Descarga la aplicación para disfrutar aún más
Vista previa del material en texto
Dr. Fernando D. Saraví La orina es producida por los riñones de manera continua, pero su eliminación (micción) es discontinua, y normalmente bajo control voluntario. La orina es transportada por los uréteres hasta la vejiga urinaria: Allí es almacenada hasta su posterior eliminación, que es normalmente un acto voluntario, aunque puede ocurrir en forma refleja. FUNCIÓN PIELOURETERAL El tracto urinario superior está formado por las pelvis renales y los uréteres. Los uréteres tienen 25 a 30 cm de largo. Su interior está recubierto por el urotelio, que junto con la lamina propria forman la capa mucosa (Fig. 1). El urotelio es un epitelio de transición, entre simple y estratificado. La lamina propria posee capilares y terminaciones nerviosas. Por fuera de la capa mucosa se encuentran dos capas de músculo liso, una interna longitudinal, y otra externa circular. Los uréteres están rodeados por una membrana adventicia, por donde transcurren sus vasos sanguíneos y linfáticos. Peristalsis ureteral El transporte ureteral de orina es un fenómeno activo, que puede producirse contra la gravedad. Se debe a la actividad de marcapasos ubicados en los cálices renales. El sitio preciso de la actividad de marcapasos fluctúa entre los diferentes cálices. Las células marcapasos pueden ser células musculares atípicas o células intersticiales de Cajal (similares a las responsables de la actividad de marcapaso en el músculo liso del tracto digestivo). Existen otros marcapasos a lo largo del uréter, cuya frecuencia espontánea de descarga es menor que la de los marcapasos de la pelvis renal. Por tanto su actividad no se evidencia en condiciones normales. Este fenómeno es análogo al que ocurre en el corazón, donde la actividad marcapaso del nódulo sinusal predomina sobre la de otros sitios (como el nódulo auriculoventricular) debido a su mayor frecuencia de descarga espontánea. El músculo liso ureteral es de tipo unitario, ya que sus células están acopladas entre sí por uniones comunicantes. Estas uniones de baja resistencia permiten que la actividad eléctrica generada en los marcapasos pielocaliciales se propague distalmente como ondas de contracción que se originan en la pelvis renal y viajan hacia la vejiga. Los uréteres están normalmente relajados, con una presión interna de 0 a 5 cmH2O. Cada vez que se inicia una onda peristáltica, un pequeño volumen de orina (bolo) es impulsado hacia la vejiga por una onda contráctil que se desplaza con una velocidad de 2 a 5 cm/min y ocluye completamente la luz ureteral por detrás del bolo (Fig. 2, A). Las ondas peristálticas se generan con una frecuencia de 2 a 6 ciclos/min y generan presiones de 20 a 60 cm H2O. Estas ondas fuerzan el ingreso de orina desde el uréter hacia la vejiga. Los uréteres ingresan a la vejiga siguiendo una trayectoria oblicua, de modo que el trayecto intraparietal es cinco veces mayor que el diámetro del uréter (Fig. 2, B). Dado que no hay ningún esfínter en la unión ureterovesical, esta disposición anatómica es importante para evitar el reflujo vésico-ureteral cuando se contrae el músculo detrusor. Transporte, almacenamiento y eliminación de la orina Fig. 1 Posgrado-00 Sello Control de la micción Dr. Fernando D. Saraví 2 La actividad propia de los marcapasos ureterales puede ser aumentada por un incremento en la diuresis, que tiende a distender la pelvis renal y los uréteres. En este caso, los bolos viajan más próximos entre sí, separados por zonas contraídas. Con diuresis muy elevadas, los bolos confluyen y el uréter puede permanecer abierto en todo su trayecto a pesar del aumento de presión generado por las ondas peristálticas. Los uréteres reciben también inervación autónoma simpática de la columna intermediolateral de la médula (segmentos T10 a L2) y parasimpática de los nervios sacros. Existe además un plexo de neuronas intrínsecas que se extiende en toda la longitud de los uréteres. Los uréteres poseen receptores colinérgicos muscarínicos y receptores adrenérgicos, principalmente α1, con menor proporción de β2. Por tanto, el aumento de la descarga simpática tiende a contraer los uréteres. La acetilcolina, actuando sobre receptores muscarínicos, tiene un efecto estimulante similar, aunque de menor intensidad, que el causado sobre el músculo detrusor. Otras sustancias, como prostaglandinas y los péptidos sustancia P, neurokininas (constrictores) y péptido relacionado con el gen de calcitonina (CRGP; relajante), también modifican la actividad contráctil del uréter. La obstrucción aguda de los uréteres lleva a su dilatación súbita, que causa dolor intenso (cólico “renal”). Los aferentes nociceptivos producen constricción del uréter y aumento de la descarga simpática vasoconstrictora a los riñones, lo cual reduce la filtración glomerular y la tasa de formación de orina. La limitación crónica del flujo ureteral produce aumentos menos intensos de la presión, a menudo asintomáticos, que sin embargo causan dilatación pielocalicial (hidronefrosis). La hifronefrosis puede ser causada por obstrucción o por reflujo vésicoureteral. Predispone a infecciones y resulta, con el tiempo, en destrucción del parénquima renal e insuficiencia renal crónica cuando es bilateral. FUNCIÓN VESICAL El tracto urinario inferior está formado por la vejiga urinaria y la uretra. La vejiga urinaria cumple la doble función de almacenar la orina y de producir la micción, según el estado contráctil del músculo de su pared. La vejiga es un órgano Fig. 2 Fig. 3 Control de la micción Dr. Fernando D. Saraví 3 hueco, cuyo interior está tapizado por una mucosa similar a la de los uréteres. Por fuera de la mucosa se encuentra el músculo detrusor, cuya contracción causa la evacuación vesical. La vejiga está rodeada por una membrana adventicia, por donde transcurren los vasos sanguíneos y linfáticos que se capilarizan para irrigar la pared. Los uréteres ingresan a la vejiga por su parte inferior. En la salida de la uretra hay un esfínter de músculo liso llamado esfínter vesical interno. Los orificios de entrada de los uréteres y la salida a la uretra delimitan una estructura triangular llamada trígono vesical (Fig. 3). La uretra es el conducto por el cual la vejiga evacua la orina al exterior. Tiene 3 a 4 cm en la mujer y 18 a 20 cm en el varón. En éste último es también la vía de emisión de semen durante el coito. La uretra masculina se divide en una porción prostática de 3 a 4 cm (donde está rodeada por la próstata), una porción membranosa corta, donde atraviesa el diafragma urogenital, y una porción esponjosa de 13 a 18 cm, en la cual transcurre por el cuerpo esponjoso del pene. La continencia de orina se debe al esfínter uretral interno en la base de la vejiga, y al esfínter uretral externo en el diafragma urogenital. El esfínter interno está formado por músculo liso, y el externo por músculo estriado. Inervación del tracto urinario inferior La inervación motora del tracto urinario inferior, que incluye eferentes simpáticos, parasimpáticos y somáticos, se esquematiza en la Fig. 4. Los eferentes simpáticos provienen de los segmentos medulares T9 a L2. Las fibras preganglionares hacen sinapsis en los ganglios de los plexos mesentérico inferior e hipogástrico superior. Las fibras posganglionares simpáticas viajan principalmente por el nervio hipogástrico. El simpático inerva principalmente el esfínter interno y de manera más difusa el resto de la uretra, el detrusor y los uréteres. En el varón, también inerva los conductos deferentes, las vesículas seminales y la próstata. Las fibras preganglionares parasimpáticas provienen de los segmentos sacros S2 a S4. Forman el plexo pélvico y el nervio pélvico. Las fibras parasimpáticas inervan principalmente el detrusor. El mismo plexo origina la inervación parasimpática del tejido eréctil del pene y el clítoris (véase COMPORTAMIENTOSEXUAL Y REPRODUCTIVO). La inervación somática controla el esfínter externo a través del nervio pudendo, cuyas motoneuronas se originan en el núcleo de Onuf del asta anterior de los segmentos S2 a S4. El nervio pudendo también permite el control motor del esfínter anal externo. Los principales neurotransmisores que regulan la función del tracto urinario inferior son acetilcolina y noradrenalina (Fig.. 5). La descarga del parasimpático estimula la contracción del detrusor principalmente por activación de receptores colinérgicos muscarínicos M3 (acoplados por proteína Gs a la fosfolipasa C). La activación de estos receptores aumenta la concentración intracelular de Ca2+ en las células del músculo detrusor. La descarga simpática libera noradrenalina y mantiene normalmente el tono contráctil del esfínter uretral interno, mediante la activación de receptores α1-adrenérgicos, también acoplados por proteína Gs a fosfolipasa C). Por otra parte, el detrusor posee receptores β3- adrenérgicos cuya activación eleva el cAMP y tiende a relajar el músculo. Los nervios motores somáticos son colinérgicos. Su descarga activa receptores Fig. 4 Fig. 5 Control de la micción Dr. Fernando D. Saraví 4 colinérgicos nicotínicos (ionotrópicos) de las fibras musculares del esfínter externo, que lo mantienen tónicamente contraído, excepto durante la micción (y en el varón durante la eyaculación). La inervación aferente del tracto urinario inferior incluye receptores mecánicos de bajo umbral, cuyos aferentes son fibras mielínicas delgadas (A δ) y amielínicas (C). La frecuencia de descarga de las fibras A δ aumenta gradualmente con el aumento de la presión transmural de la vejiga, tanto durante la fase de llenado como durante la contracción del detrusor. Por el contrario, las fibras C están normalmente inactivas (“silenciosas”) pero su frecuencia de descarga aumenta ante presiones de lleno muy elevadas. También son estimuladas por cambios en la temperatura de la orina y por diversas sustancias químicas irritantes. Su activación se asocia con la producción de dolor. El urotelio vesical tiene un papel importante en la sensibilidad de la vejiga en condiciones anormales. El urotelio posee receptores colinérgicos y purinérgicos y canales iónicos de tipo TRP (Transient Receptor Potential; ver NOCICEPCIÓN Y DOLOR). También puede producir una serie de mediadores químicos, como ATP, óxido nítrico, neurokininas y factor de crecimiento nervioso, que modulan la función de los nervios aferentes y eferentes. La inflamación del urotelio durante una cistitis intensifica y altera las sensaciones provenientes de la vejiga, de modo que ésta puede percibirse como llena estando casi vacía (tenesmo vesical). La necesidad imperiosa de orinar se produce con volúmenes vesicales pequeños, de modo que aumenta la frecuencia de la micción (polaquiuria). ALMACENAMIENTO DE ORINA La vejiga no tiene, como otros órganos huecos, un tono parietal o contracciones rítmicas. Sus estados funcionales son solamente dos: La condición relajada mientras almacena orina, y la contracción del detrusor durante la micción. A diferencia de los uréteres, la vejiga normal carece de actividad miógena. Por tanto, la contracción del detrusor depende enteramente de su inervación autónoma por el parasimpático sacro. Durante la fase de almacenamiento de orina, el músculo detrusor está relajado y el esfínter interno está contraído. El lleno de la vejiga produce un aumento muy gradual de su presión, fenómeno que se ha denominado relajación receptiva. El escaso aumento de presión con el llenado se debe a dos factores, uno pasivo y otro activo. El factor pasivo se relaciona con la ley de Laplace. Si por simplicidad se supone que la vejiga es esférica, la presión transmural ΔP se relaciona con la tensión (T) de su pared y el radio r como sigue: ΔP = 2 T/r A medida que aumenta el volumen crece la tensión de la pared, pero también el radio, de modo que ΔP permanece relativamente constante. El factor activo que limita el aumento de presión vesical se debe a la descarga simpática que contribuye a mantener relajado el detrusor (al tiempo que mantiene contraído el esfínter interno), y a la inhibición descendente de las neuronas parasimpáticas (ver más adelante). Fig. 6 Control de la micción Dr. Fernando D. Saraví 5 La distensibilidad (compliance) de la vejiga normal es de 30 a 50 mL/cmH2O de presión transmural. La capacidad máxima de la vejiga es de aprox. 500 mL en la mujer (rango 400 a 600 mL) y de 700 mL en el varón (rango 600 a 800 mL). La primera percepción consciente de lleno vesical aparece cuando la vejiga contiene 100 a 150 mL. Normalmente la micción voluntaria se produce cuando el volumen alcanza aprox. 250 mL. Con un volumen de 400 mL la vejiga se percibe como completamente llena. Volúmenes mayores causan primero sensaciones de incomodidad y posteriormente de dolor. Las sensaciones desagradables se relacionan con la activación creciente de fibras C (Fig, 6). Mientras la vejiga se va llenando, la uretra mantiene una presión elevada por la descarga tónica simpática, que estimula receptores α1-adrenérgicos de su músculo liso. Además, el esfínter externo se encuentra también contraído. Los aumentos en la presión abdominal no producen normalmente pérdidas de orina porque afectan simultáneamente la presión transmural de la vejiga y de la uretra (Fig. 7, A). Además, cuando la presión abdominal aumenta como consecuencia, por ej., de tos o maniobra de Valsalva, se produce en forma refleja un aumento de la contracción del esfínter externo y del músculo elevador del ano y un aumento del tono simpático del esfínter interno (reflejo de guarda). Cuando el esfínter externo y los músculos del piso de la pelvis se debilitan, puede aparecer pérdida involuntaria de orina cuando aumenta bruscamente la presión abdominal (incontinencia por estrés). Como se dijo antes, la irritación de la vejiga (y ciertas enfermedades neurológicas) pueden causar incontinencia por hiperactividad del detrusor (Fig. 8). Micción La micción se inicia mediante tres procesos coordinados: 1. La relajación del esfínter interno por reducción de la descarga simpática. 2. La relajación del esfínter externo por reducción de la descarga somática. 3. La contracción del detrusor. La contracción del detrusor impulsa la orina hacia el exterior. Al mismo tiempo, oblitera los uréteres en su trayecto intraparietal, lo cual impide el reflujo vésico-ureteral. Una vez que la orina ingresa en la uretra, se estimulan mecanorreceptores sensibles al flujo, que en forma refleja acentúan la contracción del detrusor. Por esta razón, una vez Fig. 7 Fig. 8 Control de la micción Dr. Fernando D. Saraví 6 iniciada la micción ésta tiende a completarse, aunque normalmente puede interrumpirse de manera voluntaria. La contracción de la musculatura abdominal puede contribuir a acelerar la micción hasta cierto punto, especialmente hacia el final de la misma. Al finalizar la micción, la vejiga se vacía completa o casi completamente (menor de 100 mL). La persistencia de un residuo significativo predispone a infecciones urinarias. Ver EVALUACIÓN FUNCIONAL, más abajo. CONTROL DE LA FUNCIÓN VÉSICOURETRAL El control nervioso del tracto urinario inferior está organizado en circuitos que funcionan como interruptores entre un modo de almacenamiento (detrusor relajado, esfínteres contraídos) y un modo de evacuación (contracción del detrusor y relajación de los esfínteres). Control reflejo Durante el lleno vesical los eferentes simpáticos a la uretra mantienen un tono constrictor del músculo liso, y las motoneuronas sacras mantienen contraído el esfínter externo. Simultáneamente, permanece inhibida la descarga parasimpática al detrusor. En algunos animales, durante esta fase hay también una descarga simpáticainhibidora del detrusor, pero este fenómeno es poco importante en el ser humano. La descarga descendente de un centro protuberancial llamado L o de almacenamiento puede contribuir a la inhibición de los eferentes parasimpáticos (Fig. 9, A). No obstante, la fase de almacenamiento depende principalmente de los circuitos espinales. La micción refleja se produce normalmente gracias a un circuito espinopontoespinal. Los aferentes responsables son exclusivamente fibras A δ (Fig. 9, B). Además de sus conexiones segmentarias, los aferentes vesicales hacen sinapsis con neuronas que ascienden por la columna lateral hasta la sustancia gris periacueductal de la protuberancia. Otras aferencias viajan por los haces espinotalámico, espinohipotalámico y por las columnas dorsales. Las neuronas de la sustancia gris periacueductal establecen sinapsis excitatorias con un centro par protuberancial llamado M (por “micción”) o centro de Barrington, que está situado dorsal y medialmente al centro de almacenamiento. Normalmente las neuronas del centro M están inactivas, pero cuando la excitación de los aferentes vesicales alcanza un nivel crítico, las Fig. 9 Control de la micción Dr. Fernando D. Saraví 7 neuronas periacueductales activan de manera repentina y máxima el centro M, que entonces inicia descargas descendentes que producen inhibición simultánea de los eferentes simpáticos y somáticos que controlan los esfínteres uretrales, seguida en pocos segundos por activación de los eferentes parasimpáticos, que causan la contracción del detrusor. La descarga parasimpática también contribuye a la relajación uretral por liberación local de óxido nítrico. Las áreas espinales relacionadas con el control vésicouretral también reciben influencias descendentes de neuronas del tallo cerebral noradrenérgicas (del locus coeruleus y zonas adyacentes) y serotonérgicas (de la sustancia gris periacueductal) que modulan la excitabilidad Fig. 10 Fig. 11 Control de la micción Dr. Fernando D. Saraví 8 de los circuitos espinales. El reflejo espinopontoespinal es responsable del control de la micción desde el nacimiento hasta los 2 a 5 años de edad, antes de que la micción comience a ser controlada de manera voluntaria. En circunstancias anormales (por ej., sección de la médula espinal) la micción puede ocurrir como un reflejo espinal. A diferencia del reflejo normal, este reflejo se debe a la estimulación de aferentes amielínicos C. Control voluntario El circuito espinopontoespinal descrito es suficiente para producir la evacuación periódica de la vejiga cuando ésta alcanza cierto volumen prefijado (set point), pero no es suficiente para el control voluntario de la micción. Para esto último es necesaria una integración a niveles superiores de las sensaciones provenientes de la vejiga con información sobre el ambiente y el contexto social, que determina la decisión de orinar o retener la orina. El control voluntario involucra la participación de áreas diencefálicas y corticales. Las áreas diencefálicas incluyen porciones del tálamo y el hipotálamo (núcleos paraventricular y periventricular y área preóptica medial). En la corteza cerebral participan la región de la ínsula, relacionada con la percepción consciente de las sensaciones viscerales, diversas regiones prefrontales relacionadas con la interacción social y la organización y ejecución de diversas conductas, y la corteza cingular anterior, que tiene un papel central en la toma de decisiones (Fig. 10, A). A su vez, estas áreas son asistidas por subsistemas formados por el área motora suplementaria, los ganglios de la base y el cerebelo (Fig. 10, B). En condiciones normales, los centros superiores mencionados limitan la actividad de la sustancia gris periacueductal, elevando el valor de volumen vesical en el cual se dispara el reflejo de micción. Cuando se decide orinar, las mismas estructuras liberan el centro pontino de micción e incluso facilitan su acción, permitiendo la micción con volúmenes inferiores al valor umbral normal del reflejo espinopontoespinal. En condiciones anormales, como un estrés violento, la abrupta liberación de las influencias superiores puede causar la micción de manera involuntaria (“orinarse en los pantalones”). Así, la integración de sensaciones de los aferentes vesicouretrales con información sobre el ambiente, conductas aprendidas y estado emocional modifica la actividad de la sustancia gris periacueductal, que inhibe el reflejo de micción cuando se considera inapropiado, y lo liberan cuando la situación es favorable. EVALUACIÓN FUNCIONAL La función del tracto urinario inferior puede evaluarse en cuanto a sus dos aspectos principales: continencia durante el almacenamiento de orina y relaciones de presión y flujo durante la micción. Perfiles de presión uretral Mediante catéteres o sondas sensoras de presión insertadas en la uretra hasta la vejiga, es posible determinar las presiones existentes en el tracto urinario inferior en ausencia de flujo, es decir, durante la continencia (Fig. 11). Se denomina longitud de continencia a la distancia entre la vejiga y el punto de máxima presión en la uretra, y longitud funcional a la que transcurre en el trayecto de la uretra en el cual la presión uretral es superior a la vesical. Este perfil es diferente en el varón y la mujer normales, ya que la presencia de la próstata determina una meseta de alta presión ausente en la mujer. La diferencia explica por qué en la mujer es más común la incontinencia urinaria, mientras que en el varón es más común la micción dificultosa. Fig. 12 Control de la micción Dr. Fernando D. Saraví 9 Uroflujometría Para la evaluación de la función del tracto urinario inferior durante la micción, se toman en cuenta diversas variables de la curva de flujo (caudal) en el tiempo, como se indica en la Fig. 12, A. Dichas variables son: 1. El flujo máximo alcanzado 2. El tiempo necesario para alcanzar el flujo máximo. 3. El volumen emitido, que corresponde al área bajo la curva flujo-tiempo. 4. El tiempo total de micción. 5. El flujo medio, que es el cociente entre el volumen emitido y el tiempo total de micción. Además de los valores citados, cuando la curva es anormal, su inspección proporciona pistas sobre la causa posible. En la Fig. 12, B se esquematiza una curva normal y dos curvas anormales (nótese que la escala de tiempo es más compacta que en la Fig. 12, A). Una curva que alcanza un flujo máximo bajo en forma relativamente precoz y luego decae progresivamente puede deberse a debilidad del detrusor en ambos sexos. En el varón, una curva de este tipo también puede deberse a la compresión extrínseca del uréter por una próstata hipertrofiada. Por el contrario, una curva que muestra bajo flujo con una meseta prolongada sugiere un aumento de la resistencia de la uretra, que impide alcanzar elevado flujo a pesar de una buena contracción del detrusor. Otra variable que no se indica en las curvas de la Fig 12 pero reviste considerable interés es determinar si la micción es adecuada es la determinación del residuo vesical, es decir, el volumen de orina remanente en la vejiga al final de la micción. Normalmente la evacuación es prácticamente completa. El volumen residual se determina de 10 a 20 min después de la micción. Puede determinarse de manera invasiva, mediante la introducción de un catéter para completar la evacuación vesical. Dado los riesgos que el procedimiento involucra (en particular infección) actualmente se prefiere el uso de un escáner ultrasónico portátil, que permite medir el volumen residual de manera no invasiva. En adultos jóvenes un volumen residual mayor de 100 mL indica micción incompleta. En ancianos se considera que existe retención si el volumen de orina remanente en la vejiga supera 150 a 200 mL, medido en dos ocasionesdiferentes. Aunque no se estudia clínicamente en forma rutinaria, desde el punto de vista fisiológico es pertinente conocer la dinámica de la micción (Fig. 13). Durante la micción voluntaria, la presión intravesical aumenta por la actividad conjunta del detrusor y de los músculos abdominales. En otras palabras, el músculo liso del detrusor y la musculatura somática generan presiones que actúan sinérgicamente para aumentar la presión en la vejiga. Simultáneamente se relajan los esfínteres uretrales, de modo que cuando la presión vesical alcanza cierto valor umbral se inicia la micción. El tiempo que transcurre entre el inicio del aumento de presión vesical y el inicio de la micción se denomina tiempo de apertura. Debe notarse que normalmente el máximo de presión intravesical se alcanza antes que el flujo máximo. Luego de alcanzado el flujo máximo, la actividad del detrusor y de los músculos abdominales persiste hasta completar la evacuación. Fig. 13
Compartir