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1 ¿QUÉ ES EL GRAN BUENOS AIRES? Apunte del INDEC. Tradicionalmente se llama a la ciudad de Buenos Aires “Capital Federal”, pero la Constitución de la Ciudad de 1996 estableció que la ciudad sea denominada como “Ciudad de Buenos Aires” o “Ciudad Autónoma de Buenos Aires” y desde entonces el INDEC utiliza esta determinación. Los Partidos del Gran Buenos Aires son los “19 partidos del GBA” que se fueron transformando en 24 por subdivisiones y cambios que hizo la provincia de Buenos Aires entre 1993 y 1994. Cuando la Encuesta Permanente de Hogares (EPH) se refiere a los conurbanos, lo que hace es subdividir el ámbito de los Partidos del Gran Buenos Aires según un criterio de homogeneidad social y económico. Por otra parte, la noción de cordón/anillo, corona hace referencia a una continuidad geográfica; el primer cordón es un anillo de partidos que rodean a la Ciudad de Buenos Aires, el segundo cordón rodea al primero, etc. El criterio de determinación de los cordones hace referencia a la distancia que poseen estos partidos respecto de la Ciudad de Buenos Aires. El INDEC denomina Gran Buenos Aires al área comprendida por la Ciudad de Buenos Aires más los 24 partidos del Gran Buenos Aires. Por otra parte, el Aglomerado Gran Buenos Aires es el área geográfica delimitada por la envolvente de población (‘mancha urbana’). Abarca la Ciudad de Buenos Aires y se extiende sobre el territorio de la Provincia de Buenos Aires, integrando la superficie total de 14 partidos, más la superficie parcial de otros 16. La diferencia entre el GBA y el AGBA es que el primero alude a un conjunto de partidos (más la Ciudad de Buenos Aires) tomados en su totalidad, mientras el segundo alude a un área que se va moviendo con el tiempo y que incluye a algunos partidos de manera parcial. El concepto de aglomerado coincide con el concepto de localidad censal: es una concentración espacial de edificios entre sí por una red de calles. El AGBA es un ejemplo de localidad censal. Por último, los Partidos del Aglomerado Gran Buenos Aires es el conjunto de los 30 partidos que integran el aglomerado. El INDEC durante el Censo de Población, Hogares y Viviendas 2001 utilizó una subdivisión del país en seis regiones (que cada una de ellas, aparece con las provincias que la conforman). La Región Gran Buenos Aires (anteriormente Región metropolitana) aparece conformada por la Ciudad de Buenos Aires y los 24 Partidos del GBA. Los partidos que conforman el GBA permanecen inalterados desde hace muchos años, mientras que el AGBA se va extendiendo de manera continua con el paso del tiempo. Los Censos son la fuente principal para la caracterización de la población. La EPH suministra resultados por ‘grupos de partidos’ en función de algunas variables socioeconómicas, mostrando la heterogeneidad del aglomerado, facilitando la formulación de las políticas públicas. A estos ‘grupos de partidos’ el INDEC los llama ‘conurbanos bonaerenses’, y la metodología utilizada está basada en: % de población cubierta por algún sistema de salud; % de hogares con ingresos per cápita en los cuatro primeros deciles; % de hogares con jefes con educación primaria incompleta; % de viviendas con baño de uso exclusivo. LA CONFORMACIÓN HISTÓRICA DEL SISTEMA URBANO – Santiago Linares y Guillermo Velázquez La conformación de un sistema urbano siempre está asociada a un proceso histórico de urbanización de la sociedad, en el que la población cambia su pauta de distribución espacial dispersa hacia una tendencia a la concentración en aglomerados urbanos. Esta pauta se explica por procesos sociales, económicos, administrativos y funcionales, entre otros; conformando un sistema urbano (estructura dinámica compuesta por un conjunto de ciudades que mediante sus características específicas o atributos se interrelacionan en el tiempo y en el espacio). Este sistema experimenta alteraciones y cambios en los elementos (ciudades), atributos (funciones) e interrelaciones (jerarquías), posibilitando que varíen su posición relativa en relación con el resto del sistema a lo largo del proceso de urbanización. Son 4 los factores a tener en cuenta para interpretar la configuración del sistema urbano bonaerense: 1) Factores económicos, reflejando los cambios sociales y económicos inherentes a las transformaciones tecnológicas y organizativas. 2) Factores históricos, que permiten explicar la creación, localización y crecimiento de las ciudades existentes. 3) Factores geográficos: efectos de la escala espacial y el contexto regional, especifidades demográficas y culturales, particularidades del medio físico, ventajas y desventajas asociadas a localizaciones relativas, segmentaciones político- administrativas, redes de transporte, servicios e infraestructuras. 4) Factores políticos: es un factor fundamental; políticas territoriales, de inversión en infraestructuras y equipamientos, definición de polos de desarrollo y determinación de categorías administrativas. 2 El análisis de la evolución del sistema urbano de la provincia de Buenos Aires se estructura en cuatro partes: el período colonial limeño (fines del siglo XVI – XVIII); período de la independencia y de las luchas por la hegemonía (S. XVIII – 1880); la factoría agroexportadora (1880 – 1950) y por último, desde 1950 hasta la actualidad. Período colonial limeño: desde la conquista hasta 1750 Durante el siglo XVI, Buenos Aires (fundada en 1536) quedó despoblada en los años posteriores hasta su segunda fundación en 1850 (Juan de Garay). Sus primeras poblaciones se situaron en las cercanías de caminos que unían Buenos Aires con las ciudades importantes de la ruta hacia el Potosí. Hasta el siglo XVII los habitantes no tuvieron contactos con la población indígena, por lo cual, se fundaron pueblos y se desarrolló la expansión rural. El actual territorio de la provincia de Buenos Aires era una zona marginal y de escasa población. Varias de las fundaciones urbanas fueron debido a la aparición de un elemento religioso (iglesia, capilla, oratorio) durante el siglo XVIII. Las posiciones geográficas elegidas para la fundación de esas capillas se relacionan con la facilidad de acceso a ellas por parte de devotos, estaban situadas en rutas de comunicación existentes, en las cercanías a las áreas rurales de mayor poblamiento o en lugares de accesos a ríos. Período de la Independencia y luchas por la hegemonía: 1750 – 1880. Durante este período los acontecimientos políticos fundamentales fueron la creación del Virreinato del Río de la Plata en 1776, la revolución de mayo en 1810, la guerra de emancipación, la declaración de la independencia en 1816, la adopción de una Constitución Nacional Federal en 1853, la secesión temporaria de la provincia de Buenos Aires, la campaña contra el indio y la federalización de la ciudad de Buenos Aires como capital nacional en 1880. Durante la segunda mitad del siglo XVIII, y hasta la revolución de mayo, la fundación de los poblados será bajo la tutela del Virreinato del Río de la Plata. El “Plan de Fronteras” produjo la formación de fuertes, fortines, guardias y compañías militares que dieron a origen a prósperas ciudades de la futura provincia de Buenos Aires debido al peligro de invasiones. Las autoridades del Cabildo de Buenos Aires crearon en 1752 las milicias rurales (Blandengues de la Frontera). “La Pampa” era en ese momento un territorio pequeño, pero existían poblaciones al exterior de su frontera, razón por la cual, la necesidad de comunicarse de manera terrestre con los demás fuertes llevó la expansión hacia el sur. Ninguno de los pueblos fundados entre 1725 y 1796 llegaba a los 500 habitantes. Hacia principios del siglo XIX la población de la actual provincia de Buenos Aires se concentraba al norte del Río Salado. La constitución de un incipiente sistema urbano hacia 1810 conformó 30 poblados importantes. Que a partir de esa década, comenzó la época independiente. Se impuso la constricción de fuertescuya posición geográfica fue siguiendo el trazado de las rutas de invasión y seleccionando lugares estratégicos, sobre los caminos o las paradas de los indios. Luego se establecía un buen sitio, como por ejemplo, un lugar alto, abrigado y/o cercano a los cursos de agua; lo cual expandió la frontera sur del territorio bonaerense. Desde mediados del siglo XIX, con la caída de Rosas y la sanción de la primera Constitución Nacional federal, la frontera provincial se expandió hacia el sur y el oeste, debido a su vez por el desarrollo creciente de la agricultura. Con la caída de Rosas se decidió subdividir y crear centros poblacionales en algunos partidos fundados por él y que tenían enormes extensiones. A partir de 1856 los orígenes urbanos van a estar directamente relacionados a las sucesivas creaciones de estaciones de ferrocarril, iniciándose una nueva etapa en la urbanización argentina y en la conformación del sistema urbano provincial, siendo el factor central de formación de aglomerados urbanos, las estaciones de trenes. A las ciudades que se forman con este fin, se les irán agregando depósitos y almacenes, viviendas y todo tipo de establecimientos necesarios para el intercambio comercial, iniciándose un proceso de urbanización. Aunque estos establecimientos eran periódicamente atacados por el malón indígena. La política defensiva de Adolfo Alsina consistía en crear pueblos que consolidaran ciertos fortines e instalar una red telegráfica que vinculara a las principales comandancias de fronteras (básicamente, la formación de colonias agrícolas-militares amparadas por fortines). Así, hacia 1876, la frontera exterior incorporó 50 millones de hectáreas, y a lo largo de esta línea se cavó una larga zanja que a mediados de 1877 tenía 374 kilómetros de extensión. A partir de 1876 con la ley de Tierras de Nicolás Avellaneda que se unificó el criterio de inmigración y colonización, hizo que se formaran pueblos como núcleos urbanos que eran colonias agrícolas con grupos de colonos (mayormente europeos). Con información del primer censo nacional de población, de 1869 se realizó un análisis completo del sistema urbano de la provincia. La organización jerárquica de la red urbana presenta una estructura extremadamente discontinua y disarmónica, caracterizada por grandes distancias demográficas, que guardan correlato con las distancias funcionales entre la ciudad mayor y las restantes. Fue durante este período cuando el sistema urbano bonaerense, se caracterizó por la máxima desproporción entre Buenos Aires y el resto de las ciudades, y quedó la definida ‘macrocefalía’ porteña. Si excluimos a la ciudad de Buenos Aires, durante este período sólo el 17,5% de la población provincial residía en centros 3 poblados urbanos. En este período, los principales centros poblados al sur del Río Salado son fortines con muy poca población. Período de la factoría agroexportadora: 1880-1914. A partir de 1880 el sistema urbano es el característico de la Argentina agroexportadora, el cual se mantuvo intacto hasta mediados del siglo XX. La red urbana se constituyó para la división territorial del trabajo. Durante la década de 1880 las migraciones, la economía agroexportadora y la expansión del ferrocarril fueron los principales factores de la creación de nuevas localidades urbanas y del crecimiento de algunas existentes. La creación en 1882 de la ciudad de La Plata como capital de la provincia de Buenos Aires tuvo una fundación político- administrativa, a la que se le agregan la portuaria y terciaria. Creció rápidamente debido a la alta tasa de inmigración y tuvo población predominantemente extranjera. Para 1880 el ferrocarril se extiende y ramifica. Para 1890, la red cubre prácticamente todo el interior. El impacto de los saldos migratorios altamente positivos hizo que esta población se concentrara principalmente en las ciudades del litoral, siendo la provincia del Buenos Aires la que más inmigrantes absorbió. A diferencia de 1869, el sistema urbano en 1914 conforma una distribución espacial aleatoria con tendencia a la dispersión. La extensión de la red ferroviaria, las transformaciones económicas y político-administrativas provocaron la fundación y revitalización de centros poblados. Varias ciudades fueron fundadas siguiendo la red ferroviaria convergente en Buenos Aires, planificada bajo el modelo agroexportador, uniendo ciudades-puerto y ciudades destacadas en la actividad agropecuaria, evidenciando así la relación entre el desarrollo de la red urbana y la división territorial del trabajo. Éste fue el momento de la historia provincial durante el cual la estructura urbana presenta mayor armonía entre sus componentes. La ciudad puerto de Buenos Aires y las localidades que conformarán el conurbano bonaerense fueron el gran foco de atracción para los migrantes, quienes, al no poder convertirse de modo masivo en propietarios de la tierra, no se establecieron mayoritariamente en el área rural y se incorporaron a la vida de la ciudad. Además de su función administrativa, su papel como puerto exportador y la existencia de frigoríficos le daban un lugar privilegiado en el modelo agroexportador. La llegada del ferrocarril, su importancia como puerto pesquero y su incipiente función turística la destacan ya en el sur de la provincia. La principal causa de distorsión en la armonía precedente es el efecto de la aglomeración correspondiente al conurbano bonaerense, ya que la mayor parte de la industria ligera (incipiente) tiende a situarse en los mercados, zonas urbanas densamente pobladas (ciudad de Buenos Aires) o, en su defecto, en núcleos urbanos alrededor de ellas en forma de satélites, que tienden a evolucionar generando una conurbación. La Plata duplicó su población debido a su función administrativa y universitaria. Bahía Blanca, por su condición de puerto triguero. Mar del Plata, debido a que era el lugar de veraneo de la clase alta, además de ser puerto pesquero para flotas costeras. Para 1950 comienza a evidenciarse la incipiente configuración de la red vial, y al sistema urbano bonaerense se agregan nuevas ciudades pequeñas que comenzarán a destacarse desde entonces y hasta la actualidad, dado que a partir de ese momento, ya no era un problema la distancia entre la residencia y el trabajo. Período desde 1950 hasta la actualidad Hacia 1980, se advierten signos de modificación del sistema urbano argentino. La red urbana existente comienza a alterarse y responder a la implementación de una industrialización transnacional. Para 1980, La Plata y Mar del Plata sobresalen en el sistema urbano bonaerense al clasificarse como ATIs mayores (aglomeraciones de tamaño intermedio). En el interior de la provincia, específicamente Bahía Blanca, se dieron las inversiones en las actividades químicas y petroquímicas, conformándose el Polo Petroquímico de Bahía Blanca. La población rural se redujo significativamente, ya que se dispersó y agrupó en localidades de menos de 2.000 habitantes. El crecimiento de la cantidad de ciudades pequeñas en la provincia de Buenos Aires se explica por el carácter despoblador de la actividad agropecuaria, los efectos demográficos de la demanda de empleo industrial y de actividades de comercio y servicios encadenados a la industria y generadoras de empleo y el impacto del transporte automotor sobre la distribución de la población en zonas agrarias. El papel cumplido por el ferrocarril a principios del siglo XX fue reemplazado por las rutas en las últimas décadas de ese siglo. Estos elementos permiten que se sostenga un patrón de distribución entre aleatorio y disperso. Surgen en este período ciudades pequeñas del partido de la Costa, explicadas por sus funciones turísticas y ventajas locacionales. Para el año 2001, la red urbana bonaerense sigue marcando una fuerte desproporcionalidad entre los aglomerados urbanos, lo cual, da lugar a una situación que, si bien posee una ciudad primada, muestra una tendencia a la disminución.Buenos Aires continúa siendo el lugar de comando político y económico y la puerta de entrada y de salida de la Argentina hacia el mundo, y por ello, el conurbano bonaerense mantuvo los factores de concentración y su papel central como condición para la división territorial del trabajo nacional. Las nuevas actividades modernas e intelectuales se 4 establecen allí; y los factores de concentración remiten, ante todo, al tamaño de las empresas, la indivisibilidad de las inversiones y las ‘economías’ y externalidades urbanas y de aglomeración. La población en ATIs es la que más ha crecido en términos relativos entre 1980 y 2001. La Plata es la ciudad más grande de la provincia y se destaca por su tamaño poblacional. La existencia de autopistas radicales que se integran con una red de rutas secundarias y que permiten acceder al perímetro más externo de la aglomeración permitió una suburbanización residencial de grupos de mayor poder económico a lo largo de las autopistas. Para 2001 se sigue observando el carácter despoblador de la actividad rural, cuya población se encuentra mayormente dispersa en el campo. Es destacable aquí el crecimiento de las ciudades pequeñas en cuanto a la cantidad de aglomeraciones y respecto a su crecimiento poblacional, lo cual trae aparejada la caída del número de pueblos grandes. BUENOS AIRES, CIUDAD DE DICOTOMÍAS: UN RECORRIDO POR SU HISTORIA – Timerman y Dormal Buenos Aires fue fundada en un lugar estratégico, y con la independencia, la puja con el interior opacó toda dinámica alternativa y dominó el escenario durante casi un siglo. Tuvo una condición definitivamente capitalina y también su desborde, el conurbano. Fundaciones La marginalidad de Buenos Aires se debió al papel limitado de su puerto, que se mantuvo chico, escaso de recursos y sin mayor presencia colonial. Los primeros años la ciudad tuvo pobreza absoluta. La lucha por la libertad mercantil fue el aspecto más importante de su vida económica; y en los aspectos sociales fue la urbe constituida por las personas obligadas a trabajar duramente. Buenos Aires fue tan pobre que la acción del Estado fue casi nula. Se resaltaba la falta de población indígena (mano de obra esclava) y la mayoritaria presencia mestiza. Por ello, la ciudad dependía del ganado, que fue el alimento fundamental de los esclavos, y la vacada cimarrona proveyó el único recurso exportable, el cuero. Luego, se consolidó la apropiación privada de los animales y la industria del cuero se trasladaba a la Banda Oriental. Con el nacimiento del Virreinato del Río de la Plata en 1765, surgió la primera burocracia de la ciudad y el consumo de artículos de lujo, estimulando la producción local e impulsó las relaciones comerciales con el interior del país como con el viejo continente, lo cual, profundizó la estratificación local y creció el flujo de inmigrantes. En 1780 llegó la primera imprenta de Córdoba y el primer diario, en 1801; también se inició una gestión para crear una universidad, y el teatro comenzó a tener importancia. Durante las reformas borbónicas el virreinato había mejorado la gobernanza de la ciudad, junto con el comercio y estilo de vida, pero también había traído ‘mayores cargas de gobierno, una mayor explotación y una política más irritante’. Así, para comienzos del siglo XIX surgieron las semillas de un partido pro-español y, en la vereda de enfrente, uno revolucionario, en este último, se ubicaban funcionarios, militares y comerciantes. Revolución Fue a través del enfrentamiento con los ingleses y del choque, en 1809, del nuevo ejército con el Cabildo, que los protagonistas descubrieron el poder latente de la capital virreinal. Los inmigrantes ingleses aportaron cierto refinamiento a la ciudad: la gente vestía a la moda, el sebo se reemplazará por manteca y habrían vidrios en las ventanas en lugar de papeles engrasados. Pero esto provocó una creciente tensión entre el puerto y el resto del país, dado que el incremento de las importaciones no reemplazó la producción local, sino la del interior. También, la guerra de liberación, para Buenos Aires prometía riquezas y progreso, pero para el resto de las provincias tuvo efectos económicos destructivos. Hacia 1821, Buenos Aires exportaba de su puerto cueros, sebo, astas y carne salada, que enriquecían a una naciente y poderosa elite rural. Pero era una ciudad insalubre y pestilente, sin diversiones, ni cloacas, ni abastecimientos de agua potable. Buenos Aires, libre de la carga de las batallas por la independencia pudo dedicar los ingresos provenientes del comercio a su crecimiento y, principalmente a la expansión de la ganadería. En su contraste, los Estados provinciales apenas sobrevivían. Después de la guerra con el Brasil, la República quedó acéfala y sin una Constitución. Buenos Aires fue gobernada por Juan Manuel de rosas. Conquista Luego de la derrota rosista en la batalla de Caseros en 1852, en Buenos Aires se acentuó la división entre separatistas (demandaban la profundización de la autonomía) e integracionistas (que aceptaban la federalización de la ciudad y el financiamiento del Ejecutivo nacional con las rentas aduaneras). En 1854 se aprobó la carta constituyente del Estado de Buenos Aires, que reservaba para sí la soberanía hasta que fuera expresamente delegada a una autoridad federal. Fue una época de intensa politización. 5 Durante la etapa autonómica, el contraste entre Buenos Aires y el resto del país se hizo aún más pronunciado; era la más habitada, seguía controlando la aduana y el Banco de la Provincia era emisor de los billetes más confiables del territorio nacional; el presupuesto porteño superaba el de todas las otras provincias juntas. En 1853 se establecieron los primeros ómnibus, siguieron después los ferrocarriles y tranvías, se desarrollaron las primeras obras de sanidad y alumbrado, además de la construcción de una nueva aduana, aumentaron los comercios y se crearon los conventillos. Luego de la batalla de Pavón (1861) y una vez disuelta la Confederación, Buenos Aires se incorporó definitivamente a la República Argentina. En 1867 el Gobierno federal decidió quedarse en el municipio de Buenos Aires, aunque sin ejercer aún jurisdicción sobre la ciudad. Finalmente el 21 de septiembre de 1880 el Congreso aprobó la Ley 1.029 de federalización de la ciudad. Despegue En 1880, Buenos Aires se consolidó como centro predominante de la dinámica política, económica, social y cultural del país. Se realizaron reformas en la Plaza de Mayo, se incorporaron parques y se creó la Avenida de Mayo. El sistema ferroviario experimentó un fuerte desarrollo y se construyó el nuevo puerto, entre 1886 y 1889. Los grandes edificios públicos, como el Congreso Nacional, el Palacio de Justicia y el Teatro Colón, terminaron de darle a la ciudad la impronta de metrópoli global. De hecho, los cambios fueron mucho más que cosméticos. La ciudad se consolidó como líder de la industria, el comercio y el transporte. Se potenció la rápida expansión de las fronteras de la ciudad debido a los tranvías (1870), el subte (1913) y los colectivos (1928). La inmigración europea afectó todos los aspectos sociales y económicos; las mejoras en el transporte y el aumento de la población indujeron el crecimiento de los suburbios, y sus servicios sanitarios, agua corriente y alumbrados eran muy escasos. La inmigración mayoritariamente masculina impulsó la prostitución en los barrios pobres. En 1912 se estableció el sufragio universal (masculino), secreto y obligatorio. Los votantes permitieron que los radicales y los socialistas dominaran la política porteña hasta 1930. A principios del siglo XX comenzaron a desarrollarse las tácticas de confrontación entre trabajadores, patrones y autoridades, hasta que, en 1930 se organizó finalmente la Confederación General del Trabajo. Las formas de diversión cultural que conocemos hoy, empezaron a tomar forma en esa época. Habían grupos intelectuales, grupos literarios,y con la poesía gauchesca, comenzó a delinearse una cultura porteña. Peronismo Fue a partir de la crisis mundial que comenzó la migración interna, y el segundo gran movimiento popular del siglo XX fue el peronismo. La expansión hacia el conurbano se debía al flujo migratorio, cuya población principal fue la clase obrera. La consecuencia del surgimiento del peronismo fue el inesperado y traumático reacomodamiento de las clases altas y medias. Así, la gran dicotomía ya existente terminó expresándose en la metrópoli nacional. En este período se consolidó el auge de la clase media hasta 1970. Se multiplicaron masivamente los estudiantes (sobre todo en universidades). La metrópoli había generado un movimiento integrador para los sectores más bajos, manteniendo a su vez los sectores medios. Se produjo el crecimiento de la ciudad, respecto a las zonas industriales y residenciales. La actividad industrial se desplazó por toda la urbe, llevándose con ella a los trabajadores que poblaron el primer y segundo anillo del Conurbano. Por otra parte la radio fue fundamental ya que exportó al resto del país el acento rioplatense y también su manera de ser. Fragmentación Los años que siguieron al golpe de Estado de 1955 se caracterizaron por el paulatino incremento de la inestabilidad política y económica. La democracia se reemplazó por dictaduras violentas. La economía comenzó a afectar cada vez más el crecimiento. Se extendieron zonas de extrema precariedad. Se crearon las ‘villas miseria’, localizadas en áreas inundables, que se convirtieron en sitio de residencia definitivo de los inmigrantes, a pesar de carecer de servicios básicos. A partir de 1965 se aceleró el crecimiento de la población de los territorios tomados. A principios de 1970, aumentó la tasa de mortalidad infantil, lo que denotaba que Buenos Aires contenía áreas de profundo subdesarrollo. En 1977 se dio inicio a una política de erradicación de villas en la Capital Federal, que incluía el desmantelamiento de la infraestructura urbanística existente en cada asentamiento (como las redes de provisión de agua, luz o centros asistenciales de salud y educación), aumentó el precio de los terrenos y se encareció la construcción, así como el incremento sostenido de los puestos inmobiliarios. Los ‘villeros’ fueron expulsados al Conurbano y la avenida Gral. Paz se había consolidado como el límite de la ciudad capital. La Dictadura implementó proyectos modernizadores, como las nuevas autopistas. Pero esta nueva red de accesos condenó al centro de Buenos Aires a un permanente estado de caos vehicular. La democracia retornó al país con el gobierno de Raúl Alfonsín, que privilegió las políticas orientadas a fortalecer la democratización política, pero se mostró incapaz de resolver las tensiones macroeconómicas. Las bajas tasas de crecimiento y la muy alta inflación consolidaron la fragmentación social. 6 Para Buenos Aires, el cambio de época se concretó hacia 1990, ya durante el gobierno de Carlos Menem. Se consolidó la fragmentación territorial y la diferenciación entre la ciudad privatizada de las clases altas y el resto de la población. El retiro del Estado redundó en la multiplicación de escuelas y sanatorias particulares e incluso en el surgimiento masivo de la seguridad privada. Los shoppings simbolizaron interacción social y los countries y barrios cerrados terminaron de dar forma a la vida segmentada. A modo de síntesis, la ciudad parece estar siempre dividida, a causa de innumerables problemas, junto con la ausencia en materia de implementación, y la ‘no gobernabilidad’ da cuenta de la difícil realidad social que representa la región, en la cual las poblaciones más carenciadas conviven con las más privilegiadas. Generar una ciudadanía metropolitana integrada será seguramente un desafío que llevará décadas y que requerirá de un crudo y sincero análisis de la identidad real de Buenos Aires. PAÍS URBANO O PAÍS RURAL - Anahí Ballent y Adrián Gorelik El territorio y las obras públicas La crisis de 1930 fue leída como un síntoma que revelaba la necesidad de una mayor intervención del Estado en la economía, lo cual, se ‘resolvió’ con el incremento de las obras públicas, las cuales, también fueron impulsadas por la sustitución de importaciones, obligándolo a concebir obras vinculadas a la producción industrial y energética, a la vez que la obra pública era vista como una actividad capaz de controlar la desocupación. El objetivo de las mismas era construir un territorio cohesionado y homogéneo sobre la base de nueva infraestructura y nuevo equipamiento. Para el Ministerio de Obras Públicas su principal centro de atención lo constituyó la red caminera, aunque también hubo un incremento en otras o proyectos de arquitectura, hidráulica y elevadores de granos. El ministerio, durante el período 1932-1940, cuando fue dirigido por Manuel R. Alvarado constituyó una etapa principal de su desarrollo. Con la inauguración en 1936 de su nueva sede, un ‘rascacielos’ modernista en la aún incipiente avenida 9 de Julio, se creaba una nueva imagen pública de la institución, vinculada a la modernidad y el progreso, y a la creciente intervención del Estado en la configuración del territorio. Los gobiernos provinciales avanzaron en sentidos similares al planteado por el gobierno nacional. Una amplia acción de equipamiento para las ciudades provinciales (cementerios, sedes gubernamentales, mataderos, aeródromos) coexistió con un proyecto de vivienda urbana y rural y con importantes obras ligadas al turismo. A su vez, ciertas reparticiones estatales desarrollaron notables ampliaciones de su producción a nivel nacional, haciéndose presente la explotación de la capacidad simbólica y expresiva de la arquitectura moderna por parte del Estado. Su lenguaje de formas geométricas, techos planos, muros desnudos y blancos, expresaba mucho más que cambios internos a la arquitectura a través de imágenes, desplegaba un discurso que hablaba de progreso y de una transformación productiva basada en la técnica. Por otra parte, el progreso rescataría de su atraso al habitante del interior. Campo y ciudad dejarían de ser antagonistas, para que el primero se transformara en una suerte de prolongación de la segunda. La sólida alianza entre arquitectura moderna y Estado fue central para la difusión de las formas y estéticas modernistas en la sociedad. Y ambos fueron los hechos característicos de los años 30. Sin embargo, las acciones llevadas a la práctica fueron inferiores a las carencias que se detectaban, por ejemplo, hubo un atraso en el desarrollo de un aeropuerto, cuyos estudios sobre su localización tomaron más de una década, iniciándose en 1944 en Ezeiza. Otros casos fueron diques, represas hidroeléctricas, y construcción de viviendas masivas. La modernización, entonces, encontraba sus límites, los cuales no afectan el impacto del volumen de lo realmente realizado, y esto se tradujo en el imaginario social: los gobiernos conservadores ‘hacen obra’, lo cual era sinónimo de buen gobierno; ‘los conservadores roban, pero hacen obra’. Y así, los gobiernos acusados de corrupción, fraude electoral o intimidación política, se legitimaban en su capacidad ejecutiva a través de la obra pública. El territorio como espacio de la producción: la red de caminos. Hay un sector de la obra pública en el cual la década de 1930 marcó un antes y un después: la construcción de caminos. El automóvil se imponía como el medio de transporte del siglo XX en Argentina, constituyendo un efecto de la expansión del comercio norteamericano en América Latina a partir de la Primera Guerra Mundial. Ford Motors instaló una planta de armado de automóviles en el país en 1917. La crisis y el control de importaciones frenaron el crecimiento del mercado automotor hasta la recuperación de mediados de la década, a partir de esos años, la tendencia ascendente fue sostenida. Como resultado de esa expansión, el transporte automotor comenzóa producir una transformación en las comunicaciones. Se inició un debate cuyas principales disputas fueron las de los productores rurales con los ferrocarriles británicos por la incidencia de las tarifas de transporte en el costo de la producción. La necesidad de desarrollar nuevos medios de transporte era vista como una urgencia. Los prestigios del transporte automotor combinaban variados argumentos: su modernidad técnica, novedad empresarial, ductilidad que permite llegar con baja inversión a zonas alejadas, etc. Con esos argumentos, y a favor de la revolución del transporte urbano surgió el colectivo. 7 La construcción de carreteras tuvo por entonces un desarrollo que no se igualaría por décadas (a través de la ley 11.658/32), que creó un nuevo fondo nacional de vialidad destinado al estudio, trazado y construcción de caminos y obras anexas, obtenido por un impuesto sobre la nafta y los lubricantes. En el mismo año se creó la Dirección General de Vialidad de la Nación. Vialidad construyó la parte principal de la red caminera que estructuraría por décadas las comunicaciones nacionales. El plan integral delineado por la Ley de Vialidad preveía la unión de las capitales y los centros de producción, y el acceso a los países limítrofes, a los puertos y estaciones ferroviarias. Para 1940 los objetivos iniciales del plan se consideraban cumplidos, aunque a mediados de la década se emprendió el plan de acceso inmediato a las grandes ciudades, que comenzó con el trazado de la avenida de circunvalación General Paz en Buenos Aires en 1936. Las empresas británicas observaron que no podían impedir el desarrollo vial y el volumen de cargas por ferrocarril descendió hasta el borde de la extinción a lo largo de la década. La modernización en la ciudad: Buenos Aires como epicentro del “país urbano” La vivienda urbana asumía particulares formas de transformación, que la convirtieron rápidamente en el símbolo elocuente de los nuevos tiempos: la casa de renta o departamentos desarrollada en altura se imponía como parte de una modernización general de la ciudad. En Buenos Aires, durante los años 30 se construyó la masa de edificios de renta que todavía hoy caracteriza arcas completas de su zona central, comprometiendo una ola de inversiones privadas que se mantuvo incluso durante los años de la crisis, ya que el alquiler de departamentos se consideraba una renta segura, y le daba a la ciudad un perfil modernista, además de ser, el producto económico más directo. A la casa de renta se la concebía como vivienda transitoria, y de tal modo, también encarnó unas relaciones hombre- habitar más plenamente modernas, tema percibido y celebrado por los medios que formaban opinión entre las clases medias y altas urbanas. Si esta renovación privada fue posible y tuvo tal impacto fue porque formó parte de una modernización urbana emprendida por el Estado. El intendente Mariano de Vedia y Mitre (1932-1938) buscó constituir un punto de llegada a la vida de Buenos Aires marcado por su obra y coronado por las transformaciones decisivas que se estaban produciendo de modo vertiginoso (se ensancharon avenidas transversales, se inició la avenida 9 de Julio, se finalizó la avenida Costanera, se completó la red de subterráneos, se rectificó el Riachuelo, se trazó la avenida General Paz, etc). Gracias a la intensidad de la obra pública y a sus logros Publicitarios, De Vedia y Mitre consiguió restituir en Buenos Aires el imaginario dinámico de las ciudades modernas, recuperando el sentido de espectáculo urbano. Para celebrar el cuarto centenario se levantó en 60 días la obra cumbre, desde el punto de vista simbólico, de toda la operación, el Obelisco, diseñado por Alberto Prebisch en la Plaza de la República. De tal modo, se produjo una concentración de transformaciones modernizadoras que parecían convertir a la Buenos Aires de los años 30 en el lugar de realización del sueño modernista. EL MAPA SOCIAL DE BUENOS AIRES (1940 – 1990) – Horacio Torres. Los períodos de cambio de los procesos de estructuración espacial interna de Buenos Aires guardan una estrecha relación con los grandes períodos de cambio económico, demográfico, social y político que afectan el desarrollo metropolitano en su conjunto. A partir de la década de 1940, luego de haber prácticamente cesado en 1930 los flujos migratorios europeos, son los nuevos migrantes del interior del país –y más adelante también de los países limítrofes- quienes alimentan un nuevo período de crecimiento metropolitano. “La estructura espacial no debe ser vista solamente como la arena en la cual la vida social se desarrolla, sino como el medio a través del cual las relaciones sociales se producen y reproducen”. 1) LA ESTRUCTURA URBANA A COMIENZOS DE LA DÉCADA DE 1940: EL FIN DEL MODELO AGROEXPORTADOR El contexto, la estructura urbana Durante la década de 1930, en el contexto de la crisis y luego bajo los efectos de la guerra mundial, se da fin al modelo agroexportador que había asegurado durante 50 años el crecimiento y la prosperidad de Buenos Aires. El cambio se dio por un proceso de industrialización ‘sustitutivo de importaciones’ dirigido al mercado interno. Antes de 1940 la dimensión social de la segregación está definida en mayor medida por las diferencias entre los sectores urbanos (norte, oeste y las dos ramas del sector sud) que por las diferencias en el sentido de los ejes radiales (centro- periferia). En los mapas sociales correspondientes a 1943, 1947 y 1960 las zonas se agrupan en dos categorías: aquellas con índices sociohabitacionales superiores a la media (zonas buenas) y las restantes (zonas malas). En 1960, las zonas buenas se encuentran a 9 km (igual que en el período anterior) pero las zonas malas duplicaron su distancia promedio a 18 km. A comienzos de la década de 1940 el tipo de tenencia predominante en el mercado residencial era el alquiler. Las más económicas no sobrepasan las 3 plantas y no tienen ascensor. 8 La década de 1930 es una etapa de grandes obras urbanas: la avenida Gral. Paz, el ensanche de calles, el comienzo de una avenida de 100m de ancho (9 de Julio) en cuyo centro se erige en 1936 uno de los monumentos que simbolizará a la ciudad: el obelisco. El transporte urbano Los transportes de la Capital estaban constituidos en la década de 1930 por una red de tranvías eléctricos y ómnibus. En 1933, durante la etapa del pacto Roca-Runciman una multitud de pequeños empresarios locales animan la difusión de pequeños autobuses (colectivos), que surgieron debido a que durante 1929-1930 los grupos conductores de taxímetros seguían recorridos comunes, cobrando tarifas uniformes y llevando todos los pasajeros sentados que pudieran cargar en sus vehículos levantaron protestas de las grandes empresas, quienes aducen que a estos empresarios no sólo no les ha sido necesario realizar inversiones en infraestructura (tendido de vías, pavimentación de trayectos, etc) sino que aprovechan las obras existentes realizadas. El carácter de la ciudad Los cambios sociales en los años 40, han sido tratados como el pasaje de ‘la ciudad de las élites’ a la ‘ciudad de las masas’, debido a un proceso de integración ecológica y aculturación ‘facilitado por la trama urbana abierta de la ciudad’ (sin zonas vedadas ni espacios inaccesibles). 2) LA ESTRUCTURA URBANA ENTRE 1940 Y 1960. El contexto Entre 1935 y 1960 se produce una reactivación del crecimiento metropolitano concentrado en la zona periférica, mayormente por los migrantes del interior del país. Al mismo tiempo, se produce un cambio importante en las tendencias de estructuración espacial interna de la región. Entre 1944 y 1948 la producción manufacturera aumenta un 40% y por primera vez supera a la agropecuaria en la formación del producto bruto. La reactivación del crecimiento metropolitano, los procesos de industrialización y reestructuración interna de la metrópoli están relacionadas con el peronismo (1945 a1955), en el que el Estado incrementa su papel como productor de bienes y servicios y agente involucrado en un proceso de redistribución del ingreso a favor de los asalariados. El aumento del papel del Estado se basa en medidas institucionales que permiten el control de la economía, la orientación del crédito bancario, la nacionalización de los servicios públicos y la elaboración de un Plan Quinquenal, la nacionalización ferroviaria suburbana y de otros servicios urbanos. Los cambios en la gestión del transporte urbano Buenos Aires tenía ya en la década de 1940 una importante red de ferrocarriles suburbanos. En 1948, el gobierno peronista nacionaliza los ferrocarriles. La Corporación de Transportes de la Ciudad de Buenos Aires es también nacionalizada como medida complementaria (la expansión de las líneas de ‘colectivos’ adquiere un ritmo acelerado). En efecto: entre fines de la década de 1930 y comienzos del 1970 se ha pasado, por una parte al transporte nacionalizado y, por otra, al predominio de una multitud de pequeñas empresas privadas: los colectivos. Frente a su notable expansión, el transporte público entra en un período de degradación. Los procesos socioespaciales, las políticas públicas y la difusión de la pequeña propiedad urbana La expansión metropolitana entre 1940 y 1960 muestra la consecuente pérdida de la importancia que el mercado de alquileres había tenido anteriormente entre los sectores populares. La expansión urbana adopta dos formas: en la periferia se produce la suburbanización (estratos de menores ingresos) y en las zonas urbanas centrales y subcentrales se desarrolla una densificación urbana, llamados departamentos en ‘propiedad horizontal’ (sectores medios). Ambas situaciones posibilitaron que haya un incremento de propietarios entre 1947 y 1960. Son varias las políticas que contribuyeron: préstamos subsidiados en los bancos oficiales, subsidio en el transporte público nacionalizado, la presencia creciente del Estado en el desarrollo económico y social en general, y una verdadera política de laissez-faire en relación con el control del uso del suelo. El loteo económico es la forma principal de acceso a la tierra y la vivienda de los sectores populares. La nacionalización de los ferrocarriles en 1948 permite fijar tarifas políticas para los trayectos suburbanos, lo cual implicó un subsidio a la tierra periférica del que resultaron beneficiados amplios sectores de los trabajadores urbanos. El fraccionamiento periférico fue un simple trazado sobre el suelo –sin construcciones materiales, pavimentos, ni la provisión de ningún tipo de servicio- que reproducía el amanzanamiento tradicional, fue definido como una subdivisión 9 ‘salvaje’ que hacía posible –a un bajo costo inmediato pero dejando planteados altos costos futuros (los relativos a la provisión de servicios en zonas muy poco densas ocupadas sólo parcialmente)- la expansión del área metropolitana principal. La sanción en 1948 de la ley de la ‘propiedad horizontal’ abrió la posibilidad de que en la propiedad de los edificios de departamentos fuera compartida entre los copropietarios de las distintas unidades locativas; en otras palabras, otorgaba la posibilidad a la clase media para tener propiedad de los departamentos. Las políticas urbanas mencionadas explican la forma adoptada por el proceso de expansión metropolitana y suburbanización. Los procesos fuera del mercado: la ‘villa miseria’ clásica El fenómeno de los asentamientos marginales comenzó durante la década de 1940, asociado a la expansión urbana y las migraciones internas, construyéndose ‘villas de emergencia’ o ‘villas miseria’, las cuales ocupaban parcelas fiscales (terrenos ferroviarios, portuarios o mantenidos en reserva para otros usos) o terrenos privados no ocupados por sus propietarios. En la Capital Federal, las villas pueden ser centrales o próximas al Riachuelo, en el Gran Buenos Aires, la zona de mayor concentración es un anillo disperso que aproximadamente coincide con los partidos de la ‘primera corona’. Las viviendas están hechas de materiales precarios y carecen de servicios. Las ‘villas’ fueron toleradas en tanto brindaban soluciones ‘de emergencia’ al problema habitacional debido a la gran cantidad de gente que albergaban. 3) LOS CAMBIOS ENTRE 1960 Y 1980 El contexto: tendencias contradictorias de un período complejo A partir de 1960, el crecimiento de la región metropolitana se desacelera, pero en 1970 el peso de la población del área como porcentaje de la población del país llega a su máximo histórico. Entre 1970 y 1980, por primera vez el crecimiento vegetativo supera a las migraciones. Al finalizar la década peronista en 1955 se da fin a las políticas ‘redistribucionistas’, acentuándose la predominancia del mercado en la actividad económica. La ley de alquileres, los subsidios y el loteo económico dejan de tener vigencia. Entre 1966 y 1973 durante un régimen militar ‘burocrático-autoritario’ se pone en práctica el ‘Sistema Nacional del Planeamiento y Acción para el desarrollo’. Entre 1976 y 1983, durante el régimen militar ‘proceso de reorganización nacional’ se ponen en práctica políticas urbanas que intentan regular el ‘derecho al espacio urbano’ y se emprenden obras urbanas de importancia (autopistas urbanas, el ‘cinturón ecológico’). 4) LA DÉCADA DE 1980 El contexto Durante la década de 1980, el aumento del porcentaje de la población urbana nacional es mínimo, concentrándose fuera del área metropolitana. En el GBA, el crecimiento se concentra en los partidos de la segunda corona; dentro de la Capital Federal la población en ‘villas’ recibe un incremento considerable. Desde un punto de vista en la economía, la década de 1980 comienza con la generalización de una ‘crisis estructural’ (aumento de la población por debajo de la ‘línea de pobreza’, aumento del empleo informal). Desde el punto de vista institucional, en 1983 finaliza el régimen militar del ‘Proceso’ y el sistema constitucional es restablecido. Surge el AMBA (Área Metropolitana de Buenos Aires) a partir de un convenio entre el gobierno de la Provincia de Buenos Aires. La idea central era concebir la aglomeración como un área con problemáticas comunes para las que debían hacerse propuestas conjuntas, aquí se trataban temas como la ecología, diferencias infraestructurales, cuestiones económicas y administrativas, etc). Durante la parte final de la década de 1980 se profundizan las manifestaciones de la crisis económica y el rigor de las políticas ‘de ajuste’. Además se producen cambios en los partidos gobernantes. La década de 1980 está signada por nuevos actores y nuevos movimientos sociales fuertemente territorializados (municipios, barrios, organizaciones de la comunidad, Iglesia, ONG), por un ‘desplazamiento del eje de la acción política a lo social y lo urbano’ en donde la ‘lucha por el espacio’ centrada en la tierra adquiere un peso predominante. Por otra parte, el discurso neoliberal predominante (libertad de mercados, desregulación), tiende a ser asimilado en el contexto argentino como opuesto al emprendimiento por parte del Estado de operaciones de ordenamiento territorial. Es por este conjunto de razones que la formulación de grandes planes de alcance metropolitano ha entrado en un período de eclipse. Cambios en la estructura urbana La evolución de la estructura urbana durante la década de 1980 será ejemplificada con los siguientes procesos: 10 A) Evolución de las ‘villas’ a los ‘asentamientos’ La evolución de la villa miseria clásica sufre cambios importantes. Desde la década de 1980, las ocupaciones ilegales de tierra periférica adoptan nuevas formas: los ‘asentamientos, que se diferencian de las villas debido a un diseño regular, amanzanado y parcelado. Estas diferencias reflejan: A) La erradicación de las villas de la Capital Federal, lo que fuerza a intentar establecerse en el GBA. B) El agravamiento de la crisis económica y la desapariciónde alternativas, lo que impulsa a adoptar soluciones ilegales. C) La intervención de asociaciones voluntarias (iglesia, ONG). D) La actitud favorable del gobierno de la Provincia de Buenos Aires para entablar negociaciones dirigidas a canalizar el proceso de regularización por vías administrativas y favorecer la formulación de soluciones económicas. B) Los ‘country clubs’ El fenómeno característico de la década de 1980 es la aparición de los ‘country clubs’, implantados en el tejido urbano de la externa periferia como verdaderas situaciones de ‘enclave’: cerrados al exterior por límites que sólo pueden ser franqueados a través de accesos custodiados, muestran una organización libre y cuidada de su espacio interno – viviendas individuales, jardines y espacios comunes de recreación y deporte-. C) Nuevas tendencias hacia el deterioro central El tipo de fenómenos que puede designarse como ‘deterioro central’ (conventillos) reaparece durante la década de 1980 en la Capital Federal adoptando nuevas formas: C.1) Perdurabilidad del ‘conventillo’. Los conventillos en la década de 1980. Tienen su mayor concentración en las zonas centrales hacia el sur. La población de los conventillos es más estable que la de los ‘hoteles y pensiones’, predominan los empleados, existiendo además muchas personas jubiladas, cuya situación está garantizada por contratos. C.2) Los ‘hoteles y pensiones’ La aparición de este tipo debe remontarse a 1959, cuando los hospedajes quedan excluidos de la ley de alquileres, su nombre es una forma de disimular la existencia de residentes permanentes en ese tipo de establecimientos: aparecen en un libro de huéspedes, y pueden ser desalojados de manera inmediata. Predominan las personas de origen migrante reciente, los hogares jóvenes sin hijos y las personas solas. Predomina la inestabilidad laboral y la irregularidad de ingresos. C.3) Incremento de las ‘villas’ de capital federal y las casas tomadas Las casas tomadas adquieren una mayor difusión como otro más de los fenómenos desatados por la crisis. Las ‘villas miseria’ de la Capital Federal han experimentado un aumento vertiginoso en el contexto de una práctica estabilidad poblacional de la Capital. En conclusión, considerando a la Capital Federal como el núcleo central de la aglomeración, puede decirse que las tendencias recientes dentro de su perímetro muestran un claro aumento y diversificación de las situaciones de deterioro central. Puede decirse entonces que la década de 1980 marca una reactivación de los fenómenos asociados al deterioro central en Buenos Aires. MEMORIA VERDE – Brailovsky y Foguelman LOS PRIMEROS AÑOS DE VIDA INDEPENDIENTE (1810-1860) El uso de los recursos en un país ganadero El agotamiento y la pérdida de las minas del Potosí eliminaron el principal factor de organización del espacio nacional y del uso de los recursos naturales. De una colonia exportadora de plata se pasa a un país independiente exportador de cueros y carne salada. El otro condicionante del uso de los recursos es la política de libre comercio, establecida a partir de la Revolución de 1810, que debía complementarse con el fomento de la agricultura y de la industria. Para los comerciantes, bastaba continuar con la ganadería extensiva e importar los restantes productos. Las casas comerciantes británicas pasaron a controlar completamente el comercio exterior del país, debido a su mayor eficiencia, disponibilidad de capitales, vinculación con industriales de su país y apoyo de la flota británica, lo que provocó 11 el reemplazo de gran número de artesanías debido a la competencia de los bienes importados, y el empréstito Baring de 1824 endeudó al país durante 80 años para facilitar la compra de mercaderías británicas. Los grandes terratenientes granaderos se vincularon con el capital británico de un modo subsidiario, ya que producían para un mercado en cuyo control no participaban. Se mantuvo la subutilización del suelo agrícola, en 1877 fue necesario importar la mayor parte de harina de trigo. Pero la ausencia de cercamientos hacía incompatibles la agricultura y ganadería, y los únicos agricultores idóneos eran europeos; el recurso granadero se explotó con un mayor grado de racionalidad, ya que se sustituyó la caza de ganado salvaje por la cría extensiva en grandes estancias. Para ello, se distribuyeron tierras fiscales entre personas vinculadas al poder político. En 1840, 293 personas poseían 9,3 millones de hectáreas (latifundismo= grandes extensiones de tierra pertenecientes a pocas personas), por lo cual, se restringe el incentivo a la inmigración masiva y al poblamiento por medio de agricultores. El librecambio es el complemento necesario de esta orientación. Se exportan cueros, carne salada, sebos y lanas, se importa todo tipo de manufacturas. Un país desconocido La utilización de los ecosistemas pampeanos estuvo durante mucho tiempo limitada a la extracción de cueros vacunos mediante las vaquerías. Durante la época colonial, las travesías por las pampas se hacían siempre exactamente por el mismo camino, mucha gente ignoraba o desconocía estas tierras. Recién después de la emancipación comienza a despertarse el interés por conocer el territorio nacional. Y para conocerlo, se organizan expediciones descubridoras que anotan lo que ven (utilidad para situar estancias y majadas de ovejas, frutas y siembras que quieran hacerse, etc). En este territorio apenas delineado por mapas inciertos, es posible cualquier especulación. Aparecen proyectos fantásticos, como la idea de Rivadavia de cavar un canal navegable que uniera Mendoza con Buenos Aires. Su discusión legislativa puede darnos una idea de lo poco que sabían sobre el país los hombres que lo estaban gobernando (año 1826). Al año siguiente cambió la situación política. Dorrego pasó a ser gobernador y manifestó su intención de ‘reconocer el curso del Río Colorado hasta su fuente, con el loable propósito de establecer una navegación comercial de Mendoza a Buenos Aires’. Sarmiento resucitó la idea, al sostener que usando las lagunas de Guanacache ‘y el navegable Desaguadero’ podían acortarse las distancias entre Cuyo y Buenos Aires, y dice que el Departamento Topográfico debería promover un sistema seguido de explotación en los ríos, para asegurarse de los que sean navegables y de los que puedan ser canalizados. El desinterés por un aumento de la producción impidió el conocimiento del país. A menudo esta ignorancia se tradujo en la inferioridad militar de las tropas nacionales frente a los indios. Los cambios ecológicos En esta pampa tan poco conocida que hasta los baqueanos se perdían, estaban ocurriendo una serie de cambios a gran velocidad, llamados ‘desequilibrio ecológico de envergadura’. Darwin cruzó en 1825 la provincia de Buenos Aires de sur a norte. Anota que quedó sorprendido con el marcado cambio de aspecto del campo después de cruzar el río Salado. De una hierba gruesa pasamos a una alfombra verde pasto fino, que los habitantes me afirman que es preciso atribuir esta mudanza a la presencia de los cuadrúpedos. Cuando en los pajonales cubiertos de pantanos se echan ganados, se convierten en terrenos llenos de garmíneas, porque el ganado cultiva a su manera, rompiendo la espesura primitiva, lo que permite a los rayos del sol penetrarla y disecarla. En la pampa previa a la conquista, la ausencia de herbívoros importantes permitía que los pastos cumplieran su ciclo biológico completo. Nacían, crecían a gran altura, se reproducían y morían dejando los grandes pajonales secos que caracterizaron a la llanura vieja. La introducción del ganado significó un súbito enriquecimiento del suelo pampeano. Sus deyecciones y sus restos reactivan el reciclado del nitrógeno y provocan un desequilibrio ecológico de magnitud (‘rejuvenecimiento del ecosistema’). A más nitrógeno, más posibilidades de crecimiento para las plantas anuales, pastos más verdes y blandos, de crecimiento rápido.En tal sentido, los cambios ecológicos que facilitaron la expansión de los ganados posibilitaron también la repoblación de la pampa por parte de tribus indígenas, las que a su vez, utilizaron el fuego con frecuencia. Así, los cambios sociales y ecológicos aparecen profundamente entrelazados. Desde principios del siglo pasado, el fuego se utilizó como herramienta para el manejo agrario para mejorar los pastos. En los llanos cubiertos de césped, pero no frecuentados por los grandes rumiantes, parece ser necesario destruir por medio del fuego lo superfluo de la vegetación, de manera que pueda brotar otra nueva cosecha. El incendio destruye el pajonal seco y posibilita el rebrote de tallos tiernos. También acelera el reciclado de los nutrientes, devolviendo al suelo las sustancias que se encontraban en los tallos secos. El cambio en el ecosistema no tiene por qué terminar justamente donde es conveniente para el ganadero. Los cambios en la vegetación continúan ya que el nuevo equilibrio alcanzado no es lo suficientemente estable. El primer síntoma es el enmalezamiento: el cardo es la primera señal del sobrepastoreo. Se atribuye al estiércol que despiden bueyes y caballos que transitan estos caminos. 12 La colonización de los ecosistemas pampeanos por el cardo aparecía como un fenómeno prácticamente inevitable, ya que los mismos pobladores eran quienes facilitaban su difusión. El cardo es un ejemplo muy caro de cómo las llamadas plagas y malezas no son fenómenos exclusivamente naturales, sino que son el resultado de determinadas acciones humanas, que llevan a la multiplicación de una especie en forma que resulta económicamente perjudicial. El sobrepastoreo altera el suelo y abre el camino de las malezas y los pobladores o sus animales se encargan de sembrarlas. Una característica de los ecosistemas pampeanos es su falta de resistencia a las invasiones, signo de ecosistema no estabilizado, no primigenio o desestabilizado. El ambiente urbano El interés por el ambiente urbano se origina en los aspectos sanitarios. Se trata de evitar las epidemias con medidas que a veces tienen más de ideológicas que de sanitarias. La Asamblea de 1813 considera que las prácticas religiosas son las que provocan las enfermedades debido al agua fría de los bautismos. También aparecen puntos de vista que tienen en cuenta las condiciones ambientales, como por ejemplo: la sepultura de los cadáveres dentro de la misma población, el desaseo de las calles, el podrirse animales muertos dentro de la misma población, los lodazales y aguas corrompidas. La contaminación urbana era provocada por la presencia de animales en la ciudad, el estiércol en grandes cantidades y humedecido con la orina de las bestias, forma un pantano que emite gases de naturaleza venenosa. Se establecen controles sobre el área del río utilizada por las lavanderas, sobre el desagote de los baños públicos y un sistema de inspección sobre los alimentos ingresados a la ciudad. Se creía que el temor al contagio era un medio propicio para la propagación de enfermedades. Los médicos entonces, se ponen a estudiar el clima, el suelo, las aguas, la geología y las enfermedades del país, para establecer la higiene pública y privada. Consideran que las enfermedades de una región serían las mismas que las prevalecientes donde hubiera iguales condiciones ecológicas. Se aprueba un reglamento de obras públicas, a cargo del departamento de ingenieros arquitectos, donde también se reglamentan las condiciones de trabajo industrial, se amplía el alumbrado público y se crean cementerios para no efectuar entierros en las iglesias. Las aguas de Buenos Aires Desde la época colonial, la ciudad de Buenos Aires se abastecía con agua de pozo y con la que se extraía del río, pero en 1820 se decía que los pozos sólo producen agua mala y sucia. Una de las alternativas ensayadas fue la construcción de aljibes, recoger agua de lluvia y almacenarla en el subsuelo. El resultado fue un sistema menos higiénico, pues casi siempre se producían filtraciones de la primera napa contaminada por los retretes. Por ello, se recurría a los aguateros, pero costaba mucho dinero. En 1821 se aprueba una ley que autoriza la construcción del puerto de Buenos Aires, y, mediante la misma ley, se trae al país un ingeniero hidráulico que diseña un sistema de bombeo mediante tracción animal para llevar agua del río a un depósito elevado. Este recurso no sólo podrá abastecer la ciudad, sino también ser una fuente inagotable de riquezas para toda la campaña, ya que el desconocimiento del régimen del agua subterránea fue el principal factor limitante para el uso productivo y la ocupación estable de una muy amplia zona de la región pampeana. Sin embargo, Bevans fue despedido. Las experiencias realizadas con agua subterránea fracasaron debido a la hipótesis de Bevans de que la napa se recargaba por filtración del río. Otro factor que llevó a descartar aguas (esta vez de buena calidad) fue el haber utilizado el jabón como indicador de potabilidad. En consecuencia, se seguía usando el agua del río. Sin embargo, Carlos Pellegrini preparó un proyecto para bombear agua filtrada a un depósito desde el cual se distribuiría a los carros aguateros, sin encontrar ningún apoyo oficial ni privado. Los fenómenos estaban muy vinculados al crecimiento de la ciudad, lo que bloqueó el escurrimiento natural y facilitó el anegamiento de amplias zonas de la ciudad. La contaminación industrial El saladero es la principal transformación de materias primas en esta sociedad ganadera. La mayor parte de ellos estaba sobre el Riachuelo, creándose así una zona de concentración de actividades contaminantes, que persiste hasta el presente. Se trataba de establecimientos que operaban en gran escala, basándose en el principio de división del trabajo, y con una altísima eficiencia en los aspectos de carnicería; venenos usados para curtir el cuero se iban después al agua del Riachuelo. Lo mismo ocurriría con la sangre, los desperdicios y el agua usada para hervirlos, comenzando de esta forma a contaminarlo. Mientras tanto, el olor se extendía por toda la ciudad. En 1830 se prohíbe arrojar al Riachuelo los desperdicios de la faena en los saladeros, tratando de salvarlo. INSERCIÓN DE LA ARGENTINA EN LA DIVISIÓN INTERNACIONAL DEL TRABAJO (1860 – 1930) El modelo de país 13 Bajo el impulso de una muy sostenida demanda británica de alimentos y materias primas, la Argentina ingresa en la división internacional del trabajo como productor de lanas, carnes y cereales. Se califica a la Argentina como ‘el granero del mundo’. El eje central de esta estrategia es el aprovechamiento de las ventajas comparativas, que posibilitaban la explotación de los ecosistemas pampeanos. Se considerará que cualquier otra actividad pone en riesgo este modelo. Se implementaron las primeras agroindustrias modernas, las cuales provocaron cambios importantes en los ecosistemas, en el uso del espacio, de las vías navegables, en los flujos económicos y en las relaciones entre sectores sociales. Esta orientación global del proceso industrial condicionó fuertemente la modalidad de industrialización y en consecuencia también el tipo de impacto ambiental que provocó. El crecimiento de la gran industrial respondió a necesidades de la etapa histórica europea, en cuanto a la demanda de productos alimenticios por parte del creciente proletariado industrial y la demanda de materias primas por parte de la industria europea, además del exceso de mano de obra por la mecanización del agro y la industria, y finalmente, excedentes de capitales europeos. Se trató de un proceso de industrialización sin revolución industrial, es decir, no se siguió el modelo característico de la industria británica. Más que una transformación de artesanías en grandes industrias, se produjo una sustitución de unas por otras. La transformación de productos agrícola-ganaderos constituyó el eje y la característica principaldel proceso de industrialización de la etapa, lo cual tuvo definidas y concretas consecuencias ambientales. Existió una preocupación por minimizar el impacto ambiental de las obras ferroviarias, lo que provocó que los terraplenes ferroviarios actuaron como diques, bloqueando los desagües naturales e inundando amplias extensiones. La competencia por los usos del espacio y los recursos: la construcción del desierto La inserción de la Argentina en el sistema de la división internacional del trabajo planteó como requisito la subordinación de las relaciones sociales a ese modelo. Fue preciso desalojar a los indios nómadas y a los mestizos o gauchos, cuyo medio de subsistencia era el ganado salvaje. La centralización del poder, mediante la creación de un Estado nacional único y fuerte, dotó a la clase dominante de la herramienta necesaria para imponer un único modelo económico y social por sobre las diversidades regionales. La historia denominada Conquista del Desierto es un buen ejemplo del origen social de determinadas categorías vinculadas con la naturaleza: el discurso oficial de la época describía una naturaleza vacía, pero en realidad era necesario conquistarla, debido a que precisamente no era un desierto. La realidad es mucho más sórdida y no puede ser entendida sin contemplar factores sanitarios y ambientales. Las irregularidades climáticas fueron muy marcadas en la década del 70, a las que se agregó una prolongada epidemia de viruela, donde la gente que provenía de las zonas afectadas era degollada, procurando evitar la propagación de la enfermedad. En 1877, las condiciones naturales continúan siendo desfavorables, se producen grandes inundaciones que destruyen completamente muchas haciendas y se pierde el 70% del ganado. Éste es el contexto ecológico en el que se inicia la Campaña del Desierto. En 1878 diversos partes coinciden en lo mismo: ‘espantosa miseria general, sin elementos de movilidad los indios’. Con el enemigo en esas condiciones, la campaña de Roca fue apenas ocupar un territorio que nadie defendía. Los vencidos fueron diezmados por la viruela, repartidos en distintas poblaciones o distribuidos como esclavos en Buenos Aires. Lo que fue planteado como una epopeya nacional terminó en una fuerte concentración de tierras en muy pocas manos. Diversas personalidades de la época criticaron esta modalidad de uso de los recursos que significó la entrega de tierra en grandes estancias. El ambiente urbano Los problemas ambientales se vinculan con el rápido crecimiento de la población urbana. En 1879, Buenos Aires tenía tranvías, agua corriente, cloacas y años más tarde, electricidad. Pero este avance edilicio no siempre es seguido de avances sanitarios y ambientales. En 1871 se cierra la oficina bromatológica de Buenos Aires por falta absoluta de recursos. Las causas de mortalidad infantil se atribuía a la adulteración de la leche con agua contaminada. Muchos extranjeros, de origen rural, intentarían iniciar su nueva vida en el campo, el que muy pronto comenzaría a expulsar su población, por lo cual, comienzan a hacinarse en Buenos Aires y Rosario, creciendo a un ritmo mayor que la infraestructura física que la soporta y abastece. La población obrera y de pequeños artesanos vivirá en ‘conventillos’, edificios de 25 habitaciones, los cuales, son focos de infección, de hecho, hay conventillos sin baños de ninguna clase. Hacia 1880 la Municipalidad toma ciertas medidas de exceptuar de impuestos municipales a edificios para obreros, alejar los conventillos del centro y aumentar el impuesto sobre el alquiler para fomentar la construcción de viviendas obreras. En 1907 se produjo la llamada ‘huelga de inquilinos’ en la que se exigía la rebaja de alquileres y mejoras en las condiciones higiénicas de la casa. Las condiciones de trabajo de la población obrera y el ambiente laboral eran pésimos. Los trabajos eran en su gran mayoría muy insalubres. Especialmente en las fábricas de fósforos, ya que se producían emanaciones de vapores 14 nocivos, provocando entre otros casos la caída dental; también se observaba frecuentemente el saturnismo (contenido de Plomo en la sangre). Esas condiciones ambientales de los trabajadores provocó la preocupación de los socialistas. La inmigración era predominantemente masculina, lo cual hizo de Buenos Aires la ciudad de los prostíbulos. El estado de los recursos naturales en la ciudad Poco a poco se acentúa la contaminación del aire, debido a los olores provenientes de plantas químicas, jabonerías, curtiembres, fábricas de velas, humos de talleres, etc. Que la ciudad fuera mucho mayor era quizá la causa principal de epidemias. En el siglo XIX Buenos Aires se abastecía de pozos y aljibes pero carecía de tecnologías de impermeabilización, por lo cual, eran focos de contaminación. El agua contaminada provocó epidemias de disentería en 1859, la enfermedad se hizo endémica y reapareció varias veces. También la fiebre tifoidea provocó mortalidad significativa hasta extenderse las redes de agua potable y cloacas. El cólera, en 1867 demostró que Buenos Aires no tenía ninguna política para la sanidad ambiental y que el gobierno sólo podía mostrar su inoperancia. En 1875, el primer higienista, Guillermo Rawson habla de las enfermedades evitables. La demora en obtener resultados es comprensible cuando se analiza la forma en que fueron soslayados los problemas ambientales vinculados con malas condiciones sociales. La fiebre amarilla era endémica en Río de Janeiro desde 1849, propagándose a Buenos Aires, a través del mosquito. Las lluvias fuertes provocaron el desborde del Riachuelo, y así, bastó un enfermo y una lluvia para matar a más de 13.000 personas. Las causas de la epidemia para algunos era la contaminación industrial y para otros, las condiciones sanitarias de los pobres. Las consecuencias posteriores a la epidemia son los cambios en la organización del espacio urbano, provocados por el abandono del barrio sur (elites), transformando sus casas en conventillos. Los políticos comenzaron a considerar la contaminación del agua como uno de los principales problemas urbanos. Se establecieron normas que regirán el funcionamiento del flamante cementerio de la Chacarita por las posibles infiltraciones que afecten a la napa freática. Se entubaron los ríos y como consecuencia el agua que corría por estos arroyos comenzó a inundar zonas que antes no inundaba (por obras de ingeniería mal diseñadas). Los negocios del agua Como consecuencia de la fiebre amarilla se otorga un fuerte impulso a las obras de salubridad y agua potable. En 1871 se construye un tanque de 1100 m3 en Plaza Lorea que era insuficiente para hacer frente a la demanda. En los años siguientes la construcción avanza a un ritmo acelerado; la tasa de mortalidad en Bs. As fue disminuyendo luego del tendido de la red de agua potable y la instalación de desagües cloacales y pluviales. Las obras efectuadas en la parte exterior de la vivienda corren a cargo del Estado, en tanto que las realizadas dentro del inmueble las paga el propietario. Luego, se ordena la privatización del agua, debido a la falta de capacidad económica del Estado. Esto caracteriza algunos de los lineamientos característicos de la política de la época: cuando la política pasa por la realización de obras públicas, el Estado asigna las inversiones de base, hasta que se sobrepasa cierto umbral a partir del cual la rentabilidad es creciente. Inmediatamente, las obras rentables se privatizan y permanecen privadas hasta que su rentabilidad declina. Entonces, se las vuelve a estatizar. Se consideraba a Bs. As una de las ciudades más salubres de la tierra, pero si bien el casco céntrico y los barrios residenciales poseían servicios básicos de buena calidad, en el resto de la ciudad la salubridad era bien distinta. Por razones diferentes de la ignorancia o el descuido, la gente continuaba tomando agua de las napas contaminadas. El 60% de las casas no tenía cloacasy el 80% carecía de agua corriente. Los barrios alejados no tienen agua corriente y sus habitantes deben beber el agua de los pozos, que transporta fiebre tifoidea. El baño es algo desconocido para ellos, y la basura se pudre al aire. Pero se debe resaltar lo siguiente: el agua del subsuelo era de excelente calidad en Capital Federal y casi toda su periferia, a condición de que no se utilizara este mismo nivel del subsuelo como depurador de los pozos negros. Se prohíbe contaminar el agua El código penal establece la reclusión o prisión de 3 a 10 años al que envenene o adultere de un modo peligroso para la salud, aguas potables o sustancias alimenticias o medicinales, destinadas al uso público. El departamento Nacional de Higiene recomendaba en 1889 no arrojar efluentes cloacales urbanos a ríos que se usaran para consumo de la población y declaración de impacto ambiental obligatoria para establecimientos industriales. La fiebre amarilla había dejado las conciencias muy sensibilizadas, a punto tal que cuando la ciudad de Rosario proyecta sus obras cloacales en 1886, pregunta al dpto. de higiene de la nación sobre el destino que debía darle a los residuos cloacales, el cual, dictamina arrojarlos al Paraná, pero luego de un nuevo informe técnico, y una vez construidas las obras, recomienda prohibir que se arrojen los efluentes al Paraná. En consecuencia, se discuten varias alternativas de purificación (filtrado, decantación y desinfección). Después de esto, se prohíbe nuevamente la contaminación con la ley 15 4.198 de 1903, la cual faculta al poder ejecutivo para adoptar dentro del territorio de la Capital Federal todas las medidas conducentes a impedir la contaminación del agua del río de la Plata y de la segunda napa. Esta ley era muy buena. Tanto, que no hubo gobierno capaz de hacerla cumplir. La contaminación y la primera muerte del riachuelo En 1860 se prohíbe que se arrojen al Riachuelo los desperdicios de la faena de los saladeros por la necesidad urgente de disminuir la putrefacción de sus aguas, siendo escasa su efectividad. En 1868 a impulsos de la epidemia de cólera, el gobernador Alsina ordena a los saladeros destruir los residuos en forma que no fuera arrojarlos al Riachuelo: quemar los sólidos, que se conserven los que se utilizan como combustible, y tirar al Riachuelo residuos líquidos (sangre, salmuera). La muerte del Riachuelo se debe a que ha recibido un exceso de aportes de sustancias químicas, lo que disminuye el oxígeno (lo que permite la vida de organismos animales y vegetales). Otra de las fuentes de contaminación fue la quema de residuos próxima al Riachuelo, que con cada lluvia, se arrastraban materiales en descomposición y cenizas hacia el mismo. La primera consecuencia sobre el ecosistema fue sin duda la mortandad de peces provocada por los compuestos de arsénico utilizados por las curtiembres. Algo similar ocurría con la sosa y la potasa cáustica empleadas por las jabonerías, cuyas descargas afectarían a los peces (dientudo, tararira, sábalo, crustáceos, moluscos y gusanos), quedando dueñas del ambiente las bacterias anaerobias, organismos capaces de vivir sin oxígeno, las que comienzan a producir metano y ácido sulfhídrico: el Riachuelo adquiere así el olor característico de la putrefacción. Pero después de haberse muerto, el Riachuelo resucitó por un breve tiempo. Esta resurrección tiene que ver con el pánico general provocado por la epidemia de la fiebre amarilla de 1871. Inocentes o culpables, los saladeros eran únicamente odiados por la población porteña, por lo cual el Congreso de la provincia de Buenos Aires termina por sancionar el 6 de septiembre de 1871 una ley que establece que quedan absolutamente prohibidas las faenas de los saladeros y graserías; provocando su desaparición hacia 1904. Por unos pocos años la costa del Riachuelo es un lugar de uso recreativo de todas las clases sociales. Pero cuando pasa el pánico provocado por la epidemia, parece que todos se olvidan del estado de las aguas del Riachuelo, y por ley 820 se ordena su canalización, lo que implica un intento de mejorar sus condiciones ambientales y su navegabilidad. Pero ocurrió al revés, ya que se coagularon los meandros que permitían el desagüe del bañado de Flores, el que empeoró sus desbordes. Y la historia de contaminación vuelve a repetirse. Hay un último intento de salvarlo, hecho esta vez durante la presidencia de Yrigoyen. Se trata de la sencilla y eficaz idea de reemplazarlo en sus funciones por una cloaca artificial. Estos sucesivos fracasos muestran que el tema ambiental no tiene solución a partir de medidas aisladas, sino que requiere un abordaje globalizador del problema. INDUSTRIALIZACIÓN SUSTITUTIVA DE IMPORTACIONES (1930 – 1976) Los cambios en el modelo de uso de los recursos Durante este período se produjeron los efectos sucesivos de la crisis internacional, de la Segunda Guerra Mundial, de la reconstrucción europea de posguerra y de la revolución tecnológica, los cuales limitaron las compras argentinas en el exterior. La crisis de 1929 no afecta en forma simultánea a todas las actividades productivas. De 1928 a 1932 los precios mayoristas agropecuarios descienden el 44,1%, en tanto que los precios industriales ascienden 3,4%. El poder de compra de las exportaciones disminuye proporcionalmente. La calidad de vida se deterioró debido a la desocupación en las ciudades y a la sobreexplotación de la mano de obra en las zonas rurales. Se disminuyó la subutilización de recursos industrializables, afectando negativamente la intensidad de la explotación agropecuaria. El proceso de sustitución de importaciones en la Argentina es la otra cara del proceso de sustitución de exportaciones efectuado por las economías industrializadas. La división internacional del trabajo y del uso de los recursos naturales asumió una forma más compleja. Con respecto a la utilización del espacio regional, a partir de la década del 30, Bs. As recibe materias primas del interior para su transformación, y le devuelve las manufacturas producidas. Con el carácter sustitutivo de importaciones se procura abastecer al mercado interno con una serie de bienes finales que en la etapa anterior se adquirían en el exterior. En 1930 la rentabilidad empresarial se sustenta en desocupación masiva, bajos salarios y condiciones de trabajo, de nivel y calidad de vida extremadamente deficientes. En contraste de esto, a partir de 1946 el proceso de acumulación se basa en la ampliación del mercado interno. La característica distintiva de esta etapa industrial es un crecimiento simultáneo de la pequeña y gran empresa: la gran ampliación del mercado interno hizo posible una industria de tipo artesanal, los establecimientos industriales que ocupaban obreros se duplicaron, y, simultáneamente, la gran industria requirió un importante desarrollo de talleres (abastecedores, reparadores, etc) que generaron la pequeña industria complementaria de la grande. La subetapa siguiente (1950-1976) puede calificarse como de intensificación industrial, en la medida en que se caracteriza por una mayor integración vertical de la industria. Se saturan las posibilidades de expansión industrial sobre 16 la base de bienes de consumo y se avanza en la sustitución de importaciones de insumos y bienes intermedios. Las ramas industriales mantienen un crecimiento vegetativo. Estos cambios económicos condicionan diferentes maneras de usar los ecosistemas, que, como es obvio, afectan el nivel y la calidad de vida de la población. La ecología urbana: se forma el Gran Buenos Aires Entre 1930 y 1960 se produce un proceso de migraciones internas masivas. Actúan simultáneamente factores de expulsión de población de las áreas rurales y factores de atracción y de demanda de mano de obra en la mayor parte de los centros urbanos del país, especialmente en el Gran Buenos Aires. Al terminar la Segunda Guerra Mundial, en la Capital Federal y el Gran Buenos Aires
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