Descarga la aplicación para disfrutar aún más
Vista previa del material en texto
LA IMPORTANCIA de la lectura rara vez se explicita, como si fuera de suyo. Y así y todo... Henriette Zoughebi, que dirigió durante mucho tiempo el Salón del Libro Infantil de Mon- treuil, me contó un día una escena a la que ella había asistido: un niño miraba a su maestra sumergida en un libro; intriga- do, se acercó a ella y le hizo esta pregunta: "Señorita, ¿por qué lee, si usted ya sabe leer?" Escaneado con CamScanner Así, ya: la lectura tiene mucho que ver con el espacio, toca los cimientos espaciales del ser. Parece ser un atajo privilegiado para encontrar un lugar, meterse allí, anidar. Cuando escuché a personas que me contaban sus recuerdos de lectura, y entre ellos a muchos hijos de inmigrantes, al po- co tiempo me sorprendió constatar que esos recuerdos solían estar asociados con metáforas espaciales. Más precisamente, mis interlocutores hablaban de un espacio que, literalmente, les habría dado lugar: "los libros eran una tierra de asilo”, “era un paisaje mío”, “tenía un lugar propio, mis libros, todo eso”, “los libros eran mi casa, siempre estaban ahí para recibirme”, etc. Para designar ese espacio, utilizaban términos que remitían a algo vasto (un país o un universo, otro continente, inmen- so, una tierra de asilo, un paisaje), pero también a algo íntimo (un amparo, un refugio, una choza en una isla...). Escaneado con CamScanner
Compartir