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Tanta vuelta por un papel, la espera de los migrantes irregulares para vacunarse. Por: Sofía Salgado Parra “Si eres migrante irregular y resides en el municipio de Envigado, conoce cómo puedes inscribirte para vacunarte contra el Covid-19.” Anunciaba un torcido cartel pegado en una casa de pintura desgastada en el Barrio Mesa, esa casa no era más que la Secretaría de Salud de Envigado. Que pareció recordar que no solo los colombianos pueden contagiarse del monstruo que acechó el mundo el último año; el Covid-19. Tras varios días de anuncios y que el torcido cartel fuera despegado, 150 migrantes indocumentados siguieron muy atentos las instrucciones del afiche, y se inscribieron por medio un formulario digital con la esperanza de ser priorizados para la vacunación en el municipio. La vacunación de este sector es una iniciativa de la Alcaldía de Envigado y la Secretaría Municipal, debido a la demanda de migrantes indocumentados en el municipio. Aquellos que tengan; ya sea un permiso especial de residencia, rosca, estén censados por el Sisbén, puedan comprar papeles debajo de la mesa u estén afiliados a la IPS (Instituto prestador de salud) pueden presentar su documento y en cualquier punto de vacunación y recibir el falso descanso de tener una dosis. Los migrantes indocumentados se vieron en la tarea de rellenar un formulario de Google y ¡Pues qué más! Esperar, dicho formulario contaba con 14 preguntas básicas: “Nacionalidad” “dirección residencial” "fecha de nacimiento” “correo electrónico” entre otras. Según directivas de la Secretaría, estas preguntas tienen el objetivo de censar a la población de migrantes sin documentación y realizar un seguimiento. El siguiente paso del efectivo y nada politizado plan de acción, es: subir los datos recolectados a la base de datos de la alcaldía “Piscis” y enviarlos al Ministerio de Salud por medio de Mi Vacuna, esto dará cifras estimadas de las vacunas necesarias, y pues claro el dinero necesario: Dosis, personal de salud, transporte y el cariñito extra para los bolsillos de los políticos. Es importante llevar bien las cuentas y por eso recolectar cada dato. Entre los 150 registrados, se encuentra Francisco II Silva, un estudiante venezolano de 19 años. Francisco se acerca a la Clínica Santa Gertrudis todos los días sin falta, a preguntar acerca de las vacunas. Dice ser un poco precavido con ciertos guardias, puesto que estos no dudan en cambiar su molesta expresión aburrida, por una incluso más desagradable de desprecio cuando notan su acento de Maracaibo y escuchan su pregunta: “¿Qué han dicho de las vacunas para venezolanos sin papeles?” A pesar de esto se acerca religiosamente a la clínica antes o después de terminar su turno de mesero en el restaurante Asados las Palmas. A momento sigue esperando el llamado de secretaría para la aplicación de su dosis. Francisco siente una tácita presión proveniente de su jefe para aplicarse la vacuna, con sus comentarios “inocentes” acerca del coronavirus. Le atormenta la idea de perder su puesto y en sus propias palabras demuestra la razón de esto: “Conseguir trabajo aquí es muy difícil y más sin ningún papel.” El estudiante de Ingeniería Petroquímica comenzó a tramitar su permiso especial de residencia tan pronto como llegó a la ciudad de la eterna primavera, pero una vez más como todo proceso burocrático lo único que ha encontrado son baches y filas ridículamente largas, con el resultado de que vendría recibiendo su documentación en mayo de 2022. Dice que no quiere volver a su país, que la situación es cada vez más difícil, que está cansado y que no ve un futuro alentador. También habla de sus razones personales para no volver, su padre falleció hace dos meses a los 82 años. Entre una mueca triste cuenta que desde pequeño se “preparó” para la idea de la muerte de sus progenitores, pero después de que ocurrió no se sentía bien en la que fue su casa por 19 años, así que prefirió huir de todo recuerdo y viajar hasta Medellín para vivir con sus hermanos mayores por un tiempo; tiempo que ahora ve como definitivo. Con esa idea en mente, Silva ha comenzado a buscar universidades que le validen sus 8 semestres de la Universidad Nacional Experimental Politécnica de la Fuerza Armada; planea seguir trabajando en Asados las Palmas y junto con sus hermanos, traer a su mamá a Colombia por un tiempo. En cuanto a la vacunación, parece que un pajarito rosa, estudiante de Periodismo le reveló información privilegiada de la Secretaría de Salud, donde según las directivas de la iniciativa de vacunación, se estarían aplicando la primera dosis para migrantes entre 15 y 30 días después del 29 de septiembre, día en el que se cerró el formulario. Francisco no es el único venezolano a la espera de una respuesta por parte de la secretaría; Valeria Castillo es otro de los 150 migrantes que completaron el formulario a la espera de vacunarse. Tiene 20 años, creció y vivió casi toda su vida en La Azulita, un pueblo al oeste de la pequeña Venecia. Castillo recuerda con una sonrisa su adorado pueblito y a sus padres, adultos mayores, que aún viven en él. A pesar de haberse inscrito a la vacunación de Envigado, Valeria vive en Buenos Aires, la Comuna #9 de Medellín. Vive con su hermana 12 años mayor, su cuñado y su sobrina de año y medio. Al contrario de Francisco, Valeria sí contaba con Papeles y un permiso de residencia especial, pero para su mala suerte y como buena bienvenida a Medellín, le robaron la cartera y todo lo que tenía dentro, entre esto sus documentos. Dice que le ha sido imposible encontrar un trabajo sin papeles “nadie quiere recibirlo a uno sin ese permiso.” Por esta razón se dedica a ayudar a su hermana vendiendo dulces por Envigado; cuando le preguntan por qué prefiere venir hasta el municipio ella responde con sinceridad “es que aquí colaboran más, en el centro a veces son muy groseros.” Valeria planea volver a sacar sus documentos, su cuñado le prometió que un amigo en Bello los conseguiría, pero como toda magia viene con un precio; en este caso cerca de $200.000 pesos colombianos, lo ha aplazado un poco en el intento de ahorrar lo suficiente y no hacer un gasto así de la noche a la mañana. Castillo se enteró de la jordana de vacunación de casualidad, pues suele venderle dulces a don Carlos, el portero de la Secretaría de Salud. Tras leer el torcido cartel decidió inscribirse, pues aún se siente un poco abrumada por la velocidad a la que se mueve Medellín. Le teme a la enfermedad y a la muerte, así que espera ansiosa por una respuesta positiva y la luz verde para vacunarse. Por ahora la única opción de los migrantes es esperar, y rezarle a su deidad superior por no ser agarrados por otra desgracia como lo es la enfermedad, como si salir de un país en crisis para entrar a otro hundiéndose no fuera suficiente castigo. Paparazzi time Valeria Castillo a las afueras de un D1 en el Barrio Mesa, su jornada suele comenzar a las 9:00 a.m. y terminar a las 4:00 o 5:00 p.m. Francisco II Silva tras preguntar por las dosis para migrantes. Su jefe le dio 20 minutos para preguntar, así que decide descansar un rato Restaurante Asados las Palmas, ubicado en el Barrio Los Naranjos de Envigado. Lugar de trabajo de Francisco. Secretaría de Salud de Envigado. Está ubicada en la Cl. 39 Sur #39-47, y su horario habitual es de 8:00 a.m. a 6:00 p.m. entre semana
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