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Capitulo 1 Ed 2013 (1)

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Capítulo 1 
 
1. LA ECONOMÍA COMO CONOCIMIENTO CIENTÍFICO 
 
1.1. INTRODUCCIÓN 
Al momento de introducirnos en el estudio de cualquier objeto en nuestras vidas resulta muy 
conveniente ubicarlo previamente dentro del campo general del conocimiento humano. Es así que al 
iniciar un curso de Economía, como en este caso, siempre resulta razonable que dentro de las 
primeras aproximaciones a su estudio el lector comprenda a grandes rasgos qué es ese objeto 
llamado “Economía”, es decir conozca una definición de su contenido a partir de identificar las 
características básicas que lo diferencian de otros conceptos. En resumidas cuentas, parece bastante 
irracional que quien se sumerge en las profundidades de la Economía, no pueda, luego de las 
primeras lecciones, diferenciar la Economía de la Sociología y el Derecho, o aunque más no sea 
respecto del Fútbol y de la Carpintería. 
Nuestros conocimientos previos, es decir aquellos con los que nos hallamos pertrechados antes de 
introducirnos en este estudio, nos permitirán esbozar rápidamente diferencias con el fútbol -el fútbol 
es un deporte- o con la carpintería -la carpintería es un oficio que permite transformar la madera-. 
Sin embargo, esos conocimientos previos no nos permitirán tan fácilmente diferenciar a la Economía 
de otros objetos de estudio con características similares como el Derecho o la Sociología. 
Ahora bien, el problema de este tipo de definiciones es que, a pesar de que se intentan realizar 
durante las etapas iniciales del estudio de cualquier objeto, recién se comprenden cabalmente 
cuando se concluye con su estudio. Si de algo puede estar seguro el lector al iniciar el estudio de la 
Economía, es que jamás logrará finalizarlo totalmente. ¿Cuál podrá ser la solución a este problema? 
Pues, considerar los contenidos del primer capítulo de este libro como un esbozo provisional de un 
panorama completo, sujetos a una constante revisión en una inacabable búsqueda para ampliar el 
análisis de lo que resulta la maravillosa ciencia económica. 
En este capítulo avanzaremos considerando que el lector comienza con nosotros el análisis de una 
disciplina científica, por lo que nos desplazaremos paso a paso, concepto a concepto, dentro del 
campo de las bases del conocimiento humano. Este método podrá resultar tedioso para quienes ya 
se han iniciado en el estudio del conocimiento científico en general, pero resulta indispensable para 
que el no iniciado en estos temas se introduzca provechosamente en la ciencia económica. 
Con estas prevenciones, puede el lector sumergirse en la lectura del presente capítulo y en el estudio 
de la Economía. 
 
1.2. DEFINICIONES Y CLASIFICACIONES 
Antes de definir “Economía”, es necesario que entendamos, por lo menos a los fines de nuestro 
estudio, qué es “definir” cualquier concepto. Tanto “definir” como “clasificar” son acciones que 
realizamos a diario mientras conocemos, sin reflexionar demasiado sobre que representan. 
Con su tradicional seriedad, la Real Academia Española conceptualiza “definir” como “fijar con 
claridad, exactitud y precisión la significación de una palabra o la naturaleza de una persona o cosa”. 
Es así que, definir un concepto es indicar su significado, o su esencia y contenido. Las discusiones se 
desatarán al intentar acordar cómo realizarlo, ya que claramente podemos lograr nuestro objeto por 
dos caminos: 
 
1. Determinar las características comunes que nos permiten incluir determinados objetos dentro 
del concepto que se define. (definición “por comprensión” en Teoría de Conjuntos) 
2. Enumerar uno a uno los objetos que se incluyen dentro de ese concepto (definición “por 
extensión” en Teoría de Conjuntos). 
Por ejemplo si queremos definir “Provincias de la Región Centro de la República Argentina”, 
podemos intentar definirlas de dos maneras distintas: 
1. Son las provincias argentinas que en virtud de acuerdos decidieron conformar una de las regiones 
previstas por la Constitución Nacional reformada en 1994, a la que denominaron “Centro”. 
2. Son Córdoba, Entre Ríos y Santa Fe. 
Sucede muchas veces que cuando nos vemos obligados a definir un concepto, echamos mano a 
ejemplos, para tratar de lograr nuestro objetivo por el segundo camino, pero nos encontramos con el 
problema de que nos resultan inabarcables todos los casos concretos que se pueden incluir en el 
concepto. Pensemos por ejemplo en “seres humanos” o en “estrellas de la Vía Láctea”. Más aún, en 
nuestro camino para definir la “Economía”, mal podemos pensar en definir nuestro objeto listando 
los inacabables temas de estudio de la misma, por lo que se nos hace necesario buscar una definición 
a través de las características comunes que permiten incluir ciertos objetos de estudio dentro del 
mismo. 
¿Cómo definir un concepto a través de sus características distintivas? Es tradicional hablar de que 
debemos utilizar el género más próximo al que pertenece el concepto, y señalar su diferencia 
específica. 
Intentemos clarificar este camino a través de un ejemplo: Las Provincias de la Región Centro de la 
República Argentina pertenecen al género -grupo, conjunto, clase o concepto en el que se hallan 
incluidas- de las Provincias Argentinas, resultando su “diferencia específica” el resultar signatarias de 
los acuerdos para la conformación de dicha región, o sea que ése es el elemento diferencial que las 
permite separar de otras del mismo género. Ni La Rioja, ni Mendoza, ni Santa Cruz, ni ninguna otra 
de las integrantes del género poseen esa “diferencia específica”. Este método para definir puede 
extenderse hacia conceptos con mayor o menor extensión. Es tradicional mostrar la “cadena” que 
permite definir al hombre, a partir del concepto de “ser vivo”, de “ser vivo animal” y de “ser vivo 
animal racional” que nos permite ir limitando a través de diferencias específicas a todos los objetos 
integrantes del concepto “ser vivo” hasta llegar sólo a aquellos que responden a las características de 
“hombres”, definidos como animales racionales. 
También para el estudio de la Economía y de cualquier campo científico será necesario “clasificar” 
objetos dentro de distintos “casilleros” o “encasillar”. ¿Qué será clasificar? Dado que la mayoría de 
los conceptos posee una gran cantidad de objetos concretos que pueden incluirse dentro de ellos, 
como observamos en el segundo de los caminos para definir, para un análisis más sencillo los 
“encasillamos” por grupos dentro de determinadas “clases”, es decir que pertenecerán a una u otra 
“clase” de un mismo concepto general según tengan o no determinadas condiciones. Existirán 
innumerables clasificaciones posibles de cada concepto que queramos analizar, de las que 
deberemos escoger aquellas que resulten útiles para nuestro estudio. Intentar clasificar a los 
hombres por peso, separando entre “hombres gordos” y “hombres flacos”, no tendrá ninguna 
utilidad para un estudio sobre sus prejuicios raciales, pero quizás sí sirva para determinar los talles de 
los uniformes a confeccionar para ellos o para estimar cuántas personas puede cargar un ascensor en 
promedio sin riesgos. 
 
Para que las clasificaciones resulten más útiles a los estudios científicos, es conveniente que respeten 
dos principios básicos: 
1. Que las definiciones de las condiciones para pertenecer a las diferentes clases dentro de un 
concepto sean precisas, de tal forma que permitan que cualquier objeto concreto se deba incluir 
en sólo una de las clases determinadas. Por ejemplo, si separamos en “hombres gordos” y 
“hombres flacos”, algunos se considerarán flacos a pesar de que toda su familia y sus amigos 
digan lo contrario. Resultará mucho más útil una separación en clases que separe precisamente 
entre “hombres de menos de 85 kilogramos” y “hombres de más de 85 kilogramos”, lo que 
permitirá con una sencilla medición en la balanza, determinar fácilmente a qué clase pertenece 
cada hombre. 
2. Que todos los objetos del concepto tengan definida al menos una clase a la que pertenecen,es 
decir que ninguno permanezca “huérfano de clase”. Por ejemplo, en nuestra anterior clasificación 
referida a los kilogramos, no tendrían cabida los hombres que pesan exactamente 85 kilogramos, 
por lo que haríamos bien en corregir los elementos de la definición de las clases permitiendo que 
ellos se encuentren dentro de una de las mismas, por ejemplo de la siguiente manera: “hombres 
de menos de 85 kilogramos” y “hombres de peso mayor o igual a 85 kilogramos”. 
Volvemos a enfatizar que una clasificación no es buena o mala en sí, sino que será útil o inútil 
conforme el objeto que la misma busque analizar. 
 
1.3. LA ECONOMÍA DENTRO DEL GÉNERO CONOCIMIENTO CIENTÍFICO 
Con las prevenciones del punto anterior podemos ahora embarcarnos en la tarea de definir la 
“Economía”, obviamente por el camino de la determinación del género próximo al que pertenece y 
de su “diferencia específica”. 
A poco de reflexionar sobre el tema, observamos que casi todos los autores que han estudiado temas 
económicos, coinciden en caracterizar a la “Economía” como una “Ciencia”, por lo que rápidamente 
hemos encontrado el género al que pertenece la “Ciencia Económica”. Ahora bien, ¿qué será 
“Ciencia”? Ya que acordamos en avanzar paso a paso en nuestro camino, no es válido dar por 
supuesto que el lector se halla familiarizado con la definición de “Ciencia”. 
Será necesario entonces definir a la ciencia antes de adentrarnos en el estudio de la “Economía”. 
¿Cuál será el género al que pertenece el concepto de Ciencia? La ciencia resulta una clase dentro del 
concepto de Conocimiento en general, o sea que el “Conocimiento Científico” o simplemente 
“Ciencia” es una de las clases que se pueden determinar dentro del concepto de “Conocimiento”. 
¿Cómo se llamará la clase que abarque a todos los conocimientos que no se incluyan dentro de los 
conocimientos científicos? Hablaremos allí de conocimiento por experiencia, o simplemente de 
conocimiento no científico. En el esquema 1.1. se puede ver la cadena de género a especie que se 
puede conformar con los conceptos analizados hasta aquí: 
 
 
 
 
 
 
Esquema 1.1 
 
CONOCIMIENTO 
No científico o por experiencia 
Científico 
 
 
¿Cómo “conoceremos” las diferencias entre estas clases de conocimiento? En el punto siguiente 
intentaremos avanzar en este punto. 
 
1.4. EL CONOCIMIENTO Y EL CONOCIMIENTO CIENTÍFICO 
Si nos proponemos avanzar paso por paso, será necesario decir primero algo sobre el concepto más 
general que engloba al concepto de ciencia: el Conocimiento. ¿Quién se dedicará a estudiar el 
Conocimiento? Aquí será necesario ingresar en el campo de estudios complejo y apasionante que se 
encarga, juntamente con el estudio de otros grandes espacios de la razón y de la vida del hombre, del 
análisis del Conocimiento en general y del Conocimiento Científico en particular: la Filosofía. Lejos de 
nuestra intención está hoy internarnos en este campo. Simplemente deseamos que el lector pueda 
atisbar el impresionante conjunto de contenidos y de controversias que se encuentran en la base 
misma de la ciencia económica. 
Volvamos entonces a: ¿qué es el Conocimiento? Resulta ésta una pregunta tan difícil de responder 
como ¿qué es vivir? ya que hemos vivido y hemos conocido desde nuestro nacimiento sin siquiera 
preguntarnos sobre su definición. Esforzándonos en intentar comprender el complejo proceso del 
conocer, podemos decir lo siguiente, siempre a riesgo de realizar una gran simplificación de este 
fenómeno: 
Al conocer se enfrentan: 
1.- Un Sujeto que conoce o cognoscente. 
2.- Un Objeto a conocer. 
El Sujeto cognoscente realiza un esfuerzo por aprehender las propiedades básicas del Objeto a 
conocer, surgiendo en la conciencia o en el pensamiento del Sujeto una “imagen” del Objeto que se 
conoce. La verdad del conocimiento estará simplemente dada por el hecho de que concuerden la 
“imagen” del objeto formada en la conciencia o pensamiento del Sujeto cognoscente con el Objeto 
mismo. Por ejemplo, al intentar conocer el objeto “libro de Introducción a la Economía” por nosotros 
al iniciar el estudio de cualquier materia, formamos en nuestro pensamiento una “imagen” de ese 
libro que contiene las propiedades básicas del objeto que se intenta conocer (por ejemplo dicha 
“imagen” incluirá forma del libro, tamaño, autor, nombre, editorial, etc.). Existirá “verdadero” 
conocimiento si la “imagen” formada en nuestro pensamiento coincide con las características reales 
del objeto a conocer. 
La rama de la Filosofía que se ocupa del estudio del fenómeno del conocimiento se denomina “Teoría 
del Conocimiento” o “Gnoseología”, y resulta un campo tan extenso que daría lugar por si misma a 
dedicar una vida a su estudio. Por ejemplo, allí aún se discute sobre si es posible el conocimiento 
verdadero, ya que es difícil que una persona convenza a todos los demás de que su “imagen” es la 
que coincide con la realidad, a diferencia de la que se formaron otros. 
Ahora que nos acercamos a una idea del conocimiento en general correspondería que intentemos 
discernir las clases de conocimiento que podemos diferenciar: 
1. El conocimiento que tenemos todos sin buscarlo especialmente (por ejemplo mi abuela se llama 
Luisa, mi mamá tiene ojos azules, etc., etc.). Este es el conocimiento por simple experiencia o no 
científico, el que los griegos caracterizaban como “doxa”, es decir como la mera opinión. 
Supongamos una charla de café cuyo tema sea determinar si la riqueza de la Argentina aumentó 
o no en el año 2012 respecto de 2011, encontraremos las más variadas opiniones desde los más 
variados puntos de vista que incluirán a los que dicen que subió porque “la gente compró más 
 
para Navidad”, hasta el que intentará convencernos que disminuyó “porque no había nadie en 
Mar del Plata en enero de 2013”. Se observan así distintas opiniones sobre un hecho económico. 
2. El conocimiento que buscamos tener a través de determinados caminos y sobre determinados 
objetos. Es el conocimiento que intentamos encontrar reflexiva y ordenadamente sobre 
determinados objetos. Es la “episteme” o conocimiento científico que ante el mismo objetivo de 
determinar si la riqueza argentina creció o no en el 2012, primero nos obligará a definir 
precisamente qué entendemos por “riqueza argentina en 2012” y luego, mediante 
procedimientos comprobables interpersonalmente de relevamiento de datos sobre dicho objeto, 
nos permitirán llegar luego de un arduo camino a emitir algún tipo de conclusión fundada sobre 
si la producción aumentó, disminuyó o se mantuvo durante el citado período. 
Nuestro análisis seguirá el camino del “conocimiento científico” que es estudiado dentro de la 
“Gnoseología” por la “Epistemología”, pero antes de proseguirlo es justo dedicar un párrafo al 
llamado “conocimiento no científico”. Pensar que el único conocimiento válido es el científico es 
caer en el error del “cientificismo”, ya que el conocimiento por experiencia tiene sus lugares 
específicos y sus aplicaciones, y el conocimiento científico el suyo. El problema resulta muchas veces 
del prestigio que ha tenido y tiene el conocimiento científico en el conjunto de la sociedad. Es muy 
distinto para la consideración social ser “plomero” que “licenciado en ciencias plumbológicas”, pero 
es necesario recordar que muchas veces aciertan más en cuanto a los pronósticos meteorológicos los 
conocedores del campo que los pronosticadores científicos del Servicio Meteorológico Nacional. 
También es un error asimilar “conocimiento científico” a “conocimiento verdadero”. La historia de la 
ciencia en general, y de la ciencia económica en particular, está empedrada de graves errores. Nadie 
nos podrá asegurar nunca que lo que hoy estudiamos como conocimiento científico, sea mañana 
definido como un error a desechar. 
La “Epistemología” resulta un campo de estudio muy extenso, un lugar donde muchas corrientes se 
entrecruzan y discuten apasionadamente sobre cada una de las características del “conocimientocientífico”. Téngase en cuenta que se encuentra en la misma base de todas las ciencias conocidas, 
por lo que constituye el pilar sobre el que se construyen los “edificios” del conocimiento de cada una 
de las ciencias que el lector ha estudiado hasta ahora, y que estudiará durante el resto de su vida. Un 
cambio fundamental en Epistemología repercutirá sobre la forma de hacer todas las ciencias, desde 
el Derecho hasta la Química, pasando seguramente por la Economía. 
Deberán sospechar entonces, que la primera discusión en este campo es precisamente determinar 
cuál o cuáles son las diferencias específicas que permiten separar lo que es conocimiento científico 
del que no lo es. En el esquema 1.2 señalamos algunas características comunes que la mayoría de los 
autores consideran determinantes del concepto de “conocimiento científico”: 
 
 
 
 
 
 
 
 
Esquema 1.2 
 
Ciencia es conocimiento 
Ordenado y sistematizado 
Obtenido a través de un método 
Sobre un determinado objeto 
 
1.5. EL CONOCIMIENTO CIENTÍFICO Y EL MÉTODO CIENTÍFICO 
Cada una de las ciencias particulares resulta entonces una especie del género “conocimiento” que 
está conformada por un conjunto ordenado o sistematizado de conocimientos, obtenidos a través 
de un determinado método, sobre un determinado objeto de estudio. 
Observamos entonces que cada una de las ciencias particulares que conocemos se diferencian 
especialmente por su objeto de estudio, y será en base a dichos objetos de estudio que intentaremos 
clasificarlas más avanzado este capítulo. Otra característica común para todas las ciencias, resulta el 
hecho de que además que el conocimiento que se obtenga se sistematice u ordene, el mismo debe 
ser obtenido a partir de la utilización de un método denominado científico. 
Podemos aquí quedarnos en el razonamiento circular de señalar que: “La ciencia o conocimiento 
científico es un conocimiento obtenido a través del método científico” y “Es método científico aquél 
que permite obtener conocimiento científico o ciencia”, o intentar bucear un poco dentro de lo que 
la Epistemología analiza como conocimiento científico. Justamente este campo muestra muchas 
corrientes distintas de análisis que necesitarían un estudio exhaustivo, pero intentemos nuevamente 
simplificarlas a riesgo de dejar en el tintero elementos importantes. 
La idea de creación de conocimiento en forma metódica se opone a la idea de su búsqueda no 
deliberada o al azar. Implica la existencia de ciertos pasos predeterminados que se deben cumplir en 
el camino de encontrar nuevos conocimientos, que puedan ser sistematizados u ordenados dentro 
de una ciencia. 
Una primera discusión que tenemos que plantearnos en referencia al método es si el mismo puede 
ser estudiado en sí como una rama científica que nos permita determinar cuál es el método -único o 
específico para cada grupo de ciencias- que cumple con la condición de producir esta clase de 
conocimiento; o si por el contrario el método resulta un mero conjunto de convenciones o “reglas de 
juego” que acordó la comunidad de científicos y que cambian conforme éstos modifiquen sus 
acuerdos. El llamado “problema de la demarcación”, planteado al intentar separar del campo de la 
teoría del conocimiento a los “verdaderos” conocimientos científicos resulta un interesante, pero 
nunca concluido, campo de discusión entre los epistemólogos. 
Intentemos que el lector se forme una opinión sobre éste y otros puntos de discusión revisando 
rápidamente algunos elementos sobre la forma de producir nuevos conocimientos. 
Desde los estudios filosóficos griegos, una importante parte de los mismos estuvieron dedicados a la 
Lógica, dentro de la cual los estudiosos intentaban determinar los métodos que permitían inferir 
nuevas proposiciones o juicios verdaderos a partir de una o varias proposiciones verdaderas. Dentro 
del inmenso campo de la Lógica, el lector podrá recordar haber oído hablar de “razonamientos”. 
Quizá recordará también que un razonamiento es simplemente un conjunto de proposiciones, juicios 
o enunciados ordenados, normalmente uno o varios calificados como premisas o supuestos, y uno o 
varios de ellos surgidos como conclusiones a partir de los primeros siguiendo algún tipo de regla. 
Estos razonamientos se clasificaban en dos grandes categorías: 
 
 
 
 
 
Esquema 1.3 
 
Razonamientos 
Deductivos 
Inductivos 
 
Los razonamientos deductivos son aquellos en los que, si utilizamos como premisas enunciados 
verdaderos, tenemos garantizada la verdad de la conclusión. La mayoría de los lectores que haya 
tenido algún encuentro previo con la Filosofía recordará el viejo ejemplo de: 
 
 En términos concretos En términos abstractos 
Premisa 1 Todos los hombres son mortales Todo A es B 
Premisa 2 Sócrates es hombre C es A 
Conclusión Sócrates es mortal C es B 
 
Es decir que la deducción nos asegura que si partimos de enunciados verdaderos y utilizamos 
determinadas reglas para derivar las conclusiones -reglas que han venido siendo estudiadas desde 
los griegos hasta nuestros días- estaremos seguros que los nuevos enunciados que obtengamos 
(conclusiones) resultan verdaderos. ¿Qué mejor que este método para producir ciencia? 
Ahora bien, a poco que lo analizamos nos damos cuenta que las premisas de una deducción ya tienen 
dentro de sí implícitamente todos los datos e información que sólo vemos explicitadas en la 
conclusión. Es decir, que no es nada nuevo para nosotros que Sócrates sea mortal, si estábamos 
seguros de que todos los hombres son mortales y de que Sócrates es hombre. En resumen, todo lo 
que concluimos deductivamente ya está, aunque implícito, en las premisas, por lo que para lograr 
que se nos garantice la verdad de las conclusiones en el razonamiento deductivo, debemos 
contentarnos con el frustrante hecho que no podemos crear nuevos conocimientos que ya no 
hayamos poseído. 
Los razonamientos inductivos en cambio, son aquellos en que las premisas son insuficientes para 
obtener una conclusión verdadera, por lo que la misma resulta simplemente probable resultando 
siempre una conclusión sujeta a revisión. Veamos por ejemplo: 
 
Premisa 1 Si dejo en el aire y sin ningún sostén una tiza, ésta cae al suelo. 
Premisa 2 Si dejo en el aire y sin ningún sostén una silla, ésta cae al suelo. 
Premisa 3 Si dejo en el aire y sin ningún sostén una mesa, ésta cae al suelo. 
Premisa 4 Si dejo en el aire y sin ningún sostén un banco, éste cae al suelo. 
Conclusión Si dejo en el aire y sin ningún sostén cualquier objeto, éste cae al 
suelo. 
 
A pesar de que la conclusión obtenida parece probable, ¿estamos realmente seguros de que la 
conclusión es verdadera? ¿Y si alguna vez alguien, o mañana yo, dejo un “cuchuflito” -siempre que un 
“cuchuflito” sea un objeto - o quizá un globo inflado con gas en el aire y sin sostén y éstos objetos no 
caen? En el razonamiento inductivo en general nunca estaremos seguros de la verdad de la 
conclusión. Como contrapartida podremos obtener nuevos conocimientos con las conclusiones, 
aunque lamentablemente sin garantía de verdad. 
 Observemos que si todos nuestros conocimientos se limitaban a las cuatro premisas sobre una tiza, 
una silla, una mesa y un banco, nuestra conclusión nos permite decir que también caerán al suelo las 
camisas, las carpetas, los libros y una infinidad de otros objetos de los que antes de nuestra 
conclusión sólo sabíamos que eran objetos. 
Ahora bien, ¿qué método de razonamiento utilizaremos para crear conocimiento científico? 
Inicialmente, cuando a partir de los siglos XVII y XVIII comenzaron a desarrollarse muy rápidamente 
las ciencias que hoy llamamos naturales, los primeros científicos -Francis Bacon entre ellos- 
 
consideraron que la inducción era la forma de crear nuevos conocimientos que pudieran ser 
aplicados a la generalidad de los objetos. Así la “leyenda” considera que Newton “indujo” a partir de 
la caída de una manzana la formulación de la ley de gravedad. 
El prodigioso avance delas ciencias naturales hizo olvidar a muchos que el proceso inductivo no tiene 
garantía de verdad, por lo que cuando a principios del Siglo XX se comenzaron a cuestionar muchas 
conclusiones que hasta aquel momento resultaban indiscutibles, la ciencia y su método sufrieron una 
crisis de la que surgieron reconsideraciones sobre el tema del conocimiento científico. Esto fue 
especialmente cierto para las nacientes ciencias sociales que tenían que enfrentarse a un objeto de 
estudio casi siempre difícil de comprender: el hombre en sociedad. 
Planteamos a continuación un esquema muy simplificado de una visión más actual de las etapas del 
proceso de producción de conocimientos científicos, cercana al método “hipotético-deductivo” 
atribuido a Karl Popper, simplemente para que el lector se enfrente a las dificultades que implica la 
determinación concreta de los pasos de dicho trabajo, a saber: 
 
1.5.1. Formulación de hipótesis: 
A partir de la observación de la realidad respecto del objeto de la ciencia particular que estudia, 
el científico va formulando sus propias respuestas provisionales a los distintos comportamientos 
de las mismas. Mientras el científico observa que distintos objetos sin sostén caen al suelo, se va 
formando una idea de que ello es producido por alguna atracción sufrida por los distintos 
cuerpos. 
Es decir que, mientras observa las regularidades que existen en su objeto de estudio, el 
científico realiza un proceso de inducción sin ningún tipo de regla, con ejercicio de su inventiva e 
imaginación para intentar formular un enunciado que funcione como hipótesis preliminar. En el 
caso de algunos fenómenos económicos como el del desempleo, el científico podría enunciar 
hipótesis muy variadas sobre las razones de dicho fenómeno: la aparición de nuevas tecnologías 
de producción que requieren menos mano de obra, los costos laborales, la disminución del 
consumo y hasta, en un ejercicio de inventiva muy rebuscado, las altas temperaturas. No existen 
reglas para “inventar” hipótesis y aún las más descabelladas podrían aceptarse en este estadio 
del proceso de creación del conocimiento científico. 
Un paso previo e ineludible será definir precisamente y de una manera unívoca lo que los 
científicos económicos entienden como “desempleo”, “nuevas tecnologías de producción que 
requieren menos mano de obra”, “altos costos laborales”, “consumo” y “altas temperaturas” 
para que todos intenten explicar el mismo fenómeno y no se confundan en el principio de su 
trabajo. Esta tarea, que implica una descripción precisa de los fenómenos bajo estudio, resulta 
central y debe intentar ser compartida por toda la comunidad científica, más allá de que luego 
disientan en la atribución de diferentes causas para el fenómeno definido. 
1.5.2. Contrastación de la hipótesis. 
Luego del proceso de inducción a través del que se formula la hipótesis -hipotético-, el método 
continúa con un conjunto de deducciones -deductivo-. Por ejemplo, si nuestra hipótesis es que 
el desempleo es causado por la aparición de nuevas tecnologías, tomaremos este enunciado 
como premisa y le agregaremos otra premisa concreta sobre algún caso específico en el que se 
introdujeron nuevas tecnologías y observaremos si la conclusión se cumple. Es decir: 
Premisa-Hipótesis: “Las nuevas tecnologías producen desempleo” 
 
Premisa Concreta : “En la Argentina se introdujeron nuevas tecnologías” 
Conclusión: “En la Argentina existe desempleo” 
Si esta conclusión concreta puede ser comprobada en la realidad (a través de series estadísticas, 
de información de otros investigadores o de un análisis de elementos cualitativos entre muchos 
otros caminos), podremos -invirtiendo nuestro concepto de razonamiento deductivo- concluir 
que la premisa hipótesis es verdadera. El proceso de contrastación a través de distintas 
metodologías, cuantitativas y/o cualitativas, es central dentro del trabajo del científico. En 
algunas ciencias naturales podrán realizarse experimentos controlados en el laboratorio, en las 
ciencias sociales deberemos trabajar muchas veces sobre elementos de nuestra realidad 
cotidiana. 
 Ahora bien, ¿esto será así definitivamente? Obviamente que Argentina no es el único país del 
Universo y que podríamos analizar infinitas premisas concretas para cada hipótesis (en Brasil, en 
Canadá, en la empresa X, en la industria automotriz del Japón, en la producción agropecuaria de 
Estados Unidos, etc.), obteniendo en cada caso una conclusión “contrastable” con la realidad 
concreta, es decir comprobable respecto de su verdad. 
Si en todos los casos que utilizamos este método nos encontramos que al contrastar la 
conclusión con la realidad ésta resulta verdadera, podemos considerar que la hipótesis ha sido 
“contrastada” y puede pasar a formar parte del conocimiento científico económico. 
Si el lector ha seguido este proceso debería en este momento preguntarse: ¿y si posteriormente 
encontramos alguna premisa concreta que nos lleva a una conclusión que al ser contrastada con 
la realidad resulta falsa? La respuesta es que deberemos reformular esa hipótesis, surgiendo así 
claramente que ningún enunciado científico tiene su “lugar comprado” dentro del esquema de 
la ciencia, ya que en cualquier momento de la historia puede llegar su tiempo de ser suplantado 
por otras nuevas hipótesis que se adapten mejor al test de la realidad. Todos los conocimientos 
científicos resultan así provisionales. 
1.5.3. Posibles reformulaciones de la hipótesis 
¿Qué sucede si la hipótesis no logra pasar el test de la contrastación? Pues, con paciencia, el 
científico deberá poner en juego su genio y su imaginación para formular una nueva hipótesis 
que responda mejor el interrogante planteado, y así comenzar un nuevo camino de 
contrastación una y otra vez hasta que alguna hipótesis logre pasar provisionalmente el test de 
la contrastación. 
¿Qué hubiera sucedido si hubiéramos atribuido el desempleo a las altas temperaturas? Pues 
que encontraríamos muchas premisas concretas respecto de lugares del mundo en que hace 
mucho frío y al mismo tiempo hay desempleo, por lo que la conclusión basada en esta hipótesis 
resultaría falsa y nos obligaría a volver a andar todo el camino del método nuevamente. 
 
Esta extrema simplificación de nuestra visión de los aportes de Popper al campo del método 
científico, no deberá producir en el lector la equivocación de que todos los epistemólogos han 
acordado en este esquema, sino que existen muchos aportes antiguos y recientes en este campo de 
la filosofía que muestran distintas posturas respecto del problema de la metodología científica. Otros 
autores han desarrollado teorías sobre el tema que difieren en buena medida de las aquí expresadas, 
pero la explicitación de sus sistemas dentro de este capítulo excede claramente sus objetivos. 
 
En las últimas décadas, en el campo epistemológico, las consideraciones sobre las “revoluciones 
científicas” y los cambios en los “paradigmas” de Kuhn, se contraponen con las menos confrontativas 
nociones de Lakatos sobre “programas de investigación” y “cinturones de protección”; mientras que 
el “niño terrible” de Feyerabend defiende “una suerte de todo vale epistemológico”, al sostener que 
no existe el ansiadamente buscado “método científico”. 
 
 1. Observación del objeto científico y 
 formulación de hipótesis 
 
 
 2. Contrastación de la hipótesis 
 
 
 
 Falsa Provisoriamente verdadera 
 
 
 Vuelta al paso 1 Contenido científico provisorio 
 
Esquema 1.4. Una visión del método científico 
 
Téngase en cuentaque resulta muy controvertido en este campo, sostener la validez de un único 
método para todo tipo de ciencias. Sin duda, los distintos objetos que diferencian a cada una de ellas 
le brindan un matiz particular a los pasos necesarios que construir conocimiento dentro de cada 
ciencia. 
La muy simplificada descripción del tradicional esquema que aquí esbozamos sirve solo a los efectos 
de introducir al lector en el apasionante campo de la Epistemología. El objetivo buscado es que el 
lector comprenda que en las bases de todas las ciencias, y de la Economía en particular, nos 
encontramos con un campo de estudio problemático con múltiples aristas y controversias, que 
condicionarán en todo momento el desarrollo de la totalidad de nuestro objeto de análisis. 
 
1.6. CLASES DE CIENCIAS 
Uno de los temas más interesantes de la Epistemología es los distintos puntos de vista a partir de los 
cuales se han intentado clasificar a las ciencias a lo largo de la historia. Como decíamos al principio 
de este capítulo, luego del problema del “definir” nos enfrentamos al problema del “clasificar”. 
Existen múltiples criterios que permiten conformar distintas categorías de ciencias, pero aquí nos 
limitaremos a desarrollar una clasificación que nos permita ubicar el objeto particular de la Economía 
en el esquema del conocimiento científico. 
En principio intuimos que el objeto de una ciencia resulta el campo particular de su estudio. Es la 
porción del “todo” que “recortó” esa disciplina científica para ocuparse de ella en detalle. Ahora 
bien, para saber qué clases de objetos pueden estudiar las ciencias es necesario conocer primero qué 
clases de objetos existen en el universo. Es necesario entonces problematizar previamente la 
clasificación de los objetos que podemos conocer. En este campo ingresaremos sólo a los efectos de 
diferenciar dos tipos de objetos: los objetos reales y los objetos ideales. 
 
Los objetos reales son los típicos objetos que nos rodean en nuestro devenir cotidiano. La silla, la 
mesa, el árbol, la computadora resultan objetos individuales y reales que permiten que los 
ubiquemos en tiempo y espacio: Esta silla y esta computadora se encuentran en Argentina en este 
momento de tiempo. Las ciencias que se ocupan de este tipo de objetos son las llamadas ciencias de 
objeto real o ciencias fácticas. Los ejemplos más conocidos de este tipo de ciencias son la Física, la 
Química, el Derecho, la Astronomía y otras ciencias similares. 
Los objetos ideales son una noción un poco más difícil de aprehender. Cuando decimos “caballo”, 
observamos que no existe en la realidad –es decir situado en tiempo y espacio concreto- el concepto 
“caballo”, sino que existen el caballo Estrella de Plata, el caballo Juancito y una multitud de caballos 
particulares, pero tiene que resultarnos claro que en la realidad no existe el concepto “caballo”. 
Todos conocemos al número 2, pero no por ello podemos decir que es un concepto real. Hemos visto 
y tocado dos niños, dos percheros, dos sillas, dos bancos, dos micrófonos, pero no hemos visto por la 
calle a un número 2. El símbolo que representa al número “dos” -2-, no es el concepto “dos” sino 
simplemente la representación simbólica que nos legaron los árabes de un concepto abstracto o 
ideal. Los conceptos como “caballo”, como “dos”, como “belleza” y tantos otros resultan objetos 
ideales o abstractos que son objeto de las ciencias formales o de objeto ideal. Los típicos ejemplos de 
estas ciencias son la Matemática y la Lógica, que se ocupan de conceptos abstractos que pueden 
utilizarse en distintas realidades. 
Cuando la Lógica muestra una premisa de la forma “Si p, entonces q”, nos permite “llenar” los 
conceptos de p y de q con cualquier contenido de la realidad, ya que tanto “p” como “q” no 
significan nada concreto. Del mismo modo, cuando la Matemática suma dos y dos, y nos dice que 
arroja un resultado de cuatro, podemos decir al mismo tiempo que dos sillas más dos sillas son 
cuatro sillas, y que dos micrófonos más dos micrófonos son cuatro micrófonos, y así sucesivamente 
con infinidad de objetos reales. 
Es interesante analizar una subclasificación de las ciencias de objeto real: las ciencias naturales, y las 
ciencias sociales o humanas. 
Las ciencias sociales o humanas pueden definirse como aquéllas cuyo objeto particular es el ámbito 
específico del hombre en la realidad, o sea todo lo especial que hay en el hombre, su obra y su vida 
en comunidad. En consecuencia, las ciencias naturales poseen como objeto particular el resto de los 
objetos reales, es decir los no ligados con el hombre, y aún aquellos en los que participando el 
hombre, no lo hace con sus características distintivas que lo diferencian como un ser vivo especial 
que se relaciona socialmente. 
Las ciencias naturales (la física, la química, la biología, la astronomía, etc.) surgieron como 
desprendimientos del tronco común filosófico mucho antes que las ciencias del hombre o sociales (la 
ciencia política, el derecho, la economía, la sociología, etc.), que debieron esperar mucho más tiempo 
para que la especificidad del ser humano se inserte dentro del sistema de conocimiento científico 
como objetos particulares. 
 
 
Ciencias 
Formales o de Objeto ideal 
Fácticas o de Objeto real 
Naturales 
Humanas o Sociales 
 
Esquema 1.5. Clases de ciencias 
 
El lector avisado podrá presumir ya que la ciencia objeto de nuestra preocupación, la Economía, se 
encuentra dentro del grupo de las ciencias sociales. Será ésa la razón pues para que nos adentremos, 
al menos brevemente, en el estudio de la especificidad de este tipo de ciencias. 
 
1.7. CARACTERES PARTICULARES DE LAS CIENCIAS SOCIALES 
Las Ciencias Sociales o Humanas tienen caracteres muy particulares en razón de lo especial de su 
objeto: el Hombre en lo que tiene de específico o diferente de los demás seres vivos. 
El problema fundamental de las ciencias sociales es que son los mismos hombres -los científicos 
sociales- quienes tienen la difícil tarea de estudiarse a sí mismos como seres en su interacción social. 
Esto torna la aplicación del método científico para discernir sobre los problemas sociales mucho más 
dificultosa, que su uso para construir teorías sobre objetos naturales exteriores al hombre. Ha sido 
por esta razón seguramente, que las primeras ciencias que lograron un fuerte desarrollo dentro de la 
historia humana fueron las naturales; al disparar fantásticos cambios en el campo de la tecnología. La 
aparición de las ciencias sociales en la evolución humana, en cambio, ha sido posterior en el tiempo y 
está ligada a mayores controversias respecto de sus contenidos. 
Aquí reside lo dificultoso y a vez lo apasionante de cualquier ciencia social: el hombre debe 
estudiarse a sí mismo como verdadero hombre. 
Intentemos realizar una lista incompleta de los posibles problemas que surgen de esta 
caracterización: 
a) Imposibilidad de ensayo controlado en laboratorio: Imaginemos que intentamos determinar las 
causas de la Revolución de Mayo de 1810. Nuestra hipótesis es que la causa determinante de la 
misma fueron las denominadas Invasiones Inglesas. ¿Cómo comprobarlo? Pues un científico 
natural para comprobar una hipótesis respecto de si un elemento X es la causa de un fenómeno 
Y, intenta recrear en su laboratorio al fenómeno Y eliminando al elemento X. Si el fenómeno se 
produce igual, X no puede haber sido la causa determinante del mismo, mientras que si el 
fenómeno Y no acontece, la hipótesis ha sido provisoriamente comprobada. 
¿Podemos hacer lo mismo en la ciencia social? Resulta a todas luces ridícula la idea de llamar a 
nuestro laboratorio a todos los personajes de la Revolución de Mayo y de las Invasiones Inglesas y 
observar qué sucedería si les decimos al oído a Beresford y a Whitelocke -los conductores de las 
tropas inglesas en las Invasiones- que no intenten invadir Buenos Aires porque estamos 
intentando comprobar nuestra hipótesis. 
Aparte del problema de que nuestrosactores hayan fallecido, también similares problemas 
podemos tenerlos con actores vivos. Podríamos intentar realizar con ellos trabajos de campo en 
los que recogeríamos datos sobre su comportamiento, pero las actitudes de los hombres bajo 
observación externa, por uno o más científicos, no siempre coinciden con sus verdaderas 
actitudes. Pruebe el lector, por ejemplo, realizar una encuesta con una cámara de TV en un lugar 
concurrido de una ciudad moderna sobre la opinión del encuestado acerca de, por ejemplo, el 
racismo y obtendrá una gran cantidad de condenas fundamentadas a las actitudes racistas. Quizá 
unos minutos después de sus expresiones, que nos permitirían sostener la hipótesis que la 
mayoría de los habitantes de esta ciudad están en desacuerdo con el racismo y por ende no 
realizan prácticas discriminatorias por distinciones de raza, uno o varios de los encuestados -en el 
 
anonimato de hallarse lejos de la cámara de TV- maltrata y desprecia a otra persona simplemente 
por ser de un color distinto. 
Es por esta razón que los antropólogos cuando intentan estudiar las costumbres de una tribu 
primitiva, se “meten” dentro de la vida tribal vistiéndose y viviendo como ellos, para que los 
integrantes de la tribu no se sientan observados por un extraño, y por ende modifiquen las 
actitudes espontáneas que los mismos desarrollaban antes de la llegada del antropólogo. 
b) Falta de precisión en las conclusiones a las que se arriban: Las ciencias sociales no brindan 
conclusiones de certeza. Si en Economía expresamos que cuando sube el precio de un bien, las 
cantidades demandadas del mismo por un consumidor disminuyen, estamos hablando de la gran 
mayoría de los consumidores, pero ningún economista asegurará que todos los hombres del 
mundo sin excepción tienen ese comportamiento. 
Lo especial del objeto humano hace que no sea posible predecir con certeza las acciones que 
vayan a tomar cada hombre particular. Sí, en cambio, es posible formular conclusiones sobre las 
acciones más probables que la gran mayoría de los hombres de determinados grupos vayan a 
llevar adelante, aceptando la existencia de excepciones a dicha regla. 
c) Fuerte posibilidad de caer en trampas en el camino de formular conclusiones: Entre otras 
“trampas” del razonamiento en ciencias sociales en las que nos arriesgamos a caer se 
encuentran: 
1. La posibilidad de encontrarnos ante “profecías autocumplidas”: Si una persona muy 
influyente en la vida económica argentina -por ejemplo el Ministro de Economía- explica una 
noche a todos sus conciudadanos que mañana el precio del dólar estadounidense va a subir, 
existen altas probabilidades de que ello realmente acontezca al otro día, debido a que la 
comunidad actuará (intentará comprar grandes cantidades de moneda extranjera) 
influenciada por la misma predicción que escucharon la noche anterior, haciendo de ese 
modo que la profecía se cumpliera. La verdadera causa de la suba del precio del dólar 
estadounidense fue sencillamente el anuncio de la persona influyente. 
2. La necesidad de mantener “todo lo demás constante”: La imposibilidad de llevar a un 
laboratorio a los hechos sociales al ser impensable el desarrollo de experimentos controlados 
en ese ámbito, torna indispensable la observación y comprobación de los hechos a partir de la 
misma realidad humana. Y el decurso de los hechos humanos es esencialmente complejo. 
Múltiples causas se entrelazan con múltiples efectos y con múltiples hechos que se 
desarrollan concomitantemente pero que no tienen ninguna relación de causalidad con los 
efectos que se están estudiando. Por ejemplo, si deseamos estudiar qué fue lo que causó un 
aumento en las cantidades vendidas y compradas de jugos de frutas en los últimos años, nos 
encontraremos con una verdadera selva entrelazada de hechos que pueden o no tener que 
ver con dicho aumento. Entre otros podemos mencionar modificaciones en los niveles de 
producción de frutas en el país y países limítrofes, disminución en los costos de producción de 
los jugos frutales, fuerte disminución en el consumo de vino, aumento en el consumo de 
cerveza, prohibiciones para menores para consumir bebidas alcohólicas, difusión de la 
importancia para la salud del consumo de bebidas naturales que “no engorden”, fuertes y 
masivas campañas publicitarias a favor del consumo de jugos de frutas, aparición de nuevas 
marcas y productos nuevos -jugos “light”, jugos de frutas poco difundidas anteriormente-, 
crecimiento del producto industrial argentino, nuevas costumbres respecto de deportes y 
alimentación, etc. ¿Cuáles de ellas fueron las principales determinantes de este cambio? 
Resulta ésta una pregunta muy difícil de responder en ciencias sociales, a la que un científico 
 
natural le encontraría una solución realizando experimentos controlados en su laboratorio 
con cada una de estas causas, descartando en ese trabajo las que no produzcan el efecto 
analizado. 
Ese tipo de experimentos no puede usarse en nuestras ciencias por lo que tendremos que 
contentarnos con formular modelos simplificados de comportamiento en los que supongamos 
“que todos los demás elementos no considerados aquí permanecen constantes” o en latín, 
“ceteris paribus los demás elementos no considerados. Observará el lector a lo largo de su 
estudio de la Economía que los economistas usan y abusan de esta cláusula, que permite 
simplificar el estudio de la realidad, a riesgo de olvidar variables clave. 
d) La existencia de procesos de aprendizaje social: Tanto las personas consideradas 
individualmente, como respecto de sus comportamientos en sociedad, realizan continuamente 
procesos de aprendizaje, en el sentido de generar conductas adaptativas ante determinadas 
circunstancias. Esto trae como consecuencia el hecho que, ante iguales decisiones tomadas en 
determinada materia, los efectos que tiene no son los mismos aún para la misma persona en 
distintos momentos de tiempo. Un ejemplo clásico de ello lo encontramos en el caso de aquella 
persona que observó alguna vez en su vida cómo el aumento general de los precios (inflación) 
deteriora el poder adquisitivo del dinero. Quizás la primera vez que lo enfrentó no reaccionó 
desprendiéndose del dinero para adquirir cosas de inmediato. Sin embargo, luego de ello, ante la 
posibilidad de enfrentarse a un nuevo proceso de aumento de precios, reacciona de inmediato 
desprendiéndose del dinero con que cuenta rápidamente para adquirir bienes como mecanismo 
“defensivo” aprendido. 
 
Es fácil comprender, luego de observar este y otros ejemplos en los que las causas, los efectos y los 
hechos concomitantes que no determinan efectos se entrecruzan, por qué los científicos sociales 
cometen muchas veces errores del tipo de la “inversión causal” (considerar el efecto como causa y 
viceversa) o en la llamada falacia “post hoc, ergo propter hoc” que implica asumir que cualquier 
hecho que sucede después de otro, ha sido causado por el primero, simplemente por el hecho de 
haberse observado a continuación. Concluir que ‘después del suceso’ implica siempre ‘debido al 
suceso’ es incurrir en esta falacia. 
 
1.8. SÍNTESIS HISTÓRICA DEL SURGIMIENTO DE LAS CIENCIAS 
Para entender el contenido actual de una ciencia y tratar de prever sus futuros avances resulta muy 
importante conocer su historia. Antes de analizar las raíces de la Economía en el capítulo siguiente, 
es importante que el lector se familiarice rápidamente con los momentos históricos de surgimiento 
de las distintas categorías de ciencias. 
En la antigüedad no existían las ciencias particulares tal cual las conocemos actualmente. El 
conocimiento humano se constituía a través de una masa informe de unos pocos elementos, que hoy 
llamaríamos científicos, mezclados con múltiples influencias mágicas y religiosas. 
Era el pueblo griego el que, en opinión de muchos autores, por primera vez se esforzó en la búsqueda 
del saber racional, que en aquella época se ubicaba desordenadamente dentro del conceptode 
“filosofía”, cuyas raíces griegas significan “amor a la sabiduría”. El estudio completo de toda la 
realidad y de todas sus partes era simplemente filosofía. 
 
La historia del nacimiento de las distintas ciencias es simplemente la historia de su desgajamiento a 
partir del tronco común de la filosofía. Este desgajamiento se produce a partir de la separación de los 
distintos objetos de estudio específicos que formaron un campo propicio para el desarrollo de una 
determinada ciencia particular. 
En la Edad Media todas las especulaciones y estudios referidos a Dios se separaron y constituyeron la 
“teología”, manteniéndose el conjunto de los demás conocimientos en el tronco filosófico común 
hasta bastante entrado el siglo XVII. A partir de allí se produjo una continua separación de ciencias 
particulares que se inició con las ciencias que estudian objetos naturales de la realidad. Iban 
lentamente perfilándose como “ciencias particulares”: la física, la química, la astronomía, etc. 
Ninguna persona puede desde esta época arrogarse el ser docto en la totalidad del conocimiento 
humano ya que resulta necesario “recortar” objetos particulares de estudio y especializarse cada vez 
más en ellos. 
Más tardíamente en la historia de la humanidad, surgieron diferenciadas las ciencias sociales. Los 
conocimientos relacionados con la vida del hombre en sociedad tardaron más tiempo en separarse 
de la madre filosofía. La ciencia política, el derecho, la economía, la sociología, la psicología y otras 
disciplinas humanas completaron su escisión del campo filosófico recién a finales del siglo XIX. 
Es tradicional buscar en el caso de cada una de las ciencias en particular un “momento mágico” en 
que la misma surge a la consideración del público como una ciencia “separada” en el contexto del 
conocimiento humano. Obviamente que ésta resulta una concepción simplificada, ya que el proceso 
de separación como ciencia particular no se establece en un determinado momento, sino que resulta 
de un proceso de estudios y publicaciones que permite su caracterización como ciencia específica. 
En el caso de la Economía, es una idea difundida que su “carta de ciudadanía” en el contexto de las 
ciencias particulares se obtiene a partir de los estudios de Adam Smith en la segunda mitad del siglo 
XVIII, especialmente desde su conocida obra publicada en 1776: “An inquiry into the nature and the 
causes of the wealth of the Nations” (“Una investigación acerca de la naturaleza y las causas de la 
riqueza de las Naciones”, o más simplemente “La riqueza de las Naciones”), aunque muchos autores 
intentan encontrar un poco más atrás en el tiempo el verdadero nacimiento de la Economía. Tenga 
en cuenta entonces el lector, para dispensar los errores de los economistas, que nuestra ciencia es 
realmente muy joven ya que apenas ha superado los 200 años de vida. El análisis particular de la 
evolución doctrinaria de la ciencia económica, desde su nacimiento hasta nuestros días, y aún antes 
de que la misma pueda ser considerada una verdadera ciencia particular, es abordado en grandes 
líneas en el siguiente capítulo, como preludio a una definición de sus contenidos y tendencias 
actuales. 
 
 
 
1.9. GUIA DE ESTUDIO 
1.9.1. Conceptos básicos. 
 Definir conceptos. 
 Clasificar conceptos. 
 Conocimiento científico. 
 Método científico. 
 Hipótesis. Formulación. Contrastación. Reformulación. 
 Ciencias de objeto real. 
 Ciencias de objeto ideal. 
 Las ciencias sociales. Características distintivas. 
 
1.9.2. Preguntas de repaso. 
2. Ensaye respecto de su capacidad de definir y clasificar. Pruebe definiendo los siguientes 
conceptos y ensayando clasificaciones de los mismos con distintos objetivos de análisis: 
a) Vaso. 
b) Teléfono. 
c) Libro. 
d) Número. 
 
3. Ubique ejemplos que muestren que cuanto mayor es la cantidad de características distintivas o 
diferenciales que tiene un concepto -es decir “mayor comprensión”, menor es la cantidad de objetos 
se incluyen en su denotación- o sea “menor extensión”. 
4. Busque en otros textos al menos dos definiciones distintas de “conocimiento” y de “ciencia”. ¿De qué 
tratan los libros que utilizó? ¿Qué diferencias tienen entre sí y con las características propuestas en el 
texto? 
5. Diferencie el razonamiento deductivo del inductivo en virtud de la seguridad respecto de sus 
conclusiones. 
6. ¿Qué pasos tiene el llamado método hipotético deductivo? ¿Es deductivo o inductivo? 
7. Brinde tres ejemplos de cada clase de ciencia clasificada según su objeto de estudio. 
8. Defina el concepto ceteris paribus. 
9. ¿Cuál considera que surgió primero en el tiempo como ciencia particular: la Psicología o la Física? ¿Por 
qué? 
 
1.9.3. Ampliando nuestros conocimientos en Internet 
1. Dentro del capítulo se menciona a Aristóteles. ¿Quién fue? ¿Cuándo vivió? ¿Tuvo algo que ver con la 
Economía y/o con otras ciencias que Ud. conoce? 
2. Cuando se habla de tendencias epistemológicas se menciona a Francis Bacon, Popper, Kuhn, Lakatos y 
Feyerabend ¿Quiénes fueron? ¿Cuándo vivieron? ¿Qué aportaron a la Epistemología? 
 
1.9.4. Discutiendo en grupo 
 
1. ¿Existe el conocimiento verdadero? ¿Hay una única verdad? La conclusión que obtienen ¿es igual 
para todo tipo de conocimiento, científico o no, en ciencias sociales o naturales? 
a. Si hay una única verdad ¿quién tiene derecho a definirla? 
b. Si no hay una única verdad ¿se puede decir que este enunciado sea realmente verdadero? 
¿Habilita esto a cualquier persona a decir que cualquier enunciado es verdadero?

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