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Transtornos de gestación en perras

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XXVI JORNADAS VETERINARIAS - 2017 
Autumn Davidson, DVM, MS, DACViM 
TRASTORNOS	
  DE	
  LA	
  GESTACIÓN	
  EN	
  PERRAS	
  
Problemas	
  anatómicos	
  
La detección (y posible corrección) de los estrechamientos del canal de parto debería 
producirse durante el examen previo al servicio, o al menos, durante el servicio, cuando 
podrían ocurrir problemas. Todas las perras reproductoras deben ser sometidas a un 
examen vaginal digital, aun cuando vayan a recibir servicio natural. Los estrechamientos 
tabicados pueden ser resecados, mientras que los estrechamientos circunferenciales 
pueden indicar la necesidad de inseminación artificial y cesárea programada. El edema de 
la preñez puede ocurrir hacia el final de la gestación en las perras con notorio 
agrandamiento del útero, como una consecuencia de la compresión linfática. La trombosis 
de la preñez es un trastorno inusual con un probable componente genético, que puede 
causar signos similares. La diferenciación se puede hacer sobre la base del examen físico 
y la ecografía. La hiperplasia vaginal puede recurrir durante la fase final de la gestación en 
asociación con elevación transitoria y pretérmino del estrógeno, lo que puede 
comprometer el canal de parto. Los pezones no permeables o invertidos pueden 
predisponer a las perras y las gatas a la galactoestasis y la mastitis y deberían ser 
identificados en el momento del diagnóstico de preñez. 
Problemas	
  uterinos:	
  trabajo	
  de	
  parto	
  prematuro	
  
La pérdida gestacional tardía atribuible a un trabajo de parto pretérmino o prematuro es 
un tópico controvertido de la reproducción de pequeños animales. En la fisiopatología del 
parto pretérmino en medicina veterinaria han sido implicados el hipoluteolismo, así como 
también la actividad uterina inapropiada acompañada por cambios cervicales, pero el 
síndrome no se comprende ni ha sido investigado por completo. Si bien la bibliografía de 
medicina humana es abundante sobre el tema, las publicaciones al respecto son pocas en 
medicina veterinaria. 
El trabajo de parto prematuro se define como los cambios en la actividad del útero y el 
cérvix que conducen a la pérdida de la preñez a través de la resorción o el aborto y para 
los cuales no se ha identificado ninguna causa metabólica, congénita, traumática o tóxica. 
El trabajo de parto prematuro se asocia con niveles de progesterona inferiores a 2 ng/ml. 
A menudo, el trabajo de parto prematuro es un diagnóstico retrospectivo, establecido 
después de una completa evaluación de la madre y los fetos debido a la pérdida de la 
preñez. Esta evaluación debe incluir una exploración metabólica de la madre en busca de 
enfermedades sistémicas e infecciosas, la histopatología de los fetos y placentas 
expulsados y la revisión del manejo de la perrera/gatera, incluidos aspectos como 
nutrición, medicamentos y factores ambientales. Todos los resultados son normales o 
negativos. Las madres que experimentan actividad miométrica prematura durante una 
preñez pueden o no exhibirla durante las preñeces posteriores, pero el síndrome puede 
ser una causa crónica de falla reproductiva. 
En medicina humana, el parto pretérmino complica al 10-12% de los embarazos, pero 
representa una morbimortalidad fetal del 80%. El diagnóstico de trabajo de parto 
pretérmino, que pone al feto en riesgo de parto prematuro, depende de la evaluación de la 
contractilidad uterina (mediante tocodinamometría) y la fibronectina fetal y la medición 
transvaginal del largo cervical por medio de ecografía, lo que en conjunto tiene un alto 
valor de predicción negativa. La amniocentesis también es aconsejada como un método 
de evaluación de la maduración pulmonar fetal y la invasión microbiana de la cavidad 
amniótica. La presencia de contracciones no justifica intervención por sí sola. La 
tocodinamometría identifica el inicio del trabajo de parto más temprano que la percepción 
materna subjetiva y, para aquellos grupos de alto riesgo, se aconseja el control uterino en 
la casa como prueba exploratoria inicial. Las gestaciones multifetales se asocian con 
cambios fisiológicos exagerados, los cuales promueven el trabajo de parto prematuro y 
complican la terapia tocolítica. Las mujeres con antecedentes de parto pretérmino 
parecen tener mayor riesgo de sufrir tal complicación en los embarazos posteriores. 
Si se indica intervención, los agentes tocolíticos son los aconsejados con frecuencia. 
Los antibióticos, el reposo pélvico y en cama y la hidratación no parecen ser beneficiosos. 
Las contraindicaciones para la terapia con tocolíticos incluyen grave preeclampsia, 
abrupción placentaria, infección intrauterina, anormalidades congénitas o cromosómicas 
letales, dilatación cervical avanzada y evidencia de compromiso fetal o insuficiencia 
placentaria. Los agentes tocolíticos inhiben las contracciones miométricas e incluyen 
betamiméticos (terbutalina, ritodrina), sulfato de magnesio, bloqueantes de los canales de 
calcio e inhibidores de la prostaglandina sintetasa (indometacina, ketorolac, sulindac). Las 
contraindicaciones para la administración de betamiméticos son arritmias cardíacas 
maternas, diabetes mellitus mal controlada e hipertiroidismo; los posibles efectos 
colaterales incluyen taquicardia e isquemia miocárdica materna o fetal, edema pulmonar e 
hipotensión maternos, e hipertrofia miocárdica, hiperglucemia e hiperinsulinemia fetales. 
La contraindicación para el uso de sulfato de magnesio es la miastenia gravis materna; los 
efectos colaterales incluyen letargia, debilidad muscular, dolor de cabeza, edema 
pulmonar y paro cardíaco en la madre, y depresión respiratoria, hipotonía, letargia y 
desmineralización en los fetos. Las contraindicaciones para emplear bloqueantes de los 
canales de calcio son enfermedad cardíaca, enfermedad renal o hipotensión maternas; 
los efectos colaterales incluyen náuseas, hipotensión y dolor de cabeza en la madre. La 
contraindicación para la administración de inhibidores de la prostaglandina sintetasa es el 
deterioro de la función renal o hepática en la madre; los efectos colaterales incluyen 
náuseas y reflujo gastrointestinal en la madre y contracción del conducto arterioso, 
hipertensión pulmonar, deterioro reversible de la función renal, hemorragia 
intraventricular, hiperbilirrubinemia y enterocolitis necrotizante en el feto. Los médicos 
tienen la esperanza de poder utilizar en el futuro con anticitocinas (interleucina 10) y 
antiprostaglandinas para lograr una supresión más completa del proceso patológico en 
múltiples sitios de su extensión, en lugar de tratarlo sólo en el final del trabajo de parto 
pretérmino. 
Se han realizado ensayos con pequeños grupos de personas, basados en el 
tratamiento profiláctico con progestágenos. No todos informaron resultados positivos con 
metaanálisis; la prevención del parto pretérmino o el mal parto recurrente parece basarse 
sólo en el uso de caproato de 17-alfa-hidroxiprogesterona (17-P), el metabolito natural de 
la progesterona. En un estudio, no se observó aumento de la tasa de anomalías 
congénitas en el grupo tratado con progesterona cuando se lo comparó con el grupo 
control. El beneficio del 17-P en la prevención del parto pretérmino al parecer fue mejor 
en una cohorte de mujeres con alto riesgo, pero aun así, la cohorte exhibió una alta tasa 
de partos pretérmino (36%) en comparación con el grupo control no tratado (54%), lo que 
indica que estaban involucradas otras causas del parto pretérmino. La terapia con 
tocolíticos fue agregada en el 17% del grupo tratado y el 16% del grupo control no tratado. 
Curiosamente, los niveles séricos de progesterona no fueron informados. 
El mantenimiento de la preñez en caninos y felinos requiere niveles séricos de 
progesterona superiores a 1-2 ng/ml, que disminuyen gradualmente durante la segunda 
mitad de la gestación y caen de manera abrupta a término (por lo general, el día previo o 
durante el día del parto). La progesterona promueve el desarrollo del tejido glandularendometrial, inhibe la contractilidad del miometrio (causa relajación del músculo liso 
uterino), bloquea la acción de la oxitocina, inhibe la formación de uniones comunicantes e 
inhibe la función de los leucocitos en el útero. En varias especies, los cambios locales en 
el nivel de progesterona o la proporción progesterona:estrógeno en la placenta o las 
membranas fetales son importantes para el inicio del trabajo de parto. Los antagonistas 
de la progesterona administrados a término pueden producir un aumento de la tasa de 
abortos espontáneos. En la perra, los cuerpos lúteos son la única fuente de 
progesterona, mientras que en la gata ocurre producción placentaria de progesterona en 
la segunda mitad de la gestación. La función lútea canina es autónoma al comienzo de la 
preñez, pero es apoyada por las hormonas luteotróficas (LH y prolactina) después de la 
segunda semana de gestación. 
El hipoluteolismo, insuficiencia lútea primaria que ocurre antes que la gestación llegue 
a término, es una causa posible, pero aún no documentada, de aborto tardío en perras 
por lo demás normales. Se ha documentado que la inducción del aborto cuando la preñez 
es normal, pero no deseada, requiere la reducción de los niveles plasmáticos de 
progesterona a menos de 2 ng/ml. El diagnóstico de pérdida gestacional causado por la 
luteólisis prematura es difícil y requiere la documentación de niveles inadecuados de 
progesterona en plasma previos al aborto y sin otra causa aparente. La medición precisa 
de los niveles de progesterona, en especial en el rango crítico de 1-3 ng/ml, no es segura 
usando los kits de ELISA disponibles en la actualidad para usar en consultorio. Unos 
pocos laboratorios académicos o de medicina humana privados proveen una prueba con 
la que se obtiene un rápido resultado (menos de 8 horas) que facilita el diagnóstico. 
Los niveles de progesterona disminuyen en respuesta a la muerte fetal; de esta 
manera, la documentación de un bajo nivel de progesterona después de un aborto no 
establece el diagnóstico de hupoluteolismo como la causa primaria del fracaso 
reproductivo. La administración de progesterona para mantener la preñez en madres con 
anormalidades fetales primarias, placentitis o infección intrauterina puede causar la 
continuación del crecimiento fetal con la posibilidad de distocia y sepsis. La administración 
de excesiva progesterona para mantener la preñez en una madre que, en realidad, no 
requiere tratamiento puede demorar el parto y tener un impacto sobre la lactancia, 
poniendo en peligro la vida de la perra y sus fetos, y puede masculinizar a los fetos 
hembras. 
Las madres sin aparente patología, pero con bajos niveles de progesterona 
documentados y antecedentes de pérdidas tardías de gestaciones a término también 
pueden ser evaluadas en busca de una actividad miométrica prematura a mitad de la 
gestación, usando el control uterino. La elaboración de prostaglandinas por parte del 
endometrio y la placenta asociada con actividad miométrica prematura puede producir 
luteólisis. La actividad uterina prematura que pone en peligro la supervivencia de los fetos 
puede ser identificada antes que ocurra una luteólisis importante; la intervención está 
indicada, si la preñez es normal más allá de esto. La administración de progestágenos y 
agentes tocolíticos, solos o en combinación, está indicada para disminuir la actividad 
miométrica. 
La intervención terapéutica en los casos de hipoluteolismo primario puede ser llevada a 
cabo mediante la administración de progesterona natural inyectable o progestágenos 
sintéticos orales. Los niveles séricos totales pueden ser controlados sólo cuando se 
suplementa el producto natural. La progesterona oleosa se administra por vía IM a razón 
de 2 mg/kg cada 72 horas. Altrenogest (Regumate, Hoechst-Roussel) es un progestágeno 
sintético elaborado para su uso en yeguas y se dosifica por vía oral a razón de 0,088 
mg/kg cada 24 horas. Ambas formas de suplementación deben suspenderse 
oportunamente para no interferir con el parto normal: el producto sintético oral dentro de 
las 24 horas previas a la fecha de parto y la formulación de depósito natural inyectable 
dentro de las 72 horas previas. Esto requiere la apropiada identificación de la duración 
gestacional desde el momento de la ovulación (es de esperar que el parto ocurra 64-66 
días después del pico de LH o la elevación inicial de la progesterona, o al cabo de 56-58 
días desde el primer día de diestro citológico). Una identificación menos segura de la 
duración gestacional se realiza en función de la fecha de servicio (58-72 días desde la 
fecha del primer servicio), radiografías o ecografías. 
Se ha usado terbutalina (Brethine, Ciba Geigy) en una dosis de 0,03 mg/kg oral cada 8 
horas para suprimir la contractilidad uterina en perras y gatas normales, excepto por sus 
antecedentes de pérdida pretérmino de preñeces. Es ideal que la dosis sea ajustada 
hasta efecto, usando tocodinamometría. El tratamiento se suspende 24 horas antes de 
llegar a término. 
Se necesitan más trabajos acerca de la fisiopatología del trabajo de parto prematuro y 
el parto pretérmino en la perra y la gata, que incluyan la evaluación de ovarios, placenta, 
miometrio y fetos en busca de factores contribuyentes. Se debe fomentar la realización de 
estudios multicéntricos, tendientes a la identificación de criterios para el diagnóstico del 
trabajo de parto prematuro significativo, tratamientos específicos, resultados y 
seguimiento (salud de la madre y los neonatos, preñeces posteriores). 
Alteraciones	
  metabólicas	
  
La diabetes gestacional ocurre con poca frecuencia en las perras y las gatas y se atribuye 
al efecto antiinsulina de la progesterona (mediado por un aumento de los niveles de 
hormona del crecimiento) durante la fase lútea. Se presentan polidipsia, poliuria y polifagia 
con pérdida de peso. Las dietas ricas en proteínas y pobres en carbohidratos pueden ser 
de ayuda para las gatas, mientras que las dietas ricas en fibra promueven la euglucemia 
en las perras. La insulina puede estar indicada. Los fetos de gran tamaño pueden ser el 
resultado de un aumento de la producción de insulina en respuesta a hiperglucemia 
materna y puede causar distocia debido a una incompatibilidad fetal-materna. 
La toxemia de la preñez en la perra ocurre como resultado de la alteración del 
metabolismo de los carbohidratos hacia el final de la gestación, produciendo cetonuria sin 
glucosuria ni hiperglucemia. Las causas más comunes son la mala nutrición o la anorexia 
durante la segunda mitad de la gestación. Puede ocurrir lipidosis hepática. Una mejora de 
la nutrición puede resolver el cuadro en la mayoría de los casos, pero podría estar 
indicada la finalización de la preñez en los casos graves. 
La hiperemesis grávida (enfermedad de la mañana) no se comprende del todo en 
medicina humana. Típicamente ocurre durante la tercera semana de gestación (por lo que 
no es una consecuencia de un útero grávido grande) y se resuelve hacia la cuarta 
semana. Si persiste, se puede administrar con seguridad metoclopramida como 
antiemético. En los casos graves, puede ser necesaria la alimentación forzada. 
La tetania puerperal o eclampsia ocurre con mayor frecuencia durante las primeras 4 
semanas posparto, pero puede ocurrir en las últimas semanas de la gestación. El cuadro 
ocurre en las perras con mayor frecuencia que en las gatas. La tetania puerperal puede 
poner en peligro la vida del animal, debido a la depleción de calcio ionizado en el 
compartimiento extracelular. Los factores predisponentes incluyen inapropiada nutrición 
perinatal, inapropiada suplementación de calcio y fuertes demandas por la lactancia. Las 
madres de pequeño tamaño con grandes camadas tienen un mayor riesgo. La excesiva 
suplementación prenatal de calcio puede conducir al desarrollo de tetania puerperal al 
promover la atrofia de la glándula paratiroides y la inhibición de la liberación de 
parathormona, lo que interfierecon los mecanismos fisiológicos normales para movilizar 
adecuadamente los depósitos de calcio y utilizar las fuentes dietéticas de calcio. La 
secreción de tirocalcitonina es estimulada. Es óptimo el uso de una fórmula comercial 
balanceada para animales en crecimiento, sin el agregado de vitaminas o minerales, 
durante la segunda mitad de la gestación y toda la lactancia. Se debe evitar el agregado 
de queso cottage, ya que altera el equilibrio normal entre calcio, fósforo y magnesio de la 
dieta. 
Las alteraciones metabólicas que favorecen la unión del calcio sérico con las proteínas 
pueden promover o exacerbar la hipocalcemia, como la alcalosis resultante de una 
hiperpnea prolongada durante el trabajo de parto o una distocia. La hipoglucemia y la 
hipertermia pueden ocurrir en forma conjunta. La intervención terapéutica se debe iniciar 
de inmediato ante el reconocimiento de los signos clínicos de la tetania, sin esperar la 
confirmación bioquímica. Los signos que preceden al desarrollo de las contracciones 
tónico-clónicas de los músculos incluyen cambios conductuales, salivación, prurito facial, 
rigidez y dolor de los miembros, ataxia, hipertermia y taquicardia. Se debe iniciar una 
intervención terapéutica inmediata mediante infusión IV lenta de gluconato de calcio al 
10% (1-20 ml). La administración debe ser acompañada por control cardíaco debido a la 
posible presentación de bradicardias y arritmias; si éstas ocurren, se justifica la 
suspensión temporaria de la infusión y su posterior reinicio a una velocidad más lenta. Los 
corticosteroides no son deseables debido a que promueven calciuria, disminuyen la 
absorción intestinal de calcio e impiden la osteoclasia. La hipoglucemia debe ser 
corregida, si se presenta, y se debe implementar tratamiento exógeno de la hipertermia, si 
fuese necesario. Una vez controlados los signos neurológicos, se infunde por vía SC 
gluconato de calcio diluido en igual volumen de solución salina, cada 6-8 horas, hasta que 
la madre esté estable y sea capaz de recibir suplementación por vía oral. Se debe 
administrar gluconato o carbonato de calcio (10-30 mg/kg cada 8 horas). Cada tableta 
con 500 mg de carbonato de calcio aporta 200 mg de calcio. Se deben realizar los 
esfuerzos necesarios para disminuir en la madre las demandas por lactancia y mejorar su 
plan nutricional. Si la respuesta a la terapia es rápida, se puede retomar gradualmente la 
lactancia hasta que los neonatos puedan ser destetados con seguridad; por lo general, 
esto sucede a edad algo temprana (3 semanas), por lo que se debe fomentar el uso de 
sustitutos lácteos comerciales. En aquellas madres con antecedentes de eclampsia 
recurrente, se puede intentar la administración de calcio (carbonato de calcio a razón de 
500-4000 mg/madre/día en tomas fraccionadas) durante toda la lactancia, pero no durante 
la gestación. 
 
 
 	
  
EMERGENCIAS	
  OBSTÉTRICAS:	
  CONDICIONES	
  CRÍTICAS	
  DEL	
  
PREPARTO	
  Y	
  EL	
  PARTO	
  
Aunque muchas perras y gatas dan a luz en sus hogares o en criaderos sin dificultad, el 
pedido de asistencia obstétrica veterinaria se está volviendo más común. El mayor valor 
financiero y emocional de los caninos y felinos reproductores y sus crías hace que las 
pérdidas evitables sean indeseables. En cuanto a las colonias reproductoras de 
instituciones académicas, científicas e industriales, se necesita maximizar la sobrevida de 
los neonatos por razones éticas y financieras. El compromiso veterinario en obstetricia 
canina y felina tiene varios objetivos: aumentar los fetos nacidos vivos (minimizar los 
mortinatos que son producto de dificultades en el proceso de parto), minimizar la 
morbilidad y la mortalidad de las madres y promover un aumento de la sobrevida de los 
neonatos durante la primera semana de vida. La sobrevida de los neonatos está 
directamente relacionada con la calidad del trabajo de parto. El manejo óptimo del parto 
requiere la comprensión del trabajo de parto y la expulsión normales en perras y gatas, 
así como también la capacidad clínica para detectar anormalidades en el proceso del 
parto. La distocia se define como la dificultad en la expulsión vaginal normal de un 
neonato desde el útero. La distocia debe ser diagnosticada en forma oportuna para que la 
intervención médica o quirúrgica mejore el resultado. Además, hay que identificar la 
etiología de la distocia para tomar la mejor decisión terapéutica. El diagnóstico eficiente 
de la distocia depende de la obtención de una apropiada anamnesis y la realización de 
un completo examen físico. El veterinario debe recabar con rapidez información sobre los 
antecedentes reproductivos (fechas de apareamiento, cualquier determinación del 
momento de ovulación, trabajo de parto histórico y reciente), así como también una 
historia médica general. El examen físico debe determinar el estado general de la 
paciente e incluir un examen pélvico digital y/o vaginoscópico para determinar la 
permeabilidad del canal de parto; además, debe efectuarse la evaluación del tamaño de la 
camada y fetal (la radiografía es la herramienta más útil), la viabilidad fetal (es ideal la 
evaluación mediante Doppler o ecografía en tiempo real) y la actividad uterina (la 
tocodinamometría es el método más útil). 
Gestación	
  y	
  parto	
  normales	
  	
  
Es común que se les pida a los veterinarios que determinen si una perra o gata tienen una 
preñez a término o están cronológicamente listas para parir una camada y, luego, 
intervengan si el trabajo de parto no ha comenzado. La determinación precisa de la edad 
gestacional puede ser difícil, en especial si han ocurrido numerosas copulaciones y no se 
realizó una evaluación del momento de ovulación. La gestación prolongada es una forma 
de distocia. El cálculo de la edad gestacional en las perras representa un mayor desafío 
que en las gatas, ya que las primeras tienen ovulación espontánea. La gestación normal 
en la perra es de 56-58 días desde el primer día de diestro (detectado por citología 
vaginal seriada y definido como el primer día en que el recuento de células 
cornificadas/superficiales retorna a ≤50%), 64-66 días a partir de la elevación inicial de 
progesterona desde el valor basal (por lo general, superando los 2 ng/ml) o 58-72 días 
desde el primer servicio. La supuesta duración de la gestación sin la determinación del 
momento de la ovulación es difícil debido a la disparidad entre la conducta estrual y el 
momento real de la concepción en la perra, y el tiempo durante el cual el semen 
permanece viable dentro del tracto reproductivo de la perra (a menudo, un lapso superior 
a 7 días). Las fechas de apareamiento y concepción no se correlacionan lo suficiente para 
permitir una predicción muy precisa de la fecha de nacimiento. Además, los signos 
clínicos de preñez a término son inespecíficos: el aspecto radiográfico de la 
mineralización del esqueleto fetal varía a término; el tamaño fetal varía según la raza y el 
tamaño de la camada; y la caída de la temperatura corporal (típicamente por debajo de 37 
°C) no siempre es detectada y, además, varía en muchas perras. La raza, la cantidad de 
partos y el tamaño de la camada son factores que también pueden influenciar la duración 
de la gestación. Debido a que la gata tiene ovulación inducida (la ovulación se produce 
24-36 horas después del coito), la duración de la gestación se puede predecir con mayor 
precisión a partir de la fecha de apareamiento, si se da por hecho que la copulación 
produjo una adecuada estimulación coital para que se produzcan el pico de LH y la 
consecuente ovulación y se permitió un número limitado de copulaciones. La duración de 
la gestación en las gatas varía entre 52 y 74 días desde el primero hasta el último 
apareamiento. La duración gestacional promedio es de 65-66 días. Debido al mal 
resultado de los cachorros y gatitos prematuros, es mejor demorar la intervención 
programada hasta que comienza el estadio I del trabajo de parto o se confirma una 
gestaciónprolongada. 
Trabajo	
  de	
  parto	
  y	
  expulsión	
  
Es típico que las perras ingresen en el estadio I del trabajo de parto dentro de las 24 
horas posteriores a la disminución del nivel sérico de progesterona por debajo de 2-5 
ng/ml, lo que ocurre junto con la elevación de las prostaglandinas circulantes y 
comúnmente se asocia con la caída transitoria de la temperatura corporal (por lo general, 
≤37,3 °C). Las gatas suelen ingresar en el estadio I del trabajo de parto 24 horas después 
de la caída del nivel sérico de progesterona por debajo de 2 ng/ml. El control seriado de 
los niveles de progesterona en busca de inminente trabajo de parto es problemático, 
porque los kits para determinación rápida en consultorio en caninos son menos precisos 
cuando la concentración oscila entre 2 y 5 ng/ml y porque puede ocurrir una rápida 
declinación de los niveles de progesterona en un período de pocas horas. Los laboratorios 
comerciales ofrecen la determinación cuantitativa de progesterona por medio de 
quimioluminiscencia, cuyo resultado suele obtenerse en 12-24 horas, lo que no es lo 
suficientemente rápido para tomar la decisión de una intervención obstétrica inmediata. 
El estadio I del trabajo de parto en la perra normalmente dura 12-24 horas, tiempo 
durante el cual el útero tiene contracciones miométricas con una frecuencia y una fuerza 
crecientes, asociadas con dilatación del cuello uterino. Durante este estadio no se 
evidencian esfuerzos abdominales (contracciones visibles desde afuera) y la perra puede 
exhibir cambios de conducta: se vuelve solitaria e inquieta, hace nido de manera 
intermitente, a menudo rechaza comer y, algunas veces, vomita. También puede 
presentar jadeo y temblores. La secreción vaginal es transparente y acuosa. 
El comienzo del estadio II del trabajo de parto normal en la perra se caracteriza por 
esfuerzos abdominales externos, que acompañan a las contracciones del miometrio para 
culminar en la expulsión de un neonato. La presentación del feto en el cuello uterino inicia 
el reflejo de Ferguson, que promueve la liberación de oxitocina endógena desde el 
hipotálamo. Estos esfuerzos no deberían durar más de 1-2 horas entre cachorros, aunque 
existe gran variación. Todo el parto puede llevar entre 1 hora y más de 24 horas; sin 
embargo, el trabajo de parto normal se asocia con un tiempo total de parto más corto y 
menor intervalo entre el nacimiento de los neonatos. La secreción vaginal puede ser 
transparente, serosa a hemorrágica o verde (uteroverdina). Es común que la perra 
continúe haciendo el nido entre cada expulsión y puede amamantar y limpiar a los 
neonatos de manera intermitente. La anorexia, el jadeo y los temblores son comunes. 
El estadio III del trabajo de parto es definido por la expulsión de la placenta. En 
general, las perras alternan entre el estadio II y III hasta completar el parto. Durante un 
parto normal, todos los fetos y placentas son expulsados vaginalmente, aunque pueden 
no ser expulsados juntos en cada instancia. Los estadios del parto en la gata pueden ser 
definidos de manera similar. El estadio I en la gata dura 4-24 horas y los estadios II y III 
de 2 a 72 horas, aunque en un parto normal es de esperar que la expulsión de todos los 
neonatos se complete dentro de un lapso de 24 horas. 
Etiología	
  de	
  la	
  distocia	
  
La distocia es el resultado de factores maternos (inercia uterina, anomalías del canal 
pélvico, compromiso intraparto), factores fetales (tamaño demasiado grande, mala 
posición, mala postura, anomalías anatómicas) o una combinación de ambos. Para que el 
manejo sea efectivo, la distocia se debe reconocer de manera oportuna y los factores 
etiológicos se deben identificar de forma correcta. 
La inercia uterina es la causa más común de distocia. La inercia uterina primaria 
produce una falla en la expulsión de todos los neonatos a término y se piensa que su 
etiología es multifactorial e incluye defectos metabólicos a nivel celular. Se produce una 
falla intrínseca para establecer un nivel funcional y progresivo de actividad miométrica. 
Puede estar presente un componente genético. La inercia uterina secundaria produce el 
cese del trabajo de parto, una vez que éste se ha iniciado, con la consecuente falla para 
expulsar toda la camada. La inercia secundaria puede ser el resultado de causas 
metabólicas o anatómicas (obstructivas) y se piensa que también tiene un componente 
genético. Las anormalidades en el canal de parto (como estrechamientos vaginales, 
estenosis por trauma pélvico previo o conformación particular de la raza) y las masas 
intrauterinas o intravaginales pueden causar una distocia obstructiva. En la mayoría de los 
casos, las anormalidades del canal de parto pueden detectarse en el examen previo al 
servicio y resolverse o evitarse por medio de una cesárea programada. Las causas de 
compromiso intraparto que hacen que la madre sea incapaz de completar la expulsión 
incluyen anormalidades metabólicas como hipocalcemia e hipoglucemia, reacción 
inflamatoria sistémica, sepsis e hipotensión (debida a hemorragia o shock). 
Los factores fetales que contribuyen a la distocia involucran con mayor frecuencia 
incompatibilidad de tamaño fetal-materno, anomalías fetales y mala posición y/o postura 
fetal. La gestación prolongada de pequeñas camadas puede causar distocia debido a un 
tamaño muy grande de los fetos. Las anomalías fetales, como hidrocefalia y anasarca, 
también pueden provocar distocia. La mala posición fetal (vientre del feto proximal al 
dorso de la madre) y la mala postura fetal (la flexión del cuello y las articulaciones 
escapulohumerales es lo más común) promueven la distocia, ya que el feto no puede 
pasar a través del canal de parto. 
Un diagnóstico eficiente de la distocia depende de obtener una adecuada historia 
clínica y realizar un completo examen físico. El veterinario debe recabar con rapidez 
información sobre los antecedentes reproductivos (fechas de apareamiento, cualquier 
determinación del momento de ovulación, trabajo de parto histórico y reciente), así como 
también una historia médica general. El examen físico debe determinar el estado general 
de la paciente e incluir un examen pélvico digital y/o vaginoscópico para determinar la 
permeabilidad del canal de parto; además, debe efectuarse la evaluación del tamaño de la 
camada y fetal (la radiografía es la herramienta más útil), la viabilidad fetal (es ideal la 
evaluación mediante Doppler o ecografía en tiempo real) y la actividad uterina (la 
tocodinamometría es el método más útil). 
Un nuevo abordaje para el control obstétrico veterinario utilizado en Estados Unidos 
combina la tocodinamometría (Healthdyne Inc., Marietta, GA, EE.UU.) y un dispositivo 
portátil para examen Doppler (Sonicaid, Oxford Instruments, England) para detectar y 
registrar la actividad uterina y la frecuencia cardíaca. Estas herramientas pueden ser 
empleadas en el hogar de la mascota o la clínica veterinaria. Su uso requiere rasurar 
ligeramente el manto piloso hacia caudal de la jaula costal, sobre el área grávida lateral a 
los flancos, para permitir un apropiado contacto del sensor uterino y el Doppler fetal. El 
sensor uterino detecta cambios en la presión intrauterina e intraamniótica. Se sujeta con 
una correa elástica sobre el área rasurada en la porción caudolateral del abdomen. La 
parte del dispositivo que registra las lecturas del sensor está ubicada en una pequeña 
mochila que se coloca sobre el área caudal del hombro. La perra/gata debe permanecer 
en reposo dentro de la paridera durante las sesiones de control. El equipo de control es 
bien tolerado. Luego de cada sesión de registro, se transfieren los datos a través de un 
modem usando un teléfono estándar. El control mediante Doppler fetal se realiza 
bilateralmente con una unidad portátil, usando gel acústico como intermediario, mientras 
la perra/gata está en decúbito lateral. Al dirigir el Doppler perpendicular al feto, se produce 
una amplificacióncaracterística de los sonidos cardíacos fetales, que son diferentes a los 
sonidos cardíacos o arteriales maternos, lo que permite la determinación de la frecuencia 
cardíaca del feto. 
La interpretación del patrón contráctil en el registro del monitor uterino requiere 
entrenamiento y experiencia. Los datos son transferidos por módem a personal obstétrico 
capacitado para la interpretación, que posteriormente se comunicará con el veterinario 
actuante y el propietario. Los registros en el hogar de la mascota se realizan 2 veces al 
día y duran 1 hora; luego, se llevan a cabo de manera intermitente, según lo indique el 
trabajo de parto activo. Cuando se evalúa a una paciente con presunta distocia, los 
controles realizados en la clínica veterinaria son más breves (mínimo 20 minutos). El útero 
canino y felino tiene patrones de contractilidad característicos de cada especie, que varían 
en cuanto a frecuencia y fuerza antes y durante los diferentes estadios del trabajo de 
parto. 
La tocodinamometría seriada en la perra y la gata permite la evaluación del progreso 
del trabajo de parto. Durante la fase final de la gestación y antes que se inicie el estadio I 
del trabajo de parto, el útero puede contraerse 1-2 veces por día. En los estadios I y II, las 
contracciones uterinas varían en frecuencia desde 0 a 12 por hora y tienen una potencia 
de 15 a 40 mm Hg, con picos de hasta 60 mm Hg. Las contracciones durante el trabajo de 
parto activo pueden durar 2-5 minutos. Existen patrones identificables durante la etapa 
previa y la etapa activa del trabajo de parto (estadios I a III). Durante el control, se pueden 
detectar aberraciones en la contractilidad uterina. Los patrones de trabajo de parto 
disfuncionales y anormales pueden ser débiles o prolongados y, a menudo, se asocian 
con estrés fetal. Además, la tocodinamometría permite evaluar la finalización del trabajo 
de parto. 
La presencia de estrés fetal es reflejada por una desaceleración sostenida de la 
frecuencia cardíaca. La frecuencia cardíaca normal de los fetos caninos y felinos a 
término es de 170-230 latidos/minuto o, como mínimo, 4 veces la frecuencia cardíaca 
materna. En el período periparto, el volumen minuto cardíaco del feto/neonato depende 
principalmente de la frecuencia cardíaca, ya que el ventrículo derecho es relativamente 
rígido (baja capacidad de expansión) y el sistema nervioso autónomo es inmaduro 
(respuesta inotrópica mínima a las catecolaminas). Las desaceleraciones asociadas con 
las contracciones uterinas sugieren incompatibilidad de tamaño fetal-materno o una mala 
posición y/o postura fetales. Las aceleraciones transitorias ocurren con el movimiento fetal 
normal. Las frecuencias cardíacas inferiores o iguales a 150-160 latidos/minuto indican 
estrés. Los fetos con frecuencia cardíaca igual o inferior a 130 latidos/minuto tienen pocas 
chances de sobrevida si no son expulsados dentro de las 2-3 horas y los fetos con 
frecuencia cardíaca igual o inferior a 100 latidos/minuto son una indicación para la 
intervención médica o quirúrgica inmediata a fin de acelerar el parto antes que ocurra la 
muerte de los fetos. 
Tratamiento	
  
El uso de los controles uterino y fetal permite al veterinario detectar y controlar el trabajo 
de parto, así como también manejarlo de forma médica o quirúrgica sobre la base de 
información conocida y no de conjeturas. En la Guide Dogs for the Blind, Inc., la tasa 
global de mortinatos disminuyó del 9,2 al 2,5%, con la incorporación de los controles 
uterino y fetal en el proceso de parto. La terapia médica para la distocia, basada en la 
administración de oxitocina y gluconato de calcio, puede ser dirigida y diseñada sobre la 
base de los resultados de estos controles. Por lo general, la administración de oxitocina 
aumenta la frecuencia de las contracciones uterinas, mientras que la administración de 
calcio aumenta la fuerza. La oxitocina (10 USP/ml, American Pharmaceutical Partners 
Inc., Los Ángeles, California, EE.UU.) es efectiva en minidosis, comenzando con 0,25 
unidades SC o IM hasta un máximo de 4 unidades por perra o gata. Las dosis más altas 
de oxitocina o los bolos IV pueden causar contracciones uterinas tetánicas e inefectivas, 
que pueden comprometer aun más el aporte de oxígeno al feto por la compresión 
placentaria. La frecuencia de administración de oxitocina se rige por el patrón del trabajo 
de parto y, por lo general, no es superior a 1 vez por hora. El gluconato de calcio al 10% 
con 0,465 mEq de calcio/ml (Fujisawa Inc., EE.UU.) se administra por vía SC a razón de 1 
ml cada 5,5 kg de peso, según esté indicado por la fuerza de las contracciones uterinas y, 
a intervalos de no menos de 4-6 horas. El calcio se administra antes que la oxitocina en la 
mayoría de los casos, para mejorar la fuerza de las contracciones antes de provocar un 
aumento de su frecuencia. Además, la acción de la oxitocina parece mejorar cuando se 
administra 15 minutos después del calcio. La mayoría de las perras/gatas son 
eucalcémicas, lo que sugiere que los beneficios de la administración del calcio ocurren a 
nivel celular o subcelular. 
La intervención quirúrgica (cesárea) está indicada si una perra/gata no responde al 
manejo médico, si se evidencia estrés fetal a pesar del adecuado aumento de la 
contractilidad uterina (lo que sugiere incompatibilidad entre el canal de parto materno y el 
tamaño fetal o mala posición/postura incompatible con la expulsión vaginal) o si se 
observan patrones anormales de contractilidad en el control uterino. 
Ahora se les pide más a los veterinarios que realicen cesáreas programadas tanto en 
perras como en gatas sin una indicación médica de urgencia para tal procedimiento, 
comúnmente debido a que los criadores no aceptan los riesgos asociados con el intento 
de un parto natural. En algunos casos, esta elección es bastante racional, como ante la 
gestación de un solo cachorro o razas con conocida predisposición a la distocia 
(braquicefálicos e hidrocefálicos como Boston terrier y Bulldog francés). La práctica se ha 
vuelto lo suficientemente común para generar un debate y aún es materia de discusión 
legal en algunos países. 
Se logran cesáreas bien organizadas cuando se establecen y coordinan los protocolos 
anestésico y de reanimación neonatal y la preparación prequirúrgica de la madre es 
óptima. Siempre se debe recordar que la madre puede estar débil y, por ende, requerir un 
cuidadoso manejo anestésico; que puede haber poco tiempo para la preparación y la 
evaluación preanestésicas de rutina; y que la madre puede haber recibido alimento 
recientemente. Antes de la cirugía, se deberían evaluar, como mínimo, hematócrito, 
sólidos totales y niveles séricos de calcio y glucosa. Se indica administración IV de 
líquidos al menos a velocidad de cirugía (5-10 ml/kg/hora). 
Para la premedicación, es mejor no dar atropina, debido a que cruza la placenta y 
bloquea la bradicardia (enlentecimiento de la frecuencia cardíaca) adaptativa normal del 
feto a la hipoxia (bajo nivel de oxígeno en sangre) y en la madre causa relajación del 
esfínter esofágico inferior, lo que hace que la regurgitación y la neumonía por aspiración 
sean más probables. Sin embargo, en la madre se indica el uso de un anticolinérgico 
debido a la estimulación vagal (sistema nervioso autónomo) anticipada durante la 
manipulación del útero grávido. El glicopirrolato (0,01-0,02 mg/kg SC) no cruza la placenta 
y es la droga preferida. La mayoría de las madres son manejables y no requieren 
tranquilización preanestésica, que tiene efectos depresores sobre los fetos. Los 
tranquilizantes fenotiazínicos (acepromazina) son transportados rápidamente a través de 
la placenta y son potentes depresores. Los agonistas de los receptores alfa2-adrenérgicos 
(como la dexmedetomidina y la xilacina) están contraindicados debido a sus graves 
efectos depresores cardiorrespirtatorios. De igual forma, el uso de los opioides 
(narcóticos) antes de la extracción de los fetos no es popularpor sus efectos depresores 
respiratorios. Cuando se requiere la tranquilización de una madre difícil de manejar, se 
prefieren los sedantes narcóticos, ya que sus efectos pueden ser revertidos (naloxona a 
razón de 1-10 µg/kg IV o IM) durante la reanimación neonatal. Se puede administrar 
metoclopramida (0,1-0,2 mg/kg) por vía SC o IM antes de la inducción de la anestesia, 
para reducir el riesgo de vómitos durante el procedimiento. 
La preoxigenación con máscara (5-10 minutos) siempre está indicada. La preparación 
inicial del abdomen (rasurado y primer lavado) puede llevarse a cabo durante este lapso. 
Para la inducción de la anestesia, es mejor evitar el uso de agentes disociativos (como 
ketamina) o barbitúricos, ya que producen una profunda depresión en los fetos. El 
propofol (6 mg/kg IV, a efecto) parece ser la droga más útil y segura; debido a su rápida 
redistribución tiene un efecto limitado sobre los fetos después del parto. La inducción con 
máscara, en realidad, produce una mayor hipoxemia (bajo nivel de oxígeno en sangre) 
materna y fetal que la inducción con propofol. Para el mantenimiento de la anestesia, se 
prefieren los agentes volátiles (gas), en especial, aquellos con bajo coeficiente de 
partición, como el isofluorano o el sevofluorano. Estos agentes son rápidamente captados 
y eliminados por el animal y pueden tener un mayor margen de seguridad cardiovascular 
que los agentes más solubles, como el halotano. El óxido nitroso puede ser usado para 
reducir la dosis de otros agentes anestésicos; se transfiere con rapidez a través de la 
placenta y, aunque tiene mínimos efectos sobre el feto en el útero, puede producir una 
significativa hipoxia por difusión después del parto. Algunos veterinarios prefieren para la 
anestesia la infusión de propofol a velocidad continua hasta que el feto es extraído (esto 
puede funcionar muy bien) y, luego, pasan al gas para la síntesis quirúrgica. Un bloqueo 
anestésico local (bupivacaína, 2 mg/kg) en la piel y el plano subcutáneo previo a la 
incisión, permite un ingreso más rápido a la cavidad abdominal, mientras la madre está 
haciendo la transición desde la inducción con propofol al mantenimiento con inhalatoria, y 
ayuda a aliviar las molestias posquirúrgicas. 
La velocidad quirúrgica es importante debido a que el tiempo anestésico prolongado y 
la demora de la cirugía se asocian con asfixia y depresión fetales. Sin embargo, se debe 
tener cuidado durante la incisión de la línea alba para garantizar que el útero grávido no 
sea también incidido. Es ideal que el útero sea exteriorizado y aislado con paños de 
laparotomía húmedos, para evitar la contaminación abdominal con líquidos uterinos. Este 
proceso debe ser realizado con cuidado para evitar el desgarro del útero y su ligamento 
ancho; en algunos casos, puede ser más fácil exteriorizar un cuerno por vez. El útero 
debe ser abierto a través de un área relativamente avascular y es mejor elevar su pared 
separándola de los fetos y extender la incisión con tijeras para que aquéllos no sean 
lacerados. Los fetos pueden ser llevados hacia la incisión mediante un suave ordeñe a lo 
largo del útero, aunque en algunos casos o en madres de gran tamaño puede ser 
necesario hacer más de una incisión. A medida que se libera líquido fetal, es mejor 
extraerlo por aspiración; luego, se pinza el cordón umbilical con dos pinzas y entre ambas 
se hace una ligadura, antes de pasar el feto a un asistente para su inmediata 
reanimación. Después de la extracción de cada feto, hay que desprender la placenta 
asociada mediante suave una tracción, pero las placentas se pueden dejar en el lugar, si 
están firmemente adheridas y su extracción puede causar una importante hemorragia. Las 
placentas retenidas pueden ser expulsadas de manera espontánea después de la cirugía 
o manejarse médicamente. Es esencial inspeccionar por completo los cuernos uterinos, el 
cuerpo uterino y la vagina para corroborar que todos los fetos han sido extraídos. Por 
último, después del cierre del útero, hay que inspeccionar cuidadosamente la irrigación 
del útero para asegurarse de identificar cualquier desgarro no observado, antes del cierre 
de la cavidad abdominal. 
La ovariohisterectomía en el momento de la cesárea es otra opción para el cirujano y el 
propietario, pero implica un tiempo anestésico más prolongado, demora el inicio del 
amamantamiento de los neonatos y aumenta la pérdida de sangre de la madre, por lo que 
posponerla es algo razonable. Curiosamente, la mayoría de los casos de hemorragia 
mortal posterior a una cesárea ocurren cuando ésta es seguida por una 
ovariohisterectomía, ya que tal cirugía es difícil en la perra preñada. Algunos creen que 
los estrógenos actúan de forma permisiva para los receptores de prolactina en las 
glándulas mamarias, lo que hace que la extracción de los ovarios durante la cesárea sea 
indeseable cuando la producción de leche está en un nivel marginal. Si la viabilidad 
uterina es cuestionable, hay que realizar una ovariohisterectomía. En la madre normal, el 
útero comienza a involucionar poco después de la extracción de los fetos, pero si esto no 
ocurre, se puede administrar oxitocina (0,25-1 unidad/perra) SC o IM para facilitar la 
involución y detener cualquier hemorragia; esto también promoverá la bajada de leche. 
Hay que admitir la posibilidad de que la hembra presente molestias posquirúrgicas. 
Una vez que los fetos han sido extraídos, la madre puede recibir un analgésico narcótico 
por vía parenteral. Después de la cirugía, no se aconseja la administración de 
antiinflamatorios no esteroides (AINE) debido a su incierta metabolización en los neonatos 
en lactancia con un metabolismo renal y hepático inmaduro. Se prefiere la analgesia con 
narcóticos. Los narcóticos orales, como el tramadol (10 mg/kg/día, en tomas fraccionadas) 
provee una excelente analgesia posquirúrgica a las perras en lactancia y causa mínima 
sedación en los neonatos. En todos los casos, se debe aconsejar al propietario que 
controle a la perras después de la cirugía hasta que evidencie conducta materna normal. 
Luego de una cesárea, las perra puede estar “atontada”, no prestar atención a los 
neonatos y hasta ser agresiva con ellos, ya que los mecanismos normales que establecen 
los lazos maternos han sido salteados. Hay que supervisar la lactancia y el cuidado 
neonatal. 
 
 
 
 
Figura 1. Gráfico de un registro de control uterino; mm Hg vs tiempo (en minutos). 
Trazado miométrico basal normal, sin contracciones, en la etapa previa al trabajo de 
parto. Las variaciones respecto de la línea de base están en el anexo del sensor (1-2 
minutos). 
 
 
Figura 2. Trabajo de parto activo inicial (estadio II); hay contracciones uterinas y pujos 
abdominales. C: contracción. 
 
 
Figura 3. Trabajo de parto activo, con pujos abdominales e inercia uterina. Los picos 
verticales (C) indican esfuerzos abdominales. 
 
 
Figura 4. Registro de la misma perra de la figura 3, tras ser tratada con 6 ml de gluconato 
de calcio al 10% SC y 0,5 USP de oxitoxina IM. Hay pujos abdominales evidentes junto 
con las contracciones uterinas (C). Los cachorros fueron expulsados en 26 minutos. 
 
 
Figura 5. Útero posparto vacío. 
 
 
Figura 6. Hiperestimulación del útero con cachorro obstruido. Los ecbólicos están 
contraindicados. Evidente estrés fetal (bradicardia fetal persistente). 
 
 
TRASTORNOS	
  DEL	
  POSPARTO	
  EN	
  LA	
  PERRA	
  Y	
  LOS	
  NEONATOS	
  
Período	
  posparto	
  inmediato	
  
Normalmente, las madres permanecen muy cerca de sus crías durante las primeras 2 
semanas después del parto y sólo dejan la paridera brevemente –si es que lo hacen– 
para comer, orinar y defecar. Ellas están alertas y contentas de permanecer con sus crías. 
Algunas madres protectoras pueden mostrar agresión hacia otros animales de la casa o 
incluso hacia personas con quienes son normalmente tolerantes; tal conducta tiende a 
disiparse después de 1-2 semanas de lactancia. La lactancia representa,típicamente, la 
mayor demanda nutricional y calórica de la vida de las hembras. La madre puede sufrir 
pérdida de peso y deshidratación y esto puede impactar sobre la lactancia, si la comida y 
el agua no están fácilmente disponibles; algunas veces, esto implica dejar alimento y agua 
en el nido con una madre nerviosa. Durante las últimas de gestación y el período posparto 
inmediato puede presentarse anorexia parcial, pero el apetito debe retornar y aumentar a 
medida que la lactancia progresa. El escaso apetito durante las últimas semanas de 
gestación se puede deber al desplazamiento del tracto gastrointestinal por parte del útero 
grávido. La anorexia parcial temprana en el período posparto puede ocurrir por el malestar 
digestivo resultante del consumo de numerosas placentas. Puede ocurrir diarrea 
secundaria al aumento de las raciones y la administración de alimento con alta carga 
energética (excesivo desarrollo bacteriano como consecuencia de la mala asimilación de 
los carbohidratos). El marcado efluvio posparto es normal en la perra y, la mayoría de las 
veces, sucede 4-6 semanas después del parto y sólo se salva la cabeza. Suele ser más 
notorio que el que ocurre con el ciclo estral típico y puede ser interpretado por el 
propietario como patológico, en especial si se combina con la pérdida de peso típicamente 
asociada con la lactancia. 
La temperatura corporal de la madre puede estar levemente elevada (39,4 °C) en el 
período posparto inmediato, lo que refleja la normal inflamación relacionada con el parto, 
pero debe retornar a los niveles normales en 24-48 horas. Si se hace una cesárea, puede 
ser difícil la diferenciación posquirúrgica entre la fiebre normal y la asociada con una 
patología. El examen físico y un hemograma completo pueden ayudar al clínico a 
distinguirlos. Los loquios posparto normales tienen un color rojo ladrillo, son inodoros y 
disminuyen con el transcurso de varios días o semanas (la involución uterina y su 
reparación lleva hasta 16 semanas en la perra). Las glándulas mamarias no deben estar 
doloridas; deben ser simétricas y tener una moderada firmeza sin calor, eritema ni masas 
firmes palpables. Si se las exprime, debe salir leche grisácea a blanca y acuosa. 
Manejo:	
  Los	
  primeros	
  días	
  de	
  vida	
  
Luego de la reanimación o dentro de las primeras 24 horas posteriores a un parto natural, 
un veterinario, un técnico o un criador con experiencia deben realizar un completo 
examen físico de la madre y los neonatos. La cavidad oral, el manto piloso, los miembros, 
el ombligo y las estructuras urogenitales deben ser inspeccionados. Las membranas 
mucosas deben estar rosadas y húmedas, debe haber reflejo de succión, el manto piloso 
debe estar completo y limpio, la uretra y el ano deben estar permeables. A las 24 horas 
del parto, el ombligo normal está seco y sin eritema a su alrededor. Hay que auscultar el 
tórax; los sonidos respiratorios vesiculares y la falta de soplo son hallazgos normales. El 
abdomen debe estar relajado y sin dolor. Un neonato normal se retorcerá y vocalizará al 
ser revisado, y se amamantará y dormirá con tranquilidad cuando se lo ponga de nuevo 
junto a la madre. Los neonatos normales intentarán enderezarse y orientarse para 
dirigirse hacia la madre. Los neonatos son muy susceptibles al estrés ambiental, la 
infección y la desnutrición. Un manejo apropiado es fundamental y debe incluir un examen 
diario de cada neonato para evaluar su vigor y registrar su peso. 
Calor	
  
Los cachorros y los gatitos carecen de mecanismos termorreguladores hasta las 4 
semanas de edad; por lo tanto, la temperatura ambiente debe ser lo suficientemente alta 
para facilitar el mantenimiento de una temperatura corporal de al menos 36 °C. La 
hipotermia tiene un impacto negativo sobre la inmunidad, la alimentación y la digestión. Es 
necesario aplicar calor exógeno y lo mejor es hacerlo con una lámpara de calor colocada 
sobre las cabezas. Con las almohadillas térmicas se corre el riesgo de quemar a los 
neonatos incapaces de alejarse de las superficies excesivamente calientes. 
 
Temperatura corporal normal (rectal) del neonato 
Semana 1: 35-37,2 °C 
Semanas 2-3: 36,1-37,7 °C 
Al destete: 37,2-38,3 °C 
 
Temperatura ambiental requerida 
Semana 1: 28,9-31,7 °C 
Semanas 2-3: 26,7 °C 
Semana 4: 20,5-23,9 °C 
Semana 5: 20,5°C 
 
Conducta	
  materna	
  inapropiada	
  
Una adecuada conducta materna es esencial para la supervivencia de los neonatos e 
incluye atención, facilitación del amamantamiento, recuperación, aseo y protección de los 
neonatos. Aunque la conducta materna es instintiva, puede estar negativamente 
influenciada por drogas anestésicas, dolor, estrés y excesiva interferencia humana. El 
establecimiento de lazos maternos es un evento mediado por feromonas, que se inicia en 
el parto. Este último se debe llevar a cabo en un ambiente tranquilo y familiar, con mínima 
interferencia humana, pero con adecuada supervisión. Las madres con buen instinto 
materno son cuidadosas cuando ingresan o se mueven dentro de la paridera, para no 
traumatizar a los neonatos al caminar o echarse sobre ellos. La colocación de una 
baranda dentro de la paridera evita el ahogo inadvertido de los neonatos caninos. 
El reflejo neuroendocrino que regula la contracción de las células mioepiteliales de la 
glándula mamaria y la posterior eyección de la leche es mediado por la oxitocina y 
activado por el succionamiento neonatal. En situaciones de estrés, la epinefrina induce 
vasoconstricción, bloqueando la entrada de oxitocina a la glándula mamaria e impidiendo 
la eyección de la leche. Una madre nerviosa y agitada, probablemente, tendrá escasa 
disponibilidad de leche. Los tranquilizantes antagonistas de la dopamina con mínima 
interferencia en la prolactina (acepromazina, 0,01-0,02 mg/kg), que se administran a la 
dosis más baja efectiva para minimizar la sedación de los neonatos, pueden mejorar la 
conducta materna y la eyección de leche en las madres nerviosas. Poner a la camada 
cerca de la madre facilita el mantenimiento de la adecuada temperatura corporal de los 
neonatos y su amamantamiento. La conducta materna normal incluye la suave 
recuperación de los neonatos que se dispersan y aislan dentro de la paridera. El aseo de 
los neonatos inmediatamente después del parto estimula el funcionamiento cardiovascular 
y pulmonar y elimina los líquidos amnióticos. Las madres que muestran poco interés en la 
reanimación de los neonatos pueden tener mala conducta materna durante el período 
posnatal. Por último, el aseo por parte de la madre estimula la micción y la defecación de 
los neonatos y mantiene limpio y seco su manto piloso. En ocasiones, pueden ocurrir una 
excesiva conducta protectora o agresión materna inducida por miedo. En la actualidad, 
se investiga el uso de oxitocina intranasal en perras con mala conducta materna. Una leve 
tranquilización de la madre con agentes ansiolíticos puede ayudar, pero la administración 
de la droga a los neonatos a través de la leche puede ser un problema. Las 
benzodiazepinas, agentes GABAérgicos, son superiores a las fenotiazinas para la 
agresión inducida por miedo (diazepam, 0,55-2,2 mg/kg). No se ha descrito el papel de los 
ansiolíticos más nuevos en el manejo de la agresión materna en un ambiente controlado. 
El tratamiento con feromonas podría ser útil. 
Trastornos	
  uterinos	
  
El prolapso completo o parcial del útero es un cuadro posparto poco común en la perra y 
muy poco frecuente en la gata. El diagnóstico se basa en la palpación de una masa 
tubular firme, que protruye a través de la vulva en el período posparto, y la imposibilidad 
de identificar el útero mediante una ecografía abdominal. La hiperplasia y el prolapso 
vaginales, secundarios a la hipersensibilidad de la mucosa vaginal (periuretral) focal a los 
estrógenos, pueden recurrir cerca del parto y deben ser descartados por medio de 
examen físico, vaginoscopia o radiografía con contraste. El tejido uterino prolapsadotiene 
riesgo de maceración e infección por exposición y contaminación. El tamaño de la 
mayoría de las perras y gatas impide la reubicación manual; por lo general, se indica 
laparotomía y ovariohisterectomía. 
La ruptura del útero ocurre con mayor frecuencia con camadas muy grandes que 
causan un notorio estiramiento y adelgazamiento de la pared uterina, en especial en las 
madres multíparas con distocia. En estos casos, están indicadas una inmediata 
laparotomía para la extracción de los fetos y la reparación o extirpación del útero, así 
como también la toma de muestras para cultivo y el lavado de la cavidad abdominal. El 
útero debe ser cuidadosamente examinado luego de la cesárea en busca de áreas con 
ruptura o predispuestas a ella. La peritonitis puede ser el resultado de un desgarro uterino 
no detectado. Cuando el área dañada es limitada y la madre tiene valor reproductivo, se 
puede considerar una histerectomía unilateral; esto puede predisponer a la perra/gata a la 
torsión del cuerno uterino contralateral. 
La persistencia de una secreción vaginal serohemorrágica o hemorrágica más allá de 
las 16 semanas posparto puede indicar subinvolución de los sitios placentarios en la 
perra. Histológicamente, las células trofoblásticas fetales han persistido en el miometrio, 
en lugar de degenerarse, hay ausencia de trombosis de los vasos endometriales y la 
involución normal del útero se ve impedida. Existen regiones interplacentarias normales. 
Las masas eosinofílicas de colágeno y las glándulas endometriales dilatadas protruyen 
dentro de la luz uterina, exudando sangre. La causa es desconocida. La pérdida de 
sangre suele ser mínima, no hay infección intrauterina y la fertilidad no es afectada. Por lo 
general, el tratamiento no es necesario, ya que la recuperación es espontánea y los 
síntomas son leves. Ante la situación poco frecuente de que el sangrado vaginal por 
subinvolución de los sitios placentarios sea lo suficientemente copiosa para causar 
anemia, hay que descartar diagnósticos como coagulopatías (probablemente defectos en 
la vía intrínseca o trombocitopenias/trombocitopatías), trauma, neoplasias del tracto 
genitourinario, metritis y proestro. Los beneficios de los ecbólicos terapéuticos, las 
prostaglandinas y/o la oxitocina son cuestionables y no han sido probados en estudios 
controlados. El valor preventivo de la oxitocina dada en el período posparto inmediato 
tampoco está probado. La laparotomía y la ovariohisterectomía son curativas. El examen 
histológico del útero está indicado para confirmar el diagnóstico. 
La infección aguda del endometrio durante el posparto debería ser sospechada si se 
presentan letargia, anorexia, disminución de la lactancia y mala conducta materna, 
acompañados por fiebre y secreción vaginal maloliente. La metritis es seria y, algunas 
veces, es precedida por distocia, manipulaciones obstétricas contaminadas o retención de 
fetos y/o placentas. Los cambios hematológicos y bioquímicos sugieren, la mayoría de las 
veces, septicemia, reacción inflamatoria sistémica y endotoxemia. La citología vaginal 
muestra una secreción hemorrágica a séptica purulenta. La ecografía abdominal permite 
la evaluación del contenido intrauterino y la pared uterina. Los fetos y las placentas 
retenidos también pueden ser identificados mediante ecografía. Una muestra del sector 
craneal de la vagina, probablemente, es representativa de la flora intrauterina y debe 
remitirse para cultivos aeróbico y anaeróbico y el correspondiente antibiograma: éste 
permite hacer una evaluación retrospectiva de la terapia antibiótica seleccionada de forma 
empírica. El ascenso bacteriano desde el tracto genitourinario inferior es más común que 
la diseminación hematógena y el microorganismo causal aislado con más frecuencia es 
Escherichia coli, tanto en las perras como en las gatas. El tratamiento es de sostén y 
consiste en la administración de líquidos, electrólitos y antibióticos bactericidas 
apropiados y la evacuación farmacológica del útero, por lo general con prostaglandina 
F2alfa (0,1-0,2 mg/kg SC cada 12-24 horas durante 3-5 días) o cloprostenol (1-2 µg/kg SC 
cada 12-24 horas durante 3-5 días). Puede estar indicada una ovariohisterectomía, si el 
estado general de la perra lo permite y la respuesta al tratamiento médico es mala. Es 
poco probable que la oxitocina promueva un vaciamiento uterino efectivo cuando se 
administra más allá de las 24-48 horas posparto. Los lactantes deben ser criados a mano, 
si la madre muestra un estado de enfermedad grave. La metritis puede hacerse crónica y 
causar infertilidad. 
Trastornos	
  mamarios	
  
La agalactia es definida como la falla para proveer leche a los neonatos. La agalactia 
primaria o falta de desarrollo mamario durante la gestación es el resultado de una falla en 
la producción de leche y no es común. Se sospecha de un defecto en el eje pituitárico-
ovárico-mamario. El uso de progestágenos hacia el final de la gestación puede interferir 
con la lactancia. La agalactia secundaria o falta de disponibilidad de leche debida a una 
falla en la eyección es más común. El desarrollo mamario es notorio, pero la leche no 
puede ser fácilmente exprimida a través del pezón. La producción normal de calostro en el 
período posparto inmediato no debe ser confundida con agalactia. La agalactia puede ser 
secundaria a parto prematuro, estrés grave, desnutrición, debilidad, metritis o mastitis. El 
tratamiento incluye la suplementación de los neonatos, mientras se estimula el 
succionamiento para promover la eyección de leche, la provisión de niveles óptimos de 
nutrición y adecuada cantidad de agua a la madre y la resolución de cualquier 
enfermedad subyacente. Si es detectada en forma temprana, la bajada de la leche puede 
ser a menudo inducida farmacológicamente. Se administra una minidosis de oxitocina de 
0,25-1 unidad por vía CS cada 2 horas. Los neonatos son extraídos durante 30 minutos, 
después de la inyección, y luego se los estimula a amamantar. Se suministra 
metoclopramida (antagonista de la dopamina) a razón de 0,1-0,2 mg/kg SC cada 12 horas 
para promover la producción de leche. Por lo general, el tratamiento se justifica dentro de 
las 24 horas. Algunos autores aconsejan una dosis mucho más alta de metoclopramida, 
pero es posible la presentación de efectos colaterales neurológicos. 
La galactoestasis puede causar engurgitamiento y edema de las glándulas mamarias 
asociados con molestias, lo que hace la lactancia poco probable y vuelve el cuadro 
autoperpetuante. Ocurre de manera secundaria a pezones invertidos o imperforados, falla 
para rotar a los lactantes, pérdida de la camada, una camada pequeña poco usual o, rara 
vez, seudociesis. 
La mastitis, inflamación séptica de la glándula mamaria, puede ser aguda y fulminante 
o crónica y de bajo grado, comprometiendo una o múltiples glándulas mamarias. Los 
microorganismos aislados con más frecuencia son coliformes, estafilococos y 
estreptococos, tanto en perras como en gatas. El origen de las bacterias puede ser 
cutáneo, exógeno o hematógeno. Los signos más tempranos son molestia mamaria leve y 
calor, galactosis, inflamación cutánea y presencia de una masa intramamaria. La leche 
suele estar teñida de rojo o marrón, debido a la presencia de glóbulos rojos y blancos. Los 
casos moderados exhiben dolor, rechazo a amamantar o mantenerse echada, anorexia y 
letargia. La fiebre puede ser notoria y preceder a otros signos clínicos. Los casos 
avanzados pueden presentar shock séptico con glándulas abscedadas o necróticas. El 
diagnóstico se basa en el examen físico. El recuento celular en leche no es predictivo de 
mastitis en las perras. El cultivo y el antibiograma de leche recogida de forma aséptica 
desde las glándulas afectadas permiten una evaluación retrospectiva de la elección de los 
antibióticos. El tratamiento debe comenzar de inmediato y consiste en un antibiótico 
bactericida de amplio espectro y suave fisioterapia. Puede estar indicada la administraciónde analgésicos; los neonatos toleran la analgesia con opioides en la madre. Las 
cefalosporinas de primera generación (cefalexina, 10-20 mg/kg cada 8-12 horas) y las 
penicilinas resistentes a betalactamasas (Clavamox, 14 mg/kg cada 8-12 horas) son 
antibióticos seguros y aconsejados para los neonatos. La antibioticoterapia puede estar 
justificada hasta el destete o impedir la lactancia, si el antibiograma obliga a la elección de 
una droga con potencial tóxico para los neonatos. El uso de compresas calientes e 
hidroterapia y la delicada extracción de la leche podrían evitar la abscedación y la ruptura 
de las glándulas afectadas. En caso de grave necrosis, se requiere una mastectomía, una 
vez que la madre está estabilizada, y un enérgico manejo de la herida. La terapia 
antiprolactina (cabergolina, 1,5-5 µg/kg/día, fraccionados en 2 tomas diarias) puede estar 
indicada en los casos graves, a los efectos de reducir la lactación. No hay evidencia de 
que el amamantamiento desde las glándulas afectadas sea un problema para los 
neonatos, pero ellos tienden a evitar esas glándulas desde las cuales es difícil obtener 
leche. Las glándulas afectadas deben ser protegidas del trauma causado por los bordes 
de la paridera y las uñas de los neonatos. La mastitis puede recurrir en lactancias 
posteriores, más allá de las medidas preventivas tomadas. La detección y el tratamiento 
tempranos son más óptimos que el uso profiláctico de antibióticos, los cuales tienden a 
favorecer la resistencia de los microorganismos. 
Trastornos	
  anatómicos	
  de	
  los	
  neonatos	
  
Una anomalía del desarrollo que conduce a la extrusión de una porción del tracto 
gastrointestinal hacia afuera a través de la pared corporal, que ocurre dentro del canal 
umbilical (onfalocele) o lateral al canal umbilical (gastrosquisis) ha sido documentada en 
las personas y ocurre tanto en perros como en gatos. Por lo general, el cuadro suele no 
tener esperanzas en los pacientes pediátricos veterinarios presentados a los veterinarios 
horas después del nacimiento; sin embargo, en las personas se ha comunicado una tasa 
de sobrevida del 30-70% con la intervención quirúrgica posparto inmediato. El diagnóstico 
se hace previo al parto, mediante una ecografía abdominal, basado en la identificación de 
estructuras de la pared gástrica fetal (rugosidades) o de contenido intestinal en una 
localización anormal. La realización de la intervención quirúrgica más temprana, antes 
que ocurra la inevitable contaminación séptica, puede mejorar el pronóstico en los 
pacientes veterinarios. 
Las anormalidades gastrointestinales son sugeridas por una mala ganancia de peso, la 
regurgitación de la leche a través de los ollares, signos respiratorios y defecación 
anormal. Los defectos congénitos del paladar se presentan en los perros con una 
incidencia de hasta el 25%. La hendidura del paladar secundario es una fístula oronasal 
congénita que produce un cierre incompleto del paladar duro y blando. La hendidura del 
paladar secundario puede ocurrir sola o en combinación con la hendidura del paladar 
primario, lo que involucra al labio y el premaxilar. La hendidura palatina es el producto de 
la fusión incompleta de los tabiques palatinos, más crítica a los 25-28 días de gestación, y 
es atribuido a factores genéticos (heredabilidad poligénica recesivo o dominante 
incompleta), teratogénica (drogas, suplementos), nutricionales (deficiencia de ácido fólico) 
o infecciosos (virales). Los neonatos afectados son diagnosticados por medio de la 
inspección visual de la cara y la cavidad oral. Hay un amamantamiento/succión 
inefectivos; estos neonatos no logran desarrollarse, presentan neumonía por aspiración y 
rinitis. Se indica alimentación por sonda orogástrica hasta que el cachorro alcanza un 
tamaño que permita la cirugía oral, lo que tradicionalmente se aconseja hacer a las 8-12 
semanas de edad. La palatoplastia en estos cachorros jóvenes es difícil debido al tamaño 
del paciente y al crecimiento orofacial posquirúrgico esperado, lo que a menudo lleva a la 
necesidad de múltiples operaciones. La realización de una esofagostomía o una 
gastrostomía por sonda puede facilitar la alimentación con el paso del tiempo pero 
requiere un importante cumplimiento por parte del propietario y así puede producirse 
aspiración como complicación. Las prótesis palatinas son un problema. Los clientes 
buscan métodos para mejorar la sobrevida de los cachorros con paladar hendido; la 
sobrevida hasta la edad reproductiva en perros con afecciones congénitas que proveen 
un modelo de investigación para cuadros humanos evita la necesidad de modelos 
inducidos iatrogénica o teratogénicamente. Se ha comunicado un método exitoso para el 
manejo de la nutrición en los perros afectados hasta que éstos alcancen la edad adulta 
facilitando la corrección quirúrgica. Se instituye la administración de calostro de la madre 
durante 24 horas seguido por la administración de un sustituto lácteo a través de una 
sonda orogástrica intermitente.. A las 4 semanas de edad se hace la transición a un 
alimento canino pediátrico comercial seco. El agua está disponible a través de un sistema 
comercial denominado ball-point tube cap system. La cirugía puede ser demorada hasta 
que el cachorro alcanza un crecimiento suficiente o puede nunca ser necesaria. 
La duplicación o la agenesia entérica pueden ser confirmadas por ecografía en los 
pacientes pediátricos. La duplicación es poco frecuente y puede ocurrir en cualquier parte 
del tracto intestinal y los signos clínicos pueden ser inespecíficos (distención abdominal, 
molestias). Se puede ver una formación yuxtaintestinal llena con líquido, con variable 
peristalsis y contenido. Por lo general, la agenesia entérica provoca signos clínicos graves 
con amenaza de vida para el paciente durante el período neonatal. Los hallazgos 
ecográficos suelen incluir una distensión notoria con líquido y gas en el intestino proximal 
al defecto. 
Las hernias umbilicales pueden ser importantes si tienen el tamaño suficiente como 
para permitir la evisceración y la estrangulación del intestino. El omento puede quedar 
atrapado en una hernia umbilical abierta en perros y gatos inmaduros; el cierre de la 
hernia producirá un efecto de masa benigno que, a menudo, alarma a los clientes. La 
evaluación de una masa umbilical dolorosa o que aumenta de tamaño suele permitir la 
diferenciación entre omento e intestino atrapado, el cual tiene un aspecto entérico típico. 
La anasarca, un edema congénita letal, puede ocurrir con anormalidades 
cardiovasculares concurrentes. Se observa edema subcutáneo generalizado con acúmulo 
de líquido dentro de las cavidades torácica y abdominal.. El linfedema hereditario 
congénito causa edema de las extremidades y, algunas veces, de la cabeza y se asocia 
con anormalidades morfológicas linfáticas. La terapia con dieta puede algunas veces 
normalizar a los neonatos afectados. 
 
PEDIATRÍA:	
  DEL	
  DÍA	
  0	
  HASTA	
  LA	
  PUBERTAD	
  
La tasa de mortalidad promedio comunicada (es mayor durante la primera semana de 
vida) varía entre 9 y 26%. La intervención veterinaria prudente en los períodos prenatal, 
de parto y posparto puede aumentar la supervivencia neonatal por medio del control o la 
eliminación de factores que contribuyan con la morbilidad y mortalidad del cachorro. Una 
mala condición preparto de la madre, distocia, malformaciones congénitas, defectos 
genéticos, lesiones, exposición ambiental, malnutrición, parasitosis y enfermedades 
infecciosas son todos factores que contribuyen con la morbilidad y mortalidad neonatal. 
Un manejo óptimo impacta favorablemente sobre la sobreviva neonatal por medio del 
manejo del trabajo de parto y la expulsión de los fetos a los efectos de reducir los partos 
muertos, controlando la parasitosis y reduciendo las enfermedades infecciosas, 
previniendo lesiones y exposición ambiental, y optimizando la nutrición de la madre y los 
neonatos. Una evaluación genética apropiadapara la selección de reproductores 
minimiza los defectos congénitos hereditarios. El período neonatal puede ser dividido en 
preparto (o prenatal), de parto y posparto o neonatal; aquí nos enfocaremos en este 
último. 
Reanimación	
  posparto	
  inmediata	
  
La reanimación neonatal óptima después del nacimiento, si la madre no puede llevarla a 
cabo o ha sido sometida a una cesárea, consiste en el mismo ABC de cualquier 
reanimación cardiopulmonar. Primero, rápidamente limpiar las vías aéreas (“A”) por suave 
aspiración con una pera, y secado y estimulación del neonato para promover la 
ventilación (“B”) y evitar el enfriamiento. Los neonatos no deben ser balanceados u 
oscilados en el aire para limpiar las vías aéreas como está descrito en la bibliografía 
veterinaria, debido a la posibilidad de provocar hemorragia cerebral por concusión. El uso 
de doxapram como estimulante respiratorio es poco probable que mejore la hipoxemia 
asociada con la hipoventilación y no es recomendado. La ventilación espontánea y la 
vocalización al nacimiento presentan una asociación positiva con la sobrevida a 7 días de 
edad. La intervención para la reanimación de neonatos después de una expulsión vaginal 
debe hacerse cuando las acciones de la madre no logran estimular la ventilación, la 
vocalización o el movimiento dentro del primer minuto de nacido. 
La reanimación cardiopulmonar para neonatos que no logran ventilar de manera 
espontánea es un desafío pero podría ser gratificante. El apoyo ventilatorio debe incluir un 
flujo constante de oxígeno entregado a través de una máscara. Si esto es inefectivo 
después de un minuto, se aconseja realizar presión positiva mediante una máscara bien 
ajustada o mediante intubación endotraqueal y bolsa de reventilación (usando un tubo 
endotraqueal de 2 mm o un catéter G12-16). Se ha informado anecdóticamente éxito con 
la estimulación del punto de acupuntura de Jen Chung, introduciendo una aguja G25 en el 
filtro nasal, en la base de los ollares y se la rota una vez que contacta con el hueso. La 
estimulación cardíaca (“C”) debe seguir al apoyo ventilatorio, ya que la hipoxemia 
miocárdica es la causa más común de bradicardia y asistolia. Las compresiones 
cardíacas transtorácicas son el primer paso; la epinefrina es la droga de elección para el 
paro cardíaco (0,2 mg/kg administrado por vía intravenosa o intraósea). El acceso venoso 
en los neonatos es un desafío y la vena umbilical es la única posibilidad. La extremidad 
proximal del húmero, la extremidad proximal del fémur y la cara proximomedial de la tibia 
ofrecen vías de ingreso intraóseo para la administración de drogas. La atropina no es 
aconsejada en la actualidad en la reanimación neonatal. El mecanismo de bradicardia es 
una depresión miocárdica inducida por hipoxemia más que una mediación vagal y la 
taquicardia inducida por anticolinérgicos puede, en realidad, exacerbar el déficit de 
oxígeno en el miocardio. 
Más	
  allá	
  del	
  ABC	
  
Los neonatos fríos pueden no responder a la reanimación. La pérdida de temperatura 
corporal ocurre con rapidez cuando un neonato está húmedo. Es importante mantener 
caliente a un neonato durante la reanimación y el período posparto inmediato. Durante la 
reanimación, la colocación del tronco del neonato frío en un baño con agua caliente (35-
37,2°C) puede mejorar la respuesta. Trabajar bajo una lámpara de calor o dentro de un 
dispositivo de calentamiento de Bair es útil. Posterior a la reanimación, los neonatos 
deben ser colocados dentro de una caja caliente (lo ideal es una caja de picnic Styrofoam 
con orificios de ventilación) con una cama caliente hasta que ellos puedan ser dejados 
con su madre. 
Los neonatos carecen de reservas de glucosa y tienen mínima capacidad para 
gluconeogénesis. Proveer energía durante los prolongados esfuerzos de reanimación se 
vuelve crítico. La hipoglucemia clínica consiste en niveles de glucemia inferiores a 30-40 
mg/dl y puede ser tratada mediante la administración intravenosa/intraósea de una 
solución dextrosada a una dosis de 0,5-1 g/kg usando una solución al 5-10%, o una dosis 
de 2-4 ml/kg de una solución de dextrosa al 10%. La administración parenteral única de 
glucosa es adecuada si el cachorro es luego alimentado o puede amamantar. La solución 
de dextrosa al 50% sólo debe ser aplicada sobre las membranas mucosas debido a la 
posibilidad de flebitis si es administrada por vía intraveosa; sin embargo, la circulación 
debe ser adecuada para que ocurra la absorción a través de la mucosa. Los neonatos que 
reciben dextrosa deben ser controlados por la presentación de hiperglucemia debido a los 
mecanismos de regulación metabólicos inmaduros. Si un neonato está demasiado débil 
para amamantar o succionar, se puede administrar una mezcla de cristaloides 
balanceados entibiados (solución de Ringer lactado o Normosol y dextrosa al 5%) por vía 
subcutánea a una dosis de 1 ml cada 30 g de peso corporal hasta que el cachorro pueda 
nutrirse o amamantar. Se puede administrar una solución electrolítica-nutrientes 
balanceada y entibiada por vía oral por sonda gástrica cada 15-30 minutos hasta que el 
neonato sea capaz de succionar. 
Cuándo	
  detener	
  la	
  reanimación	
  
1. Cuando no hay respuesta después de 15-20 minutos de esfuerzos (respiración agónica 
continua, bradicardia). 
2. Cuando se detectan serios defectos congénitos (paladar hendido, soplo, gastrosquisis, 
onfalocele de gran tamaño, grandes fontanelas) 
 
KIT	
  para	
  reanimación	
  neonatal	
  
• Jeringas y agujas para acupuntura 
• Epinefrina recién diluida 1:9; dextrosa al 50% recién diluida al 5% 
• Fuente de oxígeno 
• Dispositivos para aspiración (peritas aspiradoras pediátricas, aspirador de Dee) 
• Máscaras de pequeño tamaño 
• Toallas (más bien pequeñas; muchas de ellas) 
• Fuente de calor (equipo de Baer, almohadilla térmica, lámpara infrarroja) 
• Caja para los cachorros (de poliestireno extruido) con apoyo de calor 
• Múltiples pinzas de Hallsted con punta pequeña y tijeras pequeñas 
• Sutura cat-gut 3-0 para los cordones umbilicales, sin aguja, cortada en segmentos 
de 12 cm 
• Tintura de yodo al 2% 
• Recipientes para baño con agua caliente 
• Estetoscopio pediátrico/neonatal 
• Equipo Doppler 
• Balanza neonatológica 
 
Drogas	
  para	
  reanimación	
  neonatal	
  
• Epinefrina diluida 
• Dextrosa diluida 
• Ceftiofur 
• Vitamina K1 
 
Protocolo	
  Naxcel/ceftiofur	
  
• Reconstituir con 20 ml de agua bacteriostática o agua estéril 
• Estable durante 12 horas a temperatura ambiente (una vez reconstituida) 
• Estable durante 7 días si es refrigerado (una vez reconstituido) 
• Estable durante 8 semanas, si es congelado (una vez reconstituido) 
• Congelarlo en alícuotas de 1 ml etiquetado como rtt 
• La dosis neonatal es 2,5 mg/kg SC dos veces por día durante 5 días. 
 
Manejo:	
  los	
  primeros	
  días	
  
Posterior a la reanimación o dentro de las primeras 24 horas de un parto natural, un 
veterinario, un técnico o un criador con experiencia deben hacer un examen físico 
completo. Hay que inspeccionar la cavidad oral, el manto piloso, los miembros, el ombligo 
y las estructuras urogenitales. Las membranas mucosas deben ser rosadas y húmedas, 
debe estar presente el reflejo de succión, el manto piloso debe estar seco y limpio, y la 
uretra y el ano deben estar presentes. Un ombligo normal estará seco y sin eritema en la 
zona adyacente. Hay que auscultar el tórax; los sonidos vesiculares de la ventilación y la 
ausencia de soplo son hallazgos normales. El abdomen debe estar relajado y sin dolor. 
Un neonato normal se retorcerá y vocalizará mientras es examinado y amamantará y 
dormirá tranquilo cuando es retornado con la madre. Los neonatos normales son muy 
susceptibles al estrés ambiental, las infecciones y la mala nutrición. Un apropiado manejo 
es crítico y debe incluir un examen diario de cada neonato evaluando vigor y registrando 
el peso. 
Calor	
  
Los cachorros y los gatitos carecen de mecanismos

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