Logo Studenta

Reflexión sobre el texto de Carretero, Jacott y López

¡Estudia con miles de materiales!

Vista previa del material en texto

Taboada Ordaz Ian Israel	
Reporte de lectura 6: “Comprensión y enseñanza de la causalidad histórica”
Carretero, Jacott y López.
Con el fin de introducirnos directamente en el tema, el capítulo consultado pretende explicar dos grandes corrientes de pensamiento existentes a la hora de querer brindar explicaciones de los fenómenos históricos; una es respuesta de la otra, pero ambas con grandes deficiencias en el cumplimiento de su labor, por lo que las y el autor de igual forma exponen algunas características que debería cumplir una tercera corriente que explique satisfactoriamente la naturaleza de los fenómenos históricos. Posterior a esto, presentan los resultados de un estudio tipo encuesta que ilustra ciertas concepciones que distintos estudiantes tienen sobre los acontecimientos históricos, y en este sentido plasman unas cuantas conclusiones respecto a la problemática planteada: ¿Cómo se comprende la causalidad histórica?
La primera gran corriente de pensamiento es la formulada por los positivistas, quienes parten del supuesto de que la ciencia es la única forma correcta de conocimiento, o bien que la ciencia es el conocimiento en sí (por lo tanto, incuestionable); en este sentido, entendemos que su modelo explicativo pretenda aplicar el conocido método científico tanto a las llamadas ciencias naturales como a las sociales, esto para establecer leyes generales como causa de los fenómenos a estudiar. No se duda en lo absoluto que dicho establecimiento de leyes generales, que de cierta forma son precisas e invariables, expliquen satisfactoriamente las causas de los fenómenos en las ciencias naturales; pero su deficiencia a la hora de meterse con las ciencias sociales es más que evidente. Es por eso que surge una segunda corriente de pensamiento, la formulada por von Wright, la llamada “intencionalista”. Con el fin de, ya no establecer leyes generales sino un modelo explicativo de acciones humanas, esta corriente se basa en el “silogismo práctico” pero aplicado a la inversa en el sentido de que se parte de la conclusión del esquema, que es la acción ya realizada por un sujeto histórico en cuestión, para construir un “argumento práctico” que se conforme por la intención de dicho sujeto histórico con la que llevó a cabo la acción. Las y el autor, seguido de la explicación, plasman una serie de cuestionamientos y críticas de las cuales podemos concluir que este modelo explicativo resulta de igual forma insatisfactorio, cuanto que es insuficiente; es decir, no podemos explicar la totalidad de un hecho histórico en sí, retomando únicamente las intenciones del accionar humano, siendo éstas solo una parte de un todo originador de determinado suceso histórico. Por lo tanto, el modelo explicativo ideal para las ciencias sociales y para la historia debe tomar en cuenta todos los factores que influyen en la dinámica social, así como la forma en la que se interrelacionan, para que de esta manera se obtenga una explicación satisfactoria de los procesos históricos; dicho en otras palabras:
una explicación más integral del proceso histórico de la sociedad debería implicar un análisis de la estructura social, en el cual se incluyan, tanto las acciones humanas como las condiciones sociales existentes.
La complejidad es más que evidente, puesto que estos factores influyentes pueden ser casi innumerables, y demuestran la necesaria creación de no uno, sino varios modelos o hipótesis aplicables según la relación de dichos factores. 
Ahora bien, toca entrar al apartado que explica y reflexiona sobre los resultados de la encuesta; misma que contempló a diversos estudiantes, que si aplicamos un paralelo a los niveles educativos mexicanos podemos decir que van desde sexto de primaria (11-12 años) pasando por secundaria, hasta estudiantes del bachillerato (17 años) y de ahí encontramos dos grupos de estudiantes de licenciatura, uno de psicología y otro de historia. Consistió en pedirles que ordenaran de mayor a menor importancia, seis tarjetas que representaban algunas causas del llamado descubrimiento de América. Evitaré profundizar en cómo cada grupo ordenó cada tarjeta, a fin de sólo rescatar las conclusiones generales, así como algunas reflexiones personales respecto al tema.
Los resultados del estudio son contundentes a mi parecer. De inicio, es importante decir que afortunadamente, la comunidad historiadora ha superado practicamente por completo, los modelos explicativos tanto positivista como intencionalista, siendo así consciente de que una explicación satisfactoria debe tomar en cuenta todo el entramado social. Sin embargo, es curioso que la población en general le siga atribuyendo mayor relevancia a las causas de tipo intencionalistas, las que implican motivación y acción humana; que si bien es cierto que mientras mayor es la edad, más consideran a las causas abstractas de tipo estructural-contextual de la sociedad, esto sólo se debe a mi parecer, a una mayor madurez cognitiva inmersa en el crecimiento natural del individuo, porque insisto, las causas intencionalistas no desaparecen de su concepción. Esto es en mayor parte gracias al sistema educativo; que a pesar de que en reportes anteriores he manifestado mi afinidad a la postura de que este tiene una gran base positivista, he de admitir que al menos al momento de explicar un hecho histórico, el profesorado recurre a estas causas que incluyen intenciones y acciones humanas como motor de la historia; la razón de este tipo de educación puede deberse a dos grandes aspectos, en mi opinión personal, claro. Un aspecto es la facilidad que esto implica; anteriormente se evidenció lo complejo que es considerar el gran número de variables que influyen en la dinámica social, por lo que tomar en cuenta sólo aquellas que hablen de las motivaciones de los actores históricos y de cómo llevan a cabo sus aspiraciones siempre será más sencillo de enseñar y aprender. El segundo es la afinidad que este método tiene con el papel político que tiene la historia para el Estado, como dadora de valores convenientes para este, a través de personajes históricos maniqueos que se nos presentan casi como divinidades al ser elementos aspiracionales para la población. Osease que, explicar que las motivaciones de determinado personaje histórico, dieron lugar a todo un proceso histórico, puede legitimar un proyecto de nación ideal; tómese de ejemplo contemporáneo la figura de Benito Juárez y de Madero, como ejes del discurso político del gobierno actual.

Continuar navegando