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Condicionamientos y metas I 1 Condicionamientos Hasta ahora hemos tratado de trazar algunos conceptos básicos en el tema del liderazgo personal: que el ser humano vive en un mundo de abundancia con las oportunidades al alcance de su mano, que ha sido liberalmente dotado de talentos y habilidades, y que tiene el poder de elección para ser lo que escoja ser. Pero falta todavía un tema: ¿Por qué no ejercita sus posibilidades? ¿Qué obstáculos encuentra? ¿Cómo puede crecer? ¿QUE ES EL CONDICIONAMIENTO? El ser humano es un ser integrado. No existe en realidad un ser interior y otro exterior. Su personalidad es una unidad integrada que se determina por la complicada amalgama de sus fuerzas interiores, cuando se encuentran y mezclan con influencias externas. Siendo un luchador nato, se encuentra a través de la vida con una serie de bloqueos que afectan el flujo de sus motivaciones innatas. A lo largo de su vida, se ve condicionado por la presión o la influencia de la familia, de los amigos, de la sociedad. Mucho de este condicionamiento puede ser y es bueno: no necesita cada generación inventar de nuevo la rueda. Hay que aprender de los demás, pero cada uno tiene su camino que abrir. El condicionamiento se convierte en obstáculo sólo en la medida en que impide cualquier nueva contribución. algunos seres humanos se encuentran detenidos por una barrera artificial. No utilizan su fuerza potencial porque se los ha condicionado para pensar que son débiles. LA INFLUENCIA DE NUESTRA FAMILIA Las influencias condicionan más que la presión o la experiencia. Ahora bien, la influencia de la familia puede actuar como condicionamiento positivo o negativo. En general se tiene un amor natural hacia la propia familia que nos conduce a ser leales a sus enseñanzas, buenas o malas. Se ha aprendido a apreciar el patrimonio cultural y la tradición familiar, sin embargo, en muchos casos la familia puede restringir de tal manera la imagen propia y la confianza en sí mismo que, al llegar a la madurez, existen una serie de bloqueos para el liderazgo. Si la personalidad de un joven o adolescente ha sido conformada por la influencia diaria del negativismo, difícilmente se podrá contar con esa confianza natural para enfrentar la vida y perseguir con generosidad unas metas. Ante esta realidad, no hay que olvidar que el hombre es el arquitecto de su propio destino. EL AMBIENTE SOCIAL Ninguna persona es una isla. El adulto, como el niño, está sujeto al condicionamiento de las influencias exteriores y la familia no es la única fuente de influencia. Otra fuente de influencia es el entorno. Es irremediable. Lo que no es bueno es que, en la medida en que el hombre entrega su identidad e individualidad al entorno y se ve absorbido por el mismo, se vuelve mediocre. Cada persona es única en la creación y tiene algo que dar. Hay que ser sociales, pero no perder la propia individualidad. Conformarse al tipo medio de ser de las personas que nos rodean, es cortar infinitas posibilidades de hacer algo valioso en la vida. La masificación es un cáncer del liderazgo. "¿A dónde vas Vicente? A donde va la gente". Siempre el líder es aquel que ha ido más allá de donde ha llegado el común de la humanidad. Hay que aprender a vivir insatisfecho de lo alcanzado en el entorno, para querer siempre más. Si no se ejerce el liderazgo personal se está destinado en la vida a oscilar siempre dentro de una clase de personas condicionadas donde la mediocridad es la norma y donde el éxito consiste solamente en pasar por la vida con el menor número posible de heridas. Cuando una persona se hace al ambiente, tendría que aceptar sobre su tumba este epitafio: "Murió a los 20 años. Fue enterrado a los 60. http://formacionenlinea.academica.mx/mod/book/view.php?id=72715&chapterid=7831 ERRORES Y FRACASOS Existe una tercera influencia condicionante a la que todas las personas están sujetas: su propia experiencia. No se nace con un conocimiento del mundo, y por ello es natural que en su proceso de aprendizaje cometa errores y experimente fracasos. La secuencia natural sería: intentar, fracasar, adaptarse, intentar de nuevo. Pero el hombre es muy sensible. Los errores lo molestan. Un fracaso puede ser muy destructivo para su yo, sobre todo, si el ambiente en el que creció era muy perfeccionista. El fracaso paraliza por el miedo a cometer otro error. A su vez esto produce timidez. Lo que está en juego no es el fracaso en sí mismo. Es una cuestión de actitud. La actitud de una persona puede fortalecerla o destruirla. Si considera los errores un paso atrás, será un fracasado. Si los considera ladrillos de construcción, sus fracasos servirán para darle más fuerza. A nadie le gustan los fracasos, pero ellos señalan el progreso de la humanidad. El fracaso puede ser un obstáculo muy poderoso en nuestro crecimiento. Asegura el estrechamiento progresivo de la personalidad e impide la experimentación. Por ello, la verdad es que debemos tener más miedo a no cometer errores que a cometerlos. El hombre que no arriesga por excesivo temor a cometer errores, obviamente no los cometerá; pero tampoco crecerá. Para que un ser humano logre una actitud saludable hacia los errores y fracasos, debe considerarlos como oportunidades de desarrollar su liderazgo personal. Debe aprender que las condiciones sólo se convierten en problemas si las acepta como tales y que, donde no hay lucha, no hay progreso.
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