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Anatomía del sistema Urinario

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RIÑONES 
Los riñones eliminan de la sangre el exceso de agua, sales y desechos del metabolismo 
de las proteínas, y devuelven al torrente sanguíneo los nutrientes y las sustancias químicas 
necesarias. Se sitúan retroperitonealmente en la pared posterior del abdomen, uno a cada 
lado de la columna vertebral al nivel de las vértebras T12- L3. 
 
En el borde medial cóncavo de cada riñón hay una incisura vertical, el hilio renal, que es 
la entrada a un espacio dentro del riñón, el seno renal. Las estructuras que entran y salen 
de los riñones (vasos, nervios y estructuras que drenan la orina de los riñones) cruzan el 
seno renal por el hilio renal. El hilio del riñón izquierdo está cerca del plano transpilórico, a 
unos 5 cm del plano medio. El plano transpilórico pasa a través del polo superior del riñón 
derecho, que se encuentra a unos 5,5 cm más abajo que el polo izquierdo, probablemente 
debido a su relación con el hígado. Posteriormente, las porciones superiores de los riñones 
se sitúan profundas respecto a las costillas 11.ª y 12.ª. Los niveles de los riñones se 
modifican en la respiración y con los cambios de posición del cuerpo. Cada riñón se 
desplaza 2-3 cm en dirección vertical durante el movimiento del diafragma al respirar 
profundamente. Como el abordaje quirúrgico habitual de los riñones es por la pared 
posterior del abdomen, es útil tener presente que el polo inferior del riñón derecho está 
aproximadamente un través de dedo por encima de la cresta ilíaca. 
 
En vida, los riñones tienen un color marrón rojizo y miden cerca de 10 cm de largo, 5 cm 
de ancho y 5,5 cm de grosor. Superiormente, las caras posteriores de los riñones se 
relacionan con el diafragma, que los separa de las cavidades pleurales y del 12.º par de 
costillas. Más inferiormente, la cara posterior del riñón se relaciona con los músculos psoas 
mayor medialmente y con el cuadrado lumbar (v. cuadro clínico «Dolor en la región 
pararrenal»). El nervio y los vasos subcostales, y los nervios iliohipogástrico e ilioinguinal, 
descienden en diagonal y atraviesan las caras posteriores de los riñones. El hígado, el 
duodeno y el colon ascendente son anteriores al riñón derecho (figs. 5-75 B y 5-79). Este 
riñón está separado del hígado por el receso hepatorrenal. El riñón izquierdo se relaciona 
con el estómago, el bazo, el páncreas, el yeyuno y el colon descendente. 
En el hilio, la vena renal es anterior a la arteria renal, que a su vez es anterior a la pelvis 
renal (figs. 5-76 y 5-80 A). Dentro del rinón, el seno renal está ocupado por la pelvis, cálices, 
vasos y nervios renales, y una cantidad variable de grasa (fig. 5-80 C y D). Cada riñón tiene 
unas caras anterior y posterior, unos bordes medial y lateral, y unos polos superior e 
inferior. Sin embargo, debido a la protrusión de la columna vertebral lumbar en la cavidad 
abdominal, los riñones se sitúan oblicuamente, formando un ángulo entre sí (fig. 5-77 B). 
Por ello, el diámetro transversal del riñón aparece acortado en las vistas anteriores (v. fig. 
5-76) y en las radiografías anteroposteriores (fig. 5-81). El lateral de cada riñón es convexo 
y el borde medial es cóncavo en la zona donde se localizan el seno y la pelvis renales. El 
borde medial indentado da al riñón un aspecto similar a una judía. 
 
La pelvis renal es la expansión aplanada y en embudo del extremo superior del uréter 
(figs. 5-80 B a D, 5-81 y 5-82). El vértice de la pelvis renal se continúa con el uréter. La 
pelvis renal recibe dos o tres cálices mayores, cada uno de los cuales se divide en dos o 
tres cálices menores. Cada cáliz menor está indentado por una papila renal, el vértice de 
la pirámide renal, desde donde se excreta la orina. En los sujetos vivos, la pelvis renal y 
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sus cálices suelen estar colapsados (vacíos). Las pirámides y la corteza a ellas asociada 
forman los lóbulos del riñón. Estos lóbulos son visibles en las superficies externas de los 
riñones en los fetos, y pueden seguir apreciándose durante algún tiempo después del 
nacimiento. 
 
 
URÉTERES 
Los uréteres son conductos musculares (25-30 cm de longitud) con una luz estrecha, que 
transportan la orina de los riñones a la vejiga urinaria (figs. 5-76 y 5-82). Los uréteres 
discurren inferiormente desde los vértices de las pelvis renales en los hilios de los riñores, 
pasando sobre el borde pélvico en la bifurcación de las arterias ilíacas comunes. Luego 
discurren a lo largo de la pared lateral de la pelvis y entran en la vejiga urinaria. 
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Las partes abdominales de los uréteres se adhieren estrechamente al peritoneo parietal y 
son retroperitoneales a lo largo de su recorrido. En el dorso, la marca de superficie del 
uréter es una línea que une un punto situado 5 cm lateralmente al proceso espinoso de L1 
y la espina ilíaca posterior superior (v. fig. 5-78). Los uréteres ocupan un plano sagital que 
cruza los extremos de los procesos transversos de las vértebras lumbares. Si se observan 
los uréteres radiográficamente utilizando un medio de contraste (figs. 5-81 y 5-82), suelen 
apreciarse unos estrechamientos relativos en tres lugares: 1) en la unión de los uréteres y 
las pelvis renales; 2) en la zona donde los uréteres cruzan el borde de la apertura superior 
de la pelvis, y 3) durante su paso a través de la pared de la vejiga urinaria (fig. 5-82). Estos 
estrechamientos son posibles lugares de obstrucción por cálculos ureterales (renales). 
Son bastante frecuentes las anomalías congénitas de los riñones y los uréteres (v. cuadro 
clínico «Anomalías congénitas de los riñones y los uréteres»). 
 
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Arterias y venas renales. Las arterias renales se originan a nivel del disco intervertebral 
entre las vértebras L1 y L2 (figs. 5-83 y 5-84). La arteria renal derecha, más larga, pasa 
posterior a la VCI. Característicamente, cada arteria se divide cerca del hilio en cinco 
arterias segmentarias que son arterias terminales; es decir, no se anastomosan 
significativamente con otras arterias segmentarias, de forma que el área irrigada por cada 
arteria segmentaria constituye una unidad independiente, resecable quirúrgicamente, el 
segmento renal. Las arterias segmentarias se distribuyen hacia los segmentos del riñón de 
la forma siguiente (fig. 5-85): El segmento superior (apical) está irrigado por la arteria 
segmentaria superior (apical); los segmentos anterosuperior y anteroinferior están 
irrigados por las arterias segmentarias anterosuperior y anteroinferior;el segmento 
inferior está irrigado por la arteria segmentaria inferior. Estas arterias se originan en la 
rama anterior de la arteria renal. 
La arteria segmentaria posterior, que se origina en una prolongación de la rama posterior 
de la arteria renal, irriga el segmento posterior del riñón. 
Es frecuente que haya varias arterias renales, que suelen entrar en el hilio renal (fig. 5-84). 
Puede haber arterias renales extrahiliares, procedentes de la arteria renal de la aorta, que 
penetran por la superficie externa del riñón, normalmente en sus polos (las «arterias 
polares», v. cuadro clínico «Vasos renales accesorios»). 
 
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 Varias venas renales drenan los riñones y se unen de forma variable para formar las venas 
renales derecha e izquierda. Estas venas se sitúan anteriores a las arterias renales 
derecha e izquierda. La vena renal izquierda, más larga, recibe a la vena suprarrenal 
izquierda, la vena gonadal (testicular u ovárica) izquierda, y una comunicación con la vena 
lumbar ascendente, y a continuación cruza el ángulo agudo entre la AMS anteriormente y 
la aorta posteriormente (v. cuadro clínico «Síndrome de atrapamiento de la vena renal»). 
Cada vena renal drena en la VCI. 
Irrigación arterial y drenaje venoso de los uréteres. De las arterias renales nacen de 
manera homogénea ramas arteriales para la porción abdominal del uréter, y hay otras 
ramas menos constantes, procedentes de la arteria testicular u ovárica, la aorta abdominal 
y las arterias ilíacas comunes (fig. 5-84). Las ramas se aproximan a los uréteres 
medialmente y se dividen en ramas ascendentes y descendentes, formando una 
anastomosis longitudinal en la pared del uréter. Sin embargo, las ramas ureterales son 
pequeñas y relativamente delicadas, y su interrupción puede provocar isquemia a pesar 
del conducto anastomótico continuo que forman. En intervenciones sobre la región 
posterior del abdomen, los cirujanos están especialmente atentos a la localización de los 
uréteres y tienen la precaución de no retraerlos lateralmente ni de forma innecesaria. 
 
 
Nervios de los riñones, los uréteres y las glándulas suprarrenales. Los nervioscde los 
riñones proceden del plexo nervioso renal y están formados por fibrascsimpáticas y 
parasimpáticas (fig. 5-87 B). El plexo nervioso renal recibe fibras de loscnervios esplácnicos 
abdominopélvicos, en especial del imo. Los nervios de la porción abdominal de los uréteres 
proceden de los plexos renal, aórtico abdominal e hipogástrico superior (fig. 5-87 A). Las 
fibras aferentes viscerales conducen sensaciones dolorosas (p. ej., la que se produce por 
una obstrucción y la distensión consiguiente) que siguen las fibras simpáticas en sentido 
retrógrado hacia los ganglios sensitivos de los nervios espinales y segmentos medulares 
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T11-L2. El dolor ureteral suele referirse al cuadrante inferior homolateral de la pared 
anterior del abdomen, y especialmente a la ingle (v. cuadro clínico «Cálculos renales y 
ureterales»). 
 
 
Linfáticos de los riñones, los uréteres y las glándulas suprarrenales. Los 
vasos linfáticos renales acompañan a las venas renales y drenan en los nódulos linfáticos 
lumbares derecho e izquierdo (de la cava 
y de la aorta) (fig. 5-86). Los vasos 
linfáticos de la porción superior del uréter 
pueden unirse a los del riñón o pasar 
directamente a los nódulos lumbares. Los 
vasos linfáticos de la porción media del 
uréter drenan generalmente en los 
nódulos linfáticos ilíacos comunes, 
mientras que los vasos de su porción 
inferior drenan en los nódulos linfáticos 
ilíacos comunes, externos o internos. 
 
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Órganos del sistema urinario 
Los órganos pélvicos del sistema urinario (fig. 6-24 A) son: 
Porciones pélvicas de los uréteres, que transportan la orina desde los riñones. La vejiga 
urinaria, que almacena la orina temporalmente. La uretra, que conduce la orina desde la 
vejiga urinaria hasta el exterior. 
 
 
 
URÉTERES 
Los uréteres son tubos musculares, de 25-30 cm de largo, que conectan los riñones con 
la vejiga urinaria. Son retroperitoneales; sus porciones abdominales superiores se han 
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descrito en el capítulo 5. Cuando los uréteres cruzan la bifurcación de las arterias ilíacas 
comunes o el inicio de la arteria ilíaca externa, pasan sobre la línea terminal, abandonando 
el abdomen y entrando en la pelvis menor (fig. 6-24 A y B). Las porciones pélvicas de los 
uréteres discurren sobre las paredes laterales de la pelvis, paralelos al borde anterior de la 
incisura isquiática mayor, entre el peritoneo parietal pélvico y las arterias ilíacas internas. 
Frente a la espina isquiática se incurvan anteromedialmente, superiores al elevador del 
ano, para penetrar en la vejiga urinaria. Los extremos terminales de los uréteres están 
rodeados por el plexo venoso vesical. 
Los uréteres discurren inferomedialmente a través de la pared muscular de la vejiga urinaria 
en sentido oblicuo, y entran en la superficie externa de la vejiga separados unos 5 cm, pero 
sus aberturas internas en la luz de la vejiga vacía sólo están separadas por la mitad de esa 
distancia. Este recorrido oblicuo a través de la pared de la vejiga urinaria forma una 
«válvula» unidireccional; la presión interna de la vejiga urinaria llena provoca el colapso del 
recorrido intramural. Además, las contracciones de la musculatura vesical actúan como un 
esfínter, impidiendo el reflujo de orina hacia los uréteres cuando se contrae la vejiga, 
aumentando la presión interna durante la micción. La orina desciende por los uréteres 
mediante contracciones peristálticas; cada 12-20 s se transportan unas pocas gotas (fig. 6-
24 B). 
En el hombre, la única estructura que pasa entre el uréter y el peritoneo es el conducto 
deferente (v. fig. 6-34); este cruza al uréter dentro del pliegue ureteral del peritoneo. El 
uréter se sitúa posterolateral al conducto deferente, y entra por el ángulo posterosuperior 
de la vejiga urinaria, justo superior a la vesícula seminal. 
En la mujer, el uréter pasa medial al origen de la arteria uterina y continúa hasta el nivel de 
la espina isquiática, donde la arteria uterina lo cruza superiormente (v. cuadro clínico 
«Lesión yatrógena de los uréteres»). A continuación, el uréter pasa junto a la parte lateral 
del fórnix de la vagina y entra por el ángulo posterosuperior de la vejiga urinaria. 
 
 
Vascularización de la porción pélvica de los uréteres. La irrigación arterial de la porción 
pélvica de los uréteres es variable, por ramas ureterales de las arterias ilíacas común e 
interna y de la arteria ovárica (fig. 6-25; v. tabla 6-4). Las ramas ureterales se anastomosan 
a lo largo del uréter, formando un aporte sanguíneo continuo, que no implica 
necesariamente unas vías colaterales eficaces. En la mujer, las arterias más constantes 
que irrigan esta porción de los uréteres son ramas de las arterias uterinas. En el hombre, 
el origen de ramas similares son las arterias vesicales inferiores. La vascularización de los 
uréteres es muy importante para los cirujanos que intervienen esta región (v. cuadro clínico 
«Afectación yatrógena de la vascularización ureteral»).El drenaje venoso de las porciones pélvicas de los uréteres acompaña generalmente a las 
arterias y desemboca en venas que reciben los mismos nombres. Los vasos linfáticos se 
dirigen sobre todo a los nódulos linfáticos ilíacos comunes e internos (v. fig. 6-20). 
Inervación de los uréteres. Los nervios de los uréteres derivan de plexos autónomos 
adyacentes (renal, aórtico, hipogástricos superior e inferior, fig. 6-26). 
Los uréteres están situados por encima de la línea de dolor de la pelvis y, por tanto, sus 
fibras aferentes (sensaciones dolorosas) siguen retrógradamente a las fibras simpáticas 
hasta alcanzar los ganglios sensitivos de los nervios espinales y segmentos T10-L2 o L3 
de la médula espinal. El dolor ureteral suele referirse al cuadrante inferior homolateral del 
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abdomen, especialmente a la ingle (región inguinal) (v. cuadro clínico «Cálculos 
ureterales»). 
Vejiga urinaria. La vejiga urinaria, una víscera hueca con fuertes paredes musculares, se 
caracteriza por su distensibilidad (fig. 6-27 A). La vejiga urinaria es un depósito temporal 
para la orina, y su tamaño, forma, posición y relaciones varían en función de su contenido 
y del estado de las vísceras vecinas. Se encuentra en la pelvis menor cuando está vacía, 
posterior y ligeramente superior a ambos pubis (fig. 6-27 B). Está separada de estos huesos 
por el potencial espacio retropúbico (de Retzius) y se encuentra inferior al peritoneo, 
descansando sobre los huesos púbicos y la sínfisis del pubis anteriormente y la próstata 
(varones) o la pared anterior de la vagina posteriormente (fig. 6-27 A y B). La vejiga urinaria 
está relativamente libre en el tejido adiposo subcutáneo extraperitoneal, excepto por su 
cuello, que está sujeto con firmeza por los ligamentos laterales de la vejiga y el arco 
tendinoso de la fascia pélvica, en especial su componente anterior, el ligamento 
puboprostático en el hombre, y el ligamento pubovesical en la mujer (v. también fig. 6-14 
A). En esta, como la cara posterior de la vejiga descansa directamente sobre la pared 
anterior de la vagina, la inserción lateral de la vagina al arco tendinoso de la fascia pélvica, 
el paracolpio, es un factor indirecto, pero importante, en el sostén de la vejiga urinaria (v. 
fig. 6-14 B; DeLancey, 1992; Ashton-Miller y DeLancey, 2007). 
En los lactantes y niños pequeños, la vejiga urinaria se encuentra en el abdomen incluso 
cuando está vacía (fig. 6-28 A). Normalmente, la vejiga entra en la pelvis hacia los 6 años 
de edad; sin embargo, no se sitúa por completo dentro de la pelvis menor hasta pasada la 
pubertad. En los adultos, la vejiga urinaria vacía se encuentra casi totalmente en la pelvis 
menor, con su cara superior a nivel del borde superior de la sínfisis del pubis (fig. 6-28 B). 
A medida que la vejiga urinaria se llena, asciende superiormente hacia el interior del tejido 
graso extraperitoneal de la pared anterior del 
abdomen y entra en la pelvis mayor (v. fig. 6-27 A). En algunas personas, una vejiga urinaria 
llena puede ascender hasta el nivel del ombligo. 
Al final de la micción, la vejiga de un adulto normal no contiene prácticamente nada de 
orina. Cuando la vejiga urinaria está vacía es algo tetraédrica (fig. 6-28 B), y externamente 
presenta cuatro partes: vértice, cuerpo, fondo y cuello. Las cuatro superficies o caras (una 
superior, dos inferolaterales y una posterior) se aprecian mejor al observar una vejiga vacía 
y contraída extraída de un cadáver, cuando la vejiga tiene más bien un aspecto de barca. 
El vértice de la vejiga apunta hacia el borde superior de la sínfisis del pubis cuando la 
vejiga está vacía. El fondo de la vejiga es opuesto al vértice y está formado por la pared 
posterior, ligeramente convexa. El cuerpo de la vejiga es la parte más grande, y se 
encuentra entre el vértice y el fondo. El cuello de la vejiga es donde convergen 
inferiormente el fondo y las caras inferolaterales. 
El lecho vesical está formado por las estructuras que se encuentran en contacto directo 
con la vejiga. A cada lado, el pubis y la fascia que cubre los músculos obturadores interno 
y elevador del ano están en contacto con las caras inferolaterales de la vejiga (fig. 6-28 C). 
Sólo la cara superior está cubierta por peritoneo. Por lo tanto, en el hombre, el fondo está 
separado centralmente del recto sólo por el tabique fascial rectovesical y lateralmente por 
las vesículas seminales y las ampollas del conducto deferente (fig. 6-27 A). En la mujer, el 
fondo está estrechamente relacionado con la pared anterior de la vagina (fig. 6-27 B). La 
vejiga urinaria está envuelta por una fascia visceral de tejido conectivo laxo. 
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Las paredes de la vejiga urinaria están compuestas, fundamentalmente, por el músculo 
detrusor. Hacia el cuello de la vejiga masculina, sus fibras musculares 
forman el esfínter interno de la uretra, de contracción involuntaria. Al eyacular, el esfínter 
se contrae para evitar la eyaculación retrógrada de semen al interior de la vejiga urinaria. 
Algunas fibras discurren radialmente y ayudan a abrir el orificio uretral interno. En el 
hombre, las fibras musculares del cuello de la vejiga se continúan con el tejido 
fibromuscular de la próstata, mientras que en la mujer estas fibras se continúan con las 
fibras musculares de la pared de la uretra. 
Los orificios ureterales y el orificio uretral interno se encuentran en los ángulos del trígono 
vesical (fig. 6-28 C). Los orificios ureterales están rodeados por asas de la musculatura del 
detrusor, que se estrechan cuando se contrae la vejiga urinaria, para ayudar a evitar el 
reflujo de orina hacia el interior del uréter. La úvula vesical es una ligera elevación del 
trígono; normalmente es más prominente en los varones de edad avanzada, debido al 
agrandamiento del lóbulo posterior de la próstata (fig. 6-30 
A). 
Vascularización de la vejiga urinaria. Las arterias principales que irrigan la vejiga urinaria 
son ramas de las arterias ilíacas internas (v. tabla 6-4). Las arterias vesicales superiores 
irrigan las porciones anterosuperiores de la vejiga. En el varón, el fondo y el cuello de la 
vejiga están irrigados por las arterias vesicales inferiores. 
En la mujer, las arterias vesicales inferioresson sustituidas por las arterias vaginales, que 
envían pequeñas ramas a las porciones posteroinferiores de la vejiga (v. fig. 6-17 B). Las 
arterias obturatriz y glútea inferior también proporcionan pequeñas ramas a la vejiga 
urinaria. 
Los nombres de las venas que drenan la vejiga se corresponden con los de las arterias, y 
son tributarias de las venas ilíacas internas. En el hombre, el plexo venoso vesical se 
continúa con el plexo venoso prostático (v. fig. 6-19 C), y el plexo combinado envuelve el 
fondo de la vejiga y la próstata, las vesículas seminales, los conductos deferentes y los 
extremos inferiores de los uréteres. También recibe sangre de la vena dorsal profunda del 
pene, que drena en el plexo venoso prostático. El plexo venoso vesical es la red venosa 
que se asocia más directamente con la propia vejiga. Drena, principalmente, a través de 
las venas vesicales inferiores en las venas ilíacas internas; sin embargo, puede drenar, a 
través de las venas sacras, en los plexos venosos vertebrales internos. En la mujer, el plexo 
venoso vesical envuelve la porción pélvica de la uretra y el cuello de la vejiga, recibe sangre 
de la vena dorsal del clítoris y se comunica con el plexo venoso vaginal o uterovaginal (v. 
fig. 6-19 B). 
Inervación de la vejiga. Las fibras simpáticas para la vejiga urinaria son conducidas desde 
los niveles torácicos inferiores y lumbares superiores de la médula espinal hacia los plexos 
vesicales (pélvicos), principalmente a través de los plexos y nervios hipogástricos, mientras 
que las fibras parasimpáticas procedentes de los niveles sacros de la médula espinal son 
conducidas por los nervios esplácnicos pélvicos y los plexos hipogástricos inferiores (fig. 6-
29). Las fibras parasimpáticas son motoras para el músculo detrusor de la pared vesical, e 
inhibidoras para el esfínter interno de la uretra del varón. Por ello, cuando las fibras 
aferentes viscerales se estimulan por estiramiento, la vejiga se contrae de forma refleja, el 
esfínter interno se relaja (en el varón) y la orina fluye hacia el interior de la uretra. El adulto 
suprime este reflejo hasta que tiene oportunidad de orinar. La inervación simpática que 
estimula la eyaculación provoca, simultáneamente, la contracción del esfínter interno de la 
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uretra para evitar el reflujo de semen al interior de la vejiga. Una respuesta simpática no 
relacionada con la eyaculación (p. ej., la sensación de pudor cuando se está de pie ante el 
urinario con gente esperando) puede hacer que el esfínter interno se contraiga, interfiriendo 
con la capacidad para orinar hasta que tenga lugar la inhibición parasimpática del esfínter. 
Las fibras sensitivas de la mayor parte de la vejiga urinaria son viscerales; las aferencias 
reflejas y dolorosas (p. ej., por distensión excesiva) de la porción inferior de la vejiga siguen 
el trayecto de las fibras parasimpáticas. La cara superior de la vejiga está cubierta por 
peritoneo y se encuentra, por tanto, por encima de la línea de dolor (v. tabla 6-3 B y C); así, 
las fibras para el dolor de la porción superior de la vejiga urinaria siguen el curso de las 
fibras simpáticas de forma retrógrada hasta los ganglios sensitivos de los nervios espinales 
torácicos inferiores y lumbares superiores (T11-L2 o L3). 
 
URETRA MASCULINA PROXIMAL (PÉLVICA) 
La uretra masculina es un tubo muscular (18-22 cm de largo) que conduce la orina desde 
el orificio uretral interno de la vejiga urinaria hasta el orificio uretral externo en el extremo 
del glande del pene (v. fig. 6-27 A). La uretra también proporciona una salida para el semen 
(espermatozoides y secreciones glandulares). Con fines descriptivos, la uretra se divide en 
cuatro porciones, que se muestran en las figuras 6- 27 A y 6-30, y se describen en la tabla 
6-6. La porción intermedia distal y la uretra esponjosa se describirán con más detalle junto 
al periné. 
La porción intramural (preprostática) de la uretra tiene un diámetro y una longitud 
variables, dependiendo de si la vejiga se está llenando (el cuello vesical está contraído 
tónicamente, de modo que el orificio uretral interno es pequeño y se encuentra alto) o 
vaciando (el cuello está relajado, por lo que el orificio es ancho y bajo). La característica 
más destacada de la uretra prostática es la cresta uretral, una cresta media entre surcos 
bilaterales, los senos prostáticos (fig. 6-30). Los conductos prostáticos secretores 
desembocan en los senos prostáticos. El colículo seminal es una eminencia redondeada 
en el centro de la cresta uretral con un orificio en ojal que se abre en un pequeño fondo de 
saco, el utrículo prostático. El utrículo prostático es el vestigio del conducto uterovaginal 
embrionario, cuyas paredes circundantes constituyen, en la mujer, el primordio del útero y 
de la vagina (Moore et al., 2016). Los conductos eyaculadores desembocan en la uretra 
prostática a través de diminutas aberturas longitudinales situadas adyacentes y, 
ocasionalmente justo en el orificio del utrículo de la próstata. Así, en este punto se unen las 
vías urinarias y reproductoras. 
Vascularización de la uretra masculina proximal. Las porciones intramurales y 
prostática de la uretra están irrigadas por las ramas prostáticas de las arterias vesical 
inferior y rectal media (v. figs. 6-15 a 6-17 A). Las venas de las dos porciones proximales 
de la uretra drenan en el plexo venoso prostático (v. fig. 6-19 C). 
Inervación de la uretra masculina proximal. Los nervios de la uretra masculina derivan 
del plexo nervioso prostático (fibras simpáticas, parasimpáticas y aferentes viscerales; 
fig. 6-29). Este plexo es uno de los plexos pélvicos (una extensión inferior del plexo vesical), 
que se origina como una extensión específica de órgano del plexo hipogástrico inferior. 
URETRA FEMENINA 
La corta (aproximadamente 4 cm de longitud y 6 mm de diámetro) uretra femenina discurre 
anteroinferiormente, desde el orificio uretral interno de la vejiga urinaria (v. 
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fig. 6-27 B), posterior y luego inferior a la sínfisis del pubis, hasta el orificio uretral externo. 
La musculatura que rodea el orificio uretral interno de la vejiga femenina no está organizada 
en unesfínter interno. El orificio uretral externo se localiza en el vestíbulo, la hendidura 
entre los labios pudendos menores de los genitales externos, directamente anterior al 
orificio vaginal. La uretra se sitúa anterior a la vagina (formando una elevación en la pared 
anterior de la vagina; v. fig. 6-39 B) y su eje es paralelo al de esta (v. fig. 6-27 B). La uretra 
pasa con la vagina a través del diafragma pélvico, el esfínter externo de la uretra y la 
membrana perineal. 
Hay glándulas uretrales, sobre todo en su parte superior. Un grupo de glándulas situadas 
a cada lado, las glándulas parauretrales, son homólogas de la próstata. Estas glándulas 
tienen un conducto parauretral común, que se abre (uno a cada lado) junto al orificio uretral 
externo. La mitad inferior de la uretra está en el periné, y se comenta en esa sección. 
Vascularización de la uretra femenina. La sangre llega a la uretra por las arterias 
pudenda interna y vaginal (v. figs. 6-16, 6-17 B y 6-18 A). Las venas acompañan a las 
arterias y reciben los mismos nombres (v. fig. 6-19 B). 
Inervación de la uretra femenina. Los nervios de la uretra se originan en el plexo nervioso 
vesical y el nervio pudendo. El patrón es similar al del varón (fig. 6- 29), dada la ausencia 
de un plexo prostático y un esfínter interno de la uretra. Las aferencias viscerales desde la 
mayor parte de la uretra discurren en nervios esplácnicos pélvicos, aunque la terminación 
recibe aferencias somáticas del nervio pudendo. Tanto las fibras aferentes viscerales como 
las somáticas proceden de cuerpos celulares en los ganglios sensitivos de los nervios 
espinales S2-S4. 
 
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