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1 LAS SENDAS TRADICIONALES DEL YOGA Gracias a nuestro estudio sobre el concepto de yoga y la historia del mismo, sabemos ya con certeza que no posee un despliegue cultural simple y homogéneo. Las elaboraciones filosóficas y las prácticas varían de una a otra escuela, de un maestro a otro, a veces diferenciándose entre sí al punto de volverse contrapuestas. Nos es claro entonces, que en cierto nivel, cuando hablamos de yoga nos referimos a esta tradición multifacética y diversa. Esto no quita, como hemos estudiado hasta ahora, que todas las manifestaciones compartan entre sí las características fundamentales que hemos establecido. Habiendo ya remarcado los puntos en común del yoga, nos centraremos ahora brevemente en ciertas diferencias. Esto con el fin de, no sólo generar mayor conocimiento general sobre la tradición del yoga, sino que, pudiendo figurarnos una imagen más concreta de cada abordaje, se esclarezca todavía más en el contraste entre una y otra. Es decir, presentaremos una serie de sendas tradicionales del yoga, evidenciando tan sólo algunas de sus características más remarcables, de modo de comenzar a entender las particularidades de cada una. Esto nos llevará, además, a percibir con mayor claridad las diferencias entre una y otra, precisamente por el contraste que se genere entre ellas. Dentro del ámbito del Hinduismo - tomado este concepto como el complejo socio-cultural y religioso de la India - se dice que existen seis sendas tradicionales del yoga (el número evocado varía de autor en autor). Estas son: 1. Bhakti Yoga: el yoga de la devoción 2. Jñana Yoga: el yoga de la sabiduría 3. Karma Yoga: el yoga de la acción 4. Raja Yoga: el yoga real 5. Tantra yoga: el yoga de la expansión 6. Hatha Yoga: el yoga de la disciplina física Tradicionalmente se dice que el objetivo final de cada una de estas sendas es el mismo: el estado de conciencia ampliado – samadhi – que ya hemos estudiado parcialmente. Las diferencias que muestra cada uno de estos caminos entre sí, tiene que ver con los medios que utiliza – conjunto de técnicas, aplicación metódica, sistema general de pensamiento, etc. Estas particularidades, suele decirse, nacen en base a la necesidad de poner al alcance de todas las personas esta disciplina, pudiendo adaptarse así a los temperamentos y las tendencias personales de cada cual. Nos parece relevante en este punto remarcar lo siguiente: si bien en la actualidad la gran mayoría de los practicantes de yoga de todo el mundo pertenecen a la senda del Hatha Yoga – todo aquel estilo que se acompañe de práctica postural sería un derivado de esta corriente – lo cierto es que los caminos tradicionales son mucho más numerosos de lo que la difusión actual nos permite observar. Así, las sendas tradicionales en las que se puede practicar el Yoga son mucho más numerosas y variadas de lo que podemos llegar a suponer, al punto de existir ciertos enfoques en donde la práctica postural no tiene lugar alguno, con la sola excepción, quizá, de la postura de sentado para meditar o mantrar. Dicho esto, esbozaremos mínimamente cada senda, sabiendo de antemano que en tan breve caracterización no es posible ser del todo fiel a la profundidad del abordaje que plantea cada una. Sería importante también mantener abierta la interpretación sobre ellas y no, por entender cada una de las palabras con las que se las describe, creer que ya se las comprende. A veces tan sólo una de las prácticas que forman parte de estos abordajes, requiere para su entendimiento una profundización y experiencia que todavía no está a nuestro alcance. Tengamos presente, entonces, que esto es simplemente un primer acercamiento. Bhakti yoga: los practicantes de esta senda conciben la existencia de un ser supremo divino. Su finalidad es conectarse o fundirse con ese ser supremo mediante actos de devoción. Esta es la senda que canaliza la energía de las emociones como el amor. Si bien, en última instancia, la experiencia que se busca es abrirse a la Unidad sagrada de todo lo que existe, en un primer momento la devoción puede ser dirigida no sólo hacia la Divinidad, sino también hacia el gurú, la Naturaleza, la humanidad, o hacia cualquier otro objeto que contribuye al mismo fin. 2 Entre alguna de sus prácticas se hallan las ofrendas, el canto de himnos de alabanza y meditaciones acerca de lo Divino. Algunas prácticas regulares del Bhakti Yoga son las siguientes. Kirtanam: cantar el nombre de la divinidad. Smaranam: recordar continuamente la presencia de la divinidad. Padashevanam: servicio llevado a cabo en nombre de la divinidad. Archanam: adoración ceremonial y realización de ofrendas. Bandanam: reconocimiento mental de que todas las cosas son una manifestación de lo divino. Atma nivedanam: actitud de total rendición ante la voluntad de lo sagrado. Sakhyam: actitud de amistad y cordialidad ante todo lo que existe. Para considerar: El Bhakti Yoga se acompaña de una actitud de entrega o rendición total ante el objeto de devoción. A la mayoría de nosotros, por el hecho de pertenecer a nuestra cultura occidental y ser herederos de ciertas disposiciones sociales, nos cuesta comprender esta actitud y mucho más asimilarla. Esta entrega, no obstante, tiene la finalidad de trascender toda limitación interna en torno a la desconfianza y la mezquindad personal, para conectar en última instancia con nuestro potencial interior y nuestra naturaleza sagrada. A veces el Bhakti Yoga toma la forma del Gurú Yoga, el yoga de la devoción y entrega absoluta al maestro. Ten presente que esta modalidad, manifestada en su forma auténtica es extremadamente rara en occidente – aun entre los maestros de la India que llegaron a esta tierra. Son muchos los casos en los que por adjudicarse prematuramente el rol de maestro, ciertos docentes han generado incontable sufrimiento. Vé con cautela en este sentido: abre tu corazón al amor, confía con toda tu energía, pero no te olvides de discernir. Jñana yoga: esta es la senda del conocimiento y la sabiduría, basada en la idea del no dualismo – Vedanta advaita – es decir, que todo lo que existe en el fondo es una sola cosa y la misma. El proceso que llevan a cabo sus practicantes se compone de dos grandes etapas. En la primera se analiza la realidad a través de la mente racional. En la segunda, se intenta trascender la mente racional y captar a través de la inteligencia intuitiva la unidad. El autoconocimiento y el conocimiento de la realidad esencial no difieren entre sí. Para profundizar en este conocimiento no sólo es necesaria la autoobservación y una indagación continua, que implica plenamente la razón, sobre la verdadera realidad. También la lectura de los textos considerados “sagrados” o que albergan una profunda sabiduría hablan de esa realidad que se busca, por lo cual son un complemento totalmente necesario. Sin embargo, cuando este abordaje es auténtico y no degenera en un intelectualismo, no existe apego a los razonamientos ni al pensamiento. Para el Jñana Yoga la verdad es una, pero los modos en los que puede expresarse infinitos, tanto como los caminos que conducen a ella. En última instancia el jñana yogui trasciende su mente racional para acceder de manera inmediata a la captación de la Unidad de lo Sagrado. Algunas prácticas que forman parte del Jñana Yoga son las siguientes. Viveka: discernimiento entre la realidad esencial que permanece más allá de los cambios y la apariencia de una existencia separada. Vairagya: renunciar a la preocupación que genera cualquier tipo de apego, ya sea de cosas materiales pero también de asuntos espirituales. Tapas: actitud de austeridad, disciplina y resolución. Mumukshutva: dejar brotar la aspiración hacia la libertad espiritual. Sravana: escuchar la sabiduría transmitida a través de cualquier tradición, o en las enseñanzas de alguna persona. Manana: reflexión y indagaciónsobre esa sabiduría. Nididhyana: meditación en la sabiduría revelada del no dualismo por el cual se alcanza la experiencia de Unidad. 3 Para reflexionar: Deja a un lado la preocupación por el estudio y tomate un par de minutos para reflexionar. Manana, una de las prácticas del Jñana Yoga, implica considerar racionalmente algunas cuestiones en torno a nuestra verdadera realidad. Mahavakyas son las grandes revelaciones del Vedanta advaita, la tradición yóguica que afirma que no existe diferencia entre lo sagrado y las existencias particulares. Una de estas revelaciones es “brahmasmi aham” – que traducido nos dice “yo soy parte de lo absoluto”, “yo soy parte de la totalidad”, “yo soy parte de lo sagrado”. Más allá de lo pueda llegar a decir tu pensamiento ¿te experimentas así en este momento? Posiblemente no. Pero, precisamente porque no lo experimentas ahora ¿podrías negar la posibilidad de que eso es así? Para la mayoría de nosotros, nuestros sentidos no experimentan nunca de manera directa que el planeta Tierra es una esfera, sin embargo no lo ponemos en duda para nada. Porque nuestros sentidos de percepción no nos lo muestren ¿podemos considerar que es falso lo que nos dice el mahavakya? Desde hace unas décadas una teoría científica dice, simplificándolo, que en el fondo todo está compuesto de la misma energía. Reflexiona: ¿y si existiera un entrenamiento, desconocido hasta el momento, capaz de hacernos sentir finalmente esa energía fundamental? ¿No experimentarías la conexión con todo lo que existe al contactar con esa energía? Así ¿No tendría pleno sentido el mahavakya? Karma Yoga: en un primer entendimiento más básico, la palabra karma proviene de la raíz kri, que literalmente se podría traducir como “acción”. Según esto, a grandes rasgos, este es el yoga que intenta alcanzar la experiencia de plenitud y unión a través de la acción concreta. Sin embargo la palabra karma tiene un significado mucho más profundo, cuya comprensión es importante para todo tipo de yoga. Karma, simplificándolo, sería el condicionamiento interior que nos lleva a reincidir en situaciones no agradables o que nos generan sufrimiento – condicionamiento que, no obstante, no llegamos a captar del todo y, por lo mismo, tampoco podemos modificar. El Karma Yoga intenta, entonces, superar ese condicionamiento interno a través de una serie de acciones concretas donde prima una actitud en donde el espíritu de servicio, la entrega y el desapego son fundamentales. El encontrar una pasividad interna en la misma acción es directriz en este abordaje y es lo que, a largo plazo, permite experimentar la plenitud de la unidad aun en los actos y actividades de la vida cotidiana. Entrenarse para actuar, en cualquier circunstancia, sin expectativa sobre los resultados – tal como realizar un servicio desinteresado sin esperar ningún reconocimiento, ni necesitar tampoco de algún tipo de autoelogio. Esto conduce gradualmente a sincronizarnos con una realidad que nos trasciende, a partir de lo cual comenzamos a experimentar que aquello que llevamos a cabo, no sólo es lo mejor que podríamos hacer, sino que, además, es lo que lo divino nos encomienda hacer. Raja Yoga: literalmente significa “yoga real” - asociado a realeza, no a realidad. Plasmado en el texto Yoga-Sutra de Patanjali, con el correr del tiempo se ha convertido en el Yoga Clásico. En el segundo capítulo de este libro tradicional, Patanjali nos hace explícita una estructura técnica general para desarrollar la práctica con mayor precisión. Esta estructura está dividida en ocho partes o miembros, razón por la cual se ha llamado Ashtanga al yoga de Patanjali (ashta = ocho; anga = partes, miembros). Estas ocho partes son: 1. Yama 2. Niyama 3. Asana 4. Pranayama 4 5. Pratyahara 6. Dharana 7. Dhyana 8. Samadhi 1. Yama: se divide en cinco y habitualmente se los suele concebir como una serie de actitudes que regulan y armonizan la conducta social. Si bien esto no deja de ser cierto, nosotros sugerimos no reducirlo a ello. Se hace necesario, para comprender qué nos está diciendo Patanjali en cada uno de los Yamas, una investigación personal y el descubrimiento de sus mecanismos operando en nosotros mismos, y desde allí, en la interrelación con los demás. Los cinco Yamas son: a) Ahimsa: no violencia. b) Satya: veracidad, autenticidad. c) Asteya: no robar, no apropiación de lo que no nos pertenece. d) Brahmacharya: contención, moderación, castidad. e) Aparigraha: no codicia, no ambición. 2. Niyama: también se divide en cinco y de manera similar a Yama, se los ha interpretado habitualmente como una serie de conductas, esta vez, orientadas hacia uno mismo. Otra vez llamamos la atención respecto de no tomarlos como un mero cumplimiento, según la concepción previa que nos hagamos de ellos, sino como líneas guía para una investigación en cómo cada uno de estos puntos tiene influencia en el equilibrio interior. Los cinco Niyamas son: a) Shauca: limpieza, tanto externa como interna. b) Santosha: contento. c) Tapas: disciplina. d) Svadyaya: auto estudio. e) Ishvara-pranidhana: ponerse bajo el abrigo de dios o una realidad superior. 3. Asana: actualmente cuando decimos “asana” hacemos referencia a una muy variada y compleja práctica postural. Sin embargo, cuando Patanjali compuso su obra, esta palabra no tenía el mismo significado. Todavía antes que este autor, el término “asana” refería literalmente el “taburete” o “asiento” en el cual un maestro reposaba para meditar. Más adelante, con esa misma palabra comenzó a nombrarse una serie de ubicaciones de los segmentos corporales – siempre posturas de sentado, firmes y cómodas – para disponerse a meditar sin que el cuerpo sea un estorbo o distracción para ese trabajo interno. Y cuando en el Yoga-sutra se utiliza el término “asana”, se está nombrando esto último. En este contexto no existe todavía una práctica postural variada y compleja como la conocemos hoy día – lo cual es un desarrollo original de otra senda tradicional, el Hatha Yoga. 4. Pranayama: es común entender pranayama como una serie de ejercicios respiratorios. Esto es correcto, pero existe un sentido por el cual esas prácticas específicas son nombradas de ese modo. La palabra prana significa energía vital. Y según la filosofía yóguica la respiración es el medio a través del cual esa energía se capta en mayor medida. De este modo, es mediante la conciencia, la liberación y control de la respiración que se logra la expansión y el manejo de la energía vital. 5. Pratyahara: este concepto suele ser dificultoso de comprender. Literalmente significa “dirigir hacia lo opuesto”. Este direccionamiento hacia lo opuesto hace referencia a lo que, en la filosofía del yoga, son considerados como los sentidos. En efecto, según ésta existen cinco sentidos de percepción (olfato, gusto, vista, tacto, audición) y cinco sentidos de acción (excreción, sexualidad, movilidad, prensión, vocalización). De este modo es posible entender que lo que pratyahara sugiere es un redireccionar estos sentidos hacia lo contrario a lo cual están proyectados habitualmente, es decir, dirigirlos hacia la interioridad. Por eso se suele traducir pratyahara como “interiorización”. 6. Dharana: este concepto significa concentración mental. En un primer nivel sería un dirigir la energía atencional hacia un punto, con posibilidad de ser tanto interno como externo, y mantenerla con la menor inestabilidad posible. Cuando esta se profundiza comienza a acontecer un proceso más complejo en donde, como expresa un libro tradicional, “la mente se mantiene en un estado de aquietamiento mayor”. 7. Dhyana: este término suele traducirse como meditación, pero con ello no quiere significarse ni las variadas técnicas que caen bajo esta denominación ni el proceso de considerar intelectualmente algo. Se 5 dice queentre los últimos tres miembros del Ashtanga, es decir, Dharana, Dhyana, Samadhi, sólo hay diferencia en cuestión de gradación y profundización. Dhyana, entonces, es un proceso de profundo aquietamiento mental, gracias al cual comienza a disolverse la percepción dual de la realidad y se experimenta la unidad que subyace e integra al sujeto perceptor y al objeto percibido. 8. Samadhi: de manera general podríamos interpretar Samadhi como el objetivo final del yoga, como la experiencia plena de integración de la realidad toda - este estado que muchos escritos tradicionales remarcan que es necesario experimentarlo de modo personal, ya que no es posible comprenderlo mediante definiciones. Esta interpretación es ciertamente correcta y rigurosamente técnica, y es a la cual nos reduciremos en este contexto de explicación. Pero tengamos presente también que existen otras utilizaciones del término dentro de la misma filosofía de Patanjali, que no se reducen al explicitado anteriormente. Estas ocho prácticas plantean un trabajo sumamente integral y completo, abordando desde los aspectos más externos que conforman al ser humano, hasta las capas profundas de la mente y más allá. Gracias a estudios recientes, se ha ido evidenciando poco a poco que el Ashtanga de Patanjali es un yoga eminentemente meditativo, que no incluye una práctica postural variada y terapéutica. Esto ha permitido dejar de considerar erróneamente que la práctica de asana propia del Hatha ya existía en el Raja Yoga, con la consecuencia de considerar al primero una especie de subproducto o degradación del Yoga Clásico. Tantra yoga: esta es una de las sendas más compleja y quizá menos comprendida. Es sumamente habitual confundirla con una práctica de la sexualidad, más o menos espiritualizada. Algunas pocas escuelas tántricas incorporan una ceremonia sexual sagrada, que no deja de ser una técnica complejísima y avanzada, pero la mayoría de ellas no lo hacen. Tantra es una disciplina espiritual estricta que pretende expandir la conciencia y liberar la energía, pudiendo manifestar así todo el potencial humano. Esto se logra a través de la integración de las polaridades que nos componen – expresado simbólicamente a través de la unión entre Shiva y Shakti. Desde el punto de vista de la concepción del mundo, el Tantra considera que todo lo que existe es una manifestación de lo divino. Esta concepción permitió una revalorización del culta a la Diosa Madre y su creación, es decir, a las existencias particulares, entre ellas el cuerpo de los seres vivos. A diferencia de otros abordajes que sólo valoran la realidad espiritual y buscaban una especie de aislamiento del mundo, el Tantra considera que la realización espiritual puede y debe suceder en esta vida, en este plano. Además de integrar toda una serie de herramientas tradicionales, esto también permitió fomentar un desarrollo vastísimo de técnicas que tenían al cuerpo como foco de atención. Algunas de las herramientas utilizadas en el tantra son mandala, yantra, mantra y mudras, sumándose a esto el control de la energía sutil y complejas meditaciones. Hatha yoga: esta senda, como las otras, se propone como meta alcanzar el estado de integración. Y para ello toma como punto de partida fundamental el propio cuerpo. Los practicantes de esta senda siguen el principio de que es sumamente dificultoso alcanzar las etapas más avanzadas de la meditación si antes no se trabaja ordenada y disciplinadamente en una profunda armonización del cuerpo. Por lo mismo el Hatha Yoga ha desarrollado una amplia y compleja serie de técnicas que tienen como punto central el cuerpo físico. Sin embargo, su abordaje no sólo se reduce a las mismas, sino también engloba el control de la energía sutil 6 mediante diversos medios, como también pretende el control de la mente a través de la meditación. Si bien, la mayoría de los abordajes hatha-yóguicos, son bastante más rudimentarios en cuanto a la meditación que el Ashtanga de Patanjali o Raja Yoga. Bibliografía: Chaudhuri, H. Yoga integral, Editorial Kairos. Ciarlotti, F. Yoga. Filosofía de vida, Editorial Lea. Feuerstein, G. The Yoga Tradition, Editorial Hohmpress. Hernandez, D. Las claves del Yoga, Editorial Continente. Payne, L. y Feuerstein, G. Yoga para Dummies, Editorial Planeta.
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