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05 Mercados y estructuras de mercado

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Facultad de Ciencias Económicas y Estadística – Universidad Nacional de Rosario 
MATERIAL DIDÁCTICO PARA USO DE ESTUDIANTES QUE CURSAN 
ECONOMÍA DE EMPRESAS 
 
ESTRUCTURAS DE MERCADOS 
por José Luis Pellegrini (agosto de 2014) 
 
1. Introducción 
En este trabajo se presentan conceptos y herramientas analíticas 
útiles para el análisis empírico de mercados reales, así como ejem-
plos y casos de aplicación tomados de la Argentina. 
Los temas centrales que lo recorren son los referidos a la posibilidad 
de que los participantes en el mercado: a) tengan poder de merca-
do; b) interactúen con posibilidades de colusión; y c) estén protegi-
dos, al menos parcialmente, de la competencia potencial. 
Como punto de partida se toma la definición de mercado dada por 
Sheperd, que tal vez no sea la más precisa ni elocuente, pero resulta 
de utilidad para los fines que aquí se persiguen. Para Sheperd (1990) 
un mercado es un grupo de compradores y vendedores que inter-
cambian bienes altamente sustituibles entre sí. 
2. Aproximación empírica a los mercados 
2.1. La delimitación de un mercado en particular 
Suponiendo que un mercado existe, la definición de Shepherd pro-
porciona guías identificarlo. Según ella el mercado es un grupo y en 
él se intercambian algunos bienes. Este concepto supone entonces 
que pueden trazarse delimitaciones, ciertas fronteras que definen, 
en cada caso particular: 
 quienes son los compradores y vendedores que están dentro (y 
fuera) del mercado; y 
 cuáles son los bienes que se intercambian en el mercado de 
que se trate (y cuáles no). 
En otras palabras, en cada caso particular, es necesario delimitar el 
mercado. El mercado se delimita siempre desde el punto de vista de 
los compradores. Se lo suele describir como el área de elección de 
los compradores, entendiendo al área no sólo en un sentido espa-
cial, sino en el de las diferentes dimensiones que tiene un mercado. 
Los mercados tienen dos dimensiones principales: 
 el tipo de bien, y 
 el área geográfica. 
En ocasiones, un mercado está claramente definido en ambas di-
mensiones. P. ej. el mercado de electricidad de 220 voltios en una 
localidad aislada y abastecida por una usina local. Todo está claro: el 
bien es un tipo de electricidad perfectamente definido y el área 
geográfica indudablemente es la de la localidad. Desafortunada-
mente, rara vez el asunto es tan sencillo. 
2.2. Delimitación del mercado por el tipo de bien. 
El término bien se designa, en Economía, a objetos que satisfacen 
necesidades de quienes los utilizan, tanto si son objetos tangibles 
(mercancías) como intangibles (servicios). Aun cuando gramatical-
mente se emplee el singular, el término bien por lo general no de-
signa a un objeto individual, sino a una clase de objetos que son 
similares desde el punto de vista de quienes los utilizan. 
Cuando se estudia un mercado no interesa tanto quienes utilizan los 
bienes como quienes los compran, que pueden no ser las mismas 
personas (como ocurre corrientemente en los hogares en lo que 
concierne a los niños). 
En extremo, un bien es un conjunto de objetos perfectamente ho-
mogéneos desde el punto de vista del comprador. En este caso, dos 
objetos cualesquiera son ejemplares de un mismo bien si son susti-
tutos perfectos. Esto es, si resultan completamente indiferentes 
para los compradores, a quienes les da lo mismo comprar uno que 
otro. V. gr., dos lingotes de oro del mismo fino y peso son sustitutos 
perfectos. 
Hay otros ejemplos de estos bienes: acciones y bonos cada uno de 
cuyos títulos otorga exactamente los mismos derechos que todos 
los demás de su misma clase; ciertos metales que se producen bajo 
especificaciones estrictas, etc. Pero si es cierto que hay ejemplos, 
también lo es que no son muchos. Incluso bienes muy poco diferen-
ciados, como el trigo, suelen variar en su calidad entre un lote y 
otro, aún si provienen del mismo establecimiento. Pero si dos lotes 
de trigo tienen diferencias de calidad (tal vez un peso hectolitrito 
algo diferente) ¿son ejemplares del mismo o de diferentes bienes? 
La sustituibilidad es una cuestión de grado, pero generalmente 
pueden establecerse rangos dentro de los cuales los bienes resultan 
muy buenos sustitutos y por ello, la definición de mercado no exige 
sustituibilidad perfecta, sino tan sólo sustituibilidad “alta”, cuyo 
caso límite es la sustituibilidad perfecta. 
Así, si los compradores consideran que las carnes bovina, porcina y 
ovina no son buenos sustitutos y las consumen en ocasiones dife-
rentes (como ocurría en la Argentina de hace algunas décadas), 
estamos en presencia de tres mercados claramente delimitados. 
Pero si están dispuestos a sustituir unas por otras con facilidad, 
estaremos en presencia de un único mercado de carnes rojas. Pro-
bablemente los consumidores de nuestro país, en la actualidad, no 
se encuentran en ninguno de los extremos y entonces no es tan 
sencillo decidir si los mercados son tres o uno. 
Hay mercados que contienen submercados. P. ej. el mercado de 
automóviles puede dividirse en los de gama alta, media y baja. 
Aunque cada submercado es relevante, en tanto algunos comprado-
res pueden centrarse en sólo uno de ellos y elegir dentro de él, 
también el mercado más amplio es significativo, porque da el marco 
general de elección a los compradores, los cuales en definitiva pue-
den elegir entre autos de distinta gama y entre diferentes modelos 
dentro de una de éstas. 
De hecho, la inmensa mayoría de los bienes no son homogéneos, 
sino ligeramente heterogéneos: tienen variedades, esto es, varian-
tes que resultan de pequeños cambios en sus características que no 
alteran demasiado su capacidad para satisfacer la necesidad de que 
se trate, pero que no son indiferentes para los consumidores. P. ej. 
diseños y marcas de jeans o estilos de corte y peinado de cabello 
que ofrecen diferentes salones de belleza. 
Un sinónimo muy usual de la expresión “variedades” es “productos 
diferenciados”. De acuerdo a una clasificación tradicional, la dife-
renciación de los productos puede ser: 
2 
 
 Física: Las variedades se distinguen por sus características físicas 
(p. ej. harina de trigo con diferentes grados de refinación, indica-
dos por la cantidad de 0 [ceros] en su envase); 
 Espacial: Las variedades se distinguen por estar situadas en luga-
res diferentes (v. gr., harinas de trigo “000”, ofrecida una en un 
almacén cercano y otra en un hipermercado de las afueras de la 
ciudad); 
 Temporal: Las variedades se distinguen por estar disponibles en 
diferentes momentos (v.gr. harinas de trigo “000” de entrega in-
mediata o de entrega diferida); 
 Ideal: Las variedades son consideran diferentes por los comprado-
res, aun cuando sean idénticas desde el punto de vista físico, es-
pacial y temporal (v. gr. harinas de trigo “000” disponibles en el 
mismo momento y lugar, pero envasada con marcas distintas de 
diferente prestigio o apoyo publicitario). 
En la actualidad se consideran también otros factores de diferencia-
ción, como: 
 Servicios de venta y posventa; 
 Garantía; 
 Etc. 
Cuando las variantes que resultan de los diferentes valores que 
pueden tomar estas dimensiones son fácilmente sustituibles entre 
sí, se consideran variedades de un mismo bien. 
Hay dos tipos de diferenciación de producto: vertical y horizontal. 
Existe diferenciación vertical, también llamada diferenciación por 
calidad o tecnológica, cuando existe consenso entre los comprado-
res acerca del orden de preferencias que tienen por las diferentes 
variedades, si son ofrecidas al mismo precio. Se basa en diferencias 
de calidad en términos de propiedades del producto, prestaciones, 
duración, seguridad, etc., las cuales surgen de la aplicación a su 
producción de recursos en cantidad o calidad diferente. P. ej. entre 
fragancias francesas de marcas reconocidas y perfumes alternativos 
que las imitan. Existe diferenciación horizontal cuando los compra-
dores tienen distintos órdenesde preferencias por las diferentes 
variedades, cuando son ofrecidas al mismo precio. Depende de la 
valoración subjetiva de los consumidores y se basa en variaciones 
del diseño o la presentación que no dependen de diferencias sus-
tanciales en la cantidad o calidad de los recursos aplicados. P. ej., 
entre líquidos limpiadores con aroma a limón o a lavanda. 
El criterio para distinguir por el tipo de producto entre un mercado y 
otro, entonces, es la sustituibilidad. Los bienes que son sustitutos 
cercanos están dentro del mismo mercado y todos los demás están 
afuera. 
Dicho así, esto parece muy claro, pero los ejemplos anteriores 
muestran que hay una cuestión problemática de por medio. En 
efecto: ¿cuán sustituibles son dos bienes altamente sustituibles? 
Además, es muy común que un conjunto de bienes que son buenos 
sustitutos esté rodeado de una constelación de sustitutos parciales. 
P. ej. las aguas minerales con gas de diferentes marcas suelen ser 
muy buenos sustitutos recíprocos pero también hay otras bebidas 
que cumplen parcialmente la misma función, como la soda, las 
gaseosas, el agua mineral sin gas, el agua corriente, etc. Por otra 
parte, la diferenciación vertical puede ser tan grande que no deter-
mine variedades, sino bienes realmente diferentes. 
Esto hace que por lo general sea difícil definir el punto de corte. 
2.3. Delimitación del mercado por el área geográfica 
Los mercados también se pueden delimitar por su extensión geográ-
fica, el espacio físico donde de hecho ocurren los intercambios. 
Desde este punto de vista, existen mercados locales, regionales, 
nacionales, internacionales y globales o mundiales, aunque las 
mejoras en las comunicaciones hacen cada vez menos nítidas las 
distinciones entre unos y otros. La distinción más clara se da al pasar 
de los mercados nacionales a los internacionales. En los mercados 
locales, regionales y nacionales todos los operadores están regidos 
por las mismas leyes, utilizan la misma moneda y generalmente 
tienen completa libertad para desplazarse y desplazar sus mercade-
rías de un lugar a otro. Cuando las transacciones se realizan por 
sobre las fronteras nacionales, los operadores están regidos por 
diferentes leyes, deben realizar operaciones de cambio de moneda 
(excepto dentro de la Zona del Euro), suelen estar sujetos a restric-
ciones al movimiento de personas y mercaderías y eventualmente 
deben pagar aranceles aduaneros. Éstas y otras condiciones hacen 
que el intercambio internacional y global sea mucho más complejo 
que el que se realiza dentro de las fronteras nacionales. 
El área geográfica puede definirse como; 
 aquella dentro de la cual los compradores buscan; y/o 
 aquella dentro de la cual los vendedores envían sus productos. 
Los pautas de comportamiento de los consumidores en cuanto a sus 
desplazamientos, tanto como los costos de transporte en relación 
con el precio del bien, suelen limitar la extensión geográfica del 
mercado. También lo hacen los problemas logísticos. P. ej. las em-
presas pesqueras encuentran dificultades para abastecer de pesca-
do fresco a las áreas donde no existen instalaciones que permiten 
conservar de la cadena de frío. 
Sin embargo, pueden existir compradores que hagan viajes 
inusualmente largos para comprar un bien que les apetece o empre-
sas localizadas cerca de la “frontera” geográfica del mercado y que 
por ese motivo pueden hacer ventas fuera de ella sin sufrir excesi-
vos costos de transportes. Por eso, el área geográfica puede tener 
límites difusos. 
El área que está “dentro” del mercado no suele distinguirse de la 
que está “afuera” porque en la primera se realizan transacciones y 
en la segunda no, sino porque en la primera las transacciones son 
mucho más frecuentes que la segunda. Y al igual que en el caso de la 
sustituibilidad, la frecuencia es una cuestión de grado. 
2.4. El criterio de la elasticidad cruzada de demanda y sus 
alternativas 
Desde el punto de vista teórico, el criterio técnico para definir el 
mercado tanto por el bien como por el área geográfica es el de la 
elasticidad cruzada de demanda, que muestra cuán intensamente 
responde la cantidad demandada de un bien ante variaciones del 
precio de otro. 
La elasticidad cruzada de demanda (simbolizada con EA/B para los 
bienes A y B) se define como el cociente entre la variación relativa 
de la cantidad demandada de uno de los bienes (A) ante una varia-
ción relativa del precio del otro bien (B): 
 
 
 
 
 
 
 
Cuando la elasticidad cruzada es positiva y alta, los bienes son bue-
nos sustitutos, porque cuando, en el ejemplo, varía el precio de B la 
cantidad de A responde con mucha intensidad en la misma direc-
ción, esto es, si aumenta el precio de B los demandantes trasladan 
sus compras de B a A. Cuando tiende a infinito, ambos bienes son 
en realidad ejemplares de un mismo bien. Sin embargo, cuando 
toma un valor positivo pero finito, será necesario decidir de un 
modo un tanto arbitrario cuando la elasticidad cruzada es suficien-
temente alta como para considerar que se trata de variedades de un 
mismo bien y no de dos bienes diferentes. 
Cabe recordar que los bienes pueden diferenciarse espacialmente, 
por lo que dos de ellos físicamente idénticos pero situados en luga-
res diferentes pueden considerarse variedades diferentes, o dos 
3 
 
bienes diferentes si para los compradores resultan malos sustitutos 
por su localización. Por este motivo, el criterio de la elasticidad 
cruzada de demanda puede aplicarse también para definir el mer-
cado por el área geográfica, tomando la cantidad correspondiente a 
una localización y el precio correspondiente a otra. 
Si bien el criterio en consideración es inobjetable desde el punto de 
vista teórico, especialmente cuando se supone sustituibilidad per-
fecta, en la práctica presenta dificultades lógicas y fácticas. 
En primer lugar, las variaciones de precio y cantidad no son instan-
táneas, sino que toman algún tiempo por lo que es necesario definir 
el período de referencia. Ahora bien, el tiempo es una variable 
continua, la periodización es una convención humana en definitiva 
arbitraria. En segundo lugar, la mayoría de los bienes tienen muchos 
sustitutos, por lo que la variación del precio puede afectar ligera-
mente a todos y muy poco a cada uno en particular. Tercero, el 
precio considerado debe ser competitivo, porque si el vendedor 
tiene poder de monopolio puede fijar un precio mucho mayor que 
los de los sustitutos y generar una bajo valor de la elasticidad cruza-
da, a pesar de que los bienes sean buenos sustitutos según otros 
criterios. Finalmente, además de las complejidades econométricas 
de la estimación de la elasticidad, en muchísimos casos es muy 
difícil o imposible disponer de los datos necesarios para calcularla. 
Por esos motivos se recurre generalmente a otros criterios. 
Uno de ellos es el carácter general de los bienes, conocido en virtud 
de la experiencia. Otro es el precio de los bienes, ya que grandes 
diferencias o que se mueva independientemente pueden revelar 
una baja sustituibilidad. Un tercer criterio es el juicio de expertos, o 
de participantes en el mercado bien informados. Finalmente, la 
existencia de grupos de compradores o vendedores bien diferencia-
dos por características económicas, geográficas, demográficas, etc. 
puede ser un buen indicador de que los mercados son diferentes. 
También existen criterios alternativos para definir el mercado por el 
área geográfica. P. ej. la proporción enviada hacia o desde una 
región. Convencionalmente, se suele aceptar que un área conforma 
un mercado si menos del 10% de la producción local se envía fuera 
del área y si menos del 10% de las cantidades compradas provienen 
del exterior de ella. Un segundo criterio es el costo de transporte 
como proporción del precio del bien y otro la distancia a la cual los 
bienes son normalmente enviados. 
2.5. Segmentación del mercado. 
Los mercados también pueden estar segmentados,esto es, forma-
dos por subgrupos de agentes económicos que comparten similares 
características y que por ello se comportan de una manera particu-
lar y diferente de la de otros subgrupos. 
Entre los consumidores suelen encontrarse segmentos caracteriza-
dos por nivel de ingresos, edad, género, educación, lugar de resi-
dencia, rasgos culturales, etc. Entre los trabajadores que actúan 
como oferentes en el mercado laboral la segmentación puede ocu-
rrir por factores demográficos como los mencionados anteriormen-
te (edad y género), así como por nivel educativo, experiencia labo-
ral, etc. También las empresas pueden formar grupos de caracterís-
ticas similares, pero este tema se tratará más adelante. Asimismo, 
algunos agentes económicos pueden cambiar su comportamiento 
en relación con ciertos bienes a lo largo del día, razón por la cual 
integran diferentes segmentos según la franja horaria. Esto ocurre 
en los mercados de televisión por cable y de servicios de guarda de 
automóviles, p.ej. 
Estos fenómenos de segmentación generalmente deben tomarse en 
cuenta, pero no afectan la delimitación del mercado, ya que ésta 
sólo se da sobre las dos dimensiones principales; tipo de producto y 
área geográfica. 
2.6. ¿Y entonces? 
Todo lo dicho puede llevar a la conclusión de que definir el mercado 
es una tarea muy difícil, sino imposible. Como señaló Shepherd, 
delimitar el mercado es complejo porque la mayoría de los merca-
dos son complejos, pero la delimitación del mismo es una tarea que 
puede hacerse y de hecho, se hace corrientemente. 
Es necesario decidir qué conjunto de bienes está integrado por 
sustitutos suficientemente buenos como para estar en el mismo 
mercado y también, en qué áreas geográficas las transacciones son 
suficientemente frecuentes como para que el mercado esté dentro 
de sus límites. Como muchas veces es imposible encontrar criterios 
objetivos incuestionables para estas decisiones, la solución gene-
ralmente entraña algún grado de discrecionalidad. De hecho, lo que 
por lo general importa no son razones metafísicas, sino considera-
ciones de orden práctico. Según el problema que se esté conside-
rando puede ser completamente apropiado definir un mercado 
como el de ingredientes para copetín, mientras que en otra ocasión 
será necesario distinguir cuidadosamente entre maníes y papas 
fritas. 
Lo que nunca debe olvidarse es la premisa fundamental: son las 
condiciones de la demanda las decisivas ya que, vale reiterarlo, el 
mercado es el área de elección de los compradores. 
2.7. Bienes, industrias y clasificaciones estadísticas 
Se denomina industria al conjunto de empresas que producen el 
mismo bien o bienes que son sustitutos suficientemente cercanos 
como para que puedan considerarse variedades del mismo bien. 
Sin embargo, es habitual denominar industria a un conjunto de 
empresas que producen bienes que se parecen por su proceso 
productivo o por sus compradores, aunque no sean buenos sustitu-
tos. P. ej. la “industria” de la maquinaria agrícola produce sembra-
doras y fumigadoras, que no son sustitutos en absoluto. En casos 
como este parece preferible utilizar el término sector, pero ésta no 
es una convención que sea generalmente aceptada. 
Debido a la ambigüedad en el uso es importante no confundir los 
criterios expuestos en esta sección, que están definidos siempre 
desde la perspectiva del comprador, con criterios utilizados en la 
vida diaria o con fines estadísticos para agrupar bienes o activida-
des, pero que están definidos con otros puntos de vista. 
Este es el caso de las clasificaciones CIIU
1
 o CUCI
2
 de las Naciones 
Unidas y sus adaptaciones para la Argentina como el ClaNAE
3
 del 
INDEC, que se basan en la similitud de los procesos y/o de los mate-
riales utilizados para la producción, en la etapa de elaboración en 
que se encuentra el bien, etc. Esas clasificaciones pueden servir 
como guías para la identificación de la industria y a veces hasta se 
las utiliza para definir al mercado, pero no debe pasarse por alto 
que reflejan características de la oferta, no de la demanda y pueden 
conducir a un uso incorrecto de términos y conceptos. 
3. Competencia efectiva y poder de mercado 
3.1. Conceptos y determinantes 
Si es necesario delimitar el mercado, es porque interesa conocer su 
funcionamiento, para saber, entre otras cosas, cómo se forman los 
precios, cuánto se estimula la eficiencia y la innovación y en qué 
medida de los beneficios del intercambio se distribuyen equitativa-
mente. 
 
1 Clasificación Industrial Internacional Uniforme de todas las Actividades 
2 Clasificación Uniforme para el Comercio Internacional. 
3
 Clasificación Nacional de Actividades Económicas. 
4 
 
Los concepto de competencia efectiva y poder de mercado son 
centrales para abordar estos temas. 
Existe competencia efectiva cuando el funcionamiento del mercado 
entraña pujas entre rivales que son comparables en cuanto a su 
capacidad de negociación, ejerciendo una presión recíproca que 
obliga a cada uno a desempeñarse del modo más eficiente posible. 
Asimismo, ninguno puede fijar precios arbitrariamente altos o bajos 
(según compre o venda), ni expulsar a sus rivales del mercado si no 
es por causa de una eficiencia superior. 
Para que haya competencia efectiva debe existir un grado razonable 
de paridad entre los competidores y además, éstos deben ser sufi-
cientemente numerosos como para que a los compradores o ven-
dedores les resulte imposible ponerse de acuerdo y formar una 
coalición con el propósito de manipular el mercado. 
La libertad de entrada al mercado favorece la competencia efectiva, 
incluso cuando el número de participantes es reducido, porque la 
simple amenaza de entrada de nuevos competidores puede hacer 
que aquellos se comporten como si éstos ya estuvieran presentes. 
No existe competencia efectiva cuando uno o unos pocos partici-
pantes dominan el mercado, dominio que se refuerza si pueden 
formar una coalición y si hay limitaciones a la entrada de nuevos 
competidores. En este caso, los participantes que ejercen el dominio 
disponen de lo que se denomina poder de mercado (también lla-
mado poder de monopolio). Éste puede definirse como la capacidad 
de un agente económico individual, o de un grupo de agentes que 
actúan coordinadamente, para influir sobre los precios del mercado 
y en este sentido, es la contracara de la competencia efectiva, en 
que cada agente debe aceptar los precios que se forman en el mer-
cado 
Va de suyo que el poder de mercado entraña la capacidad para fijar 
precios superiores o inferiores, según se trate de vendedores o 
compradores, a los que se observarían bajo condiciones de compe-
tencia efectiva y lleva aparejada la posibilidad de obtener, a largo 
plazo, beneficios superiores a los normales. 
Ocasionalmente, la disparidad entre los rivales permite a los más 
poderosos desarrollar estrategias tendientes a expulsar a los demás 
del mercado, o bien, a absorberlos. 
Según muchos autores, la ausencia de competencia efectiva reduce 
el estímulo para desempeñarse eficientemente y para innovar, 
mientras que para otros, puede ser un premio por haber logrado en 
el pasado una eficiencia superior que permitió expulsar a los rivales, 
o por haber puesto en práctica una innovación que no pudo ser 
imitada por los demás. 
La existencia de sustitutos cercanos debilita el poder de mercado de 
los oferentes, porque los demandantes pueden desplazarse hacia 
aquellos. El desarrollo de Internet, que abrió nuevas posibilidades 
de intercambiar en línea mensajes de texto y voz a través de todo el 
mundo, mediante computadoras, erosionó seriamente el poder que 
tenían las empresas telefónicas argentinas en el mercado de las 
comunicaciones telefónicas internacionales, p. ej. 
El grado de competencia efectiva y el poder de mercado de que 
disponen algunos participantes están relacionados con la estructura 
del mercado,sobre la que se tratará más adelante 
3.2. Una medida del poder de mercado: el índice de Lerner 
Para evaluar el poder de mercado se toma como referencia el equi-
librio a largo plazo en competencia perfecta, una situación ideal que 
no se espera encontrar en la realidad, pero que revela las propieda-
des de una situación en la que todos los participantes carecen por 
completo de poder de mercado. En dicho equilibrio el desempeño 
es en condiciones de máxima eficiencia, no hay beneficios extraor-
dinarios y el precio (P) es igual al costo marginal (CMg) a corto y 
largo plazo e igual al costo medio a largo plazo (CMeL) mínimo. 
El poder de mercado permite que a largo plazo la empresa obtenga 
beneficios extraordinarios y cobre un precio P superior al CMg. La 
magnitud en que el precio excede al costo marginal refleja, enton-
ces, su poder de mercado. Esta es la noción que sustenta al índice 
de Lerner, que se define como la proporción del precio en que éste 
excede al costo marginal o bien, como la proporción del precio que 
no es explicada por el costo marginal. En términos generales, se 
expresa como: 
 
 
 
 
La fórmula de L tiene la misma forma que la inversa de la elastici-
dad-precio de la demanda calculada en función del precio y el ingre-
so marginal (IMg). En efecto, como se recordará: 
 ( 
 
 
) 
 
 
 
 
 
 
donde e es la elasticidad-precio de la demanda dirigida a la empre-
sa. Como en equilibrio IMg y CMg son iguales se pueden sustituir, y 
dado que la elasticidad de demanda de un bien normal es negativa: 
 
 
 
 
 
| |
 
En el Apéndice, al final del trabajo, se puede encontrar una demos-
tración más detallada de este resultado. 
El índice puede variar entre 0 y 1. Cuanto mayor sea su valor, mayor 
será el poder de mercado de que disfruta la empresa, porque cuan-
to más inelástica sea la demanda dirigida a ella, mayor será la dife-
rencia entre P y CMg que puede conseguir. L = 0 ó L  0 (de acuer-
do a la fórmula que se utilice) en caso de competencia perfecta, 
donde P = Cmg y │e│∞. L = 1 cuando CMg = 0 y │e│= 1. Esto 
significa que el precio es, en su totalidad, un excedente puro, fruto 
exclusivo del poder de monopolio. 
Una situación de gran importancia es aquella en que CMg  0, que 
se presenta con frecuencia en los llamados bienes “de la nueva 
economía”, como programas de computación, grabaciones de músi-
ca o video, etc., que pueden reproducirse electrónicamente a un 
costo insignificante. En ellos se hace evidente que es sólo el poder 
de mercado, del cual no siempre gozan sus propietarios legales, el 
que permite que tengan un precio positivo (P > 0). En un rango un 
poco más elevado de costos, algunos productos electrónicos, como 
los microprocesadores, se fabrican en gran escala con un costo 
marginal muy bajo, pero en este caso sus productores sí tienen 
poder de mercado, debido a que la alta tecnología y las grandes 
inversiones necesarias para producirlos los protegen de la compe-
tencia. 
Gráfico 1. Equilibrio a largo plazo en competencia 
imperfecta, con rendimientos constantes luego 
de haber explotado las economías de escala. 
 
Fuente: Elaboración propia. 
5 
 
Como se menciona más adelante, la evidencia empírica indica que 
en muchas industrias existe un rango de producción donde, una vez 
explotadas completamente las economías de escala, los rendimien-
tos son constantes a largo plazo. En consecuencia, los costos medios 
y marginales también lo son (Gráfico 1). 
En este caso el índice de Lerner puede modificarse para obtener: 
 
 
 
 
El numerador resulta ser ahora el beneficio extraordinario a largo 
plazo por unidad vendida y el índice de Lerner, multiplicado por 100, 
puede interpretarse como el margen de beneficio extraordinario a 
largo plazo expresado en términos porcentuales. Además de posibi-
litar una interpretación sugerente, esta versión del índice tiene la 
ventaja de que se puede calcular en un estudio empírico con datos 
que son más fácilmente accesibles que el costo marginal y que 
pueden derivarse de registros contables de las empresas. 
Como cualquier herramienta analítica, éste índice debe utilizarse 
con las debidas precauciones cuando se lo emplea en la práctica. Un 
gran poder de mercado puede dar como resultado un índice relati-
vamente bajo, porque una empresa con poca competencia tiene 
pocos incentivos para minimizar sus costos. Puede, v. gr. pagar 
salarios excepcionalmente altos a sus trabajadores y por lo tanto, 
los costos serán mayores y el valor de L menor. 
3.3. Empresas multiproducto 
El índice de Lerner tiene la limitación de que es válido para la em-
presa que produce un solo bien. Debería corregirse para empresas 
que producen más de uno, los cuales pueden ser sustitutos o com-
plementarios. 
Si los productos son sustitutos, el aumento del precio de un bien 
reducirá la cantidad demanda de éste pero aumentará la de los 
sustitutos. Las empresas multiproducto tomarán en cuenta esta 
interrelación, lo que no ocurriría si los bienes fueran producidos por 
empresas totalmente especializadas que no podrían beneficiarse del 
desplazamiento de la demanda de los sustitutos. Por ello la empresa 
multiproducto fijará un precio superior para cada producto y el 
índice de Lerner sería mayor que el obtenido con la fórmula ante-
rior. 
Si los productos son complementarios, al aumentar el precio de un 
bien las empresas multiproducto verán reducida la cantidad de-
mandada de los bienes complementarios, por lo cual encontrarán 
conveniente moderar el aumento. No ocurriría así si los bienes 
fueran producidos por empresas diferentes, que no podrían interna-
lizar las ventajas de una mayor cantidad demandada de los com-
plementarios a un menor precio. En este caso el índice de Lerner 
para la empresa multiproducto sería menor que el obtenido con la 
fórmula anterior. 
En síntesis, cuando la empresa vende varios productos: 
 L subestima el poder de mercado si son sustitutos; 
 L sobrestima el poder de mercado si son complementarios. 
4. La estructura del mercado 
4.1. Elementos de la estructura de mercado 
La estructura del mercado consta de tres elementos: 
 densidad y participación de mercado; 
 concentración; y 
 barreras a la entrada, salida y movilidad. 
Aunque inicialmente serán tratados uno por uno, no debe olvidarse 
que los tres juntos constituyen la estructura, del mismo modo que 
los cimientos, las paredes y el techo de una casa constituyen su 
estructura y no pueden tomarse como si fueran elementos aislados. 
4.2. Densidad y participación de mercado 
4.2.1. Concepto 
La densidad es, simplemente, la cantidad de oferentes o demandan-
tes que operan en el mercado. 
La participación de mercado es la proporción, en términos porcen-
tuales, de las ventas o de compras que hace un vendedor o compra-
dor, sobre el total de las transacciones realizadas. Esta proporción 
puede variar desde aproximadamente 0% a 100%. 
En lo posible, la participación de mercado debe calcularse sobre la 
facturación, esto es, sobre las ventas o compras medidas en dinero, 
pero son aceptables medidas en cantidades físicas cuando el bien es 
homogéneo, capacidad instalada cuando ésta es la variable relevan-
te o reservas en el caso de los recursos naturales. Sin embargo a 
veces, aun cuando el bien no es estrictamente homogéneo, sólo se 
cuenta con datos sobre cantidades físicas, lo que obliga a calcular 
participaciones que apenas son aproximaciones a las verdaderas. 
La participación de mercado es el principal indicador del poder que 
pueden ejercer en el mercado los participantes. Sin embargo, no es 
un indicador suficiente, porque para que exista poder de mercado 
debe haber barreras a la entrada, como se discutirá con más detalle 
en el ítem 4.9. Aquí se dará por supuesto que las barreras existen en 
los mercados que no son de competencia. 
4.2.2. Estructuras de mercado según densidad y participa-
ción 
La densidad y participación permiten una primera identificaciónde 
las estructuras de mercado genéricas. Éstas son: 
Competencia. El caso extremo de competencia se da cuando existen 
numerosos compradores y vendedores y todos tienen una participa-
ción extremadamente pequeña, tendiendo a cero (lo que supone 
que son numerosos y de similar tamaño). Se dice entonces que 
están atomizados y el poder de mercado de cada uno de ellos es 
prácticamente nulo. Sus ventas y compras son insignificantes en el 
total y no pueden afectar el precio que se forma en el mercado. Esta 
es la situación se representa con el modelo de competencia perfecta 
pero no se observa con mucha frecuencia. No obstante existen 
mercados así, como el de hacienda de invernada, donde participan 
criadores e invernadores ninguno de los cuales, ni siquiera las mayo-
res estancias y feedlots, tiene una participación de mercado que no 
sea insignificante. 
Sin embargo, no es necesario que los participantes sean muy nume-
rosos y todos literalmente insignificantes. Se acepta en general que 
cuando ningún vendedor o comprador tiene una participación de 
mercado muy por encima del 10% están dadas las condiciones para 
que exista competencia efectiva. Basados en estudios empíricos, 
algunos autores sostiene que el poder de mercado recién comienza 
a aparecer cuando algún participante se acerca al 15%. 
Sin embargo, en este aspecto es necesario tener en cuenta no sólo 
la participación, sino también la densidad. No es lo mismo, en tér-
minos de poder de mercado, una decena de participantes todos los 
cuales tienen participaciones de alrededor del 10%, que varias 
decenas de participantes, algunos de los cuales tienen una partici-
pación de alrededor del 10%. La última es una situación más típica 
de la competencia que la primera. 
Los mercados de hacienda para faena son ejemplos de competencia 
efectiva, a pesar de que en ellos no todos los participantes son 
insignificantes por su tamaño. Hay frigoríficos y supermercados con 
participaciones considerables en las cantidades compradas, pero 
6 
 
ninguna muy por encima del porcentaje indicado. Además, los de-
más compradores son numerosos. 
Monopolio y monopsonio. En el extremo opuesto a la competencia, 
un único vendedor y/o comprador tiene una participación del 100%. 
Si hay un único vendedor y más de un comprador, hay un monopo-
lio (palabra derivada del griego que significa “un solo vendedor”). Si 
hay un único comprador y más de un vendedor, hay un monopsonio 
(que significa “un solo comprador”). Si hay un único comprador y un 
único vendedor, se tiene un monopolio bilateral. 
Cuando los compradores o vendedores están atomizados y enfren-
tan a un monopolista o un monopsonista, éstos concentran el poder 
de mercado y salvo que existan regulaciones legales, se encuentran 
en condiciones de fijar los precios. Cuando existe un monopolio 
bilateral, en cambio, la distribución del poder de mercado depende 
de la importancia relativa de ambos participantes y de su habilidad 
de negociación. 
Para que exista un monopolio es necesario que el bien de que se 
trate no tenga sustitutos cercanos, porque de lo contrario los po-
tenciales compradores podrían elegir uno de éstos. De la misma 
manera, para que exista un monopsonio el bien no debe ser bueno 
para usos alternativos a aquél que le da el único comprador. Como 
ambas cosas son raras (la mayoría de los bienes tiene muchos susti-
tutos y usos posibles), el monopolio es un tipo de mercado bastante 
infrecuente y el monopsonio mucho más. 
La mayoría de los monopolios se encuentran en los servicios públi-
cos, porque por lo general no tienen buenos sustitutos y muchos de 
ellos configuran lo que se conoce como monopolio natural. Este se 
presenta cuando los costos por unidad son inferiores si la produc-
ción está cargo una única empresa en comparación con dos o más. 
Esto es lo que ocurre normalmente cuando la producción requiere 
una instalación central y una red física de distribución mediante 
caños, cables, vías, etc. Si el servicio de distribución agua potable 
estuviera a cargo de dos empresas, debería duplicarse tanto la 
planta potabilizadora como las cañerías de distribución, o por lo 
menos éstas. Fenómenos como éste se encuentran también en la 
distribución de electricidad y gas, en el transporte ferroviario y 
subterráneo, etc. Debido a que hay un interés social en garantizar la 
prestación de estos servicios al menor costo posible, la mayoría de 
los países ha establecido regulaciones que garantizan el monopolio, 
el cual es ejercido por el estado mismo o concedido a empresas 
privadas. También existen monopolios relacionados con innovacio-
nes recientes, especialmente si existen patentes u otros dispositivos 
legales que dificultan su difusión. 
En cuanto al monopsonio, en nuestra región existe un ejemplo 
histórico muy importante. Se trata de La Forestal, empresa que 
durante la primera mitad del siglo XX explotaba los quebrachales del 
norte santafecino y era la única demandante de trabajo en extensas 
áreas rurales. 
Curiosamente, el monopolio bilateral, una forma de mercado que 
parece muy extraña, es bastante común. Se lo encuentra con alguna 
frecuencia en mercados de piezas y partes industriales producidas 
bajo especificaciones, que sólo sirven para el cliente que formuló las 
especificaciones y son fabricadas por un único proveedor. 
Una última forma de monopolio que se mencionará aquí es el mo-
nopolio colectivo. Este se presenta cuando el poder de mercado no 
está en manos de un único agente económico, sino en un grupo de 
ellos, como son los matriculados en una profesión, o quienes cuen-
tan con una patente o derecho de explotación que se otorga en 
cantidades fijas. Así, el monopolio de la asistencia médica está en 
manos del conjunto de médicos matriculados y los propietarios de 
patentes de taxi (que se otorgan en un número limitado) gozan del 
monopolio colectivo del servicio en cuestión. Cuando hay monopo-
lios colectivos, con frecuencia existen aranceles o tarifas obligato-
rios para todos sus beneficiarios. 
Competencia monopólica o monopolística. Para que el monopolio 
sea efectivo, el bien monopolizado no debe tener buenos sustitutos, 
porque en ese caso los compradores migrarían hacia éstos si el 
monopolista pretendiera fijar precios superiores a los de competen-
cia. Sin embargo, si los vendedores de un bien pueden diferenciarlo, 
esto es, producir variedades que sean especialmente preferidas por 
cierto grupo de compradores, pueden conservar algún poder de 
monopolio aún en condiciones que por lo demás son de competen-
cia efectiva. 
En efecto, al producir cada uno una variedad única, se convierten en 
monopolistas de su propia variedad respeto de aquellos comprado-
res que la prefieren especialmente. Pero como las variedades son, 
por definición, altamente sustituibles, este poder de monopolio no 
es muy grande y les permite fijar precios apenas más elevados que 
en otras circunstancias. 
Este tipo de mercado se denomina de “competencia monopólica” o 
“monopolística”, porque combina la existencia de competencia 
efectiva con elementos de monopolio. Uno de sus rasgos distintivos 
es la existencia de clientelas, que son las que otorgan el poder de 
monopolio y está muy difundida en el comercio minorista y los 
servicios personales, así como en otras actividades donde la locali-
zación es muy importante (diferenciación espacial), o bien lo son las 
características secundarias del producto, como rapidez de atención 
y buen trato (diferenciación física), la extensión del horario de aten-
ción (diferenciación temporal) o la publicidad (diferenciación ideal). 
Cabe recordar que en el comercio minorista el producto es el servi-
cio de poner a disposición del público otros bienes. 
 Oligopolio. Entre el monopolio y la competencia existe una gran 
variedad de formas de mercado denominadas genéricamente “oli-
gopolio”. En ellas, un grupo reducido de compradores o vendedores 
domina el mercado y debido a su pequeña cantidad, están en situa-
ción deinterdependencia, porque las acciones de cada uno pueden 
afectar a los demás. 
La palabra oligopolio significa literalmente “pocos vendedores”. En 
el caso en que el grupo que domina el mercado está formado por 
compradores, termino técnico que corresponde es “oligopsonio”, 
que significa “pocos compradores”, pero se usa muy raramente, 
aplicándose en su lugar la expresión genérica oligopolio. A pesar del 
nombre, la existencia de pocos compradores o vendedores no es la 
característica distintiva de este tipo de mercado. Lo que caracteriza 
al oligopolio es que un número reducido de aquellos domina el 
mercado y son interdependientes, sin importar si el número total 
compradores o vendedores es mucho mayor. 
Hasta aquí se habló genéricamente de compradores y vendedores, 
para cubrir la mayor variedad de mercados posibles. Sin embargo, 
en la mayor parte de los mercados los actores principales son las 
empresas, ya sea que actúen como vendedoras en el mercado de 
bienes finales o como compradoras en los mercados de insumos o 
de servicios de factores. Hasta la misma terminología utilizada para 
denominar las diferentes formas de oligopolio lo supone, por lo que 
en adelante se admitirá que los agentes económicos que disponen 
de poder de mercado son empresas. 
Aunque el oligopolio se presenta bajo muchísimas formas en cuanto 
a las participaciones de mercado, existe un perfil típico (gráfico 2), 
que como todos los tipos, admite variaciones. Por una parte, está el 
grupo que controla el mercado, formado por empresas con elevadas 
participaciones. Este se denomina grupo oligopólico. Por otra parte, 
puede existir un número considerable de empresas con pequeñas 
participaciones de mercado, que compiten entre sí, tomando como 
dadas las decisiones de fijación de precios que toman las grandes 
empresas. El grupo de pequeñas empresa se denomina franja com-
7 
 
petitiva del mercado y, a veces, franja marginal, reconociendo el 
hecho de que por su posición subordinada y vulnerable están ex-
puestas a ser expulsadas del mercado y eventualmente remplazadas 
por otras. 
Gráfico 2. Perfil de participaciones de mercado en el 
oligopolio con franja marginal. 
 
Fuente: Adaptado de Shepherd (1990). 
En un oligopolio puede haber hasta ocho o diez empresas de tama-
ño substancial. La franja competitiva puede estar integrada por 
pocas empresas o por decenas y hasta cientos de ellas. También 
puede faltar por completo, como ocurre en el mercado de servicios 
de telefonía celular. 
Para finalizar, conviene reiterar que las características salientes del 
grupo oligopólico son: 
 Pequeño número de empresas que controla el mercado, sin que 
importe la cantidad total; 
 Interdependencia entre aquellas. 
4.3. Concentración 
4.4. Concepto 
Concentración es la participación de mercado combinada de las 
mayores firmas, cuando hay más de una. Mide el grado de oligopo-
lio y es un indicador de la capacidad de las empresas para regular los 
precios y obtener beneficios extraordinarios a largo plazo. 
4.5. Medidas de concentración 
Existen varias medidas de concentración, la más sencilla de los 
cuales es el llamado índice Standard (Std.), ampliamente utilizado, 
que es la suma de las participaciones de mercado de las cuatro 
firmas mayores. Su principal virtud es la simplicidad y comparabili-
dad: las mayores empresas siempre son cuatro, pero esto puede ser 
un inconveniente cuando las principales empresas son menos de 
cuatro, cuando se analizan los cambios en la concentración que 
podrían afectar principalmente a empresas más pequeñas o sim-
plemente, cuando se busca una perspectiva más amplia o estrecha. 
Para mitigar en parte este problema se puede utilizar el índice de 
Concentración, que es una generalización del anterior y consiste en 
la suma de participaciones de mercado de la cantidad de las mayo-
res empresas que se considere adecuada: 
 ∑ 
 
 
 
donde C es el índice de concentración del mercado en considera-
ción, n es la cantidad de las mayores firmas, que son las que se 
computan para su cálculo y Si es la participación de mercado de la 
firma i-ésima en términos porcentuales. El índice Std. es el índice de 
concentración Cn cuando n=4. Sobre la base de numerosos estudios 
empíricos, se considera generalmente que cuando el índice Std. 
supera los 60 puntos la concentración es elevada, intermedia cuan-
do está entre 40 y 60 puntos y no significativa por debajo de 40 
puntos (Cuadro 1). 
Cuadro 1. Interpretación de los valores del índice 
Standard (Std.) o índice de Concentración C4. 
Valor del índice Standard Grado de Concentración 
Std. > 60 Alta 
40 ≤ Std. ≤ 60 Moderada 
Std. < 40 No significativa 
Fuente: Elaboración propia sobre la base de Shepherd (1991) 
Cuando se estudian mercados dominados por dos o a lo sumo tres 
empresas, como hay varios en la Argentina, especialmente en ali-
mentos y bebidas, el índice C4 no es el más apropiado, porque al 
computar datos de participantes poco relevantes no aumenta la 
información, sino el “ruido” que transmite el índice. Los índices de 
concentración C2 o C3 si fuera el caso, serían más convenientes. 
 
Ejemplo. Según Clarín del 13/11/2011, en ese momento había 125 
empresas de cierta importancia en el mercado argentino de galle-
titas, pero las dos mayores: Bagley (propiedad de Arcor y Dadone) 
y Kraft (la actual Mondelez) tenían participaciones del 50% y 20%, 
respectivamente, seguidas por empresas medianas como Granix y 
Don Satur, con participaciones menores. Si se hubiera utilizado un 
índice de concentración para estudiar ese mercado, el apropiado 
hubiera sido C2, que arrojaba un valor de 70. C4 hubiera mostrado 
una concentración algo mayor, disimulando al mismo tiempo que 
las ventas están altamente concentradas en sólo dos empresas. 
 
En la literatura se encuentran otros indicadores, como el índice de 
Herfindahl-Hirschman, que junto con el Standard ha sido amplia-
mente utilizado no sólo con fines analíticos, sino también por las 
autoridades encargadas de reprimir el monopolio y el abuso de 
posición dominante en los países desarrollados. Se lo define como la 
suma de los cuadrados de las participaciones de todas las empresas 
del mercado, cuya cantidad total es N: 
 ∑ 
 
 
 
 
Al elevar las participaciones al cuadrado se da mayor ponderación a 
las empresas mayores. Este índice puede variar entre 100 (aproxi-
madamente) y 10.000, para los casos de competencia pura y mono-
polio, respectivamente. 
En la Argentina los Lineamientos para Concentración Económica. 
Resolución 164/2001, de la Comisión Nacional de Defensa de la 
Competencia (s/f), establecen que, como herramienta para la medi-
ción de la concentración, se utilizará principalmente el índice de 
Herfindahl – Hirschman, sin fijar los valores para los cuales la con-
centración debe considerarse moderada o alta. 
De acuerdo a algunos autores la concentración es muy significativa 
si el índice HH supera los 1.800 puntos y no es significativa si no 
alcanza los 1.000 puntos, pero no hay unanimidad al respecto. Si 
bien se considera generalmente que un índice HH de hasta 1.000 
puntos indica un mercado poco concentrado, existen diferentes 
criterios para decidir cuándo está moderadamente concentrado o 
demasiado concentrado. 
Cuadro 2. Interpretación de los valores del índice HH. 
Valor del índice Concentración 
HH > 1.800 Significativa 
1.000 ≤ HH ≤ 1.800 Moderada 
HH < 1.000 No significativa 
Fuente: Elaboración propia sobre la base de Shepherd (1991) 
La primera interpretación (recogida en el cuadro 2) fue empleada en 
el pasado por la Comisión de Comercio y el Departamento de Justi-
8 
 
cia de Estados Unidos para evaluar el impacto de las fusiones entre 
empresas, pero actualmente prevalece un criterio más tolerante: las 
agencias regulatorias estadounidenses consideran que la concentra-
ción es moderada cuando el índice está entre 1.500 y 2.500 puntos; 
y alta si es mayor que 2.500. La Unión Europea, por su parte, no 
consideraproblemático un índice de entre 1.000 y 2.000 puntos e 
incluso algo mayor que 2.000, a menos que se den circunstancias 
especiales que hagan temer abusos (cuadro 3). 
Cuadro 3. Interpretaciones del valor del índice de Herfindahl-
Hirschman (HH) por parte de autoridades regulatorias. 
Ámbito Valor del índice HH Concentración 
Estados Unidos 
1.500 < HH ≤ 2.500 Moderada 
HH > 2.500 Alta 
Unión Europea 
1.000 < HH ≤ 2.000 
No problemática HH = 2.000 + ε (ε>0), excepto 
circunstancias especiales 
Fuente: Elaboración propia sobre la base de The United States De-
partment of Justice, Antitrust Division (s/f) y Unión Europea (2004). 
El índice HH es difícil de interpretar y a veces se recurre al número 
equivalente, que se obtiene como cociente entre 10.000, el máximo 
que puede alcanzar el índice HH y el valor de éste en el caso: 
 
 
 
 
N se interpreta como el número mínimo de empresas iguales por su 
participación, necesario para tener un grado de concentración igual 
al observado. 
Una limitación del índice HH, que suele mencionarse con frecuencia, 
es que exige el conocimiento de las participaciones de todas las 
empresas, una información que no siempre está disponible. Sin 
embargo esta limitación no es demasiado grave si en efecto se está 
en presencia de un oligopolio y se conocen las participaciones de las 
mayores empresas, lo que con frecuencia es más fácil que conocer 
las de todas. Esto se debe a una sencilla razón matemática: las 
participaciones pequeñas, aunque sean muchas, al ser elevadas al 
cuadrado aumentan poco el valor del índice, mucho menos cuanto 
más pequeñas sean. 
Así, en un oligopolio con franja marginal en el cual el grupo oligopó-
lico estuviera formado por cuatro empresas, cada una de las cuales 
tuviera una participación superior al 10% y en conjunto sumaran el 
50%, éstas solas explicarían de 625 a 700 puntos del índice HH (el 
lector puede hacer el cálculo por sí mismo). Empresas mucho meno-
res con participaciones del orden del 2%, 1% y 0,5%, que no son 
despreciables, sólo agregarían 4, 1 y 0,25 puntos. De manera que 
podría prescindirse de toda la franja marginal sin que el valor del 
índice se alterara sustancialmente ni diera lugar a una interpreta-
ción diferente. En cualquier caso, la interpretación sería que el 
mercado está poco concentrado. En el otro extremo, si el valor del 
índice computado parcialmente fuera superior a 2.500, remediar 
cualquier omisión sólo reforzaría la conclusión de que el mercado 
está altamente concentrado. 
Lo anterior no es una incitación a trabajar descuidadamente y no 
empeñarse en una adecuada recolección de datos, sino a trabajar 
criteriosamente y no renunciar a una herramienta analítica valiosa 
porque en ciertas circunstancias no es posible realizar el cálculo con 
la máxima exactitud. 
Al elaborar y analizar medidas de concentración deben tomarse 
precauciones. En primer lugar, las participaciones de mercado que 
se toman en cuenta sólo pueden ser las que corresponden a las 
empresas cuando éstas son independientes. Si algunas de ellas 
pertenecen a un holding o a un grupo económico sus participacio-
nes deben agregarse, porque lo que interesa es el poder de merca-
do de cada agente con capacidad de decisión y no de cada persona 
jurídica. Otro aspecto que puede afectar a las medidas de concen-
tración es la definición del mercado. Abundan ejemplos de empre-
sas acusadas de monopolio que basaron defensa en el intento de 
definir al mercado del modo más amplio posible, para que su parti-
cipación pareciera menor. 
 
Ejemplo. En un sonado proceso IBM, acusada de abuso de posi-
ción dominante en el mercado de mainframes (grandes compu-
tadoras centrales, donde tenía una participación del 64%, alegó 
con éxito que el mercado relevante era el de máquinas para pro-
cesar datos en el que participaba con un 39% (Cabral, 1987). 
 
Los índices expuestos y otros similares no deben aplicarse mecáni-
camente, sino en el contexto de toda la información que se tenga 
sobre el mercado, ya que no pocas veces dan resultados que pare-
cen poco compatibles si se los ve apresuradamente, como quedará 
de relieve en el ejemplo de la industria automotriz que se expone 
más adelante. 
Sin embargo, aunque son conceptual y matemáticamente diferen-
tes, los índices Std. y HH en la práctica están correlacionados. Esto 
puede ilustrarse mediante un ejemplo hipotético. En el cuadro 3 se 
presentan las participaciones de mercado y ambos índices para 
casos hipotéticos de mercados en que la industria tienen diferente 
número de empresas con la misma participación. La correlación 
entre ambos índices puede advertirse a simple vista y el coeficiente 
de correlación es 0,86, tan elevado como se espera. 
Cuadro 3. Valor de los índices Standard y Herfindahl-Hirschman 
para mercados hipotéticos en que todas las empresas de la 
industria tienen la misma participación. 
Empresas de la industria Índice 
Cantidad Participación Std. ó C4 HH 
14 7,1% 29 714 
12 8,3% 33 833 
10 10,0% 40 1.000 
8 12,5% 50 1.250 
6 16,7% 67 1.667 
4 25,0% 100 2.500 
2 50,0% 100 5.000 
Fuente: Elaboración propia sobre la base de Shepherd (1991) 
El grado de competencia en un mercado no es un fenómeno estáti-
co y depende del modo en que evoluciona la posición relativa de las 
empresas a lo largo del tiempo. Podría ocurrir que hubiera un ele-
vado grado de concentración, pero las empresas dominantes fueran 
cambiando en cuyo caso el grado de competencia posiblemente 
sería mayor que si fueran siempre las mismas. Para analizar este 
aspecto se han elaborado índices de inestabilidad o volatilidad, pero 
hay autores que sostienen que son innecesarios, porque los merca-
dos con mayor concentración suelen ser también los más estables. 
4.6. Concentración y poder de mercado: relación analítica 
El índice HH no es una medida arbitraria de concentración. Por el 
contrario, puede deducirse analíticamente del índice de Lerner si se 
supone competencia en el sentido de Cournot: el producto es ho-
mogéneo y cada empresa determina las cantidades óptimas a pro-
ducir tomando como dadas las cantidades de todas las demás. En 
función de éstas determina una demanda residual que toma como 
dirigida a sí misma y se comporta como un monopolista: determina 
una cantidad tal que IMg = CMg y fija el precio que corresponde a 
esa cantidad sobre su curva de demanda. En equilibrio, todas las 
empresas cobran el mismo precio. 
En la sección 3.2 se mostró que el índice de Lerner es igual a la 
inversa de la elasticidad de demanda dirigida a la empresa, en valor 
absoluto. Ahora bien, se demuestra (ver Apéndice) que bajo los 
supuestos del párrafo anterior, el índice de Lerner de la empresa i-
9 
 
ésima, designado en adelante con Li, es igual a la inversa de la elas-
ticidad en valor absoluto de la demanda del mercado (E) ponderada 
por la participación de mercado de dicha empresa, medida en tanto 
por uno. Esta participación se representa con si = Si/100: 
 
 
| |
 
 
| |
 ∑ 
 
 
Se define al índice de Lerner del mercado como el promedio ponde-
rado por las respectivas participaciones de mercado de los índices 
de Lerner de todas las empresas. Entonces: 
 ∑( ) 
 
 
luego: 
 ∑(
 
| |
 ) ∑
 
 
| |
 
 
∑ 
 
 
| |
 
El numerador del último miembro de la expresión anterior no es 
otra cosa que el índice HH calculado como una sumatoria de cua-
drados de participaciones de mercado expresadas en tanto por uno 
(y no en tanto por ciento, como antes): 
∑ 
 ∑(
 
 
)
 
 
 
 
 
 
 
en consecuencia, 
 
 
 
 
 
| |
 
o bien 
 
 
 | | 
Entonces, el índice de Herfindahl-Hirschman calculado al tanto por 
uno es igual al promedio ponderado de los índices de Lerner de 
todas las empresas de la industria multiplicado por el valor absoluto 
de la elasticidad de la demanda del mercado. Este resultado es muy 
importante, por varias razones: 
Primero, porque formaliza la idea de que existe una relaciónentre el 
grado de concentración del mercado y el poder de mercado, idea 
que fue central para una de las principales corrientes de pensamien-
to sobre organización industrial, el paradigma estructura – conducta 
– resultados (Cabral, 1997), la cual desarrolló la mayoría de los 
conceptos e indicadores expuestos en este trabajo. 
Segundo, porque establece una relación entre el grado de concen-
tración y la elasticidad de la demanda del mercado, una variable que 
hasta aquí parecía no jugar ningún papel este tema. 
Por último, aunque esto ya es menos relevante, porque da un signi-
ficado analítico al número equivalente N. Como puede advertirse, 
éste es la inversa del índice HH medido en tanto por uno: 
 
 
 
 
 
 | |
 
Debe tenerse presente que lo expuesto sólo es válido bajo el su-
puesto de competencia en el sentido de Cournot, que es una com-
petencia en cantidades: cada empresa fija la cantidad óptima y 
luego cobra lo que los demandantes están dispuestos a pagar por 
esa cantidad. Nada parece más ajeno al mundo real, donde las 
empresas en competencia imperfecta fijan el precio y luego venden 
todo lo que pueden a ese precio. Sin embargo, esto es así a corto 
plazo, pero todo el análisis anterior se refiere a características es-
tructurales del mercado, por lo que en rigor debe considerarse de 
largo plazo. 
Y lo que está en juego en el largo plazo es la determinación de la 
capacidad instalada óptima. Entonces, si “fijar cantidades” se inter-
preta como “fijar capacidades de producción”, lo que las empresas 
hacen es determinar su capacidad instalada en función de la de-
manda del mercado y de la capacidad instalada de todas las demás 
empresas. Esto parece bastante realista en condiciones de oligopo-
lio, si es que se da por sentado que los oligopolistas no están pla-
neando enzarzarse en una guerra comercial ni cartelizarse. 
Durante las últimas décadas se realizaron varios estudios empíricos 
sobre las decisiones de las empresas de diferentes industrias sobre 
la determinación de la capacidad instalada y se obtuvieron muy 
buenos resultados con el supuesto de que la competencia es de 
Cournot. 
4.7. Formas de oligopolio 
El estudio de la concentración permite distinguir varias formas de 
oligopolio. 
4.7.1. Oligopolio con empresa dominante. 
Esta forma de mercado se presenta cuando un vendedor o compra-
dor tiene una alta participación de mercado y no tiene ningún rival 
que se le aproxime. En ese caso hay una empresa dominante, la cual 
normalmente está en condiciones de fijar los precios. El resto del 
mercado queda en manos de empresas menores, algunas de las 
cuales pueden ser todavía de tamaño considerable o formar parte 
de la franja competitiva. Por convención, se dice que el oligopolio 
tiene la forma de empresa dominante cuando la firma de mayor 
tamaño tiene una participación de mercado del 40% o más, aunque 
este número no debe tomarse al pie de la letra. Lo importante es 
que exista una gran asimetría entre la empresa dominante y las 
demás, aunque éstas no necesariamente deben pertenecer a la 
franja marginal. Cuando más se aleja la empresa dominante de sus 
rivales, más tiende a comportarse como un monopolio. 
 
Ejemplo. En la Argentina, en el mercado de nafta súper YPF tiene 
características empresa dominante, con pocos competidores y 
muy distanciados. Sin embargo entre ellos hay dos cuyas partici-
paciones les permiten ejercer algún poder de mercado (gráfico 3). 
Antes de la expropiación por parte del Estado de la participación 
de Repsol en YPF, realizada en 2012, el gobierno nacional presio-
naba con éxito a esta compañía para que moderara los aumentos 
de precios con el propósito de controlar la inflación. Otras empre-
sas, en particular Shell, seguían sus propias políticas de aumentos 
y generalmente tenían precios mayores que la entonces Repsol-
YPF, sin por ello ser desplazadas por completo, lo que sugiere que 
en efecto tenían poder del mercado. A la inversa, después de 2012 
YPF lidera los aumentos de precios, como se espera dada su con-
dición de empresa dominante, y las demás la siguen aunque en el 
caso de Shell, en 2014 aún fija precios superiores. 
Gráfico 3. Perfil de un oligopolio con empresa dominante. 
 
Fuente: Elaboración propia con datos de Secretaría de Energía. 
10 
 
A título ilustrativo puede computarse el índice HH = 55,9
2
 + 17,9
2
 + 
12,6
2
 + 6,1
2
 + 4,2
2
 + 2,2
2
 + 1,1
2 
+ 0,02
2 
= 3.668, un valor corres-
pondiente a una concentración muy elevada, pero esta informa-
ción es redundante porque para saberlo basta conocer la partici-
pación de YPF y la diferencia de 38 puntos porcentuales que la 
separan de Shell. El cálculo del índice HH, relacionado con el índi-
ce de Lerner, da pie para recordar lo señalado sobre éste cuando 
las empresas son multiproducto, como es el caso de las conside-
radas que también producen otros combustibles. 
 
4.7.2. Posibilidades de colusión 
Cuando existen dos o más empresas con poder de mercado, el 
punto central para el análisis del oligopolio se encuentra en la posi-
bilidad de colusión, esto es, en la posibilidad de que las empresas se 
pongan de acuerdo para fijar precios diferentes de aquellos que 
prevalecerían en el mercado si hubiera competencia efectiva. 
La colusión puede ser explícita o tácita. Es explícita si hay un acuer-
do más o menos formal, que incluso se ponía por escrito antes de 
que se establecieran leyes antimonopólicas (las primeras datan de 
fines del siglo XIX). Es tácita si las empresas se limitan a seguir la 
regla de no competir en precios y no fijan precios menores (o mayo-
res si se trata de un oligopsonio) que sus rivales. 
La colusión explícita, cuyo desideratum es la formación de un cartel 
que se comporte como un monopolio, es un medio de controlar una 
rivalidad potencialmente destructiva pero no la elimina y tiene un 
elemento intrínseco de inestabilidad. El acuerdo requiere la fijación 
de precio único y una participación de mercado, o cuota, para cada 
firma, o bien, sólo cuotas que aseguren que el precio será el desea-
do. Ahora bien, una vez que se hizo esto cada firma se convierten en 
tomadora de precios a un nivel que le proporciona beneficios extra-
ordinarios. Siendo así, les conviene aumentar por cualquier medio la 
cantidad vendida o comprada. Si una empresa evalúa que es capaz 
engañar a las demás, puede alejarse en una pequeña suma del 
precio acordado o excederse en su cuota. Las posibilidades de una 
colusión exitosa dependen de que las restantes empresas sean 
capaces de impedirlo, lo que requiere en primer lugar un sistema de 
control sobre precios y/o cantidades. 
 
Ejemplo. En 2005, después de una denuncia periodística, la Comi-
sión Nacional de Defensa de la Competencia (CNDC) multó a las 
empresas productoras de cemento portland de la Argentina por 
haber constituido un cartel que operó de julio de 1981 a agosto de 
1999, así como a la Asociación de Fábricas de Cemento Portland 
por haber colaborado con ellas. De acuerdo al dictamen de la 
CNDC (2005), las empresas concertaron cuotas y participaciones 
de mercado a escala nacional, acordaron precios y condiciones 
comerciales y se pusieron de acuerdo para intercambiar informa-
ción competitivamente sensible. Para agilizar este intercambio 
utilizaron el sistema estadístico de la Asociación que las nuclea, la 
cual distribuía datos sobre cada empresa que normalmente son 
confidenciales, tales como producción, existencias, despachos al 
mercado interno, etc. Esta forma de manejar la información fue 
interpretada como propia de un comportamiento colusivo y 
prohibida para el futuro. La apelación de los entes sancionados 
fue rechazada por la Corte Suprema de Justicia en 2013. 
 
Como en la mayoría de los países los acuerdos colusivos son ilega-
les, no se puede recurrir a la justicia para hacerlos cumplir y el me-
dio para sostener la colusión es la represalia, normalmente una baja 
de precios, que puede convertirse en “guerra de precios” y perjudi-
cara todos. Por otra parte, los mercados son dinámicos y están 
sujetos a perturbaciones tales como variaciones de la demanda, 
cambios tecnológicos y otras que pueden hacer inviable el mante-
nimiento de un acuerdo colusivo rígido y desatar una confrontación 
entre las firmas 
Las guerras de precios fueron muy frecuentes a fines del siglo XIX y 
principios del XX. Ocasionalmente se siguen viendo, pero la expe-
riencia ha llevado a los oligopolistas a evitarlas, ya que la sola posibi-
lidad de que se desaten les aconseja comportarse “juiciosamente” y 
cooperar. Además, las condiciones de la economía mundial han 
cambiado. Las guerras de precios más conocidas se desarrollaron 
durante la Segunda Revolución Industrial o poco después, cuando 
en Estados Unidos y Europa Occidental se formaron los primeros 
grandes oligopolios cuyos mayores mercados tenían alcance nacio-
nal. Desde entonces las grandes empresas que quieren ampliar sus 
negocios encontraron otros modos de hacerlo, diversificando su 
producción, buscado nuevos mercados en el extranjero o adquirien-
do o fusionándose con sus rivales en lugar de desplazarlos, si las 
autoridades regulatorias lo permiten. Hoy la innovación es, posi-
blemente, el principal recurso competitivo. Las empresas capaces de 
introducir innovaciones importantes crean nuevos productos y en 
consecuencia, nuevos mercados, en lugar de satisfacer demandas ya 
existentes en mercados ya establecidos. 
Una alternativa a la fijación de cuotas es el reparto del mercado por 
áreas geográficas, que es viable cuando el costo de transporte es 
elevado, el bien se distribuye mediante redes físicas (como las seña-
les de televisión por cable) o el comercio entre las diferentes áreas 
es dificultoso por cualquier motivo. 
La colusión tácita requiere la aceptación por parte de los oligopolis-
tas de la regla de no competir en precios. Supone condiciones que 
mitiguen la rivalidad y la desconfianza mutua (como el temor a una 
guerra de precios, la existencia de cámaras o asociaciones que facili-
ten los vínculos entre los directivos, etc.) o bien, que permitan des-
plazar la rivalidad de la competencia de precios a la pugna en mate-
ria de publicidad, condiciones de venta, calidad, innovación, etc. 
Esas formas de competencia “no de precios” son características del 
oligopolio diferenciado. Si un oligopolista logra diferenciar sus pro-
ductos, aunque sólo sea por la marca, obtiene un poder de monopo-
lio sobre los mismos que lo protege de la acción de sus rivales. Al 
mismo tiempo, la diferenciación de productos resta eficacia a la 
competencia de precios, porque cualquier empresa que quiera 
quitar clientes a sus rivales debe hacer rebajas mayores que si el 
bien fuera homogéneo. 
Cuando no puede recurrirse a la competencia “no de precios” por-
que el producto es difícil de diferenciar y se buscan acuerdos colusi-
vos, éstos están expuestos a transgresiones y no siempre son dura-
deros. Lo expresado se aplica no sólo cuando el producto es homo-
géneo, sino también cuando las variedades no se diferencian por 
empresas, es decir, éstas producen las mismas variedades. 
 
Ejemplo I. La tradición oral en los mercados de arena para cons-
trucción de las grandes ciudades sobre la costa del Río Paraná, 
que son pequeños en términos de facturación y cuentan con po-
cos oferentes, conserva relatos de numerosos intentos de colusión 
que invariablemente terminaron en violaciones del precio pactado 
y disolución del acuerdo. 
Ejemplo II. Tres guerras comerciales de principios del siglo XX fue-
ron las guerras de las carnes, protagonizadas por empresas con 
frigoríficos en la Argentina que exportaban al Reino Unido (RU) 
carne bovina y ovina. Se comportaban como oligopsonistas en el 
mercado ganadero argentino y tenían cierta influencia sobre el 
precio de la carne en el mercado de Smithfield, en Londres, pero a 
pesar de que Argentina era el principal abastecedor del RU, su po-
der estaba limitado por la oferta proveniente otros países y del 
propio RU. El precio de la carne era flexible y cualquier restricción 
a la competencia debería ejercerse sobre las cantidades. Al co-
menzar el siglo XX la industria frigorífica, que estaba dominada 
por capitales británicos con alguna participación de argentinos, 
fue estimulada por la prohibición del RU de importar ganado en 
11 
 
pie. A partir de 1907 comenzaron a entrar en el negocio compa-
ñías empacadoras de carne de Chicago (EEUU), encabezadas por 
Swift, que compraron grandes frigoríficos en la Argentina e incor-
poraron tecnología moderna. Hacia 1910 estas empresas provoca-
ron un gran aumento de la oferta en Smithfield, causando bajas de 
precios y finalmente pérdidas a los exportadores. A fines de 1911 
la situación se hizo intolerable y se convocó a una conferencia en 
la que se puso fin a la primera guerra de las carnes, con un acuer-
do colusorio que distribuía las exportaciones argentinas y en me-
nor medida uruguayas entre empresas estadounidenses, británi-
cas y argentinas. El acuerdo estuvo vigente entre enero de 1912 y 
abril de 1913. La segunda guerra se desató cuando la firma esta-
dounidense Armour completó la expansión de una planta que 
aumentó mucho su capacidad de producción y amenazó con reti-
rarse del beef-trust (así se lo llamaba) si no se le concedía un au-
mento de su cuota. Las negociaciones fracasaron y se desató una 
dura competencia que inundó de carne al mercado británico, con 
un descenso alarmante de los precios. En junio de 1914 se hizo un 
nuevo acuerdo y distribución de cuotas. El beef-trust prosperó du-
rante la Primera Guerra Mundial y subsistió hasta 1925, perjudi-
cando a los ganaderos que movilizaron sus influencias ante los 
poderes Ejecutivo y Legislativo, encontrando apoyo incluso de 
diputados que defendían a los consumidores locales. En 1923 se 
promulgó una legislación antitrust y como consecuencia, una 
compañía argentina que temía ser sancionada, Sansienena, se re-
tiró del trust dando ocasión a que empresas británicas y norte-
americanas buscaran un aumento de sus cuotas. Estaban realizado 
grandes inversiones, pero las exportaciones argentinas comenza-
ron a decrecer después de alcanzar un máximo en 1924. El statu 
quo se volvió incompatible con la capacidad instalada de las gran-
des empresas, que forzaron su ruptura. La tercera guerra se desa-
rrolló entre abril de 1925 y octubre de 1927. Los ganadores fueron 
Armour, Swift y Vestey (una poderosa firma británica) que despla-
zaron a rivales más pequeños. Las guerras de precios beneficiaron 
a los ganaderos por el aumento de la cotización del ganado, pero 
al finalizar la última se desató una grave crisis en el sector debido 
a que cayó mucho la cantidad de cabezas negociadas. La reduc-
ción de los embarques reflejaba también la contracción de la de-
manda debida al debilitamiento de la libra esterlina y los esfuerzos 
de los Dominios británico por aumentar su participación. Luego el 
comercio argentino de carnes fue dañado por la crisis de 1929. 
Este ejemplo se elaboró con datos tomados de Smith (1968). 
 
Teniendo en cuenta las posibilidades de colusión (tanto explícita 
como tácita) se distinguen dos tipos de oligopolio: fuerte y débil. 
4.7.3. Oligopolio fuerte. 
 Se presenta cuando existe un pequeño número de firmas que en 
conjunto tienen una participación de mercado muy alta y tienen 
posibilidades de ponerse de acuerdo pueden manejar los precios, 
sin que el comportamiento de las restantes empresas del mercado 
pueda afectarlas demasiado. En el oligopolio fuerte existe una situa-
ción de dominancia, que no está concentrada en una única firma 
(como en el caso de la empresa dominante), sino diluida entre unas 
pocas firmas estrechamente interdependientes, que pueden vigilar-
se mutuamente para tomar represalias en caso de que el acuerdo 
colusivo, explícito o tácito, sea violado por alguna. 
Convencionalmente, se dice que hay posibilidades colusión y en 
consecuencia, que existe un oligopolio fuerte, cuando el índice Std.(C4) supera 60 puntos. 
 
Ejemplo. En 1999, al desactivarse el cartel que lo controló durante 
18 años, en el mercado argentino de cemento portland quedó un 
oligopolio fuerte (gráfico 4). Con sólo cuatro empresas, el índice Std. 
o C4 era, obviamente, de 100 puntos y C2 de 81. El valor del índice 
HH era de 3.647 puntos. Loma Negra contaba con una participación 
superior al 40%, que es una de las condiciones para ser empresa 
dominante, pero tenía en Minetti a un seguidor relativamente cer-
cano, con lo que no se cumplía la segunda condición (estar a una 
gran distancia del rival más próximo). A esta situación se llegó des-
pués de una serie de fusiones y adquisiciones que redujeron de 7 a 4 
las empresas previamente existentes, cuyos propietarios también 
cambiaron. Antes de la constitución del cartel en 1981, los índices 
de concentración ya eran elevados: C4 = 86 y HH = 2.806, revelando 
posibilidades de colusión, la cual efectivamente se llevó a cabo a 
pesar de que Loma Negra tenía una participación de mercado del 
46% y su seguidor inmediato sólo el 15%. Esto sugería una estructu-
ra oligopólica con empresa dominante que permitiría suponer que 
Loma Negra podía despreocuparse de sus rivales. Sin embargo en 
esa época, aprovechando la promoción industrial, se estaban reali-
zando fuertes inversiones en el sector (CNDC, 2005) que, puede 
inferirse, eran potencialmente desestabilizadoras del mercado. 
Gráfico 4. Perfil de un oligopolio fuerte. 
 
Fuente: Elaboración propia con datos de Comisión Nacional de Defen-
sa de la Competencia. 
 
4.7.4. Oligopolio débil. 
Se presenta cuando la concentración es moderada y las mayores 
firmas son demasiado numerosas como para ejercen en conjunto un 
poder de mercado que haga viable a la colusión. Convencionalmen-
te, se dice que existe un oligopolio débil cuando el índice Std. (C4) 
está en el rango de 40 a 60 puntos. 
 
Ejemplo. En el mercado argentino de soja en grano para exporta-
ción e industrialización, del que no se consideran que formen par-
te los meros intermediarios) hay un oligopsonio débil (gráfico 5). 
Gráfico 5. Perfil de un oligopsonio débil. 
 
Fuente: Elaboración propia con datos de Bolsa de Comercio de Rosa-
rio, CIARA (Cámara de la Industria Aceitera de la República Argentina) 
y J.J. Hinrichsen S.A. 
Nota: Las compras de las mayores empresas fueron estimadas sobre la 
base de sus exportaciones de granos, aceites y subproductos. 
12 
 
El índice Standard (elaborado en este caso con participaciones en 
las compras) es de 45 puntos. El valor del índice HH apenas supera 
los 712 puntos, indicando una baja concentración. Como puede 
calcularse con facilidad, el número equivalente es 14. En otras pa-
labras, el mercado está tan concentrado (o tan poco concentrado) 
como si hubiera 14 empresas del mismo tamaño. Estos datos son 
consistentes con la opinión de informantes calificados, quienes 
sostienen que entre las empresas existe fuerte desconfianza mu-
tua y escasa o nula colaboración, excepto en lo se refiere a la for-
mación joint ventures para construir y operar grandes complejos 
portuario-agroindustriales, lo que ha ocurrido en muy contadas 
ocasiones involucrando a 2 o 3 empresas (un joint venture es una 
empresa creada con algún propósito específico por dos o más 
empresas ya existentes). 
 
Cuando la participación de mercado de cada una las firmas más 
importantes no supera demasiado el 10%, el oligopolio débil tiende 
a confundirse con la competencia efectiva. 
4.7.5. Duopolio. 
Si las firmas que están en el mercado son sólo dos, como ocurrió 
con la telefonía celular en el interior del país durante la mayor parte 
de la década de 1990, se tiene una forma especial del oligopolio que 
ha llamado mucho la atención de los economistas, el duopolio. La 
existencia de sólo dos empresas sugiere que éstas pueden ponerse 
de acuerdo con facilidad y actuar conjuntamente como un monopo-
lio frente a los consumidores o que, por el contrario, pueden rivali-
zar e intentar desplazarse recíprocamente, terminando en niveles 
de precios análogos a los de competencia, que no convienen a nin-
guna de ellas. En la literatura se mencionan ejemplos de ambas 
posibilidades, incluyendo algunos de aguda rivalidad entre los dos 
únicos competidores. 
4.7.6. Franjas competitivas. 
Llegado a este punto cabe preguntarse por qué en algunos merca-
dos existen las franjas competitivas y no desparecen o son elimina-
das por las grandes empresas, como en el caso de los laminados de 
acero no planos mencionado anteriormente. 
En la literatura de origen norteamericano suele explicarse su exis-
tencia como resultado de las estrategias de las empresas dominan-
tes, las cuales pueden evitar acusaciones de monopolio mostrando 
que en el mercado participan muchas otras empresas. Esta explica-
ción puede ser válida en algunos casos, pero no parece que lo sean 
en la Argentina, donde a pesar de que desde hace décadas existen 
leyes antimónopólicas o de defensa de la competencia, no es muy 
frecuente que haya acciones tendientes a su aplicación eficaz. 
Una razón más plausible de la existencia de franjas competitivas 
puede encontrarse en que las pequeñas empresas atienden nichos 
de mercado a los que las empresas mayores no llegan o no les in-
teresa llegar, como son los que corresponden a productos de carac-
terísticas diferentes de los de demanda masiva, que están situados 
en localidades pequeñas y/o alejadas, a épocas del año de baja 
demanda, etc. Este tema será tratado con mayor detalle más ade-
lante (sección 6.2.3). 
4.7.7. Oligopolio diferenciado. 
 Al igual que los competidores monopolísticos, los oligopolistas 
tratan de diferenciar sus productos pero no para obtener algún 
poder de mercado, sino para aumentar el que ya tienen, ofreciendo 
un bien que a los ojos de sus potenciales clientes sea superior al de 
los competidores y protegerse así de éstos. P. ej. las empresas au-
tomovilísticas tratan de mejorar sus diseños año a año y las produc-
toras de cervezas realizan ingentes gastos publicitarios para conven-
cer al público de las supuestas bondades de los productos que lle-
van sus marcas. Se tiene entonces un oligopolio con productos 
diferenciados, o más sintéticamente, un oligopolio diferenciado. 
Parte de la estrategia de diferenciación de producto suele consistir 
en ofrecer gamas de variedades que se refuerzan unas a otras por la 
publicidad, la fidelidad de marca, los servicios de venta y posventa 
prestados en conjunto, etc. 
 
Ejemplo. La industria automotriz está integrada por firmas multi-
producto que conforman un oligopolio diferenciado. Para admitir 
que existe un mercado del automóvil debe suponerse, a los efec-
tos del ejemplo, que todos las unidades nuevas (cero km) son sus-
titutos razonablemente buenos. El gráfico 4 muestra la proporción 
de unidades que vendió cada firma en 2013. Debido a que los au-
tomóviles pueden tener precios unitarios muy diferentes, es posi-
ble que esas proporciones no sean una aproximación muy precisa 
a las verdaderas participaciones de mercado, pero no se dispuso 
de mejores datos. Las cuatro primeras firmas, que vendieron el 
71% de las unidades, casi seguramente tuvieron una participación 
conjunta en la facturación superior al 60%, aun si los precios de las 
empresas que menos unidades vendieron fueran los más altos. 
Gráfico 4. Perfil de un oligopolio diferenciado y fuerte. 
 
Fuente: Elaboración propia con datos de ADEFA (Asociación de Fábri-
cas de Automotores). 
Nota: Unidades de producción nacional y/o importadas por empresas 
con terminales en la Argentina, excepto “Varios importadores” que 
comprende importaciones directas de distribuidores y de particulares. 
El índice Std. > 60 sugiere una concentración fuerte, pero el índice 
HH, calculado con las mismas participaciones, apenas se acerca a 
los 1.520 puntos, un valor que indica una concentración modera-
da. Una interpretación que concilia ambos indicadores es que la 
concentración medida por el índice HH

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