la performance (2011: 93). Esta al ser una experiencia 
social, los sujetos se encuentran en una atmósfera sensible causado por la crisis 
social de gobernabilidad que ha marcado Argentina, y otros sucesos como, la 
devaluación del peso, ajuste económico y desempleo. Él concluye que: 
(…) los distintos sectores de la iglesia engendran discursos diferentes en torno 
a los mismos problemas, dicho de otra forma, el vía crucis –con sus valores 
concomitantes de dolor, Pasión, crucifixión y esperanza– proveyó la matriz ritual 
con la que contar una realidad desde la experiencia social, permitiendo la 
articulación entre las sensibilidades despertadas por el discurso y la 
performance, por un lado, y la reflexividad ligada a la percepción de una crisis 
existencial de raíces políticas y económicas (2011: 89-115). 
 
Desde esta óptica, nos permite ver al ritual de oración en Minatitlán, como 
un lugar donde se puede expresar aquellos sentimientos de frustración, dolor 
ante el panorama desolador de la ciudad. Indudablemente, la oración cumple una 
función resolutiva, en términos simbólicos, pues otorga un sentido de vida al 
creyente, y una satisfacción psicológica ante su contexto social. 
Estos trabajos descritos, muestran la importancia de la práctica de oración 
y sugieren lo enriquecedor que es poner el foco de atención a estos fenómenos 
colectivos. También son una pequeña muestra que ayudan a ver las formas y los 
diversos enfoques en que se ha podido estudiar la oración en la antropología 
19 
 
social en otros países de América latina. Desde un ritual simbólico hasta como 
un discurso ritual performativo. 
Indudablemente estos estudios sugieren ver al ritual de oración como un 
generador de elementos de normatividad, teatralidad, procesos o fases, símbolos 
representativos, imaginarios e instrumentales, que brindan un significado a la 
vida y que proporcionan una confianza y seguridad a la persona dentro de la 
colectividad. En este sentido la colectividad es un abrigo para las personas, 
comparten no tan solo las creencias sino también sus problemas. Y desde un 
enfoque simbólico logran resolver sus problemas. 
En México, también se ha estudiado la oración desde diferentes ópticas, 
como oraciones, plegarias o rezos en distintos contextos. Los trabajos que a 
continuación se mencionarán son investigaciones y aportaciones teóricas 
efectuados en el campo de la antropología mexicana. Esto permite comprender -
en esta investigación- cómo ha sido abordado el tema de la oración, y la 
funciones que cumple en dicho contexto religioso y social. Satisfaciendo las 
necesidades de los mexicanos en términos simbólicos. 
El primer aporte que se expone es el del investigador Jesús Jáuregui, en 
su publicación El concepto de plegaria musical y dancística (1997), en el cual, 
retoma el aporte de Mauss, enfatizando que la oración es una institución tanto 
religiosa como social, tiene una gran riqueza y complejidad que se encuentra en 
todas las esferas de la vida social. 
Él agrega que la oración tiene una dimensión del lenguaje, puesto que 
induce a la normatividad en la ética y moral del hombre que se identifica de 
cualquier otro uso del lenguaje en el discurso y que también se distingue y se 
20 
 
logra observar en la postura corporal, es decir un lenguaje no verbal, en lo 
performativo. 
Tal y como se muestra en el ritual de oración en Minatitlán durante los 
momentos liminales de las alabanzas, y aquellos espontáneos de adoración, las 
personas adoptan posturas diferentes de un momento a otro (segúnsea el matiz 
de la oración o discurso ritual que se esté dando). Esto ilustra que la postura 
definitivamente indica la importancia o el mensaje significativo para el actor o 
sujetos rituales. 
De dicha investigación se retoma la categoría de considerar la postura y 
la comunicación no verbal, es decir lo performativo dentro del ritual de oración. 
Como, por ejemplo, si las personas oran hincadas o de pie, si alzan las manos 
para orar, si lloran en silencio, si abrazan a otras personas. Cada posición 
corporal indica en el ritual de oración, la efectividad con la cual se está 
involucrando el actor ritual o creyente en el ritual. 
Otro punto que se considera es el concepto de plegaria musical. Es preciso 
mencionar que las alabanzas que se entonan entorno al ritual de oración tienen 
la importancia en la letra, puesto que la elección de qué cantos deben 
pronunciarse en el ritual y cuáles no, consiste en que deben estar acorde en lo 
que se expresa en el discurso ritual. En palabras de Jáuregui (1997: 79), “Esto 
no implica la afirmación de que cualquier práctica musical y dancística constituya 
una oración: el que lo sea o no, depende absolutamente del contexto”. 
Por lo tanto, una alabanza si puede ser considerada dentro del ritual de 
oración, como oración y plegaria, poseyendo los elementos de la letra acorde al 
contexto, del momento de súplica ligada a la necesidad del propósito principal del 
21 
 
ritual de oración. Como, por ejemplo, cuando se canta la alabanza “Sana nuestra 
tierra” tiene la misma importancia que la oración del ritual, puesto que la letra de 
dicha canción refleja la situación del contexto social. En ese momento ninguna 
otra canción cristiana sería posible de incluirla para los creyentes, sino 
únicamente aquella que refleje el propósito del ritual de la oración. 
Ksenia Sidorova, alumna de posgrado en ciencias antropológicas de la 
autónoma de Yucatán (2000), en su publicación Lenguaje ritual. Los usos de la 
comunicación verbal en los contextos rituales y ceremoniales (Sidorova, 2000), 
sugiere que “(…) el lenguaje ritual empleado para la comunicación con lo invisible 
y lo inhumano no sólo es peculiar en su forma y significado, sino que también 
tiene reglas de uso diferentes a las de los lenguajes comunes (profanos)”, siendo 
así que, tanto lo que se expresa en el discurso ritual de la oración, como la letra 
de las alabanzas, las frases ritualizadas, los espontaneas de la oración que se 
encuentra en los cantos de adoración, es parte del lenguaje. 
Principalmente, que la importancia radica en la función que cumple; y si 
cada uno de los elementos cumple una función es porque lo rige una norma, una 
regla de inclusión. La autora menciona: 
(…) al tratar sobre la significación de las palabras pronunciadas en los contextos 
rituales y ceremoniales, debe recordarse que la palabra puede no solamente 
ser hablada sino también cantada. Desde esta perspectiva, debe comprobarse 
que el hecho de que sea cantada, no la priva de su capacidad de ser un medio 
de transmisión de mensajes significativos y, por lo tanto, el estudio de las 
canciones rituales puede proporcionar datos valiosos para la comprensión de 
los rituales y su significación en una sociedad dada (2000: 100). 
 
Con esta sugerencia de Sidorova (2000), se afirma y concluye que el ritual 
de oración este compuesto por el discurso ritual. Aquellas palabras o mensajes 
22 
 
expresados que son dirigidos a Dios y por los momentos de alabanzas por el 
contenido de la letra, los cantos de adoración, los espontáneos y por los silencios. 
Cada uno de los elementos mencionados son un eslabón que están 
encadenados al mismo propósito: reflejar la necesidad, frustración del contexto 
social e inseguridad y la función simbólica que cumple el ritual al satisfacer a la 
necesidad de confianza, cohesión social y seguridad de los creyentes. 
La investigación antropológica de Daniel Ramos García (2015), en su tesis 
La incorporación religiosa de jóvenes a través de la alabanza en una Iglesia 
Evangélica de la ciudad de Puebla, menciona que otro elemento que está 
incorporado con el ritual de alabanza y adoración, es la oración. La cual surge 
dentro de este clima musical de forma espontánea. 
Desde este enfoque se considera que la adoración espontanea es también 
una forma de discurso ritual de la oración, y que se observa claramente en los 
discursos del ritual de oración Minatitlán. Estos espontáneos, dejan ver 
claramente los sentimientos de los actores sociales, y en muchas ocasiones, a 
pesar de no ser la oración o discurso principal, es el que arroja más información 
de los actores rituales o creyentes. 
Por lo tanto, para esta investigación, es necesario mencionar que cuando 
se habla de ‘espontáneo’ son aquellas oraciones que surgen entre las alabanzas, 
los cantos de adoración, la predicación. Son en sí oraciones espontaneas que no 
se sabe en qué momento pueden ocurrir, que no es la oración central e 
intencional que dirige el pastor en el ritual de oración, pero que el hecho de ser 
espontanea tiene el mismo valor puesto que refuerza el carácter del ritual de 
oración y su propósito. 
23 
 
El profesor e investigador, Rodrigo Diaz Cruz (2000), en una publicación 
La trama del silencio y la experiencia ritual menciona que lo “indecible constituye 
un silencio pleno de significado, y como tal participa del lenguaje, conforma uno 
de sus elementos, como un lenguaje desenrollado entre nosotros y lo 
desconocido”. Y la forma de interpretar dichos silencios, es por los otros 
elementos que lo rodean. Por ejemplo, “las canciones rituales, los rezos y 
meditaciones proporcionan el contexto en el que los hombres articulan, dicen o 
callan lo que están reflexionando” (Sidorova 2000: 102). 
En el ritual de oración en ocasiones dichos silencios son anunciados. Por 
ejemplo, cuando el director de las alabanzas menciona después de lo cantos de 
adoración, que los músicos dejen de tocar los instrumentos y que las personas 
reflexionen en la letra de alabanza. En otros momentos dichos silencios no son 
anunciados, pero es justo el momento donde las personas, o sea los actores 
rituales, comprenden que la adoración debe ser en absoluto silencio. 
Estos análisis, estudios e investigaciones expuestas, que se han hecho 
desde el campo de la antropología mexicana, ayudan a comprender cómo se ha 
venido desarrollando la oración como un fenómeno religioso imprescindible en la 
vida del actor o creyente rituales cristianos dentro del contexto mexicano. 
 
1.2. El marco conceptual del ritual de oración. 
La oración al ser un fenómeno religioso se estudia dentro del marco 
conceptual del ritual en el ámbito religioso como un elemento o dimensión. Por lo 
tanto, para comprender la ubicación conceptual se mencionan los diversos 
trabajos que tratan directa o indirectamente el tema de esta investigación. 
24 
 
Siguiendo la clásica sugerencia de Radcliffe-Brown (1986), de que todo 
fenómeno religioso está ligado a las esferas de la vida social, y que cualquier 
expresión religiosa impacta los aspectos sociales, este argumento es una 
premisa al permitir visualizar al ritual de oración como una expresión de la religión 
que están impregnada y entrelazadas de otros aspectos de la vida social. 
Cabe señalar que es extensa la bibliografía que comprueba este hecho, y 
se puede observar, cuando menos, en los manuales de antropología de la religión 
que están publicados en el idioma español, la mayor parte de ellos traducidos. 
Éstos son los casos de Manuela Cantón (2001), Luis Duch (2001), Bryan Morris 
(1995), Manuel Marzal (2002), entre otros. 
 Igualmente están los monumentales trabajos desde una perspectiva más 
sociológica como el de Roberto Cipriani (2004), y la clásica compilación de 
Roland Robertson (1980). Así también se encuentra el breve trabajo de Evans-
Pritchard (1991), en donde expone algunos antecedentessobre la reflexión del 
tema religioso. 
Todos estos trabajos son una evidencia contundente de la diversidad y 
cantidad significativa de estudios y reflexiones sobre el fenómeno religioso, sin 
embargo, el punto de partida para ubicar el ritual de la oración en el contexto de 
lo religioso, parte de la definición de Émile Durkheim (1982), articulándola en 
términos heurísticos con Clifford Geertz (2005). 
Durkheim (1982), tiene una vigencia indudable para comprender el 
fenómeno religioso, de él se rescata la visión de ver a la religión como un hecho 
social. Él la define como: 
25 
 
…un sistema solidario de creencias y de prácticas relativas a las cosas 
sagradas, es decir, separadas, interdictas, creencias todos aquellos que une en 
una misma comunidad moral, llamada Iglesia, a todos aquellos que adhieren a 
ellas” (1982: 42). 
 
Este argumento, ayuda a comprender que el ritual de la oración es una 
acción o una práctica social, que alude a una diversidad de creencias que 
provienen de individuos y grupos sociales concretos. Por lo tanto, la oración es 
en sí una práctica religiosa que apunta a un conjunto de creencias, y es coherente 
con la definición durkheniana ya apuntada. Principalmente por los criterios de 
clasificación del mundo real, e ideal, a partir de dos ámbitos, uno sagrado y el 
otro profano. Señalando que este fenómeno trata de un evento que puede ser 
caracterizado como sagrado. 
Es necesario señalar que el propio Radcliffe-Brown (1986: 201-202) indica 
de manera puntual que el antropólogo, debe estudiar a la religión en sus acciones 
religiosas específicas, como son las ceremonias y los ritos colectivos o 
individuales, puesto que el contexto religioso otorga una explicación del mundo y 
le da un sentido a la vida social, ayuda a la supervivencia y bienestar de la 
comunidad. Encuentra en la religión un protector del beneficio de la colectividad. 
Por lo tanto, ayuda a comprender que la religión es observable a partir de 
dichas prácticas y del impacto que la religión tiene en la estructura, la 
organización social, y las funciones que cumple con la colectividad. Tal es el caso 
de la oración que ayuda a las iglesias a mantener el orden de un mundo ideal 
(Durkheim, 1982). 
26 
 
En cuanto a Geertz (2005: 87-117), se enfatiza la concepción de mostrar 
a la religión como un estilo de vida, que ha estado adherida al pensamiento de 
las personas, él afirma que la religión es: 
Un sistema de símbolos que obra para establecer vigorosos, penetrantes y 
duraderos estados anímicos y motivaciones en los hombres formulando 
concepciones de un orden general de existencia y revistiendo estas 
concepciones con una aureola de efectividad tal que los estados anímicos y 
motivaciones parezcan de un realismo único. 
 
Dicho autor define, en términos sintéticos a la religión como un sistema de 
símbolos. Por lo tanto, es un esquema históricamente transmitido de 
significaciones representadas en símbolos, un sistema de concepciones 
heredadas y expresadas en formas simbólicas por medio de los cuales los 
hombres se comunica, perpetúan y desarrollan sus conocimientos y sus actitudes 
frente a la vida. 
Si los símbolos de la religión tienen la función de expresar con una 
congruencia entre un estilo de vida y lo que piensan o en lo que creen, el ritual 
de oración evidentemente es un ejemplo de lo que plantea Geertz. Es un sistema 
en el que se encuentra símbolos con funciones y significados específicos que 
construyen una realidad para ayudar al hombre adaptarse a todo, y darle una 
respuesta frente al caos, donde lo misterioso tiene que ser explicado o mantener 
la ficción de que es explicable. 
En este contexto religioso de sistema de símbolos, la importancia de la 
religión está en su capacidad de servir al individuo o al grupo como fuente de 
concepciones generales, aunque distintivas del mundo, del yo y de las relaciones 
entre sí. Los símbolos dan rasgos mentales, o fuerzas culturales y psicológicas 
que ayudan al hombre al disponer y experimentar ciertas sensaciones ante 
27 
 
determinados actos, para reaccionar, comportarse y sentirse de determinadas 
maneras. 
Ambos planteamientos, tienen como interés básico el hecho de que la 
religión tiene una función social y cultural en las sociedades colectivas concretas, 
y que no pretenden calificar a las religiones, sino ayudar a analizar los 
mecanismos y elementos que ayudan al fenómeno religioso a ser eficaz a los 
sujetos y proporcionarles el tan anhelado sentido de la vida. 
Cabe señalar que la orientación del antropólogo Manual Marzal (2002), 
recurre a dicho ejercicio intelectual de articular a los dos anteriores autores “Ésta 
es un sistema de creencias, de ritos, de formas de organización, de normas éticas 
y de sentimientos, por cuyo medio los seres humanos se relacionan con lo divino 
y encuentran un sentido trascendente de la vida” (2002: 27). 
Este concepto permite ubicar al ritual de oración dentro del contexto 
religioso y otorga un conjunto de elementos analíticos para identificar la ubicación 
social y cultural de la vida del hombre social, así como las formas y conductas 
para vivir el mundo. 
Dentro de este marco conceptual ayuda a reflexionar en el sistema de 
creencias y aquellas actividades que permiten al creyente interpretar su realidad. 
Por lo tanto, el ritual de oración es el tiempo de la expresión social del creyente. 
El cual, impregnado por el sistema cultural, la experiencia social y las creencias 
brinda al actor ritual una forma de concebir la vida y construir los significados de 
su realidad a través de los símbolos religiosos (Marzal, 2012: 23). 
Así el ritual de oración se convierte en un elemento, dimensión o 
mecanismo del sistema religiosos que construida por aquellos que expresan la 
28 
 
experiencia religiosa, se sirven del sistema religioso para comprender la realidad 
en la que viven. Por consiguiente, es también un ámbito real que tiene la facultad 
de generar prácticas reales, que lo ayuden a clasificar, ordenar el mundo, y así 
también darles un sentido apropiado a sus necesidades, recurriendo a los 
rituales. 
Finalmente, el ritual de oración de las iglesias de Minatitlán son 
manifestaciones religiosas de un creyente que responde, hasta cierto modo, a un 
conjunto de personas organizadas, con quienes comparte varios elementos de 
dichas creencias, y prácticas culturales, con el distintivo básico de ser colectivas 
y teniendo la virtud de concebirse como un conjunto de normativas que moldean 
la conducta. Y es bajo este contexto conceptual –Durkheim, Geertz y Marzal- que 
se ubica el ritual de oración. 
 
1.2.1. La oración como fenómeno esencial de la vida religiosa. 
Puestas las bases del marco conceptual del estudio del ritual de oración, 
es fundamental enfatizar el carácter religioso de la oración. Por lo tanto, para 
sostener esta postura, las aportaciones de autores, como Marcel Mauss (1970), 
Xosé Chao Rego (1993) y a Alessandro Lupo (1995). 
Dichos autores sugieren con argumentos, que indudablemente, por las 
características, dimensiones y elementos, la oración, representa una pieza clave 
para comprender e interpretar las creencias y el performance del creyente. Por 
supuesto la oración puede ser una vía clara, para interpretar o sacar a la 
superficie la estructura social y actividad religiosa del hombre. 
29 
 
Antes de introducir los aspectos teóricos de la oración como un fenómeno 
esencial de la vida religiosa es importante hacer la siguiente aclaración citando a 
Lupo (1995b: 51): 
…sólo en castellano existen varios vocablos, como “oración”, “plegaria”, “rezo”. 
Prefiero adoptar el primero por ser el más usado, si bien posee más significados 
que los otros dos (ya que puede indicar tanto un discurso general como una 
proposición cualquiera). De todos modos, las tres poseen una etimología que las 
liga al campo de lo oral: la boca (“os, oris” en latín)por lo que se refiere a 
“oración”; “plegaria” deriva de la raíz indoeuropea *prek- <petición oral dirigida a 
una autoridad superior> (…); “rezo”, por su parte deriva del latín “recitare”, que 
indica la acción de enunciar en voz alta. 
 
Tal y como sugiere el autor, oración posee más significados esto ayuda a 
comprender e interpretar el uso de la palabra oración entre los actores sociales 
del ritual, ya que ellos afirman en sus oraciones que orar es un diálogo entre Dios 
y el hombre. Por lo tanto, en esta investigación se usa la palabra oración. 
Las primeras reflexiones que se hace de la oración dentro del campo 
antropológico, es el aporte del etnólogo y sociólogo, considerado como uno de 
los padres de la etnología francesa, Marcel Mauss (1970). El cual tiene vigencia 
en nuestra actualidad, debido a que el fenómeno es esencial en la vida religiosa 
del hombre desde siempre. 
Según este autor a través de la oración, se pueden observar una 
diversidad de mecanismos religiosos. Uno de esos mecanismos que interesa 
enfatizar es el de rito “…puesto que es una actitud adoptada, un acto realizado 
cara a las cosas sagradas” (Mauss, 1970: 96). Por esa razón, este mecanismo 
de la oración, el rito, expresa ideas y sentimientos religiosos. 
Así también, permite conocer y brinda información desde el estado de 
desarrollo de la religión, de las creencias y de la actividad religiosa, hasta el 
30 
 
estado de ánimo del individuo dentro de la colectividad. Por lo tanto, implica a la 
vez una dimensión simbólica y representativa de la religión (Mauss, 1970: 95-
103). 
Mauss (1970: 96) menciona que la oración, “es el punto de convergencia 
de numerosos fenómenos religiosos”, porque posee la flexibilidad de que en ella 
misma se puedan encontrar simultáneamente varios aspectos y que se expresa 
de distintas formas. Por ejemplo, y siguiendo al autor mencionado, argumenta 
que en la oración se puede observar una exigencia, una orden, un acto de fe, una 
cuestión emotiva, una súplica, una confesión, una alabanza y una postura 
corporal, que van dirigidas a una divinidad. Esto es lo que permite expresar el 
carácter religioso de la oración. 
El segundo aporte que ayuda a comprender la función de la oración son 
las reflexiones que sugiere Lupo (1995b: 49): “…la oración posee una dimensión 
esencialmente oral; es fundamentalmente un acto de comunicación y nace para 
ser enunciada.” Dicha comunicación es “…lingüística entre un locutor humano y 
un receptor extrahumano” y la define como “…un enunciado lingüístico 
estructurado, dirigido a entidades extrahumanas en el ámbito de su culto, 
generalmente destinadas a conseguir protección o ayuda” (Lupo, 1995b: 51). 
Añadiendo la sugerencia de Velasco Toro (1997) en su estudio sobre los 
peregrinos que van al santuario de Otatitlán a venerar a un Cristo Negro, quien 
destaca la relación de la oración con los ritos; el afirma que “Los actos del 
lenguaje, [como la oración], son inseparables de los rituales” (Velasco Toro, 
1997: 28). 
31 
 
Los aportes señalados sugieren que indudablemente por las 
características, dimensiones y elementos, la oración, es una pieza clave para 
interpretar aspectos de la vida del hombre en sociedad. Desde luego, la oración 
puede es la vía clara para interpretar o sacar a la superficie la estructura social y 
actividad religiosa del hombre. Por medio de la oración se logran conocer 
aspectos de la vida religiosa cotidiana. 
Con esta premisa, se logra observar que la oración de Minatitlán no tan 
solo radica en las expresiones orales o comunicación verbal, sino en todos 
aquellos elementos en los cuales esta enfatizado el carácter y muestra simbólica 
de lo religioso dirigido a la divinidad. Por ejemplo, las alabanzas, las danzas, el 
discurso ritual, el performance, los silencios y la música. 
Tal y como una cadena con sus eslabones, dan a demostrar que cada 
parte construye el todo de la oración, y que por ende es el todo del ritual. También 
las oraciones que se practican en Minatitlán poseen en sí su carácter religioso y 
que puede encontrarse en la oración en cada uno de los aspectos que lo 
estructura. 
Indudablemente las oraciones en la ciudad de Minatitlán proporcionan 
datos de la sociedad. Permite conocer los aspectos religiosos, incluso hasta el 
cambio religioso que se vive al sureste veracruzano. La oración, como explica 
Mauss (1970: 98), brinda información de la religión, sus cambios y las creencias. 
 En esto radica la importancia de estudiar la oración, al expresarse en 
distintas formas, de igual manera se puede considerar doblemente en función de 
ser un fenómeno social y religioso con la misma importancia (1970: 95). Por lo 
tanto, si bien la oración es un fenómeno religioso, por su carácter colectivo, es 
32 
 
de igual forma un fenómeno social, tal y como se podrá observar en el ritual de 
oración de los concejales. 
Del escritor y teólogo español Xosé Chao Rego (1993: 232/20), podemos 
destacar la dimensión simbólica de la oración ya que es importante para este 
trabajo, al respecto señala lo siguiente: 
Si el ser humano en trance de angustia suplica desde el inconsciente -desde el 
abismo- el pasaje antropológico de la oración consiste en pasar del fantasma al 
símbolo. Porque el padre tiene una doble imagen u objeto de ambivalencia 
afectivo: amenazante y protector; también desde la madre: protectora pero 
también devoradora. 
 
Esto ayuda a comprender que en la oración es ahí donde surge la parte simbólica, 
la imagen parental del Padre o del Creador hacía quien va dirigidas las oraciones, 
y por quien los actores rituales, creyentes rituales o feligreses se sienten 
protegidos. Dicha imagen simbólica, indiscutiblemente, es lo que otorga 
seguridad tanto al individuo como a la colectividad, la certeza o seguridad de ser 
escuchados. 
Este autor, centran, en alguna parte de sus textos, la atención a la imagen 
a quien va dirigidas las oraciones, porque desde el punto de vista de él, la imagen 
divina es lo que marca la parte religiosa del hombre. Hasta cierto punto, es lo que 
activa e inspira al hombre en dar muestras en expresiones y actos religiosos, -a 
la imagen divina-, puesto que es la forma en que les ayuda a interpretar la 
realidad caótica, que lejos de sus limitaciones, existe una fuerza extrahumana 
que les puede ayudar. 
Probablemente esta es una de las razones o quizás la principal, por la cual 
el ritual de oración en Minatitlán se sigue fomentando entre los actores sociales, 
ya que el vínculo con la imagen divina parental es en sí significativa para ellos, 
33 
 
porque es nutrida por el sistema de creencias cristianas. No habría oraciones 
sino hay a quien dirigirlas, dedicárselas, o suplicarle. 
Desde la perspectiva de Alessandro Lupo (1995a y 1995b), también se 
confirma la importancia de dirigir las oraciones y súplicas a la imagen simbólica 
ya mencionada por los anteriores autores. Por ejemplo, en el estudio sobre las 
nahuas de la Sierra Norte de Puebla, Lupo (1995a: 79) afirma que: 
…la pronunciación de las súplicas [-las oraciones-] coinciden siempre, en efecto, 
con acontecimientos, situaciones o estados físicos en que los hombres sienten la 
necesidad de asegurar la intervención taumatúrgica de la divinidad para 
restablecer, mantener o salvaguardar el desarrollo positivo y ordenado de los 
hechos. 
 
Este aspecto se asemeja al ritual de oración en Minatitlán, donde las iglesias 
interpretan la situación socioeconómica como un caos que está bañada de 
inseguridad y violencia, ante tal panorama de tensión y con base a las creencias 
cristianas, elevar las oraciones es un acto para pedir que el Padre y Creador, 
intervenga ante la desolación que se vive en el municipio. 
De acuerdo con lo mencionado, se puede observar que el ritual de oración 
en Minatitlán se ha originado por causa del hombre recurriendo a la religión para 
interpretar su realidad caótica, pero laforma de expresarse indudablemente es 
por el camino seguro de elevar una plagaría, súplica o sencillamente una oración 
a la imagen paterna parental simbólica de Dios. Y esto último, es la razón y 
condición de fe que los cristianos expresan en el ritual de oración. 
Como se ha mostrado, los autores mencionados, permiten observar que 
la oración es un fenómeno de carácter religioso y este por consiguiente social, el 
cual tiene varios aspectos que la construyen. Impregnado de la realidad del 
hombre y de las interpretaciones que éste hace por medio de la religión, expresa 
34 
 
indudablemente las necesidades, pero a la vez revela información de las 
creencias y del contexto social. 
Desde este enfoque para el análisis de la oración, se requiere los estudios 
sobre el ritual que permiten afinar la mirada y adentrarse a observar los 
elementos externos e internos que estructuran la oración como ritual, dando 
cuenta de los elementos que se asocian a los ámbitos de la religión, la política, y 
la economía, y con diversos tipos de expresiones culturales del mundo moderno 
(Augé, 1995). 
Finalmente, la oración que se realiza en Minatitlán al ser una expresión 
social que ha surgido de nuevas tribus en la sociedad de masas (Maffesoli, 1990), 
se conciben como una manifestación social, que constituye, ante todo, una 
práctica, un mecanismo simbólico de la vida social, que, a escala general o 
parcial, contribuye a la regeneración permanente o periódica de la vida 
comunitaria (Marzal, 2002: 138). Siendo así que su aspecto colectivo y 
estructurado brindan la pautas para ser analizado mediante las teorías clásicas y 
las reflexiones modernas del ritual. 
 
1.2.2. El ritual. 
El estudio del ritual ha sido ligado al ámbito de la religión por las teorías 
que han estudiado las culturas primitivas desde el enfoque tradicional. También 
se ha afirmado que el ritual es un tipo de drama social (Turner, 2002), donde cada 
uno de sus componentes, muestra la realidad como una imagen simbólica, que 
revitaliza la identidad de las personas a partir de una escenificación. 
35 
 
En este contexto conceptual, los rituales, por un lado, se convirtieron en 
un mecanismo reproductor del orden establecido, y una forma social modificada 
de la realidad, que ayudan precisamente a interpretar la vida diaria (Geertz, 
2005). 
Desde lo clásico hasta lo contemporáneo, se ha comprobado la función 
sociológica del rito, concebido como un recurso cohesionador y transmisor de 
valores sociales a través de un estado de efervescencia colectiva (Durkheim, 
1982). Y también, la satisfacción psicológica (Malinowski, 1986), que proporciona 
ante crisis y panoramas desolador de la vida diaria, puesto que reduce el estrés, 
incertidumbre, miedos y situaciones adversas del hombre o actor ritual. 
Para esto, es necesario citar a la escena autores clásicos como Edmund 
Leach (1977), Max Gluckman (1978) y Víctor Turner (1988), quienes conciben el 
ritual a manera de recurso expresivo que revela los matices, inclusiones e 
intercambios, en la interpretación de la cultura y de la religión en el carácter 
simbólico, que comunica los fundamentos, creencias y ethos de los actores 
rituales (Geertz, 2005). 
Con los aportes de Edmund Leach al estudio del ritual planteados en su 
obra Sistemas políticos de la alta Birmania (1977), se recupera como punto de 
partida la búsqueda de poder como motivación fundamental del comportamiento 
humano. El autor propone una definición de estructura social como “un conjunto 
de ideas sobre la distribución de los poderes entre las personas y los grupos de 
personas” (Leach, 1977: 26). El individuo tiene un posicionamiento frente a las 
demás personas, permitiendo que de forma ordenada exista un intercambio 
36 
 
comunicativo al momento de ejercer relaciones mutuas a pesar de las diferencias 
culturales. 
Por lo tanto, en los términos de Leach, un ritual, “sirve para expresar el 
estatus del individuo, en tanto persona social dentro del sistema estructural al 
que pertenece en ese momento” (1977: 33). En el cual se pueden encontrar 
aspectos profanos y sagrados. Dejando atrás la dicotomía de Durkheim, de 
considerar únicamente al ritual dentro de lo religioso sagrado, enfatizando su 
función sociológica como un sistema socialmente aprobado de relaciones 
adecuadas entre los individuos y los grupos, en el cual emergen símbolos, y 
exhibe la estructura y orden social. 
Desde la perspectiva de Leach el propósito de la antropología social es 
intentar la interpretación de los símbolos dentro del contexto ritual (1977: 36), en 
momentos específicos donde el ritual recuerda a los miembros el orden y las 
normas que rigen sus actividades. 
Al igual que Leach (1977), Max Gluckman (1978), considera a la sociedad 
como un conjunto de relaciones sociales “dominada por la posición” (1978: 7), en 
su estudio acerca de los grupos y pueblos de África del Sur, registrado en su obra 
Política, derecho y ritual en la sociedad tribal (1978), estudia lo que él llama 
rituales de rebelión, donde explica, que los rituales expresan y simbolizan los 
conflictos entre principios de una de organización social, “se afirma que, por muy 
divididos que estemos, de hecho, estamos unidos” y que así también al momento 
del ritual, pese a los conflictos que puedan existir en una estructura u 
organización social “la gente se siente unida y unánime” (1978: 308). 
37 
 
Tanto Leach (1977), como Gluckman (1978), ubican al ritual dentro del 
orden social, como institución específica de la sociedad o también de la cultura, 
donde se puede reflejar y contener de alguna manera en sí misma la totalidad en 
la que se inserta y se sustenta inevitablemente sobre la noción de integración o 
de cohesión social. Puesto que es necesario que la sociedad y la cultura 
aparezcan como un todo orgánico, holístico, de partes interrelacionadas 
funcionalmente que en su conjunción producen algo distinto de sí mismas 
expresadas en el momento ritual. 
Con Víctor Turner (1988), se complementa el estudio del ritual, como una 
manifestación explícita de la estructura social. La importancia del simbolismo y el 
actor ritual juega un papel importante como instrumento que media entre los 
conflictos inherentes a la oposición de principios sociales. Lo cual puede ser 
estudiado como un proceso de tres tiempos o pasos, que sigue al individuo en 
cada etapa de la vida social, y que se escenifican: la separación del sujeto de su 
grupo anterior de pertenencia, el tránsito de la persona a través de un umbral o 
limen y, por último, su integración de un nuevo grupo. 
En este contexto la liminaridad, al estar en medio o entre, es lo esencial 
en los ritos de paso, refleja el momento en que el individuo ha perdido su estatus 
anterior y que aún no ha adquirido el siguiente, es ambigua e indeterminada, se 
compara con la muerte (Turner 1988: 102). 
Esta fase liminal se refleja y encuentra en las oraciones donde los 
participantes se separan momentáneamente de su vida cotidiana, conformando 
un nuevo grupo en donde las identidades religiosas específicas de las que 
provienen los participantes quedan suspendidas. Permitiendo que el ritual de 
38 
 
oración tenga un momento liminal, “fuera de tiempo, dentro y fuera de la 
estructura social secular, que evidencia, aunque sea fugazmente un cierto 
reconocimiento, en forma de símbolo” (Turner 1988: 137-139). 
En esta atmosfera liminal, el concepto de estructura trata de los modelos 
en formas de interacción humana, un communitas, donde se observa de lo 
humilde a lo sagrado, de la homogeneidad y el compañerismo, como si existieran 
dos modelos principales de interacción humana yuxtapuestos y a la vez 
alternativos, donde el primero es el que presenta a la sociedad como un sistema 
estructurado, y el segundo, es el de la sociedad en cuanto a “comitatus” 
comunidad o comunión (Turner 1988: 103), que se convierte enla antiestructura 
de la estructura. 
 En este proceso dialéctico es que se comprende la vivencia sucedida de 
lo alto y lo bajo de la communitas y la estructura, de la homogeneidad y la 
diferenciación, de la igualdad y la desigualdad. Los communitas es parte de la 
vida social, ya que la gente tiene la necesidad de quitarse las máscaras, que en 
ocasiones fungen a manera de insignias de estatus, incluso cuando se trata de 
portar mascaras liberadoras de la máscara liminar (Turner 1983: 525). 
Por otro lado, la communitas, frecuentemente se asemeja a aun estado 
utópico o fantasioso en términos culturales. Cabe señalar que es difícil que 
perdure por mucho tiempo, lo espontáneo e inmediato que caracteriza a la 
communitas, en cuya cavidad surge rápidamente una estructura que previene, 
que se maneja las relaciones libres entre los individuos, de manera que se 
conviertan en relaciones normadas es decir la antiestructura debe retomar a la 
estructura (Turner 1988: 138). 
39 
 
En las sociedades modernas, y principalmente en el ritual de oración en 
Minatitlán, vienen recreándose las condiciones rituales de la communitas, que se 
separa de los obstáculos de la vida cotidiana (como la violencia e inseguridad en 
el sureste veracruzano) en un entorno mágico, que construyen los individuos al 
congregarse, practicar y lograr resolver en términos simbólicos, los conflictos 
dentro del ritual de oración. Probablemente las dimensiones y los componentes 
de dicho ritual es lo que permite entrar al actor y creyente ritual en esta fase o 
entorno mágico, donde la oración es la atmosfera liminal que le da sentido a los 
demás componentes que lo construyen. 
Finalmente, con los aportes de Leach (1977), y Gluckman (1978), resaltan 
y expresan su idea de que los rituales son importantes por la función sociológica 
que revela la estructura y las prácticas. Esto permite ubicar al ritual de oración 
como la expresión de la colectividad, mientras que Turner (1998) añade al 
análisis el camino de la interpretación de las acciones rituales y los símbolos, un 
enfoque procesual y de drama social donde se integran todos los elementos que 
escenifican al ritual. No tan solo la estructura sino dando evidencia de las normas, 
creencias y los valores que asignan los sujetos. Desde esta construcción teórica 
es que se aborda el fenómeno religioso del ritual de oración. 
 
1.2.3. El modelo de análisis. 
El posicionamiento teórico de la presente investigación se ubica en el marco 
conceptual religioso de la oración recurriendo a Durkheim (1982), Geertz (2005) 
y Marzal (2002). Así también, recuperando los autores que señalan la importancia 
de la oración como fenómeno religioso, como Marcel Mauss (1970), Xosé Chao 
40 
 
Rego (1993) y a Alessandro Lupo (1995). Éste es el posicionamiento teórico que 
asume la presente investigación. Y con base a lo expuesto, se propone un 
modelo de análisis para abordar este estudio. 
El modelo de análisis para el ritual de oración sigue el camino del modelo 
de interpretación de Víctor Turner (1988, 1999, 2002) de rituales, dramas sociales 
y performance. Porque fundamenta el principio de considerar a las personas, el 
carácter humano. Los “sujetos que tienen intenciones, creencias, deseos, 
intereses y emociones que 'están ahí' desempeñando algún 'papel' en las 
interacciones sociales” (Diaz, 1998: 320) no están esclavizadas a la tradición, 
sino que se ven afectadas al cambio social de su entorno. Son ellos, los actores 
sociales, los que se expresan y comunican con el ritual su forma de ver la vida. 
Por lo tanto, siguiendo la orientación de Diaz (1998) del modelo de 
hermenéutico con base a un contexto teórico antropológico procesual, 
encaminan a una interpretación del ritual desde la multiplicidad de horizontes de 
los participantes. En un contexto actual y con necesidades diferentes a las 
sociedades estudiadas por los clásicos. 
Comprendiendo que el ritual lo viven los actores sociales, considerando la 
parte verbal de la oración, así como el performance y los símbolos que emergen. 
Es por eso, que la sugerencia de Diaz bajo lo explicativo hermenéutico, 
indudablemente, conduce a Víctor Turner (1999). Con su aporte para interpretar 
el ritual, los símbolos y la estructura que se hallan en el ritual de oración (Diaz 
1998: 293). 
Turner (1999), considera que los símbolos forman parte del proceso social 
y, por tal razón, deben ser analizados en una secuencia temporal y en relación 
41 
 
con otros acontecimientos de la vida social. Por lo tanto, propone analizar los 
símbolos rituales atendiendo a tres clases de datos como fuentes de información 
para el análisis interpretativo. Primero su forma y características observables. 
Segundo, la interpretación que dan de los mismos los nativos, incluidos los 
expertos. Tercero, los contextos que dotan de distintos significados a los 
símbolos, al alcance de la observación y el análisis del antropólogo. 
Siguiendo la sugerencia de Turner (1999), para la interpretación del ritual 
de oración se considera aquellos aspectos de la vida social, como la economía, 
política y el contexto de violencia e inseguridad en el que se encuentra la ciudad 
de Minatitlán. Esto, a su vez permite ubicar al ritual, para ser observado en una 
secuencia temporal y en relación con otros acontecimientos de la vida social de 
los actores rituales. 
La importancia de observar todos los elementos que están involucrados 
ya sea de forma directa o indirecta en el ritual de oración, es porque brindan 
información para el análisis interpretativo de los símbolos rituales. Considerando 
y tomando en cuenta lo que dicen los actores y creyentes rituales ante la práctica 
de la oración. Ya que ellos, son los primeros en detectar aquellos símbolos que 
rigen el carácter del ritual y quienes le dan el sentido al significado, y por supuesto 
a la interpretación de los datos empíricos. 
En cuanto a los datos empíricos sobre los símbolos rituales, Turner (1999), 
enfatiza que es necesario clasificarlos, para conocer los tipos de propiedades que 
poseen. Así él, logra distinguir tres tipos de propiedades. La primera propiedad 
es el significado disipar mediante analogías o asociaciones mentales, una 
segunda propiedad, que poseen dos polos de sentido: uno ideológico, el cual 
42 
 
está relacionado con el orden social y moral, las normas y los valores de la 
sociedad, por último, otro sensorial relacionado con procesos y fenómenos 
naturales y fisiológicos; provocan deseos y sentimientos. 
Según Turner, la yuxtaposición de los dos polos del símbolo en el ritual el 
sensorial y físico con el normativo estructural, pone en contacto las normas éticas 
y jurídicas de la sociedad con las emociones de sus miembros transformando la 
obligación en deseo: 
En el ritual en acción, con la excitación social y los estímulos directamente 
fisiológicos —música, canto, danza, alcohol, drogas, incienso—, el símbolo 
ritual efectúa, podríamos decir, un intercambio de cualidades entre sus dos 
polos de sentido: las normas y los valores se cargan de emoción, mientras que 
las emociones básicas y groseras se ennoblecen a través de su contacto con 
los valores sociales (Turner 1999: 33). 
 
Esto se observa en el ritual de oración. Las personas posiblemente son 
normativizadas mediante un mensaje moral y religioso para practicar la oración 
en los lugares públicos. Sin embargo, a esto se le añade las sensaciones y 
sentimientos que desarrollan en la práctica del ritual. Les produce el deseo de 
permanecer. 
Quizás estos sentimientos afectivos y aprobación a la práctica ritual, es 
motivada por la cohesión social y la satisfacción psicológica que provee el ritual, 
en la reinterpretación de una realidad violenta e inseguridad al provocar un 
sentimiento de esperanza. Otros sentimientos como el cuidado entre los mismos 
actores, es decir sentimientos de solidaridad, de seguridad y deempatía del 
grupo al sufrir los mismos problemas. 
Po otra parte los datos empíricos, según Turner (1999), proporcionan la 
información con respecto a las propiedades del ritual, por lo que ayuda a distinguir 
43 
 
cuales son los símbolos que están inmersos en el ritual, a los cuales denomina 
"dominantes" e "instrumentales". 
Los símbolos dominantes poseen un significado constante y consistente 
dentro del sistema simbólico. Tienen autonomía respecto a los fines rituales y no 
cambian con el tiempo. Estos sirven de unión entre la estructura social y la 
cultural, constituyen fines en sí mismos. Es decir, son valores axiomáticos por lo 
tantos estos símbolos están ligados normalmente a entidades espirituales o 
fuerzas. 
Desde este enfoque en el ritual de oración, Dios es un símbolo dominante 
de cohesión social, o bien como anteriormente se expuso es la imagen simbólica 
parental a diferencia de otros elementos que pierden el carácter simbólico. En 
ciertos momentos son símbolos instrumentales y se les considera un medio para 
la consecución de fines en cada tipo de ritual. Por ejemplo, La Biblia, cuyo 
contenido señala a Dios como el Padre amoroso a quien deben ser dirigidas las 
oraciones. 
Otro aspecto que señala Turner (1999), es que partir de la identificación 
de los símbolos dominantes e instrumentales, sugiere que, para descubrir el 
sentido de un símbolo, es necesario situarlo dentro de un contexto más amplio o 
campo de acción, en el cual el ritual sólo es una fase, una escena del drama 
social. Es esa la razón que, en este análisis procesual, se estudia todos aquellos 
mecanismos antes y después entorno al ritual de oración. 
Por lo tanto, en este modelo de análisis según Turner compete al 
antropólogo hacer este proceso de interpretación considerando en las fuentes de 
información la opinión de los actores rituales, puesto que ellos ofrecen una 
44 
 
descripción del sistema de significados de cada ritual, pero a la vez no son 
capaces de explicitar los significados y propósitos inmersos en el ritual ya que 
estos, encierran significados y propósitos que los actores sociales no son 
capaces de explicitar en muchas ocasiones. Por lo tanto, es al antropólogo que 
debe interpretar y averiguar. 
Por eso, lo primero que hay que tener en cuenta, según Turner, es que las 
celebraciones rituales forman parte de procesos sociales más amplios “Cada tipo 
de ritual es un proceso pautado en el tiempo, cuyas unidades son objetos 
simbólicos y aspectos serializados de la conducta simbólica” (Turner, 1999: 50). 
Esto permite comprender que en el análisis es necesario ubicar la dinámica del 
ritual en la sociedad y el papel que juegan dentro de ella. 
A este mecanismo de ubicar al ritual dentro de la dinámica social, 
comprender e interpretar los símbolos, es el modelo interpretativo y 
hermenéutico, al que Diaz (1998), considera como vía fundamental para entender 
al ritual con base a un contexto teórico antropológico, considerando la parte 
verbal de la oración. Lo que expresan y dicen los actores sociales, así como las 
acciones, la práctica, lo performativo y los elementos simbólicos. 
Por tal razón, lo que dicen los informantes, los actores y creyentes rituales, 
permiten interpretar bajo el modelo hermenéutico los mecanismos y los símbolos 
que están inmersos en el ritual. Estos mecanismos son la actividad social del 
hombre, las expresiones, las creencias de las personas, las formas en cómo se 
relacionan en la vida diaria. Esto incluye los valores y las normas que permiten y 
que obligan a los miembros de la sociedad unirse en momentos de crisis dejando 
fuera los conflictos. 
45 
 
Turner (1999), menciona que los rituales ayudan, a "reafirmar la validez de 
ciertas normas fundamentales, aislándolas de las otras y separándolas de los 
contextos en que se producen pugnas y conflictos en conexión con ellas" (Turner, 
1999: 44). Esto se observa claramente en el ritual de oración en Minatitlán, une 
a las Iglesias a pesar de las diferencias doctrinales, litúrgicas, económicas. 
Encuentra una conexión por tener en común el mismo contexto de violencia e 
inseguridad, buscando un contexto neutral de conexión. 
Cabe mencionar que esta conexión los lleva a desarrollar el ritual de 
oración como una versión de protesta pacífica. En este ambiente el atrevimiento 
es señalar por medio de la oración las fallas del gobierno. Más que convertirse 
en una protesta violenta se convierte en una protesta pacífica y armoniosa. 
 Así los pastores señalan sin ocasionar una protesta violenta o algún tipo 
de huelga. Pronuncian por medio de la oración los errores de los gobernantes y 
las instituciones del país por los escasos resultados en las intervenciones de 
programas sociales ante la situación crítica de la ciudad de Minatitlán. La oración 
exhibe una problemática y lo hace de forma pública y pacífica. 
Por lo tanto, el ritual de oración es una protesta pacífica4, que se desarrolla 
en un contexto neutral de conexión para la comunidad evangélica. Estos son los 
parques, las Iglesias, y las calles, cuyos espacios es lo que permite la unidad. Ya 
sea en términos simbólicos sociales, les permite crear un clima de cohesión a 
pesar de los conflictos que pueden existir entre miembros de iglesias, pastores y 
 
4 El ritual de oración es una protesta pacífica porque en las marchas de oración, los actores 
rituales exhiben las problemáticas sociales ante las autoridades gubernamentales en un acto 
simbólico al pararse frente al palacio municipal de Minatitlán. 
46 
 
líderes. Y también les permite crear vínculos con la ciudadanía en general, o bien 
entre las instituciones sociales de la ciudad. 
Otro punto para considerar, son las funciones de poder que normativizan 
la conducta en el ritual a partir de las decisiones colectivas. Probablemente, en 
el ritual de oración se logré observar formas de poder que causen conflicto y 
rebelión, principalmente aquellas que crean una antiestructura y comunidad 
liminal a partir del sufrimiento (Turner, 1988: 25). 
Dicha antiestructura, logra ser una estructura al crear roles de líderes 
religiosos que determinan el curso de la oración. Administran la legitimación del 
poder por una última instancia simbolizada, mediante el logro de la adhesión 
colectiva ritual, a un sistema de ideas y valores compartido con base al sistema 
de creencias. Por lo tanto, en cualquier estructura social, hasta cierto punto, los 
participantes andan siempre negociando con el poder, sea para servirse de él o 
para servirlo, y frecuentemente de manera ambigua (Swartz, Turner y Tuden, 
1966: 102-126). 
Por eso es necesario rescatar la sugerencia de Turner (1999), que, si bien 
el ritual retrata la vida social del hombre, se comprende que también existen 
conflictos y diferencias que son retratadas al momento de tener objetivos 
comunes como el hecho de practicar el ritual. Por supuesto, no significa que en 
la interpretación del ritual sea fácil detectar los conflictos y las rivalidades entre 
las iglesias, pastores, líderes y miembros. 
 Unas veces el propio ritual les confiere alguna forma velada de 
representación simbólica y otras emergen y se expresan abiertamente en el ritual 
de oración. En este caso los rituales, según Turner (1999), sirven para reconducir 
47 
 
periódicamente a los individuos a los principios estructurales y los valores que 
rigen el funcionamiento y la organización de la sociedad. 
Tal es el caso del ritual de oración, donde se puede observar las 
diferencias religiosas y de poder que pueden existir entre ellas mismas. Sin 
embargo, también el ritual es una forma de preservación de la sociedad ante la 
situación de muertes, secuestros e inseguridad que se vive. Probablemente, el 
ritual de oración, aparte de ser religioso, cumpla una función moral de 
preservación social ante el panorama de declive social que existe en la región 
veracruzana

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