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Guías de reconocimiento del sistema ambiental del modelado de paisajes geomorfológicos

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Guías de reconocimiento del sistema ambiental del modelado de paisajes geomorfológicos
Algunos ejemplos comunes y representativos para el reconocimiento del sistema ambiental de modelado geomorfológico son:
- Ambientes de laderas con erosión, controlados por los procesos de disección fluvial y remoción en masa, modelando laderas de montaña.
Desde un punto de vista funcional, las entradas de energía y materia al sistema de vertientes provienen de la atmósfera a través del clima y, en consecuencia, tienen lugar la meteorización y los procesos biológicos. La salida del sistema está representada por el sistema de drenaje. La misión idealizada del sistema de ladera, junto con la influencia de la gravedad, es la evacuación de las rocas y escombros, que inicialmente fueron preparados por la meteorización. De este modo, los declives de ladera cumplen con el transporte de materiales, a través de la descarga de los elementos en solución, suspensión y arrastre conducida por el agua. 
En el balance de energía y materia que entra como proceso de realimentación de las laderas habrá que considerar, además, lo que se encuentra en tránsito, lo que sale y se encuentra regulado por la acción de los procesos de denudación y la resistencia de los materiales de la ladera. De acuerdo con White, Mottershead, y Harrison (1984), en la expresión morfológica de la ladera existen varios indicadores visibles para establecer las relaciones existentes entre el balance del sistema, que se traducen en términos de la forma y gradiente de la pendiente, la geometría de los contornos de la superficie de la ladera, la profundidad y la disposición de la regolita, y los procesos que operan sobre ella son, en parte, el resultado y consecuencia de la herencia de los procesos que operaron en el pasado y que aún ejercen influencia. 
Las vertientes se definen, en la estructura espacial, a través de tres características:
• El gradiente que es el ángulo de inclinación de una ladera con respecto al plano horizontal.
• La longitud de la vertiente es medida a lo largo de la dirección del gradiente. La longitud de la vertiente representada en una carta topográfica se establece cortando o cruzando las curvas de nivel en ángulos rectos.
• Amplitud horizontal de la vertiente es la medida que se hace en sentido perpendicular a la longitud de la pendiente, y en una carta topográfica es paralela a las curvas de nivel, que representan el espacio lateral o de contorno periférico.
En las vertientes se identifican tres tipos de pendientes, separados en función de los agentes que intervienen en la elaboración de su modelado:
• Las pendientes de los interfluvios (terreno comprendido entre dos cursos fluviales), modelado por la acción de la denudación representada por el efecto de la erosión o remoción pluvial, la escorrentía difusa y laminar, y la deflucción (movimiento lento del suelo y de las capas sub-superficiales).
• Las pendientes de los saltos de cabecera: declives de arco cóncavo formado por la acción del corte de la erosión regresiva (re-montante).
• Las pendientes de las laderas de los valles, formadas por la erosión del corte vertical y lineal del escurrimiento concentrado. 
Ambientes de disolución kárstica controlados por procesos de disolución de las rocascalcáreas
Estos ambientes se caracterizan por procesos de corrosión química en superficies de escaso declive, destacándose:
• Relieve kárstico denudativo de circulación fluvial superficial. Es el karst superficial con puntos de absorción de formas exo-kársticas que incluye los lapiaz, depresiones, grietas y dolinas corrosivas. Domina la circulación fluvial superficial y la disolución es de distribución local y de densidad escasa. 
• Relieve kárstico denudativo-erosivo de circulación fluvial superficial. Coexiste el proceso erosivo y el de disolución con formas de escurrimiento corrosivo-erosivo: procesos de “dolinización” a gran escala y uvalización (conjugación de dolinas-uvalas y generación de poljes). 
• Relieve kárstico-denudativo de acumulación residual. En este caso, todo el drenaje es subterráneo, con formación de cavernas o cuencas dispuestas a lo largo de fracturas y juntas de estratificación, y los procesos típicos son la infiltración y el desplome en galerías subterráneas. En superficie, se reconoce una fase de sedimentación autóctona con relleno de cavidades exo-kársticas y son comunes las elevaciones residuales como mogotes y peñas. 
• Relieve kárstico-acumulativo residual de circulación fluvial subterránea. Se presenta como planicies u hondonadas amplias, limitadas por elevaciones calcáreas. Su origen se vincula a ciclos de actividad disolutiva y erosiva que se identifican sobre un relieve negativo de fondo plano, con potentes depósitos eluviales y deluviales, bajo los cuales puede haber cavidades verticales y horizontales, mismas que se disponen en el nivel base de un horizonte impermeable. Cuando la planicie acumulativa es cubierta por potentes depósitos de terrarosa (arcillas no solubles de las calizas), pueden azolvar el nivel superficial, debido a la potencia de estos depósitos, llegando a detener el desarrollo de tales formas, incluso pueden formar cuerpos de agua, debido a la impermeabilidad de la terrarosa (eluvión). Esta expresión del relieve representa la etapa más avanzada de la karstificación, dando como resultado fisonomías de peñas “ruiniformes” aisladas y dispersas. 
• Ambientes residuales antiguos, controlados por procesos de baja energía de denudación, sustentados por litologías de zócalo con plataformas tendidas y de remanentes de cubierta sedimentaria, de relieve mesiforme

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