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XXVI JORNADAS VETERINARIAS - 2017 Autumn Davidson, DVM, MS, DACViM TRASTORNOS DE LA GESTACIÓN EN PERRAS Problemas anatómicos La detección (y posible corrección) de los estrechamientos del canal de parto debería producirse durante el examen previo al servicio, o al menos, durante el servicio, cuando podrían ocurrir problemas. Todas las perras reproductoras deben ser sometidas a un examen vaginal digital, aun cuando vayan a recibir servicio natural. Los estrechamientos tabicados pueden ser resecados, mientras que los estrechamientos circunferenciales pueden indicar la necesidad de inseminación artificial y cesárea programada. El edema de la preñez puede ocurrir hacia el final de la gestación en las perras con notorio agrandamiento del útero, como una consecuencia de la compresión linfática. La trombosis de la preñez es un trastorno inusual con un probable componente genético, que puede causar signos similares. La diferenciación se puede hacer sobre la base del examen físico y la ecografía. La hiperplasia vaginal puede recurrir durante la fase final de la gestación en asociación con elevación transitoria y pretérmino del estrógeno, lo que puede comprometer el canal de parto. Los pezones no permeables o invertidos pueden predisponer a las perras y las gatas a la galactoestasis y la mastitis y deberían ser identificados en el momento del diagnóstico de preñez. Problemas uterinos: trabajo de parto prematuro La pérdida gestacional tardía atribuible a un trabajo de parto pretérmino o prematuro es un tópico controvertido de la reproducción de pequeños animales. En la fisiopatología del parto pretérmino en medicina veterinaria han sido implicados el hipoluteolismo, así como también la actividad uterina inapropiada acompañada por cambios cervicales, pero el síndrome no se comprende ni ha sido investigado por completo. Si bien la bibliografía de medicina humana es abundante sobre el tema, las publicaciones al respecto son pocas en medicina veterinaria. El trabajo de parto prematuro se define como los cambios en la actividad del útero y el cérvix que conducen a la pérdida de la preñez a través de la resorción o el aborto y para los cuales no se ha identificado ninguna causa metabólica, congénita, traumática o tóxica. El trabajo de parto prematuro se asocia con niveles de progesterona inferiores a 2 ng/ml. A menudo, el trabajo de parto prematuro es un diagnóstico retrospectivo, establecido después de una completa evaluación de la madre y los fetos debido a la pérdida de la preñez. Esta evaluación debe incluir una exploración metabólica de la madre en busca de enfermedades sistémicas e infecciosas, la histopatología de los fetos y placentas expulsados y la revisión del manejo de la perrera/gatera, incluidos aspectos como nutrición, medicamentos y factores ambientales. Todos los resultados son normales o negativos. Las madres que experimentan actividad miométrica prematura durante una preñez pueden o no exhibirla durante las preñeces posteriores, pero el síndrome puede ser una causa crónica de falla reproductiva. En medicina humana, el parto pretérmino complica al 10-12% de los embarazos, pero representa una morbimortalidad fetal del 80%. El diagnóstico de trabajo de parto pretérmino, que pone al feto en riesgo de parto prematuro, depende de la evaluación de la contractilidad uterina (mediante tocodinamometría) y la fibronectina fetal y la medición transvaginal del largo cervical por medio de ecografía, lo que en conjunto tiene un alto valor de predicción negativa. La amniocentesis también es aconsejada como un método de evaluación de la maduración pulmonar fetal y la invasión microbiana de la cavidad amniótica. La presencia de contracciones no justifica intervención por sí sola. La tocodinamometría identifica el inicio del trabajo de parto más temprano que la percepción materna subjetiva y, para aquellos grupos de alto riesgo, se aconseja el control uterino en la casa como prueba exploratoria inicial. Las gestaciones multifetales se asocian con cambios fisiológicos exagerados, los cuales promueven el trabajo de parto prematuro y complican la terapia tocolítica. Las mujeres con antecedentes de parto pretérmino parecen tener mayor riesgo de sufrir tal complicación en los embarazos posteriores. Si se indica intervención, los agentes tocolíticos son los aconsejados con frecuencia. Los antibióticos, el reposo pélvico y en cama y la hidratación no parecen ser beneficiosos. Las contraindicaciones para la terapia con tocolíticos incluyen grave preeclampsia, abrupción placentaria, infección intrauterina, anormalidades congénitas o cromosómicas letales, dilatación cervical avanzada y evidencia de compromiso fetal o insuficiencia placentaria. Los agentes tocolíticos inhiben las contracciones miométricas e incluyen betamiméticos (terbutalina, ritodrina), sulfato de magnesio, bloqueantes de los canales de calcio e inhibidores de la prostaglandina sintetasa (indometacina, ketorolac, sulindac). Las contraindicaciones para la administración de betamiméticos son arritmias cardíacas maternas, diabetes mellitus mal controlada e hipertiroidismo; los posibles efectos colaterales incluyen taquicardia e isquemia miocárdica materna o fetal, edema pulmonar e hipotensión maternos, e hipertrofia miocárdica, hiperglucemia e hiperinsulinemia fetales. La contraindicación para el uso de sulfato de magnesio es la miastenia gravis materna; los efectos colaterales incluyen letargia, debilidad muscular, dolor de cabeza, edema pulmonar y paro cardíaco en la madre, y depresión respiratoria, hipotonía, letargia y desmineralización en los fetos. Las contraindicaciones para emplear bloqueantes de los canales de calcio son enfermedad cardíaca, enfermedad renal o hipotensión maternas; los efectos colaterales incluyen náuseas, hipotensión y dolor de cabeza en la madre. La contraindicación para la administración de inhibidores de la prostaglandina sintetasa es el deterioro de la función renal o hepática en la madre; los efectos colaterales incluyen náuseas y reflujo gastrointestinal en la madre y contracción del conducto arterioso, hipertensión pulmonar, deterioro reversible de la función renal, hemorragia intraventricular, hiperbilirrubinemia y enterocolitis necrotizante en el feto. Los médicos tienen la esperanza de poder utilizar en el futuro con anticitocinas (interleucina 10) y antiprostaglandinas para lograr una supresión más completa del proceso patológico en múltiples sitios de su extensión, en lugar de tratarlo sólo en el final del trabajo de parto pretérmino. Se han realizado ensayos con pequeños grupos de personas, basados en el tratamiento profiláctico con progestágenos. No todos informaron resultados positivos con metaanálisis; la prevención del parto pretérmino o el mal parto recurrente parece basarse sólo en el uso de caproato de 17-alfa-hidroxiprogesterona (17-P), el metabolito natural de la progesterona. En un estudio, no se observó aumento de la tasa de anomalías congénitas en el grupo tratado con progesterona cuando se lo comparó con el grupo control. El beneficio del 17-P en la prevención del parto pretérmino al parecer fue mejor en una cohorte de mujeres con alto riesgo, pero aun así, la cohorte exhibió una alta tasa de partos pretérmino (36%) en comparación con el grupo control no tratado (54%), lo que indica que estaban involucradas otras causas del parto pretérmino. La terapia con tocolíticos fue agregada en el 17% del grupo tratado y el 16% del grupo control no tratado. Curiosamente, los niveles séricos de progesterona no fueron informados. El mantenimiento de la preñez en caninos y felinos requiere niveles séricos de progesterona superiores a 1-2 ng/ml, que disminuyen gradualmente durante la segunda mitad de la gestación y caen de manera abrupta a término (por lo general, el día previo o durante el día del parto). La progesterona promueve el desarrollo del tejido glandularendometrial, inhibe la contractilidad del miometrio (causa relajación del músculo liso uterino), bloquea la acción de la oxitocina, inhibe la formación de uniones comunicantes e inhibe la función de los leucocitos en el útero. En varias especies, los cambios locales en el nivel de progesterona o la proporción progesterona:estrógeno en la placenta o las membranas fetales son importantes para el inicio del trabajo de parto. Los antagonistas de la progesterona administrados a término pueden producir un aumento de la tasa de abortos espontáneos. En la perra, los cuerpos lúteos son la única fuente de progesterona, mientras que en la gata ocurre producción placentaria de progesterona en la segunda mitad de la gestación. La función lútea canina es autónoma al comienzo de la preñez, pero es apoyada por las hormonas luteotróficas (LH y prolactina) después de la segunda semana de gestación. El hipoluteolismo, insuficiencia lútea primaria que ocurre antes que la gestación llegue a término, es una causa posible, pero aún no documentada, de aborto tardío en perras por lo demás normales. Se ha documentado que la inducción del aborto cuando la preñez es normal, pero no deseada, requiere la reducción de los niveles plasmáticos de progesterona a menos de 2 ng/ml. El diagnóstico de pérdida gestacional causado por la luteólisis prematura es difícil y requiere la documentación de niveles inadecuados de progesterona en plasma previos al aborto y sin otra causa aparente. La medición precisa de los niveles de progesterona, en especial en el rango crítico de 1-3 ng/ml, no es segura usando los kits de ELISA disponibles en la actualidad para usar en consultorio. Unos pocos laboratorios académicos o de medicina humana privados proveen una prueba con la que se obtiene un rápido resultado (menos de 8 horas) que facilita el diagnóstico. Los niveles de progesterona disminuyen en respuesta a la muerte fetal; de esta manera, la documentación de un bajo nivel de progesterona después de un aborto no establece el diagnóstico de hupoluteolismo como la causa primaria del fracaso reproductivo. La administración de progesterona para mantener la preñez en madres con anormalidades fetales primarias, placentitis o infección intrauterina puede causar la continuación del crecimiento fetal con la posibilidad de distocia y sepsis. La administración de excesiva progesterona para mantener la preñez en una madre que, en realidad, no requiere tratamiento puede demorar el parto y tener un impacto sobre la lactancia, poniendo en peligro la vida de la perra y sus fetos, y puede masculinizar a los fetos hembras. Las madres sin aparente patología, pero con bajos niveles de progesterona documentados y antecedentes de pérdidas tardías de gestaciones a término también pueden ser evaluadas en busca de una actividad miométrica prematura a mitad de la gestación, usando el control uterino. La elaboración de prostaglandinas por parte del endometrio y la placenta asociada con actividad miométrica prematura puede producir luteólisis. La actividad uterina prematura que pone en peligro la supervivencia de los fetos puede ser identificada antes que ocurra una luteólisis importante; la intervención está indicada, si la preñez es normal más allá de esto. La administración de progestágenos y agentes tocolíticos, solos o en combinación, está indicada para disminuir la actividad miométrica. La intervención terapéutica en los casos de hipoluteolismo primario puede ser llevada a cabo mediante la administración de progesterona natural inyectable o progestágenos sintéticos orales. Los niveles séricos totales pueden ser controlados sólo cuando se suplementa el producto natural. La progesterona oleosa se administra por vía IM a razón de 2 mg/kg cada 72 horas. Altrenogest (Regumate, Hoechst-Roussel) es un progestágeno sintético elaborado para su uso en yeguas y se dosifica por vía oral a razón de 0,088 mg/kg cada 24 horas. Ambas formas de suplementación deben suspenderse oportunamente para no interferir con el parto normal: el producto sintético oral dentro de las 24 horas previas a la fecha de parto y la formulación de depósito natural inyectable dentro de las 72 horas previas. Esto requiere la apropiada identificación de la duración gestacional desde el momento de la ovulación (es de esperar que el parto ocurra 64-66 días después del pico de LH o la elevación inicial de la progesterona, o al cabo de 56-58 días desde el primer día de diestro citológico). Una identificación menos segura de la duración gestacional se realiza en función de la fecha de servicio (58-72 días desde la fecha del primer servicio), radiografías o ecografías. Se ha usado terbutalina (Brethine, Ciba Geigy) en una dosis de 0,03 mg/kg oral cada 8 horas para suprimir la contractilidad uterina en perras y gatas normales, excepto por sus antecedentes de pérdida pretérmino de preñeces. Es ideal que la dosis sea ajustada hasta efecto, usando tocodinamometría. El tratamiento se suspende 24 horas antes de llegar a término. Se necesitan más trabajos acerca de la fisiopatología del trabajo de parto prematuro y el parto pretérmino en la perra y la gata, que incluyan la evaluación de ovarios, placenta, miometrio y fetos en busca de factores contribuyentes. Se debe fomentar la realización de estudios multicéntricos, tendientes a la identificación de criterios para el diagnóstico del trabajo de parto prematuro significativo, tratamientos específicos, resultados y seguimiento (salud de la madre y los neonatos, preñeces posteriores). Alteraciones metabólicas La diabetes gestacional ocurre con poca frecuencia en las perras y las gatas y se atribuye al efecto antiinsulina de la progesterona (mediado por un aumento de los niveles de hormona del crecimiento) durante la fase lútea. Se presentan polidipsia, poliuria y polifagia con pérdida de peso. Las dietas ricas en proteínas y pobres en carbohidratos pueden ser de ayuda para las gatas, mientras que las dietas ricas en fibra promueven la euglucemia en las perras. La insulina puede estar indicada. Los fetos de gran tamaño pueden ser el resultado de un aumento de la producción de insulina en respuesta a hiperglucemia materna y puede causar distocia debido a una incompatibilidad fetal-materna. La toxemia de la preñez en la perra ocurre como resultado de la alteración del metabolismo de los carbohidratos hacia el final de la gestación, produciendo cetonuria sin glucosuria ni hiperglucemia. Las causas más comunes son la mala nutrición o la anorexia durante la segunda mitad de la gestación. Puede ocurrir lipidosis hepática. Una mejora de la nutrición puede resolver el cuadro en la mayoría de los casos, pero podría estar indicada la finalización de la preñez en los casos graves. La hiperemesis grávida (enfermedad de la mañana) no se comprende del todo en medicina humana. Típicamente ocurre durante la tercera semana de gestación (por lo que no es una consecuencia de un útero grávido grande) y se resuelve hacia la cuarta semana. Si persiste, se puede administrar con seguridad metoclopramida como antiemético. En los casos graves, puede ser necesaria la alimentación forzada. La tetania puerperal o eclampsia ocurre con mayor frecuencia durante las primeras 4 semanas posparto, pero puede ocurrir en las últimas semanas de la gestación. El cuadro ocurre en las perras con mayor frecuencia que en las gatas. La tetania puerperal puede poner en peligro la vida del animal, debido a la depleción de calcio ionizado en el compartimiento extracelular. Los factores predisponentes incluyen inapropiada nutrición perinatal, inapropiada suplementación de calcio y fuertes demandas por la lactancia. Las madres de pequeño tamaño con grandes camadas tienen un mayor riesgo. La excesiva suplementación prenatal de calcio puede conducir al desarrollo de tetania puerperal al promover la atrofia de la glándula paratiroides y la inhibición de la liberación de parathormona, lo que interfierecon los mecanismos fisiológicos normales para movilizar adecuadamente los depósitos de calcio y utilizar las fuentes dietéticas de calcio. La secreción de tirocalcitonina es estimulada. Es óptimo el uso de una fórmula comercial balanceada para animales en crecimiento, sin el agregado de vitaminas o minerales, durante la segunda mitad de la gestación y toda la lactancia. Se debe evitar el agregado de queso cottage, ya que altera el equilibrio normal entre calcio, fósforo y magnesio de la dieta. Las alteraciones metabólicas que favorecen la unión del calcio sérico con las proteínas pueden promover o exacerbar la hipocalcemia, como la alcalosis resultante de una hiperpnea prolongada durante el trabajo de parto o una distocia. La hipoglucemia y la hipertermia pueden ocurrir en forma conjunta. La intervención terapéutica se debe iniciar de inmediato ante el reconocimiento de los signos clínicos de la tetania, sin esperar la confirmación bioquímica. Los signos que preceden al desarrollo de las contracciones tónico-clónicas de los músculos incluyen cambios conductuales, salivación, prurito facial, rigidez y dolor de los miembros, ataxia, hipertermia y taquicardia. Se debe iniciar una intervención terapéutica inmediata mediante infusión IV lenta de gluconato de calcio al 10% (1-20 ml). La administración debe ser acompañada por control cardíaco debido a la posible presentación de bradicardias y arritmias; si éstas ocurren, se justifica la suspensión temporaria de la infusión y su posterior reinicio a una velocidad más lenta. Los corticosteroides no son deseables debido a que promueven calciuria, disminuyen la absorción intestinal de calcio e impiden la osteoclasia. La hipoglucemia debe ser corregida, si se presenta, y se debe implementar tratamiento exógeno de la hipertermia, si fuese necesario. Una vez controlados los signos neurológicos, se infunde por vía SC gluconato de calcio diluido en igual volumen de solución salina, cada 6-8 horas, hasta que la madre esté estable y sea capaz de recibir suplementación por vía oral. Se debe administrar gluconato o carbonato de calcio (10-30 mg/kg cada 8 horas). Cada tableta con 500 mg de carbonato de calcio aporta 200 mg de calcio. Se deben realizar los esfuerzos necesarios para disminuir en la madre las demandas por lactancia y mejorar su plan nutricional. Si la respuesta a la terapia es rápida, se puede retomar gradualmente la lactancia hasta que los neonatos puedan ser destetados con seguridad; por lo general, esto sucede a edad algo temprana (3 semanas), por lo que se debe fomentar el uso de sustitutos lácteos comerciales. En aquellas madres con antecedentes de eclampsia recurrente, se puede intentar la administración de calcio (carbonato de calcio a razón de 500-4000 mg/madre/día en tomas fraccionadas) durante toda la lactancia, pero no durante la gestación. EMERGENCIAS OBSTÉTRICAS: CONDICIONES CRÍTICAS DEL PREPARTO Y EL PARTO Aunque muchas perras y gatas dan a luz en sus hogares o en criaderos sin dificultad, el pedido de asistencia obstétrica veterinaria se está volviendo más común. El mayor valor financiero y emocional de los caninos y felinos reproductores y sus crías hace que las pérdidas evitables sean indeseables. En cuanto a las colonias reproductoras de instituciones académicas, científicas e industriales, se necesita maximizar la sobrevida de los neonatos por razones éticas y financieras. El compromiso veterinario en obstetricia canina y felina tiene varios objetivos: aumentar los fetos nacidos vivos (minimizar los mortinatos que son producto de dificultades en el proceso de parto), minimizar la morbilidad y la mortalidad de las madres y promover un aumento de la sobrevida de los neonatos durante la primera semana de vida. La sobrevida de los neonatos está directamente relacionada con la calidad del trabajo de parto. El manejo óptimo del parto requiere la comprensión del trabajo de parto y la expulsión normales en perras y gatas, así como también la capacidad clínica para detectar anormalidades en el proceso del parto. La distocia se define como la dificultad en la expulsión vaginal normal de un neonato desde el útero. La distocia debe ser diagnosticada en forma oportuna para que la intervención médica o quirúrgica mejore el resultado. Además, hay que identificar la etiología de la distocia para tomar la mejor decisión terapéutica. El diagnóstico eficiente de la distocia depende de la obtención de una apropiada anamnesis y la realización de un completo examen físico. El veterinario debe recabar con rapidez información sobre los antecedentes reproductivos (fechas de apareamiento, cualquier determinación del momento de ovulación, trabajo de parto histórico y reciente), así como también una historia médica general. El examen físico debe determinar el estado general de la paciente e incluir un examen pélvico digital y/o vaginoscópico para determinar la permeabilidad del canal de parto; además, debe efectuarse la evaluación del tamaño de la camada y fetal (la radiografía es la herramienta más útil), la viabilidad fetal (es ideal la evaluación mediante Doppler o ecografía en tiempo real) y la actividad uterina (la tocodinamometría es el método más útil). Gestación y parto normales Es común que se les pida a los veterinarios que determinen si una perra o gata tienen una preñez a término o están cronológicamente listas para parir una camada y, luego, intervengan si el trabajo de parto no ha comenzado. La determinación precisa de la edad gestacional puede ser difícil, en especial si han ocurrido numerosas copulaciones y no se realizó una evaluación del momento de ovulación. La gestación prolongada es una forma de distocia. El cálculo de la edad gestacional en las perras representa un mayor desafío que en las gatas, ya que las primeras tienen ovulación espontánea. La gestación normal en la perra es de 56-58 días desde el primer día de diestro (detectado por citología vaginal seriada y definido como el primer día en que el recuento de células cornificadas/superficiales retorna a ≤50%), 64-66 días a partir de la elevación inicial de progesterona desde el valor basal (por lo general, superando los 2 ng/ml) o 58-72 días desde el primer servicio. La supuesta duración de la gestación sin la determinación del momento de la ovulación es difícil debido a la disparidad entre la conducta estrual y el momento real de la concepción en la perra, y el tiempo durante el cual el semen permanece viable dentro del tracto reproductivo de la perra (a menudo, un lapso superior a 7 días). Las fechas de apareamiento y concepción no se correlacionan lo suficiente para permitir una predicción muy precisa de la fecha de nacimiento. Además, los signos clínicos de preñez a término son inespecíficos: el aspecto radiográfico de la mineralización del esqueleto fetal varía a término; el tamaño fetal varía según la raza y el tamaño de la camada; y la caída de la temperatura corporal (típicamente por debajo de 37 °C) no siempre es detectada y, además, varía en muchas perras. La raza, la cantidad de partos y el tamaño de la camada son factores que también pueden influenciar la duración de la gestación. Debido a que la gata tiene ovulación inducida (la ovulación se produce 24-36 horas después del coito), la duración de la gestación se puede predecir con mayor precisión a partir de la fecha de apareamiento, si se da por hecho que la copulación produjo una adecuada estimulación coital para que se produzcan el pico de LH y la consecuente ovulación y se permitió un número limitado de copulaciones. La duración de la gestación en las gatas varía entre 52 y 74 días desde el primero hasta el último apareamiento. La duración gestacional promedio es de 65-66 días. Debido al mal resultado de los cachorros y gatitos prematuros, es mejor demorar la intervención programada hasta que comienza el estadio I del trabajo de parto o se confirma una gestaciónprolongada. Trabajo de parto y expulsión Es típico que las perras ingresen en el estadio I del trabajo de parto dentro de las 24 horas posteriores a la disminución del nivel sérico de progesterona por debajo de 2-5 ng/ml, lo que ocurre junto con la elevación de las prostaglandinas circulantes y comúnmente se asocia con la caída transitoria de la temperatura corporal (por lo general, ≤37,3 °C). Las gatas suelen ingresar en el estadio I del trabajo de parto 24 horas después de la caída del nivel sérico de progesterona por debajo de 2 ng/ml. El control seriado de los niveles de progesterona en busca de inminente trabajo de parto es problemático, porque los kits para determinación rápida en consultorio en caninos son menos precisos cuando la concentración oscila entre 2 y 5 ng/ml y porque puede ocurrir una rápida declinación de los niveles de progesterona en un período de pocas horas. Los laboratorios comerciales ofrecen la determinación cuantitativa de progesterona por medio de quimioluminiscencia, cuyo resultado suele obtenerse en 12-24 horas, lo que no es lo suficientemente rápido para tomar la decisión de una intervención obstétrica inmediata. El estadio I del trabajo de parto en la perra normalmente dura 12-24 horas, tiempo durante el cual el útero tiene contracciones miométricas con una frecuencia y una fuerza crecientes, asociadas con dilatación del cuello uterino. Durante este estadio no se evidencian esfuerzos abdominales (contracciones visibles desde afuera) y la perra puede exhibir cambios de conducta: se vuelve solitaria e inquieta, hace nido de manera intermitente, a menudo rechaza comer y, algunas veces, vomita. También puede presentar jadeo y temblores. La secreción vaginal es transparente y acuosa. El comienzo del estadio II del trabajo de parto normal en la perra se caracteriza por esfuerzos abdominales externos, que acompañan a las contracciones del miometrio para culminar en la expulsión de un neonato. La presentación del feto en el cuello uterino inicia el reflejo de Ferguson, que promueve la liberación de oxitocina endógena desde el hipotálamo. Estos esfuerzos no deberían durar más de 1-2 horas entre cachorros, aunque existe gran variación. Todo el parto puede llevar entre 1 hora y más de 24 horas; sin embargo, el trabajo de parto normal se asocia con un tiempo total de parto más corto y menor intervalo entre el nacimiento de los neonatos. La secreción vaginal puede ser transparente, serosa a hemorrágica o verde (uteroverdina). Es común que la perra continúe haciendo el nido entre cada expulsión y puede amamantar y limpiar a los neonatos de manera intermitente. La anorexia, el jadeo y los temblores son comunes. El estadio III del trabajo de parto es definido por la expulsión de la placenta. En general, las perras alternan entre el estadio II y III hasta completar el parto. Durante un parto normal, todos los fetos y placentas son expulsados vaginalmente, aunque pueden no ser expulsados juntos en cada instancia. Los estadios del parto en la gata pueden ser definidos de manera similar. El estadio I en la gata dura 4-24 horas y los estadios II y III de 2 a 72 horas, aunque en un parto normal es de esperar que la expulsión de todos los neonatos se complete dentro de un lapso de 24 horas. Etiología de la distocia La distocia es el resultado de factores maternos (inercia uterina, anomalías del canal pélvico, compromiso intraparto), factores fetales (tamaño demasiado grande, mala posición, mala postura, anomalías anatómicas) o una combinación de ambos. Para que el manejo sea efectivo, la distocia se debe reconocer de manera oportuna y los factores etiológicos se deben identificar de forma correcta. La inercia uterina es la causa más común de distocia. La inercia uterina primaria produce una falla en la expulsión de todos los neonatos a término y se piensa que su etiología es multifactorial e incluye defectos metabólicos a nivel celular. Se produce una falla intrínseca para establecer un nivel funcional y progresivo de actividad miométrica. Puede estar presente un componente genético. La inercia uterina secundaria produce el cese del trabajo de parto, una vez que éste se ha iniciado, con la consecuente falla para expulsar toda la camada. La inercia secundaria puede ser el resultado de causas metabólicas o anatómicas (obstructivas) y se piensa que también tiene un componente genético. Las anormalidades en el canal de parto (como estrechamientos vaginales, estenosis por trauma pélvico previo o conformación particular de la raza) y las masas intrauterinas o intravaginales pueden causar una distocia obstructiva. En la mayoría de los casos, las anormalidades del canal de parto pueden detectarse en el examen previo al servicio y resolverse o evitarse por medio de una cesárea programada. Las causas de compromiso intraparto que hacen que la madre sea incapaz de completar la expulsión incluyen anormalidades metabólicas como hipocalcemia e hipoglucemia, reacción inflamatoria sistémica, sepsis e hipotensión (debida a hemorragia o shock). Los factores fetales que contribuyen a la distocia involucran con mayor frecuencia incompatibilidad de tamaño fetal-materno, anomalías fetales y mala posición y/o postura fetal. La gestación prolongada de pequeñas camadas puede causar distocia debido a un tamaño muy grande de los fetos. Las anomalías fetales, como hidrocefalia y anasarca, también pueden provocar distocia. La mala posición fetal (vientre del feto proximal al dorso de la madre) y la mala postura fetal (la flexión del cuello y las articulaciones escapulohumerales es lo más común) promueven la distocia, ya que el feto no puede pasar a través del canal de parto. Un diagnóstico eficiente de la distocia depende de obtener una adecuada historia clínica y realizar un completo examen físico. El veterinario debe recabar con rapidez información sobre los antecedentes reproductivos (fechas de apareamiento, cualquier determinación del momento de ovulación, trabajo de parto histórico y reciente), así como también una historia médica general. El examen físico debe determinar el estado general de la paciente e incluir un examen pélvico digital y/o vaginoscópico para determinar la permeabilidad del canal de parto; además, debe efectuarse la evaluación del tamaño de la camada y fetal (la radiografía es la herramienta más útil), la viabilidad fetal (es ideal la evaluación mediante Doppler o ecografía en tiempo real) y la actividad uterina (la tocodinamometría es el método más útil). Un nuevo abordaje para el control obstétrico veterinario utilizado en Estados Unidos combina la tocodinamometría (Healthdyne Inc., Marietta, GA, EE.UU.) y un dispositivo portátil para examen Doppler (Sonicaid, Oxford Instruments, England) para detectar y registrar la actividad uterina y la frecuencia cardíaca. Estas herramientas pueden ser empleadas en el hogar de la mascota o la clínica veterinaria. Su uso requiere rasurar ligeramente el manto piloso hacia caudal de la jaula costal, sobre el área grávida lateral a los flancos, para permitir un apropiado contacto del sensor uterino y el Doppler fetal. El sensor uterino detecta cambios en la presión intrauterina e intraamniótica. Se sujeta con una correa elástica sobre el área rasurada en la porción caudolateral del abdomen. La parte del dispositivo que registra las lecturas del sensor está ubicada en una pequeña mochila que se coloca sobre el área caudal del hombro. La perra/gata debe permanecer en reposo dentro de la paridera durante las sesiones de control. El equipo de control es bien tolerado. Luego de cada sesión de registro, se transfieren los datos a través de un modem usando un teléfono estándar. El control mediante Doppler fetal se realiza bilateralmente con una unidad portátil, usando gel acústico como intermediario, mientras la perra/gata está en decúbito lateral. Al dirigir el Doppler perpendicular al feto, se produce una amplificacióncaracterística de los sonidos cardíacos fetales, que son diferentes a los sonidos cardíacos o arteriales maternos, lo que permite la determinación de la frecuencia cardíaca del feto. La interpretación del patrón contráctil en el registro del monitor uterino requiere entrenamiento y experiencia. Los datos son transferidos por módem a personal obstétrico capacitado para la interpretación, que posteriormente se comunicará con el veterinario actuante y el propietario. Los registros en el hogar de la mascota se realizan 2 veces al día y duran 1 hora; luego, se llevan a cabo de manera intermitente, según lo indique el trabajo de parto activo. Cuando se evalúa a una paciente con presunta distocia, los controles realizados en la clínica veterinaria son más breves (mínimo 20 minutos). El útero canino y felino tiene patrones de contractilidad característicos de cada especie, que varían en cuanto a frecuencia y fuerza antes y durante los diferentes estadios del trabajo de parto. La tocodinamometría seriada en la perra y la gata permite la evaluación del progreso del trabajo de parto. Durante la fase final de la gestación y antes que se inicie el estadio I del trabajo de parto, el útero puede contraerse 1-2 veces por día. En los estadios I y II, las contracciones uterinas varían en frecuencia desde 0 a 12 por hora y tienen una potencia de 15 a 40 mm Hg, con picos de hasta 60 mm Hg. Las contracciones durante el trabajo de parto activo pueden durar 2-5 minutos. Existen patrones identificables durante la etapa previa y la etapa activa del trabajo de parto (estadios I a III). Durante el control, se pueden detectar aberraciones en la contractilidad uterina. Los patrones de trabajo de parto disfuncionales y anormales pueden ser débiles o prolongados y, a menudo, se asocian con estrés fetal. Además, la tocodinamometría permite evaluar la finalización del trabajo de parto. La presencia de estrés fetal es reflejada por una desaceleración sostenida de la frecuencia cardíaca. La frecuencia cardíaca normal de los fetos caninos y felinos a término es de 170-230 latidos/minuto o, como mínimo, 4 veces la frecuencia cardíaca materna. En el período periparto, el volumen minuto cardíaco del feto/neonato depende principalmente de la frecuencia cardíaca, ya que el ventrículo derecho es relativamente rígido (baja capacidad de expansión) y el sistema nervioso autónomo es inmaduro (respuesta inotrópica mínima a las catecolaminas). Las desaceleraciones asociadas con las contracciones uterinas sugieren incompatibilidad de tamaño fetal-materno o una mala posición y/o postura fetales. Las aceleraciones transitorias ocurren con el movimiento fetal normal. Las frecuencias cardíacas inferiores o iguales a 150-160 latidos/minuto indican estrés. Los fetos con frecuencia cardíaca igual o inferior a 130 latidos/minuto tienen pocas chances de sobrevida si no son expulsados dentro de las 2-3 horas y los fetos con frecuencia cardíaca igual o inferior a 100 latidos/minuto son una indicación para la intervención médica o quirúrgica inmediata a fin de acelerar el parto antes que ocurra la muerte de los fetos. Tratamiento El uso de los controles uterino y fetal permite al veterinario detectar y controlar el trabajo de parto, así como también manejarlo de forma médica o quirúrgica sobre la base de información conocida y no de conjeturas. En la Guide Dogs for the Blind, Inc., la tasa global de mortinatos disminuyó del 9,2 al 2,5%, con la incorporación de los controles uterino y fetal en el proceso de parto. La terapia médica para la distocia, basada en la administración de oxitocina y gluconato de calcio, puede ser dirigida y diseñada sobre la base de los resultados de estos controles. Por lo general, la administración de oxitocina aumenta la frecuencia de las contracciones uterinas, mientras que la administración de calcio aumenta la fuerza. La oxitocina (10 USP/ml, American Pharmaceutical Partners Inc., Los Ángeles, California, EE.UU.) es efectiva en minidosis, comenzando con 0,25 unidades SC o IM hasta un máximo de 4 unidades por perra o gata. Las dosis más altas de oxitocina o los bolos IV pueden causar contracciones uterinas tetánicas e inefectivas, que pueden comprometer aun más el aporte de oxígeno al feto por la compresión placentaria. La frecuencia de administración de oxitocina se rige por el patrón del trabajo de parto y, por lo general, no es superior a 1 vez por hora. El gluconato de calcio al 10% con 0,465 mEq de calcio/ml (Fujisawa Inc., EE.UU.) se administra por vía SC a razón de 1 ml cada 5,5 kg de peso, según esté indicado por la fuerza de las contracciones uterinas y, a intervalos de no menos de 4-6 horas. El calcio se administra antes que la oxitocina en la mayoría de los casos, para mejorar la fuerza de las contracciones antes de provocar un aumento de su frecuencia. Además, la acción de la oxitocina parece mejorar cuando se administra 15 minutos después del calcio. La mayoría de las perras/gatas son eucalcémicas, lo que sugiere que los beneficios de la administración del calcio ocurren a nivel celular o subcelular. La intervención quirúrgica (cesárea) está indicada si una perra/gata no responde al manejo médico, si se evidencia estrés fetal a pesar del adecuado aumento de la contractilidad uterina (lo que sugiere incompatibilidad entre el canal de parto materno y el tamaño fetal o mala posición/postura incompatible con la expulsión vaginal) o si se observan patrones anormales de contractilidad en el control uterino. Ahora se les pide más a los veterinarios que realicen cesáreas programadas tanto en perras como en gatas sin una indicación médica de urgencia para tal procedimiento, comúnmente debido a que los criadores no aceptan los riesgos asociados con el intento de un parto natural. En algunos casos, esta elección es bastante racional, como ante la gestación de un solo cachorro o razas con conocida predisposición a la distocia (braquicefálicos e hidrocefálicos como Boston terrier y Bulldog francés). La práctica se ha vuelto lo suficientemente común para generar un debate y aún es materia de discusión legal en algunos países. Se logran cesáreas bien organizadas cuando se establecen y coordinan los protocolos anestésico y de reanimación neonatal y la preparación prequirúrgica de la madre es óptima. Siempre se debe recordar que la madre puede estar débil y, por ende, requerir un cuidadoso manejo anestésico; que puede haber poco tiempo para la preparación y la evaluación preanestésicas de rutina; y que la madre puede haber recibido alimento recientemente. Antes de la cirugía, se deberían evaluar, como mínimo, hematócrito, sólidos totales y niveles séricos de calcio y glucosa. Se indica administración IV de líquidos al menos a velocidad de cirugía (5-10 ml/kg/hora). Para la premedicación, es mejor no dar atropina, debido a que cruza la placenta y bloquea la bradicardia (enlentecimiento de la frecuencia cardíaca) adaptativa normal del feto a la hipoxia (bajo nivel de oxígeno en sangre) y en la madre causa relajación del esfínter esofágico inferior, lo que hace que la regurgitación y la neumonía por aspiración sean más probables. Sin embargo, en la madre se indica el uso de un anticolinérgico debido a la estimulación vagal (sistema nervioso autónomo) anticipada durante la manipulación del útero grávido. El glicopirrolato (0,01-0,02 mg/kg SC) no cruza la placenta y es la droga preferida. La mayoría de las madres son manejables y no requieren tranquilización preanestésica, que tiene efectos depresores sobre los fetos. Los tranquilizantes fenotiazínicos (acepromazina) son transportados rápidamente a través de la placenta y son potentes depresores. Los agonistas de los receptores alfa2-adrenérgicos (como la dexmedetomidina y la xilacina) están contraindicados debido a sus graves efectos depresores cardiorrespirtatorios. De igual forma, el uso de los opioides (narcóticos) antes de la extracción de los fetos no es popularpor sus efectos depresores respiratorios. Cuando se requiere la tranquilización de una madre difícil de manejar, se prefieren los sedantes narcóticos, ya que sus efectos pueden ser revertidos (naloxona a razón de 1-10 µg/kg IV o IM) durante la reanimación neonatal. Se puede administrar metoclopramida (0,1-0,2 mg/kg) por vía SC o IM antes de la inducción de la anestesia, para reducir el riesgo de vómitos durante el procedimiento. La preoxigenación con máscara (5-10 minutos) siempre está indicada. La preparación inicial del abdomen (rasurado y primer lavado) puede llevarse a cabo durante este lapso. Para la inducción de la anestesia, es mejor evitar el uso de agentes disociativos (como ketamina) o barbitúricos, ya que producen una profunda depresión en los fetos. El propofol (6 mg/kg IV, a efecto) parece ser la droga más útil y segura; debido a su rápida redistribución tiene un efecto limitado sobre los fetos después del parto. La inducción con máscara, en realidad, produce una mayor hipoxemia (bajo nivel de oxígeno en sangre) materna y fetal que la inducción con propofol. Para el mantenimiento de la anestesia, se prefieren los agentes volátiles (gas), en especial, aquellos con bajo coeficiente de partición, como el isofluorano o el sevofluorano. Estos agentes son rápidamente captados y eliminados por el animal y pueden tener un mayor margen de seguridad cardiovascular que los agentes más solubles, como el halotano. El óxido nitroso puede ser usado para reducir la dosis de otros agentes anestésicos; se transfiere con rapidez a través de la placenta y, aunque tiene mínimos efectos sobre el feto en el útero, puede producir una significativa hipoxia por difusión después del parto. Algunos veterinarios prefieren para la anestesia la infusión de propofol a velocidad continua hasta que el feto es extraído (esto puede funcionar muy bien) y, luego, pasan al gas para la síntesis quirúrgica. Un bloqueo anestésico local (bupivacaína, 2 mg/kg) en la piel y el plano subcutáneo previo a la incisión, permite un ingreso más rápido a la cavidad abdominal, mientras la madre está haciendo la transición desde la inducción con propofol al mantenimiento con inhalatoria, y ayuda a aliviar las molestias posquirúrgicas. La velocidad quirúrgica es importante debido a que el tiempo anestésico prolongado y la demora de la cirugía se asocian con asfixia y depresión fetales. Sin embargo, se debe tener cuidado durante la incisión de la línea alba para garantizar que el útero grávido no sea también incidido. Es ideal que el útero sea exteriorizado y aislado con paños de laparotomía húmedos, para evitar la contaminación abdominal con líquidos uterinos. Este proceso debe ser realizado con cuidado para evitar el desgarro del útero y su ligamento ancho; en algunos casos, puede ser más fácil exteriorizar un cuerno por vez. El útero debe ser abierto a través de un área relativamente avascular y es mejor elevar su pared separándola de los fetos y extender la incisión con tijeras para que aquéllos no sean lacerados. Los fetos pueden ser llevados hacia la incisión mediante un suave ordeñe a lo largo del útero, aunque en algunos casos o en madres de gran tamaño puede ser necesario hacer más de una incisión. A medida que se libera líquido fetal, es mejor extraerlo por aspiración; luego, se pinza el cordón umbilical con dos pinzas y entre ambas se hace una ligadura, antes de pasar el feto a un asistente para su inmediata reanimación. Después de la extracción de cada feto, hay que desprender la placenta asociada mediante suave una tracción, pero las placentas se pueden dejar en el lugar, si están firmemente adheridas y su extracción puede causar una importante hemorragia. Las placentas retenidas pueden ser expulsadas de manera espontánea después de la cirugía o manejarse médicamente. Es esencial inspeccionar por completo los cuernos uterinos, el cuerpo uterino y la vagina para corroborar que todos los fetos han sido extraídos. Por último, después del cierre del útero, hay que inspeccionar cuidadosamente la irrigación del útero para asegurarse de identificar cualquier desgarro no observado, antes del cierre de la cavidad abdominal. La ovariohisterectomía en el momento de la cesárea es otra opción para el cirujano y el propietario, pero implica un tiempo anestésico más prolongado, demora el inicio del amamantamiento de los neonatos y aumenta la pérdida de sangre de la madre, por lo que posponerla es algo razonable. Curiosamente, la mayoría de los casos de hemorragia mortal posterior a una cesárea ocurren cuando ésta es seguida por una ovariohisterectomía, ya que tal cirugía es difícil en la perra preñada. Algunos creen que los estrógenos actúan de forma permisiva para los receptores de prolactina en las glándulas mamarias, lo que hace que la extracción de los ovarios durante la cesárea sea indeseable cuando la producción de leche está en un nivel marginal. Si la viabilidad uterina es cuestionable, hay que realizar una ovariohisterectomía. En la madre normal, el útero comienza a involucionar poco después de la extracción de los fetos, pero si esto no ocurre, se puede administrar oxitocina (0,25-1 unidad/perra) SC o IM para facilitar la involución y detener cualquier hemorragia; esto también promoverá la bajada de leche. Hay que admitir la posibilidad de que la hembra presente molestias posquirúrgicas. Una vez que los fetos han sido extraídos, la madre puede recibir un analgésico narcótico por vía parenteral. Después de la cirugía, no se aconseja la administración de antiinflamatorios no esteroides (AINE) debido a su incierta metabolización en los neonatos en lactancia con un metabolismo renal y hepático inmaduro. Se prefiere la analgesia con narcóticos. Los narcóticos orales, como el tramadol (10 mg/kg/día, en tomas fraccionadas) provee una excelente analgesia posquirúrgica a las perras en lactancia y causa mínima sedación en los neonatos. En todos los casos, se debe aconsejar al propietario que controle a la perras después de la cirugía hasta que evidencie conducta materna normal. Luego de una cesárea, las perra puede estar “atontada”, no prestar atención a los neonatos y hasta ser agresiva con ellos, ya que los mecanismos normales que establecen los lazos maternos han sido salteados. Hay que supervisar la lactancia y el cuidado neonatal. Figura 1. Gráfico de un registro de control uterino; mm Hg vs tiempo (en minutos). Trazado miométrico basal normal, sin contracciones, en la etapa previa al trabajo de parto. Las variaciones respecto de la línea de base están en el anexo del sensor (1-2 minutos). Figura 2. Trabajo de parto activo inicial (estadio II); hay contracciones uterinas y pujos abdominales. C: contracción. Figura 3. Trabajo de parto activo, con pujos abdominales e inercia uterina. Los picos verticales (C) indican esfuerzos abdominales. Figura 4. Registro de la misma perra de la figura 3, tras ser tratada con 6 ml de gluconato de calcio al 10% SC y 0,5 USP de oxitoxina IM. Hay pujos abdominales evidentes junto con las contracciones uterinas (C). Los cachorros fueron expulsados en 26 minutos. Figura 5. Útero posparto vacío. Figura 6. Hiperestimulación del útero con cachorro obstruido. Los ecbólicos están contraindicados. Evidente estrés fetal (bradicardia fetal persistente). TRASTORNOS DEL POSPARTO EN LA PERRA Y LOS NEONATOS Período posparto inmediato Normalmente, las madres permanecen muy cerca de sus crías durante las primeras 2 semanas después del parto y sólo dejan la paridera brevemente –si es que lo hacen– para comer, orinar y defecar. Ellas están alertas y contentas de permanecer con sus crías. Algunas madres protectoras pueden mostrar agresión hacia otros animales de la casa o incluso hacia personas con quienes son normalmente tolerantes; tal conducta tiende a disiparse después de 1-2 semanas de lactancia. La lactancia representa,típicamente, la mayor demanda nutricional y calórica de la vida de las hembras. La madre puede sufrir pérdida de peso y deshidratación y esto puede impactar sobre la lactancia, si la comida y el agua no están fácilmente disponibles; algunas veces, esto implica dejar alimento y agua en el nido con una madre nerviosa. Durante las últimas de gestación y el período posparto inmediato puede presentarse anorexia parcial, pero el apetito debe retornar y aumentar a medida que la lactancia progresa. El escaso apetito durante las últimas semanas de gestación se puede deber al desplazamiento del tracto gastrointestinal por parte del útero grávido. La anorexia parcial temprana en el período posparto puede ocurrir por el malestar digestivo resultante del consumo de numerosas placentas. Puede ocurrir diarrea secundaria al aumento de las raciones y la administración de alimento con alta carga energética (excesivo desarrollo bacteriano como consecuencia de la mala asimilación de los carbohidratos). El marcado efluvio posparto es normal en la perra y, la mayoría de las veces, sucede 4-6 semanas después del parto y sólo se salva la cabeza. Suele ser más notorio que el que ocurre con el ciclo estral típico y puede ser interpretado por el propietario como patológico, en especial si se combina con la pérdida de peso típicamente asociada con la lactancia. La temperatura corporal de la madre puede estar levemente elevada (39,4 °C) en el período posparto inmediato, lo que refleja la normal inflamación relacionada con el parto, pero debe retornar a los niveles normales en 24-48 horas. Si se hace una cesárea, puede ser difícil la diferenciación posquirúrgica entre la fiebre normal y la asociada con una patología. El examen físico y un hemograma completo pueden ayudar al clínico a distinguirlos. Los loquios posparto normales tienen un color rojo ladrillo, son inodoros y disminuyen con el transcurso de varios días o semanas (la involución uterina y su reparación lleva hasta 16 semanas en la perra). Las glándulas mamarias no deben estar doloridas; deben ser simétricas y tener una moderada firmeza sin calor, eritema ni masas firmes palpables. Si se las exprime, debe salir leche grisácea a blanca y acuosa. Manejo: Los primeros días de vida Luego de la reanimación o dentro de las primeras 24 horas posteriores a un parto natural, un veterinario, un técnico o un criador con experiencia deben realizar un completo examen físico de la madre y los neonatos. La cavidad oral, el manto piloso, los miembros, el ombligo y las estructuras urogenitales deben ser inspeccionados. Las membranas mucosas deben estar rosadas y húmedas, debe haber reflejo de succión, el manto piloso debe estar completo y limpio, la uretra y el ano deben estar permeables. A las 24 horas del parto, el ombligo normal está seco y sin eritema a su alrededor. Hay que auscultar el tórax; los sonidos respiratorios vesiculares y la falta de soplo son hallazgos normales. El abdomen debe estar relajado y sin dolor. Un neonato normal se retorcerá y vocalizará al ser revisado, y se amamantará y dormirá con tranquilidad cuando se lo ponga de nuevo junto a la madre. Los neonatos normales intentarán enderezarse y orientarse para dirigirse hacia la madre. Los neonatos son muy susceptibles al estrés ambiental, la infección y la desnutrición. Un manejo apropiado es fundamental y debe incluir un examen diario de cada neonato para evaluar su vigor y registrar su peso. Calor Los cachorros y los gatitos carecen de mecanismos termorreguladores hasta las 4 semanas de edad; por lo tanto, la temperatura ambiente debe ser lo suficientemente alta para facilitar el mantenimiento de una temperatura corporal de al menos 36 °C. La hipotermia tiene un impacto negativo sobre la inmunidad, la alimentación y la digestión. Es necesario aplicar calor exógeno y lo mejor es hacerlo con una lámpara de calor colocada sobre las cabezas. Con las almohadillas térmicas se corre el riesgo de quemar a los neonatos incapaces de alejarse de las superficies excesivamente calientes. Temperatura corporal normal (rectal) del neonato Semana 1: 35-37,2 °C Semanas 2-3: 36,1-37,7 °C Al destete: 37,2-38,3 °C Temperatura ambiental requerida Semana 1: 28,9-31,7 °C Semanas 2-3: 26,7 °C Semana 4: 20,5-23,9 °C Semana 5: 20,5°C Conducta materna inapropiada Una adecuada conducta materna es esencial para la supervivencia de los neonatos e incluye atención, facilitación del amamantamiento, recuperación, aseo y protección de los neonatos. Aunque la conducta materna es instintiva, puede estar negativamente influenciada por drogas anestésicas, dolor, estrés y excesiva interferencia humana. El establecimiento de lazos maternos es un evento mediado por feromonas, que se inicia en el parto. Este último se debe llevar a cabo en un ambiente tranquilo y familiar, con mínima interferencia humana, pero con adecuada supervisión. Las madres con buen instinto materno son cuidadosas cuando ingresan o se mueven dentro de la paridera, para no traumatizar a los neonatos al caminar o echarse sobre ellos. La colocación de una baranda dentro de la paridera evita el ahogo inadvertido de los neonatos caninos. El reflejo neuroendocrino que regula la contracción de las células mioepiteliales de la glándula mamaria y la posterior eyección de la leche es mediado por la oxitocina y activado por el succionamiento neonatal. En situaciones de estrés, la epinefrina induce vasoconstricción, bloqueando la entrada de oxitocina a la glándula mamaria e impidiendo la eyección de la leche. Una madre nerviosa y agitada, probablemente, tendrá escasa disponibilidad de leche. Los tranquilizantes antagonistas de la dopamina con mínima interferencia en la prolactina (acepromazina, 0,01-0,02 mg/kg), que se administran a la dosis más baja efectiva para minimizar la sedación de los neonatos, pueden mejorar la conducta materna y la eyección de leche en las madres nerviosas. Poner a la camada cerca de la madre facilita el mantenimiento de la adecuada temperatura corporal de los neonatos y su amamantamiento. La conducta materna normal incluye la suave recuperación de los neonatos que se dispersan y aislan dentro de la paridera. El aseo de los neonatos inmediatamente después del parto estimula el funcionamiento cardiovascular y pulmonar y elimina los líquidos amnióticos. Las madres que muestran poco interés en la reanimación de los neonatos pueden tener mala conducta materna durante el período posnatal. Por último, el aseo por parte de la madre estimula la micción y la defecación de los neonatos y mantiene limpio y seco su manto piloso. En ocasiones, pueden ocurrir una excesiva conducta protectora o agresión materna inducida por miedo. En la actualidad, se investiga el uso de oxitocina intranasal en perras con mala conducta materna. Una leve tranquilización de la madre con agentes ansiolíticos puede ayudar, pero la administración de la droga a los neonatos a través de la leche puede ser un problema. Las benzodiazepinas, agentes GABAérgicos, son superiores a las fenotiazinas para la agresión inducida por miedo (diazepam, 0,55-2,2 mg/kg). No se ha descrito el papel de los ansiolíticos más nuevos en el manejo de la agresión materna en un ambiente controlado. El tratamiento con feromonas podría ser útil. Trastornos uterinos El prolapso completo o parcial del útero es un cuadro posparto poco común en la perra y muy poco frecuente en la gata. El diagnóstico se basa en la palpación de una masa tubular firme, que protruye a través de la vulva en el período posparto, y la imposibilidad de identificar el útero mediante una ecografía abdominal. La hiperplasia y el prolapso vaginales, secundarios a la hipersensibilidad de la mucosa vaginal (periuretral) focal a los estrógenos, pueden recurrir cerca del parto y deben ser descartados por medio de examen físico, vaginoscopia o radiografía con contraste. El tejido uterino prolapsadotiene riesgo de maceración e infección por exposición y contaminación. El tamaño de la mayoría de las perras y gatas impide la reubicación manual; por lo general, se indica laparotomía y ovariohisterectomía. La ruptura del útero ocurre con mayor frecuencia con camadas muy grandes que causan un notorio estiramiento y adelgazamiento de la pared uterina, en especial en las madres multíparas con distocia. En estos casos, están indicadas una inmediata laparotomía para la extracción de los fetos y la reparación o extirpación del útero, así como también la toma de muestras para cultivo y el lavado de la cavidad abdominal. El útero debe ser cuidadosamente examinado luego de la cesárea en busca de áreas con ruptura o predispuestas a ella. La peritonitis puede ser el resultado de un desgarro uterino no detectado. Cuando el área dañada es limitada y la madre tiene valor reproductivo, se puede considerar una histerectomía unilateral; esto puede predisponer a la perra/gata a la torsión del cuerno uterino contralateral. La persistencia de una secreción vaginal serohemorrágica o hemorrágica más allá de las 16 semanas posparto puede indicar subinvolución de los sitios placentarios en la perra. Histológicamente, las células trofoblásticas fetales han persistido en el miometrio, en lugar de degenerarse, hay ausencia de trombosis de los vasos endometriales y la involución normal del útero se ve impedida. Existen regiones interplacentarias normales. Las masas eosinofílicas de colágeno y las glándulas endometriales dilatadas protruyen dentro de la luz uterina, exudando sangre. La causa es desconocida. La pérdida de sangre suele ser mínima, no hay infección intrauterina y la fertilidad no es afectada. Por lo general, el tratamiento no es necesario, ya que la recuperación es espontánea y los síntomas son leves. Ante la situación poco frecuente de que el sangrado vaginal por subinvolución de los sitios placentarios sea lo suficientemente copiosa para causar anemia, hay que descartar diagnósticos como coagulopatías (probablemente defectos en la vía intrínseca o trombocitopenias/trombocitopatías), trauma, neoplasias del tracto genitourinario, metritis y proestro. Los beneficios de los ecbólicos terapéuticos, las prostaglandinas y/o la oxitocina son cuestionables y no han sido probados en estudios controlados. El valor preventivo de la oxitocina dada en el período posparto inmediato tampoco está probado. La laparotomía y la ovariohisterectomía son curativas. El examen histológico del útero está indicado para confirmar el diagnóstico. La infección aguda del endometrio durante el posparto debería ser sospechada si se presentan letargia, anorexia, disminución de la lactancia y mala conducta materna, acompañados por fiebre y secreción vaginal maloliente. La metritis es seria y, algunas veces, es precedida por distocia, manipulaciones obstétricas contaminadas o retención de fetos y/o placentas. Los cambios hematológicos y bioquímicos sugieren, la mayoría de las veces, septicemia, reacción inflamatoria sistémica y endotoxemia. La citología vaginal muestra una secreción hemorrágica a séptica purulenta. La ecografía abdominal permite la evaluación del contenido intrauterino y la pared uterina. Los fetos y las placentas retenidos también pueden ser identificados mediante ecografía. Una muestra del sector craneal de la vagina, probablemente, es representativa de la flora intrauterina y debe remitirse para cultivos aeróbico y anaeróbico y el correspondiente antibiograma: éste permite hacer una evaluación retrospectiva de la terapia antibiótica seleccionada de forma empírica. El ascenso bacteriano desde el tracto genitourinario inferior es más común que la diseminación hematógena y el microorganismo causal aislado con más frecuencia es Escherichia coli, tanto en las perras como en las gatas. El tratamiento es de sostén y consiste en la administración de líquidos, electrólitos y antibióticos bactericidas apropiados y la evacuación farmacológica del útero, por lo general con prostaglandina F2alfa (0,1-0,2 mg/kg SC cada 12-24 horas durante 3-5 días) o cloprostenol (1-2 µg/kg SC cada 12-24 horas durante 3-5 días). Puede estar indicada una ovariohisterectomía, si el estado general de la perra lo permite y la respuesta al tratamiento médico es mala. Es poco probable que la oxitocina promueva un vaciamiento uterino efectivo cuando se administra más allá de las 24-48 horas posparto. Los lactantes deben ser criados a mano, si la madre muestra un estado de enfermedad grave. La metritis puede hacerse crónica y causar infertilidad. Trastornos mamarios La agalactia es definida como la falla para proveer leche a los neonatos. La agalactia primaria o falta de desarrollo mamario durante la gestación es el resultado de una falla en la producción de leche y no es común. Se sospecha de un defecto en el eje pituitárico- ovárico-mamario. El uso de progestágenos hacia el final de la gestación puede interferir con la lactancia. La agalactia secundaria o falta de disponibilidad de leche debida a una falla en la eyección es más común. El desarrollo mamario es notorio, pero la leche no puede ser fácilmente exprimida a través del pezón. La producción normal de calostro en el período posparto inmediato no debe ser confundida con agalactia. La agalactia puede ser secundaria a parto prematuro, estrés grave, desnutrición, debilidad, metritis o mastitis. El tratamiento incluye la suplementación de los neonatos, mientras se estimula el succionamiento para promover la eyección de leche, la provisión de niveles óptimos de nutrición y adecuada cantidad de agua a la madre y la resolución de cualquier enfermedad subyacente. Si es detectada en forma temprana, la bajada de la leche puede ser a menudo inducida farmacológicamente. Se administra una minidosis de oxitocina de 0,25-1 unidad por vía CS cada 2 horas. Los neonatos son extraídos durante 30 minutos, después de la inyección, y luego se los estimula a amamantar. Se suministra metoclopramida (antagonista de la dopamina) a razón de 0,1-0,2 mg/kg SC cada 12 horas para promover la producción de leche. Por lo general, el tratamiento se justifica dentro de las 24 horas. Algunos autores aconsejan una dosis mucho más alta de metoclopramida, pero es posible la presentación de efectos colaterales neurológicos. La galactoestasis puede causar engurgitamiento y edema de las glándulas mamarias asociados con molestias, lo que hace la lactancia poco probable y vuelve el cuadro autoperpetuante. Ocurre de manera secundaria a pezones invertidos o imperforados, falla para rotar a los lactantes, pérdida de la camada, una camada pequeña poco usual o, rara vez, seudociesis. La mastitis, inflamación séptica de la glándula mamaria, puede ser aguda y fulminante o crónica y de bajo grado, comprometiendo una o múltiples glándulas mamarias. Los microorganismos aislados con más frecuencia son coliformes, estafilococos y estreptococos, tanto en perras como en gatas. El origen de las bacterias puede ser cutáneo, exógeno o hematógeno. Los signos más tempranos son molestia mamaria leve y calor, galactosis, inflamación cutánea y presencia de una masa intramamaria. La leche suele estar teñida de rojo o marrón, debido a la presencia de glóbulos rojos y blancos. Los casos moderados exhiben dolor, rechazo a amamantar o mantenerse echada, anorexia y letargia. La fiebre puede ser notoria y preceder a otros signos clínicos. Los casos avanzados pueden presentar shock séptico con glándulas abscedadas o necróticas. El diagnóstico se basa en el examen físico. El recuento celular en leche no es predictivo de mastitis en las perras. El cultivo y el antibiograma de leche recogida de forma aséptica desde las glándulas afectadas permiten una evaluación retrospectiva de la elección de los antibióticos. El tratamiento debe comenzar de inmediato y consiste en un antibiótico bactericida de amplio espectro y suave fisioterapia. Puede estar indicada la administraciónde analgésicos; los neonatos toleran la analgesia con opioides en la madre. Las cefalosporinas de primera generación (cefalexina, 10-20 mg/kg cada 8-12 horas) y las penicilinas resistentes a betalactamasas (Clavamox, 14 mg/kg cada 8-12 horas) son antibióticos seguros y aconsejados para los neonatos. La antibioticoterapia puede estar justificada hasta el destete o impedir la lactancia, si el antibiograma obliga a la elección de una droga con potencial tóxico para los neonatos. El uso de compresas calientes e hidroterapia y la delicada extracción de la leche podrían evitar la abscedación y la ruptura de las glándulas afectadas. En caso de grave necrosis, se requiere una mastectomía, una vez que la madre está estabilizada, y un enérgico manejo de la herida. La terapia antiprolactina (cabergolina, 1,5-5 µg/kg/día, fraccionados en 2 tomas diarias) puede estar indicada en los casos graves, a los efectos de reducir la lactación. No hay evidencia de que el amamantamiento desde las glándulas afectadas sea un problema para los neonatos, pero ellos tienden a evitar esas glándulas desde las cuales es difícil obtener leche. Las glándulas afectadas deben ser protegidas del trauma causado por los bordes de la paridera y las uñas de los neonatos. La mastitis puede recurrir en lactancias posteriores, más allá de las medidas preventivas tomadas. La detección y el tratamiento tempranos son más óptimos que el uso profiláctico de antibióticos, los cuales tienden a favorecer la resistencia de los microorganismos. Trastornos anatómicos de los neonatos Una anomalía del desarrollo que conduce a la extrusión de una porción del tracto gastrointestinal hacia afuera a través de la pared corporal, que ocurre dentro del canal umbilical (onfalocele) o lateral al canal umbilical (gastrosquisis) ha sido documentada en las personas y ocurre tanto en perros como en gatos. Por lo general, el cuadro suele no tener esperanzas en los pacientes pediátricos veterinarios presentados a los veterinarios horas después del nacimiento; sin embargo, en las personas se ha comunicado una tasa de sobrevida del 30-70% con la intervención quirúrgica posparto inmediato. El diagnóstico se hace previo al parto, mediante una ecografía abdominal, basado en la identificación de estructuras de la pared gástrica fetal (rugosidades) o de contenido intestinal en una localización anormal. La realización de la intervención quirúrgica más temprana, antes que ocurra la inevitable contaminación séptica, puede mejorar el pronóstico en los pacientes veterinarios. Las anormalidades gastrointestinales son sugeridas por una mala ganancia de peso, la regurgitación de la leche a través de los ollares, signos respiratorios y defecación anormal. Los defectos congénitos del paladar se presentan en los perros con una incidencia de hasta el 25%. La hendidura del paladar secundario es una fístula oronasal congénita que produce un cierre incompleto del paladar duro y blando. La hendidura del paladar secundario puede ocurrir sola o en combinación con la hendidura del paladar primario, lo que involucra al labio y el premaxilar. La hendidura palatina es el producto de la fusión incompleta de los tabiques palatinos, más crítica a los 25-28 días de gestación, y es atribuido a factores genéticos (heredabilidad poligénica recesivo o dominante incompleta), teratogénica (drogas, suplementos), nutricionales (deficiencia de ácido fólico) o infecciosos (virales). Los neonatos afectados son diagnosticados por medio de la inspección visual de la cara y la cavidad oral. Hay un amamantamiento/succión inefectivos; estos neonatos no logran desarrollarse, presentan neumonía por aspiración y rinitis. Se indica alimentación por sonda orogástrica hasta que el cachorro alcanza un tamaño que permita la cirugía oral, lo que tradicionalmente se aconseja hacer a las 8-12 semanas de edad. La palatoplastia en estos cachorros jóvenes es difícil debido al tamaño del paciente y al crecimiento orofacial posquirúrgico esperado, lo que a menudo lleva a la necesidad de múltiples operaciones. La realización de una esofagostomía o una gastrostomía por sonda puede facilitar la alimentación con el paso del tiempo pero requiere un importante cumplimiento por parte del propietario y así puede producirse aspiración como complicación. Las prótesis palatinas son un problema. Los clientes buscan métodos para mejorar la sobrevida de los cachorros con paladar hendido; la sobrevida hasta la edad reproductiva en perros con afecciones congénitas que proveen un modelo de investigación para cuadros humanos evita la necesidad de modelos inducidos iatrogénica o teratogénicamente. Se ha comunicado un método exitoso para el manejo de la nutrición en los perros afectados hasta que éstos alcancen la edad adulta facilitando la corrección quirúrgica. Se instituye la administración de calostro de la madre durante 24 horas seguido por la administración de un sustituto lácteo a través de una sonda orogástrica intermitente.. A las 4 semanas de edad se hace la transición a un alimento canino pediátrico comercial seco. El agua está disponible a través de un sistema comercial denominado ball-point tube cap system. La cirugía puede ser demorada hasta que el cachorro alcanza un crecimiento suficiente o puede nunca ser necesaria. La duplicación o la agenesia entérica pueden ser confirmadas por ecografía en los pacientes pediátricos. La duplicación es poco frecuente y puede ocurrir en cualquier parte del tracto intestinal y los signos clínicos pueden ser inespecíficos (distención abdominal, molestias). Se puede ver una formación yuxtaintestinal llena con líquido, con variable peristalsis y contenido. Por lo general, la agenesia entérica provoca signos clínicos graves con amenaza de vida para el paciente durante el período neonatal. Los hallazgos ecográficos suelen incluir una distensión notoria con líquido y gas en el intestino proximal al defecto. Las hernias umbilicales pueden ser importantes si tienen el tamaño suficiente como para permitir la evisceración y la estrangulación del intestino. El omento puede quedar atrapado en una hernia umbilical abierta en perros y gatos inmaduros; el cierre de la hernia producirá un efecto de masa benigno que, a menudo, alarma a los clientes. La evaluación de una masa umbilical dolorosa o que aumenta de tamaño suele permitir la diferenciación entre omento e intestino atrapado, el cual tiene un aspecto entérico típico. La anasarca, un edema congénita letal, puede ocurrir con anormalidades cardiovasculares concurrentes. Se observa edema subcutáneo generalizado con acúmulo de líquido dentro de las cavidades torácica y abdominal.. El linfedema hereditario congénito causa edema de las extremidades y, algunas veces, de la cabeza y se asocia con anormalidades morfológicas linfáticas. La terapia con dieta puede algunas veces normalizar a los neonatos afectados. PEDIATRÍA: DEL DÍA 0 HASTA LA PUBERTAD La tasa de mortalidad promedio comunicada (es mayor durante la primera semana de vida) varía entre 9 y 26%. La intervención veterinaria prudente en los períodos prenatal, de parto y posparto puede aumentar la supervivencia neonatal por medio del control o la eliminación de factores que contribuyan con la morbilidad y mortalidad del cachorro. Una mala condición preparto de la madre, distocia, malformaciones congénitas, defectos genéticos, lesiones, exposición ambiental, malnutrición, parasitosis y enfermedades infecciosas son todos factores que contribuyen con la morbilidad y mortalidad neonatal. Un manejo óptimo impacta favorablemente sobre la sobreviva neonatal por medio del manejo del trabajo de parto y la expulsión de los fetos a los efectos de reducir los partos muertos, controlando la parasitosis y reduciendo las enfermedades infecciosas, previniendo lesiones y exposición ambiental, y optimizando la nutrición de la madre y los neonatos. Una evaluación genética apropiadapara la selección de reproductores minimiza los defectos congénitos hereditarios. El período neonatal puede ser dividido en preparto (o prenatal), de parto y posparto o neonatal; aquí nos enfocaremos en este último. Reanimación posparto inmediata La reanimación neonatal óptima después del nacimiento, si la madre no puede llevarla a cabo o ha sido sometida a una cesárea, consiste en el mismo ABC de cualquier reanimación cardiopulmonar. Primero, rápidamente limpiar las vías aéreas (“A”) por suave aspiración con una pera, y secado y estimulación del neonato para promover la ventilación (“B”) y evitar el enfriamiento. Los neonatos no deben ser balanceados u oscilados en el aire para limpiar las vías aéreas como está descrito en la bibliografía veterinaria, debido a la posibilidad de provocar hemorragia cerebral por concusión. El uso de doxapram como estimulante respiratorio es poco probable que mejore la hipoxemia asociada con la hipoventilación y no es recomendado. La ventilación espontánea y la vocalización al nacimiento presentan una asociación positiva con la sobrevida a 7 días de edad. La intervención para la reanimación de neonatos después de una expulsión vaginal debe hacerse cuando las acciones de la madre no logran estimular la ventilación, la vocalización o el movimiento dentro del primer minuto de nacido. La reanimación cardiopulmonar para neonatos que no logran ventilar de manera espontánea es un desafío pero podría ser gratificante. El apoyo ventilatorio debe incluir un flujo constante de oxígeno entregado a través de una máscara. Si esto es inefectivo después de un minuto, se aconseja realizar presión positiva mediante una máscara bien ajustada o mediante intubación endotraqueal y bolsa de reventilación (usando un tubo endotraqueal de 2 mm o un catéter G12-16). Se ha informado anecdóticamente éxito con la estimulación del punto de acupuntura de Jen Chung, introduciendo una aguja G25 en el filtro nasal, en la base de los ollares y se la rota una vez que contacta con el hueso. La estimulación cardíaca (“C”) debe seguir al apoyo ventilatorio, ya que la hipoxemia miocárdica es la causa más común de bradicardia y asistolia. Las compresiones cardíacas transtorácicas son el primer paso; la epinefrina es la droga de elección para el paro cardíaco (0,2 mg/kg administrado por vía intravenosa o intraósea). El acceso venoso en los neonatos es un desafío y la vena umbilical es la única posibilidad. La extremidad proximal del húmero, la extremidad proximal del fémur y la cara proximomedial de la tibia ofrecen vías de ingreso intraóseo para la administración de drogas. La atropina no es aconsejada en la actualidad en la reanimación neonatal. El mecanismo de bradicardia es una depresión miocárdica inducida por hipoxemia más que una mediación vagal y la taquicardia inducida por anticolinérgicos puede, en realidad, exacerbar el déficit de oxígeno en el miocardio. Más allá del ABC Los neonatos fríos pueden no responder a la reanimación. La pérdida de temperatura corporal ocurre con rapidez cuando un neonato está húmedo. Es importante mantener caliente a un neonato durante la reanimación y el período posparto inmediato. Durante la reanimación, la colocación del tronco del neonato frío en un baño con agua caliente (35- 37,2°C) puede mejorar la respuesta. Trabajar bajo una lámpara de calor o dentro de un dispositivo de calentamiento de Bair es útil. Posterior a la reanimación, los neonatos deben ser colocados dentro de una caja caliente (lo ideal es una caja de picnic Styrofoam con orificios de ventilación) con una cama caliente hasta que ellos puedan ser dejados con su madre. Los neonatos carecen de reservas de glucosa y tienen mínima capacidad para gluconeogénesis. Proveer energía durante los prolongados esfuerzos de reanimación se vuelve crítico. La hipoglucemia clínica consiste en niveles de glucemia inferiores a 30-40 mg/dl y puede ser tratada mediante la administración intravenosa/intraósea de una solución dextrosada a una dosis de 0,5-1 g/kg usando una solución al 5-10%, o una dosis de 2-4 ml/kg de una solución de dextrosa al 10%. La administración parenteral única de glucosa es adecuada si el cachorro es luego alimentado o puede amamantar. La solución de dextrosa al 50% sólo debe ser aplicada sobre las membranas mucosas debido a la posibilidad de flebitis si es administrada por vía intraveosa; sin embargo, la circulación debe ser adecuada para que ocurra la absorción a través de la mucosa. Los neonatos que reciben dextrosa deben ser controlados por la presentación de hiperglucemia debido a los mecanismos de regulación metabólicos inmaduros. Si un neonato está demasiado débil para amamantar o succionar, se puede administrar una mezcla de cristaloides balanceados entibiados (solución de Ringer lactado o Normosol y dextrosa al 5%) por vía subcutánea a una dosis de 1 ml cada 30 g de peso corporal hasta que el cachorro pueda nutrirse o amamantar. Se puede administrar una solución electrolítica-nutrientes balanceada y entibiada por vía oral por sonda gástrica cada 15-30 minutos hasta que el neonato sea capaz de succionar. Cuándo detener la reanimación 1. Cuando no hay respuesta después de 15-20 minutos de esfuerzos (respiración agónica continua, bradicardia). 2. Cuando se detectan serios defectos congénitos (paladar hendido, soplo, gastrosquisis, onfalocele de gran tamaño, grandes fontanelas) KIT para reanimación neonatal • Jeringas y agujas para acupuntura • Epinefrina recién diluida 1:9; dextrosa al 50% recién diluida al 5% • Fuente de oxígeno • Dispositivos para aspiración (peritas aspiradoras pediátricas, aspirador de Dee) • Máscaras de pequeño tamaño • Toallas (más bien pequeñas; muchas de ellas) • Fuente de calor (equipo de Baer, almohadilla térmica, lámpara infrarroja) • Caja para los cachorros (de poliestireno extruido) con apoyo de calor • Múltiples pinzas de Hallsted con punta pequeña y tijeras pequeñas • Sutura cat-gut 3-0 para los cordones umbilicales, sin aguja, cortada en segmentos de 12 cm • Tintura de yodo al 2% • Recipientes para baño con agua caliente • Estetoscopio pediátrico/neonatal • Equipo Doppler • Balanza neonatológica Drogas para reanimación neonatal • Epinefrina diluida • Dextrosa diluida • Ceftiofur • Vitamina K1 Protocolo Naxcel/ceftiofur • Reconstituir con 20 ml de agua bacteriostática o agua estéril • Estable durante 12 horas a temperatura ambiente (una vez reconstituida) • Estable durante 7 días si es refrigerado (una vez reconstituido) • Estable durante 8 semanas, si es congelado (una vez reconstituido) • Congelarlo en alícuotas de 1 ml etiquetado como rtt • La dosis neonatal es 2,5 mg/kg SC dos veces por día durante 5 días. Manejo: los primeros días Posterior a la reanimación o dentro de las primeras 24 horas de un parto natural, un veterinario, un técnico o un criador con experiencia deben hacer un examen físico completo. Hay que inspeccionar la cavidad oral, el manto piloso, los miembros, el ombligo y las estructuras urogenitales. Las membranas mucosas deben ser rosadas y húmedas, debe estar presente el reflejo de succión, el manto piloso debe estar seco y limpio, y la uretra y el ano deben estar presentes. Un ombligo normal estará seco y sin eritema en la zona adyacente. Hay que auscultar el tórax; los sonidos vesiculares de la ventilación y la ausencia de soplo son hallazgos normales. El abdomen debe estar relajado y sin dolor. Un neonato normal se retorcerá y vocalizará mientras es examinado y amamantará y dormirá tranquilo cuando es retornado con la madre. Los neonatos normales son muy susceptibles al estrés ambiental, las infecciones y la mala nutrición. Un apropiado manejo es crítico y debe incluir un examen diario de cada neonato evaluando vigor y registrando el peso. Calor Los cachorros y los gatitos carecen de mecanismos
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