Reporte_Teología_luterana del sufrimiento

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Alcántara Mejía, J. R., (2016). La Teología luterana de la Cruz y el sufrimiento de las víctimas. Revista Iberoamericana de Teología, XII(23),11-30. Recuperado de: https://www.redalyc.org/articulo.oa?id=125254912001
Optativa II
Teología luterana y sufrimiento
El artículo aborda la cuestión del sufrimiento de las víctimas desde una perspectiva teológica luterana, en la que se destaca la importancia de la solidaridad y la experiencia personal. Según esto, el auténtico sufrimiento no es únicamente un sufrimiento simpatético, sino el sufrimiento que lleva a la comprensión de que uno es parte de la estructura que infringe tal sufrimiento, y de la raza que se empeña en ocultarlo.
El autor argumenta que el término "víctima" se ha convertido en un término abstracto que se utiliza para referirse a cualquier persona que haya sufrido algún tipo de daño o injusticia, sin tener en cuenta las circunstancias específicas de cada caso. En este sentido, el término "víctima" se ha convertido en un término genérico que no permite una comprensión profunda del sufrimiento de las personas.
La Teología de la Cruz es una corriente teológica que se desarrolló en el siglo XVI, y que se caracteriza por su énfasis en el sufrimiento y la humildad, se enfoca en la realidad del sufrimiento humano y en la necesidad de reconocer la incapacidad del ser humano para alcanzar la justicia y el amor verdaderos por sí mismo. En lugar de buscar soluciones utópicas o idealistas, la Teología de la Cruz se basa en la experiencia de la cruz de Cristo como el lugar donde se manifiesta la Gracia incondicional de Dios y donde nace la auténtica esperanza.
Es una forma de abordar el sufrimiento de las víctimas sin caer en la victimización, ya que no se trata de idealizar la situación o de buscar soluciones fáciles, sino de reconocer la realidad del sufrimiento y de encontrar en la cruz de Cristo una respuesta que va más allá de las limitaciones humanas.
Además, la Teología de la Cruz enfatiza la importancia de la comunidad y del amor como respuesta al sufrimiento. En lugar de centrarse en el sufrimiento individual, se reconoce la importancia de la comunidad como un cuerpo físico real en el que todos se duelen cuando uno se duele y todos se gozan cuando uno se goza. Es en esta comunidad donde se manifiesta la Gracia de Dios y donde se encuentra la verdadera esperanza.
En el texto se hace una crítica al uso de la Ley de Dios como justificación de la violencia y la opresión. Se señala que la Ley de Dios se ha convertido en algo independiente de Dios, con vida propia, y se utiliza como valor supremo para crear el estado de excepción y legitimar el uso de la violencia institucionalizada. Esto ha sido cierto desde los orígenes del animal político y sigue siendo cierto en la actualidad.
Lutero, en su Disputación de Heidelberg, hace una distinción entre la Ley y la Justicia de Dios. La Ley se atribuye a sí misma una función justificadora, de tal manera que al final Ley y Justicia se utilizan como sinónimos. 
Lutero critica el uso estatal y eclesial de la Ley de Dios para regular las relaciones humanas, cuando en su sentido negativo no es más que una expresión de la maldad humana estructurada. La Ley se convierte en elemento de coacción entre los hombres y en instrumento de su maldad. La Ley y sus obras no pueden hacer justo al hombre, pues la justificación sólo puede venir de Dios.
Se puede entender que la Ley de Dios no debe ser utilizada como justificación de la violencia y la opresión, sino como una ayuda para vivir saludablemente. La justificación sólo puede venir de Dios y no de la Ley. Por lo tanto, se debe tener cuidado al utilizar la Ley de Dios como norma ética, ya que puede llevar a la creación de un orden moral que justifique la violencia y la opresión. En lugar de ello, se debe buscar la Justicia de Dios, que es radicalmente diferente a la Ley, y que se manifiesta en la cruz de Cristo como la Gracia incondicional de Dios.