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Capítulo 1 1. LA ECONOMÍA COMO CONOCIMIENTO CIENTÍFICO 1.1. INTRODUCCIÓN Al momento de introducirnos en el estudio de cualquier objeto en nuestras vidas resulta muy conveniente ubicarlo previamente dentro del campo general del conocimiento humano. Es así que al iniciar un curso de Economía, como en este caso, siempre resulta razonable que dentro de las primeras aproximaciones a su estudio el lector comprenda a grandes rasgos qué es ese objeto llamado “Economía”, es decir conozca una definición de su contenido a partir de identificar las características básicas que lo diferencian de otros conceptos. En resumidas cuentas, parece bastante irracional que quien se sumerge en las profundidades de la Economía, no pueda, luego de las primeras lecciones, diferenciar la Economía de la Sociología y el Derecho, o aunque más no sea respecto del Fútbol y de la Carpintería. Nuestros conocimientos previos, es decir aquellos con los que nos hallamos pertrechados antes de introducirnos en este estudio, nos permitirán esbozar rápidamente diferencias con el fútbol -el fútbol es un deporte- o con la carpintería -la carpintería es un oficio que permite transformar la madera-. Sin embargo, esos conocimientos previos no nos permitirán tan fácilmente diferenciar a la Economía de otros objetos de estudio con características similares como el Derecho o la Sociología. Ahora bien, el problema de este tipo de definiciones es que, a pesar de que se intentan realizar durante las etapas iniciales del estudio de cualquier objeto, recién se comprenden cabalmente cuando se concluye con su estudio. Si de algo puede estar seguro el lector al iniciar el estudio de la Economía, es que jamás logrará finalizarlo totalmente. ¿Cuál podrá ser la solución a este problema? Pues, considerar los contenidos del primer capítulo de este libro como un esbozo provisional de un panorama completo, sujetos a una constante revisión en una inacabable búsqueda para ampliar el análisis de lo que resulta la maravillosa ciencia económica. En este capítulo avanzaremos considerando que el lector comienza con nosotros el análisis de una disciplina científica, por lo que nos desplazaremos paso a paso, concepto a concepto, dentro del campo de las bases del conocimiento humano. Este método podrá resultar tedioso para quienes ya se han iniciado en el estudio del conocimiento científico en general, pero resulta indispensable para que el no iniciado en estos temas se introduzca provechosamente en la ciencia económica. Con estas prevenciones, puede el lector sumergirse en la lectura del presente capítulo y en el estudio de la Economía. 1.2. DEFINICIONES Y CLASIFICACIONES Antes de definir “Economía”, es necesario que entendamos, por lo menos a los fines de nuestro estudio, qué es “definir” cualquier concepto. Tanto “definir” como “clasificar” son acciones que realizamos a diario mientras conocemos, sin reflexionar demasiado sobre que representan. Con su tradicional seriedad, la Real Academia Española conceptualiza “definir” como “fijar con claridad, exactitud y precisión la significación de una palabra o la naturaleza de una persona o cosa”. Es así que, definir un concepto es indicar su significado, o su esencia y contenido. Las discusiones se desatarán al intentar acordar cómo realizarlo, ya que claramente podemos lograr nuestro objeto por dos caminos: 1. Determinar las características comunes que nos permiten incluir determinados objetos dentro del concepto que se define. (definición “por comprensión” en Teoría de Conjuntos) 2. Enumerar uno a uno los objetos que se incluyen dentro de ese concepto (definición “por extensión” en Teoría de Conjuntos). Por ejemplo si queremos definir “Provincias de la Región Centro de la República Argentina”, podemos intentar definirlas de dos maneras distintas: 1. Son las provincias argentinas que en virtud de acuerdos decidieron conformar una de las regiones previstas por la Constitución Nacional reformada en 1994, a la que denominaron “Centro”. 2. Son Córdoba, Entre Ríos y Santa Fe. Sucede muchas veces que cuando nos vemos obligados a definir un concepto, echamos mano a ejemplos, para tratar de lograr nuestro objetivo por el segundo camino, pero nos encontramos con el problema de que nos resultan inabarcables todos los casos concretos que se pueden incluir en el concepto. Pensemos por ejemplo en “seres humanos” o en “estrellas de la Vía Láctea”. Más aún, en nuestro camino para definir la “Economía”, mal podemos pensar en definir nuestro objeto listando los inacabables temas de estudio de la misma, por lo que se nos hace necesario buscar una definición a través de las características comunes que permiten incluir ciertos objetos de estudio dentro del mismo. ¿Cómo definir un concepto a través de sus características distintivas? Es tradicional hablar de que debemos utilizar el género más próximo al que pertenece el concepto, y señalar su diferencia específica. Intentemos clarificar este camino a través de un ejemplo: Las Provincias de la Región Centro de la República Argentina pertenecen al género -grupo, conjunto, clase o concepto en el que se hallan incluidas- de las Provincias Argentinas, resultando su “diferencia específica” el resultar signatarias de los acuerdos para la conformación de dicha región, o sea que ése es el elemento diferencial que las permite separar de otras del mismo género. Ni La Rioja, ni Mendoza, ni Santa Cruz, ni ninguna otra de las integrantes del género poseen esa “diferencia específica”. Este método para definir puede extenderse hacia conceptos con mayor o menor extensión. Es tradicional mostrar la “cadena” que permite definir al hombre, a partir del concepto de “ser vivo”, de “ser vivo animal” y de “ser vivo animal racional” que nos permite ir limitando a través de diferencias específicas a todos los objetos integrantes del concepto “ser vivo” hasta llegar sólo a aquellos que responden a las características de “hombres”, definidos como animales racionales. También para el estudio de la Economía y de cualquier campo científico será necesario “clasificar” objetos dentro de distintos “casilleros” o “encasillar”. ¿Qué será clasificar? Dado que la mayoría de los conceptos posee una gran cantidad de objetos concretos que pueden incluirse dentro de ellos, como observamos en el segundo de los caminos para definir, para un análisis más sencillo los “encasillamos” por grupos dentro de determinadas “clases”, es decir que pertenecerán a una u otra “clase” de un mismo concepto general según tengan o no determinadas condiciones. Existirán innumerables clasificaciones posibles de cada concepto que queramos analizar, de las que deberemos escoger aquellas que resulten útiles para nuestro estudio. Intentar clasificar a los hombres por peso, separando entre “hombres gordos” y “hombres flacos”, no tendrá ninguna utilidad para un estudio sobre sus prejuicios raciales, pero quizás sí sirva para determinar los talles de los uniformes a confeccionar para ellos o para estimar cuántas personas puede cargar un ascensor en promedio sin riesgos. Para que las clasificaciones resulten más útiles a los estudios científicos, es conveniente que respeten dos principios básicos: 1. Que las definiciones de las condiciones para pertenecer a las diferentes clases dentro de un concepto sean precisas, de tal forma que permitan que cualquier objeto concreto se deba incluir en sólo una de las clases determinadas. Por ejemplo, si separamos en “hombres gordos” y “hombres flacos”, algunos se considerarán flacos a pesar de que toda su familia y sus amigos digan lo contrario. Resultará mucho más útil una separación en clases que separe precisamente entre “hombres de menos de 85 kilogramos” y “hombres de más de 85 kilogramos”, lo que permitirá con una sencilla medición en la balanza, determinar fácilmente a qué clase pertenece cada hombre. 2. Que todos los objetos del concepto tengan definida al menos una clase a la que pertenecen,es decir que ninguno permanezca “huérfano de clase”. Por ejemplo, en nuestra anterior clasificación referida a los kilogramos, no tendrían cabida los hombres que pesan exactamente 85 kilogramos, por lo que haríamos bien en corregir los elementos de la definición de las clases permitiendo que ellos se encuentren dentro de una de las mismas, por ejemplo de la siguiente manera: “hombres de menos de 85 kilogramos” y “hombres de peso mayor o igual a 85 kilogramos”. Volvemos a enfatizar que una clasificación no es buena o mala en sí, sino que será útil o inútil conforme el objeto que la misma busque analizar. 1.3. LA ECONOMÍA DENTRO DEL GÉNERO CONOCIMIENTO CIENTÍFICO Con las prevenciones del punto anterior podemos ahora embarcarnos en la tarea de definir la “Economía”, obviamente por el camino de la determinación del género próximo al que pertenece y de su “diferencia específica”. A poco de reflexionar sobre el tema, observamos que casi todos los autores que han estudiado temas económicos, coinciden en caracterizar a la “Economía” como una “Ciencia”, por lo que rápidamente hemos encontrado el género al que pertenece la “Ciencia Económica”. Ahora bien, ¿qué será “Ciencia”? Ya que acordamos en avanzar paso a paso en nuestro camino, no es válido dar por supuesto que el lector se halla familiarizado con la definición de “Ciencia”. Será necesario entonces definir a la ciencia antes de adentrarnos en el estudio de la “Economía”. ¿Cuál será el género al que pertenece el concepto de Ciencia? La ciencia resulta una clase dentro del concepto de Conocimiento en general, o sea que el “Conocimiento Científico” o simplemente “Ciencia” es una de las clases que se pueden determinar dentro del concepto de “Conocimiento”. ¿Cómo se llamará la clase que abarque a todos los conocimientos que no se incluyan dentro de los conocimientos científicos? Hablaremos allí de conocimiento por experiencia, o simplemente de conocimiento no científico. En el esquema 1.1. se puede ver la cadena de género a especie que se puede conformar con los conceptos analizados hasta aquí: Esquema 1.1 CONOCIMIENTO No científico o por experiencia Científico ¿Cómo “conoceremos” las diferencias entre estas clases de conocimiento? En el punto siguiente intentaremos avanzar en este punto. 1.4. EL CONOCIMIENTO Y EL CONOCIMIENTO CIENTÍFICO Si nos proponemos avanzar paso por paso, será necesario decir primero algo sobre el concepto más general que engloba al concepto de ciencia: el Conocimiento. ¿Quién se dedicará a estudiar el Conocimiento? Aquí será necesario ingresar en el campo de estudios complejo y apasionante que se encarga, juntamente con el estudio de otros grandes espacios de la razón y de la vida del hombre, del análisis del Conocimiento en general y del Conocimiento Científico en particular: la Filosofía. Lejos de nuestra intención está hoy internarnos en este campo. Simplemente deseamos que el lector pueda atisbar el impresionante conjunto de contenidos y de controversias que se encuentran en la base misma de la ciencia económica. Volvamos entonces a: ¿qué es el Conocimiento? Resulta ésta una pregunta tan difícil de responder como ¿qué es vivir? ya que hemos vivido y hemos conocido desde nuestro nacimiento sin siquiera preguntarnos sobre su definición. Esforzándonos en intentar comprender el complejo proceso del conocer, podemos decir lo siguiente, siempre a riesgo de realizar una gran simplificación de este fenómeno: Al conocer se enfrentan: 1.- Un Sujeto que conoce o cognoscente. 2.- Un Objeto a conocer. El Sujeto cognoscente realiza un esfuerzo por aprehender las propiedades básicas del Objeto a conocer, surgiendo en la conciencia o en el pensamiento del Sujeto una “imagen” del Objeto que se conoce. La verdad del conocimiento estará simplemente dada por el hecho de que concuerden la “imagen” del objeto formada en la conciencia o pensamiento del Sujeto cognoscente con el Objeto mismo. Por ejemplo, al intentar conocer el objeto “libro de Introducción a la Economía” por nosotros al iniciar el estudio de cualquier materia, formamos en nuestro pensamiento una “imagen” de ese libro que contiene las propiedades básicas del objeto que se intenta conocer (por ejemplo dicha “imagen” incluirá forma del libro, tamaño, autor, nombre, editorial, etc.). Existirá “verdadero” conocimiento si la “imagen” formada en nuestro pensamiento coincide con las características reales del objeto a conocer. La rama de la Filosofía que se ocupa del estudio del fenómeno del conocimiento se denomina “Teoría del Conocimiento” o “Gnoseología”, y resulta un campo tan extenso que daría lugar por si misma a dedicar una vida a su estudio. Por ejemplo, allí aún se discute sobre si es posible el conocimiento verdadero, ya que es difícil que una persona convenza a todos los demás de que su “imagen” es la que coincide con la realidad, a diferencia de la que se formaron otros. Ahora que nos acercamos a una idea del conocimiento en general correspondería que intentemos discernir las clases de conocimiento que podemos diferenciar: 1. El conocimiento que tenemos todos sin buscarlo especialmente (por ejemplo mi abuela se llama Luisa, mi mamá tiene ojos azules, etc., etc.). Este es el conocimiento por simple experiencia o no científico, el que los griegos caracterizaban como “doxa”, es decir como la mera opinión. Supongamos una charla de café cuyo tema sea determinar si la riqueza de la Argentina aumentó o no en el año 2012 respecto de 2011, encontraremos las más variadas opiniones desde los más variados puntos de vista que incluirán a los que dicen que subió porque “la gente compró más para Navidad”, hasta el que intentará convencernos que disminuyó “porque no había nadie en Mar del Plata en enero de 2013”. Se observan así distintas opiniones sobre un hecho económico. 2. El conocimiento que buscamos tener a través de determinados caminos y sobre determinados objetos. Es el conocimiento que intentamos encontrar reflexiva y ordenadamente sobre determinados objetos. Es la “episteme” o conocimiento científico que ante el mismo objetivo de determinar si la riqueza argentina creció o no en el 2012, primero nos obligará a definir precisamente qué entendemos por “riqueza argentina en 2012” y luego, mediante procedimientos comprobables interpersonalmente de relevamiento de datos sobre dicho objeto, nos permitirán llegar luego de un arduo camino a emitir algún tipo de conclusión fundada sobre si la producción aumentó, disminuyó o se mantuvo durante el citado período. Nuestro análisis seguirá el camino del “conocimiento científico” que es estudiado dentro de la “Gnoseología” por la “Epistemología”, pero antes de proseguirlo es justo dedicar un párrafo al llamado “conocimiento no científico”. Pensar que el único conocimiento válido es el científico es caer en el error del “cientificismo”, ya que el conocimiento por experiencia tiene sus lugares específicos y sus aplicaciones, y el conocimiento científico el suyo. El problema resulta muchas veces del prestigio que ha tenido y tiene el conocimiento científico en el conjunto de la sociedad. Es muy distinto para la consideración social ser “plomero” que “licenciado en ciencias plumbológicas”, pero es necesario recordar que muchas veces aciertan más en cuanto a los pronósticos meteorológicos los conocedores del campo que los pronosticadores científicos del Servicio Meteorológico Nacional. También es un error asimilar “conocimiento científico” a “conocimiento verdadero”. La historia de la ciencia en general, y de la ciencia económica en particular, está empedrada de graves errores. Nadie nos podrá asegurar nunca que lo que hoy estudiamos como conocimiento científico, sea mañana definido como un error a desechar. La “Epistemología” resulta un campo de estudio muy extenso, un lugar donde muchas corrientes se entrecruzan y discuten apasionadamente sobre cada una de las características del “conocimientocientífico”. Téngase en cuenta que se encuentra en la misma base de todas las ciencias conocidas, por lo que constituye el pilar sobre el que se construyen los “edificios” del conocimiento de cada una de las ciencias que el lector ha estudiado hasta ahora, y que estudiará durante el resto de su vida. Un cambio fundamental en Epistemología repercutirá sobre la forma de hacer todas las ciencias, desde el Derecho hasta la Química, pasando seguramente por la Economía. Deberán sospechar entonces, que la primera discusión en este campo es precisamente determinar cuál o cuáles son las diferencias específicas que permiten separar lo que es conocimiento científico del que no lo es. En el esquema 1.2 señalamos algunas características comunes que la mayoría de los autores consideran determinantes del concepto de “conocimiento científico”: Esquema 1.2 Ciencia es conocimiento Ordenado y sistematizado Obtenido a través de un método Sobre un determinado objeto 1.5. EL CONOCIMIENTO CIENTÍFICO Y EL MÉTODO CIENTÍFICO Cada una de las ciencias particulares resulta entonces una especie del género “conocimiento” que está conformada por un conjunto ordenado o sistematizado de conocimientos, obtenidos a través de un determinado método, sobre un determinado objeto de estudio. Observamos entonces que cada una de las ciencias particulares que conocemos se diferencian especialmente por su objeto de estudio, y será en base a dichos objetos de estudio que intentaremos clasificarlas más avanzado este capítulo. Otra característica común para todas las ciencias, resulta el hecho de que además que el conocimiento que se obtenga se sistematice u ordene, el mismo debe ser obtenido a partir de la utilización de un método denominado científico. Podemos aquí quedarnos en el razonamiento circular de señalar que: “La ciencia o conocimiento científico es un conocimiento obtenido a través del método científico” y “Es método científico aquél que permite obtener conocimiento científico o ciencia”, o intentar bucear un poco dentro de lo que la Epistemología analiza como conocimiento científico. Justamente este campo muestra muchas corrientes distintas de análisis que necesitarían un estudio exhaustivo, pero intentemos nuevamente simplificarlas a riesgo de dejar en el tintero elementos importantes. La idea de creación de conocimiento en forma metódica se opone a la idea de su búsqueda no deliberada o al azar. Implica la existencia de ciertos pasos predeterminados que se deben cumplir en el camino de encontrar nuevos conocimientos, que puedan ser sistematizados u ordenados dentro de una ciencia. Una primera discusión que tenemos que plantearnos en referencia al método es si el mismo puede ser estudiado en sí como una rama científica que nos permita determinar cuál es el método -único o específico para cada grupo de ciencias- que cumple con la condición de producir esta clase de conocimiento; o si por el contrario el método resulta un mero conjunto de convenciones o “reglas de juego” que acordó la comunidad de científicos y que cambian conforme éstos modifiquen sus acuerdos. El llamado “problema de la demarcación”, planteado al intentar separar del campo de la teoría del conocimiento a los “verdaderos” conocimientos científicos resulta un interesante, pero nunca concluido, campo de discusión entre los epistemólogos. Intentemos que el lector se forme una opinión sobre éste y otros puntos de discusión revisando rápidamente algunos elementos sobre la forma de producir nuevos conocimientos. Desde los estudios filosóficos griegos, una importante parte de los mismos estuvieron dedicados a la Lógica, dentro de la cual los estudiosos intentaban determinar los métodos que permitían inferir nuevas proposiciones o juicios verdaderos a partir de una o varias proposiciones verdaderas. Dentro del inmenso campo de la Lógica, el lector podrá recordar haber oído hablar de “razonamientos”. Quizá recordará también que un razonamiento es simplemente un conjunto de proposiciones, juicios o enunciados ordenados, normalmente uno o varios calificados como premisas o supuestos, y uno o varios de ellos surgidos como conclusiones a partir de los primeros siguiendo algún tipo de regla. Estos razonamientos se clasificaban en dos grandes categorías: Esquema 1.3 Razonamientos Deductivos Inductivos Los razonamientos deductivos son aquellos en los que, si utilizamos como premisas enunciados verdaderos, tenemos garantizada la verdad de la conclusión. La mayoría de los lectores que haya tenido algún encuentro previo con la Filosofía recordará el viejo ejemplo de: En términos concretos En términos abstractos Premisa 1 Todos los hombres son mortales Todo A es B Premisa 2 Sócrates es hombre C es A Conclusión Sócrates es mortal C es B Es decir que la deducción nos asegura que si partimos de enunciados verdaderos y utilizamos determinadas reglas para derivar las conclusiones -reglas que han venido siendo estudiadas desde los griegos hasta nuestros días- estaremos seguros que los nuevos enunciados que obtengamos (conclusiones) resultan verdaderos. ¿Qué mejor que este método para producir ciencia? Ahora bien, a poco que lo analizamos nos damos cuenta que las premisas de una deducción ya tienen dentro de sí implícitamente todos los datos e información que sólo vemos explicitadas en la conclusión. Es decir, que no es nada nuevo para nosotros que Sócrates sea mortal, si estábamos seguros de que todos los hombres son mortales y de que Sócrates es hombre. En resumen, todo lo que concluimos deductivamente ya está, aunque implícito, en las premisas, por lo que para lograr que se nos garantice la verdad de las conclusiones en el razonamiento deductivo, debemos contentarnos con el frustrante hecho que no podemos crear nuevos conocimientos que ya no hayamos poseído. Los razonamientos inductivos en cambio, son aquellos en que las premisas son insuficientes para obtener una conclusión verdadera, por lo que la misma resulta simplemente probable resultando siempre una conclusión sujeta a revisión. Veamos por ejemplo: Premisa 1 Si dejo en el aire y sin ningún sostén una tiza, ésta cae al suelo. Premisa 2 Si dejo en el aire y sin ningún sostén una silla, ésta cae al suelo. Premisa 3 Si dejo en el aire y sin ningún sostén una mesa, ésta cae al suelo. Premisa 4 Si dejo en el aire y sin ningún sostén un banco, éste cae al suelo. Conclusión Si dejo en el aire y sin ningún sostén cualquier objeto, éste cae al suelo. A pesar de que la conclusión obtenida parece probable, ¿estamos realmente seguros de que la conclusión es verdadera? ¿Y si alguna vez alguien, o mañana yo, dejo un “cuchuflito” -siempre que un “cuchuflito” sea un objeto - o quizá un globo inflado con gas en el aire y sin sostén y éstos objetos no caen? En el razonamiento inductivo en general nunca estaremos seguros de la verdad de la conclusión. Como contrapartida podremos obtener nuevos conocimientos con las conclusiones, aunque lamentablemente sin garantía de verdad. Observemos que si todos nuestros conocimientos se limitaban a las cuatro premisas sobre una tiza, una silla, una mesa y un banco, nuestra conclusión nos permite decir que también caerán al suelo las camisas, las carpetas, los libros y una infinidad de otros objetos de los que antes de nuestra conclusión sólo sabíamos que eran objetos. Ahora bien, ¿qué método de razonamiento utilizaremos para crear conocimiento científico? Inicialmente, cuando a partir de los siglos XVII y XVIII comenzaron a desarrollarse muy rápidamente las ciencias que hoy llamamos naturales, los primeros científicos -Francis Bacon entre ellos- consideraron que la inducción era la forma de crear nuevos conocimientos que pudieran ser aplicados a la generalidad de los objetos. Así la “leyenda” considera que Newton “indujo” a partir de la caída de una manzana la formulación de la ley de gravedad. El prodigioso avance delas ciencias naturales hizo olvidar a muchos que el proceso inductivo no tiene garantía de verdad, por lo que cuando a principios del Siglo XX se comenzaron a cuestionar muchas conclusiones que hasta aquel momento resultaban indiscutibles, la ciencia y su método sufrieron una crisis de la que surgieron reconsideraciones sobre el tema del conocimiento científico. Esto fue especialmente cierto para las nacientes ciencias sociales que tenían que enfrentarse a un objeto de estudio casi siempre difícil de comprender: el hombre en sociedad. Planteamos a continuación un esquema muy simplificado de una visión más actual de las etapas del proceso de producción de conocimientos científicos, cercana al método “hipotético-deductivo” atribuido a Karl Popper, simplemente para que el lector se enfrente a las dificultades que implica la determinación concreta de los pasos de dicho trabajo, a saber: 1.5.1. Formulación de hipótesis: A partir de la observación de la realidad respecto del objeto de la ciencia particular que estudia, el científico va formulando sus propias respuestas provisionales a los distintos comportamientos de las mismas. Mientras el científico observa que distintos objetos sin sostén caen al suelo, se va formando una idea de que ello es producido por alguna atracción sufrida por los distintos cuerpos. Es decir que, mientras observa las regularidades que existen en su objeto de estudio, el científico realiza un proceso de inducción sin ningún tipo de regla, con ejercicio de su inventiva e imaginación para intentar formular un enunciado que funcione como hipótesis preliminar. En el caso de algunos fenómenos económicos como el del desempleo, el científico podría enunciar hipótesis muy variadas sobre las razones de dicho fenómeno: la aparición de nuevas tecnologías de producción que requieren menos mano de obra, los costos laborales, la disminución del consumo y hasta, en un ejercicio de inventiva muy rebuscado, las altas temperaturas. No existen reglas para “inventar” hipótesis y aún las más descabelladas podrían aceptarse en este estadio del proceso de creación del conocimiento científico. Un paso previo e ineludible será definir precisamente y de una manera unívoca lo que los científicos económicos entienden como “desempleo”, “nuevas tecnologías de producción que requieren menos mano de obra”, “altos costos laborales”, “consumo” y “altas temperaturas” para que todos intenten explicar el mismo fenómeno y no se confundan en el principio de su trabajo. Esta tarea, que implica una descripción precisa de los fenómenos bajo estudio, resulta central y debe intentar ser compartida por toda la comunidad científica, más allá de que luego disientan en la atribución de diferentes causas para el fenómeno definido. 1.5.2. Contrastación de la hipótesis. Luego del proceso de inducción a través del que se formula la hipótesis -hipotético-, el método continúa con un conjunto de deducciones -deductivo-. Por ejemplo, si nuestra hipótesis es que el desempleo es causado por la aparición de nuevas tecnologías, tomaremos este enunciado como premisa y le agregaremos otra premisa concreta sobre algún caso específico en el que se introdujeron nuevas tecnologías y observaremos si la conclusión se cumple. Es decir: Premisa-Hipótesis: “Las nuevas tecnologías producen desempleo” Premisa Concreta : “En la Argentina se introdujeron nuevas tecnologías” Conclusión: “En la Argentina existe desempleo” Si esta conclusión concreta puede ser comprobada en la realidad (a través de series estadísticas, de información de otros investigadores o de un análisis de elementos cualitativos entre muchos otros caminos), podremos -invirtiendo nuestro concepto de razonamiento deductivo- concluir que la premisa hipótesis es verdadera. El proceso de contrastación a través de distintas metodologías, cuantitativas y/o cualitativas, es central dentro del trabajo del científico. En algunas ciencias naturales podrán realizarse experimentos controlados en el laboratorio, en las ciencias sociales deberemos trabajar muchas veces sobre elementos de nuestra realidad cotidiana. Ahora bien, ¿esto será así definitivamente? Obviamente que Argentina no es el único país del Universo y que podríamos analizar infinitas premisas concretas para cada hipótesis (en Brasil, en Canadá, en la empresa X, en la industria automotriz del Japón, en la producción agropecuaria de Estados Unidos, etc.), obteniendo en cada caso una conclusión “contrastable” con la realidad concreta, es decir comprobable respecto de su verdad. Si en todos los casos que utilizamos este método nos encontramos que al contrastar la conclusión con la realidad ésta resulta verdadera, podemos considerar que la hipótesis ha sido “contrastada” y puede pasar a formar parte del conocimiento científico económico. Si el lector ha seguido este proceso debería en este momento preguntarse: ¿y si posteriormente encontramos alguna premisa concreta que nos lleva a una conclusión que al ser contrastada con la realidad resulta falsa? La respuesta es que deberemos reformular esa hipótesis, surgiendo así claramente que ningún enunciado científico tiene su “lugar comprado” dentro del esquema de la ciencia, ya que en cualquier momento de la historia puede llegar su tiempo de ser suplantado por otras nuevas hipótesis que se adapten mejor al test de la realidad. Todos los conocimientos científicos resultan así provisionales. 1.5.3. Posibles reformulaciones de la hipótesis ¿Qué sucede si la hipótesis no logra pasar el test de la contrastación? Pues, con paciencia, el científico deberá poner en juego su genio y su imaginación para formular una nueva hipótesis que responda mejor el interrogante planteado, y así comenzar un nuevo camino de contrastación una y otra vez hasta que alguna hipótesis logre pasar provisionalmente el test de la contrastación. ¿Qué hubiera sucedido si hubiéramos atribuido el desempleo a las altas temperaturas? Pues que encontraríamos muchas premisas concretas respecto de lugares del mundo en que hace mucho frío y al mismo tiempo hay desempleo, por lo que la conclusión basada en esta hipótesis resultaría falsa y nos obligaría a volver a andar todo el camino del método nuevamente. Esta extrema simplificación de nuestra visión de los aportes de Popper al campo del método científico, no deberá producir en el lector la equivocación de que todos los epistemólogos han acordado en este esquema, sino que existen muchos aportes antiguos y recientes en este campo de la filosofía que muestran distintas posturas respecto del problema de la metodología científica. Otros autores han desarrollado teorías sobre el tema que difieren en buena medida de las aquí expresadas, pero la explicitación de sus sistemas dentro de este capítulo excede claramente sus objetivos. En las últimas décadas, en el campo epistemológico, las consideraciones sobre las “revoluciones científicas” y los cambios en los “paradigmas” de Kuhn, se contraponen con las menos confrontativas nociones de Lakatos sobre “programas de investigación” y “cinturones de protección”; mientras que el “niño terrible” de Feyerabend defiende “una suerte de todo vale epistemológico”, al sostener que no existe el ansiadamente buscado “método científico”. 1. Observación del objeto científico y formulación de hipótesis 2. Contrastación de la hipótesis Falsa Provisoriamente verdadera Vuelta al paso 1 Contenido científico provisorio Esquema 1.4. Una visión del método científico Téngase en cuentaque resulta muy controvertido en este campo, sostener la validez de un único método para todo tipo de ciencias. Sin duda, los distintos objetos que diferencian a cada una de ellas le brindan un matiz particular a los pasos necesarios que construir conocimiento dentro de cada ciencia. La muy simplificada descripción del tradicional esquema que aquí esbozamos sirve solo a los efectos de introducir al lector en el apasionante campo de la Epistemología. El objetivo buscado es que el lector comprenda que en las bases de todas las ciencias, y de la Economía en particular, nos encontramos con un campo de estudio problemático con múltiples aristas y controversias, que condicionarán en todo momento el desarrollo de la totalidad de nuestro objeto de análisis. 1.6. CLASES DE CIENCIAS Uno de los temas más interesantes de la Epistemología es los distintos puntos de vista a partir de los cuales se han intentado clasificar a las ciencias a lo largo de la historia. Como decíamos al principio de este capítulo, luego del problema del “definir” nos enfrentamos al problema del “clasificar”. Existen múltiples criterios que permiten conformar distintas categorías de ciencias, pero aquí nos limitaremos a desarrollar una clasificación que nos permita ubicar el objeto particular de la Economía en el esquema del conocimiento científico. En principio intuimos que el objeto de una ciencia resulta el campo particular de su estudio. Es la porción del “todo” que “recortó” esa disciplina científica para ocuparse de ella en detalle. Ahora bien, para saber qué clases de objetos pueden estudiar las ciencias es necesario conocer primero qué clases de objetos existen en el universo. Es necesario entonces problematizar previamente la clasificación de los objetos que podemos conocer. En este campo ingresaremos sólo a los efectos de diferenciar dos tipos de objetos: los objetos reales y los objetos ideales. Los objetos reales son los típicos objetos que nos rodean en nuestro devenir cotidiano. La silla, la mesa, el árbol, la computadora resultan objetos individuales y reales que permiten que los ubiquemos en tiempo y espacio: Esta silla y esta computadora se encuentran en Argentina en este momento de tiempo. Las ciencias que se ocupan de este tipo de objetos son las llamadas ciencias de objeto real o ciencias fácticas. Los ejemplos más conocidos de este tipo de ciencias son la Física, la Química, el Derecho, la Astronomía y otras ciencias similares. Los objetos ideales son una noción un poco más difícil de aprehender. Cuando decimos “caballo”, observamos que no existe en la realidad –es decir situado en tiempo y espacio concreto- el concepto “caballo”, sino que existen el caballo Estrella de Plata, el caballo Juancito y una multitud de caballos particulares, pero tiene que resultarnos claro que en la realidad no existe el concepto “caballo”. Todos conocemos al número 2, pero no por ello podemos decir que es un concepto real. Hemos visto y tocado dos niños, dos percheros, dos sillas, dos bancos, dos micrófonos, pero no hemos visto por la calle a un número 2. El símbolo que representa al número “dos” -2-, no es el concepto “dos” sino simplemente la representación simbólica que nos legaron los árabes de un concepto abstracto o ideal. Los conceptos como “caballo”, como “dos”, como “belleza” y tantos otros resultan objetos ideales o abstractos que son objeto de las ciencias formales o de objeto ideal. Los típicos ejemplos de estas ciencias son la Matemática y la Lógica, que se ocupan de conceptos abstractos que pueden utilizarse en distintas realidades. Cuando la Lógica muestra una premisa de la forma “Si p, entonces q”, nos permite “llenar” los conceptos de p y de q con cualquier contenido de la realidad, ya que tanto “p” como “q” no significan nada concreto. Del mismo modo, cuando la Matemática suma dos y dos, y nos dice que arroja un resultado de cuatro, podemos decir al mismo tiempo que dos sillas más dos sillas son cuatro sillas, y que dos micrófonos más dos micrófonos son cuatro micrófonos, y así sucesivamente con infinidad de objetos reales. Es interesante analizar una subclasificación de las ciencias de objeto real: las ciencias naturales, y las ciencias sociales o humanas. Las ciencias sociales o humanas pueden definirse como aquéllas cuyo objeto particular es el ámbito específico del hombre en la realidad, o sea todo lo especial que hay en el hombre, su obra y su vida en comunidad. En consecuencia, las ciencias naturales poseen como objeto particular el resto de los objetos reales, es decir los no ligados con el hombre, y aún aquellos en los que participando el hombre, no lo hace con sus características distintivas que lo diferencian como un ser vivo especial que se relaciona socialmente. Las ciencias naturales (la física, la química, la biología, la astronomía, etc.) surgieron como desprendimientos del tronco común filosófico mucho antes que las ciencias del hombre o sociales (la ciencia política, el derecho, la economía, la sociología, etc.), que debieron esperar mucho más tiempo para que la especificidad del ser humano se inserte dentro del sistema de conocimiento científico como objetos particulares. Ciencias Formales o de Objeto ideal Fácticas o de Objeto real Naturales Humanas o Sociales Esquema 1.5. Clases de ciencias El lector avisado podrá presumir ya que la ciencia objeto de nuestra preocupación, la Economía, se encuentra dentro del grupo de las ciencias sociales. Será ésa la razón pues para que nos adentremos, al menos brevemente, en el estudio de la especificidad de este tipo de ciencias. 1.7. CARACTERES PARTICULARES DE LAS CIENCIAS SOCIALES Las Ciencias Sociales o Humanas tienen caracteres muy particulares en razón de lo especial de su objeto: el Hombre en lo que tiene de específico o diferente de los demás seres vivos. El problema fundamental de las ciencias sociales es que son los mismos hombres -los científicos sociales- quienes tienen la difícil tarea de estudiarse a sí mismos como seres en su interacción social. Esto torna la aplicación del método científico para discernir sobre los problemas sociales mucho más dificultosa, que su uso para construir teorías sobre objetos naturales exteriores al hombre. Ha sido por esta razón seguramente, que las primeras ciencias que lograron un fuerte desarrollo dentro de la historia humana fueron las naturales; al disparar fantásticos cambios en el campo de la tecnología. La aparición de las ciencias sociales en la evolución humana, en cambio, ha sido posterior en el tiempo y está ligada a mayores controversias respecto de sus contenidos. Aquí reside lo dificultoso y a vez lo apasionante de cualquier ciencia social: el hombre debe estudiarse a sí mismo como verdadero hombre. Intentemos realizar una lista incompleta de los posibles problemas que surgen de esta caracterización: a) Imposibilidad de ensayo controlado en laboratorio: Imaginemos que intentamos determinar las causas de la Revolución de Mayo de 1810. Nuestra hipótesis es que la causa determinante de la misma fueron las denominadas Invasiones Inglesas. ¿Cómo comprobarlo? Pues un científico natural para comprobar una hipótesis respecto de si un elemento X es la causa de un fenómeno Y, intenta recrear en su laboratorio al fenómeno Y eliminando al elemento X. Si el fenómeno se produce igual, X no puede haber sido la causa determinante del mismo, mientras que si el fenómeno Y no acontece, la hipótesis ha sido provisoriamente comprobada. ¿Podemos hacer lo mismo en la ciencia social? Resulta a todas luces ridícula la idea de llamar a nuestro laboratorio a todos los personajes de la Revolución de Mayo y de las Invasiones Inglesas y observar qué sucedería si les decimos al oído a Beresford y a Whitelocke -los conductores de las tropas inglesas en las Invasiones- que no intenten invadir Buenos Aires porque estamos intentando comprobar nuestra hipótesis. Aparte del problema de que nuestrosactores hayan fallecido, también similares problemas podemos tenerlos con actores vivos. Podríamos intentar realizar con ellos trabajos de campo en los que recogeríamos datos sobre su comportamiento, pero las actitudes de los hombres bajo observación externa, por uno o más científicos, no siempre coinciden con sus verdaderas actitudes. Pruebe el lector, por ejemplo, realizar una encuesta con una cámara de TV en un lugar concurrido de una ciudad moderna sobre la opinión del encuestado acerca de, por ejemplo, el racismo y obtendrá una gran cantidad de condenas fundamentadas a las actitudes racistas. Quizá unos minutos después de sus expresiones, que nos permitirían sostener la hipótesis que la mayoría de los habitantes de esta ciudad están en desacuerdo con el racismo y por ende no realizan prácticas discriminatorias por distinciones de raza, uno o varios de los encuestados -en el anonimato de hallarse lejos de la cámara de TV- maltrata y desprecia a otra persona simplemente por ser de un color distinto. Es por esta razón que los antropólogos cuando intentan estudiar las costumbres de una tribu primitiva, se “meten” dentro de la vida tribal vistiéndose y viviendo como ellos, para que los integrantes de la tribu no se sientan observados por un extraño, y por ende modifiquen las actitudes espontáneas que los mismos desarrollaban antes de la llegada del antropólogo. b) Falta de precisión en las conclusiones a las que se arriban: Las ciencias sociales no brindan conclusiones de certeza. Si en Economía expresamos que cuando sube el precio de un bien, las cantidades demandadas del mismo por un consumidor disminuyen, estamos hablando de la gran mayoría de los consumidores, pero ningún economista asegurará que todos los hombres del mundo sin excepción tienen ese comportamiento. Lo especial del objeto humano hace que no sea posible predecir con certeza las acciones que vayan a tomar cada hombre particular. Sí, en cambio, es posible formular conclusiones sobre las acciones más probables que la gran mayoría de los hombres de determinados grupos vayan a llevar adelante, aceptando la existencia de excepciones a dicha regla. c) Fuerte posibilidad de caer en trampas en el camino de formular conclusiones: Entre otras “trampas” del razonamiento en ciencias sociales en las que nos arriesgamos a caer se encuentran: 1. La posibilidad de encontrarnos ante “profecías autocumplidas”: Si una persona muy influyente en la vida económica argentina -por ejemplo el Ministro de Economía- explica una noche a todos sus conciudadanos que mañana el precio del dólar estadounidense va a subir, existen altas probabilidades de que ello realmente acontezca al otro día, debido a que la comunidad actuará (intentará comprar grandes cantidades de moneda extranjera) influenciada por la misma predicción que escucharon la noche anterior, haciendo de ese modo que la profecía se cumpliera. La verdadera causa de la suba del precio del dólar estadounidense fue sencillamente el anuncio de la persona influyente. 2. La necesidad de mantener “todo lo demás constante”: La imposibilidad de llevar a un laboratorio a los hechos sociales al ser impensable el desarrollo de experimentos controlados en ese ámbito, torna indispensable la observación y comprobación de los hechos a partir de la misma realidad humana. Y el decurso de los hechos humanos es esencialmente complejo. Múltiples causas se entrelazan con múltiples efectos y con múltiples hechos que se desarrollan concomitantemente pero que no tienen ninguna relación de causalidad con los efectos que se están estudiando. Por ejemplo, si deseamos estudiar qué fue lo que causó un aumento en las cantidades vendidas y compradas de jugos de frutas en los últimos años, nos encontraremos con una verdadera selva entrelazada de hechos que pueden o no tener que ver con dicho aumento. Entre otros podemos mencionar modificaciones en los niveles de producción de frutas en el país y países limítrofes, disminución en los costos de producción de los jugos frutales, fuerte disminución en el consumo de vino, aumento en el consumo de cerveza, prohibiciones para menores para consumir bebidas alcohólicas, difusión de la importancia para la salud del consumo de bebidas naturales que “no engorden”, fuertes y masivas campañas publicitarias a favor del consumo de jugos de frutas, aparición de nuevas marcas y productos nuevos -jugos “light”, jugos de frutas poco difundidas anteriormente-, crecimiento del producto industrial argentino, nuevas costumbres respecto de deportes y alimentación, etc. ¿Cuáles de ellas fueron las principales determinantes de este cambio? Resulta ésta una pregunta muy difícil de responder en ciencias sociales, a la que un científico natural le encontraría una solución realizando experimentos controlados en su laboratorio con cada una de estas causas, descartando en ese trabajo las que no produzcan el efecto analizado. Ese tipo de experimentos no puede usarse en nuestras ciencias por lo que tendremos que contentarnos con formular modelos simplificados de comportamiento en los que supongamos “que todos los demás elementos no considerados aquí permanecen constantes” o en latín, “ceteris paribus los demás elementos no considerados. Observará el lector a lo largo de su estudio de la Economía que los economistas usan y abusan de esta cláusula, que permite simplificar el estudio de la realidad, a riesgo de olvidar variables clave. d) La existencia de procesos de aprendizaje social: Tanto las personas consideradas individualmente, como respecto de sus comportamientos en sociedad, realizan continuamente procesos de aprendizaje, en el sentido de generar conductas adaptativas ante determinadas circunstancias. Esto trae como consecuencia el hecho que, ante iguales decisiones tomadas en determinada materia, los efectos que tiene no son los mismos aún para la misma persona en distintos momentos de tiempo. Un ejemplo clásico de ello lo encontramos en el caso de aquella persona que observó alguna vez en su vida cómo el aumento general de los precios (inflación) deteriora el poder adquisitivo del dinero. Quizás la primera vez que lo enfrentó no reaccionó desprendiéndose del dinero para adquirir cosas de inmediato. Sin embargo, luego de ello, ante la posibilidad de enfrentarse a un nuevo proceso de aumento de precios, reacciona de inmediato desprendiéndose del dinero con que cuenta rápidamente para adquirir bienes como mecanismo “defensivo” aprendido. Es fácil comprender, luego de observar este y otros ejemplos en los que las causas, los efectos y los hechos concomitantes que no determinan efectos se entrecruzan, por qué los científicos sociales cometen muchas veces errores del tipo de la “inversión causal” (considerar el efecto como causa y viceversa) o en la llamada falacia “post hoc, ergo propter hoc” que implica asumir que cualquier hecho que sucede después de otro, ha sido causado por el primero, simplemente por el hecho de haberse observado a continuación. Concluir que ‘después del suceso’ implica siempre ‘debido al suceso’ es incurrir en esta falacia. 1.8. SÍNTESIS HISTÓRICA DEL SURGIMIENTO DE LAS CIENCIAS Para entender el contenido actual de una ciencia y tratar de prever sus futuros avances resulta muy importante conocer su historia. Antes de analizar las raíces de la Economía en el capítulo siguiente, es importante que el lector se familiarice rápidamente con los momentos históricos de surgimiento de las distintas categorías de ciencias. En la antigüedad no existían las ciencias particulares tal cual las conocemos actualmente. El conocimiento humano se constituía a través de una masa informe de unos pocos elementos, que hoy llamaríamos científicos, mezclados con múltiples influencias mágicas y religiosas. Era el pueblo griego el que, en opinión de muchos autores, por primera vez se esforzó en la búsqueda del saber racional, que en aquella época se ubicaba desordenadamente dentro del conceptode “filosofía”, cuyas raíces griegas significan “amor a la sabiduría”. El estudio completo de toda la realidad y de todas sus partes era simplemente filosofía. La historia del nacimiento de las distintas ciencias es simplemente la historia de su desgajamiento a partir del tronco común de la filosofía. Este desgajamiento se produce a partir de la separación de los distintos objetos de estudio específicos que formaron un campo propicio para el desarrollo de una determinada ciencia particular. En la Edad Media todas las especulaciones y estudios referidos a Dios se separaron y constituyeron la “teología”, manteniéndose el conjunto de los demás conocimientos en el tronco filosófico común hasta bastante entrado el siglo XVII. A partir de allí se produjo una continua separación de ciencias particulares que se inició con las ciencias que estudian objetos naturales de la realidad. Iban lentamente perfilándose como “ciencias particulares”: la física, la química, la astronomía, etc. Ninguna persona puede desde esta época arrogarse el ser docto en la totalidad del conocimiento humano ya que resulta necesario “recortar” objetos particulares de estudio y especializarse cada vez más en ellos. Más tardíamente en la historia de la humanidad, surgieron diferenciadas las ciencias sociales. Los conocimientos relacionados con la vida del hombre en sociedad tardaron más tiempo en separarse de la madre filosofía. La ciencia política, el derecho, la economía, la sociología, la psicología y otras disciplinas humanas completaron su escisión del campo filosófico recién a finales del siglo XIX. Es tradicional buscar en el caso de cada una de las ciencias en particular un “momento mágico” en que la misma surge a la consideración del público como una ciencia “separada” en el contexto del conocimiento humano. Obviamente que ésta resulta una concepción simplificada, ya que el proceso de separación como ciencia particular no se establece en un determinado momento, sino que resulta de un proceso de estudios y publicaciones que permite su caracterización como ciencia específica. En el caso de la Economía, es una idea difundida que su “carta de ciudadanía” en el contexto de las ciencias particulares se obtiene a partir de los estudios de Adam Smith en la segunda mitad del siglo XVIII, especialmente desde su conocida obra publicada en 1776: “An inquiry into the nature and the causes of the wealth of the Nations” (“Una investigación acerca de la naturaleza y las causas de la riqueza de las Naciones”, o más simplemente “La riqueza de las Naciones”), aunque muchos autores intentan encontrar un poco más atrás en el tiempo el verdadero nacimiento de la Economía. Tenga en cuenta entonces el lector, para dispensar los errores de los economistas, que nuestra ciencia es realmente muy joven ya que apenas ha superado los 200 años de vida. El análisis particular de la evolución doctrinaria de la ciencia económica, desde su nacimiento hasta nuestros días, y aún antes de que la misma pueda ser considerada una verdadera ciencia particular, es abordado en grandes líneas en el siguiente capítulo, como preludio a una definición de sus contenidos y tendencias actuales. 1.9. GUIA DE ESTUDIO 1.9.1. Conceptos básicos. Definir conceptos. Clasificar conceptos. Conocimiento científico. Método científico. Hipótesis. Formulación. Contrastación. Reformulación. Ciencias de objeto real. Ciencias de objeto ideal. Las ciencias sociales. Características distintivas. 1.9.2. Preguntas de repaso. 2. Ensaye respecto de su capacidad de definir y clasificar. Pruebe definiendo los siguientes conceptos y ensayando clasificaciones de los mismos con distintos objetivos de análisis: a) Vaso. b) Teléfono. c) Libro. d) Número. 3. Ubique ejemplos que muestren que cuanto mayor es la cantidad de características distintivas o diferenciales que tiene un concepto -es decir “mayor comprensión”, menor es la cantidad de objetos se incluyen en su denotación- o sea “menor extensión”. 4. Busque en otros textos al menos dos definiciones distintas de “conocimiento” y de “ciencia”. ¿De qué tratan los libros que utilizó? ¿Qué diferencias tienen entre sí y con las características propuestas en el texto? 5. Diferencie el razonamiento deductivo del inductivo en virtud de la seguridad respecto de sus conclusiones. 6. ¿Qué pasos tiene el llamado método hipotético deductivo? ¿Es deductivo o inductivo? 7. Brinde tres ejemplos de cada clase de ciencia clasificada según su objeto de estudio. 8. Defina el concepto ceteris paribus. 9. ¿Cuál considera que surgió primero en el tiempo como ciencia particular: la Psicología o la Física? ¿Por qué? 1.9.3. Ampliando nuestros conocimientos en Internet 1. Dentro del capítulo se menciona a Aristóteles. ¿Quién fue? ¿Cuándo vivió? ¿Tuvo algo que ver con la Economía y/o con otras ciencias que Ud. conoce? 2. Cuando se habla de tendencias epistemológicas se menciona a Francis Bacon, Popper, Kuhn, Lakatos y Feyerabend ¿Quiénes fueron? ¿Cuándo vivieron? ¿Qué aportaron a la Epistemología? 1.9.4. Discutiendo en grupo 1. ¿Existe el conocimiento verdadero? ¿Hay una única verdad? La conclusión que obtienen ¿es igual para todo tipo de conocimiento, científico o no, en ciencias sociales o naturales? a. Si hay una única verdad ¿quién tiene derecho a definirla? b. Si no hay una única verdad ¿se puede decir que este enunciado sea realmente verdadero? ¿Habilita esto a cualquier persona a decir que cualquier enunciado es verdadero?
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