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- 105 - LA FUNCIÓN DE LOS ANIMALES PORTADORES EN LA TRANSMISIÓN DE LA FIEBRE AFTOSA G.R. Thomson Onderstepoort Institute for Exotic Diseases, Private Bag X06, Onderstepoort 0110, Sudáfrica Original: Inglés 1. INTRODUCCIÓN La fiebre aftosa es una infección viral que puede difundirse velozmente de manera horizontal entre animales de pezuña hendida infectados y susceptibles. En la gran mayoría de los casos, la transmisión tiene lugar después de un contacto físico o cercano entre individuos agudamente infectados y susceptibles; se encuentra un alto nivel de virus de fiebre aftosa en todas las secreciones así como en los aerosoles derivados principalmente de los conductos respiratorios de los animales durante 1 a 3 días antes y 7 a 14 días después de la aparición de lesiones (97, 30, 67, 98, 38, 113). La orina y las heces contienen cantidades variables pero generalmente más bajas de virus (67, 114). Con menor frecuencia el virus se difunde mecánicamente entre animales infectados y susceptibles por vía de productos animales contaminados (por ej. leche y carne), fomites, vehículos o personas (67). Ocasionalmente el virus de la fiebre aftosa es transportado a largas distancias por aerosoles aerotransportados sobre el territorio (hasta unos 10 km.) o superficies de agua (a veces cientos de kilómetros) si las circunstancias climáticas y otras son adecuadas (52, 38). Además de estas variadas formas de transmisión, desde hace unos 100 años se sospecha que los bovinos recuperados de la fiebre aftosa también pueden en ocasiones desencadenar focos de la enfermedad. Pese al prolongado lapso transcurrido desde que se enunciara por primera vez esta posibilidad y a los numerosos estudios realizados, este modo de transmisión es el menos conocido de todos. Algunos indicios circunstanciales señalan que ocurre con muy poca frecuencia pero no se ha determinado aún si requiere un conjunto determinado de circunstancias o si se trata meramente de un fenómeno estocástico infrecuente. Durante la etapa inicial de la infección en los bovinos, se ha descubierto que el virus es particularmente abundante en la mucosa de la faringe, el velo del paladar y el esófago anterior, así como en las respectivas mucosidades, pese a que las lesiones se desarrollan principalmente en la piel en la zona de unión de la pata y la pezuña y en la mucosa bucal, después de la difusión del virus desde el punto inicial de replicación en la faringe (119, 22, 24, 87). En los animales de criadero, la fuente habitual de infección es la inspiración de aerosoles que contienen virus; se ha observado a veces que la infección inicial en los focos que involucran a porcinos tiene a menudo lugar por vía oral, pese a que se ha descubierto que para iniciar una infección por vía oral en los porcinos se necesitan dosis más elevadas de virus (unas mil veces más que para la infección por vía respiratoria) (111). El tamaño de las partículas de aerosol (aproximadamente 6µm en promedio) determina en gran medida el lugar del tracto respiratorio donde se depositan, que puede ser cualquier punto desde las vías nasales hasta los alvéolos (51). Por esto resulta difícil explicar por qué los virus predominan en la región de la faringe, al menos en los bovinos. En parte, la explicación puede ser la que ofrecen Burrows et al. (24), quienes sostienen que la faringe está expuesta directamente a los virus por inhalación e ingestión e indirectamente a los virus desplazados por los mecanismos muco-ciliares desde los pasajes nasales y los pulmones y de los virus ingeridos que han sido regurgitados durante la rumia. En un estudio efectuado recientemente se ha hallado ácido nucleico viral en los tabiques alveolares de bovinos 6 a 18 horas después de la exposición a aerosoles que contenían virus (20), lo que indica una participación pulmonar temprana. La mucosa faríngea no sólo está involucrada tempranamente en la patogénesis de la fiebre aftosa en los bovinos sino que en esta especie, así como en otros rumiantes, el virus puede persistir en ese lugar durante meses y a veces años después de la recuperación, cuando ya no puede ser detectado en ningún otro órgano o tejido. En cambio, en los porcinos la replicación inicial de los virus después del contacto respiratorio tiene lugar en los pulmones (111) y los virus de la fiebre aftosa no persisten ni en los pulmones ni en la faringe (véase más abajo). Los animales en los cuales el virus de la fiebre aftosa persiste más de 4 semanas en la región faríngea se denominan generalmente portadores (10, 93, 126) aunque la demostración de la persistencia viral es, en sí misma, insuficiente para cumplir los criterios de un portador en el sentido epidemiológico1. Para cumplir los requisitos de un portador el virus debe no sólo persistir en un animal sino que éste debe ser capaz de transmitir la infección. Calificar de portadores a 1 Según la definición de Martin et al. (1987), un portador es un animal infectado que difunde organismos patógenos o potencialmente patógenos, aunque permanezca clínicamente normal. - 106 - todos los animales persistentemente infectados con el virus de la fiebre aftosa es desafortunado porque ha dado lugar a la suposición de que cualquier animal persistentemente infectado es capaz de transmitir la enfermedad (108). Aunque tal pueda ser el caso, también puede no serlo. Por este motivo en esta ponencia se procura establecer una distinción entre la mera persistencia viral y la auténtica condición de portador. La identificación de portadores de la fiebre aftosa y la comprensión de su papel en la iniciación de focos son cada vez más importantes. Ello se debe a que, en primer lugar, últimamente se ha progresado considerablemente en la erradicación de la fiebre aftosa en varias regiones del mundo (por ej., en Europa occidental y en algunas partes de América del Sur), para las cuales es económicamente importante mantener o mejorar su situación al respecto. A esto hay que añadir que actualmente los países pueden ser reconocidos libres de fiebre aftosa por la OIE. Con la liberalización del comercio internacional de animales y productos agrícolas, propiciada por la Organización Mundial del Comercio, podría aumentar la posibilidad de que animales portadores introduzcan la fiebre aftosa en regiones que habían logrado erradicarla, no sólo porque los portadores son más difíciles de identificar que los animales enfermos, sino también porque las poblaciones animales de países libres de la enfermedad son plenamente susceptibles debido a la ausencia de inmunización. En segundo lugar, el estado portador es al menos uno de los medios por los cuales el búfalo africano (Syncerus caffer) mantiene los virus de tipo SAT (59, 60, 116). La existencia de tipos SAT en el búfalo africano significa que los países de Africa que tienen la fortuna de poseer animales salvajes en abundancia deben equilibrar los beneficios ecológicos y de otro tipo que ofrece la conservación de este tipo de animales con las restricciones al comercio de productos animales que su existencia engendra (114). Por lo tanto, es crucial plantearse si las normas que rigen el comercio internacional de ganado y sus productos son apropiadas a la luz de nuestro conocimiento actual de la función de los portadores, tanto salvajes como domésticos, en la transmisión de la fiebre aftosa. 2. IMPORTANCIA BIOLÓGICA DE LOS PORTADORES Las infecciones con altos índices reproductivos, es decir, las que pueden difundirse con gran celeridad, como el virus de la fiebre aftosa, tienen el inconveniente intrínseco de que rápidamente se agotan los animales susceptibles de infección (los animales recuperados de la infección son usualmente inmunes) a menos que la población huésped sea muy extensa. Para combatir una situación que podría llevar a la autoextinción, estas infecciones recurren a diversas estrategias. Lo común es que varíen los antígenosque inducen la inmunidad para soslayar de este modo la respuesta inmune de la población huésped (9) o establezcan portadores que mantienen la infección en animales individuales hasta que en la población se pueda reclutar un número suficiente de animales susceptibles (generalmente animales nacidos después de la epizootia y cuya inmunidad materna se ha desvanecido) para sustentar otra epidemia (127). El virus de la fiebre aftosa utiliza rara vez ambas estrategias y hay motivos para pensar que la variación antigénica en los virus de fiebre aftosa depende, al menos hasta cierto punto, de eventos en la región faríngea de animales persistentemente infectados. 3. PERSPECTIVA HISTÓRICA Es una ironía observar que la mejor prueba de la importancia de los portadores en la iniciación de focos de fiebre aftosa son informes acerca de casos de la enfermedad aparecidos en circunstancias en que había una certeza razonable de que no se habían introducido nuevos animales y que la única explicación posible era la participación de portadores. Estos casos se han citado reiteradamente en otros estudios, por lo que no los repetiremos aquí sino que nos limitaremos a dar una lista de referencias en las cuales se pueden hallar estos informes: (71, 13, 21, 86, 91, 88, 107, 17, 102, 67, 64, 117). 4. CONOCIMIENTOS ACTUALES SOBRE LA PERSISTENCIA VIRAL EN DIFERENTES ESPECIES 4.1. Bovinos La mayor parte de las investigaciones sobre la persistencia de la fiebre aftosa se refieren a la situación de los bovinos en los cuales se ha demostrado indiscutiblemente que en una proporción variable de los animales (frecuentemente más de la mitad), se puede recoger el tipo correspondiente del virus de fiebre aftosa en muestras esofago-faríngeas (EF) recogidas entre un mes y varios años después de la infección (118, 106, 22, 19, 57, 30, 58, 105, 4, 80, 60, 56) mediante un dispositivo originalmente confeccionado por Grae & Tallgren (118, 107, 64), consistente en una cucharilla unida a un cable (llamada sonda esofágica o "probang", o "probang-cup"). Estas investigaciones indican que los 7 tipos de virus de fiebre aftosa son capaces de inducir una infección persistente durante un máximo de 42 meses (56). No obstante, es probable que la eficiencia de cada cepa de virus varíe a este respecto, aunque hay factores de confusión tales como la observación de que la dosis de virus a la que los animales están expuestos influye sobre el número resultante de animales persistentemente infectados (117) y la probabilidad de que los animales individuales tengan una capacidad variable de sustentar infecciones persistentes (109). - 107 - La irregularidad de la presencia de virus de fiebre aftosa en secreciones EF recogidas con muestreo por sonda esofágica de animales persistentemente infectados (Cuadro 1) resta fiabilidad a este método tradicional de detección de infecciones persistentes. Algunas observaciones indican que el uso de la reacción en cadena de la polimerasa (PCR) para identificar el virus de la fiebre aftosa en muestras EF recolectadas mediante sondas esofágicas es un poco más sensible que el aislamiento del virus mediante cultivos celulares (87, 41), pero las muestras EF pueden contener sustancias que interfieren con la PCR, por lo que se ha propuesto un método que combina la inoculación de cultivo celular y la PCR para detectar la infección persistente (66). Sin embargo, la falta de precisión al recoger la muestra correcta convierte el método de la sonda esofágica en una técnica de "acierto o error", especialmente si es realizada por diagnosticadores inexperimentados. En la actualidad, varios laboratorios investigan la posibilidad de utilizar métodos serológicos con este fin y especialmente para diferenciar los bovinos cuyos anticuerpos son inducidos por vacunación de los animales infectados. Al parecer se han publicado datos prometedores sobre una prueba de inmunotransferencia-blotting vinculada a enzimas (16), pero se precisa una evaluación más detallada. En los bovinos, los lugares en que persiste el virus, según mediciones de la infecciosidad de tejidos recuperados en la necropsia de animales infectados experimentalmente con virus virulentos, son principalmente la mucosa faríngea, el dorso del velo del paladar y el esófago anterior (22, 23). Empero, en los bovinos infectados con cepas virales atenuadas para esa especie, el virus se recogió con mayor frecuencia y se presentó en los niveles más elevados en la zona de las amígdalas en la faringe (23). Una investigación ulterior mediante la reacción en cadena de la polimerasa ha indicado que la replicación viral tiene lugar principalmente en la faringe de los bovinos, basándose en que la presencia de ARN de sentido negativo se demostraba regularmente en esa región pero no en el esófago anterior. De ahí se infiere que el virus presente en el esófago anterior no se origina en ese lugar. Es posible que la mayor parte de los virus en las muestras EF esté vinculada al mucus (119). Queda por determinar cuáles son las células que sustentan la replicación viral en la faringe y cuál es la estrategia de replicación que utiliza el virus. Este es el principal enigma de la investigación en este campo; ¿por qué nadie ha sido hasta ahora capaz de resolverlo pese a los considerables esfuerzos realizados? No han faltado las serias tentativas de investigadores competentes para identificar las células en las cuales se replica el virus, como lo atestigua el ritmo de publicaciones sobre la cuestión (126). Las técnicas tales como la inmuno-histoquímica, la inmunofluorescencia y la hibridación in situ han fallado por razones desconocidas. La histología tampoco ha sido muy útil pues no se han observado lesiones microscópicas evidentes en la faringe de animales con infección persistente (93). Aparte de haber hallado ARN de sentido negativo en la faringe, lo que indica una activa replicación en curso (87), la estrategia de replicación de las infecciones persistentes de la fiebre aftosa es desconocida, pese a las especulaciones formuladas al respecto (126, 94). El primer informe de Van Bekkum y sus colegas (118) sobre la identificación de virus persistente en secreciones EF de bovinos recuperados de la fiebre aftosa es un jalón en las investigaciones sobre esta enfermedad tanto porque fue el primer informe sobre la persistencia viral en la región EF de los bovinos como por la descripción que ofrece de las principales características del fenómeno, que fueron más tarde confirmadas por otros investigadores, a saber: i) en una alta proporción de bovinos la persistencia viral en la región EF puede ocurrir después de la infección y la proporción de animales persistentemente infectados disminuye a medida que aumenta el lapso transcurrido desde la infección, en tanto que la mayor parte de los animales elimina la infección en un plazo de 4 a 5 meses (Cuadro 1); en el experimento que describieron, 10/13 (77%) de los animales se tornaron persistentemente infectados, condición que perduró de 5,5 a 8 meses. Van Bekkum et al. (118) utilizaron el término “saliva” para describir las muestras EF que examinaron, lo que más tarde suscitó alguna confusión ya que el virus de la fiebre aftosa no puede recogerse en la verdadera saliva más de una semana después de la infección (113), ii) generalmente, de las secreciones EF sólo pueden recuperarse bajos niveles de virus y el virus puede también ser detectable sólo de manera intermitente; además los niveles de virus tienden a decrecer con el tiempo (Cuadro 1), iii) los animales inmunizados ulteriormente expuestos a la infección pueden tornarse persistentemente infectados aunque no lleguen a desarrollar la enfermedad, esto es, después de una infección no aparente (Cuadro 1). Cuadro 1 Parámetros de infección persistente de virus de fiebre aftosa en bovinos - 108 - Proporción de animales con virus en secreciones EF (%) Duración de la persistencia viral(meses) Niveles de virus (log10/ml) Virus presentes intermitente- mente en las secreciones EF Persistencia detectada en animales vacunados (V) o no vacunados (NV) Referencia 77 (E) 4 - 8 "reducido" Sí V y NV 118 35 50 (E) 56 ≤ 3 4 6 ND ND V y NV 106 100 (E) 50 1 6.5 0.3 - 2.9 ufp Sí V y NV 22 18-23 (T) 3-20 7 12 23/25 >1.0 TCID50 ND V y NV 57 38 (T) 5.4 6 12 ND ND V 58 29 27 24 (T) 16 1 1.5 - 2 2 - 3 3 - 4 ND Sí V y NV 105 59-83 64-67 (E) 40-60 1 2 3 0.9 - 2.2 ufp 0.7 - 1.4 0.4 - 0.9 ND V y NV 109 3.4 (E) 0.49 ND ND ND V NV 4 47 40 (T) 47 20 2 4 6 8 ND Sí ND 94 E: investigación experimental T: investigación de terreno ND: no determinado pfu: unidad formadora de placa TCID50: dosis infectante en cultivo celular 50% Hasta el momento no hay indicación de que un determinado grupo de edad o sexo de bovinos sea más propenso que otro a desarrollar la infección persistente con virus de fiebre aftosa (57, 54). No se ha determinado aún si la aparente mayor susceptibilidad a la fiebre aftosa de las razas bovinas Bos taurus en comparación con Bos indicus (84) se expresa en diferencias en las capacidades de ambas variedades para mantener la infección persistente. Se ha identificado una amplia variedad de razas de bovinos persistentemente infectados con fiebre aftosa y no hay una propensión más acusada en ningúna raza (94), aunque se ha señalado ocasionalmente en Zimbabwe que los bovinos Brahman tienen mayor capacidad para mantener la infección persistente que otras razas bovinas. Se ha demostrado la superinfección de la faringe de bovinos con diferentes tipos de virus de fiebre aftosa y en tales circunstancias dos o más virus pueden coexistir durante largos periodos (109, 54). Los primeros informes de persistencia viral en las patas de los animales, en sus tractos urogenitales (el virus detectado en orina concentrada) y en la sangre (83, 18, 124, 125) no fueron confirmados por Van Bekkum y colaboradores (118) y no lo han sido desde entonces (22, 30). Sin embargo, en un documento de trabajo se afirma que se encontró intermitentemente el virus de la fiebre aftosa en el semen de un toro durante un máximo de 42 días (31, 117) y se ha sostenido que 7/22 toros exentos de fiebre aftosa durante al menos seis meses presentaban el virus de la enfermedad en el semen (89). No hay otros informes que refuten o confirmen estos resultados. 4.2. Ovinos La infección persistente de ovinos con virus de fiebre aftosa ha sido menos extensamente estudiada que en los bovinos, pero se ha observado una persistencia de hasta 12 meses (78, 100). En circunstancias normales los individuos probablemente mantienen la infección durante no más de 1-5 meses (23). Los resultados de un estudio efectuado recientemente en Anatolia (Turquía) indican que 16,8% de 469 ovinos analizados mediante - 109 - sondas esofágicas tras un foco de fiebre aftosa tenían infección persistente en comparación con 18,4% de bovinos de la misma localidad, aunque no se especificó cuánto tiempo después del foco se habían recogido las muestras (54). En cuatro ovejas se identificó una infección mixta con tipos A y O. En cambio, un estudio de terreno sobre ovinos nativos de Kenya no dio pruebas de que una infección persistente sucediera a una infección natural con diversos tipos de virus de fiebre aftosa (5). Las diferencias de susceptibilidad a la fiebre aftosa entre razas de ovinos así como la variación de la patogenicidad de las diversas cepas de virus para los ovinos podrían explicar la discrepancia de los resultados en Anatolia y Kenya (48, 78, 5). Burrows (23) indica que en los ovinos el virus persistente fue recogido principalmente y en mayor concentración en la zona de las amígdalas y no, como en los bovinos, en la mucosa de la faringe y el dorso del velo del paladar. 4.3. Caprinos En un estudio experimental en la India se halló que 93, 56, 44, 37, 25, 12 y 6 por ciento de caprinos presentaban virus persistente (de tipo no determinado) en sus secreciones EF durante 2, 3, 4, 5, 6, 7 y 8 semanas respectivamente después de la infección, en tanto que 7 animales de los 116 de un rebaño infectado tenían infección persistente en un momento estimado en 2-3 meses después de la infección (103). En comparación, en un estudio experimental de muy buena calidad efectuado en Kenya con virus de tipo O y SAT 2 se observó que no se desarrollaba una infección persistente en 24 caprinos experimentalmente infectados pese a que una elevada proporción de los animales tenía altas concentraciones de virus (hasta 104.0 /ml) en muestras EF recogidas poco después de la infección (5). El mismo estudio permitió comprobar que sólo 1 de 346 caprinos analizados con sonda esofágica en 5 localidades endémicas en Kenya estaban persistentemente infectadas, en comparación con 10/676 infecciones persistentes detectadas en bovinos en las mismas localidades. Estos datos limitados indican que los caprinos, al igual que los ovinos, desarrollan infección persistente con menos frecuencia y por periodos más breves que los bovinos. 4.4. Porcinos La recapitulación de los resultados demuestra que los porcinos no siguen albergando virus de fiebre aftosa más allá de 8-10 días y sin duda no más allá de 28 días después de la infección (99, 117, 85) pese a que durante la fase aguda de la infección excretan aproximadamente 3.000 veces más virus que los bovinos (38). Los porcinos de Africa que viven en libertad, como los facóqueros (Phacochoerus aethiopicus) y los potamóqueros (Potamochoerus porcus) tampoco albergan virus de fiebre aftosa tras la fase de infección aguda (59). Falta averiguar la razón por la cual la mayor parte de los rumiantes y los porcinos difieren en su capacidad de mantener la infección persistente. Salt ha avanzado algunas sugerencias al respecto. (94). 4.5. Búfalos acuáticos Es sorprendente que el comportamiento de los virus de la fiebre aftosa en búfalos acuáticos (Bubalus arnee), que están domesticados en varias regiones del mundo, haya sido mucho menos estudiado que en el búfalo africano salvaje (véase infra), pero sería arriesgado extrapolar las características de la interacción del virus de la fiebre aftosa del búfalo africano al búfalo acuático pues se trata de géneros diferentes pese a su apariencia similar. Además, los virus de tipo SAT generalmente vinculados a los búfalos africanos son exclusivos de Africa. Los búfalos acuáticos, contrariamente a la variedad africana, desarrollan regularmente lesiones características de la fiebre aftosa a pesar de que su susceptibilidad a la enfermedad y la gravedad de las lesiones puedan variar de profundas a no aparentes (92, 82). En búfalos acuáticos infectados experimentalmente se ha detectado persistencia viral durante dos meses en secreciones EF (82) y un informe procedente de Brasil proporciona pruebas indirectas de la persistencia del virus en estos animales hasta 24 meses (53). 4.6. Llamas Los resultados disponibles son limitados pero indican que las llamas (Lama glama) no albergan virus de fiebre aftosa después de la fase aguda de la infección (32, 72). 4.7. Cérvidos De las 10 especies de cérvidos que según se sabe han sido infectadas por el virus de la fiebre aftosa (61), varias son capaces de mantener una infección persistente. Entre las cinco especies que se encuentran en Gran Bretaña, el gamo (Dama dama) y el ciervo sika (Cervus nippon) han desarrollado regularmente la infección persistente, lo que es ocasional en el ciervo común (Cervus elaphus). Por otra parte, el corzo (Capreolus capreolus) y el - 110 - muntjak (Muntiacus muntjak) no lo hicieron (45, 49). Unos 63 días después de la infección, en la mitad de los gamos todavía se podían detectar virus en sussecreciones EF (45) y tanto en los gamos como en los ciervos sika la concentración de virus en las secreciones EF era en promedio de 104.6 TCID50 por muestra 28 días después de la infección (49). En los Estados Unidos de América se ha demostrado que el ciervo de cola blanca (Odocoileus virgininianus) mantiene el virus de la fiebre aftosa hasta once semanas (77). 4.8. Búfalos africanos La mayor parte de las poblaciones de búfalos africanos (Syncerus caffer) en libertad, al menos en Africa austral, tienen altos índices de infección con virus de fiebre aftosa de tipo SAT, excepto en el extremo más meridional de su distribución (43). En el Parque Nacional Kruger de Sudáfrica, por ejemplo, más del 80% de los búfalos de todas las edades son serológicamente positivos a los tres virus de tipo SAT en pruebas efectuadas con la técnica ELISA de bloqueo (11), aunque hay una menor proporción de positivos identificados con las pruebas de neutralización (113). Los índices de infección persistente determinados mediante identificación de virus de fiebre aftosa en muestras EF de búfalos también son elevados, variando de 40 a 60% de los animales examinados (59, 60, 6, 8). No obstante, en ocasiones se han encontrado en algunos grupos de búfalos unos índices muy inferiores de infección persistente, aunque no está claro si estos índices reflejan la situación real o simplemente una técnica ineficiente de muestreo y procesamiento (112). La concentración de virus en secreciones EF puede llegar a 105.2/ml durante la fase aguda de la infección, pero una semana después de la infección cae generalmente a niveles más bajos; sin embargo, se ha informado de concentraciones superiores a 104/ml (6, 33). Algunos animales pueden individualmente mantener la infección por periodos de al menos 5 años (27), pero un número considerable de animales no mantienen la infección persistente durante periodos prolongados, pues la proporción de animales persistentemente infectados disminuye tras haber alcanzado un máximo en el grupo de edad de 1-3 años (60, 8). Algunos individuos pueden albergar más de un tipo de virus de fiebre aftosa en la región faríngea (59, 6), pero todavía no se ha localizado el lugar exacto de persistencia. 4.9. Antílopes Se dispone de datos serológicos que indican infección en al menos 15 especies de antílope (28, 61, 55, 7), pero sólo se ha demostrado la persistencia viral en el cudú (Tragelaphus strepsiceros), en el cual se detectó el virus en secreciones EF durante 106-140 días después de una infección artificial (59). En la misma investigación, dos gnu (Connochaetes taurinus) presentaron virus SAT 1 en sus secreciones EF hasta 45 días después de la infección, pero en un estudio ulterior (3) no se demostró la persistencia en esta especie. En el elán del Cabo (Taurotragus oryx) se recogió virus de las secreciones EF hasta 32 días según una investigación (2), pero otro estudio no dio los mismos resultados (4). Se encontró persistencia transitoria - hasta 56 días - en el antílope negro (Hippotragus niger) (44). Algunos estudios experimentales no han podido demostrar la persistencia viral en impalas (Aepyceros melampus) (59, 3), que de los antílopes del Africa austral son los más frecuentemente afectados por la fiebre aftosa (115, 7). 5. RESPUESTAS INMUNES EN RELACIÓN CON LA INFECCIÓN PERSISTENTE Después de que Van Bekkum et al., (118) hallara que bovinos inmunizados que habían resistido a la infección se resultaban sin embargo persistentemente infectados, Sutmöller (109) halló que los bovinos vacunados, los inmunizados pasivamente y aquellos con inmunidad no adquirida llegaban al mismo estado con igual facilidad. La aparente incapacidad de respuestas inmunes para prevenir o influenciar el curso de las infecciones persistentes ha sido corroborada por otras investigaciones (22, 57, 108, 105). En cambio, estudios más recientes han indicado que los animales vacunados pueden ser menos propensos a la infección persistente que los bovinos no inmunizados (90, 35) y anteriormente se había sugerido que un nivel muy alto de anticuerpos podía conferir resistencia a este respecto (58). Datos de terreno procedentes de Africa Oriental, que dan cuenta de una incidencia de la infección persistente más alta en las zonas no vacunadas que en aquellas donde se practicaba comúnmente la inmunización, respaldan el argumento de que la vacunación puede tener un efecto (4), aunque estos resultados pueden haber sido consecuencia de la inmunodepresión causada por la actividad viral. Una vez establecida la infección persistente se encuentra una sostenida estimulación inmunológica sistémica porque en la mayor parte de los animales la respuesta de anticuerpos humorales al tipo correspondiente de virus es más prolongada que lo esperado y se ha descubierto que esto se aplica no sólo a los bovinos sino también al búfalo africano y al cudú (58, 63, 79). Para complicar el problema, una pequeña proporción de bovinos persistentemente infectados no tenían anticuerpos humorales detectables (57, 109), lo que significa que no se puede excluir la presencia de infección persistente en algunos animales basándose en la ausencia de un anticuerpo circulante. - 111 - Los niveles de anticuerpo local neutralizante en la faringe son más elevados en bovinos persistentemente infectados en comparación con animales recuperados de la infección (75) y los niveles específicos de IgA son también más altos, independientemente de que los animales estén o no vacunados (94). Esto indica que, como es generalmente el caso de la respuesta humoral, el virus persistente en la faringe estimula permanentemente la inmunización. No se sabe si los bovinos persistentemente infectados que carecen de anticuerpos circulantes tampoco logran producir una respuesta local inmune. En algunos estudios de laboratorio, el tratamiento de muestras EF con triclorofluoroetano ha aumentado la concentración del virus recuperado, posiblemente por disociación de complejos virus/anticuerpos (109, 80), pero no se trata de un resultado universal. Cualquier función posible de las respuestas inmunes por mediación celular a la infección por fiebre aftosa es todavía en gran parte una cuestión de especulación (126, 94). 6. VARIACIONES GENÓMICAS Y ANTIGÉNICAS ASOCIADAS A LA INFECCIÓN PERSISTENTE Como la mayor parte de los virus ARN, el de la fiebre aftosa probablemente existe como cuasi especie, esto es, en combinaciones complejas de genomas afines que funcionan como un conjunto (42, 65, 36, 73). Esto se debe a la falta de mecanismos de verificación durante la replicación del ARN que permite que se produzcan sustituciones de nucleótidos a un coeficiente un millón de veces superior al que tiene lugar durante la replicación del ADN (65). Las exigencias de funcionalidad excluyen la variación ilimitada y el coeficiente de fijación de mutaciones en animales persistentemente infectados es de 0,8 x 10-2 a 7,4 x 10-2 sustituciones por nucleótido por año, lo que es superior al coeficiente registrado durante los episodios agudos de la enfermedad, cuando la norma es la transmisión horizontal (36, 73). La recombinación intratípica e intertípica entre dos virus que pueden coexistir en la faringe de animales persistentemente infectados proporciona otro mecanismo por el cual pueden ocurrir mutaciones más notables (76, 70). Pese a la capacidad de rápida evolución antigénica durante la infección persistente entre virus de fiebre aftosa, el alcance que esto puede tener en el terreno no es claro pues se han publicado resultados no concordantes (Cuadro 2) y tampoco existen informes inequívocos de que las variaciones antigénicas u otras variaciones fenotípicas hayan sido biológicamente significativas. En el Cuadro 2 se resumen los datos sobre la variación fenotípica (por ej., dimensión de la placa, infecciosidad para una especie particular, variación antigénica y virulencia) en virus recuperados de animales persistentementeinfectados. Intuitivamente, se puede presuponer que es probable que uno u otro de los resultados generales es correcto, es decir, la variación viral tiende o no a producirse en ganado persistentemente infectado. Empero, Holland et al. (65) han observado que incluso entre virus ARN que tienden a evolucionar rápidamente se comprueba a veces una estabilidad a largo plazo de los genomas virales, lo que puede corresponder al concepto evolutivo de "equilibrio intermitente", que es cada vez más aceptado por la biología evolucionista (104). Los autores sostienen además que la rápida evolución de virus ARN es fomentada por condiciones que llevan a una pérdida del equilibrio de la población a causa del cambio ambiental. Esto podría deberse a una infección secuencial de nuevos huéspedes o, lo que es más probable en el contexto de la infección persistente, de tipos de células. La selección inmune ejercida por los anticuerpos presentes en la faringe de animales persistentemente infectados puede ser un ejemplo de cambio ambiental, aunque se ha demostrado claramente que la variación antigénica puede ocurrir en ausencia de presión inmune (37). Por lo tanto, los informes aparentemente no concordantes sobre la aparición de características antigénicas u otros rasgos fenotípicos (Cuadro 2) no son necesariamente contradictorios. Cuadro 2 Variación genómica o fenotípica localizada en los virus de fiebre aftosa involucrados en la infección persistente de animales Tipo de Variación fenotípica Especie animal virus de fiebre aftosa Variación genómica Antigénica Infeccio-sidad Patogenicidad de la virulencia Dimensión de la placa Otras Refe- rencia Bovino A, C + + 107 Bovino SAT 3 + 57 Bovino SAT 1 – 58 - 112 - Bovino C + + pH y sensibili- dad al calor 105 Bovino O + – Calor y sensibili- dad al pH 109 Bovino O + + + Produc- ción de interferón 68 Ovino A 5 + 14 Bovino A 5 + 1 Bovino C 3 + 29 Bovino C 3 + + 47 Bovino NS – 95 Bovino O + ± 73 Búfalo africano SAT 2 – 33 Búfalo africano SAT 2 + ± 123 + : resultado positivo – : resultado negativo ± : resultados indeterminados o no concordantes espacio en blanco : sin datos Cualquiera sea el mecanismo (o los mecanismos), de la secuenciación de una porción del gen ID (VP1) de virus de tipo SAT recogida en búfalos africanos persistentemente infectados del Parque Nacional Kruger de Sudáfrica, que abarca una zona relativamente pequeña donde viven en libertad 17.000 a 30.000 búfalos, se desprende que el alcance de la heterogeneidad genómica es considerable (Figura 1). Esta heterogeneidad intratípica resulta superior a la que se ha comprobado en la variación genómica de virus recogidos de animales domésticos persistentemente infectados en regiones de superficie similar o superior que albergan a un mayor número de animales (121, 69). Esto podría deberse a la ausencia de intervención humana en la transmisión de la fiebre aftosa en reservas salvajes, lo que permite que una alta proporción de animales resulte infectada por lapsos más prolongados. Figura 1 Arbol de parentesco (corrección de Jukes & Kantor) de virus SAT 2 recogidos en muestras esofago-faríngeas de búfalos del Parque Nacional Kruger (Sudáfrica) entre 1986 y 1995 (Dendrograma facilitado por A.D. Bastos, Onderstepoort Institute for Exotic Diseases, Sudáfrica) - 113 - 99┌ KNP33/89 96┌──────────┤ 65┌────────────┤ └──── KNP19/89 ┌────┤ │ 99│ │ └─ KNP07/88 ┌──────────────────────────────┤ │ │ │ └────────────── KNP93/91 │ │ │ │ ┌────────────── KNP18/95 │ └───────────┤ │ 92└───── KNP31/95 │ │ ┌─────────────────────────────────────────── KNP155/91 │ │ │ │ 97┌───── KNP07/86 │ │ ┌─────────────────────┤ ├────────────┤ │ └─────────────────── KNP08/86 │ 52└───┤ │ 38│ ┌────────────────────────────────────── KNP13/89 │ └─────┤ │ 48└─────────────────────── KNP07/91 │ │ ┌─────────────────────────────────── KNP09/93 │ │ │ │ ┌──────────────────────── KNP14/88 │ │ │ └──────┤ │ ┌───────────────── KNP10/88 44└───────────────────────┤ │ 99└────────────┤ ┌────── KNP08/88 79└──────────────┤ 98└───── KNP09/88 Escala : cada — equivale a una distancia de 0.1784% El árbol fue derivado de secuencias de nucleótidos de una porción del gen 1D de cada organismo aislado (121, 122, 123). Los valores indicados en los nodos indican los porcentajes obtenidos por 500 determinaciones efectuadas en doble según la técnica del "bootstrap". En trabajos experimentales realizados recientemente con búfalos africanos persistentemente infectados con virus SAT 1 y SAT 2 ha sido interesante observar que, a pesar de que en dos virus de fiebre aftosa coexistentes que persistían en un búfalo se produjeron sustituciones de nucleótidos de un coeficiente lineal aproximadamente igual (1,54% y 1,64% sustituciones de nucleótidos por año), los SAT 2 aislados experimentaron rápidos y visibles cambios antigénicos, en tanto que los virus SAT 1 no mostraron cambios perceptibles a este respecto (123). En ausencia de otra explicación se supone que se trata de un fenómeno de probabilidad, esto es, que las sustituciones en los SAT 1 aislados se produjeron en regiones del gen 1D que no introducían ninguna diferencia antigénica significativa, mientras que en los SAT 2 aislados los cambios tuvieron lugar en sitios de importancia inmunológica. Otra explicación podría ser que los virus SAT 2 fueron producidos en cultivos celulares y purificados en placas, en tanto que el virus SAT 1 procedía de una infección natural, de modo que el virus SAT 2 estaba sometido a una exigencia de adaptación mayor que el SAT 1. En un experimento similar con búfalos, Dawe et al., (33) hallaron que no había prácticamente ninguna variación genómica del virus SAT 2 durante un periodo de cinco meses. Es probable que otros cambios fenotípicos en virus de fiebre aftosa involucrados en infecciones persistentes dependa igualmente de si se producen o no mutaciones en las posiciones del genoma que controlan esas características. Como los resultados disponibles sugieren que las mutaciones ocurren con frecuencias similares a lo largo del genoma del virus de la fiebre aftosa (120), es probable que esas mutaciones sean una cuestión de azar. - 114 - 7. TRANSMISIÓN DE LA FIEBRE AFTOSA POR ANIMALES PORTADORES Hasta la fecha no se ha informado inequívocamente sobre la transmisión de la fiebre aftosa de animales domésticos persistentemente infectados a animales susceptibles, con excepción de datos circunstanciales expuestos en las referencias mencionadas en la sección "Perspectiva histórica" y los eventos vinculados a focos de SAT 2 en ganado de Zimbabwe entre 1983 y 1991 (121, 56) que se discuten más adelante. Ello pese a que se ha demostrado que el virus de la fiebre aftosa es "externalizado" por animales persistentemente infectados al toser (109). En cambio, existen numerosos informes sobre el fracaso de las tentativas de transmitir la fiebre aftosa de animales persistentemente infectados a otros susceptibles, especialmente ganado bovino (81 [citado por 102], 118, 96,19, 105, 108, 109, 110, 68, 14) y es legítimo suponer que se han hecho muchos otros intentos de transmisión que no se han comunicado debido a sus resultados negativos. Pese a la falta de pruebas directas de transmisión de la fiebre aftosa por animales domésticos persistentemente infectados, hay casos en que la infección ha sido transmitida por animales portadores sin que el receptor haya desarrollado la enfermedad clínica (107, 108, 57, 58). En estos casos es probable que se haya transmitido la infecciosidad en bajo grado a los animales contactados, pero no está claro si ésta es la razón por la cual se ha desarrollado la infección subclínica. Se ha demostrado que dosis de virus muy bajas como 10 - 25 TCID50 son capaces de causar la enfermedad, a diferencia de la infección, en bovinos y ovinos (50, 39) y es posible que dosis aún más bajas puedan a veces dar lugar a infecciones no aparentes. Tales casos son tanto más notables cuanto que los animales receptores se tornaron virémicos sin producir ulteriormente una respuesta de anticuerpos humorales detectable (50, 108, 12, 5, 40). Hay pruebas satisfactorias de que los animales portadores estaban estrechamente vinculados al origen de una serie de siete focos de SAT 2 ocurridos en Zimbabwe entre 1983 y 1991, uno de los cuales, centrado en Gweru en 1989, se difundió ampliamente en la meseta central del país (Figura 2). Gracias a una combinación de cuidadosa observación en el terreno, buenos registros de los desplazamientos del ganado y la secuenciación del genoma de virus obtenidos de animales involucrados en los focos (56, 121, 69), se ha demostrado con un grado considerable de certeza que el ganado portador había originado al menos dos de esos focos: en Delken Farm en el distrito de Mutorashanga y el otro en Whaddon Chase Farm en la provincia de Midlands los días 23/7/89 y 24/10/91 respectivamente. En el primer caso, la secuenciación de nucleótidos del virus SAT 2 aislado en el foco de 1989 en Delken Farm demostró que difería en menos de 4% del virus involucrado en el foco de 1987 de Blackwaters Ranch en el distrito de Insiza, situado a cientos de kilómetros de distancia. El registro de los desplazamientos reveló que el ganado de Fountains Farm (circundado en tres de sus costados por Blackwaters Ranch y que se suponía indemne de la infección de 1987), se había desplazado a Msimbi Farm en el distrito de Shamva el 13/2/87, es decir, 39 días antes de que se detectara la infección en Blackwaters Ranch el 24/3/87. El 16/8/88 el ganado fue trasladado a Delken Farm, o sea tras de un periodo de 18 meses después de Msimbi Farm. La enfermedad clínica se detectó en Delken Farm el 27/3/89, es decir, aproximadamente 7 meses después de la llegada del ganado originario de Fountains Farm. El foco de Whaddon Chase se rastreó retrospectivamente hasta animales originarios de Aberfoyle Farm aproximadamente 21 meses antes. Aberfoyle Farm, como Fountains Farm en el foco de Delken, aparentemente se había sustraído a la enfermedad a comienzos de mayo de 1989, pero es adyacente a dos criaderos (Zhangwe y Wonder Rock) que habían sido infectados. El ganado involucrado había sido vacunado en tres oportunidades (15/5/89, 2/6/89 y 15/8/89) antes de ser desplazado a Witham Farm el 16/2/90. Unos nueve meses más tarde fue nuevamente trasladado a Pama Farm, donde permaneció tres meses y fue enviado luego a una parcela de pastoreo en Whaddon Chase en septiembre de 1991. Se diagnosticó la fiebre aftosa en bovinos jóvenes de Lions Den que habían estado en contacto con el ganado de la parcela de pastoreo en Whaddon Chase durante un día, el 24/10/91. Mediante estudios de secuenciación se demostró que los virus de Zhange/Wonder Rock y Whaddon Chase eran muy semejantes (56). Además, cuando se analizaron con sondas esofágicas 176 animales de Aberfoyle el 11/11/91 por sospecharse que los portadores de esa explotación habían causado el foco de Whaddon Chase, se identificó un animal persistentemente infectado, esto es, aproximadamente 20 meses después de que el ganado finalmente arribado a Whaddon Chase hubiera dejado Aberfoyle (56). Así, en ambos casos el ganado fue infectado más de dos años antes de que la enfermedad fuera transmitida y estuvo en numerosas ocasiones en contacto con otros animales susceptibles a los cuales no transmitió la enfermedad. Además, en el caso de Whaddon Chase ocurrió que los portadores transmitieron la infección durante un periodo de contacto que duró menos de 24 horas. Figura 2 - 115 - Mapa de Zimbabwe que indica la localización de los focos de fiebre aftosa en los que se sospecha la participación de portadores: 1987-1991 ciudades/pueblos ° granjas/criaderos Nota: Aunque las granjas Delken y Whaddon Chase están geográficamente próximas, están separadas por un dique (muy elevado) que dificulta el acceso directo entre ambas explotaciones. Se ha opinado que la "enfermedad de las mucosas" participó en la iniciación de la transmisión por portadores en Zimbabwe, aunque esta conclusión no está claramente fundamentada (56). En comparación con la situación en el ganado doméstico, se ha demostrado inequívocamente que el búfalo africano es auténticamente portador (62, 33, 34, 123) aunque aún en esta especie la mayor parte de las tentativas de efectuar la transmisión entre búfalos persistentemente infectados y susceptibles o de búfalos persistentemente infectados a bovinos no han dado resultado (25, 26, 6, 61, 15, 46). Ante esta ineficiencia de la transmisión por el búfalo portador es poco probable que estos animales sean la fuente habitual de infección de animales de criadero susceptibles y se ha postulado que las "epizootias de infancia" son ampliamente responsables de los elevados índices de infección encontrados en la mayor parte de las poblaciones de búfalos en libertad (véase supra) (116). Empero, en esas circunstancias los portadores son probablemente importantes para la supervivencia de virus de tipo SAT en los periodos interepizoóticos en los rebaños de búfalos (116). Los dos experimentos en los cuales se demostró la transmisión por portador del búfalo a bovinos revelaron dos aspectos interesantes (33, 123). En primer lugar, en ambos casos la transmisión sólo tuvo lugar algunos meses (5 y 10 respectivamente) después del comienzo de los experimentos. Además, en el experimento de Zimbabwe en el cual el búfalo y los bovinos estuvieron permanentemente en contacto, no hubo transmisión entre ambos en el periodo en que el búfalo estaba agudamente infectado, esto es, en los primeros 7-10 días (33), un fenómeno que ya se había observado en los experimentos sudafricanos (115, 46). En segundo lugar, en ambos experimentos figuraban el búfalo macho y las vacas domésticas entre los animales involucrados; en otros experimentos similares durante los cuales los virus de la fiebre aftosa no fueron transmitidos no se conocen con certeza los sexos de los animales o se utilizaron bueyes (25, 6, 15). Esto abona hasta cierto punto las especulaciones sobre la posibilidad de que el búfalo portador transmita la enfermedad por vía sexual. - 116 - Algunos factores putativos que pueden precipitar ("gatillar") la tranmisión entre el búfalo portador y el ganado bovino han sido objeto de debate en Africa austral durante muchos años, por ejemplo el estrés (62, 46) y la "enfermedad de las mucosas" (véase supra), pero en la actualidad hay pocas bases para especular en tal sentido. 8. CONCLUSIÓN Los datos históricos derivados principalmente de las primeras experiencias europeas con la fiebre aftosa, así como observaciones más recientes de Africa austral indican que rara vez el ganado portador puede iniciar focos de fiebre aftosa más de dos años después de haber sido infectado. Los búfalos africanos, que son portadores más eficientes que los bovinos, son igualmente rara vez capaces de transmitir virus de tipo SAT a ganado bovino susceptible con el quehan estado en contacto directo. No se conocen bien los mecanismos por los cuales se efectúa la transmisión tanto por los bovinos como por los búfalos. Habría que investigar la posibilidad de que ocurra por vía sexual. Se ha localizado la infección persistente por periodos variables en varias otras especies de rumiantes, tanto domésticas como en libertad, pero no hay pruebas de que hayan ocasionado focos de fiebre aftosa. Entre las especies domesticadas, habría que examinar más detenidamente la capacidad de los búfalos acuáticos para mantener la infección persistente y quizá transmitir el virus. La falta de información sobre las células en las que se produce la replicación viral en la faringe de los rumiantes persistentemente infectados y la estrategia de reproducción de los virus de fiebre aftosa persistente impide comprender cabalmente el estado portador de la fiebre aftosa. También es urgente contar con una prueba de diagnóstico más confiable para identificar la infección persistente en la zona faríngea de los bovinos. En algunos búfalos persistentemente infectados, y también podría ser el caso de los bovinos, suele producirse una importante modificación antigénica del virus infectante, lo que podría llegar a disminuir la eficacia de las vacunas existentes en casos de nuevos focos iniciados por portadores. REFERENCIAS 1. Ahl R. & Straub O.C. (1987). Infectivity of foot-and-mouth disease carrier virus and virus population characteristics during infection. Rep. Sess. Res. Group Stand Techn. Committee Contr. FMD (FAO), Roma, pp. 66-67. 2. Anderson E.C. (1980). Datos no publicados. 3. Anderson E.C., Anderson J., Doughty W.J. & Drevmo S. (1975). The pathogenity of bovine strains of foot and mouth disease virus for impala and wildebeest. J. Wildl. Dis., 11, 248-255. 4. Anderson E.C., Doughty W.J. & Anderson J. (1974). 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