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1 
LA INFLUENCIA DE JEREMY BENTHAM EN LA MENTALIDAD POLÍTICA NEO-
GRANADINA: SANTANDER Y LA CONSTRUCCIÓN DE UN NUEVO ORDEN PO-
LÍTICO 1821-1836 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
DIANA PAOLA HERRERA ARROYAVE 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
UNIVERSIDAD DE ANTIOQUIA 
INSTITUTO DE ESTUDIOS POLÍTICOS 
MEDELLÍN 
2007 
 
 2 
LA INFLUENCIA DE JEREMY BENTHAM EN LA MENTALIDAD POLÍTICA NEO-
GRANADINA: SANTANDER Y LA CONSTRUCCIÓN DE UN NUEVO ORDEN PO-
LÍTICO 1821-1836 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
DIANA PAOLA HERRERA ARROYAVE 
 
 
 
 
 
Trabajo de investigación para optar al título de 
Mg. en Ciencia Política. 
 
 
 
 
 
 
Director de tesis 
Jorge Alberto Giraldo Ramírez 
Mg. en Filosofía 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
UNIVERSIDAD DE ANTIOQUIA 
INSTITUTO DE ESTUDIOS POLÍTICOS 
MEDELLÍN 
2007 
 3 
 
 
Nota de aceptación: 
 
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Firma del presidente del jurado 
 
 
 
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 Firma del jurado 
 
 
 
 
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Firma del jurado 
 
 
 
 
 
 
 
Medellín, 
 4 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
Nil actum reputans, si quid superesset agendum 
No da nada por hecho mientras quede algo por hacer 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
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CONTENIDO 
 
1. PROPUESTA METODOLÓGICA: UNA MIRADA DESDE LA HISTORIA DEL 
PENSAMIENTO POLÍTICO _________________________________________ 9 
 
1.1 LOS PRIMEROS AÑOS DEL BENTHAMISMO EN COLOMBIA________ 9 
 
1.2 LA METODOLOGÍA DE RECONSTRUCCIÓN HISTÓRICA DEL PENSMIEN-
TO POLÍTICO PROPUESTA POR QUENTIN SKINNER _______________ 18 
 
1.3 PARTES QUE COMPONEN LA PRESENTE INVESTIGACIÓN_________ 36 
 
2. BENTHAM Y EL PENSAMIENTO UTILITARIO_____________________ 45 
 
2.1 EL CONTEXTO DEL UTILITARISMO______________________________ 45 
 
2.2 BIOGRAFÍA Y OBRAS DE BENTHAM_____________________________ 54 
 
2.3 ANTECEDENTES TEÓRICOS DEL UTILITARISMO__________________ 65 
 
2.4 LIMITACIONES DEL UTILITARISMO BENTHAMITA________________ 89 
 
2.5 BENTHAM Y LA TEORÍA DE LA UTILIDAD________________________ 96 
 
2.5.1 El principio de Utilidad.______________________________________ 96 
 
2.5.2 El principio de Ascetismo____________________________________ 99 
 
2.5.3 Principio arbitrario o de simpatía y antipatía_____________________ 101 
 
2.5.4 De cómo han influido estos principios en la legislación y de cuál es el más 
probo___________________________________________________ 104 
 
 
2.6 DIVERGENCIAS ENTRE BENTHAM Y MILL RESPECTO DEL PRINCIPIO 
DE UTILIDAD_________________________________________________ 107 
 
2.7 QUÉ CRITICABA BENTHAM DEL ESTADO DE LA LEGISLACIÓN EN SU 
ÉPOCA._______________________________________________________ 112 
 
2.7.1 Su crítica a la sabiduría de los antepasados______________________ 114 
 
2.7.2 Su crítica a las ficciones_____________________________________ 118 
 6 
 
3. BENTHAM EN LOS ALBORES DE LA REPÚBLICA DE COLOMBIA 1821-
1836___________________________________________________________ 132 
 
3.1 APROXIMACIÓN AL GOBIERNO LIBERAL ESPAÑOL 1820-1822, _____ 136 
 
3.2 PENSAMIENTO POLÍTICO EMANCIPADOR EN SURAMÉRICA_______ 146 
 
3.3 FRENTE AL COLONIALISMO FRANCÉS Y ESPAÑOL _____________ 158 
 
3.4 LIBERTAD DE IMPRENTA EN COLOMBIA ________________________ 171 
 
3.5 EL IMPACTO DE LOS TRATADOS JURÍDICOS EN COLOMBIA _______ 182 
 
3.5.1 TRATADOS DE LEGISLACIÓN CIVIL Y PENAL 
3.5.1.1 Consideraciones generales sobre el código civil y el código pe-
nal____________________________________________________192 
3.5.1.2 Cconsideraciones sobre la promulgación de las leyes y la exposición de 
razones________________________________________________ 198 
3.5.2 SU INFLUENCIA EN EL PENSAMIENTO JURÍDICO DE FRANCISCO 
DE PAULA SANTANDER: UNA POLÉMICA HISTORIOGRÁFI-
CA_______________________________________________________ 203 
 
3.6 BENTHAM Y LA ENSEÑANZA DE LA JURISPRUDENCIA EN LAS FACUL-
TADES DE DERECHO DE LA EN LA NUEVA GRANADA: EL INICIO DE LA 
POLÉMICA____________________________________________________ 237 
 
4. CONSIDERACIONES FINALES: BENTHAMISTAS Y ANTIBENTHAMISTAS, 
UN DEBATE IDEOLÓGICO______________________________________ 258 
 
5. BIBLIOGRAFÍA________________________________________________ 292 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 7 
LISTA DE ANEXOS 
 
 
 
 
 
 
ANEXO 1: Principales obras de Bentham____________________________p. 129 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 8 
1. PROPUESTA METODOLÓGICA: UNA MIRADA DESDE LA HIS-
TORIA DEL PENSAMIENTO POLÍTICO 
 
 
1.1 LOS PRIMEROS AÑOS DEL BENTHAMISMO EN COLOMBIA 
 
La obra de Jeremy Bentham (1748-1832) fue recibida en Colombia en medio de un acalo-
rado debate que se aprecia en más de medio siglo de aceptaciones, rechazos y desavenen-
cias frente a un autor cuyo mayor legado consiste en proponer una sociedad secular contra-
ria a una sociedad cuyas leyes y autoridades operan en nombre de un poder superior y por 
fuera del alcance humano, como Dios que vigila y castiga, como la autoridad divina de los 
reyes o como los principios abstractos, universales y ahistóricos del ius naturalismo mo-
derno. Para él los principios que ordenan la sociedad deben ser el resultado lógico del co-
nocimiento y análisis de la misma, de lo que hay de cierto en la vida humana, de la expe-
riencia empírica. Es el análisis de lo fáctico lo que permite constituir normas de comporta-
miento útiles, convenientes y prácticas a la comunidad, que la orienten en la consecución 
del bien común. 
 
Jeremy Bentham es uno de los pensadores y activistas políticos que más influyó en el pen-
samiento político de occidente en el controvertido siglo XIX. Colombia no fue ajena a su 
influencia; luego de su independencia en 1810, en los períodos que se conocen como la 
Nueva Granada y la Gran Colombia, sus más importantes dirigentes políticos se apoyaron 
en sus doctrinas para dar un nuevo curso al Estado, para replantear sus instituciones, estruc-
 9 
turar su sistema de legislación, flexibilizar sus creencias y prácticas, consolidar su tesoro, al 
cabo, conquistar definitivamente su libertad. Se apoyaron en su legado con el ánimo encon-
trar en él las directrices que llevarían al naciente Estado colombiano a la modernidad, que 
por entonces solo era posible cursando las sendas del liberalismo político, que ofrecía el 
soporte teórico necesario para la renovación de las instituciones políticas: la separación del 
orden temporal y espiritual. Su mayor conquista, liberar al Estado de los dominios de la 
iglesia y dar un nuevo sustento a la obediencia: la conveniencia, la maximización del bien-
estar. 
 
Cronológicamente no es posible hablar de la influencia de Bentham en la década previa a la 
independencia (1810)1; sin embargo, para el resto del siglo será innegable su influencia. 
Sus ideas contribuyeron a la definición del modelo de estado liberal republicano que se 
pensó poner en práctica luego de la separación del dominio colonial español y que era ade-
más al único modelo al que podían aspirar dadas las condiciones políticas en que se encon-
traban después de su emancipación2. Suscitó significativas controversias y polémicas con 
 
1 Según Germán Marquínez, no consta que con anterioridad a la independencia se leyeran las obras de Bent-
ham en sus ediciones originales, que para esa época eran pocas dada la reticencia de Bentham a publicar, casi 
todas sus elaboraciones eran manuscritos que acompañaban lascartas que sostenía con los diferentes legisla-
dores europeos y americanos, muchas de sus obras se publicaron póstumamente, y algunas de las que se pu-
blicaron en vida, lo fueron porque sus destinatarios se empeñaron en ello. De aquí que sea muy problemático 
hablar de las ediciones originales de las obras de Bentham, a pesar de que fue un escritor prolijo no mucho fue 
publicado en vida. Hasta el momento, sólo se puede constatar que se leyó un escrito de Bentham en el período 
previo a la independencia, se trata del texto que publicó Antonio Nariño en su periódico la Bagatela, tomado a 
su vez, de el periódico El Español editado en Londres por el liberal español Blanco White cuyo contenido se 
refiere a los bienes que se derivan de la libertad de imprenta (véase: MARQUÍNEZ ARGOTE, Germán. Bent-
hamismo y antibenthamismo en Colombia. Bogotá: El Búho. 1983, pp. 12-13.). Esta discusión se desarrolla 
con mayor detalle en el capítulo segundo numeral 2.2 y en el capítulo tercero numerales 3.2 y 3.4. 
2 Desde la perspectiva del historiador Jaime Jaramillo: “La adopción de la idea liberal del Estado resultaba 
casi inevitable para los americanos. Era no sólo el arma teórica que podían esgrimir contra cualquier intento 
de reconstitución del imperio español o contra cualquier tentativa de conquista, sino el único fundamento que 
 10 
sectores influyentes de la sociedad, movió la oposición contra el Estado, dinamizó la discu-
sión política promoviendo la creación de los proto-partidos políticos colombianos. 
 
Así como su teoría política encontró en los sectores liberales el interés suficiente para ser 
llevada a la práctica, también encontró contradictores que se resistieron y con gran decisión 
la combatieron. Generando en el país un ambiente favorable de discusión y debate. La insti-
tucionalización de Bentham se llevó a cabo desde los altos círculos del gobierno mediante 
dos estrategias ideadas por Francisco de Paula Santander, entonces vicepresidente de la 
Nueva Granada: por la vía de la educación, con lo que se aseguraba que los nuevos aboga-
dos se formaran al calor de las ideas del pensador inglés y fueran aptos para el apoyo o re-
levo de los funcionarios públicos en el camino a la modernización del Estado; y por la vía 
de la legislación, con lo que introducía al Congreso en el arte de legislar conforme a las 
indicaciones de Bentham. Santander adoptó las indicaciones del inglés para la elaboración 
de las leyes con gran éxito, haciendo de ellas textos claros, sencillos y breves, cuidando de 
utilizar el lenguaje más preciso posible. En esta dinámica encaminó a algunos funcionarios 
del gobierno y profesores de derecho público, que a su vez, conformaban el Congreso de la 
República. Muchas fueron las discusiones en el Congreso que encontraron sustento teórico 
en la obra del pensador inglés, y no pocos los casos que se resolvieron atendiendo a sus 
postulados. 
 
podían darle a las instituciones nacionales. Los americanos no podían aspirar a fundamentar la independencia 
sobre una base doctrinal distinta y no podían cambiar esa base al día siguiente de conquistarla”. Véase JA-
RAMILLO URIBE, Jaime. El pensamiento colombiano en el siglo XIX. Bogotá: CESO; Universidad de los 
Andes. 2001, p. 113. 
 
 11 
 
A diferencia, la oposición a la institucionalización de Bentham se promovió desde la socie-
dad civil. Si bien algunos agentes del gobierno no estaban conformes con la renovación del 
Estado a partir de los planteamientos del jurista inglés, no se oponían abiertamente a las 
directrices de F. P. Santander, ofrecían sus reparos sin llegar hasta la directa oposición. Esta 
labor la asumió el sector más tradicionalista de la sociedad que veía su hegemonía en entre 
dicho: la iglesia, acompañada de un importante grupo de padres de familia que denunciaban 
la corrupción de las costumbres en el comportamiento de sus hijos a medida que se aden-
traban en el estudio de Bentham. Este sector de la oposición tuvo un importante papel en 
los diferentes momentos del debate contra la enseñanza de los principios de legislación 
civil y penal, logrando un par de veces su cometido: la prohibición de la obra de Bentham. 
Si bien, no siempre se impuso sobre la suerte de la disputa, este grupo de tradicionalistas 
logró demostrar que tenía la suficiente fuerza política para frenar algunas acciones del Es-
tado, en este caso se reunían alrededor de Bentham como antibenthamistas. 
 
Así, el objetivo de esta investigación es analizar la influencia que ejerció el filósofo inglés 
Jeremy Bentham en la mentalidad política neogranadina respecto a la formación del Estado. 
En este sentido, la temporalidad delimitada en este trabajo va de 1821 a 1836, período en el 
que se advierte una transformación política importante en la concepción del Estado colom-
biano que fue promovida en gran medida por Francisco de Paula Santander, por lo que es 
para esta investigación una fuente de estudio obligada, pues es él quien construye las bases 
modernas del Estado colombiano en su condición de estadista. En este período Santander 
 12 
desarrolla su vida política más activa: ocupa su cargo como vicepresidente de La Gran Co-
lombia (1821-1828) y como presidente de Colombia (1832-1837), al igual que afianza rela-
ciones políticas durante su exilio en Europa (1828-1832). 
 
Estos dos períodos de Santander como alto dignatario del Estado constituyen para este tra-
bajo los principales focos de análisis y serán estudiados con todo el cuidado que sea posi-
ble. Luego de la batalla de Boyacá en agosto de 1819 en la que se proclamó el triunfo defi-
nitivo del ejército libertador sobre las fuerzas reales españolas que dio como resultado la 
independencia de Colombia, el general Simón Bolívar concentró sus esfuerzos en liberar la 
región andina de Suramérica del dominio español con el objeto de lograr la unión de estos 
países bajo la figura de la Gran Colombia. Mientras tanto, encomendó a Francisco de Paula 
Santander, en calidad de vicepresidente de la Nueva Granada, la tarea de ordenar la nueva 
república. En esta labor el ingente gobernante no dudó en servirse de los planteamientos del 
filósofo inglés, que desde entonces abogaba ante España por la liberación de sus colonias 
en ultramar. 
 
Es común encontrar en la historiografía colombiana sobre la época de la independencia 
afirmaciones sobre el enorme influjo que ejerció la teoría de la utilidad del filósofo inglés, 
especialmente sus planteamientos teóricos sobre el Estado y sobre la legislación, en la prác-
tica política neogranadina durante los albores de la independencia, al punto de instituciona-
lizarse como estudio obligado en las escuelas de derecho del país. 
 
 13 
Para los primeros dignatarios criollos, dichos planteamientos constituyeron aportes signifi-
cativos para las necesidades inmediatas de la naciente república en su afán por establecer 
un nuevo orden político y social que condujera a la consolidación del Estado. En este trán-
sito la figura de Santander es un referente obligado, fue él quien se abrogó la tarea de im-
plementar el sistema racional de legislación del filósofo inglés al igual que instituyó la en-
señanza de su teoría de Legislación civil y penal en las facultades de derecho de las univer-
sidades del país. 
 
De la institucionalización de las teorías de Bentham se desprendían grandes retos para los 
dirigentes del Estado en su afán de modernizarlo como la consecuente y obligada separa-
ción entre dos órdenes que hasta entonces eran inseparables en el imaginario político colo-
nial de los gobernantes: el temporal y el espiritual. El gran reto de la forma moderna de 
Estado es la rotunda separación de estos dos lenguajes como propios de dos esferas de ac-
ción independientes, la pública y la privada respectivamente.Éste era, sin duda, el punto de 
quiebre más doloroso para el naciente Estado colombiano y el que le supuso mayores tro-
piezos a su clases dirigentes en la tarea reformadora. Pero a su vez lo que hacía atractiva la 
propuesta del jurista inglés. Sobre la influencia de Bentham en la Nueva Granada Jaime 
Jaramillo Uribe plantea que: 
 
La teoría de la legislación del jurista inglés, filósofo del utilitarismo, Jeremías Bentham es 
la primera concepción del Estado y la primera filosofía política sistemática que se enseñó 
con carácter oficial en las universidades de la Nueva Granada, pocos años después de pro-
clamada la independencia, y el primer cuerpo coherente de doctrinas emparentadas con la 
 14 
concepción liberal moderna del Estado, con que las clases cultas colombianas intentarían 
reemplazar las enseñanzas jurídicas y políticas de la universidad colonial3. 
 
Estudiar la influencia de las ideas del inglés en el pensamiento político de Santander, con-
tribuiría a dimensionar lo que significó para la sociedad neogranadina el tránsito de una 
concepción colonial de la vida y del Estado a una moderna liberal, empresa en la que el 
mandatario neogranadino junto con un amplio sector de la naciente burguesía, concentró 
toda su acción política, y para la cual recurrió al modelo de Bentham que se erigió como el 
más práctico y coherente para encauzar el anhelo político de organización racional, eficaz y 
económica del Estado. 
 
En este estudio interesa además, analizar el debate público que suscitó, en la recién inde-
pendizada sociedad neogranadina, la perspectiva de Bentham y que fue protagonizado de 
un lado, por los santanderistas entre los cuales se destaca Vicente Azuero y por el otro, sus 
opositores políticos: el clérigo Margallo y Duquense y el político José Joaquín Mosquera. 
De los cuales el primero hacía una crítica desde los dogmas religiosos y el segundo se dedi-
có al estudio del utilitarismo para luego ofrecer la única crítica académicamente consistente 
del benthamismo que se conoció en el siglo XIX. Mosquera que se contaba entre los mejo-
res amigos de Santander fue también el detractor más lúcido e ilustrado de su plan de insti-
tucionalización del benthamismo político. 
 
 
3 Ibid., p 117. 
 15 
Ambas partes reciben de forma diferente las ideas del anglosajón. Los santanderistas vieron 
en ellas los instrumentos pertinentes para poner en funcionamiento un Estado liberal mo-
derno, y se interesaron además por su modelo de ética burguesa, lo que resultaba apenas 
lógico para una clase conformada por abogados, comerciantes y hombres de ciudad que 
habían empezado a configurar la naciente burguesía neogranadina. Los detractores, vieron 
muchos de los planteamientos del inglés como aberraciones en contra de los principios cris-
tianos y encaminaron su crítica desde un punto de vista religioso y ético. Las posiciones 
que ambas partes tomaron frente a Bentham contribuyeron a la definición de las identidades 
partidistas tanto liberal como conservadora que durante el gobierno de Santander 1832-
1837 empezaron a perfilarse. 
 
La pregunta que subyace a esta investigación es ¿cuál fue la recepción que de Bentham se 
hizo en Colombia? La respuesta que se aventura no solo indaga por la interpretación que 
del pensador inglés se hizo, sino también, por cuál período de su pensamiento tuvo mayor 
incidencia en aquella élite neogranadina, el período que es definido por sus intérpretes co-
mo el de adhesión al despotismo ilustrado en el que ofrece a los gobernantes buenos conse-
jos para que gobiernen conforme a la mayor felicidad del mayor número (1748-1809), o 
aquél que va de 1809 a 18324 que se ha definido como el nuevo radicalismo político de 
Bentham, período caracterizado por la desconfianza del pensador inglés en los legisladores 
 
4 Ver. HARRIS, Jonathan. Los escritos de codificación de Jeremy Bentham y su recepción en el primer libera-
lismo español. En: Telos. Revista iberoamericana de Estudios Utilitaristas. Santiago de Compostela. Vol. 
VIII, Nº 1 (Junio 1999); pp. 9-29. 
 16 
y gobernantes, tras descubrir que escondían “intereses siniestros” en función de los cuales 
sofocarían todo intento de reforma legislativa que beneficiara al mayor número. 
 
En el período del nuevo radicalismo político Bentham toma partido por una forma específi-
ca de gobierno, cosa que no le interesó antes cuando estaba convencido que cualquier for-
ma de gobierno era apta siempre que las leyes promovieran el bienestar general. Una vez se 
percata de que los intereses de los gobernantes son contrarios a los intereses del gran núme-
ro se adscribe a la democracia representativa como forma de gobierno. Encuentra este mo-
delo político como el más propicio al buen gobierno y no porque sea ajeno a la corrupción 
o no persista el sacrificio de los intereses del mayor número a favor de los gobernantes, que 
después de todo termina incorporando como parte del sistema, sino porque presupone dos 
principios que coadyuvan a combatir la corrupción, a saber: la publicidad y el sufragio uni-
versal. En este segundo período, Bentham ya no se dirige a los gobernantes de quienes sien-
te profunda desconfianza sino al pueblo advirtiéndolo de sus intereses ocultos e instándolo 
a la vigilancia. 
 
La pregunta por qué período de su pensamiento fue recibido en la Nueva Granada se sus-
tenta en un suceso histórico. Ha quedado reseñado que el pensamiento de Bentham se divi-
de en dos importantes períodos que tiene en común una preocupación práctica por cimentar 
el principio de la mayor felicidad para el mayor número como máxima del oficio de legis-
lar. Como se advierte en algunos de sus actos administrativos, Santander dio gran impor-
tancia al Tratado de legislación civil y penal del filósofo inglés, con base en el cual acome-
 17 
tió su reforma educativa universitaria en 1825, obra que hace parte del primer legado de 
Bentham5; y por otra parte, se advierte que la correspondencia entre Santander y Bentham 
así como la entrevista personal que tuvieron datan de principios de la década de 1830 época 
en la que su pensamiento radical estaba en su momento más álgido. 
 
La pregunta que justifica esta investigación se puede plantear en otros términos, ¿Cuál fue 
la recepción que se hizo de Bentham en Colombia en la época posterior a su independencia 
de España? ¿Qué se intentaba resolver con sus postulados? estas preguntas se intentan solu-
cionar de acuerdo a la metodología de reconstrucción histórica propuesta por la nueva his-
toria del pensamiento político que se expone a continuación. 
 
1.2. LA METODOLOGÍA DE RECONSTRUCCIÓN HISTÓRICA DEL PENSAMIENTO 
POLÍTICO 
 
La metodología utilizada en este trabajo retoma los planteamientos teóricos y metodológi-
cos de La nueva historia del pensamiento político, perspectiva o escuela fundada por 
Quentin Skinner, J. G. Pocock y John Dunn, quienes replantearon los fundamentos de la 
práctica histórica tradicional sobre el pensamiento político. Fernando Vallespín plantea en 
su prólogo a La historia de la teoría política, que los primeros escritos metodológicos de 
Quentin Skinner publicados a mediados de los años 1960 “contribuyeron a generar lo que 
 
5 Esta obra fue publicada por primera vez en francés en 1802 por el suizo Étienne Dumont colaborador de 
Bentham. BENTHAM, Jeremy. Traités de législation civile y pénale, ed. Étienne Dumont, Losange, Masson, 
et Besson,Paris, 1802. 3. v. Esta obra fue traducida al español por primera vez en 1821-2, por el profesor de 
derecho civil de la Universidad de Salamanca el señor Ramón de Salas. Tratados de legislación civil y penal, 
Madrid: Imprenta de Fermín Villalprando, 1821-2. 5 v. En este trabajo se utiliza la edición española de Ra-
món Salas impresa en Burdeos en 1829. BENTHAM, Jeremy. Tratados de legislación Civil y Penal de Jere-
mías Bentham. Burdeos: Imprenta de Don Pedro Becaume, 1829. 8 v. 
 18 
Pocock calificó con acierto como la transformación del estudio del pensamiento político. 
Trasformación que para sus partidarios se plasma ante todo en el abandono de la metodolo-
gía tradicional a favor de un sofisticado análisis del contexto lingüístico de las obras y auto-
res estudiados”6. 
 
La propuesta de Skinner se distancia de la forma tradicional de hacer historia del pensa-
miento político. Éste, influido por la historia de les mentalités francesa y las teorías lingüís-
ticas de corte semiológico desarrolladas durante la segunda mitad del siglo XX, propone 
que para comprender las sociedades anteriores es necesario recuperar con la mayor empatía 
posible las diferentes mentalités que la configuran, el lenguaje que ellas hablaban. Así, Jac-
ques Le Goff un historiador de las escuela de los Annales plantea al respecto de la noción 
de mentalidad que “la mentalidad de un individuo, aunque se trate de un gran hombre, es 
justamente aquello que tiene en común con otros hombres de su época: comportamientos, 
actitudes mentales, ritos, vocabularios” 7. Esta definición concuerda con los planteamientos 
de Skinner. 
 
Ante la práctica tradicional del estudio histórico del pensamiento político realizada por filó-
sofos e historiadores acostumbrados unos, a sobrevalorar la significación de los textos clá-
sicos considerando a sus autores como creadores de verdades absolutas sobre la política, y 
otros, a sobre dimensionar la importancia del contexto, Skinner propone construir una his-
 
6 VALLESPÍN, Fernando. Historia de la teoría política. Madrid: Alianza, 1990. v.1, p. 19. 
7 Véase a CHARTIER, Roger. El mundo como representación: estudios sobre historia cultural. 2 ed. Barce-
lona: Gedisa, 1995. p. 23 
 19 
toria centrada más en el plano de la ideología, lo que supone enfocar el análisis en el pen-
samiento, en la mentalidad, en los sistemas de ideas que guían los comportamientos políti-
cos colectivos de una sociedad. Si bien Skinner no da una definición explícita de lo que 
entiende por ideología, muchas de sus ideas permiten inferir que el significado que éste da 
al concepto de ideología es el mismo que Mario Stoppino referencia como el significado 
débil de la noción de ideología, a saber: “ideología designa el genus o una species variada-
mente definidas, de los sistemas de creencias políticas: un conjunto de ideas y de valores 
concernientes al orden político que tienen la función de guiar los comportamientos políticos 
colectivos” 8. 
 
Para Skinner es la propia vida política que se presenta en un tiempo y espacio determinado 
la que plantea los problemas al teórico de la política, y no al contrario; en este sentido, di-
cho historiador resalta la necesidad de analizar los respectivos marcos ideológicos de los 
textos políticos, con el fin de lograr construir cuadros más completos sobre la forma como 
razonaban la política los hombres pretéritos. Sobre lo anterior plantea Skinner: 
 
Es evidente que, mientras los historiadores de la teoría política sigan pensando que su ta-
rea principal es la de interpretar un canon de los textos clásicos, seguirá siendo difícil es-
tablecer vínculos más íntimos entre las teorías políticas y la vida política. Pero si en cam-
bio pensaran en sí mismos, esencialmente como estudiantes de ideologías, bien podría 
volverse posible ilustrar de manera decisiva que las explicaciones del comportamiento po-
lítico dependen del estudio de las ideas y los principios políticos, y no pueden conducirse, 
con sentido, sin referencia a ellos9. 
 
 
8 BOBBIO, Norberto. Diccionario de Política. México: Siglo XXI, 1986. t.1, p. 785. 
9 SKINNER, Quentin. Los fundamentos del pensamiento político moderno. México: Fondo de Cultura Eco-
nómica, 1985. p. 10. 
 20 
Antes de entrar en el análisis de los planteamientos de la metodología de reconstrucción 
histórica propuesta por el historiador inglés, es pertinente realizar una aclaración sobre los 
vocablos que algunas tradiciones historiográficas utilizan para designar el estudio histórico 
del pensamiento político, con el fin de precisar el campo de los estudios históricos al que se 
adscribe este trabajo. Para la línea de la disciplina histórica centrada en el estudio de las 
formas del razonamiento político de las sociedades pretéritas, las tradiciones historiográfi-
cas suelen utilizar denominaciones distintas como: Historia de las ideas políticas, Historia 
de la teoría política o Historia del pensamiento político10. Estas designaciones enfocan un 
mismo objeto de conocimiento, pero difieren significativamente en los fundamentos teóri-
cos y metodológicos, para abordarlo en palabras de Fernando Vallespín: 
 
Lo que en Francia es casi unánimemente calificado como Histoire des Idées Politiques 
viene a corresponder a la Politische Therieng Eschichte alemana o a la History of Political 
Thought o Theory Anglosajona, que son los términos dominantes en esos países. El título 
no prejuzga, pues, generalmente las diferencias metodológicas ni, en lo esencial, el conte-
nido que presupone ya la adopción de decisiones de mayor fuste teórico. Es en estas deci-
siones, y no en la elección de términos que vienen a ser casi sinónimos, donde nos encon-
tramos las diferencias más importantes entre unas y otras historias11. 
 
Lo anterior permite afirmar que son los fundamentos teóricos y metodológicos los que, en 
esencia, distinguen las tradiciones historiográficas y, a su vez, los que dotan de coherencia 
 
10 En el marco de la disciplina histórica es común que las tradiciones historiográficas nacionales utilicen tér-
minos diferentes para designar líneas de estudio que se ocupan de los mismos objetos. Roger Chartier, histo-
riador de los terceros Annales, plantea, por ejemplo, que la noción de historia intelectual a enfoca el mismo 
objeto de conocimiento de la History of Ideas fundada por A. Lovejoy en Estados Unidos durante 1940, el de 
la Geistesgeschichte alemana y el de la Storia intellectuale italiana; sobre estas nociones dice Chartier: “En un 
vocabulario diferente, estas definiciones, en el fondo, quieren decir una misma cosa: que el campo de la histo-
ria llamada intelectual abarca el conjunto de las formas de pensamiento”. Se deduce entonces que la analogía 
entre las diferentes escuelas historiográficas presentadas por Chartier tiene que ver con el objeto de conoci-
miento de que se ocupan, el cual es el elemento común que hace que las diferentes designaciones pierdan 
relevancia. Ahora, lo que sí es relevante como criterio de diferenciación son los presupuestos teóricos y meto-
dológicos, que varían entre las diferentes escuelas historiográficas. Véase CHARTIER, Op. cit., p. 13-15. 
11 VALLESPÍN, Op. cit., p. 8. 
 21 
y validez el trabajo investigativo. Así, puede plantearse que el presente trabajo de investi-
gación se adscribe a la corriente historiográfica anglosajona denominada Nueva historia del 
pensamiento político, y esto por los fundamentos teóricos y metodológicos que retoma de 
ella. La perspectiva de interpretación de textos políticos del pasado desarrollada por Quen-
tin Skinner constituye una guía que orientará la empresa de analizar la influencia bent-
hamista en el pensamiento político de Santander, que es el objetivo de este estudio. 
 
Quentin Skinner construye un modelo que renueva el estudio históricodel pensamiento 
político, sus reflexiones sobre aspectos teóricos y metodológicos significan el nacimiento 
de una escuela que traza como objetivo primario construir una historia más auténtica, en el 
sentido de poder recuperar de una forma más completa y veraz los significados de los tex-
tos políticos del pasado, los cuales son asumidos como un tipo especial de acciones sociales 
realizadas por actores específicos en ambientes de debates políticos históricamente defini-
dos. Y para construir una historia del pensamiento político con estas características, el his-
toriador inglés plantea la necesidad de que se escriba como una historia de las ideologías. 
Una historia del pensamiento político escrita como una historia de las ideologías le exige al 
investigador centrar su atención en las convenciones lingüísticas, en el vocabulario norma-
tivo del que disponen los agentes políticos del pasado, en los conceptos que orientan el 
imaginario social de las épocas pretéritas. 
 
Para el historiador inglés, conocedor de las teorías lingüísticas y del psicoanálisis, el len-
guaje se constituye en el único medio a través del cual puede entenderse el pensamiento de 
 22 
una sociedad; el lenguaje es síntoma, es expresión del imaginario individual y social. Pro-
poner una historia de las ideologías distancia a Skinner de las metodologías textualistas y 
contextualistas que hasta la década del 70 del siglo XX fueron las dos grandes formas de 
investigación que respondían a la pregunta de cómo comprender el significado de un texto 
político del pasado. Frente a éstas Skinner asume una posición alternativa, donde más que 
mediar entre ellas, o decidirse por uno de los términos antagónicos, se centra “en las inter-
relaciones recíprocas entre autor y contexto, a través del texto. Su visión dinámica e interre-
lacional necesariamente se opone a ortodoxias textualistas y contextualistas”12. En este or-
den de ideas, se ofrece una exposición sucinta de las propuestas textualista y contextualista, 
que ayuden a una mejor valoración de la ofrecida por Skinner. 
 
Los textualistas, plantean que el texto es capaz de dar cuenta por sí mismo de su significa-
do, y por tanto, enfatizan en la necesidad de centrar el trabajo investigativo únicamente en 
el texto, en el análisis de su congruencia lógica y en la definición de sus categorías y con-
ceptos. Skinner refuta estos planteamientos y señala que aún la lectura más atenta de un 
texto es insuficiente por sí misma para comprender el significado de un texto político del 
pasado, de allí que critique a los textualistas por dejar de lado los factores que influyen en 
la mentalidad de los autores y, por ende, en sus textos. 
 
Por otra parte, los contextualistas plantean la necesidad de integrar los diversos factores 
políticos, económicos y sociales, en la explicación de los textos políticos del pasado. Para 
 
12VELASCO, Ambrosio. Teoría política: historia y filosofía. Anacronismos o Anticuarios. México: Universi-
dad Autónoma de México, 1995. p. 70. 
 23 
Skinner el contexto es un elemento esencial sin el cual el investigador no puede interpretar 
su objeto de estudio; no obstante, éste resalta la importancia de no sobrevalorar el contexto 
en el que se inscriben dichos textos. Para él es inútil la intención de dar cuenta de la gama 
completa de lenguajes con los que un pueblo articula su experiencia política a través del 
tiempo, esta vía conduciría a la absurda pretensión de escribir una historia total y, con ello, 
el riesgo de perderse en un cuadro complejo y desbordante de datos; en palabras del histo-
riador inglés: 
 
Puesto que los hechos son infinitos en número, a menos que tengamos idea de dónde co-
menzar y por qué comenzar allí, podríamos literalmente condenarnos a tomar en conside-
ración por siempre a todos los hechos. De ahí, que debamos prepararnos para tomar algu-
nas decisiones cruciales desde el principio acerca de lo que merece ser estudiado y de lo 
que es mejor ignorar13. 
 
En síntesis, Skinner plantea una respuesta nueva respecto a las ofrecidas desde el textualis-
mo y el contextualismo a la pregunta epistemológica por el qué debe ser estudiado por la 
historia del pensamiento político. Si para los estudiosos de la primera perspectiva el análi-
sis se centra en el texto y para los segundos en el contexto, para el inglés, son tres aspectos 
los que deben ser estudiados de forma rigurosa: en primer lugar, el significado del texto; en 
segundo lugar, las intenciones del autor al construir su texto; y en tercer lugar, las conven-
ciones lingüísticas de la época que condicionan al agente político en su tarea de producir 
textos. Estos tres aspectos que están intrínsecamente relacionados, son los que desde la 
 
13 SKINER, Quentín. Algunos problemas en el análisis del pensamiento y la acción políticos. En: VELASCO, 
Ambrosio. Resurgimiento de la teoría política en el siglo XX: filosofía, historia y tradición. México: Univer-
sidad Autónoma de México, 1999. p. 226. 
 24 
perspectiva del inglés, determinan la construcción más completa de una historia del pensa-
miento político. 
 
Ahora, está claro que en la propuesta metodológica de Skinner es el historiador el que de-
limita espacio-temporalmente qué aspectos del contexto son relevantes a analizar, aplican-
do sus “propios criterio para juzgar lo que es racional y significativo”14. Con este plantea-
miento Skinner se previene ante las críticas sobre la delimitación del contexto, que le han 
hecho estudiosos como Fernando Vallespín, quien afirma que una de las limitaciones de la 
propuesta de Skinner se encuentra precisamente en “el intento mismo por cerrar el contexto 
de las obras analizadas ¿Existe alguna norma o criterio fijo que nos permita delimitar lo que 
haya de entenderse por tal, o esta decisión queda a la entera arbitrariedad de cada historia-
dor? […] De hecho como ha observado. D. Boucher, el contexto puede abarcar tantos años 
o un área tan extensa como libremente decida el historiador”15. 
 
Ante este tipo de críticas Skinner enfatiza que la cuestión de qué debe ser estudiado recae 
completamente en las intenciones del investigador, quien es el que construye las variables 
que orientarán su actividad investigativa. Ahora, el que las decisiones sobre qué estudiar 
del pasado sean dejadas al criterio del investigador no demerita su rigor científico, el cual 
puede verse a través de las hipótesis configuradas y su respectiva comprobación, los proce-
dimientos de utilización y revisión de fuentes, la aplicación de conceptos, la identificación 
de variables, entre otros aspectos, que respaldan su trabajo investigativo. 
 
14 Ibid., p. 227. 
15 SKINER, Los fundamentos del pensamiento político moderno, Op. cit., p. 44. 
 25 
 
Teniendo claridad sobre lo que debe ser estudiado en la perspectiva de Skinner se pasa a 
analizar algunos de sus conceptos metodológicos y de sus procedimientos más característi-
cos. En primer lugar, una de las premisas fundamentales de la propuesta metodológica de 
Skinner, tiene que ver con su consideración de los textos políticos del pasado como accio-
nes sociales que pueden ser interpretadas por los investigadores. Para este autor los textos 
políticos son “artefactos” lingüísticos mediante los cuales sus autores influyen en sus res-
pectivos contextos sociales. 
 
En este sentido, escribir o decir no son solo una forma de describir o representar el mundo, 
sino también de actuar en él. Estas ideas surgen del acercamiento del autor con las teorías 
lingüísticas de su época, especialmente con la teoría de los actos de habla de J. L. Austin y 
J. Searle, a partir de la cual concibe los textos políticos como actos de habla particulares 
que son ejecutados por agentes políticos con determinadas intenciones dentro de contextoshistóricos definidos. 
 
Austin distingue tres dimensiones o aspectos que se presentan en todo acto de habla, a sa-
ber: la fuerza locucionaria, que se refiere al significado del acto de habla; la ilocucionaria 
que alude a la intención con que el agente emite el acto de habla; y la perlocucionaria que 
indica el efecto que produce el acto de habla en el receptor. De la teoría Skinner retoma dos 
conceptos: el de locucionario y el de ilocucionario, haciendo mayor énfasis en el segundo. 
 26 
De este modo, la teoría de los actos de habla de Austin constituye el paradigma a partir del 
cual Skinner elabora su metodología de reconstrucción de los textos históricos. 
 
Desde el enfoque funcional de Austin el lenguaje es concebido como acción, según su mo-
delo siempre que se emite un enunciado se está realizando una acción por medio de las pa-
labras: hablar es actuar, es influir en el otro; y la forma como pueden ser analizados dichos 
enunciados es a través de las tres dimensiones ya enunciadas que, según Austin, son in-
herentes a los mismos16. 
 
En el modelo hermenéutico de Skinner, el estudio de la dimensión “locucionaria” se refiere 
al significado de los términos claves presentes en los textos escritos por los agentes políti-
cos, para lo cual es indispensable examinar cuál es el sentido y el referente de dichos térmi-
nos. La dimensión ilocucionaria, por otro lado, alude a la intención que tienen los agentes 
políticos en sus textos al utilizar cierto conjunto de “términos claves”, entre las cuales se 
encuentran la de demostrar, expresar, solicitar aprobación o desaprobación de los estados 
de cosas que el agente describe. El éxito que tenga el agente al efectuar algún tipo de inten-
ción es valorado por Skinner como un asunto esencialmente lingüístico, “un asunto de apli-
 
16 Se puede ilustrar lo antes dicho con siguiente enunciado: ¿estás libre esta noche? En este enunciado la di-
mensión locucionaria consiste en emitir una oración interrogativa; en preguntarle a un receptor si se encuentra 
libre. La dimensión ilocucionaria, que es realmente el centro de atención de la teoría de los actos de habla de 
Austin, es la de invitar, y esta puede comprobarse si la persona a la que se le dirige el enunciado ¿estás libre 
esta noche? detecta que la intención que se tenía al emitir dicho enunciado era la de invitarla. La fuerza perlo-
cucionaria del enunciado está dada por el efecto causado en el receptor, en este sentido si el receptor se siente 
incómodo o se siente alegre por la invitación estos aspectos constituyen lo que Austin denomina la fuerza 
perlocucionaria. 
 27 
car los términos relevantes correctamente. Y es este hecho el que les da su gran relevancia 
analítica”17, relevancia que ciertamente no otorga a los efectos perlocucionarios18. 
 
De esta manera, se aprecia que la noción de fuerza ilocucionaria es un concepto clave en la 
propuesta de Skinner en la medida que conocer la intención que tuvo un autor al escribir su 
texto le abre un panorama más amplio de comprensión al investigador sobre el significado 
original del texto político escrito por dicho autor. La fuerza ilucucionaria que un agente 
político le imprime a su texto puede analizarse a través de la forma como trama sus actos de 
habla en el texto; esto es, a través de la utilización de figuras retóricas y de estrategias tex-
tuales tales como: metáforas, ironías, paradojas, silencios, entre otras. 
 
No obstante, la fuerza ilocucionaria que el agente le imprime a su texto, no es solo observa-
ble en el texto mismo; también lo es desde su contexto lingüístico que está dado como su 
referente dialógico. Surge entonces otra noción clave en la perspectiva metodológica de 
Skinner y es la de “convención lingüística” la cual designa el surtido terminológico: las 
palabras, los conceptos, las ideas, los usos, las expresiones de que disponen los agentes 
políticos en un momento determinado para elaborar sus textos. Para el historiador del pen-
samiento político, es indispensable conocer las convenciones lingüísticas de una determi-
nada época, dado que, si se tiene un conocimiento preciso de ellas lograría una mejor com-
 
17 SKINER, Algunos problemas en el análisis del pensamiento y la acción políticos, Op. cit., 244. 
18 Para él, los efectos perlocucionarios que un agente puede lograr al utilizar los términos que toma de la ideo-
logía dominante son tales como incitar o persuadir a sus oyentes o lectores para que adopten un determinado 
punto de vista. Ahora, el éxito que tenga o no el agente al realizar sus deseos no constituyen un problema 
específicamente lingüístico, sino un problema de investigación empírica. 
 28 
prensión tanto de los significados como de las intenciones primarias que subyacen a sus 
escritos. 
 
Sobre esto, plantea Quentín Skinner: 
Al recuperar los términos del vocabulario normativo de que dispone cualquier agente para 
la descripción de su comportamiento político, al mismo tiempo estamos indicando uno de 
los frenos a su propio comportamiento. Esto indica que, para explicar por qué un agente 
actúa como lo hace, estamos obligados a hacer cierta referencia a este vocabulario, pues 
evidentemente figura como uno de los determinantes de su acción. Y esto a su vez indica 
que, si hemos de enfocar nuestras historias en el estudio de estos vocabularios podremos 
ilustrar las maneras exactas en que la explicación del comportamiento político depende 
del estudio del pensamiento político19. 
 
Hasta este punto puede resumirse que la interrelación entre la fuerza locucionaria, la ilocu-
cionaria y las convenciones lingüísticas que definen un conjunto de creencias, constituyen 
los tres elementos del circuito hermenéutico de Skinner. Después de analizarlo se estudiará 
lo que el historiador anglosajón propone sobre la función del ideólogo innovador quien 
pese a estar inserto en un contexto de convenciones lingüísticas es el responsable de intro-
ducir los cambios sociales. En adelante, se analiza cómo se lleva a cabo esta función del 
ideólogo innovador sin romper con las convenciones ligústicas prevalecientes y garantizar 
el éxito de su acción; es decir, se analizará qué estrategias ha de asumir el ideólogo innova-
dor para llevar a buen término su propuesta ideológica. 
 
Como se ha señalado, en la perspectiva de Skinner los textos políticos son construidos por 
agentes racionales inmersos en el debate político de sus respectivos ámbitos ideológicos, y 
con los cuales tienen la intención explícita de influir en dichos ámbitos. Cuando el historia-
 
19 SKINNER, Los fundamentos del pensamiento político moderno, Op. cit., p.11. 
 29 
dor inglés habla de agentes racionales lo hace en el mismo sentido en que Weber20 se refie-
re al actor estratégico. Para el sociólogo alemán el actor puede desarrollar una acción estra-
tégica cuando logra, de un lado, definir el fin a alcanzar y, de otro, cuando combina e ins-
trumentaliza los medios eficientes para lograr el fin, a este tipo de acción la define como 
acción social racional con arreglo a fines. El objetivo a alcanzar por el agente político de 
Skinner es legitimar su discurso, sus conceptos políticos a partir de los cuales quiere influir 
en su medio socio-político. Sin embargo, para que sea valorada como una acción social 
estratégica el agente tiene que poder legitimar su discurso desde las convenciones lingüísti-
cas prevalecientes en el medio social en el que se encuentra. Y para ello, el agente ha de 
tomar de dicho entramado ideológico términos favorables evaluativos-descriptivos para 
legitimarlo. 
 
En la teoría de Skinner uno de los pasos principales en la recuperación del significado his-
tórico de los textos políticos del pasado es el análisis de algunos conceptos claves manipu-
lados por los agentes políticos en sustextos, y dichos conceptos son precisamente los que 
ha denominado como evaluativo-descriptivos, y su importancia es tal que son la materia 
prima del pensamiento político; esto es, los conceptos más importantes del pensamiento 
político como justicia, libertad, igualdad, democracia, paz, entre otros, presentan una doble 
dimensión: son a la vez descriptivos y valorativos. Y con ello se quiere decir que en cuanto 
conceptos descriptivos dicen “que una cierta situación está determinada en un cierto senti-
 
20 WEBER, Max. Economía y sociedad: esbozo de sociología comprensiva. México: Fondo de cultura eco-
nómica, 1944. pp. 18-20. 
 30 
do”21 y en tanto, valorativos o evaluativos, que esa cierta situación es buena y recomenda-
ble o mala y reprobable. Por ejemplo, Norberto Bobbio señala que la interacción de estas 
dos dimensiones de los conceptos políticos permite superar la rigidez de las contraposicio-
nes que se presentan entre las diversas ideologías, y en consecuencia, encaminarse hacia 
nuevas propuestas o modelos. 
 
Esto es, el que sean posibles varios significados descriptivos de una noción de valor contri-
buye a la aceptación de posturas contrarias y ajenas, incluso a las simpatías ideológicas. En 
otros términos, la interacción de estas dos dimensiones de las nociones políticas es lo que 
dinamiza el pensamiento político y permite que las diferentes teorías e ideologías se rela-
cionen; esto en la medida en que los valores se pueden describir tanto como se pueden deri-
var valoraciones de la observación cuidadosa de los hechos. En esto consiste el método 
empírico analítico propuesto por Bobbio que se asemeja a la propuesta de recostrucción 
histórica propuesta por Skinner. 
 
El término “democracia”, por ejemplo, es un concepto evaluativo-descriptivo. Descriptivo, 
en tanto referencia un régimen de gobierno que exige la participación de los ciudadanos 
mediante el voto; y valorativo en tanto ofrece una connotación positiva o negativa de esa 
determinada forma de gobierno que supone la participación constante y el direccionamiento 
de los asuntos públicos por parte de los ciudadanos. El examen del concepto democracia 
sometido a los rigores de estos dos niveles: el real y el ideal, da como resultado la sensación 
 
21 BOBBIO, Norberto. Teoría general de la política. Madrid: Trotta, 2003. p. 43. 
 31 
de un desnivel o desencuentro, una ausencia de correspondencia que en palabras de Bobbio 
expresa las «promesas no cumplidas» de la democracia, el choque entre “la nobleza de los 
ideales” y “la tosca materia”; pero que obedece más bien al insoportable dualismo que atra-
viesa al pensamiento político. 
 
Este dualismo, penoso desde la concepción bobiana, es aprovechado por la Nueva historia 
del pensamiento político. El dominio de este dualismo es el arma más efectiva del ideólogo 
innovador para legitimar su discurso e inducir al cambio. La apuesta es por manejar estos 
dos niveles de la discusión política y aplicarlo de acuerdo al contexto para producir un 
cambio social y/o político favorable a los intereses de quien actúa. El contexto fija unos 
límites al agente que no puede rebasar si quiere que su acción sea efectivamente estratégica. 
 
Con esta precisión se alude al hecho de que los conceptos evaluativos-descriptivos de que 
se sirve el agente para legitimar su discurso no pueden ser inventados por él o importados 
sin más desde otros contextos, por el contrario el acervo lingüístico particular condiciona 
las actuaciones del actor de modo que tenga éxito en su estrategia de cambio. La invención 
o imposición de conceptos o nociones genera un choque cultural que influye negativamente 
en la estrategia de cambio. Así, desde la perspectiva de la Nueva historia del pensamiento 
político, una acción social es exitosa cuando genera el menor choque cultural posible, y 
esto se logra si los conceptos políticos que utiliza, o de ser el caso “manipula”, el ideólogo 
innovador son tomados de las convenciones lingüísticas vigentes del contexto se desen-
vuelve. 
 32 
 
No obstante, el que las convenciones lingüísticas prevalecientes limiten la acción del autor 
no contradice su acción innovadora o creativa como se verá más adelante. Es oportuno en-
fatizar que no todos los agentes políticos tienen por fin innovar o cambiar el status quo; la 
intención de muchos de ellos es reforzarlo. Así, para Skinner todo texto tiene una orienta-
ción ideológica que va de un carácter conservador a otro radical e innovador, esto de acuer-
do a las intenciones que tengan los agentes políticos de actuar en la sociedad. 
 
Ahora, el cómo logra legitimar su discurso a partir de la ideología predominante es la se-
gunda condición para lograr lo que Weber define una acción social racional con arreglo 
afines: combinar e instrumentalizar los medios eficientes para lograr el fin. Esta instrumen-
talización de los medios eficientes en la propuesta de Skinner está dada por la posibilidad, y 
más aún, la necesidad de manipular los términos evaluativos-descriptivos que dentro de las 
convenciones lingüísticas prevalecientes son favorables al agente político para legitimar su 
discurso. Y que son, a su vez, las palabras claves de las que se sirve el investigador para 
orientar su análisis, pues son ellas las que contienen la información sobre el cambio especí-
fico que introduce el agente y en qué momento preciso se da el quiebre con las convencio-
nes lingüísticas prevalecientes a través de la manipulación de sus propios términos. 
 
Como ya se dijo, Skinner propone una historia del pensamiento político que retome los 
aspectos ideológicos del periodo en que se inscribe el texto a analizar, con el fin de develar 
la relación existente entre los principios profesados y las prácticas reales de la vida política. 
 33 
En este orden de ideas, dice que hay por lo menos una situación en la que los principios 
profesados son capaces de determinar la acción política: “Tal es la acción en la que el agen-
te político está involucrado en una forma de acción social o política que de algún modo es 
indeseable para la sociedad y donde aquél posee un fuerte motivo para tratar de legitimar-
la”22. Lo que busca el agente cuando intenta legitimar sus acciones es lograr que éstas sean 
aceptadas por su sociedad, es decir, que se incorporen al diario vivir. Ahora, este agente 
que busca legitimar sus acciones políticas indeseables recibe el nombre de ideólogo inno-
vador, y en cuanto tal, puede servirse de ciertos medios para legitimar su conducta. Anali-
zar cuáles son y en qué condiciones específicas operan, ofrece una lectura complementaria 
y significativa sobre la relación causa-efecto que subyace a los principios por los que actúa 
el agente, al tiempo que permite determinar si sus acciones políticas son o no efectivas23. 
En adelante se analizará cómo es que el agente logra legitimar un curso de acción política 
que es tenido como indeseable. 
 
El agente político en cuanto ideólogo innovador puede manipular una gama de términos 
evaluativos-descriptivos convencionales para que sean favorables a su intención de legiti-
mar o deslegitimar un curso de acción dado. A este fenómeno de manipulación tiene que 
 
22 SKINER, Algunos problemas en el análisis del pensamiento y la acción políticos, Op. cit., p. 241. 
23 Según el historiador inglés, la situación más difícil para analizar la relación causa-efecto que supone se da 
entre los principios profesados y las acciones políticas efectivas, es aquella situación en la que un agente ima-
ginario que nunca cree realmente en cualquiera de los principios que reconoce, y cuyos principios nunca sir-
ven en consecuencia como los motivos fundamentales de sus acciones. No obstante, según el inglés aún en 
estas circunstancias la tarea del investigadores explicar la conducta del agente y, por ende, los principios que 
la motivan; es decir, para explicar la conducta social de un agente político es necesario remitirse siempre a los 
motivos que lo impulsan, esto es, a las intenciones del autor. 
 
 
 34 
estar atento el investigador, pues dicha gama de términos son para él, como ya se dijo, el 
conjunto de términos claves en los que ha de enfocar su análisis. La discusión que subyace 
a este planteamiento es de carácter empírico y da origen a una pregunta que propone Skin-
ner: ¿cómo es posible manipular un vocabulario normativo existente de tal modo que legi-
time unos cursos de acción nuevos y criticables? Para responder esta pregunta el autor plan-
tea dos estrategias de manipulación: 
 
1. El ideólogo innovador puede manipular el conjunto de términos evaluativos-
descriptivos en dos direcciones para aplicarlos al rango de acción que desea legiti-
mar o deslegitimar, a saber: o bien puede alterar su significado evaluativo o bien su 
sentido descriptivo. Es decir, de un lado, puede alterar el referente del término man-
teniendo su valoración ya sea positiva o negativa. De otro lado, puede mantener el 
referente alterando su valoración, pasando de una valoración positiva a una negativa 
o viceversa, o simplemente neutralizándola convirtiendo el término en meramente 
descriptivo. Otro movimiento que puede hacer el ideólogo innovador es transformar 
los términos descriptivos neutrales en términos favorables o desfavorables evaluati-
vo-descriptivos. También puede acuñar nuevos términos que describan principios 
sociales reconocidos para aplicarlos a acciones que son aparentemente perversas y 
que él desea ensalzar. 
 
2. La segunda estrategia consiste en manipular el criterio para la aplicación de térmi-
nos favorables evaluativo-descriptivos; es decir, manipular la fuerza ilocucionaria o 
 35 
lo que es lo mismo: la intención. La finalidad de esta manipulación “es argumentar 
que un término favorable evaluativo-descriptivo se aplica en la forma común, mien-
tras se trata al mismo tiempo de encubrir algunos de los criterios para aplicarlos, ex-
tendiendo así el rango de las acciones que pueden usarse propiamente para describir 
y ensalzar”24. 
 
De su exposición Skinner deriva dos conclusiones importantes, una de carácter general y 
otra de carácter específico. Con la primera señala que “ningún curso de acción puede ocu-
rrir sino puede legitimarse”25, de donde resulta que cualquier principio que coadyuve a legi-
timar un determinado curso de acción debe contarse entre las condiciones de su realización. 
La segunda conclusión está dada por el condicionamiento que las convenciones lingüísticas 
ejercen sobre el agente, de suerte tal que la gama de conceptos que el agente puede aplicar 
para legitimar su conducta no pueden ser puestos por el agente mismo; la disponibilidad de 
éstos está referida a la moralidad prevaleciente en la sociedad en la que está inserto. 
 
1.3 PARTES QUE COMPONEN LA PRESENTE INVESTIGACIÓN 
 
Esta investigación se compone de cuatro capítulos. El primero es el capítulo metodológico 
titulado: Propuesta metodológica: una mirada desde la historia del pensamiento político. 
En él se ofrece un panorama general del objeto de estudio, así como la metodología que se 
utilizó para abordarlo. En el primer sentido, se hace una reconstrucción del contexto y las 
 
24 Ibid., p. 249. 
25 Ibid., p. 251. 
 36 
ideas que en él se desarrollaron para responder a la pregunta de qué fue lo que se tomó de 
Bentham en el período de la Nueva Granada, qué se obvió y a qué discusiones dio origen. 
En el aspecto metodológico se resalta que este trabajo se circunscribe al ámbito epistemo-
lógico de la historia del pensamiento político; lo que explica que el desarrollo de los temas 
no obedezca a un estricto orden cronológico, sino más bien a la exposición de problemas. 
Es así, por ejemplo, que en capítulo tercero, se agrupen bajo el acápite La posición de 
Bentham frente al colonialismo, las discusiones que el pensador inglés sostiene con la 
Asamblea constituyente francesa (1793) y el gobierno español (1820), discusiones que se 
dan en momentos históricos y de su pensamiento muy diferentes; pero que obedecen a un 
mismo problema: la defensa del autogobierno. Y que anteceda otra reflexión que cronoló-
gicamente es anterior, aquella sobre Bentham y la libertad de imprenta en Colombia, que se 
da en 1812. 
 
En el segundo capítulo titulado Bentham y el pensamiento utilitario se ofrece una análisis 
sobre la teoría de la utilidad de Bentham, el contexto filosófico en el que surge, la concep-
ción antropológica sobre la que soporta su propuesta y las implicaciones que de ella se de-
rivan para su propuesta política, las discusiones que establece con las otras corrientes de 
pensamiento, a qué cuestionamientos se enfrenta, cuáles son los antecedentes teóricos de su 
propuesta, qué fue lo que criticó de su tiempo, cómo aplica su teoría de la utilidad a la cien-
cia de la legislación, sobre todo se ocupa de señalar el cambio que se dio en su pensamien-
to: del liberalismo clásico que encontraba en las leyes la garantía suficiente a los excesos 
del poder político a la democracia representativa que exige la participación ciudadana por 
 37 
la vía de la representación para contener los excesos de la autoridad a que pudieran llegar 
sus representantes. 
Este es un capítulo teórico en el que se desarrollan los postulados más importantes de la 
teoría de la utilidad de Bentham y se señalan las críticas que ofrece a los modelos de legis-
lación de su época, específicamente a los sistemas legales a los que consideraba obsoletos y 
retrógrados; no pretende, por su puesto, agotar la discusión sobre los sistemas legales del 
siglo XIX, ni tampoco hacer una exposición exhaustiva de toda la obra del jurista inglés. Se 
busca, en cambio, ofrecer un marco general sobre la teoría de la utilidad de Bentham que 
permita evaluar con mayor precisión la influencia de su teoría en la Nueva Granada: las 
causas de su aceptación y rechazo, por los diferentes actores políticos. 
 
Esta observación aplica también para el tercer capítulo. En él se ponen las ideas de Bent-
ham en un contexto: el período posterior a la independencia de Colombia; específicamente 
el período que va de 1821-1836 que corresponde a la época de consolidación del Estado 
colombiano. Se analiza la dinámica de aceptaciones, rechazos, manifestaciones y desave-
nencias que supuso la introducción de las ideas del jurista inglés en un contexto en el que 
los esfuerzos estaban puestos en la configuración de un nuevo orden político, un empezar 
de nuevo y solos, sin la tutela de un Estado prestante, consolidado y de larga tradición polí-
tica y económica como la imponente España. 
 
No se trata en este capítulo de agotar la discusión sobre el benthamismo y el antibentah-
mismo en Colombia que atravesó agitado el siglo XIX de la historia política y social del 
 38 
país; tampoco se toman todos los actores que participaron en este debate. La figura alrede-
dor de la cual se lee la influencia del jurista inglés en los albores de la república de Colom-
bia es Francisco de Paula Santander quien se apersonó de su institucionalización. En este 
sentido, no es de extrañar que tanto los defensores como los detractores de Bentham en 
Colombia giren en torno a la figura de Santander. A lo sumo, este trabajo solo logra dar 
cuenta del estado de la discusión; es tan vasto el material a trabajar, los sucesos a describir, 
los actores a presentar que el análisis político grueso tal vez sea una deuda que, de seguro, 
se cubrirá en un trabajo posterior. 
 
Hechas estas incómodas confesiones, es importante señalar cuáles fueron las fuentes utili-
zadas para el desarrollo del segundo capítulo. Las fuentes primarias son algunos escritos de 
Bentham como: Tratados delegislación civil y penal, De la organización judicial y de la 
codificación, Falacias políticas, Anarchical Fallacies, Fragmentos sobre el gobierno, Li-
braos de Ultramaría y una Antología política de algunas de las obras de Bentham que no 
estaban traducidas al español, entre las cuales se encuentra su Examen crítico de la decla-
ración de los derechos del hombre y del ciudadano, así como Constitucional Code, obras 
de gran valor para el estudioso de Bentham; esta antología fue publicada por península bajo 
la dirección de Joseph M. Colmer. La Correspondencia inédita entre Bolívar y Bentham, 
publicada por los profesores Schwartz C. y Rodriguez Braun de la Universidad Complu-
tense de Madrid, en la revista Telos. 
 
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Las fuentes secundarias son las Historias del pensamiento político que reseñan a Bentham 
y, algunos artículos analíticos hechos por intérpretes ingleses e hispanoamericanos que en 
los últimos años se han dedicado al estudio de Bentham y sus relaciones internacionales; 
también se trabaja muy especialmente en este capítulo la monografía de John Stuart Mill 
dedicada al estudio de Bentham, con el mismo nombre. Esta segunda parte es de carácter 
analítico y su desarrollo permite una visión más apropiada de la obra del inglés y sus apor-
tes a nuestra historia política y social. 
 
El tercer capítulo Bentham en los albores de la República de Colombia 1821-1836, consti-
tuye el grueso de este trabajo y se propone el análisis de la influencia de Jeremy Bentham 
en el pensamiento político de Francisco de Paula Santander, de cómo se recepcionó en Co-
lombia, qué textos de él se leyeron, cómo se incorporaron sus postulados al sistema, cuáles 
fueron los términos de la relación entre Bentham y los próceres neogranadinos, cuáles fue-
ron los móviles de la reacción de los sectores tradicionalistas contra la teoría de la utilidad. 
Este capítulo exige, de acuerdo a la metodología de reconstrucción histórica del pensamien-
to político desarrollada por Nueva historia del pensamiento político que se adoptó en este 
trabajo, reconstruir el significado de las acciones políticas de Santander en su afán por mo-
dernizar el Estado, en un contexto determinado y con unos actores específicos que lo apo-
yan o se resisten a sus acciones políticas. Para captar tal influencia se analizan sus discursos 
políticos, sus actos administrativos, su correspondencia, entre otros, con el fin de indagar 
qué leyó, cómo interpretó los planteamientos del inglés y cómo los aplicó a la realidad polí-
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tico-social neogranadina; y, a su vez, se analiza el debate público que generó la aplicación 
de tales planteamientos en dicha realidad. 
 
El interés de esta parte es examinar la lectura que Santander hizo de Bentham y cómo los 
conceptos del inglés influyeron en la configuración de su ideario político, que como manda-
tario hizo extensivo al ámbito de las instituciones públicas. En el contexto en el que se des-
arrolló y conforme a las acciones que suscitó su ideario político puede ser catalogado como 
el de un “ideólogo innovador”, que inmerso en unas convenciones lingüísticas las “manipu-
la” para legitimar discursos y valoraciones que transformen su entorno socio-político. San-
tander quiso legitimar el discurso benthamista en Colombia, vio en él un modelo práctico 
para reordenar el Estado y un modelo que estaba acorde con sus interés políticos, de allí 
que durante sus dos periodos de gobiernos, haya fundado su práctica política en las ideas 
del inglés. 
 
Las fuentes primarias que se utilizaron para desarrollar este tercer capítulo son en primer 
lugar una selección de los escritos políticos de Santander en los que se advierte la honda 
huella del benthamismo político, su Correspondencia, sus Discursos y proclamas, las Actas 
del Congreso, sus Diarios de viajes, entre otros; y en segundo lugar, los discursos, quejas y 
demás hechos por los santanderistas y antisantanderistas al calor de la polémica, que con-
tribuyen de manera significativa al proceso de reconstrucción del imaginario político de 
Santander. 
 
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Por otra parte, las fuentes secundarias las constituyen algunos trabajos de carácter histórico 
que se han realizado sobre la influencia de Bentham en Colombia. Entre los cuales destacan 
el trabajo de Jaime Jaramillo Uribe, El pensamiento Colombiano del siglo XIX y el del 
Germán Marquínez Argote, Benthamismo y antibenthamismo en Colombia. También se 
retoman importantes estudios biográficos sobre Santander, así como algunos trabajos histó-
ricos que dan cuenta del contexto social y político de la época. 
 
Su desarrollo se ajusta a la metodología de reconstrucción histórica del pensamiento políti-
co propuesta por Quentin Skinner, en la que los textos políticos son considerados como 
tipos especiales de acciones sociales realizadas por agentes políticos que se encuentran in-
mersos en debates ideológicos históricamente definidos. En el modelo de Skinner, los in-
vestigadores deben centrar su análisis en algunos conceptos claves que subyacen a los tex-
tos, especialmente en aquéllos conceptos que cumplen una función evaluativa al igual que 
descriptiva. A su vez, el análisis de los conceptos claves de un texto debe comprender tanto 
la interpretación del significado como la intención del autor, que en los términos de J. L. 
Austin suponen la dimensión locucionaria (el significado) y la dimensión ilocusionaria (la 
intención) del acto de habla. 
 
El análisis del significado implica captar el sentido y la referencia de los conceptos, de 
acuerdo con las convenciones lingüísticas que son las que determinan su uso por los agen-
tes políticos. Y el análisis de la intención, implica la ubicación del contexto ideológico del 
autor para identificar la clase de acciones que el autor realiza para lograr determinados ob-
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jetivos como: cambiar, cuestionar, defender, reforzar órdenes políticos o sociales dados. 
Vale la pena repetir que el análisis de la dimensión locucionaria e ilocionaria deben ir liga-
dos y ambos deben interpretarse de acuerdo a los contextos ideológicos específicos. De 
Skinner también se retoma su modelo de manipulación de conceptos evaluativo-
descriptivos, con el fin de observar cuáles fueron las estrategias que Santander utilizó para 
legitimar el discurso benthamista en su intento de modernización política del Estado co-
lombiano. 
 
El cuarto capítulo Benthamistas y antibenthamistas: un debate ideológico, se ocupa de la 
discusión filosófica entorno a las ideas de Bentham. Este capítulo es el capítulo de cierre, 
en él se presentan las consideraciones finales del trabajo en la medida en que recoge las 
ideas políticas expuestas por los defensores y críticos del utilitarismo en un contexto social 
particular. En este capítulo se expone la discusión filosófica que se suscitó en Colombia 
tras la adopción de las ideas políticas del jurista inglés. El punto de toque de la discusión lo 
ofrece Joaquín Mosquera, quien siendo republicano se opone a las doctrinas de Bentham y 
adelanta una denuncia académica pública sobre su obra. Le reprocha a Santander que se 
llame utilitarista al tiempo que defensor de los derechos naturales, le dice que el utilitaris-
mo y el iusnaturalismo bajo ninguna circunstancia son compatibles. Y de manera enfática le 
dice a El hombre de las leyes que su benthamismo no es el benthamismo del propio Bent-
ham, tesis ésta que se utiliza en este trabajo para mostrar que Santander adecuó los postula-
dos de Bentham a las convenciones lingüísticas dominantes de aquel período aunque no 
fuera suficiente para legitimar su discurso liberal radical en un ambiente todavía colonial y 
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conservador que exigía para su modernización más que una acción innovadora una revolu-
cionaria; lo que de una u otra forma demanda la ruptura con las convenciones lingüísticas 
dominantes. 
Pese a que Joaquín Mosquera establece la discusión con el presidentede la república es 
Vicente Azuero quien se da a la tarea de polemizar con él, y rebatir sus ideas a luz de los 
textos del propio Bentham. En principio Mosquera establece la discusión anónimamente, 
pero luego le hace saber a Santander que él es el responsable de los escritos que aparecen 
en el Constitucional de Popayán. A su vez, Azuero publica sus replicas en el Constitucio-
nal de Cundinamarca, y se origina así una interesante discusión filosófica que no dura mu-
cho tiempo; pero que es de gran valor para la historia del pensamiento político. Las fuentes 
que se utilizaron para esta discusión son el Constitucional de Cundinamarca y el de Popa-
yán; así como la Querella benthamista, editada con ocasión a la conmemoración del bicen-
tenario del natalicio y el sesquicentenario de la muerte del general Francisco de Paula San-
tander. 
 
En esta línea, es claro que este capítulo ofrece un análisis de la dimensión perlocucionaria, 
es decir, de los efectos generados por el discurso político benthamista promovido por San-
tander en la sociedad neogranadina. Si bien el análisis de lo perlocucionario no importa en 
el modelo hermenéutico propuesto por Skinner, en esta investigación cumple un papel pri-
mario por las luces que arroja sobre la complejidad socio-política de aquel período. La di-
mensión perlocucionaria se da cuando el acto de habla emitido por un hablante genera cier-
tos efectos en un receptor o receptores, tales como: asustarlos, intimidarlos, provocarlos, 
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desconcertarlos. Interesa analizar los efectos precisamente porque las ideas del filósofo 
inglés generaron un debate público en el que la iglesia católica y los sectores tradicionalis-
tas se opusieron radicalmente a las ideas del inglés. Es a partir del análisis de lo perlocucio-
nario que se puede responder a la pregunta por la recepción que de Bentham se hizo en Co-
lombia, qué se retomó y qué se obvio de su legado, y cuáles fueron las razones por las que 
suscitó tanta polémica. 
2. BENTHAM Y EL PENSAMIENTO UTILITARIO 
 
En este capítulo se desarrollan siete aspectos puntuales de la obra benthamita: 2.1 El con-
texto del utilitarismo 2.2 Biografía y obras de Bentham 2.3 Antecedentes teóricos del utili-
tarismo 2.4 Limitaciones del utilitarismo benthamita 2.5 Bentham y la teoría de la utilidad 
2.6 Divergencias entre Bentham y J. S. Mill respecto del principio de utilidad 2.7 Qué criti-
caba Bentham del estado de la legislación en su época. 
 
2.1 EL CONTEXTO DEL UTILITARISMO 
 
El utilitarismo es una corriente filosófica moderna que surge en Inglaterra a finales del siglo 
XVIII. Como otras tantas corrientes del pensamiento que florecen en ese momento, el utili-
tarismo aparece como una alternativa a la forma de acceder al conocimiento que se tenía 
por cierta en el siglo XVII: el siglo de las grandes construcciones sistémicas. 
 
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El padre del utilitarismo inglés, Jeremy Bentham, denuncia que estas construcciones abs-
tractas y generales son muy perjudiciales para el ordenamiento y desarrollo de las socieda-
des, específicamente en lo referido al sistema legal y político, porque impiden que se tenga 
claridad sobre su función en la satisfacción de las necesidades humanas. Por tal razón, con-
sideraba necesario descartar la metafísica del conocimiento y comprometerse con las des-
cripciones positivas entendiendo por tal el conocimiento basado en la observación empírica, 
esto es, en el análisis de los fenómenos. 
La epistemología más comúnmente aceptada en el siglo XVII consideraba que la tarea del 
conocimiento era la construcción de “sistemas filosóficos”. L’sprit de sistéme delimitaba 
todas las construcciones conceptuales de la época a partir del método deductivo, que con-
siste en derivar de lo general, de una premisa fundamental, las particularidades, tanto de los 
seres como de los demás saberes. De este modo, la base del conocimiento es la razón, pero 
aquella razón pura y abstracta que deriva su verdad del entendimiento mismo y no de la 
experiencia. 
 
Al respecto, en su Filosofía de la Ilustración Ernst Cassirrer se ocupa de señalar muy mi-
nuciosamente las diferencias entre el racionalismo del siglo XVII y el del siglo XVIII, indi-
cando que aquél 
 
Entiende que no se ha logrado un verdadero saber “filosófico” hasta que el pensamiento 
no alcanza, partiendo de un ente supremo y de una certeza fundamental, máxima, intuible, 
expandir la luz de esta certeza sobre todos los seres y saberes derivados. Esto se consigue 
cuando, mediante el método de la demostración y de la consecuencia rigurosa, se enlazan 
a la certeza primordial, de manera mediata, otros principios y, por la vía de este encade-
namiento, se recorren todos los eslabones de lo cognoscible, sin que pueda destacarse de 
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la totalidad ningún miembro de esta cadena. Ni puede explicarse por sí mismo. La única 
explicación posible consiste en la “derivación”, en la rigurosa deducción sistemática26. 
 
 
Como advierte el autor, el camino hacia el conocimiento utilizado por racionalismo del 
siglo XVII, es aquel que parte de principios y conceptos generales que mediante deduccio-
nes abstractas, llega hasta el conocimiento de lo particular, de lo fáctico. Los mayores re-
presentantes del pensamiento sistemático o metafísico son Descartes, Malebranche, Leibniz 
y Spinoza; todos ellos pensaban que lo fáctico era simple materia, una masa aislada de par-
ticularidades y que el único lenguaje que podía decir algo sobre la verdad era el lenguaje 
matemático, es decir, el concepto y no el fenómeno. En la construcción del conocimiento la 
materia (lo fáctico) no ocupaba un lugar importante en la escala de principios a ser tenidos 
en cuenta, precisamente por no ser un principio, consecuentemente, tampoco los sentidos. 
El conocimiento se expresa en conceptos y se construye bajo los parámetros de la razón 
pura y a priori. 
 
En el siglo XVIII o el siglo de las Luces27 se inicia una crítica a los grandes sistemas del 
siglo XVII y a su notable fracaso. Este fracaso se atribuía a su pretensión de fundar el co-
nocimiento en los conceptos matemáticos y no en los hechos, de elevar cualquier principio 
a la categoría de dogma. El siglo XVIII se cuestiona el método de la filosofía, y para resol-
ver esta cuestión ya no acude a Descartes sino a los postulados de Newton que se ocupa de 
 
26 CASSIRRER, Ernst. Filosofía de la ilustración. Bogotá: Fondo de cultura económica, 1994. p. 21 
27 Es usual hablar y oír hablar del siglo de la Ilustración, sin embargo es de aclarar que el idioma francés no 
conoce la palabra Ilustración, sino luces: Lumiéres. La palabra Ilustración como tal tiene su origen en el idio-
ma alemán Aufklarung. 
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invertirlos. Para Newton, los fenómenos son lo dado y los principios lo derivado. El punto 
de partida unívoco para acceder al conocimiento “no nos lo pueden proporcionar la abstrac-
ción y la “definición” física, sino tan sólo la experiencia y la observación [...] la observa-
ción es el datum, lo dado, el dato; el principio y la ley el quaesitum, lo buscado”28. 
 
En adelante, la razón se muestra como ese elemento de enlace entre los fenómenos y los 
conceptos que los designan. El cambio no consiste en el abandono de la rigurosidad propia 
del conocimiento científico, sino en la inversión de la jerarquía metódica; dice Cassirer que 
no se desestima L’sprit systématique, ni menos aún se le hace a un lado; pero con el mayor 
rigor se le diferencia de L’sprit de sistéme29; el primero se refiere a las totalidades, el se-
gundo a las partes, a los componentes. A partir de esta inversión la experiencia se constitu-
ye como condición del conocimiento, sirviéndose de la razón como su más fiable instru-
mento, no como un fin en sí misma. 
 
El cambio que se propone en el siglo XVIII respecto del siglo XVII está dado por una in-
versión metódica, no por el abandono de la razón

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