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23 R e vista U n ive rsid a d d e S o n o ra La multidimensionalidad de los problemas sociales y humanos Ariane Baroni B.* E l tiempo y el espacio constituyen dos dimensiones esenciales en las cuales se desarrollan todas las sociedades: lo que vivimos ahora deriva del pasado y to - das las sociedades existen en un espacio geográfico. Tradicionalmente, se estimó que el historiador estudia la dimensión tem- poral de las sociedades, mientras que el geógrafo se dedica al conocimiento del espacio donde se desenvuelven. Todos sabemos que no se puede entender real- mente nuestra sociedad sin conocer su historia, y por supuesto no una historia de fechas y héroes que no ilustra nada, sino una que explique los procesos de continuidad y cambios por los cuales atravesó, que engendraron los proble- mas actuales, forjaron las mentalidades, las costumbres. Desde finales del siglo XIX y hasta los años sesenta y setenta del XX, se consi- deraba a la geografía como la ciencia que estudiaba las relaciones entre el medio ambiente natural y el humano. Sin em- bargo, a medida que avanzaba el siglo XX, que aumentaban las poblaciones, se desarrollaban metrópolis, la industria, las comunicaciones, y que el planeta estaba más afectado por la acción del hombre, la geografía amplió mucho su campo de estudio. El espacio geográfico o el terri- * Profesora-investigadora del Departamento de Historia y Antropología de la Universidad de Sonora. Doctora en Ciencias Económicas y Sociales, mención Geografía, por la Universidad de Ginebra, Suiza. abaroni@sociales.uson.mx torio que ocupa una sociedad se volvió una construcción humana. Las socieda- des crean espacios, construyen ciudades, caminos, campos agrícolas, transforman los espacios terrestres, de tal forma que en la actualidad el medio ambiente “ori- ginal” o “natural” ya no existe como tal sobre el planeta (aun el Antártico des- habitado está afectado por la actividad humana). Los espacios son construcciones hu- manas que, según el momento y el lugar, se forjan en función de la sociedad que los utiliza, según su cultura, su sistema económico, político, social, su nivel tec- nológico, su ideología. El espacio es re- flejo y parte integral de la sociedad que lo habita, una “instancia, una dimensión de la totalidad social”1; es dinámico, man- tiene elementos del pasado mientras se transfigura a medida que la sociedad cambia. En el espacio ocurren una serie de fenómenos sociales, políticos, económi- cos, entre otros, que no son construc- ciones “materiales”, que el observador no iniciado no puede ver directamente, como las relaciones sociales, la circula- ción de ideas, las migraciones, etcétera. Para apreciarlos, durante mucho tiempo “se han fragmentado los campos de com- petencia en función de sus disciplinas y modos de pensar compartimentados”2, lo que produce un rompecabezas ininte- ligible. Edgar Morin plantea la necesidad de incluir en los estudios de las socieda- des las dimensiones histórica, económi- ca, sociológica, religiosa, política, cultu- ral, espacial; el conocimiento pertinente debe reconocer esta multidimensionali- dad e insertar estos componentes3. Las “falsas” racionalidades progresis- tas de las políticas actuales, se basan casi exclusivamente en modelos económicos que favorecen no a las naciones en su conjunto, sino los intereses del grupo dominante, el que tiene el poder de de- cisión; para que el progreso fuera real, la calidad de vida debería mejorar para el conjunto de la población y no sólo para unos cuantos. Pero lo que se nota en el mundo actual es una agravación de los desequilibrios, un aumento de la mise- ria, del éxodo rural, del desempleo; se Los espacios son construcciones humanas que se forjan en función de la sociedad que los utiliza, según su cultura, su sistema económico, político, social, su nivel tecnológico, su ideología. 24 multiplican los suburbios insalubres donde se desarrolla la de- lincuencia, sólo por mencionar algunos de los problemas que ha engendrado el famoso “progreso” basado en la economía liberal y neoliberal4. Abordando otra vertiente del tema, “la geografía está en to- das partes inscrita en la vida cotidiana”5; igualmente, la historia y el tiempo forman parte de la vivencia de todos: diariamente recorremos una distancia en un cierto tiempo para ir de nues- tra casa al trabajo, a la escuela, al supermercado o a lugares de descanso y distracción. Lo hacemos a través de diversos me - dios de transporte, que toman tiempos distintos. Habitamos una cierta colonia, un barrio, antiguo o nuevo, céntrico o en las afueras de una ciudad; vivimos un espacio aun sin darnos cuen- ta, nos identificamos con él o no, sentimos sus olores, oímos sus ruidos, respiramos su polvo o aprovechamos sus parques (¡cuando hay!); tenemos que cruzar charcos cuando llueve, te- memos que pasar por lugares inseguros. Todo esto es vivir un determinado espacio en un momento dado. En las últimas décadas del siglo pasado, la geografía dio cuenta de la necesidad de acercarse al hombre “habitante”, de- sarrollando lo que se llamó “geografía de la percepción”: ¿cómo el individuo o una colectividad percibe el espacio? ¿Cómo lo percibe un habitante de una colonia de clase alta? ¿Cómo lo perciben los que viven en casas de cartón de las afueras de una ciudad, que ni siquiera acceden a medios de transporte opor- tunos? En este sentido, el espacio es “patrimonio territorial”, que tiene una historia, la del hombre-habitante que le asigna un valor. El tema es amplio y se podría escribir mucho más sobre él. Por ahora sólo quisiera añadir que la amplitud de los co- nocimientos necesarios para abarcar todas las disciplinas (un investigador no puede ser sociólogo, economista, psicólogo, En las últimas décadas del siglo pasado, la geografía dio cuenta de la necesidad de acer- carse al hombre “habitante”, desarrollando lo que se llamó “geografía de la percepción”. geógrafo, historiador, arquitecto, ingeniero, etcétera, al mis- mo tiempo) obliga a encontrar nuevas metodologías tomadas también de diversas disciplinas, así como nuevas modalidades de investigación para abarcar las distintas dimensiones de la sociedad. Se pueden formar equipos con miembros de varias disciplinas, lo que se ha intentado pero no siempre con éxito, quizás por la carencia de un enfoque común de sus integrantes o por las barreras entre las diversas especialidades. Para que un investigador pueda tomar en cuenta esta multidimensionalidad de la sociedad, es necesario abordar un estudio a partir de un problema concreto y considerarlo en sus diversas dimensiones, en particular histórica, (¿cuándo y cuál fue el proceso que ge- neró el problema?) y geográfica (¿cuáles son las características del espacio donde se estudia el problema?), sin descuidar los factores económicos, tecnológicos, políticos. Desde hace tiem- po las especialidades de las ciencias sociales evolucionaron in- cluyendo metodologías y enfoques de otras disciplinas, y hay que seguir en esa dirección. Para terminar propongo reflexionar sobre los problemas engendrados por el crecimiento de la ciudad de Hermosillo, el espacio que podemos observar diariamente; su desarrollo que refleja la política de los empresarios con la construcción de grandes centros comerciales y de negocios, la creación de colonias “cerradas” para protegerlas de la delincuencia, la am- plificación de la superficie construida, el aumento del tráfico y la contaminación, el famoso fracaso de las nuevas rutas de los camiones urbanos, la falta de áreas verdes, la destrucción o abandono de parques, la escasez de agua, sin contar las dis- paridades de la calidad de vida de una colonia a otra. Esto sólo para dar algunos ejemplos; seguramente el lector de estas lí- neas encontrará otros problemas que se podrían estudiar con un enfoque que abarcaría el tiempo y el espacio. 1 Hiernaux, Daniel y Lindón, Alicia, “El concepto de espacio y elanálisis regio- nal”, Secuencia, México, núm. 25, ene- ro-abril de 1993, pp. 89-103. 2 Morin, Edgar y Brigitte Kern, Tierra patria, trad. de Manuel Serrat, Barcelo- na, Kairós, 1993, p. 171. 3 Morin, Edgar, Les sept savoirs nécess- aires à l’éducation du future, Paris, Édi- tion du Seuil, 2000, p. 38. 4 Véase Morin, Edgar, obras citadas. 5 Bally, Antoine y Scariati, Renato, Vo- yage en géographie, Paris, Anthropos, 1999 (citado por Ferrier, Jean-Paul, “Et si nous disions ‘territoriel’”, Le Globe, revue genevoise de géographie; Habiter, Genève, 1999, tome 139, pp. 19-28). R u ta C rí tic a Foto: Ivette Valenzuela
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