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El poder (Ensayo)_Loaiza López Johana

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Loaiza López Johana_2-02_LCC		27/03/2023
UNIVERSIDAD AUTÓNOMA DE SINALOA
FACULTAD DE CIENCIAS SOCIALES
LIC. CIENCIAS DE LA COMUNICACIÓN
MATERIA
Ética y comunicación social
PROFESOR
Adán Prado Gutiérrez
GRUPO
2-02
NOMBRE DEL ALUMNO
Loaiza López Johana
Mazatlán, Sin.; 27 de marzo del 2023
EL PODER
Introducción
En una sociedad ya establecida no hay mayor temor que aquel poder que no se puede percibir, pero que ha afectado la forma en la que vives y actúas, como un ser casi omnipotente, no sabes dónde, pero reconoces que se encuentra, puesto que “el poder está en todas partes, en todas las relaciones sociales, en todas las instituciones y en todas las personas” (Giddens 2009, citado en Aragón & Sánchez, 2022). 
De esta manera, su conceptualización llega a ser mucho más profunda que solamente la idea de jerarquización, es decir, tienes poder porque eres jefe o director, aunque puede influir en ello, Foucault lo describe como “una relación de fuerzas, o más bien toda relación de fuerzas es una relación de poder […] Toda fuerza ya es relación, es decir, poder: la fuerza no tiene otro objeto ni sujeto que la fuerza” (Moreno, 2006), así, podemos apreciar en el poder la imposición, estamos hablando de figuras en un grupo social o sistema, cuyas ideas se fuerzan en los otros, y la gran mayoría de las veces se vuelven parte de esa estructura, aunque allá resistencia de por medio. 
Asimismo, parece importante aclarar que para que el poder se establezca en una sociedad, es necesaria que la sociedad coopere en ello mismo, es en aquellos debajo del pie del dictador que dejaran que si tal fuerza se mantiene o no, pero para ello también es necesario el entendimiento del mismo lenguaje, pues como lo asegura Moreno “creer en la mentira es creer en la verdad”, Nietzsche ya había establecido esto mismo; “la verdad es la mentira más eficiente”, en sí, aquello que estas figuras infunden en la sociedad no es en sí falso, poco ético tal vez, si los miembros de ella lo creen entonces es parte de su verdad y por tanto el poder una vez más se reconoce como tal. 
El poder, no es más que el establecimiento de fuerzas que influyen en la sociedad, regularmente debajo de una jerarquía ya establecida, que son normalizadas de acuerdo a la disponibilidad de los miembros en creer en tal imposición. 
El poder como fuerza de represión
Como ya se señaló anteriormente, el poder es en sí una fuerza, una imposición de ideas hacia otros, y para tomarlo como tal es importante “distinguir dos roles entre los actores involucrados: el principal, quien ejerce influencia, y el de subalterno, quien se ve sujeto a dicha influencia” (Aragón & Sánchez, 2022), es decir, aquel que impone, demeritando la autonomía del otro, y a quien se fuerza, regularmente siendo accesibles a estas mismas demandas. 
Pero, Montbrun (2010) asegura, de acuerdo a una exhaustiva investigación de los trabajos de las definiciones de Foucault, que esto no significa que se ejerza tal poder con violencia, puesto que la complejidad del mismo significado de poder se ve en el reconocimiento del otro como “actuantes y responsables” o bien “como capaces de actuar y, sobre todo, de responder”, es decir, aquella figura que ejerce mayor poder, reconoce que la otra persona puede resistirse, tal cuestión, de acuerdo a los trabajos de Beetham (1991) y Scott (2001), citados en Aragón y Sánchez (2022), “consideran las restricciones que implican las relaciones de poder bajo una luz negativa y que estas contienen elementos de tensión que, en determinadas circunstancias, permiten incluir, aunque sea de forma parcial, los intereses de los subalternos”. 
De esta manera, aquel que ejerce el poder ignora la capacidad de generar sus propias opiniones de los otros, no porque consideren que no las tienen, sino porque reconoce su autoridad y los límites que el otro se encuentra acomedido, puesto que aunque los otros se resisten o actúen, siguen estando limitados de acuerdo a las restricciones impuestas, es decir, pueden tomar sus propias decisiones pero entre las normativas ya establecidas dentro de la institucionalidad que acongoja a las sociedades. 
El poder económico y político.
Es importante entender que para que alguien reconozca en sí mismo su autoridad sobre el otro, implica en gran medida su propia identidad socioeconómica, porque ante todo, el poder es clasista, claro que si se ve desde la teoría jurídica clásica, esto sería incierto, puesto que para este, el poder es un derecho de todos, “como un bien que puede transferirse o enajenarse de manera parcial o total mediante un acto jurídico bien sea cedido o por contrato” (Ávila, 2006), o bien, las ideas de nuestro occidente capitalista. 
Pero desde el otro lado de la moneda, encontramos un pensamiento posiblemente más acorde a lo que se vive, Weber (2014) lo toma más bien como “una influencia específica basada en una jerarquía y destinada a un fin preciso: obtener la obediencia en una comunidad determinada a ciertas normas, personas y/o mandatos de manera duradera y estable” (citado en Aragón y Sánchez, 2022), de esta manera, el poder es visto en mayor medida desde la economía como un mantenimiento de “relaciones de producción y a la vez, constituir una dominación de clase que el desarrollo de las fuerzas productivas hace posible” (Ávila, 2006). 
Asimismo, desde las investigaciones de Foucault, vemos cómo el poder económico se ve inherentemente relacionado con el poder político, siendo este un sistema que reprime desde la violencia, tomando a la guerra como su principal medio, pero no una como aquellas que sometían a su oponente entre gritos y disparos, sino una más silenciosas, “la cual estaría incrustada en el tejido de las instituciones, en las desigualdades económicas, hasta en el lenguaje” (Ávila, 2006). 
En resumen, la política ve en la economía un nuevo medio para ejercer autoridad y con ello jerarquía, una persona de riquezas tiene mayores beneficios que una persona obrera, y a la vista de una sociedad ya normalizada en el clasismo, ven en ella una autoridad, un poder, por tanto, alguien que debe ser vista desde abajo, puesto que las personas debajo, viéndolo desde otra perspectiva, son educadas, no para superarlos, sino para seguir trabajando en la sombra de tales riquezas. 
El poder de lo real
Si bien nos hemos dado cuenta el poder que una figura con autoridad o un sistema institucional ejerza tiene un gran efecto social, puesto que Foucault (2001) asegura que “el poder produce lo real" (citado en Ávila, 2006), es decir, aquellos, mayoritariamente instituciones, que tienen la posibilidad de usar el poder como un medio de imposición, puede normalizar ciertas ideas en la sociedad, no significa que los miembros de dicha no se den cuenta de ello, pero en sí, son susceptibles a aceptarlos con facilidad, o bien, a presentar disposición.
Así, Moreno (2006) explica el poder como un símbolo, parte de una autoridad, “que instituyen un cuerpo de normas, se institucionaliza una creencia. Se crea lo verdadero para designar lo falso”, pero “lo falso no es, exactamente, la no-verdad. Lo falso está dentro del circuito de la verdad, es decir, la falsedad es con respecto a la verdad”, en pocas palabras si crees en la mentira crees en la verdad, puesto que tu lo aceptaste como tal, de tal modo que, si crees, temes y repudias, el poder que las instituciones pueden ejercer, entonces esto es una verdad, es una normalización de ideas que es aceptada, con conflicto, pero engullida. 
Estas normas regularmente pasan por las instituciones como parte de la ley, no como reguladora de conductas, sino como líneas vacías que pueden o no ser utilizadas, aquellas leyes que “están hechas por unos y que se imponen a los demás" (Foucault, 2001, citado en Ávila, 2006) como una mejora social, como emblemas de supuesta paz y cordialidad, dejando atrás la significación de una norma, para simplemente volverse una obligación emitida por personas de alto rango con la capacidad y el poder de realizarlo, y que son repetidas en universidades, secundarias, primarias,el ejército, instituciones de salud, hasta en las prisiones (Ávila, 2006). 
Pero esta verdad aceptada actualmente no podrá serlo por toda la vida, siendo que hay una resistencia, siempre habrá lucha entre los actores del poder, movimiento sociales, guerras civiles, opiniones diversas, que llegan a transformarlo, más no significa que “la verdad derrotada es convertida en una no-verdad, es decir, se le envía al exilio de lo simbólico, ya no significa, ya ni siquiera es mentira, pero no desaparece” (Moreno, 2006), por ejemplo, la esclavitud, sabemos que existió, sabemos que fue una imposición y restricción de la autonomía de aquellos llamados esclavos, y aunque no es aceptada como una verdad hoy en día, seguimos reconociendo que sucedió, ahora de forma simbólica, un momento que no se quiere regresar, pero que se sigue ejerciendo entre los micro-racismos de la sociedad contemporánea. 
Conclusiones 
Tras lo anterior, podemos concluir que el poder es un concepto de matices variados, y si bien se encuentra la creencia de que su existencia se deba a personas sumisas a tales imposiciones, en realidad, hay una constante resistencia, puesto que el poder no se puede llevar a cabo si no hay otra persona que reaccione de alguna manera, puede que con enojo, puede que con temor, asimismo, habrá personas que tengan menor disposición a ser sometidas que otras, pero al final es la credibilidad de la sociedad a este poder lo que asegurara su permanencia como algo real, permitiendo la normalización desde diferentes instituciones tanto políticas como educativas. 
Por otro lado, si hay una jerarquización que influya en quienes tienen mayor facilidad en ejercer dicho poder, la cual es apoyada desde el poder político y económico, que, en conjunto, establecen las líneas de clases socioeconómicas y leyes que mantienen a la clase obrera y sus sucesores en tal clasificación, desde la educación hasta las posibilidades de trabajo. 
Aun así, parece imposible visualizar nuestro desarrollo social sin una figura de poder, un líder, que, aunque no ejerza una presión visible a nuestros ojos, nos ayude y coordine ciertas actitudes que parecen infringir en la ética social, puesto que estas figuras no desaparecen, inconscientemente siempre buscaremos a alguien que seguir para mantener un cierto sentimiento de cordialidad y organización entre todo el conflicto.
Referencias 
· Aragón, J. y Sánchez, D. (2022). Poder, dominación y legitimidad. Apuntes conceptuales para una agenda de investigación. IEP (Lima), 284 (53). 
· Ávila, F. (2006). El concepto de poder en Michel Foucault. Telos: Revista de Estudios Interdisciplinarios en Ciencias Sociales, 8(2), 215-234.
· Montbrun, A. (2010). Notas para una revisión crítica del concepto de "poder". Polis (Santiago), 9(25), 367-389.
· Moreno, H. (2006). Bourdieu, Foucault y el poder. Iberóforum. Revista de Ciencias Sociales de la Universidad Iberoamericana, 1(II), 1-14.

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