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Ensayo Siglo XX, El Paradigma de la Biopolítica, La Nueva Práctica de hacer Política docx

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TÍTULO: ENSAYO FINAL HISTORIA DE SIGLO XX
SIGLO XX, EL PARADIGMA DE LA BIOPOLÍTICA, LA NUEVA PRÁCTICA DE
HACER POLÍTICA
NOMBRES: JUAN SEBASTIÁN GÓMEZ MARRIAGA
PRESENTADO A: MAYRA NATALIA PARRA SALAZAR
UNIVERSIDAD NACIONAL
SEDE MEDELLÍN
2019
Introducción
El siglo XX ha sido uno de los períodos de la historia más intensos y convulsivos que le ha
tocado vivir a la humanidad. Siglo de paradojas y de contrastes, se inició con optimismo, fue
testigo del apocalipsis de dos guerras mundiales y terminó con un progreso científico
inimaginable que nos condujo a una nueva civilización, que aún no podemos intuir. En él
ocurrieron grandes acontecimientos que moldearon nuestro tiempo y proyectaron sus
resultados hacia un futuro inmediato. Unos fueron providenciales para entender la vida del
hombre, combatir las enfermedades y prolongar la vida y otros de innegable importancia
social para la humanidad. Unos saberes se fundamentaron en otros. La filosofía se adentró en
las matemáticas, como la ciencia en la filosofía, mientras la política y la economía ejercían
tan decisivo influjo en nuestro modo de sentir y de vivir, que la cultura y la sociedad misma
se conmovieron hasta sus cimientos. Este siglo, además permitió la gesta de la mayor
revolución tecnológica que el mundo haya visto en su historia, tan trascendental como
inimaginable, que con el alunizaje pusieron al hombre en el camino hacia las estrellas, se
creó la sociedad de la información, cuyo máximo símbolo: el internet se constituyó en uno de
las bases de la sociedad actual.
Este Siglo XX Corto como lo define Eric Hobswan, ha estado lleno de creación y
destrucción, maravillas, infortunios, esplendores, paradojas y contrastes. Trajo consigo la
articulación de un sin número de cambios, traducidos a todas las características que
permitieron formar el mundo y la sociedad de este pleno siglo XXI.
Sin embargo, si se quisiera explicar cada característica de esta centuria sería imposible por la
cantidad de hechos que confluyen. Es por eso que decido centrarme en una de las
características como lo es la Política. Pero no se trata de ver a la política en nivel más
general, sino de ver que este tema toca más de fondo a los gobiernos y su manera de hacer
política en ese siglo.
Ahora, el siglo XX tiene sus características, una de ellas como ya lo dije es la política de los
Gobiernos, y esta a su vez, posee una característica muy particular, y es con la cual pretendo
desarrollar este proyecto, es una tan polémica como interesante: Un concepto llamado
Biopolítica. Uno que se une a la larga lista de tecnologías del siglo XX, incorporándose
como una tecnología de poder. Sin más dilación, comencemos.
Para poder desarrollar este proyecto primero tenemos que hacernos una primera definición
acerca de lo que es el concepto de Biopolítica, este concepto originario de Michel Foucault y
que la define como “Al conjunto de mecanismos de conducción de conductas y fenómenos
naturales relacionados con el ser humano en tanto que es un organismo viviente, y en cuanto
a un miembro de una especie viviente sujeta toda una serie de procesos vitales de alcance
colectivo: natalidad, mortalidad, morbilidad, higiene, etc”.
Partiendo de esos mismos supuestos foucaultianos, se debe tratar de comprender la
Biopolítica. ¿Cuándo y porqué surgió esta nueva tecnología de poder? ¿Cuáles son sus
elementos constituyentes y cuáles fueron las estructuras políticas y sociales que los
precisaron? ¿Cuáles son sus niveles de actuación, y cuáles objetivos dirigen sus acciones? En
el libro Vigilar y Castigar el pensador francés había analizado el surgimiento del llamado
dispositivo disciplinario. Un tipo de poder desarrollado en el transcurso de los siglos XVII y
XVIII y orientado hacia el cuerpo individual como un objeto y blanco de poder, un cuerpo
que se manipula, al que se le da forma, un cuerpo que obedece. Esto da de cuenta que, ahora,
a la Biopolítica la compone otro concepto como lo es la Anatomopolítica.
“El individuo es así corregido, encauzado, normalizado, observado detalladamente en
un proceso de disciplinarización ininterrumpida ejercida entre las paredes de las
distintas instituciones disciplinarias, quedando inserto en el seno de toda una serie de
procesos de control que lo constituyen como objeto y efecto de poder y de saber,
quedando incrustadas las relaciones de poder en el interior del mismo cuerpo
humano”. (Foucault, 2005).
Ahora bien, no podemos verlo como Biopolítica o Biopoder, sino como Biopolíticas o
Biopoderes a lo largo de ese siglo XX. Y esto, porque la Biopolítica ha sufrido desde su
nacimiento al menos cuatro variaciones que se tornan en una problemática para justificarla en
un concepto homogéneo.
La primera de esas transformaciones será la biopolitica interventora surgida en el último
cuarto del siglo XIX, junto con el Estado social o interventor, una nueva forma de biopolitica
estaba configurándose, la biopolitica interventora. Se trata, en efecto, de un reajuste de la
gubernamentalidad liberal y de sus prácticas biopolíticas en un momento histórico
extremadamente delicado atravesado por profundas transformaciones y las depresiones
económicas propias de ese liberalismo clásico. En efecto, fueron los reformistas sociales
quienes a finales de siglo XIX orientaron con sus propuestas hacia una ampliación de las
competencias de la intervención Estatal especialmente en los procesos vitales y civilizatorios.
Hay varias grandes tendencias de esta biopolitica interventora: en primer lugar el paso de una
política de beneficiencia a una política de prevención social. El Estado se ocupaba de la salud
y la protección de los individuos, donde se perseguía la previsión de los riesgos asociados a
las circunstancias aleatorias del entorno, para lo cual se pondrían en marcha toda una serie de
mecanismos regulados por el mismo Estado como el caso de los seguros que implicaban una
indemnización acordada entre la administración y los individuos en riesgo. Un segundo
elemento de esta biopolitica interventora es la llamada Medicina Social propia de los países
desarrollados, esta disciplina encargada de diagnosticar e intervenir sobre todas aquellas
trabas para la vida humana derivadas o acrecentadas por las condiciones de vida nacidas con
la economía industrial y el libre mercado. Así, la Medicina Social era la disciplina encargada
la cuantificación de los fenómenos de la población, del estudio de las relaciones entre
patología y la condición social y el análisis de las pérdidas económicas que esos procesos de
morbilidad y mortalidad podían suponer para el Estado.
Una tercera característica de este tipo de biopolítica también era la Eugenesia, una técnica
que pretendía mejorar la especie humana corrigiendo los trastocamientos de selección natural
que afectaban a las modernas sociedades industriales, aplicando otra serie de disciplinas
como la antropología criminal, la medicina legal y la psiquiatría le permitían calificar a los
delincuentes, degenerados, discapacitados psíquicos, etc., como enemigos biológicos que no
hacían sino entorpecer y amenazar la supervivencia la nación, es ahí cuando comienza
hablarse de la Teoría de Defensa Social y el Derecho Penal.
El segundo tipo de biopolitica surgida en el siglo XX es la totalitaria, esta forma de
biopolítica desarrollada inicialmente por los fascistas italianos pero que tendría su máxima
aplicación en la Alemania nazi. Para este tipo de biopoder, el elemento central es la guerra.
“La guerra no es pues en modo alguno objetivo o incluso contenido de la política,
pero constituye el presupuesto que está siempre dado como la posibilidad real, que
determina de una manera peculiar la acción y el pensamiento humanos y origina así
una conducta específicamente política”. (Schmitt, 1999).
Esta biopolitica, bajo la influencia de la teoría biológica y darwinismo social, establecía por
un lado, que no se trataba simplemente de destruir al adversario, sino de eliminar su raza, “la
raza del otro”, esa especie de peligro biológico que representabapara la pureza una amenaza
inminente, articulando la guerra como un modo de reforzar a la raza no sólo eliminando la
que se tenía enfrente, sino como un modo de regenerar la propia raza aplicando un
mecanismo doble eliminación-selección. Es el caso del nazismo. Ningún Estado más
disciplinario, ningún Estado con unas regulaciones biológicas más insidiosas y al tiempo
junto a esa sociedad universalmente asegurada, desarrolló el más completo poder asesino, el
poder soberano de matar. Ese poder de matar que atravesó todo el cuerpo social de la
Alemania nazi se manifestó no solamente en el Estado y en el número más que considerable
de sus agentes, sino en el conjunto mismo de la sociedad a tal punto que todos los
ciudadanos, todos los vecinos de la sociedad nazi estaban obligados a denunciar el peligro
biológico que suponía el homosexual, el judío el comunista, el gitano, entre otros. En base a
ese sistema de pensamiento serían promulgadas en Alemania toda una serie de leyes de
carácter eugenésico tales como la ley de prohibición de enfermedades hereditarias de 1934 o
la ley de salud matrimonial de 1935 que fueron pronto acompañadas por otras que trataban
de detener la degeneración racial producida por el mestizaje. Dentro de lo que el gobierno
denominaba Política de la Vida, en efecto esa política sobre la vida desarrollada como
biopolitica, desembocó en la Alemania nazi, y ello supuso en el surgimiento de otro concepto
que pasó a ser la cara opuesta a esa biopolitica, la Tanatopolítica.
En efecto, la Alemania nazi fue el escenario perfecto donde se puso a prueba ambos
conceptos, articulando tanto lo negativo (la amenaza de muerte), como lo positivo (los
mecanismos de protección de la vida) de los dispositivos de poder.
“Para que la vida sea traducible a política (...) Entonces, no solo se hará que lo
negativo, sea funcional para el establecimiento del orden (...) Sino que se lo producirá
en cantidad cada vez mayor, conforme a condicionar la protección de la vida”.
(Espósito, 2006).
En este sentido, lo que las autoridades nazis querían era extirpar, precisamente, el elemento
cancerígeno que amenazaba con contagiar el pueblo alemán, esos virus portadores de una
enfermedad infecciosa que amenazaba con corromper el cuerpo nacional, esos seres
inferiores, los judíos, los gitanos, los anormales, los homosexuales, amenazaban la pureza
racial de los seres superiores arios, y como agentes patógenos, debían ser eliminados por una
serie de medidas inhumanitarias ya por todos conocidas. Todo esto como lo ve Foucault, un
Racismo de Estado.
El tercer tipo de biopolitica es la social, propia del Estado de bienestar, surgidas tras la
segunda guerra mundial. El nuevo Estado europeo resultante de la segunda guerra mundial
necesitaba conciliar libertad individual, la justicia social y la solidaridad nacional si pretendía
tener una nueva legitimidad. Para ello, debía reconocer no sólo derechos civiles y políticos a
todos los ciudadanos, sino también toda una serie de derechos económicos y sociales que
aseguraran un mínimo de bienestar.
Este Welfare State, opuesto al Warfare State, debía garantizar no sólo la paz, sino también la
seguridad social de toda la población. Si en la biopolitica interventora propia de ese Estado
interventor, la higiene, la educación, los seguros, etc., eran promovidos por el Gobierno con
el fin de crear un cuerpo nacional sano. Por el contrario en esta biopolitica social propia del
Estado de Bienestar, esos aspectos ya descritos, no eran obligaciones del individuo para con
el Estado, no eran deberes, sino derechos que el ciudadano poseía y que era el mismo Estado
quien debía cubrirlos, de ahí que ante todo ese Estado de Bienestar es un Estado de Derecho.
Por último el último tipo de biopolitica desarrollado dentro de esa práctica política del siglo
XX es la biopolitica neoliberal, básicamente esta variación de biopoder basada en la lógica
del neoliberalismo tiene como asunto al laissez-faire, un ne-paslaissez-faire al Gobierno, es
decir, un “no dejar hacer” al Gobierno, puesto que dentro de la lógica neoliberal toda
intervención gubernamental lo que hace es ralentizar el progreso económico y social.
Si bien este modelo biopolítico surgió en el siglo XX, lo cierto es que esta modalidad de
tecnología de poder es la que rige la vida política de la mayoría de Gobiernos en el nuevo
orden mundial, esta nueva visión liberal, esta nueva biopolitica, tiene como principio talante
un carácter interventor como el del Estado interventor expuesto al comienzo, con la única
diferencia de que es el mercado y sus agentes quienes intervienen en el control y manejo de
los individuos, el Estado ahora no interviene en el individuo, sino que crea y trata por
mantener el ambiente propicio para que el mercado condicione la vida y cultura política de la
sociedad, lo que se trata es de convertir al individuo dependiente y necesitado, ligado a la
comunidad por mecanismos sociales de solidaridad (como el seguro social), en un individuo
auto responsable, capaz de elegir por sí mismo y sacarle el máximo partido a sus recursos
personales en la búsqueda un estilo de vida propio singular. En efecto una cultura
empresarial, el individuo como empresario de sí. Es así como ya el individuo no es visto
como un sujeto de necesidades que le son satisfechas por el Estado por compasión, sino que
es ahora visto como un cliente, al que se le brinda un servicio personalizado, pasan a ser
consumidores, y al igual que en un mercado, el individuo se forma en los valores que este
establece, y se espera que sea un producto para el Estado, el cual prospere siendo una
solución y no una carga más para éste.
Como se ha tratado de demostrar, más que de biopolítica sería preciso hablar de biopolíticas
o de formas de biopolítica. En efecto, desde su nacimiento por allá entre siglo XVII y XVIII,
y en su transcurrir por el siglo XX hasta hoy, la biopolítica ha sufrido al menos cuatro
profundas variaciones, variaciones que han afectado tanto a sus planteamientos, como a sus
dispositivos y procedimientos. Así, poco tiene que ver la biopolítica social con la totalitaria o
la liberal: todas ellas derivan de esquemas de pensamiento distintos, con objetivos diferentes
y racionalidades diversas, la evolución que ha tenido la política incluyéndose en ese siglo
XX, esas tipologías de Sistemas Políticos y sus Gobiernos han permitido esas derivaciones
de la biopolítica. Cada forma de biopolítica responde a una serie de circunstancias políticas,
económicas y sociales distintas. El siglo XX trajo consigo innumerables cambios, uno de
ellos fue la manera en cómo se hace la política en el orden mundial, es importante la manera
en cómo se articulan distintos factores, dispositivos, mecanismos disciplinarios, securitarios,
jurídicos, cantidades de herramientas tecnológicas y los avances científicos al proceder de
cada Estado en una pugna por establecer y ratificar su autonomía institucional y control sobre
las poblaciones.
Bibliografía
Espósito, R. (2006). Bíos. Biopolítica y filosofía. Buenos Aires: Amorrortu.
Foucault, M. (2005). Surveiller et punir. Naissance de la prison, París, Gallimard (1975),
(Edición española): Vigilar y castigar. Nacimiento de la prisión. Madrid: Siglo XXI.
Schmitt, C. (1999). El concepto de lo político. Madrid: Alianza.

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