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La china Song - Familia Solis Flores

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La China Song
y el Japón Nara
y Heian
El esplendor económico chino
y la consolidación del estado japonés
Dolors Folch i Fornesa
P03/87003/01868
La China Song
y el Japón Nara
y Heian
El esplendor económico chino
y la consolidación del estado japonés
Dolors Folch i Fornesa
P03/87003/01868
.. ..
© Universitat Oberta de Catalunya • P03/87003/01868 3 La China Song y el Japón Nara y Heian
Índice
Introducción ............................................................................................ 5
Objetivos.................................................................................................... 6
1. Periodo de desunión........................................................................... 7
2. La dinastía Song del Norte (960-1126) ........................................... 10
3. Los Song del Sur (1127-1279)............................................................ 19
4. La revolución económica de los Song ............................................ 22
5. Los grandes inventos chinos ............................................................ 26
6. El Japón del Yamato final y del periodo Nara............................. 28
7. El Japón Heian..................................................................................... 33
Resumen .................................................................................................... 38
Bibliografía .............................................................................................. 41
© Universitat Oberta de Catalunya • P03/87003/01868 3 La China Song y el Japón Nara y Heian
Índice
Introducción ............................................................................................ 5
Objetivos.................................................................................................... 6
1. Periodo de desunión........................................................................... 7
2. La dinastía Song del Norte (960-1126) ........................................... 10
3. Los Song del Sur (1127-1279)............................................................ 19
4. La revolución económica de los Song ............................................ 22
5. Los grandes inventos chinos ............................................................ 26
6. El Japón del Yamato final y del periodo Nara............................. 28
7. El Japón Heian..................................................................................... 33
Resumen .................................................................................................... 38
Bibliografía .............................................................................................. 41
© Universitat Oberta de Catalunya • P03/87003/01868 4 La China Song y el Japón Nara y Heian
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© Universitat Oberta de Catalunya • P03/87003/01868 4 La China Song y el Japón Nara y Heian
...
© Universitat Oberta de Catalunya • P03/87003/01868 5 La China Song y el Japón Nara y Heian
Introducción
Después de la reunificación imperial llevada a cabo por los Sui y los Tang,
China vuelve a vivir un breve periodo de desunión que se alarga desde la
caída de la dinastía Tang (en el año 907) hasta la implantación de la dinastía
de los Song (en el año 960), que gobernará en China durante tres siglos, de
los que hay que diferenciar dos periodos: los Song del Norte, del 960 al 1127
y los Song del Sur, del 1127 al 1279. Durante este periodo, China vivirá un
gran desarrollo económico.
Por lo que respecta a Japón, a partir del periodo Kofun es cuando nace un es-
tado centralizado en la región de Yamato. Los diferentes clanes de familias
poderosas serán el eje vertebrador de la realidad política y económica japo-
nesa durante muchos siglos. El budismo, que llega de Corea durante el siglo
V, convivirá con las creencias religiosas propias de los japoneses, el shin-
toismo, que adquirirá un cariz político que impregnará todo el estado.
© Universitat Oberta de Catalunya • P03/87003/01868 5 La China Song y el Japón Nara y Heian
Introducción
Después de la reunificación imperial llevada a cabo por los Sui y los Tang,
China vuelve a vivir un breve periodo de desunión que se alarga desde la
caída de la dinastía Tang (en el año 907) hasta la implantación de la dinastía
de los Song (en el año 960), que gobernará en China durante tres siglos, de
los que hay que diferenciar dos periodos: los Song del Norte, del 960 al 1127
y los Song del Sur, del 1127 al 1279. Durante este periodo, China vivirá un
gran desarrollo económico.
Por lo que respecta a Japón, a partir del periodo Kofun es cuando nace un es-
tado centralizado en la región de Yamato. Los diferentes clanes de familias
poderosas serán el eje vertebrador de la realidad política y económica japo-
nesa durante muchos siglos. El budismo, que llega de Corea durante el siglo
V, convivirá con las creencias religiosas propias de los japoneses, el shin-
toismo, que adquirirá un cariz político que impregnará todo el estado.
© Universitat Oberta de Catalunya • P03/87003/01868 6 La China Song y el Japón Nara y Heian
Objetivos
1. Entender el desarrollo económico de la China de los Song.
2. Analizar la revolución urbana que se produce durante la dinastía Song.
3. Analizar la importancia de los principales inventos chinos.
4. Comprender el estado del Japón Yamato final y de la época Nara.
5. Analizar las principales características del periodo Heian.
© Universitat Oberta de Catalunya • P03/87003/01868 6 La China Song y el Japón Nara y Heian
Objetivos
1. Entender el desarrollo económico de la China de los Song.
2. Analizar la revolución urbana que se produce durante la dinastía Song.
3. Analizar la importancia de los principales inventos chinos.
4. Comprender el estado del Japón Yamato final y de la época Nara.
5. Analizar las principales características del periodo Heian.
© Universitat Oberta de Catalunya • P03/87003/01868 7 La China Song y el Japón Nara y Heian
1. Periodo de desunión
El periodo que va desde la caída de los Tang en el 907 hasta la implantación
de los Song en el 960 vivió de nuevo, como lo había hecho entre la caída de
los Han y la implantación de los Sui, un periodo de desunión. Las diferencias
entre estos dos periodos, sin embargo, son importantes.
1) En primer lugar, mientras que el primer periodo duró más de 350 años, el
segundo dura sólo medio siglo: a pesar del caos creado por la extrema rivalidad
entre monarcas que son poca cosa más que señores de la guerra locales, las tra-
diciones burocráticas y centralizadoras heredadas de los Tang conseguirán re-
conducir rápidamente la situación. De hecho, a partir de la reunificación Song
del 960, China no se volverá a trocear nunca más durante un periodo largo
hasta la época de los señores de la guerra de la primera mitad del siglo XX.
2) En segundo lugar, mientras que en el primer periodo las dinastías bárbaras
ocupan toda la zona del Huanghe, en el segundo periodo la región de la llanu-
ra aluvial del río Amarillo está ocupada por una rápida sucesión de dinastías
chinas: las grandes dinastías bárbaras se consolidan una tras otra al norte del
Huanghe –primero el imperio Liao de los qidan (a menudo denominados khi-
tan) y el Xixia de los tangut, y después el imperio Jin de los jürchen– auguran-
do ya una articulación creciente de la estepa. Los qidan procedían del río Liao,
al sur de Manchuria y su dinastía, inicialmente seminómada, tuvo una gran re-
sonancia en Asia central: del nombre de los qidan deriva el de “Cathay”, nom-
bre con el que la Europa medieval designaría a la China del norte, y el de “Ki-
tai”, con el que los rusos denominan a China. El 926, los qidan controlaban ya
el golfo de Bohai y el 936, gracias a su participación en las luchas internas de
los Cinco Reinos del Norte, ocuparon una franja al sur de la Gran Muralla y en
torno a Pekín, donde estableció 16 prefecturas.
3) En tercer lugar, mientras que en el primer periodo de desunión el sur ha-
bía conservadouna cierta continuidad con el anterior imperio, en el periodo
que se abre ahora, el desbarajuste del sur es tan grande que cuesta reconocer
como unidades políticas consolidadas lo que la historiografía china denomi-
na “Los Diez Reinos”: de hecho, estos reinos se corresponden tanto a las
unidades militares que habían surgido para reprimir las rebeliones de finales
de los Tang, como a las grandes regiones geográficas del Sichuan, Fujian,
Hunan, Zhejiang y Guangzhou.
La historia política del periodo es, como lo había sido la del anterior periodo
de desunión, extraordinariamente confusa. En el norte se sucedieron rápi-
damente Cinco Dinastías –Liang Posteriores (907-923), Tang Posteriores
(923-935), Jin Posteriores (936-947), Han Posteriores (947-951) y Zhou Poste-
riores (951-960)–, cada una de las cuales tuvo un par de emperadores que
© Universitat Oberta de Catalunya • P03/87003/01868 7 La China Song y el Japón Nara y Heian
1. Periodo de desunión
El periodo que va desde la caída de los Tang en el 907 hasta la implantación
de los Song en el 960 vivió de nuevo, como lo había hecho entre la caída de
los Han y la implantación de los Sui, un periodo de desunión. Las diferencias
entre estos dos periodos, sin embargo, son importantes.
1) En primer lugar, mientras que el primer periodo duró más de 350 años, el
segundo dura sólo medio siglo: a pesar del caos creado por la extrema rivalidad
entre monarcas que son poca cosa más que señores de la guerra locales, las tra-
diciones burocráticas y centralizadoras heredadas de los Tang conseguirán re-
conducir rápidamente la situación. De hecho, a partir de la reunificación Song
del 960, China no se volverá a trocear nunca más durante un periodo largo
hasta la época de los señores de la guerra de la primera mitad del siglo XX.
2) En segundo lugar, mientras que en el primer periodo las dinastías bárbaras
ocupan toda la zona del Huanghe, en el segundo periodo la región de la llanu-
ra aluvial del río Amarillo está ocupada por una rápida sucesión de dinastías
chinas: las grandes dinastías bárbaras se consolidan una tras otra al norte del
Huanghe –primero el imperio Liao de los qidan (a menudo denominados khi-
tan) y el Xixia de los tangut, y después el imperio Jin de los jürchen– auguran-
do ya una articulación creciente de la estepa. Los qidan procedían del río Liao,
al sur de Manchuria y su dinastía, inicialmente seminómada, tuvo una gran re-
sonancia en Asia central: del nombre de los qidan deriva el de “Cathay”, nom-
bre con el que la Europa medieval designaría a la China del norte, y el de “Ki-
tai”, con el que los rusos denominan a China. El 926, los qidan controlaban ya
el golfo de Bohai y el 936, gracias a su participación en las luchas internas de
los Cinco Reinos del Norte, ocuparon una franja al sur de la Gran Muralla y en
torno a Pekín, donde estableció 16 prefecturas.
3) En tercer lugar, mientras que en el primer periodo de desunión el sur ha-
bía conservado una cierta continuidad con el anterior imperio, en el periodo
que se abre ahora, el desbarajuste del sur es tan grande que cuesta reconocer
como unidades políticas consolidadas lo que la historiografía china denomi-
na “Los Diez Reinos”: de hecho, estos reinos se corresponden tanto a las
unidades militares que habían surgido para reprimir las rebeliones de finales
de los Tang, como a las grandes regiones geográficas del Sichuan, Fujian,
Hunan, Zhejiang y Guangzhou.
La historia política del periodo es, como lo había sido la del anterior periodo
de desunión, extraordinariamente confusa. En el norte se sucedieron rápi-
damente Cinco Dinastías –Liang Posteriores (907-923), Tang Posteriores
(923-935), Jin Posteriores (936-947), Han Posteriores (947-951) y Zhou Poste-
riores (951-960)–, cada una de las cuales tuvo un par de emperadores que
© Universitat Oberta de Catalunya • P03/87003/01868 8 La China Song y el Japón Nara y Heian
China hacia el 955
siempre eran jefes militares sólidamente identificados con
sus tropas. Quien manda ahora es el ejército, mientras que
tanto la antigua aristocracia Tang como los gobernadores
civiles de las provincias pierden todo control. Por otro la-
do, durante este periodo un fragmento de la China del
norte queda bajo el control de los bárbaros de más allá de
la Gran Muralla: a cambio de la ayuda prestada por los qi-
dan de la dinastía Liao a la dinastía de los Jin Posteriores,
éstos le entregaron 16 prefecturas en los alrededores de
Pekín, un segmento de territorio que debía ser objeto
de litigios interminables durante dos siglos. En el 960,
un jefe militar, Zhao Kuangyin, de la dinastía de los Zhou
Posteriores, derrocó al último emperador de los Zhou Pos-
teriores y fundó una nueva dinastía, la Song.
En el sur se instalaron los Diez Reinos que, establecidos
en regiones económicas naturales, fueron más estables
que las dinastías del norte. La desaparición del poder cen-
tralizado permitió que en algunas de estas regiones –que ahora eran reinos
independientes– surgiera un comercio activo: el Fujian –que con su entra-
mado de montañas tiene pocas llanuras cultivables, pero muchos puertos ex-
celentes– se lanza al comercio exterior, y las sedas, cerámicas y el té del reino
de Min, que controla la región, llegan ahora a todo el sudeste asiático. La
ciudad de Guangzhou (Cantón), donde están instalados los Han del Sur, se
recupera finalmente de la crisis en la que lo había hundido el paso destructor
de Huang Chao en el año 897: a partir del siglo X es cuando se convertirá en
la gran metrópolis económica del sur. El Sichuan, por su parte, donde los
Shu Anteriores han instalado la capital en Chengdu, vive medio siglo de
gran prosperidad, con una agricultura muy próspera y una industria de sede-
ría que multiplica la producción y los talleres.
De todos los reinos del sur, el del Sichuan es sin duda el que mejor preserva la
civilización heredada de los Tang, ya que es allí donde se refugian los últimos
funcionarios, poetas y artistas de la corte deshecha: las tumbas de este periodo
muestran una continuidad inequívoca con la riqueza y el refinamiento de los
Tang. Todo el sur conoce una época de crecimiento económico y de gran acti-
vidad comercial. Las transacciones tomarán un ritmo tal que el cobre –el metal
tradicional de las sartas de monedas desde los Qin, hacía más de 1000 años–,
empieza a escasear: las estatuas dejan de hacerse de bronce (aleación que utiliza
el cobre y el estaño) y pasan a hacerse de hierro, mientras que el feiqian, el di-
nero volante antecesor del papel moneda, empieza a cobrar protagonismo.
Al igual que pasa con el norte, las dinasías del sur no ocupan tampoco todo el
territorio: en la región de Yunnan prospera el antiguo reino de Nanzhao, que,
bajo el nombre de reino de Dali, ocupará buena parte del sudoeste de China
hasta que sea conquistado por los mongoles. Será entonces y no antes cuando
el Yunnan quedará definitivamente incorporado al mundo chino. a
© Universitat Oberta de Catalunya • P03/87003/01868 8 La China Song y el Japón Nara y Heian
China hacia el 955
siempre eran jefes militares sólidamente identificados con
sus tropas. Quien manda ahora es el ejército, mientras que
tanto la antigua aristocracia Tang como los gobernadores
civiles de las provincias pierden todo control. Por otro la-
do, durante este periodo un fragmento de la China del
norte queda bajo el control de los bárbaros de más allá de
la Gran Muralla: a cambio de la ayuda prestada por los qi-
dan de la dinastía Liao a la dinastía de los Jin Posteriores,
éstos le entregaron 16 prefecturas en los alrededores de
Pekín, un segmento de territorio que debía ser objeto
de litigios interminables durante dos siglos. En el 960,
un jefe militar, Zhao Kuangyin, de la dinastía de los Zhou
Posteriores, derrocó al último emperador de los Zhou Pos-
teriores y fundó una nueva dinastía, la Song.
En el sur se instalaron los Diez Reinos que, establecidos
en regiones económicas naturales,fueron más estables
que las dinastías del norte. La desaparición del poder cen-
tralizado permitió que en algunas de estas regiones –que ahora eran reinos
independientes– surgiera un comercio activo: el Fujian –que con su entra-
mado de montañas tiene pocas llanuras cultivables, pero muchos puertos ex-
celentes– se lanza al comercio exterior, y las sedas, cerámicas y el té del reino
de Min, que controla la región, llegan ahora a todo el sudeste asiático. La
ciudad de Guangzhou (Cantón), donde están instalados los Han del Sur, se
recupera finalmente de la crisis en la que lo había hundido el paso destructor
de Huang Chao en el año 897: a partir del siglo X es cuando se convertirá en
la gran metrópolis económica del sur. El Sichuan, por su parte, donde los
Shu Anteriores han instalado la capital en Chengdu, vive medio siglo de
gran prosperidad, con una agricultura muy próspera y una industria de sede-
ría que multiplica la producción y los talleres.
De todos los reinos del sur, el del Sichuan es sin duda el que mejor preserva la
civilización heredada de los Tang, ya que es allí donde se refugian los últimos
funcionarios, poetas y artistas de la corte deshecha: las tumbas de este periodo
muestran una continuidad inequívoca con la riqueza y el refinamiento de los
Tang. Todo el sur conoce una época de crecimiento económico y de gran acti-
vidad comercial. Las transacciones tomarán un ritmo tal que el cobre –el metal
tradicional de las sartas de monedas desde los Qin, hacía más de 1000 años–,
empieza a escasear: las estatuas dejan de hacerse de bronce (aleación que utiliza
el cobre y el estaño) y pasan a hacerse de hierro, mientras que el feiqian, el di-
nero volante antecesor del papel moneda, empieza a cobrar protagonismo.
Al igual que pasa con el norte, las dinasías del sur no ocupan tampoco todo el
territorio: en la región de Yunnan prospera el antiguo reino de Nanzhao, que,
bajo el nombre de reino de Dali, ocupará buena parte del sudoeste de China
hasta que sea conquistado por los mongoles. Será entonces y no antes cuando
el Yunnan quedará definitivamente incorporado al mundo chino. a
© Universitat Oberta de Catalunya • P03/87003/01868 9 La China Song y el Japón Nara y Heian
La consolidación de grandes reinos foráneos en sus límites –Liao, Xixia y Jin
en el norte y noroeste y Dali en el sudoeste–, aleja a China de los caminos
por los que transcurrían las grandes caravanas y los misioneros budistas. La
ruta de la seda tiene ahora su terminal china antes de entrar en los grandes
centros urbanos del Huanghe y el Yangzi: de este modo, los reinos periféricos
se enriquecerán, pero lo que es la China propiamente dicha deberá buscar
otra salida a su impulso comercial y se abrirá decididamente al mar. El bu-
dismo chino, por otro lado, dejará de beber en las fuentes indias y quedará
aislado de las poderosas comunidades monásticas de Asia central: su vitali-
dad se resentirá de todo ello.
© Universitat Oberta de Catalunya • P03/87003/01868 9 La China Song y el Japón Nara y Heian
La consolidación de grandes reinos foráneos en sus límites –Liao, Xixia y Jin
en el norte y noroeste y Dali en el sudoeste–, aleja a China de los caminos
por los que transcurrían las grandes caravanas y los misioneros budistas. La
ruta de la seda tiene ahora su terminal china antes de entrar en los grandes
centros urbanos del Huanghe y el Yangzi: de este modo, los reinos periféricos
se enriquecerán, pero lo que es la China propiamente dicha deberá buscar
otra salida a su impulso comercial y se abrirá decididamente al mar. El bu-
dismo chino, por otro lado, dejará de beber en las fuentes indias y quedará
aislado de las poderosas comunidades monásticas de Asia central: su vitali-
dad se resentirá de todo ello.
© Universitat Oberta de Catalunya • P03/87003/01868 10 La China Song y el Japón Nara y Heian
Extensión de los Song del Norte (a mediados del siglo XI)
2. La dinastía Song del Norte (960-1126)
La última de las dinastías del norte, la de los Zhou Posteriores,
parece tener ya una voluntad decidida de implantación en el
territorio –se ponen en cultivo nuevas tierras, se reparan diques
y canales y se conquista gran parte del Sichuan y del valle del río
Huai– y de reorganización económica –se rehace todo el siste-
ma de tasas y se recurre de nuevo a la confiscación de los bienes
de los monasterios budistas.
Políticamente, sin embargo, es tan débil como el resto de rei-nos
que le habían precedido y un nuevo golpe de Estado militar apar-
ta del trono al niño que lo había heredado para instalar en él a
un nuevo general. Zhao Kuangyin, el general que fue investido a
toda prisa, supo aprovechar el impulso interrumpido de la breve
dinastía de los Zhou Posteriores cuando fundó la nueva dinastía
de los Song ( ), generalmente denominada Song del Norte para
distinguirla de la que le sucederá siglos más tarde con el nombre
de Song del Sur.
El nuevo emperador, al que conocemos con el nombre de Taizu (960-976), “El
Gran Progenitor”, supo asegurarse de entrada la fidelidad de sus tropas y desacti-
vó las posibles facciones de la cúpula militar proporcionándoles una retirada do-
rada con cargos sin ningún poder. La reinstauración de los gobernadores civiles
en las provincias, que fue acompañada de la reducción sistemática de la autono-
mía de los jefes militares, acabó con el periodo de los señores de la guerra, que se
había iniciado a finales de los Tang Posteriores. Con un ejército disciplinado y
bajo la dependencia directa del poder central, Taizu consiguió imponer el final de
los saqueos constantes que habían arruinado para siempre las grandes metrópolis
del norte, y situó su capital sobre el Gran Canal, en Kaifeng, desde donde asegu-
ró una retirada honrosa y lucrativa a la dinastía saliente.
Con el trono consolidado y el ejército fidelizado, Taizu se concentró
en la reconquista de todo el territorio, incorporando progresivamente
la mayor parte del Yangzi, el Sichuan, el Guangdong y toda la zona
del Jiangnan: a su muerte, sólo Shanxi y Zhejiang quedaban fuera de
su alcance. Por el contrario, ni él ni sus sucesores consiguieron nunca
incorporar la periferia, que se integró en el mundo chino con la impa-
rable oleada de los mongoles.
La reintegración de tantos reinos en el territorio central fue fruto tanto de
la guerra, como de la diplomacia: los primeros emperadores Song fueron
© Universitat Oberta de Catalunya • P03/87003/01868 10 La China Song y el Japón Nara y Heian
Extensión de los Song del Norte (a mediados del siglo XI)
2. La dinastía Song del Norte (960-1126)
La última de las dinastías del norte, la de los Zhou Posteriores,
parece tener ya una voluntad decidida de implantación en el
territorio –se ponen en cultivo nuevas tierras, se reparan diques
y canales y se conquista gran parte del Sichuan y del valle del río
Huai– y de reorganización económica –se rehace todo el siste-
ma de tasas y se recurre de nuevo a la confiscación de los bienes
de los monasterios budistas.
Políticamente, sin embargo, es tan débil como el resto de rei-nos
que le habían precedido y un nuevo golpe de Estado militar apar-
ta del trono al niño que lo había heredado para instalar en él a
un nuevo general. Zhao Kuangyin, el general que fue investido a
toda prisa, supo aprovechar el impulso interrumpido de la breve
dinastía de los Zhou Posteriores cuando fundó la nueva dinastía
de los Song ( ), generalmente denominada Song del Norte para
distinguirla de la que le sucederá siglos más tarde con el nombre
de Song del Sur.
El nuevo emperador, al que conocemos con el nombre de Taizu (960-976), “El
Gran Progenitor”, supo asegurarse de entrada la fidelidad de sus tropas y desacti-
vó las posibles facciones de la cúpula militar proporcionándoles una retirada do-
rada con cargos sin ningún poder. La reinstauración de los gobernadores civiles
en las provincias, que fue acompañada de la reducción sistemática de la autono-
mía de los jefes militares, acabó conel periodo de los señores de la guerra, que se
había iniciado a finales de los Tang Posteriores. Con un ejército disciplinado y
bajo la dependencia directa del poder central, Taizu consiguió imponer el final de
los saqueos constantes que habían arruinado para siempre las grandes metrópolis
del norte, y situó su capital sobre el Gran Canal, en Kaifeng, desde donde asegu-
ró una retirada honrosa y lucrativa a la dinastía saliente.
Con el trono consolidado y el ejército fidelizado, Taizu se concentró
en la reconquista de todo el territorio, incorporando progresivamente
la mayor parte del Yangzi, el Sichuan, el Guangdong y toda la zona
del Jiangnan: a su muerte, sólo Shanxi y Zhejiang quedaban fuera de
su alcance. Por el contrario, ni él ni sus sucesores consiguieron nunca
incorporar la periferia, que se integró en el mundo chino con la impa-
rable oleada de los mongoles.
La reintegración de tantos reinos en el territorio central fue fruto tanto de
la guerra, como de la diplomacia: los primeros emperadores Song fueron
© Universitat Oberta de Catalunya • P03/87003/01868 11 La China Song y el Japón Nara y Heian
unos políticos excepcionales, capaces de doblegar con firmeza y sin violencia
las oposiciones al poder central. Sin embargo, una vez reconquistado todo el
país, tarea que finalizó el sucesor de Taizu, la nueva dinastía no fue nunca un
poder militar y no tardó en sufrir los ataques constantes de sus vecinos del nor-
te: con los Song, la paz con sus vecinos del norte fue siempre precaria, y no se
repitieron las proezas militares y la expansión por Asia central que habían ca-
racterizado las reunificaciones de los Han y los Tang. a
El sucesor de Taizu, su hermano Taizong (976-997), “El Gran Antepasado”,
acabó de someter el Shanxi y el Zhejiang, extendiendo el poder imperial por
toda China. Los xixia le pagaron tributo; sin embargo, por lo que respecta a
los qidan, fueron los Song los que a partir de ese momento tuvieron que en-
tregarles cantidades cada vez más ingentes de seda y plata para garantizar la
paz. Taizong desarrolló las instituciones que había empezado a crear Taizu, y
el conjunto de medidas tomadas proporcionó al emperador un poder sin
precedentes sobre el país. Un cuerpo de censores recorría el territorio de pun-
ta a punta e informaba directamente al trono: el estado chino nunca había
estado tan centralizado ni su poder se había extendido tanto hasta el último
confín del país.
Los organismos de gobierno de los Song son los más eficaces que ha-
bía conocido China hasta aquel momento y la Comisión de Finanzas,
que gestiona el tesoro, las tasas y los monopolios, consigue recaudar el
triple de impuestos que los Tang: el estado chino dispone ahora de
unos ingresos sin precedentes. En una escala muy superior a la de toda
la historia anterior de China, el poder se centraliza en la capital y se
concentra en manos del emperador: a partir de los Song, el estado
chino se convertirá en una autocracia, eficiente y burocrática, que
pugnará por aumentar cada vez más su control del país.
El poder del emperador, sin duda un poder absoluto, no es, sin embargo, des-
pótico, y ministros y altos funcionarios opinan en la corte como nunca antes
lo habían hecho: las decisiones imperiales son el resultado de largas delibera-
ciones entre puntos de vista contrarios que se expresan libremente y razonan
con un rigor admirable los pros y los contras de las distintas posiciones. En la
corte, el poder de los funcionarios civiles es tan grande que los nombres de los
primeros ministros son a menudo más conocidos que los de los emperadores
mismos, mientras que los grupos no burocráticos de la corte, como los eunucos
o las familias de las emperatrices, pierden toda importancia.
Bajo la cúpula de unas instituciones simplificadas respecto al gran aparato
administrativo de los Tang, el país se lanza a una actividad industrial y
comercial frenética que le asegura una presencia activa en todos los gran-
des circuitos del Índico y que multiplica las ciudades en el territorio chino.
© Universitat Oberta de Catalunya • P03/87003/01868 11 La China Song y el Japón Nara y Heian
unos políticos excepcionales, capaces de doblegar con firmeza y sin violencia
las oposiciones al poder central. Sin embargo, una vez reconquistado todo el
país, tarea que finalizó el sucesor de Taizu, la nueva dinastía no fue nunca un
poder militar y no tardó en sufrir los ataques constantes de sus vecinos del nor-
te: con los Song, la paz con sus vecinos del norte fue siempre precaria, y no se
repitieron las proezas militares y la expansión por Asia central que habían ca-
racterizado las reunificaciones de los Han y los Tang. a
El sucesor de Taizu, su hermano Taizong (976-997), “El Gran Antepasado”,
acabó de someter el Shanxi y el Zhejiang, extendiendo el poder imperial por
toda China. Los xixia le pagaron tributo; sin embargo, por lo que respecta a
los qidan, fueron los Song los que a partir de ese momento tuvieron que en-
tregarles cantidades cada vez más ingentes de seda y plata para garantizar la
paz. Taizong desarrolló las instituciones que había empezado a crear Taizu, y
el conjunto de medidas tomadas proporcionó al emperador un poder sin
precedentes sobre el país. Un cuerpo de censores recorría el territorio de pun-
ta a punta e informaba directamente al trono: el estado chino nunca había
estado tan centralizado ni su poder se había extendido tanto hasta el último
confín del país.
Los organismos de gobierno de los Song son los más eficaces que ha-
bía conocido China hasta aquel momento y la Comisión de Finanzas,
que gestiona el tesoro, las tasas y los monopolios, consigue recaudar el
triple de impuestos que los Tang: el estado chino dispone ahora de
unos ingresos sin precedentes. En una escala muy superior a la de toda
la historia anterior de China, el poder se centraliza en la capital y se
concentra en manos del emperador: a partir de los Song, el estado
chino se convertirá en una autocracia, eficiente y burocrática, que
pugnará por aumentar cada vez más su control del país.
El poder del emperador, sin duda un poder absoluto, no es, sin embargo, des-
pótico, y ministros y altos funcionarios opinan en la corte como nunca antes
lo habían hecho: las decisiones imperiales son el resultado de largas delibera-
ciones entre puntos de vista contrarios que se expresan libremente y razonan
con un rigor admirable los pros y los contras de las distintas posiciones. En la
corte, el poder de los funcionarios civiles es tan grande que los nombres de los
primeros ministros son a menudo más conocidos que los de los emperadores
mismos, mientras que los grupos no burocráticos de la corte, como los eunucos
o las familias de las emperatrices, pierden toda importancia.
Bajo la cúpula de unas instituciones simplificadas respecto al gran aparato
administrativo de los Tang, el país se lanza a una actividad industrial y
comercial frenética que le asegura una presencia activa en todos los gran-
des circuitos del Índico y que multiplica las ciudades en el territorio chino.
© Universitat Oberta de Catalunya • P03/87003/01868 12 La China Song y el Japón Nara y Heian
La explosión comercial del país, liberada sin duda de la gran aristocracia an-
tigua que se había perpetuado hasta finales de los Tang, pide también un nue-
vo marco político y administrativo: la sumisión del poder militar al poder civil,
asegurada ya desde los inicios de la dinastía, se acompaña con la sustitución de
la aristocracia por una meritocracia reclutada a través de los exámenes.
Los Song no levantaron de la nada su imponente aparato administrativo: la
selección de candidatos para los cargos decisivos se venía practicando desde los
Han, que combinaban la recomendación –que era el sistema más general– con
las pruebas objetivas. Los Tang, y en especial Wu Zetian, dieron una perspec-
tiva más abierta a los exámenes, fijando pautas a las pruebas y cánones para los
contenidos, implantando un sistemade nueve grados que determinaba los
sueldos de los funcionarios, y asegurando revalidaciones periódicas que con-
trolaran las aptitudes de los nuevos cargos.
Los Song perfeccionaron todo el sistema creando de hecho las bases
del estado moderno, no sólo de China sino también del resto del
mundo: la organización de los estados actuales se remonta en muchos
aspectos al sistema que perfeccionaron los Song.
Los exámenes se convierten en ese momento en la manera más importante
de acceder al poder político y administrativo y se realizan a tres niveles gra-
duales: en la prefectura, en la capital y en el palacio imperial, y a partir del
1065 se realizaron regularmente cada tres años. a
Los exámenes medían el nivel pero no garantizaban el trabajo, aunque los
que sacaban las notas más altas en los exámenes de palacio tenían garantiza-
do un cargo importante. Los exámenes estaban abiertos a todo el mundo –
con excepción de algunas profesiones como la de monje budista o taoísta,
artesano o comerciante–, pero en realidad requerían una larguísima
preparación que excluía a la inmensa mayoría de la población, formada por
campesinos casi analfabetos. Aun así, la China del siglo X tenía una
movilidad incomparablemente superior a la de ningún otro país del mundo,
y una proporción considerable de sus funcionarios procedían de familias de
clase media o humilde.
Los jóvenes que destacaban en el estudio recibían a menudo financiación de gente de
su propio lugar de origen, movidos por la esperanza de la protección que su triunfo les
proporcionaría a todos. Este procedimiento no convirtió nunca en ministros a los hijos
de los pobres campesinos de las aldeas remotas, pero proporcionó a menudo los me-
dios de ascensión social a los jóvenes más prometedores de ciudades mucho menores:
ninguna otra civilización del mundo les hubiera proporcionado tantas oportunidades.
El proceso era fuertemente selectivo y tendía a reducir el número de titulares a
unas cuotas prefijadas: nadie podía pasar el primer nivel –el del examen de la
prefectura– fuera de su propio lugar de origen, y todos los niveles tenían plazas
Los exámenes
La selectividad era fortísima:
menos de un 10% de los can-
didatos aprobaban los exá-
menes de la prefectura, y aún
menos los de la capital.
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La explosión comercial del país, liberada sin duda de la gran aristocracia an-
tigua que se había perpetuado hasta finales de los Tang, pide también un nue-
vo marco político y administrativo: la sumisión del poder militar al poder civil,
asegurada ya desde los inicios de la dinastía, se acompaña con la sustitución de
la aristocracia por una meritocracia reclutada a través de los exámenes.
Los Song no levantaron de la nada su imponente aparato administrativo: la
selección de candidatos para los cargos decisivos se venía practicando desde los
Han, que combinaban la recomendación –que era el sistema más general– con
las pruebas objetivas. Los Tang, y en especial Wu Zetian, dieron una perspec-
tiva más abierta a los exámenes, fijando pautas a las pruebas y cánones para los
contenidos, implantando un sistema de nueve grados que determinaba los
sueldos de los funcionarios, y asegurando revalidaciones periódicas que con-
trolaran las aptitudes de los nuevos cargos.
Los Song perfeccionaron todo el sistema creando de hecho las bases
del estado moderno, no sólo de China sino también del resto del
mundo: la organización de los estados actuales se remonta en muchos
aspectos al sistema que perfeccionaron los Song.
Los exámenes se convierten en ese momento en la manera más importante
de acceder al poder político y administrativo y se realizan a tres niveles gra-
duales: en la prefectura, en la capital y en el palacio imperial, y a partir del
1065 se realizaron regularmente cada tres años. a
Los exámenes medían el nivel pero no garantizaban el trabajo, aunque los
que sacaban las notas más altas en los exámenes de palacio tenían garantiza-
do un cargo importante. Los exámenes estaban abiertos a todo el mundo –
con excepción de algunas profesiones como la de monje budista o taoísta,
artesano o comerciante–, pero en realidad requerían una larguísima
preparación que excluía a la inmensa mayoría de la población, formada por
campesinos casi analfabetos. Aun así, la China del siglo X tenía una
movilidad incomparablemente superior a la de ningún otro país del mundo,
y una proporción considerable de sus funcionarios procedían de familias de
clase media o humilde.
Los jóvenes que destacaban en el estudio recibían a menudo financiación de gente de
su propio lugar de origen, movidos por la esperanza de la protección que su triunfo les
proporcionaría a todos. Este procedimiento no convirtió nunca en ministros a los hijos
de los pobres campesinos de las aldeas remotas, pero proporcionó a menudo los me-
dios de ascensión social a los jóvenes más prometedores de ciudades mucho menores:
ninguna otra civilización del mundo les hubiera proporcionado tantas oportunidades.
El proceso era fuertemente selectivo y tendía a reducir el número de titulares a
unas cuotas prefijadas: nadie podía pasar el primer nivel –el del examen de la
prefectura– fuera de su propio lugar de origen, y todos los niveles tenían plazas
Los exámenes
La selectividad era fortísima:
menos de un 10% de los can-
didatos aprobaban los exá-
menes de la prefectura, y aún
menos los de la capital.
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de acceso limitadas. En el momento del examen, el rigor era extremo: las prue-
bas duraban horas o días, según el nivel, y los candidatos –que se llevaban co-
mida y un jergón– permanecían encerrados en las celdas de examen para evitar
las trampas. El sistema intentaba asimismo paliar las preferencias de los exami-
nadores: las hojas llevaban un número y no el nombre del candidato, y una
vez entregados los exámenes, un cuerpo de escribas los reescribía copiándolos
para evitar que el tribunal reconociera la caligrafía del candidato. a
Después de los exámenes vinieron las mejoras en la enseñanza. La impren-
ta, que se había extendido desde finales de los Tang, y la generalización del
papel proporcionaron un medio eficiente para la difusión de los textos Clási-
cos, mientras que los gobiernos locales dotaban a las nuevas escuelas con las
tierras necesarias para mantenerse. El profesorado se reclutaba esencialmente
entre aquellos que fracasaban en algún nivel de los exámenes: aunque no
había límite de convocatorias –había gente que se iba presentando a lo largo
de toda su vida, y en las pruebas se encontraban jóvenes de veinte años con
ancianos de más de sesenta–, sólo los miembros de las familias muy ricas po-
dían optar por irse presentando a los exámenes durante más de una década.
Las escuelas de las prefecturas podían elegir entre los suspendidos en los ni-
veles metropolitano y de palacio, mientras que incluso los núcleos más pe-
queños podían optar por aquellos que sencillamente había pasado por mu-
chos años de preparación sin conseguir aprobar nunca.
La extrema competitividad de los exámenes servía, pues, tanto para elegir a
los mejores candidatos como para alimentar a todo el sistema educativo. Los
exámenes proporcionaron un perfil único en el mundo chino y el enorme
prestigio que acompañaba al título más general, el de jinshi o doctor en le-
tras, inclinó hacia la carrera burocrática a los mejores jefes del imperio. Sin
embargo, siempre tuvieron que convivir con una proporción considerable de
recomendados, un privilegio que conservaban los más altos funcionarios del
imperio y que aseguraba a sus hijos una vía más fácil hacia el funcionariado
–a pesar de tener que pasar también un examen especial. Para evitar que las
recomendaciones introdujeran en la administración un personal de menor
calidad, el recomendador era responsable de ello y debía rendir cuentas re-gularmente de las actividades de su protegido. a
Asimismo, el sistema estableció mecanismos para evitar que los funcionarios sa-
caran un provecho excesivo de su cargo o abusaran de su poder: los nombra-
mientos lo eran sólo por tres años en un lugar determinado –para evitar que
los nuevos cargos crearan allí una red propia de lealtades– y éste no coincidía
nunca con su lugar de origen –para no aumentar el poder de los notables locales.
Los exámenes no fueron nunca la única vía de acceso al poder: la recomen-
dación de los cargos menores fue siempre una práctica de los grandes jefes de
la administración y la venta de cargos tampoco era desconocida. Sin embar-
go, el prestigio de títulos como el jinshi era enorme y los licenciados que los
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de acceso limitadas. En el momento del examen, el rigor era extremo: las prue-
bas duraban horas o días, según el nivel, y los candidatos –que se llevaban co-
mida y un jergón– permanecían encerrados en las celdas de examen para evitar
las trampas. El sistema intentaba asimismo paliar las preferencias de los exami-
nadores: las hojas llevaban un número y no el nombre del candidato, y una
vez entregados los exámenes, un cuerpo de escribas los reescribía copiándolos
para evitar que el tribunal reconociera la caligrafía del candidato. a
Después de los exámenes vinieron las mejoras en la enseñanza. La impren-
ta, que se había extendido desde finales de los Tang, y la generalización del
papel proporcionaron un medio eficiente para la difusión de los textos Clási-
cos, mientras que los gobiernos locales dotaban a las nuevas escuelas con las
tierras necesarias para mantenerse. El profesorado se reclutaba esencialmente
entre aquellos que fracasaban en algún nivel de los exámenes: aunque no
había límite de convocatorias –había gente que se iba presentando a lo largo
de toda su vida, y en las pruebas se encontraban jóvenes de veinte años con
ancianos de más de sesenta–, sólo los miembros de las familias muy ricas po-
dían optar por irse presentando a los exámenes durante más de una década.
Las escuelas de las prefecturas podían elegir entre los suspendidos en los ni-
veles metropolitano y de palacio, mientras que incluso los núcleos más pe-
queños podían optar por aquellos que sencillamente había pasado por mu-
chos años de preparación sin conseguir aprobar nunca.
La extrema competitividad de los exámenes servía, pues, tanto para elegir a
los mejores candidatos como para alimentar a todo el sistema educativo. Los
exámenes proporcionaron un perfil único en el mundo chino y el enorme
prestigio que acompañaba al título más general, el de jinshi o doctor en le-
tras, inclinó hacia la carrera burocrática a los mejores jefes del imperio. Sin
embargo, siempre tuvieron que convivir con una proporción considerable de
recomendados, un privilegio que conservaban los más altos funcionarios del
imperio y que aseguraba a sus hijos una vía más fácil hacia el funcionariado
–a pesar de tener que pasar también un examen especial. Para evitar que las
recomendaciones introdujeran en la administración un personal de menor
calidad, el recomendador era responsable de ello y debía rendir cuentas re-
gularmente de las actividades de su protegido. a
Asimismo, el sistema estableció mecanismos para evitar que los funcionarios sa-
caran un provecho excesivo de su cargo o abusaran de su poder: los nombra-
mientos lo eran sólo por tres años en un lugar determinado –para evitar que
los nuevos cargos crearan allí una red propia de lealtades– y éste no coincidía
nunca con su lugar de origen –para no aumentar el poder de los notables locales.
Los exámenes no fueron nunca la única vía de acceso al poder: la recomen-
dación de los cargos menores fue siempre una práctica de los grandes jefes de
la administración y la venta de cargos tampoco era desconocida. Sin embar-
go, el prestigio de títulos como el jinshi era enorme y los licenciados que los
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poseían tenían prácticamente el monopolio de todos los altos cargos de la
administración.
El mismo Taizong era un erudito, un buen poeta y un excelente calígrafo que
promovió la publicación de enciclopedias e inauguró la vena coleccionista de
los emperadores Song, que acabarían seleccionando y catalogando meticulo-
samente las mejores piezas del arte chino antiguo. Su corte –en la cual el haren
y los eunucos quedaban eclipsados por la brillante y poderosa meritocracia de
los cultivadísimos funcionarios–, se parecía en muchos aspectos a las cortes
del renacimiento europeo y era el punto de encuentro de los mejores artis-
tas de su época. Una multitud de altos cargos curiosamente seleccionados y
espléndidamente pagados –sus sueldos no pararon de aumentar durante
todo el reinado– conversaban entre ellos y con el emperador, mientras
consensuaban las decisiones más importantes del reino. a
El sucesor de Taizong, Zhenzong (997-1022) deberá enfrentarse a problemas
crecientes con el poderoso reino qidan de los Liao, ya plenamente siniza-
do desde mediados del siglo X: una fuerte ofensiva de sus vecinos del norte
obligará a trasladar a la capital de los Song de Kaifeng a Nanjing, mucho más
al sur y, poco después, de Nanjing a Chengdu, mucho más al oeste, en pleno
Sichuan. La paz, que se firmó finalmente en el 1004, obligaba a los empera-
dores Song a tratar a los qidan como iguales y a entregarles 200.000 rollos de
seda y casi 3.000 kilos de plata anuales.
A pesar de este desastre y una manía divino-confuciana del emperador –que re-
cibía frecuentes revelaciones del Cielo y organizaba fiestas esplendorosas para
celebrarlo mientras mandaba construir por todas partes suntuosos templos pa-
ra depositar en ellos documentos sagrados–, el país prosperó de forma clara du-
rante este reinado y el nivel de vida de los chinos aumentó de forma evidente:
en el norte, los mercados de seda y caballos generaban suficientes beneficios
como para compensar en parte el ominoso tratado del 1004, mientras el estado
patrocinaba activamente la implantación en todo el país del arroz de Champa,
que producía dos cosechas anuales. El aumento de población, que en el 1020
llega a los 97 millones, da testimonio de esta prosperidad.
El largo reinado de su sucesor, Renzong (1022-1063), es, con sus cuarenta
años de duración, uno de los momentos álgidos de la historia china, aunque
el emperador era más bien débil e indeciso: el engranaje del poder civil era el
que hacía funcionar el imperio. Los problemas en la frontera norte, lejos de
mejorar, se agravaron con la creación de un nuevo reino, fundado ahora por
los tangut, emparentados con los tibetanos, los qiang, los xianbei y los tuo-
ba: en el año 1038, el nuevo reino de Xixia –o Xia Occidentales– invadió el
norte de China. Su retirada, que los Song compraron a cambio de pagar un
tributo anual de 130.000 rollos de seda, 1.400 kilos de plata y 9.000 kilos de
té, provocó que los qidan de Liao aumentarán sus exigencias a 300.000 rollos
de seda y casi 6.000 kilos de plata. Estos tributos exorbitantes tendrán conse-
cuencias relevantes en el mundo de la estepa, ya que realimentarán las rutas
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poseían tenían prácticamente el monopolio de todos los altos cargos de la
administración.
El mismo Taizong era un erudito, un buen poeta y un excelente calígrafo que
promovió la publicación de enciclopedias e inauguró la vena coleccionista de
los emperadores Song, que acabarían seleccionando y catalogando meticulo-
samente las mejores piezas del arte chino antiguo. Su corte –en la cual el haren
y los eunucos quedaban eclipsados por la brillante y poderosa meritocracia de
los cultivadísimos funcionarios–, se parecía en muchos aspectos a las cortes
del renacimiento europeo y era el punto de encuentrode los mejores artis-
tas de su época. Una multitud de altos cargos curiosamente seleccionados y
espléndidamente pagados –sus sueldos no pararon de aumentar durante
todo el reinado– conversaban entre ellos y con el emperador, mientras
consensuaban las decisiones más importantes del reino. a
El sucesor de Taizong, Zhenzong (997-1022) deberá enfrentarse a problemas
crecientes con el poderoso reino qidan de los Liao, ya plenamente siniza-
do desde mediados del siglo X: una fuerte ofensiva de sus vecinos del norte
obligará a trasladar a la capital de los Song de Kaifeng a Nanjing, mucho más
al sur y, poco después, de Nanjing a Chengdu, mucho más al oeste, en pleno
Sichuan. La paz, que se firmó finalmente en el 1004, obligaba a los empera-
dores Song a tratar a los qidan como iguales y a entregarles 200.000 rollos de
seda y casi 3.000 kilos de plata anuales.
A pesar de este desastre y una manía divino-confuciana del emperador –que re-
cibía frecuentes revelaciones del Cielo y organizaba fiestas esplendorosas para
celebrarlo mientras mandaba construir por todas partes suntuosos templos pa-
ra depositar en ellos documentos sagrados–, el país prosperó de forma clara du-
rante este reinado y el nivel de vida de los chinos aumentó de forma evidente:
en el norte, los mercados de seda y caballos generaban suficientes beneficios
como para compensar en parte el ominoso tratado del 1004, mientras el estado
patrocinaba activamente la implantación en todo el país del arroz de Champa,
que producía dos cosechas anuales. El aumento de población, que en el 1020
llega a los 97 millones, da testimonio de esta prosperidad.
El largo reinado de su sucesor, Renzong (1022-1063), es, con sus cuarenta
años de duración, uno de los momentos álgidos de la historia china, aunque
el emperador era más bien débil e indeciso: el engranaje del poder civil era el
que hacía funcionar el imperio. Los problemas en la frontera norte, lejos de
mejorar, se agravaron con la creación de un nuevo reino, fundado ahora por
los tangut, emparentados con los tibetanos, los qiang, los xianbei y los tuo-
ba: en el año 1038, el nuevo reino de Xixia –o Xia Occidentales– invadió el
norte de China. Su retirada, que los Song compraron a cambio de pagar un
tributo anual de 130.000 rollos de seda, 1.400 kilos de plata y 9.000 kilos de
té, provocó que los qidan de Liao aumentarán sus exigencias a 300.000 rollos
de seda y casi 6.000 kilos de plata. Estos tributos exorbitantes tendrán conse-
cuencias relevantes en el mundo de la estepa, ya que realimentarán las rutas
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de la seda y crearán un tráfico que acabará siendo activamente codiciado por
los mongoles dos siglos más tarde. Los Xixia pasarán ahora a controlar los
intercambios entre los Song y Asia central, y en su imperio, encabalgado so-
bre el corredor de Gansu, coexistirán la ganadería nómada y un poderoso
movimiento comercial. a
También afectaron a las finanzas de los Song. Los pagos en sí mismos fueron
absorbidos con facilidad por la potente industria de los Song, pero, para po-
der hacer frente a la amenaza creciente del norte, los Song tuvieron que po-
ner en pie un numeroso ejército y aumentar sensiblemente los impuestos pa-
ra poder mantenerlo: a mediados del siglo XI, el ejército de los Song tenía
1.250.000 soldados y el presupuesto militar absorbía el 80% del presupuesto
total del país. Este estado de cosas –que obligó a reducir los sueldos de la bu-
rocracia– provocó un alud de críticas por parte de los funcionarios que aca-
baron formando grandes grupos de opinión en la corte donde proponían
soluciones alternativas a los problemas. En muchos aspectos estas facciones
se parecen a partidos políticos, pero no había ningún mecanismo para resol-
ver sus diferencias, lo que limitó su continuidad y dejó el campo libre a las
luchas personales.
A partir de la amenaza de los Xixia, las propuestas de reforma se multiplican,
orquestadas casi siempre por hombres de la parte oriental del imperio, donde
se concentraba el milagro económico de los Song: sin duda eran más sensibles
que los otros a la importancia de mantener una circulación activa de la riqueza.
En el año 1039, Li Gou propone ya un plan para –reanudando la vieja fórmula
legista– enriquecer el país y fortalecer al ejército, teniendo en consideración el
bienestar del pueblo. Poco después, en el 1044, un prestigioso político y hom-
bre de letras, Fan Zhongyan –artífice por otra parte de la paz con los Xixia-–
aplicará un plan reformista en 10 puntos para mejorar el acceso al funcionaria-
do, luchar contra los abusos de los grandes funcionarios, crear una red de es-
cuelas nacionales y potenciar las milicias locales. Pero el nombre más famoso
de la facción reformista será sin duda Wang Anshi, a quien el nuevo empera-
dor Shenzong (1068-1085) llamará al poder.
Wang Anshi, que se movía en círculos próximos a los de los otros reforma-
dores Li Gou y Fan Zhongyan, había enviado ya al trono varios proyectos de
reformas, el más conocido de los cuales es el “Memorial de los Diez Mil Ca-
racteres”, del 1058, en el cual, de forma muy típicamente china, utiliza razo-
namientos confucianos y profusas citas de Mencio para reclamar una forma-
ción más moderna para los funcionarios. El mismo año de su ascensión al
trono, Shenzong lo hará primer ministro, cargo que conservará hasta el
1076, cuando el partido conservador conseguirá echarlo. Poco después, en el
año 1078, recuperará el poder, que conservará hasta el 1085, año de la muer-
te del emperador Shenzong.
Su misma trayectoria es ya muy destacable dentro del conjunto de la historia
china: nunca hasta ahora, y nunca después, las facciones de la corte se habían
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de la seda y crearán un tráfico que acabará siendo activamente codiciado por
los mongoles dos siglos más tarde. Los Xixia pasarán ahora a controlar los
intercambios entre los Song y Asia central, y en su imperio, encabalgado so-
bre el corredor de Gansu, coexistirán la ganadería nómada y un poderoso
movimiento comercial. a
También afectaron a las finanzas de los Song. Los pagos en sí mismos fueron
absorbidos con facilidad por la potente industria de los Song, pero, para po-
der hacer frente a la amenaza creciente del norte, los Song tuvieron que po-
ner en pie un numeroso ejército y aumentar sensiblemente los impuestos pa-
ra poder mantenerlo: a mediados del siglo XI, el ejército de los Song tenía
1.250.000 soldados y el presupuesto militar absorbía el 80% del presupuesto
total del país. Este estado de cosas –que obligó a reducir los sueldos de la bu-
rocracia– provocó un alud de críticas por parte de los funcionarios que aca-
baron formando grandes grupos de opinión en la corte donde proponían
soluciones alternativas a los problemas. En muchos aspectos estas facciones
se parecen a partidos políticos, pero no había ningún mecanismo para resol-
ver sus diferencias, lo que limitó su continuidad y dejó el campo libre a las
luchas personales.
A partir de la amenaza de los Xixia, las propuestas de reforma se multiplican,
orquestadas casi siempre por hombres de la parte oriental del imperio, donde
se concentraba el milagro económico de los Song: sin duda eran más sensibles
que los otros a la importancia de mantener una circulación activa de la riqueza.
En el año 1039, Li Gou propone ya un plan para –reanudando la vieja fórmula
legista– enriquecer el país y fortalecer al ejército, teniendo en consideración el
bienestar del pueblo. Poco después, en el 1044, un prestigioso político y hom-
bre de letras, Fan Zhongyan –artífice por otra parte de la paz con los Xixia-–
aplicará un plan reformista en 10 puntos para mejorar el acceso al funcionaria-
do, luchar contra los abusos de los grandes funcionarios, crear una red de es-
cuelas nacionales y potenciar las milicias locales.Pero el nombre más famoso
de la facción reformista será sin duda Wang Anshi, a quien el nuevo empera-
dor Shenzong (1068-1085) llamará al poder.
Wang Anshi, que se movía en círculos próximos a los de los otros reforma-
dores Li Gou y Fan Zhongyan, había enviado ya al trono varios proyectos de
reformas, el más conocido de los cuales es el “Memorial de los Diez Mil Ca-
racteres”, del 1058, en el cual, de forma muy típicamente china, utiliza razo-
namientos confucianos y profusas citas de Mencio para reclamar una forma-
ción más moderna para los funcionarios. El mismo año de su ascensión al
trono, Shenzong lo hará primer ministro, cargo que conservará hasta el
1076, cuando el partido conservador conseguirá echarlo. Poco después, en el
año 1078, recuperará el poder, que conservará hasta el 1085, año de la muer-
te del emperador Shenzong.
Su misma trayectoria es ya muy destacable dentro del conjunto de la historia
china: nunca hasta ahora, y nunca después, las facciones de la corte se habían
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parecido tanto a partidos políticos. Las divergencias, por otra parte, confrontan
cerebros muy bien armados: el principal oponente de Wang Anshi, el jefe de lo
que podríamos llamar el partido conservador, es Sima GuangGuangGuangGuang, que entre el
1072 y el 1084 escribió una ingente obra de historia que cubre del 403 a.C.
hasta el 959 d.C., el Zizhi Tongjian (Espejo Completo para la Ilustración del Go-
bierno), una de las obras más importantes de toda la historiografía china, con
una ambición de proporcionar una visión panorámica de la historia china
comparable a las grandes Memorias Históricas de Sima Qian.
Una vez en el gobierno, Wang Anshi se apresuró a aplicar sus reformas, co-
nocidas con el nombre de Nuevas Leyes. Sus propuestas buscan en primer
lugar la racionalización de las tasas –estableciendo un sistema gradual de
impuestos agrarios de acuerdo con la productividad de la tierra– y la reduc-
ción del poder de los grandes terratenientes que evaden los impuestos,
promoviendo la concesión de préstamos estatales a bajo interés –con el fin
de desviar el provecho del préstamo desde los usureros hacia el Tesoro–, y es-
tableciendo un control de los precios de los cereales para ayudar a los pe-
queños campesinos a conservar su independencia económica. Los funciona-
rios del estado recorren ahora todos los rincones del imperio armados con
tratados de agronomía que difunden las técnicas necesarias para sacar el má-
ximo rendimiento del nuevo arroz.
El segundo bloque de reformas de Wang Anshi se centra en conseguir un ejér-
cito fuerte sin debilitar el presupuesto del estado: resucita ahora una antigua
institución, el baojia ( ), en la que grupos de 10 familias reciben al mismo
tiempo tierras y entrenamiento, mientras se les facilita también el acceso a ca-
ballos y pastos, a cambio de que un miembro de cada familia proporcione a un
hombre con su caballo en caso de guerra.
El último bloque de reformas de Wang Anshi apunta a una mejora de la admi-
nistración. Los candidatos –que proceden de todos los rincones del imperio a
raíz de la creación de una completa y muy bien dotada red de escuelas estatales–
reciben ahora una preparación menos memorística, y se les exige una mayor ca-
pacidad práctica, mientras un aumento sustancial de los sueldos asegura la total
dedicación de los nuevos funcionarios. Wang Anshi intenta también mejorar las
condiciones de la vida cotidiana, asumiendo desde el estado la creación de to-
das aquellas instituciones benéficas –orfanatos, hospitales, cementerios– que si-
glos antes habían hecho funcionar principalmente los budistas y que a finales del
siglo X, con la iglesia severamente debilitada, habían caído en desuso. Esta re-
forma implica a menudo cambios visibles en el campo, ya que las nuevas institu-
ciones reciben lotes importantes de tierras para poder mantenerse.
Las reformas de Wang Anshi, que buscaban por encima de todo perpetuar el
sistema y mejorar el funcionamiento del estado burocrático, chocaron sin em-
bargo con la fuerte oposición de todos los intereses creados que intentaban
desbancar –terratenientes, grandes mercaderes y prestamistas–, y con la ani-
madversión irreductible de su principal oponente en el partido conservador,
Baojia
Mediante el baojia era posible
reducir los grandes efectivos
de los ejércitos regulares.
El debate sobre si las reformas
de Wang Anshi eran adecua-
das o precipitadas sigue toda-
vía vivo en nuestros días.
La figura de Wang Anshi
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parecido tanto a partidos políticos. Las divergencias, por otra parte, confrontan
cerebros muy bien armados: el principal oponente de Wang Anshi, el jefe de lo
que podríamos llamar el partido conservador, es Sima GuangGuangGuangGuang, que entre el
1072 y el 1084 escribió una ingente obra de historia que cubre del 403 a.C.
hasta el 959 d.C., el Zizhi Tongjian (Espejo Completo para la Ilustración del Go-
bierno), una de las obras más importantes de toda la historiografía china, con
una ambición de proporcionar una visión panorámica de la historia china
comparable a las grandes Memorias Históricas de Sima Qian.
Una vez en el gobierno, Wang Anshi se apresuró a aplicar sus reformas, co-
nocidas con el nombre de Nuevas Leyes. Sus propuestas buscan en primer
lugar la racionalización de las tasas –estableciendo un sistema gradual de
impuestos agrarios de acuerdo con la productividad de la tierra– y la reduc-
ción del poder de los grandes terratenientes que evaden los impuestos,
promoviendo la concesión de préstamos estatales a bajo interés –con el fin
de desviar el provecho del préstamo desde los usureros hacia el Tesoro–, y es-
tableciendo un control de los precios de los cereales para ayudar a los pe-
queños campesinos a conservar su independencia económica. Los funciona-
rios del estado recorren ahora todos los rincones del imperio armados con
tratados de agronomía que difunden las técnicas necesarias para sacar el má-
ximo rendimiento del nuevo arroz.
El segundo bloque de reformas de Wang Anshi se centra en conseguir un ejér-
cito fuerte sin debilitar el presupuesto del estado: resucita ahora una antigua
institución, el baojia ( ), en la que grupos de 10 familias reciben al mismo
tiempo tierras y entrenamiento, mientras se les facilita también el acceso a ca-
ballos y pastos, a cambio de que un miembro de cada familia proporcione a un
hombre con su caballo en caso de guerra.
El último bloque de reformas de Wang Anshi apunta a una mejora de la admi-
nistración. Los candidatos –que proceden de todos los rincones del imperio a
raíz de la creación de una completa y muy bien dotada red de escuelas estatales–
reciben ahora una preparación menos memorística, y se les exige una mayor ca-
pacidad práctica, mientras un aumento sustancial de los sueldos asegura la total
dedicación de los nuevos funcionarios. Wang Anshi intenta también mejorar las
condiciones de la vida cotidiana, asumiendo desde el estado la creación de to-
das aquellas instituciones benéficas –orfanatos, hospitales, cementerios– que si-
glos antes habían hecho funcionar principalmente los budistas y que a finales del
siglo X, con la iglesia severamente debilitada, habían caído en desuso. Esta re-
forma implica a menudo cambios visibles en el campo, ya que las nuevas institu-
ciones reciben lotes importantes de tierras para poder mantenerse.
Las reformas de Wang Anshi, que buscaban por encima de todo perpetuar el
sistema y mejorar el funcionamiento del estado burocrático, chocaron sin em-
bargo con la fuerte oposición de todos los intereses creados que intentaban
desbancar –terratenientes, grandes mercaderes y prestamistas–, y con la ani-
madversión irreductible de su principal oponente en el partido conservador,
Baojia
Mediante el baojia era posible
reducir los grandes efectivosde los ejércitos regulares.
El debate sobre si las reformas
de Wang Anshi eran adecua-
das o precipitadas sigue toda-
vía vivo en nuestros días.
La figura de Wang Anshi
© Universitat Oberta de Catalunya • P03/87003/01868 17 La China Song y el Japón Nara y Heian
Caligrafía del emperador Song Huizong
Sima Guang, que consiguió el apoyo de figuras tan relevantes como la del poe-
ta y pintor Su Dongpo y la del historiador Ouyang Xiu. a
A pesar de la oposición, que detuvo el programa de reformas después
de la muerte de Wang Anshi, éstas se retomaron poco después. Pero a
principios del siglo XII la corrupción era ya enorme y poco se podía
hacer para detener el declive de la dinastía.
Diversos factores contribuían a esta situación. En primer lugar, el empeora-
miento de las condiciones de vida de los campesinos –atrapados entre el
aumento creciente de los latifundios y el incremento de las tasas que les im-
ponía el gobierno– desencadenó las revueltas. La más importante estalló en
1120 en Fujian y Zhejiang, dirigida por Fang La, un propietario de una plan-
tación de laca que se iba arruinando de día en día y que conservaba vincula-
ciones con los maniqueos. El balance de la rebelión –cerca de un millón de
muertos– fue terrible y dejó una secuela de bandidaje en toda la región que
se reflejaría siglos más tarde en una de las más famosas de las grandes nove-
las chinas, el Shuihu zhuan (Los , Los Bandidos de los Márgenes).
En segundo lugar, la amenaza del norte tomó un nuevo impulso con la apari-
ción de los jürchen, un pueblo tungú de Manchuria enriquecido por el comer-
cio de caballos, que en 1115 se habían separado de los Liao para fundar su pro-
pia dinastía, la Jin. Una alianza inicial entre los jürchen y los Song acabó con el
imperio Liao, que fue repartido entre las dos partes. Pero la insistencia de estos
últimos por recuperar las 16 jefaturas en torno a Pekín, que se las habían arre-
batado los qidan 200 años antes, precipitó la guerra: en 1127, los jürchen –que
habían desarrollado un formidable aparato militar que incluía máquinas para
atacar murallas y armas de fuego– capturaron Kaifeng, cruzaron el río Huai y
saquearon a conciencia Nanjing y Hangzhou. A diferencia de lo que había pa-
sado con los qidan, la China del sur sufrió de forma seria la invasión e incluso
Ningbo, al sur del Yangzi y de la bahía de Hangzhou, fue atacada por los jür-
chen. Una paz entre los Song y los jürchen fijó definitivamente la frontera en
la línea del río Huai, y los Song tuvieron que asumir el pago de un tributo
anual de 200.000 taeles de plata y 200.000 rollos de seda.
En tercer lugar, los mismos emperadores –a menudo refinadísimos– son
ahora unos dirigentes incapaces. Song Huizong (1101-1125) era un esteta,
poeta, calígrafo y pintor: en 1104 fundó la primera Academia de Pintura. Sus
pinturas sobre pájaros se cuentan entre las mejores obras de arte que hayan
salido nunca de un pincel chino, y su caligrafía, hecha de trazos agudos y
nerviosos, inauguró un estilo propio. Coleccionista infatigable, en la misma
línea que los emperadores Song anteriores, reunió en su corte 6.000 pinturas
–un arte que llega a su máxima eclosión con los Song–, que se perdieron to-
das cuando los jürchen arrasaron Kaifeng. Fue bajo su reinado cuando Zhang
© Universitat Oberta de Catalunya • P03/87003/01868 17 La China Song y el Japón Nara y Heian
Caligrafía del emperador Song Huizong
Sima Guang, que consiguió el apoyo de figuras tan relevantes como la del poe-
ta y pintor Su Dongpo y la del historiador Ouyang Xiu. a
A pesar de la oposición, que detuvo el programa de reformas después
de la muerte de Wang Anshi, éstas se retomaron poco después. Pero a
principios del siglo XII la corrupción era ya enorme y poco se podía
hacer para detener el declive de la dinastía.
Diversos factores contribuían a esta situación. En primer lugar, el empeora-
miento de las condiciones de vida de los campesinos –atrapados entre el
aumento creciente de los latifundios y el incremento de las tasas que les im-
ponía el gobierno– desencadenó las revueltas. La más importante estalló en
1120 en Fujian y Zhejiang, dirigida por Fang La, un propietario de una plan-
tación de laca que se iba arruinando de día en día y que conservaba vincula-
ciones con los maniqueos. El balance de la rebelión –cerca de un millón de
muertos– fue terrible y dejó una secuela de bandidaje en toda la región que
se reflejaría siglos más tarde en una de las más famosas de las grandes nove-
las chinas, el Shuihu zhuan (Los , Los Bandidos de los Márgenes).
En segundo lugar, la amenaza del norte tomó un nuevo impulso con la apari-
ción de los jürchen, un pueblo tungú de Manchuria enriquecido por el comer-
cio de caballos, que en 1115 se habían separado de los Liao para fundar su pro-
pia dinastía, la Jin. Una alianza inicial entre los jürchen y los Song acabó con el
imperio Liao, que fue repartido entre las dos partes. Pero la insistencia de estos
últimos por recuperar las 16 jefaturas en torno a Pekín, que se las habían arre-
batado los qidan 200 años antes, precipitó la guerra: en 1127, los jürchen –que
habían desarrollado un formidable aparato militar que incluía máquinas para
atacar murallas y armas de fuego– capturaron Kaifeng, cruzaron el río Huai y
saquearon a conciencia Nanjing y Hangzhou. A diferencia de lo que había pa-
sado con los qidan, la China del sur sufrió de forma seria la invasión e incluso
Ningbo, al sur del Yangzi y de la bahía de Hangzhou, fue atacada por los jür-
chen. Una paz entre los Song y los jürchen fijó definitivamente la frontera en
la línea del río Huai, y los Song tuvieron que asumir el pago de un tributo
anual de 200.000 taeles de plata y 200.000 rollos de seda.
En tercer lugar, los mismos emperadores –a menudo refinadísimos– son
ahora unos dirigentes incapaces. Song Huizong (1101-1125) era un esteta,
poeta, calígrafo y pintor: en 1104 fundó la primera Academia de Pintura. Sus
pinturas sobre pájaros se cuentan entre las mejores obras de arte que hayan
salido nunca de un pincel chino, y su caligrafía, hecha de trazos agudos y
nerviosos, inauguró un estilo propio. Coleccionista infatigable, en la misma
línea que los emperadores Song anteriores, reunió en su corte 6.000 pinturas
–un arte que llega a su máxima eclosión con los Song–, que se perdieron to-
das cuando los jürchen arrasaron Kaifeng. Fue bajo su reinado cuando Zhang
© Universitat Oberta de Catalunya • P03/87003/01868 18 La China Song y el Japón Nara y Heian
Zeduan pintó el largo rollo sobre el Festival Qing Ming ( ), que des-
cribe con todo detalle la vida en la ciudad: los barcos que cargan y descargan,
el movimiento incesante de letrados, monjes, comediantes y comerciantes
por las calles y callejuelas de la ciudad, las retahílas de camellos y bueyes tra-
jinando mercancías por delante de centenares de tiendas donde se venden
productos de todo tipo –textil, antigüedades, pinturas, medicamentos–, los
mercaderes ambulantes y la multiplicación de restaurantes y diversiones va-
rias por las calles.
Pero su corte, de un lujo sin precedentes, suponía un coste severo so-
bre un país atrapado ya en una seria crisis, mientras el emperador se
desinteresaba totalmente de los asuntos públicos o bien propiciaba
medidas desastrosas, como la alianza con los jürchen para acabar con
los Liao. Cuando los jürchen invadieron la China del norte, huyó y
abdicó en su hijo, aunque finalmente ambos fueron capturados y lle-
vados prisioneros a Manchuria junto con 3.000 miembros de la fami-
lia imperial.
Huizong murió ciego y sordo después de 9 años de prisión; su heredero se
pasaría allí 29 años antes de morir también en prisión.
El rollo de Zhang Ze-
duan, …
… del que se conservan diver-
sas versiones, constituye un
testimonio invaluable sobre la
vida de las ciudades chinas de
los Song.
© Universitat Oberta de Catalunya • P03/87003/01868 18 La China Song y el Japón Nara y Heian
Zeduan pintó el largo rollo sobre el FestivalQing Ming ( ), que des-
cribe con todo detalle la vida en la ciudad: los barcos que cargan y descargan,
el movimiento incesante de letrados, monjes, comediantes y comerciantes
por las calles y callejuelas de la ciudad, las retahílas de camellos y bueyes tra-
jinando mercancías por delante de centenares de tiendas donde se venden
productos de todo tipo –textil, antigüedades, pinturas, medicamentos–, los
mercaderes ambulantes y la multiplicación de restaurantes y diversiones va-
rias por las calles.
Pero su corte, de un lujo sin precedentes, suponía un coste severo so-
bre un país atrapado ya en una seria crisis, mientras el emperador se
desinteresaba totalmente de los asuntos públicos o bien propiciaba
medidas desastrosas, como la alianza con los jürchen para acabar con
los Liao. Cuando los jürchen invadieron la China del norte, huyó y
abdicó en su hijo, aunque finalmente ambos fueron capturados y lle-
vados prisioneros a Manchuria junto con 3.000 miembros de la fami-
lia imperial.
Huizong murió ciego y sordo después de 9 años de prisión; su heredero se
pasaría allí 29 años antes de morir también en prisión.
El rollo de Zhang Ze-
duan, …
… del que se conservan diver-
sas versiones, constituye un
testimonio invaluable sobre la
vida de las ciudades chinas de
los Song.
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Los Song del Sur (cabe en 1200)
3. Los Song del Sur (1127-1279)
La victoria sobre los Song del Norte permitió a la dinastía Jin de
los jürchen gobernar toda la China del norte durante más de un
siglo, hasta que fue destruida por los mongoles. Los jürchen
eran tungús, procedían de la zona del río Heilongjiang y estaban
emparentados con los manchúes, que siglos después conquista-
rían toda la China y fundarían la última dinastía imperial.
Como pasaría después con los mongoles y los manchúes, los Jin
controlaban también gran parte de Manchuria y Mongolia y su
expansión sobre la China en el siglo XII los convirtió en un
imperio enorme. El grueso de sus súbditos, sin embargo, se
encontraba en China: una población de más de 40 millones
formada mayoritariamente por chinos, pero entre la que
estaban asimismo los anteriores qidan. En un primer momento
intentaron gobernar el país como simples conquistadores: sus
tribus conservaron una organización tribal al norte de la Gran
Muralla, mientras en el resto del territorio guarniciones de jürchen trataban de
asegurarse la obediencia y las tasas de chinos y qidan. Las rebeliones, que no se
hicieron esperar, acabaron con un baño de sangre y el traslado de más de
100.000 chinos a Manchuria.
Los Jin, sin embargo, que ahora necesitaban administrar un territorio
muy grande y muy poblado, no tardaron en incorporar chinos a la
administración, iniciando así un proceso de sinización que se concre-
taría tanto en el traslado de la capital de Harbin a Pekín en el año
1153, como en la emigración de numerosos jürchen hacia China.
Este proceso de sinización fue tan rápido que provocó una reacción en la
segunda mitad del siglo XII: se prohibió a los jürchen vestir como chinos,
se prohibieron los matrimonios mixtos y se implantó la escritura jürchen
en todas partes. Pero la proporción de población china era tan grande y sus
tradiciones administrativas tan efectivas, que la reacción fue de corta dura-
ción: a finales de siglo todos los textos se escribían simultáneamente en
jürchen, chino y qidan, se autorizaron los matrimonios mixtos y se adoptó
el código legal de los Tang.
Toda la dinastía Jin estuvo marcada por los enfrentamientos con los Song del
Sur, con una clara superioridad por parte de los Jin. Sin embargo, esto hizo
que centraran demasiado la atención hacia el sur de su imperio, cuando el
verdadero peligro les llegaría por el norte, de la mano de los mongoles. a
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Los Song del Sur (cabe en 1200)
3. Los Song del Sur (1127-1279)
La victoria sobre los Song del Norte permitió a la dinastía Jin de
los jürchen gobernar toda la China del norte durante más de un
siglo, hasta que fue destruida por los mongoles. Los jürchen
eran tungús, procedían de la zona del río Heilongjiang y estaban
emparentados con los manchúes, que siglos después conquista-
rían toda la China y fundarían la última dinastía imperial.
Como pasaría después con los mongoles y los manchúes, los Jin
controlaban también gran parte de Manchuria y Mongolia y su
expansión sobre la China en el siglo XII los convirtió en un
imperio enorme. El grueso de sus súbditos, sin embargo, se
encontraba en China: una población de más de 40 millones
formada mayoritariamente por chinos, pero entre la que
estaban asimismo los anteriores qidan. En un primer momento
intentaron gobernar el país como simples conquistadores: sus
tribus conservaron una organización tribal al norte de la Gran
Muralla, mientras en el resto del territorio guarniciones de jürchen trataban de
asegurarse la obediencia y las tasas de chinos y qidan. Las rebeliones, que no se
hicieron esperar, acabaron con un baño de sangre y el traslado de más de
100.000 chinos a Manchuria.
Los Jin, sin embargo, que ahora necesitaban administrar un territorio
muy grande y muy poblado, no tardaron en incorporar chinos a la
administración, iniciando así un proceso de sinización que se concre-
taría tanto en el traslado de la capital de Harbin a Pekín en el año
1153, como en la emigración de numerosos jürchen hacia China.
Este proceso de sinización fue tan rápido que provocó una reacción en la
segunda mitad del siglo XII: se prohibió a los jürchen vestir como chinos,
se prohibieron los matrimonios mixtos y se implantó la escritura jürchen
en todas partes. Pero la proporción de población china era tan grande y sus
tradiciones administrativas tan efectivas, que la reacción fue de corta dura-
ción: a finales de siglo todos los textos se escribían simultáneamente en
jürchen, chino y qidan, se autorizaron los matrimonios mixtos y se adoptó
el código legal de los Tang.
Toda la dinastía Jin estuvo marcada por los enfrentamientos con los Song del
Sur, con una clara superioridad por parte de los Jin. Sin embargo, esto hizo
que centraran demasiado la atención hacia el sur de su imperio, cuando el
verdadero peligro les llegaría por el norte, de la mano de los mongoles. a
© Universitat Oberta de Catalunya • P03/87003/01868 20 La China Song y el Japón Nara y Heian
Yue Fei
Yue Fei, que murió en la prisión
a manos de la facción contraria,
se convirtió en la personifica-
ción del patriota y su figura le-
gendaria se ha mantenido viva
hasta el siglo XX.
En el sur de los Jin, los Song consiguieron rehacer su imperio. Después de la
captura y muerte de Huizong y su heredero, los Song se salvaron gracias al
noveno hijo de Huizong, el emperador Gaozong (1127-1162), que instaló la
capital en el sur, en Hangzhou, después de pasar más de 10 años huyendo de
los Jin e intentando imponerse sobre los grupos incontrolados que pululaban
por todo el territorio. En 1141 tuvo que firmar una paz durísima con los Jin –
según la cual aceptaba pagar nuevos tributos y los Song recibían el trata-
miento de estado vasallo: la paz, que enfrentó a los partidarios de reanudar
las hostilidades con los grandes funcionarios, que ya habían iniciado las ne-
gociaciones, generó también un héroe popular en la figura de Yue Fei (1103-
1141), un joven militar que había contribuido de forma decisiva a la pacifi-
cación del sur y que había luchado con éxito contra los Jin.
Los Song del Sur, que tenían una debilidad militar endémica, representan
también el momento culminante de la civilización china. Su capital,
Hangzhou, situada al fondo de la bahía de este nombre, conectaba por el
Gran Canal con el mundo próximo del Yangzi y se convirtió rápidamente en
una ciudad riquísima. De plano irregular, sin la cuadrícula de calles que ha-
bía caracterizado a las capitales tradicionales

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