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EL VINO MEXICANO - Samantha Martinez Ramirez

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EL VINO MEXICANO 
 
Todo empieza con la llegada de los españoles o la plantación de las 
semillas. 
En 1521, junto con los conquistadores y misioneros hispanos llegaron 
las vides y el olivo. La uva era considerada indispensable para la 
evangelización, ya que se necesitaba para la elaboración del vino de 
consagrar. Este movimiento se aceleró en 1531 cuando el rey Carlos V 
de España ordenó que todo barco que zarpara hacia la Nueva España 
trajera consigo vides para plantar. 
Para 1593, las vides empezaron a madurar, prueba de ello fue cuando 
el capitán Francisco de Urdiñola fundó “Marqués de Aguayo”, la 
primera bodega comercial del país, la cual se encontraba ubicada en 
Parras, Coahuila. 
Y al igual que sucede con las vides, una terrible plaga azotó la 
plantación de vino en la Nueva España: en 1595 Felipe II, presionado 
por los productores españoles, prohíbe plantar cepas en todo el 
Nuevo Mundo y decreta la destrucción de los viñedos ya existentes. 
Los misioneros lograron conservar sus plantaciones con fines 
religiosos. 
Escasos rebrotes se lograron vislumbrar durante ese siglo, el más 
importante fue 1597 Felipe II rey de España, a través del libro “Las 
Mercedes de la Tierra”, la corona española otorga los títulos de 
propiedad de tierras y manantiales a Don Lorenzo García y funda 
Bodegas de San Lorenzo, hoy Casa Madero. 
 
Los primeros intentos de plantar uva en las regiones más tropicales de 
México fracasaron por completo. Las primeras uvas que crecieron con 
éxito fueron las criollas, que se dieron en el Valle de Parras, Coahuila. 
Pronto también crecieron en Puebla y Zacatecas. La primera finca 
vitivinícola en México fue inaugurada por Lorenzo García en Santa 
María de los Parras, en Coahuila, en 1597. ¡La Casa Madero, como se 
llamó, todavía existe hoy! 
La prohibición a los vinos mexicanos 
Estas primeras cosechas de vino mexicano lo hicieron bien. De hecho, 
lo hicieron tan bien que Carlos I ordenó a todos los barcos que 
viajaban de Nueva España traer viñas y uvas para que la producción se 
acelerara. Desafortunadamente, esta confianza estaba fuera de lugar; 
cuando el comercio de vino español cayó en popularidad contra el 
vecino vino francés, Felipe II de España ordenó el fin de toda la 
producción vinícola mexicana, con el fin de proteger los ingresos de 
los vinos españoles. 
El vino santo 
 
Sin embargo, la prohibición al vino mexicano no paró toda la 
producción, y pronto las iglesias tomaron la producción de sus propios 
vinos para sus propósitos religiosos (naturalmente). El sacerdote 
jesuita Juan Jugarte fue pionero cuando estableció la misión de Santo 
Tomás en Baja California, pero él no era el único; los dominicos pronto 
siguieron el ejemplo y se instalaron en el Valle de Guadalupe, hoy 
centro de la industria vitivinícola mexicana. Después de la Guerra de 
Reforma de 1857, todas estas posesiones religiosas fueron asumidas 
por el Estado y vendidas más adelante a un grupo de inversionistas, 
que todavía funciona como la Casa Santo Tomas. 
Vinos mexicanos modernos 
La producción moderna de vino en México comenzó realmente en la 
década de 1980 con la aplicación de técnicas modernas, y muchas de 
las uvas utilizadas ahora son de origen francés o español. 
Primero gracias al misionero Jesuita Juan de Ugarte, al cual se le 
atribuye la plantación de la primera viña de Baja California en el año 
de 1717. Pero no fue hasta 1767 que los misioneros Jesuitas 
comenzaron a cultivar viñedos para todas sus misiones en la península 
de California. Fue Fray Junípero Serra quien trajo de Europa una vid 
criolla conocida cómo misión, la cual floreció en Baja California. Este 
mismo año los Jesuitas fueron expulsados de la Baja California y se 
instalaron en California; en la misión de San Diego, Fray Junípero Serra 
plantó ahí la primera vid. 
Los frailes transformaron esta zona desértica en vibrantes áreas de 
cultivo y viticultura, en una área que sería conocida como “Camino 
Real de las Californias”. 
El vino siguió jugando un papel importante en el país durante su 
proceso independentista. Se sabe que hasta 1810 Don Miguel Hidalgo 
y Costilla, como un acto de resistencia, buscó favorecer el crecimiento 
de viñedos existentes en torno a su parroquia, ubicada en Dolores. 
Tras la consumación de la Independencia, los vinos importados fueron 
gravados con fuertes impuestos, mientras que se suprimieron las 
cargas impositivas para los cultivos nacionales estimulando la 
industria vitivinícola nacional. Se crearon grandes plantaciones en el 
centro y norte del país. Poco tiempo después, una plaga de filoxera 
arrasó con gran cantidad de las viñas del centro del país, 
prácticamente destruyendo su cultivo. 
Mientras tanto en el norte, en 1834 se funda la Misión de “Nuestra 
Señora de Guadalupe” el cual fue uno de los últimos establecimientos 
en formar parte de este Camino Real, fue fundada en honor a la virgen 
patrona de México, la Virgen de Guadalupe. 
Todos los esfuerzos para desarrollar la industria vitivinícola en México 
empezaron a brillar durante su cosecha a finales del siglo XIX. 
En 1870 en el poblado de San Luis de la Paz en Guanajuato, se funda 
la primera bodega de San Luis Rey, siendo la primera casa vinícola 
aprobada por la Iglesia Católica para la elaboración de vino para 
consagrar en territorio mexicano. Este mismo año fue el año en el que 
Evaristo Madero Elizondo adquirió la hacienda y las bodegas de San 
Lorenzo ubicadas en Parras, Coahuila. Don Evaristo, tío de Don 
Francisco I. Madero, importó de Europa en 1884, las más diversas 
variedades de uva y compró en Limoges, maderas de roble (limousin), 
con las que armó cubas y barriles e introdujo nuevas técnicas en la 
elaboración de vinos. También en Parras se han establecido las 
bodegas del Delfín de Perote y del Vesubio, y cerca de Parras, en 
Gómez Palacio, se encuentra ubicada la Compañía Vinícola del Vergel, 
con plantíos en la frontera entre Coahuila y Durango. 
Al igual que la levadura transforma el mosto en vino gracias a la 
fermentación, el siglo XX convirtió estos viñedos independientes en la 
industria vitivinícola de relevancia internacional que es hoy nuestro 
país. 
En 1906 con la llegada de una comunidad rusa a Baja California, se 
fundó la colonia de Guadalupe, en la cual sus habitantes plantaron una 
gran cantidad de viñedos. 
Durante la revolución mexicana las viñas quedaron en el olvido, 
esperando retomar importancia en el país. Fue hasta 1939 con el 
desarrollo de la industria vitivinícola en Saltillo que la uva comenzó a 
despertar de nuevo. Durante este periodo también se desarrollaron 
enormes viñedos de la compañía Cavas de San Juan, y cerca de 
Tequisquiapan ya estaba instalada la casa Martell, de Francia, quien 
producía brandy y vinos de mesa. En resumen, podemos decir que en 
1939, la superficie plantada de viñedos en el país era de 15,000 
Hectáreas. 
A partir de la Segunda Guerra Mundial la viticultura comenzó a cobrar 
importancia en algunas regiones del país, ya que a raíz de la Segunda 
Guerra Mundial no se importaron vinos de otros países. El crecimiento 
fue tan importante que en 1949 se funda el Consejo Mexicano 
Vitivinícola (CMV) con el fin de impulsar y apoyar a la industria 
vitivinícola en México. 
En 1973 se crea el programa nacional vitivinícola y empieza el 
verdadero auge del vino mexicano. Se importan cepas Europeas y se 
plantan viñedos nuevos en el territorio nacional, las bodegas renuevan 
su maquinaria y se contratan enólogos de prestigio, el vino mexicano 
alcanza nivel de reconocimiento en todo el mundo. En 1986 había 
cerca de 613 mil toneladas, año registrado con el mayor cultivo de vid 
plantado en territorio mexicano. 
Durante la década de los ochentas la demanda de uvas para brandy y 
vino comienza a caer, el sector entra en crisis. Fue también a finales 
de esta década que comienzan a llegar empresas internacionalesy 
surgen proyectos por enólogos extranjeros quienes ven potencial en 
el campo mexicano. La crisis económica de 1994 fue devastadora para 
el sector. Varias bodegas tuvieron que cerrar y los campesinos, viendo 
desaparecer a sus mayores consumidores comenzaron a plantar 
diferentes cultivos, disminuyendo significativamente el número de 
hectáreas dedicadas a la vid. Para 1996 existían únicamente 7 bodegas 
elaborando vino. 
El tiempo juega es un elemento que toca al vino elevándolo a través 
de la crianza, así la industria vitivinícola crece y evoluciona día con día. 
A partir del año 2000 la zona de Valle de Guadalupe empieza a florecer 
con diferentes vinícolas. Se incrementa el número de etiquetas de 
vino a nivel nacional y el promedio de consumo nacional se duplica. Es 
también este momento en el que México comienza a destacar en 
competencias internacionales. 
En 2018, gracias a la labor del CMV, se decretó oficialmente la Ley de 
Fomento a la Industria Vitivinícola el 26 de mayo de 2018, la cual 
ayudará a tener políticas públicas que impulsarán el desarrollo 
económico de este sector. 
Y para disfrutar de un buen vino mexicano hay que esperar al 
embotellado, el momento justo en el que su enólogo decide que está 
listo para ser degustado. De esta misma manera, nuestra industria 
está presente en la mesa de cada vez más hogares, no sólo en nuestro 
país sino en el mundo. 
Actualmente se produce Vino Mexicano en 14 estados de la república. 
El CMV registró la marca colectiva “Vino Mexicano” la cual distingue a 
los vinos de producción nacional de aquellos de procedencia 
extranjera. La industria vitivinícola mexicana sigue cosechando éxitos, 
medallas y grandes vinos de calidad a nivel mundial. 
 
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	El vino santo
	Vinos mexicanos modernos

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