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2 Boy in Luv - Iván Dai Torres de Lorenza

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3 
Staff 
Moderadoras 
Bella’ & Tolola 
 
Traductoras 
Aleja E 
Bella’ 
EstherC 
Ms. Lolitha 
Taywong 
Tolola 
 
Corrección & Revisión 
Clau V 
 
 
Diseño 
Tolola 
 
 
4 
Contenido 
Sinopsis 
Capítulo 1 
Capítulo 2 
Capítulo 3 
Capítulo 4 
Capítulo 5 
Capítulo 6 
Capítulo 7 
Capítulo 8 
Capítulo 9 
Capítulo 10 
Capítulo 11 
Capítulo 12 
Capítulo 13 
Capítulo 14 
Epílogo 
Sobre las autoras 
 
 
 
5 
Sinopsis 
 
s seguro que la distancia hizo que su corazón se encariñara 
más… pero rompió el de ella en un millón de pedazos. 
Langley Vaughn sabe que nunca volverá a cometer el 
mismo error. 
¿Quién se enamora perdidamente en una semana? Langley lo hizo, y 
se ha arrepentido de ello cada día desde que le entregó su corazón a un 
chico con demasiados secretos y equipaje emocional. Iker no encaja en el 
mundo de Langley, y dejó claro que no quería hacerlo. Se fue antes de que 
ella tuviera siquiera la oportunidad de hacerlo cambiar de opinión o 
demostrarle lo buenos que podrían ser juntos. Langley ha pasado los 
últimos nueve meses curando su corazón y haciendo grandes planes de 
futuro. Planes que, absolutamente, no incluyen a Iker… aunque haya 
vuelto, más guapo que nunca, y diciendo todo lo correcto. 
Iker Alvarez sabe que ha cometido el mayor error de su vida. 
Al principio, la guapa rubia con el vestido rojo no era más que un 
medio para un fin. Pero rápidamente se convirtió en mucho más. Tan pronto 
como Iker se alejó de Langley, alegando que era por su propio bien, supo 
que la había jodido. La dejó para que no se preocupara por él durante su 
asignación, para no hacerle perder el tiempo esperando a un tipo que nunca 
sería lo suficientemente bueno para ella. Solo que, nueve meses y una 
asignación más tarde, Iker sigue sin poder sacarse a Langley de la cabeza… 
y subestimó completamente el agarre que tiene ella sobre su duro corazón. 
Es un hombre que no está seguro de cómo debería funcionar el amor, o 
cómo hacer para recuperar a su chica… está a punto de recibir un curso 
intensivo de ambos. 
In Luv Duet #2 
 
E 
 
6 
1 
Iker 
9 meses más tarde (tras el despliegue) 
 
e alegro de que no hayas muerto. 
Las palabras fueron pronunciadas en 
voz baja y sin un toque de humor. Seguidas 
por un fuerte moqueo y mi hermanito 
tratando de limpiarse sutilmente los ojos para que no notara el hecho de 
que estaba luchando contra las lágrimas. Lo decía en serio. Me decía las 
mismas palabras cada vez que volvía de un despliegue, sin importar en qué 
condiciones volviera. Y siempre lloraba, lo que significaba que yo también 
tenía que luchar contra las lágrimas. 
Envolví con un brazo el cuello de Gael y le froté con los nudillos de mi 
mano libre la coronilla, aclarándome la garganta para poder hablar a pesar 
de la emoción que se sentía allí 
—Yo también, chico. Te dije que volvería de una pieza. Sabes que 
siempre cumplo mi palabra. —No era un tipo que hacía promesas que no 
podía cumplir, y me negaba a defraudar a mi hermanito. Todo lo que hacía, 
todas las decisiones que tomaba, tanto las buenas como las malas, eran 
para que Gael pudiera tener una vida mejor. Para que pudiera hacer más, 
ser más, y vivir más allá de los medios que siempre había sentido que me 
retenían cuando tenía su edad. 
Prometerle una y otra vez que no me pasaría nada mientras me 
desplegaban a algunos de los lugares más peligrosos del mundo era la única 
vez en que hacía un voto, sabiendo que podría no ser capaz de cumplirlo al 
final. Pero las palabras nos hacían sentir mejor, aunque ambos 
reconociéramos lo vacías e inútiles que eran al final del día. 
Tuve suerte de que el regreso a casa coincidiera con las primeras 
vacaciones de verano de Gael de la universidad. Había pasado nueve meses 
viviendo en un caleidoscopio emocional de miedo, ira, aburrimiento y 
—M 
 
7 
arrepentimiento. Al ver a mi hermanito luchando para parecer duro y 
mantener las lágrimas bajo control, instantáneamente me volví a poner en 
modo hermano mayor protector y me volví a estrellar contra la realidad. Ya 
no era sólo un soldado, un engranaje de la máquina de guerra. Ahora, ver a 
Gael forzó instantáneamente que todos los sentimientos que había 
encerrado y escondido a propósito cuando tenía un trabajo que hacer 
volvieran a la superficie. Mucho antes de que estuviera preparado. 
Dejé mi camioneta con él cuando me fui al desierto y me sorprendió 
conduciendo a través de medio país y reuniéndose conmigo tan pronto como 
mis botas estuvieron de vuelta en suelo de Colorado. Este no era mi primer 
ni último despliegue. Pero era la primera vez que volvía y tenía a alguien a 
quien amaba esperándome. Mantuve a propósito mis lazos con los demás 
mínimos y poco apretados. No quería que nadie se quedara esperando, 
viviendo media vida, mientras yo me encontraba en un lugar abandonado 
por Dios, esquivando balas y haciendo cosas de las que no podía hablar. Por 
lo general, incluso animaba a mi hermano y a mi abuela, la única familia 
que tenía, a que me dieran unas semanas para descomprimirme y 
abandonar el modo de supervivencia antes de venir a visitarme o antes de 
hacer el viaje de regreso a casa después de un despliegue. Que Gael 
apareciera sin avisar era un recordatorio más de que mi hermanito ya no 
era tan pequeño. De hecho, parecía haber crecido un par de centímetros 
mientras yo no estaba. Casi me miraba cara a cara y, como estábamos al 
mismo nivel, no me perdí el cansancio y la preocupación que coloreaba su 
mirada llorosa. 
Usé mi agarre en su cuello para arrastrarlo hacia mi... su... 
camioneta. Sabía que iba a intentar dejarla conmigo cuando decidiera irse, 
pero no la iba a tomar. Él la necesitaba más que yo, y era importante para 
mí que Gael nunca tuviera necesidad de nada. 
—Gracias por venir, pero vámonos de aquí. Me muero de hambre. —
También quería dormir una semana entera para poder reiniciar—. No puedo 
creer que hayas venido a la ceremonia de bienvenida. 
El shock de ver a mi hermanito entre la multitud de emocionadas 
esposas, novias y niños llorando, finalmente había desaparecido. Si Gael y 
yo no nos pareciéramos tanto, no lo habría notado porque estaba 
condicionado a ignorar la punzada de remordimiento por nunca dejar entrar 
a nadie, nunca dejar que nadie se acercara lo suficiente como para 
esperarme. Si uno de mis compañeros no me hubiera dado un codazo y 
murmurado “Álvarez, ¿es tu hermano? Se parece a ti”, habría pasado por 
alto a Gael. 
—He querido venir desde hace mucho tiempo. —Gael se libró de mi 
llave en su cabeza y levantó una mano para alejarse el pelo de la frente—. 
Siempre eres muy reservado y privado cuando se trata de lo que estás 
haciendo y hacia dónde vas. Crecí mientras tú sabías cada uno de mis 
 
8 
movimientos. Nunca me pareció muy justo que yo siempre mirara desde 
afuera cuando se trataba de ti. 
Siempre había sido un chico muy inteligente, pero ahora se estaba 
convirtiendo en un joven increíblemente guapo y completo. Verlo tan 
tranquilo y ya no mirarme como si hubiera colgado la luna y tuviera todas 
las respuestas a todo lo que hay en el universo envió cálido orgullo a través 
de mí. Tal vez, sólo posiblemente, hubiera hecho un buen trabajo criando al 
niño. Tal vez era hora de respirar un poco más fácilmente y empezar a 
trabajar en la construcción de mi propia vida. 
—No creo que haya tenido que tomar una decisión que no fuera difícil. 
Dudo que lo haya hechobien cada vez, pero sabes que con todo lo que he 
hecho siempre te he puesto a ti y a tu futuro primero. —Me pasé una mano 
por la cara, sabiendo que parecía demacrado y cansado—. No estoy en mi 
mejor momento cuando vuelvo de un despliegue. —Tomaría semanas hasta 
que empezara a sentirme como yo mismo de nuevo. 
Mi hermano resopló y me golpeó con el hombro. Tropecé un poco ante 
el contacto y oí a Gael respirar sorprendido. Por el rabillo del ojo, vi cómo 
agitaba la cabeza. 
—Iker. —Su tono era bajo y serio—. No siempre necesito lo mejor de 
ti. Después de todo, después de todo lo que has hecho por mí, todo lo que 
has sacrificado... —Me dedicó otro movimiento de cabeza y una mirada de 
ojos entrecerrados—. Creo que puedes darte un respiro. 
Agitó las llaves en su mano delante de mi cara y me hizo una sonrisa 
torcida. 
—Parece que estás a punto de caerte. Vamos a comer algo y te llevaré 
a casa. 
Suspiré y asentí. Había subarrendado mi apartamento mientras 
estaba fuera, así que no tenía ni idea de qué aspecto iba a tener mi “casa" 
ni de en qué estado iba a estar. Pero la idea de dormir en mi propia cama 
era suficiente para hacerme ignorar cualquier preocupación persistente. 
Había todo tipo de pequeños detalles de los que tenía que ocuparme, ahora 
que me hallaba de vuelta en mi territorio. Como volver a encender mi 
teléfono. Iba a tener que poner eso al principio de mi lista de cosas por hacer. 
Viendo que el iPhone de Gael salía de su bolsillo trasero, hice un gesto 
de "dame" y le ordené que me entregara el dispositivo. Siendo un adolescente 
típico, al principio se resistió, haciendo un millón de preguntas sobre para 
qué quería su teléfono. Preferiría que me sacaran todos los dientes con una 
pinza oxidada antes de decirle la verdad. Era difícil admitir que quería que 
su teléfono para mirar cómo iba una chica en la que no tenía derecho a 
seguir pensando. Y no, no había forma de que pudiera esperar hasta 
mañana para examinar sus redes sociales. Había tenido la picazón bajo la 
piel desde el momento en que me alejé de ella. Si fuera honesto sobre lo que 
 
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estaba haciendo, Gael sabría exactamente cómo era cuando no estaba en 
mi mejor momento, y no estaba seguro de estar listo para que viera esas 
partes dentadas y desiguales de mí. 
Después de un corto combate de lucha libre que yo iba a ganar sin 
importar lo que pasara, puse las manos sobre el teléfono. Empujé a Gael 
hacia la camioneta mientras daba golpecitos en la pantalla, buscando su 
información mientras sentía el corazón como si se estuviera atando con un 
millón de nudos. 
Suspiré cuando vi su cara. Habían pasado nueve meses, pero se había 
quedado grabada en mi cerebro. Todavía podía ver su rostro soñoliento y 
suave, tan inocente y modesto. No tenía ni idea de que la iba a dejar atrás, 
que siempre había planeado alejarme de ella. Nunca preguntó, pero yo mentí 
por omisión. 
Langley Vaughn. Su nombre era elegante, de clase alta y único como 
ella. Empezó fuera de mi alcance, y me aseguré de que terminara con que 
ella supiera exactamente por qué nosotros dos nunca podríamos funcionar. 
Sin embargo, a pesar de las medidas intencionadas y posiblemente crueles 
que había tomado para asegurarme de que no perdiera más tiempo colgada 
de mí, no podía dejar de pensar en ella. Se me daba muy bien alejar todo y 
a cualquiera que fuera una distracción de mi mente mientras hacía lo que 
tenía que hacer. Pero Langley Vaughn era la excepción. Ella siempre estuvo 
allí, merodeando, acechando, aferrándose a cada uno de mis pensamientos 
y sentimientos. La obligué a que me dejara ir, pero yo no pude hacer lo 
mismo. 
Su cabello rubio como el sol estaba más corto que cuando la dejé sola 
en esa cama gigante. Parecía un poco más delgada, y pude ver que su 
sonrisa parecía forzada en un puñado de las fotos que había publicado en 
Instagram. Me froté distraídamente el punto en mi pecho donde se apretó 
dolorosamente mi corazón cuando me fijé en que en la mayoría de sus fotos 
actuales parecía genuinamente feliz y despreocupada. Me dije una y otra vez 
que sería mejor que me olvidara, pero supongo que no estaba realmente 
preparado para presenciar las pruebas de que lo había hecho. 
Suspirando, le devolví el teléfono a mi hermano, fijándome en que no 
nos habíamos movido porque estaba demasiado ocupado mirando lo que 
hacía por encima de mi hombro. Se golpeó el muslo con el teléfono y me 
preguntó: 
—¿Tiene ella algo que ver con que te las arreglaras para pagar mi 
matrícula en el último momento, cuando esa beca con la que estaba 
contando no cumplió mi primer semestre? —Sus oscuras cejas se alzaron y 
lo maldije en silencio por ser siempre tan inteligente y perceptivo—. Me 
dijiste antes de irte que tenías una historia divertida que contarme. Aunque 
no parece que tú estuvieras muy divertido. 
 
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Volví a suspirar y cerré los ojos. Ladeé la cabeza para poder descansar 
contra la ventana lateral del pasajero. 
—Necesitaba dinero rápido, y ella tiene mucho. Ella necesitaba una 
cita que molestara a su rica familia, y yo estaba libre. Nuestros caminos 
nunca debieron cruzarse, pero lo hicieron. —Y me sentía desequilibrado e 
incómodo desde entonces—. Es una buena chica. Tan dulce como se puede 
ser. 
Gael encendió la camioneta y murmuró algo que no pude oír en voz 
baja. Abrí un ojo y le di una mirada interrogativa. 
—¿Qué has dicho? 
Frunció el ceño mientras maniobraba para llevar mi camioneta desde 
el estacionamiento hacia el flujo del tráfico. 
—Te gusta. 
No era una pregunta. Lo cual era algo bueno, porque lo último que 
quería hacer era empezar a mentirle a la única persona que podía ver a 
través de mi fachada. 
—Sí. Me gusta. —Más que gustarme. Era la única persona a la que 
quería aferrarme, aunque sabía que se me había escapado de las manos 
desde el principio—. No importa. Me aseguré de ya no gustarle antes de 
irme. No le dije que me iban a desplegar y la abandoné casi tan pronto como 
decidió que podía apoyarse en mí y confiar en mí. 
—¿Vas a hacerle saber que has vuelto? Tal vez explicar por qué te 
fuiste como lo hiciste. —Era difícil escuchar la esperanza en su voz. Era aún 
más difícil evitar que ese mismo sentimiento se arraigara en mi corazón. 
Apretándome los ojos y dejando que mis manos se cerraran en puños 
sueltos, murmuré: 
—Está mejor sin mí. —Porque, a diferencia de él, Langley me había 
visto en lo peor. Sabía que podía hacer el papel de villano tan fácilmente 
como saltaba a ser el héroe. 
Parecía que ya había empezado a seguir adelante con su vida, y sería 
mejor que yo hiciera lo mismo. 
Extendí una mano y golpeé la nuca de mi hermanito. 
—Dame de comer, chico. Me estoy muriendo. 
Fue una forma torpe pero efectiva de cambiar de tema. Gael se quedó 
callado y me di cuenta de que nuestros papeles habían cambiado. 
Estaba acostumbrado a ser el que cuidaba y se preocupaba 
constantemente por él. Hoy, fue Gael el que apareció y procedió a cuidarme. 
Era la primera vez que volvía de una zona de guerra activa y tenía a alguien 
 
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allí para mantenerme erguido y firme mientras el mundo se movía y se 
asentaba a mi alrededor. 
La única persona que sabría que en secreto me preguntaba qué 
sentiría si fuera una rubia elegante y con clase esperándome en lugar de mi 
hermanito, era yo. 
 
 
12 
2 
Langley 
 
stás segura de que no me vas a dejar hacerte una 
fiesta? —Preguntó papá mientras cerraba la puerta de 
mi apartamento. 
—No. —Casi dejé caer el teléfono desde donde lo tenía encajado entre 
la oreja y el hombro mientras luchaba con el cerrojo. Se deslizó a casa y 
agarré mi bolsa de mensajero del piso del pasillo cuando mi vecino pasó sin 
saludar. 
Los saludé de todos modos. 
Tal vez no era el edificio más amigable en el centro de Colorado 
Springs, pero seguro que vencía a la casa de la hermandad. No es que no 
hubiera disfrutado viviendo con cuarenta y cuatro de mis hermanas griegas 
en los últimos años. Tener cada comidapreparada era definitivamente una 
ventaja, especialmente durante los finales; sin embargo, no me estaba 
preparando para la edad adulta si no podía hacer mi propio sándwich de 
queso asado. Después de vivir sola este año pasado, no era una cocinera tan 
mala. MasterChef no estaba golpeando mi puerta ni nada, pero sobrevivía. 
—No, ¿significa que no me dejarás organizarte una, o no, de que no 
estás segura de querer una? 
—No, no puedes organizarme una fiesta. —Sonreí y sacudí la cabeza, 
a pesar de que no podía verme. 
Estoy bastante segura de que todos en este lado de las Montañas 
Rocosas escucharon el suspiro de decepción demasiado dramático de mi 
padre. 
—Vamos, odias las fiestas tanto como yo. —Abrí la puerta de la 
escalera y bajé un tramo de escaleras taconeando mi par de zapatos de suela 
roja favoritos. 
—¿E 
 
13 
—Cuando se trata de celebrar que mi hija se gradúa de la universidad, 
no lo hago. Tal vez quiero gritarlo desde los tejados. Sabes lo orgulloso que 
estoy de ti, Langley. 
—Sí, y lo aprecio. —Abrí la puerta que conducía directamente al 
estacionamiento y me dirigí a mi auto—. Solo tenerte en la graduación es 
suficiente para hacerme feliz. 
—¡Asegúrate de que ella consiga esos asientos! —Escuché a Virginia 
llamar por teléfono. 
No tener que vivir con mi madrastra durante los descansos y las 
vacaciones fuera de la escuela era otra ventaja de tener mi propio 
departamento. 
—No haré tal cosa —respondió papá. Salió amortiguado, como si 
tuviera la mano sobre el micrófono del teléfono—. Me importa un bledo si 
Camille piensa que está demasiado lejos para caminar. No, Virginia, ella no 
califica para una consideración especial. 
Abrí mi auto y metí mi bolso en el asiento del pasajero antes de subir 
al volante mientras continuaban discutiendo. 
—¡Porque está embarazada, no discapacitada! —Ladró—. Y si fuera 
ella la que se graduara, tal vez me importara. Dile que se ponga unos zapatos 
planos y lidie con eso. 
—Papá, necesito salir para mi entrevista —le dije, cuando hizo una 
pausa en su ida y vuelta. El motor ronroneó y salí del estacionamiento 
mientras la llamada se conectaba a través de mi Bluetooth. 
—Cierto, lo siento. Al menos déjame llevarte a cenar. Tú y tu novio. 
¿Cómo se llamaba? ¿Steve? ¿Simon? —Su voz llegó a través de los altavoces, 
llena de diversión. 
—Sí, Sam viene mañana, pero no es mi novio, ¿recuerdas? —Salí al 
tráfico y miré el reloj. Bien, me dejé un buen espacio de veinte minutos antes 
de mi entrevista. Y claro, tal vez estaba a solo diez minutos de distancia... 
en un tráfico realmente pesado, pero nunca tenías una segunda 
oportunidad para causar la mejor impresión y estoy segura de que no iba a 
llegar tarde. Quería esta pasantía más que nada. Incluso hubiera soportado 
vivir con Virginia durante el verano si eso significara poder incluir a 
Overland Financial en mi currículum. 
No vayas tan lejos. 
—Bien. Sam no es tu novio, es solo un chico que ves de vez en cuando. 
¿Cómo se llama eso? —No me perdí el sarcasmo de papá. 
—Algo informal, papá. Yo lo llamo casual. También lo llamo un gran 
error que habértelo mencionado. —Papá se había vuelto loco verificando los 
antecedentes en el momento en que mencioné una cita el mes pasado. Sam 
 
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y yo no éramos exclusivos ni etiquetados. Salíamos de vez en cuando. Era 
la distracción perfecta cuando más la necesitaba. 
—¿Sigue viendo a ese trabajador de la construcción? —bramó 
Virginia. 
—Electricista —respondí, no es que importara. Cualquiera que 
trabajara con sus manos no contaba como un humano valioso en el libro de 
Virginia, a menos que estuvieran usando sus manos para contar dinero. 
—¡Oh, vamos, Langley! —La voz de Virginia era aguda en el fondo—. 
Déjame contactarte con uno de los chicos del club. Ya sabes, el chico de 
June Maxfield se está graduando de Harvard este fin de semana y estará en 
casa para el verano. 
—Henry Maxfield es un idiota. No, gracias —respondí, y luego hice 
una mueca. En los últimos nueve meses, he mejorado en decir lo que 
pienso... un poco demasiado a veces. Afortunadamente, papá se rio y 
escuché el sonido distintivo de una puerta cerrándose—. Me gusta Sam. 
Sam era agradable. Amable. Inteligente. Llamaba cuando decía que lo 
haría. Aparecía cuando decía que lo haría. Nunca me presionaba a dar más 
de lo que estaba dispuesta. Había toda una lista de cualidades que me 
gustaban de Sam. Además, él estaba aquí. No estaba peleando en una 
guerra al otro lado del mundo de la que ni siquiera se había molestado en 
contarme mientras estaba ocupada enamorándome de él. 
No como algunos otros chicos con los que salí. Citas falsas. Lo que 
sea que haya sido. Ya no estaba enamorada de Iker Alvarez. Ya no perdía el 
sueño por él. Ya no pensaba en él cada minuto de cada día... solo cada dos 
minutos. 
—Estoy seguro de que te gusta Sam. Debe ser un buen tipo si has 
salido con él varias veces. —Su tono se hundió, y lo imaginé tumbado en la 
silla de cuero de su oficina—. Me preguntaba si tal vez habías escuchado 
de… 
—No termines esa oración —advertí mientras me detenía en una luz 
roja—. No, no he escuchado. No, no se ha contactado. Solo déjalo ir, papá. 
Estoy segura de que lo hice. —O de eso era que trataba de convencerme, 
una y otra vez. Algunos días, la mentira era más fácil de comprar que otros. 
—Sí, definitivamente parece que lo has hecho. —Su sarcasmo goteó 
casi tan espeso como la melaza. 
Mis manos se apretaron en el volante mientras empujaba cada 
pensamiento y recuerdo de él tan lejos como era posible. No iría allí. No 
cuando finalmente estaba curada y feliz. 
—Lo siento cariño —dijo papá suavemente, después de unos segundos 
de silencio. 
 
15 
Alguien tocó la bocina y me sobresalté. Correcto, El semáforo estaba 
en verde. Verde significaba avanzar. Verde no significaba lamentarse por los 
chicos que nunca se preocuparon por ti. 
—Está bien —le dije a papá mientras me dirigía al estacionamiento 
frente al edificio de oficinas que había estado mirando todo el año—. Acabo 
de llegar, así que voy a ir a mi entrevista. 
—¿Todavía no entiendo por qué no haces una pasantía en Vaughn 
Holdings? Sé que al dueño le encantaría contratarte. 
Como un imán, mi atención cruzó la calle hacia el edificio más alto 
que albergaba la firma de papá. Hubiera sido mucho más fácil decirle que 
sí. Deslizarme en la posición que me habían asignado desde mi nacimiento. 
Papá probablemente ya tenía grabada una placa con mi nombre y todo. 
Le habría hecho tan feliz si aceptara su oferta. 
Pero en algún momento del año pasado, dejé de priorizar la felicidad 
de todos los demás por encima de la mía. Mi egoísmo no era mi objetivo, 
pero ya no ser una mártir estaba ahí, justo detrás de respirar y comer. 
—Papá, sabes que quiero hacer esto por mi cuenta —le dije 
suavemente. 
—Pero no tienes que hacerlo, Langley. Estoy increíblemente orgulloso 
de que seas independiente y motivada. Realmente lo estoy. Pero eres una 
Vaughn. Generaciones de Vaughns se han sacrificado para llevarnos a 
donde estamos, para asegurarnos de que no tengas que comenzar el juego 
tomando una bola rápida. 
—Apenas puedo llamar a mi fondo fiduciario y educación tomar una 
bola rápida. Más bien como comenzar en tercera base con una ventaja y el 
entrenador gritándome que vaya a Home. No como él, ese en el que me 
negaba a pensar. Él ni siquiera había comenzado el juego de pelota en el 
campo. No, se abrió camino en el parque y se vio obligado a probarse a sí 
mismo antes de que alguien lo considerara digno de batear. 
Odiaba haberlo admirado por eso. 
Odiaba que secuestrara mi tren de pensamiento una vez más. 
—Punto justo. Simplemente odio saber que puedo hacerte la vida más 
fácil y no me dejarás. Eso es casi todo el trabajo de un padre, ya sabes. 
Miré el reloj. Todavía quince minutos antes. 
—El trabajo completo de un padre es criar a un ser humano decente—
. Lo cual tenía. Claro, me ponía celosa de vez en cuando, e incluso mezquina,pero me gustaría pensar que estaba del lado correcto de la brújula moral—
. Sabes que te amo por querer ayudarme, pero esto es algo que realmente 
necesito hacer por mi cuenta. 
El suspiró. 
 
16 
—De acuerdo. Respeto eso. Dile a Peter que le mando saludos. 
Mi estómago se apretó. 
—¡Dime que no llamaste a Peter Overland y le dijiste que estoy 
aplicando! 
—Por supuesto que no. —Se burló papá se burló—. Pero si crees que 
no va a sumar dos más dos, lo estás subestimando mucho. Ahora ve a 
enfrentarte al mundo, tigre. Te veré en la graduación mañana. 
—Seré la de negro. —Yo también hablaba sarcasmo fluido. 
—Te amo —se rio entre dientes. 
Haciendo eco del sentimiento, colgué y apagué el motor. Después de 
tomarme un momento para enderezarme la blusa y la falda, me dirigí al 
edificio con mucha más confianza de la que realmente sentía. 
El vestíbulo estaba en silencio durante un viernes por la tarde y mis 
tacones resonaron en el mármol mientras caminaba hacia el ascensor. 
Espera ¿Era demasiado llegar doce minutos antes? ¿Diría que era 
organizada y lista? ¿O desesperada y aburrida? Cinco minutos sería mejor. 
Me senté en uno de los sillones que daban a una fuente de los deseos 
y debatí tirar todo mi fondo fiduciario con la esperanza de conseguir esta 
pasantía. 
Eso habría sido una gran decepción para los dos estudiantes 
universitarios que el fondo fiduciario estaba poniendo actualmente en la 
escuela, por lo que probablemente no fue la mejor idea. Por otra parte, a 
partir de mañana me graduaba y pagar la totalidad del saldo de la matrícula 
de Gael la semana pasada había sido una obviedad. Yo tenía dinero. Él no. 
No era como si no pudiera soportar el golpe financiero. Demonios, recibía 
tanto interés en un año. 
Al menos su hermano no tendrá que volverse un gigoló por la educación 
de su hermano nunca más. 
Sin embargo, no lo había hecho por él. Hice la llamada y dejé caer el 
efectivo porque el chico era inteligente, ambicioso y merecía comenzar el 
juego de pelota al menos en primera base. Los dos chicos a los que decidí 
ayudar lo hacían. Todos los chicos que deseaban seguir una educación 
superior lo hacían. 
Con la esperanza de calmar mis nervios, saqué mi teléfono y abrí mi 
Instagram, desplazándome por mis últimas notificaciones. Cuando noté que 
a una de mis hermanas de hermandad le había gustado una foto más 
antigua en mi feed, hice clic en la imagen por la fuerza de la costumbre para 
ver qué le había llamado la atención. O más bien, quién... 
Iker Alvarez. 
 
17 
Hasta ahí llegó lo de no pensar en él cuando no podía borrarlo 
totalmente de mi vida. 
Mi pecho se apretó cuando esos profundos ojos marrones me miraron 
desde la foto que había tomado la noche en que lo conocí. ¿Por qué no 
eliminé la publicación y me ahorré esta sensación de pérdida? Por la misma 
razón que guardé esa estúpida y maravillosa carta que me había dejado 
aquella mañana, me dejó sin palabras. No estaba en un lugar de honor ni 
nada. La metí en mi guantera, entre mi manual de propietario y el mapa que 
papá insistió en que llevara incluso con el GPS, simplemente había olvidado 
tirarla. 
Mentirosa. 
Maldije a la hermana de hermandad a la que le gustó la foto, pero no 
miré hacia otro lado. Nunca había podido apartar la mirada de Iker, lo cual 
había sido la mitad de mi maldito problema. El chico era hermoso. La otra 
mitad de mi problema surgió del hecho de que era tan hermoso por dentro 
como por fuera. Con la excepción de que me dejó desnuda y durmiendo en 
un resort de cinco estrellas mientras se escabulló, rompiendo mi corazón en 
el proceso. Sí, eso llevó el factor "bonito por dentro" un poco más abajo. 
Mi pulgar se movió sobre la opción de borrar la imagen, pero no pude. 
Además de las fotos de la boda de Camille, que no pasaba mucho tiempo 
adulando, era una de las únicas pruebas tangibles que Iker existió. 
Tomando nota de la hora, me puse de pie y envié una oración rápida 
porque todavía existiera en alguna parte, que aún no hubiera sido otra 
víctima en una guerra que las noticias ya ni siquiera se molestaban en 
cubrir. No es que a nadie se le ocurriera decirme si le hubiera pasado algo. 
No era nada para él y tenía que recordarme a mí misma que ya no se le 
permitía ser todo para mí. 
El viaje en ascensor fue corto y llegué a la recepción de Overland 
Financial exactamente seis minutos antes de mi entrevista. Usé esos seis 
minutos para prepararme mentalmente, lo que fue diez mil veces más difícil 
con la memoria de Iker empujando cada pensamiento para al costado y 
causando un caos general en mi cerebro. 
Al minuto siete, me senté frente a Peter Overland, el rival local de mi 
padre. 
Para el minuto diez, habíamos revisado mi currículum y mi 
fascinación por la gestión de fondos de cobertura. 
—Entonces, dígame, señorita Vaughn, ¿por qué administrar dinero? 
—preguntó, mirándome por encima de las gafas de montura delgada. Su 
mirada me cortó rápidamente y tuve la sensación de que veía mucho más 
de lo que los solicitantes querían que viera. Podía elegir a cualquier 
graduado pulido, educado y suave a quien quisiera. Podría darle la 
respuesta fácil y enlatada y aun así tener una oportunidad en la pasantía. 
 
18 
Pero si lo hubiera querido fácil, estaría en Vaughn Enterprises. 
—Me gusta el dinero —le dije sinceramente—. Tiene un tremendo 
potencial para el bien cuando se cultiva y cuida cuidadosamente. 
—¿Potencial para el bien? —Se reclinó en su silla, llevándose mi 
currículum con él. 
—Sí, señor. En el último año, supe que mis ingresos, cuando se 
cuidan cuidadosamente, me dan la oportunidad de invertir en obras de 
caridad. Hacer más con eso que gastarlo frívolamente. 
Sus cejas plateadas se fruncieron. 
—Cuando se inclinó a eso. ¿Por qué no simplemente darlo todo a la 
caridad? ¿No diría que tiene un mayor beneficio? 
—Claro. Una vez. Pero al aumentar los ingresos, podemos invertir en 
buenas obras de manera consistente, sin amenazar futuras donaciones. De 
hecho, diría que, con un manejo preciso y cuidadoso, podemos invertir aún 
más. —Mi cuerpo clamaba por cambiar de posición, pero me negaba a 
revelar mis nervios inquietos. 
—Interesante. 
No tenía ni idea de si estaba siendo sarcástico o no. 
—Entonces, Srta. Vaughn. ¿Tiene alguna relación con Corbin 
Vaughn? 
—Compartimos algunos genes. —Mantuve mis ojos en él, ignorando 
el instinto de mirar a través de las ventanas de la oficina de su esquina a la 
firma de papá al otro lado de la calle. 
Sus cejas se alzaron, pero esa fue la única señal externa de que 
incluso me escuchó. 
— Su promedio de calificaciones es impresionante, pero también lo es 
cualquier otro candidato que entre en esta sala. Entonces, le haré la misma 
pregunta que les hice. 
—Perfecto. —Menos mal que mi falda era negra, porque sabía que mis 
palmas sudorosas habrían dejado huellas de manos gigantes en el material. 
—¿Cuál es la inversión más atrevida que has hecho personalmente? 
—Se inclinó hacia delante y colocó mi currículum en la brillante expansión 
del escritorio de caoba que nos separaba. 
La cara de Iker me vino a la mente. Bueno, al menos esto me 
distinguiría del resto. O se reirá o me enviará a empacar. 
—Pagué a un extraño para que fuera mi cita en la boda de mi 
hermana. 
 
19 
Los ojos del Sr. Overland se abrieron y chispearon con lo que esperaba 
que fuera interés. 
—Fue una inversión de diez mil dólares hecha con el único propósito 
de sacudir a mi familia y pagarle a mi hermanastra por ser terrible conmigo. 
Si bien los dividendos no se vieron financieramente, ciertamente se sintieron 
exactamente de la manera que había anticipado al llegar a al acuerdo. —
Fue una inversión de diez mil dólares que nunca me arrepentí de haber 
hecho. Incluso en los días más oscuros y difíciles, cuando estaba segura de 
que nunca dejaría de doler, aún no me había arrepentido. 
—¿Y se sintió personalmente satisfecha con el resultado de su 
inversión? —Se levantó una esquinade su boca. 
—Puedo admitir que me dejó tan conmocionada como al resto de mi 
familia. Pero también me abrió los ojos y me hizo darme cuenta de un mundo 
que no estoy segura de haber sido capaz de notar sin él. —Claro, el trato 
había sido una inversión, pero no podía seguir llamándolo así. 
—Mmmmm—. El Sr. Overland tarareó suavemente, mirando mi 
currículum. Luego me miró y asintió una vez, tomando una decisión que 
solo podía adivinar—. Srta. Vaughn, no voy a ofrecerle la pasantía de fondos 
de cobertura. 
Mi corazón se desplomó ocho pisos y salpicó en el pavimento de abajo. 
Alzando la barbilla, le di una sonrisa de la que mi madre habría estado 
orgullosa. 
—Entiendo. 
—En cambio, voy a ofrecerle un puesto de tiempo completo en nuestra 
oficina del centro de Texas. Tenemos un fondo completo dedicado a 
donaciones caritativas al que podría venirle bien otro miembro del equipo. 
Creo que puede encontrar eso mucho más de su agrado y personalmente 
me gustaría ver si puede usar esa necesidad y el aporte cuidadoso que 
mencionó para ayudar a hacer crecer ese fondo, para que podamos hacer 
más de esa donación constante. —Él sonrió, la piel en la esquina de sus ojos 
se arrugó. 
Tartamudeé y acepté la oferta con agradecimiento y cero dudas. Hubo 
muchas gracias, la realidad de tener que mudarme a un nuevo estado donde 
no conocía a nadie aún no se hundía por completo. Todo fue un feliz borrón 
a partir de ese momento. ¡Este era un sueño hecho realidad! Estaría 
trabajando en el campo que me encantaba, no solo para ganar dinero para 
las personas que ya tenían suficiente, sino para mejorar la vida de aquellos 
que no. 
Rompí en una carcajada impetuosa cuando llegué a mi auto, mi carta 
de oferta firmemente escondida en mi bolsa de mensajero. Santo cielo, me 
iba a graduar de la universidad mañana y me mudaría a Texas el próximo 
mes. 
 
20 
Qué bueno que mantuve las cosas casuales con Sam. Sabía lo difícil 
que era ser dejado atrás por alguien de quien estabas enamorado. Lo último 
que necesitaba era una complicación emocional como esa con todo mi futuro 
en juego. 
 
 
21 
3 
Iker 
 
ormiste casi dos días seguidos y todavía pareces una 
mierda. —Parpadeé hacia Gael mientras dejaba caer 
una taza de café en la mesa frente a mí. 
Me froté la cara con las manos y sofoqué un bostezo. Todo en mi 
cuerpo todavía se sentía pesado y letárgico. No tenía idea de qué hora era, 
ni siquiera qué día era. Mi mente sentía que estaba envuelta en telarañas 
aferradas e ineludibles tejidas de remordimiento y arrepentimiento. Sacudí 
mi cabeza de un lado a otro, tratando de desalojar parte de la niebla de duda 
que estaba tratando de ver. 
—Te dije que me tomaba un tiempo recuperar el equilibrio después de 
regresar. —Agarré la taza y suspiré con satisfacción mientras el calor se 
filtraba en mis palmas—. Apuesto a que estás aburrido. Viniste hasta aquí 
para verme y no he sido divertido. 
Gael resopló y se inclinó hacia delante para poder apoyar sus manos 
en la encimera barata que nos separaba. 
—Vine para asegurarme de que estabas bien y para agradecerte por 
arreglar todo antes de que comenzaran las clases el semestre pasado. Quería 
que vieras con tus propios ojos que estoy bien. Quería demostrarte que ya 
no tienes que poner el cuello en la línea por cada pequeña cosa. —Sus ojos 
se movieron hacia abajo y entrecerré los míos mientras él se movía 
nerviosamente—. Hay algo que tengo que decirte. 
Me froté los ojos otra vez y dejé el café. Gael siempre hablaba en serio, 
pero la expresión de su rostro en este momento me hacía sentir un escalofrío 
en mi columna vertebral. Sabía que no me iba a gustar lo que fuera que 
tuviera que decir a continuación. 
—Nunca más tendrás que hacer nada sospechoso para pagar mi 
matrícula de nuevo. —Gael levantó la cabeza y soltó el aliento—. Los cuatro 
años de mi licenciatura han sido pagados. No más problemas con la ayuda 
financiera y contar con subvenciones y becas que podrían no llegar. No te 
—D 
 
22 
preocupes por el peso aplastante de la deuda estudiantil cuando termine la 
escuela. 
Sentí mis ojos abrirse y mi corazón comenzó a latir erráticamente en 
mi pecho. 
—¿Qué? ¿Como? ¿Quién? —Mi lengua tropezó con las palabras y el 
escalofrío se extendió por todo mi cuerpo porque estaba bastante seguro de 
saber la respuesta a la última pregunta. 
—Fui a la oficina de ayuda financiera para asegurarme de solicitar 
cada subvención y financiación especial que pudiera tan pronto como 
comenzó el semestre. No quería terminar en el mismo bote que antes. No 
quería que te preocuparas mientras estabas desplegado. El oficial de ayuda 
financiera me informó que fui seleccionado por un donante privado para 
recibir una beca completa. Solo otro chico y yo, en todo el país, fuimos 
elegidos para esta oportunidad especial de beca. La escuela no dio ninguna 
información sobre el donante, obviamente, pero soy lo suficientemente 
inteligente para sumar dos y dos después de oírte hablar de Langley. 
¿Era posible? ¿Langley había pagado la educación de mi hermano, 
incluso después de todo lo que le había hecho? Nadie podría ser tan amable, 
tan desinteresada... ¿o sí? 
Afectado y sin palabras, miré a mi hermano en silencio mientras mi 
mente corría para ponerse al día y procesar esta nueva información. 
Gael levantó una mano y se frotó la nuca con ansiedad. 
—Sé que probablemente no te gustará, pero quiero verla y darle las 
gracias antes de que me vaya de Colorado. Quiero agradecerle por las 
oportunidades que voy a tener y por abrir puertas que dudo que pueda abrir 
por mi cuenta. —Él suspiró profundamente—. También quiero agradecerle 
por quitarte una responsabilidad tan grande. Tienes la oportunidad de 
finalmente concentrarte en ti mismo. Nunca dejarías de ponerme primero si 
ella no entrara en escena. Le debemos más de lo que podemos pagar. 
Sentí que no podía respirar. Puse mi palma en mi pecho y empujé 
contra el lugar donde mi corazón latía con fuerza. 
—Yo ... Ella no va a querer verme, Gael. —Mi voz se quebró, pero 
todavía me estaba tambaleando por la bomba que Gael dejó caer, así que no 
podía avergonzarme. 
—Sí, tal vez no. ¿Le hiciste un movimiento súper idiota, pero no 
quieres disculparte? —Caminó alrededor del mostrador y sacó el taburete 
junto al mío—. La lección número uno que aprendí al verte, es que hacer lo 
correcto no siempre es fácil. La mayoría de las veces, hacer lo correcto duele 
peor que las consecuencias de hacer lo incorrecto. 
—Hubiera sido tan fácil para ti caer en un estilo de vida diferente, 
creciendo donde lo hicimos. Pero, siempre hiciste lo correcto, incluso si eso 
 
23 
significaba que sufrieras. Esta chica merece una disculpa y tiene derecho a 
cada gramo de gratitud que ambos tenemos. No es frecuente que tipos como 
nosotros, tipos que vienen de la nada, se encuentren con un ángel guardián. 
Maldije por lo bajo y dejé caer la frente para que golpeara 
dolorosamente la encimera. 
—No es que pueda llamarla y pedirle que se reúna conmigo para tomar 
un café. La dejé de la peor manera posible. Ni siquiera sabe que he vuelto o 
que todavía estoy respirando. —Parecía perfectamente feliz y su vida 
obviamente había seguido adelante. Quién era yo, aparte de un mal 
recuerdo que probablemente quería olvidar para siempre. 
Gael golpeó la mesa con los dedos y me miró con una ceja arqueada. 
—Crear estrategias de batalla complejas es parte de tu trabajo. 
¿Realmente vas a sentarte allí y decirme que no puedes encontrar una 
manera de arreglar esto? ¿Tienes miedo? 
Estaba asustado. Aterrorizado. No había mucho en mi vida que no 
hubiera podido soportar, pero ver decepción y asco en los bonitos ojos azules 
de Langley era algo de lo que estaba seguro de que no podría volver. Sin 
embargo, no había manera de que le dijera a mi hermanito nada de eso. 
Jurando de nuevo, golpeé mi frente contra el mostrador por segunda 
vez y murmuré: 
—Se está graduando. Vi una publicaciónen su Instagram cuando 
estaba rastreando en su teléfono el otro día. Podría ser mejor tratar de verla 
donde hay otras personas alrededor. —Después de todo, no era tímida 
cuando se trataba de hacer una escena. La chica era grande al dejar una 
impresión duradera—. Probablemente estará emocionada ya que terminó 
con la escuela. 
Aparecer sin previo aviso mientras celebraba algo tan monumental 
podría ser un sólido plan de ataque. Por otra parte, podría arruinar su día 
entero. Pero, como dijo Gael, hacer lo correcto rara vez era la elección fácil 
de hacer. 
Gael golpeó una mano sobre la mesa, haciéndome estremecer. 
—Vamos. Sabes a qué escuela va, ¿verdad? Podemos hallar todo lo 
que necesitemos para encontrarla en Internet. 
Gemí, resignado al hecho de que realmente estábamos haciendo esto 
ahora que había lanzado la idea. Mi hermano no iba a dejarlo pasar y 
honestamente, mi conciencia tampoco. Le debía a Langley más de lo que 
podría pagar. Ella merecía mucho más que una disculpa, pero era un lugar 
para comenzar a la hora de saldar la deuda. 
—No es un funeral. No te veas tan gruñón. Ve a tomar una ducha y 
haré algo de comer. —Me empujó fuera de la silla, con los ojos ya en su 
teléfono mientras acechaba a Langley. Una vez más, me sentí abrumado por 
 
24 
lo bien que se sentía tener a alguien que me cuidaba cuando estaba en mi 
punto más desprotegido y vulnerable. Finalmente tenía la edad suficiente, 
realmente sentía que tenía a alguien inquebrantable a mi lado. 
En la ducha, era imposible evitar que la avalancha de recuerdos 
superara cada uno de mis pensamientos. 
Pude recordar claramente la brillante sonrisa de Langley cuando dejó 
escapar la máscara de perfección que llevaba y la dejó brillar. Todavía podía 
sentir cuán sedoso y suave era su cabello envuelto alrededor de mis manos 
y arrastrándose por mi piel. Nunca iba a olvidar cómo sabía y se sentía en 
mis brazos. Los dulces y sexys sonidos que hizo cuando se perdió en la 
pasión y el deseo iban a hacer eco en mis oídos para siempre. Había tenido 
más de un sueño que me obligó a despertar con fuerza y dolor porque lo 
único que tenía para recordarla eran esos recuerdos persistentes. Nunca 
estaría en el lado receptor de lo real otra vez. 
Desafortunadamente, mientras mi cerebro entendía que había jodido 
y arruinado cualquier posibilidad que tenía con la chica soñada de la vida 
real de todos, mi polla no había recibido el memo. Cada vez que Langley 
cruzaba por mi mente, mi cuerpo respondía casi de inmediato. Claro, la 
oportunidad de superarla poniendo a alguien debajo de mí había sido 
limitada debido a mi despliegue, pero la verdad era que ni siquiera había 
sido tentado. Siempre había sido un tipo de jugador. Sabía que no iba a 
establecerme y comprometerme, por lo que generalmente no tenía 
problemas para vivir el estilo de vida de tomar y dejar. 
Hasta Langley. 
Era imposible para mí dejarla, y mi polla no estaba tan interesada en 
una imitación barata. Mi mano y mis recuerdos iban a tener que hacerlo 
cuando se tratara de correrme. Tenía la esperanza de que verla cara a cara 
traería el cierre que necesitaba para volver a mi antiguo yo. Si pudiera ver 
su odio de cerca y personalmente, sería la motivación que necesitaba para 
seguir adelante. 
Todavía estaba gruñón cuando salí de la ducha, pero ver un atuendo 
tendido en la cama cuando entré en mi habitación fue suficiente para 
sacarme una sonrisa débil. Gael eligió una de las pocas camisas con botones 
que Langley insistió en comprar para mí cuando estábamos tratando de 
engañar a su familia para que pensara que estábamos juntos, y un par de 
jeans negros. Obviamente estaba preocupado por causar una buena 
impresión en la mujer responsable de asegurar su futuro. 
Pensando que no dolería nada seguirlo, me afeité y me peiné... lo poco 
que tenía después de estar en el desierto durante tanto tiempo. Me 
arremangué las mangas de la camisa, dejando al descubierto el largo tatuaje 
de mis antebrazos. Pensé en volver a bajarlos para no llamar la atención, 
pero rápidamente descarté la idea. Yo era quien era. En general, me gustaba 
el tipo que era en el día a día, pero sabía que podría mejorar. Disculparme 
 
25 
por la forma en que traté a Langley era un paso en la dirección correcta de 
ser un mejor hombre. No me quitaría el peso de la culpa, pero lo aliviaría un 
poco, que era todo lo que necesitaba. Estaba siendo aplastado por eso, 
sofocado. 
Otra sonrisa a medias se escapó cuando entré en la sala de estar del 
apartamento. Gael estaba vestido bastante similar a mí, solo que tenía un 
alegre corbatín agregado a su conjunto. Encajaría perfectamente en una 
graduación universitaria privada. 
Mi hermano parloteó camino a la universidad. Obviamente estaba 
emocionado y nervioso. Langley era realmente una salvadora a sus ojos. 
Para no haberla conocido nunca, Gael habló de ella brillantemente. Fue 
difícil de escuchar. Estaba acostumbrado a ser su héroe supremo, el que se 
aseguraba de que nunca quisiera nada. Fue una píldora difícil de tragar 
escucharlo asombrarse por alguien más, principalmente porque ese alguien 
más había trastornado mi vida y mi corazón con un mínimo esfuerzo. Había 
renunciado al derecho de cantar las alabanzas de Langley, así que me 
molestó de la manera equivocada el que mi hermano pudiera hacerlo tan 
libremente. 
Tardó un minuto en encontrar un lugar para estacionar. Recibimos 
un par de miradas de la gente mientras maniobrábamos por el extenso 
campus del centro. La ceremonia de graduación generalmente se realizaba 
en uno de los edificios del campus, así que seguí los sonidos de vítores hasta 
que encontramos el correcto. Llegamos justo cuando comenzaba el cierre. 
Una punzada de tristeza me atravesó cuando me di cuenta de que era 
demasiado tarde para ver a Langley cruzar el escenario y obtener su 
diploma. Parecía que siempre llegaba demasiado tarde y nunca era lo 
suficientemente bueno cuando se trataba de ella. 
Después de los aplausos explosivos de los graduados y el espectáculo 
de las gorras lanzadas en el aire, la multitud comenzó a moverse y cambiar 
de puesto, las familias comenzaron a reunirse para felicitar a sus seres 
queridos. Por pura coincidencia, vi por casualidad al padre y la madrastra 
de Langley. Su padre me notó y vi la sonrisa en su rostro desaparecer 
cuando el reconocimiento lo golpeó. 
Me gustaba el padre de Langley. Era un buen hombre y también un 
compañero militar. No parpadeó cuando Langley me trajo a casa para 
causar problemas. De hecho, todo lo que quería era que su hija fuera feliz. 
Que la miren y la cuiden. Hice todo eso, hasta que no lo hice. Si estuviera 
en sus zapatos, también me gustaría patearme el trasero. 
El hombre mayor dio un paso en mi dirección, pero su esposa mocosa 
y pervertida lo hizo retroceder casi de inmediato. No había amor perdido 
entre nosotros cuando se trataba de la madrastra de Langley. La mujer era 
un trabajo, que trataba a Langley como un intruso en su propia casa. Corbin 
 
26 
Vaughn estiró el cuello para mantenerme a la vista mientras lo arrastraban 
a la fuerza. 
Solté un profundo suspiro y fui a señalarle a Gael la familia de 
Langley, solo para darme cuenta de que mi hermano ya no estaba a mi lado. 
Me di la vuelta en un semicírculo para ver a dónde iba y me congelé cuando 
una cabeza rubia familiar y soleada apareció de repente en la multitud. 
—¿Iker? 
Me congelé al escuchar mi nombre, mi cuerpo se volvió helado e hirvió 
al mismo tiempo. No pude moverme. No pude apartar la mirada de ella. 
Estaba dividido entre querer correr hacia ella para cerrar la distancia entre 
nosotros y agacharme para poder esconderme en la multitud de personas 
que nos rodeaban. 
Mi cerebro tardó un minuto completo en calcular que, aunque era mi 
nombre, Langley me estaba llamando, no me había visto y no estaba 
mirando en mi dirección. Un momento después, Gael estaba de pie frente a 
ella, extendiéndole una mano para quela estrechara. Esos ojos azules de 
ella tenían el doble de su tamaño normal y pude ver la confusión 
coloreándolos, incluso con el espacio entre nosotros. 
Estaba demasiado lejos para escuchar lo que se decían el uno al otro. 
Gael estaba más animado que nunca, las manos se movían frenéticamente 
mientras hablaba. Langley parecía adorablemente desconcertada, luego 
feliz, luego desconsolada. También se veía muy bien con su toga y birrete de 
graduación. Gael colocó un pulgar sobre su hombro en mi dirección y me 
congelé con mi mirada pegada con la de Langley. 
La vi poner una mano sobre su pecho y todo el color volvió a su rostro 
impecable e inolvidable. Se tambaleó un poco con esos tacones altos que le 
gustaba usar y una de sus manos salió disparada para bloquear el 
antebrazo de mi hermano pequeño. Quería gritarle que lo dejara ir. Quería 
decirle que en su lugar podría aferrarse a mí. Sin embargo, sabía que las 
palabras eran inútiles. Mis acciones hablaron mucho más fuerte. 
Me gritaba a mí mismo que me moviera, que hiciera algo, cualquier 
cosa, cuando un chico que parecía tener mi edad apareció de repente detrás 
de Langley. Le dio a mi hermano una mirada curiosa y mi sangre se convirtió 
en lava mientras pasaba un brazo alrededor del hombro de Langley de una 
manera molestamente familiar y cómoda. El chico era grande. Tenía la 
cabeza llena de cabello rubio y barba. También tenía un tatuaje en el costado 
del cuello y en el dorso de la mano que colgaba sobre los hombros de 
Langley. No se parecía en nada a su ex idiota que ahora estaba casado con 
su hermanastra. Este tipo encajaría en cualquier bar de buceo o salón de 
billar en la ciudad. No tenía idea de quién era o por qué era tan sensible con 
Langley, pero lo odiaba a primera vista. Quería romper el brazo que él había 
envuelto alrededor de ella y aplastar los dedos que eran tan libres de tocarla. 
 
27 
—¿Iker? ¿Qué haces aquí? 
Perdido en mis pensamientos y atrapado en mis propios celos, no me 
di cuenta de que los tres se habían acercado a donde estaba parado. Gael 
se movió a mi lado, dándome un empujoncito como un recordatorio para 
arreglar mi mierda. 
Tuve que aclararme la garganta un par de veces antes de poder forzar 
las palabras. La vista de Langley con otro chico me hizo perder todas mis 
razones para estar aquí. Estaba teniendo dificultades para concentrarme en 
algo más que en todos los lugares donde ella estaba presionada contra un 
hombre que no era yo. 
—Uh... felicidades por tu graduación. Gael vino a la ciudad cuando 
regresé y realmente quería tener la oportunidad de verte. Perdón por 
aparecer sin avisar. —Sonaba muy patético. ¿Por qué no podía simplemente 
decirle cuánto la extrañaba, cuánto lamentaba haberlo hecho tan mal como 
lo había hecho? 
Un silencio incómodo cayó sobre nuestro grupo hasta que solté: 
—Lo siento mucho, Langley —al mismo tiempo que murmuró—: Estoy 
tan contenta de que estés vivo, Iker. 
Nos miramos el uno al otro durante mucho tiempo, ambos respirando 
con dificultad mientras la multitud y el caos se desvanecían. Estaba 
tratando de averiguar qué más decir cuando el chico a quien ambos 
habíamos ignorado se acercó a Langley y le dio un beso posesivo en la parte 
superior de la cabeza. 
Me puse rígido automáticamente y escuché a Gael gruñir algo por lo 
bajo. Barba gruñó y habló lo suficientemente alto que no había forma de que 
pudiera fingir que no lo escuché. 
—Vamos, Langley. Tu familia nos está esperando. No queremos hacer 
esperar a tu papá, ¿verdad? 
El mensaje fue claro. Él era el único en su vida ahora. Ella era suya. 
No pude contener un encogimiento de cuerpo completo cuando él se movió 
para tomar su mano. 
Langley parpadeó como si hubiera estado aturdida y asintió 
lentamente. 
—En serio, gracias por todo. —Gael extendió una mano y la estrechó 
automáticamente. Sus modales y cortesía eran una parte inherente de quién 
era ella, después de todo. 
Nuestros ojos se encontraron brevemente una vez más y una pequeña 
sonrisa torcida atrajo su boca. 
—Fue agradable verte... A ambos. Cuídense. 
 
28 
Se dio la vuelta y se alejó con un chico rubio y tatuado, con la mano 
que le quedaba. 
Gael tuvo que sostenerme mientras mis rodillas se convertían en 
gelatina después de que ya no podía verla. 
Verla alejarse sin perseguirla y pedir perdón fue una de las cosas más 
difíciles que había hecho. Se sentía como si tuviera un agujero abierto en el 
centro de mi pecho. Ahora que me di cuenta de lo importante que era y 
cuánto de mi corazón tenía, este adiós me atravesó la sangre. Mi ignorancia 
y arrogancia hicieron que el último fuera más soportable. Pero esta chica 
me tuvo en poco tiempo. 
El dolor era lo que merecía. Podría admitirlo. Odiaba saber ahora de 
primera mano lo mal que la había hecho sentir cuando me fui. 
Me froté la frente y murmuré: 
—Necesito un trago. Un montón de bebidas. 
Gael se echó a reír y puso su brazo sobre mis hombros. 
—Lo correcto está hecho. Creo que puedes seguir adelante y hacer lo 
incorrecto por el resto del día. 
Bufé y lo seguí a través de la multitud persistente. No iba a decirle 
que iba a estar haciendo lo incorrecto hasta que el dolor en mi pecho se 
desvaneciera... lo que sin duda tomaría más de un día. 
Podía tomar una eternidad. 
 
 
29 
4 
Langley 
 
stoy tan contenta de que estés vivo, Iker. 
Nueve meses de preocupación y miedo y de desear 
cosas que nunca podrían ser, y eso fue lo que salió de mi 
boca cuando me enfrenté a un muy real, muy presente y muy 
guapo, Iker Álvarez. 
Era la verdad. Me sentí tan aliviada al verlo con vida y por lo que 
parecía, ileso. Se veía entero y saludable y tan hermoso que casi me caigo 
de bruces cuando nuestros ojos se encontraron. Su piel tenía un bronceado 
más profundo, y su cuerpo se veía un poco más voluminoso, como si hubiera 
pasado cualquier tiempo de inactividad que hubiera tenido en el gimnasio, 
pero sus ojos, esos ojos marrones profundos, eran exactamente iguales. 
Oscuros, ilegibles y sondeadores. Parecían aún más intensos e intimidantes 
que la última vez que los vi, ya que su cara se había adelgazado y afilado. 
Todavía veían a través de mí. 
Justo más allá de pasar las manos bien cuidadas por el cabello 
perfecto de peluquería hasta el desorden imperfecto en el que me encontraba 
por dentro. Esos ojos atravesaron la mierda y la pretensión, y me dejaron 
despellejada, tal como lo habían hecho hace nueve meses. Dos, tal vez tres 
minutos en su presencia y todo el trabajo que había puesto en curarme a 
mí misma y seguir adelante no había importado. 
Estaba de vuelta en esa habitación de hotel, debajo de él, sintiendo 
esa innegable avalancha de amor inundando mi sistema mientras me 
preguntaba si estaba segura. Lo estaba besando en el Laser Tag. Estaba 
acurrucada en el columpio de mi madre, mostrándole las mejores partes de 
mi vida desde que ya había estado en contacto con las más feas. 
Nueve malditos meses de controlarme y él lo deshizo todo con cinco 
palabras. 
Lo siento mucho, Langley. 
E 
 
30 
Langley. 
—¿Langley? —Esta vez, la voz profunda estuvo marcada por un ligero 
toque en mi muñeca. 
Parpadeé, saliendo de mi estupor inducido por Iker para ver que cada 
par de ojos en la mesa estaban sobre mí. 
—¿Estás bien? —preguntó Sam, sus dedos suaves como siempre. 
—Sí, por supuesto —respondí con una sonrisa practicada. Sam no me 
conocía lo suficiente como para saber que era forzada. Falsa. 
Iker sí, lo cual era muy irónico, ya que sólo había pasado una semana 
de mi vida con él, y ya conocía a Sam desde hacía un mes. O incluso más 
tiempo, supongo. 
Las cejas de papá se elevaron, al igual que su copa de champán. 
Cierto. Debía estar en medio de un brindis. Mis dedos se enrollaron en torno 
a mi propia copa, y asentí. Sonrió, pero yo sabía que la suya, al igual que la 
mía, era una sonrisa forzada. 
—Estoy tan agradecido de que todos puedan estar aquí para celebrar 
a Langley esta noche.—Eché un vistazo a la mesa del restaurante, cubierta 
de manteles de lino, y asentí a los que reconocí. Me senté al pie de la mesa, 
el espejo donde mi padre se sentaba a la cabeza, flanqueado por Virginia a 
su derecha y Camille a su izquierda. Richard ocupaba el asiento junto a su 
esposa embarazada, y los otros ocho invitados eran amigos o conocidos de 
negocios de mi padre, hasta que llegué a Sam, que estaba sentado 
tranquilamente a mi derecha. 
—No es ningún secreto que estoy increíblemente orgulloso de mis dos 
hijas —dijo, ofreciéndole a Camille una sonrisa suave—. Pero esta noche, 
estoy especialmente orgulloso de todo lo que Langley ha logrado. Nunca se 
ha echado atrás en un desafío, ha vencido todos los obstáculos con lo que 
sé que es la gracia de su madre y lo que espero que sea mi tenacidad. Y sin 
embargo, ha crecido hasta ser más de lo que podíamos esperar. Así que les 
pido que brinden por Langley en enhorabuena. No puedo esperar a ver cómo 
te enfrentas al mundo. —Levantó la copa hasta el nivel de los ojos—. Por 
Langley. 
Todos en la mesa levantaron sus copas. 
—Por Langley —repitieron. 
Me llevé la copa a los labios y tomé un sorbo del champán dulce, y 
aunque sabía que papá había hecho arreglos especiales para asegurarse de 
que éste fuera mi favorito, no sabía tan ligero ni tan dulce como de 
costumbre. Porque mientras miraba la mesa, y sus catorce ocupantes, supe 
que sólo uno de ellos me amaba genuinamente. El resto de ellos estaban 
aquí sólo para beneficio personal. Ya fuera el favor de mi padre, su apoyo en 
un nuevo negocio, o incluso el acceso a mí, todos querían algo. 
 
31 
Y en ese momento, sólo quise a Iker. 
—¿Segura que estás bien? —me preguntó Sam en voz baja. Sus ojos 
eran amables y no hacían juego con su apariencia áspera y tosca. Fue lo 
que me atrajo de él cuando nos cruzamos en nuestro edificio de 
apartamentos compartidos. 
—Sí —contesté con un pequeño asentimiento, la voz obviamente 
tensa—. Ha sido un gran día. 
—Apuesto a que sí. Parece que has estado fuera desde que esos dos 
tipos aparecieron en la ceremonia de graduación. —Dejó el espacio abierto 
para que yo explicara, para explicar la presencia de Iker y Gael. 
Era extraño, porque aunque yo no era cercana a Sam, tampoco le 
había ocultado nada. Habíamos salido unas cuantas veces, disfrutado de 
una o dos citas casuales, pero no quería contarle sobre mis invitados 
sorpresa. A pesar de que todos los demás ocupantes de la mesa habían 
conocido a Iker en la boda de Camille y Richard, se sentía como algo 
completamente privado. No en la forma en que los secretos eran privados, 
sino en la forma en que lo eran los recuerdos y los pequeños tesoros. 
Iker era mío. Nadie me había afectado nunca de la forma en que él lo 
había hecho. Nunca nadie me había hecho sentir tan especial y apreciada 
sin esfuerzo. 
—De verdad, estoy bien —le aseguré—. Es extraño pensar que cuatro 
años de duro trabajo por fin han terminado. 
—Lo entiendo —dijo con una sonrisa mientras se servía el postre. 
Me deleité con la gratificación del crujido de mi cuchara a través de la 
cáscara cristalizada de la crème brûlée, y luego hice una pausa antes de 
levantar el primer bocado. ¿Estaba más emocionada por mi postre que por 
el hecho de que Sam estuviera aquí? 
Sí. Y eso era un problema. 
¿A quién estaba engañando? Sabía exactamente cuál era el verdadero 
problema. Quién era mi problema. 
—Langley —llamó Camille desde la mesa. Cuando mis ojos se elevaron 
a los suyos, ella continuó con una ceja levantada—. ¿Papá acaba de decir 
que vio a Iker en la graduación? 
Demasiado para mantener en privado el hecho de que mi mundo 
estaba una vez más fuera de su eje. 
—Sí. Pasó por aquí con su hermanito. —Me metí el postre en la boca 
con la esperanza de que el interrogatorio terminara allí. 
—Entonces, ¿ha vuelto? —me presionó. 
 
32 
—Eso parece —respondí, e ignoré la mirada interrogativa que Sam me 
dio. 
—Entonces, ¿estás...? —Su mirada parpadeó entre Sam y yo. 
—La crème brûlée está deliciosa, papá —dije, y luego me concentré 
rápidamente en el plato. 
—Me alegro de que te guste, cariño. 
No estaba segura de cómo lo hice durante el resto de la cena. Sabía 
que había tenido una conversación cortés, pero me sentí partida en dos. 
Mientras mi cerebro estaba aquí, en el restaurante, mi estúpido, tonto y 
dolorido corazón se preguntaba dónde estaba Iker ahora. ¿Cuándo regresó? 
¿Cómo le estaba yendo? ¿Su hermano estaba cuidando de él? ¿Qué estaba 
haciendo? ¿Estaba saliendo con alguien? ¿Acaso importaba? 
—¿Seguro que estás bien? —preguntó Sam mientras me acompañaba 
al estacionamiento afuera del restaurante—. Sé que sigo preguntando, pero 
no puedo evitar pensar que no lo estás. 
Antes de que pudiera responder, escuché a Camille decir mi nombre, 
y me di vuelta para verla venir hacia mí. 
—¿Me das un segundo?—le pregunté a Sam. 
—Por supuesto —me contestó—. Arrancaré el auto. 
Camille miró por encima de mi hombro mientras se acercaba. 
—¿Qué vas a hacer? 
—¿Sobre qué? —Me envolví con mis brazos por la cintura para 
protegerme de la brisa de mayo. Me encantaba este vestido de encaje blanco, 
pero no me protegía exactamente de una velada en Colorado. 
—¿Hablas en serio? —Camille me miró descaradamente. 
—No estamos hablando de Iker. —Ahora no. Nunca jamás. 
Arqueó una ceja. 
—Bien. No tienes que hablar del soldado ardiente. Yo lo haré, en 
cambio. Sé que no estás bien. Eras un desastre cuando volví de mi luna de 
miel, y él sólo había estado fuera casi un mes. 
—¿Por qué te importa, Camille? —Aunque no nos peleábamos como 
en el pasado, tampoco éramos amigas. También había hecho las paces con 
el hecho de que nunca seríamos hermanas. En realidad, no. 
—No lo sé —protestó, y luego suspiró, frotando la piel entre las cejas—
. Bien, eso es mentira. Me importa un poco. Estoy realmente feliz. Deberías 
ser feliz, y salir con Iker... El de la barba corpulenta, no te hace feliz. 
—Soy feliz—argumenté. ¿Qué podría saber ella sobre mi felicidad, 
aparte de cómo destruirla? 
 
33 
Ella sacudió su cabeza hacia mí, luego sacó su teléfono de su bolso y 
se desplazó hasta que encontró lo que estaba buscando. 
—Aquí. —Giró su teléfono para que pudiera ver la pantalla. 
Mi corazón cobró vida en mi pecho cuando vi a Iker bailando conmigo 
en su boda. Sus brazos estaban alrededor de mi cintura, y mi cuello, y 
aunque bailábamos en un piso lleno de gente, nos mirábamos como si 
fuéramos los únicos en el universo. 
Aparté los ojos de la foto. Había evitado mirar todas las fotos de su 
boda por esta razón exacta. El dolor me cortó rápido, no por ese momento, 
sino como una advertencia para protegerme de lo que me había sucedido. 
—Esto es feliz —dijo en voz baja—. Eso —hizo un gesto detrás de mí, 
donde oí a Sam arrancar el auto—... es conformarse. Hay una gran 
diferencia. 
—Tienes razón —acepté fríamente—. Lo feliz te rompe el corazón. No 
olvidemos que el hombre que te hace tan feliz lo hizo a mi costa. No estoy 
dispuesta a repetirlo. 
Me alejé de mi hermanastra y subí a la camioneta de Sam. El gran 
electricista me llevó a casa envuelta en un capullo de pesado silencio, como 
sintiendo cualquier posibilidad que alguna vez hubiéramos tenido, hubiera 
muerto de una muerte rápida y repentina. 
—Gracias por venir esta noche —le dije mientras llegaba a nuestro 
edificio—. Y por estar ahí para mí hoy. 
—Por supuesto. ¿Quieres que te acompañe? No es que se trate de una 
zona boscosa de la ciudad ni nada de eso —se burló a medias con una 
sonrisa. Vivía unos cuantos pisos más abajo que yo en el complejo, así que 
la oferta era dulce pero exagerada. 
—Esta noche no. Te llamaré. —Mi mano ya estaba en la puerta. Si eso 
no era una metáfora de lo que estaba pasando aquí, no sabía lo que era. 
—Responderé —dijo. 
Le asentí, luego salí del auto y cerré la puerta. No miré hacia atrás 
cuando entré en mi edificio. Tomé el ascensor hasta el quinto piso. 
Normalmente, hubiera tomadolas escaleras, pero todo el día con mis 
tacones favoritos me dolían los pies. Pesqué a través de mi bolso de mano 
para llegar a mis llaves cuando se abrieron las puertas del ascensor, y no 
miré hacia arriba hasta que ya estaba a mitad del pasillo. Cuando lo hice, 
me detuve en seco. 
Un hombre estaba sentado, recostado con la espalda contra mi 
puerta, con las rodillas levantadas hacia el pecho. Se le escapaba el cabello 
negro en los espacios entre los dedos mientras se acurrucaba con la cabeza 
y los codos apoyados en las rodillas. No necesitaba que me mirara para 
saber que era Iker. Había desaparecido la camisa abotonada que usó en la 
 
34 
graduación. Ahora, llevaba una Henley gris con mangas alzadas, exponiendo 
la tinta en sus brazos. Un recuerdo de la última vez que tuve esos brazos a 
mi alrededor vino, y rápidamente lo aparté. 
—¿Qué estás haciendo aquí?—le pregunté, mi voz saliendo suave en 
lugar del chasquido duro que había estado esperando. 
Su mirada se movió hacia la mía, y sus ojos, anchos y enrojecidos, 
aún se sentían como un puñetazo en el estómago. 
—Langley —dijo con un leve insulto mientras se ponía en pie—. Te 
estaba esperando. 
No, no lo hiciste. Me dejaste sin decir una palabra para que ninguno de 
los dos pudiera esperar al otro. El pensamiento amargo ardió y dejó un sabor 
agrio en mi boca. 
—¿Por qué? ¿Cómo supiste dónde vivo? —Sabía la respuesta antes de 
que la pregunta saliera de mi boca y agitara la cabeza—. Gael. Me pidió mi 
dirección para mantenerme al tanto de su progreso en la escuela. 
Iker rastrilló su mano a través de su cabello, los mechones oscuros 
todavía parecían suaves y sedosos. 
—No te enojes. Es un buen chico. Sólo intentaba ayudar a su 
hermano. 
Se acercó más y mis ojos se desviaron hacia arriba. Casi había 
olvidado lo alto que era. Cómo su tamaño empequeñecía al mío y me hacía 
sentir tan delicada. 
Rompible. 
—¿Estás borracho? —respondí en desafío. 
—Tal vez. —Sonrió, y mi pecho se estrechó. —¿Estás enojada? 
—Tal vez. —La verdad es que no sabía cómo estaba—. Probablemente. 
Estar tan cerca de él, capturando los olores combinados del alcohol, 
su colonia y las mentas que le encantaban, me hizo luchar para recordar 
exactamente dónde estábamos. Todo el tiempo y espacio entre nosotros era 
tan fácil de olvidar cuando estaba tan cerca. Esto vital y vivo. Esto real. 
—¿Por qué estás aquí? 
—Quería... Necesitaba verte. —Metió los pulgares en los bolsillos 
delanteros de sus vaqueros rasgados y yo agarré el bolso y las llaves con 
tanta fuerza que me mordieron la delgada piel de las palmas de las manos. 
El movimiento tiró de sus jeans hacia abajo sobre sus caderas delgadas y 
expuso un indicio de sus abdominales, locamente cincelados y hábilmente 
tatuados. 
Sería tan fácil cruzar los centímetros que nos separan. Para ponerme 
de puntillas, incluso más alto que los tacones que llevaba, y rozar mis labios 
 
35 
contra los suyos. Mi cuerpo tarareaba de conciencia ante su cercanía. No 
había estado con nadie desde entonces, pero dudaba que pudiera decir lo 
mismo. No era estúpida. Yo había sido la menos experimentada de los dos, 
y dudaba mucho que la semana que él sin duda había encontrado 
intrascendente hubiera hecho mucho para ralentizar su ritmo de conquista. 
Tipos como él no cambiaban. 
Las chicas como yo tampoco lo hacíamos... siempre íbamos a tener un 
punto débil para nuestro primer amor que nos cegaba, nos consumía todo 
y era estúpido. 
—Dios, Langley, lo siento mucho. Lo siento mucho—. Se acercó a mí 
y yo me retiré. 
—Dijiste eso. ¿Sabes lo que no dijiste? Adiós. —Habría hecho toda la 
diferencia. 
En mis sueños, seguiré en esa cama contigo. Las palabras de su carta 
me golpearon como un tren de carga, como siempre lo hacían cuando 
pensaba en él. ¿Cuántas veces he leído esa maldita cosa? Suficiente para 
que los pliegues fueran suaves por el manejo y las palabras fueran borrosas 
de mis dedos, pero crujientes en mi mente. 
—Lo sé. Debería haberlo hecho. No sabía cómo decírtelo. Cómo 
dejarte. —Dio un paso más y yo me retiré de nuevo. No podía arriesgarme a 
que me tocara. Aparentemente, la química que pensé que había imaginado 
era muy real, y no podía permitirme dejar que dominara mi sentido común. 
Era extraño cómo las cosas que yo pensaba que eran reales, y de las que yo 
misma me había convencido de que no lo eran, se habían difuminado con el 
tiempo. 
—Es gracioso, considerando que te las arreglaste bien para irte. 
Sus ojos brillaron, y sabía que había tocado un nervio. 
—Tienes razón, lo hice. Pero estoy aquí ahora mismo. ¿No sientes 
nada? 
La ira se apoderó de mí, y esta vez, fui yo quien se adelantó y él se 
retiró. 
—¿Sentir algo? ¿Siento algo? ¿Estás bromeando? —Sentía mucho. 
Demasiado. Prácticamente me estaba ahogando. 
—Langley —suplicó, extendiendo las manos como si estuviera bajo 
arresto, pero el fuego seguía ardiendo en sus ojos. 
—Tienes el descaro de aparecer en mi graduación nueve meses 
después de escabullirte de mi cama, dejándome como un esmoquin de 
alquiler barato y descartado, y luego preguntarme si todavía siento algo? 
No perteneces a mi mundo más de lo que yo pertenezco al tuyo. El tuyo 
me sofocaría, y el mío te arruinaría. Ruina y asfixia. Así fue como nos vio. 
 
36 
—Oye, parece que estabas sintiendo las cosas muy bien con Barbud-
O en la graduación —dijo. 
¿Qué demonios...? ¿Estaba celoso el tipo que no me necesitaba? No 
tenía derecho a estarlo. No cuando él era el que se había ido, sin darme la 
oportunidad de esperarlo. Ni siquiera había sido digno de esperar. 
—Siento mucho, Iker. —Su espalda golpeó la pared junto a mi puerta, 
y puse mi cuerpo contra el suyo, bloqueando cada nervio que disparaba con 
absoluta anticipación. Puede que me hubiera enojado muchísimo con él, 
pero mi cuerpo recordaba muy bien lo que podía hacer, y estaba más que 
listo para un bis. 
Mierda. Mi deseo sexual no se había apagado debido a la escuela, al 
estrés o a cualquier otra cosa. Se había quedado inactivo porque sólo quería 
a Iker. 
Que se joda mi vida. Que se joda él y su estúpido y ardiente sex-
appeal, su cara perfecta y su cuerpo increíble. Tenía tantas ganas de odiarlo, 
y en vez de eso me odiaba a mí misma porque, por mucho que tratara de 
forzarlo, nunca logré llegar hasta allí. 
—¿En serio? ¿Qué exactamente es la plenitud? —me preguntó, con la 
mirada fija en mis labios antes de mojar los suyos. 
Claro que no. No estaba cayendo en esta trampa otra vez. No me 
estaba entregando en bandeja para que me dijera que no era lo que él quería 
o necesitaba. No tenía fe en mí. Él honestamente creía que yo no podría 
sobrevivir a su estilo de vida y dejó claro que odiaba el mío. No sería quien 
decidiera lo que yo podía y no podía manejar. No haría sentir que no era lo 
suficientemente buena o fuerte. Lo entendía, merecía más... él fue el que me 
enseñó esa lección tan necesaria. 
—Me enamoré de ti —susurré, dejando que mis puños descansaran 
contra su pecho, manteniendo mis garras y llaves entre nosotros como una 
barrera. 
Sus ojos se abrieron de par en par, pero no me detuve a examinar 
cualquier emoción que pudiera haber allí. No podía permitirme el lujo de 
preocuparme. 
—Me llevó una semana enamorarme de ti. Me tomó cada mes desde 
que te fuiste para recuperarme. Así que, sí, siento a plenitud. Pero más que 
nada —dije, mi piel se enfrió inmediatamente por la falta del calor de su 
cuerpo—, sólo siento que te superé. Siento que, fuese lo que fuese lo que 
tuvimos, lo que hayamos sido, se ha ido. 
No necesitaba saber que no hubo forma de recomponer mi corazón 
cuando se fue. Nunca necesitaba saber que se llevó esa cosa estúpida 
cuando salió por la puerta. 
 
37 
Las palabras se desvanecieron, más suaves de lo que quería, pero mi 
columna vertebral se endureció, negándome a ser movida por la forma en 
que se desinfló casi por completo frente a mí. Sus oscuros ojos se inclinaron 
y sus anchos hombros se desplomaron.Aproveché la oportunidad para 
moverme a su alrededor, pero debería haberlo sabido mejor. 
Un depredador era aún más peligroso cuando estaba herido. 
 
 
38 
5 
Iker 
 
abía miedo en los ojos de Langley. 
Lo reconocí claramente porque era la misma 
expresión que usó la noche que la salvé de un grupo de 
borrachos fuera de un bar en el que no tenía nada que 
hacer. Sus ojos azules eran el doble de grandes que los normales y parecía 
que estaba lista para masticar un agujero a través de su labio inferior. Todo 
su cuerpo se estremeció cuando extendí la mano para agarrar su brazo 
mientras intentaba deslizarse a mi alrededor. La escuché respirar 
agudamente e inmediatamente dejé caer mi mano sin que la tocara. 
Comprendí su enojo y resentimiento, incluso a través de la fina neblina de 
valentía impulsada por el alcohol que me llevó a su puerta. Podía manejar 
esos sentimientos, pero no el miedo. 
Desesperadamente quería creer que me conocía lo suficiente, aunque 
sólo pasamos una semana juntos, para entender que preferiría morir antes 
que hacerle daño. Suspirando, cambié de peso, observando como ella ponía 
más espacio entre nosotros a propósito, ahora que estaba claro que no iba 
a tocarla ni forzarla a hacer nada. 
Gael trató de decirme que acercarme a ella después de haber pasado 
la tarde tratando de borrarme su recuerdo con alcohol, era una idea terrible. 
Debí haber escuchado al chico. Después de todo, era la persona más 
inteligente que había conocido. Sin embargo, no podía sacudir la imagen de 
ella envuelta en los brazos del barbudo. No podía olvidar la sorpresa y el 
alivio en su rostro demasiado bonito cuando finalmente me vio. No podía 
convencerme a mí mismo de que me alejara de nuevo, aunque fuera lo mejor 
para los dos. 
—Langley. —Se detuvo, las llaves en la puerta mientras miraba por 
encima de su hombro en mi dirección. Podía escuchar la desesperación y 
las súplicas en mi propia voz. Nunca había estado tan cerca de un punto de 
ruptura emocional. 
H 
 
39 
Poco a poco, se giró hacia mí y cerré la distancia entre nosotros. No la 
toqué, pero entré en su espacio personal, apretándola contra la puerta del 
apartamento que aún estaba cerrada con llave. Puse una mano sobre su 
cabeza y me incliné hacia abajo, así estábamos frente a frente. Se quedó sin 
aliento y mi sangre ardió cuando levantó las palmas de las manos y trató 
sin éxito de empujarme hacia atrás. Sentí su escalofrío, y me mató no saber 
si la reacción fue estimulada por el miedo o por otra cosa. Ella solía temblar 
cuando yo estaba cerca porque ambos estábamos luchando contra una 
atracción que era más grande que nosotros dos. No podíamos dejar de 
reaccionar uno al otro, o al impulso de acercarnos y tocarnos siempre que 
podíamos. 
—Rompí esto. Ahora, voy a ser quien lo arregle. —Una afirmación 
audaz, pero me sentía impotente para hacer otra cosa. Honestamente sentí 
que no podía respirar bajo el peso de estar tan cerca de ella, pero tan lejos. 
Se había enamorado de mí, pero ya no sentía lo mismo. 
Langley resopló y sus manos cayeron. Parpadeó con sus brillantes 
ojos mientras sus doradas cejas se sumergían en un feroz ceño fruncido. 
—No lo rompiste. Lo destruiste. Te lo llevaste y lo destrozaste en un 
millón de pedazos, y no me diste la oportunidad de salvarlo ni de volver a 
armarlo. No hay manera de arreglarlo. Tienes que irte, Iker. Estás borracho 
y hemos terminado. —Intentó alejarme de nuevo, pero me acerqué más. 
Dejé que la punta de mi nariz se deslizara sobre su suave mejilla e 
inhalé su dulce aroma veraniego antes de permitirle que me obligara a 
retroceder. Tropecé un paso, metiendo mis manos en el bolsillo delantero de 
mis jeans mientras Langley dejaba escapar un respiro aliviada y desaparecía 
en su apartamento. 
Maldiciendo en voz baja, sabiendo que mi visita sorpresa había 
lastimado mi caso más que ayudado, empecé a hacer mi camino de regreso 
al estacionamiento para poder llamar a un Uber y conseguir que me llevaran 
de vuelta a mi propia casa. Me quedé corto cuando una imagen oscura se 
separó de las otras sombras que rodeaban la entrada a la escalera. El tipo 
grande con barba no parecía más feliz de verme que Langley. Sus brazos 
robustos estaban cruzados sobre su ancho pecho y la mirada furiosa en su 
rostro habría sido suficiente para intimidar a otro hombre. Estaba 
demasiado borracho y atrapado en mi propia espiral emocional descendente 
como para sentir la amenaza obvia que emanaba de él. 
Levanté una ceja mientras él daba un paso en mi dirección. 
—Déjala en paz. Finalmente está empezando a ponerse en primer 
lugar y a concentrarse en su futuro. No tienes derecho a aparecerte de la 
nada y deshacer todo el trabajo que hizo para recomponerse después de que 
te fuiste. Está mejor sin ti. 
 
40 
No estaba diciendo nada que no me hubiera dicho a mí mismo cientos 
de veces, pero al escucharlo de un extraño, de un hombre que era libre de 
tocar y consolar a la única chica que había logrado querer, me enojaba y me 
empujaba a un punto blando que ni siquiera sabía que había desarrollado. 
Nunca había sido un tipo particularmente bueno, pero tampoco había sido 
un tipo malo. Odiaba hacer el papel de villano en cualquier historia que 
Langley contara sobre nosotros. 
—Ella está mejor contigo, ¿verdad? —Las palabras salieron en un 
gruñido. Saqué las manos de los bolsillos y fruncí el ceño mientras se 
enrollaban automáticamente en puños. 
El tipo de la barba sacudió la cabeza y me devolvió la mirada feroz. 
—Llevo mucho tiempo con ella. Si me diera una oportunidad, nunca 
la dejaría ir. Pero, está asustada. Cada vez que le da su corazón a alguien, 
la sueltan y la dejan atrás. Ya no está dispuesta a volver a participar. Tiene 
demasiado miedo de que la lastimen de nuevo, de confiar plenamente en 
alguien. 
Las palabras golpeaban más fuerte de lo que lo harían sus puños. 
Levanté una mano hasta el punto en el centro de mi pecho que no dejaba 
de dolerme. 
—Es mejor para todos que no vuelvas a aparecer. Langley se está 
sanando lentamente; tiene mucho por hacer en las próximas semanas 
mientras planea su futuro. No necesita que la distraigas, ni que la 
atormentes —suspiró y levantó una mano para acariciar su barba—. Déjala 
en paz. 
Había planeado hacer eso mismo... hasta que la vi. Tan pronto como 
vi su brillo, su cabello dorado, su genuina y alegre sonrisa, supe que no 
había manera de fingir que no estaba todavía enamorado de la chica que 
siempre estaría fuera de mi alcance. 
Gruñendo en respuesta, me moví alrededor de la competencia, 
maniobrando cuidadosamente para llegar a las escaleras. Sería mucho más 
difícil tratar de recuperar a Langley si estuviera en el hospital con un 
montón de huesos rotos. 
—No creo que pueda hacer eso, amigo. —No estaba a punto de 
convertirme en un acosador, pero sabía que el dolor en mi corazón, el dolor 
que llenaba mi pecho, no dejaría de latir a menos que hiciera todo lo que 
estuviera en mi mano para corregir todos los errores que había metido en el 
regazo de Langley—. Me fui una vez y fue la decisión más estúpida que he 
tomado. 
El tipo barbudo sacudió su cabeza peluda y suspiró pesadamente. 
—Ella nunca te dará otra oportunidad de romperle el corazón. 
Encogí mis hombros y le di la espalda. 
 
41 
—Está bien. 
No necesitaba una oportunidad para romperlo. Ya había estado allí y 
lo había hecho. Necesitaba una segunda oportunidad para que me 
perdonara y me diera chance de deshacer todo el daño que había hecho. 
Puede que nunca se dejara amar de nuevo porque sentía que el riesgo era 
demasiado alto. Me lo merecía, de verdad. Pero no podía dejar de sentir la 
necesidad de hacer lo mejor posible, de hacer algo para suavizar algunas de 
las piezas dentadas que había dejado atrás cuando me arranqué a la fuerza 
de su vida. 
Tal vez si pudiera demostrarle que soy un buen tipo que tomó una 
mala decisión, podríamos empezar de nuevo. Tenía el presentimiento de que 
su perdón

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