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Kristen Ashley - Drean Man 01 - Mystery Man - Gabriel Solis

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Serie Dream Man 
Mystery Man 
Kristen Ashley 
 
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Disclaimer 
La traducción de este documente fue realizada sin fines de lucro, hecha por 
fans para fans y tiene como propósito brindarles a las personas de habla hispana la 
posibilidad de leer este libro que por uno u otro motivo no se encuentra en su 
idioma. Los personajes, las situaciones e información encontrada aquí son obra 
intelectual del autor. Si tienen la oportunidad no olviden comprar el libro y apoyar 
el trabajo del autor. 
¡Buena lectura! 
 
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Índice 
 
Sinopsis 
Prólogo 
1 
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35 
36 
Epílogo 
Próximamente 
Sobre el autor 
 
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Staff 
Moderación: 
Sitahiri Lucia Black kerensar_ 
Traducción: 
Sitahiri 
Crold♥ 
kerensar_ 
Ginna Gamboa 
Niki26 
Cournne 
Lucia Black 
Dain 
Carool 
Luz.M 
Corrección: 
Dayi Cullen 
Ilovebooks 
Lalak 
Niki26 
Jhovanka 
Dain 
An_a96 
LuVellita 
Ama 
Recopilación y Revisión: 
Lucia Black 
Diseño: 
Dayi Cullen 
 
 
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Sinopsis 
La‖noche‖es‖la‖hora‖indicada< 
Gwendolyn Kidd ha conocido al hombre de sus sueños. Es ardiente, sexy, y 
lo que comenzó como una noche de pasión sin―intercambio―de―nombres se ha 
convertido en un festival de placer de un año y medio. Por supuesto, es un poco 
extraño que solo aparezca en su cama por la noche, pero Gwen está tan segura de 
que‖él‖es‖el‖indicado,‖que‖no‖puede‖apartarlo< 
Cabe‖‚Hawk‛‖Delgado‖sabe‖m{s‖de‖Gwen‖de‖lo‖que‖ella‖podría‖imaginar.‖Es 
preciosa, obstinada y le asustan las relaciones. Pero Hawk está enfrentando sus 
propios demonios, demonios que lo mantienen alejado de hacer una conexión con 
alguien. Pero cuando Gwen se ve involucrada en el mortal escenario clandestino 
de Denver, la naturaleza protectora de Hawk surge con toda su fuerza. El 
problema es que cuando Gwen obtiene una dosis de la actitud alfa de Hawk a la 
luz‖del‖día,‖ya‖no‖est{‖segura‖de‖que‖él‖sea‖el‖indicado< 
Así comienza el cabeza―a―cabeza del Comando vs la Chica Cosmo, a 
medida que Hawk corteja a Gwen a su propia y única manera, Gwen sobrevive a 
bombas incendiarias, tiroteos, secuestros, persecuciones por calientes motoristas y 
magníficos detectives de policía y descubre la desgarradora razón de por qué 
Hawk la mantuvo a distancia. 
 
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Prólogo 
Hombre Misterioso 
Traducido por Sitahiri 
Corregido por Dayi Cullen 
Sentí las sábanas deslizarse hacia abajo por mi cuerpo, luego una mano ligera 
en la parte baja de mi espalda. Era tan cálida, tan caliente, como si la sangre que 
corría por sus venas se moviera más rápido que la sangre de cualquier hombre 
común. 
Si eso fuera cierto, no me sorprendería. 
Abrí los ojos y estaba oscuro. Siempre estaba oscuro cuando me visitaba. 
Tuve un instante como cada momento que tenía cuando aparecía. Un instante 
de cordura. Un instante en el cual mi mente decía que cerrara los ojos, abriera la 
boca y le dijera que se fuera. 
Pero si lo hacía, sabía que él lo haría. No diría una palabra. Tan 
silenciosamente como había venido, se marcharía. 
Y nunca regresaría. 
Pero eso era lo correcto. Lo más inteligente por hacer. Lo más sensato. 
Y estaba pensando en hacerlo, lo juro por Dios. Pensaba en hacerlo cada vez. 
Entonces sentí su peso golpear la cama, su cuerpo estirándose a un lado del 
mío, me giró hacia él, abrí la boca para hablar y antes de que pudiera hacer lo 
sensato, su boca estaba en la mía. 
Y por las próximas dos horas, no pensé en absoluto. 
Pero sentí. Sentí un montón. 
Y todo fue bueno. 
 
Aún estaba oscuro cuando su sombra se movió en la habitación. 
Permanecí en la cama y lo miré moverse. No hizo ningún ruido. Era extraño. Hubo 
un susurro de ropas pero aparte de eso, silencio. 
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Incluso como una sombra, vi que tenía gracia masculina. Poderosa gracia 
masculina. Eso también era raro. Sólo mi hombre misterioso poniéndose sus ropas 
era como ver bailar a un poderoso macho alfa si existía algo como eso. Por 
supuesto, no lo había excepto, en mi habitación cuando venía a visitarme. No, 
cuando se estaba preparando para irse. 
Era tan fascinante que debería vender boletos. Pero si lo hacía, tendría que 
compartir. Probablemente ya lo compartía con la mitad de Denver, todas ellas 
teniendo su propio show privado. Eso ya me fastidiaba la cabeza lo suficiente, eso 
y el hecho de que no se quedaba en absoluto, lo dejaba venir, luego él me hacía 
correrme después de lo cual él se corría. 
Luego, a menudo, como esta noche, repetía. 
No estaba realmente interesada en compartir más de lo que probablemente ya 
lo hacía. 
Se acercó a la cama y vi eso también. Se agachó, sentí el calor de su mano en 
mi rodilla, sus dedos curvándose alrededor de la parte de atrás y besó ligeramente 
mi cadera, sus labios rozando levemente por mi piel, haciéndola hormiguear. 
Después deslizó las sábanas hacia arriba por mi cuerpo hasta mi cintura donde las 
dejó caer. 
Estaba casi sobre mi vientre, parcialmente de costado, mi brazo doblado, la 
mano metida debajo de mi cara en la almohada. Su cuerpo se acercó en mi 
dirección, sus dedos se deslizaron debajo de mi cabello, tirando suavemente hacia 
atrás y sus labios se acercaron a mi oreja. 
―Nos‖vemos,‖nena‖―susurró. 
―Hasta‖luego‖―susurré‖de‖regreso. 
Su cabeza se acercó de forma mínima y sus labios rozaron ligeramente la piel 
de atrás de mi oreja luego su lengua me tocó ahí. Eso hizo que mi piel hormigueara 
también, tanto que mi cuerpo entero se estremeció. 
Me cubrió con las sábanas hasta el hombro. 
Después se dio la vuelta y se fue. 
Sin ruido, ni siquiera la puerta abriéndose y cerrándose. Sólo se había ido. 
Como si ni siquiera hubiera estado ahí. Una completa locura. 
Me quedé viendo fijamente la puerta de mi habitación durante un rato. Mi 
cuerpo se sentía caliente, saciado y cansado. Mi mente no se sentía de la misma 
forma. 
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Giré sobre mi espalda, metí las sábanas alrededor de mi cuerpo desnudo y 
me quedé mirando el techo. 
Ni siquiera sé su nombre. 
―Dios‖―susurré―.‖Soy‖una puta. 
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M-u-e-r-t-a, Muerta 
Traducido por Sitahiri 
Corregido por Dayi Cullen 
A la mañana siguiente estaba sentada frente a la computadora en mi oficina 
en casa. 
Debería haber estado trabajando. Tenía tres fechas límite las siguientes dos 
semanas y apenas había comenzado el trabajo. Era una editora independiente. Me 
pagaban por hora y si no trabajaba esa hora, no me pagaban. Tenía una boca que 
alimentar, la mía. Un cuerpo que vestir, al que le gustaban toda clase de ropas, las 
ansiaba, así que tenía que alimentar el hábito o las cosas podrían ponerse feas. 
Tenía una adicción a los cosmopolitan1 y los cosmos no eran baratos. Y tenía una 
casa que estaba reparando. Por lo tanto, necesitaba que me pagaran. 
Está bien, eso no era absolutamente cierto. No estaba reparando mi casa. Mi 
papá hizo un poco del trabajo. Mi amigo Troy hizo otro poco. Así que, debería 
decir que tenía una casa a la que hacía que otros la repararan, usando diferentes 
métodos como haciéndolos sentir culpables, rogando o usando el chantaje 
emocional. 
Aun así, necesitaba repararse y los gabinetes y azulejos no desfilaban a mi 
casa‖desde‖ la‖Tierra‖de‖ los‖Gabinetes‖y‖ ‖ los‖Azulejos‖y‖decían,‖ ‚¡Queremos‖vivir‖
contigo, Gwendolyn Kidd, péganos‖a‖tus‖paredes!‛ 
Eso sólo pasaba en mis sueños, de los cuales tenía muchos, la mayoría 
fantasías. 
Como en ese preciso momento, sentada junto a la computadora, un talón en 
el asiento, mi barbilla en mi rodilla, mis ojos mirando fijamente por la ventana, 
 
1 Cosmopolitan o Cosmo: es un cóctel de vodka con cierto matiz a fruta ácida. Se prepara con vodka, triple seco(como Cointreau o Grand Marnier), zumo de arándanos y zumo de lima recién exprimido. Suele servirse en copa de cóctel, 
adornado con corteza de lima. En algunos aspectos, puede considerarse emparentado con la Margarita; también una fresca y 
colorida variante de un Martini. 
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estaba pensando en mi Hombre Misterioso, el Gran MM. Estaba fantaseando con 
cambiar nuestra primera cita. Siendo más inteligente, más divertida, más 
misteriosa, seductora, interesante, enganchándolo al instante con mi agudo 
ingenio, mi don de conversación, mi habilidad para discutir de política y eventos 
mundiales de manera inteligente, mis humildes historias de trabajo caritativo de 
gran extensión, todo envuelto con miradas seductoras que prometían una vida de 
orgasmos alucinantes, haciéndolo declarar su amor eterno por mí. 
O al menos decirme su nombre. 
En su lugar, estaba ebria y definitivamente nada de lo anterior. 
Escuché sonar el timbre, un repique, luego un ruido sordo y salí de mi 
elaborada fantasía que estaba comenzando a ponerse buena. 
Entonces me paré y caminé a través de mi oficina al pasillo de las escaleras 
haciendo una nota mental, de nuevo, de llamar a Troy y ver si arreglaría el timbre 
por un pack de cervezas y una pizza casera. Aunque eso podría significar que 
traería a su molesta, quejumbrosa, una bruja constante novia, así que cambié de 
opinión y decidí llamar a mi papá. 
Llegué al final de las escaleras y caminé por mi amplia sala, no haciendo caso 
de su estado, que estaba decorada en un estilo En Reparación Chic, en otras 
palabras trapos de sacudir, pinceles, herramientas eléctricas, 
herramientas―no―tan―eléctricas, latas y tubos de prácticamente todo, todo eso 
desordenado y cubierto por una capa de polvo. Me las arreglé para pasar por el 
área sin poner mis manos en la cabeza, mis dedos tomaran mi cabello y mi boca 
gritara, lo cual lo contaba como un progreso. 
Llegué al recibidor que estaba delineado por dos paredes angostas, ambas 
equipadas con preciosos vitrales. 
Hace dos años, esos vitrales fueron mi perdición. 
Hace dos años, aproximadamente seis meses y dos semanas anteriores a 
conocer a mi Hombre Misterioso, había puesto un solo pie en esta ruina de casa, 
visto‖ese‖vitral,‖girado‖hacia‖el‖agente‖inmobiliario‖y‖proclamado,‖‚la‖tomo.‛ 
La cara del agente inmobiliario se había iluminado. 
Mi padre, que aún no se había siquiera metido a la casa todavía, giró los ojos 
hacia el cielo. Su plegaria duró mucho tiempo. Su sermón aún más. 
Aun así, compré la casa. 
Como siempre, debería haber escuchado a mi papá. 
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Miré por el lado estrecho de la ventana a la puerta y vi a Darla, la amiga de 
mi hermana, ahí parada. 
Mierda. 
Mierda, mierda, mierda. 
Odiaba a Darla y ella a mí. ¿Qué demonios estaba haciendo aquí? 
Miré detrás de ella para ver si mi hermana estaba al acecho o quizás 
escondiéndose en los arbustos. No me extrañaría que Ginger y Darla saltaran sobre 
mí, me ataran a las escaleras y saquearan mi casa. En mis fantasías más oscuras, así 
era como ellas pasaban sus días. Estaba convencida de que eso no estaba tan lejos 
de la verdad. Fuera de broma. 
Sus ojos se volvieron hacia mí en la ventana, su rostro se estrujó, haciendo lo 
que podría ser hermoso, si utilizara con menos rudeza el delineador negro y el 
rubor, y su delineador de labios no fuera un tono completamente diferente de su 
brillo labial, no tan hermoso. 
―¡Te‖veo!‖―gritó‖y‖suspiré. 
Entonces fui a la puerta porque Darla le gritaría a la casa y me gustaban mis 
vecinos, no necesitaban una motera, bruja del infierno, a las diez y media de la 
mañana parada en mi puerta y gritándole a la casa. 
La abrí pero no mucho y me moví para pararme entre la puerta y el quicio, 
manteniendo mi mano en el picaporte. 
―Hola,‖ Darla‖―saludé,‖ tratando‖ de‖ sonar‖ amistosa‖ y‖ bastante‖ complacida‖
con mi esfuerzo. 
―Al‖diablo‖el‖‚hola‛,‖¿Ginger‖est{‖aquí?‖―replicó‖Darla. 
¡Ven! 
Completamente pasando sus días robando. 
Me costó trabajo pero evité que mis ojos se pusieran en blanco. 
―No‖―contesté. 
―Est{‖aquí,‖ser{‖mejor‖que‖me‖digas‖―me‖advirtió,‖ luego‖miró‖m{s‖all{‖de‖
mí‖ y‖ gritó―.‖ ¡Ginger!‖ ¡Perra,‖ si‖ est{s‖ ahí‖ dentro‖ ser{‖ mejor‖ que‖ salgas, ahora 
mismo! 
―¡Darla!‖―espeté―.‖¡Baja‖la‖voz! 
Estiró el cuello y saltó sobre sus talones, gritando. 
―¡Ginger!‖¡Ginger,‖tú‖loca,‖estúpida,‖perra!‖¡Trae‖tu‖trasero‖aquí‖fuera! 
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Cerré la puerta de un empujón, forzándola a retroceder y cerrándola detrás 
de mí, silbando. 
―¡En‖serio,‖Darla,‖c{llate!‖Ginger‖no‖est{‖aquí.‖Ella‖nunca está aquí. Lo sabes. 
Así que cállate y vete. 
―Tú c{llate‖―replicó―.‖Y‖entérate.‖La‖est{s‖ayudando<‖―levantó‖la‖mano,‖
señalándome con el dedo, el pulgar extendido hacia arriba y luego inclinó su 
pulgar e hizo un sonido de disparo que infló sus mejillas e hizo vibrar sus labios. 
Me hubiera tomado un momento para reflexionar sobre cuán buena era con los 
efectos de sonido orales si la mirada tan malditamente seria en su ojo no me 
estuviera matando de miedo. 
Así que, en lugar de felicitarla por el único talento de verdad que suponía que 
tenía, susurré: 
―¿Qué? 
Dejó caer su mano, se paró sobre los talones de sus botas de motociclista para 
que estuviéramos al mismo nivel y dijo con una voz suave y escalofriante: 
―M―u―e―r―t―a, muerta. Ella y tú, no te hagas la lista. ¿Me entiendes? 
Entonces hice una pregunta estúpida porque ésta era hecha a menudo y 
siempre había una respuesta que era sí. 
―¿Ginger‖est{‖en‖alguna‖clase‖de‖problema? 
Darla se me quedó viendo como si hubiera perdido un tornillo. Luego levantó 
la mano, hizo esa cosa de la pistola con el efecto de sonido, el dedo apuntado a mi 
cabeza. Después se dio la vuelta y bajó rápidamente los escalones. 
Me quedé parada en mi pórtico mirándola fijamente. Mi mente se dio cuenta 
distraídamente de que ella estaba usando una camiseta sin mangas, una chaqueta 
de cuero negro de motero, sin cerrar, una falda de vaqueros corta, deshilachada, 
que‖usarla‖era‖un‖crimen‖en‖varios‖estados‖por‖una‖variedad‖de‖ razones<‖tanto‖
por moda como por decencia, medias de red negras y botas de motociclista y 
estábamos a alrededor de cuatro grados centígrados ahí fuera. Ni siquiera tenía 
puesta una bufanda. 
El resto de mi cabeza estaba inmersa en mi hermana y el efecto de sonido de 
Darla. 
Mierda. Mierda. Mierda. 
 
Conduje mi auto tratando de decirme a mí misma que este era un buen plan y 
sabiendo que mi primer plan, en el que, después de que Darla se fue y volví al 
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interior de mi casa, iba directamente al teléfono y llamaba a mi padre, era el plan 
correcto y que este plan era una basura. 
Pero mi padre y su esposa Meredith habían renegado de Ginger hace tiempo. 
Fue aproximadamente diez segundos después de que regresaran a casa de sus 
vacaciones en Jamaica y perdido el encanto de sus felices fiestas en la isla cuando 
vieron a su hija arrodillada en la sala, su cabeza entre las piernas de un hombre sin 
camisa, sus vaqueros abiertos, su cabeza colgando del respaldo del sofá porque 
estaba inconsciente y Ginger estaba tan borracha con lo que sea que estaba 
tomando que no tenía ni idea de que sus actividades no la estaban llevando a 
ningún lado. 
Y, casualmente, la sala era un desastre al igual que el resto de la casa. 
Como probablemente pueden ver por esta historia, estaba renuente a 
inmiscuir a mi padre en otra situación que involucrara a Ginger. Especialmente 
porque esta no era la peor historia que tenía, sólo que, para papá y Meredith, era la 
última. Actualmente estaban viviendo una existencia tranquila, libre―de―Ginger 
y no quería balancear ese barco. 
Por lo tanto, no llamé a papá. 
En su lugar pensé en el novio de Ginger, Dog. Era miembro de una pandilla 
de moteros y era tan rudo como ellos. Pero había conocido a Dog, él me agradaba. 
Era divertido y le gustaba mi hermana. Ella era diferentealrededor de él. No 
mucho, pero al menos era agradable. 
Está bien, Dog era más o menos como un delincuente pero, irónico como era, 
era una buena influencia para Ginger y esos no venían muy seguido, más bien, 
nunca. No en veinticinco años. Así que, como estaba tomando la indirecta de 
Darla, la única amiga de Ginger, de que el problema de Ginger era algo peor de lo 
normal, en primer lugar necesitaba hacer algo sobre ello y en segundo, como esta 
era Ginger, necesitaba llamar a los refuerzos o mejor aún, dejar el problema en su 
puerta. 
Ahí entraba Dog. 
Conduje a la tienda de suministros para auto en Broadway y encontré un 
espacio en la calle. Incluso antes de conocer a Dog, y por lo tanto darme cuenta de 
que esto probablemente era una fachada para los tratos de una vil pandilla de 
moteros, sabía de esta tienda. Era llamada Ride y había comprado ahí 
principalmente porque podía encontrar una excusa para ir de compras a cualquier 
lugar. Pero era asombrosa. Tenía cosas geniales. Ahí compré mi líquido 
limpiaparabrisas. Compré nuevos tapetes de auto el año pasado y eran los tapetes 
de auto supremos, un éxito, los mejores que había tenido nunca. Y cuando estaba 
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en mis veintes y pasando por una de mis muchas etapas, con el fin de enchular mi 
carro, también fui ahí y compré una cubierta afelpada color rosa para el volante y 
una cosita de Conejito Playboy rosa y con brillos para colgar en el espejo 
retrovisor. 
Y todos sabían que Ride tenía un garaje con tres estacionamientos en la parte 
de atrás pero no era para carros normales y motocicletas. Era para autos y 
motocicletas hechos a medida y era mundialmente famoso. Construían carros y 
motos y eran extremadamente geniales. Había leído un artículo sobre el lugar en la 
revista 5280. Estrellas de cine y celebridades compraban carros y motos de ahí y, 
por las fotos, podía ver el por qué. Quería una pero no tenía cientos de miles de 
dólares así que eso estaba un poco abajo en mi Lista de Cosas que Quería, justo 
debajo de un brazalete de diamantes de Tiffany que estaba directamente debajo de 
un par de zapatos Jimmy Choo. 
Salí del auto y caminé por la acera a Ride esperando que mi atuendo 
estuviera bien. Recogí mi cabello en una femenina cola de caballo en la cima de mi 
cabeza, llevaba unos vaqueros cinturilla baja, botas de tacón bajo y mi chaqueta de 
motero. La mía no era como la de Darla. Era de cuero marrón claro desgastado, 
tenía un poco de acolchado alrededor de la cintura alta, estaba delineada por corto, 
pelaje cálido y tenía un mechón de quince centímetros de esponjoso pelaje en las 
muñecas. Pensaba que era ardiente y el asunto que tenía entre manos era aún más 
ardiente. Sin embargo, no estaba segura del pelaje esponjoso. No creía que a los 
moteros les importaran los derechos animales, creí que pensarían que era un 
insulto a su hermandad y podrían agarrarme a palos. 
¡Bueno! Quién no arriesga, no gana. 
Enderecé mis hombros, entré en la cavernosa tienda y me dirigí directo al 
gran mostrador en el frente que tenía una caja registradora aun cuando algunas 
veces el lugar podría atestarse. Como no tenía su celular, mi intención era 
preguntar si alguien ahí sabía cómo podía ubicar a Dog. No esperaba ver al alto, 
fornido, tatuado al máximo, de largo cabello rubio Dog parado al otro lado del 
mostrador, un gran y rudo motero a su lado, tres en el exterior y todos volteando a 
verme en el minuto en que entré. 
―Hola,‖ Dog‖ ―saludé‖ con‖ una‖ sonrisa,‖ dirigiéndome‖ hacia‖ él‖ y‖ después‖
deteniéndome en seco cuando sus ojos me golpearon. 
Oh―oh. 
Sus ojos se entrecerraron y su rostro ni se acercó a esconder el hecho de que 
una mirada hacia mí lo cabreó al extremo. 
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―No‖me‖ jodas‖―gruñó‖ y‖ tomé‖ el‖ nanosegundo‖ antes‖ de‖ orinarme‖ en‖ los‖
pantalones para tratar de recordar los movimientos que había aprendido en la 
única media hora de clase sobre defensa personal que tomé. 
Cuando no respondí y no me moví, Dog repitió: 
―No‖vengas‖aquí‖a joderme, maldición. 
―No‖te‖estoy‖jodiendo‖―le‖dije‖porque,‖bueno,‖no‖lo‖estaba‖haciendo. 
Sus cejas se elevaron. 
―¿Esa‖zorra‖te‖envió? 
Oh―oh de nuevo. Dog estaba usando la palabra con z. Imaginé que la 
palabra con z no era una palabra non grata en la Tierra del Club de los Moteros al 
igual que lo era en el resto del mundo angloparlante aun así, decía mucho. 
Antes de que pudiera hablar, Dog dijo: 
―Te‖ envió‖ a‖ ti.‖ Jesús,‖ Gwen.‖ Tuviste‖ una‖ advertencia,‖ mujer.‖ No‖ seas‖
estúpida, da la vuelta a ese adorable trasero‖tuyo‖y‖sal<‖de<‖aquí. 
¡Vaya! Dog pensaba que tenía un adorable trasero. Me estaba asustando pero 
no era completamente poco atractivo así que pensé que eso era un poco agradable. 
Me enfoqué en el asunto en cuestión, respiré hondo y caminé hacia delante. 
Todos los moteros se pusieron en alerta, o, más precisamente, en escalofriante 
alerta motero, así que dejé de moverme. 
Entonces le dije a Dog: 
―Ginger‖no‖me‖mandó. 
―Estoy‖siendo‖amable‖contigo,‖nena,‖vete‖―respondió‖Dog. 
―No,‖ en‖ serio,‖no‖ lo‖hizo.‖Darla‖vino‖ esta‖mañana‖y‖me‖puso‖ los‖pelos‖de‖
punta.‖Hizo‖esto‖―levanté‖la‖mano‖e‖hice‖eso‖del‖arma‖con‖el‖efecto‖de‖sonido‖y‖mi‖
disparo ni se acercó a lo‖bien‖que‖ella‖lo‖hizo‖pero‖seguí‖adelante―.‖Parecía‖hablar‖
en serio así que pensé en checar contigo, asegurarme de que Ginger está bien. 
―Ginger‖no‖est{‖bien‖―replicó‖Dog‖al‖instante―.‖Ella‖est{‖muy‖lejos‖de‖estar‖‖
bien. 
Cerré los ojos. Entonces suspiré. Hice lo de suspirar en voz alta y era buena 
en ello porque mi hermana me hacía suspirar un montón y había practicado. 
Después abrí los ojos. 
―Presumo‖que‖ustedes‖ya‖no‖est{n‖juntos‖―supuse. 
―No,‖nena,‖no‖lo‖estamos‖―confirmó‖Dog. 
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Maldición. 
―¿Qué‖es‖lo‖que‖hizo‖ahora?‖―pregunté. 
―No‖quieres‖saberlo‖―contestó‖Dog. 
―¿La‖policía‖est{‖detr{s‖de‖ella? 
―Probablemente. 
Lo estudié. Luego pregunté: 
―¿Pero‖no‖es‖eso‖por‖lo‖que‖est{‖en‖problemas? 
―Ginger‖tiene‖todo‖tipo‖de‖problemas,‖nena.‖Pero‖si‖los‖policías‖est{n de ella, 
esa es la menor de sus preocupaciones. 
―Oh,‖cielos‖―susurré. 
―Así‖ es‖ ―recalcó‖ Dog,‖ entonces‖ sus‖ ojos‖ observaron‖ por‖ encima‖ de‖ mi‖
hombro. 
Me estaba dando la vuelta para ver lo que estaba viendo cuando escuché a 
una profunda, áspera voz preguntar: 
―¿Quién‖es‖ésta? 
Entonces lo vi. No estaba interesada en los tipos moteros pero en verdad 
podría pasarme al lado Harley por este hombre. Parecía alto. Era fornido y 
desarrollado‖y‖no‖había‖un‖‚parecía‛‖en‖ninguno‖de‖los‖dos.‖Tenía‖un‖montón‖de‖
tatuajes que subían por sus brazos y cuello que quise examinar al instante, de 
cerca, hasta el punto de catalogarlos y quizás escribir libros sobre ellos. Tenía el 
pelo del color de la pimienta con sal2, principalmente pimienta negra, era largo y 
un poco ondulado pero no demasiado largo o demasiado ondulado. Reiterando la 
pimienta en su sal con su perilla entrecana que colgaba un poco larga en su barbilla 
de un modo motero que era enormemente genial. Sus mejillas tenían una barba de 
un par de días lo que también se veía bien en él. Tenía puntos pálidos extendidos 
por la bronceada piel alrededor de sus ojos azules. Sólo había dos palabras para 
describir todo lo que él era: Motero Delicioso. 
―Hola‖ ―susurré‖ y‖ sus‖ ojos‖ fueron‖ de‖ mirar‖ sobre‖ mi‖ hombro,‖ a‖ Dog,‖ a‖
mirarme a mí y todo mi cuerpo se estremeció. 
Entonces sus ojos azules hicieron un examen corporal y me estremecí de 
nuevo. 
 
2 Color de pelo pimienta con sal: Se refiere a negro con canas. 
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Se quedaron fijos en los míos y su áspera voz gruñó: 
―Hola. 
Otro estremecimiento. 
¡Vaya! 
―Tack,‖ella‖est{‖bien.‖Est{‖conmigo‖―declaró‖Dog,‖mi‖cuerpo se tambaleó y 
me di la vuelta para ver que estaba dando la vuelta al mostrador y viniendo en mi 
dirección. 
―¿Lo‖estoy?‖―pregunté‖y‖ la‖mirada‖de‖Dog‖que‖decía‖‚¡C{llate‖ la‖maldita‖
boca!‛‖sin‖palabras,‖me‖inmovilizó‖en‖el‖lugar. 
Me callé y me giré de nuevo hacia Motero Sexy. 
―¿Sheila‖sabe‖acerca‖de‖ella?‖―preguntó‖Motero‖Sexy. 
Miré a Dog que estaba parado a mi lado. 
―¿Sheila? 
―¿Cu{ntas‖perras‖necesitas?‖―continuó‖Motero‖Sexy. 
―Ella‖no‖es‖mi‖mujer,‖hermano,‖es‖una‖amiga.‖Est{‖bien‖―respondió‖Dog. 
―De‖ acuerdo.‖ ¿Entonces‖ quién‖ es‖ ella?‖ ―presionó‖ Motero‖ Sexy,‖ también‖
conocido como Tack. 
―Su‖nombre‖es‖Gwen‖―contestó‖Dog,‖Tack‖me‖miró‖y‖me‖congelé. 
Entonces miré sus labios moverse para formar mi nombre suavemente. 
―Gwen. 
Otro escalofrío. 
Siempre me había gustado mi nombre. Siempre pensé que era lindo. Tack 
diciéndolo me hacía amarlo. 
―Así‖que,‖¿quién‖eres,‖Gwen?‖―me‖preguntó‖directamente. 
―Soy,‖este<‖una‖amiga‖de‖Dog‖―le‖dije. 
―Ya‖hemos‖establecido‖eso,‖cariño‖―me‖informó―.‖¿Cómo‖es‖que‖conoces‖a‖
mi amigo aquí presente? 
―Es‖la‖hermana‖de‖Ginger‖―dijo‖Dog‖r{pidamente‖y‖toda‖la‖poderosamente‖
construida constitución de Tack se puso tensa instantáneamente y era tan 
condenadamente escalofriante, que me olvidé cómo respirar. 
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―Dime‖que‖est{‖aquí‖para‖dejar‖el‖dinero,‖hermano‖―susurró‖Tack‖con‖una‖
voz que era igualmente aterradora como el modo en que estaba conteniendo su 
cuerpo, sino más. 
―Ginger‖y‖ella‖no‖son‖unidas‖―explicó‖Dog―.‖Como‖dije,‖ella‖est{‖bien.‖Es‖
buena persona. 
―Es‖pariente‖del‖enemigo,‖Dog‖―susurró‖Tack. 
Oh―oh―oh―oh―oh―oh. 
No quería ser pariente del enemigo, del enemigo de nadie pero en especial no 
de este tipo. Era sexy pero también era condenadamente espeluznante. 
Hora de arreglar las cosas, corriendo. 
Me quité el bolso del hombro y lo abrí de un tirón, murmurando: 
―Ginger.‖Un‖dolor‖en‖mi‖trasero.‖Un‖dolor‖en‖mi‖trasero‖desde‖el‖día‖que‖le‖
cortó todo el pelo a mis Barbies. Ella tenía tres años. Yo era demasiado mayor para 
Barbies pero eran mías. ¿No podía dejarlas en paz? ¿Por qué cortarles el pelo? 
―alcé‖ la‖vista,‖miré‖a‖Dog‖y‖dije―.‖Creo‖que‖eso‖es‖ lo‖que‖hacen‖ los‖psicópatas.‖
Deberíamos haberlo sabido entonces. Tenía tres años, sosteniendo unas tijeras y 
provocando‖ caos‖ y‖ pena‖―mientras‖ seguía‖murmurando,‖ hurgaba‖ en‖mi‖ bolso,‖
encontré mi chequera y después‖ seguí‖buscando‖una‖pluma,‖declaré―.‖Siempre,‖
siempre, fue una mala hierba. 
Saqué mi chequera de un tirón, la abrí, chasqueé la pluma elegantemente, 
puse la punta en el cheque y miré a Tack. 
―Est{‖bien,‖¿cu{nto‖es‖que‖te‖debe?‖―pregunté‖furiosamente,‖sin estar feliz 
por sacar de apuros a Ginger otra vez, en especial cuando dinero y moteros 
enojados estaban involucrados. 
Fue en este punto que me di cuenta de que Tack me estaba mirando fijamente 
y ya no estaba siendo espeluznante. Se veía como si quisiera reírse a carcajadas. Se 
veía bien. 
No quería ver sus atractivos físicos, ni sus expresiones o el resto de ello en su 
cara (y pelo y tatuajes y cuerpo). Quería irme a casa, batir una hornada de masa 
para galletas y comérmela. Toda. 
―¿Y‖bien?‖―espeté. 
―Dos‖ millones,‖ trescientos‖ cincuenta‖ y‖ siete‖ mil,‖ ciento‖ siete‖ dólares‖
―respondió‖Tack,‖y‖sentí‖que‖mi‖mandíbula‖se‖aflojaba,‖su‖blando‖destello‖de‖una‖
sonrisa rodeada por su perilla negra me golpeó deslumbrantemente algún 
recoveco de mi cerebro‖y‖terminó―‖y‖doce‖centavos. 
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―Oh,‖por‖Dios‖―susurré. 
Tack seguía sonriendo cuando agachó la cabeza hacia mi chequera. 
―¿Crees‖que‖puedas‖ponerlo‖todo‖en‖una‖sola‖línea,‖dulzura? 
―Oh,‖por‖Dios‖―repetí. 
―¿Necesitas‖ respiración‖de‖boca‖ a‖boca?‖―inquirió Tack, inclinándose y di 
un‖ paso‖ atr{s,‖ cerré‖ la‖ boca‖ con‖ fuerza‖ y‖ negué‖ con‖ la‖ cabeza―.‖ L{stima‖
―masculló,‖retrocediendo. 
―¿Mi‖hermana‖les‖debe‖m{s‖de‖dos‖millones‖de‖dólares?‖―susurré. 
―Síp‖―replicó‖Tack. 
―¿M{s‖de‖dos‖millones‖de‖dólares?‖―repetí,‖sólo para confirmar. 
―Síp‖―confirmó‖Tack. 
―¿No‖habr{n‖cometido‖un‖error‖de‖contabilidad?‖―pregunté‖esperanzada. 
La sonrisa de Tack se hizo más amplia y más blanca. Entonces cruzó sus 
grandes y tatuados brazos sobre su amplio y robusto pecho y negó con la cabeza. 
―Quiz{s‖es‖una‖moneda‖extranjera‖y‖lo‖olvidaron.‖¿Pesos,‖quiz{s?‖―sugerí. 
―Nop‖―dijo‖Tack‖en‖respuesta. 
―No‖tengo‖tal‖cantidad‖de‖dinero‖―le‖dije‖algo‖que‖suponía‖ya‖sabía. 
―Bonita‖chaqueta,‖dulzura,‖pero‖lo‖suponía‖―replicó. 
Bien, las buenas noticias eran, los mechones de pelaje no lo apagaron. Las 
malas eran que, mi hermana le debía más de dos millones de dólares. 
―Creo‖que‖me‖llevar{‖un‖tiempo‖reunir‖esa‖cantidad‖de‖dinero‖―expliqué,‖
luego‖concluí―,‖quiz{s‖una‖eternidad. 
―No‖ tenemos‖ la‖ eternidad‖ para‖ esperar,‖ encanto‖ ―respondió,‖ aun‖
esbozando una enorme sonrisa, si se echaba a reír a carcajadas no me sorprendería. 
―Me‖ lo‖ imaginé‖ ―murmuré,‖ chasqueé‖ mi‖ pluma,‖ cerré‖ mi‖ chequera‖ de‖
golpe, lancé ambas en mi bolso y me volví loca. 
Es decir, tenía una razón para volverme loca y esa razón tenía un nombre. 
Ginger Penelope Kidd. 
Miré a Dog y exigí saber: 
―¿Por‖ qué‖ a‖mí?‖ ¿Por‖ qué?‖ Sólo‖ nací‖ inocentemente‖ y‖ siete‖ años‖ después,‖
¡zas! Dios me maldice con la hermana del infierno. ¿Es mucho pedir una hermana 
que se ría tontamente contigo e intercambie secretos de maquillaje? ¿Es mucho 
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pedir una hermana que encuentre una gran promoción, te llame inmediatamente 
pero examine cuidadosamente los estantes para guardar las mejores gangas que 
sabe que lucirían sexy en ti para que tengas una oportunidad con ellas antes de que 
alguien más les eche el guante? ¿Es mucho pedir una hermana que venga a casa y 
mire el actual Hawaii Five―O contigo para que ambas puedan tener pensamientos 
pervertidos con Steve McGarrett y desear tener un Camaro? ¿Lo es? ¿Lo es? 
―terminé‖gritando. 
―Gwen,‖nena,‖creo‖que‖deberías‖calmarte‖―musitó‖Dog‖y‖podría‖ jurar‖que‖
pude ver en su rostro que se estaba preguntando si debería dejarme fuera de 
combate por mi propio bien. 
―¿Calmarme?‖―grité―.‖¿Calmarme?‖―grité‖de‖nuevo―.‖Les‖debe‖a‖ustedes‖
chicos más de dos millones de dólares. Le cortó el pelo a mis Barbies. Se robó el 
lavalier3 que mi abuela me dio en su lecho de muerte y lo empeñó para comprar 
marihuana. Se emborrachó y metió la mano en los pantalones de mi novio en la 
cena de Acción de Gracias. Él era conservador, iba a la iglesia, después de las 
travesuras de Ginger –y la mano en los pantalones fue sólo el punto culminante, la 
sorprendió inhalando coca en el baño también― pensó que mi familia estaba loca, 
posiblemente delincuentes psicóticos, y rompió conmigo una semana después. 
Bien podría haber sido conservador y, mirando hacia atrás, probablemente 
aburrido‖pero‖en‖aquel‖entonces‖ ¡me‖gustaba!‖―ahora‖estaba‖gritando―.‖ ¡Era mi 
novio! 
―Dulzura‖―me‖llamó‖Tack‖y‖mi‖cuerpo‖giró‖hacia‖él‖para‖ver‖que‖se‖había‖
adentrado en mi espacio. 
Eché la cabeza hacia atrás y espeté con un grito: 
―¿Qué? 
Su mano se elevó, sus dedos se curvaron alrededor de mi mejilla, acercó su 
rostro al mío y susurró: 
―Nena,‖c{lmate. 
Lo miré fijamente a sus ojos azules e instantáneamente me calmé. 
―Est{‖bien‖―susurré‖en‖respuesta. 
Sus ojos sonrieron. 
Mi cuerpo se estremeció. 
 
3 Lavalier: es una pieza de joyería, que consiste en un dije, algunas veces con una piedra, que cuelga de un collar. 
Nombrado así por el dije que popularizó la Duquesa de La Vallière, una amante del Rey Luis XIV de Francia. 
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Con su mano en mi cuello, supe que lo sintió y lo supe con más certeza 
cuando sus dedos se curvaron más profundamente en mi carne y algo destelló en 
sus ojos que me hizo estremecer en un lugar que él no podía ver pero que yo podía 
sentir. Mucho. 
Hora de irse. 
―Podría‖ vender‖ el‖ plasma‖ y‖ un‖ riñón‖ pero‖ creo‖ que‖ ni‖ siquiera‖ eso‖
funcionaría así que, este, ¿puedo dejar que mi hermana se encargue de esto? 
―pregunté‖ educadamente,‖ deseando‖ apartarme‖ de‖ la‖ fuerza‖ de‖ su‖ mano‖ pero‖asustada de hacerlo. 
―Nadie‖te‖har{‖daño‖por‖Ginger‖―dijo‖suavemente. 
―Est{‖bien‖―repliqué. 
―O‖por‖nadie‖―continuó. 
―Este<‖―murmuré―.‖Est{‖bien‖―dije‖eso‖porque‖no‖quería‖que‖nadie‖me‖
hiciera daño por Ginger o por nadie tampoco y en gran manera no lo quería. 
Sus dedos se curvaron más profundamente en mi cuello y me levantó un 
poco por lo que casi estaba de puntillas y su rostro estaba más cerca. Mucho más 
cerca. Demasiado cerca. De modo estremecedor. 
―No‖ creo‖ que‖ entiendas‖ lo‖ que‖ te‖ estoy‖ diciendo‖ ―aún‖ hablaba‖
suavemente―.‖Esta‖mierda‖de‖Ginger‖se‖calienta,‖est{s‖en‖ la‖mira,‖mencionas‖mi‖
nombre, ¿sí? 
Oh, no. Eso no sonaba bien. Sonaba peor que deberle dos millones de dólares 
a una pandilla de moteros. Y sospechaba que no había muchas cosas peores que 
eso pero, si las había, Ginger las encontraría. 
―Este<‖si‖est{s‖preguntando‖‚¿sí?‛‖como‖en,‖‚Sí,‖te‖entiendo‛,‖entonces‖no,‖
no lo hago‖ ―le‖ dije‖ honestamente‖ porque‖ estaba‖ pensando‖ que‖ con‖ Tack‖ la‖
honestidad era la mejor norma. 
―De‖ acuerdo,‖ dulzura,‖ lo‖ que‖ estoy‖ diciendo‖ es,‖ que‖ si‖ te‖ metes‖ en‖
problemas, dices mi nombre. Eso quiere decir protección. ¿Ahora me entiendes? 
―Este<‖algo‖―respondí―,‖¿pero‖por‖qué‖me‖metería‖en‖problemas? 
―Tu‖hermana‖tiene‖mierda‖donde‖vivía,‖es‖mierda‖donde‖no‖vive,‖es‖mierda‖‖
en todos lados. Tú entraste aquí y no tenías ni idea. No te metas a trompicones en 
otro‖ lugar‖ porque‖ otros<‖―hizo‖ una‖ pausa―,‖ puede‖ que no te encuentren tan 
linda como yo lo hago. 
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―Est{‖ bien‖―susurré,‖ gust{ndome‖ el‖ que‖me‖ encontrara‖ linda‖ y‖ al‖mismo‖
tiempo lamentando mi decisión de no llamar a mi padre o, digamos, subirme a un 
avión‖y‖volar‖a‖Francia―.‖Si‖yo‖este<‖tengo‖que‖usar‖tu‖nombre<‖este<‖¿eso‖qué‖
significa? 
―Quiere‖decir‖que‖me‖la‖debes. 
Oh, cielos. 
―¿Deberte‖qué? 
Sonrió pero no contestó. 
¡Oh, cielos! 
―¿Deberte‖qué?‖―repetí. 
―Si‖ tengo‖ que‖ subirme‖ a‖ mi‖ moto‖ y‖ sacarte‖ de‖ un‖ problema,‖ entonces‖
hablaremos de ello. 
―Estoy‖segura‖de‖que‖estaré‖bien‖―le‖aseguré‖y‖recé‖una‖corta‖plegaria‖con‖
la esperanza de que fuera verdad. 
Su sonrisa se hizo más grande. 
Entonces me dejó ir pero deslizó mi bolso de mi brazo y antes de que pudiera 
decir pío, hurgó en él. Decidí dejar que lo hiciera. Ya me había tocado y no estaba 
segura de querer que sucediera de nuevo porque no estaba segura de cuál sería mi 
respuesta pero estaba segura de que saltar sobre él estaba en lo alto de la lista de 
posibilidades. También imaginé que él podría ser mejor que yo en una pelea por 
mi bolso así que iba a dejarlo tomar lo que quería. Mi mejor brillo de labios estaba 
en ese bolso pero en este momento, si se lo quería dar a una de sus zorras, estaba 
dispuesta a dejarlo ir. 
Sacó mi celular, lo abrió, su pulgar golpeó algunos botones, lo cerró, lo dejó 
caer en mi bolso, luego lo deslizó de nuevo en mi brazo. 
―Tienes‖mi‖número,‖encanto.‖Lo‖necesitas,‖ lo‖usas.‖No‖lo‖necesitas,‖ todavía‖
querrás usarlo, no dudes. Ahora, ¿lo entendiste? 
Me subí el bolso más arriba en mi hombro y asentí. Lo entendí. Pensaba que 
era linda. 
Reprimí otro escalofrío. 
―Un‖gusto‖conocerte,‖Gwen‖―dijo‖suavemente. 
―Sí‖―murmuré―,‖ nos‖ vemos‖―después‖ me‖ di‖ la‖ vuelta‖ para‖ ver‖ a‖ Dog‖
sonriéndome‖y‖dije―.‖Nos‖vemos. 
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―Nos‖vemos,‖nena‖―respondió‖Dog‖de‖un‖modo‖que‖lo hizo sonar como si 
de verdad me vería después, lo que me hizo tener que reprimir otro escalofrío. 
Me giré hacia los callados moteros detrás de mí, los vi sonreír a todos, lo 
encontré más espeluznante que ellos siendo escalofriantes, levanté una mano y 
dije: 
―Hasta‖luego. 
Recibí un montón de barbillas levantadas y un: 
―Hasta‖luego,‖encanto. 
Después salí corriendo de ahí. 
 
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2 
Estoy pendiente 
Traducido por Sitahiri 
Corregido por Dayi Cullen 
Conduje a casa con un montón de cosas en la cabeza. 
Ante todo, mi hermana y el por qué no renegué de ella como Meredith y mi 
padre. Ni siquiera era mi hermana completa. Era mi media hermana. Nunca la 
había encontrado en mi sala dándole una mamada a un hombre inconsciente pero 
me había hecho cosas peores, mucho peores, así que, en serio, debería desistir y 
dejarla ir. 
En un cruel giro del destino, mi padre se casó con mi madre, que era una 
salvaje, después se casó con un ángel y habían creado una niña infernal. 
Mamá se había ido cuando yo tenía tres años pero volvía ocasionalmente y 
cuando lo hacía nos divertíamos. No recordaba mucho pero me acuerdo que ella 
era genial. No seguía las reglas o la disciplina; con ella era comida pegajosa que 
provocaba un montón de desorden, lugares divertidos y pasarlo bien. 
Eso fue hasta una visita, mientras me quedaba con ella por el fin de semana, 
conoció a un tipo que le gustaba mucho. Lo llevó al hotel, me dio un montón de 
caramelos y me mandó afuera para sentarme y esperar a que me llamara de nuevo. 
El gerente del motel me vio sentada en una banca, balanceando mis piernas, 
comiendo caramelos, soñando despierta y haciéndolo durante mucho tiempo, así 
que llamó a la policía. Para cuando llegaron me había alejado porque estaba 
aburrida y la policía me encontró. Le dije al oficial de policía el número de teléfono 
que papá me había hecho memorizar y llamaron. Entonces él vino a buscarme, 
tuvo una bulliciosa plática con mamá en el hotel mientras su rollo de un día seguía 
gritándoles que bajaran el volumen, él estaba tratando de dormir y no volví a ver a 
mamá otra vez. Nunca. 
La extrañé por un tiempo pero no la conocí muy bien y de todos modos, por 
ese entonces, Meredith ya estaba en nuestras vidas. 
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Ella era maravillosa. Era la madrastra más genial. Era dulce y divertida y 
amaba a mi papá, como, toneladas. También conservaba galletas hechas en casa en 
el frasco de galletas todo el tiempo y para un niño, una que estaba siendo criada 
por un hombre que era todo hombre, eso significaba que era prácticamente 
perfecta. 
Papá y ella se casaron y fui la niña de las flores pero no como la normal niña 
de las flores. Ella caminó al altar con una mano a través de la curva del brazo de su 
padre, la otra agarrando la mía con fuerza. Hizo nuestro su día especial. Estaba 
declarando públicamente que caminaba hacia el altar no sólo para casarse con un 
hombre sino para construir una familia. Yo tenía seis años y nunca olvidé lo 
especial que me hizo sentir, nunca, hasta ahora. 
Pero esa era Meredith. No fue la primera vez que lo había hecho y no sería la 
última. 
Entonces papá y ella tuvieron a Ginger que era como mi madre multiplicada 
por, digamos, cinco millones. 
Este era el cruel giro del destino. Para Meredith, papá y yo. 
Lo segundo en lo que estaba pensando era en Tack en general. En lo que dijo, 
el modo en que me vio y me hizo sentir. 
Ya estaba durmiendo regularmente con un hombre cuyo nombre no sabía. Un 
hombre que conocí en un restaurante hace poco menos de un año y medio, llevado 
a casa, dormido con él, tenido el mejor sexo en la historia de la femineidad y, 
afortunada o desafortunadamente dependiendo de cuándo lo viera, seguía 
regresando por más, probando una y otra vez que la primera vez no fue una 
casualidad sino, en cambio, un anticipo de mejores cosas por venir. 
Ni siquiera le di una llave. Cómo es que entraba era tan misterioso como su 
nombre. Pero lo hacía. No venía todas las noches, algunas veces era una vez a la 
semana, otras dos, otras se había saltado una semana, una vez se había ido por tres 
lo que me asustó y después me aterrorizó el hecho de que eso me asustara. 
Pero siempre regresaba. Siempre. 
Con Hombre Misterioso en mi vida no necesitaba el problema que Tack tenía 
escrito en él. Está bien, así que pensaba que era linda y otro extra era que sabía su 
nombre y él sabía el mío (lo que, Hombre Misterioso, por cierto, no sabía). Pero mi 
hermana le debía más de dos millones de dólares y era espeluznante.También‖ dijo‖ que‖ podría‖ estar‖ en‖ el‖ radar‖ de‖ ‚otros‛‖ y‖ meterme‖ en‖
‚situaciones‛.‖ No‖ quería‖ estar‖ en‖ el‖ radar‖ de‖ nadie‖ y‖ me‖ metía‖ en‖ suficientes‖
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situaciones por mí misma, siendo la mitad hija de mi madre. No necesitaba a 
Ginger arrastrándome dentro de sus situaciones. 
Y por último, estaba pensando en mi Hombre Misterioso. Siempre lo hacía los 
días después de que me visitaba. Siempre me preguntaba qué me pasaba, porque 
no le decía que se fuera. Ahora me estaba preguntando, cuando tenía al hombre 
que quizá podría ser el mejor amante del mundo visitándome en medio de la 
noche, cómo podría estar con alguien más. Había tenido tres citas y ningún amante 
desde que conocí al Gran HM. Ninguno de ellos se le acercaba a lo poco que tenía 
con HM y por lo tanto ninguno de ellos conseguía la segunda cita o la segunda 
base (sí, el Gran HM era así de bueno besando). 
Estaba arruinando mi vida por completo. 
No. No, eso no era cierto. Yo estaba arruinando mi vida. 
Eso era en lo que estaba pensando después de que aparqué el auto en la 
entrada, caminé hacia mi casa examinando mis botas, deslicé la llave en la 
cerradura y abrí la puerta. 
Sin embargo, aún si hubiera estado prestando atención, no habría estado 
preparada para lo que sucedió después. 
Una vez que pasé, la puerta se cerró de golpe, con fuerza. Entonces una mano 
en mi pecho me golpeó contra ella, de nuevo con fuerza. Después un hombre 
estaba invadiendo mi espacio, su cuerpo hundido en el mío, empujándome contra 
la puerta y miré hacia un par de ojos negros de algún modo familiares. 
Sólo había visto esos ojos una vez en la luz. Él no encendía las luces cuando 
me visitaba por la noche. 
Dios, olvidé lo hermoso que era. Incluso en mis fantasías no era tan hermoso. 
―¿Qué‖est{s‖haciendo‖aquí?‖―susurré. 
―¿Est{s‖condenadamente‖loca?‖―vociferó‖en‖mi‖cara. 
Parpadeé ante su inesperado tono y su furiosa pregunta. Entonces pregunté: 
―¿Qué? 
―Entrar‖pavone{ndote‖en‖Ride‖como‖lo‖hiciste.‖Jesús,‖¿estás loca? 
Parpadeé de nuevo. En primer lugar, porque estaba confundida. ¿Cómo es 
que supo que fui a Ride? En segundo lugar, estaba más confundida. ¿Qué estaba 
haciendo aquí en el día? En tercer lugar, estaba incluso aún más confundida 
porque su increíblemente guapo rostro mostraba claramente que estaba 
extremadamente cabreado. 
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―Este< 
―Contéstame,‖nena‖―exigió. 
¡Guau! Era más escalofriante que Tack, Dog y la pandilla completa de 
moteros, todos en uno. 
―Gwen,‖ dije‖ que‖me‖ contestaras‖―su‖ profunda‖ voz‖ estaba‖ comenzando a 
retumbar. 
Pero parpadeé de nuevo. 
―¿Sabes‖mi‖nombre? 
Se me quedó mirando fijamente. 
Entonces retrocedió y se pasó una mano por su corto cabello negro, casi a 
rape, al mismo tiempo que sacudía la cabeza, pero ni siquiera por un segundo me 
liberó de su feroz ceño fruncido. 
―Jesús,‖nena,‖eres‖un‖personaje. 
―¿Qué?‖―susurré. 
Puso sus manos en sus caderas y se inclinó hacia mi cara. 
―Sí,‖ Gwen.‖ Sé‖ tu‖ nombre.‖ Gwendolyn‖ Piper‖ Kidd.‖ Treinta‖ y‖ tres‖ años‖ de‖
edad. Trabajadora autónoma, editora independiente. Pagas tus impuestos, tu 
hipoteca y tus cuentas a tiempo. Casada una vez por dos años con un hombre que 
no podía mantener su polla en sus pantalones y que desde entonces se ha casado 
con otras tres mujeres y está pasando por su cuarto divorcio. Tu padre es Baxter 
Kidd, ex militar, actual capataz de construcción, casado con Meredith Kidd, 
secretaria ejecutiva de un abogado as de divorcios que, casualmente, te sacó de ese 
lío en el que te metiste con ese idiota. Te juntas con Camille Antoine que trabaja en 
comunicaciones para el Departamento de Policía de Denver y con Tracy Richmond 
que trabaja en todos lados, mayormente al por menor. Engatusas a Troy Loughlin, 
quién mataría por acostarse contigo pero tú no tienes ni idea y él no tiene bolas. Tu 
hermana es la definición de perdedora. Gastas demasiado en ropa. Cuando sales 
muestras demasiada piel. Y el único hombre con el que has follado por un año y 
medio soy yo. 
Por segunda vez en el día, me quedé boquiabierta. 
Entonces cerré la boca sólo para que volviera a quedarse abierta. 
Después la cerré sólo para abrirla para hablar. 
―¿Cómo‖es‖que‖sabes‖tanto‖de‖mí? 
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―Bomboncito,‖yo‖sé‖a‖quién‖follo‖―replicó‖y‖sentí‖mi‖cuerpo‖moverse‖como‖
si me hubieran pegado y así es exactamente cómo se sintieron sus palabras, como 
un‖golpe.‖Él‖no‖lo‖vio,‖o‖con‖m{s‖exactitud,‖ lo‖ ignoró‖y‖continuó―.‖Ahora dime, 
¿qué demonios estabas pensando al entrar así en Ride? 
―Necesitaba‖hablar‖con‖Dog‖―expliqué,‖porque‖no‖podía‖decir‖ninguna‖de‖
las otras diez mil cincuenta cosas que quería decir. 
―Necesitabas‖hablar‖con‖Dog‖―repitió. 
―Sí‖―respondí. 
―Nena,‖navegabas bajo radar, ahora estás iluminada como un maldito faro. 
―¿Eso‖qué‖significa?‖―quise‖saber. 
―Significa‖que‖est{s‖jodida‖―respondió. 
Con retraso, me estaba enfadando. 
―Est{‖ bien‖ ―me‖ aparté‖ un‖ centímetro‖ de‖ la‖ puerta,‖ enderezando‖ mis‖
hombros―,‖¿ahora‖qué‖significa eso? 
―Creo‖que‖entiendes‖que‖tu‖hermana‖es‖un‖pedazo‖de‖basura‖―me‖informó. 
Era seguro decir que Ginger era un pedazo de basura. También lo era el que 
Meredith, mi papá y yo podíamos llamarla así. Incluso Tack y Dog, a quiénes les 
debía más de dos millones de dólares, podrían salirse con la suya y llamarla así. 
La persona que no podía era el hombre parado frente a mí, un hombre que 
conocía íntimamente pero que esta era la primera vez que le había visto la cara a la 
luz del día. ¡Y uno que estaba descubriendo que era un grandísimo idiota! 
―No‖llames‖pedazo‖de‖basura‖a‖Ginger‖―le‖advertí. 
Sus cejas se elevaron y qué decepción porque era tan condenadamente guapo, 
toda esa piel bronceada, esos ojos negros, esa fuerte mandíbula, pelo corto negro, 
sus hermosamente cincelados rasgos e igualmente hermosamente cincelado 
físico<‖ todo‖ ello‖ dando‖ indicios‖ de‖ hispano‖ o‖ quiz{s‖ italiano‖ y‖ todo‖ eso‖
increíblemente asombroso. Pero lo peor para mí, en ese preciso momento, era que 
podría ser inclusive más increíblemente guapo con sus cejas elevadas con 
incredulidad como si pensara que yo era una idiota. 
―¿Est{s‖diciendo‖que‖no‖sabes‖que‖tu‖hermana‖es‖basura?‖―preguntó. 
―No,‖lo‖que‖digo‖es‖que‖tú‖no‖puedes‖llamarla‖así.‖Yo‖puedo‖llamarla‖basura‖
pero tú no. 
Me frunció el ceño un poco más y después masculló. 
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―No‖me‖jodas. 
―Creo‖que‖hemos‖terminado‖―anuncié‖y comencé a moverme para abrir la 
puerta pero entonces de repente me encontré a mí misma clavada contra ella de 
nuevo por su gran, duro, esculpido, excepcionalmente cálido cuerpo con sus dos 
manos a cada lado de mi cuello, sus pulgares en mi barbilla obligándome a alzar la 
vista para mirarlo. 
―No,‖Bomboncito,‖no‖es‖así‖―susurró‖con‖una‖escalofriante‖voz‖y‖reprimí‖el‖
volver a quedarme boquiabierta porque estaba volviendo a asustarme más que 
media docena de miembros de una pandilla de moteros y tuve éxito en dicho 
esfuerzo principalmente porque sus pulgares estaban ahí. 
―Ap{rtate‖―exigí‖y‖estuve‖bastante‖complacida‖de‖que‖mi‖voz‖no‖temblara. 
Me ignoró y no se movió. En su lugar, dijo: 
―Tu‖hermana‖se‖ha‖echado‖encima‖una‖carga‖de‖mierda,‖después‖añadió‖una‖
más, no contenta con ello, agregó más. Cabreó a algunas personas importantes. El 
mejor final para este escenario es que acabe muerta. Sé que ustedes dos no se 
pueden ver y sé que aún te molesta escucharlo, pero eso no lo hace menos 
verdadero. 
―Ap{rtate‖―repetí. 
Continuó ignorándome. 
―Lo‖mejor‖que‖podrías haber hecho cuando Darla apareció en tu umbral era 
cerrar la puerta, cerrar tu mente a esa mierda y regresar a trabajar. No lo hiciste. 
Pavoneaste tu trasero hasta Ride, obtuviste la atención de Tack y, confía en mí, 
nena, no quieres la atención de Tack. Y al hacer eso, te hiciste visible para un 
montón de personas que no quieres que sepan que existes. Eso está hecho. Ahora, 
losproblemas de tu hermana no existen para ti. Tu hermana no existe para ti. 
Ahora, mantienes tu perfil bajo, eres inteligente y te mantienes fuera de problemas. 
Lo que significa que te apegas a lo que sabes, a quién conoces y a los lugares que 
conoces. No te sales de la programación planeada habitualmente. ¿Me entiendes? 
―¿Cómo‖es‖que‖sabes‖que‖Darla‖estuvo‖aquí? 
Sus cejas se fruncieron y ahora el modo en que lo hicieron lo hizo verse 
espeluznante y escalofriantemente impaciente. 
―Poniéndote‖al‖tanto,‖Bomboncito,‖estoy‖al‖pendiente. 
―¿Est{s‖al‖pendiente? 
―Eres‖mía,‖así‖que‖te‖vigilo. 
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Sentí mi propio ceño fruncirse. 
―¿Soy‖tuya? 
―Nena, estoy follando contigo ¿no es cierto? 
Eso estaba fuera de cuestión. No veía su rostro pero eso no significaba que no 
hablaba. De verdad era mandón en la cama y hubiera reconocido esa voz profunda 
en cualquier lado. 
―Est{‖bien‖―comencé―,‖quiz{s‖en‖este punto deberíamos discutir nuestra 
relación. 
―Poniéndote‖al‖tanto‖de‖nuevo,‖Gwen,‖la‖razón‖por‖la‖que‖nuestra‖relación‖es‖
de este modo, es para que no tuviera que gastar mi maldito tiempo haciendo cosas 
estúpidas como discutirla. 
Oh, cielos. Ahora me estaba cabreando de verdad. 
―Creo‖que‖deberías‖apartarte‖y‖después‖irte‖―le‖dije. 
―Y‖yo‖creo‖que‖deberías‖confirmar‖que‖me‖entendiste,‖después‖me‖iré. 
―Bien,‖te‖entendí,‖ahora<‖vete‖―espeté. 
No se movió y sus ojos negros no se apartaron de los míos. 
Por lo tanto, dije en voz alta: 
―¿Hola?‖Te‖entendí.‖Ahora‖vete. 
De pronto, sus ojos se volvieron cálidos y sus pulgares pasaron de debajo de 
mi mandíbula a deslizarse por el borde de la misma. 
Después destacó suavemente: 
―Est{s‖cabreada. 
¿Hablaba en serio? 
―Esto<‖sí‖―confirmé. 
―No‖lo‖estés‖―ordenó. 
No, en serio, no podía hablar en serio. 
―No‖puedes‖decirme‖que‖no‖esté‖cabreada. 
―Nena,‖¿crees‖que‖no‖tengo‖mejores‖cosas‖que‖hacer‖que‖estar‖aquí?‖―quiso‖
saber. 
Oh, por Dios. 
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¿La cabeza de las personas realmente explota? Porque en ese momento estaba 
bastante segura de que la mía estaba a punto de hacerlo. 
―Entonces‖tal‖vez‖deberías‖irte‖―lo‖invité,‖mi‖voz‖severa. 
―El‖punto‖es‖que,‖estoy‖aquí. 
―Bien,‖ odio‖ inform{rtelo,‖ pero‖ haz‖ hecho‖ otras‖ visitas‖ que‖ he‖ disfrutado‖
muchísimo más. 
Ahí fue cuando sonrió y cuando lo hizo, fue entonces cuando mi corazón dejó 
de latir. 
Nunca, ni siquiera una vez, ni siquiera la primera noche, lo vi sonreír y si era 
hermoso de manera normal, su rostro sonriendo me dejó condenadamente 
alucinada. 
¡Cielo santo!, el hombre tenía dos hoyuelos. 
Dos. 
―¿No‖comprendes‖por‖qué‖estoy‖cabreado?‖―preguntó‖suavemente‖a‖través‖
de su sonrisa. 
―No,‖no‖lo‖comprendo‖y‖nunca‖habr{‖una‖buena‖excusa‖para‖ser‖un‖idiota‖
así que, de nuevo, por favor, si estás tan ocupado, permíteme dejar de hacerte 
perder el tiempo y sólo vete. 
―La‖jodiste‖hoy,‖Gwen‖―me‖dijo. 
―Creo‖que‖lo‖has‖dejado‖claro,‖bebé‖―espeté. 
Por alguna razón la calidez de sus ojos se hizo más profunda al mismo 
tiempo que susurró su advertencia: 
―No‖me‖digas‖bebé‖cuando‖est{s‖enojada,‖Bomboncito. 
―No‖me‖llames Bomboncito‖en‖absoluto,‖bebé‖―repliqué. 
―Me‖ llamas‖ bebé‖ cuando‖ estoy‖ foll{ndote‖―declaró‖ y‖ no‖ supe‖ si‖ era‖ una‖
orden o un recordatorio, pero probablemente era ambos. 
―Bueno,‖no‖te‖emociones‖con‖que‖eso‖vaya‖a‖pasar‖otra‖vez. 
La calidez en sus ojos se hizo más profunda, más caliente y sus pulgares 
acariciaron mi mandíbula de nuevo. Traté de apartar mi cara pero sus manos 
ejercieron más fuerza y me detuve. 
―No‖deberías‖hacer‖una‖amenaza‖que‖no‖puedes‖cumplir‖―sugirió,‖todavía‖
hablando suavemente. 
―¿Cu{ntas‖veces‖te‖tengo‖que‖decir‖que‖te‖vayas?‖―pregunté. 
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Me ignoró y declaró: 
―Yo‖termino‖las‖cosas. 
¡En serio!, no estaba hablando en serio. 
―Es‖ bueno‖ experimentar‖ un‖ cambio‖ en‖ la‖ vida,‖ innovar,‖ mantener‖ tus‖
sentidos‖alerta‖―le‖informé. 
―No‖presiones,‖Gwendolyn‖―advirtió―.‖No‖te‖gustaran‖las‖consecuencias. 
―¿Cu{l‖es‖tu‖nombre?‖―le‖pregunté‖como‖un‖reto. 
Redobló mi reto. 
―Me‖llamas‖bebé. 
―¿Cu{l‖es‖tu‖nombre?‖―repetí. 
―A‖veces‖cariño‖―continuó. 
―¿Cu{l<‖es<‖tu‖nombre?‖―exigí. 
―Pero‖prefiero‖bebé. 
Miré al techo y espeté: 
―¡Dios!‖―al‖mismo‖tiempo‖que‖daba‖un‖golpe‖con‖mi‖pie‖en‖el‖suelo,‖me‖di‖
cuenta de que mis manos estaban en su cintura y lo empujé. 
No se movió. 
Le puse los ojos en blanco e inmediatamente noté mi error cuando descubrí 
que una de sus manos había desaparecido y su boca estaba en mi cuello, sus labios 
en la piel detrás de mí oreja y después sentí su lengua ahí. 
Sin mi permiso, mi cuerpo se estremeció de pies a cabeza. 
Su rostro se apartó de mi cuello, se acercó al mío, su mano regresó a mi 
barbilla y susurró: 
―Sí. 
Después me apartó de la puerta y como un fenómeno de la naturaleza, un 
segundo estaba ahí, al siguiente se había ido. 
Me quedé mirando la puerta cerrada luego me moví a la ventana, me asomé y 
estaba en lo cierto. No estaba. 
Entonces le di la espalda a la puerta y me quedé mirando mi desordenada 
sala. 
Y estaba pensando que estaba bastante segura que él sintió el 
estremecimiento. 
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 El Día de la Revelación
 Traducido por Sitahiri 
Corregido por Geraldine 
Mi casa era una vieja granja que una vez tuvo la bendición de sembradíos 
pero ahora estaba situada en un vecindario de casas mucho más nuevas, es decir 
construidas en los últimos cincuenta años, en los íntimos suburbios de Denver. 
Una vez que pasabas las angostas paredes con geniales vitrales del recibidor, mi 
casa tenía una sala que medía lo mismo que el frente. A la derecha detrás de 
puertas corredizas de cristal intercalado estaba un comedor o sala de estar, pero 
ahora no era nada. Un lugar vacío. A la izquierda, una puerta giratoria conducía a 
una gran cocina. Arriba había tres dormitorios, uno algo pequeño así que lo 
convertí en mi oficina, y un enorme baño. 
Mi padre no me había dejado mudarme hasta que su amigo Rick y él 
hubieron instalado un nuevo baño. Dijo que era porque la bañera iba a caerse a 
través del piso inminentemente. Pensé que estaba siendo dramático porque odiaba 
mi casa y aún lo hacía. Aun así, por qué pensé eso no lo sabía en realidad porque 
mi padre no era una persona dramática. Por lo tanto no debería haber estado 
sorprendida cuando comenzaron a trabajar en el baño y la bañera procedió a 
caerse por el piso. 
Así que papá volvió a hacer mi baño, después, por supuesto, reconstruyó el 
piso, y ahora era maravilloso con una bañera con patas en forma de garra de 
animal, lavabo de pedestal, toalleros aclimatados, todo. También volvió a hacer los 
pisos de madera de mi habitación y la oficina y re―enyesó las paredes en ambas 
habitaciones. Meredith y yo pintamos mi habitación y Meredith me hizo 
estupendas persianas romanas para las ventanas de mi habitación y mi oficina. Mi 
amiga Tracy y yo pintamos mi oficina. Después pasé a la etapa divertida de la 
renovación: la decoración, mientras papá pasaba a la cocina en la que trabajó con 
Troy. La terminación de esto tomó cinco meses porque ambos se desviaron por 
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otras cosas como sus propias vidas, el grifo del medio baño de la planta baja que 
no cerraba, la gotera del techo, el apagador en mi habitación que no funcionaba y 
el horno apagándose, cosas como esas. Pero ahora la cocina era fantástica, 
gabinetes pintados con un cremoso color mantequilla; en el medio, una gran mesa 
desgastada de granja en forma rectangular con seis sillas; encimeras de madera 
maciza; fabulosos electrodomésticos que papá consiguió para mí a bajo precio a 
través de su red de construcción y porque estaban dañados pero en lugares que no 
podías ver. La había decorado con un encanto rústico con un giro extravagante. Yo 
no era rústica, en absoluto, pero la cocina era de una vieja granja así que exigía 
rústico y había veces en que yo podía ser extravagante.Así que después de que HM se fuera, fui a mi cocina, preparé masa para 
galletas de chispas de chocolate, llevé el tazón, una cuchara y una taza de café a la 
mesa y tomé el teléfono. 
Entonces me senté con un pie en el piso, un talón en la silla y me quedé 
viéndolo. 
Debería llamar a Camille. Camille no tenía pelos en la lengua. Era inteligente. 
Sofisticada y centrada. Camille estaba viviendo con Leo que era un policía y habían 
estado juntos por cinco años. Era una buena relación, cariñosa pero exigente 
porque tanto Leo como Camille tenían actitud. Pero si algún día rompían sería 
como si Goldie Hawn y Kurt Russell rompieran, eso sería prueba de que el mundo 
pronto se terminaría. 
Camille, sin embargo, sabía todo sobre HM y pensaba que estaba en parte 
chiflada, parte loca por dejarlo venir a mí en medio de la noche y sin saber su 
nombre. Me aconsejó repetidamente que durante la misma siguiente visita debería 
primeramente, patearlo en las gónadas y en segundo lugar, llamar a la policía. 
¡Mmm! También podía llamar a Tracy. Tracy era una romántica. No hablaba sin 
tapujos. Tracy preferiría sufrir tortura antes que decir algo que te haría sentir 
incómodo o lastiMaria tus sentimientos. Tracy había tenido tres novios y todos 
eran patanes pero los mantuvo cerca porque no estaba en ella romper con ellos a 
pesar de que eran patanes. Antes de aburrirse y seguir adelante, lo que Tracy hacía 
con frecuencia, aguantaba un montón de mierda en el trabajo porque mi dulce 
Tracy no tenía agallas. 
Además Tracy adoraba la idea de HM. Estaba convencida de que un día 
estiraría el brazo, encendería la luz, enmarcaría mi rostro con sus manos y me diría 
que el sol salía y se ponía para él a través de mí, se casaría conmigo de inmediato 
en una boda de cuento de hadas y a partir de ahí me trataría como una princesa 
hasta el final de mis días. Incluso después de todo este tiempo ella estaba 
completamente convencida de que esto iba a pasar y nunca dudaba de esa 
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creencia. La visita más reciente de HM probablemente la haría bailar de gusto. 
Nunca lo vería por lo que era, estúpido, entrometido y absolutamente irritante. 
No podía llamar a Troy porque después de lo que HM dijo sobre él estaba 
descontrolada sobre Troy. Él siempre había sido sólo Troy. Había estado antes que 
Camille y Tracy. Antes de que conociera a Scott Leighton, cuando conocí a Scott 
Leighton, cuando me casé con Scott Leighton y cuando el susodicho rompió mi 
corazón. Troy era un amigo y el pensar en que quería acostarse conmigo me 
asustaba casi más que todo lo demás que había pasado este día. 
Miré fijamente el teléfono y tomé una cucharada de masa. 
Después metí la masa en mi boca, dejé caer la cuchara, tomé el teléfono y 
tomé la primera decisión inteligente que había hecho desde que la mano de HM 
tocó la parte baja de mi espalda la noche anterior. 
Marqué, tragué y puse el teléfono en mi oído. 
—¿Qué pasa, nena? —contestó Camille. 
—El Gran HM me visitó anoche. 
Silencio. No, silencio total. 
Luego: 
—Nena< 
Después nada. 
—También vino hoy, estaba aquí cuando regresé de hacer algo y se fue hace 
apenas veinte minutos. 
Más silencio, incluso más total como si todo el ruido del mundo estuviera 
siendo succionado por una aspiradora. 
—¿Cam? —dije al vacío. 
—¿Se fue apenas hace veinte minutos? —preguntó. 
—Síp —contesté. 
—¿Estuvo ahí a la luz del día? —quiso saber. 
—Síp —respondí. 
—¿Y su piel no se incendió o algo así? —inquirió. 
—Nop —contesté con una sonrisa. 
—¿Qué pasó? 
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Fue entonces cuando le conté todo desde la noche anterior, Darla, Dog y Tack 
y la visita sorpresa, charla cariñosa y amable explicación de los límites de nuestra 
relación del Gran HM. 
Cuando terminé, murmuró: 
—Mierda. 
—¿Mierda qué? —pregunté. 
—Nena, sé de Kane Allen, alias Tack, el mandamás de los Chaos MC. Y sé 
que no quieres ir ahí. Los rumores dicen que pasó su condena tratando de limpiar 
el club, con algo de éxito, pero limpiar para esos chicos no tiene la misma 
definición que para el resto de la población. Se llaman a sí mismos Chaos por una 
razón y estos chicos no son como otros chicos. Estos no tienen el filtro civilizado 
que otras personas tienen. No sólo no viven en un mundo de ley y orden, viven en 
un mundo de supervivencia donde sólo hay instinto. Son animales, Gwen. No es 
una maldita broma. 
¡Oh, cielos! 
—Bueno, no hice una cita con él exactamente —le recordé. 
—Y no lo hagas, nunca. Entras en su mundo, no hay regreso a casa. ¿Me 
entiendes? 
¡Ostras! 
—Él era escalofriante, Cam, no voy a entrar ahí —le aseguré. 
—Dios, espero que no —dijo en un modo que quería decir que no me creía. 
Bien pensado, la había conocido en medio del caos de mi divorcio así que sabía 
todo sobre Scott, quién era sexy pero que era un completo cretino. Y también sabía 
de HM, quién también era sexy, mucho más sexy que Scott, y estaba probando ser 
del tipo de Scott, específicamente un gilipollas. 
—Hablaré con Leo, veré qué puedo averiguar sobre tu hermana —continuó 
Cam—. Lo único que puedo decir sobre HM es que te dio un buen consejo. 
Necesitas pasar desapercibida. Ginger es Ginger y se ha estado dirigiendo a un 
camino que la está conduciendo a grandes problemas y parece que lo encontró —la 
escuché respirar hondo y sabía lo que eso significaba. Tenía algo que decir que ella 
sabía que no me gustaría. Camille no tenía pelos en la lengua pero eso no quería 
decir que no tenía un alma amable. La tenía. La más amable que había. Por lo tanto 
cuando prosiguió, no lo hizo suavemente—. Sé que es tu hermana, nena, pero a 
Ginger Kidd, no le preocupa a quién se lleve con ella y pondrá a cualquiera como 
escudo para proteger su delgado y blanco trasero. Está en problemas y si tiene un 
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indicio de que puede usarte, de cualquier manera que pueda hacerlo, lo va a hacer, 
nena. Sin dudarlo. 
Eso definitivamente era verdad. 
—Estoy, a partir de este momento, desconociéndola oficialmente— declaré. 
—Finalmente —murmuró Cam. 
—Llámame después de que hables con Leo —le dije. 
—¿Gwen? —me llamó. 
—Sí, nena—respondí—. También voy a contarle de HM. 
¡Oh, no! De ninguna manera. Meredith y papá no sabían sobre HM. Troy 
tampoco. Y Leonard Freeman tampoco. Las únicas personas que sabían de él eran 
Camille y Tracy y las hice jurar que guardarían el secreto. 
Eso decía mucho sobre mí y como me sentía sobre HM, concretamente que 
estaba avergonzada de lo que estaba haciendo y también del por qué lo hacía. 
Daba más que a entender desesperada y puta, dos cosas que ninguna chica debería 
ser. Nunca. Amaba a papá, Meredith, Troy y Leo. No quería que esas personas 
pensaran que era una puta desesperada. 
—Gwen<‖—comenzó Cam. 
—No, Cam, no. No hables con Leo del Gran HM —declaré con firmeza. 
—Está bien, nena, escúchame —declaró ella con firmeza—. Este tipo puede 
atravesar puertas. Tiene los medios para investigarte y vigilarte. Sé eso ahora así 
que sé que este tipo tiene que estar en la red y si lo está, Leo puede investigarlo. 
Tal vez sí pero no quiero que Leo lo investigue. 
—¿Por qué? —preguntó, comenzando a sonar impaciente—. Él te investigo. 
—Eso puede ser cierto también pero a partir de hoy estoy oficialmente 
desconociendo a mi hermana y oficialmente terminando mi fastidiada, no relación 
con El Gran Hombre Misterioso. Se acabó. Por completo. 
De nuevo, silencio. 
Después: 
—¿En serio? 
—¡En serio, Cam!—grité—. Te conté cómo me habló. Lo que dijo sobre 
nuestra relación. Me investigó. Sabe todo sobre mí. Dice que sólo él termina las cosas. 
No me dirá su nombre. Esta situación ya estaba totalmente hecha polvo de un modo 
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en el que no creía que se pudiera poner peor y ahora que lo ha hecho, es la llamada 
de alerta. Se acabó. 
De nuevo, silencio luego: 
—Eso espero, nena. Lo dije antes y lo diré de nuevo. Hay chicos sexys ahí 
afuera que no son unos jodidos estúpidos.No te usan para tener un orgasmo. Hay 
hombres que saben cómo tratar bien a una mujer y vas a encontrar a uno, nena, 
pero el único modo en el que podrás hacerlo es tachando al único que no te trata 
de la manera correcta. 
Ahí estaba, Camille Antoine, sin tapujos. Y Camille Antoine, chica lista que 
tenía la cabeza en su lugar. 
—Bueno, hoy ha sido el día de la revelación. Ginger y El Gran HM son 
historia —declaré solemnemente. 
—Aleluya —respondió Cam. 
Diez minutos después, colgamos. Después de eso, me senté en la mesa, tomé 
una cucharada de masa, me la comí y me quedé viendo el teléfono, esperando que 
pudiera llevar a cabo mi gran declaración. 
Después lo tomé y llamé a Tracy. 
 
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Bate de Béisbol o Palanca 
Traducido por Sitahiri 
Corregido por Geraldine 
Escuché el estruendo y me desperté bruscamente, adrenalina instantánea 
bombeando por mi cuerpo haciendo que mi piel y mis dedos hormiguearan. 
Había alguien en la casa. 
Presté atención y no escuché ningún sonido pero lo sabía. Lo sabía. 
El Gran HM no hacía ruido. Incluso si movía algo o se estaban haciendo 
trabajos en la casa, los evitaba silenciosamente como si pudiera ver cualquier 
obstáculo en la oscuridad. 
No provocaba ningún estruendo. Nunca lo hacía. 
Me di la vuelta para tomar el teléfono y deseé tener un arma. Incluso un bate 
de beisbol. Algo que me haría sentir menos indefensa. Menos sola. Estaba feliz por 
la compañía de un objeto inanimado si podía causar daño. 
Tomé el teléfono y marqué el 911. 
—Novecientos once, ¿cuál es su emergencia? 
—Mi nombre es Gwendolyn Kidd—susurré—. Vivo en el trescientos treinta y 
dos del Vine y alguien ha entrado en mi casa. Están aquí, en la casa. Manden a 
alguien. Voy a colgar ahora y no volveré a llamar. Esto no es una broma. 
Colgué el teléfono, lo dejé caer en la cama y rodé hacia el otro lado, en 
dirección a mi globo de nieve. Amaba ese globo de nieve. Era un Rosina 
Wachtmeister con un gatito feliz dentro, pequeñas flores bailando alrededor de la 
base y si le dabas vuelta y lo sacudías, los brillos bailaban alrededor del gatito. 
Y, si lo usaba para golpear a alguien en la cabeza, quizás no sería capaz de 
violarme. 
Lo agarré y corrí de puntillas a la pared opuesta donde presioné mi hombro 
contra la pared y miré fijamente la puerta. 
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Mi corazón estaba latiendo tan rápido que podía escucharlo en mis oídos, mi 
cuerpo entero estaba vivo y podía sentir cada centímetro de él. Estaba muerta de 
miedo. 
Alguien estaba ahí fuera. No podía oírlos pero podía sentirlos. 
Entonces las escuché, pisadas en el pasillo. 
¡Oh, por Dios, oh, por Dios, oh, por Dios! 
Traté de recordar cuál se suponía que era el tiempo de respuesta de los 
policías. Siete minutos me vino a la mente aunque no sabía si ese era el número 
correcto o incorrecto. 
No tenía siete minutos. Él estaba cerca. 
En silencio subí poco a poco la pared hacia mi puerta mirándola fijamente. 
Casi estaba cerrada. Había comenzado a hacer esto en un esfuerzo por escuchar 
cuando El Gran HM llegara. No la cerraba por completo, la dejaba abierta un 
centímetro. No era una puerta ruidosa pero sí escuché el crujido. 
El Gran HM nunca producía un crujido. 
Lo primero que vi fue la linterna, no una incandescente sino una LED. 
Entonces vi una mano ensombrecida, una mano de hombre, los dedos extendidos, 
las yemas tocando mi puerta, la mano lentamente abriéndola. 
Dejé de respirar. No quería que me escuchara respirar. Si rompía mi globo de 
nieve Wachtmeister dándole un golpe en la cabeza con él quería que valiera la 
pena. 
Levanté el globo de nieve y la puerta siguió abriéndose. 
Entonces escuché las sirenas. 
¡Gracias, Dios! 
La mano se quedó quieta luego desapareció. Las pisadas fueron más rápidas 
y las oí bajar las escaleras, haciendo un ruido sordo al bajar. 
Después no escuché nada. 
Luego me giré, puse la espalda contra la pared, me deslicé hacia abajo y 
sostuve mi globo de nieve de gatito feliz contra mi pecho. 
 
Estaba sentada en mi cocina mirando hacia la sala. Tenía ambos talones en el 
asiento de mi silla, mi rodilla apoyada en una de mis rodillas, mis brazos apretados 
alrededor de mis pantorrillas y mi camisón envuelto alrededor de mis piernas. 
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Estaba bastante complacida de haberme puesto para dormir mi arrasador 
caftán de tejido de punto, color marrón y con mangas tipo murciélago. Los caftán 
no eran conocidos por ser sexys pero éste lo era, principalmente porque era súper 
ajustado en los lugares correctos. Este caftán era genial y era la ropa de dormir 
elegida cuando de repente tenías la casa llena con policías machos alfa. 
A ellos era a lo que estaba viendo fijamente. El hecho de que mi casa 
estuviera llena con policías machos alfa. Se movían por mi sala mirando las cosas 
mientras hundían sus cucharas en el tazón de masa para galletas con chispas de 
chocolate que saqué de la nevera para ellos. 
La ventana al lado de mi puerta estaba hecha añicos, algo que no escuché, 
una lámpara en la sala que estaba bajo un guardapolvo también estaba destrozada, 
lo que escuché. 
Aparte de eso, no había daños y el oficial de policía que me condujo a través 
de la casa estaba informado por mí, una autoridad en la materia, de que no faltaba 
nada. 
Pero no me tomaron mi declaración. Dos oficiales se convirtieron en cuatro, 
cuatro en seis y ahora había ocho y me dijeron que tenía que esperar a que llegara 
el detective. 
No estaba a la última en los procedimientos policiacos y no podía decir que 
no estaba agradecida (considerando el hecho de que estaba muy, súper, 
doblemente, extra, asustada) de que parecían estarse tomando esto seriamente y 
mandaran un gran cuadro de oficiales para hacer guardia en mi sala comiendo 
masa de galletas y un detective hecho y derecho para hablar conmigo. Sin 
embargo, nada fue robado y aunque mi visitante fue directo a mi habitación, y 
dudaba que estuviera interesado en mi globo de nieve Wachtmeister, parecía un 
robo de la clase de jardín del que los oficiales uniformados podían encargarse. 
Así que me imaginé que pasaba algo y que ese algo se llamaba Ginger Kidd. 
De repente parecía estar sucediendo algo interesante ahí en la sala, había llegado 
alguien y cinco segundos después, ahí estaba él. 
Me le quedé viendo. 
¡En serio! ¿Esto era una broma cósmica? 
En mi entrada estaba parado un hombre, un hombre alto y no había nada de 
‚parece‛‖ en‖ lo‖ alto‖ que‖ era.‖ Era‖ simplemente,‖ sencillamente‖ alto.‖ Adem{s‖ tenía 
cabello castaño oscuro, ojos marrón oscuro y una mandíbula cuadrada. Su cabello 
era abundante y un poco rizado alrededor de su cuello y el cuello de su chaqueta 
de cuero. Sus ojos eran conmovedores. Su mandíbula fuerte. Llevaba puesto un 
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suéter de cuello de tortuga color chocolate debajo de su chaqueta de cuero color 
marrón oscuro, vaqueros, un cinturón estupendo, botas y una placa colgando de 
ese fabuloso cinturón. No tenía ninguna duda de que estaba en la portada del 
calendario‖de‖los‖‚Hombres‖del‖Departamento‖de‖Policía‖de‖Denver‛‖y‖lo‖primero‖
que iba a hacer mañana era salir a comprar uno. 
¿Por qué estaba pasando esto? ¿Por qué? ¿Qué es lo que hice? Ni siquiera un 
día había pasado y había tres chicos sexys, todos ellos chicos que no podía tener. 
Uno era espeluznante y el cabecilla de un probablemente criminal pero 
definitivamente antisocial club de moteros, así que estaba fuera. El otro era 
espeluznante, misterioso y un gilipollas, así que estaba descartado. Y este no era 
espeluznante, era guapísimo pero también era el detective asignado a mi caso lo 
que quería decir que probablemente no le estaba permitido fraternizar con una 
víctima, específicamente yo, por lo que estaba descartado. 
No levanté la mejilla de mi rodilla y él no apartó la mirada de mí mientras 
entraba en la cocina, tomaba una silla, la giraba para encararme, no demasiadocerca, no demasiado lejos, y se sentaba. Con sus ojos aún fijos en mí, se inclinó 
hacia delante, los codos en sus rodillas. 
—¿Gwendolyn Kidd? —preguntó con voz amable, suave y profunda. 
Asentí contra mi rodilla. 
―Soy‖el‖Detective‖Mitch‖Lawson. 
Detective Mitch Lawson. ¡Vaya! Fabuloso nombre. 
Mantuve‖ la‖ mejilla‖ en‖ mi‖ rodilla‖ cuando‖ le‖ dije‖ suavemente:‖ ―Ese‖ es‖ el‖
nombre perfecto para un policía. 
Sus cejas se elevaron ligeramente. Eso no era lo que estaba esperando. 
Probablemente‖esperaba‖un‖‚Hola‛,‖o‖un‖‚Gracias‖por‖venir‛‖o‖un‖‚Dios,‖eres‖
sexy‛. 
—¿Lo es? —inquirió. 
—Mitch—susurré—. Fuerte, las últimas tres consonantes lo son, pero no de 
un modo severo, sino en un modo suave. Y cuando estás con alguien por quién te 
preocupas y con quién eres cercano y dicen algo que no puedes escuchar, no dices, 
‚¿Qué?‛‖dices,‖‚¿Mm?‛‖realmente‖suave.‖Pon‖eso‖y‖lo‖último‖junto,‖suave‖y‖fuerte,‖
cosas‖que‖un‖policía‖debe‖ser<‖Mitch. 
Se me quedó viendo fijamente. 
Seguí balbuceando. —Y Lawson,‖ ya‖ se‖ sabe,‖ Law<‖ son.‖ Hijo‖ de‖ la‖ ley‖ —
respiré‖por‖la‖nariz‖y‖después‖susurré―.‖Perfecto. 
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Se me quedó viendo un poco más. 
Después dijo: 
―Gwendolyn‖se‖escucha‖como‖una‖canción. 
Eh<‖agradable. 
En serio me encantaba mi nombre. 
—Una‖corta‖―respondí. 
—Pero hermosa —replicó. 
Eh<‖bien. 
Le sonreí y el Detective Mitch Lawson me devolvió la sonrisa. 
¡¡Vaya!! 
Entonces de repente giró el cuello para que pudiera ver sobre su hombro, su 
torso se enderezó y se paró, aun mirando detrás de él. 
Mis ojos siguieron la dirección de su mirada y mantuve la mejilla en mi 
rodilla incluso mientras mi corazón se saltaba un latido. 
El Gran HM estaba ahí parado. 
No vestía un fabuloso suéter cuello de tortuga color chocolate, chaqueta de 
cuero y vaqueros. Llevaba puesto lo que estaba usando antes, una camiseta de 
manga larga muy ajustada color azul marino que delineaba cada esculpido 
músculo en su pecho, hombros y brazos; pantalones de camuflaje del ejército 
verdes y botas. También tenía una expresión infeliz y sus ojos estaban fijos en el 
Detective Mitch Lawson. 
Luego sus ojos se movieron hacia mí y cerca de un nanosegundo después se 
acercó a mí, todo elegancia masculina, un gran felino al acecho, fascinante. 
Mis ojos se movieron junto con él pero mi mejilla no abandonó mi rodilla 
conforme se acercaba después se inclinaba hacia mí, levantando su mano. No sabía 
qué esperar así que me preparé hasta que sentí sus dedos en mi sien. Trazaron 
ligeramente la línea de mi cabello, hacia abajo, detrás de mí oreja y cerré los ojos 
mientras apartaba el cabello de mi cuello. Después su cálida mano se curvó ahí. 
Entonces lo escuché preguntar suavemente: 
—¿Estás bien, amor? 
¿Amor? 
Mis ojos se abrieron para verlo agachado cerca de mi rostro. 
—Excelente —le dije. 
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—No te ves bien —señaló. 
—Bueno, lo estoy —repliqué. 
—¿Entonces por qué estás enroscada en una bola protectora? —quiso saber. 
Esa era una buena pregunta. 
Me encogí de hombros. 
—Escuché que ella es tuya —señaló Lawson, HM se enderezó, se dio vuelta 
hacia él y yo estaba tan sorprendida por ese comentario, por una variedad de 
razones, que mi cabeza se levantó para que pudiera poner mi barbilla en el espacio 
entre mis rodillas. 
—Es mía —confirmó HM con firmeza. 
—No lo soy —lo negué probablemente no con tanta firmeza. 
Lawson estaba mirando a HM pero cuando hablé sus ojos se volvieron hacia 
mí. Me miró fijamente en lo que parecía ser atentamente durante unos minutos 
después un lado de su boca se alzó y miró al piso un segundo antes de volver a 
mirarme. 
—Debo hacerte algunas preguntas —dijo suavemente—. ¿Estás abierta a ello? 
HM se acercó a mi lado, justo a mi lado, de un modo en el que su lado 
inferior se apoyaba contra mi lado superior y su mano no abandono mi cuello pero 
se deslizó a mi nuca. 
—Pregunta —ordenó brevemente, contestando por mí, Lawson lo miró y 
después se sentó de nuevo. 
Levanté la barbilla de mis rodillas pero la mano de HM en mi cuello no se 
movió. Su posición parecía ser posesiva, una indicación para Lawson de que me 
estaba‖ reclamando.‖ Pero‖ esa‖ mano<‖ esa‖ mano‖ parecía‖ ser‖ de‖ apoyo,‖ una‖
indicación de que estaba preocupado por mi estado mental y, además, le 
importaba. 
Ahora, ¿qué hacía yo con eso? 
Me concentré en Lawson y no en HM y vi que él estaba inclinándose hacia 
delante otra vez sobre sus rodillas. 
—Dime qué pasó —dijo con cuidado. 
Tomé aire. Luego dije: 
—Escuché un estruendo, me despertó y lo supe, lo supe del modo en que 
sabes cuando tienes una pesadilla, te despiertas de un tirón y tu cuerpo está todo 
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agitado y sólo lo sabes, sabes que alguien está en el cuarto para cortarte en pedazos 
y no te puedes deshacer de esa sensación, ¿sabes a lo que me refiero? —hice una 
pausa y él asintió—. Supe de ese modo que había alguien en mi casa pero supe que 
era en serio —asintió de nuevo y seguí hablando—. Así que, llamé al 911 pero no 
antes de que pensara que necesitaba un bate de beisbol. Pero, mientras esperaba 
por ustedes, decidí que no quería un bate de beisbol, quería una palanca. Un bate 
tiene más superficie así que la fuerza del golpe sería repartida. Una palanca 
funcionaría mejor. ¿Tú qué crees? 
Los dedos de HM se apretaron con más fuerza en mi cuello pero Lawson, que 
evidentemente no seguía mis incoherencias, preguntó: 
—¿Qué pienso? 
—¿Bate de beisbol o palanca? ¿Cuál querrías si estuvieras en una situación 
alarmante? 
Hizo una pausa de un segundo, sosteniéndome la mirada, antes de contestar 
suavemente: 
—Gwendolyn, tengo un arma. 
¡Jesús! Por supuesto. Tenía un arma. Podía dispararle a un maleante. No 
necesitaba un bate. 
Un arma sería de utilidad pero no estaba segura de que estuviera lista para 
ella. 
—Oh, sí —susurré—, cierto. 
Esbozó una pequeña sonrisa y me incitó: 
—Así‖que‖llamaste‖al‖911< 
—Sí, entonces tomé mi globo de nieve porque eso era todo lo que tenía —le 
dije y frunció el ceño. 
—¿El que está en la sala? 
Había bajado cargando mi gatito feliz cuando fui a recibir a la policía. El 
oficial que me llevó a un recorrido por mi casa al final tuvo que quitármelo de las 
manos y ponerlo aparte. 
—El que está en la sala —respondí. 
—Generalmente está en la mesita de noche de Gwen —añadió HM y los ojos 
de Lawson se apartaron de mí a pesar de que no movió la cabeza sino que giró el 
cuello para alzar la vista hacia él. 
Ahí estaba. La prueba. Él totalmente podía ver en la oscuridad. 
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—¿Te diste cuenta de ello? —pregunté y los negros ojos de HM se inclinaron 
hacia mí mientras sus dedos le daban otro apretón a mi cuello. 
—No me pierdo mucho, nena. 
¡Mmm! Lo sospechaba pero, aun así, no creía que eran buenas noticias. 
—Ajá —murmuré. 
—Gwendolyn —me llamó Lawson y volví a mirarlo—. ¿Qué pasó después de 
que agarraras el globo de nieve? 
—Fui a la pared y me pegué a ella, miré fijamente a la puerta y esperé. 
Primero vi la linterna después la mano abriendo mi puerta muy lentamente —me 
detuve porque los dedos de HM se apretaron, este no era un apretón, esto era algo 
más y sus dedos no se aflojaron. Tenía que admitir que a pesar de que no quería 
eso, esa fuerte presión se sentía bien—. Consiguió abrirla unos treinta centímetros, 
quizás más y entonces ahí estaban las sirenas y se fue. Lo escuché bajar corriendo 
las escaleras. 
—¿Lo? —preguntó Lawson. 
—Era la mano de un hombre —le comenté—.‖Blanco<‖este<‖cauc{sico‖—usé 
jerga policiaca de un programa de televisión. 
—La mano de un hombre —repitió Lawson. 
—Este<‖sí‖—confirmé. 
—¿Estás segura de que era la mano de un hombre? —preguntó Lawson y le 
sostuve la mirada. 
Entonces dije suavemente: 
—No era Ginger. 
Otro apretón de los dedos de HM pero esta vez se relajaron. 
Lawson se recostó y me estudió. 
—¿Tu‖hermana?‖―inquirió. 
—Sé que está en problemas. Malos problemas. Y sé que ese es el

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