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HEMATOCROMATOSIS - Isabella Reyes

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|||ETIOLOGÍA
La causa molecular que provoca la hemocromatosis tipo I hereditaria son las mutaciones en el gen HFE, el cual está en el cromosoma 6 en su brazo corto y codifica la proteína HFE que participa en la regulación de la absorción del hierro. Esta proteína se expresa en niveles altos en órganos como el hígado y el intestino delgado. Su mutación más frecuente es la de C282Y y provoca un aumento en la absorción intestinal de hierro. La herencia de la enfermedad es autosómica recesiva, significa que para padecer este tipo de hemocromatosis es necesario que se herede el gen mutado de ambos progenitores, es decir, el paciente será homocigoto para la mutación.
La hemocromatosis secundaria o adquirida se debe a:
· Múltiples transfusiones sanguíneas: las anemias crónicas (ferropénicas o talasemias), iatrogénicas y una eritropoyesis ineficaz requieren, en algunas ocasiones, de aporte sanguíneo y, con ello, grandes cantidades de hierro para su restitución.
· Anemia hemolítica: la destrucción de los eritrocitos conlleva la liberación del hierro de su interior. Al encontrarse este fuera del glóbulo rojo, tiene mayor tendencia a acumularse en los tejidos.
· Enfermedades hepáticas: como son la hepatitis C y la hepatopatía alcohólica.
· Alcoholismo crónico: afecta en gran medida al hígado. Bebidas como el vino, con un alto contenido de hierro, favorecen el aumento de la transferrina.
· Déficit congénito de transferrina: la ausencia (o déficit) de la proteína transportadora de hierro, favorece la acumulación del metal en los órganos
PATOGENIA
Los niveles de hierro corporal están regulados, por lo que las pérdidas diarias de hierro se compensan con la absorción digestiva, no existe ninguna vía de excreción del exceso de hierro absorbido. En la hemocromatosis, hay defectos en la absorción intestinal del hierro de la dieta, lo que provoca una acumulación neta de 0.5 a 1 gramo de hierro al año. La cantidad de hierro total del organismo es de unos 4-5 g en individuos sanos y se mantiene dentro de esos límites durante toda la vida, gracias a que su absorción intestinal se encuentra sometida a un estrecho control. En los pacientes con hemocromatosis este equilibrio está roto por lo que la absorción intestinal de hierro se ve muy aumentada, por eso la reserva corporal de hierro puede llegar a niveles patológicos, hasta más de 50 gramos y afectar a los órganos. En el desarrollo de la enfermedad destacan la proteína HFE y hepcidina.
Proteína HFE: Sabemos que el gen HFE mutado se relaciona con el aumento de la absorción intestinal de hierro y también regula las concentraciones de hepcidina. En condiciones normales, la proteína HFE se asocia en la membrana de los hepatocitos con el receptor de la transferrina disminuyendo la afinidad de este por la Transferrina; de esta manera, evita que el hierro se deposite en el hígado. Sin embargo, la HFE mutante pierde esta capacidad inhibitoria sobre la unión de la transferrina con el receptor y el hierro es acumulado en el órgano. Además, normalmente esa proteína les permite a los enterocitos sentir si el organismo le falta hierro y así busca aumentar la liberación intestinal de hierro a la sangre, pero al estar mutado va a sentir deficiencia de hierro lo que conduce a la máxima absorción de hierro de los alimentos. 
Hepcidina: Este pequeño péptido producido en el hígado tiene como diana la ferroportina, que es una proteína transmembrana presente en las células intestinales que se une al hierro absorbido. La hepcidina normalmente se une a la ferroportina e induce su internalización y degradación, reteniendo así el hierro dentro de las células. Básicamente la función de la ferroportina es sacar el hierro de la célula o exportarlo hacia la circulación desde el intestino, pero la hepcidina normal provoca la retención de este hierro e inhibe la absorción de este, así que los defectos hepcidina por mutaciones (como ocurre en la hemocromatosis) conlleva a al aumento del paso del hierro desde los enterocitos y macrófagos hacia la circulación, además de que no podrá regular la absorción del hierro intestinal aumentándolo en la economía corporal. 
MORFOLOGÍA
El exceso de hierro afecta la función de los órganos, presumiblemente por efecto tóxico directo. Las reservas excesivas de hierro exceden la capacidad del cuerpo para quelar el hierro y se acumula el hierro libre. Este hierro no unido promueve la formación de radicales libres en las células, lo que da como resultado la peroxidación de los lípidos de la membrana y la lesión celular. Los principales órganos afectados con complicaciones de HHC son: hígado, páncreas, miocardio, hipófisis, glándula suprarrenal, tiroides, paratiroides, articulaciones y piel.
Hígado: se observan gránulos de hemosiderina de color dorado-amarillento que se encuentran en el citoplasma de los hepatocitos y se tiñe con azul. El hígado será más grande de lo normal, denso y de color marrón achocolatado. Se desarrollan tabiques fibrosos que culminan en fibrosis con un hígado pardo muy oscuro o negro. 
Páncreas: se observa muy pigmentado, con fibrosis intersticial difusa y atrofia del parenquima. Hay hemosiderina en las células acinares y en los islotes que se observa como un marrón claro, se contrasta con lo normal.
 
Corazón: puede estar aumentado de tamaño y hay gránulos de hemosiderina en los miocardiocitos. Habrá una decoloración parda del miocardio
Piel: la piel se pigmenta más por un aumento de la producción de melanina en la epidermis y también, en menor medida, por los depósitos de hemosiderina en los macrófagos y fibroblastos de la dermis.
Por otro lado, la persona afectada puede desarrollar una sinovitis aguda cuando se deposita la hemosiderina en las articulaciones. Habrá un depósito excesivo de pirofosfato cálcico que lesiona el cartílago articular y provoca una poliartritis incapacitante (seudogota). A nivel gonadal, los testículos pueden ser pequeños y atróficos.

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