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Resumen bioética
Bioetica E (Universidad Nacional del Sur)
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Resumen bioética
Bioetica E (Universidad Nacional del Sur)
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Parcial 1: Bioética E
Los principios de la bioética y el derecho a la salud.
El término bioética nació en 1970. En 1978, elaboraron el documento “Informe Belmont”. En él se hallan tres 
principios en bioética: respeto por las personas, beneficencia y equidad, que ahora se denominan autonomía, 
beneficencia y justicia, y se le añade un cuarto, el de no maleficencia. En caso de haber conflicto entre ellos, ha 
de ser la evaluación de la situación concreta. Solo pueden ser las circunstancias y consecuencias las que 
permitan ordenarlos jerárquicamente. 
Moralidad común: “la moral compartida en común por los miembros de una sociedad, por el sentido común no 
filosófico y por la tradición”. El sentido común evita los extremismos, tanto deductivistas como inductivistas, 
pero la moralidad común es más compleja, actuando unas veces de modo deductivo y otras de forma inductiva. 
Este método, se denomina coherentismo, o según John Rawls, equilibrio reflexivo. 
El termino juicios ponderados de Rawls se refiere a los juicios en que es más probable que nuestras capacidades 
morales puedan ser desplegadas sin distorsiones. 
El objetivo del equilibrio reflexivo consiste en emparejar, pulir y ajustar los juicios ponderados. El proceso de 
pulir y ajustar realiza mediante la reflexión, el ajuste dialéctico y el diálogo-participado teniendo en cuenta que el
objetivo es alcanzar el equilibrio reflexivo. 
La bioética, junto a sus principios quedaría enmarcada dentro de la “ética de la responsabilidad”, término que 
surge en 1919. 
Los principios son pautas regulativas, guías de acción. 
 El principio de autonomía: deriva del griego autos y nomos y ha adquirido significados diversos como 
autogobierno, derechos de libertad, intimidad, elección individual. Es esencial para la autonomía 
personal: la regulación personal de uno mismo, libre, sin interferencias externas que pretendan controlar
y sin limitaciones personales. Hay dos condiciones esenciales: la libertad y ser agente. Las acciones 
autónomas se analizan en función de sus agentes, los cuales actuarán: intencionalmente, con 
conocimiento y en ausencia de influencias externas. La primera no permite gradación, las otras dos 
condiciones si pueden estar presentes en menor o mayor grado. 
Respetar a un agente autónomo implica, asumir su derecho a tener opiniones propias, a elegir y a 
realizar acciones basadas tanto en sus valores como en sus creencias personales. Respetar la autonomía 
obliga a los profesionales a informar, buscar y asegurar la comprensión y la voluntariedad. Para respetar 
la autonomía los pacientes deben estar preparados para dejar de sentirse dependientes y conseguir todo
el control posible o deseado. 
El paradigma básico de la autonomía en la asistencia sanitaria y política es el consentimiento expreso o 
informado. Debe hacer referencia a los actos y omisiones de cada persona. El consentimiento informado 
es un proceso en el tiempo, con la posibilidad de ser interrumpido. Es una autorización autónoma para 
aceptar una determinada intervención o para participar en un proyecto de investigación. Un paciente es 
competente para tomar una decisión si es capaz de entender la información material, de hacer un juicio 
sobre dicha información tomando como base sus valores personales, de pretender alcanzar un 
determinado objetivo y de exponer sus deseos ante sus cuidadores sanitarios. 
 El principio de no maleficencia: obliga a no hacer daño intencionalmente. El juramento hipocrático 
manifiesta la obligación de los profesionales tanto a la no maleficencia como a la beneficencia. Agraviar 
implica violar algún derecho, mientras que hacer daño no necesariamente. El principio da lugar reglas 
morales específicas: no mataras, no causaras dolor o harás sufrir, no incapacitaras a otros, no ofenderás, 
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no privaras a los demás de los bienes de la vida. 
Tanto no iniciar como suspender un tratamiento se podría justificar en función de las circunstancias. El 
principio no obliga a prolongar la vida, ni a iniciar o mantener un tratamiento sin tener en cuenta el 
dolor, sufrimiento e incomodidad del paciente. 
Las reglas de no maleficencia son: son prohibiciones negativas de acción, deben ser obedecidas 
imparcialmente y ofrecen razones para establecer prohibiciones legales a determinadas normas de 
conducta.
 El principio de beneficencia: significa beneficio, favor, protección, connotando actos de misericordia, 
bondad y caridad. Acción realizada en beneficio de otros. La benevolencia hace referencia al rasgo de 
carácter o la virtud de estar dispuesto a actuar en beneficio del otro. 
El paternalismo siempre implica cierta forma de interferencia respecto a las preferencias de otra 
persona, una acción paternalista impone un límite a la decisión autónoma. El paternalismo es la 
desautorización intencionada de las preferencias o acciones conocidas de una persona, donde la persona
que las desautoriza justifica su acción aludiendo al propósito de “beneficiar o evitar un daño”. 
Estas reglas presentan demandas positivas de acción, no siempre tienen que ser obedecidas 
imparcialmente, rara vez ofrecen razones para la sanción legal cuando se fracasa en cumplirlas. Se 
prohíbe moralmente causar daño. Se permite ayudar o favorecer a aquellos con los que mantenemos 
relaciones especiales, y ayudar o proteger a aquellos con los que no las tenemos. 
 El principio de justicia: es el trato igual, equitativo y apropiado. 
Justicia distributiva se refiere a la distribución desigual, equitativa y apropiada en la sociedad, 
determinada por normas justificadas que estructuran los parámetros de la cooperación social. Su ámbito
incluye las políticas que asignan diversos beneficios y cargas.
El principio de igualdad formal es “formal” porque no establece ámbitos de concreción en los que los 
iguales deban ser tratados igualmente y no proporciona criterios para determinar si dos o más individuos
son iguales de hecho o no. Los principios materiales especifican las características relevantes para un 
tratamiento igual, ya que identifican las propiedades sustantivas para la distribución. Las teorías de la 
justicia distributiva se han desarrollado para especificar y presentar con coherencia los diversos 
principios, reglas y juicios. 
Diego García G: “los principios deno maleficencia y justicia son de algún modo independientes del de 
autonomía y jerárquicamente superiores a él, ya que obligan aun en contra de la voluntad de las 
personas”. Según él, los 4 principios se ordenan jerárquicamente. El nivel 1 está constituido por los 
principios de no maleficencia y justicia, y el nivel 2 por los de autonomía y beneficencia. El primer nivel 
es el propio de lo “correcto” y del derecho, en tanto que el segundo es el propio de lo “bueno” y de la 
moral.
B y Ch. afirman un pluriprincialismo, todos los principios presentan igual peso y valor.
El derecho a la salud y los principios bioéticos
La Constitución de la Organización Mundial de la Salud (1946) afirmaba en su preámbulo “el goce del grado 
máximo de salud que se pueda lograr es uno de los derechos fundamentales de todos los seres humanos sin 
distinción de raza, religión, ideología política o condición económica y social”. El pacto Internacional de Derechos 
económicos, sociales y culturales (1966) de las Naciones Unidas sostenía “Los estados partes en el presente 
pacto reconocen el derecho de toda persona al disfrute del más alto nivel posible de salud física y mental”.
La Declaración Universal sobre Bioética y Derechos Humanos ha venido a reafirmar el compromiso de la bioética 
con la protección al derecho a la salud en el artículo 14 sobre “responsabilidad social y salud”.
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La bioética nace como un movimiento social, como una instancia desde la que resguardar los derechos socio-
políticos de aquellos sectores estigmatizados, marginados y más vulnerables. 
El paciente tiene derecho a una atención médica apropiada y de calidad, y a un servicio médico profesional e 
institucional, ético e idóneo. 
Desde su nacimiento, la bioética ha estado sujeta a diversas interpretaciones o perspectivas. Los marcos teóricos 
solo son guías para una acción responsable frente al otro. 
Planteos clásicos y teoría de los principios
Toda reflexión seria en bioética necesita apoyarse en teorías éticas así como en elaboraciones teóricas propias. A 
lo largo de la historia se dieron varias propuestas teóricas en ética, dos posiciones se presentan como 
antagónicas y hasta complementarias entre sí: el utilitarismo y el deontologismo. 
Teorías consecuencialistas: el utilitarismo 
Los orígenes del utilitarismo se encuentran en los escritos de David Hume, Jeremy Bentham y John Stuart Mill. Es
un tipo de teoría consecuencialista (teorías que consideran una acción correcta o incorrecta en función del 
equilibrio entre sus buenas y malas consecuencias). Los utilitaristas sostienen que la corrección moral de las 
acciones se determina por sus consecuencias y no por sus características intrínsecas. Los criterios de obligación y
corrección dependen de y están subordinados a los conceptos del bien. Un acto correcto es aquel que, desde 
una perspectiva impersonal, otorga igual importancia a cada una de las partes afectadas y obtiene el mejor 
resultado de todos los posibles. Para Mill el bien es la felicidad y lo correcto es aquello que promueve el bien. La 
incorrección de una acción está determinada por su falta de felicidad o utilidad. 
El utilitarismo es un intento de clarificar la importancia que tienen las consecuencias de nuestras acciones. 
Aquellos que son indiferentes al sufrimiento de sus semejantes parecen representar el paradigma de alguien que
no tiene moral. Es una teoría imparcial, prioriza la felicidad o el bienestar para el mayor número de personas. Las
consideraciones de las intenciones, sentimientos o convicciones son irrelevantes de cuál es la acción correcta a 
realizar. 
Diferentes versiones del utilitarismo 
El concepto de utilidad llevo a reformulaciones de la teoría utilitarista. Will Kymkicka distingue 4 posiciones:
 El hedonismo del bienestar: sostiene que la experiencia o sensación de placer es el principal bien de la 
persona. Bentham y Mill son considerados hedonistas. Mill distinguió entre placeres intelectuales y 
sensuales. 
 La utilidad no hedonista de estados mentales: rechaza la idea de que basta con un solo estado mental 
como la felicidad para maximizar la utilidad. Sostienen que el concepto de utilidad debe ser agente-
neutral, esto implica que no debe variar de persona a persona. 
 La satisfacción de preferencias: explica la utilidad en términos de satisfacción de preferencias. Son las 
preferencias individuales las que deben determinar la utilidad. El problema que enfrenta es cómo 
rechazar preferencias “moralmente inaceptables”, “preferencias no equitativas”. Otro problema es que 
no se disponga la información adecuada o se hayan cometido errores en el cálculo de costo y beneficio. 
Las preferencias subjetivas pueden no definir aquello que es objetivamente bueno para nosotros. 
 Las preferencias informadas: esta posición intenta resolver el problema de las preferencias erróneas, 
definiendo el bienestar como la satisfacción de las preferencias “racionales” o “informadas”
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El principio de utilidad es el recurso fundamental para determinar la corrección moral de las acciones. Sin 
embargo, las diferencias surgen cuando se especifica en que instancia se debe aplicar. Si se lo aplica a las 
acciones particulares estamos en presencia de un utilitarismo de acto, que tiene lugar cuando se examinan los 
efectos o consecuencias de los actos específicos e individuales caso por caso. Si el principio de utilidad se aplica a
reglas generales para determinar si, en función de éstas, las acciones particulares son correctas, nos 
enfrentamos a un utilitarismo de regla, que pide que evaluemos los efectos de las clases o tipos de actos, y no 
sus consecuencias. 
Algunos teóricos señalan que, al poder describir las reglas de un modo muy detallado y rígido, el utilitarismo de 
reglas termina en uno de acto. 
Objeciones al utilitarismo
Se cuestiona su utilidad como procedimiento de decisión. Se debe distinguir entre utilitarismo de consecuencias 
actuales o probables. Un segundo tipo de crítica señala que el utilitarismo es inadecuado porque sostiene juicios 
que entran en conflicto con creencias morales fundamentales. 
Otra crítica es la que objeta que el utilitarismo no da cuenta del hecho de que frecuentemente valoramos ciertos
actos porque son justos y no solo porque maximizan la felicidad. El utilitarista, señalará que se valora el 
tratamiento justo y equitativo hacia los otros porque se sabe que tal tratamiento tiene consecuencias positivas. 
Se valoran las practicas morales tradicionales porque maximizaran la felicidad, pero ello no implica que eso 
siempre sea lo justo o correcto, y cuándo se enfrenta a un conflicto entre justicia y utilidad, elegirá el segundo.
El utilitarismo exigió que las costumbres y las autoridades fuesen examinadas a la luz de sus consecuencias y el 
bienestar de la humanidad. 
El utilitarismo en la bioética actual
Singer defiende un utilitarismo de preferencias con bases fuertemente igualitarias. Afirma que si se puede evitar 
algo que es malo, sin sacrificar algo de importancia moral comparable, se debe realizar. Este principio requiere 
que se prevenga lo que es malo, que se promueva lo bueno y pide esto solo cuando se puede hacer sin sacrificar 
nada que sea comparable en importancia desde el punto de vista moral. Esto implicaría dar todo lo posible hasta
el punto de que al dar más cause un sufrimiento a nosotros y los que dependen de nosotros, o aun hasta los 
niveles de utilidad marginal. Si se puede evitar algo que es muy malo sin sacrificar nada moralmente significativo,
se debe hacer. 
Singer acepta que si bien no ayudar no es equivalente al asesinato es de todas formas, algo grave y que tenemos 
la obligación dehacer. Él propone considerar la calidad de vida. 
Teorías deontológicas: Kant 
El término “deontológico” deriva del griego deón qué significa obligación. Las teorías deontológicas sostienen 
que los conceptos de obligación y de corrección moral son independientes del concepto de bien. 
Kant argumenta que las consecuencias no hacen a una acción correcta o incorrecta sino que el factor 
moralmente decisivo es el principio en función del cual el agente actúa.
La ética kantiana se basa en su concepción antropológica. Para Kant, el hombre es un ciudadano de dos mundos: 
el sensible, sometido a las leyes de la naturaleza, y el inteligible sometido a las leyes de la razón. Las acciones 
pueden estar determinadas por la razón o por las inclinaciones. Kant distinguirá diferentes clases de actos:
 Actos contrarios al deber: son aquellos moralmente incorrectos.
 Actos de acuerdo al saber: son aquellos moralmente neutros. Kant distingue aquellos que se hacen por 
inclinación mediata o inclinación inmediata.
 Actos por deber: son los actos moralmente correctos.
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Para Kant un acto es moral solo si surge de “la buena voluntad”, que significa actuar sobre la base de un sentido 
del deber, en función del respeto a la ley moral.
El imperativo categórico
Un imperativo hipotético es aquel que está sujeto a condiciones. Los deseos y fines diversos sirven de base para 
requerimientos validos condicionalmente que se expresan como imperativos hipotéticos. Son imperativos 
porque se formulan en términos de lo que el agente debe hacer, pero la condición es la búsqueda de tales 
objetivos o deseos. Se tiene como fin la felicidad, que resulta del logro de ciertos fines y objetivos que forman 
parte de nuestros deseos, pero éstos no pueden ser la base de los requisitos morales. Los constreñimientos 
morales entran en conflicto con aquello que distribuye a nuestra felicidad personal. 
¿Cuándo es correcta una acción? Cuando está de acuerdo con la regla que satisfaga al imperativo categórico. 
Éste es el principio de la moralidad Kantiana. Pide que se trate a los otros como iguales morales y que se 
reconozca la igualdad de otras personas permitiéndoles actuar tal como lo haríamos si ocuparían una posición 
semejante a la de uno. Esta ley moral es el origen y fundamento del deber en los humanos. Se basa en la razón. 
Cada persona es su propia autoridad moral. La autonomía es la base de la dignidad. Autonomía se refiere a la 
capacidad de actuar libremente en base a la razón e independientemente de nuestros deseos. Éste imperativo es
un principio formal. 
Tipos de obligaciones 
Del imperativo categórico se pueden derivar otro tipo de obligaciones: el deber de autoperfección y el deber de 
promover la felicidad en otros. Dentro de las obligaciones hacia uno mismo en relación con la autoperfección, 
Kant distingue obligaciones perfectas o de omisión, e imperfectas o de comisión. Las perfectas prohíben acciones
específicas que no haríamos en la mayoría de las circunstancias. Son acciones que destruirían o degradarían la 
humanidad de la persona. Las obligaciones perfectas en relación con los otros implican acciones que no respetan
la humanidad como un fin en sí. 
En los deberes de comisión o imperfectos, los agentes tienen más libertad para decidir cómo y cuándo actuar en 
función de tales fines. Las obligaciones imperfectas que promueven la humanidad como fin en sí misma 
requieren que se desarrollen actos de beneficencia, simpatía y respeto. 
La mayoría de las dificultades morales involucran la presencia de más de una obligación moral. La prioridad de 
las obligaciones perfectas sobre las imperfectas. La obligación de promover el bienestar no puede pasar por 
encima del deber de no violar sus derechos.
El respeto a las personas 
Para Kant, las cosas poseen valor de mercado, precio. Las personas, poseen dignidad o valor incondicional ya que
ellas pueden ser capaces de elecciones racionales. Según Kant, la dignidad deriva de la capacidad de darse leyes 
racionales en conformidad con el imperativo categórico, y allí reside su naturaleza como agentes morales 
autónomos. 
Algunas objeciones a la teoría kantiana 
Se señalan problemas con la formulación de las máximas y la aplicación del imperativo categórico. Kant no aclara
cuando un aspecto del caso es moralmente relevante y cuando no lo es. No resulta obvio que siempre tengan 
que prevalecer las obligaciones perfectas sobre las imperfectas. 
Otro tipo de crítica apunta a la falta de ayuda para decidir acerca de obligaciones perfectas en conflicto. Kant 
está considerando como persona al adulto normal que puede razonar y darse su propia ley moral. Esto implica 
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que no pueden aplicarse los mismos parámetros a aquellos que no son personas, y tal sería el caso de los fetos, 
recién nacidos, a aquellos con enfermedades mentales. 
La teoría de los principios 
El positivismo lógico, la filosofía predominante de ese tiempo, ataca la ética convencional. Este movimiento 
filosófico considera privilegiado el lenguaje descriptivo porque las proposiciones o enunciados son las únicas que
pueden ser declaradas verdaderas o falsas. 
Carnap afirmaba que las proposiciones de la ética son pseudoproposiciones que no tienen contenido lógico, 
pues no son más que expresiones de sentimientos que a su vez tienden a suscitar sentimientos y voliciones en 
los que las escuchan. 
En los años 70 se fortalecen los movimientos de derechos de las minorías, así comienza a tener lugar el planteo 
de los pacientes y sus derechos. Se vislumbran los avances y paradojas que genera la tecnología. Los pioneros de 
la bioética abandonan los análisis metaéticos para recurrir a las “tradicionales teorías éticas”. 
Los comienzos de la teoría de los principios 
Se expusieron en 1979 en el libro Principios de ética biomédica. Desarrollan un marco teórico para poder 
identificar, resolver y analizar los problemas morales que surgen en el ámbito de la salud. Beauchamp y Childress
proponen 4 principios: autonomía, no maleficencia, beneficencia y justicia. Presentan una teoría pluralista. Éstos 
siguen la propuesta de David Ross y proponen principios prima facie. Cuándo nos encontramos frente a 
principios en conflicto pueden surgir dilemas éticos. Ross sostiene que hay varias obligaciones básicas e 
irreductibles. Una obligación prima facie implica que la misma debe cumplirse, salvo si entra en conflicto con una
obligación de igual o mayor magnitud. Para Ross, la obligación real de un agente ante una situación concreta se 
determina mediante la ponderación de las distintas obligaciones prima facie que están en conflicto.
Beauchamp y Childress señalan que existen requisitos para poder infringir justificadamente estos principios 
prima facie: las razones que justifiquen la norma infringida; existen posibilidades realistas de alcanzar el objetivo 
moral que justifica la infracción; no existen acciones alternativas moralmente preferibles; la infracción 
seleccionada es la más leve, proporcional al objetivo principal del acto; el agente intenta minimizar los efectos 
negativos de la infracción. 
Modelos de justificación
Beauchamp y Childress presentan tres tipos de modelos de razonamiento moral: el modelo deductivo, el 
inductivo y el coherentista.
El primero plantea la justificación desde una perspectiva descendente, que enfatiza normas generales y teorías 
éticas como la base apropiada para arribar a los juicios morales correctos. La conclusión se sigue lógicamente de 
un conjunto creíble de premisas. Los juicios morales se deducen de una estructura teórica preexistente de 
preceptos normativos. Se brinda una justificación adecuada y solo si los principios generalesy reglas, junto con 
los hechos relevantes de una situación, sostienen la inferencia de los juicios correctos o justificados. El principio 
de utilidad es el principio a partir del cual todas las otras reglas se derivan o se validan. 
El inductivismo parte del caso y elabora la teoría a partir de allí por analogía. Este modelo de justificación 
procede de manera ascendente. Brinda importancia a la tradición moral, experiencia y juicios como base de las 
normas generales y la teoría. La teoría surge de la base empírica. Debemos utilizar los acuerdos y practicas 
existentes como el punto de partida desde el cual generalizar normas como principios y reglas. Uno de los 
problemas es que pueden filtrarse orientaciones y prejuicios.
El tercer modelo se niega a dar prioridad a la estrategia descendente o a la ascendente. John Rawls utiliza el 
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término “equilibrio reflexivo”. Considera que la teoría debe comenzar con nuestros “juicios sopesados o 
ponderados”. Estos se basan en las convicciones morales en las cuales tenemos confianza y creemos que tienen 
el menor nivel de sesgo. Son los juicios en los cuales nuestras capacidades morales se pueden desplegar con la 
mayor probabilidad sin distorsión. 
El objetivo del equilibrio reflexivo es apelar, adaptar, cortar y ajustar estos juicios de manera que coincidan y 
sean coherentes con las premisas de la teoría. Se comienza con juicios paradigmáticos acerca de la corrección o 
incorrección moral, y a partir de allí se construye una teoría más general que es consistente con estos juicios. 
Los compromisos teóricos iniciales
Los juicios particulares expresan una conclusión sobre una acción particular. Se justifican por las reglas morales, 
las cuales a su vez se justifican por principios que se defienden con una teoría ética. 
Tanto Beauchamp como Childress sostienen diferentes teorías. Están de acuerdo en el nivel de las reglas o 
principios pero existen disidencias entre las teorías de base que cada uno de ellos propone. Adherir a un enfoque
utilitarista o deontológico afecta la vida moral. 
“Los juicios particulares se justifican por reglas morales que, a su vez, se justifican con principios que, en última 
instancia, se defienden con una teoría moral”.
Contenido y alcance de los principios prima facie 
 Autonomía: la idea central de la autonomía personal es una extensión de la soberanía política a la de 
autogobierno individual. Una autorregulación que se mantiene libre de las interferencias de los otros y 
de las limitaciones personales. La persona actúa de acuerdo con un plan libremente elegido e informado.
Beauchamp y Childress caracterizan las acciones autónomas en términos de electores normales que 
actúan intencionalmente, con conocimiento y sin influencias de control que determinan la elección. La 
primera condición es una cuestión de planificación por parte del agente. Las acciones son intencionales 
(y autónoma) o no intencionales (y no autónomas). 
 No maleficencia: asociado con la máxima primum no nocere (ante todo no dañar). Algunos lo toman 
como base de la moral social. La mayoría de las personas tiene la convicción de que ciertas obligaciones 
de no dañar a otros no solo son diferentes sino que, además, son más fuertes que las obligaciones que 
implican dar pasos positivos para beneficiar a otros. 
No maleficencia no se debe infringir daño o mal. 
Beneficenciase debe prevenir el daño, remover el daño y hacer o promover el bien. 
 Beneficencia: señala la importancia de contribuir al bienestar. El término puede sugerir actos de 
misericordia, caridad, obligación de ayudar a los otros a llevar a cabo intereses importantes y legítimos. 
Obligación de sopesar y balancear posibles beneficios y riesgos de una acción. Hay dos principios, el 
primero, el principio de beneficencia positiva, requiere la provisión de beneficios, el segundo, el principio
de utilidad, requiere el balance de daños y beneficios. La medicina preventiva o las intervenciones 
activas en salud pública brindan ejemplos de acciones sociales concretadas de beneficencia.
El principio implica sacrificios severos o altruismos extremos. Actuar con beneficencia es un ideal moral 
o una virtud pero que no implica una obligación. Raramente se justifican estas intervenciones porque el 
derecho a actuar en forma autónoma casi siempre sobrepasa las obligaciones de beneficencia. 
 Justicia: estas teorías sistematizan, simplifican y ordenan ciertas reglas y juicios, determinan como se 
deben distribuir bienes y servicios. Las teorías igualitarias priorizan el igual acceso a los bienes que 
cualquier persona racional desearía, las teorías libertarias enfatizan los derechos a la libertad económica 
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y social y las teorías utilitarias sostienen una mezcla de criterios para maximizar la utilidad. Beauchamp y 
Childress, buscan proveer el mejor cuidado de la salud en base a sus necesidades y promover el interés 
público a través de programas de contención del costo. También promueven el ideal de igual acceso al 
cuidado de la salud para todos, manteniendo un ambiente de libre mercado y competencia en el 
cuidado. 
Críticas de Gert y Clouser 
Al poco tiempo de la publicación de “Principios de ética biomédica” se identificó a la bioética con los cuatro 
principios, denominándosela despectivamente el “mantra de Georgetown”. Bernard Gert y Danner Clouser 
interpretan la propuesta de Beauchamp y Childress como un deductivismo con principios de fluctuación libre 
cuyo gran problema es no proveer genuinas guías para la acción. Señalan dos objeciones. La primera alude al uso
equivocado de los principios. Argumentan que la mejor interpretación es considerarlos como “listas para 
chequear”. Los principios oscurecen y confunden el razonamiento moral dado que fallan como guías para la 
deliberación, a raíz de su falta de sistematicidad y eclecticismo en el uso de la teoría moral. Los principios no 
“sintetizan” una teoría cuando esta tiene más de un principio, la relación entre ellos debe quedar clara. Los 
principios de Beauchamp y Childress tampoco proveen una directiva específica para la acción. 
El segundo tipo de objeción destaca que, el agente no es consciente de los fundamentos reales de su decisión 
moral: esta propuesta sugiere que se ha aplicado un principio cuando en realidad se han balanceado diferentes 
consideraciones superficialmente interrelacionadas. 
Análisis de Richardson y De Grazia 
Hay dos artículos de Richardson y De Grazia, el primero continua y sostifica el análisis propuesto por Beauchamp 
y Childress a través del desarrollo de la especificación de normas. Richardson plantea que frente al conflicto 
entre normas existen dos opciones: la aplicación, a partir de una norma se deriva lo que se debe realizar. Esta es 
la estrategia típica del método deductivo. Y la segunda es el balanceo, la deliberación y juicio intuitivo acerca del 
peso relativo de las normas.
Richardson formula una nueva propuesta: la especificación, la cual aspira a proveer un esquema que permita 
aplicar las normas a los casos para que indiquen que se debe hacer. Consiste en el desarrollo del significado y 
alcance de las normas generales mediante el ajuste o recorte de las mismas. De Grazia plantea la necesidad de 
dejar de lado las teorías deductivistas y avanza con la propuesta de una teoría coherentista. 
Según De Grazia, los puntos rescatables de la propuesta de Beauchamp y Childress son que: no hay 
fundamentación racionalista de la moralidad, los autores reconocen la falta de un principio supremo o la 
existencia de varios principios conectados de los cuales puedan derivarse todos los juicios morales correctos, 
reconocen la necesidadde un procedimiento de decisión que pueda distinguir los juicios intuitivos correctos de 
los incorrectos.
Para De Grazia las debilidades son: los autores plantean una actitud ambivalente en relación con las teorías 
éticas. Sugieren, que las teorías éticas tienen un rol significativo en la justificación; no hay un método claro de 
justificación discursiva cuando hay conflictos; resulta confuso de qué modo y en que niveles puede utilizarse el 
equilibrio reflexivo; suponiendo que los principios se basan en la tradición, no se ofrece una defensa de tal 
fundamentación. 
Para el equilibrio reflexivo amplio, los principios se obtienen de una teoría filosófica de base y no solo de juicios 
sopesados. Esto le daría independencia teórica. El equilibrio reflexivo estrecho, se originaria en los juicios 
sopesados. 
Beauchamp y Childress consideran que los principios se derivan de los juicios “aceptados”. 
Gert y Clouser critican la teoría de los principios por no ser suficientemente deductivista, Richardson y De Grazia 
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por no ser coherentista. Beauchamp y Childress proponen una ética de la moral común. Esta basa gran parte de 
su contenido en las creencias habituales compartidas, una de las funciones de la moral común es permitir 
evaluar y criticar actos locales que no permiten establecer principios básicos. Los principios de la moral común 
son universales. La teoría de la moral común incrementa su contenido moral mediante un método que clarifica e 
interpreta el contenido, da coherencia, especifica y pondera normas. 
La moral común es la última fuente de las normas morales. Moral común la definen como el conjunto de normas 
que todas las personas moralmente serias comparten y la vinculan al discurso de los derechos humanos. 
Introducir dos niveles teóricos interactuando en el discurso de Beauchamp y Childress:
 Nivel formal o estructural de la teoría: da un lugar prioritario a los principios dentro una estructura 
deductivista. 
 Nivel práctico u operacional de la teoría: donde juegan con igual fuerza virtudes, derechos y principios. 
Engelhardt y el individualismo fuerte 
El objetivo de Engelhardt es elaborar una reflexión bioética para una sociedad posmoderna. Busca 
elaborar un sistema moral basado en el consenso, en el marco de una sociedad secular, plural y pacífica. 
Engelhardt señala que convivimos con personas que no comparten un mismo sistema de creencias o 
ideologías a los que denomina “extraños morales”. La bioética para la época posmoderna no puede tener
la pretensión de establecer contenidos válidos para todas las personas. 
El principio de beneficencia debe entenderse en el sentido de que la meta de la acción moral es lograr 
beneficios y evitar los perjuicios. Engelhardt apela a dos principios más para dirimir los problemas que se
plantean en relación con las desigualdades morales y económicas y las prerrogativas del estado. El 
primero es el principio de propiedad. La propiedad procede del permiso y se constituye en el ámbito del 
respeto mutuo. También propone el principio de autoridad política, la cual moralmente justificada, se 
deriva del consentimiento otorgado por los gobernados y no de un criterio establecido acerca de lo que 
constituye la vida buena.
Prioriza el principio de permiso. Sigue una propuesta libertaria. De acuerdo con su posición, no se puede 
justificar un derecho a la atención de salud, ni fundamentar algún tipo de obligación correlativa por 
parte del estado. Aboga por un individualismo extremo y descalifica la posibilidad de recibir asistencia 
médica debido a las dificultades para “imponer un sistema sanitario”. 
Video clase 8/4
La teoría de los principios es hegemónica, dominante, que fue completada de a poco. En el año 1700 
había una tensión entre el utilitarismo y deontologismo.
La bioética es un campo restringido que necesita fundamentación de la ética. El utilitarismo es una 
actividad consecuencialista, desarrolla un principio en el cual la acción correcta sea medida por el efecto 
de su consecuencia. 
El deontologismo propone una ética de la inmediatez, sin mediación con la consecuencia. Kan distingue 
del mundo sensible (experiencia) y el inteligible (razón). La razón es la capacidad de universalizar todas 
las experiencias concretas. El principio moral depende de la dignidad del hombre que es su racionalidad. 
La consecuencia es que el hombre es libre y autónomo. El principio de la fundamentación de la acción 
practica se llama imperativo categórico.
Enfoques éticos alternativos 
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El utilitarismo y el deontologismo han perdido protagonismo debido a los debates en filosofía moral que 
se concentraron en señalar las deficiencias de los enfoques normativos universalistas y generalistas. Se 
les objetó, su carácter individualista, la preeminencia que dan a la razón por sobre otras formas de 
conocimiento moral, su priorización de los principios para regular el comportamiento humano y su falta 
de atención a elementos particulares y concretos presentes en cada situación. Dentro del campo de la 
bioética, las críticas han tomado como blanco al deductivismo y principismo, enfoques influenciados por 
el deontologismo y el utilitarismo. 
Estas propuestas tienden a rechazar la idea de que se puede codificar la moralidad de manera 
sistemática y tienden a desestimar perspectivas universalistas. La fuerza moral depende del contexto en 
el que se revela. 
La ética de la virtud 
A mediados del siglo XX, un grupo de filósofos reclamo un retorno a la ética de la virtud. La idea central 
es que la filosofía moral debe ocuparse de la persona y de la adquisición del conjunto de disposiciones y 
rasgos de carácter que la llevaran a actuar de manera correcta. La evaluación moral de las personas 
requiere conocimiento sobre su vida moral, sus motivos, intenciones, creencias, emociones y rasgos 
deliberativos. 
Esta ética tiene un carácter teleológico: según Aristóteles la moralidad consiste en ejecutar acciones 
orientadas a una meta o fin determinado. Debe haber un fin supremo o último a lo cual todos los otros 
fines se subordinan. Lo llama eudaimonía y lo concibe como una forma de vida. Tiene que ver con la 
actualización de lo que es propio del hombre: su capacidad de razonar. La define como “una actividad 
del alma conforme a la virtud; y si las virtudes son varias, conforme a la mejor y más perfecta. La 
eudaimonía y la virtud están íntimamente relacionadas. 
Las virtudes son disposiciones, actualizaciones de la naturaleza racional de los humanos. Hay dos tipos 
de virtudes: las morales que constituyen excelencias de carácter y están relacionadas con los 
sentimientos y las acciones; y las intelectuales que se adquieren mediante la instrucción, y constituyen 
perfecciones respecto del conocimiento y la verdad. 
Se define a la virtud moral como “un hábito selectivo consistente en una posición intermedia para 
nosotros, determinada por la razón y tal como la determinarían el hombre prudente”. Las virtudes 
morales no son innatas. Quien siente placer en el cumplimiento de actos virtuosos manifiesta la calidad 
moral de su carácter. 
La virtud moral apunta a un término medio entre el exceso y el defecto, que constituyen vicios. La virtud 
moral se apoya en la decisión de la persona. El mero reconocimiento del bien no asegura que se lo elija. 
La definición de virtud moral de Aristóteles alude al razonamiento y al ejercicio de una virtud intelectual:
la sabiduría práctica. La virtud moral es una disposición para elegir, pero los fines elegibles no son 
determinados por el deseo sino que son obra de la razón. La sabiduría práctica permite coordinar el 
intelecto y las emociones con el objeto de lograrla virtud moral. 
Hay críticas a esta ética, una señala que no provee pauta sobre cómo actuar en casos específicos. Se 
concentra demasiado en el carácter de quien actúa y deja sin respuesta cuestiones morales urgentes y 
moralmente más relevantes. Cada virtud genera una instrucción positiva y cada vicio una prohibición. 
Una segunda crítica se concentra en la importancia que Aristóteles otorga a la sabiduría práctica. Esta es 
una virtud que parece requerir la existencia de un cierto consenso sobre qué es lo que los humanos 
deben valorar. Pero en sociedades multiculturales tal consenso es inexistente. Los teóricos de la virtud 
responden que las conclusiones de toda teoría normativa adecuada deben estar por lo menos 
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parcialmente determinadas por consideraciones sobre lo que es valorable. 
Una tercera objeción se concentra en el carácter teológico. Para Aristóteles, era natural suponer que las 
acciones tienen un propósito y que los humanos tienen una finalidad hacia la cual tienden naturalmente.
Responden que el problema de falta de claridad respecto a las nociones fundamentales no es un 
problema que caracteriza sólo a la ética de la virtud. 
Elizabeth Anscombe planteó la necesidad de apelar a las virtudes para dar sentido a la filosofía moral. La 
noción de deber moral se halla enraizada en una concepción religiosa. Los filósofos de la modernidad 
rechazaron concepciones religiosas, trataron de secularizarla manteniendo la validez de las normas 
morales intersubjetivamente compartidas. Apelaron a otras fuentes como leyes naturales que asumen 
un carácter normativo. Esto fracasó. Para rechazar la creencia en la existencia de un dios que impone 
obligaciones y preservar la validez de ciertas normas de comportamiento, debemos apelar a otra fuente 
de legitimación: las virtudes. Sin embargo, no nos habilita para utilizar el lenguaje de las obligaciones y 
deberes: estas nociones presuponen la existencia de una autoridad que las fundamenta. 
MacIntyre nota que apelar a las consideraciones racionales no resuelve desacuerdos éticos: no existe 
una tradición moral compartida a partir de la cual se pueda razonar. Necesitamos una base de valores 
compartidos. 
La propuesta neoaristotélica de MacIntyre se desarrolla en torno a: “práctica”, “tradición moral” y 
narrativa personal. Una práctica es una actividad con criterios de excelencia y bienes internos a la 
misma, que se logran solo cuando quienes las practican lo hacen de acuerdo con las reglas de cada una. 
Estas reglas emergen de las prácticas mismas y están influenciadas por relaciones, tradiciones, valores y 
contexto histórico. MacIntyre argumenta que las virtudes son los rasgos de carácter que disponen a una 
persona a actuar en función de los bienes internos y los objetivos de las prácticas. 
Martha Nussbaum ha argumentado que deberíamos deshacernos del término “ética de la virtud”. La 
preocupación por el desarrollo del carácter no es exclusiva de los pensadores de la virtud. 
Perspectivas sobre el papel que deben cumplir las virtudes dentro de esta disciplina: 
apelar a la virtud puede suplementar y enriquecer las orientaciones principistas en dos sentidos. En 
primer lugar, en la práctica moral juzgamos no solo las acciones sino también su carácter y motivaciones.
Tiene sentido incorporar la virtud como factor moralmente significativo. En segundo lugar, los principios, 
reglas y códigos por si solos no son útiles en la toma de decisiones puesto que son generales y 
abstractos. 
Una segunda postura mantiene que es imposible actuar correctamente sin la virtud. La forma en la que 
actuamos es tan importante como la acción. 
Una tercera postura dice que la virtud debe reemplazar a los principios, de manera tal que se libere a la 
acción de todo compromiso con reglas. Ésta es vulnerable a múltiples objeciones. Uno de los problemas 
es el de decidir cómo actuar en casos específicos. Las virtudes son variables, no pueden garantizar que la
persona siempre sabrá cómo actuar correctamente. En muchos casos las reglas y principios son un punto
de partida esencial para la acción moral. Apelar a las virtudes no proporciona una manera clara de 
resolver conflictos. 
El enfoque de la virtud basa a la moralidad en hechos sobre la naturaleza humana o en el desarrollo de 
tradiciones culturales particulares. Atiende a aspectos menos conscientes de la motivación. 
El comunitarismo 
El interés contemporáneo en torno a la ética de la virtud se ha visto acompañado por un énfasis en la 
noción de comunidad. Según MacIntyre la moralidad abstracta y universal no existe. Cuando una 
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persona se cría en una sociedad su tradición moral incluye un conjunto de ideales. 
El comunitarismo es una perspectiva en filosofía política y moral que sostiene que solo en el contexto de 
la comunidad y de prácticas locales y concretas se puede lograr genuina agencia moral y política. Para el 
comunitarismo, la ética es un proyecto de grupo en una comunidad que constituye el corazón del 
proceso de socialización moral del sujeto. 
Beauchamp y Childress distinguen entre un comunitarismo militante y otro moderado. El militante 
rechaza las teorías liberales, mientras que el moderado enfatiza la importancia de la comunidad pero 
trata de acomodar ciertos preceptos liberales. 
Características del comunitarismo:
 Concepción de la persona: la teoría ética debe superar la concepción individualista de la persona. Es a 
través de su pertenencia a una variedad de grupos sociales que el individuo se identifica y es identificado
por otros. 
 Relaciones sociales: los vínculos son algo extrínseco al individuo, expresión de las elecciones de cada 
persona y sin relevancia constitutiva. El comunitarismo teoriza al yo relacionado con otros como 
primario y fundamental en la vida moral. 
 La comunidad: el comunitarismo la concibe como un centro de cooperación en el que las interacciones 
de los individuos se caracterizan por la presencia de sentimientos y lazos afectivos. Importante es la 
promoción de los valores necesarios para afianzar el grupo. La vida es más valiosa cuando está guiada 
por valores comunales y colectivos. En tanto los miembros de la comunidad no sólo comparten valores 
sino que estos los definen, se rechaza de plano toda descripción atómica del comportamiento ético.
Dentro de la bioética, el comunitarismo no ofrece procedimientos para tomar decisiones sino que aporta una 
manera de pensar sobre los problemas éticos que se plantean. La concepción de los humanos como 
esencialmente sociales tiene ramificaciones que afectan el tipo de cuidado médico que se debe brindar y los 
principios a los cuales tiene que darse prevalencia en la determinación de cómo actuar. Daniel Callahan, 
defiende las ventajas del racionamiento. La determinación sobre qué curso de acción tomar no puede ser 
resultado de la consideración de los deseos individuales, intereses y derechos: estas nociones, conectadas con 
líneas de pensamiento liberal, son insuficientes. Deben examinarse los valores que se desea fomentar. 
Con respecto al tema de la toma de decisiones médicas, Nelson ha argumentado que un punto de vista comunal 
es superior a uno individualista. Nuestros familiares tienen autoridad moral para tomar decisiones sobre nuestro 
tratamiento. 
De acuerdo con Ezequiel Emanuel lo que genera la actual falta de consenso en la resolución de problemas 
bioéticos es la filosofía política liberal que sustenta a las leyes, políticas y prácticas de la sociedad. Propone una 
filosofía política alternativa, a la cual denomina liberalismo comunitarista, que afirme al pluralismo pero al 
mismo tiempo insista en la necesidad de apelar a las concepcionesde la buena vida para justificar leyes y 
políticas. 
El comunitarismo reconoce que los principios morales están vinculados a tradiciones históricas concretas y que 
su peso y trascendencia dependen de tales tradiciones. No se trata de obviar a los principios, sino de 
entenderlos de manera diferente. Hay críticas:
 La postura metafísica de que los humanos están constituidos por relaciones sociales y comunales no 
justifica la idea de que el ser humano considerado relacionalmente es superior desde una perspectiva 
moral al ser humano concebido de forma individualista. El comunitarismo supone la superioridad moral 
del ser racional. 
 La noción de comunidad es vaga y sus contornos no quedan demasiado explicitados. 
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 Pensadores han notado que es posible reconciliar ideales liberales de autodeterminación con la 
pertenencia a comunidades. 
 Mientras que en la práctica es común que las personas supongan que las reglas morales de su 
comunidad son obligatorias, de ello no se sigue que éstas sean en realidad moralmente necesarias o que
deban ser siempre tomadas como punto de partida moral. 
La narrativa 
La presentación de narraciones o casos es el punto de partida de la deliberación moral. Los enfoques narrativos 
en la bioética se caracterizan por enfatizar el rol de las narraciones en la disciplina y por proponer un híbrido de 
teoría literaria y teoría ética, profundizando el examen de cada caso, diseccionándolo para develar puntos de 
vista, diálogos y biografías con el objeto de entender que pasa y por qué es relevante. Agudizan la sensibilidad 
moral. La lectura de novelas nos presenta modelos de carácter y de comportamiento, da lugar a lo emocional y 
afina la percepción moral. Los contenidos de las teorías morales se manifiestan más plenamente en obras 
literarias. 
Un segundo tipo de historias está constituido por aquellas fabricadas con el objeto de entender el significado 
moral de hechos específicos. Charon afirma que la construcción de narrativas impacta positivamente en la 
relación médico-paciente: lleva a que los médicos y los estudiantes optimicen la atención de sus pacientes y 
satisfagan sus propios compromisos. Las narrativas e historias pueden ser invocadas para ilustrar o apoyar un 
punto moral determinado. En la bioética se utilizan narrativas como objeto de comparación o paradigma para 
analizar nuevos casos. Éste es el uso que les da el razonamiento casuístico, que vira de casos claros y 
consensuados a casos más complejos, buscando semejanzas y diferencias y razonando analógicamente. 
Históricamente, quienes hacen teoría ética tratan de validarla aplicándola a casos que se supone confirman su 
aplicabilidad. 
Chambers: los casos que se discuten en la bioética no son ni objetivos ni constituyen un punto de partida 
neutral. La narración constituye un instrumento retorico elegido y modelado por su autor para entender un 
determinado punto de vista. Agich señala que las narraciones clínicas no solo pueden revelar aspectos 
significativos sino también confundir acerca de la compleja experiencia de la enfermedad y del tratamiento. 
Hay resistencia de algunos narrativistas de que las narrativas de por si se autojustifican, o que pueden 
reemplazar a la teoría ética. MacIntyre dice que la moralidad está fundada en la “situacionalidad” humana, sus 
tradiciones e historias. Para justificar narrativas se necesitan criterios independientes, derivados de principios y 
normas. 
Lindermann sostiene que las narraciones son prima facie privilegiadas, nos permiten dar sentido a diferentes 
eventos y, contribuyen en la tarea de la justificación moral. Pero no se autojustifican. Las narraciones deben ser 
legitimadas, testeada sobre la base de historias de otros y la evidencia existente. 
La casuística 
Es un método inductivista. Surgió como respuesta a dos hechos: el fracaso de los modelos deductivistas para 
resolver dilemas morales en el ámbito de la medicina; y la importancia que se otorga al caso en la medicina 
clínica. Sus raíces son en el pensamiento occidental. El razonamiento moral, es esencialmente práctico. 
Toulmin y Jonsen se refieren a la casuística como un método retorico de argumentación. Su característica es la 
primacía que da a las circunstancias concretas de los casos reales y a las normas específicas que las personas 
invocan cuando confrontan dilemas. Sostiene lo siguiente: primero, no existe una teoría única que pueda captar 
la diversidad de valores morales. Acentúa la importancia de lo particular. Segundo, en nuestra vida cotidiana 
nuestro razonamiento moral no consiste en un razonamiento deductivo. Consideran que si la certeza moral 
existe, ésta se encuentra en los casos particulares y no en las teorías abstractas. Este método debe comenzar con
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una tipología de casos. Está la impresión de que la casuística se opone al principismo. Beauchamp acepta que los
casos paradigmáticos pasan a ser cruciales en la discusión de nuevos casos, el razonamiento analógico propio de 
la casuística requiere por lo menos algunos principios, reglas y normas, por lo cual no la considera una 
alternativa opuesta a los principios, sino un complemento. Jonsen explica que se puede concebir como 
alternativa. Los principios éticos deben ser invocados en cualquier discurso moral y por ello no se puede hacer 
casuística sin principios. El peso de cada principio depende del contexto. La más fuerte tiene que ver con la 
cuestión de cómo determinar el caso paradigmático que cumple un papel central en este tipo de razonamiento. 
Apela a tradiciones y prácticas. 
La ética del cuidado 
Cuidado como categoría ética fundamental. Se suele asociar esta corriente con la ética de la virtud. Insiste en la 
importancia de cultivar capacidades que faciliten la comprensión imaginativa del punto de vista y de las 
situaciones de otros. Cuidado es crucial para lograr la realización humana y las acciones correctas. No se debe 
reducir la ética del cuidado a la de la virtud por dos motivos. En primer lugar, la ética de la virtud se concentra en
rasgos de carácter mientras que la del cuidado, pone el foco en las relaciones humanas. En segundo lugar, la 
ética de la virtud se basa en una concepción específica de la naturaleza humana que no se encuentra presente 
en la ética del cuidado. Las mujeres tienden a enfatizar los elementos particulares, la singularidad de las 
necesidades de otros, y la receptividad a los sentimientos, se parte del carácter relacional del ser humano y se 
busca proteger a los afectos. Desde el punto de vista moral de la justicia, se manifiesta una tendencia a acentuar 
los ideales abstractos, derechos y a acatar principios imparciales. 
La ética del cuidado está basada en la idea de que el yo es relacional, conectado con y dependiente de otros. Se 
opone al individualismo. 
Las éticas principistas recomiendan la adherencia a principios en la comprensión y resolución de problemas 
morales. La ética del cuidado aconseja cautela respecto a los principios, adherencia a los efectos y las relaciones 
personales, y especial atención a los elementos particulares de cada situación. 
Las éticas principistas consideran a las emociones como distracciones que deforman la capacidad de responder 
moralmente a las situaciones que confrontan. Para una ética del cuidado, el razonamiento moral requiere el 
entrecruzamiento de lo afectivo, cognitivo y racional. 
Las éticas principistas ven a la deliberación como una forma de arbitrar distintos reclamos morales, mientras que
para la ética del cuidado tal deliberación se centra en sustentar conexiones satisfaciendo las necesidades de 
todas las partes. 
Para Annette Baier, la ética del cuidadodebe ser concebida como una ética basada en el amor, responsabilidad y 
confianza. Para Noddings, la experiencia moral no es una cuestión de principios absolutos e imparciales sino de 
respuesta afectiva a las vulnerabilidades de otros. 
La ética del cuidado valoriza rasgos de carácter que son resultado de la subordinación de las mujeres. No se debe
tratar de cultivar la actitud del cuidado y atención a las necesidades del otro puesto que éstas son resultado de 
sociedades opresivas. La tarea de brindar cuidados puede llevar a la explotación y al auto sacrificio injustificado. 
Una ética no puede olvidar la noción de justicia que exija respeto y promoción de los intereses de todos los 
involucrados. El cuidado sin normatividad puede llevar a la explotación y auto eliminación de quien cuida. 
La actitud de cuidado se traduce en la práctica en la promoción del bienestar de cada parte. Riesgo inherente: 
posibilidad de opresión por parte de quien recibe cuidados. La manera de evitar esto es escuchar, ser receptivo a
las necesidades, evitando la identificación que lleva al silenciamiento. El enfoque del cuidado es adecuado en la 
esfera de lo privado pero no es útil en el contexto de relaciones con extraños. Los teóricos argumentan que la 
tarea moral no se limita a la resolución de conflictos entre extraños. Cada relación privada y personal se 
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encuentra inmersa en otras que son afectadas por instituciones y estructuras sociales, de modo que no se puede
hacer una distinción entre las relaciones con extraños y aquellas con cercanos.
Nightingale mantuvo que las actividades terapéuticas no son demasiado relevantes en la relación paciente-
enfermera. La tarea principal es cuidar y atender. El cuidado entendido como receptividad y empatía hacia el 
paciente es la base de la enfermería. 
Casell sostiene que la noción de cuidado está inevitablemente unida a la obligación del médico de aliviar el 
sufrimiento. 
Nancy Jecker plantea que brindar cuidado forma parte de la provisión de servicios terapéuticos. 
De acuerdo con Carse, la adherencia fuerte a las reglas y los principios sin una actitud de cuidado puede llegar a 
fomentar la falta de compasión y empatía necesarias para dar esperanza y tratar adecuadamente al paciente. 
La ética del cuidado ha sido alternativamente alabada como un avance para el feminismo y criticada por rebatir 
los objetivos feministas y reforzar estereotipos femeninos. 
Sherwin explica “una ética femenina consiste en observaciones sobre como los enfoques éticos tradicionales han
ignorado las experiencias morales e intuiciones de las mujeres” una ética feminista deriva “de la perspectiva 
explicita del feminismo, de acuerdo con la cual la opresión de las mujeres es moral y políticamente inaceptable”. 
La ética del cuidado femenina debe entenderse como una alternativa a la perspectiva que subraya solo la 
relevancia de la autonomía y la libertad. 
Rosemerie Tong: “lo que hace que una ética del cuidado sea feminista es no solo que aplauda valores como el de
brindar cuidado, sino también que se rehúse que un valor como el de brindar cuidado haga caer en la trampa a 
las mujeres, requiriendo que ellas, pero no los hombres, se ocupen de otros”. 
La ética feminista 
Respecto de la ética, el feminismo plantea la necesidad de repensarla con el objetivo de revisar y reformular 
todos esos aspectos que minimizan o desvalorizan a las mujeres y su capacidad de actuar moralmente. La tarea 
consiste en desenmascarar los prejuicios de género existentes en los enfoques tradicionales, discutir sus puntos 
cruciales, cuestionar la adecuación de una moralidad basada en la deducción de principios abstractos que no 
atiende a los particulares, los contextos y las relaciones.
Jaggar identifica condiciones mínimas para que un enfoque ético pueda ser considerado feminista. En primer 
lugar, debe ser sensible a las desigualdades de género. Se desestima a la mujer y se desvalorizan rasgos 
asociados con lo femenino. Se ubica a los varones en una posición privilegiada, puesto que se considera que 
representan a la humanidad entera.
En segundo lugar, necesitan comprender las acciones individuales en el contexto de las prácticas más 
abarcadoras. Exige que se mire al contexto social en el cual se presentan los problemas individuales. 
En tercer lugar, debe ocuparse no solo de los problemas morales que se plantean en el dominio público y en las 
relaciones entre extraños. Sino también de aquellos que suceden en ámbitos privados. Desde el feminismo se 
cuestiona la dicotomía público-privado, debido a las consecuencias que tiene sobre aquellos con menos poder. 
En cuarto lugar, debe considerar la experiencia de las mujeres y su agencia moral. Se tiene que reconocer su 
capacidad de tomar decisiones legítimas sobre condiciones que afectan sus vidas, y que su agencia moral merece
respeto. Es necesario examinar los contextos y las situaciones en las cuales las mujeres deben tener decisiones, y
cómo estos determinan el ejercicio de la agencia moral.
La orientación feminista no sólo considera que el género y el sexo son categorías analíticas importantes, sino que
busca entender cómo operan y trata de cambiar la distribución y el uso de poder para eliminar toda forma de 
opresión. Trata de identificar instancias de opresión y condenarlas moralmente, exigiendo su eliminación. 
Se propone la necesidad de desarrollar o bien una noción de imparcialidad que sea completada con otros 
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recursos morales o bien abandonar ese ideal, puesto que es imposible de alcanzar. 
El concepto de autonomía parece evidente que constituye un punto de partida para combatir la opresión y 
subordinación femenina. Los valores y compromisos que las personas poseen y con los cuales se identifican 
cuando ejercen su autonomía son resultado de su socialización. 
Los enfoques morales predominantes tienen una tendencia a considerar que sólo el uso apropiado del intelecto 
permite la comprensión y delimitación del fenómeno moral. En cambio, la ética feminista rechaza la separación 
entre emoción y cognición moral.
Lleva al reconocimiento y cuestionamiento de actitudes androcéntricas prevalentes en la práctica médica, y 
desenmascara desigualdades típicamente ignoradas. 
Una bioética feminista problematiza lo que es la asimetría de poder que fomenta la medicina y que afecta 
negativamente a seres socialmente vulnerables como las mujeres. La perspectiva feminista exige que se perciban
y cuestionen prácticas y actitudes que pueden estar reproduciendo y legitimando órdenes sociales injustos. Una 
perspectiva feminista incorpora elementos metodológicos y conceptuales diferentes que llevan a repensar 
nociones discutidas en la bioética. Otra noción debatida es la de derechos humanos. Se analiza la medida en que 
el lenguaje de los derechos puede ser utilizado para eliminar condiciones opresivas que limitan seriamente la 
agencia moral de las mujeres. El razonamiento basado en principios que se supone son universales e imparciales 
pasa por alto los contextos y las relaciones personales, elementos que el pensamiento feminista juegan un rol 
importante. 
Algunas feministas han argumentado que el reconocimiento de los intereses de las mujeres puede ser 
implementado precisamente mediante la utilización de los cuatro principios. 
Enfoques éticos alternativos 
Frente a los planteos clásicos: utilitarismo y teorías deontológicas y teoría de los principios aparecen enfoques 
éticos alternativos o complementarios con la idea de encontrar nuevos fundamentos u horizontes. No hay una 
mirada que pueda abarcar al unísono toda la realidad circundante, toda su magnitud y profundidad. Tienden a 
rechazar la ideade que se puede codificar la moralidad de manera sistemática y a desestimar perspectivas 
universalistas. 
En los enfoques éticos contemporáneos se ha revalorizado la fuerza moral de los contextos, rol y valor moral que 
tienen las emociones y lo desiderativo, formas de la sensibilidad: crucial en la vida moral y en la adquisición del 
conocimiento moral. 
Ante un conflicto en el marco de salud, enfermedad y morir, no sólo debemos recurrir a la amplitud y matices 
teóricos, sino también a las diversas formas de sensibilidad de la reflexión ético-filosófica. 
En el caso de la ética de la virtud, del comunitarismo y de la narrativa, hay una dimensión común: la formación 
del carácter, la educación y el hincapié en un determinado modo de ser; la importancia de educar las formas de 
la sensibilidad humana, tenida como fuente de conocimiento moral. 
Entre la narrativa y la casuística, la similitud es que cada caso es un relato.
Entre la ética del cuidado y la ética feminista, el nexo común es la critica que ambas han realizado sobre “cómo 
los enfoques tradicionales han ignorado las experiencias morales e intuiciones de las mujeres”; la ética del 
cuidado comparte elementos con la ética de la virtud en lo referente a los sentimientos que deben estar 
naturalizados en la práctica cotidiana. Con el comunitarismo comparte que responde a una tradición. Además, 
comparte con la narrativa, en el sentido de la permanente predisposición a la escucha de lo que el paciente tiene
para decir.
La ética feminista tiene un fuerte cometido político. Todo responde a recobrar una especie de “libertad y 
dignidad perdidas”. Cada enfoque pretende señalar algo respecto al concepto de autonomía. 
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De la teoría deontológica inferimos en referencia al plano individual: respeto por la decisión autónoma, por esa 
dignidad y vida singular. La narrativa apunta al destacar la fuerza del relato del paciente, su historia vital. 
Video clase 29/4 sobre enfoques alternativos
La ética de la virtud propone que las virtudes tienen algo que decir sobre la naturaleza del hombre. El 
comunitarismo dice que cada comunidad tiene que ponerse de acuerdo en cuál es la conducta esperable para 
cada comunidad en cada caso concreto. 
La literatura para la narrativa produce un modo de acción. Todo es construido en narrativa. 
Casuística significa casos. Va de lo particular a lo general. Es lo contrario a lo deductivismo. 
La idea de cuidado viene acompañado de responsabilidad ante el sufrimiento del otro. Esto es prioritario en la 
ética del cuidado. 
Bioética fundamental- Mainet 
La bioética es el sistema de ética científica. La crisis bioética tiene tres principales raíces históricas: catástrofe 
ecológica, la nueva biología y la medicalización de la vida. 
La catástrofe ecológica inspira una nueva ética de la vida humana y cósmica, extensiva a los animales y las 
plantas. La devastación de la tierra, el agotamiento de los recursos naturales y el deterioro de la biosfera, cuya 
causa es la explotación industrial del planeta por obra de la ciencia y la tecnología al servicio de la idea moderna 
del progreso. El homo infirmus viene a definir la condición del humanismo. El auge de la ecología es el resultado 
histórico de una relación dialéctica entre el hombre y la naturaleza. La ciencia moderna con la economía 
capitalista y la tecnología industrial, se ha hecho responsable de una polución y escasez de reservas sin 
precedentes. La crisis ecológica enseña como la naturaleza ha pasado, de ser un “medio” de producción y de 
hábitat para el hombre, a ser objeto universal del conocimiento y fin fundamental del quehacer humano. 
Ecología es la teoría y tecnología diagnostico-terapéutica de las heridas planetarias infringidas por la humanidad 
a la biosfera. La destrucción del ecosistema da peligros para la salud ambiental y la calidad de vida. La patología 
humana del ecocidio-patogénesis por alteración de los elementos adquiere características epidérmicas: 
enfermedades respiratorias crónicas, cáncer, malformaciones genéticas, mutaciones, trastornos de 
comportamiento. 
La ciencia proveerá una tecnología adecuada para sustituir los recursos naturales explotados, como también para
reducir y reciclar los desechos contaminantes. Pero solo una sabiduría ecológica puede desafiar la crisis de 
supervivencia mediante un cambio radical en la actitud hacia la naturaleza. 
El primer principio de la ética ambiental es el de reciprocidad por la interdependencia de los seres vivientes en 
un cuerpo cósmico amenazado por la patogenicidad del cuerpo técnico que consumen energía y producen 
desechos desequilibrando el ecosistema natural. Hace falta la educación en una nueva ética civil o cultura moral, 
a partir de la naturaleza como proyecto axiológico. 
La revolución biológica representa el inicio de una auténtica revolución cultural cuya novedad es estar no ya 
dirigida a la transformación de la naturaleza cósmica sino de la humana. 
Revoluciones culturales: transformaciones en el proceso de civilización que ocurren con carácter acelerado, 
radical y permanente. Confluyen la evolución biológica y la cultural, se trata de modificaciones materiales de la 
biosfera por la tecnosfera, de la naturaleza por la cultura. La primera revolución cultural fue la hominizadora, 
instauradora del regnum hominis, la serie evolutiva en el linaje que lleva al hombre actual. La segunda revolución
cultural, la neolítica, identificada por la intervención de la agricultura y la ganadería, el cultivo y la cría de 
animales. Se caracteriza por las técnicas de producción que desplazan como base económica a las técnicas de 
recolección. La cultura agrícola tiene como base trabajos tales como la labranza, siembra, regadío, fertilización, 
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cosecha y almacenamiento, determinantes de una actividad económica compleja y reglada por los ciclos 
naturales de la tierra nodriza. La sociedad se organiza según la distribución de la tierra, la división del trabajo, la 
distinción de clases y la institución del Estado. El proceso de civilización se transforma a radice con la tecnología 
agropecuaria y la escritura. 
La revolución industrial configura la civilización planetaria y la imagen tecnológica del mundo. Las tres 
revoluciones son culturales y biológicas, implican una transformación del mundo por la técnica y una 
transformación del sentido de la técnica como innovaciones radicales en la relación antropocósmica. 
Triptólemo representa en la mitología griega la saga de la revolución neolítica, la cultura del cultivo o trabajo de 
la tierra, con lo cual el hombre interviene en la naturaleza como productor. El sentido pigmaliónico o 
antropoplástico de la técnica consiste en el arte de esculpir o remodelar la naturaleza humana. 
El hombre no está ya limitado a adaptarse al medio como hizo en el paleolítico, ni a modificar su ambiente como 
desde el neolítico. Sino que tiene la posibilidad de transformarse a sí mismo y controlar la propia evolución 
biológica. El carácter revolucionario de la actual biología se aprecia en la técnica genética. Se han superado las 
barreras de la especie, para compatibilizar información hereditaria sin utilizar las terminales normales (sexuales),
haciendo así posible un intercambio de material genético entre las especies. Hoy la biomedicina es 
revolucionaria pigmaliónicamente por las formas humanas de vivir, nacer, procrear y vivir en sociedad. 
El problema es saber hasta qué punto es posible y lícita la intervención en la naturaleza humana, cuando la 
introducción de una nueva tecnología biomédica constituye un auténtico progreso en el sentido cualitativo del 
término, si la revolución significa liberacióno manipulación para el individuo y la sociedad, si sirve a la dignidad 
del hombre o conspira en la deshumanización. 
Pigmalión, es símbolo de la ambivalencia del hombre respecto de la naturaleza, a la vez límite y norma, 
resistencia a superar y modelo a imitar. La revolución biológica presta apoyo a la idea de que no existe la 
naturaleza humana. 
La medicalización de la vida: el triunfo de la medicina acarrea la conciencia de los límites y la apelación de los 
principios. La medicina siempre ha ejercido un poder normalizador o de control social estableciendo un orden 
normativo rival del de la religión y el derecho. El modelo sanitario dominante tras la 2 Guerra Mundial, la 
medicalización como sinónimo de una cultura de la salud (bienestar) o sociedad terapéutica. Se cuestiona la 
supuesta relación proporcional entre consumo y producción de salud, pero también el alcance de los conceptos 
médicos como criterios de moralidad, del mismo modo que se denuncia la mala salud iatrogénica o expropiación
del cuerpo por la institución médica. La de Knock es una medicina pedagógica y crematística, el maestro de 
escuela y el farmacéutico son sus aliados: para el primero, todos somos portadores de gérmenes, para el 
segundo, los remedios son los debidos alimentos. 
La más pura expresión de la medicalización de la vida es, el lenguaje ordinario medicalizado. La medicina 
medicaliza la vida a través del lenguaje y de la manera en que ésta organiza la experiencia y construye el mundo. 
La ciencia médica es un lenguaje técnico, la praxis médica traduce en sus propios términos la experiencia de la 
vida y construye un código de comunicación social que invade el lenguaje corriente. 
Figuras paradigmáticas de la medicalización del lenguaje son las metáforas médicas en nuestra cultura, la 
enfermedad como una metáfora según ciertos estilos patológicos que ejemplifican la construcción social de la 
realidad. Durante la modernidad se desarrolla un paradigma médico-político con un discurso propio que en 
nuestros días juega un papel en la comunicación social. Tucídides aplica el método hipocrático al análisis de los 
hechos sociales, utilizando los conceptos de enfermedad, contagio y la distinción entre síntoma y causa, los 
términos diagnóstico, pronóstico y tratamiento. El “discurso médico” en los actuales medios de comunicación 
tiene un uso notable por parte de la dirigencia política. El argumento paradigmático del código político 
medicalizado presenta: El país está enfermo, el diagnóstico es tal enfermedad y el tratamiento consiste en éstas 
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medidas. Este argumento prototipo encierra una metáfora fundamental o tácita. 
Las metáforas médicas en el código de comunicación social cumplen funciones: la función de real, ontológica o 
cosmológica; la función de experiencia, vivencial o fenomenológica; la función de interpretación, hermenéutica o
epistemológica; la función de prescripción, normativa o axiológica. La medicalización del lenguaje, no es una 
mera herramienta lingüística prestada por la medicina, sino una organización del mundo. La metáfora es un 
“trasporte” reversible. La medicina, con su triple dimensión científica, profesional y asistencial, se ha convertido 
en institución paradigmática de moderna reforma social. La salud es ahora cosa pública, objetivada como 
“bienestar”. Instancias configuradoras del debate público con lenguaje bioético: apelación a la justicia en la 
atención de la salud, apelación al beneficio en las intervenciones biomédicas, apelación a la autonomía en la 
relación terapéutica. La expansión de servicios medicos encarecidos por la tecnología, la mala praxis y el abuso 
de la seguridad social, determinan un generalizado aumento de consumo y gasto sanitario, volviéndose escasos 
los recursos disponibles y necesario asignarlos racionalmente. La teoría y la praxis de la justicia configuran el 
concepto y el cuidado de la salud. El problema de la justicia distributiva es ético y económico. 
La prolongación artificial de la vida a cualquier costo, constituye un relativo fracaso cuando las personas ven sus 
vidas sometidas a circunstancias bajo las que no desean vivir. La reproducción artificial desconcierta como 
desafío al orden jurídico y social establecido para la maternidad y paternidad. 
El logro más revolucionario es la actual ética médica es la “introducción al sujeto moral en medicina”, la 
promoción del agente racional y libre en la relación médico-enfermo, a partir del principio de autonomía. 
La relación terapéutica ya no cuenta con una moralidad socialmente establecida y compartida, de modo que la 
autoridad no se deposita sino en la libre decisión de los individuos, y se sanciona el divorcio entre el médico y el 
enfermo. Reformulación sistemática en el orden de la patología, clínica y terapéutica, cuya realización histórica 
ha tenido lugar en tres sucesivas introducciones del sujeto en medicina, el sujeto del pathos, del logos y del 
ethos. El cambio se produce en la patología general, cuando los conceptos de salud y enfermedad son definidos 
respectivamente como bienestar y malestar. El cambio de la clínica, las realidades del enfermo y la enfermedad 
se comprenden desde una lógica probabilística. Hay un cambio en la terapéutica, como ponderación de los 
valores técnicos y humanos, que intervienen en la conducta médica, normatizada por los principios bioéticos. 
Geronima 
Ella vivía en Trapelco, en una cueva junto a sus hijos. Los llevaron a un hospital donde los bañaron. Se desconocía
la edad de todos. Tenían pésima condición social y estado. Uno de los hijos levemente enfermo pero con 
desnutrición y raquitismo. Otro con quistes hidatídicos pulmonares y la otra con cuadro bronquial. 
En su casa dormían todos juntos, no tenían frazadas. No comen todos los días, y cuando si lo hacen comen carne.
Geronima tuvo los cuatro partos en su domicilio, sin atención médica. 
Geronima tiene un brote psicótico como reacción a la hostilidad del medio. Su desnutrición e infecciones tienen 
origen psíquico. Había agredido violentamente a sus hijos. 
Se los llevará de nuevo a su hogar, tratando de incorporarlos en un medio social más evolucionado y protector. 
Reciben plata del estado. El hijo más grande también trabaja. 
Geronima cura a sus hijos con remedios naturales ya que no hay curanderos ni médicos. Tampoco los manda al 
colegio ya que tendrían que ir a vivir a otro lugar. Cuándo la madre trabaja le dan ropa para ella y los hijos. 
Ella dice que no tienen dios, pero sus padres sí lo tenían y le tiraban yerba al sol para que lo levante cuando 
estaba mal.
Este caso se salía de los marcos de nuestro mundo, al cual pertenecen los modelos de normalidad y 
anormalidad. Para Geronima, nuestro lugar fue el de los dueños de un poder que la sometió, transformó en 
objeto, provocó dolor, determino su salida de la tierra, e ingreso a un lugar sin elección. Hay dos realidades, la de
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Geronima y la de la institución hospitalaria. Los medicos están preparados para ver valores universales, que en 
realidad son de un determinado estamento social. Nuestro saber es un saber. No el de todos. 
Geronima y los hijos mueren, menos Eliseo. 
Video clase pública 
En Geronima hay dos realidades distintas. Tiene poco contacto con la civilización. Hay discrepancia entre las dos 
calidades de vida. El esfuerzo de la atención sanitaria es la que propago la enfermedad, el exceso de voluntad y 
buenos cuidados hizo que se enfermen. Atentaron contra la vida de esta familia. Todos somos interculturales y 
aportamos a la cultura. 
El problema es de la cultura. La institución hospitalaria fue ciega al comprender el modo de vivir de esta familia.

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