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GUYTON - Capitulo 49

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CAPITULO 49
El ojo: I. Óptica de la visión
Principios físicos 
de la óptica
Refracción de la luz
índice de refracción de un medio transparente. Los rayos de 
luz viajan a través del aire a una velocidad de unos 300.000 km/s, 
pero se desplazan con mucha mayor lentitud cuando recorren 
sólidos y líquidos transparentes. El índice de refracción de una 
sustancia transparente es el cociente entre la velocidad de la luz 
en el aire y su velocidad en ese medio. El valor que toma en el 
propio aire es de 1. Por tanto, si la luz atraviesa un tipo concreto 
de vidrio a una velocidad de 200.000 km/s, el índice de refracción 
de este material es 300.000 dividido por 200.000, o sea, 1,5.
Refracción de los rayos de luz en la superficie de transición 
entre dos medios con índices de refracción diferentes. Cuando
Figura 49-1 Rayos luminosos que penetran en una superficie de vidrio 
perpendicular a ellos (A) o que forme un ángulo con su trayectoria (B). 
Esta imagen pone de manifiesto que la distancia entre las ondas una 
vez que han entrado en el vidrio se acorta más o menos dos tercios con 
respecto al aire.También muestra que los rayos luminosos se desvían al 
chocar contra una superficie de vidrio que forme un ángulo.
un rayo de luz que avance en un haz (según se muestra en la 
figura 49-M) choca contra una superficie limitante que quede 
perpendicular a su llegada, penetra en el segundo medio sin des­
viarse de su trayectoria. Los únicos efectos que acontecen son 
un descenso de la velocidad de transmisión y una reducción de 
la longitud de onda, tal como se observa en la imagen por las dis­
tancias más cortas existentes entre los frentes de onda.
Cuando el rayo de luz atraviesa una superficie de separación 
que forma un ángulo, como la que se ofrece en la figura 49-15, 
cambia de dirección si los índices de refracción de ambos 
medios son diferentes entre sí. En esta imagen concreta, los 
rayos de luz abandonan el aire, cuyo índice de refracción es 1, 
y entran en un trozo de vidrio con un índice de refracción de 
1,5. Cuando el haz choca por primera vez contra la superfi­
cie de contacto en ángulo, su borde inferior entra en el vidrio 
antes que el superior. El frente de onda de la porción alta del 
haz sigue viajando a una velocidad de 300.000 km/s, mientras 
que el que ya ha penetrado en el vidrio lo hace a 200.000 km/s. 
Esto implica que su porción superior se adelanta a la inferior, 
de manera que el frente deja de ser vertical y se angula hacia la 
derecha. Dado que la dirección con la que viaja la luz siempre 
es perpendicular al plano formado por el frente de onda, la tra­
yectoria de avance del haz luminoso se inclina hacia abajo.
Esta desviación de los rayos luminosos al llegar a una 
superficie en ángulo se denomina refracción. Obsérvese 
especialmente que su magnitud aumenta en función de:
1) el cociente entre los índices de refracción de los dos medios 
transparentes y 2) el grado de angulación existente entre el 
límite de los medios y el frente de onda que entra.
Aplicación de los principios de la refracción a las lentes
Una lente convexa concentra los rayos de luz. La figura 49-2 
muestra la entrada a una lente convexa de unos rayos de luz 
paralelos. Los rayos luminosos que inciden sobre el centro 
de la lente chocan exactamente perpendiculares contra su 
superficie y, por tanto, la atraviesan sin sufrir ninguna refrac­
ción. Sin embargo, al alejarse hacia cualquiera de los bordes 
de la lente los rayos tropiezan con una superficie que forma 
un ángulo paulatinamente mayor. Los más externos se des­
vían cada vez más hacia el centro, lo que se denomina con­
vergencia de los rayos. La mitad de su giro sucede al entrar en 
la lente y la otra mitad al salir por el lado opuesto. Si la lente 
tiene exactamente la curvatura adecuada, los rayos paralelos 
que atraviesan cada parte de la misma se desviarán justo lo 
suficiente para que todos se crucen en el mismo sitio, que se 
llama punto focal.
Antes de que sea posible 
entender el sistema óptico 
del ojo, el estudiante primero 
debe familiarizarse a fondo 
con los principios básicos de la óptica, como la física de la 
refracción lumínica, del enfoque, de la profundidad de foco, 
etc. Aquí se ofrece un breve repaso de estos principios físi­
cos; a continuación se explica la óptica del ojo.
© 2011. Elsevier España, S.L. Reservados todos los derechos 597
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Unidad X El sistema nervioso: B. Los sentidos especiales
Figura 49-2 Desviación de los rayos luminosos en cada cara de 
una lente convexa esférica, lo que muestra su concentración sobre 
un punto focal.
Una lente cóncava dispersa los rayos de luz. La figura 49-3 
muestra el efecto que ejerce una lente cóncava sobre los rayos 
de luz paralelos. Los que entran por su centro chocan contra 
una superficie que queda perpendicular al haz y, por tanto, no 
se refractan. Los rayos que llegan a los bordes penetran en ella 
antes que los centrales. Esto es lo contrario de lo que sucede en la 
lente convexa, y da lugar a que los rayos de luz periféricos diver­
jan de los que atraviesan el centro de la lente. Por tanto, una lente 
cóncava provoca la divergencia de los rayos luminosos, mientras 
que la convexa propicia su convergencia.
Una lente cilindrica desvía los rayos de luz en un solo plano: 
comparación con las lentes esféricas. La figura 49-4 muestra 
dos lentes convexas, una esférica y otra cilindrica. Obsérvese 
que las lentes cilindricas desvían los rayos luminosos en sus dos 
caras, pero no lo hacen ni en su parte superior ni en la inferior. 
Es decir, la desviación se produce en un solo plano, pero no en 
el otro. Por tanto, los rayos luminosos paralelos se desvían hacia 
una línea focal. En cambio, si atraviesan la lente esférica sufren 
una refracción por todos sus bordes (en ambos planos) hacia el 
rayo central y todos se dirigen hacia un punto focal.
La lente cilindrica se examina sin problemas mediante un 
tubo de ensayo lleno de agua. Si el tubo se pone ante un haz de 
luz solar y por su lado opuesto se acerca poco a poco un trozo 
de papel, se descubrirá que a una distancia concreta los rayos 
luminosos llegan a una línea focal. La lente esférica puede 
quedar representada por una lupa corriente. Si esta lente se 
coloca en el trayecto de un haz de luz solar y paulatinamente 
se aproxima a ella un trozo de papel, a una distancia adecuada 
los rayos luminosos incidirán sobre un punto focal común.
Figura 49-3 Desviación de los rayos luminosos en cada cara de 
una lente cóncava esférica, que muestra la divergencia de los rayos 
de luz paralelos.
Figura 49-4 A. Foco puntual de rayos de luz paralelos que llegan a 
una lente convexa esférica. B. Foco lineal de rayos de luz paralelos 
que llegan a una lente convexa cilindrica.
Las lentes cilindricas cóncavas provocan la divergencia de 
los rayos luminosos en un solo plano del mismo modo que las 
convexas provocan su convergencia también en un solo plano.
La combinación de dos lentes cilindricas en ángulo recto 
equivale a una lente esférica. La figura 49-55 muestra dos len­
tes cilindricas convexas que forman un ángulo recto entre sí. 
La vertical provoca la convergencia de los rayos luminosos que 
atraviesan sus dos caras, y la horizontal la convergencia de los 
rayos superiores e inferiores. Por tanto, todos los rayos de luz se 
reúnen en un solo foco puntual. Dicho de otro modo, dos len­
tes cilindricas cruzadas en ángulo recto llevan a cabo la misma 
función que una lente esférica con idéntico poder dióptrico.
Distancia focal de una lente
La distancia a la que convergen los rayos paralelos en un punto 
focal común detrás de una lente convexa se llama distancia focal 
de la lente. El esquema de la parte superior de la figura 49-6 
muestra esta convergencia de los rayos luminosos paralelos.
En el esquema central, los rayos luminosos que penetran en la 
lente convexa en vez de ser paralelos son divergentes debido a que el 
origen de la luz es una fuente puntual queno está lejos de la propia 
lente. Dado que estos rayos divergen a medida que se separan de su 
punto de origen, en el dibujo puede observarse que no se reúnen 
a la misma distancia de la lente que los rayos paralelos. Con otras 
palabras, cuando los rayos de luz que ya son divergentes llegan a 
una lente convexa, la distancia hasta el foco en el lado opuesto de la 
lente es más larga que la distancia focal de los rayos paralelos.
El esquema inferior de la figura 49-6 muestra la llegada de 
unos rayos luminosos divergentes a una lente convexa cuya
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Capítulo 49 El ojo: I. Óptica de la visión
A
Línea focal
Fuente puntual 
de luz
Figura 49-5 A. Concentración de la luz procedente de una fuente 
puntual en una línea focal mediante una lente cilindrica. B. Dos len­
tes convexas cilindricas que forman un ángulo recto entre sí, a fin 
de poner de manifiesto que una lente causa la convergencia de los 
rayos luminosos en un plano y la otra lo hace en el plano perpen­
dicular a él. La combinación de ambas lentes proporciona el mismo 
punto focal que el obtenido con una sola lente convexa esférica.
B
Punto focal
Fuente puntual 
de luz
Puntos
focales
Luz procedente 
de una fuente alejada
Figura 49-6 Las dos lentes de la parte superior de esta figura tie ­
nen la misma distancia focal, pero los rayos luminosos que pene­
tran en la primera son paralelos, mientras que los que entran en la 
segunda son divergentes; se muestra el efecto que provocan sobre 
la distancia focal unos rayos paralelos en comparación con los 
divergentes. La lente inferior posee mucho mayor poder dióptrico 
que cualquiera de las otras dos (es decir, presenta una distancia 
mucho más corta), lo que pone de manifiesto que cuanto más 
potente sea una lente, más cerca de ella queda el punto focal.
curvatura es mucho mayor que en el caso de las otras dos 
lentes de la imagen. En este dibujo, la distancia desde la lente 
que recibe los rayos de luz hasta el foco es exactamente la 
misma que en la lente del primer esquema, que es menos 
convexa, pero cuyos rayos llegan paralelos. Esto pone de 
manifiesto que es posible concentrar los rayos paralelos y los 
rayos divergentes a la misma distancia de una lente, siempre 
que cambie su convexidad.
La relación entre la distancia focal de la lente, la distancia 
desde la fuente puntual de luz y la distancia al foco se expresa 
con la siguiente fórmula:
en la que fe s la distancia focal de la lente para los rayos paralelos, 
a la distancia desde la lente a la fuente puntual de luz y b la dis­
tancia al foco desde el otro lado de la lente.
Formación de una imagen por una lente convexa
La figura 49-7A muestra una lente convexa con dos fuentes puntua­
les de luz a su izquierda. Dado que los rayos luminosos atraviesan el 
centro de las lentes convexas sin sufrir una refracción en ninguna
Figura 49-7 A.
una imagen por
Dos fuentes puntuales de luz están enfocadas sobre dos puntos distintos en el lado opuesto de la lente, 
una lente convexa esférica.
B. Formación de
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Unidad X El sistema nervioso: B. Los sentidos especiales
dirección, se observa que los emitidos por cada fuente puntual lle­
gan a un punto focal al otro lado de la lente que está directamente 
alineado con la fuente puntual y el centro de la lente.
Cualquier objeto situado delante de la lente, en realidad es un 
mosaico de fuentes puntuales de luz. Algunos de estos puntos son 
muy brillantes, otros son muy tenues, y varían de color. Cada fuente 
puntual de luz en el objeto llega a un foco puntual distinto en el lado 
opuesto de la lente y alineado con su centro. Si se coloca una hoja 
blanca de papel a la distancia de enfoque de la lente, puede verse 
una imagen del objeto, según se muestra en la figura 49-7B. Sin 
embargo, esta imagen está al revés que el objeto original, y sus dos 
extremos laterales aparecen invertidos. Este es el método que utiliza 
la lente de una cámara para enfocar las imágenes sobre la película.
Determinación del poder dióptrico de una lente: 
«dioptría»
Cuanto más amplia sea la desviación de los rayos luminosos por 
una lente, mayor es su «poder dióptrico» o poder de refracción. 
Este poder dióptrico se mide en dioptrías. En el caso de una lente 
convexa es igual a 1 m dividido por su distancia focal. Por tanto, 
una lente esférica que cause la convergencia de los rayos luminosos 
paralelos en un punto focal a 1 m de distancia tiene un poder dióp­
trico de+1 dioptría, según se observa en la figura 49-8. Si la lente es 
capaz de desviarlos el doble que una lente con un poder de+1 diop­
tría, se dice que posee una potencia de+2 dioptrías, y los rayos de 
luz llegan a un punto focal que queda a 0,5 m de la lente. Una lente 
que provoque la convergencia de los rayos de luz paralelos en un 
punto focal alejado tan sólo 10 cm (0,10 m) presenta un poder 
dióptrico de+10 dioptrías.
El poder dióptrico de las lentes cóncavas no se puede esta­
blecer en función de la distancia focal existente después de 
atravesarla porque los rayos luminosos divergen en vez de con­
centrarse en un punto. Sin embargo, si dispersa los rayos de luz 
en la misma proporción en que una lente convexa de 1 dioptría 
los reúne, se dice que la lente cóncava tiene una potencia dióp- 
trica de -1 . Análogamente, si separa los rayos luminosos tanto 
como los concentra una lente de+ 10 dioptrías, se habla de que 
posee una potencia de -10 dioptrías.
Las lentes cóncavas «neutralizan» el poder dióptrico de las 
convexas. Por tanto, si se coloca una lente cóncava de 1 dioptría 
justo delante de una lente convexa de 1 dioptría, esto crea un 
sistema de lentes con un poder dióptrico nulo.
La potencia de las lentes cilindricas se calcula de la misma 
manera que en el caso de las lentes esféricas, salvo por la nece­
sidad de consignar el eje de las primeras además de su potencia. 
Sí una lente cilindrica enfoca rayos de luz paralelos en un foco 
lineal a 1 m de distancia, posee una potencia de+1 dioptría. Por
1
dioptría
2
dioptrías
el contrario, si es de tipo cóncavo y causa una divergencia de 
los rayos luminosos equivalente a la convergencia ocasionada 
por otra lente cilindrica de+1 dioptría, tiene una potencia de -1 
dioptría. Si la línea enfocada es horizontal, se dice que su eje es 
de 0°. Si fuera vertical, su eje sería de 90°.
Ó ptica del ojo 
El ojo como una cámara
El ojo, representado en la figura 49-9, equivale a una cámara 
fotográfica corriente desde el punto de vista óptico. Posee un 
sistema de lentes, un sistema de apertura variable (la pupila) 
y una retina que corresponde a la película. El sistema ocular 
de lentes está compuesto por cuatro superficies de refracción:
1) la separación entre el aire y la cara anterior de la córnea;
2) la separación entre la cara posterior de la córnea y el humor 
acuoso; 3) la separación entre el hum or acuoso y la cara ante­
rior del cristalino, y 4) la separación entre la cara posterior del 
cristalino y el hum or vitreo. El índice de refracción para el aire 
es 1; el de la córnea, 1,38; el del hum or acuoso, 1,33; el del cris­
talino (como promedio), 1,4, y el del hum or vitreo, 1,34.
Consideración de todas las superficies oculares de 
refracción como una sola lente: «reducción» del ojo. Si
todas las superficies oculares de refracción se suman algebrai­
camente y a continuación se tratan como una sola lente, la 
óptica del ojo normal puede simplificarse y representarse de 
forma esquemática en una «reducción del ojo». Esto resulta 
práctico para realizar cálculos sencillos. En la reducción del 
ojo se considera que existe una sola superficie de refracción, 
con su punto central 17 m m por delante de la retina y un 
poder dióptrico total de 59 dioptrías cuando la acomodación 
del cristalino corresponde a la visión de lejos.
La cara anterior de la córnea (y no el cristalino) aporta apro­ximadamente dos tercios de las 59 dioptrías del poder dióp­
trico ocular. La principal razón de este hecho estriba en que el 
índice de refracción de la córnea es sensiblemente distinto al 
del aire, mientras que el del cristalino no presenta grandes dife­
rencias con los índices del humor acuoso y el humor vitreo.
El poder dióptrico total del cristalino en el interior del 
ojo, bañado normalmente por líquido a ambos lados, sólo 
es de 20 dioptrías, más o menos la tercera parte del poder 
dióptrico ocular total. Pero la importancia de este elemento 
radica en que, como respuesta a las señales nerviosas proce­
dentes del encéfalo, su curvatura puede aum entar notable-
Poder dióptrico total = 59 dioptrías
10 ■ 
dioptrías '
1 metro
Figura 49-8 Efectos ejercidos por la potencia de la lente sobre la 
distancia focal.
Figura 49-9 El ojo como una cámara. Los números indican los 
índices de refracción.
Humor
acuoso
1,33
Córnea
1,38
Imagen
Humor
vitreo
1,34
Cristalino
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Capítulo 49 El ojo: I. Óptica de la visión
—.ente para perm itir la «acomodación», tem a que se explica 
rr.ás adelante en este capítulo.
Formación de una imagen en la retina. De la misma 
manera que una lente de vidrio es capaz de enfocar una ima­
gen sobre una hoja de papel, el sistema ocular de lentes puede 
enfocar una imagen sobre la retina. El resultado está dado la 
vuelta e invertido con respecto al objeto. Sin embargo, la mente 
percibe los objetos en su posición derecha a pesar de su orien­
tación al revés en la retina debido a que el cerebro está entre­
nado para considerar como normal una imagen invertida.
Mecanismo de «acomodación»
En los niños, el poder dióptrico del cristalino puede aum en­
tar a voluntad desde 20 dioptrías hasta unas 34; su «aco­
modación» es de 14 dioptrías. Para conseguirlo, su forma 
cambia desde una lente con una convexidad moderada hasta 
una lente muy convexa. El mecanismo es el siguiente.
En una persona joven, el cristalino está compuesto por 
una potente cápsula elástica rellena de un líquido viscoso de 
carácter proteináceo, pero transparente. Cuando se encuen­
tra en estado de relajación, sin ninguna tensión aplicada sobre 
la cápsula, adopta una forma casi esférica, debido básica­
mente a la retracción elástica de este elemento. Sin embargo, 
según se recoge en la figura 49-10, unos 70 ligamentos sus­
pensorios se fijan radialmente en torno al cristalino, y tiran 
de sus extremos hacia el perím etro exterior del globo ocular. 
Estos ligamentos se encuentran constantemente tensos por 
sus inserciones en los bordes anteriores de la coroides y de la 
retina. Esta situación hace que el cristalino permanezca rela­
tivamente plano si el ojo está en condiciones normales.
Sin embargo, a nivel de las inserciones laterales de los liga­
mentos del cristalino en el globo ocular también está situado el 
músculo ciliar, que posee dos juegos independientes de fibras 
musculares lisas: las fibras meridionales y las fibras circulares. 
Las fibras meridionales se extienden desde el extremo perifé­
rico de los ligamentos suspensorios hasta la unión esclerocor-
neal. Cuando se contraen, arrastran las inserciones periféricas 
de los ligamentos del cristalino en sentido medial hacia los 
bordes de la córnea, lo que relaja la tensión que ejercen sobre 
el propio cristalino. Las otras fibras adoptan una disposición 
circular alrededor de todas las inserciones ligamentosas de 
modo que, cuando se contraen, producen una acción de tipo 
esfínter, que reduce el diámetro del perímetro formado por 
estas inserciones; esto también permite que los ligamentos 
tiren menos de la cápsula del cristalino.
Por tanto, la contracción de cualquiera de los grupos de 
fibras musculares lisas que forman el músculo ciliar relaja los 
ligamentos que llegan a la cápsula del cristalino y este último 
adquiere una forma más esférica, similar a un globo, debido 
a la elasticidad natural de esta cápsula.
La acomodación está controlada por nervios para- 
simpáticos. El músculo ciliar está controlado casi en su 
integridad por señales nerviosas parasimpáticas transm iti­
das hacia el ojo desde el núcleo del tercer par en el tronco 
del encéfalo a través de este nervio, según se explica en el 
capítulo 51. La estimulación de los nervios parasimpáticos 
contrae los dos tipos de fibras que com ponen el músculo 
ciliar, lo que relaja los ligamentos del cristalino y propicia un 
aumento del grosor y del poder dióptrico de dicha estruc­
tura. Con el incremento del poder dióptrico, el ojo enfoca 
objetos más cercanos que cuando posee un poder menor. Por 
consiguiente, a medida que se aproxima un objeto distante 
hacia el ojo, la cantidad total de impulsos parasimpáticos que 
inciden sobre el músculo ciliar ha de crecer de forma progre­
siva para mantener el objeto constantemente enfocado. (La 
estimulación simpática ejerce un efecto añadido para la rela­
jación del músculo ciliar, pero esta acción resulta tan débil 
que casi no desempeña ninguna función en el mecanismo 
normal de la acomodación; los aspectos neurológicos de este 
tema se com entan en el capítulo 51.)
Presbicia: pérdida de acomodación en el crista­
lino. A medida que una persona envejece, el cristalino crece 
y se engruesa perdiendo mucha elasticidad, en parte debido 
a la desnaturalización progresiva de sus proteínas. La capaci­
dad que posee de modificar su forma disminuye con la edad. 
El poder de acomodación desciende de unas 14 dioptrías en 
un niño hasta menos de 2 para la época en que una persona 
llega a los 45 o 50 años; después baja prácticamente hasta
0 dioptrías con 70 años de edad. A partir de entonces, el cris­
talino queda casi totalm ente desprovisto de su capacidad de 
acomodación, situación que se conoce como «presbicia».
Una vez que una persona haya llegado a un estado de pres­
bicia, sus ojos quedan enfocados de manera perm anente a 
una distancia casi constante; este valor depende de las carac­
terísticas físicas que presenten los ojos en su caso concreto. 
Es posible que pierdan la acomodación tanto para la visión de 
lejos como de cerca. Si se quiere ver con nitidez a distancia y 
de cerca, una persona mayor debe usar unas gafas bifocales 
cuyo segmento superior esté enfocado con la prim era misión 
y el inferior con la segunda (p. ej., para la lectura).
Diámetro pupilar
La principal función del iris consiste en increm entar la canti­
dad de luz que llega a los ojos en una situación de oscuridadFigura 49-10 Mecanismo de acomodación (enfoque).
Córnea Fibras
Esclerótica
Coroides Unión
esclerocorneal
Fibras
circulares
Músculo ciliar 
Cristalino Ligamentossuspensorios
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Unidad X El sistema nervioso: B. Los sentidos especiales
y disminuirla durante el día. Los reflejos encargados de con­
trolar este mecanismo se abordan en la explicación sobre la 
neurología ocular del capítulo 51.
El grado de luz que penetra en los ojos a través de la pupila 
resulta proporcional al área pupilar o al cuadrado de su diá­
metro. La pupila del ojo humano puede reducirse hasta 1,5 mm 
más o menos y ampliarse hasta 8 mm de diámetro. La cantidad 
de luz que entra en los ojos puede modificarse unas 30 veces 
como consecuencia de los cambios en la apertura pupilar.
La «profundidad de foco» del sistema del cristalino 
aumenta cuando disminuye el diámetro pupilar. La figu­
ra 49-11 muestra dos ojos exactamente idénticos excepto por el 
diámetro de su apertura pupilar. En el de arriba esta apertura 
es pequeña y en el de abajo es grande. Delante de cada uno de 
ellos hay dos pequeñas fuentes puntuales de luz; la luz de cada 
una de ellas atraviesa la apertura pupilar y se concentra en la 
retina. Por consiguiente, en ambos ojos la retina ve dos m an­
chas de luz perfectamente enfocadas. Sin embargo, según los 
esquemas resulta evidente que si la retinase desplaza hacia 
adelante o hacia atrás hasta ocupar una posición fuera de 
foco, el tamaño de cada punto no cambiará mucho en el ojo 
superior, pero crecerá acusadamente en el inferior, transfor­
mándose en un «círculo borroso». Dicho de otro modo, el 
sistema de lentes superior tiene mucha mayor profundidad 
de foco que el inferior. Cuando un sistema de lentes presenta 
mayor profundidad de foco, la retina se puede alejar conside­
rablemente del plano focal o la potencia de las lentes cambiar 
apreciablemente desde su valor normal y la imagen aún per­
manecerá casi enfocada con nitidez, mientras que si su pro­
fundidad de foco es «superficial», cuando la retina se aparte 
un poco del plano focal surgirá una borrosidad extrema.
La mayor profundidad de foco posible se da cuando haya 
una pupila pequeñísima. La razón de este hecho reside en 
que, con una apertura muy pequeña, casi todos los rayos 
atraviesan el centro del cristalino, y los más centrales están 
siempre enfocados, según se ha explicado antes.
Errores de refracción
Emetropía (visión normal). Según se observa en la figu­
ra 49-12, el ojo se considera normal, o «emétrope», si los rayos 
de luz paralelos procedentes de objetos alejados quedan enfo­
cados con nitidez en la retina cuando el músculo ciliar esté
Figura 49-12 Los rayos de luz paralelos se enfocan sobre la retina 
en la emetropía, detrás de la retina en la hipermetropía y delante 
de ella en la miopía.
relajado por completo. Esto significa que el ojo emétrope es 
capaz de ver todos los objetos distantes con claridad mien­
tras el músculo ciliar se mantiene relajado. Sin embargo, para 
enfocar los objetos de cerca, el ojo ha de contraer el músculo 
ciliar y aportar así el grado de acomodación oportuno.
Hipermetropía. La hipermetropía suele deberse a la presencia 
de un globo ocular demasiado corto o, a veces, de un sistema de 
lentes demasiado débil. En este proceso, según se observa en el 
dibujo central de la figura 49-12, el sistema de lentes relajado no 
desvía lo suficiente los rayos de luz paralelos como para que lle­
guen a estar enfocados en el momento de alcanzar la retina. Para 
vencer esta anomalía, el músculo ciliar ha de contraerse con el fin 
de incrementar la potencia del cristalino. Una persona hipermé- 
trope, cuando recurre al mecanismo de la acomodación, es capaz 
de enfocar los objetos alejados en la retina. Si no ha consumido 
más que una pequeña parte de la potencia que ofrece el músculo 
ciliar para acomodar la vista a los objetos distantes, aún le queda 
un gran poder de acomodación, y también puede enfocar con niti­
dez otros objetos cada vez más cercanos al ojo hasta llegar al límite 
de contracción del músculo ciliar. En la vejez, cuando el crista­
lino haya adquirido una «presbicia», una persona hipermétrope 
normalmente es incapaz de acomodar lo suficiente para enfocar 
siquiera los objetos alejados, y mucho menos aún los cercanos.
Miopía. En la miopía, cuando el músculo ciliar está relajado 
del todo, los rayos de luz procedentes de objetos alejados que­
dan enfocados delante de la retina, según se observa en la imagen 
inferior de la figura 49-12. Esto suele deberse a la existencia de un 
globo ocular demasiado largo, pero puede obedecer a la acción de 
un poder dióptrico excesivo en el sistema ocular de lentes.
No existe ningún mecanismo por el que el ojo sea capaz de 
reducir la potencia del cristalino por debajo de la que existe 
cuando el músculo ciliar se encuentra relajado por completo. 
Las personas miopes (o «cortas de vista») carecen de una herra­
mienta para enfocar con nitidez los objetos alejados sobre la 
retina. Sin embargo, a medida que se acerca el objeto al ojo, 
acaba por aproximarse lo suficiente como para poder enfocar su 
imagen. Más tarde, si llega aún más cerca del ojo, puede apelarse
Punto focal
Cristalino
Fuentes puntuales de luz
Figura 49-11 Efecto de una abertura pupilar pequeña (partesupe- 
rior) y grande (parte inferior) sobre la «profundidad de foco».
Fuentes puntuales de luz
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Capítulo 49 El ojo: I. Óptica de la visión
al mecanismo de la acomodación para conservar la imagen enfo­
cada con claridad. Una persona miope posee un «punto lejano» 
concreto que es el límite para la visión nítida.
Corrección de la míopía y de la hípermetropía medíante 
el empleo de lentes. Se recordará que cuando los rayos de luz 
divergen al atravesar una lente cóncava. Si las superficies ocula­
res de refracción poseen demasiado poder dióptrico, como en 
el caso de la miopía, este exceso puede neutralizarse colocando 
delante del ojo una lente cóncava esférica, que provocará la 
divergencia de los rayos. Tal corrección se ofrece en el esquema 
superior de la figura 49-13.
En cambio, en una persona con hípermetropía, es decir, 
alguien cuyo sistema de lentes sea demasiado débil, la visión 
anormal puede corregirse si se añade poder dióptrico recu­
rriendo a una lente convexa delante del ojo. Esta corrección se 
muestra en el esquema inferior de la figura 49-13.
Normalmente la potencia de la lente cóncava o convexa nece­
saria para obtener una visión nítida se determina por «ensayo y 
error», es decir, probando primero una lente potente y después 
otra más potente o más débil hasta descubrir la que aporta la 
mejor agudeza visual.
Astigmatismo. El astigmatismo es un error de la refracción 
ocular que hace que la imagen visual de un plano quede enfocada a 
una distancia diferente de la que corresponde a su plano perpendi­
cular. Lo más frecuente es que obedezca a una curvatura de la córnea 
demasiado grande en uno de los planos del ojo. Un ejemplo de lente 
astigmática sería una superficie como la de un huevo situado de lado 
frente a la luz incidente. El grado de curvatura que presenta el plano 
correspondiente al eje mayor del huevo no llega a ser tan acusado 
como el del correspondiente al eje menor.
Dado que la curvatura de una lente astigmática a lo largo de un 
plano es menor que a lo largo de otro, los rayos luminosos que cho­
can con sus porciones periféricas en uno de ellos ni con mucho se 
desvían tanto como los que inciden sobre las porciones periféricas 
del otro. Esto queda de manifiesto en la figura 49-14, donde están 
representados unos rayos de luz originados en una fuente puntual y 
que atraviesan una lente alargada astigmática. Los rayos luminosos 
del plano vertical, señalado como BD, sufren una gran refracción al 
pasar por la lente astigmática debido a su mayor curvatura vertical 
que horizontal. Por el contrario, los del plano horizontal, indicado 
como AC, no se desvían ni de lejos tanto como los del plano vertical 
BD. Es evidente que no todos los rayos de luz que atraviesan una 
lente astigmática llegan a un punto focal común, pues los que cruzan 
un plano quedan enfocados a una distancia por delante de los que 
cruzan el otro.
Figura 49-13 Corrección de la miopía con una lente cóncava, y 
de la hípermetropía con una lente convexa.
Figura 49-14 Astigmatismo, imagen que pretende poner de mani­
fiesto que los rayos luminosos se enfocan a una distancia focal en 
un plano focal (plano AC) y a otra distancia focal en el plano per­
pendicular (plano BD).
El poder de acomodación del ojo nunca es capaz de com­
pensar el astigmatismo porque su acción cambia la curvatura 
del cristalino aproximadamente lo mismo en ambos planos; por 
tanto, en este proceso, cada uno de los dos planos requiere un 
grado diferente de acomodación. Así pues, sin la ayuda de unas 
gafas una persona con astigmatismo jamás puede ver las cosas 
enfocadas con nitidez.
Corrección del astigmatismo con una lente cilindrica. El 
ojo astigmático puede plantearse como si su sistema de len­
tes estuviera constituido por dos lentes cilindricas de potencia 
diferente colocadas perpendiculares entre sí. Para corregir esta 
situación, el procedimiento habitual consiste en encontrar por 
ensayoy error una lente esférica que sea capaz de corregir el foco 
en uno de los dos planos de la lente astigmática. Entonces, para 
corregir el error restante en el plano que queda se recurre a una 
lente cilindrica más. Con este fin, hay que determinar el eje y la 
potencia de la lente cilindrica requerida.
Existen varios métodos para determinar el eje del compo­
nente cilindrico anormal en el sistema ocular de lentes. Uno de 
ellos se basa en el empleo de barras negras paralelas del tipo que 
se muestra en la figura 49-15. Parte son verticales, parte hori­
zontales y otras poseen diversos ángulos con respecto a los ejes 
vertical y horizontal. Tras colocar varias lentes esféricas delante 
del ojo astigmático, suele descubrirse una potencia que permite 
enfocar con nitidez un juego de barras paralelas, pero no corre­
gir la borrosidad del grupo perpendicular a las barras nítidas. 
Según los principios físicos de la óptica expuestos antes en este 
capítulo, puede afirmarse que el eje del componente cilindrico 
del sistema óptico desenfocado es paralelo a las barras que que­
dan borrosas. Una vez que se descubra este eje, el explorador 
va probando lentes cilindricas positivas o negativas cada vez 
más potentes o más débiles, cuyo eje esté alineado a las barras 
desenfocadas, hasta que el paciente vea todas las barras cru­
zadas con idéntica claridad. Una vez que se haya conseguido 
esto, encarga al óptico pulir una lente especial que combine la 
corrección esférica y la corrección cilindrica en el eje corres­
pondiente.
Corrección de las anomalías ópticas mediante 
el uso de lentillas
Las lentes de contacto de cristal o de plástico pueden colocarse 
hasta acoplarlas perfectamente encajadas contra la cara anterior 
de la córnea. Estas lentes se mantienen en su sitio mediante una 
fina película de líquido lagrimal que llene el espacio entre la lente 
de contacto y la superficie anterior del ojo.
Fuente puntual 
de luz
Plano AC 
Plano BD (menor poder 
(mayor poder dióptrico) 
dióptrico)
focal 
del plano AC
Línea focal 
del plano BD
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Unidad X El sistema nervioso: B. Los sentidos especiales
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Figura 49-15 Lámina formada por barras negras paralelas con 
diferentes orientaciones en ángulo para determinar el eje del 
astigmatismo.
Un rasgo especial de la lente de contacto es que anula casi 
por completo la refracción que se produce normalmente en la 
cara anterior de la córnea. La razón de este hecho estriba en que 
las lágrimas situadas entre la lente de contacto y la córnea tienen 
un índice de refracción prácticamente igual que el de esta última, 
por lo que su cara anterior deja de ocupar un lugar de relieve en 
el sistema óptico del ojo. En su lugar, es la cara externa de la len- 
tilla la que desempeña la función principal. Por tanto, la refrac­
ción de esta superficie sustituye a la habitual de la córnea. Esto 
resulta especialmente importante en las personas cuyos errores 
de refracción oculares están ocasionados por una forma anormal 
de esta estructura, como los que tienen una córnea abombada de 
configuración extraña, proceso denominado quemtocono. Sin la 
lente de contacto, la disposición saliente de la córnea origina una 
alteración tan acusada de la visión que casi es imposible corre­
girla satisfactoriamente con gafas; sin embargo, cuando se recu­
rre a una lentilla, se neutraliza la refracción de la córnea, que 
queda reemplazada por la refracción normal de la nueva super­
ficie externa.
La lente de contacto ofrece varias ventajas más, como las 
siguientes: 1) gira con el ojo y aporta un campo de visión nítida 
más amplio que las gafas, y 2) ejerce escasos efectos sobre las 
dimensiones del objeto observado por la persona a su través, 
mientras que las lentes colocadas en torno a lcm delante del 
ojo influyen sobre el tamaño de la imagen, además de corregir 
el foco.
Cataratas; zonas opacas en el cristalino
Las «cataratas» son una alteración ocular especialmente fre­
cuente que sucede sobre todo en las personas mayores. Una 
catarata consiste en una o varias zonas turbias u opacas en el 
interior del cristalino. Durante la primera etapa de su formación 
se desnaturalizan las proteínas de algunas fibras cristalinianas. 
Más adelante, estas mismas proteínas se coagulan para generar 
áreas opacas en lugar de las fibras proteicas transparentes nor­
males.
Cuando una catarata ha oscurecido la transmisión de luz 
tanto como para afectar seriamente la visión, la situación puede 
corregirse mediante la extirpación quirúrgica del cristalino. Si 
se lleva a cabo, el ojo pierde una gran parte de su poder dióp- 
trico, que ha de restituirse colocando una lente convexa potente
delante del mismo; sin embargo, por lo común se implanta una
lente artificial de plástico dentro del ojo en el lugar que ocupaba
el cristalino extraído.
Agudeza visual
En teoría, la luz procedente de una fuente puntual alejada, 
cuando se enfoca sobre la retina, debería ser infinitamente 
pequeña. Sin embargo, dado que el sistema ocular de len­
tes nunca es perfecto, dicho punto retiniano corrientemente 
posee un diámetro total de unos llfjim , incluso cuando el 
ojo presenta un sistema óptico normal dotado de su máxima 
resolución. La mancha resulta más brillante en su centro y 
se va oscureciendo gradualmente hacia los bordes, según 
queda representado en las imágenes de dos puntos de la 
figura 49-16.
El diámetro medio de los conos en la fóvea de la retina, 
que es su porción central, donde la visión está más desarro­
llada, es de unos 1,5 |xm, lo que supone la séptima parte del 
diámetro del punto luminoso. No obstante, como la mancha 
de luz tiene un núcleo central brillante y se difumina hacia 
los bordes, una persona normalmente puede distinguir dos 
puntos separados si su centro queda a un mínimo de 2 |xm de 
distancia en la retina, lo que excede ligeramente la anchura 
de los conos en la fóvea. Esta capacidad para distinguir entre 
dos puntos tam bién se recoge en la figura 49-16.
La agudeza visual normal del ojo hum ano que permite 
distinguir entre las fuentes puntuales de luz es de unos 25 s 
de arco. Es decir, cuando los rayos luminosos procedentes de 
dos puntos distintos chocan con el ojo formando un ángulo 
mínimo de 25 s entre ellos, norm alm ente pueden identifi­
carse como dos puntos en vez de uno. Esto significa que una 
persona con una agudeza visual normal que mire dos m inús­
culos puntos brillantes de luz a 10 m de distancia apenas 
puede distinguirlos como entidades independientes cuando 
estén separados por 1,5 a 2 mm.
La fóvea mide menos de 0,5 mm (500 |xm) de diámetro, lo 
que quiere decir que la agudeza visual máxima ocupa menos 
de 2 grados del campo visual. Fuera de esta zona, se va per­
diendo agudeza poco a poco, siendo más de 10 veces m enor 
al acercarse a la periferia. Este fenómeno está ocasionado por 
el número cada vez mayor de conos y bastones que quedan 
conectados a cada fibra del nervio óptico en las porciones 
más periféricas de la retina tras abandonar la fóvea, según se 
explica en el capítulo 51.
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Figura 49-16 Agudeza visual máxima para dos fuentes puntuales 
de luz.
17 mm
1 mm
10 metros
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Capítulo 49 El ojo: I. Óptica de la visión
Procedimiento clínico para establecer la agudeza
visual. La tabla de exploración ocular suele constar de letras de 
diferentes tamaños colocadas a 6 m de la persona examinada. Se 
dice que la visión de esta persona es de 20/20 (una visión normal) 
si puede ver bien las letras de unas dimensiones que debería ser 
capaz de ver a esa distancia. Si esto no sucede hasta mostrarle 
letras que debería ser capaz de ver a 60 m, se dice que tiene una 
visión de 20/200. Dicho de otro modo, el procedimiento clínico 
para expresar la agudeza visual consiste en utilizar una fracción 
matemática que contenga el cocienteentre dos distancias, lo que 
también corresponde al cociente entre la agudeza visual de un 
individuo y la de una persona con una agudeza normal.
Determinación de la distancia de un objeto al ojo: 
«percepción de la profundidad»
Una persona normalmente percibe la distancia por tres 
medios fundamentales: 1) el tamaño que poseen las imáge­
nes de los objetos conocidos sobre la retina; 2) el efecto del 
movimiento de paralaje, y 3) el fenómeno de la estereopsia. 
Esta capacidad para determ inar la distancia se llama percep­
ción de la profundidad.
Determinación de la distancia según el tamaño de 
las imágenes retinianas de objetos conocidos. Si se
sabe que una persona observada mide 1,8 m de altura, puede 
determinarse la distancia a la que se encuentra simplemente 
por el tamaño de su imagen en la retina. Uno no piensa cons­
cientemente en ello, pero el cerebro ha aprendido a calcular 
automáticamente la distancia de los objetos según las dimen­
siones de una imagen cuando se conocen sus medidas.
Determinación de la distancia mediante el movi­
miento de paralaje. O tro medio im portante al que recu­
rren los ojos para determ inar la distancia es el movimiento 
de paralaje. Si un individuo mira hacia lo lejos con los ojos 
completamente quietos, no percibe este fenómeno, pero 
cuando desplaza su cabeza hacia un lado o hacia el otro, las 
imágenes de los objetos cercanos se mueven con rapidez a 
través de la retina, m ientras que en el caso de los objetos 
alejados permanecen casi inmóviles del todo. Por ejemplo, 
al apartar la cabeza 3cm hacia un lado cuando un objeto se 
encuentra sólo a 3cm delante del ojo, su imagen recorre casi 
toda la retina, mientras que la de otro objeto a 60 m de dis­
tancia no muestra ningún desplazamiento perceptible. Por 
tanto, mediante este mecanismo del movimiento de paralaje, 
puede afirmarse la distancia relativa de los diferentes obje­
tos, aunque no se esté utilizando más que un ojo.
Determinación de la distancia por estereopsia: 
visión binocular. Otro m étodo por el que se percibe el 
paralaje es el de la «visión binocular». Dado que un ojo está 
a poco más de 5cm del otro, las imágenes formadas en las 
dos retinas son diferentes entre sí. Por ejemplo, un objeto a 
3 cm delante de la nariz crea una imagen en el lado izquierdo 
de la retina del ojo izquierdo pero, en cambio, en el lado 
derecho de la retina del ojo derecho, mientras que la imagen 
de otro objeto pequeño 6 m por delante de la nariz ocupa 
puntos prácticamente correspondientes en el centro de las 
dos retinas. Este tipo de paralaje queda de manifiesto en la 
figura 49-17, que muestra hasta la inversión de las imágenes
correspondientes a un punto rojo y un cuadrado amarillo en 
las dos retinas porque se encuentran a distancias diferentes 
delante de los ojos. Esto facilita un tipo de paralaje que está 
presente siempre que se utilizan los dos ojos. Es este paralaje 
binocular (o estereopsia) casi en su integridad el que otorga a 
las personas con dos ojos una capacidad mucho mayor para 
calcular las distancias relativas cuando los objetos están pró­
ximos que si sólo funciona uno de ellos. Sin embargo, la este­
reopsia resulta prácticamente inútil para la percepción de la 
profundidad a distancias superiores a 15 a 60 m.
El oftalmoscopio
El oftalmoscopio es un instrumento por el que un observador 
puede mirar dentro del ojo de otra persona y ver la retina con 
claridad. Aunque parece un aparato relativamente complicado, 
sus principios son sencillos. Los componentes básicos se ofrecen 
en la figura 49-18 y su funcionamiento puede explicarse de la 
manera siguiente.
Si en la retina de un ojo emétrope hay un punto de luz bri­
llante, los rayos luminosos divergen desde él hacia el sistema 
ocular de lentes. Después de atravesarlo, son paralelos entre sí 
porque la retina está separada una distancia focal por detrás 
de dicho sistema. A continuación, cuando estos rayos parale­
los entran en el ojo emétrope de otra persona, se concentran de 
nuevo en un foco puntual de la retina de esta segunda persona, 
porque en ella también queda a una distancia focal por detrás de 
la lente. Cualquier punto de luz en la retina del ojo observado 
se proyecta a un punto focal en la retina del ojo observador. Por
2. Estereopsia
Figura 49-17 Percepción de la distancia: 1) mediante el tamaño de la 
imagen formada en la retina y 2) como consecuencia de la estereopsia.
Ojo observado
Ojo del 
observador
Retina iluminada 
que muestra 
un vaso sanguíneo
Lente colimadora
Figura 49-18 Sistema óptico del oftalmoscopio.
Lente correctora 
ZÍ^Ia en un revólver 
(-4 dioptrías para 
^ los ojos normales)
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Unidad X El sistema nervioso: B. Los sentidos especiales
tanto, si se hace que la retina de una persona emita luz, su ima­
gen quedará enfocada en la retina del observador, siempre que 
los dos ojos sean emétropes, nada más que con que estén mirán­
dose el uno al otro.
Para fabricar un oftalmoscopio sólo se necesita idear un 
medio de iluminar la retina que vaya a examinarse. A continua­
ción, la luz reflejada en ella puede verla el observador simple­
mente acercando los dos ojos entre sí. Para iluminar la retina 
del ojo observado se coloca un espejo en ángulo o un segmento 
de prisma delante de él de manera que, según se muestra en la 
figura 49-18, la luz de una bombilla se refleje en su dirección. Así 
pues, la retina queda iluminada a través de la pupila, y el obser­
vador ve la pupila del individuo si se asoma por encima del borde 
del espejo o del prisma, o a través de un prisma oportunamente 
diseñado.
Está claro que estos principios sólo se aplican a las perso­
nas con ojos totalmente emétropes. Si el poder dióptrico del ojo 
observado o del ojo del observador no es normal, resulta nece­
sario corregirlo para que el observador vea una imagen nítida de 
la retina examinada. Un oftalmoscopio normal posee una serie 
de lentes muy pequeñas montadas en un revólver de manera que 
pueda pasarse de una a otra hasta que se logre corregir la refrac­
ción anormal mediante la selección de una lente con la potencia 
adecuada. En una persona joven normal, los reflejos naturales de 
acomodación provocan un aumento aproximado de+2 dioptrías 
en la potencia del sistema de lentes de cada ojo. Para subsanar 
esta situación es necesario rotar el revólver de las lentes aproxi­
madamente hasta una corrección de -4 dioptrías.
Sistema humoral del ojo: líquido intraocular
El ojo está relleno de líquido intraocular, que mantiene una 
presión suficiente en el globo ocular para que siga estando dila­
tado. La figura 49-19 muestra que este líquido puede dividirse 
en dos componentes: el humor acuoso, que se halla delante 
del cristalino, y el humor vitreo, que está entre la cara posterior del 
cristalino y la retina. El humor acuoso es un líquido que circula 
con libertad, mientras que el humor vitreo, a veces denominado 
cuerpo vitreo, es una masa gelatinosa cuya cohesión se mantiene 
por una fina red fibrilar compuesta básicamente por moléculas
de proteoglucanos muy largas. Tanto el agua como las sustancias 
disueltas pueden difundir con lentitud por el humor vitreo, pero 
el flujo de líquido es escaso.
El humor acuoso se está formando y reabsorbiendo constan­
temente. El balance entre su formación y su reabsorción regula el 
volumen y la presión totales del líquido intraocular.
Formación del humor acuoso por el cuerpo ciliar
El humor acuoso se forma en el ojo a una velocidad media de 2 a
3 mi por minuto. Básicamente se segrega en su integridad por los 
procesos ciliares, unos pliegues lineales que sobresalen desde el 
cuerpo ciliar hacia el espacio que queda detrás del iris donde se 
fijan los ligamentos del cristalino y el músculo ciliar en el globo 
ocular. En la figura 49-20 se ofrece un corte transversal de estos 
procesos ciliares, y su relación con las cámaras de líquido ocula­
res puede verse en la figura 49-19. Debido a su arquitecturaple­
gada, el área total que posee la superficie de los procesos ciliares 
mide unos 6 cm cuadrados en cada ojo, una gran extensión si se 
tiene en cuenta el pequeño tamaño del cuerpo ciliar. Las superfi­
cies de estos procesos están cubiertas por unas células epiteliales 
de carácter muy secretor, y justo por debajo de ellas queda una 
zona muy vascular.
El humor acuoso se forma casi por completo mediante un 
mecanismo de secreción activa por el epitelio de los procesos 
ciliares. Este proceso comienza con el transporte activo de los 
iones sodio hacia los espacios que quedan entre las células. Su 
paso arrastra con ellos a los iones cloruro y bicarbonato para 
mantener la neutralidad eléctrica. A continuación, todos estos 
iones sumados provocan el desplazamiento osmótico del agua 
desde los capilares sanguíneos que se hallan debajo de los mis­
mos espacios intercelulares en el epitelio, y la solución resul­
tante fluye desde estos espacios de los procesos ciliares hacia la 
cámara anterior del ojo. Por ende, diversos nutrientes atraviesan 
el epitelio por transporte activo o difusión facilitada; entre ellos 
figuran los aminoácidos, el ácido ascòrbico y la glucosa.
Salida del humor acuoso desde el ojo
Una vez que se ha formado el humor acuoso en los procesos 
ciliares, primero fluye a través de la pupila hacia la cámara ante­
rior del ojo, según se muestra en la figura 49-19. Desde aquí, cir­
cula por delante del cristalino y hacia el ángulo que queda entre 
la córnea y el iris, después sigue por una trama de trabéculas 
y finalmente entra en el conducto de Schlemm, que desemboca
Difusión 
del liquido 
y de otros 
componentes
Filtración 
y difusión 
hacia los vasos 
de la retina
Nervio óptico
Figura 49-19 Formación y circulación de líquido en el ojo.
Circulación
Formación 
del humor 
acuoso
Humor 
de acuoso Espacios de 
Fontana
Conducto de 
Schlemm
Cuerpo ciliar
Figura 49-20 Anatomía de los procesos ciliares. El humor acuoso 
se forma en su superficie.
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Capítulo 49 El ojo: I. Óptica de la visión
en las venas extraoculares. La figura 49-21 muestra las estructu­
ras anatómicas de este ángulo iridocorneal, dejando ver que los 
espacios existentes entre las trabéculas se extienden a lo largo de 
todo el trayecto desde la cámara anterior hasta el conducto de 
Schlemm. Este último es una vena de paredes delgadas que reco­
rre el perímetro alrededor del ojo en su integridad. Tiene una 
membrana endotelial tan porosa que incluso las moléculas gran­
des de proteínas pueden pasar desde la cámara anterior hacia 
el conducto de Schlemm, lo mismo que las pequeñas partículas 
materiales con un tamaño hasta el de los eritrocitos. Aunque en 
realidad se trate de un vaso sanguíneo venoso, normalmente es 
tan grande la cantidad de humor acuoso que entra en el con­
ducto de Schlemm que este líquido lo llena por completo en vez 
de la sangre. Los pequeños vasos que se extienden desde el con­
ducto de Schlemm hasta las venas más grandes del ojo sólo sue­
len contener humor acuoso, y se denominan venas acuosas.
Presión intraocular
La presión intraocular normal media es de unos 15 mmHg, con 
un intervalo desde 12 hasta 20 mmHg.
Tonometría. Dado que no es nada práctico meter una 
aguja en el ojo del paciente para medir la presión intraocular, 
en la clínica esta maniobra se realiza mediante un «tonóm e­
tro», cuyo principio está recogido en la figura 49-22. Después 
de anestesiar la córnea ocular con un anestésico local, se 
apoya la platina del tonóm etro sobre ella. A continuación, 
se aplica una pequeña presión sobre su émbolo central, lo 
que empuja hacia dentro la porción de la córnea que queda 
bajo él. La magnitud del desplazamiento queda patente en 
la escala del tonómetro, y se calibra en forma de presión 
intraocular.
Regulación de la presión intraocular. La presión intraocular 
permanece constante en un ojo sano, habitualmente en torno 
a ±2 mmHg de su valor normal, cuya media es de unos 15 mmHg. 
Su nivel queda determinado sobre todo por la resistencia a la 
salida del humor acuoso desde la cámara anterior hacia el 
conducto de Schlemm. Esta resistencia al flujo deriva de la malla 
trabecular por la que ha de filtrarse el líquido en su trayecto 
desde los ángulos laterales de la cámara anterior hasta la pared 
del conducto de Schlemm. Estas trabéculas poseen unos orificios 
minúsculos que miden tan sólo de 2 a 3 |_im. La velocidad de flujo
Figura 49-21 Anatomía del ángulo iridocorneal, que muestra el 
sistema para la salida del humor acuoso desde el globo ocular 
hacia las venas conjuntivales.
del líquido hacia el conducto aumenta notablemente cuando la 
presión asciende. A los 15 mmHg que existen aproximadamente 
en condiciones normales, la cantidad de líquido que abandona 
el ojo a través del conducto de Schlemm suele suponer un 
promedio de 2,5 |xl/min, y equivale a su entrada desde el cuerpo 
ciliar. La presión habitualmente permanece en torno a este nivel 
de 15 mmHg.
Mecanismo para limpiar los espacios trabeculares y 
el líquido ¡ntraocular. Cuando existe una gran cantidad de 
partículas en el humor acuoso, como sucede después de una 
hemorragia en el ojo o durante una infección intraocular, hay 
probabilidades de que se acumulen los residuos en los espacios 
trabeculares que conducen desde la cámara anterior hasta el 
conducto de Schlemm; estos restos pueden impedir una reab­
sorción suficiente de líquido en la cámara anterior, lo que a 
veces origina un «glaucoma», según se explica más adelante. 
Sin embargo, sobre la superficie de las láminas trabeculares 
existe un gran número de células fagocíticas. Inmediatamente 
por fuera del conducto de Schlemm hay una capa intersticial de 
carácter gelatinoso que contiene una gran cantidad de células 
reticuloendoteliales dotadas de una elevadísima capacidad para 
rodear los desechos y digerirlos en pequeñas sustancias mole­
culares que puedan absorberse más tarde. Por tanto, este sis­
tema fagocítico mantiene limpios los espacios trabeculares. La 
superficie del iris y otras superficies oculares detrás de él están 
cubiertas por un epitelio que es capaz de fagocitar proteínas y 
pequeñas partículas en el humor acuoso, lo que contribuye a 
mantener el líquido limpio.
El «glaucoma», causa fundamental de ceguera. El glaucoma 
es una de las causas más frecuentes de ceguera. Se trata de una 
enfermedad ocular en la que asciende la presión intraocular hasta 
un nivel patológico, subiendo en ocasiones bruscamente hasta 60 o 
70 mmHg. Las presiones por encima de 25 a 30 mmHg pue­
den provocar una pérdida de visión si se mantienen durante un 
período prolongado. Unas presiones altísimas son capaces de oca­
sionar la ceguera en un plazo de días o incluso de horas. Cuando 
sube la presión, los axones del nervio óptico quedan comprimidos 
en su salida del globo ocular a través del disco óptico. Se cree que 
esta compresión bloquea el flujo axónico del citoplasma desde los 
somas neuronales situados en la retina hacia las fibras del nervio 
óptico que se dirigen al cerebro. El resultado es una ausencia de 
la nutrición pertinente para las fibras, lo que a la larga produce la 
muerte de las que se vean afectadas. Es posible que la compresión
Platina
Figura 49-22 Principios del tonómetro.
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Unidad X El sistema nervioso: fi. Los sentidos especiales
de la arteria de la retina, que penetra en el globo ocular por el disco 
óptico, también se sume al daño neuronal al reducir la nutrición 
que recibe la retina.
En la mayoría de los casos de glaucoma, la presión anormal­
mente alta depende de la mayor resistencia ofrecida contra la 
salida de líquido a través de los espacios trabeculares hacia el con­
ducto de Schlemm situado en la unión iridocorneal. Por ejemplo, 
en una inflamación aguda del ojo, los leucocitos y los residuostisulares pueden bloquear estos espacios y ocasionar una eleva­
ción rápida de la presión intraocular. En los procesos crónicos, 
sobre todo en las personas más mayores, la oclusión fibrosa de los 
espacios trabeculares parece la causa más probable.
A veces, el glaucoma puede tratarse poniendo en el ojo un 
colirio que contenga un fármaco capaz de difundirse hacia el 
globo ocular y reducir la secreción del humor acuoso o aumen­
tar su absorción. Cuando el tratamiento farmacológico fracasa, 
las técnicas operatorias para abrir los espacios trabeculares o 
crear conductos que permitan la circulación directa del líquido 
desde la cavidad que lo alberga en el globo ocular hacia el espa­
cio subconjuntival en su exterior muchas veces son capaces de 
reducir la presión con eficacia.
Bibliografía
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