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UNIVERSIDAD COMPLUTENSE DE MADRID FACULTAD DE GEOGRAFÍA E HISTORIA Departamento de Prehistoria, Historia Antigua y Arqueología TESIS DOCTORAL La educación de las mujeres espartanas MEMORIA PARA OPTAR AL GRADO DE DOCTORA PRESENTADA POR María del Mar Rodríguez Alcocer Directora Miriam Amparo Valdés Guía Madrid, 2019 © María del Mar Rodríguez Alcocer, 2018 FACULTAD DE GEOGRAFÍA E HISTORIA Departamento de Prehistoria, Historia Antigua y Arqueología Área de Historia Antigua TESIS DOCTORAL La educación de las mujeres espartanas MEMORIA PARA OPTAR AL GRADO DE DOCTOR PRESENTADA POR Mª del Mar Rodríguez Alcocer Bajo la dirección de: Dra. Miriam A. Valdés Guía Madrid, 2018 Mª del Mar Rodríguez Alcocer LA EDUCACIÓN DE LAS MUJERES ESPARTANAS Tesis Doctoral Dirigida por Dra. Miriam A. Valdés Guía Facultad de Geografía e Historia Departamento de Prehistoria, Historia Antigua y Arqueología Área de Historia Antigua Madrid 2018 Μάρ Ἐλαδίῳ ἀνέθεκε τόδε "El catedrático enseña al abogado, al médico o al ingeniero; pero al hombre le educan la madre, la mujer y la hija, porque la educación dura toda la vida" Concepción Arenal La mujer del porvenir 5 AGRADECIMIENTOS A pesar de ser un trabajo muy personal, una tesis no puede desarrollarse sin la ayuda y el apoyo de mucha gente, por eso quiero dedicarles unas palabras a todas aquellas personas e instituciones que me han ayudado a lo largo de estos cuatro años. Primeramente, me gustaría agradecerle su apoyo a Miriam Valdés, mi directora, mi maestra, de la que he tenido la suerte de aprender todo lo que me ha permitido llevar a cabo este trabajo, incluso desde antes de empezar con él. También quiero dar las gracias a todos aquellos profesores que han querido escuchar mis dudas y ayudarme a resolverlas. A Mª Cruz Cardete, por su disposición a proporcionarme bibliografía y por transmitirme su pasión por la enseñanza. A Fernando Echeverría y Ana Mayorgas, por las largas conversaciones sobre la aristocracia griega, la teoría de la oralidad y la angustia de la tesis. Al resto del grupo de investigación Eschatia, por estar siempre dispuestos a ayudarme en todo lo que fuera necesario. Es necesario dar las gracias especialmente a todo el antiguo Departamento de Historia Antigua, especialmente a Marga Sánchez porque gracias a ella he podido salvar la ingente cantidad de escollos administrativos que nos hace sufrir la administración pública española. Esta tesis no habría sido posible sin la financiación económica del Ministerio de Educación, Cultura y Deporte a través de un contrato FPU. Tampoco habría sido posible sin la ayuda del MINECO para proyectos de investigación que ha facilitado los viajes a congresos internacionales donde he podido conocer a investigadores como Stephen Hodkinson o Timothy C. Power, estudiosos que han visto algo bueno en mi trabajo y han decidido regalarme sus amables recomendaciones. Tampoco hubiera sido factible sin el apoyo de los profesores Rosalind Thomas, de la U. Oxford, y Emanuele Greco, director de la Scuola Archeologica Italiana di Atene, que me han facilitado la posibilidad de trabajar en estos grandes centros de sabiduría y de conocer buenos investigadores dedicados a temas próximos al mío. Mis estancias en el extranjero me han proporcionado una enseñanza, no sólo académica, sino también de vida. Por ello quería agradecer a todas aquellas personas que he conocido, especialmente a Laura, Antonio y Marie. Tampoco quiero dejar pasar la oportunidad de dar las gracias a Panos Papadolias y Vasilis Stamatakos, ciudadanos espartanos que, si hubieran nacido en el siglo V a.C., habrían sido los más virtuosos espartiatas. 6 En la UCM he tenido la suerte de contar con buenos compañeros de doctorado en el Departamento de Historia Antigua con los que he podido compartir la organización del Encuentro de Jóvenes Investigadores y la publicación de la revista Antesteria: Diego, Chapi, Aida, Marina y David. También a Sergio, colega de teorías, que ha leído y escuchado muchos de mis “rollos”. Pero, sobre todo, he tenido la inmensa suerte de compartir estos años con mis amigos de Fasti Congressuum: Cristina y sus órdenes laconias, a pesar de ser muy romana, Irene por ponerle banda sonora a la vida, Nerea, por añadirle gifs a la banda sonora, David, porque ha tenido que sufrir mis textos en inglés y Alberto, porque se puso al día rápidamente. Especialmente quiero agradecer a Elena todas las veces que ha conversado conmigo, que hemos discutido por la interpretación de la misma estela, que me ha pedido ayuda y me ha dado la suya. Muchísimas gracias. Quiero dedicarle una mención muy especial a Zora que siempre ha creído en mí y ha visto cosas que la mayoría de las veces yo misma era incapaz de percibir. No puedo pasar por alto a todo a mi pueblo, Albalate de Zorita (Guadalajara). Quiero corresponder con estas palabras al cariño que me ha prestado su gente porque de todos he aprendido algo, especialmente del grupo Albazor de los que he aprendido mucho sobre folklore y el respeto a las tradiciones. También quiero agradecer a mis amigos (Tamara, Mónica, Gloria, Joni, María, Eva…) por todas las ocasiones surrealistas que he vivido con ellos. De allí son mis padres y la mayoría de mi familia a los que quiero reconocer su paciencia al soportar mi estrés durante este periodo. Todos los agradecimientos del mundo se merece Rafa, mi marido, mi compañero en este largo viaje a Ítaca, que no sólo me ha soportado sino que ha seguido queriéndome a pesar de la gran cantidad de sinsabores que trae la tesis consigo. Finalmente, quiero darle las gracias por todo a mi abuela, Rosalía Plaza Villanueva, por estar siempre disponible para todo lo que sea necesario, y a mi abuelo, Eladio Alcocer Corralo, al que dedico este trabajo porque ha sido un ejemplo de vida y de optimismo absolutamente fundamental, no sólo para acabar esta tesis doctoral, sino para seguir siempre adelante. 7 ÍNDICE I. Introducción ............................................................................................................... 9 II. Estado de la cuestión .............................................................................................. 20 1. La educación ....................................................................................................... 22 2. La mujer ............................................................................................................. 31 3. Los ritos juveniles .............................................................................................. 41 III. Época arcaica: los coros y el poeta-educador ....................................................... 51 1. Oralidad, tradición y educación ......................................................................... 52 2. De la épica a la lírica. Lo que Alcmán aprendió de Homero y de Hesíodo ...... 77 3. Alcmán en contexto ........................................................................................... 94 3.1. Datos biográficos y contexto histórico-cultural............................................ 94 3.2. Los maestros, los receptores y la expresión del ethos de la polis .............. 101 3.3. El nexo sentimental: música, danza e interpretación ................................. 117 4. Los partenios de Alcmán ................................................................................... 132 4.1. El mito de los Hipocoóntidas ..................................................................... 133 4.2. Estructura narrativa y secuencia temporal ................................................. 138 4.3. La perspectiva de género: homosexualidad, masculinidady feminidad en los partenios ...................................................................................................... 148 4.4. La ofrenda a la diosa .................................................................................. 162 IV. Época clásica: La educación en el sistema de Licurgo ...................................... 173 1. Alcmán después de Alcmán: la canonización de sus poemas y su proyección exterior ............................................................................................................. 174 2. El origen de la agoge: transformaciones sociales y políticas en el siglo VI a.C. .......................................................................................................................... 184 2.1.Discusión historiográfica en torno a la fecha de instauración de la agoge. .................................................................................................................... 184 2.2. La Esparta aristocrática del siglo VI a.C. ................................................. 190 2.3. El momento del cambio: la segunda mitad del siglo VI a.C. ................... 200 3. La mujer en la agoge ........................................................................................ 209 3.1.Papel cívico de la mujer como educadora. ¿Una paideia para las mujeres? .................................................................................................................... 209 3.2.Morfología de la paideia femenina ............................................................ 234 3.2.1. Grupos de edad ................................................................................. 245 8 3.2.2. Una mousike clásica ......................................................................... 257 3.2.3. Problemática sobre la alfabetización ................................................ 276 3.2.3.1.Espartanos “analfabetos” y propaganda ateniense ............... 279 3.2.3.2.Alfabetización femenina en Grecia ¿Podemos saber algo sobre Esparta? ................................................................................ 301 4. Conclusiones ..................................................................................................... 311 V. Educación física .................................................................................................... 313 1. El deporte femenino en Esparta: origen y función ........................................... 314 2. Las espartanas y Olimpia .................................................................................. 333 3. Ejercicios .......................................................................................................... 342 4. El desnudo femenino ........................................................................................ 350 5. Conclusiones ..................................................................................................... 381 VI. Ritos de juventud .................................................................................................. 384 1. Paisajes identitarios y de memoria colectiva ..................................................... 385 1.1. Definición de paisaje .................................................................................. 386 1.2. Paisajes de género ....................................................................................... 391 1.3. Paisajes étnicos ........................................................................................... 393 1.4. Paisajes como expresiones de poder ........................................................... 400 1.5. Frontera ....................................................................................................... 404 2. Apolo Amicleo y las Jacintias ........................................................................... 411 2.1. La conquista de Laconia y la identidad cívica ............................................ 412 2.2. Ritos femeninos y juveniles en las Jacintias ............................................... 425 3. Ártemis............................................................................................................... 437 3.1. Las Guerras Mesenias y los santuarios de Ártemis como lugares fronterizos .................................................................................................................... 437 3.2. Los ritos de juventud femeninos dedicados a Ártemis .............................. 458 4. Dioniso ............................................................................................................... 477 5. Helena y las Leucípides ..................................................................................... 499 6. Conclusiones ...................................................................................................... 531 VII. Conclusions ....................................................................................................... 533 VIII. Bibliografía ....................................................................................................... 543 Anexo I – Materiales arqueológicos .............................................................................. 629 Anexo II – Santuarios .................................................................................................... 653 Resumen/abstract ........................................................................................................... 661 9 I INTRODUCCIÓN 10 Esparta es, probablemente, una de las sociedades antiguas más mitificadas a lo largo de toda la Historia occidental. Vista como el paradigma de la sociedad militarizada, todos los aspectos de la forma de vida de sus ciudadanos se han percibido, tanto en la Antigüedad como en momentos posteriores, en función de la guerra. La realidad es mucho más compleja, aunque la supuesta militarización ha encaminado la historiografía hacia la discusión sobre el aspecto bélico de las instituciones, las divinidades, sus valores, etc. En definitiva, la militarización ha condicionado los intereses investigadores sobre cualquier aspecto, incluida la perspectiva de género. La mayoría de las fuentes caracterizaron la masculinidad y la feminidad espartanas en función de una ideología bélica. Los investigadores, hasta muy recientemente, han asumido que la militarización de la sociedad espartana es superior a la de otras comunidades griegas cuando todas ellas compartían ideales muy similares1. La diferencia es que en el resto de ciudades las virtudes aristocráticas, que trataré en diversas ocasiones a lo largo de esta tesis, se han contextualizado según la ideología específica de cada momento histórico mientras que en Esparta se han considerado iguales, al menos desde Tirteo. Este problema deriva de otro gran escollo que dificulta la investigación: la supuesta estabilidad y uniformidad de las costumbres y las instituciones espartanas. En Esparta ha sido una constante la negación del cambio histórico, tanto entre los autores antiguos como entre muchos historiadores modernos hasta bien entrado el siglo XX. Por suerte, poco a poco va cambiando esta visión. Las fuentes insisten en que la sociedad espartana y sus instituciones siempre fueron iguales desde que Licurgo las estableció y, cuando la ciudad cambió, fue por la corrupción de la sociedad. Los momentos de crisis se trataron de paliar volviendo de nuevo a la constitución licurgea. Desde que François Ollier publicara su magnífico estudio Le mirage Spartiate (1933), los esfuerzos de los investigadores han ido encaminados a matizar muchos aspectos de este tradicionalismo. A lo largo de esta tesis doctoral este concepto saldrá recurrentemente por la relevancia que le dieron los ciudadanos lacedemonios. Es más, la elección de la metodología específica viene de la necesidad detratar de explicar por qué eligieron enfatizar tan insistentemente el tradicionalismo y cómo afecta 1 Hodkinson (2006, 111-162) es el primero que ha intentado romper el tópico del excesivo militarismo de los espartanos. También ha desarrollado una importante discusión historiográfica sobre la supuesta excepcionalidad de Esparta respecto a otras poleis. Sobre esta discusión son particularmente relevantes los dos capítulos publicados por Hansen (2009, 473-498) y Hodkinson (2009, 417-472) en el que el segundo insiste en que Esparta no era una sociedad excesivamente totalitaria pues apenas sabemos nada de lo público. 11 a nuestra visión de los cambios históricos. Siguiendo los estudios sobre memoria social, que analizo al principio del primer bloque (III), pretendo examinar cómo se configuró un sistema de adoctrinamiento tan estricto y cuáles fueron los elementos clave de la transmisión ideológica en Esparta. En resumen, busco estudiar los métodos que utilizaron los espartanos para que el sector ciudadano pensara y actuara de una manera relativamente unitaria. Esto significa que el concepto “educación” que aparece en el título de esta tesis doctoral tiene un sentido muy amplio y un profundo contenido ideológico. La amplitud del asunto hace necesario que el tema sea acotado mucho más. Por esta razón lo he centrado en el sector femenino y en la infancia y la juventud. En cuanto a la cuestión de la edad, el lector pensará que es muy obvio que un estudio sobre sistemas educativos esté centrado en esta etapa temprana de la vida, sin embargo, el ser humano nunca deja de aprender y las sociedades nunca abandonan el propósito de encauzar a sus individuos hacia un comportamiento acorde con lo que se espera de ellos. Incluso en las sociedades contemporáneas occidentales, en las que se pone el énfasis en sistemas educativos que fomenten una mentalidad liberal, se espera que el ser humano adulto actúe conforme a unos parámetros establecidos y se censuran los comportamientos que se salen de estos parámetros. En realidad, el ser adulto no depende del fin del aprendizaje sino que es un convencionalismo social basado en la evolución biológica del individuo, condicionado por la sociedad en la que vive. Un adulto sigue aprendiendo a lo largo de su vida, tanto intelectualmente como en las formas de comportamiento, aunque se asume que hay unos aspectos que ya ha obtenido, que lo definen como adulto y marcan su abandono de la etapa juvenil. La sociedad es la que impone cuáles son las aptitudes que tiene que tener un individuo para ser considerado adulto y el momento en el que eso ocurre, generalmente asociado a una edad aproximada dependiendo de la sociedad. No es lo mismo ser adulto hoy que serlo hace dos mil años en cualquier lugar y tampoco es lo mismo ser niño en ambos periodos porque cada sociedad define lo que entiende por “niño” y por “infancia” (CRAWFORD y LEWIS, 2009, 7). Por poner un ejemplo sencillo, en la España actual, un individuo, sea del sexo que sea, es adulto con 18 años porque la legalidad vigente así lo establece en función de su supuesta capacidad para construir una opinión política y asumir las responsabilidades ciudadanas. En la Atenas del siglo V a.C. sin embargo, una mujer podía ser adulta con 13 años porque su condición estaba definida su capacidad para tener hijos, no por su participación política ni su facultad de comprensión. 12 La necesidad de especificar que el sector elegido no se encuentra aún en la edad adulta viene de que su identidad está definida por los adultos que ya son completamente ciudadanos. La identidad de los niños y jóvenes de los dos géneros binarios tradicionales está integrada en la sociedad pero no es “completa” porque la sociedad aún no les ha conferido el estatus definitivo. Para que puedan adquirir ese estatus tienen que aprender a comportarse como tales a lo largo de toda su infancia, lo que supone que, paulatinamente, van adquiriendo las capacidades sociales que les llevará a ser integrados en el grupo cívico. En este sentido, es necesario estudiar dos aspectos: por un lado, las exigencias institucionales que impone la polis y, por otro, su papel activo en la comunidad en sus relaciones con las instituciones, sus familias y sus maestros. Este papel activo es especialmente difícil de analizar porque no tenemos documentación cotidiana que nos hable de su comportamiento y sus pensamientos, sólo tenemos documentación institucional sobre lo que debe ser, el ideal. A pesar de ello, sí se observa una necesidad de convertir a los niños en sujetos activos de la sociedad en los rituales o en las actividades cotidianas insertas en la agoge clásica2. Por eso, otro de los objetivos que nos planteamos es definir la identidad infantil, particularmente la femenina, y las posibles diferencias respecto de la identidad adulta. De este modo, en vez de hablar de educación en sentido amplio, este trabajo se centra en la educación de los individuos que no tienen la identidad cívica definitiva sino que se encuentran en una fase aún ambigua y que son de género femenino. Por otro lado, aunque sólo lo dediquemos al ámbito de la infancia, el concepto del que hablamos, “educación”, es aun así un término muy amplio en tanto que abarca aspectos cognitivos y sociales adaptados a las exigencias de la comunidad. No nos vamos a referir exclusivamente a una educación “escolar” sino a un sistema integral cuyo objetivo es formar individuos que actúen y piensen de manera similar. En este sentido, quizás el concepto más apropiado sea “adoctrinamiento”. Aunque “adoctrinamiento” tiene unas connotaciones negativas, se ajusta mejor que “educación” al caso espartano y a otros sistemas educativos antiguos. Hay historiadores que caen en el error de decir que no puede haber una educación si no hay estudio de las letras o si la formación del individuo no tiene carácter intelectual. Un 2 Vid. el bloque IV sobre los rituales donde me centro en la presencia de las jóvenes, pero también de los niños y jóvenes varones, en contextos cívicos. También en el capítulo sobre las mujeres como educadoras planteo el papel activo de las niñas en la represión de los hombres. 13 ejemplo especialmente llamativo es la explicación de Lawson y Silver relativa a la educación inglesa contemporánea: Over the past two centuries literacy and education had certainly grown in extent and also become more secularized: England was far more civilized as a result. The vast rural majority, however, still passed their lives in mental confinement, limited by their own experiences in a small circumscribed world riled by village custom and popularized religion (LAWSON Y SILVER, 1973, 39). Como muy bien dice Clanchy, estos autores igualan alfabetización con educación y asocian la alfabetización con la civilización y la secularización (CLANCHY, 1993, 9). La visión de Lawson y Silver es totalmente contemporánea y asociada a la idea de progreso. Antes del siglo XIX, no podemos decir que la educación tenga esos objetivos. Dice Margaret Mead, muy acertadamente, que la instrucción moderna da mucha más importancia a la escuela y a la conversión de los hijos analfabetos en individuos que leen y escriben cuando en las culturas primitivas había continuidad cultural entre los padres y los hijos (MEAD, 1943, 633). Es un error muy común considerar la educación antigua de la misma manera que la moderna precisamente porque los historiadores trabajamos desde el presente y definimos la educación en función de la que hemos recibido nosotros mismos. Estamos condicionados por el prejuicio de la alfabetización según el cual todos los cambios hacia un desarrollo mental y de las actividades intelectuales vienen provocados por la escritura (CASCAJERO,1993, 100, 128). Este prejuicio ya está en las fuentes antiguas, por ejemplo, en las críticas al analfabetismo espartano por parte de los atenienses del siglo V a.C. La crítica se inserta en contextos de enfrentamiento político pero tradicionalmente se ha visto el caso espartano como excepcional y el ateniense como el común a toda Grecia cuando, en realidad, la extensión de la alfabetización en la Atenas clásica es la excepción y no parece tan temprana como generalmente se piensa3. La educación en la Grecia antigua, especialmente en épocas arcaica y clásica, buscaba formar a los individuos en sentido general y en función de las necesidades de la comunidad. Esto implica que muchas veces no es necesario que los individuos tengan un conocimiento de las letras y que el mayor interés de la polis esté en la enseñanza de una ideología concreta para que el individuo apoye las decisiones tomadas por la comunidad en conjunto (DUCAT, 2006a, 145). 3 Vid. capítulo “Problemática sobre la alfabetización” en el bloque IV. 14 Es una educación que consideraríamos hoy en día informal porque se basa en la conversión del niño en adulto en función del comportamiento que la comunidad espera de él (SCRIBNER Y COLE, 1973, 555) o, en nuestro caso, de ella. He elegido seguir una perspectiva de género, además de por interés personal, porque en trabajos previos percibí que los estudios sobre la educación lacedemonia apenas han analizado en profundidad el sector femenino. Me permito adelantar un planteamiento que desarrollaré en el estado de la cuestión: los estudios sobre la agoge que se han hecho hasta ahora suelen analizar la educación femenina en un pequeño capítulo donde, o bien se presenta como una copia de la educación masculina, o bien aceptan el paradigma iniciático4 y su invariabilidad a lo largo del tiempo. Los estudios de género sobre mujeres espartanas, por su parte, cada vez inciden más en el papel activo de la mujer dentro de los mecanismos de control ideológico, especialmente en época clásica. No obstante, como en los estudios sobre la agoge, la fase formativa de las jóvenes se interpreta también siguiendo el paradigma iniciático y aceptando la continuidad de las instituciones arcaicas sin cambios. En este sentido, mi propósito es ver cómo actúa la mujer dentro del contexto educativo espartano de dos maneras: por un lado en un sentido pasivo, tratando de ver cuáles son los mecanismos formativos y cómo funcionan durante la infancia y juventud de las mujeres con el fin de que ellas actúen conforme a su identidad de género específica inserta dentro de la identidad cívica. Por otro lado, en un sentido activo, viendo cuál es su papel dentro del proceso educativo de los jóvenes. Todo ello lo voy a estructurar en sentido diacrónico, tratando de percibir cambios históricos en una serie de fuentes que han sido conscientemente manipuladas para utilizar la supuesta estabilidad institucional lacedemonia, tanto en sentido filolaconio como en sentido antilaconio. En la educación se percibe muy bien el intento de los espartanos por hacer que cualquier novedad parezca antigua, sobre todo en las descripciones que hicieron Jenofonte (Constitución de los lacedemonios) y Plutarco (en Vida de Licurgo, Máximas de espartanos y Máximas de mujeres espartanas); sin embargo, la comparación de ambas fuentes y la inclusión de otras permite establecer, al menos, dos modelos educativos diferentes, una educación 4 El “paradigma iniciático” es la aceptación de que todas las actividades rituales espartanas de carácter juvenil siguen el esquema propuesto por Arnold Van Gennep (1986 [1909]) por el cual, tras estos ritos, el individuo se integra con un estatus diferente en la comunidad. Se ha matizado mucho a lo largo del tiempo, abandonando el concepto “tribal” para integrar los ritos “iniciáticos” en el contexto cívico y en el marco de la polis. No obstante, se continúa usando la estructura genérica de los ritos de iniciación planteados por Van Gennep que sigue teniendo en muchos casos connotaciones “tribales”. 15 prelicurgea y otra licurgea, como iremos viendo, particularmente en los dos primeros bloques de la tesis. En el primero de los bloques (III) analizo en profundidad el papel de los poetas en la transmisión ideológica durante el arcaísmo. Especialmente, entro en la enorme problemática surgida tras el descubrimiento, a finales del siglo XIX, de los papiros de Alcmán, la única fuente directa sobre la educación femenina espartana. Aunque la mayoría de los estudios sobre este lírico y otros de su misma época se han centrado sobre todo en análisis filológicos, el objetivo de este bloque es situar en el contexto histórico e ideológico al poeta, haciendo especial hincapié en las metodologías de enseñanza en una sociedad oral, lo que permite comprender mejor cómo se transmitían las ideas y por qué todo parece tan oscuro en los fragmentos que han llegado a nosotros. Hay que ver al poeta no sólo como un cantor sino como un maestro, un gran conocedor de la sociedad que transmite todo lo que es relevante para que una joven llegue a ser adulta utilizando una metodología musical oral. El segundo bloque (IV) es una continuación del primero, en cierta medida. El objetivo es ver cómo se integran los métodos educativos de Alcmán en la forma de vida que se impone en Esparta desde fines del siglo VI a.C. para que la idea más generalizada que ha llegado a nosotros sea que nunca cambió nada. Partiendo de este objetivo, analizo el porqué de la “canonización” de los poemas de Alcmán tras su muerte y el desarrollo de la transmisión musical del conocimiento en época clásica, así como las razones del rechazo a la escritura como nuevo método. También estudio cómo se integra todo esto en un nuevo sistema ideológico de una sociedad bastante diferente a lo que había sido cuando Alcmán compuso sus cantos, incluida la concepción de la mujer. Por esta razón hay un capítulo dedicado al papel de la mujer como educadora y otro en el que examino la supuesta organización en grupos de edad de las mujeres que, en ocasiones, se ha comprendido como algo clave a la hora de readaptar los cantos corales a un sistema educativo mucho más organizado y controlado. El tercero de los bloques (V) trata sobre la educación física y la participación de las mujeres en competiciones deportivas. Dado que el ejercicio físico es una de las características mejor conocidas de las mujeres espartanas desde principios del siglo VI a.C., he considerado oportuno dedicarle un bloque específico separado del anterior, en el que también tendría cabida. La razón principal es que en muchas ocasiones el ejercicio se 16 ha considerado una característica clave de la agoge femenina5, mucho mejor adaptado a una supuesta ideología militarista que los coros de Alcmán. No obstante, planteamos un nacimiento del deporte relacionado también con una ideología aristocrática bien asentada antes de la instauración de la educación espartana clásica. Finalmente, en el bloque VI analizo en profundidad el aspecto religioso de estas actividades e ideas puesto que la mayoría de las veces en las que hablamos de coros, carreras u otras actividades físicas tienen lugar en un contexto ritual. Mediante performances, las niñas y las jóvenes ponen en práctica ante toda la sociedad lo que han aprendido en el día a día. La comunidad y la divinidad presentes en los rituales aceptan así el rol ambiguo de la joven en el momento de su juventud y se prefigura su rol futuro como mujeres casadas y madres. Si ya en los bloques VI y V insisto en el relevante papel de la mujer dentro de la transmisión ideológica, en este último adquiere especial relevancia al analizarlo en relación con los lugares donde se sitúan los santuarios.La ambigüedad de la juventud y del género femenino6 determinan que las divinidades relacionadas con estas identidades se ubiquen en santuarios construidos como fronterizos. En principio se podría percibir como una situación similar a otras comunidades donde lo que se pretende es separar a las mujeres y a los jóvenes del centro de forma temporal para reafirmar su rol, pero en Esparta además, sirven para integrar a estos sectores en la comunidad de una forma mucho más activa. Son localizaciones estrictamente necesarias para la configuración ideológica de la sociedad puesto que la memoria histórica espartana relaciona la conquista de Laconia y Mesenia con la construcción de las instituciones y la ideología comunal espartanas. Muchos episodios de la conquista tienen como protagonistas a las mujeres y a los jóvenes porque son fundamentales en la construcción de la identidad ciudadana y de un pensamiento unitario. Por estas razones y por la relación que tiene el aprendizaje en contextos orales con las percepciones sensoriales, especialmente visuales, he considerado necesario incluir algunas premisas metodológicas sobre arqueología del paisaje en este último bloque, entendiendo el paisaje como una fuente más donde los espartanos extrapolaban sus percepciones sobre su propio pasado. 5 Vid. bloque IV, capítulo “Morfología de la paideia femenina”, donde trato la cuestión sobre si se puede hablar de una agoge, es decir, un sistema educativo organizado por la polis para las mujeres. 6 La ambigüedad de tiene que ver con el carácter marginal que define, para los griegos, la etapa juvenil y a la mujer. Además, considero clave el concepto de “ambigüedad” para entender cómo se sitúan los santuarios en el paisaje así como para comprender las características de los rituales, ya que tiene que ver mucho con la “liminalidad” de estos espacios y de las identidades de los que realizan los ritos. 17 Para analizar estos aspectos, he recurrido a todo tipo de fuentes: arqueológicas, textuales, iconográficas y epigráficas. Además de que todas las fuentes son valiosas para el análisis de las sociedades, la escasez de fuentes directas que tenemos sobre esta ciudad obliga a recurrir a todo lo disponible, que no es mucho. Apenas tenemos documentación local sobre la forma de vida de los habitantes de Esparta, especialmente en lo que a textos se refiere, aunque tampoco en arqueología y en epigrafía. La epigrafía es escasa en general y en época clásica, además de haber poca, es parca en detalles. Hay dos excepciones, la estela de Damonón, del siglo V a.C. (IG V, 1, 213) y el himno dedicado a Atenea Poliuco (SEG 11, 625). Los demás restos epigráficos se corresponden con dedicaciones a divinidades cuyos textos no aportan demasiados detalles, sólo el nombre del oferente y la divinidad o héroe al que ha sido dedicado7. La ventaja es que algunos de estos documentos han permitido localizar ciertos santuarios que, hasta el momento del descubrimiento de las ofrendas donde se encontraban las inscripciones, no habían sido situados8. Sólo en época romana el corpus epigráfico es suficientemente significativo y detallado como para aportar información mucho más específica9 sobre rituales, actividades agonísticas, etc. Obviamente, esto no es casual y tiene que ver con el devenir histórico de la escritura y con la necesidad de controlar las formas de difusión de la información10. La mayoría de las inscripciones de momentos anteriores a época romana han aparecido en las intervenciones arqueológicas que se han hecho en la ciudad moderna, Sparti, y en Laconia, especialmente en los santuarios11. Algunos, como el de Ortia12, el 7 Han aparecido, en su mayoría, en los lugares donde se han desarrollado las excavaciones más exhaustivas. En la Acrópolis se encontraron pequeños objetos inscritos de bronce o cerámica, dedicados a Atenea Poliuco/Calcieco (HONDIUS y WOODWARD, 1919, 117-132; WOODWARD, 1928, 241-254), también los hay dedicados a Ortia (HONDIUS y WOODWARD, 1919, 88-117). En el santuario de Amiclas no aparecieron apenas inscripciones en piedra, aunque sabemos que la mayoría de la piedra fue reutilizada, y en bronce o cerámica tampoco hay apenas, sólo un grafito del siglo III a.C. (EDMONDSON, 1959, 162- 164). En el Meneleo tampoco hay nada de epigrafía, sólo algunos objetos de bronce como un aríbalo y un harpax dedicados a Helena y una pequeña estela de piedra con una dedicación a Menelao (CATLING, 1976, 36). 8 Un ejemplo es el santuario de Deméter en el Taigeto, conocido por las inscripciones encontradas en la localidad de Kalyvia Sokhas (TOD, 1952, 118-122). 9 Por ejemplo, en el teatro (WOODWARD, 1925, 210-254) o la estoa romana (SPAWFORTH, 1994, 433- 441). De época helenística tenemos unas cuantas en el área de las Liga Eleuterolaconia (HONDIUS y WOODWARD, 1919, 132-143). 10 Vid. capítulo “Espartanos analfabetos y propaganda ateniense” del bloque IV donde se discute la cuestión de la escasez epigráfica espartana. 11 En el anexo II se incluyen imágenes de los santuarios, así como distintos mapas con las localizaciones. 12 Se publicó parte del trabajo en The Annual of the British School at Athens, desde principios del siglo, y el estudio definitivo fue publicado en 1929 (DAWKINS, 1929). 18 de Atenea Poliuco13 o el de Apolo Amicleo14, fueron estudiados entre finales del siglo XIX y principios del siglo XX y hemos perdido mucha información debido a la metodología arqueológica de la época, aunque hoy en día, al menos en el Amicleo, se están continuando los trabajos con nuevos métodos15 que están sacando a la luz datos muy relevantes. Otros, como el Meneleo, han sido estudiados más recientemente, aunque la mayoría de las publicaciones se centran en los materiales de época micénica16. Otros datos arqueológicos sobre los santuarios laconios han llegado a través de prospecciones y excavaciones puntuales, como los de Dioniso Colonatas (STIBBE, 1991, 1-44), Apolo Maleatas (CHRISTOU, 1963, 86-88) o Apolo Tiritas (PHAKLARIS, 1990). A ello hay que añadir los materiales descontextualizados y la cantidad de excavaciones de urgencia que nunca se han llegado a publicar (PAVLIDES, 2018, 4), afectando tanto a santuarios como a zonas de hábitat, mucho menos estudiadas en general salvo por el proyecto Laconia Survey, dirigido por Cavanagh (1996, 2002), centrado en el área en torno a Sparti y las excavaciones en las fronteras con Argos y Arcadia (PAVLIDES, 2018, 1). A pesar de ello, sí se han hecho estudios de materiales, tanto de los santuarios como de los objetos exportados17 y otros trabajos sobre topografía de la ciudad18. En cuanto a las fuentes literarias tenemos dos panoramas generales. Por un lado, la mayoría de ellas son externas y están muy influidas por el mirage espartano, tanto las 13 Las excavaciones del santuario de Atenea Poliuco/Calcieco las llevó a cabo también la Escuela Arqueológica Británica en Atenas, dirigidas por Dickins y publicadas también en el anuario de la misma a partir de 1906 en breves notas (1906, 439; 1908, 143-146). En los años 20 se retomaron los estudios del santuario cuando Woodward publicó los datos de los materiales, en algunos casos con colegas como Hondius (1919-1920, 117-132) y en otros casos en solitario (1926-1927, 37-48; 1927-1928, 1-107) y toda la epigrafía aparecida en la Acrópolis (1926-1927, 241-254), la mayoría proveniente del santuario de Atenea (1924) y Lamb los bronces junto a los de Ortia (1926-1927, 82-106). 14 Para un resumen de las publicaciones del Amicleo hasta la nueva campaña de excavación vid. Moreno Conde (2008). 15 Aparte de las publicaciones científicas derivadas de los trabajos del equipo de Delivorrias (2009, 133- 136 y vid. capítulo“Apolo Amicleo y las Jacintias” en bloque VI) decidieron dar visibilidad al santuario y a sus trabajos a través de una web: http://www.amyklaion.gr/ 16 La Escuela Arqueológica Británica ha trabajado especialmente en el Meneleo hasta el 2009 cuando se publicó el volumen de las excavaciones centradas en la Edad del Bronce (CATLING et al., 2009). 17 Vid. el capítulo sobre “El origen de la agoge” en la sección donde hablo sobre los materiales arqueológicos del siglo VI a.C. y también el capítulo “El desnudo femenino” y en el bloque final sobre santuarios (VI). 18 Los primeros, basados en los textos y en las primeras excavaciones, se desarrollaron a finales del siglo XIX (CROSBY, 1893, 335-373; 1894, 212-213) y principios del siglo XX (FOSTER y WOODWARD, 1906, 219-267; WACE y HASLUCK, 1907, 161-182; 1908, 158-176; OMEROD, 1909, 67-71). Después fueron apareciendo otros trabajos de manera más dispersa con un gran parón desde los años 30 hasta los 80 (HONDIUS y HAEFTEN, 1919, 144-150; BÖLTE, 1929, 1294-1374; PRONTERA, 1980, 215-230; STIBBE, 1989, 61-99; WAYWELL, 1999, 1-26; SIRANO, 2000, 399-457; CHAPIN y HITSCHCOCK, 2007, 255-264; GRECO, 2011, 53-77; TOSTI, 2016, 165-176). http://www.amyklaion.gr/ 19 que tienen un carácter filolaconio como las contrarias, de las que tenemos la mayor parte del corpus documental relativo a Esparta. Además, una de las fuentes que ofrece más detalles es Plutarco, un autor muy tardío y con intereses moralistas, lo que dificulta el establecimiento de una datación clara de muchos hechos y favorece la idea de que Esparta nunca cambió. Por su parte, los autores locales son, bien líricos de época arcaica, o bien historiadores de época helenística. Los cantos de los primeros, especialmente Alcmán, se pusieron por escrito varios siglos más tarde de su composición y los trabajos de los historiadores laconios de época helenística, como Sosibio, sólo se conservan en referencias de otros autores. A estos problemas hay que sumarle que todos estos documentos han llegado extremadamente fragmentarios. A pesar de lo desalentador que pueda suponer este bagaje documental, la metodología aporta unas nuevas perspectivas de análisis, por eso es tan importante en este estudio la integración de distintos aspectos metodológicos, no sólo la perspectiva de género sino también los estudios culturales, especialmente centrados en la transmisión del conocimiento oral y en la construcción de los paisajes históricos. 20 II ESTADO DE LA CUESTIÓN 21 Una de las razones principales por las que he elegido este tema de tesis es la escasez de estudios centrados en la educación de las mujeres espartanas. Es cierto que se ha trabajado en muchas ocasiones de forma indirecta, pero en realidad sólo los estudios de Claude Calame (1977) y de Jesús Cepeda (2006) se centran exclusivamente en el tema, aunque el primero sea un estudio con fines principalmente filológicos centrado en Alcmán y el segundo sea una tesis general sobre la mujer espartana enfocada en la identidad de género, sin particularizar demasiado en la edad. La novedad del primero respecto a otros estudios previos sobre el lírico, fue que Calame tuvo en consideración la sociedad en la que componía el poeta, es decir, las particularidades históricas de Esparta, algo poco habitual en el resto de interpretaciones sobre los partenios19, lo que convirtió el trabajo en un referente tanto para los filólogos que investigaban sobre lírica coral como para los historiadores culturales que trabajaban sobre Grecia. No obstante, el libro adolece de distinción diacrónica, seguramente por la formación filológica del autor y por el carácter estructuralista de la obra que también condicionó la definición de varios aspectos de la sociedad espartana. El autor escribe sobre una sociedad con ritos de tipo tribal, definidos así por el supuesto carácter iniciático de los mismos. Incluso desde antes de la publicación del libro de Calame, las críticas y matizaciones que se han ido haciendo al concepto de iniciación, intentando insistir en la particularidad de cada rito (BURKERT, 2002, 13-27) o usando otros conceptos más específicos como “transición” o “liminalidad” (TURNER, 1967, 94-130; FRIEDRICH, 1978, 132ss), han hecho necesario un nuevo trabajo que intente ver la cuestión fuera del sesgo iniciático o, al menos, matizándolo mucho, más si cabe, si insistimos en la necesidad de abandonar una imagen de Esparta apenas cambiante que sigue perpetuándose en muchos análisis centrados en lo religioso o en ciertas costumbres consideradas muy enraizadas en el tiempo. Más allá del trabajo de Calame no ha existido ningún otro estudio que haya entrado en todas las particularidades de la educación femenina lacedemonia. No obstante, sí hay abundante bibliografía sobre los tres principales focos de estudio. Por un lado, la educación espartana, por otro lado, la mujer en Esparta y, finalmente, la cuestión de los ritos juveniles y de los santuarios lacedemonios. 19 A lo largo del bloque III profundizo en estas cuestiones. 22 1. La educación. Aunque la educación espartana fue un modelo a seguir desde, al menos, época romana, el inicio de una investigación formal sobre las formas educativas griegas surge a principios del siglo XX con el estudio de Freeman (1969 [1907]) en el que dibuja una educación espartana extremadamente violenta. Este estudio no tuvo demasiada repercusión y hasta los años 30 del siglo XX no se vuelve a plantear un trabajo amplio sobre la educación griega. Werner Jaeger (1996 [1933]) publica su famoso libro sobre la paideia ática de época clásica sin dedicar una sola página al modelo espartano. La razón la explica él mismo en el prólogo: “Esta exposición no se dirige sólo a un público especializado, sino a todos aquellos que, en las luchas de nuestros tiempos, buscan en el contacto con lo griego la salvación y el mantenimiento de nuestra cultura milenaria” (1996 [1933], VII). Jaeger se estaba refiriendo a la I Guerra Mundial, un momento crítico para Alemania que sirvió de base para el surgimiento del ideario nazi. Otros clasicistas contemporáneos a él, como von Vacano20 (ROCHE, 2012, 315-342) decidieron seguir al nazismo, exagerando extremadamente el dorismo (ARNOLD, 1990, 464-478) que ya, per se, estaba presente en el ideario alemán nacional decimonónico (HODKINSON, 2011, 298-299). Frente a Vacano, el estudio de Jaeger utilizaba una metodología positivista bien estructurada que intentaba recordar las ventajas de la reflexión del humanismo ático. También en un momento crítico Henri I. Marrou concibe su Historia de la educación en la Antigüedad (1971[1948]). No es sorprendente en este sentido que su referente sea, como él mismo reconoce, el libro de Werner Jaeger, así como el del Padre Festugière, ambos representantes del humanismo clásico “útil” que pretendía hacer resurgir “la llama de la libertad precaviéndolos contra el falso prestigio de la barbarie totalitaria: de ahí proviene la amarga pasión con lo que por ejemplo se combate en este libro el ideal espartano o, más exactamente, sus ilusos o pérfidos admiradores” (MARROU, 1971, 6). Marrou criticaba así el uso que Vacano y otras figuras del régimen nazi habían hecho del modelo espartano para crear una mentalidad paramilitar en los jóvenes alemanes y, antes de ellos, en la Francia del siglo XIX. De esta manera, 20 El título de su obra más importantes es muy esclarecedor: Sparta: Der Lebenskampf einer nordischen Herrenschicht signifca “Esparta: la lucha vital de una casta dominante nórdica”. Para una breve biografía de von Vacano vid. Miller (2012, 237-252). 23 interpretaba la educación espartana en un sentido totalitario, alabando el origen de los ideales cívicosarcaicos pero viendo la Esparta clásica como la corrupción de los mismos. Hay que esperar hasta los años 60 para ver nuevas publicaciones de mayor calado sobre la educación griega. Frederick Beck publica en 1964 su Greek Education, 450-350 B.C. donde pasa de hablar de la educación oral homérica, influido por los estudios de Milman Parry (1971), Webster (1970) y otros21, a una educación cada vez más alfabetizada. El trabajo de Beck analiza la educación ática clásica siguiendo los parámetros de la educación liberal contemporánea: alfabetización temprana, apertura de la educación a cualquiera y escolarización, obviando otros sistemas educativos de la misma época como el lacedemonio. Hasta prácticamente los años 90 del siglo XX no hay una reflexión integral sobre la educación espartana y viene de un especialista inglés, no de un estudioso de la educación. Paul Cartledge (2001d [1992], 79-90) publica un breve artículo donde presenta la educación espartana como un sistema público e integral partiendo de una comparación con el modelo educativo ateniense. Cartledge planteaba que en la primera fase de la educación aprendían los elementos básicos de la educación: leer, escribir, música y ejercicio (2001, 85). En una segunda fase, a partir de los 12 años, se fomentaba mucho más el aspecto físico y comenzaban a tener relaciones pederastas (2001, 87) que duraban hasta su entrada en el grupo ciudadano. En 1993 Beck publica un pequeño estudio (1993, 16-3122) en el que intenta puntualizar aspectos especialmente dudosos o polémicos como la música, las fases de edad o el final de la agoge. Aunque hasta los años 90 no se recupere una reflexión sobre el asunto, esto no significa que no hubiera antes otros estudios. De hecho, se habían planteado muchos artículos o capítulos de libros específicos sobre temas muy variopintos concernientes a la educación. Las fases de edad, la pederastia propedéutica, el deporte, los ritos de jóvenes, etc. habían sido estudiados en profundidad por gran cantidad de autores. Las fases de edad, por ejemplo, generalmente fueron analizadas con metodología filológica a través de los epígrafes helenísticos y romanos aparecidos en las excavaciones y comparándolos con las fuentes literarias (BILLHEIMER, 1947, 99-104; TAZELAAR, 21 Vid. capítulo “Oralidad, tradición y educación” del bloque III. 22 En este trabajo repasa el origen literario de los estudios sobre la agoge. 24 1967; EISENSTADT, 1971, 143-146; MACDOWELL 1986, 159-167). Todos estos estudios aceptaban la continuidad de los grupos de edad a lo largo del tiempo y la discusión se centraba en las edades correspondientes a los nombres, como por ejemplo en el trabajo de Chrimes (1949, 94) donde proponía que las fases se correspondían con el entrenamiento militar durante la efebía. Más tardía fue la generalización de los estudios sobre pederastia propedéutica. En la mayoría de los casos se enfatizaba sobre todo el carácter educativo (DEVEREUX, 1968, 69-92; 2001c [1981], 91-105), aristocrático (BUFFIÈRE, 1980) o iniciático (SERGENT, 1986a)23 de la misma, minimizando el erotismo inherente al asunto. No obstante, la excepción fue el magnífico trabajo de Dover (1978) donde integraba todos estos aspectos, planteando una visión cultural pero, a la vez, dando relevancia al erotismo. Dover incluyó un capítulo sobre el ámbito dorio y otro sobre la homosexualidad femenina. En el primero relacionaba la homosexualidad doria con el carácter militarista de la sociedad espartana y con la necesidad de establecer una institución socializadora que sustituyera las relaciones padre-hijo (1989 [1978], 185-196). El segundo tenía la particularidad de que no sólo trataba la figura de Safo sino también las relaciones de heteras y, en apenas dos páginas (179-181), reseñaba la situación ambigua de los coros de Alcmán sin atreverse a posicionarse sobre su carácter erótico. Un año después apareció el recopilatorio de los artículos de Halperin sobre la homosexualidad griega titulado One hundred years of homosexuality (1990), completamente deudor de la Historia de la sexualidad. II. El uso de los placeres (2007 [1984]) de Michel Foucault en el que estudiaba la construcción cultural del sexo. Halperin sólo mencionaba las relaciones homosexuales dorias en un contexto de dominación. No obstante, este libro, junto al de Dover, sentaron las bases de estudios posteriores. Por otro lado, la participación deportiva espartana en los grandes santuarios y dentro de su comunidad también se había analizado con relativa profundidad (MORETTI, 1946, 87-103; PATRUCCO, 1975, 395-412; THOMPSON, 1985, 57-66), especialmente en su relación con la guerra (BRELICH, 1961). Es probablemente en este foco de interés donde primero se planteó una reflexión sobre el sistema educativo femenino espartano debido a la abundancia de fuentes sobre el deporte de las espartanas. Harris (1964, 180- 23 En este sentido, Bethe (1907, 438-475) ya había planteado el carácter iniciático de la pederastia doria a principios de siglo. 25 185) incluyó un capítulo sobre las competiciones femeninas en su libro sobre el atletismo griego, aunque hasta los años 80 no se empezó a profundizar en estas cuestiones con el libro de Arrigoni (1985) en el que había un análisis del deporte femenino griego. Arrigoni hizo particular hincapié en el caso espartano, quizás demasiado dependiente de la ritualidad. Tras este estudio se empezaron a suceder trabajos sobre la mujer atleta en Grecia, tanto de carácter general (BÉRARD, 1986, 195-202; BERNARDINI, 1986-1987, 17-26), como más específicos (SCANLON, 1988, 185-216). El estudio de Scanlon se convirtió en un referente para los sucesivos ensayos sobre deporte espartano en clave femenina porque es el primero que hizo un análisis de las fuentes literarias relacionándolas con las representaciones de muchachas en espejos de bronce. Todos estos temas se siguieron estudiando en los años 90 pero tuvieron su momento de auge en el nuevo siglo. Scanlon continuó sus estudios profundizando más en la cuestión de género pero también planteando posibles influencias exteriores en los rituales, dando así una perspectiva más amplia sobre la funcionalidad del deporte en Grecia e incluyendo las relaciones político-religiosas entre las distintas comunidades (2014)24, las relaciones pederastas (2002, 2005) y el carácter educativo (1998), todo ello en ámbito agonístico. Obviamente, el trabajo de Scanlon no es un caso aislado aunque sí ha sido pionero. En lo que llevamos de siglo se han desarrollado en profundidad estudios sobre agonismo y política (KYLE, 1993; FISHER, 1998, 84-104; MANN, 2001; CROWTHER, 2003, 2004, 2007; PALAGIA, 2009, 32-40; CORDANO, 2013, 195-202), el contexto social en el que se desarrolla el deporte (LIPPOLIS, 1992; HODKINSON, 1999, 147-187; NICHOLSON, 2005; CHRISTESEN, 2012, 193-255; FISHER et al., 2011; GOLDEN, 1998, 2008), el significado simbólico (VAN WEES, 2011, 1-36; PLEKET, 2010, 145- 174; REID, 2011), la religiosidad de los santuarios (MORGAN, 1990; RODRÍGUEZ ADRADOS, 1996, 7-31; MARCHETTI, 1996, 155-170; MOUSTAKA, 2002, 301-315; MURRAY, 2014, 309-319) y la posible funcionalidad bélica del deporte (MANN, 1998, 7-21; KRENTZ, 2002, 23-39; KYLE, 2010, 13-34; HODKINSON, 2006, 138-139; GARLIER et al., 2013). En la mayoría de los casos Esparta es uno de los protagonistas 24 Especialmente este aspecto en clave de género lo estudio en el capítulo sobre Esparta y Olimpia y en el de Dioniso. 26 más destacados, tanto por la relevancia del deporte en sus propias costumbres como por su participación en los santuarios exteriores, especialmente en Olimpia. En estas décadas del siglo XXI no sólo han aparecidoensayos sobre temas aislados sino que se pretende hacer estudios generales o compendios que dan una imagen general sobre el deporte griego donde el papel de Esparta es fundamental. Aparte de los libros específicos de especialistas como Crowther (2004, 2007) o Kyle (2007), el Companion to Sport and Spectacle in Greek and Roma Antiquity (2014) se ha convertido en un referente en todos estos aspectos, integrando un estudio sobre mujer y deporte (KYLE, 2014c, 258-275)25 y otro sobre la relación entre las fases de edad y el deporte (PETERMANDL, 2014, 236-245) en el que el autor profundiza en el fin educativo del ejercicio físico. En el trabajo de Petermandl subyace también la idea que Pritchard había planteado para Atenas (2003, 304) de que los eventos atléticos en Grecia eran la expresión religiosa y social de los entrenamientos que tenían lugar en las palestras. También la cuestión de la pederastia ha tenido un gran desarrollo en la última década del siglo pasado y las primeras de este, vinculada en ocasiones al deporte con un sentido iniciático y formativo (SCANLON, 2002; LEAR, 2013, 102-127; 2014, 246-257). Aunque sigue habiendo trabajos específicos cuyo centro es el aspecto educativo de la relación (PERCY, 1996; CARIANI, 1998; LINK, 2009, 89-111), incluso llegando a negar las relaciones físicas (DAVIDSON, 2007), la mayoría de los autores interesados en la pederastia griega van enfatizando más lo erótico, como había hecho Dover, sin rechazar en ningún caso el componente educativo. Las novedades se plantean en otras cuestiones, principalmente en la inclusión de diferencias diacrónicas (LEAR, 2015, 115-136), los cambios de actitud en función de la jerarquía social y del ámbito donde se desarrolla (CALAME, 2002 [1996]; HUBBARD, 2013, 128-149; COHEN, 2013, 184-198) y la búsqueda de una precisión mayor a la hora de definir conceptos como homosexualidad o pederastia en época antigua (SKINNER, 2005, 7-10). También muy recientemente se ha comenzado a trabajar más en profundidad la cuestión de la homosexualidad femenina de forma más global (MARTOS MONTIEL, 1996; 2007; BOEHRINGER, 2007) y no tanto centrando el análisis en las discusiones 25 Volveré a la cuestión del deporte femenino en la sección siguiente. 27 tradicionales sobre los poemas de Safo y Alcmán fuertemente dependientes del análisis literario26. Respecto a la cuestión de los grupos de edad, aunque a partir de finales de la primera década del nuevo siglo también se han perpetuado los estudios de carácter filológico (LANÉRÈS, 2008, 293-304; MAKRES, 2009a, 187-194; 2009b, 185-200), poco a poco se han ido multiplicando los trabajos en los que se plantean las razones por las que los espartanos crearon grupos de edad y cómo se integraron en el modelo educativo lacedemonio. Frente a los ensayos previos muy bien asentados en la mentalidad de los historiadores, donde se hablaba de la existencia de estos grupos como una pervivencia de estructuras tribales vinculadas a la iniciación (JEANMAIRE, 1939; BRELICH, 1969, SALLARES, 1991), en 1995 Kennel propuso que las fases de edad fueron creadas con la reestructuración de la agoge en época helenística. La hipótesis de Kennell ha sido aceptada por historiadores conocedores de la Esparta helenística como Christien-Tegaro (1997, 46), mientras que otros han buscado vías intermedias o han tendido a matizarlas. Lupi (2000), por ejemplo, consideró que los grupos de edad en sentido mucho más amplio sí existieron antes. Utilizando la antropología comparada, expuso la hipótesis de que la ordenación de la sociedad espartana por grupos de edad se construía siguiendo criterios de fecundidad. Una generación de adultos comenzaría, siguiendo el planteamiento del autor, a partir de los 30 años, momento en el que la sexualidad es plena tanto para hombres como para mujeres, y acabaría cuando deja de haber fecundidad, es decir, cuando empiezan a ser considerados ancianos (2000, 13, 19). El trabajo de Kennell, no obstante, no se limitó al estudio de los grupos de edad ni mucho menos. La publicación supuso el inicio de una nueva fase en los estudios sobre la educación espartana, surgiendo varias monografías sobre el tema. La hipótesis principal de Kennell es que la mayoría de los aspectos que conocemos de la agoge en realidad son una reconfiguración de época de Cleómenes III, cuando se instauró un sistema educativo cuyo fundamento teórico se encontraba en el estoicismo que puso en práctica Esfero de Borístenes en Esparta. Kennell también propone dos interrupciones en el sistema educativo espartano, una primera entre 270-250 y 226 a.C. y otra entre 188 y 146 a.C. Tras ellas la reconstrucción de la agoge no se hizo siguiendo los parámetros 26 Este aspecto lo estudio en profundidad en la sección donde analizo el homoerotismo de Alcmán. 28 tradicionales sino con otros novedosos que se escudaban en un supuesto tradicionalismo laconio. Lévy (1997, 151-160) y Jean Ducat (2006) han sido especialmente críticos con Kennell. El primero consideraba que la interrupción de la agoge no se puede probar y el segundo insistió en que el sistema educativo que describe Jenofonte ya tenía las características de la agoge27, aunque reconocía que algunos aspectos sí debemos llevarlos a época de Cleómenes III o incluso época romana. Ducat forma parte de un grupo de autores que, siguiendo a Finley (1968), han visto el momento de instauración de la agoge y de otras instituciones en torno a mediados del siglo VI a.C., como también Birgalias (1999) o Hodkinson (2006, 118). Tanto Birgalias como Ducat han enfatizado la importancia de este momento en la construcción del ideario espartano de época clásica, particularmente, el problema de la austeridad y la igualdad extrema atribuidas al éforo Quilón28. En todos estos últimos trabajos la discusión central es sobre la educación masculina institucionalizada, partiendo del momento de creación y los ideales para los que se había concebido29 para después seguir analizando las formas de organización. Tanto Birgalias como Ducat entran en la discusión sobre la nomenclatura de los grupos de edad, el ejercicio físico, los rituales vinculados a éste, la pederastia, la alfabetización y la música. La diferencia principal es que Ducat construye su discurso rebatiendo planteamientos de Kennell y se deja llevar por los estudios estructuralistas cuando analiza los rituales de juventud (2006, 179-222). Birgalias y Ducat incluyen también un pequeño capítulo sobre la educación de las mujeres donde se insiste mucho en las actividades similares a las de los varones30, como el deporte, los ritos o incluso la homosexualidad, y cómo se adaptaban a los fines reproductivos de la mujer y a las necesidades de una comunidad tan estricta como la espartana (BIRGALIAS, 1999, 253-281; DUCAT, 2006a, 223-247). Aunque ambos 27 También Christien y Ruzé (2007, 114-115) opinan que no hay una interrupción y que es un proceso largo de integración de los ritos y las instituciones. 28 Vid. capítulo “El origen de la agoge” (bloque IV) donde profundizo mucho más en la discusión historiográfica entre Ducat y Kennell. Contra esta perspectiva, Christesen (2012) considera que la igualdad de los homoioi viene de Tirteo y adelanta la generalización del ejercicio físico hasta principios del siglo VI a.C. Hodkinson (2000), por su parte, insiste que en época clásica la aristocracia no desapareció aunque cambiaron las formas de representación, como también planteamos aquí. 29 Powell, en su contribución al Companion to Ancient Education (2015, 99-111), dedica su contribución precisamente a la relación entre la agoge y los ideales cívicos. 30 Ducat (2006, 264) que las jóvenes llevaban a cabouna agoge paralela a la de los varones. 29 mencionan las fuentes principales y la crítica que se hace fuera de Esparta al supuesto poder de las mujeres, la respuesta a las preguntas que plantean queda abierta y no entran en la problemática de la adaptación de los coros ni de las diferencias identitarias femeninas en función de la edad. Este último aspecto lo tratan cuando hablan de los varones con el fin de definir la edad concreta en la que son nombrados así. Habida cuenta de los problemas que suscitan los paidiskoi (KUKOFKA, 1993, 197-205), neaniskoi o hebontes es lógico que haya capítulos centrados en el significado de esos conceptos y la asociación de los mismos con ciertos momentos de la vida. No existe, sin embargo, en estos autores un interés en preguntarse este tipo de cuestiones en relación con la educación femenina. Sí son centrales estos asuntos, sin embargo, en los estudios de género como, por ejemplo, hasta cuándo una mujer joven es parthenos o por qué la edad del matrimonio se sitúa en un momento distinto de la de otras comunidades griegas. En este sentido, los estudios de género también son muy útiles a la hora de analizar la infancia. Los jóvenes, como las mujeres, forman un grupo social sin voz (CRAWFORD y LEWIS, 2009, 10) de los que hablan los que sí tienen la capacidad para crear las fuentes. Por esta razón el análisis de las fuentes sobre la infancia y las mujeres en ocasiones es similar. Además, a menudo la sociedad percibe ambos sectores en función de la ambigüedad que les otorga. Los jóvenes griegos, por no ser adultos, aún no han adquirido una identidad definitiva, por eso también se les relaciona con el salvajismo o el mundo animal (GEORGOUDI, 1986, 223-229), aspectos que también representan a la mujer en tanto que, incluso siendo adulta, nunca deja de necesitar un kyrios. Ninguno de los grandes estudiosos de la educación espartana se ha planteado ver a los niños como un ente social activo, de hecho, todos ellos ven al niño desde el punto de vista de las instituciones y del prisma adulto. Probablemente esto tiene que ver con que los estudios sobre la infancia, entendida como una identidad específica, son muy recientes y los pocos que han entrado a tratar el caso espartano son, en muchos casos, deudores de los ensayos previos centrados en la educación reglada y en la iniciación. De hecho, Vernant (2000 [1989], 151-186) fue el primero que buscó definir la identidad de los niños espartanos, siguiendo en parte los planteamientos de Vidal-Naquet (1983 [1981]) cuando planteó las similitudes de estatus de las mujeres y de los esclavos. Vernant percibió que las imposiciones legales daban una imagen de los niños muy similar a los hilotas, situándolos en una posición intermedia entre la deshonra del esclavo y el conocimiento de que su identidad final acabaría siendo la del ciudadano. Müller (1990) 30 por su parte, al hablar de la infancia y de la juventud centró su estudio en el carácter pedagógico de los cultos griegos. En 1989, Lillehammer (89-105) publicó el primer ensayo donde los niños eran entendidos como sujetos activos dentro de la sociedad. A partir de ese momento la arqueología y la historiografía han planteado la necesidad de estudiar cómo los niños se relacionaban con los adultos y con otros niños, cómo percibían el mundo que les rodeaba y, sobre todo, los investigadores se han visto obligados a definir qué es la infancia y qué es la juventud en cada sociedad (SÁNCHEZ ROMERO et al., 2015, 2). Un año después de la aparición del artículo de Lillehammer, Golden (1990) iniciaba su andadura en lo relativo a la infancia con la publicación de un minucioso libro donde analizaba muchas de las cuestiones planteadas por Lillehammer en la sociedad ateniense, incluyendo no sólo estudios sobre fuentes textuales sino también sobre juguetes y otros objetos arqueológicos. Este trabajo ha sentado las bases de otros posteriores como el libro editado por Neils y Oakley (2003) y el de Cohen y Rutter (2007) donde se incluyeron capítulos dedicados al comportamiento, las relaciones familiares, la socialización, la educación, los ritos e incluso la muerte. Más recientemente, en el Companion to families in the Greek and Roman worlds (2011), se han incluido aspectos sobre la infancia donde destaca el ensayo de Morgan (2011, 504-520) sobre la socialización de los niños dentro y fuera de la familia. En cuanto a la adolescencia, en 1991 salió a la luz la tesis de Kleijwegt en la que incidía en el carácter ambiguo de la juventud grecorromana, proponiendo que no existía adolescencia en estas sociedades sino que conservaban la identidad infantil hasta que pasaban a ser ciudadanos. Esta tesis ha sido muy criticada pero ha propiciado la aparición de nuevos trabajos en los que se ha pretendido establecer matices dentro de la infancia y la juventud y definir más claramente qué significan conceptos como pais, paidiskos, etc. en la cultura griega. Por ejemplo, Bremmer (1999, 145-158) ha visto la pederastia como una actividad definitoria de la adolescencia, un momento previo a la adquisición de la ciudadanía, y Beaumont (2000, 39-50) ha analizado la representación de la adolescencia en la iconografía ática del siglo V a.C. Dasen (2008, 49-62) ha hecho lo mismo pero enfocado en la representación de la infancia y los discursos médicos. La mayoría de los estudios dedicados a la infancia en Grecia en los últimos años se han centrado en el caso ateniense, lo especifiquen o no, debido al mayor número de 31 fuentes, tanto arqueológicas (HOUBY-NIELSEN, 2000, 151-167; LANGDON, 2012, 217-233), como iconográficas (MCNIVEN, 2007, 85-99) o textuales (GOLDEN, 1990, 2016). El único trabajo más reciente centrado en Esparta es el de Kennell, publicado en The Oxford Handbook of Childhood and Education in the Classical World (2013, 381- 395), donde reivindica el papel de los padres en la educación de sus hijos en época clásica. Anteriormente sólo French (1997, 241-274) había hecho un estudio concienzudo sobre las relaciones personales familiares en Esparta, incluyendo alguna referencia a las relaciones madre-hija. 2. La mujer. En cuanto a la relación entre infancia e identidad de género, la situación es muy desalentadora para el caso lacedemonio pero, por suerte, en los últimos años han aparecido varios estudios centrados en el caso ateniense que ofrecen ideas muy interesantes sobre cómo el ser humano ha comprendido la infancia y ha otorgado identidades de género a los niños. Giulia Sissa (1987) analizó las fuentes médicas para ver cómo los griegos definían a las pathenoi y Viitaniemi hizo lo mismo después con las fuentes religiosas. El interés de estas autoras estaba más encaminado hacia el significado de la virginidad para los griegos que en la definición de la infancia y la juventud de las mujeres griegas. Sólo a partir del nuevo siglo ha ido incrementándose el interés en estos aspectos. Probablemente los primeros trabajos sobre el tema son los que Shapiro y Foley publicaron en un libro colectivo. En “Fathers and sons, men and boys” (SHAPIRO, 2003, 85-111) y “Mothers and daughters” (FOLEY, 2003, 113-137) examinaban la relación familiar en sentido de género, reparando en el papel de los progenitores en la construcción de la identidad de género de sus hijos. Después de estos dos capítulos, otros autores también han tratado de ver cómo se desarrollaba a lo largo de toda la infancia la identidad de género. Los trabajos de Seveso (2010) y Beaumont (2013, 195-206) son probablemente los más importantes sobre este aspecto. La primera comienza su libro hablando sobre la forma de representación de las niñas en el arte para pasar luego a una perspectiva médica que le sirve de base para ver cómo era la formación de las niñas griegas. La conclusión es que en realidad no existía una infancia femenina sino que ya desde pequeñasse las representaba como adultas y su educación tenía como objetivo formarlas en el silencio y el anonimato (SEVESO, 2010, 19-31). Beaumont, en cambio, plantea que sólo a partir de 32 los 3 años las fuentes arqueológicas e iconográficas empiezan a mostrar distinciones de género en la infancia, cuando los niños van al pedagogo y las niñas se quedan en casa. Más recientemente, Dolors Molas Font y Aroa Santiago (2016) han editado otro compendio donde la primera analiza con mayor profundidad la infancia femenina en Atenas. Molas (2016, 69-70), estudiando la imposición del discurso masculino sobre el femenino, considera que ya desde la infancia más inicial está prefigurada la distinción de género y se proyecta en los cuerpos de niños y niñas. Para llegar a esta reciente discusión, con conclusiones tan dispares en apenas 6 años, han sido necesarios un siglo de estudios de las mujeres y de género y una última década de trabajos sobre infancia. Es cierto que los estudios de la mujer a menudo han sido muy criticados por su dependencia de la política pero no menos que cualquier otro tema histórico que se haya usado políticamente, como la propia educación que mencionamos en líneas más arriba. No obstante, la ventaja de que se haya desarrollado en paralelo a los movimientos feministas y al propio desarrollo de la disciplina histórica ha permitido que también hayan llegado a la madurez acompañados de una reflexión y una metodología más profunda que otros temas como, por ejemplo, las investigaciones sobre la infancia que se han visto también beneficiados por los avances de los estudios de género. Los estudios de la historia de la mujer se iniciaron tímidamente durante el siglo XIX por la necesidad que veían algunos autores de incluir a la mitad de la población en sus ensayos. Michelet fue un pionero en sus obras La sorcière (1862) y Les femmes et la Revolution française (1855) donde vinculaba a las mujeres con la naturaleza y a los hombres con la cultura, situando a las mujeres en dos polos completamente opuestos: lo positivo encarnado por la maternidad y lo negativo representado por la superstición (PERROT, 1995, 72). A pesar de lo tradicional de su visión, Michelet fue un precursor de la historia de la mujer porque fue uno de los primeros en considerarla sujeto histórico. Poco después, Johan J. Bachofen publicó Das Mutterrecht: eine Untersuchung über die Gynaikokratie der alten Welt nach ihrer religiösen und rechtlichen Natur (1861) en el que proponía una evolución histórica desde una sociedad matriarcal, promiscua, donde gobernaban las mujeres, hacia una sociedad patriarcal, monógama y triunfante donde gobiernan los hombres. Muy pronto sus teorías fueron criticadas por la ausencia 33 de fuentes que apoyaran su propuesta sobre lo que planteaba, aunque un eminente helenista como George Thomson defendió la existencia de los postulados de Bachofen viendo el conflicto entre el matriarcado y el patriarcado en la tragedia de Esquilo (1916). Aunque la teoría de Bachofen hoy en día está completamente rechaza por los especialistas, el planteamiento ha tenido tanto peso en el pensamiento general que, aún en el nuevo siglo, se ha hecho necesario recuperar la crítica a una teoría tan insostenible como la del matriarcado. El estudio de Ana Iriarte, De amazonas a ciudadanos: pretexto ginecocrático y patriarcado en la Grecia Antigua (2002), es probablemente el más actual en el que se critica la existencia del matriarcado en Grecia. Aunque Annales fue un paso adelante por el interés de sus representantes en temas no convencionales y en la historia social y cultural, sus historiadores tampoco dieron demasiada importancia a las mujeres (PERROT et al., 1986, 270), al igual que la teoría marxista inicial que consideraba a la mujer integrada dentro de la estructura de clase y, por tanto, rechazaba la necesidad de estudiar específicamente su situación histórica (CASCAJERO GARCÉS, 2000, 23-47). El surgimiento en 1949 de El segundo sexo de Simone de Beauvoir (1975 [1949]) supuso un paso en firme para una mejor comprensión de la construcción social de los géneros masculino y femenino, creando una transición desde la historia de las mujeres hacia la historia de género. Beauvoir consideraba que la mujer era la alteridad de una sociedad generalizada en lo masculino y era necesario que luchara por igualarse al hombre, dando igual relevancia a lo femenino. Podría decirse que el trabajo de la filósofa existencialista es verdaderamente el inicio de los estudios de género y también un gran impulso de la historia de la mujer porque la concepción del género entendida como algo cultural, frente al sexo biológico, permite comprender mejor la forma en la que las sociedades definen tanto a hombres como a mujeres y posicionan las relaciones entre ellos. De Beauvoir no sólo tomarían las estudiosas feministas sus planteamientos, también el estructuralismo se vio reflejado en ello. Françoise Héritier (1996, 19-20) utilizó el concepto de alteridad y la diferencia entre los dos géneros binarios para explicar el origen más primario del reparto de las actividades sociales entre los sexos y también las formas de unión que dan lugar al nacimiento de las formas familiares y, después, de la sociedad. 34 No obstante, seguramente la tendencia más directamente heredera de Beauvoir en cuanto a estudios de género sea el postestructuralismo, cuyos representantes fueron especialmente críticos con las estructuras originarias binarias planteadas por los estructuralistas. En este sentido, el trabajo de Joan Scott (1986; 2010), influido por las teorías de Derrida, es fundamental. Scott enfatizó la necesidad de visibilizar la categoría de género dentro de las estructuras de poder. También Michel Foucault interpretó las estructuras sociales como discursos de poder, incluida la sexualidad, tema que eligió para analizar cómo cuestiones que en origen parecen biológicas también están condicionadas por los discursos de poder (biopoder) y, por tanto, controladas por los dominantes. Frente al estudio de Foucault, base del pensamiento queer y en ocasiones acusado de obviar las imposiciones de un género sobre el otro, Luce Irigaray planteó una filosofía feminista donde la cuestión del poder era central. En su tesis (2007 [1974]) criticaba la filosofía clásica que llevaba implícitos valores machistas, como también había hecho Beauvoir, aunque con la diferencia de que negaba la necesidad de que la mujer se igualase al hombre, proponiendo a las mujeres la asunción de su naturaleza femenina diversa, no de alteridad. La visión de la mujer griega ha tenido una evolución ligada al desarrollo de estos estudios que he bosquejado de forma somera. Los escritos más antiguos, como el de Gomme (1925) planteaban ya una comparación entre la mujer ateniense y la espartana, vistas ambas como representantes de la oposición de estas dos sociedades debido a su rivalidad y al enfrentamiento entre ambas ciudades en el siglo V a.C.31. Gomme incluso hablaba de las espartanas como un caso particular frente al “genérico” ateniense32. La dicotomía sirvió como modelo de lo que las distintas sociedades contemporáneas consideraban buenas o malas mujeres. La ateniense se convertía en un paradigma del buen comportamiento femenino por hacerse cargo del oikos, mientras que se criticaba la excesiva libertad de la espartana. En cambio, cuando interesaba primar el modelo espartano, la lacedemonia se mostraba como transmisora de ideología política en el contexto social primario, el hogar, mientras que se enfatizaba la inutilidad social de las mujeres atenienses. No sorprende que el modelo familiar nazi se reflejara en la familia 31 En este sentido, los estudios generales sobre la mujer griega tienden a enfatizar mucho esta distinción centrándose
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