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Tema 3. - LA FILOSOFÍA DE PLATÓN.
Platón nació el 428 o 427 a. C. en Atenas y murió el 347 a. c., a los 80 años. Formaba parte de una familia aristocrática relacionada con la política de Atenas. Su padre, Aristón, era descendiente de reyes, su madre pertenecía a la familia del antiguo gobernante Solón. A los 20 años, para prepararse para la política, empezó sus clases con el filósofo Sócrates. 
Atenas perdió la Guerra del Peloponeso (año 404) y los espartanos vencedores impusieron un régimen autoritario: el gobierno de los 30 Tiranos. Este gobierno, que dirigía Critias, tío de Platón, fue incapaz de restablecer el orden y de actuar justamente. Platón quedó bastante desencantado. El descontento general hizo que un año después volviese democracia. Pero esa democracia juzgó y condenó a muerte a su maestro Sócrates (399 a. C.). Las injusticias que vivió le hicieron desistir de su interés por la política activa y preocuparse por cuestiones teóricas. De Sócrates heredó el concebir la filosofía como una actividad dinámica en que la verdad proviene del diálogo. Platón empleó siempre la dialéctica (arte del diálogo) como el camino a la verdad, era el método de la filosofía. Dos posiciones opuestas cambian por la influencia mutua. Los interlocutores argumentan, defienden y oponen opiniones contrarias sobre un tema, oposición de la que surge una solución en la que ambos coinciden. CURIOSIDADES. Aunque sobre todo asistían hombres a la Academia de Atenas, se sabe que dos mujeres formaron parte de la Academia: Lastenia de Mantinea y Axiotea Flisiaca. En el diálogo La República, Platón pone en boca de Sócrates la afirmación de que, a pesar de tener una naturaleza diferente a la de los hombres, las mujeres pueden desempeñar las mismas funciones que ellos. Así, consideraba que las aptitudes naturales para la gimnasia, la sabiduría y la guerra están repartidas entre los dos sexos.
Con la muerte de Sócrates, Platón sufrió una crisis vital, política y filosófica que le llevó a viajar y contactar con otras culturas. Redactó sus diálogos de juventud: la Apología de Sócrates es un diálogo en el que dejó testimonio de las palabras que dirigió el tábano de Atenas, en su defensa ante la Asamblea que lo juzgaba. En su 1º viaje a Sicilia, cuando tenía 40 años, se relacionó con los pitagóricos que le enseñaron matemáticas, la idea de inmortalidad y transmigración de las almas y la explicación del mundo sensible mediante las matemáticas. De este modo, la herencia socrática se amplió con el saber matemático de los pitagóricos. 
De regreso a Atenas, Platón fundó una escuela que llamó Academia por estar en un santuario dedicado al héroe Academo. En ella había gran libertad intelectual. Se estudiaban diferentes materias, frente a la educación sofista que limitaba su enseñanza al arte de hablar y de convencer para tener éxito en la política. En la Academia se estudiaba matemáticas, astronomía, música y otras materias, para formar a hombres válidos para la política. Eso sí, en la cima siempre estaba la filosofía. Esta época de madurez política en Atenas supuso un oasis de paz y estabilidad, que permitió a Platón desarrollar su filosofía. El objetivo era demostrar la posibilidad de alcanzar la verdad absoluta, pues no creía en el relativismo y el escepticismo de los sofistas. Los valores éticos y políticos de Sócrates no podían ser relativos; ¿cómo podían convertirse en absolutos? Su teoría del conocimiento, ligada a su teoría de las ideas, mostró el camino. 
	LAS TEORÍAS DE PLATÓN. 
Exponemos el pensamiento de Platón estructurado en temas: primero, la teoría de las ideas, su visión de la realidad; después, la teoría del conocimiento, que explica cómo podemos acceder a las ideas; a continuación, su concepción del ser humano, y en último lugar, la ordenación política del Estado perfecto. ¿Qué es una idea? la palabra deriva del término indoeuropeo véidos, visión con los ojos de la mente. Esencia, universalidad, realidad ideal, arquetipo o causa. 
	1.- LA TEORÍA DE LAS IDEAS: El mundo de las ideas y el mundo de las cosas.
Según Platón, para buscar la organización justa e ideal de la vida social y política, antes hay que hablar de cuestiones filosóficas básicas, como establecer qué es la realidad y cómo se puede acceder a ella. Para hacerlo, recoge de la tradición filosófica anterior (la naturaleza de los presocráticos y el ser humano de sofistas y Sócrates) y crea una síntesis filosófica. La teoría de las ideas reúne a Parménides (la auténtica realidad es eterna e inamovible) con la afirmación de Heráclito sobre el perpetuo fluir de las cosas. Platón ofrece una solución a la oposición permanencia-cambio. 
Cuando observamos el mundo que nos rodea vemos que es como decía Heráclito: las cosas cambian y fluyen constantemente, no perduran. Pero ¿qué pasa si miramos con los ojos de la mente? Ver qué hay más allá del acto concreto de valentía de un héroe para entender qué es lo propio del valor de los héroes. O ver más allá de un rostro bello para captar la belleza perfecta. Ver con los ojos de la mente es conocer los modelos, las formas, la esencia de las cosas, lo que tienen en común todos los objetos del mismo tipo; captar su idea. 
La teoría de las ideas afirma la existencia de unas entidades inmateriales, absolutas, inmutables, perfectas. universales e independientes del mundo físico. Estas realidades son las ideas del mundo inteligible. Nuestra casa, el árbol que hemos plantado o la tristeza por una despedida son objetos y fenómenos cambiantes y contingentes. La casa puede hundirse, el árbol marchitarse, la tristeza desvanecerse. Pero solo son copias o imitaciones de la verdadera realidad. La teoría postula la existencia de dos mundos: por un lado, el mundo excelso y perenne de las ideas y, por otro, el imperfecto y fugaz mundo de las cosas. 
· La teoría tiene dos vertientes: La LÓGICA identifica las ideas, formas o universales con los conceptos generales (puedo recoger muchas flores, pero el concepto de flor es único, no es esta o aquella flor, sino algo más universal). La METAFÍSICA afirma la existencia real de la flor ideal, perfecta e inmutable. “… es necesario admitir que existe una 1ª realidad: todo lo que tiene una forma inmutable, que no nace ni muere, que nunca admite en sí ningún elemento venido de fuera, que nunca se transforma en otra cosa, lo que no es perceptible ni por la vista ni por otro sentido, que solo el entendimiento [inteligencia) comprende. Hay una segunda realidad que lleva el mismo nombre: es parecida, pero cae bajo la experiencia de los sentidos, es engendrada, siempre está en movimiento, nace en un sitio determinado y seguidamente desaparece, es accesible a la opinión unida a la sensación». Platón, Timeo, 52.
· La teoría establece una jerarquía de ideas. En nuestro mundo sensible, las cosas no tienen la misma importancia: el Sol que ilumina ocupa un lugar más relevante que la lagartija que se calienta. La jerarquía natural es una réplica de la jerarquía ideal. Podríamos construir un mapa jerárquico de todas las ideas: arriba, las ideas de bien y de belleza; después, las ideas de justicia, de valentía, de orden...; más al ajo, las ideas o conceptos matemáticos; subordinadas a estos, las ideas de cosas naturales, como la idea de flor, caballo, árbol, piedra, casa y otras. 
· Existe una relación entre las ideas y las cosas. ¿Qué relación hay entre la idea y su correspondiente cosa, entre la idea de belleza y esta bella flor? La respuesta de Platón es doble. Por un lado, una flor es bella precisamente porque participa de la idea de belleza; posee alguna cosa de la idea. Por otro, la idea es un modelo que la cosa particular imita o copia. Con el tiempo, sin embargo, esta participación en la idea se volvió problemática. 
	El mito del DEMIURGO. En el Timeo, Platón nos ofrece un relato en el que explica la relación existente entre el mundo sensible y el mundo de las ideas. El mito narra que en el origen se hallaban el mundo de las ideas, el demiurgo supremo artesano o hacedor y una masa caótica e informe.Esta materia desordenada tenía tendencia al cambio perpetuo y era imperfecta. Según el mito, el demiurgo tomó el mundo de las ideas como modelo para trabajar esa masa caótica igual que un escultor e introducir en ella el orden y la armonía propias de lo inteligible, de tal manera que generó lo que denominamos el mundo sensible. Nuestro mundo no es otra cosa que una copia imperfecta del mundo de las ideas, una imitación efectuada por el demiurgo. El mundo sensible no es un caos (desorden), sino un cosmos (orden), pues se halla organizado según la armonía matemática de lo inteligible. Ahora, el demiurgo platónico introdujo en las cosas una finalidad, una teleología, una aspiración o apetito que las lleva a buscar su pleno desarrollo, su propia perfección, su propio bien.
	2.- El Conocimiento: el acceso a las ideas.
El proceso de conocimiento. Para Platón, el conocimiento consiste en acercarse a la verdad, superando la ignorancia y el engaño. Platón ha de responder a la pregunta de cómo es posible que el hombre pueda obtener conocimiento. Si el hombre puede poseer conocimientos necesarios, universales e inmutables, es porque existen “objetos reales” que son necesarios, universales e inmutables, ya que, en caso contrario, el conocimiento científico carecería de valor al no poseer un objeto del que fuera correspondencia. Como hemos visto, estos objetos universales, necesarios e inmutables constituyen el mundo de las ideas o mundo inteligible.
Todo lo expuesto hasta el momento muestra que la concepción de la realidad platónica es dualista: por una parte, están las ideas que son la auténtica realidad y, por otra parte, los seres físicos, cambiantes y corruptibles. Veremos a continuación cómo a estos dos niveles de realidad corresponden también dos niveles de conocimiento: conocimiento sensible u opinión (doxa) y conocimiento intelectual o ciencia (episteme), que podemos definir de la forma siguiente:
A) El conocimiento sensible es el que obtenemos a través de los sentidos, es el conocimiento de las realidades materiales que están en continuo cambio. Este conocimiento no es auténtico conocimiento sino mera opinión o doxa, por dos razones: a) por la vía de acceso a este conocimiento -los sentidos- que son fuente de error y engaño, esto es, por cómo se conoce; y b) porque los objetos que mediante ellos se conocen son individuales, contingentes y cambiantes, es decir, por lo que se conoce. Es, por tanto, un conocimiento de segunda clase, no es auténtico conocimiento.
B) Por su parte, el conocimiento intelectual es el auténtico conocimiento, el conocimiento de las ideas, el verdadero conocimiento, el que nos proporciona ciencia o episteme.
Además, dentro de estos dos tipos de conocimiento distingue Platón grados:
1. La Imaginación o conjetura (eikasía) que es el conocimiento de las imágenes y sombras de las cosas sensibles.
2. La Creencia (pístis) es el conocimiento de las cosas sensibles a través de los sentidos.
3. El Pensamiento discursivo o Razonamiento o razón discursiva (diánoia) es el conocimiento de unas realidades a través de otras, es el conocimiento de los objetos matemáticos que son entidades intermedias entre el mundo sensible y el inteligible.
4. El Conocimiento o Dialéctica o razón intuitiva (nóesis) es el conocimiento de las ideas que se conocen directamente, sin ayuda de imágenes sensibles, en una visión intelectual. La dialéctica no es un conocimiento discursivo sino intuitivo, directo e inmediato.
	TIPOS CONOCIMIENTO
	
El conocimiento sensible viene de los sentidos. Es el conocimiento de las realidades materiales en continuo cambio. Es OPINIÓN (doxa) porque viene de los sentidos, fuente de error y engaño y, porque los objetos sensibles son cambiantes.
	
El conocimiento intelectual se obtiene por la Razón. Es el conocimiento de las Ideas, fijas y universales. Es el verdadero conocimiento, el que nos proporciona ciencia (episteme).
	GRADOS DE CONOCIMIENTO
	
1
	
2
	
3
	
4
	
	IMAGINACIÓN o conjetura (eikasía) que es el conocimiento de las imágenes y las sombras de las cosas sen-sibles.
	CREENCIA (pístis) es el conocimiento de las cosas sensibles por los sentidos.
	RAZONAMIENTO (diánoia) es el conocimiento de unas realidades a través de otras, el conocimiento de los objetos matemáticos (Entidades intermedias entre el mundo sensible y el inteligible).
	CONOCIMIENTO o DIALÉCTICA (nóesis) es el conocimiento de las ideas que se conocen directamente en una visión intelectual. Es un conocimiento intuitivo, directo e inmediato.
La mayoría de los hombres se mueven en el campo de la opinión, y sólo los filósofos ascienden, por medio de la dialéctica, hasta la pura intelección del Bien. La dialéctica es el camino que sigue la razón cuando abandona lo sensible y se dirige hacia las ideas, hasta alcanzar la intuición intelectual del mundo de las ideas, de su estructura y de sus relaciones. 
Teoría de la Reminiscencia: Conocer es recordar. Ahora bien, si las ideas están en otro mundo distinto a éste en el que vive el hombre, ¿cómo es posible que éste las conozca? Platón va a afirmar que el conocimiento auténtico, el conocimiento científico, que tiene por objeto las ideas, es recuerdo, “anámnesis”, y no conquista o adquisición. 
El caballo marrón que veo trotar va un poco cojo; el triángulo que he dibujado es bastante irregular; esta rosa tan bonita empieza a marchitarse. Entre las cosas sensibles y sus correspondientes ideas hay un abismo: la idea de caballo, de triángulo o de belleza tiene un plus, tiene una realidad que no está en la cosa sensible concreta. Pero, si la idea, a diferencia de la cosa, es universal, perfecta y eterna, ¿cómo llega el ser humano a estas ideas tan diferentes y alejadas de las cosas? La respuesta de Platón es que desde siempre albergamos en nosotros, en nuestra alma, huellas o señales de estas ideas en estado latente. Por lo tanto, lo único que debemos hacer es despertar, hacer emerger lo que ya está en nosotros. Así, aprender o conocer no es nada más que evocar o recordar estas ideas. Por eso, aprender es sinónimo de recordar y enseñar equivale a “ayudar a recordar lo olvidado”. El alma conocía las ideas antes de encarnarse en el cuerpo a raíz de un castigo, esto hace que se olvide de ellas. Pero como el mundo sensible es copia del mundo de las ideas, sirve como ocasión para que poco a poco y con esfuerzo, el alma recuerde lo ya conocido.
	3.- Antropología platónica 
Para Platón el hombre es un alma espiritual y eterna encerrada o encarcelada en un cuerpo. El auténtico hombre es el alma, y su destino la sabiduría; el cuerpo no es más que su cárcel, su sepulcro, un obstáculo que le impide dedicarse a su verdadero destino. Es cierto que Platón distingue en el hombre tres tipos de almas, pero sólo una de ellas, la racional, de naturaleza espiritual, es el auténtico hombre; las otras dos, la irascible y la concupiscible, son propias del cuerpo y desaparecen cuando éste muere.
El alma, afín a las ideas y como ellas inmaterial y simple es, por naturaleza, inmortal, porque va a seguir existiendo cuando el cuerpo del hombre muera y, también, porque ha vivido en el mundo de las ideas antes de unirse accidentalmente al cuerpo. La unión del alma con el cuerpo no es un estado esencial del alma, sino un estado accidental y transitorio o temporal.
Platón, influido por el pitagorismo, posee una concepción peyorativa del cuerpo. El cuerpo es la cárcel del alma, el lugar donde ésta ha sido encerrada como castigo por una culpa. Mientras el alma habite en el cuerpo, estará como en una tumba, y sólo la muerte del cuerpo será la liberación del alma. Platón define el cuerpo como cárcel, tumba, sepulcro, lastre, estorbo; el cuerpo es la raíz de todo mal, origen de amores alocados, pasiones, enemistades, discordias, ignorancia y demencia: todo lo que constituye la ruina del alma. Por eso vivir debe ser “prepararse para morir”, un ejercicio de purificación para librarse poco a poco del cuerpo y de sus inclinaciones, a fin de que el alma pueda volver cuanto antes al lugar que le corresponde:el mundo de las ideas. 
El MITO DEL CARRO ALADO. En el Fedro Platón compara el alma humana con un carro alado, en el que el auriga, el conductor del carro, el alma racional, cuenta con un corcel blanco noble y disciplinado, el alma irascible, y otro negro de mala casta e indómito, el alma concupiscible. El arte del auriga consiste en templar con prudencia la fogosidad del corcel negro (alma concupiscible) y acompasarlo con el blanco (alma irascible) para correr sin perder el equilibrio. 
Así pues, nuestro filósofo distingue en el alma tres partes que son la razón o alma racional, el ánimo o alma irascible y el apetito o alma concupiscible. Al alma racional corresponde controlar y ordenar el apetito -alma concupiscible-. En el apetito residen los deseos irracionales y la búsqueda de placeres que se oponen a la razón. El alma irascible o ánimo es el coraje o fuerza, que a veces cede a las exigencias del apetito, pero que puede y debe convertirse en aliado de la razón en la tarea de someter y controlar las demandas del apetito
	4.- LA ÉTICA: Alma tripartita y virtudes éticas 
El mito del carro alado nos muestra el alma como una fuerza, como una entidad dinámica que integra tres partes: la racional o intelectiva, la irascible o de las tendencias positivas y la concupiscible o de las tendencias negativas. Pues bien, la ética platónica se basa en esta división tripartita del alma. Platón habla de tres virtudes que se corresponden con las tres partes del alma: la sabiduría, la fortaleza y la templanza. 
Platón piensa que el alma humana no es solo racional. Existen tres almas o tres partes del alma. A la hora de señalar cuál debe ser el ideal del comportamiento humano, afirma que el alma superior, que es la racional, debe someter y dirigir a las otras dos almas, la concupiscible y la irascible, y dedicarse a su actividad propia que es el conocimiento. La razón es el elemento fundamental en el hombre y, por eso, el perfeccionamiento del hombre consiste en que prevalezca en él, cada día más, el elemento racional sobre el pasional y el instintivo. Al desarrollarse el elemento racional, mediante la educación, no sólo se dominará mejor al corcel noble (alma irascible) y al corcel indómito (alma concupiscible), sino que se conocerá mejor el Bien y, por tanto, se obrará mejor. 
El ideal de la vida humana es para Platón, que el alma auténtica, racional, se dedique al ejercicio de la actividad que le es propia: la racionalidad, la contemplación de las ideas. Sólo mediante la sabiduría se realiza el hombre plenamente y alcanza la felicidad. Pero para dedicarse el hombre a la contemplación necesita ser virtuoso. La virtud es necesaria para la sabiduría, pero no se identifica con ella.
Hemos visto que el mito del carro alado es una alegoría del alma humana: la nobleza de su ánimo está simbolizada en el caballo blanco; el corcel negro representa la pasión irracional; el auriga es la razón que controla y acompasa las dos fuerzas antagónicas. La ética platónica se deriva de este análisis del alma humana. A cada una de sus partes le corresponde una virtud propia. Al alma concupiscible -apetito- (el caballo negro) le corresponde la templanza o moderación, que es la virtud que permite al hombre moderar sus apetitos; al alma irascible -voluntad- (el caballo blanco) le corresponde la fortaleza o valor, que es la virtud que mueve al alma a superar las dificultades en su ascensión hacia el mundo de las ideas, la capacidad de sacrificio; y, por último, al alma racional -inteligencia- (el auriga) le corresponde la prudencia o sabiduría, que es la virtud que acerca al alma al mundo de las ideas.
La justicia será el ordenamiento adecuado de estas tres partes del alma, cuando cada parte del alma ejerce adecuadamente la función que le corresponde y posee la virtud que le es propia. La justicia es la armonía y el orden que surge cuando cada parte del alma cumple su función. Así pues, cuando cada una de las partes del alma se comportan adecuadamente, el alma es justa y ordenada. Y esto ocurre cuando el apetito y el ánimo (alma concupiscible y alma irascible) se someten a los dictados de la razón (alma racional) y reconocen el papel rector que le corresponde. Ahora bien, para que esto suceda es necesaria una educación adecuada. Una buena educación hará que el alma irascible se alíe con el alma racional sometiendo a la concupiscible a sus dictados; mientras que una educación inadecuada traerá consigo que el alma irascible se alíe al alma concupiscible arrastrando al alma racional.
En Platón no se da una identificación total entre sabiduría y virtud. En la ética platónica la virtud tiene tres sentidos complementarios:
➔ Siguiendo el intelectualismo moral de Sócrates, la virtud sigue siendo sabiduría, sólo se puede ser virtuoso siendo sabio (contemplación de las ideas).
➔ Pero, además, la virtud es purificación por la cual el alma se libera del cuerpo. 
➔ Y, finalmente, por la concepción tripartita del alma la virtud es considerada como justicia, entendiendo por tal una armonía u orden entre las facultades del alma.
	5.- LA POLÍTICA.
El sueño de Platón. Desde muy joven, Platón quería dedicarse a la política activa, pero diferentes acontecimientos le mostraron las dificultades que hay para conseguir una buena convivencia social. Su partido, el aristocrático, había sido incapaz de instaurar un orden estable. Y, en nombre de la restablecida Democracia, un tribunal popular juzgó y condenó a Sócrates. Se desencantó. En una carta biográfica, la Carta VII, expresó tanto su desilusión por la política activa como su afán por encontrar aquello que hace posible una vida justa y feliz, la filosofía. Ahora bien, esto implica que, para tener la capacidad de ejercer el poder político, el gobernante necesita una larga preparación y haber accedido al conocimiento más elevado. Todo lo que hemos visto hasta ahora, la teoría de las ideas, la teoría del conocimiento, la antropología... son algunas de las cosas que debe saber todo buen gobernante.Los viajes de Platón a Siracusa. Durante un viaje por Italia, Platón se ofreció como asesor político al rey de Siracusa, Dionisio I. El monarca prefirió capturarlo y pedir un rescate. Años después volvió a Siracusa, tras la muerte del tirano, para ayudar a gobernar al joven Dionisio II, a petición de su amigo Dión (tío de Dionisio II). No tuvo éxito. Más adelante llegó a hacer un 3º viaje que resultó infructuoso. En la Carta VII se refleja su pesimismo respecto a las posibilidades de lograr un buen gobierno.
El Estado utópico o ideal. Platón hereda de Sócrates la convicción de que sin justicia no puede haber felicidad auténtica. Solamente el hombre justo puede ser feliz, y solamente en un estado justo puede alcanzarse la felicidad. Por ello, Platón establece una clarísima correlación entre alma y Estado, entre ética y política, de tal modo que la ética conduce a la política. 
➔ Correlación estructural entre el alma y el Estado. El Estado posee la misma estructura tripartita que el alma. Tres son, en efecto, las clases sociales que componen un Estado: productores, guardianes y gobernantes. Estos tres grupos sociales se corresponden con las tres partes del alma: los productores con el alma concupiscible o apetito, los guardianes con el alma irascible o ánimo y los gobernantes con el alma racional o razón. 
	IMAGEN MÍTICA DEL ALMA
	LOCALIZACIÓN ANATÓMICA 
	PARTES DEL ALMA 
	EXCELENCIA O VIRTUD ÉTICA/POL. 
	CLASES SOCIALES
	FUNCIÓN
	Auriga
	Cabeza
	Racional
	Sabiduría
	Gobernantes
	Dirigir
	Caballo blanco
	Pecho
	Irascible
	Fortaleza
	Militares
	Proteger
	Caballo negro
	Vientre
	Concupiscible
	Templanza
	Trabajadores
	Proveer
	
	
	
	JUSTICIA
	
	
➔ Principio de especialización funcional. Cada grupo social ha de dedicarse a la tarea o función que le es propia. La justicia en el Estado se realiza cuando cada uno de los grupos sociales realiza la función que le corresponde y la realiza de modo adecuado, por poseer la virtud que le es propia: prudencia o sabiduría en el caso de losgobernantes, fortaleza o valor en el caso de los guardianes y templanza o moderación en el de los productores.
· Los gobernantes tienen como función organizar la sociedad y dirigir a los ciudadanos hacia la consecución del bien común, serán elegidos de entre los mejores guardianes, siendo su virtud propia la prudencia o sabiduría. Y como los filósofos son los que han contemplado la Idea de Bien son los únicos capaces de gobernar.
· Los guardianes serán los encargados de defender el Estado de sus enemigos exteriores.
· Los productores (agricultores, artesanos y comerciantes), que constituyen la clase más numerosa, tienen como misión producir y elaborar los bienes necesarios para satisfacer las necesidades de toda la comunidad. 
Solamente cuando vivan en armonía, es decir, cuando cada uno cumpla con sus funciones sin inmiscuirse en el campo de las funciones de los demás, se dará el equilibrio social y se realizará la justicia.
Tanto en relación con el alma individual como en relación con el Estado, la idea central de Platón es que a la razón corresponde dirigir y gobernar. Las otras partes del alma (irascible -ánimo- y concupiscible -apetito-) han de obedecer a la razón, los otros grupos sociales (productores y guardianes) han de obedecer al gobernante-sabio en quien se encarna la razón. La educación es un proceso de selección de los mejores. La clase de los productores no requiere una educación especial. A los guardianes hay que educarlos de manera que sepan reprimir sus apetitos sensibles, refrenar sus deseos y no tener otro objetivo que la salvaguardia de la comunidad. Los gobernantes serán elegidos entre aquéllos con mayor voluntad de justicia y se les educará para desconfiar de lo sensible y a valorar lo inteligible, para estar preparados para acceder, cuando llegue el momento, a contemplar la Idea de Bien. Este momento no será nunca antes de los cincuenta años.
Pero ¿quién y cómo determina a qué clase pertenece cada individuo? Según Platón, la propia naturaleza y el carácter personal nos predisponen y nos hacen aptos para un tipo de tareas más que para otras. Los individuos no son iguales, pero esta desigualdad no se basa en criterios externos, como la capacidad económica, sino en criterios más naturales, como la aptitud física y, especialmente, la intelectual. Recurre al MITO DE LOS METALES, para defender la naturaleza diferente de cada individuo: por designio de los dioses, hay individuos formados con mayor proporción de oro, otros tienen más plata y en otros predominan el bronce o el hierro. A cado uno de estos tipos de individuos le corresponde una función social distinta. En esto, el Estado o la sociedad deben seguir a la naturaleza.
La utopía platónica de la República comporta algunas medidas radicales, cuya finalidad es de carácter moral. Platón proclama la absoluta igualdad entre hombres y mujeres: éstas serán entrenadas y educadas del mismo modo que aquéllos y tendrán las mismas oportunidades de llegar a ser guardianes y gobernantes. Además, se suprime la familia y se elimina la propiedad privada para los guardianes y los gobernantes (no para los productores). Estas dos últimas medidas tienen una función exclusivamente moral: se pretende evitar que el egoísmo se apodere de guardianes y gobernantes; se trata de promover el sentimiento de comunidad entre ellos, evitando que “desgarren la ciudad llamando mío no a lo mismo, sino cada cual a una cosa distinta”, algo que ocurriría si cada cual poseyera “mujeres e hijos distintos”.
Jerarquía de regímenes 
	ENFERMEDADES DEL ESTADO 
	Formas de Estado 
	Origen 
	Gobernantes 
	Características 
	Timocracia 
	Degeneración aristocracia 
	Los hombres de acción, militares 
	Se caracteriza por la ambición de la clase militar, que no mira por el bien y la felicidad comunes, sino por su prosperidad personal. 
	Oligarquía 
	Degeneración timocracia 
	Los poderosos y adinerados 
	Se caracteriza por la codicia de la clase dirigente, que solo busca enriquecerse. Esta clase se convierte en explotadora de las otras. 
	Democracia 
	Degeneración oligarquía 
	El pueblo 
	Se caracteriza por la libertad y la igualdad. Para Platón esto no es positivo, ya que todo el mundo hace y dice lo que quiere. En este tipo de Estado los pobres se igualan a los ricos; los ignorantes, a los sabios, y los corruptos, a los virtuosos. La dirección del Estado no se reserva a las manos más preparadas y mejores. 
	Tiranía 
	Degeneración democracia 
	Un líder ambicioso y carismático 
	Es la degeneración política extrema, consecuencia de las peleas y guerras civiles que son fruto de la democracia. En este clima de inestabilidad, se alza un salvador que acaba convirtiéndose en omnipotente, se corrompe y atemoriza a los otros. 
	EL MITO DE LA CAVERNA
Dice así: imaginemos unos hombres que viven en una caverna cuya entrada está abierta hacia la luz en toda su anchura y con un largo vestíbulo de acceso. Imaginemos que los habitantes de esta caverna tienen las piernas y el cuello atados de tal forma que no pueden darse la vuelta y que, por tanto, sólo pueden mirar hacia la pared del fondo. Imaginemos, luego, que a escasa distancia de la entrada de la caverna existe un muro de la altura de una persona; que detrás de esa pared caminan otros hombres que llevan sobre los hombros diversas estatuas de piedra y madera, que representan toda clase de objetos; y que detrás de éstos arde una hoguera. Imaginemos, además, que en la caverna hay eco y que los hombres que pasan más allá del muro hablan entre sí, de modo que por efecto del eco retumban sus voces en el fondo de la caverna.
Si tales cosas ocurriesen, aquellos prisioneros no podrán ver más que las sombras de las estatuas que se proyectan sobre el fondo de la caverna y sólo podrían oír el eco de las voces. Sin embargo, al no haber visto jamás otras cosas, creerían que aquellas sombras constituían la única y verdadera realidad y que el eco de las voces eran las voces producidas por aquellas sombras.
Supongamos, ahora, que uno de estos prisioneros logre con gran esfuerzo zafarse de sus ligaduras. Le costaría mucho acostumbrarse a la nueva visión que adquiriría. Una vez acostumbrado vería las estatuas moviéndose por encima del muro, y por detrás de ellas el fuego; y, entonces comprendería que se trata de cosas mucho más verdaderas que las que antes veía y que ahora le parecen sombras. Supongamos, además, que alguien saca fuera de la caverna a nuestro prisionero, llevándole más allá del muro. Al principio quedaría deslumbrado por la gran luminosidad. Luego, al acostumbrarse, vería las cosas en sí mismas y, por último, primero reflejada en algo y luego en sí misma, vería la luz del sol y comprendería que éstas -y sólo éstas- son las auténticas realidades y que el sol es causa de todas las demás cosas visibles. 
Pero, ¿qué simboliza este mito? Podemos distinguir cuatro significados que vamos a ver a continuación:
En primer lugar, este mito representa los distintos grados ontológicos de realidad, es decir, los géneros del ser sensible y suprasensible, junto con sus subdivisiones: las sombras de la caverna son las meras apariencias sensibles de las cosas y las estatuas son las cosas sensibles. El muro es la línea divisoria entre las cosas sensibles y las suprasensibles. Más allá del muro, las cosas verdaderas simbolizan el verdadero ser -las ideas- y el sol simboliza la Idea de Bien.
En segundo lugar, el mito simboliza los grados de conocimiento, en sus dos especies y en sus dos grados. La visión de las sombras simboliza la eikasia o imaginación y la visión de las estatuas es la pistis o creencia. El paso desde la visión de las estatuas hasta la visión de los objetos verdaderos y la visión del sol -primero mediata, y luego, inmediatamente- representa la diánoia o pensamiento discursivo y la nóesis o dialéctica (pura intelección) respectivamente.
En tercer lugar, el mito de la caverna simboliza también el aspecto ascético, místico y teológico del platonismo. La vida en la dimensión de los sentidos y de losensible es la vida en la caverna, mientras que la vida en la dimensión de la razón es la vida a plena luz. El pasar desde lo sensible hasta lo inteligible está específicamente representado como una liberación de las ataduras, una con-versión. La visión suprema del sol y de la luz en sí es la visión del Bien y la contemplación de lo divino.
Finalmente, el mito de la caverna también manifiesta una concepción política. En efecto, nuestro filósofo nos habla de un regreso a la caverna por parte de aquél que se ha liberado de las cadenas, y tal regreso tiene como objetivo la liberación de las cadenas que sujetan a quienes habían sido antes sus compañeros de esclavitud. Dicho regreso es sin duda el retorno del filósofo-político, quien -si se limitase a seguir sus propios deseos- permanecería contemplando lo verdadero. En cambio, superando su deseo, desciende para tratar de salvar también a los demás. El verdadero político, según Platón, no ama el mando y el poder, sino que usa el mando y el poder como un servicio, para llevar a cabo el bien. ¿Qué sucederá, por cierto, con el que vuelve a bajar a la caverna? Al pasar desde la luz a la sombra, dejará de ver, hasta acostumbrarse otra vez a las tinieblas. Le costará readaptarse a los viejos hábitos de sus compañeros de prisión, se arriesgará a que éstos no le entiendan y lo consideren como un loco arriesgándose a ser asesinado. Esto fue lo que le sucedió a Sócrates y podría acontecerle lo mismo a cualquiera que actúe igual que él. Sin embargo, el hombre que haya visto el verdadero Bien tendrá que correr este riesgo y sabrá hacerlo, ya que es el que le otorga el sentido a su existencia.
Platón narra en este mito el doloroso y escarpado camino del conocimiento. El hombre encadenado en el interior oscuro simboliza la condición humana inicial. El mundo del interior de la caverna es el ámbito de las cosas. El camino de salida representa el proceso de conocimiento. De esta manera, los dos mundos que presenta el mito se corresponden con los dos mundos de la metafísica de Platón, y la ardua y abrupta senda de salida representa el difícil acceso al conocimiento, pues nadie ignora que el camino del estudio es complicado y duro. Así es como se entrelaza la teoría platónica de las ideas con la del conocimiento.
	Lee este fragmento de La República. ¿Estás de acuerdo en que las personas más indicadas para gobernar son los filósofos? ¿Por qué? Según tu opinión, ¿quién debería gobernar? 
Salvo que los filósofos gobiernen en los Estados, o los que ahora son llamados reyes y gobernantes filosofen de manera genuina y adecuada, y que coincidan en una misma persona el poder político y la filosofía, y que se prohíba rigurosamente que marchen separadamente por cada uno de estos caminos las múltiples naturalezas que actualmente lo hacen así, no habrá, querido Glaucón, fin de los males para los Estados ni tampoco, me parece, para el género humano; tampoco antes de esto se producirá, en la medida de lo posible, ni verá la luz del sol, la organización política que ahora acabamos de describir verbalmente. Esto es lo que desde hace un rato vacilo en decir, porque preveía que mi pensar chocaría con el de los otros; y es difícil de advertir que no hay ninguna manera más de ser feliz, tanto en la vida privada como en la pública. Platón, La República, V, 73de. 
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