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BENJAMIN GRAF 
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La teoría de estabilidad hegemónica es el objeto de estudio de muchos autores, que aportan diferentes perspectivas, 
versiones y matices acerca de la misma. Entre los trabajos centrados en esta teoría se encuentra, por un lado, el de Webb y 
Krasner1, que será analizado en primer lugar y, por otro, el de Keohane2, que será trabajado en profundidad más tarde. Ambos 
textos presentan aportes muy importantes que, luego de su análisis en particular, serán puestos en común con el objetivo de 
alcanzar un entendimiento más profundo de la teoría de estabilidad hegemónica y sus variantes. 
Webb, M., & Krasner, S. (1989). Hegemonical Stability Theory: An Empirical Assessment. Review Of International 
Studies, 15, 183-198. 
Webb y Krasner buscan analizar en su trabajo la validez empírica de la teoría de estabilidad hegemónica. Para ello, parten 
de una explicación básica, pero no por ello errada, sobre la teoría. De acuerdo a su visión, la teoría de estabilidad hegemónica 
entiende que la probabilidad de apertura económica y de estabilidad a nivel internacional es mayor cuando existe un único 
Estado dominante. En este sentido, los autores entienden que el principal determinante del sistema económico internacional 
es la distribución de poder. 
Sin embargo, bajo esta teoría existe una variedad de matices. En este sentido, un aporte fundamental de Webb y Krasner, 
que es central para el análisis de la estabilidad hegemónica, está en su presentación de dos versiones muy diferentes de la 
misma. ¿En qué difieren éstas? Principalmente, en las motivaciones de los Estados para seguir el comportamiento que la 
teoría dicta. Por un lado, una corriente de pensamiento sostiene que la apertura y estabilidad económica internacional es un 
bien común, que beneficia a todos los Estados, pero que solamente pocos contribuyen a su mantenimiento. Esto se da porque 
los países más pequeños pueden continuar como free-riders, mientras que un hegemón sostiene el sistema en base al poder 
y a sus recursos -desde ya mucho más importantes que los de los países medianos y pequeños-. 
Por otro lado, Webb y Krasner presentan otra visión para explicar el porqué del comportamiento de los Estados. Esta segunda 
aproximación a la estabilidad hegemónica sostiene que la apertura y liberalización económica no se da simplemente porque 
es un bien común -que aporta beneficios para todos-. Por el contrario, esta visión entiende que los procesos de apertura se 
dan solamente en un contexto de estabilidad hegemónica dado el paraguas de seguridad que el hegemón provee. De esta 
manera, se garantiza que la liberalización no pondrá en peligro los objetivos vitales de los Estados. Esta mirada se sostiene, 
desde ya, en una interpretación absolutamente realista del sistema internacional y del poder -principalmente material- del 
hegemón. Cabe destacar que, en ambas versiones de la teoría, de acuerdo a los autores, el hegemón cumple funciones 
fundamentales y exclusivas a su posición: liberalizar y organizar el comercio, mantener su mercado abierto ante la recesión, 
además de manejar el sistema monetario, proveyendo liquidez y capital. 
Teniendo en cuenta estas dos versiones -y entendiendo que es la primera postura la que ha sido más trabajada en el campo 
académico-, Webb y Krasner pasan a su análisis empírico de la teoría de estabilidad hegemónica. Sus variables, por un lado, 
la liberalización económica internacional como dependiente, mientras que la variable explicativa es el poder del hegemón, 
EE.UU. La medición de la variable dependiente se da en base a indicadores sobre el comercio e inversión internacional, como 
los flujos de Inversión Extranjera Directa y las proporciones que el comercio internacional representa en los ingresos 
nacionales. Por su parte, la variable independiente es medida mediante una variedad de indicadores económicos tales como 
la porción de reservas internacionales, la tasa de crecimiento y el tamaño agregado relativo de la economía, entre otros. 
¿Qué resultados obtienen a partir de la medición de sus variables? Por el lado de la variable explicativa, encuentran que todos 
los indicadores muestran un declive relativo de los Estados Unidos, destacándose que el país pasó de ser un gran acreedor 
a un importante deudor. En cuanto a la variable dependiente, Webb y Krasner observan -en oposición a lo que la teoría 
predice- que la liberalización no ha decaído en términos generales e incluso se ha profundizado en determinadas áreas. Por 
el contrario, muchas políticas tendieron hacia la relajación de los controles en el mercado de capitales, mientras que las 
barreras arancelarias continuaron su tendencia a la baja. 
Entonces, a partir de estos resultados, los autores concluyen varios puntos a ser tenidos en cuenta para el entendimiento de 
la estabilidad hegemónica. En primer lugar, destacan la dificultad para clasificar el poder de los Estados Unidos, especialmente 
 
1 Webb, M., & Krasner, S. (1989). Hegemonical Stability Theory: An Empirical Assessment. Review Of International Studies, 15, 183-198. 
2 Keohane, R. O. (1980). The Theory of Hegemonic Stability and Changes in International Economic Regimmes, 1967-1977. En O. Holsti, 
R. Siverson, & A. George, Change in the International System (págs. 131-162). Boulder, Colorado: Westview Press. 
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dado que en varios de los indicadores utilizados hay una importante baja pero así y todo su poder sigue siendo inmensamente 
superior al de sus rivales. 
Más allá de eso, la principal conclusión de Webb y Krasner gira en torno a la necesidad de reformular la teoría, dada su 
desconexión con la realidad empírica del periodo que estudian, ya que la liberalización continuó a pesar del decaimiento 
estadounidense. En este sentido, los autores sostienen que EE.UU. es un poder hegemónico, pero uno en declive. Esto 
explica la inestabilidad del sistema internacional, pero sin un colapso total del régimen institucional. Sumado a esto, es 
importante destacar que Webb y Krasner sostienen que pueden darse retrasos -o lags- entre los cambios en la distribución 
del poder y las transacciones internacionales. Más allá de estos puntos, los autores también resaltan la necesidad de un 
mayor énfasis en los aspectos de seguridad relacionados a la estabilidad hegemónica: las capacidades relativas deben ser 
tenidas en cuenta al momento de analizar la cooperación e interdependencia. 
Keohane, R. O. (1980). The Theory of Hegemonic Stability and Changes in International Economic Regimmes, 1967-
1977. En O. Holsti, R. Siverson, & A. George, Change in the International System (págs. 131-162). Boulder, Colorado: 
Westview Press. 
Robert Keohane, por su parte, analiza en profundidad otros aspectos de la teoría de estabilidad hegemónica. Teniendo en 
cuenta un período similar a Webb y Krasner, este autor busca entender el porqué de los cambios en los regímenes 
internacionales. Comenzando por un pormenorizado repaso de los mencionados cambios, Keohane basa su análisis en una 
definición elástica del concepto de regímenes, más allá de la institucionalización y las reglas formales, para incluir todos 
aquellos comportamientos cooperativos regulares en la política mundial. Claro está, esta definición admite la posibilidad de 
regímenes fuertes -predecibles- y débiles, en donde las reglas tienen diferentes interpretaciones. Esta clasificación es muy 
importante para el autor, y va más allá de la diferenciación entre reglas explícitas e implícitas que suele ser vista en la 
academia. 
Teniendo estos puntos en cuenta, este autor busca analizar la erosión de los regímenes a medida que los recursos de poder 
tangibles se distribuyen de formas más equitativas entre los principales actores del sistema, centrándose en el período 1967 
a 1977. Para ello, Keohane analiza en profundidad tres regímenes -en su definición amplia del término- diferenciados:el 
monetario, el de comercio de bienes manufacturados y el del petróleo, tomando como variable dependiente el ya mencionado 
cambio o erosión en los mismos. 
La teoría de estabilidad hegemónica, como bien explica Keohane, se centró usualmente en los atributos de poder del hegemón 
y su capacidad para mantener a flote el régimen. A medida que dichos atributos declinan, también lo hacen los regímenes, 
como también fue visto en el análisis del texto de Webb y Krasner. De acuerdo a esta visión simplificada y lineal de la teoría, 
los tres regímenes analizados por Keohane deberían decaer conjuntamente, pero esto no es lo que ocurrió. Precisamente, 
este es al aspecto central a destacar de este trabajo: la diferenciación de los recursos de poder en cada uno de los regímenes. 
De acuerdo a Keohane, los recursos de poder no pueden ser pensados como intercambiables entre un área y la otra, como 
así tampoco es posible agregarlos bajo una única variable independiente. Es por esto que la crítica principal que Keohane 
hace a los teóricos de la estabilidad hegemónica es justamente el enfoque en una única variable independiente que condense 
todos los recursos de poder o, de manera más general aún, la posición del hegemón. 
Keohane analiza entonces los tres regímenes por separado, buscando explicaciones particulares a cada uno de ellos que 
efectivamente prueben la relación entre los recursos de poder específicos y la estabilidad del régimen. ¿Cuáles son los 
resultados que encuentra el autor para cada uno de los regímenes? Resumidamente, Keohane observa que el régimen 
comercial se mantuvo, a grandes rasgos, en los mismos niveles de hacía una década atrás. En lo monetario y financiero, la 
posición estadounidense decayó, a medida que la posición alemana crecía. Finalmente, en el plano del régimen del petróleo, 
la posición ampliamente favorable de los Estados Unidos de la temprana posguerra declinó drásticamente para los ’70. De 
esta forma, la teoría de estabilidad hegemónica tiene cierta validez al observar cada régimen por separado, pero Keohane 
busca ir más allá y analiza para ello los mecanismos causales que operan en cada uno de los regímenes en cuestión. 
En el régimen del petróleo es donde la caída en los recursos de poder estadounidenses es más clara. Para los años ’70 los 
Estados Unidos perdieron capacidad y debieron comenzar a importar petróleo, mientras que sus reservas estratégicas 
continuaban en declive. Esto se dio por una variedad de factores, pero principalmente ocurrió influenciado por conflictos en 
Medio Oriente entre árabes e israelíes y, claro está, por el persistente conflicto en el sudeste asiático. Aprovechando esta 
situación -o como consecuencia de ella- los países de la OPEP lograron un cambio muy importante en el régimen, de acuerdo 
a lo esperado bajo la teoría de estabilidad hegemónica. 
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Por su parte, en el régimen monetario internacional también se dio un importante declive, cayendo el denominado “sistema 
de Bretton Woods” como consecuencia de la creciente inestabilidad del patrón oro -ya que los Estados Unidos no podían 
sostener la paridad de su monera con el metal- y la caída de las reservas frente a las exigencias de Vietnam y el consecuente 
déficit en el que incurrió el hegemón occidental. Nuevamente, la teoría de estabilidad hegemónica parece comprobarse, pero 
Keohane hace notar tres puntos salientes que hacen repensar la validez de la teoría. Por un lado, el recurso de poder en este 
caso no era tangible, sino que se refería principalmente a la confianza en su economía, lo cual, desde ya, no encaja en la 
visión tradicional de la estabilidad hegemónica. A su vez, los principales motivos del cambio de régimen en este sentido son 
locales -políticas internas de los EE.UU.- y no sistémicas, lo que se suma a lo que el autor identifica como el tercer problema: 
que la teoría no captura la naturaleza dual de la posición de poder estadounidense, ya que su poder se erosionaba, pero 
como resultado de las reglas de juego del propio sistema que había creado y que a su vez podía eliminar. 
Finalmente, en el régimen comercial los cambios se dieron de acuerdo a lo dictado por la teoría, ya que los cambios en los 
recursos fueron escasos, como así también lo fueron los cambios en el régimen. El mecanismo causal, por su parte, presenta 
algunas deficiencias ya que, nuevamente, algunos de los eventos relacionados al régimen deben ser explicados por 
cuestiones domésticas de los países involucrados. 
En resumen, el principal aporte de Keohane está en el plano del entendimiento diferenciado de los recursos de poder y su 
análisis en particular, entendiendo que la teoría de estabilidad hegemónica no puede verse como una explicación 
absolutamente sistémica, en donde los recursos de poder de un área apoyan una posición de hegemonía en otra. A su vez, 
es importante tener en cuenta su definición amplia del concepto de regímenes como así también su preocupación por la 
especificación de los mecanismos causales. 
COMENTARIO 
Teniendo en cuenta los dos trabajos mencionados, se puede analizar con mayor profundidad y entendimiento la teoría de 
estabilidad hegemónica. Sin lugar a dudas y, más allá de los problemas que los textos muestran acerca de la teoría, esta 
continúa siendo una herramienta importante para analizar los diferentes regímenes internacionales. 
Los principales aportes de cada texto ya fueron destacados y analizados anteriormente, pero es importante retomarlos y 
buscar puntos en común entre los trabajos de Webb y Krasner, por un lado, y Keohane por el otro. A pesar de las diferencias, 
en cuanto a métodos, objetivos e incluso resultados, ambos trabajos son altamente valiosos para comprender la estabilidad 
hegemónica. Son varias las preguntas que surgen a partir del análisis de ambos textos, pero en particular hay un interrogante 
que merece ser trabajado con mayor profundidad: ¿Qué vínculo puede establecerse entre las versiones de la teoría de 
estabilidad presentadas por Webb y Krasner y el argumento de Keohane en pos de un análisis específico por régimen? 
Aunque a simple vista dicha pregunta pueda parecer trivial, no lo es. Una posible hipótesis que apunta a responder dicha 
pregunta es que en las diferentes áreas mencionadas por Keohane pueden darse lógicas diferentes -entendiendo la 
liberalización, interdependencia, cooperación, etc. como un bien común o primando los intereses de seguridad- aunque 
manteniéndose, en términos generales, los supuestos principales comunes a todas las versiones de la teoría de estabilidad 
hegemónica. 
¿Por qué podría ser válida dicha hipótesis? Un punto central está en los beneficios diferenciados que se dan en cada área. 
Desde ya, es difícil sostener que el comercio de bienes en general, por un lado, y el de petróleo por el otro, beneficiarán por 
igual a varios Estados del sistema. Queda claro que en el segundo caso algunos países productores obtendrán una gran parte 
de la ganancia, mientras que, en el comercio de bienes, a nivel agregado, todos los Estados pueden obtener beneficios. En 
este sentido, es fundamental tener en cuenta quien se beneficia con cada régimen en la economía política, ya que, de acuerdo 
a eso, pueden darse lógicas diferentes dependiendo del régimen. 
Además, ciertos productos o áreas son particularmente sensibles a las consideraciones políticas y, especialmente, 
estratégicas, de los Estados. Es por ello que, en el petróleo -bien estratégico por excelencia-, siguiendo los preceptos realistas 
de las relaciones internacionales, la lógica de seguridad expuesta por Webb y Krasner podría primar, mientras que en el 
comercio de bienes manufacturados o en el régimen financiero es mucho más probable que se observe la lógica de bienes 
comunes de dichos autores. 
Por otro lado, es importante analizar la relación entre ambos textos y los demás temas y autores de la bibliografía de la 
economía política internacional.En este sentido, una de las relaciones más importantes de los textos analizados con la 
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bibliografía de la economía política está en las nociones de poder expuestas por Susan Strange3 para comprender los 
mecanismos mediante los cuales se da -o no- la estabilidad hegemónica. Por un lado, le poder relacional está muy presente 
en las teorías de estabilidad hegemónica, pero en particular puede verse el temor de los Estados más pequeños a este tipo 
de poder de parte del hegemón cuando se piensa en la versión de seguridad de la teoría, ya que ésta específicamente 
entiende las preocupaciones de los Estados en torno a las amenazas que enfrentan al momento de liberalizarse. Por otro 
lado, la noción de poder estructural es también fundamental para la estabilidad hegemónica, pero ilustrando principalmente 
lógicas relacionadas a la idea de los bienes comunes, en regímenes como el comercio o las finanzas. En este sentido, esta 
noción de poder estructural puede ser vista en conjunto con otras visiones del poder, tales como la idea de poder productivo 
de Barnett y Duvall4. 
Concluyendo, hay que destacar que los dos textos analizados no presentan visiones opuestas. Al contrario, es posible 
encontrar puntos en común y relaciones muy significativas entre sus principales argumentos. Como ya fue visto, es incluso 
posible aproximar una hipótesis que combine las principales críticas de Webb y Krasner, por un lado, y Keohane por el otro. 
Sin embargo, el análisis de este último autor va más allá del presentado por los primeros, en el sentido que Keohane bien 
podría explicar los resultados obtenidos por Webb y Krasner. ¿Por qué? Simplemente porque Webb y Krasner también caen 
dentro de lo que Keohane critica, observando la realidad desde un punto de vista único, que contempla al sistema económico 
internacional como un todo, dejando de lado las importantes diferencias entre regímenes dentro del propio sistema. Es por 
esto que personalmente entiendo que el trabajo de Keohane es fundamental y puede servir de base para el análisis de la 
teoría de estabilidad hegemónica, añadiendo conceptos y visiones tales como las mencionadas versiones de la teoría. 
Finalmente, en cuanto al aspecto personal, tanto la teoría de estabilidad hegemónica como las lógicas del poder y la economía 
política en general eran conocidas para mí personalmente, habiendo estudiado dichos temas en otras materias de la carrera. 
Sin embargo, sumar cada uno de los conceptos y teorías en un todo coherente y detallado es fundamental. En este sentido, 
creo que ambos textos sirven dicho propósito y es precisamente ese su mayor valor. 
 
 
3 Strange, S. (1988). State and Markets. Londres: Pinter. 
4 Barnett, M., & Duvall, R. (2005). Power in International Politics. International Organization, 59(1), 39-75

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