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KEPEL CAP 3 DESCOMPOSICIÓN Y PROLIFERACIÓN DE LA YIHAD AFGANA la monarquía saudí sufrió una contrariedad a causa de sus hijos pródigos de los años 80, los luchadores de la yihad afgana. aquellos a los que había entregado dinero y armas se volvieron en su contra, así como el wonderboy del islamismo del modelo local, Bin laden, cuya familia controlaba las obras públicas de la península. después de la retirada soviética de afganistán en 1989, empezaron a aparecer acrimonias entre los yihadistas frustrados por la prometida victoria. Mohamed Najibullah,el dirigente comunista, seguía en Kabul y los aliados americanos apoyaron a los que describen a algunos de los freedom fighters de ayer como fanáticos peligrosos traficantes de heroína. El antiamericanismo iba en aumento, a pesar de que uno de los objetivos de la yihad era dirigir contra la URSS la venganza de los militantes, en vez de contra el protector americano, y pesar de los anatemas con los que Jomeini abrumaba al Gran Satán. cuando Irak invadió Kuwait en agosto de 1990, la mayoría de movimientos islamistas de la región en un principio reprobaron que un Estado musulmán se anexiona a otro. en Paquistán, la jam’at-e islami y los partidos ulemas (JUI y JUP) pidieron a Sadam Husein que retirara sus tropas, para no dar un pretexto a la intervención militar occidental. pero ésta pronto se convirtió en la principal lectura del conflicto: a partir de noviembre, el conjunto del movimiento islamista, que veía en la guerra un complot americano-israelí para dominar Oriente Medio, tomó partido contra la monarquía saudí. particularmente sorprendente fue la virulencia del jefe de la jamaat.e islami, Qazi Hussein Ahmed, un plashtu que debía su ascenso político a la yihad afgana, y de Keknatyar, a pesar de que sus organizaciones habían sido las principales beneficiarias de la ayuda financiera saúdo-kuwait durante la década de los ochenta. en el contexto regional, fue la manifestación del descontento ante el abandono de Washington respecto a la yihad, y de Riyad en menor medida, para quienes las causas afgana y pakistán habían perdido gran parte de su importancia estratégica, después de la derrota soviética, el debilitamiento de irán y la muerte de Jomeini. Esta especie de brigada internacional de veteranos de la yihad adquirió entonces una nueva dimensión: ya no se hallaba bajo el control de ningún Estado y estaba disponible para luchar por las causas más diversas del islamismo radical en cualquier parte del mundo. situada al margen de las contingencias políticas relacionadas con un país en particular, ya no tenía que rendir cuentas a ningún grupo social que se identificara con ella: no reflejaba los intereses de la burguesía piadosa ni de la juventud urbana pobre, aunque sus militantes procedieron individualmente de esas capas sociales. junto a los militantes más comprometidos, vivía una nebulosa de simpatizantes, muchos de los cuales estaban bloqueados en Pakistán, debido a sus delicadas relaciones con las autoridades de sus países de origen. en este medio, al margen de la realidad social, en el que el mundo se percibía a través de una mezcla de doctrina religiosa y de violencia armada, surgió una ideología islamista nueva e híbrida, que racionalizo la existencia y el comportamiento de los militantes: el SALAFISMO YIHADISTA. según los militantes había, además, dos tipos de salafistas. los Jequistas habían sustituido la adoración de Alá por la idolatría de los jeques del petróleo de la península Arábiga, y en primer lugar por los Al Saud. frente a los traidores jequistas, los salafistas yihadistas sentían el mismo respeto puntilloso por los Textos Sagrados considerados en su sentido literal, pero lo combinaban con la prioridad acordada a la yihad, cuyo blanco principal era el enemigo por antonomasia de la fe, América. hostiles a los jequistas, los salafistas yihadistas mostraban la misma actitud respecto a los Hermanos Musulmanes, a los que criticaban su excesiva modernidad, que les había conducido a tomarse demasiadas libertades con la letra de los Textos Sagrados. en cuanto a los hermanos moderados, que participaban en el juego político de los Estados impíos, creaban partidos, se presentaban a las elecciones, no hacían más que engañar a los creyentes proporcionando su aval religioso a unos regímenes a los que, por el contrario, habría que destruir sin más. los salafistas yihadistas consideraban que la situación del mundo musulmán ya estaba bastante madura para pasar a la ofensiva y llevar a cabo la yihad, cuando se presentara la ocasión, que conduciría a la proclamación del Estado islámico. el Tanzim al-Yihad, modelado con la gleba de Egipto, había surgido de sus barrios pobres, pero no tenía ninguna dimensión internacional. pero, gracias a la obra de Abdallah Azzam, este tipo de experiência local pudo fecundar a una yihad que se proyecto a escala de toda la Umma y más tarde del universo. en opinión de este, además de Afganistán, todos los países musulmanes usurpados por los impíos deben ser objeto de una yihad que les situara de nuevo bajo la autoridad islámica. se mezclaban estados cuyos gobernantes no eran musulmanes con otros donde el poder estaba en manos de malos creyentes, con lo que se corría el riesgo de aumentar hasta el infinito el número de víctimas potenciales. además de esta filiación doctrinal, los salafistas yihadistas tenían afinidades con otro movimiento que surgió en la misma época, en la misma región y en el mismo contexto, dentro del Islam indígena: los talibán. tenían en común la referencia a una interpretación literal de los Textos Sagrados y el uso de la yihad para alcanzar sus objetivos. pero los talibán no tenian la misma formación doctrinal que los salafistas árabes, y procedían exclusivamente de las madrasas tradicionales, a diferencia de estos últimos. además, su yihad tenía que llevarse a cabo en su propio sociedad. la promiscuidad entre ambos movimientos, su aparición concomitante la hospitalidad que los talibán ofrecian en Afganistán a los principales yihadistas y el hecho de que algunos de estos adoptaran su ideología, dejan pendiente la cuestión de cuál de ellos iba a ejercer una mayor influencia sobre el otro. los talibán también eran hijos imprevistos de la yihad afgana, el producto de su hibridación con la tradición DEOBANDI. según esta, la yihad no era una prioridad, porque esta corriente de pensamiento había sido creada para que los musulmanes de la India pudieran sobrevivir como comunidad en un entorno desfavorable. los ulemas deobandis habían multiplicado las fatwas gracias a las cuales sus discípulos seguían meticulosamente las prescripciones de la shari´a a falta de un Estado que las hiciera aplicar. cuando se creó Paquistán, los ulemas deobandis que ya residían en el territorio del nuevo Estado, o que procedentes de la India decidieron establecerse en él, crearon un partido político, la Jamait- e Ulema e Islam, JUI, cuyo objetivo primordial era proteger la existencia de su forma particular de vida dentro de un Estado musulmán, que entonces era secular, y de negociar la obtención de fondos para sus madrasas, más que luchar por el poder. además de la guerra entre Irán e Irak y de la yihad en Afganistán, Pakistán constituía un frente secundario de este conflicto.en 1980, se creó un partido chiita para preservar la identidad de la comunidad frente a la omnipotencia sunita llamado Movimiento para la Aplicación de la Jurisprudencia Jafarita, en 1984 se entusiasmo por la revolución iraní. Arabia saudí le consideraba el talón de Aquiles de la yihad que apadrinaba en Afganistán, pródigo su generosidad con las organizaciones que estaban dispuestas a luchar contra los chiitas. el movimiento deobandi se benefició de ello a varios niveles. en 1985 se creó un movimiento de juventud paramilitar deobandi, encabezado por un dirigente dela Jui en Punjab. en la década de los noventa surgieron otros dos movimientos todavía más violentos, procedentes del movimiento deobandi: el ejército de Jhangvi y el movimiento de los Partisanos. la aceleración del fanatismo tenía su contrapartida chiita: el Sipah.e Mohammad Pakistan (soldados del profeta Mahoma en Pakistán). el aproximado de violencia en nombre de la religión no era solamente imputable al contexto regional e internacional, incluso teniendo en cuenta que el maná financiero y militar que cayó sobre la yihad afgana a menudo puso a disposición de los movimientos extremistas unos medios financieros y un armamento pesado que les permitía estar al margen de cualquier legalidad. era también una consecuencia de la profunda crisis social que atravesaba Pakistan. los deobandis encuadraban a una juventud miserable sin ninguna posibilidad de ascenso social, para la que la violencia era la principal forma de expresión en una sociedad bloqueada y profundamente no igualitaria. después de la guerra del Golfo, el movimiento deobandi radicalizado gozo de dos apoyos que le permitieron aumentar considerablemente su influencia, y que, además del desencadenamiento de la violencia en Penjab y en Cachemira, abrieron la vía a la victoria de los talibán en Afganistán. el mundo del wahabismo saudí había salido muy escarmentado del apoyo militar a irak de la jama’at-e islami paquistani y del Hezb-i afgano, cuando ambos dispusieron de enormes medios financieros durante una década. el partido deobandi, la JUI, también se habia manifestado en contra de la presencia de soldados impíos en Arabia, pero había mostrado menos virulencia respecto a la monarquía de Riyad. durante la guerra, el principal dirigente de los pies (guías de las cofradías barelwies), manifestaba su amor por Sadam, creó centros de reclutamiento para ir a luchar en Irak en los que consiguió enrolar a ciento diez mil voluntarios. otro de los respaldo con los que contaba la JUI y los talibán, fue el del segundo gobierno de Benazir Bhutto que, sin embargo, alentó un movimiento que encerraba a las mujeres bajo los barrotes del shadri, la versión local del shador. Bhutto resultó ganadora de las elecciones de 1993. había sabido apartar a la mayor parte de los deobandis de su rival y dio importantes cargos de poder a la facción de la JUI que la apoyaba: su jefe, Maulana Fazluz Rahman, por ejemplo fue nombrado ministro de relaciones exteriores del Parlamento. al mismo tiempo, su gobierno estaba preocupado por la anarquía que reinaba en Afganistán, agravada después del caída de Kabul. no tenía ninguna confianza en la política de los servicios secretos del ejército, ISI, bastión de los seguidores de Zia y de Sharif, que apoyaba al Hezb. la victoria del talibán en 1996 fue imputada a una combinación de factores externos e internos, pero que sólo explican parcialmente la dinámica de este nuevo tipo de movimientos islamistas extremistas, surgidos a mediados de los noventa, producto de la descomposición de la yihad en Afganistán. varios elementos propicios se inclinaron a su favor y guiaron sus primeros pasos: además de Benazir Bhutto, recibieron el apoyo de la gran mayoría del Establishment político paquistaní. los sucesivos gobiernos, que se mantenían en el poder durante unos plazos muy breves en un contexto político inestable, no se preocupaban demasiado en hacer cálculos políticos a largo plazo, que pudieran integrar los efectos negativos. en primer lugar, Paquistán se hallaba en un entorno regional marcado por tres problemáticas: las tensiones recurrentes con la India, jalonadas por incidentes fronterizos, acompañadas por la yihad de desgaste que llevaban a cabo los grupos paramilitares islamistas de Cachemira, y avivadas por la rivalidad nuclear con Nuevo Delhi, se completaba con una animosidad respecto al Irán chiíta, vinculado a las ironías proclives al mismo que formaban sus correligionarios en el subcontinente y atizaba la desconocida de Moscú, inquieto por la desestabilización de los antiguos Estados Soviéticos que provocaban los movimientos islamistas procedentes del sur. en segundo lugar, el hundimiento del imperio soviético había abierto de nuevo las antiguas vías comerciales del Asia central a los mares cálidos, cerrados por Moscú por la época zarista. a los elementos externos que facilitaron la victoria de los talibán y que se tradujeron por un apoyo logístico y militar, se añadieron otros factores internos: la lasitud de las poblaciones afganas ante la incuria, la corrupción y la inseguridad generalizadas. después de que los talibán tomaron la capital, en esta reinó el orden y desapareció la inseguridad entre los montones de ruinas, fruto de los enfrentamientos entre muyahidin de 1992 a 1996. en contrapartida, los nuevos sectores aplicaron la concepción deobandi de la existencia que aprendieron en sus madrasas no solo a la comunidad de los discípulos que las aceptaban, sino que la impusieron a toda la sociedad. delante de los ministerios, cuyos funcionarios habían sido enviados a campos de reeducación religiosa, las malas hierbas invadieron las avenidas y edificios. la cultura deobandi era reacia a participar de los asuntos públicos, y tradicionalmente se había dedicado a inculcar a la comunidad el respeto meticuloso de las conminaciones del dogma sin preocuparse del Estado, considerado impío desde la conquista británica de la India en 1857. en Kabul, los talibán, dueños de las instituciones afganas, las vaciaron de su contenido, que sustituyeron por tres funciones: la moral, el comercio y la guerra. la moral, que no era más que la estricta imposición a todos los ciudadanos de las normas deobandis, era competencia del organismo para el gobierno del bien y la persecución del mal. la segunda función que subsistio en el Emirato Islámico era el comercio. los talibán, en un principio, recibieron ayuda financiera de los saudíes, en la época en que los príncipes de la península llegaban en aviones privados a Kandahar para participar en una partida de caza y que, cuando se iban, dejaban como regalo sus vehículos todo terreno y otros regalos sustanciales. desde que el país estaba casi totalmente bajo el control de los talibán, se desarrollaron considerablemente los flujos comerciales entre Asia central y Paquistán. por último, la guerra era la tercera función del Emirato islámico, la única que requería un embrión de centralización. el ejercicio sumario de estas tres funciones no convertia el Emirato islámico en un Estado, era más bien una comunidad organizada de acuerdo con las normas deobandis, hinchada hasta adquirir las dimensiones de un país en el que ejerce la coerción moral en su interior, la yihad en sus fronteras, y que extraia sus recursos de los peajes procedentes de los flujos de los negocios, básicamente ilegales, que transitaban por su territorio. la falta de legitimidad del Estado y la política era también una negación de cualquier noción de ciudadanía y de libertad, que habían sido sustituidas por la creencia y la obediencia. resulta difícil prever cómo evolucionará el Afganistán de los talibán. mientras dure la yihad, mientras haya nuevas promociones de humanos recién salidos de las madrasas que vayan a matar a los impíos, el sistema puede perdurar, a cambio de la huida de todos los espíritus libres y de los directivos que siguen viviendo en el país. el peso de los partidos religiosos en general seguía siendo débil en las elecciones, aunque la JUI y el SSP aumentaron el número de sus votos al formar una paradójicas alizan con el partido de B.Bhutto en 1993. el activismo de los grupos más extremistas, que reclutan a sus adeptos entre los desarraigados, asusta a las clases medias piadosas. el hundimiento de la URSS, precipitado por la derrota del ejercito rojo en Afganistán, abrió nuevos frentes potenciales al movimiento islamista radical,en particular a los salafistas yihadistas con base en Peshawar y Kabul.
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