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81_Renal_Miccion

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Dr. Fernando D. Saraví 
 
La orina es producida por los riñones de manera 
continua, pero su eliminación (micción) es 
discontinua, y normalmente bajo control 
voluntario. 
La orina es transportada por los uréteres 
hasta la vejiga urinaria: Allí es almacenada hasta 
su posterior eliminación, que es normalmente un 
acto voluntario, aunque puede ocurrir en forma 
refleja. 
 
FUNCIÓN PIELOURETERAL 
El tracto urinario superior está formado por las 
pelvis renales y los uréteres. Los uréteres tienen 
25 a 30 cm de largo. Su interior está recubierto 
por el urotelio, que junto con la lamina propria 
forman la capa mucosa (Fig. 1). El urotelio es un 
epitelio de transición, entre simple y estratificado. 
La lamina propria posee capilares y 
terminaciones nerviosas. 
Por fuera de la capa mucosa se 
encuentran dos capas de músculo liso, una interna 
longitudinal, y otra externa circular. Los uréteres 
están rodeados por una membrana adventicia, 
por donde transcurren sus vasos sanguíneos y 
linfáticos. 
 
Peristalsis ureteral 
El transporte ureteral de orina es un fenómeno 
activo, que puede producirse contra la gravedad. 
Se debe a la actividad de marcapasos ubicados 
en los cálices renales. El sitio preciso de la 
actividad de marcapasos fluctúa entre los 
diferentes cálices. Las células marcapasos pueden 
ser células musculares atípicas o células 
intersticiales de Cajal (similares a las 
responsables de la actividad de marcapaso en el 
músculo liso del tracto digestivo). Existen otros 
marcapasos a lo largo del uréter, cuya frecuencia 
espontánea de descarga es menor que la de los 
marcapasos de la pelvis renal. Por tanto su 
actividad no se evidencia en condiciones 
normales. Este fenómeno es análogo al que 
ocurre en el corazón, donde la actividad 
marcapaso del nódulo sinusal predomina sobre la 
de otros sitios (como el nódulo 
auriculoventricular) debido a su mayor frecuencia 
de descarga espontánea. 
El músculo liso ureteral es de tipo 
unitario, ya que sus células están acopladas entre 
sí por uniones comunicantes. Estas uniones de 
baja resistencia permiten que la actividad 
eléctrica generada en los marcapasos 
pielocaliciales se propague distalmente como 
ondas de contracción que se originan en la pelvis 
renal y viajan hacia la vejiga. 
Los uréteres están normalmente 
relajados, con una presión interna de 0 a 5 
cmH2O. Cada vez que se inicia una onda 
peristáltica, un pequeño volumen de orina (bolo) 
es impulsado hacia la vejiga por una onda 
contráctil que se desplaza con una velocidad de 2 
a 5 cm/min y ocluye completamente la luz 
ureteral por detrás del bolo (Fig. 2, A). Las ondas 
peristálticas se generan con una frecuencia de 2 a 
6 ciclos/min y generan presiones de 20 a 60 cm 
H2O. Estas ondas fuerzan el ingreso de orina 
desde el uréter hacia la vejiga. 
Los uréteres ingresan a la vejiga 
siguiendo una trayectoria oblicua, de modo que el 
trayecto intraparietal es cinco veces mayor que el 
diámetro del uréter (Fig. 2, B). Dado que no hay 
ningún esfínter en la unión ureterovesical, esta 
disposición anatómica es importante para evitar 
el reflujo vésico-ureteral cuando se contrae el 
músculo detrusor. 
Transporte, almacenamiento y 
eliminación de la orina 
Fig. 1 
Posgrado-00
Sello
Control de la micción 
Dr. Fernando D. Saraví 
2
La actividad propia de los marcapasos 
ureterales puede ser aumentada por un 
incremento en la diuresis, que tiende a distender 
la pelvis renal y los uréteres. En este caso, los 
bolos viajan más próximos entre sí, separados por 
zonas contraídas. Con diuresis muy elevadas, los 
bolos confluyen y el uréter puede permanecer 
abierto en todo su trayecto a pesar del aumento de 
presión generado por las ondas peristálticas. 
Los uréteres reciben también inervación 
autónoma simpática de la columna 
intermediolateral de la médula (segmentos T10 a 
L2) y parasimpática de los nervios sacros. 
Existe además un plexo de neuronas intrínsecas 
que se extiende en toda la longitud de los 
uréteres. Los uréteres poseen receptores 
colinérgicos muscarínicos y receptores 
adrenérgicos, principalmente α1, con menor 
proporción de β2. Por tanto, el aumento de la 
descarga simpática tiende a contraer los uréteres. 
La acetilcolina, actuando sobre receptores 
muscarínicos, tiene un efecto estimulante similar, 
aunque de menor intensidad, que el causado 
sobre el músculo detrusor. Otras sustancias, como 
prostaglandinas y los péptidos sustancia P, 
neurokininas (constrictores) y péptido 
relacionado con el gen de calcitonina (CRGP; 
relajante), también modifican la actividad 
contráctil del uréter. 
La obstrucción aguda de los uréteres 
lleva a su dilatación súbita, que causa dolor 
intenso (cólico “renal”). Los aferentes 
nociceptivos producen constricción del uréter y 
aumento de la descarga simpática 
vasoconstrictora a los riñones, lo cual reduce la 
filtración glomerular y la tasa de formación de 
orina. La limitación crónica del flujo ureteral 
produce aumentos menos intensos de la presión, a 
menudo asintomáticos, que sin embargo causan 
dilatación pielocalicial (hidronefrosis). La 
hifronefrosis puede ser causada por obstrucción o 
por reflujo vésicoureteral. Predispone a 
infecciones y resulta, con el tiempo, en 
destrucción del parénquima renal e insuficiencia 
renal crónica cuando es bilateral. 
 
FUNCIÓN VESICAL 
El tracto urinario inferior está formado por la 
vejiga urinaria y la uretra. La vejiga urinaria 
cumple la doble función de almacenar la orina y 
de producir la micción, según el estado contráctil 
del músculo de su pared. La vejiga es un órgano 
Fig. 2 
Fig. 3 
Control de la micción 
Dr. Fernando D. Saraví 
3
hueco, cuyo interior está tapizado por una 
mucosa similar a la de los uréteres. Por fuera de 
la mucosa se encuentra el músculo detrusor, cuya 
contracción causa la evacuación vesical. La 
vejiga está rodeada por una membrana adventicia, 
por donde transcurren los vasos sanguíneos y 
linfáticos que se capilarizan para irrigar la pared. 
Los uréteres ingresan a la vejiga por su parte 
inferior. En la salida de la uretra hay un esfínter 
de músculo liso llamado esfínter vesical interno. 
Los orificios de entrada de los uréteres y la salida 
a la uretra delimitan una estructura triangular 
llamada trígono vesical (Fig. 3). 
La uretra es el conducto por el cual la 
vejiga evacua la orina al exterior. Tiene 3 a 4 cm 
en la mujer y 18 a 20 cm en el varón. En éste 
último es también la vía de emisión de semen 
durante el coito. La uretra masculina se divide en 
una porción prostática de 3 a 4 cm (donde está 
rodeada por la próstata), una porción 
membranosa corta, donde atraviesa el diafragma 
urogenital, y una porción esponjosa de 13 a 18 
cm, en la cual transcurre por el cuerpo esponjoso 
del pene. La continencia de orina se debe al 
esfínter uretral interno en la base de la vejiga, y al 
esfínter uretral externo en el diafragma 
urogenital. El esfínter interno está formado por 
músculo liso, y el externo por músculo estriado. 
 
Inervación del tracto urinario inferior 
La inervación motora del tracto urinario inferior, 
que incluye eferentes simpáticos, parasimpáticos 
y somáticos, se esquematiza en la Fig. 4. Los 
eferentes simpáticos provienen de los segmentos 
medulares T9 a L2. Las fibras preganglionares 
hacen sinapsis en los ganglios de los plexos 
mesentérico inferior e hipogástrico superior. Las 
fibras posganglionares simpáticas viajan 
principalmente por el nervio hipogástrico. El 
simpático inerva principalmente el esfínter 
interno y de manera más difusa el resto de la 
uretra, el detrusor y los uréteres. En el varón, 
también inerva los conductos deferentes, las 
vesículas seminales y la próstata. 
 Las fibras preganglionares 
parasimpáticas provienen de los segmentos 
sacros S2 a S4. Forman el plexo pélvico y el 
nervio pélvico. Las fibras parasimpáticas inervan 
principalmente el detrusor. El mismo plexo 
origina la inervación parasimpática del tejido 
eréctil del pene y el clítoris (véase 
COMPORTAMIENTOSEXUAL Y 
REPRODUCTIVO). 
 La inervación somática controla el 
esfínter externo a través del nervio pudendo, 
cuyas motoneuronas se originan en el núcleo de 
Onuf del asta anterior de los segmentos S2 a S4. 
El nervio pudendo también permite el control 
motor del esfínter anal externo. 
 Los principales neurotransmisores que 
regulan la función del tracto urinario inferior son 
acetilcolina y noradrenalina (Fig.. 5). La 
descarga del parasimpático estimula la 
contracción del detrusor principalmente por 
activación de receptores colinérgicos 
muscarínicos M3 (acoplados por proteína Gs a la 
fosfolipasa C). La activación de estos receptores 
aumenta la concentración intracelular de Ca2+ en 
las células del músculo detrusor. 
 La descarga simpática libera 
noradrenalina y mantiene normalmente el tono 
contráctil del esfínter uretral interno, mediante la 
activación de receptores α1-adrenérgicos, también 
acoplados por proteína Gs a fosfolipasa C). Por 
otra parte, el detrusor posee receptores β3-
adrenérgicos cuya activación eleva el cAMP y 
tiende a relajar el músculo. 
 Los nervios motores somáticos son 
colinérgicos. Su descarga activa receptores 
Fig. 4 
Fig. 5 
Control de la micción 
Dr. Fernando D. Saraví 
4
colinérgicos nicotínicos (ionotrópicos) de las 
fibras musculares del esfínter externo, que lo 
mantienen tónicamente contraído, excepto 
durante la micción (y en el varón durante la 
eyaculación). 
 La inervación aferente del tracto urinario 
inferior incluye receptores mecánicos de bajo 
umbral, cuyos aferentes son fibras mielínicas 
delgadas (A δ) y amielínicas (C). La frecuencia 
de descarga de las fibras A δ aumenta 
gradualmente con el aumento de la presión 
transmural de la vejiga, tanto durante la fase de 
llenado como durante la contracción del detrusor. 
Por el contrario, las fibras C están normalmente 
inactivas (“silenciosas”) pero su frecuencia de 
descarga aumenta ante presiones de lleno muy 
elevadas. También son estimuladas por cambios 
en la temperatura de la orina y por diversas 
sustancias químicas irritantes. Su activación se 
asocia con la producción de dolor. 
 El urotelio vesical tiene un papel 
importante en la sensibilidad de la vejiga en 
condiciones anormales. El urotelio posee 
receptores colinérgicos y purinérgicos y canales 
iónicos de tipo TRP (Transient Receptor 
Potential; ver NOCICEPCIÓN Y DOLOR). 
También puede producir una serie de mediadores 
químicos, como ATP, óxido nítrico, neurokininas 
y factor de crecimiento nervioso, que modulan la 
función de los nervios aferentes y eferentes. La 
inflamación del urotelio durante una cistitis 
intensifica y altera las sensaciones provenientes 
de la vejiga, de modo que ésta puede percibirse 
como llena estando casi vacía (tenesmo vesical). 
La necesidad imperiosa de orinar se produce con 
volúmenes vesicales pequeños, de modo que 
aumenta la frecuencia de la micción 
(polaquiuria). 
 
ALMACENAMIENTO DE ORINA 
La vejiga no tiene, como otros órganos huecos, 
un tono parietal o contracciones rítmicas. Sus 
estados funcionales son solamente dos: La 
condición relajada mientras almacena orina, y la 
contracción del detrusor durante la micción. A 
diferencia de los uréteres, la vejiga normal carece 
de actividad miógena. Por tanto, la contracción 
del detrusor depende enteramente de su 
inervación autónoma por el parasimpático sacro. 
Durante la fase de almacenamiento de 
orina, el músculo detrusor está relajado y el 
esfínter interno está contraído. El lleno de la 
vejiga produce un aumento muy gradual de su 
presión, fenómeno que se ha denominado 
relajación receptiva. El escaso 
aumento de presión con el llenado se 
debe a dos factores, uno pasivo y otro 
activo. 
 El factor pasivo se relaciona 
con la ley de Laplace. Si por 
simplicidad se supone que la vejiga es 
esférica, la presión transmural ΔP se 
relaciona con la tensión (T) de su 
pared y el radio r como sigue: 
 
ΔP = 2 T/r 
 
A medida que aumenta el volumen 
crece la tensión de la pared, pero 
también el radio, de modo que ΔP 
permanece relativamente constante. 
 El factor activo que limita el 
aumento de presión vesical se debe a 
la descarga simpática que contribuye a 
mantener relajado el detrusor (al 
tiempo que mantiene contraído el 
esfínter interno), y a la inhibición 
descendente de las neuronas 
parasimpáticas (ver más adelante). 
Fig. 6 
Control de la micción 
Dr. Fernando D. Saraví 
5
 La distensibilidad (compliance) de la 
vejiga normal es de 30 a 50 mL/cmH2O de 
presión transmural. La capacidad máxima de la 
vejiga es de aprox. 500 mL en la mujer (rango 
400 a 600 mL) y de 700 mL en el varón (rango 
600 a 800 mL). 
La primera percepción consciente de 
lleno vesical aparece cuando la vejiga contiene 
100 a 150 mL. Normalmente la micción 
voluntaria se produce cuando el volumen alcanza 
aprox. 250 mL. Con un volumen de 400 mL la 
vejiga se percibe como completamente llena. 
Volúmenes mayores causan primero sensaciones 
de incomodidad y posteriormente de dolor. Las 
sensaciones desagradables se relacionan con la 
activación creciente de fibras C (Fig, 6). 
Mientras la vejiga se va llenando, la 
uretra mantiene una presión elevada por la 
descarga tónica simpática, que estimula 
receptores α1-adrenérgicos de su músculo liso. 
Además, el esfínter externo se encuentra también 
contraído. 
Los aumentos en la presión abdominal no 
producen normalmente pérdidas de orina porque 
afectan simultáneamente la presión transmural de 
la vejiga y de la uretra (Fig. 7, A). Además, 
cuando la presión abdominal aumenta como 
consecuencia, por ej., de tos o maniobra de 
Valsalva, se produce en forma refleja un aumento 
de la contracción del esfínter externo y del 
músculo elevador del ano y un aumento del tono 
simpático del esfínter interno (reflejo de guarda). 
Cuando el esfínter externo y los músculos 
del piso de la pelvis se debilitan, puede aparecer 
pérdida involuntaria de orina cuando aumenta 
bruscamente la presión abdominal (incontinencia 
por estrés). Como se dijo antes, la irritación de la 
vejiga (y ciertas enfermedades neurológicas) 
pueden causar incontinencia por hiperactividad 
del detrusor (Fig. 8). 
 
Micción 
La micción se inicia mediante tres procesos 
coordinados: 
1. La relajación del esfínter interno por 
reducción de la descarga simpática. 
2. La relajación del esfínter externo por 
reducción de la descarga somática. 
3. La contracción del detrusor. 
 
La contracción del detrusor impulsa la orina 
hacia el exterior. Al mismo tiempo, oblitera los 
uréteres en su trayecto intraparietal, lo cual 
impide el reflujo vésico-ureteral. 
 Una vez que la orina ingresa en la uretra, 
se estimulan mecanorreceptores sensibles al 
flujo, que en forma refleja acentúan la 
contracción del detrusor. Por esta razón, una vez 
Fig. 7 
Fig. 8 
Control de la micción 
Dr. Fernando D. Saraví 
6
iniciada la micción ésta tiende a completarse, 
aunque normalmente puede interrumpirse de 
manera voluntaria. 
 La contracción de la musculatura 
abdominal puede contribuir a acelerar la micción 
hasta cierto punto, especialmente hacia el final de 
la misma. Al finalizar la micción, la vejiga se 
vacía completa o casi completamente (menor de 
100 mL). La persistencia de un residuo 
significativo predispone a infecciones urinarias. 
Ver EVALUACIÓN FUNCIONAL, más abajo. 
 
CONTROL DE LA FUNCIÓN VÉSICOURETRAL 
El control nervioso del tracto urinario inferior 
está organizado en circuitos que funcionan como 
interruptores entre un modo de almacenamiento 
(detrusor relajado, esfínteres contraídos) y un 
modo de evacuación (contracción del detrusor y 
relajación de los esfínteres). 
 
Control reflejo 
Durante el lleno vesical los eferentes simpáticos a 
la uretra mantienen un tono constrictor del 
músculo liso, y las motoneuronas sacras 
mantienen contraído el esfínter externo. 
Simultáneamente, permanece inhibida la descarga 
parasimpática al detrusor. En algunos animales, 
durante esta fase hay también una descarga 
simpáticainhibidora del detrusor, pero este 
fenómeno es poco importante en el ser humano. 
La descarga descendente de un centro 
protuberancial llamado L o de almacenamiento 
puede contribuir a la inhibición de los eferentes 
parasimpáticos (Fig. 9, A). No obstante, la fase 
de almacenamiento depende principalmente de 
los circuitos espinales. 
 La micción refleja se produce 
normalmente gracias a un circuito 
espinopontoespinal. Los aferentes responsables 
son exclusivamente fibras A δ (Fig. 9, B). 
Además de sus conexiones segmentarias, 
los aferentes vesicales hacen sinapsis con 
neuronas que ascienden por la columna lateral 
hasta la sustancia gris periacueductal de la 
protuberancia. Otras aferencias viajan por los 
haces espinotalámico, espinohipotalámico y por 
las columnas dorsales. 
 Las neuronas de la sustancia gris 
periacueductal establecen sinapsis excitatorias 
con un centro par protuberancial llamado M (por 
“micción”) o centro de Barrington, que está 
situado dorsal y medialmente al centro de 
almacenamiento. 
 Normalmente las neuronas del centro M 
están inactivas, pero cuando la excitación de los 
aferentes vesicales alcanza un nivel crítico, las 
Fig. 9 
Control de la micción 
Dr. Fernando D. Saraví 
7
neuronas periacueductales activan de manera 
repentina y máxima el centro M, que entonces 
inicia descargas descendentes que producen 
inhibición simultánea de los eferentes simpáticos 
y somáticos que controlan los esfínteres uretrales, 
seguida en pocos segundos por activación de los 
eferentes parasimpáticos, que causan la 
contracción del detrusor. La descarga 
parasimpática también contribuye a la relajación 
uretral por liberación local de óxido nítrico. 
 Las áreas espinales relacionadas con el 
control vésicouretral también reciben influencias 
descendentes de neuronas del tallo cerebral 
noradrenérgicas (del locus coeruleus y zonas 
adyacentes) y serotonérgicas (de la sustancia 
gris periacueductal) que modulan la excitabilidad 
Fig. 10 
Fig. 11 
Control de la micción 
Dr. Fernando D. Saraví 
8
de los circuitos espinales. 
 El reflejo espinopontoespinal es 
responsable del control de la micción desde el 
nacimiento hasta los 2 a 5 años de edad, antes de 
que la micción comience a ser controlada de 
manera voluntaria. En circunstancias anormales 
(por ej., sección de la médula espinal) la micción 
puede ocurrir como un reflejo espinal. A 
diferencia del reflejo normal, este reflejo se debe 
a la estimulación de aferentes amielínicos C. 
 
Control voluntario 
El circuito espinopontoespinal descrito es 
suficiente para producir la evacuación periódica 
de la vejiga cuando ésta alcanza cierto volumen 
prefijado (set point), pero no es suficiente para el 
control voluntario de la micción. Para esto 
último es necesaria una integración a niveles 
superiores de las sensaciones provenientes de la 
vejiga con información sobre el ambiente y el 
contexto social, que determina la decisión de 
orinar o retener la orina. 
 El control voluntario involucra la 
participación de áreas diencefálicas y corticales. 
Las áreas diencefálicas incluyen porciones del 
tálamo y el hipotálamo (núcleos paraventricular 
y periventricular y área preóptica medial). 
En la corteza cerebral participan la región 
de la ínsula, relacionada con la percepción 
consciente de las sensaciones viscerales, diversas 
regiones prefrontales relacionadas con la 
interacción social y la organización y ejecución 
de diversas conductas, y la corteza cingular 
anterior, que tiene un papel central en la toma de 
decisiones (Fig. 10, A). A su vez, estas áreas son 
asistidas por subsistemas formados por el área 
motora suplementaria, los ganglios de la base y el 
cerebelo (Fig. 10, B). 
En condiciones normales, los centros 
superiores mencionados limitan la actividad de la 
sustancia gris periacueductal, elevando el valor 
de volumen vesical en el cual se dispara el reflejo 
de micción. 
Cuando se decide orinar, las mismas 
estructuras liberan el centro pontino de micción e 
incluso facilitan su acción, permitiendo la 
micción con volúmenes inferiores al valor umbral 
normal del reflejo espinopontoespinal. En 
condiciones anormales, como un estrés violento, 
la abrupta liberación de las influencias superiores 
puede causar la micción de manera involuntaria 
(“orinarse en los pantalones”). 
Así, la integración de sensaciones de los 
aferentes vesicouretrales con información sobre 
el ambiente, conductas aprendidas y estado 
emocional modifica la actividad de la sustancia 
gris periacueductal, que inhibe el reflejo de 
micción cuando se considera inapropiado, y lo 
liberan cuando la situación es favorable. 
 
EVALUACIÓN FUNCIONAL 
La función del tracto urinario inferior puede 
evaluarse en cuanto a sus dos aspectos 
principales: continencia durante el 
almacenamiento de orina y relaciones de presión 
y flujo durante la micción. 
 
Perfiles de presión uretral 
Mediante catéteres o sondas sensoras de presión 
insertadas en la uretra hasta la vejiga, es posible 
determinar las presiones existentes en el tracto 
urinario inferior en ausencia de flujo, es decir, 
durante la continencia (Fig. 11). 
Se denomina longitud de continencia a 
la distancia entre la vejiga y el punto de máxima 
presión en la uretra, y longitud funcional a la 
que transcurre en el trayecto de la uretra en el 
cual la presión uretral es superior a la vesical. 
Este perfil es diferente en el varón y la mujer 
normales, ya que la presencia de la próstata 
determina una meseta de alta presión ausente en 
la mujer. La diferencia explica por qué en la 
mujer es más común la incontinencia urinaria, 
mientras que en el varón es más común la 
micción dificultosa. 
 
Fig. 12 
Control de la micción 
Dr. Fernando D. Saraví 
9
Uroflujometría 
Para la evaluación de la función 
del tracto urinario inferior durante 
la micción, se toman en cuenta 
diversas variables de la curva de 
flujo (caudal) en el tiempo, como 
se indica en la Fig. 12, A. Dichas 
variables son: 
 
1. El flujo máximo 
alcanzado 
2. El tiempo necesario para 
alcanzar el flujo máximo. 
3. El volumen emitido, que 
corresponde al área bajo la 
curva flujo-tiempo. 
4. El tiempo total de 
micción. 
5. El flujo medio, que es el 
cociente entre el volumen 
emitido y el tiempo total 
de micción. 
 
Además de los valores citados, 
cuando la curva es anormal, su 
inspección proporciona pistas 
sobre la causa posible. En la Fig. 
12, B se esquematiza una curva 
normal y dos curvas anormales 
(nótese que la escala de tiempo es más compacta 
que en la Fig. 12, A). 
Una curva que alcanza un flujo máximo bajo 
en forma relativamente precoz y luego decae 
progresivamente puede deberse a debilidad del 
detrusor en ambos sexos. En el varón, una curva 
de este tipo también puede deberse a la 
compresión extrínseca del uréter por una próstata 
hipertrofiada. 
Por el contrario, una curva que muestra bajo 
flujo con una meseta prolongada sugiere un 
aumento de la resistencia de la uretra, que impide 
alcanzar elevado flujo a pesar de una buena 
contracción del detrusor. 
Otra variable que no se indica en las curvas 
de la Fig 12 pero reviste considerable interés es 
determinar si la micción es adecuada es la 
determinación del residuo vesical, es decir, el 
volumen de orina remanente en la vejiga al final 
de la micción. Normalmente la evacuación es 
prácticamente completa. El volumen residual se 
determina de 10 a 20 min después de la micción. 
Puede determinarse de manera invasiva, mediante 
la introducción de un catéter para completar la 
evacuación vesical. Dado los riesgos que el 
procedimiento involucra (en particular infección) 
actualmente se prefiere el uso de un escáner 
ultrasónico portátil, que permite medir el 
volumen residual de manera no invasiva. En 
adultos jóvenes un volumen residual mayor de 
100 mL indica micción incompleta. En ancianos 
se considera que existe retención si el volumen de 
orina remanente en la vejiga supera 150 a 200 
mL, medido en dos ocasionesdiferentes. 
Aunque no se estudia clínicamente en forma 
rutinaria, desde el punto de vista fisiológico es 
pertinente conocer la dinámica de la micción 
(Fig. 13). Durante la micción voluntaria, la 
presión intravesical aumenta por la actividad 
conjunta del detrusor y de los músculos 
abdominales. En otras palabras, el músculo liso 
del detrusor y la musculatura somática generan 
presiones que actúan sinérgicamente para 
aumentar la presión en la vejiga. 
Simultáneamente se relajan los esfínteres 
uretrales, de modo que cuando la presión vesical 
alcanza cierto valor umbral se inicia la micción. 
El tiempo que transcurre entre el inicio del 
aumento de presión vesical y el inicio de la 
micción se denomina tiempo de apertura. 
Debe notarse que normalmente el máximo de 
presión intravesical se alcanza antes que el flujo 
máximo. Luego de alcanzado el flujo máximo, la 
actividad del detrusor y de los músculos 
abdominales persiste hasta completar la 
evacuación. 
Fig. 13

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