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Las hormonas tiroideas son esenciales para la diferenciación, el crecimiento y el metabolismo en general. Son requeridas para el normal funcionamiento de casi todos los tejidos, y estimulan el consumo de oxígeno y la tasa metabólica. Las enfermedades de la glándula tiroidea son muy frecuentes, por lo cual la fisiología tiroidea presenta especial interés en medicina. RESEÑA ANATÓMICA La tiroides es la glándula endocrina más grande del organismo. Su masa es de aprox. 1 g en el neonato. En el adulto tiene de 10 a 30 g, según el tamaño del sujeto y el estado funcional de la glándula. Es en promedio algo mayor en la mujer. Si bien tiroides significa “en forma de escudo” (griego thyreos), la glándula se asemeja más a una mariposa. Está formada por dos lóbulos unidos por un istmo y fijada a la tráquea justo por debajo del cartílago tiroideo (Fig. 1). Una variante normal incluye un lóbulo central, llamado piramidal, que asciende desde el istmo. Vasos sanguíneos. La glándula es irrigada por las arterias tiroideas superiores e inferiores, ramas de las carótidas externas y las subclavias, respectivamente. Las arteriolas forman una rica red capilar en torno de los folículos tiroideos que se describen más abajo. Las venas tiroideas drenan hacia la yugular interna y el tronco braquiocefálico. El flujo sanguíneo tiroideo es muy elevado, de aproximadamente 5 mL/min por gramo de glándula (en reposo, el caudal promedio de todo el organismo por gramo de masa corporal es 70 veces menor). El caudal sanguíneo varía con el estado funcional de la tiroides y puede aumentar decenas de veces en glándulas hiperfuncionantes. Linfáticos. La tiroides posee abundantes linfáticos que drenan hacia ganglios periglandulares y desde allí a ganglios prelaríngeos, pretraqueales, paratraqueales y finalmente mediastinales. Inervación. Recibe inervación simpática de los ganglios cervicales y parasimpática del nervio vago. La inervación carece de efecto directo sobre la función glandular y parece ser solamente vasomotora. Folículos. El folículo o acino tiroideo es la unidad funcional de la glándula (Fig. 2). Es un esferoide de aprox. 300 μm de diámetro cuya pared está formada por un epitelio simple, que es cuboideo en condiciones normales. Se torna cilíndrico cuando la glándula es estimulada en exceso y plano en ausencia de estímulos. En el interior del folículo, hay un coloide compuesto principalmente por la proteína yodada tiroglobulina, con cantidades menores de otras proteínas. Las células foliculares producen las hormonas tiroideas, y la luz folicular funciona como depósito de las mismas. Células parafoliculares. Entre los folículos, separadas de éstos, se encuentran las células llamadas parafoliculares o C, aisladas o en grupos. Estas células producen la hormona peptídica calcitonina, que participa en la regulación del calcio y fósforo, como se verá en el capítulo correspondiente. SÍNTESIS DE LAS HORMONAS TIROIDEAS Las células foliculares forman una cubierta que efectivamente aísla el coloide del intersticio perifolicular. La impermeabilización del folículo se debe a la presencia de uniones estrechas entre las células foliculares. Los citoplasmas celulares se comunican entre sí por nexos (también llamados uniones comunicantes) formados por conexina 32 en la membrana lateral y por conexina 43 en la zona de las uniones estrechas. Fisiología de la glándula tiroides Fig. 1 Fig. 1 Fig. 2 Posgrado-00 Sello Tiroides Dr. Fernando D. Saraví 2 El epitelio folicular está polarizado funcionalmente, lo que significa que la membrana basolateral, bañada por líquido intersticial, posee sistemas de transporte ausentes en la membrana apical (en contacto con el coloide) y viceversa. Tal polarización es imprescindible para la incorporación de yodo y la síntesis y secreción de las hormonas tiroideas (Fig. 3). Incorporación de yodo a las células En condiciones normales, las células foliculares poseen una concentración de yodo que es 20 a 40 veces superior a la plasmática. La capacidad de concentrar el yodo se debe a la presencia, en la membrana basolateral, de un cotransportador o simporte de Na+ y I- (yoduro) llamado NIS (Na/I Symporter). El NIS es una glicoproteína de 70 a 90 kDa con 13 dominios transmembrana, cuyo extremo N-terminal es extracelular, mientras que el C-terminal es citosólico (Fig. 4). Su gen se localiza en el cromosoma 19p12-13.2. El NIS, también conocido como SLC5A5, pertenece a una familia de transportadores (SLC5) que acoplan el ingreso de diversos solutos con el ingreso pasivo de Na+, propulsado por el gradiente electroquímico para este ión. El ingreso de yoduro se realiza en contra de su gradiente electroquímico, ya que la concentración de yodo es mayor en el citosol y el potencial transmembrana es de aprox. -50 mV (interior de la célula negativo con respecto al intersticio). Por esta razón, tanto el gradiente químico como el gradiente eléctrico se oponen al ingreso de yoduro a las células foliculares. El NIS permite el ingreso de un yoduro por cada dos Na+ ingresados. Dada la estequiometría (2 Na+, 1 I-), el transporte es electrogénico, ya que genera una corriente neta de entrada. Es un transporte activo secundario, cuya energía es proporcionada por el gradiente electroquímico del Na+, que a su vez es mantenido por la Na,K-ATPasa (bomba de sodio) cuya operación requiere ATP generado por el metabolismo aerobio. Varios aniones como tiocianato y perclorato inhiben competitivamente la incorporación de yoduro mediada por el NIS. Transporte de yoduro hacia la luz folicular El yoduro incorporado a la célula sale por la membrana apical hacia la luz folicular, principalmente mediante un intercambiador aniónico llamado pendrina por ser la proteína defectuosa en el síndrome de Pendred.1 La pendrina se conoce como SLC26A4 y su gen se halla en 7q22-31.1. Es una glicoproteína de 110 a 115 kDa con 780 aminoácidos, que posee 12 dominios transmembrana. Sus extremos N- y C- terminal se hallan en el citosol. La pendrina puede transportar yoduro, cloruro y bicarbonato. También se expresa en el oído interno y en el riñón, donde participa en el intercambio de cloruro y bicarbonato. En la tiroides es la principal, pero probablemente no la única, proteína transportadora de yoduro de la la membrana apical de las células foliculares. Tiroglobulina La tiroglobulina es una glicoproteína que se 1 Vaughan Pendred describió en 1896 un síndrome caracterizado por sordera y bocio. Se hereda en forma autosómica recesiva. En 1997 se identificó la proteína mutada en dicho síndrome. Fig. 3 Fig. 4 Tiroides Dr. Fernando D. Saraví 3 segrega como un dímero de 660 kDa. Su gen se localiza en 8q24. Para producir hormonas tiroideas, la tiroglobulina debe ser primero yodada en residuos de tirosina (reacción de organificación del yodo) y luego estos residuos yodados deben acoplarse en pares. La tiroglobulina posee 132 residuos de tirosina, de los cuales aprox. un tercio pueden ser yodados. Peroxidasa tiroidea La enzima que cataliza la organificación del yodo y el acoplamiento de tirosinas yodadas es la peroxidasa tiroidea (TPO, Thyroid PerOxidase). El gen de la TPO se ubica en el cromosoma 2p25. La TPO es una glicoproteína de 933 aminoácidos, con una sola secuencia transmembrana. Se transporta a la membrana apical en las mismas vesículas que conducen la tiroglobulina hacia el coloide. Posee un grupo hemo que es indispensable para la función enzimática. Oxidasa dual Para cumplir su función de organificación y acoplamiento, la TPO requiere H2O2 (peróxido de hidrógeno = agua oxigenada). La enzima que genera H2O2 es una glicoflavoproteína denominada oxidasa dual tipo 2 (DUOX2). Su gen se halla en el cromosoma 15. Posee siete dominios transmembrana, con el extremo N- terminal en el coloide y elC-terminal en el citosol. Es activada por Ca2+ intracelular (que se une a una porción llamada “mano EF”) y un cofactor de maduración llamado DUOXA2. La DUOX2 forma H2O2 a partir de O2, empleando NADPH como donante de hidrógeno. Organificación y acoplamiento En presencia de yodo y H2O2, la TPO cataliza la incorporación de yodo a residuos de tirosina de la tiroglobulina. Clásicamente se pensaba que el papel del H2O2 consistía en transformar el yoduro en yodo atómico según la reacción: I- + H2O2 Io + 2 OH- No obstante, se han propuesto mecanismos de reacción alternativos que no serán tratados aquí. A continuación, la TPO cataliza el acoplamiento de dos residuos de tirosina diyodados para formar tiroxina (3,5,3’,5’- tetrayodo-L-tironina, abreviada T4) o de un residuo diyodado y otro monoyodado para formar triiodotironina (3,5,3’- triyodo-L-tironina, abreviada T3). También se forma una pequeña cantidad de triiodotironina reversa (3, 3’, 5’- triyodo-L-tironina = rT3), cuando se acopla una monoiodotirosina con una diiodotirosina (Fig. 5). La rT3 se consideraba carente de actividad biológica porque no se liga a los receptores nucleares para hormonas tiroideas; no obstante, puede ligarse a ciertos receptores de membrana (ver más abajo, en Mecanismo de acción). Las hormonas así formadas permanecen ligadas a la tiroglobulina. La concentración de tiroglobulina en el coloide es muy elevada: 200 a 300 g/L. La proporción de yodo en la tiroglobulina es de 0.1 a 1 %. La elevada concentración de Ca2+ en el coloide folicular Fig. 5 Tiroides Dr. Fernando D. Saraví 4 probablemente contribuye, mediante interac- ciones electrostáticas, a mantener un alto grado de compactación de la tiroglobulina, que es polianiónica. SECRECIÓN DE LAS HORMONAS TIROIDEAS Para liberar T3 y T4 es necesario incorporar la tiroglobulina a la célula folicular. Este paso se realiza por pinocitosis. En condiciones normales, se produce mediante micropinocitosis. En este caso, la tiroglobulina es incorporada a la célula mediante la formación de vesículas en microdominios de la membrana apical, ricos en clatrina, adaptinas y otras proteínas. Cuando la secreción es estimulada intensamente, la tiroglobulina puede también incorporarse por un proceso de fagocitosis o macropinocitosis. Las vesículas que contienen tiroglobulina se fusionan luego con lisosomas, donde la proteína es hidrolizada por diversas proteasas, que liberan T3 y T4. La membrana lisosomal posee un transportador para estas hormonas. Se desconoce el mecanismo por el cual la T3 y T4 atraviesan la membrana basolateral, aunque probablemente involucra transportadores específicos. Cerca de 70 % del yodo en la tiroglobulina forma parte de monoyodotironina y diyodotironina. Este yodo es reciclado por la acción de la enzima dependiente de NADPH, yodotirosina deyodinasa. Se calcula que en la glándula normal, ingresa aprox. 4 veces más yoduro al coloide por este mecanismo de reciclaje que la cantidad que ingresa desde el plasma. Parte del yodo liberado (20 %) se pierde hacia el intersticio. Los aminoácidos resultantes de la hidrólisis de la tiroglobulina pasan a formar parte de la reserva celular de aminoácidos y pueden ser reutilizados para la síntesis de proteínas. Una pequeña cantidad de tiroglobulina experimenta endocitosis mediante la unión a una glicoproteína de membrana llamada megalina (GP33). Estas vesículas no se fusionan con endosomas, sino que son transportadas hacia la membrana basolateral, donde vierten la tiroglobulina intacta al intersticio. La determinación de tiroglobulina en suero puede emplearse para detectar si la resección de la glándula ha sido completa, especialmente en casos de tumores tiroideos funcionantes. La tiroides del adulto segrega en término medio 100 μg (130 nmol) de T4 y 15 μg (23 nmol) de T3 por día (rango 94 a 110 μg y 10 a 22 μg, respectivamente). El yodo constituye casi 70 % de la masa molecular de la T4 (777 Da) y 60 % de la masa de la T3 (651 Da). RECAMBIO DE YODO El yodo es un micronutriente cuya única función conocida en el ser humano es formar parte de las hormonas tiroideas. Consecuentemente, su deficiencia causa hipotiroidismo. La ingesta mínima diaria de yodo para mantener la función tiroidea es de 75 μg, y la ingesta recomendada es del doble (150 μg/día) en los mayores de 10 años, de 90 μg/día en niños hasta los 6 años, de 120 Fig. 6 Tiroides Dr. Fernando D. Saraví 5 μg/día entre 7 y 10 años, y de 200 μg/día en la embarazada. En países, como la Argentina, donde la sal de mesa se suplementa con yodo, la deficiencia dietaria se ha tornado rara. La sal de mesa suplementada contiene 60 a 76 μg de yodo por gramo, de modo que 2.0 a 2.5 g de sal yodada bastan para satisfacer la ingesta diaria de yodo en el adulto. Con una dieta mixta, un adulto ingiere aprox. 200 a 300 μg de yodo por día (Fig. 6). El yodo se absorbe muy eficientemente en el intestino, al parecer por una combinación del transportador NIS en la membrana apical de los enterocitos, y pendrina en la membrana basolateral. Cuando son ingeridas, las hormonas tiroideas (T3 y T4) se absorben eficientemente en el intestino mediante sistemas de transporte para aminoácidos aromáticos. El yodo que ingresa por el aparato digestivo al plasma se distribuye por el líquido extracelular. Parte es incorporado a la tiroides, en proporción inversa a la cantidad de yodo ingerida (si la dieta es pobre en yodo, la glándula retiene una proporción mayor del total). La concentración plasmática normal de yodo es de 45 a 100 μg/L (aprox. 350 a 800 nmol/L). Gran parte del yodo circula unido a las proteínas plasmáticas. En el líquido intersticial, escaso en proteínas plasmáticas, la concentración de yodo es de 10 a 15 μg/L (aprox. 80 a 120 nmol/L). Entre 80 y 90 % del yodo del organismo (8 mg) se encuentra en la tiroglobulina de los folículos tiroideos. El yodo contenido en las hormonas tiroideas representa una secreción diaria de 60 μg de yodo. La T3 y T4 son deyodadas en el hígado, riñón, músculo y otros tejidos. La mayor parte del yodo así producido (50 μg) retorna al compartimiento extracelular. Una pequeña cantidad (10 μg) se elimina por vía biliar y aparece en la materia fecal. La mayor parte del resto de la cantidad ingerida se elimina por vía renal. Las mujeres que amamantan eliminan una cantidad importante de yodo en la leche, en proporción a la cantidad ingerida. Con una dieta que proporcione 300 μg de yodo diarios, la concentración en la leche materna es de aprox. 180 μg/L. Esta es la única fuente importante de yodo en el lactante. REGULACIÓN DE LA ACTIVIDAD DE LAS CÉLULAS FOLICULARES La actividad de las células foliculares tiroideas es principalmente regulada por la tirotropina (TSH) secretada por las células tirotropas de la adenohipófisis. Otros reguladores que actúan sobre la glándula son el yodo y la tiroglobulina. La tirotropina es una glicoproteína de 32 kDa compuesta por dos cadenas, alfa y beta, codificadas en los cromosomas 6 y 1, respectivamente. La cadena alfa es idéntica a la de las gonadotropinas hipofisiarias. La cadena beta es la que proporciona especificidad para la unión de la TSH con su receptor. El receptor para TSH es una glicoproteína que pertenece a la familia de receptores acoplados a proteína G (ver MECANISMOS DE ACCIÓN HORMONAL). Es sintetizado como una cadena única (gen en 14q3) de la cual luego es escindido un fragmento, dando lugar a las subunidades A (extracelular) y B (transmembrana) que permanecen unidas por puentes disulfuros entre residuos de cisteína. En la Fig. 7 hay un esquema de la TSH unida a su receptor. Como se dijo, la cadena beta de la TSH determina la especificidad de la unión. Por otra parte, la cadena alfa es fundamental para producir la activación del receptor. El receptor para tirotropina está acoplado a proteína Gs,por lo cual su activación resulta en un aumento de la actividad de adenilato ciclasa, con aumento de la producción de cAMP y activación de la proteína kinasa A (PKA) Se han descrito otras vías de señalización, como activación (vía Gq) de fosfolipasa C y (vía Fig. 7 Tiroides Dr. Fernando D. Saraví 6 las subunidades beta y gamma) de la fosfatidilinositol 3-kinasa, iniciada a partir del mismo receptor acoplado a proteína Gq (Fig. 8). Adicionalmente, se ha demostrado que la TSH puede activar vías relacionadas con factores de transcripción, como NF-kB, MAPK, kinasas Janus y mTOR. Es posible que estas vías adquieran importancia en estados patológicos. No obstante, el cAMP reproduce todos los efectos fisiológicos de la TSH en las células foliculares normales, aunque la activación de mTOR puede ser importante en la respuesta proliferativa celular a la estimulación crónica con TSH. Efectos de la tirotropina La TSH estimula todos los procesos vinculados con la síntesis y secreción de hormonas tiroideas, con excepción de la pendrina (Fig. 9). De manera rápida (segundos, minutos) mediada por fosforilación a través de la PKA, estimula: 1. El cotransportador sodio-yodo (NIS), aumentando la capacidad de concentrar yodo contra gradiente. 2. La yodación de la tiroglobulina. 3. La conjugación de tirosinas yodadas para formar T3 y T4. 4. La endocitosis de tiroglobulina. 5. La hidrólisis de la tiroglobulina para liberar T3 y T4. 6. La deyodación de las mono- y diyodotironinas para reciclar el yodo. La activación de la vía de fosfolipasa C, con producción de inositol trifosfato (que libera Ca2+ Fig. 8 Fig. 9 Tiroides Dr. Fernando D. Saraví 7 del reticulo endoplásmico) y triacilglicerol (que activa la proteína kinasa C) estimula la salida de yoduro hacia el folículo, la producción de H2O2 y la producción de NADPH (necesaria para producir H2O2). En un plazo intermedio (horas), la tirotropina estimula la expresión de genes vinculados con la función de la célula folicular. Este efecto es mediado por fosforilación del factor de transcripción CREB, que se une a secuencias del DNA llamados elementos responsivos al cAMP (CRE), y factores de transcripción específicos de la tiroides, como TTF1 y TTF2. Entre los genes activados se encuentran el del NIS, la peroxidasa, la tiroglobulina y la deyodasa. La TSH aumenta la actividad de la sintasa de óxido nítrico (NO). Este gas parece formar parte de un asa intracelular de retroalimentación negativa que atenúa el efecto estimulante de la TSH sobre la síntesis de NIS y tiroglobulina. Además, el NO es un potente vasodilatador que puede facilitar un aumento del caudal sanguíneo a las células foliculares estimuladas por TSH. En un plazo mayor (días, semanas) la tirotropina estimula la proliferación celular y la hiperplasia de la glándula tiroides, presuntamente a través del aumento de la expresión de ciclinas, kinasas dependientes de ciclinas, y otros reguladores del ciclo celular. Además se activa la transcripción de factor de crecimiento vascular endotelial/factor de permeabilidad vascular (VEGF/VPF), cuya secreción promueve el desarrollo capilar y el aumento del flujo sanguíneo a la glándula. La finalización de la acción de la TSH puede producirse por disociación del complejo hormona-receptor o por internalización del complejo mediante vesículas, con posterior degradación enzimática del mismo. La expresión del receptor para TSH no se limita a la tiroides, sino que se ha observado en fibroblastos, adipocitos, cardiomiocitos, músculo liso vascular, endotelio y osteoclastos. El papel de la TSH en la regulación directa de estos tejidos no es claro, pero su efecto en los osteoclastos limita el recambio óseo y favorece la formación de hueso. Efecto inhibidor del yodo El yodo se necesita para la síntesis de las hormonas tiroideas. En respuesta a un aporte de yodo por encima del habitual, la tiroides puede aumentar la síntesis hormonal, pero esta capacidad es limitada. Si la concentración de yodo plasmático supera 200 μg/L, se produce una disminución de la captación de yodo seguida, con concentraciones mayores, de una reducción de su incorporación a la tiroglobulina (organificación). Al parecer, se debe a reducción en la actividad del NIS. Este fenómeno se conoce como efecto Wolff-Chaikoff agudo (Fig.10). Se lo aprovecha, junto con otras medidas, para reducir rápidamente la secreción de hormonas tiroideas en el hipertiroidismo severo. No puede emplearse como tratamiento permanente porque luego de algunos días el efecto inhibidor desaparece (fenómeno de escape). Tiroglobulina La tiroglobulina es un regulador autocrino de la función de la célula folicular, que limita los efectos estimulantes de la TSH, en particular una excesiva acumulación de yoduro en el citosol. De manera dependiente de la concentración, la tiroglobulina inhibe la expresión de su propio gen, así como el de NIS, TPO y receptor para TSH. Por el contrario, promueve la expresión de pendrina y por tanto la salida de yoduro hacia el coloide. Se ha propuesto que, bajo una estimulación relativamente constante por parte de la TSH, los folículos experimentan ciclos de actividad que pueden dividirse esquemáticamente en tres fases (Fig. 11). En una primera fase el proceso predominante es la síntesis de tiroglobulina en el retículo endoplásmico (flechas), con escasa tiroglobulina en el coloide. Durante esta fase, hay activa transcripción de mRNA para tiroglobulina, peroxidasa, NIS, Fig. 10 Tiroides Dr. Fernando D. Saraví 8 pendrina y VEGF. En una segunda fase (II), mientras se acumula tiroglobulina en el coloide, aumenta la expresión de pendrina y se mantiene la de los demás componentes. En esta fase tiene lugar la organificación del yodo. En la fase III, la concentración de tiroglobulina (yodada) en el coloide alcanza un máximo, se reduce la expresión génica y la síntesis de tiroglobulina (cabezas de flecha) y el folículo pasa a un estado secretorio. Este proceso se repetiría de manera asincrónica en diferentes folículos, por lo cual siempre coexistirían folículos en las tres fases funcionales. TRANSPORTE EN PLASMA La concentración normal de tiroxina plasmática es de 46 a 120 μg/L, y la de trioidotironina de 0.8 a 1.8 μg/L. Normalmente sólo 0.03 a 0.005 % de la tiroxina (T4) y 0.3 % de la triiodotironina (T3) se encuentran libres en plasma. La mayor fracción de estas hormonas se encuentra unida reversiblemente a proteínas, en equilibrio químico con la fracción libre. Solamente la fracción libre de T3 y T4 accede a los tejidos y es, por tanto, responsable de las acciones biológicas de estas hormonas. Por tanto, cabe preguntar qué funciones cumple la fracción unida a proteínas. Una primera función es permitir la existencia de una reserva extratiroidea de T3 y T4. Dicha reserva minimiza las fluctuaciones en las concentraciones de hormonas libres frente a cambios en la tasa de secreción. De este modo, el transporte unido a proteínas protege al organismo de los efectos de fluctuaciones abruptas en los niveles plasmáticos de T4 y T3 libres. En segundo lugar, la unión de T4 y T3 a proteínas impide una pérdida excesiva de yodo al limitar la pérdida de las hormonas por la orina. En tercer lugar, la unión a proteínas favorece la distribución uniforme de T4 y T3 a todas las células del organismo, de manera que un cambio en los niveles hormonales pueda ser detectado por todas las células sensibles de manera aprox. simultánea. Una cuarta función postulada es permitir el transporte hacia células determinadas para dar especificidad al sitio de acción. Por ejemplo, la elastasa presente en los neutrófilos facilita la acumulación de T4 en los sitios de inflamación, liberándola de una globulina que la transporta. Proteínas de transporte Diversas proteínas séricas pueden ligar hormonas tiroideas,pero sólo tres revisten importancia: 1) Tiropexina o globulina transportadora de tiroxina, abreviada TBG (Thyroxin Binding Globulin). 2) Transtiretina o prealbúmina ligadora de tiroxina, abreviada TBPA (Thyroxin Binding Pre Albumin). 3) Albúmina. Estas tres proteínas difieren en concentración, afinidad por las hormonas tiroideas y capacidad de transporte (Tabla 1). La tiropexina es una glicoproteína acídica de 54 kDa, cuyo gen está en Xq22.2. Su concentración plasmática es baja, pero su afinidad por T4 y T3 es muy elevada, con Fig. 11 Tabla 1: Proteínas transportadoras de hormonas tiroideas. Tiropexina (TBG) Transtiretina (TBPA) Albúmina Concentración 16 mg/L 250 mg/L 40 g/L T4 ligada (%) 75 20 5 T3 ligada (%) 75 5 20 Tiroides Dr. Fernando D. Saraví 9 constantes de disociación de 10-10 y 10-9 mol/L, respectivamente. La transtiretina es una proteína tetramérica, no glicosilada, de 55 kDa. Su gen se localiza en 18q11.2-12.1. Posee dos sitios de unión para hormonas tiroideas y su concentración plasmática es 15 veces mayor que la de la tiropexina, pero su afinidad por T4 y T3 es aprox. 100 veces menor. Finalmente, la albúmina sérica posee varios sitios de unión para T3 y T4. Su concentración media es de 40 g/L, pero su afinidad por las hormonas tiroideas es miles de veces menor que la de la tiropexina. En resumen, la tiropexina posee alta afinidad por T4 y T3 pero escasa capacidad de transporte, mientras que la albúmina tiene características opuestas a este respecto. La transtiretina tiene propiedades intermedias. Como consecuencia, normalmente 75 % de la T4 y T3 plasmáticas se transportan unidas a la tiropexina (TBG) y el resto a las otras dos proteínas mencionadas. La concentración media total (ligada + libre) es 80 ng/mL (T4) y 1.5 ng/mL (T3), pero puede variar sin cambio en la fracción libre por modificación en la concentración de tiropexina. Los estrógenos aumentan la concentración de tiropexina porque prologan su vida media plasmática al inducir una mayor complejidad de su porción glúcidica, que retarda la eliminación de la glicoproteína. Los andrógenos, los glucocorticoides y la desnutrición tienen el efecto opuesto. No obstante, las diferencias entre sexos son pequeñas, excepto durante el embarazo, cuando la concentración de tiropexina aumenta a más del doble. Los cambios en la concentración de tiropexina modifican la cantidad total de T4 y T3 plasmática, sin modificar significativamente la concentración de T4 y T3 libre. METABOLIZACIÓN La vida media (período) es de aprox. 7 días para la T4 y de 1 día para la T3. Ambas hormonas son captadas por los tejidos y libradas del yodo por enzimas llamadas deyodinasas. Las deyodinasas pueden transformar la T4 en T3 ó en rT3, y estas últimas en formas diyodadas. Si bien las formas diyodadas y la rT3 son inactivas, la T3 se considera la forma activa de las hormonas tiroideas. Esto se debe a que la afinidad de la T4 por el receptor de hormonas tiroideas es mucho menor que la de T3. Por tanto, la tiroxina se considera una prohormona que debe transformarse en T3 para ejercer sus efectos sobre los tejidos. Por lo expuesto, una de las funciones de las deyodinasas es producir T3 a partir de la T4 secretada por la tiroides. Solamente 20 a 30 % de la T3 producida en el organismo proviene directamente de la tiroides. El resto es producida en los tejidos a partir de la deyodación de T4. Deyodinasas Se conocen tres deyodinasas llamadas D1, D2 y D3, cuyos genes se localizan, respectivamente, en 1p32-33, 14q23.2 y 14q32. Las tres contienen selenio (como selecisteína) y forman homodímeros de aprox. 60 kDa, y son moléculas asociadas a membranas. No obstante sus semejanzas, cumplen funciones diferentes (Fig.12). D1 fue la primera deyodinasa identificada. Se encuentra especialmente en hígado y riñón. Se localiza en la membrana plasmática. Puede extraer los yodos tanto del anillo externo (fenólico) como del anillo interno (tirosilo). Por tanto, puede producir T3 y rT3 a partir de T4, y transformar T3 y rT3 en 3, 3’- diyodotironina (T2). En otras palabras, puede producir tanto activación como inactivación de las hormonas tiroideas. Dado que su afinidad por estas últimas es relativamente baja, su papel fisiológico no es claro. No obstante, su Fig. 12 Tiroides Dr. Fernando D. Saraví 10 actividad es importante en el hipertiroidismo. D2 solamente libera los yodos del anillo externo. Se expresa en diversos tejidos, en particular el sistema nervioso, la adenohipófisis, la grasa parda y la placenta. Se localiza en las membranas del retículo endoplásmico. Sus substratos preferenciales son T4 y rT3. Su afinidad por estos es mil veces mayor que la de D1. La deyodinasa 2 es responsable de formar dos tercios de la T3 producida fuera de la tiroides (el resto es producido por D1). La actividad de D2 no solamente contribuye a incrementar la T3 plasmática, sino que aumenta los niveles de T3 en la célula. Por ejemplo, se estima que en la hipófisis 50 % de la T3 intracelular es generada a partir de T4 por la actividad de la deyodinasa 2. La producción de T3 por parte de la deyodinasa 2 es limitada por la vida media breve de la enzima (40 min), que es adicionalmente acortada por la presencia de T4, su principal substrato. Además, el producto T3 reduce la expresión génica de D2. De este modo, cuando la concentración de hormonas tiroideas es baja, la actividad de D2 es alta, y viceversa. El conjunto funciona como un sistema de retroalimentación negativa que tiende a mantener constantes los niveles de T3 en el organismo.2 Por ejemplo, D2 es más activa en el hipotiroidismo. La deyodinasa 3 es una enzima ligada a la membrana plasmática, particularmente activa en el cerebro y la placenta. D3 produce deyodación del anillo interno de T3 y T4 y por tanto su función principal es inactivar las hormonas tiroideas. Su afinidad por los substratos es tan alta como la de D2. TRANSPORTE TRANSMEMBRANA Debido a la naturaleza lipofílica de las hormonas tiroideas, durante mucho tiempo se supuso que ellas atravesaban la membrana celular por difusión simple. Hoy se sabe que la mayor parte del transporte transmembrana de hormonas tiroideas tiene lugar mediante moléculas transportadoras, como los polipéptidos transportadores de aniones orgánicos (OATP) y miembros de la familia de transportadores de monocarboxilatos (MCT), en particular MCT8 y MCT10. 2 Otros factores también regulan la actividad de D2. Por ejemplo, el cAMP la incrementa, mientras que la vía de señalización Sonic hedgehog (SHH) la reduce. Esto tiene importancia en la diferenciación y el desarrollo. El gen de MTC8 está en Xq13.2 y sus mutaciones se asocian con niveles elevados de T3 plasmática y severo retardo psicomotor, lo cual indica un papel de MCT8 en facilitar el ingreso de T3 a las neuronas del sistema nervioso central. Por su parte, el OATP1C1 permite el ingreso de tiroxina a través de la barrera hematoencefálica. Se sabe menos del egreso celular de T3, pero es posible que estén involucrados transportadores similares. MECANISMO DE ACCIÓN El mecanismo clásico de acción de las hormonas tiroideas depende de cambios en la transcripción génica. No obstante, se ha demostrado que las hormonas tiroideas tienen una variedad de efectos, llamados en conjunto “no genómicos”, que dependen de receptores específicos pero no ligados al DNA. Receptores nucleares para hormonas tiroideas Aunque llamados receptores para hormonas tiroideas (TR, Thyroid-hormone Receptor) por razones históricas, estas proteínas ligan T3 con una afinidad 10 veces mayor que T4. Por tanto T3 debe considerarse el ligando fisiológico. Estos receptores pertenecen a la clase II de los receptores nucleares (ver MECANISMOS DE ACCIÓN HORMONAL). Son factores de transcripción reguladospor ligando (T3). Esto significa que regulan la transcripción génica de manera diferencial según esté presente o no la triyodotironina. Los receptores se unen específicamente a elementos de respuesta a hormonas tiroideas (TRE) que se encuentran generalmente en las regiones promotoras de los Fig. 13 Tiroides Dr. Fernando D. Saraví 11 genes regulados. Los TRE tienen la secuencia AGGTCA ó AGGTAA, a la cual se ligan los receptores. Los TR poseen un extremo N-terminal variable, un dominio de unión al DNA y un dominio de unión al ligando cerca de su extremo C-terminal. Entre estos dominios existe una regíón “bisagra” rica en lisina que permite el ingreso del receptor al núcleo. Existen dos genes de receptores de hormonas tiroideas, llamados THRA (cromosoma 17) y TRHB (cromosoma 3). El gen THRA produce el receptor TRα−1 y el gen THRB los receptores TRβ−1 y TRβ−2 (existen otras variantes menores). El gen THRA también origina un pseudorreceptor llamado c-erb-Aα-2 que se une al DNA pero no liga T3 ni causa transactivación de la transcripción génica (la denominación se debe a su parecido con un oncogén viral llamado v-erb). Ya que c-erb-Aα-2 se liga a los mismos elementos de respuesta que los verdaderos receptores, puede funcionar como un inhibidor de la acción de las hormonas tiroideas al competir por los mismos TRE. Los receptores TRα-1 y TRβ-1 se encuentran en proporción variable en todos los tejidos. Su papel parece ser superpuesto y posiblemente complementario. Por su parte, en el adulto TRβ-2 se expresa exclusivamente en la anterohipófisis y el hipotálamo (durante el desarrollo fetal también en el cerebro, la retina y el oído interno). Estimulación de la transcripción génica El efecto mejor estudiado de la activación de los receptores para hormonas tiroideas es el de activar la transcripción de numerosos genes, aunque el conjunto preciso activado depende del tejido. En la Fig. 13 se muestra las funciones del conjunto de genes activados por T3 (100 nmol/L) en una línea celular de cáncer hepático que sobreexpresa el receptor TRα-1. Como puede verse, la T3 modifica un enorme número y variedad de funciones celulares. El TR se une al DNA formando un heterodímero con el receptor X para retinoides (RXR). Una característica destacada de los TR es que se unen a los TRE con gran afinidad en Fig. 14 Tiroides Dr. Fernando D. Saraví 12 ausencia del ligando (a diferencia de los receptores para esteroides, que sólo lo hacen cuando ligan la hormona correspondiente). Cuando el dímero TR-RXR está unido al DNA pero no a T3, recluta diversos complejos represores de la transcripción que inhiben activamente dicha función. El efecto de T3, al unirse al receptor, es causar la disociación de los complejos inhibidores y facilitar la asociación de coactivadores de la transcripción (Fig. 14). Parte de los efectos diversos de la T3 en diferentes tejidos puede deberse a variaciones en el complemento de represores y coactivadores disponibles. Represión de la transcripción génica La T3 también es capaz de reprimir la expresión de ciertos genes, aunque sus mecanismos moleculares no están totalmente claros. Los genes reprimidos por T3 más estudiados son los relacionados con el control hipotálamo- hipofisiario de la glándula tiroides, como el gen de la tiroliberina (TRH) y de las dos cadenas de la tirotropina (TSH). Estos genes se transcriben constitutivamente en ausencia de T3. Cuando el receptor liga la hormona, la transcripción es inhibida, probablemente mediante el reclutamiento de represores y desacetilación de histonas. Mecanismos no genómicos Los efectos de las hormonas tiroideas sobre la transcripción tienen típicamente una latencia de horas para manifestarse, pues dependen de cambios en la síntesis de proteínas. No obstante, las hormonas tiroideas también producen efectos rápidos, con una latencia del orden de segundos o minutos, que no son bloqueados por inhibidores de la síntesis de proteínas. Además, estos receptores pueden tener diferente afinidad por las hormonas tiroideas que los receptores nucleares. En la Fig. 15 se resumen los principales mecanismos de acción no genómicos. La T4 se une con alta afinidad a la integrina αvβ3. La T3 posee menor afinidad. La integrina αvβ3 es importante para la adhesión celular, ya que interactúa con diversas proteínas de la matriz extracelular. Además, αvβ3 está acoplada al sistema de señalización intracelular de las kinasas activadas por mitógeno (MAPK) mediante fosfolipasa y proteína kinasa C. La activación de MAPK (1 en la Fig. 15) media diversos efectos, como fosforilación de receptores para hormonas tiroideas y estrógenos en el núcleo, translocación al núcleo de factores de transcripción como STAT y efectos angiogénicos y favorecedores de la proliferación de ciertas células tumorales. En segundo lugar, la T4 y la rT3 (pero no la T3) se ligan a una variante del receptor alfa Fig. 15 Tiroides Dr. Fernando D. Saraví 13 llamada TRΔα-1 y estimulan la polimerización de la actina, que causa modificaciones en el citoesqueleto (2 en la Fig. 15). Un tercer mecanismo es la unión de T3 al receptor TRβ−1 en el citosol. El complejo activa la vía de la fosfatidilinositol 3-kinasa. Esta kinasa puede, por una parte, estimular la transcripción de ciertos genes y por otra aumenta la concentración de Na,K-ATPasa en la membrana y la actividad de esta molécula de transporte (3 en la Fig. 15). Acciones sobre las mitocondrias Las mitocondrias son organelas cuyo papel más conocido es la generación de energía mediante la cadena respiratoria. Adicionalmente participan en otros aspectos de la regulación del metabolismo celular, la diferenciación, la proliferación y la apoptosis. Las hormonas tiroideas influencian la función mitocondrial por vía indirecta, mediada por sus efectos sobre la transcripción del DNA nuclear, y por vías más directas que afectan la transcripción del DNA mitocondrial (mtDNA) y diversas moléculas efectoras mitocondriales (Fig. 16). Aunque el mtDNA codifica algunos componentes esenciales de la cadena respiratoria, la mayoría de las proteínas mitocondriales se codifican en el DNA nuclear y su transcripción es regulada por las hormonas tiroideas. Por ejemplo, un efecto termogénico de las hormonas tiroideas mediado por la grasa parda en mamíferos pequeños y neonatos humanos depende del aumento de transcripción del gen nuclear de una proteína que desacopla la fosforilación oxidativa, llamada termogenina ó UCP1 (UnCoupling Protein 1). El efecto requiere varios días para alcanzar su máximo, y es sinérgico con el efecto termogénico de las catecolaminas. Se conocen otras proteínas desacoplantes mitocondriales, que son estimuladas en tejidos diferentes de la grasa parda (por ejemplo, UCP3 en músculo esquelético y cardíaco). Un efecto directo y muy rápido de la T3 y también de diyodotironinas (T2) es activar la fosforilación oxidativa mediante su unión a una subunidad (Va) del citocromo C. Las mitocondrias poseen receptores atípicos para hormonas tiroideas y otros receptores nucleares, en general variantes truncas (en el extremo N-terminal) de los receptores nucleares ya descritos. Uno de estos receptores es TRα-p28 (de 28 kDa) que tras ligarse en el citosol a T3 se une proteínas desacoplantes de la membrana interna de la mitocondria y al transportador de nucleótidos de adenina (ANT). El ANT es el encargado de extraer ATP sintetizado en la mitocondria en intercambio por ADP del citosol. Otro receptor atípico, TRα-p43, se une en el citosol a T3 con afinidad similar a los receptores completos y es incorporado a la mitocondria, donde se heterodimeriza con receptores truncos para RXR ó PPAR (ver MECANISMOS DE ACCIÓN HORMONAL). El dímero unido a T3 actúa como un regulador de la transcripción del mtDNA sobre elementos de respuesta hormonal del genoma mitocondrial.Esto aumenta la transcripción de genes del mtDNA, como subunidades de la citocromo-C- oxidasa y de la ATP-sintasa. EFECTOS DE LAS HORMONAS TIROIDEAS En virtualmente todos los tejidos, la presencia de hormonas tiroideas es necesaria para la función celular normal y también para permitir que las células puedan responder normalmente a otras hormonas (acción permisiva). Además de su función permisiva, las hormonas tiroideas poseen importantes efectos sobre el desarrollo del sistema nervioso y el cuerpo, el consumo de energía y el metabolismo de proteínas, hidratos de carbono y lípidos. Desarrollo del sistema nervioso Las hormonas tiroideas participan en las fases tardías del desarrollo del sistema nervioso durante la vida intrauterina y el período postnatal. Son necesarias para la adecuada migración neuronal a la corteza cerebral y cerebelar, y para el establecimiento de las seis láminas características de la neocorteza. La mielinización del sistema nervioso central, que en el ser humano se completa hacia Fig. 16 Tiroides Dr. Fernando D. Saraví 14 el segundo año de vida, depende de la diferenciación de los oligodendrocitos. Tal diferenciación, y la expresión génica necesaria para la síntesis de mielina, depende de la presencia de T3. Las hormonas tiroideas circulantes en el feto provienen de la síntesis en la tiroides fetal y de la circulación materna. Un hecho importante es que durante la vida intrauterina (a diferencia de lo que ocurre en el adulto) la T3 no ingresa al sistema nervioso central. La T3 que se halla en el cerebro proviene exclusivamente de la deyodación de T4, mediada por la deyodasa 2 de la astroglía. Hasta la mitad del embarazo, la mayor parte de la T4 que llega al cerebro fetal es de origen materno. Curiosamente, la producción de nuevas neuronas (neurogénesis) no es afectada por la carencia de hormonas tiroideas en el feto, pero sí en el adulto. En el cerebro adulto existe neurogénesis dependiente de T3 en la zona subventricular y en la zona subgranular de la circunvolución dentada. Crecimiento y desarrollo somático Las hormonas tiroideas son indispensables para el crecimiento y desarrollo normal de los tejidos blandos y del esqueleto. En concentración normal favorecen la síntesis de proteínas en el músculo y otros tejidos, y posibilitan el crecimiento en longitud de los huesos y el cierre de las epìfisis. Acción calorigénica El primer efecto fisiológico de las hormonas tiroideas que se demostró fue su capacidad de incrementar el metabolismo basal. El metabolismo basal es la cantidad de energía que consume una persona en reposo, en ayunas, en un ambiente templado y tranquilo. Se puede medir en forma directa (calorimetría) en cámaras metabólicas, pero generalmente se mide mediante el consumo de oxígeno. Con una dieta mixta se produce aprox. 4.8 kCal por cada litro de O2 consumido. Por ejemplo, si el consumo de O2 es de 250 mL/min (0.25 L/min) la tasa metabólica es de 4.8 x 0.25 = 1.2 kCal/min ó 1728 kCal/día. El efecto de las hormonas tiroideas sobre el metabolismo basal se empleó clínicamente para el diagnóstico del hiper e hipotiroidismo hasta que se contó con ensayos sensibles y precisos para medir las concentraciones de hormonas en plasma. Incluso así, solamente la determinación de tirotropina plasmática es más sensible que el metabolismo basal para detectar exceso o déficit en la secreción de hormonas tiroideas. Cuando se administra una dosis de T4 a una persona, el efecto calorigénico se evidencia al cabo de varias horas y perdura por cerca de una semana. La acción calorigénica se debe principalmente a los efectos de las hormonas tiroideas sobres las mitocondrias, con aumento de la producción de energía y desacoplamiento de la fosforilación oxidativa. En menor medida, se debe a la estimulación de la hidrólisis de ATP por la Na,K-ATPasa. En el largo plazo, las hormonas tiroideas promueven la proliferación y maduración de las mitocondrias. La acción calorigénica aumenta la demanda de substratos para la producción de energía, y es responsable, al menos en parte, de los efectos catabólicos de las hormonas tiroideas sobre el metabolismo de proteínas, hidratos de carbono y lípidos. La mayoría de los tejidos del cuerpo es sensible a la acción calorigénica de las hormonas tiroideas. Las excepciones son el sistema nervioso (en el adulto), el tejido linfoide, los testículos, el útero y la adenohipófisis. En esta última, las hormonas tiroideas reducen el consumo de oxígeno, probablemente porque disminuyen la demanda energética de las células tirotropas al inhibir la síntesis de tirotropina. Sinergia con las catecolaminas Ciertas acciones de las hormonas tiroideas son potenciadas por las catecolaminas adrenalina y noradrenalina y viceversa. Por ejemplo, la exposición al frío estimula la liberación de catecolaminas. El efecto termogénico observado en neonatos requiere la acción conjunta de las hormonas tiroideas y las catecolaminas sobre las mitocondrias de la grasa parda. Parte del efecto se debe a una acción sinérgica sobre la expresión de UCP1. Además, la adrenalina y la noradrenalina aumentan la expresión de deyodinasa 2 en la grasa parda, y con ello la producción local de T3 a partir de T4. Las hormonas tirodeas estimulan la síntesis de receptores adrenérgicos beta, lo cual aumenta la sensibilidad del aparato cardiovascular a las catecolaminas. Metabolismo de las proteínas Las hormonas tiroideas aumentan el recambio de proteínas, es decir tanto su síntesis como su degradación. Como se indicó a propósito del crecimiento y desarrollo, el efecto en el organismo en crecimiento es normalmente anabólico. El exceso de hormonas tiroideas causa un predominio del catabolismo proteico con aumento de la excreción urinaria de urea (proveniente de la desaminación de aminoácidos) y reducción de la masa proteica. Tiroides Dr. Fernando D. Saraví 15 Metabolismo de los hidratos de carbono Al igual que con el metabolismo de las proteínas, las hormonas tiroideas tienen efectos complejos sobre el metabolismo de los hidratos de carbono, que dependen de su concentración plasmática y de sus interacciones con los efectos de otras hormonas. Las hormonas tiroideas aumentan la tasa de absorción de glucosa en el intestino y también la tasa de incorporación de la glucosa a los tejidos muscular y adiposo. Potencian el efecto de la insulina sobre la síntesis de glucógeno y la utilización tisular de glucosa. Por otra parte, también favorecen el efecto glucogenolítico de la adrenalina. En general, concentraciones fisiológicas promueven el anabolismo y concentraciones mayores el catabolismo. Metabolismo de los lípidos Las hormonas tiroideas aumentan el recambio de lípidos. Aumentan la lipólisis de triacilglicéridos en el tejido adiposo. Se requiere una concentración normal de hormonas tiroideas para el metabolismo del colesterol, los fosfolípidos y los triacilglicéridos. Estimulan la síntesis de receptores para lipoproteínas de baja densidad (LDL), con lo cual incrementan la depuración del colesterol plasmático. A diferencia del efecto lipolítico antes mencionado, el aumento de la depuración de lipoproteínas es independiente del efecto calorigénico de las hormonas tiroideas. Aparato cardiovascular Las hormonas tiroideas aumentan la capacidad del corazón y los vasos de responder a estímulos adrenérgicos, por su efecto sobre la síntesis de receptores adrenérgicos beta ya mencionada, y las proteínas Gs asociadas a éstos. La T3 posee además efectos directos sobre el corazón que afectan el ciclo contráctil del miocardio (ver MECÁNICA DE LAS CÉLULAS CARDÍACAS). 1. Las cadenas pesadas de miosina del aparato contráctil del miocardio tienen dos isoformas, llamadas alfa y beta, codificadas en el cromosoma 17. La T3 estimula la síntesis de cadenas pesadas alfa y reprime la de cadenas pesadasbeta. La miosina con cadenas alfa posee mayor capacidad de hidrolizar ATP que con cadenas beta y aumentan la tasa de desarrollo de tensión activa. 2. La T3 estimula la transcripción de genes que contribuyen a acelerar la relajación muscular. Entre ellos está la Ca2+ ATPasa del retículo sarcoplásmico (SERCA), la Na,K-ATPasa de la membrana plasmática y canales de K+ que participan en la repolarización. 3. Al mismo tiempo, la T3 reprime la síntesis de fosfolambano (inhibidor de la SERCA) y del intercambiador Na+/Ca2+ de la membrana plasmática (NCX). La T3 también reprime la síntesis de su propio receptor (TR) con lo que sus efectos son en cierta medida autolimitados. En exceso, las hormonas tiroideas aumentan la frecuencia cardíaca (cronotropismo), el automatismo (batmotropismo), la velocidad de conducción del impulso propagado (dromotropismo), la fuerza de contracción (inotropismo) y la tasa de relajación (lusitropismo). REGULACIÓN DE LA SECRECIÓN TIROIDEA La síntesis y secreción de las hormonas tiroideas es estimulada por la tirotropina de la adenohipófisis, cuya secreción es a su vez estimulada por la tiroliberina u hormona liberadora de tirotropina (TRH). La tiroliberina actúa sobre receptores específicos acoplados a proteína Gq en la Fig. 17 Tiroides Dr. Fernando D. Saraví 16 membrana de las células tirotropas, que activa la vía de la fosfolipasa C. La tiroliberina promueve la liberación de TRH ya sintetizada y estimula la expresión de los genes de las cadenas de tirotropina. Además regula la glicosilación de la TSH, necesaria para su actividad biológica. Retroalimentación negativa La regulación basal de la secreción tiroidea se realiza mediante retroalimentación negativa (Fig. 17). Las hormonas tiroideas secretadas en respuesta a la tirotropina inhiben la secreción de ésta en la hipófisis (asa corta) y de tiroliberina en el hipotálamo (asa larga). Aunque la hormona liberada en mayor cantidad por la tiroides es tiroxina, la retroalimentación depende de la concentración de triiodotironina en las neuronas y las células hipofisiarias. Si bien hay T3 libre en plasma, en gran medida la retroalimentación se debe a formación local de T3 a partir de T4, mediada por la deyodinasa 2. Las neuronas secretoras de TRH y las células tirotropas tienen receptores para hormonas tiroideas y actividad de deyodinasa 3 (que inactiva T4 y T3) pero no actividad de deyodinasa 2, lo que significa que la T3 que participa en la retroalimentación debe ser producida por otras células vecinas, y actuar en forma paracrina (Fig. 18). En el hipotálamo, las células encargadas de exponer a las neuronas productoras de tiroliberina a la T3 son de dos tipos, ambos de origen glial. En los capilares que forman la barrera hematoencefálica la T4 puede ingresar por transportadores específicos a células de la astroglia (astrocitos) que poseen deyodinasa 2 y por tanto producen T3, la cual regula la actividad de las neuronas productoras de TRH del núcleo paraventricular que controlan la secreción de las células tirotropas (la T3 no influye en la actividad de otras neuronas que sintetizan TRH). Las neuronas hipofisotropas poseen receptores para hormonas tiroideas TRα−1 y TRβ−2, pero son estos últimos los principales responsables de la inhibición neuronal mediada por T3. En estas neuronas, la T3 reduce la expresión del gen del precursor de la tiroliberina (proTRH). En el caso de la adenohipófisis humana, la deyodinasa 2 y un transportador con alta afinidad para T4 (MCT8) se expresa exclusivamente en las células folículo- estrelladas. Estas células, a diferencia de las que secretan las hormonas adenohipofisiarias, son de origen ectodérmico. Las células folículo- estrelladas producen T3 en proporción a la concentración de T4 libre plasmática y transfieren la T3 a las células tirotropas, causando la inhibición de la síntesis y secreción de TSH. Una subpoblación de células folículo-estrelladas tiene además receptores para TSH, lo que sugiere la posibilidad de un asa de retroalimentación ultracorta. Regulación nerviosa La secreción de TRH, y en consecuencia la de TSH y hormonas tiroideas, está sujeta a influencias reguladoras que se superponen y modulan la retroalimentación negativa descrita. Dichas influencias se relacionan con la respuesta frente a la exposición al frío, al estado nutricional y al ritmo biológico circadiano (Fig. 19). La exposición del organismo al frío aumenta la descarga de neuronas adrenérgicas bulbares (región C1-3). La adrenalina estimula la expresión de proTRH y la síntesis de TRH activando receptores α1-adrenérgicos en las neuronas productoras de TRH. Las vías intracelulares activadas atenúan el efecto Fig. 18 Tiroides Dr. Fernando D. Saraví 17 inhibidor de la T3 sobre la transcripción del gen de proTRH. Las mismas neuronas adrenérgicos también estimulan la liberación de tiroliberina ya sintetizada hacia los capilares de la eminencia media. En el núcleo arcuato del hipotálamo (conocido como núcleo infundibular en el ser humano) hay dos grupos de neuronas que envían aferencias a las neuronas secretoras de TRH. Ambos grupos emplean péptidos como neurotransmisores. Un grupo libera α-MSH (hormona melanóforo estimulante alfa) y CART (Cocaine and Amphetamine Related Transcript). Estos péptidos son anorexígenos (inhiben el apetito) y estimulan la producción de TRH. El segundo grupo libera neuropéptido Y (NPY) y péptido relacionado con agouti (AGRP), que son orexígenos (estimulan el apetito) e inhiben la producción de TRH. La actividad ambos grupos de neuronas citados es regulada de manera inversa por la leptina plasmática, una hormona peptídica producida por el tejido adiposo que disminuye con el ayuno y aumenta con la alimentación, por lo que constituye una señal periférica de saciedad (anorexígena). La leptina estimula la secreción de α- MSH y CART al tiempo que inhibe la de NPY y AGRP. Durante el ayuno, la leptina plasmática desciende, lo cual deprime la actividad de las neuronas α-MSH/CART al tiempo que desinhibe la de las neuronas NPY/AGRP. El efecto es una inhibición sobre las neuronas secretoras de tiroliberina, que induce un estado transitorio de hipotiroidismo central. Considerando el efecto termogénico de las hormonas tiroideas, dicho estado cumpliría la función de ahorrar energía durante el ayuno. Con la ingesta de alimento, el nivel de leptina aumenta y ocurren cambios inversos a los descritos. Un tercer modulador de las neuronas Fig. 19 Fig. 20 Tiroides Dr. Fernando D. Saraví 18 hipofisotropas es el núcleo supraquiasmático del hipotálamo, generador endógeno de ritmos circadianos (próximos a 24 h) que son sincronizados según el ciclo de luz y oscuridad (ver EL CICLO DIARIO DE ACTIVIDAD: SUEÑO Y VIGILIA). Mediante relevos en el núcleo talámico ventromedial, el núcleo supraquiasmático produce un ciclo circadiano de secreción de tiroliberina que a su vez causa un ciclo similar de liberación de tirotropina. La liberación de TRH alcanza un mínimo alrededor de las 13 y un máximo hacia las 2.30. La T3 libre de origen tiroideo tiene un ciclo similar, pero retardado 90 min con respecto a la TSH (Fig. 20). En cambio la T4 libre no muestra tal ciclicidad, presuntamente porque su mayor vida media disimula posibles cambios en su tasa de secreción. DISFUNCIÓN TIROIDEA Las alteraciones de la función tiroidea son un problema clínico muy común, especialmente en mujeres. Se llama bocio al aumento del tamaño de la glándula. El bocio puede asociarse, según el caso, con una producción de hormonas normal (bocio eutiroideo), aumentada (bocio hipertiroideo) o disminuida (bocio hipotiroideo). Hipotiroidismo La secreción insuficiente de hormonas tiroideas puede deberse a: 1. La carencia de yodo en la dieta (hipotiroidismo por déficit nutricional de yodo). Causa el bocio endémico (hipotiroideo)que ha desaparecido donde la sal se suplementa con yodo. Con todo, sigue siendo un problema de salud que afecta en grado variable a 2000 millones de personas en el mundo según las últimas estimaciones de la Organización Mundial de la Salud. La adecuación del yodo dietario se determina mediante la determinación de la eliminación diaria de yodo. 2. Con una ingesta adecuada se debe eliminar entre 100 y 200 μg de yodo por día.Un defecto de la propia glándula tiroides, en cuyo caso se denomina hipotiroidismo primario. El hipotiroidismo primario es, por lejos, el más común en nuestro medio. 3. Deficiente secreción de TSH por un defecto en la hipófisis; es el llamado hipotiroidismo secundario. 4. Déficit en la secreción de TRH, o hipotiroidismo terciario. Los pacientes hipotiroideos padecen de intolerancia al frío, fatiga, mialgias, ronquera, constipación y menorragia. Los rasgos son toscos (Fig. 21). La piel es áspera, fría y seca. Puede tener una coloración anaranjada por hipercarotinemia. Hay mixedema (depósitos dérmicos de proteínas y glicosaminoglicanos) y edema periorbitario. El cabello es grueso y quebradizo. En el aparato cardiovascular existe bradicardia y aumento de la presión arterial debido a una mayor resistencia periférica total. En el sistema nervioso hay somnolencia, Fig. 21 Fig. 22 Tiroides Dr. Fernando D. Saraví 19 alteración de la memoria, lentitud en el pensamiento (bradipsiquia), e hiporreflexia tendinosa, con relajación lenta. En la sangre hay hipercolesterolemia. Puede haber sobrepeso pero la obesidad no es típica. En el hipotiroidismo por falta de yodo o por falla primaria de la glándula, la concentración plasmática de hormonas tiroideas es baja y la de TSH es alta (por falta de retroalimentación). En el hipotiroidismo secundario y terciario, tanto las hormonas tiroideas como la TSH están bajas. El tratamiento del hipotiroidismo se realiza generalmente mediante tiroxina sintética (levotiroxina) por vía oral, en dosis suficiente para suprimir los síntomas y signos y (en el hipotiroidismo primario) normalizar los valores de TSH. Un problema especial es el hipotiroidismo congénito, pues si no se detecta y trata antes unos pocos meses de vida se producen déficits irreversibles en el desarrollo del sistema nervioso, asociados con retardo mental profundo (cretinismo; Fig. 22). Para permitir el diagnóstico precoz, se determina rutinariamente la TSH en todos los recién nacidos. Hipertiroidismo El exceso de función de la glándula es menos frecuente que el déficit. La forma más común de hipertiroidismo es la enfermedad de Graves (autoinmune) y le sigue la administración excesiva de levotiroxina (iatrógena). En ambos casos la concentración plasmática de hormonas tiroideas es alta y la de tirotropina es baja. En la enfermedad de Graves se producen anticuerpos contra el receptor para TSH que al unirse a éste lo estimulan de manera sostenida. Dos signos caraterísticos de la enfermedad de Graves son el exoftalmos (protrusión bilateral de los globos oculares; Fig. 23), el mixedema pretibial y una dermopatía papulosa.. Tanto en la enfermedad de Graves como en otras formas de hipertiroidismo hay intolerancia al calor, palpitaciones, astenia, pérdida de peso y en la mujer amenorrea u oligomenorrea. La piel está caliente y húmeda. Los pacientes presentan nerviosismo, ansiedad, insomnio, temblor fino, debilidad de la musculatura proximal de los miembros e hiperreflexia tendinosa. Los signos circulatorios incluyen taquicardia, ruidos cardíacos intensos y elevado gasto cardíaco. PRUEBAS DE FUNCIÓN TIROIDEA En la Tabla 2 se enumeran las principales pruebas de función tiroidea y el rango de valores normales para sus resultados (estos valores pueden variar algo entre un laboratorio y otro). Las pruebas más útiles para el diagnóstico y el seguimiento son las determinaciones de TSH y de T4 y T3 libres. Fig. 23 Tabla 2: Algunas pruebas de función tiroidea. Prueba Abrev. Rango normal Tiroxina total T4 50 a 120 μg/L 64 a 154 nmol/L Tiroxina libre FT4 10 a 30 ng/L 13 a 39 pmol/L Fracción de tiroxina libre FT4F 0.03 a 0.005 % Triodotironina total T3 0.8 a 1.8 μg/L Trioidotironina libre FT3 2.5 a 6.5 ng/L 3.8 a 10 pmol/L Captación de 131I 10 a 30 % Tirotropina TSH 0.4 a 4 mUI/L Tiropexina TBG 120 a 200 μg/L Estimulación con TRH (valor de TSH a 30 min) 9 a 30 mUI/mL Tiroglobulina TG < 25 μg/L < 38 pmol/L
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