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25 Kepel (Parte 2 - Cap 2)

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Segunda parte de Kepel – Capítulo 2: El encauzamiento de la revolución islámica 
 
Introducción 
Luego del acontecimiento de la revolución islámica, Estados Unidos se enfrenta al asalto a la 
embajada en Teherán y al secuestro de los diplomáticos, a este hecho le siguió una entrada del 
Ejército Rojo en Afganistán. Bajo un mundo bipolar esto se podía interpretar como un 
debilitamiento de Washington y un beneficio de Moscú. La revolución islámica había 
preocupado a Occidente y a los regímenes aliados del mundo musulmán por su carácter 
imprevisible y el 20 de noviembre de 1979, el asalto a la Gran mezquita de La Meca aumentó 
la confusión. A su vez según el autor la desestabilización de un aliado de Estados Unidos 
permitió a la Unión Soviética acudir en ayuda del régimen comunista en Afganistán. El 
comunismo con la Unión Soviética a la cabeza parecía navegar viento en popa, el Ejército Rojo 
entró a Kabul mientras los americanos eran humillados en Teherán. 
Frente a esto se puso en acción la estrategia de containment que se basó en una ayuda masiva 
a la resistencia afgana, parte del movimiento islamista, aunque al principio todos los 
muyahidín (combatiente islámico fundamentalista) tenían una identidad musulmana con un 
perfil más amplio. 
También prestaron ayuda económica a los rebeldes Arabia Saudita y las monarquías del 
golfo pérsico, porque querían tener más prestigio y legitimidad religiosa frente a Irán. 
Tuvieron que aliarse con los muyahidín afganos, que solo contaban con pocos wahabitas 
(sunnies) y con otros partidarios de la yihad armada. Los rebeldes se formaban en los campos 
y bases diseminadas alrededor de Peshawar (territorio paquistaní), aquí se encontraban 3 
millones de refugiados árabes y musulmanes. Estaban abiertos a la financiación árabe y a los 
flujos de armamento norteamericano, también al tráfico de heroína. Los servicios de 
información como la CIA y la ISI paquistaní tenían un rol influyente, poniéndose en contacto 
con grandes organizaciones del islamismo paquistaní, principalmente con: mi’at-e islami 
fundada por Mawdudi y con la red de madrasas deobandis. Que superaron su arraigo local 
para volcarse al islam internacional. 
 
Historia 
En diciembre de 1979 el Ejército Rojo intervino en Afganistán para apoyar al régimen 
comunista en el país. Los comunistas afganos habían tomado el poder el 27 de abril de 1978, 
estaban divididos en dos facciones: los “pueblo” (khalq) y la “bandera” (parsham). Provenían 
al igual que los enemigos militantes islamistas de las primeras generaciones educadas en 
instituciones modernas. Pusieron en marcha reformas comunistas que no fueron bien 
aceptadas por la población local, porque el régimen acompañó con detenciones y ejecuciones. 
La facción del Khalq, la más extremista, eliminó al Parsham, cuyos dirigentes se refugiaron en 
Moscú. Luego comenzaron las sublevaciones en todas partes y a partir de diciembre de 1979 
el partido comunista ya no controlaba las ciudades. Entonces la intervención soviética 
depuso al Khalq y colocó en el poder a un dirigente Parsham. Esta intervención fue mal vista 
occidente, lo veían como una violación de Yalta. Mientras que los dirigentes del mundo 
musulmán estaban divididos en su interpretación, los aliados de la URSS la van a comprender, 
mientras que los demás países árabes no. Los estados musulmanes promovieron una yihad 
para liberar Jerusalén y Palestina, pero no para liberar Afganistán. Los responsables de esta 
yihad son las redes religiosas transnacionales. Estaban encabezados por ulemas que se 
situaban en el movimiento “salafista” que era conservador en un sentido amplio, entre el 
wahabismo saudí y los Hermanos Musulmanes. Pretendían rivalizar con Jomeini. En un 
primer lugar necesitaban que los ulemas emitieran fatwas para interpretar la intervención de 
la URSS como una invasión de los impíos al territorio del islam, lo que permitía el llamado 
a Yihad. Según las reglas religiosas el llamado a una Yihad defensiva constituye una obligación 
individual para todos los musulmanes. 
Hasta mediados de la década de los ochenta, la solidaridad islámica internacional se expresó 
mediante un marco financiero, además del apoyo militar de los americanos a los muyahidín 
afganos. A partir de 1984-85 adquirió la forma de una creciente presencia de “yihadistas” 
extranjeros, primero en Peshawar y luego en terreno afgano. 
 
Cómo se dividen los muyahidín 
Los islamistas radicales expresaron su rechazo al comunismo impuesto desde arriba. Su 
composición se podría dividir por la diferencia entre los grupos medios urbanos y 
estudiantiles de los grupos más religiosos tradicionales, implantados en zonas rurales y tribus. 
Se puede decir que la mayoría de los jóvenes vivían en el campo, organizados por redes de 
cofradías y por estructuras tribales. Al ser difícil influir en las zonas rurales, se concentraron 
en tomar el poder por la fuerza queriendo paliar su mediocre implantación popular. En 1975 
se produce una insurrección que fue rápidamente reprimida y los que sobrevivieron se 
refugiaron en Peshawar. A partir de esto se crea la facción la Jami’at-e Islami (Asociación 
Islámica) dirigida por B. Rabbani. Intentaba encontrar un terreno común entre el mundo 
tribal y la intelligentsia anticomunista no islamista. Por otro lado, surgió otra facción llamada 
el Hezb-e Islami (Partido Islámico) dirigido por G. Hekmatyar. Estaban en contra de un 
compromiso político y preconizaba una estricta ortodoxia islamista que le convirtió en un 
interlocutor privilegiado de los Hermanos Musulmanes. 
 
Luego del golpe de estado de los comunistas y de que el pueblo comience con las 
sublevaciones en nombre de la religión, se puede afirmar que las revueltas habían sido 
organizadas por tribus o por partidos religiosos tradicionales y, entre los islamistas, se 
imponía el Jami’at de B. Rabbani. La invasión de la URSS para defender al régimen aliado 
despertó la resistencia de la mayoría de los afganos. Se movilizaron porque vieron sus 
hogares bombardeados y se unieron a las filas de los muyahidín. Recibieron ayuda financiera 
extranjera por parte de Occidente, que los consideraba como Freedom Fighters, además Riyad 
los consideraba la vanguardia de la Umma y de la Yihad. 
En Peshawar, se formaba la resistencia de Afganistán, estaban nutridos de armas, 
municiones y ayudas diversas siguiendo un criterio de distribución que favorecía a los 
grupos más próximos al movimiento wahabita y a los Hermanos Musulmanes. Mientras que 
el grupo de Rabbani se veía menos privilegiado y debía su ayuda financiera a las victorias 
militares del comandante Masud. 
Los refugiados en Peshawar se convirtieron en la primera generación afgana urbanizada y 
alfabetizada de forma masiva. Esto fue llevado a cabo por el grupo de Hezb de Hekmatyar, 
que usaba la financiación internacional para reclutar jóvenes, ya entonces “destribalizados”. 
También las madrasas deobandi alfabetizaban a los refugiados, es una organización sunni y 
ayudó a construir una “personalidad islámica universal” basados en la obediencia a las fatwas 
o decisiones legales, con espíritu rigorista y conservador. 
Gracias a esta formación hicieron surgir el movimiento talibán cuando estos jóvenes 
afganos llegaron a edad adulta y también dieron lugar al surgimiento de militantes sunitas 
paquistaníes extremistas del Sipah-e Sahaba (Ejército de los Compañeros del profeta). 
Los islamistas de Herzb de Hekmatyar pretendían domesticar las técnicas y el saber occidental 
para ponerlos al servicio del Estado islámico, mientras que los “fundamentalistas” surgidos de 
los deobandi los rechazaban. 
 
Ayuda a los grupos rebeldes 
En 1982, se estimaba en seiscientos millones de dólares al año de los EE. UU. y otros tantos 
aportados por los países árabes. Estos flujos de ayuda dinamizan la actividad económica en 
Paquistán y garantizaron al régimen de Zia ul-Haq una base sólida. Pero también hubo una 
explosión de la criminalidad en el país a causa de las ayudas, Porejemplo, la proliferación de 
las armas livianas convirtió a Karachi en una de las ciudades más violentas del mundo. 
Además, en los camiones que llegaba la ayuda salía la heroína extraída del opio. 
La ayuda árabe procedía de fuentes tanto públicas como privadas y planteó serios 
problemas de coordinación y afectación. Para garantizar que las donaciones llegarán a sus 
destinatarios había que tener contactos en el terreno, es ahí donde entran los primeros 
voluntarios árabes para establecer conexiones. 
Primero a través de la Media Luna Roja saudí y las organizaciones humanitarias islámicas. Más 
tarde como combatientes de la yihad, para entrenarse en el manejo de armas, o bien para 
luchar contra los soldados soviéticos. 
 
Abdallah Azzam 
Un personaje que cobró importancia durante la década de los ochenta y que era “árabe afgano” 
fue Abdallah Azzam (también conocido como el Padre de la Yihad). Era Hermano 
Musulmán. Azzam predicó tanto la yihad defensiva como ofensiva de los musulmanes para 
ayudar a los muyahidines afganos contra el invasores soviético. Recaudó fondos, reclutó y 
organizó el esfuerzo internacional del voluntariado islámico de los árabes afganos, y hizo 
hincapié en los aspectos políticos del islam. 
Azzam fue el profesor y mentor de Osama bin Laden y quien lo convenció para que fuera 
a Afganistán y colaborara con la yihad. También, contribuyó al nacimiento de Hamas en 
Gaza y a la primera intifada en diciembre de 1987. 
En 1980 conoció a peregrinos afganos en La Meca y conmovido por los relatos de lo que 
sucedía en su país comprendió que la causa que había buscado durante tanto tiempo era la del 
pueblo afgano. En 1984 se instaló en Peshawar. En 1985 participó del consejo de 
Coordinación Islámica, que agrupaba a una veintena de organizaciones árabes 
“humanitarias islámicas” que apoyaban la resistencia afgana. 
Para Azzam, lo fundamental era demostrar que la yihad en Afganistán constituía una 
obligación (fard’ayn) para todos los musulmanes. Así difundió folletos y convenció de sus 
ideas a muchos. Para ello, invoca la autoridad de ocho ulemas (todos suníes) que habían 
promulgado fatwas en este sentido. 
Se oponía a aquellos que sólo consideraban a la yihad como una “obligación de la 
colectividad”, que debía estar en manos de responsables políticos. Para él, todos los fieles 
tenían la obligación de participar moral o financieramente en la yihad afgana, si no querían 
cometer un pecado capital. Esto lo extendía a todos los territorios ocupados por impíos como: 
Palestina, Bukhara, Líbano, Chad, Eritrea, Somalia, Filipinas, Birmania, Yemen del Sur, 
Tashkent, Andalucía, etc. 
La predicación de Abdallah Azzam se produjo en un contexto donde había activistas 
procedentes de todo el mundo musulmán, principalmente árabes, que habían acudido por 
propia voluntad, sin estar encuadrados por un Estado, y que tenían acceso a las armas y a 
los campos de entrenamiento. 
 
Yihad en Afganistán y después 
En la práctica los árabes participaron poco en los combates contra la URSS. Sus acciones de 
guerra más bien se produjeron después de la retirada de las tropas soviéticas en febrero de 
1989 y fueron muy controvertidas. Por ejemplo, en la ciudad de Jalalabad árabes trocean a 
“ateos” afganos. 
El joven Osama bin Laden, vástago de una familia de magnates de la BTP de Arabia Saudita 
y el Golfo, se convirtió en una figura emblemática del yihadista surgido del desarrollo saudí. 
Con la retirada soviética de Afganistán, en febrero de 1989, EE. UU. redujo su ayuda a la 
resistencia, que fue incapaz de derrocar al régimen de Kabul. La desaparición de la URSS como 
tal en diciembre de 1991, hizo que la cuestión afgana fuera retirada de la agenda estratégica 
americana. Para Arabia Saudita, la rivalidad con Irán no representaba el mismo peligro que 
a principios de la década (especialmente luego de la guerra Irán - Irak). Para Washington no 
quedaban más Freedom Fighters a los que apoyar. En cuanto a los Estados árabes, empezaron 
a hacerse oír voces inquietas por el hecho de que Kabul fuera conquistada por grupos 
islamistas incontrolados. En este contexto de exacerbación de las dificultades que sufría la 
resistencia, minado por las rivalidades internas, se produjo el atentado que le costó la vida a 
Azzam el 24 de noviembre de 1989. 
Arabia Saudita y los servicios de inteligencia paquistaníes acrecentaron sin embargo su ayuda 
a Hekmatyar. Pero la desunión de los muyahidín, las sólidas posiciones conquistadas en el 
noreste afgano por el comandante Masud, que se convirtió en el primer rival de Hekmatyar. 
 
El territorio afgano estaba fraccionado en múltiples zonas, dirigidas por comandantes más 
o menos afiliados a un partido, pero muy vinculados con sus tribus o etnias y muchos de los 
cuales vivían del opio y del tráfico de armas. En 1990, la yihad, iba cediendo el paso día tras 
día. En este contexto es que Saddam Hussein invade Kuwait y se abre el proceso que llevaría 
a la segunda guerra del Golfo y significaba para Arabia Saudita una amenaza aún mayor. 
Hekmatyar y sus tropas se declararon en contra de Riyad, lo que finalmente iba a terminar 
con los islamistas “modernos” en Afganistán y a dejar el camino libre a los talibán, por una 
parte y a la proliferación de “yihadistas” árabes en todo el mundo, por otra.

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